Exposicion Comision Ubilla
Exposicion Comision Ubilla
Exposicion Comision Ubilla
Con la instauración de los Títulos de Merced entre los años 1950 y 1970 dice
este informe oficial del Estado que "se dio paso a un nuevo proceso de pérdida
de tierras mapuche, cuestión que habría ocurrido a través de dos caminos: uno,
producto de la división, numerosas hijuelas mapuche pasaron a manos de
particulares por la vía de la compra fraudulenta, desapareciendo por estos
actos varios Títulos de Merced y, en segundo lugar, que en muchos Títulos de
Merced los mapuche autorizaron a chilenos para ocupar tierras pero en
categoría de préstamo, pero que al momento de la división los ocupantes
solicitaron en propiedad la hijuela que usufructuaban"
Con la primera Ley de Reforma Agraria en 1962 algunas tierras indígenas que
fueron mal habidas pudieron ser recuperadas en parte gracias a la
expropiación de 50 predios por parte del gobierno del presidente Eduardo Freí
Montalva, lo que significó que comunidades mapuche de Curacautín, Carahue,
Cuneo, Freiré, Lautaro, Nueva Imperial, Toltén y Vilcún pudieron acceder
nuevamente a parte de sus tierras ancestrales.
Bajo el Gobierno del presidente Salvador Allende se dictó la ley indígena
17.729 que por primera vez en nuestra historia dispuso de mecanismos
jurídicos efectivos para la restitución de tierras indígenas usurpadas y se
expropiaron 574 fundos con una superficie de 636.288 en favor de
comunidades mapuche.
El golpe militar de 1973 puso un dramático fin a estos procesos. Se levantó una
contra reforma agraria. El gobierno de Augusto Pinochet suprimió de
inmediato el Instituto de Desarrollo Indígena y declaró inaplicable la Ley
Indígena 17.729. En su reemplazo promulgó el Decreto Ley 2.568 con el
expreso propósito de conseguir la liquidación de las tierras de comunidades
mapuche. A partir de este Decreto, se promovió "el pleno acceso a la
propiedad individual mediante la entrega de títulos de dominio personal a los
mapuche; se buscó instalar un concepto singular de "plena integración de la
raza mapuche a la nación chilena" y el desarrollo de una política para
"erradicar la marginalidad del pueblo mapuche".
Estos son los contenidos por los cuales los Pueblos Indígenas le solicitaron
entonces al presidente Aylwin, en el Pacto de Nueva Imperial de 1989,
terminar con los abusos coloniales y el Decreto de marras, lo que finalmente
se logró el 5 de octubre de 1993 con la actual Ley Indígena 19.253 que
estableció en su artículo 13, la prohibición total de vender, enajenar,
embargar, arrendar o transferir tierras indígenas a terceros no indígenas, con
la sola excepción calificada de permutas de tierras, bajo estrictas condiciones
y sólo con la autorización del Consejo Nacional de CONADI.
Termino esta exposición entonces con la siguiente reflexión.
La compraventa de tierra mapuche, por parte del ciudadano Ubilla, en el año
2009, provenientes de un Título de Merced, inscrito como comunidad en el
Registro nacional de tierras indígenas es, a lo menos, una acción imprudente
en relación con las normas y principios que se desprenden de la Ley Indígena,
puesto que con un mínimo de sentido común, cualquier persona no indígena,
ha de saber que cualquier terreno que forma parte integral de una Comunidad
Indígena, cuyas tierras están protegidas por la Ley Indígena y ahora por el
Convenio 169 de la OIT, no puede adquirirlas si su condición no es indígena y
aún así, la Ley establece condiciones específicas para una eventual permuta.
Esto es en relación con la prudencia. Existe otro factor que es el buen criterio
político, que redunda en un acto de buena fe. Urdir la compraventa de tierra
indígena, inserta en una comunidad respecto de la cual rige una Ley específica,
es un contrasentido político, por cuanto cualquier persona con un grado
mínimo de conocimiento sobre las dimensiones que tiene el conflicto del
Estado con el Pueblo Mapuche por derechos sociales, políticos, económicos,
culturales y territoriales, sabe que es ahí precisamente donde no debe
incursionar, especialmente si ejerce un cargo público de mucha relevancia y a
sabiendas que se generará una controversia de intereses y que, por sobre
todo, se verá y se observará como un asunto de oportunismo y provocación.
El Señor Ubilla ejercía como Subsecretario en el año 2012. Portante, tenía la
obligación moral y política de cumplir un deber de transparencia y de sentido
común ante el país, especialmente porque en el ejercicio de sus cargos,
anteriores y actuales, ha actuado precisamente en contra de los intereses y
derechos del Pueblo Mapuche. Lo que conlleva un claro conflicto de interés.
Esto, en relación a la prudencia y criterio político. Un tercer factor para
considerar es que resulta evidente un acto relativamente malicioso, pues se
llevó a cabo una adquisición a sabiendas de que, al menos, el acto mismo
conlleva múltiples aristas que no se resuelven con una disquisición de orden
legal que puede ser explicado pero que no resulta legítimo. Y esto, el Pueblo
Mapuche lo conoce muy bien, desde la época de los arriendos y compras
fraudulentas de tierras.
Imprudencia, falta de criterio político y un cierto nivel de malicia o dudoso acto
de fe, rodean esta compraventa de tierras mapuche, insertas en una
comunidad, registradas como Tierras Indígenas que no han perdido su
condición de tal. Esto son los componentes esenciales de este problema y si
no hubo suficiente conciencia y/o información de todos los aspectos que
debían tenerse en cuenta, y no solo los legales, esto sería peor pues podría
hablarse derechamente de un acto de mala fe. El punto es que estamos en el
siglo XXI y no en el siglo XIX cuando este tipo de eventos no tenía mecanismos
de referencia para levantar una defensa apropiada y alegarla con justificados
antecedentes.
Si las cosas hubiesen ocurrido de buena fe, entonces la solución tiene el mismo
derrotero. El país puede comprender que un acto de esta naturaleza puede y
debe ser retrotraído a su origen: es decir, mantener las tierras en su condición
indígena. La manera cómo esto se resuelve requiere voluntad, decisión y
procedimientos para tener en cuenta por parte de los interesados.
Finalmente, se podrá decir que la Ley y ciertas normas de la Ley actúan a favor
de este caso. Pero en más de 100 años de historia y de crítica relación del
Estado con el Pueblo Mapuche, hemos aprendido que la Ley y la Justicia
raramente coinciden. En las Escuelas de Derecho circula tradicionalmente el
chiste que dice que, hecha la Ley, hecha la trampa. Pues bien, en este caso,
hay algo de aquello cuando se intenta "demostrar" que lo obrado está bien
hecho porque ciertas normas legales así eventualmente lo amparan. Es una
práctica conservadora que conocemos desde antes de la Colonia, con el
Requerimiento y la Encomienda; después, con la Pacificación de la Araucanía,
las reducciones y la división de las comunidades. Pero lo que es evidente ante
la sensibilidad y conocimiento público es que esta compraventa de tierras de
la Comunidad Mariano Millahual es un acto absolutamente imprudente,
especialmente de cara al conflicto del Estado con el Pueblo Mapuche y
prefiero dejarlo en ese nivel de concepto.
El caso reviste el máximo interés para el país y el Pueblo Mapuche puesto que
situaciones como este caso no pueden ocurrir de la manera cómo se ha
gestado ante cierta pasividad de las instituciones del Estado. Es por el bien de
la relación con los Pueblos Indígenas que esta Comisión arribe a una
conclusión adecuada y que este caso vuelva a su estado original.
Domingo Namuncura
Ex Director Nacional de Conadi 1997-1998
Ex Consejero Nacional de Conadi 2006-2008
Miembro de la Comisión Egaña sobre DDHH indígenas 2008-2010
Primer Embajador de origen mapuche en la diplomacia chilena, en Guatemala 2014-2018
Trabajador Social UCV_ Docente de Trabajo Social
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