Semana Vocacional 2023

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SEMANA VOCACIONAL 2023

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SEMANA VOCACIONAL 2023
JUNTOS

“No hay nada que no podamos juntos”, canta la canción de Juanes “Together”,
juntos. Somos muchos ya los que, gota a gota, sumamos en el empeño de
expandir en el ancho mar de las comunidades cristianas la “cultura vocacional”.
Juntos hemos recorrido parte de este camino y nos acompañamos en lo que
aún nos falta por recorrer juntos. “Seguiremos juntos a través del tiempo”, como
también canta Abel Pintos en la canción “Juntos”.

Hay un clamor en la humanidad, un grito que brota del corazón, que


expresa el deseo de caminar como hermanos, en paz y en libertad. En la familia
de los Agustinos Recoletos también bregamos en la dirección de la unidad, la
comunidad y la fraternidad. “Juntos” caminamos las sendas del Evangelio que
sembró Jesús en las entrañas de la humanidad, en el corazón de la Iglesia. Juntos
soñamos el sueño del Reino y juntos edificamos la civilización del amor.

San Agustín es un verdadero apasionado de Cristo y de la nueva humanidad


fundada en el amor. Y para los que vivimos la espiritualidad agustiniana, el santo
es maestro y testigo entrañable de comunidad, de unidad en la caridad y de la
fraternidad que se cimienta en la amistad. El anhelo de su corazón aún seduce
y conquista al ser humano de hoy: “tenían una sola alma y un solo corazón
dirigidos hacia Dios”.

La pastoral de animación de las vocaciones es hoy en día un servicio


imprescindible en las comunidades cristianas. Su modesta labor consiste en
disponer el interior al encuentro con Jesucristo, que entusiasma el corazón al
infinito. Los animadores vocacionales son hermanos y hermanas que, en la fe,
acompañan para que el sueño de Dios florezca y dé frutos en cada tierra sagrada,
en cada corazón.

A través de estos materiales se ofrecen unos recursos que sirvan para animar
y desarrollar, al menos, una semana vocacional en las comunidades cristianas. En
torno al lema pastoral del año 2023 –“Juntos”–, se agrupan, por tanto, una serie
de subsidios celebrativos y catequéticos para hacer presente en la vida de las
comunidades locales el tema vocacional.

Abarcan unos guiones litúrgicos para las celebraciones eucarísticas, algunas


reflexiones para acompañar el rezo de laudes y vísperas, un ejercicio práctico

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de lectura orante de la Palabra –lectio divina–, una hora santa vocacional, varias
catequesis vocacionales, un taller para la siembra vocacional, y la presentación de
dos amigos entrañables de san Agustín que, junto con él, recorrieron el camino
de la fe.

Juntos sigamos haciendo posible que acontezca la “cultura vocacional”, para


que las nuevas generaciones de discípulos y discípulas del Señor Jesús descubran
dónde Dios los sueña y quiere. Pedimos al Espíritu Santo para que la pastoral de
las vocaciones sea una ayuda adecuada y aquel acompañamiento requerido, para
que cada hijo de Dios descubra en Cristo su propósito y misión en este mundo.

Secretariado general de pastoral vocacional


GUIONES LITÚRGICOS
EUCARISTÍA DE APERTURA
“Juntos en el encuentro con Cristo”

Monición Inicial
Hermanos y hermanas, nos reunimos como familia para celebrar el don
de la vida y de la vocación cristiana. Hoy damos inicio a una semana de oración
en la que queremos pedirle al Señor con insistencia que aumente el deseo en
muchos de seguirle. Que esta semana sea también una oportunidad para
caminar juntos en el encuentro con Cristo y, al igual que los discípulos, también
nosotros permanezcamos unidos a él, escuchemos su Palabra y lo sigamos con
alegría. Confiemos en las manos del Señor el trabajo de estos días, para que sea
él quien oriente nuestros proyectos y actividades. Con alegría iniciemos nuestra
celebración.

Antífona de entrada
Si quieres llegar hasta el final vende lo que tienes, da el dinero a los pobres
y luego vente conmigo – dice el Señor.

Oración Colecta
Te pedimos, Señor, que mires propicio a tu familia
y la hagas crecer siempre con nuevas vocaciones,
para que pueda conducir a sus hijos
al ideal de la perfección de la caridad
y a trabajar eficazmente por la salvación de los hombres.
Por nuestro Señor Jesucristo.

La liturgia de la palabra se toma del domingo correspondiente o la que se propone a continua-


ción.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del profeta Isaías 55, 6-11

Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo; llámenlo ahora, mientras


está cerca. Que los malvados cambien sus caminos y alejen de sí hasta el más
mínimo pensamiento de hacer el mal. Que se vuelvan al Señor, para que les tenga
misericordia. Sí, vuélvanse a nuestro Dios, porque él perdonará con generosidad.
«Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos –dice el Señor–. Y
mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse.

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Pues, así como los cielos están más altos que la tierra, así mis caminos están
más altos que sus caminos y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos».
La lluvia y la nieve descienden de los cielos y quedan en el suelo para regar la
tierra. Hacen crecer el grano, y producen semillas para el agricultor y pan para el
hambriento. Lo mismo sucede con mi palabra. La envío y siempre produce fruto;
logrará todo lo que yo quiero, y prosperará en todos los lugares donde yo la envíe.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Sal 26, 7-14 (R.: 8b)

R. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

Escúchame, Señor, que te llamo;


ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”.
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro. R.

No rechaces con ira a tu siervo,


que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación. R.

Si mi padre y mi madre me abandonan,


el Señor me recogerá.
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos. R.

No me entregues a la saña de mi adversario,


porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia. R.

Espero gozar de la dicha del Señor


en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 42-46

Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en


la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba
impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en
Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían
posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.
A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las
casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien
vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que
se iban salvando.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

† Lectura del Santo Evangelio según San Juan 1, 35-42

En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos.
Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos
le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les
dice: «¿Qué buscan?». Ellos le respondieron: «Rabbí –que quiere decir, “Maestro”
– ¿dónde vives?». Les respondió: «Vengan y lo verán”. Fueron, pues, vieron dónde
vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el
hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían
seguido a Jesús. Éste se encuentra primeramente con su hermano Simón y le
dice: «Hemos encontrado al Mesías» –que quiere decir, Cristo–. Y le llevó donde
Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te
llamarás Cefas» –que quiere decir, “Piedra”.

Palabra del Señor.

Preces
Reconociendo, Señor, que toda vocación es un don tuyo y queriendo estar
todos nosotros al servicio de los demás, te pedimos:

Escucha, Señor, nuestra oración.

1. Señor, que prometiste estar en medio de los que se reúnen en tu nombre,


haz que, manteniendo la unión de corazones en ti, seamos ejemplos para
que muchos jóvenes abracen la vida agustina recoleta. Oremos.

2. Señor Jesús, que prometiste estar con nosotros hasta el fin de los tiempos
continúa en medio de nuestras comunidades y haz que vengan muchos
jóvenes a compartir nuestro propósito para gloria de tu nombre. Oremos.

3. Señor Jesús, que nos quieres semejantes a ti, te pedimos por nosotros y
por todos los que viven su vocación, para que no desfallezcamos ante las
dificultades y las dudas. Oremos.

4. Padre bueno, que por medio de la vocación llamas a hombres y mujeres a


trabajar en tu abundante mies, continúa llamando a personas generosas
al servicio de la Iglesia para que, imitando a Jesucristo, el Eterno Pastor,
puedan trabajar por la gloria de tu inmenso amor. Oremos.

5. Señor y Dios nuestro, que nos has dado en la Virgen María, Madre de la
Consolación, una dulce y segura compañía, haz que nunca nos sintamos
solos en tu servicio y que muchos jóvenes vengan a compartir nuestro

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santo propósito. Oremos.

6. Dios todopoderoso, que nos diste como modelo de vida religiosa a nuestro
padre san Agustín, infunde en los corazones de los jóvenes el deseo de
seguir sus pasos. Oremos.

Acoge, Señor, nuestra humilde oración y haz que todos –adultos, jóvenes
y niños– llamados por ti, respondamos con total entrega al Evangelio y a los
hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración sobre las ofrendas


Recibe complacido, Padre santo,
los dones que te ofrecemos,
y concede la comunión fraterna y la libertad espiritual
a todos los que se han propuesto, con alegría,
imitar a tu Hijo siguiendo la senda estrecha.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión
Les aseguro que ustedes, que lo han dejado todo y me han seguido,
recibirán cien veces más y heredarán la vida eterna - dice el Señor.

Oración después de la comunión

Por la eficacia de este sacramento,concédenos, Señor, la obediente perseverancia


en tu servicio, para que demos testimonio de tu caridad ante el mundo y podamos
buscar con diligencia los únicos bienes que no se acaban. Por Jesucristo, nuestro
Señor.

Acción de gracias

Te damos gracias, Dios nuestro, por la llamada del Bautismo a ser tu pueblo.
Te respondemos otra vez con nuestro “Sí”. Renueva con un espíritu de entusiasmo
a todos los que se dedican al servicio de tu pueblo. Da a nuestros jóvenes el deseo
de dedicarse a este servicio en la vida religiosa y sacerdotal, o como diáconos
y ministros laicos. Llena sus corazones con tu Espíritu de Sabiduría para que
proclamen tu Evangelio y, juntos en el encuentro con Cristo, den testimonio de
tu presencia entre nosotros. Amén.

Oración por las vocaciones agustino recoletas

Señor, Dios nuestro,


haz que el clamor de tu voz llegue a muchos;
que se levanten y vivan unidos a ti.
Prepara sus corazones con tu Palabra,
de modo que se dispongan a evangelizar a los pobres,
y a cuidar de tu mies abundante.
Señor, que todos los llamados a la vida agustino-recoleta
escuchen tu voz
y puedan cumplir tu voluntad. Amén.

Oración del promotor vocacional

Jesús, gracias por haberme llamado a seguirte y a trabajar en tu reino,


no me pudo haber pasado algo mejor.
Concédeme amar mi vocación y vivir de tal manera
que irradie el gozo de pertenecerte y de ser mejor para los demás.
Ayúdame a realizar la misión que me has confiado.
Tú sigue enviando obreros a tu mies, y a mí, concédeme encontrarlos.
Dame osadía para evitar, prudencia para no abaratar la vocación,
paciencia para esperar el momento de cada uno,
y sabiduría para discernir quién es idóneo.
Haz que respete la libertad de los demás y no pretenda
“producir” vocaciones a base de chantajes, presiones y atractivos.
Lléname de la fortaleza de tu espíritu para que no me doblegue
en el cansancio y en las adversidades.
No permitas que me desanime a pesar de que los frutos sean escasos,
o las vocaciones no perseveren.
Aviva en mí la conciencia de que soy solo el instrumento
a través del cual Tú sigues llamando a otros a seguirte. Amén.

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LUNES
LOS JÓVENES
“Juntos construyendo proyectos de felicidad”

Monición inicial
En el corazón de la Iglesia siempre han estado y estarán los jóvenes. En
diversas ocasiones el Papa Francisco nos ha invitado a acompañar seriamente a
los jóvenes, a caminar con ellos y construir juntos proyectos de felicidad. «“Nosotros
pudimos responder”, decía un anciano presbítero al grupo de sacerdotes que se
apiñaba alrededor suyo, “porque alguien se ilusionó con nosotros”. Chicos y chicas
necesitan ese alguien que les enseñe a amar lo verdaderamente importante y a
no distraerse con los engaños del camino… Y eso lo aprenden muchas veces no
tanto como fruto de largas peroratas, sino como consecuencia de una verdadera
pasión por ellos de mil modos manifestada: sus ideales, sus gustos, sus canciones,
sus valores, sus inquietudes. Quererles». Ofrezcamos también esta eucaristía
por las JAR para que sean jóvenes llenos de ilusiones, abiertos al amor de Dios y
dispuestos a seguirlo siempre con un corazón inquieto a ejemplo de san Agustín.

Antífona de entrada
Supliqué y se me concedió la prudencia, invoqué y vino sobre mí un espíritu de
sabiduría.

Oración colecta
Ilumina, Señor, el camino de nuestra vida
con la luz de tu mirada,
para que conozcamos nuestra dignidad de cristianos
y tengamos valor para comprometernos
y para vivir conforme a esa dignidad.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a Timoteo 4, 7-16

Querido hijo:
Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad. Si el
ejercicio corporal trae provecho limitado, la piedad aprovecha para todo, pues
tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. Palabra fiel es esta, y digna
de ser recibida por todos. Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios,
porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres,
mayormente de los que creen. Esto manda y enseña.
Que nadie te menosprecie por tu juventud; sé, en cambio, un modelo para
los fieles en la palabra, la conducta, el amor, la fe, la pureza. Hasta que yo llegue,
centra tu atención en la lectura, la exhortación, la enseñanza. No descuides el don
que hay en ti, que te fue dado por intervención profética con la imposición de
manos del presbiterio. Medita estas cosas y permanece en ellas, para que todos
vean cómo progresas. Cuida de ti mismo y de la enseñanza. Sé constante en estas
cosas, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Sal. 111 (110), 7-8. 9. 10

R. Grandes son las obras del Señor.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,


todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud. R.

Envió la redención a su pueblo,


ratificó para siempre su alianza.
Su Nombre es sagrado y temible. R.

Principio de la sabiduría es el temor del Señor,


tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre. R.

EVANGELIO

† Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 14, 28-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les


dijo: “Así, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se sienta primero a
calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos
y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este
hombre empezó a construir y no ha sido capaz de terminar”. ¿O qué rey, si va a
dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres
podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está
todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo ustedes: el
que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.”

Palabra del Señor.


Preces
Oremos, hermanos y hermanas, al Señor para que dé a la juventud
responsabilidad y deseos de trabajar por un mundo donde reine la alegría y la
paz.
Escucha, Señor, nuestra oración.

1. Por la Iglesia de Dios, para que se conserve siempre joven y abierta a las
inquietudes de los hombres, roguemos al Señor.
2. Por los padres y educadores de la juventud, para que se preocupen de
orientar humana, social y religiosamente a sus hijos y educandos, roguemos

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al Señor.
3. Por los jóvenes que se abren a la vida, para que colaboren con su alegría y
trabajo en formar una sociedad y una Iglesia mejores, roguemos al Señor.
4. Por los jóvenes que dicen no ser libres, para que comprendan en qué
consiste la verdadera libertad y trabajen por conseguirla en sí mismos y en
los demás, roguemos al Señor.
5. Por la juventud que lucha, para que encuentre apoyo y ayuda y no vea
frustrada su ilusión de triunfar, roguemos al Señor.
6. Por las Juventudes Agustinas Recoletas, para que con corazón inquieto
busquen cada día a Cristo, conscientes de que él es el único camino que
conduce a la felicidad verdadera, roguemos al Señor.
7. Por la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tiene como lema:
“María se levantó y partió sin demora” (Lucas 1,39), para que todo lo que allí
se reflexione favorezca la cultura de la vida, la libertad y el amor en la Iglesia
y entre los jóvenes, roguemos al Señor.
Escucha, Señor, nuestra plegaria y haz que, unidos en un mismo ideal,
vivamos nuestra fe y consigamos llegar a ti, fuente de eterna juventud. Te lo
pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración sobre las ofrendas


Recibe, Señor, los dones que te presentamos.
Que ellos aumenten en nosotros tu gracia,
tu alegría y tu amor.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Antífona de comunión
Bendigo al Señor que me aconseja; aun de noche me instruye. Tengo siempre al
Señor ante mis ojos, pues con Él no vacilo.

