TesisDoctoral P.Hospitalaria
TesisDoctoral P.Hospitalaria
TesisDoctoral P.Hospitalaria
E ORGANIZACIÓN ESCOLAR
TESIS DOCTORAL
ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD:
APOYO PSICOPEDAGÓGICO A NIÑOS/AS
ONCOLÓGICOS Y SUS FAMILIAS.
Doctoranda:
María Ainoa ZABALZA CERDEIRIÑA
Santiago de Compostela
Abril 2011
ISBN 978-84-9887-760-1 (Edición digital PDF)
2
AGRADECIMIENTOS
La elaboración de esta tesis no ha sido una tarea fácil, más bien todo lo
contrario. Ha supuesto un gran esfuerzo, no sólo a nivel académico, profesional u
organizativo, sino también, y diría más bien sobre todo, a nivel personal. El trabajo que
aquí presento es el resultado de una importante labor de investigación y
documentación, pero también un análisis de mis propias vivencias y experiencias en el
trabajo con niños gravemente enfermos y sus familias. Una experiencia que ha sido
muchas veces dolorosa en el recuerdo de quienes ya no están, pero en definitiva, una
experiencia gratificante en el recuerdo de los momentos en los que conseguimos
ayudar, apoyar y acompañar a los que pasaban por una situación tan dolorosa como el
cáncer en un hijo pequeño.
Por todo esto, mi primer agradecimiento es para todos los niños y familias que
me permitieron formar parte de un período de sus vidas tan complicado. Espero
haberos aportado, por lo menos, la mitad de lo que vosotros me habéis aportado a mí.
No puedo por menos que agradecer a la Junta Local de Santiago de Compostela
de la AECC, y especialmente a su presidenta Luz Mª Hernández y a la Junta Directiva,
su apoyo incondicional durante estos años de trabajo con los niños enfermos. Su
ánimo y su confianza han hecho que los malos momentos lo fuesen un poco menos.
También quiero agradecer a mis compañeros y amigos del hospital, por su
disponibilidad y su calidad humana, por todos los momentos que vivimos juntos, y por
compartir conmigo sus conocimientos más técnicos, que sin duda me fueron de gran
ayuda con muchos de los pacientes.
Mi agradecimiento a los profesores Mery Muñoz y Lois Ferradás, que no sólo
con sus consejos y orientaciones, sino también ayudándome en aquellas tareas a las
que no era capaz atender han hecho que pudiese dedicarle muchas horas a esta tesis.
Su confianza en mi trabajo ha hecho posible que la haya podido concluir. También
quiero darles las gracias a B. Quinto Borghi por su disponibilidad y su gran ayuda; a
Laura Lodeiro por compartir conmigo sus conocimientos sobre mapas conceptuales y a
José Antonio Sarmiento por su inestimable colaboración en materia estadística.
Y por último, pero no menos importante, quiero darle las gracias a mi familia, a
la pequeña y a la grande, por todos los momentos robados. Gracias por vuestra ayuda
y por vuestra comprensión. Sin ellas no hubiese llegado hasta aquí.
3
4
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS ........................................................................................ 3
INTRODUCCIÓN ............................................................................................. 13
1. LA PSICOPEDAGOGÍA DE LA ENFERMEDAD....................................... 31
1.1 Introducción......................................................................................... 33
1.1.1 Concepto de enfermedad ........................................................... 36
1.1.2 Diversas miradas sobre la enfermedad ...................................... 39
1.1.3 Los momentos de la enfermedad................................................ 40
1.1.4 La enfermedad crónica ............................................................... 41
1.1.5 El impacto de la enfermedad ...................................................... 42
1.2 La enfermedad .................................................................................... 44
1.2.1 Definición de Psicopedagogía de la enfermedad........................ 51
1.2.2 Objetivos de la Psicopedagogía de la enfermedad..................... 53
1.2.3 Niveles de actuación de la Psicopedagogía de la Enfermedad .. 54
1.2.4 Mi enfoque del trabajo psicoeducativo con niños enfermos de
cáncer y sus familias. ................................................................................ 60
1.2.5 La Psicopedagogía de la enfermedad como profesión de apoyo. ..
.................................................................................................... 71
1.2.6 La dimensión relacional en la Psicopedagogía de la enfermedad. .
.................................................................................................... 75
1.2.7 Espacios de actuación en la Psicopedagogía de la Enfermedad. ..
.................................................................................................... 80
1.2.8 Los ámbitos de actuación de la Psicopedagogía de la
enfermedad. .............................................................................................. 92
1.3 La enfermedad en la infancia .............................................................. 98
1.3.1 La enfermedad en los niños...................................................... 100
1.3.2 La visión diacrónica de la enfermedad...................................... 107
1.3.3 Niños y niñas pequeños con cáncer. ........................................ 110
1.3.4 Impacto del cáncer en los niños................................................ 113
1.3.5 Actuaciones psicopedagógicas con niños enfermos de cáncer.118
1.3.6 La adhesión al tratamiento........................................................ 121
1.3.7 Actuaciones con niños supervivientes del cáncer..................... 122
5
2. TRABAJO EDUCATIVO CON LAS FAMILIAS........................................ 125
2.1 Introducción....................................................................................... 127
2.1.1 El factor tiempo: las fases de la enfermedad y sus efectos sobre
la familia. ................................................................................................. 131
2.1.2 La vida en dos mundos: la casa y el hospital............................ 137
2.1.3 El impacto de la enfermedad sobre las familias........................ 139
2.1.4 La adaptación de los padres a la enfermedad. Estilos de
afrontamiento .......................................................................................... 142
2.1.5 Los hermanos ........................................................................... 148
3. AULAS HOSPITALARIAS ....................................................................... 153
3.1 Introducción....................................................................................... 155
3.2 La educación en la enfermedad ........................................................ 156
3.3 El derecho a la Educación................................................................. 157
3.4 Las escuelas inclusivas..................................................................... 158
3.5 Las aulas hospitalarias...................................................................... 166
PARTE EMPÍRICA ......................................................................................... 173
4. INTRODUCCIÓN Y ESTADO DEL ARTE............................................... 175
4.1 Introducción....................................................................................... 177
4.2 Sobre el “estado del arte”.................................................................. 179
4.3 Las condiciones de partida de un estudio con niños enfermos ......... 180
4.4 ¿Qué se puede estudiar en relación a niños con enfermedades onco-
hematológicas?........................................................................................... 183
4.4.1 Problemas de tipo médico o psicológico................................... 183
4.4.2 El estrés.................................................................................... 185
4.4.3 Calidad de vida ......................................................................... 198
4.4.4 La vida cotidiana ....................................................................... 200
4.4.5 El enfrentamiento del dolor ....................................................... 204
4.4.6 El locus of control...................................................................... 205
4.4.7 Estrategias de afrontamiento de la enfermedad. ...................... 207
5. DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN .......................................................... 221
5.1 Objetivos del estudio y supuestos orientadores de la investigación.. 223
5.2 Metodología de investigación............................................................ 225
5.2.1 Orientación metodológica del estudio ....................................... 226
5.3 Diseño de la investigación................................................................. 227
6
5.3.1 Fases del estudio exploratorio .................................................. 228
5.4 Selección y descripción de la muestra .............................................. 230
5.4.1 Características de la muestra ................................................... 231
5.4.2 Los niños/as enfermos.............................................................. 235
5.5 Instrumentos de la investigación ....................................................... 240
5.5.1 Sobre los cuestionarios............................................................. 240
5.5.2 Justificación de los cuestionarios seleccionados. ..................... 242
6. OBJETIVO A: RESULTADOS ESTILOS DE AFRONTAMIENTO
(CUESTIONARIO COPE)............................................................................... 253
6.1 Resultados Objetivo A....................................................................... 255
6.2 Respuestas dadas al COPE.............................................................. 255
6.2.1 C.1 Afrontamiento activo........................................................... 259
6.2.2 C.2 Planificación ....................................................................... 262
6.2.3 C.3 Búsqueda de apoyo social ................................................. 266
6.2.4 C.4 Búsqueda de apoyo instrumental ....................................... 271
6.2.5 C.5 Supresión de actividades distractoras................................ 275
6.2.6 C.6 Religión .............................................................................. 277
6.2.7 C.7 Reinterpretación positiva .................................................... 280
6.2.8 C.8 Refrenar el afrontamiento................................................... 282
6.2.9 C.9 Aceptación.......................................................................... 285
6.2.10 C.10 Centrarse en las emociones y desahogarse .................... 287
6.2.11 C.11 Desconexión mental......................................................... 290
6.2.12 C.12 Negación .......................................................................... 293
6.2.13 C.13 Desconexión conductual. ................................................. 294
6.2.14 C.14 Consumo de drogas ......................................................... 297
6.2.15 C.15 Humor............................................................................... 299
7. OBJETIVO A: RESULTADOS BDI (Beck Depresion Inventory).............. 301
7.1 Introducción....................................................................................... 303
7.2 Respuestas dadas al a los diversos ítems del BDI ........................... 304
7.2.1 BDI.1: Tristeza .......................................................................... 304
7.2.2 BDI.2: Ánimo............................................................................. 305
7.2.3 BDI.3: Fracaso .......................................................................... 306
7.2.4 BDI.4: Satisfacción.................................................................... 307
7.2.5 BDI.5: Culpabilidad ................................................................... 308
7
7.2.6 BDI.6: Castigo........................................................................... 309
7.2.7 BDI.7: Decepción ...................................................................... 309
7.2.8 BDI.8: Autocrítica ...................................................................... 310
7.2.9 BDI.9 Suicidio ........................................................................... 311
7.2.10 BDI.10: Llanto ........................................................................... 312
7.2.11 BDI.11: Irritación ....................................................................... 314
7.2.12 BDI.12: Interés por los demás................................................... 315
7.2.13 BDI.13: Decisiones ................................................................... 317
7.2.14 BDI.14: Aspecto Físico ............................................................. 319
7.2.15 BDI.15: Trabajo......................................................................... 320
7.2.16 BDI.16: Sueño........................................................................... 321
7.2.17 BDI.17: Cansancio .................................................................... 323
7.2.18 BDI.18 y BDI.19: Apetito y Peso ............................................... 324
7.2.19 BDI.20: Salud............................................................................ 326
7.2.20 BDI.21 Interés por el sexo ........................................................ 327
7.3 Resultados globales del BDI ............................................................. 328
7.4 Correlaciones internas en el BDI....................................................... 336
7.4.1 Tristeza ..................................................................................... 337
7.4.2 Ánimo........................................................................................ 338
7.4.3 Fracaso..................................................................................... 339
7.4.4 Satisfacción............................................................................... 339
7.4.5 Culpabilidad .............................................................................. 340
7.4.6 Castigo...................................................................................... 341
7.4.7 Decepción................................................................................. 342
7.4.8 Autocrítica ................................................................................. 342
7.4.9 Suicidio ..................................................................................... 343
7.4.10 Llanto ........................................................................................ 344
7.4.11 Irritación .................................................................................... 344
7.4.12 Interés por los demás ............................................................... 345
7.4.13 Decisión .................................................................................... 346
7.4.14 Aspecto Físico .......................................................................... 346
7.4.15 Trabajo...................................................................................... 347
7.4.16 Sueño ....................................................................................... 348
7.4.17 Cansancio................................................................................. 348
8
7.4.18 Apetito....................................................................................... 349
7.4.19 Peso.......................................................................................... 350
7.4.20 Salud......................................................................................... 350
7.4.21 Interés por el sexo .................................................................... 351
7.5 En resumen....................................................................................... 351
7.6 Correlaciones BDI- COPE................................................................ 355
8. OBJETIVO B: ENTREVISTAS SOBRE EL APOYO A NIÑOS ENFERMOS
Y SUS FAMILIIAS. ......................................................................................... 361
8.1 Introducción....................................................................................... 363
8.2 Análisis de las entrevistas ................................................................. 370
8.2.1 ENTREVISTA Nº 1: JUAN ........................................................ 371
8.2.2 ENTREVISTA Nº 2: LUIS.......................................................... 379
8.2.3 ENTREVISTA Nº 3: INÉS ......................................................... 391
8.2.4 ENTREVISTA Nº4: LOLA ......................................................... 399
8.2.5 ENTREVISTA Nº 5: SARA........................................................ 409
8.2.6 ENTREVISTA Nº 6: SOFÍA....................................................... 417
8.2.7 ENTREVISTA Nº 7: IÑAKI ........................................................ 425
8.2.8 ENTREVISTA Nº 8: MARCOS.................................................. 435
8.2.9 ENTREVISTA Nº 9: ALFONSO ................................................ 443
8.2.10 ENTREVISTA Nº 10: KIKE ....................................................... 451
9. CONCLUSIONES DE LA INVESTIGACIÓN ........................................... 461
9.1 Introducción....................................................................................... 463
9.2 Conclusiones del Objetivo A ............................................................. 465
9.3 Conclusiones del Objetivo B ............................................................. 473
9.4 Conclusiones en relación al proceso de realización de la tesis doctoral.
.......................................................................................................... 481
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................. 485
ÍNDICE DE CUADROS .................................................................................. 517
ÍNDICE DE TABLAS ...................................................................................... 518
ANEXOS ........................................................................................................ 523
Anexo 1: Cuestionario COPE ..................................................................... 525
Anexo 2: Cuestionario BDI.......................................................................... 527
Anexo 3: Guión Entrevista .......................................................................... 531
9
10
Homo sum, humani nihil a me alienum puto
11
12
INTRODUCCIÓN
13
14
La normativa de los estudios de Tercer Ciclo señala que, tras el periodo
de cursos y la obtención del DEA, el ciclo formativo del doctorado concluye con
la defensa pública de la tesis doctoral que consistirá, en su modalidad habitual,
en el diseño y elaboración de un trabajo de investigación. Cabe entender o, al
menos así lo he hecho yo, que la finalidad es que los doctorandos/as hagamos
una primera aproximación sistemática y rigurosa a los condicionantes que
enmarcan cualquier proceso de investigación y demostremos que somos
capaces de afrontar un tema de estudio bajo los principios y reglas básicas que
la investigación impone. Bajo ese marco de consideraciones he intentado
desarrollar este trabajo.
Contexto de la investigación
15
de plantear su enfermedad con crudeza e, incluso, pensó que la podría
derrotar. <Nuestros modos de ver el cáncer denotan las vastas deficiencias de
nuestra cultura, la falta de profundidad de nuestro modo de encarar la muerte,
nuestras angustias en materia sentimental, nuestra negligencia, nuestra
incapacidad de construir una sociedad industrial y nuestros justificados temores
de que la historia siga un curso cada vez más violento>, escribió Sontang.
Pero el sufrimiento que comporta el cáncer va mucho más allá de esa
incomprensión social y se inscribe en lo más profundo de nuestra psique en la
medida en que es vivido como la interiorización de un mal que nos corroe y que
avanza en nuestro interior a pesar de cualquier resistencia consciente.
Lo insoportable del cáncer es que los culpables somos nosotros
mismos, nos sentimos responsables de algo que llevamos dentro, que forma
parte de nuestro cuerpo y que no podemos erradicar. Si Flaubert era Madame
Bovary, el cáncer soy yo.
Sólo a partir de la exacta comprensión de esta enfermedad podremos
derrotarla y neutralizar sus efectos. Y ello no pasa por restar importancia al
síndrome ni por decir caritativamente que la mayoría de los casos se curan sino
por asumir que uno no es culpable de lo que pasa. Sólo así es posible erradicar
el cáncer”. Pedro G. Cuartango (en EL MUNDO, 23/2/2011, pp. 2).
Pido disculpas por comenzar un trabajo científico con una cita tan
extensa y más literaria que científica. Pero tiene el mérito de situar la
problemática del cáncer en el plano múltiple en el que se produce su aparición
y se hacen palpables sus efectos. Es una enfermedad pero es, además,
muchas otras cosas: es el temor, la muerte, la identificación social, el
imaginario social que lo connota con emociones intensas, el sufrimiento, la
soledad y la compañía, la culpabilidad y la capacidad de reaccionar. Para
alguien dedicado a la educación, al desarrollo de las personas, al desarrollo de
complicidades sinérgicas, a la mejora de la calidad de vida, a la formación, a la
atención a la diversidad, el cáncer es toda una metáfora de la complejidad de
referentes desde el que ha de plantear su trabajo.
16
implicados. Cuando la enfermedad se diagnostica en un niño o adolescente los
efectos del diagnóstico son aún más desestabilizadores, si cabe.
17
investigación para la tesis doctoral. No siempre ha sido fácil compaginar
trabajo, estudio e investigación. Menos aún cuando cada uno de esos ámbitos
te marca un nivel de implicación personal y laboral tan intenso. En cualquier
caso, aquí está el resultado de todo este tiempo de esfuerzo y trabajo. A
ustedes les toca valorarlo. A mí, en esta introducción, lo que me toca es
justificar su interés y su relevancia. Pretendo hacerlo desde una doble
perspectiva: por un lado, el interés personal que para mi tiene el estudio de la
atención a las familias de niños y niñas enfermos de cáncer; por el otro, el
interés científico y profesional del abordaje que he llevado a cabo del problema.
1
Durante todo el trabajo se hablará tanto de cáncer en edad pediátrica como de enfermedades onco-hematológicas en
niños. Esto se debe a que la mayor parte de los tumores infantiles son enfermedades hematológicas como las
leucemias o los linfomas, siendo las enfermedades oncológicas (referidas a tumores sólidos) menos frecuentes en la
infancia.
18
ese sentido, los “estilos de afrontamiento” permiten prestar una atención más
precisa a todo el conjunto de procesos adaptativos del sujeto enfermo y de su
entorno. No solamente aquellos que tienen que ver con la enfermedad, sino
todos aquellos, de índole relacional, conductual, escolar, etc. que vienen
generados por el anuncio de la enfermedad y por su evolución. En realidad, y
los datos empíricos que les aportaré nos lo demuestran, las personas con las
que trabajamos, aunque estén pasando por momentos angustiosos en sus
vidas, son personas mentalmente sanas y cuyas demandas van mucho más
orientadas a que no se descomponga su proyecto de vida y a que no se rompa
del todo la dinámica cotidiana. Pero en ese juego, como recordaba Cuartango
en la cita con que se abría esta introducción, pesa tanto lo objetivo como lo
imaginario, tanto los riesgos reales como los presumidos. Por eso es tan
importante la información y el conocimiento de estrategias funcionales de
actuación. Estas familias atraviesan una dura experiencia relacionada con la
enfermedad de sus hijos, pero poseen múltiples recursos propios para afrontar
la situación. En este contexto, el ámbito fundamental de trabajo del
psicopedagogo/a es la prevención de la puesta en marcha de estrategias
desadaptativas o la aparición de sintomatología depresiva o ansiosa,
situaciones ambas que resultan difíciles de superar. Se trata, en última
instancia, de acompañar a las familias durante todo el proceso, apoyándolas y
dotándolas, en función de las diferentes demandas que se vayan presentando,
de recursos que les ayuden a afrontar cada etapa de la manera más eficaz
posible.
En el trabajo del hospital con las familias de niños enfermos y con ellos
mismos he podido comprobar, casi a diario, hasta qué punto las dimensiones
médicas de la enfermedad se entrecruzan con las emocionales, sociales y
escolares. El simple anuncio de la enfermedad o una recidiva en su evolución
provocan auténticas quiebras en los sistemas de expectativas y en el equilibrio
inestable conseguido hasta ese momento. En cada nueva situación, los sujetos
afectados (que en el caso de los niños se extiende a todo su entorno) se ven
obligados a reestructurar su sistema de vida, a veces de manera sustantiva:
largas hospitalizaciones, pérdida de la escolaridad y alejamiento de los amigos
y redes sociales, abandono del trabajo por parte de los padres, viajes
19
constantes al hospital, cruce de reproches conscientes o inconscientes, nuevas
vinculaciones con el personal sanitario y de apoyo, etc.
Pueden entender, por tanto, que elegir este tema para hacer la tesis
doctoral parece una opción coherente con mi proprio contexto vital durante
estos años. De entre muchas que he ido analizando, ha sido la única opción
que me podría permitir una continuidad entre el trabajo profesional y el trabajo
académico aprovechando las aportaciones de uno y otro para mi propia mejora
personal.
20
El diagnóstico de cáncer de un hijo provoca, la mayor parte de las veces
una crisis familiar. Los padres y otros agentes de cuidado de los niños
(familiares, maestros, amigos, etc.) deben enfrentarse a responsabilidades
considerables en la administración y cuidado del tratamiento (en el hospital y
en casa), en la explicación de la enfermedad al hijo y en el ajuste del ritmo de
vida a las condiciones de su tratamiento. Los padres juegan un papel crítico
tanto en el cuidado médico como en la facilitación del hijo enfermo de la
aceptación del tratamiento y la enfermedad. Al mismo tiempo, los padres deben
afrontar muchos otros retos, incluidos el mantenimiento de una vida familiar lo
más normal posible, tanto para ellos, como para su hijo enfermo y sus otros
hijos sanos, el mantenimiento de la vida laboral contemporáneamente al
tratamiento médico del hijo, y el mantenimiento normalizado de un red de
apoyo social. En ese sentido, los padres deben aprender a vivir con las
intensas demandas del tratamiento del niño, con la incertidumbre del pronóstico
y puede que, incluso, con el miedo a la potencial muerte del niño. Pero
contemporáneamente, deben ser capaces de mantener una estabilidad y una
vida familiar lo más normalizada posible, por ellos y por sus hijos.
Es por eso que, dentro de las múltiples temáticas que podrían abordarse
desde la Psicopedagogía en el campo de las afecciones oncológicas, he
2
Vance, Y. y Eiser, C. (2004). Caring for a Child with Cancer: a Systematic Review. Pediatric Blood Cancer, 42, 249-
253.
21
escogido la que tiene que ver con una de las funciones básicas del trabajo
educativo: los sistemas de apoyo a las personas que deben enfrentarse a una
enfermedad tan seria como el cáncer. He centrado el estudio en los “estilos de
afrontamiento de la enfermedad” que desarrollan los padres de niños con
enfermedades onco-hematológicas y la forma en que, conociéndolos,
podríamos ayudarles a superar el fuerte impacto que la enfermedad genera.
Vinculado al tema del afrontamiento, aparece, casi siempre, la “sintomatología
depresiva” que, en algunos casos, está en la base del decaimiento y la
incapacidad que algunos sujetos sienten para superar la enfermedad y afrontar
los retos de la vida cotidiana. El conocimiento y estudio de las relaciones
existentes, si las hay, entre el afrontamiento paterno de la enfermedad y la
sintomatología depresiva, pueden ayudar en el campo de la práctica
psicopedagógica hospitalaria y extra-hospitalaria a detectar en momentos
iniciales del proceso de enfermedad subgrupos de padres en riesgo de
desarrollar procesos depresivos severos o estilos de afrontamiento
disfuncionales. Y sabiéndolo, nosotros podemos poner en marcha procesos de
aprendizaje, orientación y supervisión de estrategias de afrontamiento más
eficaces en la situación dada. Esto repercutiría en una mayor adaptación de los
padres a la difícil situación, así como en una mejor adaptación emocional y
conductual tanto de los padres como de los niños enfermos durante todo el
proceso.
22
algún familiar o hermano, de accidentes graves, etc. Muchos estudios de este
tipo se han realizado tras periodos de guerras, migraciones, crisis sociales
profundas. La cuestión está en conocer en profundidad cuáles son los
mecanismos que los sujetos (padres, madres, niños y niñas) ponen en juego
ante situaciones que producen una fuerte ansiedad y que trastocan la vida de
quien las padece. En algunos casos, los sujetos reaccionan con eficiencia y
emplean estrategias saludables y eficaces. En otros casos, se desarrollan
estrategias erráticas e, incluso, autodestructivas. Y es ahí cuando nuestro
apoyo profesional es más fundamental. Ése es el gran papel de la educación,
en mi opinión. Canevaro4 hablaba de nosotros como “i professionisti dell’aiuto”.
Por esa razón, abrí la tesis con las palabras de Terencio: “humanos somos
(humana es nuestra profesión) y nada de lo humano me es ajeno”. Menos
ajeno aún, cuando esos seres humanos con los que trabajamos están en
situaciones delicadas y a cuya ayuda podemos acudir en una especie de “zona
de desarrollo próximo” que vaya más allá del cognitivo vigotskiano: que los
sujetos puedan alcanzar cotas de desarrollo y calidad de vida que no podrían
alcanzar (o lo harían en peores condiciones) por sí solos.
23
partir de ellas, poder revisar mis percepciones y mi propia experiencia de
trabajo.
24
la puesta en práctica y en la adaptación de las mismas tanto a su propia forma
de ser, como a la situación en la que se encuentran.
Creo que está fuera de toda duda el interés que tiene la temática
seleccionada. Si alguna conclusión puedo sacar de todo este tiempo de trabajo
en el hospital ésa es, justamente, que la dimensión psicoeducativa de la
problemática del cáncer resulta en ocasiones difícil de ver para la clase médica
y, en otras, difícil de gestionar por falta de tiempo y preparación. Con
frecuencia, las personas implicadas (los propios niños y sus familias) la sufren
pero sin ser conscientes de ello al habérseles inculcado una cultura
básicamente médica en la que lo importante es atender la medicación y estar
atentos a los plazos de las revisiones. Yo también considero fundamental en el
proceso de adaptación de las familias, el conocimiento de la parte médica de la
enfermedad de sus hijos, pero todo el conjunto de temores y ansiedades, de
alteraciones de comportamientos y relaciones, de alteración de las expectativas
de desarrollo personal, los efectos de la alteración de la propia autoimagen, la
proyección de sentimientos de culpa, el abandono de las tareas escolares y de
las referencias al futuro, etc. todo eso resulta en ocasiones desatendido, con el
peligro que supone el afrontar un proceso tan complicado sin resolver o
prevenir sus posibles efectos en el plano emocional, social y escolar tanto de
los niños enfermos como de sus padres o hermanos.
25
Una de las ideas básicas de este trabajo y de mi propia concepción
sobre la actuación del psicopedagogo con pacientes con enfermedades onco-
hematológicas es que nos encontramos ante pacientes “sanos”, al menos
desde el punto de vista psicológico. Nuestro papel no es hacer terapia con ellos
sino tratar de que reencuentren su equilibrio y de que acomoden los recursos
adaptativos y de afrontamiento, que ya poseen, a la nueva situación. El trabajo
básico a realizar es la prevención de problemas derivados de un mal
afrontamiento de la enfermedad de un hijo. Por eso me parece especialmente
importante analizar esos estilos de afrontamiento de la enfermedad y de las
situaciones sociales que genera, ya que el afrontamiento eficaz será capaz de
disminuir la probabilidad de sintomatología depresiva y en último término, se
prevendrá la aparición de otra serie de problemáticas que acompañan a la
enfermedad grave de un hijo y que dificultan todo el proceso de adaptación
familiar.
La estructura de la tesis
El trabajo que les presento como mi tesis doctoral está organizado,
como suele ser habitual en este tipo de productos académicos en dos partes:
en la primera, teórica, se afronta la estructura conceptual en la que se basa el
estudio; en la segunda, empírica, se desarrolla el proceso de investigación.
26
Médicos Aulas
Hospital hospitalarias
PSICOPEDAGOGÍA DE Escuela
Niños/as LA Profesorado
enfermos ENFERMEDAD Compañeros
(cáncer)
Familia
Padres
Hermanos
27
2- Un segundo capítulo en el que se entra ya más específicamente
en el trabajo educativo con niños/as enfermos. El planteamiento
que se hace es general aunque, como parece obvio, nosotros le
prestamos un especial interés a la situación de los niños y niñas
afectados por alguna enfermedad onco-hematológica.
3- Un tercer capítulo dedicado al trabajo psicopedagógico con
familias con hijos enfermos tomando en consideración el impacto
que la enfermedad de un hijo (sobre todo en el caso de
enfermedades graves) tiene sobre la familia y los sistemas de
apoyo que desde la Psicopedagogía se les puede prestar.
4- El cuarto capítulo está dedicado a un abordaje más específico a
los procesos educativos y escolares que se pueden prestar a los
niños enfermos, tanto si están hospitalizados (a través de las
aulas hospitalarias) como si ya se encuentran en fase de
recuperación y pueden ser atendidos en su casa o en la escuela.
Se parte, obviamente, de la “educación inclusiva” como marco de
referencia necesario para legitimar la acción educativa sin que
puedan tomarse como objeciones las particulares condiciones
personales de cada niño. Partiendo de ese derecho de “una
educación para todos”, se va indicando el tipo de apoyo que
podría prestársele al niño/a enfermo en cada una de las fases de
su enfermedad.
28
Cuadro 2: Estructura parte empírica de la tesis
29
depresivas. En ambos casos se realiza un análisis sistemático y
profundo de sus resultados que va desde la consideración de las
respuestas ítem a ítem hasta el estudio de las correlaciones,
conglomerados y factores que surgen de las respuestas recibidas.
Con ello no solamente obtenemos datos sobre el tema estudiado
sino que sometemos a contraste la propia prueba que hemos
empleado.
8- En el octavo capítulo se realiza el análisis de la línea B de la
investigación. Establecido el guión de la entrevista y validado por
los jueces, la investigadora (que está estudiando su propia
actuación como técnica del apoyo) somete a juicio sus dinámicas
relacionales con una muestra de las familias de niños/as
enfermos que tuvo que atender. Todo ellos será estudiado a
través del análisis de contenido y los mapas conceptuales.
9- El noveno capítulo recoge las conclusiones del estudio
integrando tanto los datos provenientes del análisis de los
cuestionarios como del de las entrevistas.
10- Se concluye con un pequeño resumen de reflexiones personales
sobre el trabajo realizado y sobre las perspectivas a seguir por
quien desee continuar en esta línea de investigaciones.
30
1. LA PSICOPEDAGOGÍA DE LA
ENFERMEDAD
31
32
1.1 Introducción
En este primer capítulo de la tesis pretendo aclarar (y aclararme) con
respecto al marco general al que se referirá todo el trabajo: la Psicopedagogía
de la enfermedad y la estructura conceptual y operativa que la enmarcan. No
se trata de un propósito sencillo porque son muy escasos los trabajos
realizados bajo ese rótulo, pero estoy convencida de que responde a una
necesidad patente en nuestra sociedad desarrollada.
5
A lo largo del trabajo alternaré el masculino genérico (psicopedagogo) con la expresión doble (psicopedagogo/a). Es
conocido que la mayor parte de las personas que ejercen tareas pedagógicas similares a las que aquí se describen
somos mujeres. Con todo, en aras de no convertir el texto en una acumulación de “o/a” que lo haga insufrible,
habitualmente usaré la acepción masculina para referirme a todo el colectivo de profesionales. Espero no molestar a
nadie.
33
ninguna referencia con esa denominación entrecomillada en Internet. Para
algunas personas, puede que resulte innecesaria desde el punto de vista
práctico, a la vista de que no existe un perfil profesional con esa denominación,
ni un puesto de trabajo específico bajo ese rótulo. Y sin embargo, mi
experiencia de trabajo hospitalario con niños con enfermedades onco-
hematológicas me ha demostrado que no sólo no resulta superfluo, sino que
constituye una necesidad clara. Espero poder hacer algunas propuestas que
apoyen esta afirmación.
6
Zabalza Beraza, M.A. (1991). Otros espacios educativos para sujetos con necesidades especiales. Conferencia
plenaria en el Congreso Internacional sobre Educación Especial y Formación de Profesores, organizado conjuntamente
por las Universidades de Santiago, Bologna, Bruxelles y Leeds. Santiago, 4-6 abril 1991, (paper).
34
clave” para el trabajo educativo. Los momentos de la vida cotidiana (el pasear,
el ir al comedor y comer, el moverse por el jardín o descansar en una hamaca,
la realización de los trabajos que se les encomiendan, el acostarse, el estar
frente al televisor) son momentos en los que las personas enfermas siguen
viviendo, siguen dando vueltas a su situación, se desesperan o, por el
contrario, construyen recursos de esperanza y supervivencia. Esos momentos
aparentemente inútiles resultan ser momentos de una enorme importancia para
los sujetos y su mejora. Hay muchos momentos de esos en el hospital.
Momentos que afectan a los enfermos y también a sus familiares. Parte de la
Psicopedagogía de la enfermedad, es la psicopedagogía de la presencia.
Saber estar allí, saber qué decirles o cuándo callar, saber idear propuestas que
mejoren su estado de ánimo, saber fortalecer sus recursos personales para
afrontar los desafíos de la enfermedad y de la vida que sigue. Todo ello forma
parte del guión de atenciones que precisan. Mucho de eso me ha tocado hacer
a mí en estos años de trabajo.
Médicos Aulas
Hospital hospitalaria
s
PSICOPEDAGOGÍA Escuela
Niños/as DE LA Profesorado
enfermos ENFERMEDAD Compañeros
(cáncer)
Familia
Padres
Hermanos
35
Como puede verse en el cuadro, el elemento core de la tesis que
pretendo desarrollar tiene que ver con la Psicopedagogía de la enfermedad,
planteamiento fronterizo entre diversas disciplinas que podrían verter sus
miradas sobre las acciones a desarrollar en relación a los sujetos enfermos.
36
Como señalaban Polaino y Llorente (1998)7 la enfermedad es un suceso
altamente perturbador que crea desconcierto en el enfermo y en su entorno. Es
un desconcierto global que resquebraja los sistemas de adaptación de los
afectados. Sucede así porque la enfermedad trasciende sus componentes
orgánicos y afecta a la totalidad de la persona y a sus circunstancias. Es por
eso que podemos decir que la idea de enfermedad es polícroma y echa sus
raíces tanto en aspectos de disfunciones orgánicas (somáticas o psíquicas)
reconocidas por la ciencia médica, como en aspectos sociales. La primera
vertiente es fácilmente reconocible en nuestro mundo cotidiano. Todos hemos
estado enfermos alguna vez y hemos acudido en busca de ayuda al médico. La
dimensión social de la enfermedad contiene elementos más sutiles. Dice
Maturana (1995)8 que la enfermedad son “conversaciones repetitivas y
recurrentes que establecen dinámicas de sufrimiento en un cierto contexto”. Es
decir, también existe enfermedad cuando la gente dice sentirse mal y genera
toda una construcción cognitiva y emocional en torno a esa sensación.
7 Polaino-Lorente, A. y Ochoa, B. (1998). Un estudio acerca de la satisfacción de los padres con la hospitalización de
sus hijos. Acta Pediátrica Española, 56 (2), 100-108.
8
Maturana, H. (1995). Desde la biología a la psicología. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.
37
En cualquier caso, ni la salud ni la enfermedad son ajenas a los factores
psicosociales y a las condiciones medioambientales en las que los sujetos se
mueven. Por eso se insiste en la naturaleza multifactorial de las enfermedades.
Las enfermedades son lo que son (en su etiología, en su naturaleza, en su
ritmo de aparición y desarrollo, en su proceso de remisión o avance) en función
de las circunstancias en que se producen y los enfermos reaccionan de la
manera en que lo hacen en base a la misma convergencia de elementos que
les afectan y condicionan.
38
(1978)9 se atrevió a dar una respuesta a esa cuestión desde la sociología
señalando que las expectativas para el rol del enfermo son: (a) que reduzca su
rendimiento en otros roles; (b) que asuma su dependencia y se deje atender
por otros; (c) que trate de salir de la enfermedad lo antes posible o que reduzca
al mínimo la incapacidad que ésta le provoca, (d) que colabore animosamente
y atienda los requerimientos de los “otros significativos” que le apoyan
(sanitarios, familiares, técnicos). Pero ese cambio no se produce de forma
espontánea y no todos los pacientes consiguen hacer el tránsito. La aceptación
del rol de enfermo moviliza los diversos recursos psicosociales de que dispone
pero, en simultáneo se desatan también todas sus resistencias al cambio, su
tendencia a la regresión, a la pasividad, a las reacciones agresivas o nihilistas,
a la depresión, a la negación. Por eso la importancia de la psicopedagogía y de
la psicología como sistemas de apoyo. En cualquier caso, la adaptación a la
enfermedad no es algo que se logre de una vez por todas. Es un proceso
constante de tensión con avances y retrocesos. Un esfuerzo que precisa de
mucha ayuda exterior.
9
Denton, J. (1978). Medical Sociology. Boston: Houghton.
39
En nuestro caso, la Psicopedagogía no están tan interesada en análisis
globales de la enfermedad como concepto, sino en sus efectos sobre los
sujetos que la padecen. Nuestra mirada es una mirada sobre los “sujetos”
enfermos y nuestra misión la de generar mecanismos de ayuda que le permitan
recuperar su propia subjetividad, su control sobre sí mismo y su proyecto de
vida, su derecho a un desarrollo personal y social lo más intenso y equilibrado
que sea posible.
40
de incertidumbre. Es la fase de las grandes pruebas médicas (algunas
agresivas) y en la que lo que se altera es el ritmo de vida de los afectados:
consultas, analíticas, cambio de hábitos, régimen de comidas, alteraciones
intensas de la vida cotidiana, disfunciones sexuales, etc. Todo ello genera un
gran estrés que puede llegar a provocar problemas psicológicos serios:
depresión, demencias prematuras, conductas reactivas que rehúyen la
colaboración y reaccionan agresivamente contra sus cuidadores, etc.
10
Shuman, R. (1999). Vivir con una enfermedad crónica. Una guía para pacientes, familiares y terapeutas. Barcelona:
Paidós Ibérica.
11
Iglesias, A. (2008). Op. Cit.
41
• a las cargas personales de la enfermedad y el sufrimiento que genera
en el enfermo se añaden las cargas para la familia. Todos deben
aprender a convivir con la nueva situación, que modifica no sólo las
rutinas y hábitos de la persona enferma, sino que involucrará, en
mayor o menor medida, y de una manera u otra, a toda la familia;
• al problema físico se añade un fuerte estrés emocional, desconcierto
ante la nueva situación y un estado de ansiedad generalizado.
12
Iglesias, A. (2008). Op. cit.
13
Alves, M. (1997). Programa de Libertaçao criativa com imagem: Desenvolvido para Crianças com Necesidade de
Apoio Pedagógico. Universidad de Salamanca. Tesis Doctoral.
14
Fernández, M. (1999). La orientación familiar en el contexto hospitalario. Universidad de Salamanca. Tesis Doctoral.
15
Serradas, M. (2001). La acción educativa como alternativa en la resolución de la ansiedad del niño hospitalizado.
Universidad de Salamanca. Tesis Doctoral.
16
González, F. (2002). Calidad de vida percibida por los niños hospitalizados en Castilla y León. Universidad de
Salamanca. Tesis Doctoral.
17
Calvo, I. (2002). Estudio de las necesidades percibidas por profesionales, padres y voluntarios en niños
hospitalizados en el distrito universitario de Salamanca. Universidad de Salamanca. Tesis Doctoral.
18
Lizcano, F. (2003). Análisis de necesidades de las personas con enfermedad mental grave y prolongada usuarios de
la red pública de asistencia psiquiátrica y salud mental de Castilla y León. Universidad de Salamanca. Tesis Doctoral.
19
Eiser, C. (1995). Choices in measuring quality of life in children with cancer: a comment. Psico-onchology, 4, 121-
131.
20
Van Dongen-Melman, J. E. W. y Sanders-Wondstra J. A. R. (1986). Psychological aspects of childhood cancer: a
review of the literature. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 1, 145-180.
42
la curación de la enfermedad. La ansiedad se traslada, además, al entorno del
enfermo y a veces la ansiedad de unos se refuerza con la ansiedad de los
otros. Por eso proponen los especialistas dar importancia a la información,
sobre todo en las primeras etapas, como mecanismo para neutralizar el temor
que la enfermedad genera.
La forma en que los sujetos producen estos cambios tiene mucho que
ver con sus propias características personales y con el apoyo o presión del
ambiente en que vive. Dependen también de las características de la
enfermedad y del grado de incapacitación que produzca.
21
Iglesias (2008). Op. cit.
22
Ortiz, Mª del C. (1995). Pedagogía hospitalaria. Siglo Cero, 25 (5), 155, 41-45.
23
Ortiz, Mª del C. (2001). Perspectivas de la pedagogía hospitalaria. En C. Grau y O. Ortiz. La pedagogía hospitalaria
en el marco de la escuela inclusiva (pp. 19-57). Málaga: Editorial Aljibe.
43
1.2 La enfermedad
Digamos en primer lugar que la Psicopedagogía de la enfermedad, como
su propio nombre indica, resulta de la fusión de aportaciones que surgen tanto
del campo pedagógico como del psicológico para apoyar a los sujetos
enfermos y a sus contextos. De esa fusión de componentes psicológicos y
pedagógicos nace un entramado conceptual y operativo que define el tipo de
apoyo que en cada momento puede resultar más útil a los niños enfermos y
sus familias. En nuestro caso y tal como la vamos a abordar aquí, en el marco
de una tesis doctoral que se defiende en la Facultad de Ciencias de la
Educación, tiene que buscar sus raíces preferentemente, como resulta obvio,
en la propia Pedagogía y dentro de ese espacio disciplinar en lo que en algún
tiempo se denominó Pedagogía Diferencial, término que cayó en desuso al irse
configurando y cobrando identidad las diversas especialidades pedagógicas. A
su vez, la Pedagogía (como la Psicología) ha de incluirse por necesidad
epistemológica entre las Ciencias Humanas24 porque ése es su principal objeto
de estudio e intervención y entre las Ciencias Sociales porque nada humano
puede acontecer al margen del contexto social.
24
Me refiero aquí al sentido clásico de las Ciencias Humanas, no a las Humanidades tal como categoría de las áreas
científicas actualmente al uso.
25
Freund, J. (1975).Teoría de las Ciencias Humanas. Barcelona Península.
26
Sanvisens, A. (1965). El problema de la coordinación social. Barcelona: Instituto de CC. Sociales.
44
que las Ciencias Humanas presentan tres características fundamentales
(claramente aplicables a nuestro caso):
• El pensamiento integrado (siendo todo lo humano de naturaleza
compleja, su conocimiento requiere de aportaciones convergentes y
coordinadas de resultados provenientes de las distintas ciencias de lo
humano; posteriormente cada ciencia humana las empleará en
sentido diferente pero siempre con el mismo objetivo: el conocimiento
global del fenómeno humano).
• El compromiso optimizante (buscándose el desarrollo no sólo del
conocimiento en sí, sino la mejora del aspecto humano estudiado).
• El universalismo trascendente (trascendencia que no lleva a la
generalización, como en las ciencias duras, sino a los fenómenos
humanos como realidad general).
27
Colom, A. J. (1981): Teoría de la educación y la oferta de la teoría de los sistemas generales Documento
mimeografiado. Seminario Epistemología de las CC. de la Educación. Universidad de Salamanca.
45
integración de dimensiones y factores diversos y, por tanto, como relación. De
esta manera, el objeto de las diferentes Ciencias Humanas se refiere a aquel
espacio específico de la realidad que recoge la dinámica relacional del ser
humano. Cada una de ellas trata de desarrollar el conocimiento de los
elementos, influencias y consecuencias de la acción humana. Posteriormente y
en base a los conocimientos alcanzados, hará propuestas para mejorar su
funcionalidad y la calidad de vida de los implicados.
46
busquen más la implicación activa de los participantes. El espacio pedagógico
ha ido adquiriendo nuevos enfoques y reorientando sus propuestas educativas.
La educación ha ido conceptualizándose con diversas formulaciones: como
desarrollo (tanto personal, como social), como liberación (tanto de las
limitaciones intrínsecas al propio sujeto, como de las que le impone su
entorno), como capacitación socio-laboral (como inversión en el desarrollo
económico y social de las naciones; como desarrollo comunitario); como
mejora moral (atribuyéndole capacidad de impacto en el comportamiento de las
personas, los grupos, los pueblos); como mejora de la calidad de vida (en lo
que tiene de atención a sujetos con necesidades especiales, en educación para
la salud, en educación a la solidaridad). Parece evidente que cada una de tales
perspectivas implica una visión bien distinta de una pedagogía escolar y
centrada en los niños.
47
2) La consideración de la acción educativa y de apoyo a las personas
como un fenómeno complejo y punto de cruce de perspectivas
disciplinares diferentes. Esta condición de interdisciplinaridad trae
consigo dos consecuencias importantes para la Psicopedagogía de la
enfermedad:
o está llamada a actuar en el seno de un contexto interdisciplinar. Las otras
disciplinas y sus aportaciones (fundamentalmente las provenientes de las
ciencias de la salud y de las ciencias sociales) constituyen el marco de
referencia conceptual y metodológico en que la Psicopedagogía de la
enfermedad ha de definir sus propios parámetros como disciplina y como
campo de acción. Añadiendo sus propias aportaciones, por supuesto.
o como quiera que ese conjunto de disciplinas interactuantes complementan
(o así debieran hacerlo) su actuación de cara a un objetivo común (el mejor
conocimiento y desarrollo de los sujetos a través de sistemas de apoyo
especializados) podríamos decir que constituyen un sistema disciplinar en
cuyo seno cada disciplina no está jugando su propia batalla singular sino
que, en y a través de la interacción con las otras, ejerce una función
específica referida al conjunto del sistema. Eso afecta también y de manera
básica a la Psicopedagogía de la enfermedad: tan importante como saber
cuál es su naturaleza singular resulta plantearse qué es lo que ha de
aportar, en interacción con las otras disciplinas vinculadas al cuidado de los
enfermos, al conocimiento y desarrollo de los procesos de apoyo a los
28
mismos. Como señalan Bermejo y Carabias (1998) , lo importante es estar
en condiciones de poder crear y/o participar en comunidades terapéuticas
que resulten beneficiosas para los enfermos y sus familias.
48
utópicos no se hacen propuestas para ser llevadas a cabo, sino para
creer en ellas y para que sirvan de energía movilizadora en el terreno de
las ideas y de las prácticas. Rousseau previene a sus posibles lectores
en el prólogo del Emilio para que no busquen en la obra un tratado de
educación sino las fantasías de un visionario de la educación; les
advierte de que él no propone algo para ser llevado a cabo sino una idea
que se justifica en sí misma, en su propia bondad absoluta. Esta
perspectiva utópica, en ocasiones, de lo educativo, resulta necesaria en
el trabajo con personas enfermas, por cuanto pese a la naturaleza irreal
y, con frecuencia, paradójica, de las ideas, si los proyectos utópicos
poseen una cierta congruencia interna no se quedan en meras
elucubraciones sino que sirven de revulsivo a planteamientos "realistas"
construidos desde nuevos postulados generales o nuevos modos de
aproximación a lo real. Sirven para cambiar la mirada y buscar otras
alternativas de acción.
29
Berbaum, J. (1982). Etude systemique des actions de formation. Paris: Presses Universitaires de France.
49
intencionalidad afecta también a la Pedagogía de la enfermedad de una
doble manera:
o -El tipo de acción que se proponga será siempre intencional en cuanto es,
por lo general, consciente y fruto de una decisión. La intención se refiere al
propio hecho de actuar, y al hacerlo de una determinada manera a partir de
ser tomada la correspondiente decisión.
o La acción educativa es, además, intencional, porque se actúa para algo: se
trata de una acción finalizada, regida por un objetivo (que podrá estar mejor
o peor formulado, estar más o menos automatizado, etc.).
o En cualquier caso, la intención básica, la intención por excelencia de
cualquier proceso educativo es el perfeccionamiento del sujeto. La idea de
perfeccionamiento marca, a la vez, el lindero entre lo que es Pedagogía y
lo que es cambio intencional propugnado desde otras modalidades de
influencia: propaganda, influencia social, actuaciones de conducción o
30 31
manipulación, etc. (Reboul, 1981 ; Snook, 1972 ).
La cuestión de la intencionalidad y la forma concreta en que se
operativiza ha traído consigo no pocos debates en el seno de las
disciplinas pedagógicas: legitimación axiológica de los propósitos (en
qué se justifican las acciones planeadas), la necesidad de consenso en
el establecimiento de las finalidades (quién toma la decisión, bajo qué
condiciones de consenso ha de ser tomada), los diferentes modos y
niveles de concreción de las metas propuestas (a donde nos deben
llevar las acciones propuestas: a nuevos conocimientos, a nuevas
conductas, a cambios personales).
Similares debates ha provocado la concreción de la idea de
perfeccionamiento a la que la Psicopedagogía y la Pedagogía deben
referir sus propuestas. No es fácil concretar qué sea la perfección o a
qué tipo de perfección se ha de orientar a los sujetos. Los sujetos
enfermos, en nuestro caso. Pero aunque resulte difícil concretar el
concepto, sí han quedado claros algunos principios pedagógicos que
deben orientar esa intencionalidad:
o El marco de referencia desde el que se diseña la "perfección buscada" es
siempre el sujeto con sus demandas y lo son, substitutivamente, aquellos
que legítimamente pueden establecer y definir las propuestas
30
Reboul, O. (1981). El adoctrinamiento. Madrid: El Ateneo.
31
Snook, I. A. (1972). Concepts of Indoctrination. Philosophical Essays. Londres: Routledge and Kegan Paul.
50
educacionales y de apoyo a seguir (la Administración Educativa, los padres
de los sujetos cuando éstos son menores de edad, las agencias formativas
autorizadas, los profesionales, etc.). Es decir, la intencionalidad del proceso
de ayuda no depende de la particular discrecionalidad de cada operador
psicopedagógico para que éste pueda hacer lo que le parezca o para que
pueda aplicar su particular idea de qué signifique la perfección.
o El propio contenido de la perfección buscada. La cuestión en este caso es,
¿qué se espera que se perfeccione a través de los programas
psicoeducativos con personas enfermas? No se trata de una cuestión
teórica. Los cruces de lógicas y percepciones pueden generar
planteamientos que entran en conflicto. Lo que desde el punto de vista de
algunos resulta básico puede ser secundario para otros.
o Las condiciones en que tal perfeccionamiento ha de ser logrado. La bondad
del fin no justifica los medios que se utilicen en su consecución. En ese
sentido no son psicoeducativamente legítimas ni formas de presión, ni
subterfugios de conducción, ni estrategias de manipulación o seducción de
los sujetos. La cuestión a plantearse es ¿bajo qué condiciones un proceso
de mejora de los sujetos es psicopedagógicamente correcto?, o bien ¿la
ausencia de qué tipo de cualidades haría que un proceso, pese a producir
ganancias en los sujetos, dejara de ser educativo? La condición que suele
señalarse como básica es la de la participación consciente y voluntaria del
sujeto con el que se actúa.
32
Iglesias, A. (2008). Op. Cit.
51
(2003)33 cuando hablan del pedagogo/a hospitalario al que atribuyen la función
de “aprovechar el tiempo que el paciente pasa en el hospital para ejercer
labores educativas encaminadas a mejorar, si es posible, la salud del paciente
y (…) lograr la adaptación del paciente a la nueva situación en que se halla”.
Se trata de definiciones interesantes pero, desde mi punto de vista y desde mi
propia experiencia, incompletas porque se centran sólo en los enfermos
hospitalizados y porque reducen el apoyo a tareas educativas. Pero sucede
eso porque ellos han optado por la denominación Pedagogía de la
Enfermedad. Nosotros lo hemos hecho por la Psicopedagogía de la
enfermedad y eso nos abre más el campo del apoyo incluyendo no sólo los
aspectos educativos sino todo aquello que sea útil para proporcionar sosiego
personal, estímulo al desarrollo, reducción del estrés y la depresión, etc. Como
señalaba Popper (en Antiseri, 197734) lo que distingue a una disciplina no es
tanto su objeto de estudio (casi siempre compartido) sino el tipo de problemas
que ayuda a resolver. En ese sentido, la atención y el trabajo con los sujetos
enfermos es, desde luego, el eje central de la Psicopedagogía de la
enfermedad, pero no es la única aportación que desde ella se puede hacer. A
veces la intervención sobre la familia (por ejemplo, en la fase final de la
enfermedad o cuando se trata de niños enfermos) o sobre el propio entorno del
enfermo resulta de vital importancia. Por otra parte, tanto la Pedagogía como la
Psicología, en tanto que campos de saberes y de recursos de intervención,
poseen un discurso suficientemente potente como para hacer aportaciones
psicopedagógicas significativas en el ámbito del desarrollo institucional, del
trabajo colegial y coordinado, en la planificación, implementación y evaluación
de programas, en la formación del personal técnico, en el análisis de creencias
y percepciones, etc.
33
Flores, Mª. D.; Armero, D. y García, M. (2003). Educación para la salud en el ámbito hospitalario: un caso práctico.
En Mª. D. Flores (Coord.). La promoción de la salud: una perspectiva pedagógica (pp. 89-114). Valencia: Nau Llibres.
Serie Educación Social.
34
Antiseri D. (1977). Il mestiere del filosofo. Didattica della filosofia. Roma: Armando.
52
vida de los sujetos enfermos y su entorno. En dicho entorno cabe incluir a la
familia, a la institución hospitalaria y al personal sanitario, a los servicios
comunitarios, a la escuela y al personal docente, a la comunidad local y al
propio psicopedagogo/a. De esta manera queda más claro el amplio espectro
de dimensiones y espacios que desde la Psicopedagogía de la Enfermedad se
pueden abordar. Y estamos de acuerdo con Iglesias (2008, pp. 127)35 cuando
concluye que debe actuar como “un crisol de modelos, un lugar de encuentro
para luchar contra la enfermedad ordenando y sistematizando los diversos
enfoques, ofreciendo también criterios claros de intervención y herramientas de
apoyo diseñadas exclusivamente para estos problemas”.
35
Iglesias, A. (2008). Op. Cit.
53
• Diseñar modalidades de apoyo que posibiliten el logro de los
mayores niveles posibles de autonomía y reinserción social de los
enfermos.
• Establecer estrategias de colaboración y trabajo en equipo entre el
personal que atiende a los enfermos de forma que se generen
sinergias y se haga más eficaz el trabajo colectivo.
• Dominar los dispositivos diagnósticos que nos permitan detectar las
necesidades educativas y de aprendizaje de los sujetos enfermos.
• Desarrollar estrategias de apoyo a las familias con miembros
enfermos.
• Planificar y desarrollar estrategias de intervención en la comunidad
dirigidas a propiciar una mayor aceptación e inserción de las
personas enfermas en las actividades y responsabilidades
ciudadanas.
• En algunos casos (como sucede en el trabajo con niños con
enfermedades onco-hematológicas), aprender a controlar las propias
reacciones de desesperación y desánimo cuando alguno de nuestros
educandos empeora o muere.
36
Iglesias, A. (2008). Op. Cit.
54
6) Resultados.
7) Seguimiento.
55
objetivos previstos. En la evaluación se analizan los siguientes aspectos:
conducta del paciente (alteraciones observadas como consecuencia del
programa seguido); adhesión al tratamiento; procesos realizados y resultados
obtenidos en cada uno de ellos; dolor crónico, malestar y evolución de su salud
a lo largo del periodo; aprendizajes alcanzados y nuevos hábitos de vida;
calidad de vida observable en el paciente y su entorno. A partir esta evaluación
y de la identificación de los resultados alcanzados de adoptarán las decisiones
que resulten pertinentes (por ejemplo, dar por superado el proceso de
enseñanza-aprendizaje y pasar a la fase de seguimiento). De ellos surgirán,
además, ideas para reajustar el proceso en aquellos puntos que lo precisen. El
último nivel de intervención en este modelo se refiere al seguimiento que
supondrá la toma de contacto con el paciente y la recogida de informaciones
relevantes a intervalos variables.
37
Riopelle, L.; Grondin, L. y Phaneuf, M. (1993). Cuidados de Enfermería. Aplicación del proceso enseñanza-
aprendizaje. Madrid: Interamericana. McGraw-Hill.
56
Comportamientos de ayuda
Fases Manifestaciones
(Pedagogía)
-Concienciación de las molestias. -Favorecer la expresión de los sentimientos.
Primera -Inquietudes de cara al diagnóstico. -Manifestar una comprensión empática.
fase -Preocupaciones, sentimientos de -Este periodo de dudas puede a veces
culpabilidad. estimular la motivación para conocer.
-Hacer que exprese la frustración o el
-Choque psicológico (si es grave el desaliento.
problema). -Establecer una colaboración.
Segunda
-Inquietud por el futuro. -Este periodo puede ser favorable para
fase
-Cólera, negación de la enfermedad entablar una relación de confianza previa a
o desesperación. la enseñanza, pero el paciente no está
preparado aún para el aprendizaje.
-Visión más realista.
-Demostrar las ventajas del tratamiento o de
-Aceptación más o menos completa
las modificaciones del estilo de vida con el
de la enfermedad y tratamiento.
Tercera fin de suscitar la motivación.
-Temor a las complicaciones.
fase -Este periodo es propicio para el
-Deseo de curación.
aprendizaje.
-Motivación para hacer lo necesario,
a estos efectos.
-Apoyar los esfuerzos.
-Convalecencia. -Alentar la perseverancia.
Cuarta -Esperanza. -Este periodo es favorable para el
fase -Adaptación a ciertas limitaciones. aprendizaje, aunque a veces, si la
preocupación es menor, la motivación y la
voluntad disminuyen.
Tabla 1: Fases de la adaptación a un problema de salud (Riopelle, Grondin y Phaneuf, 1993, p.126)38.
38
Riopelle, L; Grondin, L y Phaneuf, M. (1993). Op. Cit.
57
colaboración consciente en el tratamiento). Y para ello le resulta muy
conveniente contar con dispositivos pedagógicos que le faciliten esos
aprendizajes. En ese sentido, hablar de Psicopedagogía de la enfermedad
constituye una formulación prácticamente literal de lo que sucede en otros
ámbitos de la vida. Las estrategias de enseñanza–aprendizaje forman parte
sustantiva, en este planteamiento, del tratamiento de la enfermedad y a ellas se
encuentran avocados tanto el personal sanitario como el resto de profesionales
de apoyo al enfermo.
39
Sanfeliz, A. (2003): La familia del enfermo infantil y adolescente. En M. Die Trill (Edit.). Psico-oncología (pp. 463-
472). Madrid: ADES Ediciones.
58
Pero más interesante que un esquema clasificatorio como el visto,
resulta la aportación que la propia Sanfeliz hace al socaire de la descripción del
caso clínico de un niño sudamericano que, tras el diagnóstico en su país, sigue
el tratamiento en los EEUU. En el siguiente cuadro se recogen las acciones de
apoyo que se le prestaron durante las diferentes fases del tratamiento:
Etapas de la
Modalidades de apoyo
enfermedad
59
1.2.4 Mi enfoque del trabajo psicoeducativo con niños
enfermos de cáncer y sus familias.
El Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela
(CHUS) al igual que muchos otros en España, está dotado de un servicio de
apoyo psicopedagógico que se ofrece por la Asociación Española contra el
Cáncer (AECC). Tras mi experiencia en diversos hospitales italianos, a mi
ingreso en el servicio compostelano presenté una propuesta de trabajo que
operativizaba una visión amplia de lo que, en mi opinión, había que hacer para
poder dar una respuesta adecuada a las demandas de los niños con
enfermedades onco-hematológicas y sus familias. La propuesta fue aprobada
por la AECC y el Departamento de Pediatría, a través del Servicio de
Oncología y Hematología Pediátrica y sirvió de marco operativo para los
siguientes años.
60
Foco de atención Actividades a desarrollar
61
Foco de atención Actividades a desarrollar
-generar una base de datos sobre familias y niños que se han visto
afectados por la enfermedad para hacer un seguimiento y ponerse a
su disposición para lo que precisen;
-asesorar a la Asociación en cuantas iniciativas ponga en marcha a
favor de los niños enfermos o que han padecido la enfermedad;
-informar y formar a los miembros de la asociación en aquellos
factores psicoeducativos que afectan al proceso terapéutico y a la
AECC convivencia con los sujetos enfermos;
-facilitar momentos de intercambio recíproco de vivencias y
sentimientos respecto a la relación con los niños enfermos y con sus
familias;
-participar en colaboración con los especialistas en investigaciones
nacionales o internacionales sobre los efectos del tratamiento
oncológico en el posterior desarrollo psicoeducativo de los niños;
62
Fases AECC Actividades de apoyo a desarrollar
63
Fases AECC Actividades de apoyo a desarrollar
Situaciones de crisis
A lo largo del proceso de enfermedad pueden irse produciendo diversas situaciones que
requerirán de intervenciones específicas. Entre ellas, cabría mencionar las siguientes.
-En relación a los padres:
• Sesión en los días posteriores a la comunicación con el
objetivo de facilitar la expresión de emociones, sobre todo ira
y desánimo, así como trabajar sobre las ideas desadaptativas
que puedan surgir.
• Valoración del estado emocional de los miembros de la
familia, sobre todo padres y hermanos
• Valoración de los recursos y habilidades de afrontamiento con
Recaída o recidiva las que cuentan los miembros de la familia
Se trata de la reaparición • Recordar y trabajar las pautas iniciales de manejo de la
de la enfermedad situación que se dieron tras el diagnóstico (sobre-
después de un intervalo aprendizaje), intentando evitar el aislamiento
de tiempo libre de la • Ofrecimiento de apoyo psicopedagógico ante cualquier
misma. Es un período problemática emocional
variable que no siempre -En relación al niño:
sucede. • Valorar la información que tiene el niño sobre su nueva
situación
• Remarcar las pautas de manejo dadas tras el diagnóstico
para facilitar la readaptación al hospital
• Observación centrada en posibles problemas emocionales
derivados de la situación de recaída
-En relación al personal sanitario:
• Informe sobre la vivencia de la familia y el niño en relación a
la recaída.
67
Fases AECC Actividades de apoyo a desarrollar
68
Fases AECC Actividades de apoyo a desarrollar
69
Fases AECC Actividades de apoyo a desarrollar
70
los niños enfermos y de su entorno. Frente al diseño del apoyo de modelos
más clínicos (médicos, psicológicos, etc.), mi propuesta, sin abandonar los
aspectos básicos de ambas dimensiones, se abría a la consideración de otras
dimensiones: la relación muy intensa con las familias (incluidos los hermanos y
abuelos); con las escuelas y profesores, con el voluntariado, etc. Ése es el
sentido que para mí tiene la Psicopedagogía de la enfermedad (esto es, la
intervención psicopedagógica ante situaciones de enfermedad en los niños/as y
adolescentes).
71
No deseo hacer una reivindicación profesional de la denominación que
adoptemos para referirnos a las personas que lleven a cabo acciones de apoyo a los
sujetos enfermos. Podemos hablar de pedagogos/as; de “educadores/as
especializados”, de “psicopedagogos/as”. En Italia se les denomina “operatori
pedagogici” y es la denominación que estimo más apropiada, pues destaca la doble
dimensión de este tipo de profesionales: deben poseer competencias pedagógicas
porque su trabajo tiene una esencia educativa clara pero, a la vez, el trabajo que
habrán de desarrollar es de naturaleza práctica. Desde mi opinión y experiencia,
también deberían poseer competencias psicológicas por la naturaleza del trabajo que
van a desarrollar.
40
Piero Bertolini (1982) defiende la opción de definir como pedagógica esta
función/profesión porque ello implica una mayor concreción de las condiciones y
estrategias en las que se ejerce. Y señala tres de dichas condiciones:
• implica la posesión de unos conocimientos (y, por tanto, la realización de unos
estudios);
• implica una forma de distanciamiento reflexivo con respecto a la actividad que
se ejerce (no es sólo hacer cosas sino que se trata de aplicar un conocimiento
a situaciones diferenciadas y con ciertos propósitos: hoy lo denominaríamos
competencias);
• implica una cierta conciencia de protagonismo y responsabilidad sobre las
acciones que se ponen en marcha.
También Ortiz (1999)41 prefiere la denominación de “pedagogo hospitalario” y
le atribuye una función de colaboración con el personal sanitario.
40
Bertolini, P. (1982). Funzioni e ruolo dell’operatore pedagógico. En ANFFAS-AIAS. L’educatore–operatore
nell’handicap: professione e formazione. Actas de la Mostra Convegno nell’ambito de HOSPITAL 82 (pp. 29-42).
Bologna, 2-3 Octubre (paper).
41
Ortiz, Mª. C. (1999). Formación de los profesionales del contexto hospitalario. Revista de curriculum y formación de
profesorado, 3 (2), 83-105.
72
En este tipo de actividades, por profesionales que sean, juega un papel
importante la dimensión personal de quienes las ejercen. Es en tanto que
personas (de lo que uno es como persona) que se está capacitado para
acceder a los demás. Van a ser dimensiones muy vinculadas a lo personal las
que entran en juego en la relación educativa: la capacidad de empatía, la
disponibilidad, el estilo de relación, la flexibilidad, las modalidades de
comunicación interpersonal. En las relaciones con otros en situación de
especial vulnerabilidad como son los “enfermos”, este aspecto resulta, si cabe,
más básico. Algunos lo han llamado “vocación”, aunque resulta un término
problemático por sus implicaciones religiosas. En cualquier caso, nada de todo
esto lo dan los títulos.
42
Enrique Martínez Reguera (2009) , pionero relevante en el mundo del trabajo
con sujetos inadaptados, ha defendido desde hace muchos años la contraposición
entre la visión antropológica que contrapone la identidad personal con la
profesionalización académica. Para él, la profesionalización produce, con frecuencia,
una especie de vaciamiento personal. Uno deja de ser él o ella mismo para convertirse
en un rol, en un “titulado”, en un conjunto de derechos. El profesional se presenta a sí
mismo no como la persona que es sino como el título que posee. No dice “yo soy Luis”,
sino “yo soy médico” y eso transforma, en alguna medida, la relación que propone al
otro. Ya no es una relación personal entre iguales, sino una relación mediatizada por el
poder, la sabiduría o el “oficialismo” que el título significa.
42
Martínez Reguera, E. (2009). Remando contra corriente. Madrid: Editorial Popular.
73
Trill (2003)43: “Hay que hacer uso de la empatía y la escucha activa; no es fácil,
porque no sólo es oír lo que los pacientes dicen con las palabras, sino también
lo que expresan sin ellas”.
43
Die Trill, M. (2003). El niño y el adolescente con cáncer. En M. Die Trill (Edit.). Psico-oncología (pp.85-102). Madrid:
ADES Editores.
74
acontecimientos adquiere sentido porque se sitúa en un marco más general, un
proyecto, que orienta la intervención del profesional. Por eso, los psicoedagogos/as
han de ser siempre especialistas en “programación”, esto es, en la elaboración de
proyectos intencionalmente dirigidos a la mejora de los sujetos atendidos y su
contexto de vida.
44
Mannoni, M. (2007). El niño, su enfermedad y los otros. Buenos Aires: Nueva Visión (9ª edición).
75
Desde el punto de vista relacional, el trabajo pedagógico con enfermos (o con niños, o
con personas discapacitadas, o con personas mayores) se nutre del caudal de energía
positiva y empática de que cada persona disponga. Requiere de menor esfuerzo para
neutralizar resistencias y temores (salvo en el caso de enfermedades contagiosas o
especialmente dramáticas) que los trabajos pedagógicos con personas o grupos
marginales.
45
Canevaro, A. y Chieregatti, A. (1999). La relazione di aiuto. L’incontro con l’altro nelle professioni educative. Roma:
Carocci.
46
Brofenbrenner, U. (1979). The Ecology of Human Development. Cambridge, MA: Harvard Univ. Press.
76
Cada uno de esos sistemas puede incluir otros subsistemas integrados:
en el de la casa aparecen la familia alargada, la escuela, el trabajo de los
padres, la comunidad local, etc.; en el del hospital, los diversos servicios que
en él actúan, coordinados o no, en relación al niño enfermo, los profesionales,
los otros niños enfermos, los servicios sociales, los voluntarios, etc.
77
mundos de la enfermedad: la casa y el hospital. Es fundamental para los niños
y sus familias que ambas no constituyan experiencias distantes e
incomunicadas. Durante todo el proceso lo que suceda en cada uno de sus
mundos va a influir en lo que suceda en el otro y ambos en la mejor o peor
calidad de vida del paciente infantil y su familia. Es por eso, que la definición
del rol del psicopedagogo de la enfermedad ha de venir muy saturada de esta
capacidad por generar interacciones positivas, por crear canales de
comunicación fluida y comprensible, por buscar modalidades de empatía que
mejoren el pronóstico de la enfermedad o, cuando menos, ayuden a soportar
mejor su evolución.
78
hacen que resalten de forma constante las antinomias que afloran en cualquier
relación educativa entre autonomía y heteronomía, entre autoridad y libertad,
entre proximidad y distancia, entre educación positiva y negativa, entre método
preventivo y represivo, entre educación pasiva y activa, etc. La solución
adecuada a estas contraposiciones no es posible ni en la teoría ni en la
práctica salvo que se recurra al elemento humano del amor. Es éste quien une
en una síntesis superior a educador y educando pese a que ambos se
encuentran, tanto en su punto de partida como una vez iniciado su camino vital,
sobre sendas a primera vista irreconciliables. Es el amor lo que hace posible el
encuentro entre las personas y el crecimiento en valores que trascienden la
propia historia personal y la figura misma de los dos interlocutores”.
48
Zabalza, M. A. (1984). El análisis de la enseñanza desde el modelo comunicacional. Enseñanza, 2, 9-39.
49
Flores d’Arcais, G. (1982). Rapporto pedagógico. En G. Flores d’Arcais. Nuovo Dizionario di Pedagogia (pp. 1061-
1064). Roma: Edizioni Paoline.
79
estos condicionantes de la relación educativa resultan especialmente
destacables.
A) Profesionales de la cotidianeidad.
Lo cotidiano se convierte, habitualmente, en rutinario y banal. Y quizás lo
sea para cualquier tipo de mirada, pero no para la psicopedagógica. Buena
parte de las acciones a desarrollar con las personas enfermas tienen que ver
con esos “tiempos perdidos” para otras profesiones (cuando no atienden los
médicos, cuando no se está haciendo pruebas, cuando no se hace
rehabilitación, cuando no se está en el despacho de tal o en la consulta de
cual). La Psicopedagogía de la enfermedad posee también sus propios
escenarios especializados (de rehabilitación, de estudio, de comunicación
formal, etc.). Son momentos que analizaremos en un apartado diferente, pero
teniendo siempre en cuenta, y no sintiendo como infravaloración, que en el
ambiente hospitalario, y más en este tipo de enfermedades potencialmente
mortales, todo está supeditado a las imperiosas e inmediatas necesidades
médicas, sin que, como decíamos, esto tenga por qué ir en detrimento de otro
tipo de actuaciones profesionales. Todo lo contrario, estamos a disposición de
80
la salud, bienestar y necesidades de los niños y familias con los que estamos
trabajando.
81
realidad, están haciendo lo más importante: estar ahí, hacerse visibles y actuar
sobre el contexto.
50
Ferioli, L. (1980). Gli operatori social e l’educazione difficile. Bologna: Edizioni Dehoniane.
82
quien atiende a niños o adultos enfermos posee una doble vertiente. Una es
esa vertiente más formal y tecnificada. La otra es ésta más flexible y apegada a
los ritmos de la vida cotidiana. Probablemente es menos susceptible de ser
incluida como contenido de una asignatura académica a estudiar en la
universidad, pero eso no le priva de relevancia y centralidad en la profesión.
83
sin altercados. Vista la cotidianeidad de esta manera, de lo único que precisa
es de vigilantes. Y ése es el erróneo enfoque al que están acudiendo muchas
organizaciones e instituciones de apoyo a personas con necesidades
especiales. Sustituyen a los educadores por vigilantes. Reducen a nada las
virtualidades educativas y rehabilitadoras de la cotidianeidad.
Ésa es la queja que suelen hacer muchas madres de familia cuando se habla
con ellas de educación y de atención a los niños. La vida cotidiana y las tareas del
hogar las tienen tan “metidas en la acción” que les resulta difícil tomarse un respiro
para reflexionar, para tomar decisiones, para planificar los pasos a seguir. Algo similar
suele acontecer con los docentes noveles perdidos en la complejidad e inmediatez de
la infinidad de cosas a hacer y de asuntos a atender en la vida de sus aulas.
Una forma, especialmente nefasta, de inmersión en lo cotidiano, es la
tendencia a la burocratización de los profesionales. Agobiados por la cantidad de
documentación a elaborar, por la necesidad de informar de todo lo que hacen,
transforman la vida diaria en un compromiso administrativo. Su prioridad es tener al día
los papeles. Acaban perdiendo de vista a los sujetos y convirtiéndolos en “casos”, en
informes a leer y responder. El propio lenguaje (e incluso la forma en que se denomina,
interpreta y afronta los acontecimientos de la vida cotidiana) acaba adoptando ese
marchamo de lo burocrático. También en la clase sanitaria acontece este tipo de
procesos de “acorazamiento personal”, en ese caso por la enorme ansiedad contextual
en que se desenvuelve su trabajo. Protocolizar los procedimientos, cobijarse bajo la
protección del uniforme, formalizar el lenguaje y las relaciones es otra forma de
supervivencia alejándose de la cotidianeidad.
84
Psicopedagogía de la enfermedad, a la que enseguida me referiré). Programar
significa ser capaz de integrar el presente en una historia y un propósito, en un
proyecto.
85
afrontamiento, se pueden evaluar resultados, etc. Los grupos de formación
permiten el aprendizaje coral al que se refería Vigotsky. Forman parte de un
sistema de supervisión y apoyo a los profesionales que trabajan en contextos
de gran implicación emocional, como es el caso de la Psicopedagogía de la
enfermedad. Estimo que deberían ser obligatorios para este tipo de
profesionales, al igual que lo es la supervisión a los psicoanalistas y terapeutas.
51
Ferioli, L. (1980). Op. Cit.
86
para integrarse en la vida social, no tanto en cuanto persona con discapacidad sino en
cuanto alienada. (…)
Creemos que la alienación del discapacitado no depende principalmente ni de
su reducida eficacia, ni de sus necesidades particulares, cuanto de las consecuencias
sociales que su ineficacia provoca y de las respuestas inadecuadas existentes de cara
a tales necesidades. Esa alienación plantea problemas quizás mayores que aquellos
relacionados con la discapacidad tomada en sí misma.
El reconocimiento del hándicap como hecho social-relacional ha dado lugar a
una transformación plena del rol del técnico sacándolo de la perspectiva de la pura y
simple rehabilitación y cura para identificarlo más como agente de cambio. El saber y
la ciencia del técnico se convierten en los instrumentos para descubrir los nudos que
están a la base de la alienación”.
52
Goffman, E. (1961). Asylums. Essays on the Social Situation of Mental Patients and Other Inmates. (Traducción
española: Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales. Buenos Aires: Amorrortu. 1970).
87
de los procesos que ocurrían en ellos, fueran éstos sanitarios, correctivos,
punitivos, de apoyo, etc. El escenario estaba allí, actuaban como condición
pero no se discutía.
88
atendidos (visión tradicional del rol) sino de sus contextos de vida y, también,
del propio profesional. Que su función profesional esté orientada al cambio no
significa que lo consiga. Todo cambio se ve dificultado por la natural tendencia
a la homeostasis de sujetos e instituciones. Todo cambio supone ruptura e
implica riesgos. Por eso, cambiar cuesta. De ahí que resulte aún más preciso
reforzar el discurso profesional y salvar la vulnerabilidad del propio rol frente a
la fuerza de la homeostasis.
C) Profesionales de la programación.
El tercero de los ejes de la construcción de la profesionalidad de la
Psicopedagogía de la enfermedad es el de la programación.
53
Zabalza, M. A. (2010). Diseño y desarrollo curricular (11 ed.). Madrid: Narcea.
89
locales; se normativizan las propuestas; se establecen estándares y objetivos
comunes; se idealiza la homogeneidad a través de currículos centralizados y sistemas
de garantía de calidad protocolizados.
90
integrada, hacia los objetivos perseguidos. Y así, la acción
pedagógica parte de un pasado (ha sido pensada, se asienta en
alguna doctrina pedagógica, tiene el aval de experiencias previas,
etc.) y se orienta a un futuro (se sabe qué es lo que se está buscando
y por qué). Y, ese proyecto, construido con mimbres flexibles permite
ir complementando lo general (los modelos y protocolos habituales)
con lo particular de cada situación y cada sujeto (las peculiaridades).
• En segundo lugar, sitúan las intervenciones que llevan a cabo en un
contexto específico. Lo que caracteriza a la programación es,
precisamente, el hecho de adaptar las previsiones generales a las
condiciones concretas de una situación, un grupo o un sujeto
concretos. De ahí que para lograr una buena programación, el punto
clave es hacer buenos análisis de la situación que nos permitan
identificar con relativa claridad cuáles son las necesidades concretas
a las que hemos de responder y en qué marco de condiciones
(positivas y negativas, esto es, con qué recursos podemos contar y a
qué dificultades hemos de hacer frente) desarrollaremos nuestro
trabajo.
91
realizar a solas. Incluso cuando no hay otros profesionales similares
a nosotros en la institución con los que podamos coordinarnos de
forma adecuada, sería conveniente el integrarse en grupos de trabajo
con otros profesionales de nuestra institución o, si eso no fuera
posible, de otras similares. De esta manera, nuestro trabajo se abriría
a las reflexiones y aportaciones de otros, lo dotaría de perspectiva y
nos ayudaría a trascender nuestra dependencia de lo cotidiano y a
oxigenar nuestra práctica.
• Otro importante componente de la programación se refiere a la
evaluación y reajuste de los procesos. La adaptación a la situación
se soporta y justifica desde la evaluación, una evaluación destinada a
propiciar el ajuste permanente de la actuación del profesional. Por
eso programación y evaluación van indefectiblemente unidas. A la
larga, la evaluación acaba constituyendo el recurso más potente que
posee el profesional para poder neutralizar la natural tendencia de las
instituciones y de quienes trabajamos en ellas a la rutina, a la
objetivación de procesos que acaban protocolizándose, etc. Por el
contrario, la evaluación permite mantenerse en un proceso de
experimentación permanente, tratando de buscar siempre la mejor
solución para el desarrollo de los sujetos. Permite también ir
acumulando evidencias que doten a los procesos de una
fundamentación y base científico cada vez más fuerte y estable. Más
aún, cuando en esa institución uno no ocupa puestos relevantes en la
toma de decisiones y, por tanto, nuestras decisiones resultan
dependientes de las que hayan adoptado otras personas:
autoridades, especialistas, personal sanitario, otras agencias
implicadas en el servicio, etc.).
92
disciplinas de apoyo a los sujetos enfermos) habrá de proyectar su actividad de
forma multidimensional.
Preventiva + + - + ++
Primer
diagnóstico ++ +++ ++ + ++
Hospitalización +++ ++ +++ ++ ++
Revisiones ++ +++ ++ ++ +++
Recuperación + ++ ++ +++ +++
Cuidados
Paliativos
+++ ++ - - ++
93
llegar a disminuir la morbilidad del proceso y, sobre todo, prepara al
paciente para neutralizar diferentes tipos de sintomatología ansiosa
y/o depresiva y poder así iniciar, en las mejores condiciones posibles,
el tratamiento;
• la etapa del primer diagnóstico, como hemos señalado en el punto
anterior, resulta clave en la atención a los enfermos por el fuerte
impacto que tiene en ellos la conciencia de su nueva situación. Esta
fase suele venir acompañada de un fuerte estrés debido a las
pruebas que han de realizarse y a la incertidumbre sobre la gravedad
que se cierne durante todo el proceso;
• la etapa de hospitalización, es otro momento de gran incidencia en el
curso de la enfermedad. Cambian las necesidades del enfermo y
también las estrategias y acciones que se han de aplicar a su
cuidado. En esta fase se mezclan muchas cosas porque significa la
salida del hogar, la pérdida de control sobre la gestión de sí mismo y
del propio tiempo, las medicaciones masivas, etc. Si hablamos de
niños, es una fase todavía más complicada, ya que su mundo común
cambia sin que haya, en muchos de los casos, una comprensión
profunda y sincera de por qué sucede;
• la etapa de la cronicidad y cierto control de la enfermedad en la que
el sujeto vuelve a su vida cotidiana con las limitaciones que le
impone su estado. Aún no está curado y debe pasar por revisiones
frecuentes, siempre con la espada de Damocles pendiendo sobre su
futuro;
• la etapa de la curación que conlleva el retorno definitivo a la vida
ordinaria pero teniendo que mantener ciertos cuidados y con la
necesidad de recuperar el tiempo perdido en lo que se refiere al
dominio de las habilidades previas a la enfermedad;
• la etapa final, cuando la enfermedad no ha podido ser controlada y
va adueñándose del organismo del enfermo que precisa ya de
cuidados paliativos. También en esta etapa resultan muy necesarios
los sistemas de apoyo del paciente.
94
Con respecto a las funciones que la Psicopedagogía de la enfermedad y
que los profesionales que la ejerzan pueden desarrollar, he diferenciado 5
funciones principales:
• la función de la presencia, de la que ya he hablado en el apartado
anterior, constituye una de las aportaciones básicas de la
Psicopedagogía de la enfermedad. Los sujetos precisan sentir que
alguien se pone a su disposición, que está con ellos aunque en
muchos momentos no diga ni haga nada especial, simplemente
estando y participando en las acciones ordinarias de la vida diaria.
Obviamente, esta función será mucho más relevante en relación a
aquellos enfermos que no cuentan con apoyos de su familia o
allegados;
• la función informativa, que permita a los pacientes comprender de lo
que les pasa, entendiéndolo y pudiendo comentar sus dudas y
temores. En algunas ocasiones, la información que llega a los
pacientes es una información escasa y técnica. Muchos equipos
sanitarios no disponen del tiempo suficiente que cada paciente o
familia necesitaría individualmente para poder comentar
detenidamente lo que está sucediendo, sus temores, sus miedos y
sus dudas. Esa función, que es informativa pero sobre todo relacional
y empática, es la que pueden desarrollar los psicopedagogos
(también los psicólogos) que, además, han de ser especialistas en
ello. Como decía Die Trill (2003)54, sabiendo escuchar lo que se dice
y lo que no se dice. Los beneficios de una información adecuada,
sobre todo en los momentos iniciales de la enfermedad han sido
constatados en numerosas investigaciones: Klang, B., Bjoervell, H.,
Berglund, J., Sundstedt, C., Clyde, N. (1998)55 demostraron que una
buena información producía mejoras en el estado emocional y
funcional de los pacientes y que éstos colaboraban más en el
tratamiento. Este mismo equipo (Klang, B., Bjoervell, H., Clyne, N,
54
Die Trill, M. (2003). Psico-oncología. Madrid: ADES Editores.
55
Klang, B., Bjoervell, H., Berglund, J., Sundstedt, C., Clyde, N. (1998). Predialysis patient education: effects on
functioning and well-being in uraemic patients. Journal of advanced nursing, 28(1), 36-44.
95
1999)56en un trabajo posterior con enfermos renales pudo comprobar
que la participación de los pacientes en programas educativos en los
mejoraban su conocimiento de la enfermedad les permitió elegir la
modalidad de diálisis que mejor se adaptaba a ellos y desarrolló
mayores índices de apoyo entre los propios pacientes; Die Trill
(2003)57 refiriéndose a niños y adolescentes con cáncer señala que
la falta de información provoca en ellos una fuerte preocupación por
su estado y fantasías perturbadoras; Cesarino, C. B. y Casagrande,
L. D. (1998)58 desarrollaron estrategias de mejora de la información a
través de debates en los que se planteaban cuestiones básicas de la
enfermedad y del tratamiento obteniendo importantes mejoras en la
consciencia de la situación de cada paciente y en la calidad de vida
de los mismos;
• la función rehabilitadora, que tiene que ver con la colaboración con el
equipo médico para recuperar aquellos aspectos físicos o psíquicos
que formen parte de la enfermedad o discapacidad del sujeto. Puede
ser el lenguaje, la motricidad, la sociabilidad o cualquiera de las
capacidades o habilidades que se hayan visto afectadas. Los talleres
de manualidades que a veces se organizan para sujetos con
pérdidas importantes en su motricidad jugarían este papel. También
aquí podemos incluir diferentes tipos de actividades que hagamos
con las familias o cuidadores principales que les ayuden a afrontar o
aprender a lidiar, de la mejor manera posible, con las nuevas
situaciones que tendrán lugar en su día a día con el enfermo;
• la función reeducativa, que tiene que ver con la recuperación de las
pérdidas que se vayan produciendo en los recursos adaptativos,
sociales, escolares, actitudinales, etc. Son pérdidas derivadas de la
enfermedad o de las particulares circunstancias que la enfermedad
genera. No se pierde la capacidad sino su puesta en acto, el deseo
56
Klang, B., Bjoervell, H., Clyne, N. (1999). Predialysis education helps patients choose dialysis modality and increases
disease-specific knowledge. Journal of advanced nursing, 29(4), 869-876.
57
Die Trill, M. (2003). El niño y el adolescente con cáncer. En M. Die Trill (Edit.). Psicooncología (pp.85-102). Madrid:
ADES editores.
58
Cesarino, C. B., Casagrande, L. D. (1998). Paciente com insuficiencia renal cronica em tratamento hemodialitico:
atividade educativa de enfermeiro. Revista latino-americana de enfermagem, 6(4), 31-40.
96
de actuar, la calidad de la performance. La reeducación puede
significar eliminar malos hábitos adquiridos, puede significar
participar de nuevo en situaciones habituales de la vida, puede
significar mejorar las prestaciones en el los diversos ámbitos
laborales o profesionales. Los grupos de apoyo son una de las
posibilidades, así como otras terapéuticas vinculadas a la mejora de
la propia autoestima, a la recuperación del nivel escolar, a la
generación de actitudes positivas de cara al ocio, a las relaciones
interpersonales, etc.
• la función educativa o formativa se refiere a la construcción de un
nuevo proyecto de vida, a la búsqueda de alternativas ilusionantes
pero acordes con la propia situación. Los ex-enfermos deben
reconstruir su propio futuro personal y profesional.
97
que hayan quedado pendientes y colaborar sin rendirse en la lucha final con la
enfermedad.
98
Cuadro 6: Elementos teóricos de la tesis
99
3) Trabajo educativo con niños con enfermedades onco-hematológicas.
4) Trabajo pedagógico con las familias de niños y niñas enfermos (con
enfermedades onco-hematológicas)
59
Axia, V.; Scrimin, S. y Tremolada, M. (2004). Basi teoriche per la psico-oncologia pediátrica. En V. Axia (Ed.).
Elementi di psico-oncologia pediátrica (pp. 23-50).Roma. Carocci Faber
60
Weisner, T.S. (1984). Ecocultural niches of middle childhood: a cross-cultural perspective. En W. A. Collins (Ed.).
Development during middle childhood. The years from six to twelve (pp.335-359). Washington: National Academy of
Science Press.
100
tomar en consideración las múltiples variables que condicionan, positiva y
negativamente, el desarrollo infantil.
Por ejemplo, una lógica estrictamente médica, atiende bien los aspectos
sanitarios pero suele prestar menos atención a otras cuestiones de tipo emocional,
social o académico que también resultan esenciales en el desarrollo infantil. Aunque ya
61
antiguos (años 40), los estudios de Spitz (1945) sobre el síndrome del hospitalismo
dejaron patente cómo los cuidados médicos, por sofisticados que sean (los estudios se
hicieron en buenos hospitales infantiles) resultan por sí mismos insuficientes para
generar ese caring niche que los niños pequeños precisan. Es por eso que se
consideran de gran importancia las aportaciones sinérgicas de diversas profesiones,
entre ellas la Psicopedagogía.
61
Spitz, R.A. (1945). Hospitalism, an inquiry into the genesis of psychiatric conditions in the early childhood.
Psychoanalitic Study of the Child, 1,53
62
Axia, V.; Scrimin, S. y Tremolada, M. (2004). Op. cit
101
Como puede observarse, el cuadro establece tres grandes espacios en
el apoyo al niño enfermo. En el centro está el propio niño/a y su enfermedad
que constituye, por sí mismo todo un sistema de elementos y relaciones entre
elementos genéticos y factores de desarrollo que le afectan. Pero tanto para
entender su situación como para poder apoyarlo adecuadamente hemos de
situarlo en el marco de un doble contexto, uno más general al que las autoras
denominan ecología y otro más próximo al niño en el que sitúan los citados
nichos de apoyo. El contexto ecológico ayuda a entender el problema y a
delimitar las opciones globales para afrontarlo. En contexto próximo permite
diseñar las estrategias de ayuda y el seguimiento de la enfermedad.
102
familias, etc. De ese contexto ecológico forma parte, igualmente, la cultura
pública sobre la enfermedad y la mejor forma de afrontarla (los imaginarios
públicos sobre la naturaleza de las enfermedades, sus riesgos, su visión como
estigma personal y social o como evento impredecible al que hay que hacer
frente; su sentido particular y privado que hay que ocultar o su aceptación
como realidad social que requiere de apoyos de la comunidad; la visión del
sujeto enfermo como sujeto con derechos o como mero paciente con
carencias). Difiere mucho la forma de afrontar las enfermedades, aunque los
protocolos médicos no difieran, según el tipo de cultura social que caracterice a
cada zona o país. Éste es el contexto externo de las enfermedades, aquel
conjunto de variables que constituyen la “ecología” de la enfermedad.
103
esenciales: el nicho educativo (al que se refiere esta tesis) y el nicho social
(con trabajadores sociales que desarrollen una adecuada mediación entre la
familia de los niños y las políticas sanitarias y de asistencia).
104
interacción no se produce en buenas condiciones y eso afecta muy
negativamente a la salud y calidad de vida de los niños y sus familias.
105
Cuadro 9: Target points del sistema de ayuda
106
1.3.2 La visión diacrónica de la enfermedad
Los primeros meses de vida infantil constituyen, desde el punto de vista
del propio niño, un campo de vivencias dicotómico: o se está bien, relajado,
satisfecho, o se está mal, inquieto, quejoso. No existe conciencia por su parte
de que algo vaya bien o mal aunque puede descubrir esa inquietud en las
personas que le rodean. El niño pequeño responde sobre todo al dolor físico y
sólo a medida que va fijando los rostros y las rutinas, puede responder también
a la angustia de la pérdida de las personas conocidas (ausencia de sus padres
o cuidadores primarios), a la inquietud del trasiego de personas diferentes que
le impiden establecer relaciones de apego consistentes (por ejemplo, en la
hospitalización) y, sobre todo, a exploraciones y pruebas médicas dolorosas
(pinchazos, extracciones, manipulaciones) y a las propias molestias y dolor que
conllevan sus enfermedades (que si bien en la mayor parte de los casos y
momentos se puede controlar, en otros no será tan inmediato, con lo que eso
supone de sufrimiento para el niño enfermo y su familia). La falta de rutinas
estables, cuando se produce por causa de la enfermedad, le provoca una
fuerte ansiedad, lo que suele traer como consecuencia un malestar crónico con
dificultades para dormir o relajarse, para distraerse o jugar, lo que a la larga
podría provocar reacciones desadaptadas.
La sensación de estar enfermo, más allá del dolor físico, comienza con
el lenguaje y el conocimiento del propio cuerpo (entre los 2 y los 3 años,
aunque puede retrasarse en función de la naturaleza de la enfermedad). Al
carecer de un concepto claro del tiempo, el niño vivirá su situación como
anómala y transitoria y tratará de explicarla por procesos objetivos (algo venido
de fuera) o mágicos. No tiene una idea clara de lo que significa morirse, algo
que equipara a un sueño transitorio del que después se despierta como sucede
en el juego y las animaciones de ficción.
107
El inicio de la etapa escolar representa un cambio significativo en la vida
del niño, aunque muchos de ellos ya han tenido experiencias previas de
Educación Infantil. En una época difícil en sí misma por la progresiva disolución
del apego y por la entrada en contacto permanente con otros niños, la
enfermedad supone un importante hándicap. Con frecuencia el propio entorno
infantil le hace sentirse distinto y necesitado de más ayuda que los demás.
Siendo una fase de curiosidad y competitividad, el estilo de afrontamiento de
las situaciones tiende a ser más defensivo. También su capacidad intelectual
ha ido desarrollándose: ahora ya conoce mejor el funcionamiento del cuerpo
humano y es capaz de entender que algo dentro de él no funciona
correctamente. Es más consciente del dolor, del traumatismo de algunas
exploraciones (lo que puede llegar a producir constantes reacciones de acting
out) y de la manipulación constante de su cuerpo. La hospitalización en esta
etapa le genera un fuerte malestar, aunque su capacidad de adaptación es muy
potente y suelen llegar a adaptarse positivamente al ambiente hospitalario,
sobre todo si tiene oportunidad de encontrarse con otros niños en la escuela
hospitalaria. Piensa poco en la muerte aunque ya entiende lo que significa.
Idealiza sus consecuencia (es irse a otra parte, al cielo, y vivir con otras
personas) pero lo vive como algo lejano e improbable (sucede sobre todo a las
personas muy mayores).
108
preguntas sobre si se va a morir y la expresión de sentimientos contrarios a
ello.
109
Los adolescentes poseen una clara conciencia de la muerte y los
sentimientos que les provoca pueden llevarles bien a la negación, bien a la
depresión profunda.
63
http://www.sehop.org/
110
Nº de casos % de supervivencia
Tipo de cáncer infantil por millón de sujetos después de 5 años
de 0 a 19 años de tratamiento
Sarcomas en partes blandas 11,0 70
Tumores en células germinales 10,3 88
Neuroblastomas 8,0 60
Tumores renales 6,5 89
Retinoblastomas 2,8 90
Otros 15,8 -
TOTAL 151,4 75
Tabla 6: SEER: Cancer Statistic Review 1973-1998. National Cancer Institute. Bethesda, 2001
64
Pacheco, M. y Madero, L. (2003). Oncología Pediátrica. Psicooncología, vol 0 (1), 9-19.
111
a alteraciones del desarrollo (Mulvihill, 1989)65. En todo caso, tanto en los
cánceres infantiles como en los adultos, su origen más frecuente suele estar
vinculado a interacciones malignas entre factores genéticos y ambientales.
65
Mulvihill, J. J. (1989). Clinical genetics of pediatric cancer. En P. A. Pizzo y D. G. Poplack (Edits.). Principles and
practice of pediatric oncology (pp.19-37). Philadelphia: Lippincott.
112
• Rabdomiosarcoma: es el tumor maligno más frecuente en los tejidos blandos
(tejidos de sostén) durante el desarrollo. Las células malignas derivan de células
musculares. Por ello pueden encontrase en cualquier parte del cuerpo
• Tumores óseos: osteosarcoma y sarcoma d'Ewing: son los tumores malignos
de hueso más frecuentes. Suelen aparecer a partir de los 10 años. Se diferencian
por el aspecto que tienen las células malignas al microscopio. En ambos tumores
se emplea la quimioterapia, junto con la cirugía. El cirujano ortopeda extirpa el
tumor, evitando siempre que se pueda, la amputación.
113
Con frecuencia, como acabamos de señalar en el punto anterior, los
niños no son conscientes de la situación, aunque llegan a captar, incluso los
más pequeños, que algo grave sucede a partir de las reacciones de sus padres
y entorno.
66
Die Trill, M. (2000). El reto de enfrentarse a un cáncer infantil. Trastornos psicológicos y psiquiátricos más frecuentes
y su tratamiento. En F. Gil. Manual de Psico-Oncología (pp. 109-136). Barcelona: Nova Sidonia.
114
se producen en el entorno del niño y la familia. Los niños pequeños precisan de
rutinas estables que les permitan vivenciar una secuencia de acontecimientos
controlable. Todo lo contrario a lo que sucede en el caso de los niños
enfermos, al menos en las primeras fases de la enfermedad: consultas,
pruebas, medicación, restricción de movimientos, etc. La dureza de algunas
pruebas produce angustia anticipatoria fruto del temor compulsivo que le
provoca el ser pinchado o encerrado en alguna de las máquinas, como el
acelerador de radioterapia o la misma máquina de resonancia magnética. Esa
angustia se traduce con frecuencia en hostilidad hacia el personal médico cuya
simple visión provoca pataletas incontrolables. La sintomatología ansiosa
puede adquirir ribetes patológicos en las fases avanzadas de la enfermedad y
etapas terminales, en algunos casos provocadas por la medicación y en otros
por la angustia de separación que sufren los niños.
115
Como efecto importante de la enfermedad en la infancia debemos tener
en cuenta los trastornos de adaptación, con cambios conductuales bruscos que
pueden oscilar de la apatía y la debilidad a la rebeldía y la agresividad violenta
(Rait, Jacobsen, Lederberg y Holland, 199867 encontraron hasta un 52% de
trastornos de adaptación asociados al cáncer). Frecuentes son, igualmente, las
angustias de separación que producen las frecuentes hospitalizaciones y
aislamientos de los niños en habitaciones estériles. Es verdad que en nuestro
sistema hospitalario los niños siempre están acompañadas por un cuidador,
generalmente uno de sus padres, por lo que nunca estará sólo en una
hospitalización, pero también es cierto que al poder estar sólo con una
persona, se le separa del resto de su constelación familiar y social, ya que las
visitas, y más en estos casos de inmunodepresión frecuentes, están muy
restringidas, con lo que eso comporta de aislamiento y separación de los “otros
significativos”. También podemos encontrar diferentes tipos de sintomatología
depresiva durante el proceso de la enfermedad, tanto por parte de los niños,
como de sus padres o familiares cercanos.
116
En definitiva, tanto el niño enfermo como su familia y entorno se ven muy
afectados. Para los niños y adolescentes la conciencia de la enfermedad les
llega por su propia constatación (lo que ven y sienten dentro de ellos mismos)
y, también, por la ansiedad y desazón que perciben en su entorno.
117
positiva y rápida si cuentan con el apoyo técnico necesario. A ello me referiré a
continuación.
68
Die Trill, M. (2003). Op.cit.
118
enfermo tenderá a generar fantasías y a sentirse desamparado y en un estado
de ansiedad creciente.
69
Die Trill, M (2000). Factores que influyen en el proceso de comunicación con los niños acerca de la enfermedad y la
muerte. En M. Die Trill y E. López Imedio (Eds.). Aspectos psicológicos en cuidados paliativos: la comunicación con el
enfermo y su familia. Manual para el curso a distancia: Aspectos Psicológicos en Cuidados Paliativos (pp. 117-124).
Madrid: Aula de Estudios Sanitarios.
70
Die Trill, M. (2003). Op. cit.
119
esperanza (sin faltar a la verdad pues generaría desconfianza para futuras
informaciones). No ir más allá de lo que el niño necesita o desea saber, él es el
que marca el límite y la necesidad de información que tiene;
• la información diagnóstica inicial debe ser ofrecida en cuanto se disponga de ella
para evitar que el niño genere demasiada ansiedad y entre en procesos
imaginarios traumáticos;
• tratar de neutralizar desde el inicio cualquier atisbo de culpabilización por la
aparición de la enfermedad. Ni culpabilidad en el propio niño (porque pudiera haber
hecho algo malo) ni de sus padres (porque no le supieron cuidar bien o porque
ellos le transmitieron la enfermedad). Al contrario, reforzar la calidad del cuidado de
los padres y su competencia como cuidadores de sus hijos;
• propiciar una comunicación multidimensional: no una información fría y neutra sino
una comunicación que comporte el contacto visual, el contacto físico y las caricias
de forma que se facilite la empatía y la cercanía afectiva. Obviamente esta
comunicación no verbal será el recurso básico para tranquilizar a los niños muy
pequeños que no hablan;
• propiciar, también, una comunicación alegre y proactiva. En lugar de estar dándole
vueltas constantemente a la enfermedad buscar otros temas y otras propuestas
que impliquen facilitar que el niño participe en actividades lúdicas o académicas
que lo alejen momentáneamente de la enfermedad y le permitan “vivir” otras
esferas de su vida;
• las creencias religiosas sobre la enfermedad y la muerte pueden ejercer efectos
contradictorios según sea la experiencia que el propio niño haya tenido al respecto.
Si forman parte de la cultura familiar pueden ser tranquilizadoras, en caso contrario
pueden resultar perturbadoras y generar confusión. En todo caso no conviene
insistir mucho en los tópicos religiosos de “ir con Jesús”, “te llama Dios”, “vas a
descansar con el Señor” que resultan excesivamente adultas y provocan sensación
de pérdida y abandono en los niños;
• estar atento con respecto a las propias vivencias y emociones de uno mismo como
psicopedagogo con respecto a la enfermedad y la muerte de forma que no
interfieran en nuestra relación con el paciente o incrementen el nivel de angustia
que la situación genera;
120
• El abordaje multidisciplinar de la enfermedad oncológica infantil.
• La calidad de vida de los pacientes y de sus familias.
• La reducción de los niveles de ansiedad y trauma generados por la
administración de pruebas diagnósticas invasivas y tratamientos
antineoplásticos altamente agresivos.
72
Haynes, R. B. (1979). Determinants of compliance: the disease and the mechanics of treatment. En R. B. Haynes, D.
W. Taylor, D. L. Sackett (Eds.). Compliance in health care. Baltimore: John Hopkins University Press.
73
Dunbar, J.; Dunning, E. J. y Dwyer, K. (1992). The development of compliance research in pediatric and adolescent
populations: two decades of research. En N. Krasnegor, S.Johnson, I. Epstein y S. Jaffe (Eds.). Developmental aspects
of health compliance behavior. Hillsdale, NY: Lawrence Erlbaum Ass.
74
Smith, S. D.; Rosen, D.; Trueworthy, R. C. y Lowman, J. T. (1979). A reliable method for evaluating drug compliance
in children with cancer. Cancer, 43, 169-173.
121
efectos negativos del mismo (alopecia, engordar, empeoramiento de la imagen,
etc.). Por otra parte, la adhesión al tratamiento está fuertemente vinculada a la
información que tanto padres como pacientes posean sobre la enfermedad y el
tratamiento que se está siguiendo. De ahí la importancia de la función
informativa en los procesos de apoyo a niños enfermos y sus familias.
122
años es un superviviente de cáncer, Meadows et al, 198075; con datos actuales
probablemente, el doble). Con todo, superar la enfermedad o detenerla no
supone hacer borrón y cuenta nueva sobre el proceso seguido para lograrlo.
Por el contrario, siempre quedan secuelas de la enfermedad y/o de los
tratamientos recibidos. Y ahí aparece de nuevo la Psicopedagogía de la
enfermedad con un importante papel a desarrollar.
75
Meadows, A. T.; Krejmas, N. L. y Belasco, J. B. (1980). The medical cost of cure: sequelae in survivors of childhood
cancer. En J. Van Eys y M. P. Sullivan (Eds.). Status of the curability of childhood cancers (pp.263-268). New York:
Raven Press. (pp.263-268).
76
Meister, L. A. y Meadows, A. T. (1993). Late effects of childhood cancer therapy. Current Problems in Pediatrics, 23,
102-131.
77
Chang, P. H.; Nesbit, M. E.; Youngren, N. y Robinson, LL. (1987). Personality characteristics and psychosocial
adjustment of long-term survivors of chilhood cancer. Journal of Psychosocial Oncology, 5, 43-58.
78
Evans, S. E. y Redford, M. (1995). Current lifestyle of young adults treated for cancer in childhood. Archives of
Disease in Childohood, 72, 423-426.
79
Pendley, J. S.; Dahlquist, L. M. y Dreyer, Z. (1997). Body image and psychosocial adjustment in adolescent cancer
survivors. Journal of Pediatric Psychology, 22, 29-43.
80
Eiser, H.; Hill, J. J y Blacklay, A. (2000). Surviving cancer. What does it mean for you? An evaluation of clinic base
intervention for survivors of childhood cancer. Psycho-Oncology, 9, 214-220.
123
Desde el punto de vista de la Psicopedagogía de la enfermedad nos
interesan especialmente los problemas relacionados con el desarrollo
académico de los sujetos supervivientes de cáncer. La acción de las escuelas
hospitalarias, que trataremos en otro capítulo de la tesis, resulta fundamental
pero, dadas las circunstancias de los niños enfermos que asisten a ellas, sus
objetivos son diferentes de las escuelas convencionales. Los retrasos
académicos se van acumulando. También se ven afectadas otras dimensiones
educativas que las escuelas, explícita o implícitamente, van cultivando en sus
alumnos: habilidades sociales (Noll et al, 1993)81, capacidad de iniciativa,
resolución de problemas, etc. Otras dificultades escolares pueden estar más
vinculadas a la enfermedad sufrida o al tratamiento recibido (Kun y Mulhern,
1983)82: problemas de memoria, falta de persistencia en la atención,
dificultades motoras, flexibilidad cognitiva (en niños operados de tumores
cerebrales, LeBaron et al, 198883), etc.
81
Noll, R., Bukowski, W.; Davies, W.H., Koontz, K. y Kulkarni, R. (1993). Adjustment in the peer system of adolescents
with cancer: a two years study.Journal of Pediatric Psychology, 18, 351-364
82
Kun, R. E. y Mulhern, R. K. I (1983). Neuropsychologic function in children with brain tumors Serial studies of intellect
and time after treatment. American Journal of Clinical Oncology, 6, 651-665.
83
LeBaron, S; Zeltzer, P.; Zeltzer, L. K.; Scott, S. y Marlin, A. E. (1988). Assessment of quality of survival in children
with medulloblastoma and cerebellar astrocytoma. Cancer, 62, 1215-1222.
124
2. TRABAJO EDUCATIVO CON LAS
FAMILIAS
125
126
2.1 Introducción
Siguiendo con la estructura marcada desde el inicio para el desarrollo de
la tesis, vamos a entrar ahora en el análisis de los sistemas de apoyo a la
familia. Se trata de un tema básico cuando nos referimos a niños y
adolescentes con enfermedades onco-hematológicas. Cuanto más pequeños
son los pacientes, más importante resulta el papel de la familia. Papel que aún
resulta más importante en esta tesis por varias razones:
• porque lo que estamos planteando es un enfoque que va más allá del modelo
médico o psicológico. Como hemos podido ver en el gráfico de los caring niche los
modelos clínicos tienden a centrar sus intervenciones directamente sobre el
paciente. Por esa razón el niño enfermo ocupa el lugar central de los sistemas de
apoyo. Sólo de forma secundaria se toma en consideración a las familias. En los
modelos psicopedagógicos y sociales la organización y orientación de los sistemas
de apoyo es diferente. Incluso aunque el niño enfermo siga siendo el centro de
consideración, no siempre es el centro de intervención (Selvini Palazzoli et al,
84
1990 ). Las acciones de apoyo del psicopedagogo se dirigen con frecuencia sobre
la familia, sobre la escuela, sobre el entorno del niño;
• porque, en definitiva, el trabajo empírico, o una parte importante del mismo, se ha
centrado en la familia para analizar los estilos de afrontamiento que se desarrollan
en ella una vez que se diagnostica la enfermedad en algunos de sus hijos.
Nos encontramos, pues, en uno de los caring niche a los que nos
referíamos al inicio de nuestro trabajo. Y dentro de nuestro propio esquema de
la tesis, en el bloque que se refiere a la familia y las redes familiares.
84
Selvini Palazzoli, M. et al (1990). El mago sin magia. Barcelona. Paidós Educador
127
Médicos Aulas
Hospital hospitalarias
Pedagogía de la Escuela
Niños/as Enfermedad Profesorado
enfermos (cáncer) Compañeros
Familia
Padres
Hermanos
85
Smith, M., Redd, W. H., Peyser, C. y Vogl, D (1999). Post-traumatic stress disorder in cancer: a review.
Psychoncology, 8, 521-537.
128
religión), variables estructurales (las familias monoparentales o aquellas
reconstruidas resultan más vulnerables, por ejemplo), variables experienciales
(la experiencia previa de las familias en la gestión de eventos dramáticos), etc.
Cualquier cambio en el seno de la estructura o dinámica familiar exige una
reestructuración de los ajustes internos, proceso tanto más complejo cuanto
más profundos sean los reajustes precisos.
86
Chesler, M. A. (1993). Introduction to psychosocial issues. Cancer, 15, 3254-50.
129
realmente diversos en función del tipo de cáncer. Kazak (1994)87 recoge
algunos de los factores que producen mayor cantidad de estrés durante el
tratamiento de la enfermedad: la importancia de la amenaza para la vida que
suponga la enfermedad, los tratamientos invasivos, los efectos colaterales del
tratamiento, los procesos repetidos de hospitalización que interrumpen las
rutinas de la vida cotidiana y dividen a la familia, la incertidumbre con respecto
a la supervivencia, el cambio de roles y de responsabilidades en el interior de la
familia. Todos estos elementos constituyen factores estresantes que alteran la
dinámica habitual de organización familiar y generan presiones
complementarias a las de la propia enfermedad.
130
económicos, sino también de red social y de apoyo, de autoestima, de
sentimiento de capacidad y utilidad, etc.).
Con todo, Tremolada y Axia (2003)89 insisten en que los dos factores
básicos en el impacto de la enfermedad sobre las familias son el tiempo y el
doble mundo. El primer factor, el tiempo, se refiere a las alteraciones y efectos
que se producen sobre los tiempos naturales, tanto del niño enfermo como de
los padres y el resto de la familia. Tratándose de una enfermedad larga, y en el
mejor de los casos crónica, el desarrollo del proceso va marcando hitos y fases
de distinta naturaleza tanto para el paciente como para su entorno. Es como
una maratón en la que es difícil llegar al final con fuerzas suficientes, sobre
todo porque las principales dificultades se encuentran al inicio de la marcha
(fase de diagnóstico y pruebas). El segundo factor tiene que ver con el doble
mundo que tanto en niño como sus familiares se ven obligados a vivir: el
mundo de la casa y el mundo del hospital. Aspecto este que influirá en todas
las dinámicas tanto individuales como familiares a las que están
acostumbrados, exigiendo una verdadera reconstrucción de todos los ámbitos y
esferas de la vida de esa familia.
131
el día a día, no se sabe qué será del futuro. Y al aparecer otros tiempos,
disminuye la disponibilidad de tiempos normalizados: tiempo para los otros
hijos, tiempo para la pareja, para los amigos, para el trabajo o el ocio.
132
la ilusión de una curación rápida aferrándose de forma ritual y
religiosa al tratamiento, derivar la culpa al diagnóstico, el entrar en
una fase depresiva o nihilista, el obsesionarse con las fuentes de
información en Internet, el negarse a hablar del tema, etc.).
A lo largo de estos primeros momentos, que se pueden alargar
durante semanas e incluso meses, la familia precisa transformar sus
parámetros de adaptación. Por eso pasa inicialmente por una fase de
transición que varía en su duración e intensidad en función de las
características personales y de grupo de cada familia. Clarke-Steffen,
199391, ha descrito este proceso de transición identificado varias
subetapas: la fase de shock o ruptura inicial; el periodo de limbo en el
que todo es aún inseguro mientras se confirma el diagnóstico; el
inicio de estrategias, a veces erráticas, para reconstruir la realidad; la
construcción de una nueva realidad, aún incierta y con retrocesos;
• fase crónica: se llega a ella cuando los tratamientos se estabilizan.
En este tipo de enfermedades se da normalmente tras el primer año
de tratamiento. En esta fase, los sistemas de adaptación a la nueva
organización de los tiempos están, por lo general, más elaborados (el
nivel de estrés disminuye, Sawyer et al, 200092) y la familia puede
atender a otros factores colaterales de la enfermedad: mayor
atención a la vida cotidiana, recuperación de los ritmos habituales,
retorno al trabajo de algún progenitor, etc.
Es el momento de afrontar los efectos secundarios del
tratamiento, al menos aquellos que aparecen a corto plazo. Los
tratamientos farmacológicos del cáncer son, con frecuencia, bastante
agresivos y las secuelas dependerán de variables como el tipo de
tratamiento, la edad del paciente, el género y sus valores culturales
(Fadiman, 1997)93. Son importantes los efectos de las radiaciones en
el crecimiento (más graves cuanto menor es la edad del paciente), en
el desarrollo cognitivo, en la capacidad reproductora, en la
91
Clarke-Stephen, L. (1993). A model of the family transition to living with childhood cancer. Cancer Practice, 1(4), 285-
292.
92
Sawyer, M., Antoniou, G., Toogood, I., Rice, M. y Baghurst, P. et al (2000). Childhood cancer: a 4 year prospective
study of the psychological adjustment of children and parents. Journal of Pediatric Hematology Oncology, 8, 200-207.
93
Fadiman, A. (1997). The sprit catches you and you fall down. New York: Farrar, Straus y Giroux.
133
propensión a otras enfermedades vinculadas al tratamiento. Las
intervenciones quirúrgicas afectan a la apariencia física de los
sujetos, a su movilidad, a su nivel de dependencia. Estos efectos
secundarios tienen connotaciones tanto objetivas como subjetivas en
función de la edad, del género, de la cultura. En niños pequeños,
aspectos básicos de la personalidad como la seguridad, la
autonomía, las relaciones sociales o el desarrollo cognitivo suelen
resultar más afectados. En los adolescentes son las cuestiones
relacionadas con la propia imagen, con las relaciones
interpersonales, con la consecución e ideación de metas y proyectos
personales, con la preocupación por cuestiones existenciales
(Rowland, 1989)94.
A medida que la angustia se va estabilizando y la enfermedad
parece en stand by, los problemas y tensiones que se habían ido
tapando o aplazando durante la fase aguda hacen su aparición de
nuevo manteniendo, en la mayor parte de los caso, un estrés crónico.
El ciclo de vida en el que se encuentra la familia posee especial
importancia en su habilidad para adaptarse a las condiciones que
exige la enfermedad de un hijo (Rolland, 1987)95. La situación laboral
de los miembros, su equilibrio personal, la presencia de hermanos
del niño enfermo, son variables importantes. También lo son la
estructura de la familia, las experiencias previas con procesos de
enfermedad de alguno de sus miembros o de familiares cercanos, los
valores culturales y religiosos, etc. No son infrecuentes las crisis de
pareja en esta fase de la enfermedad. Muchas veces causadas por la
diversa reacción de los cónyuges a la enfermedad, por las
discrepancias surgidas al tomar las decisiones vinculadas a los
tratamientos, por la inapetencia sexual vinculada al estrés, por las
tensiones surgidas en relación a los otros hijos, etc. (Brown et al,
94
Rowland, J. H. (1989). Developmental stage and adaptations: Child and Adolescent Model. En J. C. Holland y J. H.
Rowland (Eds.). Handbook of Psychooncology (pp. 519-543). New York: Oxford University Press.
95
Rolland, J. S. (1987). Chronic illness and the life cycle: a conceptual framework. Family Process, 26(2), 203-221.
134
199396). De todas formas, también puede suceder lo contrario, que
las tensiones surgidas durante la enfermedad del hijo acaben
provocando una mayor unión en la familia y un refuerzo de las
relaciones de pareja (Barbarin, Hughes y Chester, 198597). Lo que
parece suceder es que la situación de crisis provocada por la
enfermedad hace emerger lo que de mejor y de peor tiene cada
pareja (Bracken, 199098);
• fase final (curación): con dos alternativas muy diferentes, la
curación o la muerte. En el caso de la remisión de la enfermedad a la
que se llega tras, al menos, 5 años de tratamiento (según criterio
médico), la prioridad es mantener estrategias de cuidados y
revisiones médicas periódicas (y en cada una de ellas se reavivarán
los viejos fantasmas y temores de la fase aguda) y tratar de
neutralizar los efectos colaterales que haya podido dejar la
enfermedad tanto en los pacientes como en su entorno, incluida la
propia familia. Pese a que la enfermedad haya sido dada por
finalizada, los padres tienden a mantener una base de temor a la
recaída que se actualiza a cada novedad que afecta al niño: un
resfriado, fiebre, caídas, dolores, etc.
Cuando esos temores se confirman y se produce una recaída
o recidiva comienza un nuevo proceso similar al del primer
diagnóstico aunque más fuerte en intensidad y más corto en el
tiempo.
Esta etapa final, con la enfermedad ya superada (en su forma
de enfermedad crónica), es el momento en el que la familia ha de
recuperar la normalidad en su dinámica de funcionamiento (recuperar
las relaciones sociales, equilibrar sus quebrantos económicos, si los
hubo, recuperar el ocio, reorganizar la distribución de las tareas
domésticas, etc.) y hay que dar respuesta a las preocupaciones que
96
Brown, R. T., Kaslow, N. J., Doepke, K., Buchanan, I., Eckman, J. y Baldwin, K. (1993). Psychosocial and family
functioning in children with sickle cell syndrome and their mothers. Journal of the American Academy of Child and
Adolescent Psychiatry, 32, 545-553.
97
Barbarin, O. A.; Hughes, D. y Chester, M. A. (1985). Stress, coping and marital functioning among parents of children
with cancer. Journal of Marriage and The Family, 47, 473-480.
98
Bracken, J. M. (1990). Il bambino e le malattie oncologiche. Padova: Piccin
135
se centran en el futuro del niño enfermo. Los padres retoman las que
son, a este respecto, preocupaciones de las familias de niños y niñas
sanos aunque siempre bajo el poso de temores que dejó tras sí la
enfermedad: efectos secundarios de la quimioterapia y los fármacos
recibidos sobre el desarrollo, sobre la fertilidad, sobre las
capacidades intelectuales (Ostroff, Ross y Steinglass, 200099). Cuatro
tipos de problemas encuentran estos autores en las familias de niños
que sobreviven al cáncer:
a) Muchas de las necesidades normales de la familia continúan estando
subordinadas a las condiciones de la enfermedad. Esto que era un recurso
adaptativo en las fases iniciales de la misma se convierte en disfuncional
una vez superada y retrasa la entrada efectiva en la normalidad.
b) Las relaciones intra-familiares siguen dominadas por las alianzas
construidas durante la enfermedad (por ejemplo entre la madre y el niño
enfermo, dejando un tanto al margen al resto de la familia) que resultan
disfuncionales.
c) Se mantienen los controles y rutinas rígidas establecidas durante la
enfermedad (por ejemplo, impidiendo salidas del adolescente curado,
evitando, en ocasiones de manera obsesiva todo tipo de posibles peligros,
viviendo al día sin poder hacer planes de futuro, etc.) lo que impide que la
vida normalizada se establezca.
d) Se mantienen posturas de aislamiento del exterior. Sucede cuando la
familia siente que su entorno no la apoyó lo suficiente en los malos
momentos o cuando tienen la impresión de que los demás no pueden
entender por lo que ellos han pasado.
• fase final (muerte). En el caso de entrar en una fase terminal, la
angustia de los padres crece y su prioridad se orientará a buscar
estrategias paliativas que reduzcan el sufrimiento de su hijo y
mejoren su calidad de vida. Para algunas familias este es un
momento de gran incertidumbre y de dilemas morales por cuanto han
de aceptar perder a su hijo (dejarlo marchar) y han de tomar
decisiones sobre si mantenerlo con vida o suprimir los sistemas
artificiales de supervivencia, con posturas, a veces, tan obsesionadas
por la pérdida que prefieren continuar el tratamiento pese al consejo
99
Ostroff, J.; Ross, S. y Steinglass, P. (2000). Psychosocial adaptation following treatment: a family system perspective
on childhood cancer survivorship. En L. Baider, C. L. Cooper y A. Kaplan De-Nour (Ed.). Cancer and the Family.
Chichester: John Wiley & Son.
136
de los médicos (Scarponi lo ha llegado a denominar “accanimento
genitoriale”, esa especie de locura que lleva a los perros a atacar con
persistencia a sus cuidadores).
En esta fase se mezclan fuertes sentimientos de angustia e
impotencia sobre todo el proceso recorrido: si ha merecido la pena
tanto esfuerzo y dolor en los tratamientos; si han utilizado todos los
recursos necesarios (médicos y económicos) para curarlo. Se
reproducen los sentimientos de culpa de la fase de diagnóstico.
Vuelve a producirse un nuevo pico de estrés que, si se mantiene,
acabará provocando cuadros de estrés post-traumatico.
Uno de los procesos vinculados a esta situación es el del
duelo. Proceso al que como profesionales de apoyo deberemos
estar pendientes, para poder acompañar a las familias, así como ser
capaces de detectar posibles problemáticas que puedan surgir, y así
poder derivar a esa persona, en caso de que fuera necesario, al
especialista correspondiente en el menor tiempo posible, lo que
facilitará la reconducción de ese proceso de duelo.
137
Las familias tienden a vivir esta dicotomía con mucha ansiedad. Como
han señalado Tremolada y Axia (2003)100 los sentimientos de los padres son
intensos y contradictorios: presentan dificultad para mantener la propia
identidad en los dos mundos; tienen miedo a habituarse en exceso a la
“normalidad” de la casa sabiendo que deben regresar al hospital; pero también
les angustia regresar a casa donde pensar en la “enfermedad” y cómo
reaccionar si sobreviene una crisis les vuelve más ansiosos. Todo hace que
crezca un deseo de mantenerse indefinidamente en el hospital donde no tienen
tiempo para las reflexiones. Esta situación hace que los padres lleguen a
describir a su hijo de forma diferente según se encuentren en uno u otro de
ambos mundos.
100
Tremolada, M. y Axia, V. (2003). Op.. Cit. (pp. 159).
138
estresores más fuertemente ligados a la presencia de la enfermedad (Kalnis,
Churchill y Terry, 1980)101 por lo que debe ser atendida y tenida en cuenta.
101
Kalnins, I.; Churchill, M. y Terry, G. (1980). Concurrent stress in families with a leukaemic child. Journal of Pediatric
Psychology, 5, 81-92.
102
Sloper, P. (1996), Needs and responses of parents following the diagnosis of childhood cancer. Child: Care, Health
and Development, 22, 187–202.
103
Van Dongen-Melman, J. E., Pruyn, J. F., De Groot, A., Koot, H.M., Hählen, K. y Verhulst, F. C. (1995). Late
consequences for parents of children surviving cancer. Leukemia, 11, 1977-1986.
104
Woodgate, R. L. y Gegner, L. F. (2002). Nothing is carved in stone: uncertainty in children with cancer and their
families. European Journal of Oncology Nursing, 6 (4), 191-202.
139
sentimientos de culpa por la aparición de la enfermedad (se
cuestionan la carga hereditaria que le han dejado o el tipo de
comportamientos que pudieron tener durante el embarazo o en su
cuidado posterior) y pérdida de la autoimagen como padres capaces
de tutelar a su prole (La Montagne et al, 1999105). También poseen
fuertes correlatos emocionales con secuelas depresivas el hecho de
tener que tomar decisiones importantes y agresivas (por ejemplo las
amputaciones) con respecto a los tratamientos. Transcurridas las
fases agudas de la enfermedad y posteriormente, incluso cuando el
niño ya ha superado los 5 años de seguimiento y se da por curado
(enfermedad crónica), continúan los efectos de la enfermedad en los
padres (en torno a un 25-30%, Kupst, 1995106, Smith et al, 1999107)
en forma de stress postraumático;
• problemas de comunicación tanto en relación al niño como en
relación a la pareja, al equipo médico o a la red social de familiares y
amigos a la que están vinculados. La primera dicotomía se produce
entre clausura y apertura, contar las cosas o guardárselas para sí,
abrirse al apoyo exterior o considerarse autosuficiente. Aunque el
proceso seguido depende mucho del nivel de expresividad de cada
sujeto (y pudiera suceder que las cosas progresaran de una forma en
la madre y de otra en el padre), durante la fase de negación suele ser
más frecuente la clausura, que va desapareciendo a medida que se
acepta la enfermedad. Un problema clásico de comunicación es el
tipo de información a transmitir al niño enfermo y a sus hermanos
(Martinson et al, 1993108, Bearison, D.J, 1991109). Características
similares posee la comunicación en la diada padres-equipo médico
105
La Montagne, L. L., Wells, N., Hepworth, J. T., Johnson, B.D. y Means, R. (1999). Parent coping and child distress
behaviours during invasive procedures for childhood cancer. Journal of Pediatric Oncology Nursing, 16 (1), 3-12.
106
Kupts, M. J., Natta, M. B., Richardson, C. C., Schulman, J. L., Lavigne, J. V. y Das, L.. (1995). Family cooping with
pediatric leukemia: ten years after treatment. Journal of Pediatric Psychology, 20 (5), 601-617.
107
Smith, M. Y., Redd, W. H., Peyser, C. y Vogl, D. et al (1999).Post-traumatic stress disorders in cancer: a review.
Psychoncology, 8, 521-537.
108
Martinson, I., Yin, S. X. y Liang, Y. (1993). The impact of childhood cancer on 50 Chinese families. Journal of
Pediatric Oncology Nursing, 10 (1), 13-18.
109
Bearison, D. J. (1991). They never want to tell you: Children talk about cancer. Cambridge, MA: Harvard University
Press.
140
(Hughes y Liberman, 1990110). Especial importancia adquiere la
fluidez y claridad de la información tanto en la fase de diagnóstico de
la enfermedad como, si llega el caso, en la etapa terminal (Bluebond-
Langner, 1977)111. Con frecuencia las informaciones médicas no
resultan claras y, en cualquier caso, no suelen responder a las
necesidades reales de saber que los padres tienen y menos aún, a
los temores y fantasías que minan su moral. Tan importante es este
aspecto, que es uno de los ámbitos que justifica la presencia del
psicopedagogo como mediador especialista en comunicación;
• problemas de gestión de la enfermedad. La enfermedad trae consigo
innumerables cambios en los ritmos de vida de las personas
implicadas: consultas, pruebas, tratamientos, cuidados, relaciones
con otras personas e instituciones en contacto con el niño enfermo,
cambios a introducir en los espacios y objetos de la casa, viajes
constantes (con todo lo que ello conlleva de comer fuera, dormir,
desplazarse, etc.). La gestión de lo cotidiano, tanto de lo ordinario
como de lo extraordinario se complica y encarece de una manera
desorbitada para algunas familias. También es preciso gestionar la
enfermedad en el sentido de ir tomando decisiones con respecto a
los distintos avances que se van produciendo. Especial importancia
sugieren los estudios al hecho de abrir la toma de decisiones a
ambos cónyuges, al propio paciente en la medida que sea posible
(sobre todo en el caso de los adolescentes) y a sus hermanos
(Chester, Allswede y Barbarin, 1992)112;
• problemas cognitivos: constituyen otros de los diferentes efectos que
han sido reportados en la literatura con respecto al impacto de la
enfermedad de los hijos en los padres. Así, por ejemplo, el
progresivo deterioro de las seguridades y creencias previas. Una
visión distinta del sentido de la vida y la muerte, de lo que merece la
110
Hughes, P. M. y Lieberman, S. (1990). Troubles parents: vulnerability and stress in childhood cancer. Bristish
Journal of Medical Psychology, 63, 53-64.
111
Bluebond-Langner, M. (1977). Meanings of death to children. En H. Feifel (Ed.). New meanings of death. New York:
McGraw-Hill.
112
Chester, M. A.; Allswede, J. y Barbarin, O. O. (1992). Voices from the margin of the family: siblings of children with
cancer. Journal of Psychosocial Oncology, 9(4), 19-42.
141
pena y de lo que no, de las prioridades relevantes. Cambios que
pueden llegar a afectar, incluso, a la fe religiosa (Martinson,
Martinson y King, 1996113).
113
Martinson, P. V., Martinson, I. M y Kim, S. (1996). Impact of childhood cancer on religious life of corean families.
European Journal of Cancer Care, 5 (4), 203-208.
114
Biondi, M. (1994). Disturbo de adattamento e disturbo post-traumatico da stress. En AA.VV. Tratatto italiano di
Psichiatria. Milano: Masson.
115
Hoekstra-Weebers, J., Jaspers, J. P., Kamps, W. A. y Klip, E. C. (2000). Factors contributing to the psychological
adjustment of parents of paediatric cáncer patients. En C. Cooper, A. Kaplan (eds). Cancer and the Family. Chichester:
Jonh Wiley & Sons.
116
Folkman, S., Lazarus, R. S.; Dunkel-Schetter, C.; DeLongis, A. y Gruen, R. (1986). Dynamics of a stressful
encounter: cognitive appraisal, coping and encounter outcomes. Journal of Personality and Social Psychology, 50, 992-
1003.
142
deben adaptarse. Los estilos de adaptación a esa situación de estrés vienen
condicionados por todo un conjunto de variables que se recogen en el siguiente
cuadro:
Cuadro 11: Modelo adaptado por Hoekstra-Weebers et al (2000)117 del original de Folkman (1986)
117
Hoekstra-Weebers et al (2000). Op. cit.
118
Wallander, J. L. y Varni, J. W. (1998). Effects of paedriatic chronic physical disorder on child and family adjustment.
Journal of Child Psychology and Psychiatry, 39, 29-46.
143
algunos son contradictorios. Sloper (2000)119 lo señala como el factor de riesgo
con más incidencia en los mecanismos de adaptación de las familias a la
enfermedad. En cualquier caso, es sobre todo la percepción subjetiva que los
padres poseen sobre la enfermedad, la que afectará de forma sustantiva a su
proceso de adaptación. Y por eso, precisamente, resultan tan necesarios los
sistemas de apoyo que traten de ir más allá de las cuestiones objetivas,
médicas o de otro tipo, que sean capaces de abordar las demandas subjetivas,
con frecuencia no visibles e, incluso, en muchas ocasiones, ocultadas
conscientemente.
119
Sloper, P. (2000). Predictors of distress in parents of children with cancer: A prospective study. Journal of Pediatric
Psychology, 25, 79-91.
120
Van Dongen-Melman, J. E., Pruyn, J. F., De Groot, A., Koot, H.M., Hählen, K. y Verhulst, F. C. (1998). Late
consequences for parents of children who survived cancer. Journal of Pediatric Psychology, 20, 567-586.
121
Kazak, A. E.; Cant, M. C.; Jensen, M. M.; McSherry, M.; Rourke, M. T.; Hwang, W. T.; Alderfer, M. A.; Beele, D.;
Simms, S. y Lange, B. J. (2003). Identifying psychosocial risk indicative of subsequent resource use in families of newly
diagnosed pediatric oncology patients. Journal of Clinical Oncology, 21 (17), 3220-3225.
122
Cayse, L. N. (1994). Fathers of childen with cancer: a descriptive study of their stressors and coping strategies.
Journal of Pediatric Oncology Nursing, 11(3), 102-108.
144
empleo, de problemas económicos que alteran el ritmo de vida de la familia (a
veces vinculados a la necesidad de desplazamientos por la hospitalización o
tratamiento del hijo enfermo). Estos sucesos sobrevenidos tienen un efecto
multiplicador sobre el impacto de la enfermedad. Los rasgos de personalidad
como la tendencia a la ansiedad (Kazak et al, 1998)123, la capacidad de
resistencia a la frustración, la autoimagen o los estilos atribucionales son,
también, condicionantes de las modalidades de adaptación que adoptan los
padres.
123
Kazak, A. E., Stuber, M. L., Barakat, L. P., Meeske, K., Guthrie, D. y Meadows, A. T. (1998). Predicting posttraumatic
stress symptoms in mothers and fathers of survivors of childhood cancers. Journal of the American Academy of Child
and Adolescent Psychiatry, 37, 823-831.
145
El apoyo social es otro de los mediadores modificables en el desarrollo
de la adaptación paterno/materna. El apoyo social resulta fundamental en
situaciones de estrés elevado. Lo es hasta tal punto que resulta un predictor
válido en el pronóstico de la adaptación eficaz frente a la disfuncional en el
caso de los padres de niños enfermos (Kupst, Schulman, 1988124, Dockerty et
al, 2000125). Como han señalado Manne, Duhamel y Redd (2000, pp.328)126: “el
sentimiento de pertenencia a una red social, así como la posibilidad de
expresar con tranquilidad y comodidad pensamientos y sentimientos ligados al
cáncer con amigos y familiares puede jugar un papel fundamental en el modo
en que los padres se adaptan a esta experiencia”.
Este aspecto del apoyo social resulta, por tanto, esencial para un
correcto proceso de adaptación de los padres con niños enfermos. Lo curioso
de la situación, si se pudieran generalizar los datos, es que los padres de niños
enfermos cuentan con menos apoyo social que los padres con niños sanos
(véase, por ejemplo, el trabajo recién citado de Dockerty et al, 2000). A la larga,
menor apoyo significa peor salud mental (incluida la posibilidad de sufrir estrés
postraumático), mayor aislamiento y deterioro de las relaciones sociales, menor
capacidad para construir una visión menos amenazante de la enfermedad y el
tratamiento. Los equipos sanitarios no suelen estar en condiciones de ofrecer
este apoyo multidimensional. De ahí que resulte tan importante disponer de
profesionales o voluntarios que desarrollen estas tareas, no sólo dentro del
hospital y en las primeras fases de la enfermedad, sino hasta que ésta se dé
por superada e, incluso, después.
124
Kupst, M. J y Schulman, J. (1988). Long term coping with paediatric leukemia. A six years follow up study. Journal of
Pediatric Psychology, 13, 7-22.
125
Dockerty, J. D.; Williams, S. M.; McGee, R. y Skegg, D. C. G. (2000). Impact of Childhood cancer on mental health of
parent. Medical and Paediatric Oncology, 35, 475-483.
126
Manne, S.; Duhamel, K. y Redd, W. H. (2000). Association of psychological vulnerability factors to post-traumatic
stress symptomalology in mothers of paediatric cáncer survivors. Psychooncology, 9, 372-384.
146
hacen que los padres sean remisos a volver a enviar a sus hijos a la escuela.
En primer lugar porque no quieren separarse de ellos (proteccionismo
alargado) y, en segundo lugar porque tienen miedo tanto a las recaídas como a
la reacción de los otros compañeros. Tampoco suele ser fácil para los niños
pues los tratamientos recibidos han podido afectar a sus capacidades
escolares (atención, desarrollo cognitivo, movilidad) o a su imagen física. Sin
embargo, la escuela y la vida en ella puede constituir una ocasión inestimable
para abrir la mente a otro tipo de preocupaciones y reconstruir una imagen de
sí mismo con proyección de futuro (salir del día a día al que le ha sometido la
enfermedad). Si ha habido experiencias previas de escolarización en el propio
hospital, todos estos temores se difuminan y resulta más fácil tomar las
decisiones.
127
Stansfeld, S. A.; Fuhrer, R. y Shipley, M. J. (1998). Types of social support as predictors of psychiatric morbidity in a
cohort of British Civil Servants. Psychological Medicine, 28, 881-892.
147
vincularse a apoyos externos es el componente más influyente en la
adaptación de la familia a la nueva situación (Minuchin, 1974)128
128
Minuchin, S. (1974). Families and family therapy. Cambridge, MA: Harvard University Press.
129
Van Dongen-Melman, J. E., De Groot A., Hählen K. y Verhulst, F. C. (1995). Siblings of childhood cancer survivors:
how does this "forgotten" group of children adjust after cessation of successful cancer treatment?. European Journal
Cancer. Dec, 31A (13-14), 2277-2283.
148
A estos cambios en las prioridades diarias debidos a las necesidades
derivadas de la enfermedad y los tratamientos se unen las fantasías y temores
de los niños de tener la enfermedad de su hermano, el miedo a ser
abandonados e incluso el sentimiento de culpabilidad de haber sido los
causantes de la enfermedad de sus hermanos. Según Grau y Ortiz (2001)130
los hermanos están preocupados y tristes, temerosos y culpables, celosos e
irascibles, pudiendo llegar a presentar trastornos comportamentales.
130
Grau, C. y Ortiz, Mª. C. (2001). La Pedagogía Hospitalaria en el marco de una educación inclusiva. Málaga:
Ediciones Aljibe.
149
Otros autores han seguido también la línea de pérdidas y ganancias en
los hermanos sanos, no sólo referidas a enfermedades onco-hematológicas
(Wilkins y Woodgate, 2005), sino también a otros tipos de problemáticas, como
la discapacidad (Lobato, 1992). Partiendo de estas investigaciones, se han
adaptado los resultados y conclusiones al caso concreto de los hermanos de
niños con cáncer.
Aspectos individuales
En relación a las ganancias poco hay que añadir, es uno de los aspectos
positivos que tiene para los niños el pasar por una situación tan dramática. En
cuanto a las pérdidas, que es el aspecto que más nos preocupa en relación a
los hermanos sanos, debemos tener muy en cuenta estos aspectos para poder
prevenirlos o trabajarlos en caso de que aparezcan.
150
Orientaciones para padres de niños con cáncer
-tan pronto como os sea posible, hablad con vuestros otros hijos;
-si podéis, organizaos para que ellos puedan veros a los dos padres frecuentemente o durante
el día, por ejemplo, uno los lleva al colegio y el otro duerme con ellos;
-los niños deben estar preparados para los cambios físicos de su hermano, caída del cabello,
amputación, etc.
-contactad con su tutor o responsable escolar para informarle de la situación familiar lo antes
posible. Los profesores de vuestros hijos pueden ayudaros mucho en su atención y cuidado;
-cuando os encontréis con energía suficiente, buscad un tiempo especial para ellos. Haced
planes para estar un rato a solas y haced cosas que a ellos les gusten. Repartid la atención y,
cuando sea posible, permaneced todos juntos.
151
152
3. AULAS HOSPITALARIAS
153
154
3.1 Introducción
Siguiendo la secuencia de ámbitos de intervención psicopedagógica con
niños con enfermedades onco-hematológicas, llegamos al tema de las
escuelas hospitalarias.
155
muchos servicios a los niños y sus familias, pero esos servicios ya los hemos
analizado en capítulos anteriores.
156
3.3 El derecho a la Educación
Este es el punto de partida y la condición básica de cualquier acción
educativa dirigida a la atención de niños enfermos. En 1959, La ONU aprobó la
Declaración de los Derechos del Niño, uno de cuyos principales baluartes es,
justamente, el reconocimiento del Derecho a la Educación. Derecho básico que
se complementa con otros, igualmente recogidos en ese compromiso
internacional, como sería el derecho a la no discriminación por razón alguna.
Pongamos en nuestro caso, el derecho a no ser discriminado por razón de
enfermedad.
157
Somos distintos en imagen, en capacidades, en medios de pertenencia, en
cultura, en recursos, en deseos. Algunos lo son porque padecen algún tipo de
enfermedad o de discapacidad que limita sus posibilidades de acción o
pensamiento. Pero ninguna circunstancia pesa más que el derecho a ser uno
mismo y a que eso no suponga motivo de discriminación.
Ni qué decir tiene que estamos lejos de que, a nivel global, ese derecho
formal se haya convertido en un derecho efectivo. Pero en esa pelea estamos y
mal que bien, los países desarrollados han ido realizando importantes avances
en ese terreno. Entre ellos el de la “inclusividad educativa”, es decir, que dado
que el derecho a la educación es un derecho básico y general de todo niño,
ninguno de ellos, y por ninguna razón, puede ser excluido de los dispositivos
creados para la educación.
131
Warnock, H. M. (1978). Special education needs. Report of the Committee of Enquiry into the Education of
Handicapped children and young people. London: Her Majesty’s Stationery Office.
158
planteando nuevos desafíos a las políticas educativas. La filosofía del informe
es que las necesidades educativas especiales no alteran el derecho a la
educación, sino más bien al contrario, lo refuerzan. Cualquier niño que deba
superar dificultades especiales en su aprendizaje por razón de cualquier tipo de
circunstancia pertenece a esta categoría y se le debe garantizar una educación
capaz de adecuarse a sus necesidades específicas.
159
Con todo, es justo reconocer que las políticas educativas recibieron el
impacto del nuevo enfoque (incluso en la terminología a emplear) y se hicieron
más sensibles a las particulares necesidades con que los sujetos se
incorporaban al sistema educativo. La respuesta a sus necesidades fue
variando desde su incorporación a escuelas especiales, a la integración en
escuelas normales pero en espacios diferenciados hasta llegar a su
incorporación normalizada a las mismas clases y actividades que sus
compañeros aunque contando con apoyos especiales. Un largo recorrido que
ha supuesto una buena dosis de aprendizaje para todos los implicados y, en
menor medida, de cambio cultural en las instituciones y en la sociedad.
160
La escuela inclusiva es aquella que acoge a todos los niños y niñas en
edad escolar y los incorpora a un sistema educativo flexible formado por
programas educativos que sean amigables, estimulantes y adaptados a todos
los estudiantes. Es decir, el rótulo de la “inclusión” no es un producto de la
mercadotecnia institucional, no es un adjetivo con finalidad estética o moral. La
inclusividad es una condición que ha de predicarse tanto de la institución (en
cuanto a sus sistemas de ingreso y permanencia), del profesorado (en cuanto a
sus modalidades de relación y sus estrategias de enseñanza-aprendizaje), de
los programas (en cuanto a su flexibilidad y progresión) y en cuanto a los
sistemas de apoyo, interno y externo, que se establezcan. Cualquiera de esos
componentes puede excluir. La inclusión requiere que sea el conjunto del
sistema escolar quien la practique y que cada uno de sus componentes esté en
condiciones de garantizar que no excluye a nadie. Como señalaban Ainscow,
Botth y Dyson, (1998)133: “inclusión implica aquellos procesos que llevan a
incrementar la participación de los estudiantes y reducir su exclusión del
curriculum común, de la cultura o la comunidad”.
161
• Organización flexible y capaz de atender a sujetos con características
distintas. Para ello necesitará de una buena coordinación, de
profesorado sensibilizado, de equipos interdisciplinares, de trabajo
colaborativo.
• Organización abierta a la comunidad. Todos los sistemas de apoyo
comunitario destinados a la educación, salud pública, servicios
sociales y de ocio deberían estar conectados a la escuela y
comprometidos con el proyecto educativo que en ella se lleva a cabo.
Las sinergias que se generen permitirán ampliar el abanico de
respuestas educativas a ofrecer a los niños escolarizados y a sus
familias.
• Organización dotada de recursos de apoyo diversificados. Siendo que
los estudiantes que van a seguir la escolaridad serán heterogéneos
en sus características, capacidades y necesidades, la institución
escolar deberá dotarse de recursos suficientes para ofrecerles un
contexto educativo de calidad y poder atenderlos a todos en igualdad
de circunstancias.
• Organización que aprende y se reajusta. La inclusión es un propósito
moral y técnico que debe superar no pocas dificultades para alcanzar
niveles adecuados. Tiene mucho de transformación de la realidad
vigente y sufrirá, por tanto, todos los titubeos e incertidumbres de los
procesos de cambio. Por eso es preciso establecer una cultura de la
evaluación que permita analizar los pasos que se están dando,
introducir los reajustes precisos y mantenerse siempre en la dirección
apropiada.
162
La atención educativa de los niños con enfermedades onco-
hematológicas constituye una parte integral del programa de curación y se ha
de plantear como una labor compartida entre los padres, profesores y personal
sanitario. De nada sirve que profesores y médicos entiendan que la función
educativa de la escuela es beneficiosa para el niño enfermo si los padres no
comparten esta opinión y por lo tanto no permiten que el niño asista a la
escuela. De igual modo, si los padres y el equipo sanitario entiende que la
normalización y previsión de futuro que aporta la escuela son beneficiosas para
el niño enfermo, y por lo tanto se esfuerzan porque, dentro de los límites
individuales, los niños asistan con la mayor normalidad posible a la escuela,
pero una vez allí el profesor no sabe cómo tratar al niño, o no lo trata con
normalidad, los beneficios que esto comportaba desaparecen, siendo inútil los
esfuerzos realizados. Por otra parte, si tanto profesores como padres diseñan
un plan de adaptación o readaptación del niño enfermo a su ambiente escolar,
pero el equipo sanitario no entiende que esta vuelta a la escuela sea
beneficiosa para el niño, y por lo tanto no recomienda que éste asista al
colegio, todo el esfuerzo de padres y profesores se realizará en vano, porque
con casi total seguridad, el niño no volverá al colegio durante mucho tiempo.
Para evitar todas estas situaciones posibles, es necesario el trabajo mediador
del psicopedagogo, que puede ayudar a debatir y a entender los beneficios que
puede proporcionar el ambiente educativo en la recuperación, no sólo a nivel
cognitivo, sino también a nivel social, de autoestima, afectivo, de previsión de
futuro, como factor normalizador, etc de los niños con enfermedades onco-
hematológicas.
163
Iglesias (2008)134 señala algunas razones que se pueden esgrimir para
resaltar la importancia de una adecuada escolarización siempre que sea
posible:
a) la continuidad escolar del niño -escuela, familia y hospital- transmite
un mensaje de esperanza en el futuro;
b) la atención educativa integral le permite desarrollar sus habilidades
sociales y cognitivas;
c) la transición de “paciente” a “estudiante” genera un marco más
positivo y autónomo de verse a sí mismo. Cuando los médicos
utilizan la palabra estudiante, en vez de paciente, al comunicarse con
los maestros, se resalta la función (lo que el alumno puede hacer)
frente a la disfunción (lo que no puede hacer). Si se utiliza el término
paciente, los profesores inmediatamente consideran que no están
preparados para atenderlos y pierden un tiempo precioso para el
desarrollo de un programa adecuado por el temor de que se
presente, en cualquier momento, alguna emergencia médica.
Asimismo, cuando se trata al niño como estudiante, él se considera
igual que el resto de sus compañeros; y asume la responsabilidad de
estudiar, de aprobar las asignaturas y de ser un miembro más de la
comunidad escolar. Por el contrario, cuando se le ve como un
paciente tratado de por vida, o como un niño moribundo, puede
desarrollar vivencias de impotencia y fracaso.
164
Esta multiplicidad de referentes (hospital, casa y escuela) obliga a cuidar
de forma especial la coordinación entre todos los agentes implicados (equipo
sanitario, personal técnico, familia, profesores, etc.). De ahí que hayamos
destacado la importancia fundamental que en esta dinámica juega la existencia
de un mesosistema de integración, papel que debería jugar la Psicopedagogía
de la enfermedad. Esta tarea de búsqueda de una buena interacción entre los
diversos contextos de vida del niño enfermo se inicia en la fase de
prediagnóstico y se ha de continuar a lo largo de todo el proceso que dure la
enfermedad e, incluso, una vez remitida ésta para neutralizar las secuelas que
haya podido generar.
165
multidimensional que requiere del apoyo de la comunidad local y de los
agentes sociales. Ese aspecto resulta especialmente relevante en el caso de
los niños enfermos. Garantizarles su derecho a la educación implica satisfacer,
en simultáneo, otras necesidades vinculadas a la escolarización (movilidad,
ocio, relaciones interpersonales, etc.). Para ello se precisa generar sinergias
entre los diversos sistemas que actúan en relación al niño enfermo. Esto es, la
inclusividad, para ser efectiva, requerirá de sistemas colaterales al educativo
consorciados en el propósito común de garantizar el derecho de todo niño,
también los enfermos y hospitalizados, a una educación adecuada a sus
necesidades. Y ahí es donde, como acabamos se señalar, aparece ese
sistema educativo alargado capaz de cubrir los tres espacios de vida del niño
enfermo: la casa, la escuela y el hospital. Nos referiremos a continuación a las
aulas hospitalarias como complemento a las escuelas convencionales.
166
que lleva al día siguiente, al curso siguiente, a la edad superior; la
enfermedad pertenece a una realidad con eventos inesperados que
te obliga a vivir el día a día);
d) la caída de la autoestima (la escuela propone retos que los sujetos
suelen estar en disposición de superar con algo de esfuerzo; la
enfermedad sitúa a los sujetos ante un reto externo y que no pueden
superar por sí mismos: se pierde, por tanto, esa experiencia de éxito
tan necesaria en los niños);
e) retrasos escolares, tanto más fuertes cuanto más se prolonga la
hospitalización o el tratamiento. Estos retrasos suelen alargarse
hasta más allá de la recuperación, en algunos casos hasta después
de 10 años. Paviotti et al (2003)136 reportan datos del norte de Italia
en los que el 77,6% de los niños supervivientes de cáncer reconocen
tener importantes dificultades en sus escuelas diez años después de
su tratamiento y el 38,5% han repetido, al menos, un curso. Estos
retrasos no se refieren sólo al curso en que se sitúa al niño, sino a la
pérdida de la compañía de iguales de la misma edad, lo que a nivel
social y afectivo puede suponer otra dificultad añadida.
Retornando a la idea antes mencionada del derecho a la educación de
todo niño, las aulas hospitalarias son un ejemplo claro de la perspectiva
inclusiva que se señalaba. No podemos pensar que es un problema del niño el
caer enfermo. El niño sufrirá este problema, pero no es ésa la cuestión puesto
que hablamos de sus derechos. La enfermedad del niño se convierte en un
problema para la institución escolar pues tiene que buscar alternativas para
hacer efectivo el derecho a la educación. En este caso es más fácil por lo que
señalaba en el capítulo 1 de la reacción de com-pasión que despiertan en
nosotros los niños enfermos.
Podemos decir, por tanto, que las aulas hospitalarias son los dispositivos
educativos que se organizan para hacer efectivo el derecho de todo niño,
también de los enfermos, a recibir una educación de calidad. Pero sus
ventajas, como veremos, van más allá de lo estrictamente educativo y permean
136
Paviotti et alii (2003): Qualità di vita dei pazienti lungo sopraviventi trattati per leucemia linfoblastica acuta
esperienza monocentrica. XXX Congresso Nazionale AEIOP, Verona.
167
todas las dimensiones del desarrollo infantil, incluido el de la curación de su
enfermedad.
168
momento que se vive con angustia y que se resuelve dejándose llevar,
alienándose, renunciando a desempeñar un papel activo en el proceso y
trasladando la iniciativa a la institución. Más si cabe si hablamos de pacientes
en edad pediátrica, a los que de improviso les cambia completamente su
mundo y su campo de acción, sin que ellos, en principio, puedan encontrar una
explicación lógica y causal en relación al cambio.
137
Ballestrin, G. y Putti, M.C. (2004). La scuola a ospedale. En V. Axia (Ed.). Elementi di Psico-oncologia Pediatrica.
(pp.221-230). Roma: Carocci Faber.
169
d) las actividades escolares, incluso siendo exigentes, resultan atractivas para el niño.
Constituyen un reto que suelen asumir con agrado. Les gusta acudir a la escuela y,
normalmente, se esfuerzan por llevar al día sus tareas. No es infrecuente oírles
que piden a sus médicos que les “pongan bien” para poder acudir a clase porque
tienen un examen o porque van a hacer algo interesante. En ese sentido la
actividad escolar es una fuente de reclamos y estímulos que les obliga a pensar en
otro tipo de cosas, a ir más allá del dolor, la enfermedad o las rutinas del
tratamiento;
e) las características de cada niño enfermo son tan particulares que requieren una
atención individualizada. Esa relación uno a uno entre educador y niño trae muchas
ventajas en el terreno del aprendizaje. Al poder seguir paso a paso el
procesamiento de la información y la resolución de los problemas que hace el niño,
aparecen con claridad sus fortalezas y debilidades y la posibilidad de trabajarlos
más intensamente. El niño se hace más consciente de sus procesos cognitivos e
incrementa su competencia metacognitiva: va aprendiendo a mejorar su estudio, se
hace consciente de sus patrones de pensamiento.
En todo este proceso de desarrollo infantil hay dos condiciones que las
escuelas hospitalarias no pueden desatender:
a) que los procesos educativos, aunque son distintos y ajenos a la
enfermedad y los tratamientos, han de contar con ellos. La
competencia diferencial de los psicopedagogos y educadores, con
respecto a sus colegas, está vinculada, justamente, a la capacidad
para integrar la planificación didáctica y la sanitaria de modo que
ambas no sólo no interfieran entre sí, sino que se refuercen y
mejoren el progreso del niño enfermo (Chambers, Klinck y Rynard,
1996)138;
b) que la atención escolar a los niños debe huir de cualquier forma de
paternalismo o protección excesiva. La afectuosidad excesiva y sin
condiciones, la sustitución del compromiso por el entretenimiento, la
espontaneidad frente proyectos a medio plazo, las acciones sin
control ni rendición de cuentas provocan, a la larga, que el niño tenga
la impresión de que con él se han abandonado las exigencias y que
se da todo por perdido. Puede que piense que sucede eso porque ya
138
Chambers, A.; Klinck, A. y Rynard, D. (1996). Helping schools cope with childhood cancer: current facts and creative
solutions. Ontario: Pediatric Division of Victoria Hospital.
170
no merece la pena el esfuerzo o porque no le valoran a él lo
suficiente como para poder exigirle.
171
regresa a su escuela de origen. No se le ofrece apoyo escolar por si
no puede regresar a la escuela (alternativa absolutamente inexistente
en relación al apoyo educativo), sino para que cuando lo haga
efectivamente (dando por supuesto que antes o después eso será lo
que suceda) no se encuentre retrasado con respecto a sus
compañeros de clase. Así se van creando referencias de futuro por
encima de las constricciones que la enfermedad va creando;
• si se llega a una situación terminal, no por eso la escuela deja de
tener sentido. En muchos casos es de las pocas cosas que el niño
puede continuar haciendo y controlando, por lo que eliminarla no será
sino un nuevo signo de desesperanza. Obviamente las actividades a
desarrollar y su intensidad habrán de graduarse en función de las
condiciones del niño. En algunos casos más que realizar tareas, el
niño querrá jugar si es pequeño, o hablar y comentar cosas, quizás
incluso (sobre todo si son adolescentes) cuestiones que tienen que
ver con la muerte o, por el contrario, cosas que alejen su mente de las
preocupaciones de la enfermedad y de sus propios temores.
Es por todo esto que tanto la escuela de origen como el aula hospitalaria
resultan un pilar fundamental de la vida y mejora de los niños enfermos (y de
sus familias) en cada una de las fases por las que pasará en relación a su
enfermedad.
172
PARTE EMPÍRICA
173
174
4. INTRODUCCIÓN Y ESTADO DEL
ARTE
175
176
4.1 Introducción
Una vez planteado el marco teórico en el que se fundamenta este
trabajo y en el que habrían de basarse los apoyos psicopedagógicos a las
familias con hijos con enfermedades onco-hematológicas, pasaremos a ofrecer
algunos datos empíricos sobre la situación de esos niños y familias a las que
deberemos prestar nuestro apoyo profesional.
177
de nuestro estudio. Posteriormente, se recoge el análisis de las características
descriptivas de la muestra.
178
resultados se refieren a las dos partes de la investigación. La parte más
cuantitativa con el análisis de los resultados obtenidos en los cuestionarios
aplicados a las familias de los niños y niñas enfermos. La parte más cualitativa
con el análisis de las auto-entrevistas en torno a mi interacción con los niños y
sus familias durante el periodo de hospitalización.
139
http://docencia.udea.edu.co/bibliotecologia/seminario-estudios-usuario/unidad4/estado_arte.html
179
mientras desarrollaba mi trabajo en el hospital. En cualquier caso, no me ha
sido posible afrontar en profundidad toda la literatura existente en este campo
de la oncología infantil. Primero porque en su mayor parte pertenece al ámbito
médico o psicológico (hay poca tradición en Educación de estudios específicos
en este campo) y, en segundo lugar, porque se trata de un ámbito con
tantísima producción que resulta inabarcable. No pretendo, por tanto, poder
decir que he revisado cómo ha sido tratado el tema o cuáles son todas las
tendencias que actualmente prevalecen en su estudio. Mi idea es plantear aquí
algunos de los puntos que, en mi opinión, constituyen “elementos clave” (focus
of concern) en el análisis de las necesidades de apoyo psicopedagógico a los
niños con enfermedades onco-hematológicas y sus familias.
180
Declaración de Helsinki (1964, 1996)140. En ella se plantea la necesidad del
consentimiento informado y la exigencia de un Comité de Ética que valore el
equilibrio entre interés de la investigación y los riesgos de la misma. A partir de
esos principios, la UE redactó las Normas para la buena práctica clínica
(1995)141 con los siguientes fundamentos:
• Los estudios clínicos deben atenerse a los principios de Helsinki y respetar los
criterios de la Good Clinical Practice.
• Antes de iniciar los estudios hay que valorar los riesgos en relación a los beneficios
posibles tanto para el sujeto como para la sociedad.
• Los derechos del paciente, su bienestar y su seguridad deben ser los aspectos
prioritarios a considerar.
• Se debe seguir escrupulosamente el protocolo de investigación que haya sido
aprobado por la Comisión de Ética.
• Es necesario el consentimiento informado por parte del paciente. Para ello se le
debe informar adecuadamente y de forma comprensible de los objetivos y los
riesgos de la investigación.
• Todos los registros y evidencias obtenidas deben ser reservados, confidenciales y
anónimos de forma que de ninguna manera se pueda identificar al sujeto a quien
corresponden.
140
WMA (1996). Declaración de Helsinki. http://www.wma.net/es/60about/70history/01declarationHelsinki/index.html
141
Ministerio de Sanidad y Consumo (1995). Normas de Buena Práctica Clínica.
http://www.aemps.es/actividad/sgInspeccion/docs/guiaBPC-oct08.pdf
142
Baroni, M. R. (1994). Il soggetto umano nelle ricerche in psicologia. Roma: Borla.
181
un tipo de investigación con importantes peculiaridades que tienen que ver con
el fuerte dramatismo en el que se desarrolla todo el proceso. Desde el primer
momento, incluso en los casos en que el pronóstico es bueno, los peores
temores se ciernen sobre los padres, la ansiedad se apodera de la mayor parte
de ellos y lo que desean, sobre todas las cosas, es que los dejen tranquilos con
su dolor íntimo y que se les ofrezcan todos los recursos médicos disponibles.
En ellos radica su esperanza. En ese contexto, no es fácil proponerles
participar en un estudio del que no va a derivar ninguna ventaja objetiva para la
salud de su hijo. Podrían aceptar participar en procesos de tipo médico del que
sí pudiera extraerse información o elementos utilizables en la curación, por
ejemplo en terapias experimentales. Pero queda lejos de sus preocupaciones
momentáneas cualquier otro tipo de posibilidad de orden psicológico o
educativo. Y si el estudio se pretendiera hacer sobre el propio niño, lo
considerarían una auténtica agresión. En el marco de esas limitaciones se ha
movido esta investigación y a ellas me referiré más adelante.
182
4.4 ¿Qué se puede estudiar en relación a niños con
enfermedades onco-hematológicas?
En cuanto a los temas posibles a abordar en este marco de condiciones,
la literatura científica permite comprobar que existen todo un conjunto de
campos abiertos.
a) Problemas de tipo médico o psicológico
b) El estrés
c) Calidad de vida
d) La vida cotidiana
e) El enfrentamiento del dolor
f) El locus of control
g) Estrategias de afrontamiento de la enfermedad
143
Les Robinson (1993). CCSS. (Childhood Cancer Survivors Study). EEUU: National Cancer Institute.
http://www.stjude.org/stjude/v/index.jsp?vgnextoid=0d5dd3ce38e70110VgnVCM1000001e0215acRCRD&vgnextchanne
l=448d0817933fe010VgnVCM1000005f2015acRCRD
183
144
-BSI-18 (Brief Symptom Inventory) de Derogatis and Spencer (1982) del John
Hopkins Oncology Center, Baltimore. Aunque existen versiones más amplias, ésta
reducida es la que ha tenido mayor aceptación.
Incluye 18 ítems sobre 3 dimensiones: somatizaciones, depresión y ansiedad.
Los sujetos han de responder sobre cómo se han sentido en los 7 días anteriores a la
prueba en una serie de aspectos que el cuestionario menciona. Puntúan de 0 (nunca,
nada) a 4 (siempre, mucho) los 6 ítems que aparecen en cada dimensión. En los
estudios realizados, ha demostrado una buena consistencia interna tanto general
(alpha: 0.92) como en cada una de las dimensiones: depresión (alpha: 0.84);
somatizaciones (alpha: 0.83), arousal (alpha: 0.83).
Cada dimensión se valora por separado (sobre 24 puntos), aunque hay
también una valoración global del estado de los sujetos (GSI: Global Severity Index)
que resume el ajuste emocional y el nivel de estrés de quien responde (sobre 72
puntos). Suelen aparecer diferencias de género.
Se ha utilizado con diferentes tipos de enfermedades: con pacientes
145
psiquiátricos, Derogatis y Melisaratos, (1983) , con niños/as supervivientes de cáncer
146 147
Zebrack et al (2004) , Recklitis et al (2006) , con madres de niños enfermos de
148
cáncer, Axia et al (2006) .
149
-PS (Problems Scale), de Axia et al (2006) .
Se trata de un cuestionario para explorar los problemas cognitivos de los
padres de niños con cáncer.
Analiza la presencia e intensidad (1=no aparece como problema; 3= es un
problema frecuente) de problemas cognitivos en el trato con niños con cáncer durante
las 2 últimas semanas. Es una prueba que contestan los padres o cuidadores de los
niños.
Se centra en 5 ámbitos de posibles problemas: la memoria, la desorganización
mental, los cambios de humor, la impulsividad y la concentración.
144
Derogatis, L. R., y Spencer, P. M. (1982). The Brief Symptom Inventory (BSI): Administration, and Procedures
Manual-I. Baltimore, MD: Clinical Psychometric Research.
145
Derogatis, L. y Melisaratos, N. (1983). The Brief Symptom Inventory: An introductory report. Psychological Medicine,
13, 595-605.
146
Zebrack, B. J., Gurney, J. G., Oeffinger, K., Whitton, J., Packer, R. J., Mertens, A., Turk, N., Castleberry, R., Dreyer,
Z., Robison, L. L., y Zeltzer, L. K. (2004). Psychological outcomes in long-term survivors of childhood brain cancer: a
report from the childhood cancer survivor study. Journal of Clinical Oncology, 22, 999-1006.
147
Recklitis, C. J., Parsons, S. K., Shih, M. C., Mertens, A., Robison, L. L. y Zeltzer, L. (2006). Factor structure of the
brief symptom inventory-18 in adult survivors of childhood cancer: results from the childhood cancer survivor study.
Psychological Assessment, 18, 22-32.
148
Axia, G., Tremolada, M., Pillon, M., Zanesco, L., y Carli, M. (2006). Post-traumatic stress symptoms during treatment
in mothers of children with leukemia. Journal of Clinical Oncology, 24, 2216-2219.
149
Axia, G. et al. Op. cit.
184
150
-STAI (State-trait Anxiety Inventory), de Spielberger (1983) .
Mide la ansiedad en los adultos tanto bajo la perspectiva más situacional y
momentánea (State = estado) como desde la más general y estable (trait = rasgo).
Evalúa los sentimientos de aprensión, la tensión, el nerviosismo y el estado de
preocupación.
Los estados de ansiedad constituyen, como su propio nombre indica, todo lo
contrario de la tranquilidad. Puntajes elevados en la escala STAI constituyen un
indicador de peligro físico y estrés. A medida que esos puntajes van descendiendo
mejora el nivel de relajación.
4.4.2 El estrés
Como puede constatarse siguiendo el hilo de análisis que he
desarrollado a lo largo de la tesis, apenas hay apartado alguno que no incluya
el “estrés” como causa o consecuencia de la enfermedad y, a la vez, como
condición ineludible a tomar en consideración en cualquier dinámica de apoyo
a sujetos enfermos. Estamos por tanto, ante un constructo omnipresente al
referirnos a la enfermedad.
150
Spielberger, C. D. (1983). Manual for the State-Trait Anxiety Inventory (STAI). PaloAlto, CA: Consulting
Psychologists Press.
185
El término estrés proviene de la física y la arquitectura y se refiere a la
fuerza que se aplica a un objeto, que puede deformarlo o romperlo. En el
comportamiento humano, el estrés suele hacer referencia a ciertos
acontecimientos en los cuales nos encontramos con situaciones que implican
demandas fuertes para el individuo, que pueden desbordar sus recursos de
afrontamiento. El estrés puede ser definido como el proceso que se inicia ante
un conjunto de demandas ambientales que recibe el individuo, a las cuales
debe dar una respuesta adecuada, poniendo en marcha sus recursos de
afrontamiento. Cuando la demanda del ambiente es excesiva frente a los
recursos que se poseen, se van a desarrollar una serie de reacciones
adaptativas, de movilización de recursos, que implican activación o depresión
fisiológica (temblores, apertura de pupilas, mayor bombeo sanguíneo,
contracción muscular). Las reacciones de estrés incluyen, también, una serie
respuestas emocionales como la ansiedad, la ira y la depresión. Ha sido Hans
Selye (1963151, 1956152, 1974153) el pinero en las investigaciones sobre el
estrés. Lo define como "una respuesta corporal no específica ante cualquier
demanda que se le haga al organismo, cuando la demanda externa excede los
recursos disponibles”. La O.M.S. afirma del estrés que es el “conjunto de
reacciones que preparan al organismo para la acción” y Lazarus (1966)154 que
es “el resultado de la relación entre el individuo y el entorno, evaluado por
aquel como amenazante, ya que desborda sus recursos y pone en peligro su
bienestar”. Se trata, por tanto, de un proceso de adaptación psicosomático a
través del cual el organismo como un todo reacciona a las situaciones
externas, reales o imaginadas.
186
generando secuelas indirectas que provocan alteraciones somáticas o
psíquicas. Las investigaciones han demostrado que el estrés excesivo es uno
de los factores que contribuyen al desarrollo de muchas problemáticas, tanto
físicas como emocionales.
• el estrés puede formar parte de la etiología del cáncer y ser una de las causas de
su aparición puesto que funcionaría como activador de cambios celulares que
acabarían degenerando en metástasis. Se le denomina “carcinogénesis psico-
biológica”;
• el estrés, al afectar a distintas hormonas y procesos fisiológicos, puede facilitar la
progresión de la enfermedad en la medida en que actúa como supresor de la
vigilancia inmunológica (disminuyendo la actividad de las células supresoras
naturales y los anticuerpos). Se le denomina “inmunosupresión psico-biológica”.
155
Cox, T. (1986). Estrés: un planteamiento psicofisiológico del cáncer. En C. L. Cooper (edit.), Estrés y Cáncer. (pp.
181-206). Madrid: Díaz de Santos.
156
Herbert, T. B. y Cohen, S. (1993). Stress and immunity in humans: a meta-analytic review. Psychosomatic Medicine,
55, 364-379.
157
Cannon, W. B. (1932). The isdom of the body. New York: Norton.
187
amenazantes. Este autor propone su hipótesis de la homeostasis, aludiendo a
la capacidad que tiene todo organismo para mantener constante un equilibrio
interno mediante numerosos mecanismos fisiológicos. Siguiendo la misma
línea de argumentación, Hans Selye (1983)158 elabora un modelo sobre el
estrés. Para este autor, el organismo, ante una situación de amenaza para su
equilibrio, emite una respuesta con el fin de intentar adaptarse a esta nueva
situación. Esos agentes nocivos externos, denominados estresores, provocan
el conjunto de reacciones fisiológicas encadenadas a las que denominamos
estrés. El estrés es, por tanto, una respuesta física de activación generalizada
(ya que afecta a todo el organismo) e inespecífica (ya que se emite la misma
respuesta para cualquier estresor o situación de estrés o amenaza). Las
investigaciones que realizó Selye le llevaron a describir y definir el “Síndrome
General de Adaptación” que explica el comportamiento de un organismo que se
ve sometido a un estresor severo y prolongado en el tiempo. El desarrollo de
este síndrome incluye las tres etapas diferenciadas a las que ya hemos hecho
referencia:
• Reacción de Alarma: es la respuesta inicial del organismo cuando es
expuesto repentinamente a estímulos a los que no se encuentra
adaptado. Esta etapa consta de dos fases secuenciales: fase de
choque y fase de contrachoque.
Ante la aparición de un peligro o estresor se produce una
reacción de alarma encaminada a preparar el organismo para la
acción de afrontar una tarea o esfuerzo de enfrentamiento (coping),
por lo que esta fase supone la activación del eje hipofiso-suprarrenal
con una reacción instantánea y automática que se compone de una
serie de síntomas siempre iguales, aunque de mayor o menor
intensidad según las características específicas de la situación. Los
procesos más importantes son los siguientes:
o se produce una movilización de las defensas del organismo;
o aumenta la frecuencia cardíaca;
o se contrae el bazo, liberándose gran cantidad de glóbulos rojos;
158
Selye, H. (1983). The stress concept: past, present and future. En C. L. Cooper (Edit.), Stress Research (pp 1-20).
New York: Wyley.
188
o se produce una redistribución de la sangre, que abandona los puntos
menos importantes, como la piel y las vísceras intestinales, para acudir a
los músculos, cerebro y corazón, que son las zonas de acción;
o aumenta la coagulación de la sangre;
o aumenta el número de linfocitos, que son las células encargadas de la
defensa del organismo;
Muchas de las enfermedades asociadas a estrés agudo
corresponden a esta etapa de reacción de alarma.
• Etapa de Resistencia o Adaptación: si el organismo ha superado la
primera fase de reacción de alarma se producirá una adaptación al
estresor, caracterizada por una mayor resistencia al agente nocivo y
una mejora de los síntomas producidos en la fase anterior.
La activación fisiológica disminuye algo, aunque sigue
manteniéndose por encima del nivel normal. Los signos de estrés
externos son mínimos aunque el organismo se torna crecientemente
vulnerable a problemas de salud como úlceras, hipertensión, asma y
enfermedades que siguen al daño del sistema inmune. En esta etapa
el organismo intenta superar, adaptarse o afrontar la presencia de los
factores que percibe como una amenaza o del agente nocivo,
produciéndose en el organismo las siguientes reacciones:
o normalización de los niveles de corticoesteroides;
o desaparición de la sintomatología de la reacción de alarma previa;
189
Otra importante aportación de este autor es que a través de esta teoría
general de las reacciones del organismo ante una amplia variedad de
estresores consigue explicar la relación entre el estrés y la enfermedad
mediante mecanismos fisiológicos. No obstante, la teoría de Selye cuenta con
varias objeciones importantes, entre ellas cabe destacar las siguientes:
• la teoría que desarrolla no está formulada de forma científica, ya que no se
establecen las condiciones para que un estímulo pueda ser considerado estresor
independientemente de sus efectos. Para Selye, cualquier estímulo podría
convertirse en estresor siempre que provocase en el organismo una respuesta
inespecífica de reajuste o reequilibrio homeostático;
• el concepto de reacción inespecífica: constituye la objeción más importante que se
realiza a la teoría. Como se ha señalado anteriormente, para este autor el estrés es
una respuesta de activación generalizada e inespecífica del organismo ante
cualquier demanda o agresión. Esta forma de entender el estrés no deja lugar a un
diagnóstico concreto de la reacción a los estresores ya que el organismo
respondería a todos los estímulos de forma inespecífica. La investigación posterior
159; 160
(Mason, 1968 Weiss, 1971 ) ha mostrado que es necesario tomar en cuenta
procesos orgánicos y psicológicos concretos en la valoración del estrés, ya que
algunos estresores provocan una respuesta emocional más fuerte que otros. En
ese sentido, los procesos de valoración del estímulo parecen jugar un papel
fundamental en la reacción fisiológica ante el estrés y es necesario tenerlos en
cuenta en cualquier teoría que se desarrolle en relación a este concepto. Es por
ello que algunos de los enfoques del estrés centrados en la respuesta han
consistido en entender que ésta es únicamente orgánica, olvidando la implicación
de los factores cognitivos de este proceso, como la valoración que realiza el sujeto
de la amenaza o agresión que la nueva situación supone.
159
Masson, J. W. (1968). Organization of psychoendocrine mechanismes. Psychosomatic Medicine, 30, 565-808.
160
Weiss, J. M. (1971). Effects of coping behavior in different warning signal conditions on stress pathology in rats”.
Journal of Comparative and Psychological Psychology, 1, 1-14.
190
respuestas clínicas o farmacológicas resultan insuficientes para salir de ellas.
El estrés actúa como un torbellino que se traga todo cuanto encuentra a su
paso. En esos momentos, el apoyo externo resulta crucial.
191
valoración subjetiva que pueda hacer el sujeto de las mismas ya que,
por su propia naturaleza, incorporan la capacidad de producir
cambios y estrés. Se trata de acontecimientos incontrolables o
impredecibles como la muerte de un ser querido, la aparición de una
enfermedad, el nacimiento de un hijo, etc. Se realizaron muchas
investigaciones en esta línea en los años sesenta y setenta, con
especial interés en las relaciones entre cantidad de estrés y salud
(por ejemplo, cantidad de estresores que han sufrido las personas
que enferman).
• Sucesos menores o estrés diario: esta línea de investigación se
desarrolló, fundamentalmente, en los años ochenta. Lazarus y
Folkman (1984)163 consideran que los acontecimientos estresantes
diarios producen más respuestas de estrés y efectos negativos,
psicológicos y biológicos, de lo que puedan generar acontecimientos
extraordinarios y poco habituales. Esto se debe a que son sucesos
más frecuentes en la vida de una persona, tienen una ocurrencia
diaria o casi diaria. Pertenecen a este grupo de acontecimientos
vitales menores (daily hassles) las disputas familiares, los problemas
económicos, los problemas laborales, etc. En esta línea teórica se
sugiere que tanto el estrés menor como las satisfacciones que
caracterizan la vida cotidiana poseen mayor significado para la salud
que los sucesos vitales mayores.
• Los estímulos permanentes: se incluyen en este grupo todos
aquellos estresores menores que permanecen estables en el medio
del sujeto. Suelen se estímulos de poca intensidad pero de gran
duración, como el ruido, el hacinamiento, etc.
163
Lazarus, R. S. y Folkman, S. (1984). Stress, Appraisal, and Coping. New York: Springer.
192
dado y muy poco o nada para otra persona o para esa misma persona en otros
momentos o circunstancias.
193
ejecutar las conductas adecuadas en una situación problema que nos permitan
enfrentarnos a dichas demandas con eficacia. Las estrategias de afrontamiento
que el sujeto pone en marcha pueden ejercer sus funciones de tres formas
principalmente:
• eliminando o modificando las condiciones que originan los
problemas;
• controlando perceptivamente el significado de la experiencia,
neutralizando los aspectos problemáticos;
• manteniendo las consecuencias emocionales dentro de límites
tolerables.
Según esta concepción las características principales del estrés son las
siguientes:
• el estrés es el resultado de factores personales y ambientales: ya
que dependerá del individuo el que un acontecimiento sea estresante
o no y dicha percepción está determinada no sólo por factores
cognitivos, sino también por la historia anterior, y un sinfín de
variables personales y situacionales. No obstante, lo más significativo
es la propia capacidad de reacción del sujeto;
• para que pueda hablarse de estrés, el sujeto debe estar enfrentado a
una situación que desborda sus recursos y atenta contra su
bienestar. Ello justifica que lo que puede ser estresante para unos
individuos no lo sea para otros, o el que un evento es estresante en
un momento dado y otro similar deja de serlo en otro momento para
el mismo sujeto.
Teniendo el estrés, por tanto, unas raíces tan fuertemente mediadas por
factores cognitivos, importa mucho cómo un acontecimiento acabará siendo
evaluado por el sujeto afectado. Las fases de la evaluación cognitiva del estrés
son las siguientes:
a) Evaluación primaria: el sujeto valora la situación y la reacción ante la
misma en función de las consecuencias que tiene (o puede tener) para
él. Así, las diferentes situaciones pueden considerarse como:
194
irrelevantes: no suponen ninguna amenaza ni beneficio para el sujeto y, por lo
tanto, tampoco requieren una respuesta especial;
beneficiosas: producen una sensación agradable emocionalmente. Pueden
modificar el comportamiento del individuo si actúan como refuerzo;
estresantes: atentan contra el bienestar del sujeto, alteran el equilibrio y
obligan al sujeto a reaccionar de alguna forma. Pueden suponer daño, en el
caso de que se hayan producido alteraciones, amenaza, si todavía no se han
producido, pero el sujeto vislumbra que acontecerá un problema serio ante el
que no se poseen recursos con qué enfrentarse a dicho evento estresante, o
desafío. En este último caso, al igual que en la anterior, el evento todavía no se
ha producido pero el sujeto vislumbra que acontecerá. No obstante, la
diferencia entre amenaza y desafío es que en el desafío el sujeto tiene
posibilidad de enfrentarse eficazmente, lo que puede ser un acicate para
realizar dichas estrategias de afrontamiento ante el estrés y pueden generarse,
incluso, reacciones emocionalmente positivas.
b) Evaluación secundaria: el sujeto valora qué debe hacer para enfrentarse
ante dicho evento y qué recursos posee para ello. Evidentemente tanto
la evaluación primaria como la secundaria están íntimamente
relacionadas, de forma que depende de que el sujeto tenga o no
recursos apropiados de respuesta (evaluación secundaria) para que
valore un evento determinado como estresor o no (evaluación primaria).
La valoración de los recursos personales determina en gran medida que
el individuo se sienta asustado, desafiado u optimista. En este tipo de
evaluación la historia previa de afrontamiento frente a situaciones
similares y el resultado exitoso o no de la ejecución de cualquiera de las
estrategias utilizadas determinan el resultado. Dicha valoración no tiene
por qué ser racional ni objetiva.
c) Reevaluación: una vez que se ha actuado para enfrentarse al evento
estresante, vuelve a evaluarse dicho acontecimiento en función de sus
consecuencias en nuestro patrón de comportamiento. En este caso, un
evento puede dejar de ser amenazador o, por el contrario, pasar a serlo
aunque inicialmente no lo hubiera sido.
195
4.4.2.2 Estrategias de afrontamiento del estrés
Una vez realizado este breve repaso histórico por las distintas
concepciones del estrés nos centraremos en las diferentes estrategias de
afrontamiento que los sujetos ponen en marcha cuando se encuentran en
situaciones de estrés que requieren de ellos una adaptación. En el caso de
esta tesis nos vamos a centrar en el afrontamiento de la enfermedad onco-
hematológica de un hijo, proceso en el cual el estrés de los padres juega un
papel fundamental. La enfermedad de los hijos genera una situación que tiene
como característica básica el producir un gran impacto emocional que además,
y debido a la necesidad de comenzar inmediatamente los tratamientos médicos
pertinentes, requiere de un proceso de adaptación rápido por parte de los
padres.
166
Holmes, T. H. y Rahe, R. H. (1967). The Social Readjustment Rating Scale. Journal of Psychosomatic Research, 11
(2), 213–218.
196
en las condiciones de vida, cambio en los hábitos personales, problemas con el jefe,
cambios en los horarios o condiciones laborales, cambio de residencia, cambio de
escuela o centro de formación, cambio en el ocio, cambio en las actividades
religiosas, cambio en las actividades sociales, cambio en los hábitos del sueño,
cambio en el número de reuniones sociales, cambio en los hábitos alimenticios,
vacaciones, navidades, violación menor de la ley.
Existe una versión diferente para los sujetos no adultos. La prueba se
validó con 5000 pacientes encontrándose una correlación positiva entre presencia
de eventos estresantes y enfermedad. Se ha empleado también como sistema para
167
educar en un estilo de vida más saludable (Rahe et al, 2000 ; Rahe y Tolles,
168
2002 ).
La escala ha sido adaptada al español y utilizada en nuestro contexto
169
(González de Rivera, 1991)
170
-El SRRS (The Stress Response Rating Scale) de Weiss, Horowitz y Wilner.
Partiendo de la evidencia de que ciertos eventos vitales afectan a los
sistemas de adaptación de los sujetos y de que éstos reaccionan a través de dos
sistemas primarios de respuesta (la negación o adormecimiento por un lado, y la
reiteración invasiva de pensamientos, imágenes y brotes emocionales, por el otro)
se plantea una guía de observación que puedan emplear los equipos técnicos para
evaluar el tipo de respuesta que los sujetos ponen en marcha ante situaciones
conflictivas (por ejemplo la aparición de la enfermedad) y el nivel de estrés que ello
les provoca.
167
Rahe, R.H.; Veach, T. L.; Tolles, R. L. y Murakami, K. (2000). The stress and coping inventory: an educational and
research instrument. Stress Medicine, 16(4), 199-208.
168
Rahe, R. H. y Tolles, R. L. (2002). The Brief Stress and Coping Inventory: a useful stress management instrument.
International Journal of Stress Management, 9 (2), 61-70.
169
González de Rivera, J. L. (1991). Stress factors and disease. Actas Luso-españolas de Neurología, Psiquiatria y
Ciencias Afines, 19 (6), 290-297.
170
Weiss, D. S; Horowitz, M. J, y Wilner, N. (1984). The Stress Response Rating Scale: a clinician's measure for rating
the response to serious life-events. British Journal of Clinical Psychology, 23 (3), 202-215.
171
Marziali, E. A y Pikonis, P. A. (1986). The measurement of subjetive response to stressful life events. Journal of
Human Stress, 12 (1), 5-12.
197
Resulta también importante la influencia de los factores demográficos en la
particular respuesta al estrés por parte de los sujetos.
Con todo, la calidad de vida es uno de los temas que más atracción han
ejercido en las investigaciones psicopedagógicas con niños enfermos tratando
de establecer referentes que orienten los sistemas de apoyo para mejorarla. La
literatura recoge numerosos instrumentos de valoración de la calidad de vida
en pacientes oncológicos aunque, naturalmente, la mayor parte de ellos se
refieren a pacientes adultos. Para los niños, las escalas más utilizadas han
sido:
198
172
-PedsDL (Pediatric Cancer Quality of Life Inventory) de Varni et al, 1998 .
173
Existen dos versiones, una destinada a los niños (Bonichini y Axia, 2004 )
174
y otra a las familias (Scarpelli et al, 2008 ). Analiza tanto los diversos aspectos de
salud que perturban la vida del niño (náuseas, dolor, etc.), como la forma en que los
niños viven la enfermedad (ansiedad, retraimiento, etc.) y los efectos que ésta ha
podido tener sobre sus conductas cognitivas (atención, memoria, etc.).
175
-PedsDL (The Memorial Symptom Assessment Scale), de Portenoy et al, 1994 ;
176
Chang y Portenoy, 2000 .
Recoge información sobre los diversos síntomas que pueden alterar la vida
del niño o adolescente enfermo.
-The Pediatric Q-LES-Q (Quality of Life, Enyoiment and Satisfaction
177
Questionnaire), de Endicott et al (1993) .
Valora el bienestar y satisfacción manifestados por los pacientes en su vida
cotidiana.
172
Varni, J. W.; Rode, C. A.; Seid, M.; Katz, E. R. Friedman-Bender, A. y Quiqqins, D. J. (1998). The Pediatric Cancer
Quality of Life Inventory: internal consistency reliability and validity. Cancer, 82, 1184-1196.
173
Bonichini, S. y Axia, V. (2004). Techniche di valutazione psicologica in psico-oncologia pediatrica. En V. Axia (Edit.).
Elementi di psco-oncologia pediátrica (pp. 51- 75). Roma: Carocci Editore.
174
Scarpelli, A. C; Paiva, S. M. Pordeus, I. A.; Varni, J. W.; Viegas, C. M. y Allison, P. (2008). The Pediatric Quality of
Life Inventory™ (PedsQL™) family impact module: reliability and validity of the Brazilian version. Health and Quality of
Life Outcomes, 6:35. http://www.hqlo.com/content/6/1/35
175
Portenoy, R. K.; Thaler, H. T.; Kornblith, A. B., Lepore, J. M.; Friedlander-Klar, H.; Kiyasu, E.; Sobel, K.; Coyle N.;
Kemeny, N. y Norton, L. (1994). The Memorial Symptom Assessment Scale: an instrument for the evaluation of
symptom prevalence, characteristics and distress. European Journal of Cancer 30ª (9), 1326-1336.
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/7999421
176
Chang, V. T. y Portenoy, R. K. (2000). The Memorial Symptom Assessment Scale short form. Cancer, Sep. 1, 89
(5), 1162-1171.
177
Endicott, J.; Nee, J., Harrison, W. y Blumenthal, R. (1993). Quality of Life Enjoyment and Satisfaction Questionnaire:
a new measure. Psychopharmacol Bulletin, 29(2), 321-326. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/8290681
199
Cuadro 13: Escalera de satisfacción relacionada con la percepción de éxito escolar
200
sólo en lo que se refiere a los datos objetivos sino, y sobre todo, a los
subjetivos, a la forma en que cada enfermo y cada familia viven la enfermedad.
Normalmente, identificar el estado de ánimo de la familia y sus percepciones
suele ser el primer paso de diagnóstico que debe dar el equipo de apoyo. A
partir de esos datos se diseña el plan de actuación.
178
Wiesner, T. S.; Bernheimer, L. y Coots, J. (1997). The ecocultural family interview manual. Los Angeles: UCLA
Center for Culture and Health.
179
Sparrow, S., Balla, D., y Cicchetti, D. (1984). Vineland Adaptive Behavior Scales Interview Edition: Survey Form
Manual. Circle Pines, MN: American Guidance Service. http://www.cps.nova.edu/~cpphelp/VINELAND.html
180 Kazak, A. E. (1997). A contextual family/systems approach to pediatric psychology: introduction to the special
issue. Journal of Pediatric Psychology, 22, 141-148.
201
entrevistador no vaya llevando al entrevistado a los temas básicos que se pretende
analizar.
181 Nihira, K., Weisner, T. S., y Bernheimer, L. P. (1994). Ecocultural assessment in families of children with
developmental delays: construct and concurrent validities. American Journal of Mental Retardation, 98, 551-566.
182 Axia, V., y Weisner, T.S. (2002). Infant stress reactivity and home cultural ecology of Italian infants and families.
Infant Behavior and Development, 140, 1-14.
183
Tremolada, M., Axia, V., Pillon, M., Scrimin, S., Capello, F., y Zanesco, L. (2005). Parental narratives of quality of life
in children with leukemia as associated with the placement of a central venous catheter. Journal of Pain and Symptom
Management, 30, 544-552.
202
misma (aunque indirectamente, también) sino en cuanto a la forma en que los
niños enfermos viven la enfermedad y se adaptan al tratamiento. Confirman,
igualmente, la importancia de convertir a la familia en el centro del apoyo, pues
es a través de ella como se puede llegar más directamente a influir sobre los
niños y su entorno.
184
Sparrow, S.; Balla, D. A.; Cicchetti,D. V. (1984). Vineland adaptative Behaviour Scales. American Guidance Service,
Circle Pines. http://www.cps.nova.edu/~cpphelp/VINELAND.html
203
como en los de mayor precisión) y las conductas inadaptadas o disfuncionales
(conductas inapropiadas, momentos de acting out).
Suele aplicarse a sujetos menores de 18 años. En el caso de niños muy
pequeños, la escala se pasa a los padres. Se ha utilizado con sujetos con
necesidades educativas especiales: autismo, síndrome de Asperger, retraso mental,
185
problemas de lenguaje, etc (Balboni y Pedrabisi, L., 2003)
Los instrumentos que se han empleado para analizar este aspecto son:
186
-PPCI (Pediatric Pain Coping Inventory) de Waldron/Varni (Universidad de
California, San Diego). Se trata de un cuestionario de 41 ítems, cuyo objetivo es
analizar las diferencias individuales en los niños a la hora de percibir y afrontar el
dolor. Responden al cuestionario tanto los padres como los propios niños enfermos.
Tras sus primeras aplicaciones (sobre casos de dolores musculares
causados por enfermedades reumáticas), los autores establecieron 5 factores como
especialmente influyentes en la vivencia del dolor: la autoinstrucción cognitiva; la
búsqueda de apoyo social; la búsqueda de soledad y descanso; el pensar en otras
cosas y la resolución del problema por sí mismo.
185
Balboni, G. y Pedrabisi, L. (2003). Adattamento italiano delle Vineland Adaptative Behavior Scales. Firenze: O. S.
(Organizzazioni Speciali).
186
Varni, J. W.; Waldron, S. A.; Gragg, R. A.; Rapoff, M. A.; Bernstein, B. H.; Lindsley, C. B. y Newcomb, M. D. (1996).
Development of the Waldron/Varni Pediatric Pain Coping Inventory. Pain 67(1), 141-150.
204
El Waldron/Varni se ha aplicado a muy diferentes tipos de enfermedad. En
187
el caso del cáncer ha sido adaptado por Varni et al (1996) y Bonichini y Axia
188
(2004) . Estos últimos autores llegaron a resultados similares a los originales en
cuanto a los estilos de afrontamiento del dolor por parte de los niños/as enfermos de
cáncer, aunque con alguna variación:
1) Autoinstrucción cognitiva (alpha: 0.70; 7 ítems). Se trata de un tipo de
percepción del dolor muy cargada racionalmente. El sujeto maneja las
informaciones que posee sobre la enfermedad y trata de controlar el dolor
cognitivamente.
2) Resolución de problemas (alpha: 0.67; 10 ítems). El sujeto desarrolla
acciones concretas destinadas a manejar el dolor.
3) Distracción (alpha: 0.66; 9 ítems). Se puede disminuir la sensación de dolor
orientando la atención del niño hacia otras cosas. Es un estilo de
afrontamiento que depende de la edad.
4) Búsqueda de apoyo social (alpha: 0.66; 9 ítems). En los momentos de dolor,
los niños buscan ayuda, comprensión y confort regresivo por parte de los
padres, compañeros u otros. También depende de la edad.
5) Sentimientos catastrofistas y de desamparo (alpha: 0.57; 6 ítems). El dolor
se afronta con desesperación e impotencia. Predomina el sentimiento de
ser una víctima.
187
Varni, J. W. et al. Op. cit.
188
Bonichini, S. y Axia, V. (2004). Tecniche di valutazione psicologica in psico-oncologia pediatrica. En V. Axia (Edit.).
Elementi di psico-oncologia pediátrica (pp. 51-75). Roma: Carocci.
205
condicionar su estilo de afrontamiento de la enfermedad, su adhesión a los
tratamientos y su implicación en la búsqueda de soluciones o su desesperación
y confianza en la suerte.
189
Kraft, P. y Loeb, M. (1996). On the replicability and correlates of the Parent Health Locus of Control Scales. Health
Education Research: Theory and Practice, vol.11 (4), 433-441
190
Green, L. W. (1991). Everyone has a theory, few have measurements. Health Education Research, 2, 249-250.
206
Más específico sobre el locus of control es el PHLOC (Parent Health
Locus of Control) de DeVellis (1993)191.
Se trata de un cuestionario con 30 ítems a través de los que se valoran el tipo de
atribuciones que los padres hacen sobre la enfermedad de sus hijos. Cuando predomina la
creencia de un control externo el bienestar de los hijos suele ser atribuido al destino o a fuentes
externas de intervención (especialmente los quipos médicos) y se vive como algo no
controlable. Las creencias más próximas al control interno llevan a los padres a dar más
importancia a su propia actuación o la de los propios niños enfermos en la evolución de la
enfermedad.
Siguiendo las diferentes sub-dimensiones que el constructo “locus of control” recoge
como ejes de las atribuciones, el cuestionario va planteando cuestiones relativas a lo divino, el
destino o la suerte, a la propia familia, a los medios de comunicación y a las influencias
profesionales y el papel que los padres les atribuyen en el bienestar de sus hijos.
191
DeVellis, R. F., DeVellis, B. M., Blanchard, L. W., Klotz, M. L., Luchtok, K., y Voyce, C. (1993). Development and
validation of the Parent Health Locus of Control Scales. Health Education Quarterly, 20, 211-225.
207
Como han señalado Cohn y Lazarus (1979)192 el cáncer se vive como
una amenaza a aspectos muy sensibles de nuestra existencia: a la vida, a la
integridad corporal, a la incapacidad, al dolor, a la necesidad de enfrentarse
con sentimientos como la cólera, a modificar los roles socio-profesionales, a la
separación de la familia, a la hospitalización, a los tratamientos, a comprender
la terminología médica, a tomar decisiones en momentos de estrés, a la
necesidad de depender de otros, a perder la intimidad física y psicológica, etc.
En definitiva, el paciente y su entorno (en todos los casos pero especialmente
en el caso de niños enfermos) se ven en la necesidad de responder a estas
amenazas, de adaptarse bruscamente a una nueva realidad, de establecer
unas pautas de afrontamiento de la enfermedad.
192
Cohn, F. y Lazarus R. S (1979). Coping with the stress of illnes, en G. C. Stone; F. Cohn; N. Adler et al. Health
Psychology: a Handbook (pp. 217-254). Washington: Jossey-Bass.
193
Zabalza, M. A. (1996). Didáctica de la Educación Infantil (4 ed.). Madrid: Narcea.
208
básicos de nuestro equilibrio personal y de nuestra capacidad de subsistencia.
Por supuesto, juega un papel esencial cuando aparece un cambio brusco que
nos afecta o que afecta a alguien de nuestro entorno. Configura el conjunto de
herramientas que estaremos en condiciones de utilizar para hacer frente a la
nueva situación.
194
Lazarus, R. S.; Folkman, S. (1984). Stress, appraisal and coping. New York: Springer Publishing Company.
209
buen ajuste a las demandas de cada situación (Goldbeck, 2001195, Gallar,
2002196). Cada sujeto funciona de manera diferente y afrontará la enfermedad a
su manera (incluso la pareja de padres sigue procesos, a veces, radicalmente
distintos para afrontar la enfermedad del hijo enfermo, y que si resultan
complementarios pueden ser muy beneficiosos en el resultado final de
afrontamiento de la situación como pareja).
195
Goldbeck, L. (2001). Parental coping with the diagnosis of childhood cancer: gender, effects, dissimilarity within
couples, and quality of life. Psychooncology, 10 (4), 325-335.
196
Gallar, M. (2002). Promoción de la salud y apoyo psicológico al paciente. Madrid: Thomson-Paraninfo.
210
modos de adaptación reactiva o defensiva saturados de procesos larvados de
negación, represión de emociones, aislamiento del entorno, proyección de
sentimientos de culpa o modificaciones de los patrones comportamentales .La
depresión y la ansiedad, o más bien la sintomatología depresiva y/o ansiosa,
son las reacciones psicológicas más normalizadas ante la enfermedad. Su
impacto sobre la adaptación de los sujetos a la nueva situación es ambivalente:
tanto pueden estimular al paciente (o familia) como paralizarlo. En algunos
casos ayudan al tratamiento puesto que motivan e implican al sujeto, funcionan
a modo de impulso necesario para aceptar lo que está sucediendo, y en otros
lo paralizan y generan en él una actitud de desvalimiento hasta llegar a
convertirse, en ocasiones, en un trastorno psicológico severo.
197
Ordañana Martín, J. R. (2003). Educación para la salud y comunicación sobre riesgos. En M. D. Flores Bienert
(Coord.). La promoción de la salud: una perspectiva pedagógica. Valencia: Nau Llibres. Serie Educación Social.
211
TIPO DE RESPUESTA CONSECUENCIA
Aceptación
Respuesta
Atencional Cognitiva Y
adaptativa
Cambio
Respuesta Evitación
no Defensiva Emocional y
adaptativa Rechazo
198
Grootenhuis, M. A. y Last, B. F. (1997). Predictor of parental emotional adjustment to childhood cancer.
Psychooncology, 6 (2), 115-128.
212
expresan y comparten sus propios sentimientos y vivencias (Levental-Belfer,
199
Bakker y Russo, 1993 ), incluidos los sentimientos hostiles que les genera su
200
situación (Le Shan, 1959 ); la forma en que logran establecer unas buenas
relaciones interpersonales con el equipo médico y los dispositivos de apoyo
201
(Smyster y Friend, 1996) ;
• que están muy relacionados con la información que se posea sobre la enfermedad
y con el significado que se le atribuya. La forma en que la familia percibe la
enfermedad y la integra en su estilo de vida condicionará los sistemas de
adaptación que generen: cuando la enfermedad es percibida como una prueba
tienden a aparecer estilos de enfrentamiento activo; cuando la enfermedad se
percibe como una desgracia, un castigo o parte del propio destino, los estilos de
202
afrontamientos asociados suelen ser más pasivos (Peterman y Bode, 1986) .
Resultan igualmente importantes las estrategias de obtención de información
(information seeking). Una forma activa de obtener información relevante puede
disminuir la ansiedad y aumentar el nivel de adhesión al tratamiento (vinculado a
una mayor credibilidad del mismo y a una mayor satisfacción con él, Borgers et al,
203
1993 );
• que se ven afectados por los estilos atribucionales que ponen en marcha para
explicar y explicarse la enfermedad. La atribución va variando a medida que
avanza la enfermedad, siendo más frecuentes las atribuciones basadas en locus
de control externo en las primeras fases, con una progresiva sensación de control
204
interno en la fase crónica de la enfermedad (Eiser, Havermans, Eiser, 1995 ).
205
Christense et al (1994) señalan que los pacientes crónicos necesitan establecer
un balance equilibrado entre locus de control externo (la idea de que el equipo
médico puede mejorar mi enfermedad) y locus de control interno (la mejora
depende de que yo mismo ponga mucho esfuerzo e intensidad). Ese equilibrio
puede ir variando a lo largo del desarrollo de la enfermedad: el control interno es
199
Levental-Belfer, L.; Bakker, A. M. y Russo, C. L. (1993). Parent of childhood cancer survivors: a descriptive look at
their concerns and needs. Journal of Psychosocial Oncology, 11 (2), 19-41.
200
Le Shan, L. (1959). Psychological states as factors in the development of malignant disease: a critical review.
Journal of National Cancer Institute, 22, 1-18.
201
Symister, P. y Friend, R. (1996). Quality of life and adjustment in renal disease: A health psychology perspective. En
R. J. Resnick y R. H. Rozensky, Health psychology through the life span: Practice and research opportunities (pp. 265-
287). Washington DC: American Psychological Association.
202
Peterman, F. y Bode, U. (1986): Five coping styles in families of children with cancer: a retrospective study in thirty
families. En Pediatric Hematology and Oncology, 3, 299-309.
203
Borgers, R., Mullen, P. D., Meertens, R., Rijken, M., Eussen, G., Plagge, I., Visser, A. P. y Blijham, G. H. (1993). The
information seeking behaviour of cancer outpatients: a description of the situation. Patient Education and Counselling,
22, 35-46.
204
Eiser, C.; Havermans, T. y Eiser, J. R. (1995). Parent’s attributions about childhood cancer implications for
relationships with medical staff. Child Care Health and Development, 21(1), 31-42.
205
Christensen A. J., Smith T. W., Turner Ch. W., Cundick K. E. (1994). Patient adherence and adjustment in renal
dialysis: A person treatment interactive approach. Journal of Behavioral Medicine 1(17), 549-566.
213
más funcional al principio pero puede resultar frustrante e incluso perjudicial en
fases avanzadas de la enfermedad;
• los mecanismos de defensa forman parte, también, de los estilos de afrontamiento.
La negación, el auto-aislamiento, la racionalización, la búsqueda de rituales
religiosos o mágicos constituyen mecanismos de defensa utilizados con frecuencia
por los padres. De todos ellos la negación es el más frecuente, sobre todo en las
etapas iniciales y finales de la enfermedad. Y, aunque puede tener algún efecto
positivo inicial (healthy denial), porque permite prolongar por más tiempo un cierto
optimismo maníaco que ayuda a soportar los primeros momentos de la
enfermedad, también es el más peligroso porque puede llevar a minusvalorar los
síntomas y a aplazar el inicio del tratamiento, llegando incluso a comprometer el
206
pronóstico inicial de la enfermedad (Biondi, Constantini y Grassi, 1995 ).
-la adopción de estrategias cognitivas, como conocer el camino que les queda por
recorrer (las etapas), el pensar sólo en positivo, el afrontar día a día la enfermedad,
etc.
-la búsqueda realista de información (de los médicos, del personal del servicio, de
los otros padres) o aquella menos realista (de los manuales de medicina, de
internet);
-la adopción de estrategias de control emotivo, como el hablar con la pareja, con los
amigos o conocidos; el forzarse al control; el aceptar las crisis de llanto; el tener fe
en una religión; el apoyarse en la familia extensa y en los amigos; el concentrarse
en los restantes miembros de la familia;
206
Biondi, M.; Constantini, A. y Grassi, L. (1995): La mente e il cancro: insidie e risorse della psiche nelle patologie
tumorali. Roma: Il pensiero Scientifico.
207
Tremolada, M. y Axia, V. (2003): I genitori del bambino malato di cancro. En V. Axia (Ed.): Elementi di Psico-
oncologia Pediatrica. Roma: Faber Carocci.
214
Estrategias de afrontamiento positivas
-el pensar en su hijo y hacerlo por él: sentirse fuertes por él, focalizar las propias
energías para poder ayudarlo, el valorar su buena capacidad para afrontar la
enfermedad;
-hacer partícipes en el cuidado del niño enfermo a los otros miembros de la familia;
-hacer cambios pero sin trastornar del todo la propia vida (mantener el trabajo si es
posible, ayudar a los otros hijos en sus tareas y en su vida cotidiana, reprender, si
fuera necesario, al niño enfermo, encontrarse con los amigos, etc.)
-crear vínculos afectivos con el personal del servicio médico (conocer sus nombres,
buscar siempre a las mismas personas, expresarles confianza y agradecimiento);
-oración y religiosidad;
-cohesión familiar.
208
Iglesias, A. (2008). Op. cit.
215
• tener una buen autoestima para ser capaz de enfrentarse a situaciones adversas;
• evitar ver la enfermedad como un inconveniente.
211
-WOC (Ways of Coping Inventory), desarrollado por Lazarus y Folkman (1984) .
Es, sin duda el instrumento más conocido y utilizado en la evaluación de las
estrategias de afrontamiento. En él, se cuestiona a los sujetos acerca de sus
pensamientos y conductas para hacer frente a una situación estresante dada. El
inventario contiene dos escalas derivadas racionalmente: el afrontamiento centrado
209
Lazarus, R. S. y Folkman, S. (1984). Stress, Appraisal, and Coping. New York: Springer.
210
Crespo, M y Cruzado, J. A. (1997). La evaluación del afrontamiento: adaptación española del cuestionario COPE
con una muestra de estudiantes universitarios. Análisis y Modificación de Conducta, 23 (92), 747-890.
211
Lazarus, R. S. y Folkman, S. (1984). Op. cit.
216
en el problema y el afrontamiento centrado en la emoción. El primero tiene como
función manejar la fuente de estrés, mientras que el afrontamiento orientado a la
emoción se dirige a regular las emociones estresantes, esto es, a reducir o manejar
el distrés emocional asociado a la situación. El afrontamiento centrado en el
problema tiende a predominar en situaciones donde la persona considera que
puede hacerse algo constructivo, mientras que el segundo, centrado en la emoción,
tiende a predominar cuando la persona experimenta que el estresor es algo
perdurable.
Esta distinción problema-emoción es importante, aunque la investigación ha
demostrado que las respuestas de la escala “Modos de Afrontamiento” (Ways of
Coping) da lugar a más factores que los dos mencionados. Así, la estructura
factorial muestra la existencia de ocho dimensiones: confrontación, distanciamiento,
autocontrol, búsqueda de apoyo social, aceptación de responsabilidad, escape-
evitación, planificación de solución de problemas y reevaluación positiva (Sánchez
212
Cánovas, 1991) . El cuestionario de la versión inicial constaba de 68 ítems o
conductas de afrontamiento, pero posteriormente, en una versión revisada de la
escala, se suprimieron algunos ítems poco claros o redundantes, se reformularon
otros y se añadieron algunos otros sugeridos por los sujetos participantes en los
estudios previos. En esta revisión se modificó también la forma de respuesta,
adoptándose una escala tipo Likert de cuatro rangos. Esta nueva versión (Folkman
213
y Lazarus, 1985) consta de 66 ítems. Este cuestionario es el más utilizado en
nuestro país para evaluar las estrategias de afrontamiento que ponen en marcha los
214
sujetos en situaciones de estrés (Crespo y Cruzado, 1997) .
215
-MBCS (Monitoring and Blunting Coping Styles) de Miller (1987) , revisado por
216
Nabi (2003) .
Se ha utilizado para analizar la forma de reacción de los sujetos a la
información recibida en la fase de diagnóstico.
El instrumento analiza la forma en que los sujetos responden a situaciones
que les producen temor. La investigación en este ámbito ha puesto especial énfasis
en el estimable peso que ejerce el sentimiento de amenaza y la percepción de
eficacia a la hora de afrontarla para poder entender las conductas funcionales o
212
Sánchez Cánovas, J. (1991). Evaluación de las estrategias de afrontamiento. En G. Buela y V. Caballo (Ed.),
Manual de psicología clínica y aplicada (pp. 247-260). Madrid: Siglo XXI.
213
Folkman, S. y Lazarus, R. S. (1985). If It Changes It Must Be a Process: Study of Emotion and Coping During Three
Stages of a College Examination. Journal of Personality and Social Psychology, 48, 150-170.
214
Crespo, M. y Cruzado, J. A. (1997). Op. cit.
215
Miller, S. M. (1987). Monitoring and blunting: Validation of a qustionnaire to assess styles of information seeking
under threat. Journal of Personality and Social Psychology, 52, 345-353.
216
Nabi, R. (2003). Monitoring and Blunting Coping Styles as Moderators of Fear Appeal Effects. Annual meeting of the
International Communication Association, Marriott Hotel, San Diego, CA (paper).
http://www.allacademic.com/meta/p111382_index.html
217
217
disfuncionales de adaptación de los sujetos (Witte, 1992) . Los estilos de manejo
positivo o de retracción ante situaciones que generan temor reflejan el grado en el
218
que los sujetos buscan o evitan información al respecto (Miller, 1991) e, incluso,
el modo en que la procesan. Dicho de otra manera, tal vez la diferencia entre una
buena y una mala adaptación frente a situaciones que generan temor no es tanto
una función del temor percibido sino de la percepción de autoeficacia. Al considerar
el estilo de afrontamiento en el contexto de la exposición al miedo cabe plantear, por
tanto, dos hipótesis, señalando en primer lugar que la gestión activa vs. la retracción
o embotamiento no pueden ser considerados como los extremos opuestos de una
misma escala, sino como dos distintos estilos de afrontamiento: (a) los que
desarrollan una gestión activa de la situación buscarán más información y la
procesarán de forma más profunda que quienes mantienen un estilo de
embotamiento y (b) ante situaciones más graves quienes desarrollan un estilo activo
conseguirán un sistema de adaptación más positiva que quienes mantienen un
estilo de retracción.
219
-CSI (Coping Strategy Indicator) de Amirkhan (1990)
Este cuestionario se utiliza para la evaluación de modos de afrontamiento
ante una situación específica. El autor siguió un largo proceso de depuración de las
situaciones planteadas en el cuestionario: comenzó con 161 situaciones que tras
sucesivos análisis factoriales quedaron reducidas a 33. La idea general del
cuestionario era simple: se preguntaba (primero a gente normal de la calle y
posteriormente a muestras seleccionadas más sistemáticamente: “Díganos un
problema importante que le haya pasado y que usted considere que le ha
preocupado fuertemente”. Seleccionados los acontecimientos estresantes de su
vida, recientes e importantes, los describen brevemente y a continuación indican, en
una escala de tres puntos, en qué medida utilizó cada una de las conductas de
afrontamiento que aparecen listadas en los ítems. Las conductas se agrupan en tres
modos generales de afrontamiento: solución de problemas (por ejemplo, tratando de
buscar soluciones concretas al problema), búsqueda de apoyo (por ejemplo,
contándoselo a alguien de la familia) y evitación (por ejemplo, añorando tiempos
pasado mejores). La puntuación permite establecer perfiles de afrontamiento. Esta
medida es también efectiva para identificar tendencias generales y transituacionales
de afrontamiento. Las propiedades psicométricas de este inventario son buenas.
217
Witte, K. (1992). Putting the fear back into fear appeals: The extended parallel process model. Communication
Monographs, 59, 329-349
218
Miller, S. M. (1991). Monitoring and blunting in the face of threat: Implications for adaptation and health. En L.
Montada, S. H. Filipp y M. J. Lerner (Eds.), Life crises and experiences of loss in adulthood. Englewood Cliffs, NJ:
Erlbaum.
219
Amirkhan, J. H. (1990). A factor analytically derived measure of coping: The Coping Strategy Indicator. Journal of
Personality and Social Psychology, 59, 1066-1074.
218
220
-CISS (Coping Inventory for Stressful Situations) de Endler y Parker (1990)
El Inventario de Afrontamiento de Situaciones Estresantes propuesto por
Endler y Parker se construyó en Escocia, mediante la colaboración de médicos y
agricultores. Los ítems de este instrumento han sido generados tanto desde puntos
de vista teóricos y lógicos, como empíricos. Se evalúan tres estilos básicos de
afrontamiento: afrontamiento orientado a la tarea, orientado a la emoción y
orientado a la evitación (distinguiendo entre distracción y diversión social). También
este instrumento cuenta con unas buenas propiedades psicométricas.
220
Endler, N. S. y Parker, J. D. A. (1990). Coping Inventory for Stressful Situations (CISS): Manual. Toronto: Multi-
Health Systems.
221
Rodríguez, M. J., Terol, M. C., López, R. S. y Pastor, M. A. (1992). Evaluación del afrontamiento del estrés:
propiedades psicométricas del Cuestionario de Formas de Afrontamiento de Acontecimientos Estresantes. Psicología y
Salud, 4, 59-48.
222
Pelechano, V. (1992). Personalidad y estrategias de afrontamiento en pacientes crónicos. Análisis de Modificación
de Conducta, 18, 167-201.
219
223
-El COPE (Coping Inventory) de Carver, Scheier y Weintraub (1089)
Este Inventario de estrategias de afrontamiento, traducido al español como
Escala Multidimensional de Evaluación de los Modos Generales de Afrontamiento
es una de las referencias básicas en el tratamiento de los modos de respuesta a
situaciones conflictivas. Está organizada en torno a dos dimensiones básicas del
afrontamiento (basado en la emoción y basado en la respuesta) con 5 sub-escalas
(afrontamiento activo, planificación, supresión de actividades distractoras,
afrontamiento de retraimiento, búsqueda de apoyo social).
En los últimos años, se ha reformulado la escala buscando un formato más
breve para evitar la ansiedad que producía a los pacientes un cuestionario tan
224
amplio (Carver, 1997) .
Como se trata del instrumento que vamos a emplear en nuestra
investigación volveremos sobre él para analizarlo más profunda y sistemáticamente
al referirnos a los instrumentos de la investigación.
223
Carver, C. S., Scheier, M. F., y Weintraub, J. K. (1989). Assessing coping strategies: A theoretically based approach.
Journal of Personality and Social Psychology, 56(2), 267-283
224
Carver, C. S. (1997). You want to measure coping but your protocol’s too long: Consider the Brief COPE.
International Journal of Behavioral Medicine, 4, 92-100.
220
5. DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN
221
222
5.1 Objetivos del estudio y supuestos orientadores de
la investigación
Partiendo de la visión de la problemática que genera el apoyo a niños y
niñas enfermos y sus familias tal como se ha ido presentando tanto en la parte
teórica como, en síntesis, en el apartado anterior, pretendo plantear en este
nuevo capítulo el diseño de la investigación que hemos llevado a cabo.
223
que podría/debería desarrollar la Psicopedagogía en el apoyo a los
sujetos afectados.
• Revisar las aportaciones teóricas existentes sobre las estrategias de
afrontamiento tanto en términos generales como en lo que se refiere
al caso específico de los estresores vinculados al cáncer y, más en
concreto al cáncer pediátrico.
• Revisar los instrumentos de diagnóstico de las estrategias de
afrontamiento y de las modalidades de adaptación y construcción de
dinámicas interactivas que van vinculadas a las situaciones de crisis
por enfermedades graves en la familia.
• Seleccionar instrumentos válidos y eficientes para el análisis de las
Variables sometidas a estudio en esta investigación, aplicarlos y
extraer de los resultados obtenidos la información pertinente.
• A partir del análisis descriptivo de las respuestas obtenidas de los
sujetos participantes en el estudio, establecer algunas conclusiones
relativas a los sistemas de apoyo que desde la Psicopedagogía se
pueden prestar a los niños/as enfermos y a sus familias.
224
• Analizar la forma en que la propia investigadora, en este caso yo
misma, vivió el proceso de apoyo y los factores que influyeron en sus
conductas.
225
de los niños y niñas afectados y nos hemos centrado en sus padres utilizando
instrumentos de recogida de información poco agresivos (los cuestionarios) y
de fácil respuesta.
226
como, en la mayoría de los casos, los estudios realizados se han basado en
cuestionarios o inventarios de conductas. Con seguridad, el dramatismo de la
situación que viven los padres obliga a los investigadores a ser sensibles a su
saturación emocional y a buscar dispositivos poco invasivos para la obtención
de los datos. Ése ha sido también nuestro caso. Hemos preferido reservar las
entrevistas para el análisis de la propia investigadora y utilizar dos
cuestionarios de fácil resolución para el trabajo con los padres.
227
diversas situaciones y momentos (en la medida en que íbamos teniendo
contacto con los padres afectados).
228
refiere al tratamiento y análisis de los datos. Para ello se ha realizado un
tratamiento informático mediante el Análisis Estadístico con el programa SPSS.
Una vez analizados los datos, se procedió a la descripción y análisis de los
resultados y, posteriormente a la exposición de las conclusiones pertinentes.
229
3) una tercera fase en la que he tratado de dar respuesta, caso a caso,
a las diversas cuestiones planteadas en la entrevista. Se ha hecho
una entrevista por cada uno de los 10 casos;
4) una cuarta fase en la que se han transcrito y analizado las entrevistas
para establecer los patrones relacionales identificables en la relación
entre mi actuación y los niños y familias afectadas.
230
poder establecer algunos rasgos básicos en torno a la problemática que se
plantea en la tesis. Bien entendido que una tesis es lo que es y que se
precisarán de otros estudios con muestras diferentes para ir contrastando los
datos que yo ofrezco. Pretendo presentar mis datos, por tanto, como una nueva
aproximación225 puramente descriptiva al estilo de afrontamiento y la
sintomatología depresiva presentada por la muestra de padres estudiada (89
sujetos).
225
Ya existen otros trabajos (normalmente de características médicas o psicológicas) que han abordado temas
similares. Así por ejemplo, la tesis doctoral de la psiquiatra Dña.Victoria Soler Lapuente titulada Afrontamiento y
adaptación emocional de padres con niños con cáncer, defendida en la Universidad de Alicante; o la tesis doctoral de la
psicóloga Dña. Marta Tremolada, titulada Family factors predicting short-and long-term Adaptation and quality of life of
leukemic Children. A descriptive and longitudinal study, defendida en la Università degli Studi di Padova (Italia).
231
- Sexo de los progenitores participantes
SEXO
Recuento % de la fila
Mujer 41 46,6%
Total 88 100,0%
Recuento % de la fila
Total 88 100,0%
232
La edad de padres y madres participantes en el estudio responde, de
alguna manera, a la estructura demográfica de las etapas de gestación en la
evolución de las familias, pocos hijos antes de los 25 años, más en la etapa
que va de los 30 a los 40 años y pocos, aunque todavía con porcentajes
mayores de los que cabría esperar, a partir de los 40.
PROCEDENCIA
Recuento % de la fila
Rural 57 65,5%
Total 87 100,0%
Esta muestra representa una gran parte de los niños afectados por
enfermedades onco-hematológicas que han sido atendidos durante el período
de esta investigación en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de
Compostela tanto en hospitalización como en consultas externas del Servicio
de Oncología y Hematología Pediátrica.
233
onco-hematológicas más frecuentes, como la leucemia, disponen de
profesionales en los servicios de pediatría, oncología o hematología de sus
hospitales que pueden tratarlos, sin necesidad de que acudan al hospital de
Santiago. A éste último, que es el centro de referencia de Galicia y el único que
dispone de un Servicio de Oncología y Hematología Pediátrica, sólo se derivan
los casos más complicados o los más graves de la Comunidad Autónoma.
Tratábamos con ello de evitar entrar en disquisiciones demográficas en función
de datos de población o de proximidad a zonas urbanas que nos parecían poco
interesantes en un estudio como este. La segunda explicación puede provenir
del mismo hecho de que la zona de Santiago de Compostela cubre más zona
rural (incluyendo en ella villas y zonas semiurbanas, codificadas todas como
rurales) que zona urbana en sentido estricto.
Recuento % de la fila
Total 88 100,0%
234
Las familias que participaron en nuestro estudio constituían en su mayor
parte parejas estables, con un pequeño porcentaje en el que la situación no era
ésa. Para estar en condiciones de dar una adecuada respuesta a las
demandas de una situación tan compleja y agotadora como la enfermedad
oncológica o hematológica de un hijo, este dato resulta muy relevante. En el
análisis de los resultados podremos ver de qué forma influye en los estilos de
afrontamiento. También es un aspecto clave a considerar a la hora de planificar
la estrategia de apoyo que cada familia precisa por parte del psicopedagogo/a.
Recuento % de la fila
Hermanos Si 51 58,0%
No 37 42,0%
Total 88 100,0%
235
llevaban ya algún tiempo en el proceso) y la edad que tenían cuando les fue
hecho. Hemos recogido, igualmente, la distancia temporal entre diagnóstico de
la enfermedad y momento en que sus padres participaron en esta
investigación. Todos ellos pueden ser datos relevantes a la hora de interpretar
los resultados de los cuestionarios aplicados.
Recuento % de la fila
Fallecido 11 12,5%
236
frecuencias a la mitad pues no siempre respondieron los dos padres. Como pudimos
ver en un cuadro anterior fueron 25 mujeres y 16 hombres.
- Tipo de cáncer
Por lo que se refiere a la problemática médica, predominan claramente
las leucemias y los tumores cerebrales, dato consistente con los análisis
demográficos de la extensión de los cánceres infantiles en los cuales, como se
señala en la tabla siguiente, son los tipos de cáncer con mayor incidencia. Sin
embargo, debemos destacar en este punto, que cómo apuntábamos antes, el
hospital de Santiago es el centro de referencia en enfermedades oncológicas y
hemátológicas infantiles de la Comunidad Autónoma de Galicia, por lo que
además de los casos de los niños que le tocan por zona, serán derivados a
este centro aquellos que debido a su gravedad o a su tipología no puedan ser
atendidos en otros hospitales de la región. Por este motivo, los porcentajes de
diagnósticos de nuestra investigación no se corresponden en su totalidad con
los datos estadísticos más habituales.
DIAGNÓSTICO
Recuento % de la fila
Linfoma 4 4,5%
Meduloblastoma 1 1,1%
Rabdomiosarcoma 4 4,5%
Otros 22 25,0%
Total 88 100,0%
Tabla 17: Enfermedades oncológicas y hematológicas infantiles. SEER: Cancer Statistic Review 1973-1998. National
Cancer Institute. Bethesda, 2001
237
- Edad del diagnóstico
Recuento %
Fallecido 0 ,0%
Total 88 100,0%
238
FECHA DEL CUESTIONARIO
Recuento % de la fila
De 1 a 3 años 15 17,0%
De 3 a 5 años 3 3,4%
Total 88 100,0%
239
que transcurren los procesos de afrontamiento, desde las denominadas
“agudas” a las crónicas, con la remisión de la enfermedad (con sus procesos
de readaptación a la vida cotidiana), las recaídas (con el afrontamiento del
reinicio del proceso, aunque en estos casos con mayor gravedad) y en
determinados casos, la muerte de los pacientes (con sus consiguientes
procesos de duelo personal y familiar).
226
Sierra Bravo (1994). Técnicas de investigación social. Teoría y ejercicios. Madrid: Paraninfo.
240
reunir dependen del tipo de investigación y de la población a estudiar. No
obstante, se puede decir que las condiciones fundamentales que ha de cumplir
este instrumento son dos: traducir los objetivos de la investigación en
preguntas concretas sobre dicha realidad y ser capaz de provocar en los
encuestados respuestas sinceras y claras a cada pregunta. Respuestas que
puedan ser analizadas, con la fiabilidad adecuada, posteriormente.
227
Visauta, B. (1989). Técnicas de investigación social. Barcelona: PPU.
241
En todo caso, debo volver a insistir en el hecho de que el cuestionario
me ha parecido el instrumento más adecuado para resolver el proceso de
búsqueda de información en nuestro estudio. No es fácil entrar a indagar, en
sede hospitalaria, sobre las emociones y vivencias con que los padres afrontan
la enfermedad hematológica u oncológica de sus hijos. Incluso para quienes
convivimos con ellos en esa situación tan traumática resulta difícil penetrar en
la forma en que cada uno va afrontando la situación. De ahí que el
cuestionario, más que otras soluciones metodológicas, permite una cierta
asepsia en la indagación y deja que los padres se identifiquen más libremente
con las opciones comportamentales o emocionales que los diversos ítems
describen.
228
Carver, C. S.; Scheier, M. F. y Weintraub, J. K. (1989). Assessing Coping Strategies: a theoretically base approach.
Journal of Personality and Social Psychology, 56, 267-283.
229
Lazarus, R. S. y Folkman, S. Op. cit.
242
afrontamiento que pueden resultar de interés y que no aparecen recogidas en
su predecesor.
243
áreas a evaluar, incluyendo algunas que los autores consideran de interés
teórico y que no habían sido incluidas en los instrumentos anteriores.
244
10) Centrarse en las Emociones y Desahogarse: incremento de la
atención hacia el propio malestar emocional, acompañado de una
tendencia a expresar o descargar esos sentimientos.
11) Negación: intento de rechazar la realidad del suceso estresor.
12) Desconexión Mental: desconectarse psicológicamente del objetivo
con el que el estresor está interfiriendo mediante ensoñaciones,
sueño o auto-distracción.
13) Desconexión Conductual: renunciar a cualquier esfuerzo o
abandonar cualquier tentativa de alcanzar el objetivo con el que el
estresor está interfiriendo.
14) Consumo de Alcohol o Drogas: tomar alcohol u otras sustancias
para hacer frente al estresor.
15) Humor: hacer bromas sobre el estresor.
230 Carver, C. S., Schieier, M. F., y Weintruab, J. K. (1989). Assessing coping strategies: A theoretically based
approach. Journal of Personality and Social Psychology, 56, 267-283.
231
Carver, C. S., Schieier, M. F., y Weintruab, J. K. (1989). Op. cit.
245
Por lo que respecta a la validez de constructo, los estudios de la
estructura factorial han mostrado la correspondencia con el modelo de partida.
Los análisis factoriales de 2º orden han encontrado 4 factores que se describen
a continuación:
1) Factor 1: Abarca Afrontamiento Activo, Planificación y Supresión de
Actividades Distractoras.
2) Factor 2: Abarca Búsqueda de Apoyo Social (tanto Instrumental
como Emocional) y Centrarse en las Emociones y Desahogarse.
3) Factor 3: Abarca Negación y Desconexión Mental y Conductual, más
Religión (en la versión disposicional).
4) Factor 4: Abarca Aceptación, Refrenar el Afrontamiento y
Reinterpretación Positiva y Crecimiento Personal.
246
estudiadas fueron optimismo vs pesimismo, autoestima, locus de control,
fortaleza (hardiness), personalidad tipo A y ansiedad-rasgo, así como la
percepción de control del sujeto sobre el estresor. Las relaciones encontradas
entre estrategias de afrontamiento y variables de personalidad, y que avalan la
validez convergente y discriminante del cuestionario son las siguientes (Carver
et al, 1989)232:
• Las estrategias de Afrontamiento Activo y Planificación se relacionan
positivamente con las variables optimismo, locus de control, auto-
estima, fortaleza y personalidad tipo A.
• La estrategia de Afrontamiento Activo presenta, así mismo, una
relación inversa con la ansiedad-rasgo.
• Las estrategias de Reinterpretación Positiva y Crecimiento Personal
se relacionan positivamente con las variables optimismo, locus de
control, autoestima y fortaleza.
• Las estrategias de Negación y Desconexión Conductual presentan
correlaciones positivas con la ansiedad-rasgo, y correlaciones
negativas con optimismo, locus de control, autoestima, fortaleza y
personalidad tipo A.
• Las estrategias de Centrarse en las Emociones y Desahogarse se
relacionan positivamente con la ansiedad-rasgo, monitoring
(búsqueda de información) y más vagamente con la personalidad tipo
A; a su vez, estas estrategias se relacionan negativamente con la
percepción de control de la situación estresante y, por tanto, con el
locus of control interno.
232
Carver, C. S., Schieier, M. F., y Weintruab, J. K. (1989). Op. cit.
247
El cuestionario BDI.
El Inventario para la Depresión de Beck (Beck, Ward, Mendelson, Mock
y Erbaugh, 1961)233, al que a partir de ahora denominaremos por su reconocido
acrónimo BDI (Beck Depression Inventory), es el instrumento de autoinforme
más utilizado internacionalmente para cuantificar los síntomas depresivos en
poblaciones normales y clínicas, tanto en la práctica profesional como en la
investigadora.
233
Beck, A. T., Ward, C. H., Mendelson, M., Mock, J. y Erbaugh, J. (1961). An inventory for measuring depression”
Archives of General Psychiatry, 4, 561-571.
234
Vázquez, C. (1997). Intervención en depresión: Estrategias de actuación y efectividad comparada de tratamientos.
En J. M. Bethencourt (edit.). Intervención psicológica en problemas de salud: Aspectos clínicos y comunitarios.
Tenerife: Universidad de Tenerife.
235
Vázquez, C. (1997). Op. cit.
248
situaciones de estrés vinculadas a la enfermedad de un hijo. Y ése será el
problema que en primer lugar habrán de atender los profesionales de los
sistemas de apoyo: cómo analizar la situación, cómo buscar soluciones
positivas y prácticas a la desesperación y confusión generadas por la nueva
situación, cómo despejar las emociones negativas para que no repercutan en
exceso en los propios hijos enfermos y en sus hermanos, etc. La
sintomatología depresiva, por tanto, es el contexto en el que cualquier sistema
de apoyo se ha de mover y quien haya de ejercerlo precisa conocer la situación
particular y concreta en la que dentro de éste ámbito se encuentra la persona
atendida, para que sus propuestas de acción tomen en consideración su
viabilidad en función de la sintomatología depresiva detectada.
El uso del BDI en nuestro país ha sido bastante confuso. Por ejemplo, se
olvida con frecuencia que el BDI, en su formato de 21 ítems, cuenta con dos
versiones, la de 1961 y la de 1978, y casi nunca queda claro cuál ha sido la
versión utilizada ni el porqué de la elección de una u otra de las versiones. La
nueva versión de 1978 (la que utilizamos en este estudio) presenta
sustanciales mejoras respecto de la original de 1961. Por ejemplo, esta
segunda versión elimina algunas afirmaciones alternativas, de forma que todos
los ítems presentan 4 alternativas de respuestas y, en total, 15 ítems fueron
cambiados respecto a la versión anterior. En esta versión, se utilizan además,
nuevas instrucciones, mientras en la versión anterior se preguntaba por la
situación del sujeto en el momento de completar el cuestionario, en la nueva
versión se pregunta por su situación «durante la última semana, incluyendo el
día de hoy» evaluando, de este modo, una sintomatología depresiva menos
momentánea.
249
21 ítems, 15 hacen referencia a síntomas psicológico-cognitivos, y los 6
restantes a síntomas somático-vegetativos.
En cada uno de los ítems el sujeto tiene que elegir aquella frase entre un
conjunto de cuatro alternativas, siempre ordenadas por su gravedad, que mejor
se aproxime a su estado medio durante la última semana incluyendo el día en
que completa el inventario. Cada ítem se valora de 0 a 3 puntos en función de
la alternativa escogida. La puntuación total de los 21 ítems varía de 0 a 63. En
el caso de que el sujeto elija más de una alternativa en un ítem dado, se
considera sólo la puntuación de la frase elegida de mayor gravedad.
Finalmente, la pérdida de peso (ítem 19) sólo se valora si el sujeto indica no
estar bajo dieta para adelgazar. En el caso de que lo esté, se otorga una
puntuación de 0 en el ítem.
250
contenido si tomamos como criterio la definición de episodio depresivo mayor
propuesta en el DSM-IV-TR. No obstante, a pesar de estas correspondencias,
jamás debe utilizarse el BDI como una herramienta diagnóstica exclusiva de
depresión (Vázquez, 1997)237. La validez convergente oscila entre el 0.62 y el
0.78 dependiendo de los estudios de referencia. La validez discriminante
muestra también unos buenos índices.
237
Vázquez, C. (1997). Op. cit.
238
Kendall, P. C., Hollon, S. D., Beck, A. T., Hammen, C. L. y Ingram, R. E. (1987). Issues and recommendations
regarding use of the Beck Depression Inventory. En Cognitive Therapy and Research, 11, 289-299.
251
252
6. OBJETIVO A: RESULTADOS
ESTILOS DE AFRONTAMIENTO
(CUESTIONARIO COPE)
253
254
6.1 Resultados Objetivo A
Como había señalado en la descripción del diseño de la investigación,
hemos analizado el afrontamiento de la enfermedad por parte de los padres a
través de dos cuestionarios, el COPE que analiza el estilo de afrontamiento de
forma directa y el BDI que recoge la tendencia a la depresión por parte de los
padres. En este capítulo analizamos los resultados obtenidos en ambos
cuestionarios. Comenzamos el análisis con las respuestas que los padres y
madres de los niños enfermos dan al COPE.
255
Ítems del COPE
1. Intento desarrollarme como persona como resultado de la experiencia.
2. Me vuelco en el trabajo y en otras actividades sustitutivas para apartar cosas de mi mente.
3. Me altero y dejo que mis emociones afloren
4. Intento conseguir consejo de alguien sobre qué hacer
5. Concentro mis esfuerzos en hacer algo acerca de ello
6. Me digo a mí mismo “esto no es real”
7. Confío en Dios
8. Me río de la situación
9. Admito que no puedo hacerle frente y dejo de intentarlo
10. Me disuado a mí mismo de hacer algo demasiado rápidamente.
11. Hablo de mis sentimientos con alguien
12. Utilizo alcohol o drogas para hacerme sentir mejor
13. Me asombro de la idea de lo que pasó
14. Hablo con alguien para averiguar más acerca de la situación
15. Evito distraerme con otros pensamientos o actividades
16. Sueño despierto con cosas diferentes a ésta
17. Me altero y soy realmente consciente de ello
18. Busco la ayuda de Dios
19. Elaboro un plan de acción
20. Hago bromas sobre ello.
21. Acepto que esto ha pasado y que no se puede cambiar
22. Demoro hacer algo acerca de ello hasta que la situación lo permita
23. Intento conseguir apoyo emocional de amigos o familiares
24. Simplemente dejo de intentar alcanzar mi objetivo
25. Tomo medidas adicionales para intentar hacer desaparecer el problema
26. Intento perderme un rato bebiendo alcohol o consumiendo drogas
27. Me niego a creer que ha sucedido
28. Dejo aflorar mis sentimientos
29. Intento verlo de manera diferente para hacerlo parecer más positivo
30. Hablo con alguien que pueda hacer algo concreto acerca del problema
31. Duermo más de lo habitual
32. Intento proponer una estrategia sobre qué hacer
33. Me centro en hacer frente a este problema y, si es necesario,, dejo otras cosas un poco de lado
34. Consigo el apoyo y comprensión de alguien
35. Bebo alcohol o tomo drogas para pensar menos en ello
36. Bromeo sobre ello
37. Renuncio a conseguir lo que quiero
38. Busco algo bueno en lo que está sucediendo
39. Pienso en cómo podría manejar mejor el problema
40. Pienso que no ha sucedido realmente
41. Me aseguro de no empeorar las cosas por actuar precipitadamente
42. Intento firmemente evitar que otras cosas interfieran con mis esfuerzos por hacer frente a esto.
43. Voy al cine o veo la televisión para pensar menos en ello
44. Acepto la realidad del hecho que ha sucedido
45. Pregunto a personas que han tenido experiencias similares qué hicieron
46. Siento mucho malestar emocional y termino por expresar ese malestar
47. Llevo a cabo una acción directa en torno al problema
48. Intento encontrar alivio en la Religión
49. Me obligo a esperar el momento adecuado para hacer algo
50. Hago bromas de la situación
51. Reduzco la cantidad de esfuerzo que pongo en marcha para resolver el problema
52. Hablo con alguien de cómo me siento
53. Utilizo alcohol o drogas para ayudarme a superarlo
54. Aprendo a vivir con ello
55. Dejo de lado otras actividades para concentrarme en esto
56. Medito profundamente acerca de qué pasos tomar
57. Actúo como si nunca hubiera sucedido
58. Hago lo que ha de hacerse pero paso a paso
59. Aprendo algo de la experiencia
60. Rezo más de lo habitual
256
Dimensiones del COPE
Dimensión Ítem
5.-Concentro mis esfuerzos en hacer algo acerca de ello
25.-Tomo medidas adicionales para intentar hacer
C.1 Afrontamiento activo desaparecer el problema
47.-Llevo a cabo una acción directa en torno al
problema
58.-Hago lo que ha de hacerse pero paso a paso
19.-Elaboro un plan de acción
C.2 Planificación 32.-Intento proponer una estrategia sobre qué hacer
39.- Pienso en cómo podría manejar mejor el problema
56.-Medito profundamente acerca de qué pasos tomar
11.-Hablo de mis sentimientos con alguien
23.-Intento conseguir apoyo emocional de amigos o
C.3 Búsqueda de apoyo social familiares
34.-Consigo el apoyo y comprensión de alguien
52.-Hablo con alguien de cómo me siento
4.-Intento conseguir consejo de alguien sobre qué
hacer
C.4 Búsqueda de apoyo 14.-Hablo con alguien para averiguar más acerca de la
situación
instrumental 30.-Hablo con alguien que pueda hacer algo concreto
acerca del problema
45.-Pregunto a personas que han tenido experiencias
similares qué hicieron
15.-Evito distraerme con otros pensamientos o
actividades
C.5 Supresión de actividades 33.-Me centro en hacer frente a este problema y, si es
necesario,, dejo otras cosas un poco de lado
distractoras 42.-Intento firmemente evitar que otras cosas interfieran
con mis esfuerzos por hacer frente a esto.
55.-Dejo de lado otras actividades para concentrarme
en esto
7.-Confío en Dios
C.6 Religión 18.-Busco la ayuda de Dios
48.-Intento encontrar alivio en la Religión
60.-Rezo más de lo habitual
1.-Intento desarrollarme como persona como resultado
de la experiencia.
C.7 Reinterpretación positiva 29.--Intento verlo de manera diferente para hacerlo
parecer más positivo
38.-Busco algo bueno en lo que está sucediendo
59.-Aprendo algo de la experiencia
10.-Me disuado a mí mismo de hacer algo demasiado
rápidamente.
22.-Demoro hacer algo acerca de ello hasta que la
C.8 Refrenar el afrontamiento. situación lo permita
41.-Me aseguro de no empeorar las cosas por actuar
precipitadamente
49.-Me obligo a esperar el momento adecuado para
hacer algo
13.-Me acostumbro a la idea de lo que pasó
21.-Acepto que esto ha pasado y que no se puede
C.9 Aceptación. cambiar
44.-Acepto la realidad del hecho que ha sucedido
54.-Aprendo a vivir con ello
3.-Me altero y dejo que mis emociones afloren
C.10 Centrarse en las 17.-Me altero y soy realmente consciente de ello
28.-Dejo aflorar mis sentimientos
emociones y desahogarse 46.-Siento mucho malestar emocional y termino por
expresar ese malestar
257
Dimensiones del COPE
Dimensión Ítem
2.-Me vuelco en el trabajo y en otras actividades
sustitutivas para apartar cosas de mi mente.
C.11 Desconexión mental 16.-Sueño despierto con cosas diferentes a ésta
31.-Duermo más de lo habitual
43.-Voy al cine o veo la televisión para pensar menos en
ello
6.-Me digo a mí mismo “esto no es real”
C.12 Negación 27.-Me niego a creer que ha sucedido
40.-Finjo que no ha sucedido realmente
57.-Actúo como si nunca hubiera sucedido
9.-Admito que no puedo hacerle frente y dejo de
intentarlo
C.13 Desconexión conductual. 24.-Simplemente dejo de intentar alcanzar mi objetivo
37.-Renuncio a conseguir lo que quiero
51.-Reduzco la cantidad de esfuerzo que pongo en
marcha para resolver el problema
12.-Utilizo alcohol o drogas para hacerme sentir mejor
26.-Intento perderme un rato bebiendo alcohol o
C.14 Consumo de drogas consumiendo drogas
35.-Bebo alcohol o tomo drogas para pensar menos en
ello
53.-Utilizo alcohol o drogas para ayudarme a superarlo
8.-Me río de la situación
C.15 Humor 20.-Hago bromas sobre ello.
36.-Bromeo sobre ello
50.-Hago bromas de la situación
Tabla 21: Ítems del COPE organizados por dimensiones
258
6.2.1 C.1 Afrontamiento activo
Este primer bloque de cuestiones del COPE se centra en el estilo de
actividad real que ponen en marcha los sujetos para afrontar las necesidades
derivadas de la aparición del cáncer en uno de los hijos de la familia. El bloque
está formado por los ítems siguientes:
Dimensión Ítem
5.-Concentro mis esfuerzos en hacer algo acerca de ello
25.-Tomo medidas adicionales para intentar hacer
C.1 Afrontamiento
desaparecer el problema
activo
47.-Llevo a cabo una acción directa en torno al problema
58.-Hago lo que ha de hacerse pero paso a paso
259
Los resultados obtenidos por nuestra muestra en esta dimensión fueron
los siguientes:
ÍTEM N % N % N % N % N %
260
los cuales carecen de conocimiento y de capacidad de actuación, por lo que la
estrategia adoptada es delegar estas cuestiones al propio equipo médico que
lleva a su hijo.
En todo caso, este tema del afrontamiento activo es algo que los padres
van aprendiendo a medida que avanza el proceso de tratamiento de sus hijos.
Cabe destacar en este bloque que el afrontamiento activo por parte de los
padres, así como por parte de los niños, y su implicación en todos los
momentos y procesos de la enfermedad es algo que se intenta modelar desde
el propio equipo médico y de apoyo. Los padres reciben instrucciones
constantes sobre no hacer preguntas ni planes a largo plazo, sobre la
importancia de ir superando lo más satisfactoriamente posible cada día, tanto
en el hospital como en casa, sobre no tomar decisiones precipitadamente, etc.
El mensaje oculto de toda esta estrategia es que el protagonismo del proceso
261
corresponde al equipo médico y que el papel de los padres es ayudar y seguir
fielmente todas las instrucciones que se les den. De esa situación son buen
reflejo los resultados de esta dimensión.
Dimensión Ítem
19.-Elaboro un plan de acción
32.-Intento proponer una estrategia sobre qué hacer
39.-Pienso en cómo podría manejar mejor el
C.2 Planificación
problema
56.-Medito profundamente acerca de qué pasos
tomar
262
el sentido que tiene una correcta planificación por parte de los padres. En este
caso, la planificación no debe aparecer en muchos casos como acción directa
sobre el problema médico (la enfermedad del hijo), pero sí como estrategia
para sobrellevar y ordenar todos los cambios en la vida familiar producidos por
el hecho de tener un hijo con una enfermedad de estas características (largas y
frecuentes hospitalizaciones, medicación frecuente y dolorosa, pruebas
médicas habituales...).
ÍTEM N % N % N % N % N %
263
han de evitar, a nuestro juicio, una actitud culpabilizadora con respecto a los
padres. No deberíamos pensar que los datos estén sugiriendo una falta de
preocupación o motivación por parte de los padres a tomar medidas para
solucionar el problema, sino que, probablemente de forma equivocada, ceden
este campo al personal médico competente. O, dicho de otra manera, que ante
una situación tan abrumadora, se conforman con vivir el “día a día” de la
situación renunciando a hacer planes.
264
distribución de las respuestas de los padres cambia con respecto al anterior,
debido a que ya no se refiere tanto a buscar y aplicar una solución al problema
(enfermedad del hijo), sino que se está refiriendo al manejo general de la
situación, a reorganizar la vida familiar y a adaptarse lo mejor posible a los
cambios que la aparición de la enfermedad produce en el núcleo familiar. Así,
observamos que la muestra de padres con la que hemos trabajado se
distribuyen de forma casi idéntica en ambas zonas de la escala: el 44,3%
muestra una valoración negativa de esta conducta en su caso, mientras el
55,7% se sitúan en la zona positiva. Las opciones más elegidas son,
obviamente, las centrales: lo hago en pocas ocasiones (un 38,6%) o lo hago
bastante (un 43,2%). Tomados en conjunto, algo menos de la mitad de los
padres no se sienten en condiciones de pensar en cómo se puede manejar la
nueva situación. Este dato resulta especialmente relevante para quienes
hemos de desempeñar con ellos tareas de información y apoyo. En algunos
casos, el shock psicológico es tan fuerte que, simplemente, se dejan llevar por
los acontecimientos.
265
6.2.3 C.3 Búsqueda de apoyo social
Dimensión Ítem
11.-Hablo de mis sentimientos con alguien
23.-Intento conseguir apoyo emocional de amigos
C.3 Búsqueda de apoyo
o familiares
social
34.-Consigo el apoyo y comprensión de alguien
52.-Hablo con alguien de cómo me siento
266
Los resultados obtenidos en el cuestionario son los siguientes:
ÍTEM N % N % N % N % N %
Hablo de mis sentimientos con
15 17,0% 39 44,3% 21 23,9% 13 14,8% 88 100,0%
alguien
267
esta experiencia de enfermedad onco-hematológica de un hijo, tratando de
elaborar por ellos mismos sus emociones o buscando, pero escasamente, el
apoyo emocional de familiares y amigos para afrontar la nueva situación.
Parece clara cuál puede ser la misión del profesional del apoyo en este ámbito.
Y sería muy interesante comprobar hasta qué punto han variado estos datos
después de un programa de apoyo psicopedagógico prestado a las familias.
El último ítem del bloque se refiere al hecho de hablar con alguien sobre
la nueva situación que la familia está atravesando. La información que aporta
es coherente con lo que se ha ido viendo en los ítems anteriores. También en
este ítem se observa que casi la mitad de los padres (un 43,2%), lo hacen poco
y llega al 61,4% el porcentaje de los que se sitúan en la parte negativa de la
tabla (no hablan con otras personas de sus problemas o lo hacen poco). Sólo
268
un 14,8% dice hacerlo de manera regular y, en el total, un 38,7%, se encuentra
en la zona positiva de la tabla.
269
vemos que esta búsqueda de apoyo social y comprensión se produce poco,
como si aún se tuviera miedo de hacer público el problema y prefiriera vivirse
como algo privado. Esta tendencia depende, como señala con insistencia la
literatura especializada, de diversas circunstancias que convendría explorar
más detenidamente para saber cómo orientar las estrategias de apoyo: el
propio carácter de los padres, el diagnóstico y pronóstico de la enfermedad del
hijo, la red de apoyo social de la que disponga cada padre o familia, etc.
270
existen aquellos padres que no comparten su experiencia por sentirlo como
algo íntimo, privado y tan excepcional y duro que están seguros de que nadie
podría comprender la magnitud de los sentimientos que experimentan.
Empezando por no ser capaces, en muchas ocasiones, de ordenarlos ellos
mismos, no le ven sentido ni utilidad a intentar compartirlos con otras personas
que no podrían aproximarse, ni mínimamente, a aquello por lo que ellos están
atravesando y que por lo tanto, cualquier cosa que pudieran decir o pensar, no
sería de utilidad porque no serían capaces de situare en el nivel de
desesperanza en el que ellos se encuentran.
Dimensión Ítem
4.-Intento conseguir consejo de alguien sobre qué
hacer
14.-Hablo con alguien para averiguar más acerca de la
C.4 Búsqueda de apoyo situación
instrumental 30.-Hablo con alguien que pueda hacer algo concreto
acerca del problema
45.-Pregunto a personas que han tenido experiencias
similares qué hicieron
271
tipo suele ser bastante desconocida e impactante y requiere de una
comprensión relativa por parte de los padres del complejo proceso de la
patología. Como se puede observar, los ítems difieren bastante de unos a otros
en su significado, por lo que cabe pensar que las respuestas de los padres se
distribuirán de forma diferente en unos y otros.
ÍTEM N % N % N % N % N %
Intento conseguir consejo de
20 22,7% 32 36,4% 23 26,1% 13 14,8% 88 100,0%
alguien sobre qué hacer
El primero de los ítems (“busco consejo”) podría ser entendido como una
búsqueda tanto de apoyo instrumental como emocional. Los datos resultan
bastante negativos. Se incrementa el número de sujetos que se sitúan en el
polo negativo de la escala (no lo hago en absoluto: 22,7%) y el total de
respuestas negativas alcanza el 59,1%. Solamente el 40,9% se posiciona en la
zona positiva y, de ellos, sólo el 14,8% dicen hacerlo mucho.
272
consejo como el acudir a otro centro a buscar una segunda opinión médica.
Cosa que, como se ve, han negado hacer casi todos ellos/as.
273
El tercer ítem del bloque (“hablo con personas que puedan hacer algo
concreto para resolver el problema”) es un ítem que abarca un amplio rango de
posibilidades. Se puede entender como una búsqueda de información dirigida a
los médicos y al personal especializado, pero también cabe en esta cuestión la
búsqueda de información a través de conversaciones con otros padres o
personas no especializadas. Curiosamente los padres encuestados niegan con
rotundidad esta posibilidad: el 61,3% se posicionan en la parte negativa de la
escala, aunque son más lo que dicen que lo hacen pocas veces (35,2%) que
los que aseguran que no lo hacen nunca (26,1%). El porcentaje de quienes sí
lo hacen es menor (38,7%) de los que, el 18,2% lo hace siempre.
274
6.2.5 C.5 Supresión de actividades distractoras
La mente humana, ante un problema que siente que la desborda puede
actuar con una doble estrategia: bien centrándose en el problema de forma
cuasi-obsesiva para tratar de afrontarlo directamente, bien alejándose
cognitivamente de él mediante la introducción de elementos distractores que
eviten o aplacen el entrar a considerar el problema central.
Dimensión Ítem
15.-Evito distraerme con otros pensamientos o actividades
33.-Me centro en hacer frente a este problema y, si es
necesario,, dejo otras cosas un poco de lado
C.5 Supresión de
42.-Intento firmemente evitar que otras cosas interfieran
actividades distractoras
con mis esfuerzos por hacer frente a esto.
55.-Dejo de lado otras actividades para concentrarme en
esto
ÍTEM N % N % N % N % N %
Evito distraerme con otros
31 35,2% 32 36,4% 16 18,2% 9 10,2% 88 100,0%
pensamientos o actividades
Me centro en hacer frente a este
problema y, si es necesario, dejo otras 7 8,0% 20 22,7% 28 31,8% 33 37,5% 88 100,0%
cosas un poco de lado
Intento firmemente evitar que otras
cosas interfieran con mis esfuerzos por 16 18,2% 27 30,7% 32 36,4% 13 14,8% 88 100,0%
hacer frente a esto
Dejo de lado otras actividades para
10 11,4% 26 29,5% 33 37,5% 19 21,6% 88 100,0%
concentrarme en esto
275
Tabla 31: Resultados del COPE en la dimensión C.5.
Estos datos resultan llamativos si los comparamos con los resultados del
último ítem (“dejo de lado otras actividades para centrarme en el problema”), en
el que el 40,9% afirma no hacerlo nunca o casi nunca, mientras el 59% sí utiliza
activamente esa estrategia. Quizás pueda hacerse una lectura conjunta de
ambos ítems señalando que los padres tratan de evitar con todas sus fuerzas
que otras cosas les distraigan de la prioridad de atender a sus hijos (primer
ítem) pero que ello no impide que, buena parte de ellos (hasta el 40,9%)
puedan seguir con las cuestiones ordinarias de su vida procurando alterarlas lo
menos posible.
276
Algo similar sucede con el tercer ítem de la serie (“intento firmemente
evitar que otras cosas interfieran con mis esfuerzos por hacer frente a esto”). El
cuestionario plantea la cuestión de forma lingüísticamente firme, esto es, de
forma que decir sí significa que llevo a cabo acciones claras y patentes de
actuación en esa línea: evitar firmemente las interferencias. Implica, por tanto
un estilo de afrontamiento resuelto y positivo. Los resultados dividen la muestra
en partes prácticamente equivalentes: el 48,9 % niegan hacerlo, mientras que
el restante 51,1 % los hace mucho (con un 14,8% en el grupo de los que lo
hacen siempre).
277
al hecho del origen de la enfermedad, de los diferentes pronósticos y los
cambios que se producen durante el proceso de enfermedad, al hecho de si los
bebés nacen con los tumores o se desarrollan después, y un largo etc. No
resulta infrecuente, por tanto, que los padres, sobre todo si son creyentes,
recurran a su fe para dar un sentido y una explicación a la experiencia que
están viviendo y que sólo hasta cierto punto resulta comprensible para ellos/as.
Dimensión Ítem
7.-Confío en Dios
18.-Busco la ayuda de Dios
C.6 Religión
48.-Intento encontrar alivio en la Religión
60.-Rezo más de lo habitual
ÍTEM N % N % N % N % N %
278
juega un papel central en su estilo de afrontamiento de la enfermedad de un
hijo.
279
persona posea. Tampoco debe ser ajeno a este resultado el hecho de que las
explicaciones aportadas por el personal sanitario son siempre científicas y con
fundamentación médica, lo que no estimula en ningún caso posibles
explicaciones paralelas de los padres ya sean religiosas o de otro tipo.
Dimensión Ítem
1.-Intento desarrollarme como persona como resultado
de la experiencia.
C.7 Reinterpretación 29.-Intento verlo de manera diferente para hacerlo
positiva parecer más positivo
38.-Busco algo bueno en lo que está sucediendo
59.-Aprendo algo de la experiencia
239
Seligman, M. E. P. (2003). Positive Psychology: Fundamental assumptions. Psychologist, 16 (3), 126-127.
240
Prieto Ursúa, M. (2006). Psicología Positiva: una moda polémica. Clínica y salud, 17 (3).
280
No lo hago en Lo hago Lo hago Lo hago
RESPUESTA Total
absoluto un poco bastante mucho
ÍTEM N % N % N % N % N %
Intento desarrollarme como
persona como resultado de la 13 14,8% 32 36,4% 35 39,8% 8 9,1% 88 100,0%
experiencia
281
más positivos. Sólo una tercera parte de ellos/as confiesan no hacerlo (muy
pocos, el 6,8%, en el polo más negativo de no hacerlo nunca) mientras el 66%
acepta que sí están aprendiendo de la situación (una tercera parte, además,
confiesan que aprenden mucho).
282
Dimensión Ítem
10.-Me disuado a mí mismo de hacer algo
demasiado rápidamente.
22.-Demoro hacer algo acerca de ello hasta que la
C.8 Refrenar el situación lo permita
afrontamiento. 41.-Me aseguro de no empeorar las cosas por
actuar precipitadamente
49.-Me obligo a esperar el momento adecuado para
hacer algo
ÍTEM N % N % N % N % N %
Me disuado a mi mismo de hacer algo
27 30,7% 39 44,3% 15 17,0% 7 8,0% 88 100,0%
demasiado rápidamente
283
mejor no dejarse llevar por las prisas y actuar con precaución. Por eso, resulta
un tanto extraño que tantos señalen esa opción como alejada de su estilo de
reacción a la enfermedad del hijo/a. En el caso de enfermedades como las que
han de afrontar, tomar decisiones precipitadas puede ser peligroso. Parece que
los padres no son capaces de esperar en determinadas ocasiones el momento
adecuado para actuar. Sería importante analizar de manera más profunda
estas situaciones para entender mejor y poder dotar a los padres de estrategias
capaces de vencer esa impaciencia, que explicaría el hecho de que solamente
un 30,7% afirmen no hacerlo en absoluto. De cualquier modo, parece que esta
tendencia pueda deberse a que los padres entienden que la gravedad de la
situación no les permite pararse a pensar en nada, sino todo lo contrario, les
exige una pronta respuesta, de poner a sus hijos inmediatamente en manos de
un profesional o equipo de profesionales cualificados, emprender cambios en
sus vidas que a lo mejor, con más tiempo para planificar y pensar, podrían
hacerse de manera más conveniente o eficaz, etc.
El segundo ítem del bloque (“demoro hacer algo hasta que la situación lo
permita”) es otra vez lo mismo. Observamos que, como en el caso anterior, los
porcentajes de los padres que afirman no hacerlo en absoluto son muchos (el
29,5%) y un total del 67% se sitúan en la zona negativa. Sólo una tercera parte
de la muestra, el 33%, declaran llevar a cabo esta idea de esperar a hacer algo
hasta que la situación lo permita.
284
Revisando la dimensión en su conjunto podemos constatar que la
cuestión de los tiempos resulta un asunto relevante en relación a la
enfermedad y la mejor forma de afrontarla. Tema al que la literatura suele
referirse con frecuencia, tal como hemos visto en los capítulos teóricos. La
experiencia de trabajo hospitalario suele mostrar, también, esta discrepancia.
Los tiempos de la enfermedad son diferentes de los tiempos de los equipos
técnicos (o esa es la impresión que suelen tener muchos padres que requieren
de intervenciones inmediatas) y ambos son diferentes de los propios tiempos
de los padres, siempre presionados por su propia angustia e incertidumbre en
relación al futuro, tanto inmediato, como próximo o más a medio y largo plazo.
Dimensión Ítem
13.-Me acostumbro a la idea de lo que pasó
21.-Acepto que esto ha pasado y que no se puede
C.9 Aceptación. cambiar
44.-Acepto la realidad del hecho que ha sucedido
54.-Aprendo a vivir con ello
285
No lo hago en Lo hago un Lo hago Lo hago
RESPUESTA Total
absoluto poco bastante mucho
ÍTEM N % N % N % N % N %
Me acostumbro a la idea de lo
10 11,4% 33 37,5% 27 30,7% 18 20,5% 88 100,0%
que pasó
Los datos del cuestionario reflejan que algo se consigue con este
esfuerzo. El primer ítem (“me acostumbro a la idea de lo que pasa”) señala un
primer inicio de la aceptación de la nueva situación. Las respuestas al ítem
dibujan un grupo de padres dividido casi por mitades. El 48,9% señala que no
logra acostumbrarse a esa nueva situación (aunque la mayor parte de ese
grupo, el 37,5 de la muestra están en que se acostumbran algo). Unos pocos
más, el 51,2% señala que sí se va acostumbrando, con un 20% de ellos que lo
ha logrado plenamente.
286
Los otros tres ítems del bloque (“acepto que no se puede cambiar,
acepto la realidad de lo sucedido y aprendo a vivir con ello”) se refieren más
específicamente a la aceptación de la enfermedad del hijo. Como se puede
observar en la tabla, la mayoría de los padres y en porcentajes muy similares
(sobre el 37%) afirman hacerlo bastante, con porcentajes positivos superiores
al 60%.
Dimensión Ítem
3.-Me altero y dejo que mis emociones afloren
C.10 Centrarse en las 17.-Me altero y soy realmente consciente de ello
28.-Dejo aflorar mis sentimientos
emociones y desahogarse
46.-Siento mucho malestar emocional y termino
por expresar ese malestar
Tabla 40: Los ítems de la dimensión C.10.
287
(ítem 28). Los otros dos ítems incluyen el hecho de alterarse, cuestión
interpretable que en algunos casos puede significar perder el control sin saber
por qué, salvo que se está mal (ítem 3) o el ser consciente (“realmente
consciente”, señala el ítem) tanto del sentirse mal como del querer que eso se
sepa (ítem 17).
ÍTEM N % N % N % N % N %
Me altero y dejo que mis emociones
19 21,6% 35 39,8% 23 26,1% 11 12,5% 88 100,0%
afloren
288
El segundo ítem (“me altero y soy consciente de ello”) repite la misma
distribución pero insiste en el nivel de consciencia de que las cosas son así y
de que eso es lo que, supuestamente, se desea hacer. En este caso, el
porcentaje de padres que niega que ésa sea su opción es del 63,6%, con una
cuarta parte de los padres que niegan hacer eso en absoluto. Otra cuarta parte
de los padres reconocen que lo hacen con una cierta frecuencia y el 11,4% que
lo hacen frecuentemente. Pese a ser ítems situados en lugares alejados dentro
del cuestionarios, las respuestas, como se ve, resultan muy similares. Una
situación que avala la fiabilidad del test como veremos en otro punto de nuestro
análisis.
289
todo el desahogo de éstas se debe al hecho de que no son ellos los enfermos,
sino sus hijos. De hecho, desde el hospital y desde el momento del diagnóstico,
se recomienda a los padres mantenerse todo lo serenos que sean capaces, y
sobre todo delante de los niños. Está muy contrastado el hecho de que la
actitud y el estado de ánimo de un niño depende en gran medida de la actitud y
estado de ánimo de sus padres. Si un padre llora, se desahoga o se muestra
preocupado ante su hijo, éste tenderá a preocuparse también. Este hecho hace
que en nuestro caso, los padres tiendan a reprimirse e intenten estar bien
delante de sus hijos, que en definitiva, y en las circunstancias en las que se
encuentran, es la mayor parte del tiempo. Esto no quiere decir que no se les
recomiende, de la misma manera, ser capaces de encontrar ciertos momentos
para poder expresar sus sentimientos, poder desahogarse, poder hablar de sus
miedos y preocupaciones, y por supuesto, ser capaces de llorar. Si bien es
cierto que como ellos pasan a situarse en un segundo lugar, asumiendo sus
hijos un lugar prioritario, la satisfacción de este tipo de necesidades suele
quedar relegada. Será también este un importante ámbito de trabajo de los
equipos de apoyo.
Dimensión Ítem
2.-Me vuelco en el trabajo y en otras actividades
sustitutivas para apartar cosas de mi mente.
C.11 Desconexión
16.-Sueño despierto con cosas diferentes a ésta
mental
31.-Duermo más de lo habitual
43.-Voy al cine o veo la televisión para pensar menos
290
en ello
ÍTEM N % N % N % N % N %
Me vuelco en el trabajo y en otras
actividades sustitutivas para apartar 18 20,5% 31 35,2% 25 28,4% 14 15,9% 88 100,0%
cosas de mi mente
291
mitad de los padres encuestados afirmando que es algo que no hacen nunca.
Como consecuencia son pocos (18,1%) quienes reconocen hacerlo pero sólo
un 4,5% hacerlo mucho.
En el último ítem del bloque (“voy al cine o veo más televisión para
pensar menos en ello”) recibe también un altísimo porcentaje de rechazos
(81,8%). De ellos, el 44,3% dicen no hacerlo en absoluto (con lo cual, caen,
probablemente en el otro extremo de los modos de enfrentamiento
disfuncionales, el negarse alternativas de ocio y distracción). El 17,2%
reconocen hacerlo en alguna medida, pero sólo el 6,8% de forma habitual.
292
6.2.12 C.12 Negación
Este bloque del COPE estudia la negación como estrategia de
afrontamiento ante situaciones difíciles. En el caso de padres con hijos
enfermos es una estrategia de afrontamiento muy poco práctica, ya que en el
tratamiento médico y todo el proceso de enfermedad, la colaboración de los
padres resulta imprescindible. Las preguntas que plantea el cuestionario al
respecto son las siguientes:
Dimensión Ítem
6.-Me digo a mí mismo “esto no es real”
27.-Me niego a creer que ha sucedido
C.12 Negación
40.-Finjo que no ha sucedido realmente
57.-Actúo como si nunca hubiera sucedido
ÍTEM N % N % N % N % N %
Me digo a mi mismo "esto
41 46,6% 15 17,0% 18 20,5% 14 15,9% 88 100,0%
no es real"
293
como sistema de reacción a la enfermedad de su hijo. Sólo el 10,2% acuden
alguna vez a esa estrategia. Algo parecido sucede con la cuestión de “pensar
que (la enfermedad) no ha sucedido realmente”. El 89,7% de los padres niega
hacerlo como forma de amortiguar su angustia y sólo un 10,2% (probablemente
los mismos que respondieron algo similar en el ítem anterior, pues coinciden
exactamente las cifras) se reconoce entre quienes lo piensan.
Dimensión Ítem
9.-Admito que no puedo hacerle frente y dejo de intentarlo
24.-Simplemente dejo de intentar alcanzar mi objetivo
C.13 Desconexión
37.-Renuncio a conseguir lo que quiero
conductual.
51.-Reduzco la cantidad de esfuerzo que pongo en marcha
para resolver el problema
294
Los resultados obtenidos a estas cuestiones fueron los siguientes:
ÍTEM N % N % N % N % N %
Admito que no puedo hacerle frente y
63 71,6% 16 18,2% 3 3,4% 6 6,8% 88 100,0%
dejo de intentarlo
295
El tercer ítem (“renuncio a conseguir lo que quiero”) supone en su propio
enunciado una situación notablemente dolorosa: renunciar a la curación del
hijo. También podría tener una interpretación más amable pero igualmente
frustrante: renunciar a aquellos objetivos perseguidos por los padres en
momentos anteriores a la enfermedad del hijo. En cualquier caso, como
observamos en la tabla, la mayoría de los padres afirman no hacerlo en
absoluto (un 61,4%) con lo cual, al menos para ellos, la interpretación que se
haga resulta irrelevante. En total, un 81,9% de los padres se sitúan en la zona
negativa de la escala, lo que significa que no renuncian a sus objetivos o lo
hacen de manera poco significativa. En la parte de respuestas positivas a la
cuestión (negativas de cara al afrontamiento) se encuentra un 18,2% de las
respuestas. Porcentaje algo mayor que en los otros ítems, lo que seguramente
tiene que ver con esa doble interpretación posible del ítem. Cabría entender
que estos padres o, al menos algunos de ellos, son seguramente aquellos que
entienden que el objetivo prioritario actualmente es la curación del hijo, por lo
que todas las energías se dirigen a él, dejando en un plano secundario otras
cuestiones y objetivos anteriores a la aparición de la enfermedad.
296
recuperar lo antes y lo más normalizadamente posibles sus vidas y hábitos
cotidianos. Ya sabemos que este tipo de enfermedades suelen ser crónicas,
por lo que en fases no agudas, o inter-revisiones, esta actitud también ayuda a
los niños a no pensar continuamente que están enfermos y a reanudar las
actividades normales que realizan el resto de los niños y en las que también
ellos participaban antes del diagnóstico de la enfermedad.
Dimensión Ítem
12.-Utilizo alcohol o drogas para hacerme sentir mejor
297
Ante preguntas tan directas y tan menoscabadoras de una buena
imagen “materna/paterna” es poco probable que los padres acepten
encontrarse en esa situación. Los resultados de la escala son los siguientes:
ÍTEM N % N % N % N % N %
Utilizo alcohol o drogas para
77 87,5% 9 10,2% 0 0,0% 2 2,3% 88 100,0%
hacerme sentir mejor
Existe una explicación coherente para las respuestas de los dos padres
o madres que se sitúan en la zona positiva de la tabla y que señalan que lo
hacen mucho. Esta respuesta positiva se debe al hecho de que en relación al
afrontamiento de este tipo de enfermedades por parte de los padres siempre
existe un grupo de ellos, que sobre todo en momentos iniciales del proceso o
cuando ya se entra en una fase terminal, precisas de ayuda
298
psicofarmacológica. En este caso, los padres que respondieron positivamente a
este bloque son padres que consideraron los psicofármacos (antidepresivos y
ansiolíticos) como drogas, debido a que son ayudas externas a ellos.
Dimensión Ítem
8.-Me río de la situación
20.-Hago bromas sobre ello.
C.15 Humor
36.-Bromeo sobre ello
50.-Hago bromas de la situación
299
momentos iniciales de la enfermedad, ello podría ayudarnos a entender las
respuestas tan negativas recibidas de los padres participantes.
ÍTEM N % N % N % N % N %
Hago bromas de la
74 84,1% 9 10,2% 2 2,3% 3 3,4% 88 100,0%
situación
300
7. OBJETIVO A: RESULTADOS BDI 241
241
Beck, A. T., Ward, C. H., Mendelson, M., Mock, J. y Erbaugh, J. (1961). An inventory for measuring depression.
Archives of General Psychiatry, 4, 561-571.
301
302
7.1 Introducción
Tras el análisis realizado sobre la prueba COPE que trata de identificar
los estilos de afrontamiento de la enfermedad de un hijo por parte de sus
padres, pasamos a considerar las respuestas que esos mismos padres y
madres han dado a una prueba más genérica, el BDI, que lo que recoge es la
tendencia a la depresión y a otra serie de perturbaciones en las vida personal y
social que ya hemos ido señalando en la parte teórica de nuestro estudio. El
BDI constituye un magnífico instrumento para ratificar o contradecir, al menos
en lo que se refiere a nuestra muestra, los aspectos referidos al impacto de la
enfermedad sobre los padres que recoge la literatura especializada (impacto
sobre el apetito, sobre las relaciones con los demás y con la pareja, sobre el
sexo, etc.). A todo el conjunto de esas vertientes del impacto se le ha
denominado “depresión” en el BDI.
303
2) Situación de la muestra con respecto a las puntuaciones globales en
“depresión” que el instrumento permite establecer tomando en cuenta
las puntuaciones totales en el cuestionario.
Los primeros datos que analizaremos del BDI son los que recogen las
respuestas de los padres dadas a cada uno de los 21 ítems. De los 88
padres/madres de la muestra existe un cuestionario no válido, por lo que ha
sido eliminado por el sistema de análisis. Contamos, por tanto, con una
muestra total de 87 sujetos que responden al cuestionario.
242
Kendall, P. C., Hollon, S. D., Beck, A. T., Hammen, C. L. & Ingram, R. E. (1987). “Issues and recommendations
regarding use of the Beck Depression Inventory”. Cognitive Therapy and Research, 11, 289-299.
304
Me siento triste Me siento tan triste o
continuamente y no tan desgraciado/a que
No me siento triste Me siento triste puedo dejar de estarlo no puedo soportarlo Total
N % N % N % N % N %
Tristeza 23 26,4% 50 57,5% 12 13,8% 2 2,3% 87 100,0%
305
No me siento
especialmente Me siento Siento que el futuro es
desanimado/a respecto desanimado/a respecto Siento que no tengo desesperanzador y las
al futuro al futuro que esperar nada cosas no mejorarán Total
N % N % N % N % N %
Ánimo 44 50,6% 36 41,4% 4 4,6% 3 3,4% 87 100,0%
Las siguientes fases por las que atraviesan los padres y sus familias
dependen de la propia evolución de la enfermedad y del niño. Como podemos
observar en la tabla, la mitad de los padres que responden al cuestionario
(50,6%) no sienten un especial desánimo con respecto al futuro (es decir,
tienen esperanzas en la curación) mientras que la otra mitad (49.4%) sí
expresa/siente esa preocupación y desánimo, aunque solamente el 8% está
instalado en la desesperanza.
306
Creo que he fracasado más
que la mayoría de las Cuando miro hacia atrás sólo
No me siento fracasado/a personas veo fracaso tras fracaso Total
N % N % N % N %
Fracaso 61 70,1% 19 21,8% 7 8,0% 87 100,0%
N % N % N % N % N %
Satisfacción 17 19,5% 56 64,4% 10 11,5% 4 4,6% 87 100,0%
307
7.2.5 BDI.5: Culpabilidad
En este ítem se explora la culpabilidad que sienten los padres con
relación a la experiencia que están viviendo. En este tipo de enfermedades el
conocimiento científico y médico no es total, por lo que en muchas ocasiones la
etiología de las mismas no está clara. Este hecho hace que algunas dudas de
los padres con respecto a la etiología y a su propio papel en la aparición de la
enfermedad no queden resueltas.
N % N % N % N % N %
Culpabilidad
55 63,2% 26 29,9% 5 5,7% 1 1,1% 87 100,0%
308
puede resultar muy perjudicial en el afrontamiento de todo el proceso de
enfermedad.
Me siento como si
No creo que esté fuese a ser Siento que estoy
siendo castigado/a castigado/a siendo castigado/a Total
N % N % N % N %
Castigo 55 63,2% 17 19,5% 15 17,2% 87 100,0%
309
decepcionado de uno mismo, el estar decepcionado de sí mismo, tener
vergüenza de uno mismo y el más grave que se plantea como detestarse.
N % N % N %
Decepción 69 79,3% 18 20,7% 87 100,0%
Sin duda, este ítem tiene mucha relación con el visto anteriormente
sobre culpabilidad (BDI.5), si bien hay un porcentaje un poco mayor en padres
que no se sienten decepcionados de sí mismos que en los padres que no se
sienten culpables. En relación a estos sentimientos de decepción sobre uno
mismo sería importante averiguar a qué se refieren en cada caso y qué pueda
ser lo que los está provocando. La experiencia de trabajo con familias nos
alerta de que en muchos casos, tales sentimientos se derivan de creencias
erróneas sobre que la aparición de la enfermedad sea debida a un “mal
cuidado” o una “mala atención” del hijo. Esas suposiciones erróneas de los
padres les provocan mucho malestar y hacen que el asumir la enfermedad y
afrontarla sea más difícil de lo que ya es. Por este motivo, es fundamental
detectar estos sentimientos y los factores que los están provocando para
intentar mitigarlos lo antes posible.
310
el de culpabilidad visto anteriormente. Como ya hemos señalado, todos los
sentimientos relacionados con la culpabilidad por el hecho de que el niño haya
enfermado pueden ser muy destructivos para los padres, haciendo más
complicado todo el proceso de adaptación que tienen que llevar a cabo desde
el momento del diagnóstico tanto los padres como sus hijos. Por este motivo,
es importante que el técnico/a del apoyo elabore estrategias orientadas a
trabajar con estos sentimientos des-adaptativos y a ayudar a los padres a
afrontar lo más eficazmente posible el proceso de enfermedad.
N % N % N % N % N %
Autocrítica 57 65,5% 25 28,7% 2 2,3% 3 3,4% 87 100,0%
311
es su padre, mientras que un adulto es él mismo el que debe afrontar su
enfermedad.
N % N % N % N %
Suicidio 79 90,8% 7 8,0% 1 1,1% 87 100,0%
312
sienten incredulidad, otros sienten rabia e ira como respuesta al diagnóstico y,
casi todos, responden con una mezcla de todas estas emociones. Un gran
número de padres desahogan la tensión de estos momentos iniciales llorando.
A medida que avanza el proceso y comienza el tratamiento médico, ya en las
fases de inducción y consolidación y en el resto de la evolución de la
enfermedad, cuando la sensación de control de los padres aumenta, el
desahogo emocional a través del llanto no es tan habitual como en las primeras
fases de adaptación a la situación, y se ponen en marcha otras vías de
desahogo y otras formas de afrontar las dificultades. Por tanto, este ítem está
muy relacionado con el tiempo trascurrido desde el diagnóstico.
N % N % N % N % N %
Llanto 29 33,3% 51 58,6% 2 2,3% 5 5,7% 87 100,0%
313
Existe también un 5,7% de padres que afirman haber perdido la
capacidad de llorar, y responden que antes eran capaces de llorar, pero que
ahora no pueden incluso aunque quieran. Este es un hecho poco frecuente
pero algunos padres afirman que “ya han llorado tanto durante tanto tiempo,
que ahora no son capaces”. Los padres que no pueden llorar, incluso aunque
quieran, suelen ser aquellos que llevan mucho tiempo luchando contra la
enfermedad, o aquellos con hijos cuyos pronósticos, después de largos
períodos de tratamientos, son malos. Por otra parte, el hecho de llevar mucho
tiempo luchando contra la enfermedad, hace que los padres hayan aprendido a
reprimir sus emociones, tanto delante de los hijos como de otras personas,
para poder asumir los contratiempos y poder seguir adelante con las
hospitalizaciones y las fuertes demandas de la enfermedad. A través de todo
el proceso, los padres aprenden a desarrollar diferentes estrategias para
sobrellevar el duro peso de la evolución de la enfermedad, y no suelen recurrir
al llanto, aunque reconocen como negativo el hecho de no desahogarse
llorando.
314
No me irrito
absolutamente nada
No estoy más irritado/a Me molesto o irrito más Me siento irritado/a por las cosas que
de lo normal en mí fácilmente que antes continuamente antes solían irritarme Total
N % N % N % N % N %
Irritación 28 32,2% 52 59,8% 3 3,4% 4 4,6% 87 100,0%
315
que ante una situación vivida como estresante toda nuestra atención y recursos
se centran en ella para buscar una solución, de un tipo u otro.
316
Resulta muy beneficioso el contar con una buena red de apoyo social
que puede ser de gran ayuda en estas ocasiones. Si bien los padres dejan de
tener tiempo para dedicárselo a todo aquello que no sea la enfermedad del
niño, es importante que desde el hospital, los técnicos/as del apoyo les
orientemos a mantener fuerte este apoyo social en la medida de lo posible y
desde el inicio de la enfermedad. Más adelante, y a medida que va avanzando
el proceso, ellos mismo van recuperando y normalizando sus vidas.
N % N % N % N % N %
Interés por los
48 55,2% 29 33,3% 9 10,3% 1 1,1% 87 100,0%
demás
317
refieren también a aspectos médicos, estas decisiones no son exclusivas de los
padres, sino que se toman en conjunto con el equipo médico, pero en
ocasiones, son especialmente relevantes. Y, en cualquier caso, supone una
postura activa con respecto a la enfermedad.
N % N % N % N % N %
Decisiones 50 57,5% 15 17,2% 19 21,8% 3 3,4% 87 100,0%
El hecho de que la mayor parte de los padres (un 57,5%) afirme que
toma decisiones más o menos como siempre ha hecho, es un dato importante,
ya que pone de relieve que o no existe sintomatología depresiva en la mayor
parte de los padres de nuestra muestra o, que en caso de existir, no es un
componente disfuncional en aspectos tan importantes de la vida diaria como la
toma de decisiones.
318
7.2.14 BDI.14: Aspecto Físico
El siguiente ítem del BDI explora la insatisfacción y los cambios
percibidos por los padres en relación a su aspecto físico. El aspecto físico es
un ámbito considerado mayoritariamente secundario por los padres en estos
momentos de sus vidas. Sin embargo, es un dato que refleja el auto-cuidado y
el tiempo que se dedican a sí mismos.
N % N % N % N % N %
Aspecto
50 57,5% 27 31,0% 7 8,0% 3 3,4% 87 100,0%
físico
Los datos reflejan que un 57.5% no creen tener peor aspecto físico que
antes. Este porcentaje es significativo, ya que nos indica que la mayoría de los
padres/madres no han dejado de cuidarse o bien que los que sí lo han hecho
en momentos iniciales del proceso han recuperado sus rutinas en este ámbito
de sus vidas.
El 31% de los padres afirman que temen que ahora parecen más viejos
o poco atractivos. Este porcentaje es el esperable en este contexto, ya que
como decíamos antes, el aspecto físico personal ante la enfermedad de un hijo
pierde toda la importancia en la mayoría de los casos. Los padres incluidos en
este grupo son tanto los que se encuentran en momentos de diagnóstico o en
las fases iniciales de tratamiento, como aquellos que llevan mucho tiempo en
continuas hospitalizaciones y que no encuentran el tiempo ni las ocasiones
para dedicarse a ellos mismos.
319
considera oportuno. Y lo sería aún más, con ese 3,4% residual que cree tener
un aspecto horrible.
Me cuesta un esfuerzo
extra comenzar a hacer Tengo que obligarme No puedo hacer nada
Trabajo igual que antes algo mucho para hacer todo en absoluto Total
N % N % N % N % N %
Trabajo 41 47,1% 33 37,9% 12 13,8% 1 1,1% 87 100,0%
320
disminuya, y por lo tanto, comenzar una tarea nueva y diferente al problema
requiere de un mayor esfuerzo por parte de la persona.
321
datos. No cabe duda de que durante la noche es cuando los padres más
vueltas dan a sus cabezas analizando la situación, los cambios y todo lo que
les está ocurriendo. Es entonces cuando pueden pensar tranquilamente sobre
todo lo que están viviendo. Se añade el hecho de que al ser el enfermo un niño
que requiere mucha atención de sus padres, sobre todo durante las
hospitalizaciones, los padres no disponen, durante el día, de tiempo para
pensar, sino que están siempre distrayendo al niño, jugando con él, contándole
cuento. Es por la noche cuando sienten mayor libertad para desahogarse, ya
que mientras están con el niño es preferible que no lo hagan.
N % N % N % N % N %
Sueño 14 16,1% 50 57,5% 17 19,5% 6 6,9% 87 100,0%
Los resultados en este ítem son los esperados. Pese a que por lo
general se trata de padres jóvenes (para quienes la edad aún no representa
menor necesidad de descanso, más bien al contrario), podemos observar que
un 57,5% de ellos/as afirman no dormir tan bien como antes, mientras que el
grupo que duerme como siempre apenas llega al 16%. También en este tema,
como en muchos otros, los padres se van acostumbrando a los cambios y
pueden recuperar sus ritmos habituales de sueño una vez superadas las
primeras fases del proceso de enfermedad.
322
El 19.5% de los padres afirman despertarse una o dos horas antes de lo
habitual y les resulta difícil volver a dormir, mientras que un 6,9% dice que se
despierta varias horas antes de lo habitual y no pueden volver a dormir. Este
grupo de padres lo conforman aquellos que están iniciando el proceso y que
todavía no se han acostumbrado a los nuevos ritmos. Su preocupación por niño
es todavía muy elevada y les asusta mucho desatenderlo mientras duermen y
que pueda pasar algo sin que ellos se den cuenta. Como decíamos antes,
estas preocupaciones suelen disminuir con el paso del tiempo y se recuperará
un nivel parecido al habitual en la persona.
323
No me siento más Estoy demasiado
cansado/a de lo Me canso más que Me canso en cuanto cansado/a para hacer
normal antes hago cualquier cosa nada Total
N % N % N % N % N %
Cansancio 33 37,9% 40 46,0% 11 12,6% 3 3,4% 87 100,0%
324
Lo que decíamos anteriormente con respecto a los cambios en los
patrones de sueño se puede también aplicar al apetito. Cuando los padres
están en el hospital con el niño, los ritmos, tipos y cantidades de comida varían
a los habituales, por lo que esto puede modificar directamente sus apetito y
también su peso. También hay que tener en cuenta que la preocupación, las
dudas y la incertidumbre con la que viven puede modificar también tanto el
peso como el apetito en determinados períodos.
N % N % N % N % N %
42 48,3% 34 39,1% 8 9,2% 3 3,4% 87 100,0%
Últimamente he perdido
poco peso o no he He perdido más de 2 He perdido más de 4 He perdido más de 7
perdido nada kilos kilos kilos Total
N % N % N % N % N %
62 71,3% 20 23,0% 4 4,6% 1 1,1% 87 100,0%
325
En total, podríamos decir que el apetito de los padres se ve más
afectado que su peso en los procesos de enfermedad de los hijos. Mientras el
51,7% ha visto afectado el apetito (unos pocos en grado grave), solamente el
28,7 ha perdido peso (la mayor parte poco significativas) durante proceso de la
enfermedad del hijo. Ello puede deberse a que la percepción de haber perdido
el apetito es mayor a la pérdida real de peso que la demostraría. Pero, podría
relacionarse, igualmente, en muchos casos, al hecho de que desde el principio
se aconseja a los padres que se cuiden, ya que deben poder dedicarse al niño,
y cualquier infección o pequeña enfermedad está muy desaconsejada en esta
situación. Esto hace que los padres se obliguen a comer aunque su apetito
haya disminuido mucho.
N % N % N % N %
Salud 61 70,1% 25 28,7% 1 1,1% 87 100,0%
326
debido a la enfermedad, por lo que es un resultado esperable en estas
condiciones.
Por último, sólo uno de los sujetos de la muestra afirma estar tan
preocupado por sus propios problemas físicos que le resulta difícil pensar en
algo más. En este caso, se puede sospechar que seguramente esta persona
tenga algún problema físico de importancia, y que no se trata solamente de una
preocupación derivada de la enfermedad de su hijo.
No he observado
ningún cambio Estoy menos Estoy mucho menos
reciente en mi interés interesado/a por el interesado/a por el He perdido totalmente
por el sexo sexo que antes sexo mi interés por el sexo Total
N % N % N % N % N %
Interés por el
30 34,5% 32 36,8% 20 23,0% 5 5,7% 87 100,0%
sexo
El otro 65,5% de los padres han perdido en algún grado su interés por el
sexo. Una tercera parte, el 36,8% afirma estar menos interesado por el sexo
327
que antes, mientras un 23,% señala estár mucho menos interesado por el sexo.
Sólo un 5,7% afirma haber perdido totalmente su interés por el sexo.
243
Kendall, P. C., Hollon, S. D., Beck, A. T., Hammen, C. L. y Ingram, R. E. (1987). Issues and recommendations
regarding use of the Beck Depression Inventory. Cognitive Therapy and Research, 11, 289-299.
328
Prueba de Kolmogorov-Smirnov para una muestra
BDI_Total
N 87
Parámetros Media
13,32
normales(a,b)
Desviación típica
8,381
2º.- Creamos una nueva variable con cuatro valores, correspondiendo cada
uno de ellos a las categorías indicadas del cuestionario: 1- No deprimido (con
los valores de 0 a 9); 2- Ligeramente deprimido (con los valores de 10 a 18); 3-
Moderadamente deprimido (valores de 19 a 29) y 4- Gravemente deprimido
(valores mayores o iguales a 30).
Resultado BDI
No deprimido/a N 30
% 34,5%
Ligeramente N 38
deprimido/a % 43,7%
Moderadamente N 13
deprimido/a % 14,9%
Gravemente N 6
deprimido/a % 6,9%
Total N 87
% 100,0%
329
14
Frecuencia
12
Gravemente
deprimido/a
10
8
6
4
2
0
14
Moderadamente
Frecuencia
12
deprimido/a
10
8
Resultado BDI
6
4
2
0
14
Frecuencia
Ligeramente
12
deprimido/a
10
8
6
4
2
0
14
No deprimido/a
Frecuencia
12
10
8
6
4
2
0
-2,00000 -1,00000 0,00000 1,00000 2,00000 3,00000
Puntua(BDI_Z)
4º.- Intentamos aclarar cuáles son las variables que mejor predicen la inclusión
en cada una de las cuatro categorías establecidas. