Seres Imaginarios y Motivos de La Literatura Oral en Mitos, Leyendas y Cuentos Peruanos de José Mara Arguedas y Francisco Izquierdo Ríos
Seres Imaginarios y Motivos de La Literatura Oral en Mitos, Leyendas y Cuentos Peruanos de José Mara Arguedas y Francisco Izquierdo Ríos
Seres Imaginarios y Motivos de La Literatura Oral en Mitos, Leyendas y Cuentos Peruanos de José Mara Arguedas y Francisco Izquierdo Ríos
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ABSTRACT: This work studies oral literature in RESUMEN: El presente artículo estudia la
Mitos, leyendas y cuentos peruanos (1947), an literatura oral en Mitos, leyendas y cuentos
important compilation made by José María peruanos (1947), importante recopilación
Arguedas and Francisco Izquierdo Ríos. The realizada por José María Arguedas y Francisco
book is made up of stories from the coast, the Izquierdo Ríos. El libro está conformado de
mountains and the jungle, and it is a benchmark narraciones procedentes de la costa, la sierra y
ofbasic knowledge for the oral memory of the la selva, y es un referente para el conocimiento
peoples of Peru. By reading a selection of de la memoria oral de los pueblos del Perú.
them, the main themes and motifs of oral Mediante la lectura de una selección de ellas,
literature will be examined, and the mythical el trabajo analiza los principales temas y
and magical dimension of the characters and motivos de la literatura oral, y explica la
imaginary beings of the Andean and dimensión mítica y mágica de los personajes y
Amazonian universe will be studied. The seres imaginarios del universo andino y
research highlights the predominant theme in amazónico. El artículo pone de relieve la
the stories, as well as the role of its protagonists temática predominante en los relatos, así como
in the represented world. From our point of el rol de sus protagonistas en el mundo
view, the compilation by Arguedas and representado. Desde nuestro punto de vista, la
Izquierdo Ríos, which is an invaluable source recopilación de Arguedas e Izquierdo Ríos, que
for the study and the investigation of the folk es una fuente invalorable para el estudio e
narrative, is a veritable encyclopedia of oral investigación del relato popular, constituye una
literature and shows the enormous literary and verdadera enciclopedia de la literatura oral y
cultural wealth of Peru. demuestra la enorme riqueza literaria y cultural
del Perú.
1. INTRODUCCIÓN
El libro Mitos, leyendas y cuentos peruanos (1947) de José María Arguedas y
Francisco Izquierdo Ríos es uno de los trabajos recopilatorios de notable importancia de
la literatura oral en el Perú. Ambos, conocidos escritores y estudiosos de la literatura
andina y amazónica, respectivamente, realizaron una de las mayores contribuciones en la
conformación de un corpus representativo de la memoria oral de los pueblos del Perú. A
pesar del tiempo transcurrido y de la publicación de valiosos estudios, antologías y nuevas
recopilaciones realizadas en la segunda mitad del siglo XX y en el curso de la presente
centuria, el libro de Arguedas e Izquierdo Ríos continúa siendo un referente de obligada
consulta para el estudio, conocimiento e investigación de la literatura oral en el Perú.
Mediante la lectura de una selección de narraciones que conforman el libro, el
propósito de este trabajo es estudiar determinados temas y motivos desarrollados en ellas,
así como explicar la dimensión mítica y mágica de los principales personajes y seres
imaginarios del universo andino y amazónico que figuran en sus páginas. En ese sentido,
las narraciones dan a conocer una diversidad temática de la rica tradición oral: el origen
de formaciones de la compleja geografía del territorio peruano, el castigo, las formas que
reviste y sus consecuencias, las características y el rol de los personajes de la mitología
andina y amazónica, la creencia de que en los cerros y lagunas se halla la madre de la
naturaleza, la existencia de seres mágicos y misteriosos, dotados de poderes
sobrenaturales y asociados con lugares encantados, y amenos episodios referidos a
animales que son protagonistas de relatos de carácter fabulesco.
El artículo subraya el valioso aporte que significó en su momento el trabajo de
Arguedas e Izquierdo Ríos y su carácter fundacional como fuente para los estudios de la
literatura oral. Al cumplirse en el presente año el cincuentenario del fallecimiento de
Arguedas, este trabajo es, también, un homenaje y un reconocimiento a su profunda
vocación por conocer, recopilar, difundir y estudiar el patrimonio inmaterial del Perú a
través de sus expresiones artísticas y literarias. De esta manera, realzamos el valor del
proyecto arguediano de rescatar la tradición oral de las diferentes regiones del Perú, al
que consideró el país de todas las sangres, dada su singular riqueza y diversidad cultural.
1
La primera edición fue publicada por el Ministerio de Educación. El libro se encuentra incluido en el
tomo 4 de la Obra antropológica de Arguedas (2012). Otras ediciones del libro son las publicadas por las
editoriales Santillana (2011) y Siruela (2014). Para efectos del presente trabajo, nos basamos en la edición
de Santillana, de donde se toman las citas.
amazónico, algunos de los cuales tienen una procedencia occidental. Las narraciones
evidencian la capacidad de adaptación y de reelaboración del imaginario popular que
sincretiza la influencia hispánica, la religión cristiana y la cultura occidental, lo que se
produce en el marco de un rico y dinámico proceso de transculturación.
Como corpus, Mitos, leyendas y cuentos peruanos es una importante muestra de
la literatura oral del Perú en el contexto de la primera mitad del siglo XX y se suma a los
trabajos de recuperación de la memoria oral realizados en dicho periodo. Tomando como
referencia ese contexto temporal, entre los trabajos de recopilación de la literatura oral y
libros de narraciones que recrean temas y motivos de ella, figuran El cóndor y el zorro
(2003) de Max Uhle, recopilación que data de 1905 y que se publicó en edición bilingüe
alemán-quechua en 1968, Tarmap Pacha-Huaray. Azucenas quechuas (1905) y
Tarmapap Pachahuarainin. Fábulas quechuas (1906) de Adolfo Vienrich, Leyendas y
tradiciones de Loreto (1918) de Jenaro Herrera, Cuentos peruanos (1937) y Cuentos y
leyendas del Perú (1940) de Arturo Jiménez Borja, Mitos, cuentos y tradiciones de
Lambayeque (1938) de Augusto León Barandiarán, Literatura inca (1938) de Jorge
Basadre y Los cuentos contumacinos del Tío Lino (1939) de Fidel Zárate.
Igualmente, podemos citar Ayahuasca. Mitos. Leyendas y relatos de la Amazonía
(1939) de Arturo Burga Freitas, Ande y selva (1939) de Francisco Izquierdo Ríos,
Narraciones y leyendas incas (1939) de Luis Eduardo Valcárcel, Folklore de Huancayo
(1940) de Emilio Barrantes y Jauja. Estampas de folklore (1940) de Ernesto Bonilla del
Valle. A estos títulos debemos agregar el aporte de Arguedas: el libro de cuentos Agua
(1935), la recopilación de la tradición poética quechua titulada Canto Kechwa (1938), la
revista Pumaccahua (1940), editada por el mismo autor con los trabajos de sus alumnos
en Sicuani, y la recopilación Canciones y cuentos del pueblo quechua (1949), algunos de
cuyos textos se encuentran en quechua traducidos al castellano.
El énfasis en la temática andina y amazónica se inscribe en el proyecto
programático de los escritores de las primeras décadas del siglo XX de revalorar las
expresiones populares y locales, lo que, a la vez, se inserta dentro del propósito
generacional, impulsado por el indigenismo y el nativismo, de afirmar las
manifestaciones artísticas y culturales de los pueblos del Perú. Ello explica el enorme
interés que existió entonces por el folclor regional, la música vernacular y la narración
oral, así como por el estudio etnográfico del arte, las costumbres, las creencias y las
tradiciones de las comunidades de la costa, la sierra y la selva.
Cabe precisar que el libro no reúne el total de narraciones que se recopilaron, pues
es solo una selección del vasto material que ambos autores recogieron. Debido al enorme
valor de la recopilación, en la actualidad, existe un trabajo de digitalización de dicho
material, que demuestra el carácter voluminoso del proyecto y revela la verdadera
dimensión del esfuerzo realizado por Arguedas e Izquierdo Ríos. Una selección de estas
narraciones fue publicada por el Ministerio de Educación y la Casa de la Literatura
peruana con el título Voces nuestras. Cuentos, mitos y leyendas del Perú. Relatos
recopilados por docentes (1945-1950) (2012). Dada la envergadura del proyecto inicial,
la vasta información obtenida referida a las diferentes regiones y pueblos del Perú, y su
intención totalizadora, el libro Mitos, leyendas y cuentos peruanos sienta las bases de una
verdadera enciclopedia de la literatura oral y constituye un texto imprescindible para la
investigación del relato tradicional.
Además de realizar recopilaciones de la literatura regional, tanto Arguedas como
Izquierdo Ríos recrearon en sus cuentos y novelas mitos, leyendas, temas, motivos y
episodios protagonizados por personajes míticos de la narración oral. En su obra
narrativa, Arguedas se nutre de las tradiciones del universo andino, tal como se puede
apreciar en sus novelas Yawar fiesta (1941) y Los ríos profundos (1958). Por su parte, la
prosa literaria de Izquierdo Ríos se inspira en temas y personajes del mundo amazónico,
como nos lo ilustran sus libros de narraciones Cuentos del Tío Doroteo (1950), Los
cuentos de Adán Torres (1965) y Sinti el viborero (1967).
La obra creativa de ambos autores fue paralela, igualmente, a una vocación
etnográfica que se plasmó en importantes trabajos de investigación de la tradición oral de
la sierra y de la selva, respectivamente. Así, Arguedas, como antropólogo y estudioso de
las manifestaciones culturales de las comunidades de la sierra, desarrolló interesantes
investigaciones sobre el cuento, la poesía, las canciones, las danzas y la música de origen
quechua, que se hallan reunidos en su Obra antropológica (2012). Por su parte, Izquierdo
Ríos realizó contribuciones relacionadas con el estudio de las tradiciones, las costumbres
y la literatura oral de la Amazonía peruana, que se encuentran en las páginas de la Revista
Trocha (1941-1942) y en el libro Pueblo y bosque. Folklore amazónico (1975).
El indio inventa un relato para recrear el espíritu de sus oyentes, para ilustrarlos, para
exaltar lo bueno y lo bello, para afirmar las reglas o valores morales que rigen la conducta
de sus grupos sociales, para infundir temor a los castigos que sufren quienes infringen
esas reglas, para explicar el origen de las cosas, para describir las injusticias y demostrar
que ellas no quedan impunes, para cimentar en el alma del ser humano la esperanza, para
2
Con el título de «¿Qué es el folklore?», los artículos se publicaron en la Revista Cultura y Pueblo entre
1964 y 1965. «La literatura oral. El cuento» apareció en el n.º 3 (1964); «Estudio del cuento», en el n.° 4
(1964); y «Estudio de los cuentos. Método de análisis», en el n.º 6 (1965). Los textos están incluidos en el
tomo 7 de su Obra antropológica (2012), de donde extraemos las citas.
exaltar la imaginación, la fantasía de los oyentes; en fin, para describir el mundo terreno,
celeste o social (2012, T. 7: 20).
El sentido moral es un objetivo mayor del cuento oral, ya que los temas y motivos
que desarrolla poseen un enorme valor «para hacer resaltar las normas, las reglas que se
deben respetar para vivir en sociedad o bien para criticar estas normas, para denunciar sus
imperfecciones» (2012, T. 7: 44). De este modo, el contenido del cuento folclórico puede
avalar el orden imperante, que es necesario mantener, o revelar, por el contrario, sus
deficiencias, lo que exige su reformulación. En esa perspectiva, resulta importante la
función del cuento en el contexto de la comunidad como guardián de los valores morales
y espirituales consagrados por el grupo social. Ello corre paralelo a su poder correctivo,
a través del cual busca sancionar los defectos o imperfecciones de la vida humana.
El estudio del cuento provee de una amplia riqueza de información acerca de la
forma de ser de los pueblos al antropólogo, el etnólogo o el folclorista, quienes encuentran
en él un testimonio directo de la vida de una comunidad y de su cultura. Por ello, el
investigador que estudia «las causas que fijan las diferencias de conducta, el modo de ser
de cada pueblo, sus rasgos característicos, halla en forma directa y viviente, la descripción
de lo que se llama la cultura material y la cultura inmaterial de los grupos sociales» (2012,
T. 7: 20).
La dinámica del cuento folclórico nos hace ver el surgimiento de variaciones o
versiones que se originan durante su proceso de transmisión. Arguedas explica que el
estudio del cuento tradicional permite conocer interesantes formas de reelaboración y de
resementización que experimenta el relato oral3. Así, en su transmisión, los cuentos
suelen incorporar elementos temáticos que no figuran en la versión original, lo que
enriquece su contenido:
[...] el relato sufre algunos cambios, pero, sobre todo, cuando alguien de distinta
nacionalidad que el hombre que creó el cuento lo recibe, inevitablemente, modificará sus
detalles al contrario a su[s] compatriotas o paisanos. El narrador no lo recordará
exactamente e incorporará en el relato algunos pasajes de su invención; estos detalles
serán tomados, así invariablemente, de la experiencia que tuvo en su propia comunidad;
así el cuento sufrirá una especie de «aclimatación», de «adaptación» al nuevo medio en
que es difundido (2012, T. 7: 91).
el escritor demuestra que los cuentos de origen occidental que ingresan a constituir el
repertorio del cuento oral son reconfigurados de acuerdo con la idiosincrasia, los valores,
las creencias religiosas y el pensamiento de la comunidad.
y lo femenino en los Andes» (Ciencia y Cultura, n.º 9, 2001) y César Itier en su libro El hijo del oso. La
literatura oral quechua de la región del Cuzco (2007).
5
En Dioses y hombres de Huarochirí, se narra también la aparición de las islas de Pachacamac. Según
esta versión, Cuniraya Viracocha, un hombre poderoso que tenía la apariencia de menesteroso, estaba
enamorado de Cavillaca, doncella muy hermosa. Transformado en pájaro, dejó su semen en un fruto cuyo
néctar fue ingerido por ella, quien quedó embarazada y dio a luz a una niña. No aceptando que él fuese el
padre de su hija, la doncella fue hacia el mar con la niña y ambas se convirtieron en islas.
padre fue convertido en cerro cuando estaba chacchando coca; el cerro en que se convirtió
la madre «tiene la falda más ancha, porque la mujer se quedó sentada hilando», mientras
que el «cerro más pequeño es el indiecito», quien sufrió por la ambición de sus padres.
Los lugareños comentan que los cerros braman, «porque se quejan los indios de su terrible
castigo» (2011: 48).
La accidentada geografía del Perú se percibe en las abruptas formaciones que
existen en sus regiones, entre las cuales se encuentran cañones, abras y pongos. La
leyenda El cañón de Atoghuarco, del departamento de Cerro de Pasco, refiere el
surgimiento de esta formación. El cañón es descrito como «un lugar sumamente
pintoresco; en las noches es tenebroso, los cerros que lo rodean son escarpados y solo
crecen allí enredaderas y plantas espinosas» (2011: 79). Su origen se encuentra en la
respuesta del apu local a la invocación de una india llamada «la vieja Rucutu», apenada
por el maltrato con que los conquistadores se habían ensañado con su hija. Cuenta la
leyenda que los invasores ocuparon con sus esclavos las tierras de la india y, pese a su
pedido de retirarse del lugar, abrieron caminos en sus sembríos. Peor aún, hirieron a la
menor hija de la india, por lo que la madre apeló al espíritu del cerro y le solicitó ayuda
«y cuando este maldijo a los malvados extranjeros, el terreno se hundió formando el cañón
de Atoghuarco» (2011: 79).
En el relato La acequia encantada, se cuenta la aparición de una enorme acequia
que actualmente existe en el pueblo de Orccoccocha, en la sierra de Lima. Los pobladores
de dos parcialidades acordaron construir una acequia para irrigar sus tierras, pero, al surgir
desavenencias sobre el lugar preciso donde construirla, no se concretó. De pronto,
apareció un misterioso hombre montado en un caballo y prometió construirla, pero a
cambio de un pedido: «solo yo puedo hacerlo, de la noche a la mañana, si me entregan
una doncella» (2011: 85). Concedida una hermosa lugareña, a quien se la llevó
rápidamente en su caballo, el extraño hombre cumplió su promesa: «Al día siguiente la
acequia estaba lista, bien enlajada con dos túneles por los que corría el agua en abundancia
y bordeada por árboles frondosos, los que hasta la fecha existen» (2011: 85). En esta
narración, el motivo del origen se desarrolla con otros motivos de la narración oral: la
acción benéfica realizada por un ser misterioso aparecido intempestivamente y el
sacrificio de una mujer bella.
Camino al pueblo de Celendín, en el departamento de Cajamarca, se observa un
muro que tiene la forma de una culebra. Su origen se narra en la leyenda La pampa de la
Culebra, según la cual, en tiempos de los Incas, una enorme culebra amenazaba a los
pobladores peligrosamente en su destructor avance por el lugar. Su avance solo se detuvo
cuando fue fulminado por un rayo: «en sus correrías llegó hasta esta pampa donde, por
gracia de Dios, le cayó un rayo y la gran culebra quedó muerta» (2011: 104). Con el
tiempo, su cuerpo se cubrió de tierra y polvo, tal como puede divisarse su silueta en la
actualidad en la pampa de Celendín6.
En la planicie del pueblo de Yupán, en el departamento de Áncash, se encuentra
una curiosa formación de piedra que se parece a una mesa. Su surgimiento se relata en la
leyenda La mesa del inca. Según esta narración, que se refiere al fin del Imperio del
Tahuantisuyo, en dicho lugar, existe «una piedra semejante a una mesa […] a cuyo
alrededor están otras piedras a manera y con características de sillones, destacándose una
6
La pampa de la culebra como último destino de la serpiente también se menciona en la leyenda La
destrucción del pueblo de Tiapollo, de Amazonas. La estrecha cercanía entre Amazonas y Cajamarca
explica la mutua interinfluencia cultural entre los pueblos de la selva y la sierra, lo que, a su vez, sustenta
la relación temática existente entre las narraciones de la literatura oral de ambos departamentos.
de ellas por su tamaño y forma como el sillón real» (2011: 98). La leyenda nos cuenta
que la mesa, los sillones y los ornamentos eran de oro, pero se convirtieron en piedra
cuando fue ejecutado el Inca Atahualpa7.
7
La referencia a hechos, episodios y personajes relacionados con la historia del Imperio de los Incas
figura en diversas narraciones de la tradición oral peruana. La muerte del Inca Atahualpa es un asunto que
se recrea en piezas teatrales y la danza de los pueblos de la sierra. Además de la conversión de los metales
preciosos en piedra o su desaparición, otro motivo que se desarrolla en las narraciones recopiladas por
Arguedas e Izquierdo Ríos es el ocultamiento bajo tierra o en lugares inaccesibles de tesoros que eran objeto
de codicia. Las leyendas El pueblo de Narihualá y Yanacocha (del corpus que estudiamos), y Las llamas
cargadas de oro (incluida en Voces nuestras. Cuentos, mitos y leyendas del Perú, 2012) desarrollan dichos
motivos.
8
Las referencias a la conversión de hombres y seres sobrenaturales en piedra se encuentran en
narraciones fundacionales del universo andino. En «La leyenda de los hermanos Ayar», que explica el
origen del Imperio de los Incas, Ayar Uchu y Ayar Auca quedan convertidos en piedra. En Dioses y
hombres de Huarochirí, la serpiente Amaru que lucha contra el dios Pariacaca en defensa del dios Huallallo
Carhuincho queda petrificada luego de ser atravesada por el bastón del primero, como también queda
convertido en piedra el pájaro llamado cauqui, cuya ala fue usada como lanza por Huallallo Carhuincho.
Martín, se relata el extremo grado de corrupción al que había llegado dicho pueblo «que
irritó la cólera divina, resolviendo Dios castigarlo convirtiéndolo en laguna» (2011: 113).
La narración revela la influencia de la religión cristiana en la literatura oral, ya que se
relaciona con la cólera divina que se describe en diversos pasajes de la Biblia.
La leyenda El origen de la laguna de Pomacochas, del departamento de
Amazonas, relata el ejemplar castigo que impone el Taita Amito, el dios local, ante la
descomunal soberbia de los habitantes del valle de Pomacochas, quienes se volvieron
personas muy ricas por la explotación de la mina de Cullquiyacu. La altanería de los
habitantes desafiaba las normas básicas de la ética lugareña y contradecía los principios
de reciprocidad y hospitalidad, ya que «[j]amás hacían una obra de caridad, ni menos
daban posada a los transeúntes […] odiaban a muerte a los pobres y no adoraban al Dios
verdadero, pues eran idólatras» (2011: 109).
Como castigo, el Dios verdadero envió «una nube blanca que parecía una sábana,
y que extendiéndose sobre la ciudad la envolvía por completo […] las aguas se
precipitaron, sepultando en sus entrañas a todos los habitantes» (2011: 110). Como signos
de nuevos tiempos, llegó en medio de las aguas la madre de la laguna posada sobre una
enorme bandeja de oro y plata, mientras que el Taita Amito llevaba en sus manos «un
gran plato lleno de manteca, con peces, plantas de totora, carricillos y cortadera, así como
un huevo de pato» (2011: 111). De este huevo, partido por un rayo, salieron aves, los
peces se multiplicaron, las plantas empezaron a creer y la vida nuevamente volvió a
florecer. La leyenda ilustra el sentido correctivo de la intervención divina en un marco de
resonancias míticas referidas al retorno de la vida y la vuelta a un equilibro inicial luego
de ser sancionada la falta.
solo de la lluvia, cuando cae del cielo»; por eso, el ave entona su canto «pidiendo agua a
Dios» (2011: 153).
La desaparición de un pueblo debido a un cataclismo es un tema recurrente en las
narraciones orales. El relato El huncahui cuenta que un pueblo que quedaba junto al lago
Cusimayo quedó sepultado bajo sus aguas. Según la narración, de pronto, los náufragos
«fueron saliendo uno a uno en forma de pájaros, que comían las hojas de los renacos que
crecen en las orillas del lago» (2011: 154). De acuerdo con las creencias del lugar, quien
coma los frutos de los renacos queda convertido en el pájaro huancahui. Por ello, los
lugareños creen que el canto de esa ave anuncia la muerte.
La conversión en un pájaro es causada también por la propia naturaleza del alma
humana, como sucede en la narración La garza blanca. En ese relato, una hacendosa
muchacha que «tenía la particularidad de comer cualquier pescado con facilidad» (2011:
154) llegó a ser odiada por sus hermanos, quienes le pidieron a un brujo que la convirtiera
en una garza blanca. Según las creencias de la región de Ucayali, esta leyenda explica por
qué los lugareños comen con facilidad el pescado: cuando escuchan cantar a la garza, se
pasan la saliva del ave por sus fauces para comer sin dificultad la carne de pescado.
La transformación de un hombre de lengua suelta en un animal tiene su variante
en El caballito del diablo o chinchilejo, en la que la persona dedicada a difundir historias
se convierte en libélula o chinchilejo. El protagonista, un muchacho delgado que, en son
de mofa, contaba que provenía del diablo, sentía placer creando intrigas «de tal manera
que, en poco tiempo, el tranquilo pueblo se convirtió en un infierno donde imperaban el
chisme y la calumnia» (2011: 152). Sin poder soportar más sus chismes, los pobladores
acudieron a tres brujos, «quienes después de una serie de oraciones y varios icaros le
convidaron un líquido color chocolate y lo convirtieron en un insecto al que le pusieron
el nombre de chinchilejo» (2011: 152). Aunque no se ha arrepentido de su charlatanería,
ahora, al igual que el paucar, solo anuncia noticias positivas para el pueblo.