Oración después de la comunión


Al darte gracias, Señor, por los dones que nos has dado,
te suplicamos que derrames tu gracia sobre nosotros,
para que caminemos siempre iluminados por tu Verdad.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Acción de gracias
Al concluir esta eucaristía, te damos gracias, Señor, porque con tu Cuerpo y
Sangre alimentas no solo nuestro cuerpo, sino sobre todo nuestra alma. Que este
alimento de salvación y vida eterna mantenga encendida la llama de nuestra
juventud, para que seamos arriesgados en la toma de decisiones y generosos en
la respuesta a la vocación que Dios tiene para nuestras vidas.

Un joven ora por las vocaciones


Padre celestial,
Tú que nos moldeas en el vientre de nuestra madre
y nos creas con un papel concreto en la construcción de Tu Reino:
Concédenos la gracia para descubrir el camino
que has establecido para nosotros,
el camino en el que usemos los dones que nos has dado
para tu mayor gloria.
Despierta en nuestros corazones el deseo de seguir tu voluntad
y de responder con generosidad y valentía
al reconocer que Tú nos conoces mejor que nosotros mismos.
Que los jóvenes de nuestra comunidad
abran sus corazones a tu voluntad
y encuentren en nuestras familias y parroquias
un lugar donde reciban apoyo y ánimo
sin importar la vocación que persigan.
Envíanos tu espíritu para que inspire a nuestra juventud
en su esfuerzo vocacional por la santidad,
que establezca una amistad íntima contigo
para que logren ser santos maridos y santas esposas
santas madres, hermanas y monjas
santos padres, hermanos y sacerdotes,
santos diáconos y santas vírgenes consagradas,
santos y castos hombres y mujeres solteros.
Por encima de todo, reconocemos nuestra imperiosa necesidad de santos
que sean faros de luz en una cultura de tinieblas.
A ti, Padre Misericordioso, ofrecemos esta oración,
con la intercesión de María, Madre nuestra,
en el Espíritu Santo
y por Cristo nuestro Señor. Amén.

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MARTES

MISIONEROS Y MISIONERAS DE LA ORDEN


“Juntos anunciamos el Reino de Dios”

Monición inicial
La celebración eucarística de este segundo día de la semana vocacional,
tiene como centro de oración los misioneros. Ponemos en el altar del Señor
tantos hombres y mujeres que desgastan su vida por la causa del Evangelio y
le pedimos que nunca falten profetas, testigos que vayan al mundo entero a
proclamar la Buena Nueva del Reino de los cielos. Con fe y esperanza iniciemos
nuestra celebración.

Antífona de entrada
Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación.

Oración colecta
Oh Dios, que quieres
que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad,
mira tu mies abundante y dígnate enviarle obreros
que prediquen el Evangelio a toda la creación;
y que tu pueblo, convocado por la Palabra de vida
y sostenido por la fuerza de los sacramentos,
avance por las sendas de la salvación y de la caridad.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 1.3-8
Jesús se presentó a sus apóstoles después de su pasión, dándoles numerosas
pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles
del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino:
«aguarden que se cumpla la promesa del Padre, de la que me han oído hablar,
porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con Espíritu Santo
dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».
Les dijo:
«No les toca a ustedes conocer los tiempos o momentos que el Padre ha
establecido con su propia autoridad; en cambio, recibirán la fuerza del Espíritu
Santo que va a venir sobre ustedes y serán mis testigos en Jerusalén, en toda
Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Sal 95, 1-2a. 26-3. 7-8a. 9-10a (R.: cf 3; cf. Mt 28, 19)

R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo,


cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

Proclamad día tras día su victoria.


Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,


aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,


tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey». R.

EVANGELIO

† Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio
poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el
camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón,
sandalias y una sola túnica.
Y les dijo: «Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan
de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese
lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos».
Los discípulos se fueron a predicar la conversión. Expulsaban a los demonios,
ungían con aceite a los enfermos y los curaban.
Palabra del Señor.

Preces
Llenos de alegría por sentirnos llamados a la gran misión de anunciar la
buena nueva a todos los hombres, dirijamos al Padre nuestra oración confiada:
Escúchanos Señor
1. Para que el espíritu misionero se mantenga vivo en toda la Iglesia, de forma
que todos los creyentes nos sintamos enviados a anunciar la Buena Noticia
a nuestros hermanos los hombres, roguemos al Señor.
2. Por todos los misioneros, sacerdotes, religiosos y laicos, para que Dios
bendiga su labor y, entre todos, colaboremos en la construcción del Reino
en la tierra, roguemos al Señor.
3. Para que la luz de Cristo pueda penetrar en aquellos países donde resulta

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difícil anunciar el evangelio por falta de libertad o a causa de materialismo
práctico, roguemos al Señor.
4. Para que el Señor suscite nuevas vocaciones misioneras entre los jóvenes,
a fin de que todos los pueblos sean fortalecidos e iluminados por la alegría
y la belleza del Evangelio, roguemos al Señor.

5. Para que el testimonio de san Ezequiel Moreno nos estimule a ser nosotros
mismos evangelizadores de cuantos nos rodean, acompañando nuestro
apostolado con la oración al Dueño de la mies para que envíe operarios,
roguemos al Señor.
6. Por todos nosotros, para que no nos quedemos indiferentes y anclados
ante las necesidades religiosas y espirituales de la humanidad, roguemos
al Señor.
Iluminados y animados por tu Palabra, te pedimos, Señor, por todos aquellos
que nos sentimos llamados para proclamar tu reino. Socórrenos en las dificultades,
confórtanos en los sufrimientos, asístenos en la sociedad, protégenos en la
persecución, sostennos en la perseverancia y confírmanos en la fidelidad. Te lo
pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos, amén.

Oración sobre las ofrendas


Mira, Señor, el rostro de tu Cristo,
que se entregó a la muerte para redimirnos a todos;
y haz que por su mediación
sea glorificado tu nombre en las naciones
desde donde sale el sol hasta el ocaso,
y se ofrezca en todo el mundo
un mismo sacrificio a tu divina Majestad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión
Haced discípulos de todos los pueblos, enseñándoles a guardar todo lo que os
he mandado -dice el Señor. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo.

Oración después de la comunión


Fortalecidos, Señor,
por el banquete de nuestra redención,
te pedimos que por este auxilio de salvación eterna,
crezca sin cesar en el mundo la fe verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Acción de gracias
Señor, tú prometiste que siempre estarías con nosotros y nunca has dejado
de cumplir esta promesa; te damos gracias porque, alimentados con la Palabra
y la Eucaristía, adquirimos las fuerzas necesarias para anunciarle al mundo que
estás vivo y presente entre nosotros. Danos la gracia de ser siempre misioneros
de tu infinita misericordia y construir día a día nuestro camino hacia la santidad.
Oración del Evangelizador

Señor Dios mío, escucha mi oración.


Que tu misericordia escuche mi deseo
que no me abrasa en aras de intereses puramente personales,
sino que busca ser útil al amor fraterno.
En mi propio corazón estás viendo que esto es así.
Permíteme ofrecerte el servicio de mi pensamiento
y de mi lengua.
Pero dame también la misma ofrenda que voy a presentarte,
porque soy pobre y necesitado,
mientras que tú eres rico con todos los que te invocan.
Tú que estás libre de preocupaciones,
te preocupas de nosotros.
Purifica mis labios, por dentro y por fuera,
de toda temeridad y de toda mentira.
Que tus escrituras constituyan para mí
un encanto lleno de pureza.
Que no me engañe en ellas
ni con ellas sirva a otros de engaño.
Señor, escucha y ten piedad.
(San Agustín, Confesiones 11, 2, 3).

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MIÉRCOLES
LOS MATRIMONIOS Y LAS FAMILIAS
“Juntos hasta que la muerte nos separe”

Monición inicial
En este tercer día de la semana vocacional, elevamos nuestra oración en
esta eucaristía, por todos los matrimonios y las familias. Esta vocación particular
de Dios a formar un hogar, con la gracia y la santidad del sacramento, inspira a
todas las familias a ser “iglesias domésticas”, donde se cultive la vocación a la vida
cristiana, religiosa y sacerdotal, y donde se construya el camino de la santidad
desde los valores del Reino de Dios. Con gozo y alegría iniciemos esta celebración
y presentemos en el altar del Señor cada uno de nuestros hogares, de nuestras
familias.

Antífona de entrada
Honra a tu Padre y a tu madre, porque es el primer mandamiento al que
se añade una promesa: te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra.

Oración colecta
Oh Dios, en cuya disposición
la familia tiene su firme fundamento,
acoge compasivo las oraciones de tus siervos
y haz que, siguiendo los ejemplos de virtudes domésticas
de la Sagrada Familia de tu Unigénito
y la sumisión de su caridad,
podamos disfrutar de los premios eternos
en la alegría de tu casa.
Por nuestro Señor, tu Hijo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 12-21

Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vístanse de la misericordia
entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellévense mutuamente
y perdónense cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor los ha perdonado:
hagan ustedes lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de
la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en su corazón; a ella han sido
convocados, en un solo cuerpo. Y sean agradecidos. La palabra de Cristo habite
entre ustedes en toda su riqueza; enséñense unos a otros con toda sabiduría;
corríjanse mutuamente.
Canten a Dios, denle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos
inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicen, sea todo en nombre del
Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivan bajo la autoridad de sus maridos, como conviene en el Señor.
Maridos, amen a sus mujeres, y no sean ásperos con ellas.
Hijos, obedezcan a sus padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no
exasperen a sus hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Sal 127, 1-2. 3. 4-5 (R.: cf. 1)

R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Dichoso el que teme al Señor


y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.

Tu mujer, como parra fecunda,


en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.

Ésta es la bendición del hombre


que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.

EVANGELIO

† Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 19, 3-6

Se le acercaron unos fariseos, con ánimo de probarlo, y le preguntaron: “¿Está


permitido al hombre despedir a su esposa por cualquier motivo?”
Jesús respondió: “¿No han leído que el Creador en el principio, los hizo hombre y
mujer y dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá con su mujer y
serán los dos uno solo? De manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien,
lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”.
Palabra de Señor.

Preces

Oremos, hermanos, a Dios todopoderoso, de quien toma nombre toda la familia


en el cielo y en la tierra, y pidámosle que escuche la oración de su Iglesia, por
todos los matrimonios y las familias.

Por intercesión de la Familia de Nazaret, escúchanos, Señor.

1. Por la santa Iglesia de Dios: para que sea rica en frutos del Espíritu Santo,
conserve siempre el gozo, la paz y el amor, y manifieste así al mundo la
presencia de Cristo. Oremos.

19
2. Por todos los hogares de la tierra: por todos los esposos, los padres y los
hijos, por los ancianos y los huérfanos, por las familias que no tienen hogar
o carecen de los recursos necesarios, y por los esposos que viven separados.
Oremos.

3. Por todos los matrimonios: para que, en el amor mutuo y en la fidelidad


constante, sean en nuestra sociedad fermento de paz y unidad. Oremos.

4. Por todos los que se preparan al matrimonio: para que tengan conciencia de
la vocación recibida y de las exigencias de la fidelidad y del amor. Oremos.

5. Por los padres cristianos, para que tomen conciencia de la responsabilidad


que tienen en la comunidad cristiana y consideren la vocación de sus hijos
como un “don” de Dios. Oremos.

6. Por los miembros de nuestras familias que han muerto en la esperanza de


la resurrección: para que Cristo los acoja en su reino y los revista de gloria y
de inmortalidad. Oremos.

Te pedimos, Señor, que sigas favoreciendo y enriqueciendo a tu Iglesia con


los dones de tus vocaciones; que sean muchos los que escuchen y respondan
generosamente a tu llamada al matrimonio, para que la Iglesia se alegre cada día
con el nacimiento de nuevos hijos en la fe. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas


Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de reconciliación
y te pedimos humildemente
que consolides a nuestras familias
en tu paz y en tu gracia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión
¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura? Pues aunque ella se olvide,
yo no te olvidaré, dice el Señor.

Oración después de la comunión


Padre misericordioso,
que nos renuevas con estos sacramentos celestiales,
concédenos imitar fielmente
los ejemplos de las Sagrada Familia de tu Unigénito,
para que después de las pruebas de esta vida,
podamos disfrutar de su compañía en la eternidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Acción de gracias
Gracias te damos, Señor Jesús, porque al nacer en el seno de una familia
santificaste el hogar cristiano y el amor de los esposos; que esta Eucaristía que
hemos recibido, fuente inagotable de tu amor, nos sirva de alimento y mantenga
unida a cada una de las parejas que se han consagrado por el sacramento del
matrimonio, en la fidelidad y la confianza que proceden de ti. Que en su vocación
de esposos y padres de familia, sean una respuesta al amor con que tú siempre
nos amas.

Una madre ora por las vocaciones

Señor, te pido por las vocaciones de mis hijos;


que sea cual sea la que hayas determinado
para cada uno de ellos,
obtengan la gracia de descubrirla
y aceptarla conforme a tu voluntad,
y se entreguen dócil y generosamente a él,
cumpliendo fielmente los deberes
que la misma les imponga. Amén.

21
JUEVES
RELIGIOSOS Y RELIGIOSAS
DE LA FAMILIA AGUSTINO-RECOLETA
“Juntos con una sola alma y un solo corazón”

Monición inicial
Hermanos, nos disponemos a celebrar la eucaristía, en la que oramos
especialmente por los religiosos y religiosas que forman parte de la Familia
Agustino-Recoleta. Su vida consagrada es un signo de la presencia de Cristo
casto, pobre y obediente que nos congrega, una vez más, en torno a la mesa de
la Palabra y de la Eucaristía. Pidamos al Señor que el ejemplo y la doctrina de san
Agustín nos ayuden a vivir nuestra vocación, de modo que podamos discernir si
el amor actúa en nosotros y es la señal que nos da identidad.
Antífona de entrada
Confía en el Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el
Señor tu delicia, y Él te dará lo que pide tu corazón.

Oración colecta
Oh Dios,
que inspiras y llevas a término todo buen propósito,
guía por el camino de la salvación eterna a tus siervos;
y, a quienes lo han dejado todo
para entregarse plenamente a ti,
concédeles seguir a Cristo
en la renuncia a las ambiciones temporales,
en el espíritu de pobreza y en la humildad del corazón,
para que te sirvan fielmente en los hermanos.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 42-47

Después del día de Pentecostés, los hermanos eran constantes en escuchar


la enseñanza de los Apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en
las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y
signos que los Apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos
y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y lo repartían entre
todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos,
celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos alabando a Dios con
alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo y día tras día el Señor
iba agregando al grupo los que se iban salvando.

Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Sal 123, 2-3. R/.1

R/. ¡Qué dulzura y qué delicia, convivir los hermanos unidos!

Es ungüento precioso en la cabeza,


que va bajando por la barba,
que baja por la barba de Aarón
hasta la franja de su ornamento. R.

Es rocío del Hermón que va bajando


sobre el monte Sión.
Porque allí manda el Señor la bendición:
la vida para siempre. R.

EVANGELIO

† Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 16, 24-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “El que quiera venirse conmigo,
que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar
su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve
a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para
recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria
de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que
algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del
Hombre con majestad”.
Palabra de Señor.

Preces
Elevemos, hermanos, a Dios todopoderoso la oración común de la Iglesia
por todos los religiosos y religiosas, que siguen a Cristo desde su vida consagrada
y digamos:
Señor, escucha nuestra oración.

1. Para que la Iglesia de Dios sea santa en sus sacerdotes, sabia en sus doctores,
y resplandeciente por la caridad de todos sus fieles, roguemos al Señor.
2. Por todos los que han profesado en la Familia Agustino-Recoleta, para que
el Señor conceda perseverancia a los que hoy la forman, ilumine y asista a
los que la han abandonado y otorgue el descanso eterno a los hermanos ya
difuntos, roguemos al Señor.
3. Por los miembros de nuestra comunidad religiosa, para que vivamos con
mayor alegría y entrega cada día nuestra vocación, y fomentemos entre
nosotros la auténtica fraternidad, roguemos al Señor
4. Por los religiosos y religiosas de la Familia Agustino-Recoleta que sufren,
para que su tristeza y sufrimiento se transformen en alegría y mérito
eternos, roguemos al Señor.
5. Por los ancianos y enfermos de la Familia Agustino-Recoleta, para que el
Señor y la comunidad fraterna los sostenga y conforten en sus penas y
sufrimientos, roguemos al Señor.
6. Por todas las comunidades de Agustinas Recoletas, para que el Señor

23
derrame en ellas gracias abundantes y su vida consagrada sea servicio
luminoso para la Iglesia y para el mundo, roguemos al Señor.
Dios y Señor nuestro, te suplicamos que, por intercesión de san Agustín, nos
concedas que los infieles crean y se convierten a la fe, los creyentes perseveren en
ella, y nosotros permanezcamos siempre unidos a Cristo. Él que vive y reina por
los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Por estas sagradas ofrendas que te presentamos,
santifica, Señor, a los siervos
que has congregado en tu nombre,
para que, al vivir sus votos con fidelidad,
te sirvan con sincero corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión
El ángel del Señor dijo a Elías: Levántate, come, que el camino que te
queda es grande.

Oración después de la comunión


Concede, Señor, a tus siervos,
congregados en tu amor y partícipes de un mismo pan,
animarse mutuamente en la caridad y las buenas obras,
para que, en todas partes, por la santidad de su vida,
se presenten como verdaderos testigos de Cristo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Acción de gracias
Gracias, Señor, porque hemos escuchado tu Palabra y nos hemos alimentado
de tu Mesa. Nuestra oración de este día por todos los religiosos y religiosas de la
Familia Agustino-Recoleta suba hasta tu presencia como una humilde ofrenda.
Concédeles la gracia de perseverar en su consagración religiosa y seguir siendo
en el mundo instrumentos de tu infinito amor y reflejo de la santidad de la Iglesia,
a ejemplo de san Agustín.

Una Religiosa agustino recoleta ora por las vocaciones


Hoy, Señor, ponemos nuestro corazón

en el libro abierto de tus manos.

Concédenos el amor y la ciencia.

Un corazón amante, intrépido, que por nada se asuste,

que en ti y por ti, todo lo pueda, todo lo venza.

Danos la sabiduría que sabe identificar el verdadero camino que eres Tú,

entre otros posibles caminos

que sólo nos conducen fuera de ti, lejos de nosotros.


Haznos volver al corazón

y descubrir que la Verdad está dentro

y que, dejando todo por ti,

es como se encuentra la verdadera libertad y felicidad,

aquella que nada ni nadie nos puede quitar.

Concédenos hoy y siempre, la sabiduría del amor. Amén

25
VIERNES
LA IGLESIA
“Juntos al servicio de la humanidad”

Monición inicial
Hermanos y hermanas, nos reunimos hoy para celebrar la Eucaristía y, en
ella, orar por la Iglesia. En este tiempo sinodal que estamos viviendo, el Señor nos
llama a caminar juntos como Iglesia, y juntos trabajar al servicio de la humanidad,
cada uno desde la vocación que ha recibido. La Iglesia es Madre y dentro de ella
nacen y se cultivan las verdaderas vocaciones. Dispongámonos para vivir con fe
esta eucaristía.

Antífona de entrada
Yo soy el buen Pastor que conozco a las ovejas. Y las mías me conocen,
dice el Señor; igual que el Padre, me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi
vida por las ovejas.

Oración colecta
Oh, Señor,
que amas a los hombres,
te rogamos derrames con bondad sobre nosotros
la gracia abundante de tu Espíritu,
y concédenos que, caminando en santidad
según la vocación a que nos llamas,
demos testimonio de la verdad a los hombres,
y busquemos confiados,
en el vínculo de la paz,
la unidad de todos los creyentes.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-6

Hermanos: yo, el prisionero por el Señor, les ruego que caminen como pide
la vocación a la que han sido convocados. Sean siempre humildes y amables, sean
comprensivos, sobrellévense mutuamente con amor, esforzándose en mantener
la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu,
como una sola es la esperanza de la vocación a la que han sido convocados. Un
Señor, una fe, un Bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa
por medio de todos y está en todos.

Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Sal 83, 27-6. 11

R/. Dichosos los que viven en tu casa.

¡Qué deseables son tus moradas,


Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
se alegran por el Dios vivo. R.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;


la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R.

Dichosos los que viven en tu casa


alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación. R.

Un solo día en tu casa


vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados. R.

EVANGELIO

† Lectura del Santo Evangelio según san Juan 17, 20-26

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: «Padre, no sólo te pido
por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la palabra de
ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno, a fin
de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he
dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo
en ellos y tú en mí para que su unidad sea perfecta y así el mundo conozca que
tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí.
Padre, quiero que donde esté yo, estén también conmigo los que me has
dado, para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has amado
desde antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido;
pero yo sí te conozco y estos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a
conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que me
amas está en ellos y yo también en ellos».

Palabra de Señor.

27
Preces
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de
servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo
Dios que obra todo en todos. Elevemos confiadamente nuestras súplicas a Dios
Padre guiados por la palabra de Jesús, para que envíe sobre nosotros su Espíritu
que nos hace servidores de los hermanos. Digamos con humildad y confianza:

Bendice a tu Iglesia, Señor.

1. Por la Iglesia, para que tenga la valentía de seguir proclamando la Buena


Nueva a pesar de todas las dificultades que enfrenta; renueva sus fuerzas y
danos pastores según tu corazón, roguemos al Señor.

2. Por la unidad de todos los cristianos. Tú nos has dicho: “Traten de conservar
la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz”, (Efesios 4,3) danos la
gracia de trabajar juntos con amor y respeto, roguemos al Señor.

3. Para que el Señor conceda a su Iglesia el don del discernimiento para crecer
en la verdadera unidad y así aumentar los lazos de la comunión entre las
comunidades cristianas, roguemos al Señor.

4. Por nuestra comunidad parroquial: que el Espíritu Santo renueve en cada


feligrés el fuego de tu amor para construir una comunidad de vida y de
apoyo por los más necesitados, roguemos al Señor.

5. Por todos nosotros: que Dios nos dé la gracia de reconocer su presencia en
nuestra vida cotidiana y de conocerlo como nuestro compañero constante
en la dificultad, nuestra alegría en tiempos de sufrimiento y nuestra
esperanza segura en tiempos de incertidumbre, roguemos al Señor.

6. Para que los que estamos celebrando esta eucaristía maduremos en


nuestra unión con Cristo dejándonos iluminar por su luz, y de esa forma
superemos los prejuicios que nos separan, roguemos al Señor.

Escucha, Padre de bondad, nuestra oración y concede a tus siervos, que


confían en ti, conseguir los dones de tu gracia, conservar el amor en la unidad
y llegar con su clemencia después de esta vida, al reino eterno. Por Jesucristo
nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas


Señor, que adquiriste para ti un pueblo de adopción
con el sacrificio de una vez para siempre,
concédenos propicio
los dones de la unidad y de la paz en tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión
Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo,
pues todos participamos del mismo pan y del mismo cáliz.
Oración después de la comunión
Señor, esta santa comunión contigo que hemos recibido,
anticipo de la unión de los fieles en ti,
realice también la unidad en tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Acción de gracias
Al concluir esta celebración te damos gracias, Señor, porque con tu Cuerpo
y tu Sangre alimentas no solo nuestro cuerpo, sino también nuestra alma. Te
pedimos que la celebración de los santos sacramentos de tu Iglesia, sean siempre
«Sacramento de piedad, signo de unidad y vínculo de caridad», entre todos los
que formamos un solo cuerpo en Cristo.

Oración del buscador de Dios


Señor y Dio mío, en ti creo,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
mi única esperanza.
Óyeme para que no sucumba al desaliento
y deje de buscarte;
sino que ansíe siempre tu rostro con ardor.
Dame fuerzas para la búsqueda,
tú que hiciste te encontrara
y me has dado esperanzas de un conocimiento
más perfecto.
Ante ti está mi firmeza y mi debilidad:
sana ésta, conserva aquella.
Ante ti está mi ciencia y mi ignorancia:
si me abres, recibe al que entra;
si me cierras, abre al que llama.
Haz que me acuerde de ti,
te comprenda y te ame.
Acrecienta en mí tus dones
hasta mi reforma completa. Amén
(San Agustín, De Trinitate 15,28,51).

29
SÁBADO
FORMADORES Y FORMANDOS
DE LA FAMILIA AGUSTINO-RECOLETA

“Juntos en el camino del acompañamiento”

Monición de entrada
Hermanos y hermanas, nos reunimos este día alrededor de la mesa
eucarística, para orar al Señor por los jóvenes que se preparan en las casas de
formación de nuestra Orden; ellos han respondido con generosidad a tu invitación
de dejarlo todo y seguir tu camino, pero necesitan de nuestra oración. Oramos
también por los religiosos que los acompañan en el proceso de formación; para
ellos pedimos el discernimiento que viene del Espíritu, para que sepan acompañar
a los jóvenes que se les encomiendan. Con fe iniciemos nuestra celebración.
Antífona de entrada
Rueguen al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies, dice Jesús
a sus discípulos.
Oración colecta
Oh, Dios, que quisiste proveer de pastores a tu pueblo:
derrama sobre tu Iglesia
el espíritu de piedad y de fortaleza
que suscite sacerdotes según tu corazón,
humildes y audaces testigos de tu Evangelio.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo...

PRIMERA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 1-5

Querido hermano:
Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro
por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo,
reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir.
Porque vendrá un tiempo en que la gente no soportará la doctrina sana, sino
que, para halagarse el oído, se rodearán de maestros a la medida de sus deseos; y,
apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas. Tú estate siempre alerta;
soporta lo adverso, cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Sal 39, 2 y 4ab. 7. 8-9. 10 (R.: 8a y 9a)

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Yo esperaba con ansia al Señor;


él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,


y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio. R/.

Entonces yo digo: «Aquí estoy


—como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios;
Señor, tú lo sabes. R/.

EVANGELIO

† Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 24, 13-16.28-35

El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo


llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban
todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar
con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero
ellos le insistieron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto
va a oscurecer”. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó
un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron
los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al
otro: “¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos
explicaba las
Escrituras!”
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: “De veras ha
resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón”.
Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo
habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.

Preces:
Te bendecimos, Señor, por las vocaciones, por los jóvenes que se preparan
en las casas de formación y por los formadores; al darte gracias por ellos, te
pedimos que escuches las súplicas que ahora te presentamos:
Acoge, oh Dios, la oración de tu pueblo.

31
1. Por la Santa Iglesia de Dios, necesitada de pastores, para que sean muchos
los llamados al servicio de Dios y de los hombres, roguemos al Señor.
2. Por los obispos, sacerdotes y religiosos, para que sean auténtico testimonio
y ejemplo de vida para muchos jóvenes que se sienten llamados por Cristo
a una vivencia más radical del evangelio, roguemos al Señor.
3. Por los seminaristas y sus formadores, para que sean dóciles a la voz del
Espíritu Santo, que les habla a través de la enseñanza de la Iglesia y de los
signos de los tiempos, roguemos al Señor.
4. Por todos los formandos de nuestra Orden, para que, abiertos a la luz de la
Palabra de Jesús, se preparen para ser servidores del pueblo que espera su
mensaje y testimonio, roguemos al Señor.
5. Por nuestros formadores, a fin de que sepan acompañar con sabiduría y
discernimiento a los jóvenes que se preparan en las casas de formación,
roguemos al Señor.
6. Por todos los llamados a la vida agustino-recoleta; para que encuentren en
nosotros el necesario aliento, ejemplo y testimonio de vida, roguemos al
Señor.
Escucha, Padre bueno, lo que ahora te hemos pedido y, haz que, a ejemplo de
tu Hijo Jesucristo, haya jóvenes que sean capaces de arriesgar su vida por todos,
siguiéndolo a él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oración sobre las ofrendas


Acoge benigno, Señor,
las oraciones y las ofrendas de tu pueblo,
para que aumente el número de los dispensadores de tus misterios
y para que perseveren siempre en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión
En esto conocimos el amor de Dios; en que Él dio su vida por nosotros.
También nosotros debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos.

Oración después de la comunión


Alimentados con el pan de la mesa celestial,
te pedimos, Señor,
que, por este sacramento de caridad,
maduren las semillas
que con abundancia siembras en el campo de tu Iglesia,
de manera que sean cada vez más numerosos
quienes elijan el camino de servirte en los hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Acción de gracias
Una vez más, Señor, te damos gracias porque sigues tocando el corazón
de jóvenes valientes dispuestos a dejarlo todo y seguirte; así provees a tu Iglesia
de los pastores que necesita para anunciar tu Reino de salvación y vida eterna
en todo el mundo. Que tu Cuerpo y tu Sangre, sean el alimento que fortalezca
la vocación de aquellos que se preparan en las casas de formación de nuestra
Orden y de los religiosos que los acompañan.

Un formando ora por las vocaciones


Señor, un día tocaste a las puertas de mi corazón invitándome a seguirte
más de cerca y, yo, temblando de miedo, te he respondido: “aquí estoy”. Hoy,
cuando los años van pasando y mi caminar vocacional va en dirección a una
configuración plena contigo, haz que pueda irradiar tu amor a todos mis hermanos
y así extender tu mensaje de amor entre todos. Que desde la pequeñez de mi
vida pueda asumir con valentía los retos y aventuras que a diario me enviares.
Concédeme la gracia de vivir en continua comunión contigo desde el
estudio diario de tu Palabra y la contemplación de tus misterios; que pueda ser
reflejo de un hombre enamorado de la belleza espiritual y que ame con pasión
nuestra vida en común aportando en ella todo cuanto tú me has regalado, para
que, junto a mis hermanos, pueda dirigir mi corazón hacia ti. Amén.

Madre de la Consolación
Madre del Consuelo, hermosura de nuestra Recolección Agustiniana,
enséñame a amar a Jesús como tú le amas; enséñame a ofrecer como tú, mi sí
generoso y sincero a Aquél que un día me ha llamado a seguirle. A ti, Madre, la
primera consagrada, confío esta mi vocación para poder vivirla con pasión junto
a mis hermanos de comunidad. Enséñanos a tener un corazón compasivo, pues
el mundo necesita de tu ternura y amor maternal. Madre nuestra, ayúdanos a
darnos por entero a Dios, nuestro Señor.

“Quédate con nosotros, porque ya es


tarde y pronto va a oscurecer”
Evangelio según san Lucas

33
EUCARISTÍA DE CLAUSURA

“Juntos como Iglesia, uno solo Cuerpo en Cristo”

Monición inicial
La eucaristía de este domingo, al finalizar esta semana intensa de oración y
trabajo a favor de las vocaciones, es un canto de alabanza y de acción de gracias
a Dios, de quien proviene todo don perfecto (cf. St 1,17). Para perseverar en la
vocación a la que el Señor nos llama y dar frutos de santidad, es necesario estar
unidos a Él. A lo largo de esta semana hemos reflexionado sobre cada una de
las vocaciones que proceden de Dios, y hemos orado por todos los hermanos y
hermanas que han respondido a la llamada que el Señor les hace, a ser santos
en la especificidad de cada una de las vocaciones. Dispongámonos a celebrar
este encuentro comunitario de fe y pidámosle al buen Dios que nos congrega,
que nunca nos separemos de él y que seamos dóciles a la voz de su Espíritu en
nuestras vidas.

Antífona de entrada
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de
servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo
Dios que obra todo en todos.

Oración Colecta
Oh Dios, que enseñaste a los ministros de tu Iglesia
a servir a los hermanos y no ser servidos,
te rogamos les concedas disponibilidad para la acción,
humildad en el servicio
y perseverancia en la oración.
Por nuestro Señor Jesucristo.

La liturgia de la palabra se toma del domingo correspondiente o la que se propone a continua-


ción.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del profeta Isaías 6,1-2a. 3-8

El año en que murió el rey Ozías, hallándome en el templo, vi al Señor en lo


alto, sentado en un trono real. Con el ruedo de su manto cubría el piso del templo.
Y lo escoltaban unos serafines que alternaban entre sí esta aclamación: «Santo,
Santo, Santo es el Señor Omnipotente; llena está toda la tierra de su gloria». Con
ese clamor se estremecían los quicios de las puertas, y el templo estaba lleno de
humo. Yo pensé: «¡Ay de mí, estoy perdido! He visto con mis propios ojos al Rey y
Señor Omnipotente, yo que soy un hombre de labios pecadores y vivo en medio
de un pueblo también pecador».
Entonces voló hacia mí uno de los serafines llevando una brasa que con
unas tenazas había sacado del altar; me la aplicó a los labios y me dijo: «Mira: con
fuego te he limpiado los labios; ya ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu
pecado». Entonces escuché la voz del Señor que decía: «¿A quién he de enviar?
¿Quién me servirá de mensajero?» Yo respondí: «¡Aquí me tienes, mándame!».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Sal 95,1-2a. 2b-3.10

R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo,


cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

Proclamad día tras día su victoria.


Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey,


él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 12-30

Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y


todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es
también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados
en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un
solo Espíritu.
Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro sino muchos.
Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por
eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte
del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera
ojo, ¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien, Dios
distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso.
Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo.
El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir
a los pies: «No los necesito». Más aún, los miembros que parecen más débiles

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son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más.
Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más
decentes no lo necesitan.
Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los
que menos valían. Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros
por igual se preocupan unos de otros. Cuando un miembro sufre, todos sufren
con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan.
Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios
los ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los
profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de
curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas.
¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O
hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas
o todos las interpretan?

Palabra de Dios.
EVANGELIO

† Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos,
dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para
el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja;
que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: “Quedaos en la
casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni
os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.” Ellos
salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite
a muchos enfermos y los curaban.
Palabra del Señor.

Preces
Hermanos y hermanas, al concluir esta semana de oración por las distintas
vocaciones en la Iglesia, dirijamos a Dios nuestras plegarias, con la confianza de
que seremos escuchados:

Escucha, Señor, la oración de tu Iglesia.

1. Por el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos y cuantos tienen un encargo


pastoral en la Iglesia, para que su testimonio suscite nuevas vocaciones al
sacerdocio, roguemos al Señor.

2. Para que el testimonio ilusionado de los sacerdotes y religiosos de hoy


ayude a germinar vocaciones a la vida consagrada y sacerdotal del mañana,
roguemos al Señor.

3. Por los jóvenes, para que sean generosos en su seguimiento a Jesucristo


y, si Dios les llama, sean valientes y dispongan sus vidas para su servicio
en el sacerdocio ministerial y para el servicio evangelizador en nuestra
comunidad cristiana y en todo el mundo, roguemos al Señor.
4. Por nuestras familias, para que, renovándose en la vida cristiana, ofrezcan
a sus hijos la posibilidad de plantearse y escoger la vocación sacerdotal,
roguemos al Señor.

5. Por los gobernantes, para que busquen en su servicio a la sociedad el bien


común y promuevan la justicia, la paz y el progreso, y respeten siempre las
libertades y, entre ellas, la libertad religiosa, roguemos al Señor.

6. Para que cada uno de nosotros tomemos en serio la responsabilidad de


fomentar nuevas vocaciones religiosas y sacerdotales, roguemos al Señor.
Señor, concede a tu Iglesia la gracia de nuevas vocaciones a la vida consagrada
y al ministerio presbiteral; que nuestros pastores vivan ilusionadamente su
entrega y servicio a la humanidad y, por la santidad de su vida, nos muestren el
camino de tu Hijo Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Oración sobre las ofrendas


Dios, Padre santo,
tu hijo quiso lavar los pies de los discípulos
para darnos ejemplo;
recibe los dones que te presentamos
y haz que, al ofrecernos como oblación espiritual,
nos llenemos de espíritu de humildad y de celo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: los
hará sentar a la mesa y los irá sirviendo

Oración después de la comunión


Concede, señor, a tus siervos,
alimentados con esta eucaristía,
procurar tu gloria y la salvación de tus hijos,
siendo siempre fieles ministros del Evangelio,
de los sacramentos y de la caridad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Acción de gracias
Una vez más, gracias, Señor. Elevamos al final de esta eucaristía nuestra
voz como un canto de agradecimiento a ti, de quien procede todo; porque nos
llamas a todos a ser felices en una vocación específica. Danos la gracia, Padre, de
responder con generosidad la vocación que nos das a cada uno de nosotros. A
quienes ya han descubierto su vocación y caminan en ella, concédeles fidelidad
para perseverar hasta el fin; a quienes empiezan a descubrirla, concédeles el
don del discernimiento para saber interpretar en ella tu santa voluntad y su
realización personal, y a quienes aún no descubren en su vida el llamado que tú
les haces, disponibilidad en el corazón para escuchar tu Palabra y saber seguir tu
camino. Con María, Madre y Señora de toda vocación, alabamos y proclamamos
tu grandeza.

37
Oración por la Familia Agustino-Recoleta
En esta nueva etapa de la historia,
en la que el Evangelio fatiga por prender
en el corazón agitado de la humanidad,
te pedimos, oh Señor, que no falte entre los hombres
el don de la fe que ilumina y alienta sus vidas.

Nuestra confianza en ti a veces es tímida,


e ir contracorriente, tanteando, remar mar adentro nos cansa,
y podemos volver con interés nuestra mirada
ante la seductora oferta de lo fácil y cómodo;
pero este chantaje de la tentación nos hiela el alma.

Esponja, Señor, nuestro cobarde corazón,


así como dilataste el ánimo valiente
de los santos agustinos y agustinos recoletos,
para que tus hijos recoletos respondamos con brío
a la inspiración del Espíritu en las vicisitudes de la historia.

Haz, Señor, que la Familia Agustino-Recoleta


brille con resplandor de devoción,
Sopla aliento cálido en el rescoldo de nuestro corazón,
para poder arder en amor a ti y a los hermanos,
y ser testigos creíbles de tu presencia viva en medio de la humanidad.

Renueva y reaviva, Señor, nuestra familia,


para que crezca y se multiplique en tu Iglesia
entre aquellos bautizados que, inspirados en san Agustín,
manifiestan la luz de Cristo en el mundo.
¡Que arda, Señor, con fuerza, la Recolección!

Oh, Espíritu de Amor,


concede a la Familia Agustino-Recoleta
el don de la alegría, la interioridad y la conversión
para ser comunidades significativas en tu Iglesia,
pedagogos audaces del encuentro contigo en la oración;
buscadores apasionados de tu Presencia
constructores de relaciones afables y sólidas,
servidores de todos, en especial, de los más pobres. Amén.
ANIMACIÓN DEL REZO DE
LAUDES Y VÍSPERAS
SÁBADO 22 DE ABRIL DE 2023
II DE PASCUA, FERIA
LAUDES

Canto del Benedictus:


Bendito sea el Señor, el Dios de Israevl, porque ha visitado a su pueblo con
su salvación. Dios ha suscitado una fuerza de salvación en la casa de su
siervo David, según lo había dicho en tiempos antiguos por medio de los
profetas, profetas que hablaban por Él.
De los enemigos, nuestro Dios nos rescatará, y de aquellos que nos odian
también. Recordando su alianza y sus juramentos, será fiel a sus promesas,
promesas que le hizo Abraham.
Dios va a concedernos que libres y sin temor, y arrancados de los que hacen
mal, unidos en su Reino, le estemos sirviendo con santidad y justicia, por
siglos y siglos sin fin.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Señor, porque prepararás sus caminos
pregonando la paz y el perdón.
En su misericordia, nuestro Dios nos visitará como sol que nos ilumina
guiándonos por senderos de paz.
Gloria al Padre eterno, gloria a Dios Hijo Jesús, gloria al Espíritu Santo
por los siglos y siglos sin fin.

39
Preces
Oremos a Cristo, que nos ha manifestado la vida eterna, y nos llama a vivir
como él vivió, digamos confiados:
Que tu resurrección, Señor, nos haga crecer en gracia
1. Te encomendamos, Señor, a tu Iglesia,
- y a todos aquellos que trabajan en conjunto para edificación del Reino
de Dios.
2. Concede, Señor, al Papa y los obispos la fuerza necesaria para guiar al
pueblo de Dios.
- Que su ejemplo de vida y entrega pastoral sea signo de seguimiento al
Buen Pastor.
3. Por los jóvenes, para que sean generosos en su seguimiento a Jesucristo.
- Que sean valientes y dispongan sus vidas para tu servicio en el
sacerdocio, el matrimonio o la vida consagrada.
4. Señor Jesús, que nos invitas a ser sal de la tierra y luz del mundo,
- atiende nuestras inquietudes para responderte con generosidad.
5. Te pedimos Señor por todos los matrimonios del mundo.
- Que ante las dificultades mantengan presente el diálogo para
que sepan escucharse y sus corazones se llenen de comprensión y
reconciliación.
6. Te pedimos, Señor, que nos enseñes a vivir en perfecta unión con el Padre,
- para que así podamos propiciar un aumento de vocaciones a la vida
agustino- recoleta.
7. Te pedimos, Señor, por todas las personas que han entregado su vida al
servicio de tu Palabra y que ahora gozan de tu presencia,
- danos la gracia de seguir respondiendo como ellos y testimoniando tu
misericordia.

Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración
que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro…

Oración:
Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos,
míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu
Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
SÁBADO 22 DE ABRIL DE 2023
II DE PASCUA, FERIA
PRIMERAS VÍSPERAS

Himno:
Canto Pascua Sagrada (José Manuel G. Durán)

Pascua Sagrada, fiesta de la luz;


la Iglesia rescatada canta a su Señor.
Ha resucitado el Señor, ¡Aleluya!
La gloria y el poder por toda la eternidad.
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

¿Qué has visto de camino,


María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,


sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

41
Salmodia:

Salmo 112: Alabado sea el nombre de Dios


Comentario:
“El Señor se eleva sobre todos los pueblos”, y nos invita a elevarnos en una
vida junto con Él; pero sin dejar de encontrarle abajo, con los pies en el suelo:
en el rostro de aquellos que nos tienden la mano en petición u ofrecimiento de
ayuda. Dejémonos transformar por la gracia, para que nuestra vida y vocación
sean una continua alabanza de su nombre. El Señor nos permita llevar una vida
que sea alabanza para Él y para todos aquellos con quienes compartamos. Que
en este tiempo pascual podamos resucitar a la alabanza: “alabado sea el nombre
del Señor”.

Salmo 115: Acción de gracias en el templo


Comentario:
«En efecto, todo el que atinadamente recapacita qué debe prometer a Dios
y qué votos debe cumplir, se prometa a sí mismo, se dé a sí mismo» (San Agustín,
Comentario al Salmo 115). San Agustín nos recuerda que la única ofrenda, el único
sacrificio que Dios quiere de nosotros es nuestra vida, el don de nuestra vocación
que se hace servicio a los demás. La fe es primordial para que el hombre pueda
responder a lo que le pide el Señor y, aunque esté la dificultad y vea que la vida es
una desgracia sin cuento, aunque diga «¡qué desgraciado soy!», la fe lo lleve a la
entrega de la propia vida, para que se haga lo que él diga (cf. Juan 2,5).
Entonces brota una pregunta en el corazón del creyente: «¿Cómo le pagaré
al Señor todo el bien que me ha hecho?». No podemos pagarle al Señor por lo
que nos ha dado, no podemos retribuirle con el mismo valor de lo que nos ha
regalado. Lo que podemos hacer es entregarle lo que Él nos ha dado; le podemos
entregar la vida. Por lo tanto, le queda al creyente dar gracias al que le ha dado
todo, al que es el Señor de la vida. Es el mismo Dios creador que nos dice: «venid
y lo veréis» (Juan 1,39). Vayamos, pues, y veamos al Dios que nos ha creado y
entreguémosle nuestras vidas.

Filipenses 2,6-11: Cristo, Siervo de Dios, en su misterio pascual


Comentario:
Este cántico-poema, como expresión de fe, es muy antiguo. Refleja
hermosamente uno de los acontecimientos más grande y único de nuestra fe: que
Jesucristo, siendo Dios eterno, altísimo sobre la tierra, por pura voluntad amorosa,
se quiso rebajar a nuestra condición, para sentir y amar como hombre, sin dejar
de ser Dios. Si él ha querido ser hombre es para divinizarnos a nosotros, por puro
amor. Humillado hasta la muerte, el mismo autor de la vida nos da ejemplo para
seguir sus huellas: el servicio. Cualquiera que sea nuestro llamado de parte de
Dios, será siempre para servir a los demás en supremo acto de amor.
III DOMINGO DE PASCUA
23 DE ABRIL 2023, SOLEMNIDAD
LAUDES

Invitatorio
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina

Cantado:
Ant: Verdaderamente ha resucitado el Se-
ñor. Aleluya.

Venid, aclamemos al Señor,


demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Entrad, postrémonos por tierra,


bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a
prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis
obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

43
Salmo 92: Gloria del Dios creador

Oración después del salmo:


Haz, Señor, que siempre manifestemos con nuestras vidas tu belleza y tu
poder a todos los hombres por medio de nuestra vocación. Que podamos llevarles
a tu encuentro, para que puedan ver que eres la Belleza y la Fuerza por excelencia
y contemplar la majestad de tus obras. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

Daniel 3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor


Oración después del salmo:
Padre Eterno, que “nos creaste para ti, e hiciste que el corazón del hombre
esté inquieto mientras no descanse en Ti”, haz que te glorifiquemos en todo
tiempo y lugar, alabándote con nuestras palabras y acciones. Que por medio de
tu Hijo, Jesucristo, seamos testigos de tu amor y expresión viva de tu misericordia.
Envía tu Espíritu Santo sobre nosotros, para que, revestidos por su fuerza, sigamos
con perseverancia y fidelidad en el camino al que Tú nos has llamado. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 148: Alabanza del Dios creador


Oración después del salmo:
Alabamos tu nombre, Señor, el único nombre sublime, porque nos has
llamado a ser parte de una misión, nos has dado una vocación, has derramado
tu amor en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fortalece en nuestra
respuesta. Nos has hecho grandes en nuestra pequeñez, nos has hecho hijos en
nuestra esclavitud. Nosotros miramos a los cielos y a la tierra y agradecemos tu
bondad infinita, porque para ti es la alabanza, el honor y la gloria por los siglos de
los siglos. Amén.

III DOMINGO DE PASCUA


23 DE ABRIL DE 2023, SOLEMNIDAD
VÍSPERAS
Himno – Canto: Cuando la muerte sea vencida.

Cuando la muerte sea vencida


y estemos libres en el reino,
cuando la nueva tierra nazca
en la gloria del nuevo cielo,
cuando tengamos la alegría
con un seguro entendimiento
y el aire sea como una luz
para las almas y los cuerpos,
sólo entonces, estaremos contentos.
Cuando veamos cara a cara
lo que hemos visto en un espejo
y sepamos que la bondad
y la belleza están de acuerdo,
cuando, al mirar lo que quisimos,
lo veamos claro y perfecto
y sepamos que ha de durar,
sin pasión, sin aburrimiento,
sólo entonces, estaremos contentos.
Cuando vivamos en la plena
satisfacción de los deseos,
cuando el Rey nos ame y nos mire,
para que nosotros le amemos,
y podamos hablar con él
sin palabras, cuando gocemos
de la compañía feliz
de los que aquí tuvimos lejos,
sólo entonces, estaremos contentos.
Cuando un suspiro de alegría
nos llene, sin cesar, el pecho,
entonces -siempre, siempre-, entonces
seremos bien lo que seremos.
Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo, que es su Verbo,
gloria al Espíritu divino,
gloria en la tierra y en el cielo. Amén.

Salmodia:
Salmo 109,1-5.7: El Mesías, Rey y Sacerdote
Salmo 110: Grandes son las obras del Señor
Apocalipsis 19,1-7: Las bodas del Cordero

Lectura Breve: Hb 10,12-14


Responsorio breve

Cántico Ev.
Ant: Jesús, comenzando por Moisés y siguiendo
por los profetas, explicó a los discípulos lo que se
refería a él en toda la Escritura. Aleluya.

Preces
Oremos a Cristo, el Señor, que murió y
resucitó, y nos sigue llamando cada día a su seguimiento, diciendo:
Cristo, Rey victorioso, escúchanos y haznos escuchar.
1. Por la Iglesia:
- te pedimos que no le falten santas vocaciones a la vida consagrada y
sacerdotal.
2. Te pedimos Señor por el Papa y los obispos:

45
- Que su llamada a enseñar al pueblo de Dios sea luz que ilumine las
mentes de los cristianos, para responder a la llamada que nos hace
Jesucristo a seguirle.
3. Por todos los jóvenes que se forman, viven y celebran la fe,
- que sepan discernir la vocación a la que les llamas.
4. Padre Santo, que nos llamas a tu servicio, siendo hijos tuyos,
- permítenos responderte desde nuestra realidad y ser entregados a tu
Iglesia con nuestra vida.
5. Te pedimos, Señor, por nuestras familias,
- asístelas en sus necesidades espirituales y materiales y permite que de
ellas nazcan y se cultiven nuevas vocaciones.
6. Te pedimos, Señor, por el aumento de vocaciones a nuestra Orden,
- que aprendamos a vivir el carísima de san Agustín en perfecto amor
fraterno que nos lleve a ti.
7. Por todos aquellos hombres y mujeres que, dejando todo, siguieron los
pasos del Buen Pastor.
- Concédeles, Señor, vida eterna, para que nadie los arrebate de tu mano y
así pasen a gozar de tu gloria.
LECTIO DIVINA
SAN JUAN 1, 35-42

Canto Inicial para invocar el Espíritu Santo: Secuencia de Pentecostés


(Fr. José Manuel G. Durán).

LECTIO: ¿QUÉ DICE EL TEXTO?


Lectura del Santo Evangelio según san Juan
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose
en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios». Los dos discípulos
oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo
seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que
significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y lo veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día;
serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno
de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a
su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa
Cristo)». Y lo llevó a Jesús.
Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te
llamarás Cefas -que se traduce Pedro-».

47
Releo en silencio el texto y escojo una frase o palabra que haya tocado mi
corazón (literal) y la escribo.

«Juan es el único evangelista que presenta a los primeros discípulos de


Jesús como discípulos del Bautista. La primera intervención de Jesús en Juan
es una pregunta: “¿qué buscáis?” Ellos responden Rabbí, que significa Maestro,
porque no saben quién es Él. Eran dos discípulos, pero ahora se nos va a hablar de
uno, Andrés, dejando al otro en el anonimato. Algunos piensan que es el discípulo
amado, pero podemos ponernos en su lugar, que es lo que quiere el evangelista
Juan. Andrés va donde su hermano Simón y le dice que ha encontrado al Mesías,
y lo lleva a Jesús, que le cambia el nombre.
En el mundo semítico, el cambio de nombre indica propiedad (puedo
poner nombre a algo o alguien si soy su dueño, por eso el cambio de Simón a
Pedro es un acto de propiedad, manifestación de la estrecha relación con Jesús).
Marcos nos dice que estaban juntos Simón Pedro y Andrés, su hermano, (en el
evangelio de Juan va primero Andrés) en el lago (aquí no hay nada del lago, sino
en el Jordán) y que eran pescadores (Juan calla sobre su profesión). No es Jesús
el que va donde están los discípulos, sino que, animados los dos primeros por el
Bautista, y Simón por su hermano Andrés, se ponen en movimiento.
En la tradición rabínica, lo normal era ir a donde estaba el rabino y, si les
gustaba lo que veían, se quedaban como discípulos. Por tanto, aquí se podría ver
una sombra de esa tradición (ir a donde está el Maestro), mientras que Marcos y
Mateo cuentan que Jesús va a donde están los discípulos, y los llama».

MEDITATIO: ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?


1. Me coloco en la escena del Evangelio y me imagino compartiendo con
Jesús al caer la tarde.
2. ¿Cómo le vería y cómo me vería él a mí? ¿Cómo me sentiría?
3. ¿Qué le preguntaría yo? ¿Cómo creo que me respondería?
4. ¿Qué me gustaría hacer junto a él?
5. ¿Le contaría a los demás que estuve con él?
6. ¿Recuerdo algún momento en mi vida en que haya estado con Jesús y que
me haya impactado tanto que recuerde el lugar e incluso la hora?
Hago silencio exterior e interior para meditar.

Testimonio vocacional
Hace doce años alguien me dijo a mí también: «Éste es el Cordero de
Dios». Lo busqué y lo encontré dentro de mi comunidad formativa, al ingresar al
aspirantado. Había escuchado de Él, pero no le conocía como hasta ese momento.
“Había encontrado al maestro”.
Desde mi llamado vocacional hasta el día de hoy le sigo buscando y
preguntando «Rabí, ¿dónde vives?» y me responde cada vez: «Ven y lo verás». Así
lo encontré otra vez frente a la Eucaristía, en el Santísimo, aquella ocasión estaba
de vigilia en la capilla del San Pío X, en Querétaro; desde entonces me acerco a
contemplarle, ahí me espera siempre.
Le he encontrado nuevamente en la enfermedad cuando de voluntario
cuidaba y atendía a personas mayores en una casa de enfermos, en Malinalco,
mi pueblo natal. Aquella alegría, esperanza y fortaleza que irradiaban muchos de
ellos me decía que ahí también habitaba el Señor, con ellos, con los más débiles
y necesitados de Dios.
Volverlo a encontrar no quiere decir que Él me abandone o se diluya, no. Él
siempre se presenta de forma diferente y me llama por mi nombre: «Antonio, ven
y verás».
En otras ocasiones, cuando me siento solo o perdido, llego a escucharle
«¿Qué buscas?» Entonces yo le vuelvo a preguntar: «Señor, ¿dónde vives?». Sea
cual sea la situación, el Señor pasa, nos llama, nos
vuelve a llamar, nunca se cansa de llamarnos.
Dios me ha bendecido infinitamente. Me ha
dado experiencias y personas inolvidables. En esta
dinámica de recibir, he tenido la oportunidad de
compartir y dar aquello que Dios me ha regalado
con el deseo de que los demás puedan vivir el
amor y la gracia de Dios. Gracias, México; gracias,
España; gracias, Londres; gracias, Dios, por darme
todo esto.
Hoy, después de años de formación y un
gran recorrido junto a Él no me conformo sólo
con buscarle y preguntarle dónde habita, le digo
constantemente como el profeta Isaías: «Envíame
a mí» (Is 6, 8). Tú, ¿qué le pides al Señor? (de Fr.
José Antonio Hernández, agustino recoleto)

ORATIO: ¿QUÉ LE RESPONDO AL SEÑOR?


Escucho este canto y lo hago oración en mi interior. (Él me llamó – José
Herrera)

Contemplatio:
Repito como un mantra, en silencio, la frase que escogí del Evangelio.

Oración final:
Vueltos hacia ti, Señor, Dios Padre omnipotente, te damos con puro corazón,
en cuanto nos lo permite nuestra pequeñez, las más rendidas y sinceras gracias,
pidiendo con todas nuestras fuerzas a tu particular bondad, que te dignes oír
nuestras plegarias según tu beneplácito y que apartes, con tu poder, al enemigo
de todos nuestros pensamientos y obras; que acrecientes nuestra fe, gobiernes
nuestra mente, nos des pensamientos espirituales y nos lleves a tu felicidad, por
tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro, que contigo vive y reina, Dios, en unidad del
Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén. (San Agustín, Comentario
al Salmo 150,8).

49
HORA SANTA VOCACIONAL
Para disponer el corazón
Nos reunimos hoy delante de Dios como hermanos que caminan
juntos, para tener un rato de oración, para unir nuestros corazones y
nuestras almas. Queremos adorar y alabar al Maestro que nos conduce
hasta su Presencia, y que llena nuestra vida. Ante su presencia, nuestro
corazón anhela descubrir la voluntad del Padre y vivir en plenitud la vida
cristiana; ser santos. Santidad que no es no cometer errores, o tener fallos,
o se frágiles. Santidad es más bien, con la ayuda del Espíritu Santo, caminar
juntos hacia Dios, incluso contando con las caídas. Y, como agustinos
recoletos, caminamos en unidad de alma y corazón.

Canto de entrada y exposición del Santísimo


Breve silencio

Unas palabras de animación


“Yo te invoco, Dios mío, misericordia mía, que me criaste y no olvidaste
al que se olvidó de ti; yo te invoco sobre mi alma, a la que tú mismo preparas
a recibirte con el deseo que la inspiras” (San Agustín, Las Confesiones 13,1).
“No abandones al que te invoca, tú que me has movido antes a que te
invocara y multiplicaste de mil modos tus voces para que te oyera desde
lejos, y me convirtiera, y te llamara a ti, que me llamabas a mí. He aquí
que existo por tu bondad, que ha precedido en mí a todo” (San Agustín,
Las Confesiones 13,1).
“Ven a mí, Dios mío, y haz que yo me vuelva a mí. He aquí que te amo
y, si aún es poco, que yo te ame con más fuerza. No puedo medir a ciencia
cierta cuánto me falta del amor para que sea bastante, a fin de que mi
vida corra entre tus abrazos y no me aparte hasta que sea escondida en lo
escondido de tu rostro. Esto solo sé: que me va mal lejos de ti, no solamente
fuera de mí, sino aún en mí mismo; y que toda abundancia mía que no es
mi Dios, es indigencia. Tú eres la abundancia de mi corazón” (San Agustín,
Las Confesiones 13,9).
El llamado, la pesca y el servicio (San Agustín, Sermón 250 1-2)

Lector 1. Jesús, el Señor, que eligió a los débiles de este mundo para
confundir a los fuertes y congregó de todo el orbe de la tierra a su Iglesia,
no comenzó con los emperadores o con los senadores, sino con unos
pescadores.

Lector 2. Si hubiese elegido en primer lugar a hombres revestidos de


dignidad, de cualquier clase que ella fuese, se hubiesen atrevido a asignarlo
a sus méritos, no a la gracia de Dios. Este plan secreto de Dios, esta decisión
de nuestro Salvador, la expone el apóstol Pablo cuando dice: Ved quiénes
habéis sido llamados, hermanos; ved que entre vosotros no hay muchos
sabios según la carne, ni muchos poderosos o nobles; antes bien, Dios
eligió lo débil del mundo para confundir a lo fuerte, y lo desconocido y
despreciable del mundo, y lo que no existe como si existiera, para anular lo
que existe, de manera que no haya carne que se gloríe en su presencia. Lo
mismo dijo el profeta Isaías: Todo valle será rellenado y todo monte y colina
allanados, y el campo se convertirá en llanura.

Lector 1. También hoy acceden juntos a la gracia del Señor nobles y


plebeyos, el sabio y el ignorante, el pobre y el rico. Para recibir esta gracia,
la soberbia no lleva la delantera a la humildad del que nada sabe, nada
tiene y nada puede. Pero ¿qué les dijo el Señor? Venid en pos de mí y os
haré pescadores de hombres. Si no hubiesen venido por delante esos
pescadores, ¿quién nos hubiese capturado a nosotros? Ahora es célebre
cualquier orador que sea capaz de exponer con exactitud lo que escribió el
pescador.

Lector 2. Por tanto, dado que el Señor Jesucristo eligió a pescadores de


peces y los convirtió en pescadores de hombres, en las pescas mismas nos
quiso indicar algo sobre la llamada a la salvación de los pueblos. Advertid
que son dos las pescas que por fuerza hay que distinguir: una, cuando el
Señor eligió aquellos pescadores y los hizo discípulos suyos, y otra, después
de la resurrección del Señor Jesucristo. Debemos considerar atentamente
la diferencia que hay entre ambas pescas: es la barca de nuestra Iglesia.

Lector 1. La predicación del Evangelio era algo nuevo; entonces los


encontró en la faena de la pesca, se acercó a ellos y les dijo: Echad las redes.
Le respondieron: En toda la noche no hemos capturado nada, nos hemos
fatigado inútilmente; pero en tu nombre echaremos las redes. Las echaron
y cogieron tal cantidad que llenaron las dos barcas; éstas se hallaban tan
sobrecargadas de peso por el número de los peces, que casi se hundían.
Además, debido a esa cantidad, se rompieron las redes. Entonces les

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dijo: Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres. Al instante,
abandonaron las redes y la barca, y lo siguieron.

Canto: “Pescador de hombres”

Reflexión
La vocación nos hace crecer como la levadura en la masa. Muchas
veces nos cansamos, nos desanimamos y echamos la culpa a los demás
de nuestros fracasos. Desde esta realidad profundamente humana, Dios,
en su infinita sabiduría, nos regala hermanos y hermanas que se vuelven
transparencia de su presencia que nos habla, anima y sostiene. Señor, que
tu Palabra nos ilumine y nos ayude a caminar juntos en la vocación y en la
misión.

EVANGELIO DE JUAN 13, 30-35

“En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche.


Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios
ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glori-
ficará en sí mismo y le glorificará pronto».
«Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y,
lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir,
os digo también ahora a vosotros.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como
yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros.
En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a
los otros”.

Reflexión
• ¿Qué es ser discípulo de Jesús?
• ¿En qué condiciones se realiza en este momento de tu vida tu vocación
de discípulo o discípula del Señor?
• ¿Das gloria a Dios con tu vida? La gloria de Dios es que el hombre
viva.
• ¿Vives a Jesús como alguien que está presente en todo momento, te
acompaña, te inspira y anima en la senda de la fe?
• Cuando no sientes presente a Jesús en tu vida, ¿lo buscas? ¿dónde?
¿cómo?
• La vocación cristiana es cuestión de amor, ¿cuál es la calidad del amor
que vives?
• ¿Los que están a tu alrededor descubren que eres discípulo o discípula
del Señor Jesús?

Silencio
Preces
Elevemos nuestras preces a Dios Padre de misericordia que nos llama y
nos envía juntos, como hermanos, para anunciar la buena nueva cantando:
“Señor me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca. Junto a ti buscaré otro mar”.
1. Danos, Señor, la capacidad de caminar juntos a tu encuentro
como san Agustín con los pasos del afecto (cantamos).
2. Danos, Señor, a la Familia Agustino-Recoleta la gracia de
construir comunión y ser puente en la Iglesia (cantamos).
3. Danos, Señor, un corazón sensible a los más necesitados,
envíanos a su encuentro a ser presencia de tu reflejo (cantamos).
4. Danos, Señor, un corazón inquieto a la misión, evangelizando y
orando por aquellos que aún no te conocen (cantamos).
5. Danos, Señor, un corazón que te desee, que deseando te busque,
que buscando te ame y amando te sirva (cantamos).

Oración Vocacional
Señor, Dios nuestro, haz que el clamor de tu voz llegue a muchos; que
se levanten y vivan unidos en ti. Prepara sus corazones con tu Palabra, de
modo que se dispongan a evangelizar a los pobres y a cuidar de tu mies
abundante. Señor, que todos los llamados a la vida agustina recoleta
escuchen tu voz y puedan cumplir tu voluntad. Amén.

Canto de alabanza

V. Les diste a comer el pan del cielo.


R. Que contiene en sí todo deleite.

Oh, Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial


de tu pasión; te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados
misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente
en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de
los siglos. Amén

Canto: “Tan sublime”

Bendición con el Santísimo

Alabanzas al Santísimo
- Bendito sea Dios.
- Bendito sea su santo nombre.
- Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
- Bendito sea el nombre de Jesús.

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- Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
- Bendito sea su Preciosísima Sangre.
- Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
- Bendito sea el Espírito Santo consolador.
- Bendita sea la gran Madre de Dios María Santísima.
- Bendita sea su santa e Inmaculada Concepción.
- Bendita sea su gloriosa Asunción.
- Bendito sea el nombre de María, virgen y madre.
- Bendito sea San José, su castísimo esposo.
- Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.

Canto final
CATEQUESIS VOCACIONAL
(NIÑOS)

¡AVENTÚRATE!, VAMOS JUNTOS


Fundamentación
¡Aventúrate! Jesús llamó a sus discípulos sin ofrecer muchas explicaciones
sobre el porqué y el cómo de su elección. De hecho, los discípulos no hacían
más que invitar a otros con palabras sencillas y algo inquietantes: «¡Ven y verás!»
(Juan 1,46). En esta catequesis vocacional proponemos redescubrir la aventura
de acercarse a Jesús y a su mensaje, que ha cambiado muchas vidas.
Vamos…Nuestra vida, en gran medida, es movimiento. Nos guste o no,
avanzamos siempre, aunque no siempre tengamos clara la dirección. Agustín
se definió a sí mismo como un «corazón inquieto», un ser humano en búsqueda,
capaz de ir más allá de sí mismo. Así logró unirse a otros y caminar «hacia Dios»
(in Deum). En esta catequesis vocacional queremos mostrar que, si bien «muy a
menudo hemos considerado la vocación como una aventura individual, creyendo
que se trata solo de “mí “ y no en primer lugar de “nosotros”», «nadie puede hacer
una elección de vida sólo por sí mismo; la vocación es siempre para y con los
demás» (Papa Francisco).
Juntos…Con motivo del 56° Capítulo General de la Orden de Agustinos
Recoletos se propone para este año el lema “Juntos”. Eso significa que queremos
ser más conscientes de ese “nosotros” que nos constituye, que nos hace ser y
sentir familia agustino-recoleta para la Iglesia y el mundo. Esta catequesis
vocacional pretende mostrar que, haciendo el camino juntos, encontramos en
los otros, amigos y hermanos en Cristo, una fuerza para vivir la propia vocación.

Objetivo. Explicar a los niños con estrategia pedagógica el contexto que hay
detrás del texto bíblico de Juan 1,46, «Ven y verás». Asimismo, relacionar el texto
con la importancia de «aventurarnos juntos, a conocer a Dios», que es el lema de
esta catequesis. Para ello se ayudará a los niños a entender cada una de estas
frases, motivándolos a seguir el ejemplo de Jesús y explicándoles la importancia
de la vocación a la que somos llamados por Él.
Recursos. Se necesitará un espacio amplio, donde los niños puedan formar
un círculo para la dinámica de integración que se realizará antes del desarrollo

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de la actividad como tal.
Desarrollo

• Se organizarán equipos de trabajo de dos o tres personas que conozcan el


carisma de la Orden, familiarizándose con el lema “Juntos”. Es conveniente usar
herramientas y estrategias pedagógicas para captar la atención de los niños.
• La actividad está pensada para un tiempo de 45 minutos.
• Dentro de la actividad habrá una dinámica y posteriormente un cuento
breve referente al lema ¡Aventúrate!, vamos juntos.
• El propósito del cuento será interactuar con los niños y hablar de la vocación
a la que somos llamados desde el lema «Juntos».
• Si la catequesis es para grupos numerosos de niños, como suele suceder
en los colegios, esta se hará por curso y por días.

1. Dinámica
Para comenzar la actividad, haremos un círculo rápidamente: ahora, haremos
una dinámica que se llama «el baile de la semilla», ¿Preparados?
El catequista o monitor va diciendo:
Este es el baile de la semilla [se comienza todos agachados].
Crecía, crecía con alegría [todos van subiendo lentamente moviendo el
cuerpo con gracia y riendo a carcajadas].
Rezando, rezando el ave maría: [luego se juntan las dos manos].
Danzando y danzando a Jesús con alegríaaa... [se hacen movimientos
graciosos].
Todos juntitos y muy contentos compartiremos con gran respeto [se toman
de la mano].
Con mucho amor y mucha alegría por Jesús que es nuestro guíaaa...[las
manos al cielo y dando una vuelta].
La dinámica se repite una y otra vez con el propósito de reírse y que se
sientan en confianza con el monitor o catequista, para luego pasar a la siguiente
actividad con mayor disposición.
Ahora tomamos asiento. Quiero saber qué significa para vosotros la aventura
de estar juntos. [Se invita a participar compartiendo algo relacionado con la
dinámica. Luego se les invitará a escuchar la narración de un cuento que llevará
por título «El panal de la vida»].

2. Cuento
El panal de la vida
Ésta es la historia de Paco, un niño de nueve años que era muy feliz porque
en el lugar donde vivía tenía muchos amigos y los padres de sus amigos también
eran sus amigos. Paco sentía que, en vez de vivir en un edificio con personas
buenas, vivía como en un panal de abejas donde todos estaban juntos y se
apoyaban para hacer de su panal un hogar de dulzura y alegría; así, lo veía con
ilusión y fantasía.
Un día Paco ve que sus amigos más grandes dejan sus hogares para estudiar,
prepararse y alcanzar sus sueños; era lo que le decían sus padres. Paco temía que
llegase ese momento, porque no quería dejar de estar junto a las personas que
le rodeaban. Una mañana de primavera, el niño le pregunta a su madre Lucía:
¡Mamá! ¿por qué no estamos juntos toda la vida? ¿Por qué tenemos que dejar lo
que nos gusta por alcanzar lo que vosotros llamáis metas?
Su madre le responde con dulzura: «¡Hijo! ¿ves que los domingos en la misa
el padre Pepe nos invita a rezar juntos y tomados de la mano?». «¡Sí, mamá!»,
afirma el niño. A lo que la madre le dice: «pues, a pesar de que tengamos que
alcanzar nuestras metas y dedicarnos a lo que nos gusta cuando seamos mayores
en nuestra vocación, como ser maestros, médicos, abogados, sacerdotes como el
padre pepe, etc. Al final, lo importante es que cada cual descubre su vocación, es
decir, el camino que Dios nos presenta para que seamos felices viviendo a tope
nuestra capacidad de amar.
Paco le pregunta: «¿Y cómo descubrimos lo que Dios quiere de nosotros?».
Ella responde: «Escuchando nuestro corazón inquieto que nos indica lo que
queremos ser cuando seamos grandes y, para descubrirlo, es importante estar
unidos con las personas que vamos conociendo o las que ya son parte de nuestra
vida como nuestros padres, amigos y abuelos; pero, sobre todo, tenemos que
tener en cuenta que hay que estar junto a un amigo muy importante y ese amigo
es Dios, que es el dador de lo que seremos en el futuro».
Paco agradeció a su madre sus palabras y decidió desde entonces vivir cada
día con mucha alegría y escuchando su corazón para entender que es allí donde
vamos descubriendo la felicidad a medida que crecemos; y que, si estamos juntos
como las abejas, descubriremos la aventura que Dios nos tiene a cada uno en
este mundo.
Fin del cuento.
A continuación, se formulan preguntas para interactuar con los niños, a
medida que se van recapitulando las partes más esenciales del cuento, mientras
se explicará cómo cada uno tiene una vocación especial recibida por Dios.
Explicando el texto de Juan 1,46 «Ven y Verás», dejando también espacio para que
ellos intervengan, haciendo preguntas o que se expresen con libertad, siempre y
cuando no se pierda el sentido del tema.
Reflexión final. Nunca olvidemos que es desde el estar juntos como podemos
servir a los demás, trabajando por el bien de todos. Tengamos presente que juntos
también nos unimos a Jesús como sus amigos; por eso, es importante conocerle
ya que Él nos ama profundamente y espera siempre por nosotros. Si tenemos
deseos de conocerle, Él nos dirá «ven y verás». Él quiere que unidos a Él, vivamos
una vida llena de alegría y hagamos propósitos para descubrir lo que queremos
ser cuando seamos adultos y, desde nuestra vocación de vida, unirnos a su amor
y ese amor transmitirlo a todas las personas importantes para nosotros, siendo
buenos hijos de Dios.

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Oración final

Señor Jesús, tú que eres nuestro amigo fiel, te damos gracias por permitirnos
conocerte y caminar junto a ti. Permítenos tener ojos de amor como los tuyos,
para descubrir el don de nuestra vocación de vida. Te pedimos que nos ayudes a
caminar juntos, para que podamos experimentar tu amor y compartirlo con los
demás como verdaderos amigos tuyos.
Amén.
CATEQUESIS VOCACIONAL
(JÓVENES)

¡AVENTÚRATE!, VAMOS JUNTOS

Fundamentación

¡Aventúrate! Jesús llamó a sus discípulos sin ofrecer muchas


explicaciones sobre el porqué y el cómo de su elección. De hecho, los
discípulos no hacían más que invitar a otros con palabras sencillas y
algo inquietantes: «¡Ven y verás!» (Jn 1,46). En esta catequesis vocacional
proponemos redescubrir la aventura de acercarse a Jesús y a su mensaje,
que ha cambiado muchas vidas.
Vamos… Nuestra vida, en gran medida, es movimiento. Nos guste o
no, avanzamos siempre, aunque no siempre tengamos clara la dirección.
Agustín se definió a sí mismo como un «corazón inquieto», un ser humano
en búsqueda, capaz de ir más allá de sí mismo. Así logró unirse a otros y
caminar «hacia Dios» (in Deum). En esta catequesis vocacional queremos
mostrar que, si bien «muy a menudo hemos considerado la vocación como
una aventura individual, creyendo que se trata sólo de “mí” y no en primer
lugar de “nosotros”», «nadie puede hacer una elección de vida sólo por sí
mismo; la vocación es siempre para y con los demás» (Papa Francisco). 
Juntos… Con motivo del 56° Capítulo General de la Orden de Agustinos
Recoletos se propone para este año el lema “Juntos”. Eso significa que
queremos ser más conscientes de ese “nosotros” que nos constituye, que
nos hace ser y sentir familia agustino-recoleta para la Iglesia y el mundo.
Esta catequesis vocacional pretende mostrar que, haciendo el camino
juntos, encontramos en los otros, amigos y hermanos en Cristo, una fuerza
para vivir la propia vocación.

Objetivo: Crear en los jóvenes la cultura vocacional, comprendiendo la


vida como un camino de descubrimiento de la propia identidad y, por ello,
de la propia vocación.

Desarrollo

1. Dinámica de apertura: «Una historia digna de ser contada”


El animador reparte a cada uno de los participantes las tarjetas y los
invita a hacer un ejercicio de imaginación: “Vamos a utilizar una máquina
del tiempo. La máquina es rápida y nos trae a la memoria una palabra…
una palabra que resume lo que allí pasó. Hay que anotarla rápido…

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¡Cuidado! Porque la máquina es automática y podemos perdernos en el
tiempo…”
El animador muestra al azar una HOJA del TIEMPO y la deja algunos
segundos expuesta (puede pegarla en un lugar visible para todos). Luego,
toca una campanilla o un silbato y muestra otra. Realiza este ejercicio
hasta mostrarlas todas. Son 5 años distintos en total. El animador concluye:
¿Cómo les resultó el trabajo? ¿Qué sintieron? Permite que los participantes
comenten sus impresiones.
Al final de los comentarios, se puede dar una pequeña conclusión de
la dinámica recordando que lo que nos pasa en nuestra historia tiene que
ver y está entrelazado como eslabones por Dios, que tiene un plan para
nosotros y nos invita a lanzarnos a su aventura.

2. Lectura del Evangelio

Del Evangelio según san Juan 2, 43-46


“Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con
Felipe y le dice: «Sígueme.». Felipe era de Bestsaida, de la ciudad de Andrés
y Pedro. Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Ese del que escribió
Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo
de José, el de Nazaret.» Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber
cosa buena?» Le dice Felipe: «Ven y lo verás.»”

Reflexión con la exhortación apostólica Christus Vivit


Que nadie te lo cuente, ven y míralo por ti mismo… aventúrate,
vamos juntos. Juan expresa con dos verbos “ven y veras” la invitación a
experimentar con la propia vida la vocación, un término que hace alusión
a la “llamada”. «Es verdad que la palabra “vocación” puede entenderse en
un sentido amplio, como llamado de Dios. Incluye el llamado a la vida, el
llamado a la amistad con Él, el llamado a la santidad, etc. Esto es valioso,
porque sitúa toda nuestra vida de cara al Dios que nos ama, y nos permite
entender que nada es fruto de un caos sin sentido, sino que todo puede
integrarse en un camino de respuesta al Señor, que tiene un precioso plan
para nosotros» (Papa Francisco, Christus vivir, 248).

La vocación de la amistad…
Lo fundamental es discernir y descubrir que lo que quiere Jesús de cada
joven es ante todo su amistad. Ése es el discernimiento fundamental. En el
diálogo del Señor resucitado con su amigo Simón Pedro la gran pregunta
era: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» (Jn 21,16). Es decir: ¿Me quieres como
amigo? La misión que recibe Pedro de cuidar a sus ovejas y corderos estará
siempre en conexión con este amor gratuito, con este amor de amistad.
Porque «la vida que Jesús nos regala es una historia de amor, una historia
de vida que quiere mezclarse con la nuestra y echar raíces en la tierra de
cada uno. La salvación que Dios nos regala es una invitación a formar parte
de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias; que vive y
quiere nacer entre nosotros para que demos fruto allí donde estemos, como
estemos y con quien estemos. Allí viene el Señor a plantar y a plantarse»
(Papa Francisco, Christus vivir, 250).

La vocación misionera…
Quisiera detenerme ahora en la vocación entendida en el sentido
preciso del llamado al servicio misionero de los demás. Somos llamados por
el Señor a participar en su obra creadora, prestando nuestro aporte al bien
común a partir de las capacidades que recibimos. Esta vocación misionera
tiene que ver con nuestro servicio a los demás. Porque nuestra vida en la
tierra alcanza su plenitud cuando se convierte en ofrenda. Recuerdo que «la
misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que
me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia.
Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy
una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo» (Papa Francisco,
Christus vivir, 253-254).

La vocación del amor y la familia…


Los jóvenes sienten con fuerza el llamado al amor, y sueñan encontrar
la persona adecuada con quien formar una familia y construir una vida
juntos. Sin duda es una vocación que Dios mismo propone a través de los
sentimientos, los deseos, los sueños. Me gusta pensar que «dos cristianos
que se casan han reconocido en su historia de amor la llamada del Señor,
la vocación a formar de dos, hombre y mujer, una sola carne, una sola vida.
Y el Sacramento del matrimonio envuelve este amor con la gracia de Dios,
lo enraíza en Dios mismo. Con este don, con la certeza de esta llamada, se
puede partir seguros, no se tiene miedo de nada, se puede afrontar todo,
¡juntos!» (Papa Francisco, Christus vivit, 259-260).

La vocación es algo más que un trabajo…


Cuando uno descubre que Dios lo llama a algo, que está hecho para eso
–sea la enfermería, la carpintería, la comunicación, la ingeniería, la docencia,
el arte o cualquier otro trabajo– entonces será capaz de hacer brotar sus
mejores capacidades de sacrificio, de generosidad y de entrega. Saber que
uno no hace las cosas porque sí, sino con un significado, como respuesta
a un llamado que resuena en lo más hondo de su ser para aportar algo a
los demás, hace que esas tareas le den al propio corazón una experiencia
especial de plenitud. Así lo decía el antiguo libro bíblico del Eclesiastés: «He
visto que no hay nada mejor para el ser humano que gozarse en su trabajo»
(Qo 3,22) (Papa Francisco, Christus vivit, 273).

La vocación a la consagración…
En el discernimiento de una vocación no hay que descartar la posibilidad
de consagrarse a Dios en el sacerdocio, en la vida religiosa o en otras formas
de consagración. ¿Por qué excluirlo? Ten la certeza de que, si reconoces un

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llamado de Dios y lo sigues, eso será lo que te hará pleno.
Jesús camina entre nosotros como lo hacía en Galilea. Él pasa por
nuestras calles, se detiene y nos mira a los ojos, sin prisa. Su llamado es
atractivo, es fascinante. Pero hoy la ansiedad y la velocidad de tantos
estímulos que nos bombardean hacen que no quede lugar para ese silencio
interior donde se percibe la mirada de Jesús y se escucha su llamado.
Mientras tanto, te llegarán muchas propuestas maquilladas, que parecen
bellas e intensas, aunque con el tiempo solamente te dejarán vacío, cansado
y solo.
No dejes que eso te ocurra, porque el torbellino de este mundo te
lleva a una carrera sin sentido, sin orientación, sin objetivos claros, y así se
malograrán muchos de tus esfuerzos. Más bien busca esos espacios de
calma y de silencio que te permitan reflexionar, orar, mirar mejor el mundo
que te rodea, y entonces sí, con Jesús, podrás reconocer cuál es tu vocación
en esta tierra (Papa Francisco, Christus vivit, 276-277).

3. Oración final

Señor, si «soy una misión en esta tierra»,


ayúdame a descubrir mi vocación.
Quiero responderte, pero a veces no logro escucharte.
No dejes de hablarme y de acompañarme.
Con la ayuda de Jesús, diré que sí
y te ayudaré con mis cualidades y dones. Amén.

“Yo soy una misión en esta tierra,


y para eso estoy en este mundo”
Papa Francisco, Christus vivir, 253-254.
CATEQUESIS VOCACIONAL
(ADULTOS)

¡AVENTÚRATE!, VAMOS JUNTOS


Fundamentación
¡Aventúrate! Jesús llamó a sus discípulos sin ofrecer muchas explicaciones
sobre el porqué y el cómo de su elección. De hecho, los discípulos no hacían
más que invitar a otros con palabras sencillas y algo inquietantes: «¡Ven y verás!»
(Juan 1,46). En esta catequesis vocacional proponemos redescubrir la aventura
de acercarse a Jesús y a su mensaje, que ha cambiado muchas vidas.
Vamos… Nuestra vida, en gran medida, es movimiento. Nos guste o no,
avanzamos siempre, aunque no siempre tengamos clara la dirección. Agustín
se definió a sí mismo como un «corazón inquieto», un ser humano en búsqueda,
capaz de ir más allá de sí mismo. Así logró unirse a otros y caminar «hacia Dios»
(in Deum). En esta catequesis vocacional queremos mostrar que, si bien «muy a
menudo hemos considerado la vocación como una aventura individual, creyendo
que se trata sólo de “mí “ y no en primer lugar de “nosotros”», «nadie puede hacer
una elección de vida sólo por sí mismo; la vocación es siempre para y con los
demás» (Papa Francisco). 
Juntos… Con motivo del 56° Capítulo General de la Orden de Agustinos
Recoletos se propone para este año el lema “Juntos”. Eso significa que queremos
ser más conscientes de ese “nosotros” que nos constituye, que nos hace ser y
sentir familia agustino-recoleta para la Iglesia y el mundo. Esta catequesis
vocacional pretende mostrar que, haciendo el camino juntos, encontramos en
los otros, amigos y hermanos en Cristo, una fuerza para vivir la propia vocación.
Objetivo. Motivar a los participantes en la reflexión sobre su camino de fe,
haciendo énfasis en la vocación recibida y su aporte en la Iglesia y en la sociedad,
bajo el lema “Juntos”.

Desarrollo

1. Oración de inicio
Se abrirá el momento de la catequesis con una breve oración de invocación
al Espíritu Santo. El encargado del momento puede animar a vivir el momento
con sus propias palabras y luego orar con una de las dos oraciones que siguen. Si
se dispone, también se puede acompañar con un canto al Espíritu Santo.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el
fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu y todo será creado. Y renovarás la faz
de la tierra.
Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz el Espíritu
Santo, haz que apreciemos rectamente todas las cosas según el mismo Espíritu
y gocemos siempre de su consolación. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

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2. Lectura del Evangelio según san Juan 15, 1–11
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi
Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que
da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la
Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo
que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así
tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos.
El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí
no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el
sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que
queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y
seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros;
permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi
amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en
su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea
colmado.

3. San Agustín también tuvo que descubrir su vocación


San Agustín también discernió su vocación de “siervo de Dios” –o monje–.
Palabras del mismo San Agustín: “Anduve yo largo tiempo ocupado en muchos
y diversos asuntos, y tratando con empeño durante muchos días de conocerme
a mí mismo, lo que debo hacer y qué he de evitar, de improviso me vino una
voz, no sé si de mí mismo o de otro, desde fuera o dentro; me dijo: ¿a quién te
encomendarás para seguir adelante?” (San Agustín, Los Soliloquios 1,1).
Muchas personas refieren que llegaron a descubrir su vocación gracias al
testimonio de alguien que les tocó el corazón. San Agustín sabe llegar al corazón
porque habla desde el corazón y comparte con espontaneidad su camino de
búsqueda. Con una serie de textos, se propondrá a continuación un itinerario
para el discernimiento vocacional basado en la misma experiencia de Agustín.
Comenzaremos por un breve recorrido a través de algunos momentos claves
de la vida del santo, en los que él mismo nos comparte con emoción lo que le llevó
a madurar una opción de vida en Cristo. Y después, basados en la experiencia del
santo, se sugerirán algunos aspectos clave para el discernimiento que ayuden a
iluminar los senderos de búsqueda de la propia vocación.
Dejemos que sea san Agustín quien nos cuente con sus propias palabras la
travesía de su viaje, hasta llegar a abrazar con todo su corazón la llamada que el
Señor le hizo a ser “siervo de Dios” o monje. Dice en el libro de sus Confesiones:
“sentía vivísimos deseos de honores, riquezas y matrimonio, y tú, Señor, te reías
de mí. Y en estos deseos padecía amargas luchas, pues tú estabas más cerca
de mí cuanto menos consentías que hallase dulzura en lo que no eras tú” (San
Agustín, Las Confesiones 6,9).
San Agustín, después de un largo camino de idas y venidas, de caídas y
levantadas, de sueños cumplidos y fracasos dolorosos, llegó a considerar en su
interior, “cuando yo deliberaba acerca de consagrarme al servicio del Señor,
Dios mío, como hacía ya tiempo que había dispuesto en mi corazón, yo era el
que quería y era también yo el que no quería. Precisamente porque no quería
plenamente ni plenamente no quería, por eso luchaba conmigo mismo y me
desgarraba a mí mismo” (San Agustín, Las Confesiones 8,22).
Y más adelante, como el mismo Agustín nos comparte en el libro de sus
Confesiones, experimenta vivos deseos de tomar una decisión: “Y me decía a mí
mismo interiormente: ¡ea! Sea ahora, sea ahora; y ya casi pasaba de la palabra a
la obra, ya casi lo hacia; pero no lo llegaba a hacer” (San Agustín, Las Confesiones
8,25).
Como si de un duelo a muerte se tratase, en su interior se debatía y luchaba
sin tregua. El eco de la voz de sus antiguas vanidades lo seducían: “¿nos dejas? Y
¿desde este momento no estaremos contigo por siempre jamás? Y ¿desde este
momento nunca más te será lícito esto o aquello? ¿qué?, ¿piensas tú que podrás
vivir sin estas cosas?” (San Agustín, Las Confesiones 8,26). En cambio, otras voces
en su interior, provenientes del testimonio tenaz de muchos cristianos, resonaban
con fuerza, “¿no podrás tú lo que éstos? ¿o es que éstos lo pueden por sí mismos
y no en el Señor su Dios? ¿Por qué te apoyas en ti, que no puedes tenerte en pie?
Arrójate en él, no temas, que él no se retirará para que caigas; arrójate seguro,
que él te recibirá y te sanará” (San Agustín, Las Confesiones 8,27).
Así las cosas, arreció la lucha interior de san Agustín, “mas apenas una alta
consideración sacó del profundo de su secreto y amontonó toda mi miseria a la
vista de mi corazón, estalló en mi alma una tormenta enorme, que encerraba
en sí copiosa lluvia de lágrimas. Y para descargarla toda con sus truenos
correspondientes, me aparté de junto Alipio –pues me pareció que para llorar
era más a propósito la soledad– y me retiré lo más remotamente que pude” (San
Agustín, Las Confesiones 8,28).
Hasta que llegó para Agustín el momento de ceder paso a Dios en su vida
y de soltar la pretensión de querer controlar la vida: “tirándome debajo de la
higuera, no sé cómo, solté la rienda a las lágrimas, brotando dos ríos de mis ojos.
Y te dije muchas cosas como estas; ¡y tú, Señor hasta cuándo! ¿Hasta cuándo,
hasta cuándo, ¡mañana!, ¡mañana!? ¿Por qué no poner fin a mis torpezas en
esta misma hora?” (San Agustín, Las Confesiones 8,28).
De pronto el resplandor de una gran luz disipa las tinieblas del corazón
de Agustín: “mas he aquí que oigo en la casa vecina una voz, como de niño
o niña, que decía cantando y repetía muchas veces: ¡Toma y lee!, ¡toma y lee!
Y, reprimiendo el ímpetu de las lágrimas, me levanté, interpretando esto como
una orden divina de que abriese el códice y leyese el primer capítulo que hallase.
Así que apresurado, volví al lugar donde estaba sentado Alipio y yo había
dejado el códice del Apóstol al levantarme de allí. Lo tomé, pues; lo abrí y leí en
silencio el primer capítulo que se me vino a los ojos, y decía: nada en comilonas
y borracheras, no en lechos y liviandades, no en contiendas y disputas; sino
revestíos de nuestro Señor Jesucristo y no cuidéis de la carne con demasiados
deseos” (San Agustín, Las Confesiones 8,29).
Y al fin, san Agustín maduró una opción de vida en Cristo, “se infiltró en mi
corazón una luz de seguridad y se disiparon todas las tinieblas de mis dudas”
(San Agustín, Las Confesiones 8,29). Y concluye diciendo, “porque de tal modo
me convertiste a ti que ya no apetecía esposa ni abrigaba esperanza alguna en
este mundo, estando ya en aquella regla de fe en la que hacía tantos años me
habías mostrado a ella (su madre Mónica). Y así convertiste su llanto en gozo,
mucho más fecundo de lo que ella había apetecido y mucho más caro y casto

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que el que podía esperar de los nietos que le diera mi carne (hijos espirituales)”
(San Agustín, Las Confesiones 8,30).

4. Trabajo grupal con textos del Magisterio de la Iglesia


Los siguientes textos del Magisterio pueden ayudar a orientar la reflexión
hacia el tema estrictamente vocacional: todos debemos dar una respuesta al
llamado de Dios para permanecer en el amor y dar fruto. Están tomados de la
Audiencia del Papa Francisco a los participantes en un Congreso de los Centros
Vocacionales para las Vocaciones de las Iglesias de Europa.

La santidad
«No debemos olvidar que la vocación es un camino que dura toda la vida.
De hecho, la vocación atañe al tiempo de la juventud por cuanto se refiere a la
orientación y la dirección que deben tomarse en respuesta a la invitación de Dios,
y atañe a la vida adulta en el horizonte de la fecundidad y el discernimiento del
bien a realizar. La vida está hecha para fructificar en la caridad y esto atañe al
llamado a la santidad que el Señor hace a todos, cada uno a través de su propio
camino (ver Gaudete et exsultate, 10-11). Muy a menudo hemos considerado la
vocación como una aventura individual, creyendo que se trata solo de “mí” y
no en primer lugar de “nosotros”. En realidad, «nadie se salva solo, sino que nos
convertimos en santos juntos» (ver ibíd., 6). «La vida de uno está vinculada a la
vida del otro» (Gn 44,30), y es necesario que cuidemos de esta santidad común
de las personas».

La vocación
«La palabra “vocación” no ha caducado… Pero su destino sigue siendo el
pueblo de Dios… eliminar la palabra vocación del vocabulario de la fe significa
mutilar el léxico corriendo el peligro, tarde o temprano, de no entendernos unos
a otros. Necesitamos, en cambio, hombres y mujeres consagrados y apasionados,
ardientes por el encuentro con Dios y transformados en su humanidad, capaces
de anunciar con la vida la felicidad que proviene de su vocación».

Juntos
«Nadie puede hacer una elección de vida solo por sí mismo; la vocación es
siempre para y con los demás… El Señor nunca llama solo como individuos, sino
siempre dentro de una fraternidad para compartir su proyecto de amor, que es
plural desde el principio porque él mismo es Trinidad misericordiosa… ofrece una
visión misionera compartida, luego porque renueva la conciencia de que en la
Iglesia nada se hace solos; de que estamos dentro de una larga historia orientada
hacia un futuro que es la participación de todos».

Preguntas para responder en equipos


Dependiendo del número de participantes, se forman varios grupos o se
trabaja con uno solo.
• ¿Qué entiendo yo por vocación?
• ¿He experimentado alguna llamada de parte de Dios en mi vida?
¿Cuándo?
• ¿A qué me invita el Señor en este momento de reflexión?
• ¿Con qué me quedo y que novedades he descubierto?
• ¿A qué me comprometo en mi camino de fe?

Oración final
Te damos gracias, Señor, por este encuentro contigo. Te pedimos que nos
sigas otorgando el don de discernimiento para poder aceptar y cumplir fielmente
tu voluntad; haz, Señor, que nuestro testimonio genere fruto por el Reino y que
juntos podamos ser testigos de tu amor, respondiendo cada día como María:
hágase en nosotros según tu palabra.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

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TALLER
“DARLE UNA MANO A DIOS”

La vocación como un ofrecimiento

Introducción
Para que este taller llegue a la vida y al corazón de los niños y jóvenes, se
parte, en primer lugar, del convencimiento por parte de los acompañantes,
catequistas, profesores, orientadores vocacionales, promotores vocacionales,
etc., de que hablar de vocación es hablar de algo trascendente en la vida de las
personas. Y, en segundo lugar, se requiere la convicción interior de que vocación
en cristiano es entrega, servicio, bendición. ¡Qué importante es presentar la
vocación como un ofrecimiento! En una bonita historia del escrito Pedro Bloch,
se narra el siguiente diálogo que el autor mantuvo con un niño y que lo dejó
profundamente conmovido.

— ¿Rezas a Dios? — preguntó Bloch.


— Sí, cada noche — contestó el pequeño.
— ¿Y qué le pides?
— Nada. Le pregunto si puedo ayudarle en algo.
(Pedro Bloch)

Tendríamos que preguntarnos qué sentiría Dios al oír a este niño que
no se dirigió a él como hacemos la mayoría, pidiéndole dinero, salud, amor o
abrumándole de quejas y de protestas por lo mal que va el mundo. Lo maravilloso
de la actitud de ese niño fue el ofrecerse llanamente a Dios para echarle una
mano; si es que él lo necesitaba para algo.
Esta historia pueda resultar poco creíble, insólita y parecer ¡irrepetible!
Difícilmente cabría algo así en un mundo en el que las personas se muestran
exigentes y demandantes, ensimismadas e indiferentes.
Sin embargo, hay que contar historias de este tipo para que todos
aprendamos a vivir; para ayudarnos a ser más felices. La auténtica vida –que
llamamos vocación–, o nace del amor a Dios y a los demás, o acaba en un
fracaso. La vocación no consiste en un forcejeo inútil con un Dios autoritario,
ni siquiera de satisfacer los propios gustos y deseos. Tampoco se puede
confundir con un momento de buena fortuna, ni reducirla a sacarse la lotería…
La vocación tiene sus raíces profundas en el ofrecerse a Dios para ayudarle.

La tarea de los animadores vocacionales


Los animadores vocacionales deberíamos ayudar a que las personas «dejen de
lado» el egoísmo, la autosuficiencia, la soberbia y la arrogancia. De modo que
cuando pase el tiempo de los idealismos superficiales, y parezca que el viento se
ha llevado los sueños rotos, lo que quede sea la nostalgia de que lo que más vale
la pena en la vida es ser sensible, atento, amable. ¡Qué importante es ayudar a
sanar los corazones encallecidos por el egoísmo!
Una de las tareas de los animadores vocacionales es ayudar a limpiarse los
ojos de la suciedad de los rencores, para tener una mirada transparente y
esperanzada. Los acompañantes vocacionales ayudamos a que las nuevas
generaciones no reduzcan su vida a una piedra en la que sentarse a llorar, sino
un trampolín para saltar llenos de contento hacia lo alto; hacia la felicidad. Por
esta razón, ¡cuánto bien hace a las personas presentar la vocación como un
ofrecimiento!
Este video corto puede ser un ejemplo de cómo ayudar a despertar la
sensibilidad por el servicio y darle una mano a Dios: https://www.youtube.com/
watch?v=diXGSNRS_3Q.

(REALIZACIÓN DEL TALLER)

Destinatarios: niños, monaguillos, grupos de catequesis infantil, etc.


Objetivo: despertar en los niños la sensibilidad y el deseo de entregar la
propia vida a Dios, comprendiendo la vocación como un ofrecimiento de aquello
que somos y tenemos.
Tiempo estimado: 1h – 1h30m.
Materiales:
- Lápices de colores, marcadores, pintura.
- Cartulinas blancas o de pliego de papel, dividido por una línea a la mitad.
- Equipo para proyectar y escuchar audiovisuales.
- Texto de la Palabra de Dios para proyectado o compartido: Lucas 1, 35-40.
Canción y letra: Quiero decir que sí (https://www.youtube.com/watch?v=H_ym0KuPPXk).

Nuestra necesidad:
Después de alguna dinámica preferida o acostumbrada en los encuentros
para ambientar, se inicia con un breve diálogo en el que los participantes
respondan a las siguientes preguntas; es importante dar la oportunidad a que
la mayoría participe.
1- Si tuviéramos la oportunidad de pedir lo que quisiéramos, sabiendo que
se nos concederá, ¿qué pedirías?
Se da pie a que se comenten las distintas respuestas, y se puede ahondar
a partir de lo que respondan con preguntas tales como: ¿para qué? ¿cómo?
¿cuánto?¿por qué? Ahora bien, que este ejercicio no que parezca que se juzga

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o rechaza la respuesta.
2- Y dentro de todo esto, ¿qué pedirías que realmente necesites?
3- ¿Hay alguna diferencia entre lo que queremos y necesitamos?
4- Y si alguien nos pidiera que lo ayudemos en algo que necesita, ¿qué
tendríamos nosotros para ofrecer?

Dios también necesita de mí


Se presenta el video del Chupete (https://www.youtube.com/
watch?v=YcQqno0wx0g). Se puede comentar con los niños sobre lo que les parece,
les llama la atención y les hace sentir.
- Si fuera Dios el que necesitara de ayuda ¿qué podrías darle tu?
En grupos de dos o de tres, se entrega una cartulina o pliego de papel dividido
en dos por una línea. Cada grupo realizará un dibujo, en un lado plasmará cuáles
son las necesidades de Dios en el mundo de hoy, qué puede pedirle hoy a
sus hijos, y en el otro lado qué puede ofrecer cada uno a Dios.
Al final, se le pone el título a la cartulina: “echarle una mano a Dios”, y se
comparte lo elaborado.

Como María, decir que sí


Conocemos a una mujer que, ante la llamada e invitación de Dios, le dijo que
sí. Y lo hizo poniéndose a disposición de quien más la necesitaba.
Leer y comentar brevemente el pasaje del Evangelio donde aparece la
aceptación de María y su visita a ayudar a su prima Isabel: Lucas 1, 35-40.

“El Ángel le respondió: «el Espíritu Santo descenderá sobre ti y


el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será
Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel
concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril,
ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible
para Dios».
María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla
en mí lo que has dicho».Y el Ángel se alejó.
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de
la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel”.

Oración: Hacer peticiones de forma espontánea para pedir por las personas
que están necesitadas.
Canción:
“Quiero decir sí”
(https://www.youtube.com/watch?v=H_ym0KuPPX)

C Dm G C
Quiero decir que sí, como tú, María,
Am G7 C
como tú un día, como tú, María (Bis).

C7 F G7 Em
Quiero decir que sí, quiero decir que sí,
A7 Dm G C
Quiero decir que sí, quiero decir que sí.

Quiero negarme a mí, como tú, María,


como tú un día, como tú, María (Bis).

Quiero entregarme a Él, como tú, María,


como tú un día, como tú, María (Bis).

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ALIPIO Y POSIDIO,
AMIGOS ENTRAÑABLES DE SAN AGUSTÍN

Dentro del grupo de los amigos que hicieron parte de la vida de san
Agustín, se encuentran Alipio y Posidio; a los que la tradición ha considerado los
dos representantes más cualificados de la herencia agustiniana. A estos dos
hombres, coetáneos y procedentes del mismo lugar del África romana, la vida
une gracias a un amigo común: Agustín. Los dos compartieron con él momentos
importantes como hermanos de comunidad en el monasterio y luego como
obispos de Tagaste y Calama, sucesivamente. Ambos serán las manos del obispo
de Hipona en sus trabajos más arduos y comprometidos. Los tres participarán en
importantes concilios y serán heraldos defensores de la fe católica.

La relación entre Agustín y Alipio inicia desde que éste era muy joven, ya
que fue uno de sus alumnos en Tagaste. Su admiración por el joven estudiante
es muy profunda, debido a su afición a los libros y a la lectura. Además, su gran
personalidad y pureza de espíritu sorprendían a quien lo conocía; esto, unido a
su amor y defensa de la justicia hasta las últimas consecuencias. A él le dedicará
Agustín una sección del Libro IX de las Confesiones, en la que se refiere a Alipio
como “hermano de mi corazón” (cf. San Agustín, Las Confesiones 9,4,7). Con él
compartirá también la inquietud y la búsqueda de la fe, que desembocará en
el bautismo de ambos la noche del 25 de abril del año 387. Aunque el encargo
episcopal los separó físicamente, la amistad entre ambos jamás decayó lo más
mínimo. Alipio será siempre el amigo fiel de Agustín, “su alma gemela, hermano,
confidente; su refugio y descanso en las grandes batallas. Alipio es, junto con
Mónica, la persona que hizo de Agustín un san Agustín” (cf. Sánchez C. Antonio,
Alipio el Amigo, Posidio el discípulo. Nuestros santos agustinianos/10, Marcilla
(Navarra), España, 1991, p. 43).

Posidio fue el primer biógrafo de San Agustín. Su relato, después de haber


vivido con él cerca de cuarenta años, es vivo y de gran realismo. La relación
entre ambos santos data, al parecer, de los tiempos de la fundación del primer
monasterio de Hipona, en el que Posidio vivió hasta el año 400, cuando también
fue elegido para ser obispo. El más grande testimonio de amistad, y sobre todo de
confianza que había entre ambos, se encuentra en una carta de Agustín dirigida
a un obispo italiano, en la que se refiere a él con estas palabras: “En Posidio
hallarás no poco de mi persona…” (cf. San Agustín, Carta 101,1). Agustín es para
él un maestro que le enseña, acompaña y defiende, y es también un padre. Por
su parte, Posidio, siendo de origen humilde, se mostró siempre como el amigo
fiel, tenaz, sencillo, noble, que en todo admira y respeta a su maestro. Él mismo,
hablando de Agustín, escribirá al final de su obra: “A él me unió por espacio de
cuarenta años una amistad concorde y dulce” (Posidio, Vida de San Agustín, 31).

La vida de estos dos hombres encarna, sin duda alguna, el valor que la
amistad tenía para Agustín. Sobre la base de esta amistad construirán juntos un
proyecto que se mantiene vivo aún en nuestros días: la vida común, la fraternidad,
la unidad de las almas y los corazones de muchos en Dios. La auténtica amistad
vivida desde los valores evangélicos y agustinianos debe enseñarnos a salir de
nosotros mismos, para pensar en el otro, en el que recorre junto conmigo el
camino de la fe. Es, quizá, esta experiencia de vida lo que nos permitirá ofrecer
al mundo algo nuestro, que sea capaz de ir transformando la realidad en que
vivimos. Que Alipio y Posidio, amigos entrañables de san Agustín, nos ayuden a
“caminar y trabajar juntos para testimoniar que una gran familia unida en el amor
y la amistad no es una utopía, sino el propósito para el que Dios nos ha creado
(Papa Francisco, Mensaje para la jornada de oración por las vocaciones 2022).

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San Alipio
San Alipio nació en Tagaste en una fecha desconocida. Estudió
Derecho. En Cartago fue alumno de retórica de san Agustín. En el
386 se retiró con san Agustín a la finca de Casiciaco para preparase
para el bautismo, que recibió juntamente con san Agustín la noche
de Pascua del año 387 (del 24 al25 de abril). Junto con san Agustín
regresó al África en el 388 y formó parte de la primera comunidad
monástica en Tagaste. En el 391, cuando san Agustín sea ordenado
presbítero de la Iglesia de Hipona, se convertirá en el prior del
monasterio de Tagaste. Hacia finales del 395 fue ordenado obispo
de Tagaste. En el 397 acompañó a san Agustín a Tubursicum en el
enfrentamiento que éste tuvo con el obispo donatista Fortunio. En
el 411 fue uno de los siete oradores católicos en la conferencia de
Cartago en la que los donatistas fueron derrotados. Murió en una
fecha desconocida, muy posiblemente antes que san Agustín, que
murió el 28 de agosto del 430.
San Posidio
Se desconoce el lugar y la fecha de nacimiento de san Posidio.
Ingresó al monasterio de Tagaste hacia el 390-391, recibiendo de
manos de san Agustín la formación, más centrada en las Sagradas
Escrituras que en las artes liberales. Fue parte de la comunidad
del “monasterio del Huerto” de Hipona en el 391, una vez que
san Agustín fue ordenado presbítero. Fue consagrado obispo de
Calama probablemente en el 401. En el 403 sufrió la violencia de los
circunceliones en el Fundus Olivetensis. En junio del 408 también
sufrió las agresiones de los paganos. Durante la Conferencia de
Cartago contra los donatistas fue uno de los siete oradores de la
parte católica, junto con san Agustín y san Alipio entre otros.
En el 418 acompañó a san Agustín a Cesarea de Mauritania para
cumplir la encomienda hecha por el Papa Zósimo a san Agustín, y
para ser testigo del enfrentamiento entre san Agustín y el obispo
donatista Emérito. Hacia el 429 se traslada a Hipona junto con
su grey para protegerse del ataque de los vándalos y compone el
Indiculum de las obras de san Agustín. Después de la muerte del
obispo de Hipona escribe la Vita Augustini, la primera biografía que
conservamos de san Agustín. El año 437 fue desterrado por el rey
vándalo Genserico. Se desconoce el año de su muerte. La familia
agustiniana recuerda a san Posidio junto con san Alipio el 16 de
mayo. Su culto fue confirmado por Clemente X con el breve “Alias a
Congregatione” del 19 de agosto de 1672.

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