El amaru
En la mitología andina, el amaru es una enorme serpiente que alcanza una
dimensión divina que se remonta a la época incaica y se relaciona con fenómenos
atmosféricos. En las narraciones orales, el hábitat natural del amaru se encuentra en los
ríos y lagunas; algunas versiones lo presentan debajo de la tierra, encerrado en medio de
una laguna o al interior de un cerro. Estas narraciones describen su temible figura, su
tamaño colosal y su gran poder9.
9
En su artículo «La serpiente: dimensiones de una divinidad subterránea en los Andes», Francisco Gil
(2017) estudia el significado del amaru en el mundo andino, los poderes sobrenaturales que lo caracterizan
y su fuerza, que se asocia en una dimensión histórica con la lucha y la rebeldía de los pueblos oprimidos de
los Andes.
Según el mito, la furia del dios Tikse se desencadenó y «descargó sobre ellos una
tempestad, cuyos rayos mataron a ambos, que cayeron deshechos con diluvial lluvia sobre
el ya agitado lago, aumentado su volumen hasta romper sus bordes y vaciarse por el sur»
(2011: 54). Formado un valle, salieron del Wari-puquio («wari», ‘escondrijo no
profanado’; y «puquio», ‘manantial’) los dos primeros seres humanos conocidos como
Mama y Taita, cuya descendencia formaría la raza humana. El amaru se halla «escondido
en una cueva» y ha crecido hasta alcanzar una mayor enormidad «y aprovechando los
vientos que se forman durante las tempestades intenta escalar al cielo, pero es destrozado
por los rayos entre las nubes» (2011: 55). De acuerdo con este mito, una vez castigados
los dos amarus por la furia divina, fue posible el surgimiento de los primeros seres
humanos provenientes de lugares sagrados.
La anciana Achiqueé
El origen de los Andes y de la accidentada forma que caracteriza a la geografía
andina se explica en el conocido relato El Achiqueé, que se cuenta en varios pueblos de
Áncash. Esta narración gira en torno a la huida de dos niños huérfanos de la ansiosa
persecución de «una vieja harapienta y muy mala», llamada Achiqueé, que quería
comerse a ambas criaturas10. Los niños, siguiendo a un pájaro que llevaba en su pico la
flor de papa, producto que era muy preciado y escaso en el lugar, llegaron al pueblo de
Achiqueé en busca del tubérculo; la mujer vieja «decidió matarlos y luego apoderarse de
las papas».
Los niños huyeron de la casa de Achiqueé y, en su huida, son ayudados por varios
animales para no caer en las manos de la vieja mala, «a los cuales en agradecimiento les
conceden ciertas cualidades que poseen hasta ahora» (2011: 92). Así, el gallinazo por
ayudar a las criaturas recibe el don de tener una acertada vista; el puma, quien también se
solidariza con los niños, recibe el don de ser el más valiente entre los animales. El único
animal que se niega a auxiliarlos es el zorrillo, por lo que la huerfanita le anuncia «que
tendrá un olor repugnante y debido a él será atrapado fácilmente por los cazadores» (2011:
92)11. En su larga huida, finalmente, los huerfanitos son salvados por San Jerónimo, quien
mediante una cuerda los hace subir a un lugar de abundantes papas donde viven muy
felices. Los lugareños creen que ese lugar es el pueblo de Arica, donde abunda dicho
tubérculo.
La anciana, no obstante, mantiene su empecinada persecución; con engaños, San
Jerónimo le lanza una cuerda para que suba, pero esta es roída por un ratoncillo.
Achiqueé, al ver que va a caer sobre una roca, lanza una maldición para que su cuerpo
«se desparrame», sus huesos «se incrusten en la tierra» y su sangre «seque las plantas y
hierbas». Según la leyenda, su caída dio origen a la cadena de los Andes; la escarpada
forma de los cerros se debe al horroroso rostro que tenía al momento de caer. Se dice que
la sangre de Achiqueé «salpicó» la tierra y, por ello, aparecieron los arenales en la costa12.
10
Arguedas ofrece versiones similares en su importante investigación Folklore del Valle del Mantaro,
que data del año de 1953 y que se encuentra incluida en el tomo 3 de su Obra antropológica. Con el título
de «Cuentos de brujas», reúne tres relatos titulados «Devoradores de niños», en los que interviene la «bruja
antropófaga».
11
El otorgamiento de dones o méritos como agradecimiento por una ayuda y el castigo por obtener una
respuesta negativa se desarrollan también en Dioses y hombres de Huarochirí. Cuando Cuniraya persigue
a Cavillaca, se encuentra en su camino con varios animales: el cóndor, el puma y el halcón reciben dones,
mientras que el zorro es objeto de una maldición.
12
El esquema narrativo de este relato contiene conocidos motivos de la literatura oral andina. La
persecución, la intervención de una divinidad cristiana, la cuerda lanzada para ayudar a la víctima, el roído
El condenado
Según las creencias del mundo andino, el condenado es una persona que ha
muerto, pero que vuelve a la vida para pagar sus culpas. Es un conocido personaje de la
literatura oral de la sierra del Perú y protagonista de numerosas historias, que revelan la
falta o el pecado que le impide descansar en paz. Inscritos en un trasfondo cristiano, los
cuentos sobre condenados narran el castigo que sufre el alma al ser rechazados por Dios,
lo que los obliga a purgar sus faltas entre los seres vivos 13. Entre las narraciones
recopiladas en el libro, el condenado es el protagonista de un relato procedente de
Ayacucho, titulado Ayahuarco, voz quechua que significa «lugar donde se cuelgan los
muertos».
La leyenda narra la historia de dos viajeros que iban con mucho dinero, uno de los
cuales, por la ambición de quedarse con el dinero del otro, le dio muerte a este. No
obstante, el asesino murió misteriosamente en un abismo que existe entre dos cerros
ubicados en Ayahuarco, en el pueblo de Huanta. Cuentan los pobladores que ven a «un
hombre colgado de una inmensa cadena que sale de ambos cerros; el hombre se lamenta
toda la noche y al amanecer desaparece. […] es aquel que empujó al otro, y que está
condenado, y que los diablos lo cuelgan todas las noches» (2011: 63). Este relato, que es
una versión de los cuentos sobre condenados, muestra el permanente sufrimiento del
asesino: estar atado a una cadena, lamentarse de su acción y ser colgado cada noche por
las fuerzas del mal. A diferencia de otros relatos en los que el condenado retorna a la vida
para matar, vengarse o salvarse, en esta versión el personaje está sometido a un continuo
tormento14.
El pishtaco
Uno de los personajes más temidos del universo andino es el pishtaco, quien se
dedica a matar a las personas para extraerles la grasa y la sangre. El pishtaco también es
conocido con los nombres de degollador o nakaq en los pueblos de la sierra («pishtaco»
es una voz de origen quechua que deriva del verbo «pishtay», ‘degollar’, al igual que
«nakaq», que procede de «nakay», con el mismo significado). Numerosas narraciones
ofrecen testimonios de su existencia y cruel oficio, como el relato Los pishtacos, que
pertenece al pueblo de San Buenaventura, ubicado en la sierra de Lima. Esta historia
o corte de la cuerda, el engaño, la caída hacia la tierra, etc., son episodios que conforman el contenido
temático de numerosas narraciones. En el relato Mama Galla, entre cuyos protagonistas figuran también
una anciana mala y dos niños, se desarrollan algunos de ellos. De igual modo, con algunas variantes, dichos
motivos se encuentran en ciclos narrativos protagonizados por animales del mundo andino.
13
En la recopilación Cuentos religioso-mágicos quechuas de Lucanamarca, publicada en 1960 e
incluida en el tomo 5 de su Obra antropológica, Arguedas analiza la condición del condenado y las razones
de su condenamiento; explica el sincretismo y la concepción religiosa que se manifiesta en los cuentos; y
estudia el castigo y la justicia indígena que se aplica a los condenados. Sobre la filiación de estas narraciones
con cuentos de origen occidental, afirma: «Los cuentos de condenados aparecen en el Perú como unidades
originales o integradas a dos cuentos de evidente procedencia europea: “La huida mágica” y “Juan el Oso”»
(2012, T. 3: 268).
14
Sobre esta condición, Nicole Fourtané nos explica: «Algunos relatos nos presentan los terribles
tormentos que sufre el condenado en la Cordillera: está sentado al pie del cerro y gime tristemente; está
encadenado, desnudo a veces, en medio de la nieve o intenta subir a la cumbre y vuelve a caer
constantemente deslizándose» (2015: 120).
revela la existencia de una práctica violenta y sangrienta en los Andes cuyo origen se
remonta a los años de la colonia15.
En esta narración, se describe la sanguinaria actividad de los misteriosos
personajes que consistía en degollar a personas inocentes, que tenían ciertas
características físicas y a quienes sorprendían en su camino. El relato nos dice: «mataban
a las personas que salían del campo, especialmente a aquellas que eran gordas y tenían
muy buena voz, porque decían que la sangre y la grasa de dichas personas servían en la
fundición de las campanas» (2011: 119).
Cuenta la narración que algunos hombres del pueblo fueron en busca de paja a las
alturas. Mientras se alimentaban, se acercaron a ellos personas extrañas, quienes les
invitaron comida con narcóticos para hacerlos dormir. Sus esposas se dieron cuenta de
ello y alertaron a los pobladores, quienes fueron en busca de los campesinos; sin embargo,
dos de ellos habían desaparecido. Al llegar a una cueva, se dieron con la terrorífica escena
del degollamiento de los dos hombres: «descubrieron los cadáveres de los hombres que
faltaban; estaban sin cabeza y colgados de los pies, de unos ganchos asegurados a las
rocas que formaban la cueva. En la parte baja había un perol grande donde se depositaba
la sangre de los cuerpos yertos» (2011: 120-121)16.
El ayamaman
El relato El Ayamaman, de San Martín, cuenta el origen de un canto muy triste
que es entonado por unos pajarillos de la selva. El nombre de las avecillas se deriva de la
expresión quechua: «Ayamaman huishchurhuarca», que significa: «Madrecita muerta,
nos han abandonado». Es una narración muy difundida en toda la región amazónica, cuyas
versiones, incluidas en las principales antologías de la literatura oral de dicha región, no
difieren notablemente. El relato revela el misterio que reina en el bosque amazónico, el
poder del encantamiento y situaciones dramáticas que afectan a la vida humana, como la
orfandad y el abandono.
Las avecillas son, en realidad, dos niños, un varón y una mujer, que fueron
abandonados por su padre en plena selva. Según la narración, la mamá de las criaturas
había muerto y su papá se había vuelto a casar. La nueva esposa era muy mala y «tenía
un odio feroz a los niños, los trataba con el mayor desprecio y los hacía trabajar más de
lo que podían resistir sus fuerzas» (2011: 141). Luego de tener un hijo, la esposa le pidió
al padre de las dos criaturas que se las llevara a la selva y las abandonara muy lejos. El
papá, sumiso y esclavo de su nueva mujer, cumplió con el pedido y, con engaños, llevó a
sus hijos al bosque y los abandonó.
Las criaturas, sin embargo, recibieron la protección de los animales y reptiles de
la selva, y se sentían reconfortados: «Los niños estaban en la selva como en un palacio
encantado. Esta, con sus árboles y animales, los acogió amorosamente. Había algo de
sobrenatural en ello» (2011: 142). Pero, para evitar que sufrieran, un hada del bosque los
transformó en pajarillos. En esa condición, las dos criaturas se dirigieron a su casa para
15
El relato sitúa su origen en la época de la República; sin embargo, una detallada investigación de
Efraín Morote Best (1988) demuestra que se remonta a los tiempos de la dominación colonial asociado con
el empleo curativo de la grasa humana. En las narraciones recogidas sobre pishtacos, se menciona que la
grasa extraída sirve para preparar remedios, fundir las campanas para que suenen mejor y hacer funcionar
las máquinas.
16
En «Cuentos de Pishtacus (Degollador)», que es una sección de Folklore del Valle del Mantaro,
Arguedas ofrece un estudio sobre el sanguinario oficio del pishtaco y precisa que, en los cuentos que
recopila, el personaje termina siempre asesinado, al igual como sucede en las narraciones recogidas en el
libro Cuentos y leyendas conchucanas de Wilfredo Kapsoli (1993).
cantar una triste y lastimera melodía y, cuando se les acercó su padre pidiéndoles que
regresaran, «ellos volaron a la selva».
El Chullachaqui
Entre las narraciones referidas a la selva que hemos seleccionado, destacan
aquellas cuyo núcleo temático trata acerca del Chullachaqui (del quechua «chulla»,
‘desigual’, y «chaki», ‘pie’)17, el duendecillo de la selva. De acuerdo con las creencias de
los pueblos amazónicos, se caracteriza por tener «los pies desiguales»; además, utiliza
una serie de recursos para engañar y burlarse de los lugareños que se internan en la selva,
quienes, como consecuencia de ello, se desorientan en su camino. Son populares las
historias que se refieren a este misterioso personaje del bosque amazónico. Los relatos El
cazador y el Chullachaqui, El Chullachaqui (dos versiones recogidas con el mismo título)
y Los chanchitos nos permiten conocer sus características y audacias18.
En El cazador y el Chullachaqui, narración de San Martín, se desarrolla la burla
de la que es víctima un cazador que se interna en la selva. Luego de oír el graznido de un
paujil, fue ingresando a la floresta. Un jabalí de enorme tamaño le llamó la atención y,
persiguiendo a la presa, se internó aún más en el bosque. Su objetivo era «sorprender al
jabalí en un recodo o detrás de un árbol, para dispararle el tiro que diera término a la
batalla» (2011: 168). Sin embargo, se dio con la sorpresa de encontrar las pisadas del
Chullachaqui: «la derecha, de pie humano; y la izquierda, de pata de tigre»; de este modo,
entendió que «había sido burlado por el diablo de los bosques»: tanto el paujil como el
jabalí eran formas de que se valió el Chullachaqui para engañarlo.
Esta misma habilidad del duendecillo para engañar a las personas se puede
apreciar en los dos relatos titulados El Chullachaqui, uno procedente de San Martín y otro
perteneciente a la tradición oral de Loreto. En el primer relato, mientras una joven mujer
pescaba en el riachuelo Cumbaza, se entusiasmó al ver que ingresaba a un paraje muy
hermoso rodeado de árboles, que, sin embargo, se fue angostando. En ese instante, se le
apareció «un caballero cojo, pero bien vestido, y muy atentamente la invitó a continuar el
viaje» (2011: 169). Se trataba de una treta del Chullachaqui, quien, de esa manera, retuvo
a la joven en una cueva durante ocho días. La joven pudo librarse del duendecillo después
de que un cura bendijera los caminos y los cerros del lugar.
El segundo relato cuenta que dos hermanos se internaron en la selva con sus
escopetas para cazar animales. El diablillo de la selva, adoptando la identidad de uno de
ellos, acompañó al otro hermano en la faena, pero este, de pronto, notó lo extraño del
boscaje y de la frondosidad de los árboles que nunca antes había visto; entonces, se dio
cuenta de que «los pies de su acompañante eran desiguales: el pie izquierdo más pequeño
y con uñas a manera de garras de tigre» (2011: 172). Haciendo la señal de la cruz e
implorando a Dios, el joven logró librarse del Chullachaqui, quien desapareció después
de oír la invocación. Al poco rato, pudo volver a reunirse con su verdadero hermano.
17
En las narraciones recopiladas en el libro, varios de los nombres de los personajes, lugares, lagunas y
cerros de la selva tienen un origen quechua, lo que se explica por el contacto que establecieron en algún
momento de la historia pobladores de la región andina con pueblos de la Amazonía.
18
En Pueblo y bosque. Folklore amazónico, Izquierdo Ríos describe el aspecto físico y la forma de
actuar de este personaje: «[…] justamente el demonio Chullachaqui […] tiene los pies desiguales, el
izquierdo puede ser chiquito como pie de criatura recién nacida […] como pata de tigre o como una raíz de
árbol, mientras que el derecho es de tamaño normal. Las gentes creen ver las huellas de sus pies en el barro
de los caminos. El Chullachaqui toma cualquier apariencia, la de un hombre, de un animal, de un árbol, una
flor, un arroyo, para engañar y reírse de la gente» (1975: 50).
El yanapuna
En la mitología amazónica, existen animales que tienen un poder sobrenatural que,
según los lugareños, estarían dotados de una fuerza que proviene del demonio. El cuento
El yanapuma, oriundo de Loreto, trata sobre un puma que vive en la selva y que se halla
revestido de poderes especiales, por lo que no puede ser herido ni cazado. El protagonista
del relato es José Curinuqui, quien se introduce en la selva premunido de su escopeta para
cazar al yanapuna, palabra quechua que se traduce como «tigre negro».
En la narración, resulta infructuoso el acoso de Curinuqui: «sabía que el yanapuna
no se dejaba matar, porque muchas veces él y varios cazadores habían visto romperse sus
escopetas al dispararle» (2011: 177). A pesar de dispararle tres veces, no logró herirlo;
por el contrario, el puma fue detrás de él y, en la persecución, los perros que salían en su
defensa eran muertos a dentelladas. Al igual que otros seres de la Amazonía, el yanapuma
es un «animal fantástico» que habita en las montañas y encarna la fuerza invencible de la
naturaleza. Según los pobladores de la selva, su condición sobrenatural tiene una
explicación: «no le entra la bala. […] es el mismo diablo que se presenta bajo la figura de
tigre negro» (2011: 177).
19
Izquierdo Ríos nos explica que «el personaje fabuloso Madre» se asocia con una variedad de seres y
personificaciones en la cultura amazónica: «El pueblo cree que las enfermedades, los fenómenos
atmosféricos tienen Madre, ser misterioso, animal o con personificación humana, que los origina; así como
también algunas cosas, árboles, lugares, ríos, lagos, fuentes, cerros, minas etc., a los que, además, cuida o
defiende. En algunos casos la Madre desempeña el papel solo de guardiana» (1975: 52). En la recopilación
de Arguedas e Izquierdo Ríos, este extraño ser también es personaje de las leyendas La madre de la viruela
y La madre de la mina, ambas de San Martín.
20
En las narraciones folclóricas, el toro sustituyó al amaru, lo que explica por qué habita en lugar de él
en lagunas o cerros asociados en un tiempo mítico con la enorme serpiente. Al respecto, Arguedas precisa:
«El toro impresionó en forma singularmente profunda a los pueblos nativos de América, en especial a los
del Imperio Incaico. El indio peruano […] lo incorporó con extraordinaria totalidad entre los elementos
característicos y sustanciales de su cultura» (2011: 183). En el mundo andino, el toro fue inspiración de una
rica producción narrativa y artística: «[…] se convirtió en inagotable fuente de leyendas, de supersticiones,
de cantos, de nuevas formas de la cerámica y de la escultura popular; en temas de canciones y cuentos; en
el más vasto motivo, en el más poderoso incitador de la imaginación popular» (2011: 184).
Es interesante la narración Los tres toros, contada por los campesinos de Cerro de
Pasco, que trata sobre la misteriosa aparición de tres fieras, de extraños colores, que
encarnaban a las ánimas del cerro local. De acuerdo con el relato, los comuneros, que
necesitaban que su ganado se alimentara de los pastos del cerro Santa Rosa, enfrentaban
el peligro que representaba «la feroz embestida de tres enormes toros de filudas astas; uno
de color rojo anaranjado, otro blanco nieve y un tercero negro carbón» (2011: 73). Los
toros atacaban a los pobladores con tanta furia hasta despedazarlos salvajemente y dejar
solo sus huesos. Una aureola de misterio rodeaba la historia de cómo aparecieron las tres
fieras en el lugar.
Reunidos los comuneros para lacear a los tres toros y premunidos de sogas, perros,
hondas y garrotes, no pudieron capturarlos, ya que, pese a la violenta persecución, sucedía
algo inesperado y extraño que solo se podía atribuir a la intervención de una fuerza
sobrenatural que protegía a las fieras. Así, el toro rojo, perseguido por los comuneros, en
su huida entró en una cueva del cerro y desapareció sin dejar rastro alguno. El toro blanco
tampoco pudo ser alcanzado, ya que se fue alejando cada vez más; finalmente, no pudo
ser capturado debido a que «habíase desencadenado una tempestad de rayos y granizos
que impedían ver al animal» (2011: 75). Se trataba del «pacha suyo», (la «nube de
tierra»), que se interponía entre los comuneros y el animal. Finalmente, el toro se internó
en una laguna, pues, en esa dirección, se encontraron los rastros que había dejado a su
paso.
Un hecho también extraño pone fin a la persecución del toro negro, ya que los
captores «fueron sorprendidos por vientos huracanados que hacían caer las piedras de los
cerros, apareciendo igualmente una densa humareda negra que se levantaba como de un
incendio» (2011: 76). Cuenta la narración que los toros no volvieron a aparecer más y los
pobladores pudieron, por fin, llevar a sus animales a alimentarse con el abundante pasto
del cerro. De igual modo, al cabo de los años, en los alrededores del lugar, se descubrieron
grandes riquezas minerales: «las grandes vetas de oro y cobre en el cerro Santa Rosa,
como las de plata de Colquijrca y el carbón de piedra de Goyllar» (2011: 76), lo que se
explica porque las tres fieras eran «el ánima de esos fabulosos yacimientos».
La madre de la naturaleza es, en la leyenda Las minas de Cullqui-Yacu, recogida
en Amazonas, un burro. Esta narración relata la existencia en el lugar de varias minas de
oro y plata que eran explotadas por el ya mencionado brujo Vivian Fonke, quien, sin
embargo, no obtenía grandes beneficios como sí sucedía con otro brujo llamado Baboc.
El relato nos dice que este brujo tenía un secreto que le permitía usufructuar las riquezas
de las minas y «que consistía en saber a qué lado está la madre de la mina, que en forma
de burro negro custodia sus tesoros» (2011: 116). La narración ilustra el poder de la mina
para defender sus propias riquezas cuando la ambición del hombre quiere apoderarse de
ellas. Eso es lo que ocurre con un brujo que tiene mucha codicia y que es devorado por la
madre de la mina. Como escarnio, al igual que en otras leyendas, sus huesos fueron
colgados de un árbol.
En la leyenda La laguna de Puca-Cucha, también de Amazonas, la madre de la
naturaleza es un cerdo. La narración relata el origen de la mencionada laguna, que se
forma a partir de la espontánea emanación de agua de un perol abandonado por un
agricultor. El agua se volvió un pantano y luego se convirtió en una laguna. El agricultor
quiso recuperar su utensilio, pero no lo consiguió, pues apenado «vio asomar por sobre el
perol la cabeza de un chancho colorado. Era la madre de la laguna» (2011: 118). Ello
explica su denominación: «laguna roja». La narración Un sitio pesado, de la literatura
oral de Loreto, hace referencia a esta variante: en un camino de Varaderillo «hay un
arroyuelo, el que al decir de la gente tiene madre, y salen de allí fantasmas, unas veces en
forma de chanchos y otras en la de toros negros, que persiguen a los transeúntes» (2011:
175).
Una peculiar variante en la que el animal que habita dentro de la laguna no es un
toro sino un león la hallamos en el relato La laguna de León Cocha, contado por los
pobladores de Yauyos, en la sierra de Lima. Se trata de una laguna que se halla rodeada
de cerros que antes eran de oro y cuyas riquezas fueron consumidas durante la dominación
colonial. En el centro de ella, hay un remolino que deja ver una piedra bien pulida que es
«la huella de la pata de un gigantesco león» (2011: 86). Según los habitantes del lugar, de
sus aguas sale un enorme felino «que se pone a rugir, y luego desaparece» (2011: 86).
En el relato La laguna de Schururo, procedente de Cajamarca, se dice que la
madre de la laguna, según algunos, era un toro y, según otros, un puma, que era de oro.
Por su codicia de querer robarse al puma, un hombre es convertido en cóndor como
castigo. Sin embargo, su ambición no cesa y, mientras el puma descansaba sobre una
piedra tomando sol, el cóndor se lo llevó cogiéndolo con sus garras. Es impresionante el
enfrentamiento que se establece entre el cóndor y la laguna, pues esta «se alzó como una
columna en persecución del cóndor y se entabló entre ambos una gran lucha» (2011: 103).
Luego de esa tenaz pugna, la laguna venció al cóndor y recuperó a su madre.
La vaca como protagonista en lugar del toro aparece en la leyenda La vaca que
arrojaba fuego, perteneciente al pueblo de la Calzada, en San Martín. La narración nos
refiere que, camino a Moyobamba, solía aparecer «una fiera, con aspecto de vaca, con
largos cachos retorcidos, que arrojaba fuego por la boca» (2001: 138). Llamada Vaca-
Huillca (que significa «vaca sagrada»), amenazaba con destruir al pueblo, pero fue
vencida gracias a las prácticas de un brujo. Desde entonces, se considera que la fiera se
halla en la laguna de Cochaconga.
cuando siente simpatía por alguna persona, hace naufragar la nave en que viaja para
retenerla en su palacio eternamente21.
El segundo relato nos ofrece la historia del indio Fabián Sangama, cuya
embarcación, que navegaba sobre las aguas del río Huallaga, se vio, de pronto, sumergida
en ellas y sus ocupantes se encontraron «en una casa en el fondo del río». La casa tenía
techo de arena, había allí «víboras de diferente tamaño y grosor» y «mujeres desnudas y
de deslumbrante belleza» (2011: 178). Logrando salir del lugar, Sangama retomó su
canoa y enrumbó hacia su destino luego de «haber sido, por breves momentos, huéspedes
del Yacuruna» (2011: 178), ser misterioso del universo amazónico que habita en las
profundidades de los ríos y cuyo nombre es de origen quechua: «yacu», ‘agua’, y «runa»,
‘gente’.
Convertir a las personas en piedra, conocido motivo de la narración oral, es uno
de los atributos de la mujer bella que habita en un lugar encantado. Este motivo se
desarrolla en la leyenda Los viajeros pachangarinos, del pueblo de Cajatambo, en la sierra
de Lima. Esta nos cuenta que dos jóvenes se acercaron a beber agua a las orillas del lago
Lacshacocha, donde se hallaba una hermosa mujer que se lavaba los pies: «Los mozos se
aproximaron a contemplar la belleza de la joven, y como ella no se diera cuenta,
resolvieron tocarla… pero ambos, al momento, se convirtieron en piedra» (2011: 87). En
otras narraciones, las víctimas desaparecen conjuntamente con los seres encantados, tal
como se relata en la leyenda El pozo encantado, del pueblo de Cañete, al sur de Lima. Su
protagonista es una hermosa joven que vive en el interior de un pozo y que suele ofrecer
un vaso de agua a quienes se acercan a él. En ese ocasional momento, «el que toma dicha
agua desaparece, lo mismo que la joven no quedando ninguna señal de nada» (2011: 46).
Descrito como un lugar maravilloso, la cueva es otro de los escenarios asociados
con el encantamiento de la bella joven, tal como se narra en la leyenda La mujer
encantada, de Amazonas. Esta nos cuenta que una mujer huérfana de Chachapoyas es
llevada a una cueva por un jinete montado en un elegante caballo, quien, supuestamente,
era su hermano: «Una vez que llegaron a la cueva el joven desapareció y ella se quedó
encantada» (2011: 108). Según la narración, «esta señorita sale en las noches, con su
farolito, y llega a las afueras de la ciudad, dicen que en busca de una criatura y un corderito
recién nacido con el fin de salvarse del encantamiento» (2011: 108). Exploradores
foráneos que llegaron al lugar afirman que, en la cueva, existen muchas riquezas y, en
particular, se observa un hermoso salón refulgente de luz donde vive la joven; no se puede
acceder a ese luminoso ambiente, porque una laguna de aguas cristalinas no lo permite.
Entre los seres misteriosos del universo amazónico, muy rico y pródigo en
historias, figuran «las duendes», cuyo escenario es el bosque. Descritas como «mujeres
burlonas que tienen el cuerpo cubierto de pelos gruesos como espinas y que, en las noches,
después de las doce, salen a pasear por senderos inaccesibles» (2011: 125), son
protagonistas de los relatos Dionisio Ocmata y la duende, y El niño y la duende, de la
literatura amazónica. En contraste con su caracterización predominante en el imaginario
popular, la primera narración nos presenta a «la duende» como «una mujer blanca de
pelos rubios y hermoso aspecto, ricamente vestida y montada sobre un fogoso caballo
blanco» (2011: 126). Con dicha apariencia, se presenta ante el leñador Dionisio Ocmata,
21
Esta leyenda demuestra la influencia de narraciones referidas a seres legendarios de la tradición
occidental en la literatura oral del Perú. En la recopilación de Arguedas e Izquierdo Ríos, con el nombre de
sirena aparece en la citada leyenda El cerro encantado y en la narración Yanacocha, de Ayacucho, y como
ninfa de las aguas en la mencionada leyenda Los baños de Piquilhuanca. En ellas, se describe su belleza
física, sus largos cabellos y su canto mágico.
quien solía ir al monte los domingos, y con su deslumbrante figura lo deja abobado; con
engaños, le pide que no la abandone, que no la deje sola: «Y los dos se acostaron en el
tambo de Tresleras». En esas circunstancias, el leñador «se quedó profundamente
dormido», pero se sintió asombrado con lo sucedido luego de ser despertado por algunos
arrieros que pasaban por el lugar.
La segunda narración, sin embargo, ofrece la imagen agreste de «la duende» y la
perversa intención de burlarse de su víctima. En este caso, se trata de un niño que es
llevado con engaño por ella hacia un lugar de las entrañas de la selva. Mientras iba a
buscar leña, el niño pensó ver que se acercaba, supuestamente, su mamá, pero ella «tenía
abundante vellosidad». Conducido por ella hacia un chorro de agua para que se bañara,
lo dejó desnudo y comiendo estiércol, tal como su verdadera madre lo encontró luego de
buscarlo intensamente. Entonces, la madre «[l]o llamó por su nombre y él le contestó
dando muestras de locura […] lo condujo al pueblo, donde lo hizo conjurar» (2011: 128).
El niño fue, de esta manera, objeto de burla de «la duende»; peor aún, su madre, al ir a
buscar la ropa del hijo que estaba desperdigada entre las plantas y árboles, «oyó una
carcajada burlona», con lo que también ella resultó burlada.
La narración Las brujas, de Amazonas, relata la historia de una madre y una hija
que eran brujas. Cierto día, la madre le pide a la hija que le consiga una parte del corazón
de una persona para calmar su hambre. La hija se convirtió en una lechuza para ir en
busca de la víctima, pero solo pudo encontrar al compadre de la bruja. El novio de la chica
fue testigo del pedido de la bruja y, sumamente conmovido por lo que había visto y oído,
dio aviso al alcalde, quien ordenó «quemar inmediatamente gran cantidad de leña en la
plaza y luego ordenó que ataran tanto a la madre como a la hija, de pies y manos, y las
arrojaran a las llamas» (2011: 131).
De influencia cristiana e introducida con la llegada de los españoles, la historia
del basilisco es el tema de una serie de narraciones orales de la literatura peruana. Una
leyenda que se remonta a un tiempo mítico es La destrucción de Tiapollo, un pueblo de
Amazonas. El causante de esta destrucción fue el basilisco, extraña serpiente nacida del
huevo de un gallo. Criado por una anciana, vivía en un agujero como escondite cerca de
una fuente y «[s]iempre que veía una criatura sola delante de la fuente, la atrapaba y
devoraba en un instante» (2011: 113). Se convirtió en el pavor de Tiapollo, ya que al
crecer salió de su escondite y causó terrible daño a la población: «se hizo presente a los
ojos de los que iban a la fuente para proveerse de agua, y los devoraba sin compasión»
(2011: 113). Los habitantes huyeron y el pueblo quedó totalmente desierto. El basilisco
también devoró a los pobladores de Comacosh, pero fue fulminado por un rayo en
Cajamarca, adonde había llegado en busca de más víctimas.
22
En la edición Voces nuestras. Cuentos, mitos y leyendas del Perú. Relatos recopilados por docentes
(1945-1950) (2012), se incluyen siete cuentos en la sección «Los burladores burlados», en los que, además
Uno de los personajes más famosos del cuento folclórico en el Perú es el zorro,
caracterizado por su astucia, aunque, algunas veces, es castigado por su soberbia 23. En El
puma y el zorro, narración de San Martín, el zorro, hábil y astuto, se da cuenta de que el
puma ha escondido parte de su banquete, que era un venado cazado por este, entre ramas
y hojas secas. El zorro, aprovechando la ausencia del puma, devoró la presa y, luego, se
fue a descansar muy orondo; mientras disfrutaba de su siesta, se le acercó el puma
haciéndole un cosquilleo con un manojo de hojas. El zorro, entonces, responde con
soberbia: «Quítense, quítense moscas, que recién acabo arrebatar su presa al puma»
(2011: 161). Y al puma no lo quedó otra alternativa que devorarse al zorro por tamaña
osadía. En un plano simbólico, el castigo de la soberbia evidencia el carácter didáctico de
la narración.
En otras narraciones, el personaje que recibe el castigo es el sapo, tal como se
relata en El sapo de piedra, de Cerro de Pasco. La narración relata la petrificación de un
enorme y osado sapo que había ingresado a la casa de una mujer anciana para devorar su
cosecha de papas. La anciana, que tenía artes de bruja, lanzó una maldición al sapo: «Acto
seguido, oyose un estruendo feroz, se desencadenó una terrible tempestad de viento […]
uno de esos vientos se llevó consigo al sapo […] hasta que se quedó colgado en lo más
alto de una inmensa peña» (2011: 80). La osadía del sapo y la invasión del espacio
familiar constituyen una falta que amerita la respectiva sanción, lo cual, a la vez, subraya
la lección moral como fin del cuento popular.
En La carachupita shitarera, procedente de San Martín, se desarrolla el engaño
reiterado de que es objeto el tigre por parte de una carachupa (armadillo). En las escenas
relatadas, el tigre es presentado de manera ingenua, pues obedece inocentemente cada
una de las propuestas de la carachupa y termina burlado. Según el relato, luego de pedirle
el tigre a la carachupa que le regalara un shitarillo (pececillo de la región amazónica) que
había pescado en el río, el armadillo le sugirió que ingresara al río en busca de más
shitarillos. Pero el tigre no podía pescar, porque flotaba demasiado; entonces, la
carachupa trajo una soga y le «amarró al tigre dos grandes piedras en el pescuezo» (2011:
166). Debido al peso, el felino estuvo a punto de ahogarse y fue en busca de la carachupa
para comérsela, mas esta se había subido a un árbol. Desde lo alto, le pidió al tigre que
cerrara los ojos para regalarle shitaris: «El tigre hizo lo que le decía su sobrino carachupa
y este, en vez de los shitaris, le soltó la piedra y le rompió las muelas» (2011: 166). Fue
otra treta del armadillo y nuevamente el tigre quedó burlado.
Continúa el relato con otra estratagema de la carachupa: en un momento en que el
armadillo estaba a punto de ser alcanzado por el tigre, le pidió que subiera a un árbol,
porque una carta que había leído decía que habría «un diluvio» para los tigres y que él
podría salvarse subiéndose al árbol. El ingenio del armadillo no se hizo esperar y, cuando
el tigre estaba en la copa del árbol, prendió fuego: «[e]l tigre murió carbonizado y la
carachupa regresó al río a pescar de nuevo, tranquilamente» (2011: 166). La reiteración
del motivo de la burla ilustra la peculiaridad compositiva del cuento popular, que articula
del zorro, intervienen otros animales del mundo andino. Entre los cuentos, figuran El pericote y la zorra,
La zorra y la wachwa, El wáychaw y el zorro y El zorro y la perdiz.
23
Efraín Morote Best (1988) y Gonzalo Espino (Atuqpacha, 2014) ofrecen un detallado estudio de los
diversos motivos que estructuran las variantes de este tipo de narraciones que tienen como personaje central
al zorro en la tradición oral andina. Además, en los ciclos narrativos sobre el zorro, este aparece en una
relación de rivalidad con el conejo, el cuy, el ratón, la garza, el cóndor y la wáychaw, entre otros personajes.
su trama combinando episodios típicos que sirven de base a conocidas narraciones orales
del mundo andino24.
11. EPÍLOGO
Las narraciones reunidas en el libro Mitos, leyendas y cuentos peruanos (1947) de
José María Arguedas y Francisco Izquierdo Ríos revelan la riqueza temática de la
literatura oral en el Perú y el poder mágico de los seres imaginarios del universo andino
y amazónico. Conformada por numerosos relatos de la costa, la sierra y la selva, la
recopilación nos ilustra el origen de diversas formaciones geográficas de esas regiones,
como islas, cerros, lagos, cañones y acequias. En la imaginación popular que sirve de
sustento a las narraciones, el surgimiento de tales formaciones se explica debido a un
encantamiento, a la sanción de una falta o a la intervención de un poder superior.
El castigo divino es el eje que articula una buena parte de las narraciones de la
tradición oral. Inscritas en un orden moral, las narraciones tienen una clara intención de
dejar una lección acorde con el fin ejemplar que cumple el cuento tradicional en el seno
de una comunidad. De esta manera, la desobediencia, la falta de respeto, la soberbia, la
maldad, la corrupción, la ausencia de valores, etc., reciben un castigo que puede convertir
al agente transgresor en piedra, pájaro o insecto, como también en un caso extremo este
puede concretarse con la desaparición o destrucción de un pueblo.
Los seres del universo andino y amazónico están revestidos de una dimensión
mágica y mítica que refleja las creencias de los pueblos del Perú. En ellos, se encarna el
poder de la naturaleza, la fuerza del bosque y el misterio de los lugares encantados. En el
imaginario de los pobladores, los cerros, las lagunas y los ríos tienen una madre, un
animal que adquiere diferentes formas según el relato popular. Fantasmas, duendecillos,
espíritus, mujeres bellas, hombres que habitan bajo las aguas de los ríos o lagos, etc.,
revelan el poder de lo sobrenatural en la imaginación popular. En otra línea narrativa, se
encuentran escenas divertidas protagonizadas por animales fabulescos que ponen de
manifiesto la riqueza de la narración oral.
Considerando el número de narraciones referidas a las diferentes regiones y
pueblos del Perú, así como su temática, motivos, personajes, variantes, versiones, etc., el
libro constituye una selección representativa de la memoria oral de dichos lugares. En ese
sentido, situándonos en la perspectiva con que Arguedas e Izquierdo Ríos concibieron su
proyecto de recopilación, podemos sostener que Mitos, leyendas y cuentos peruanos es
una muestra valiosa del intento de construir una verdadera enciclopedia de la literatura
oral peruana y una fuente imprescindible e inagotable para el estudio del relato
tradicional.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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De modo similar, otros cuentos de la literatura oral se organizan mediante la reiteración de los motivos
del engaño, la burla y el castigo. Entre ellos, podemos mencionar El zorro y el león, que tiene al león como
personaje burlado; El puma, cuyos protagonistas son un puma y un zorro, quien se burla del primero; El
zorro y el conejo y El ratón y el zorro, en los que el zorro es objeto del engaño.
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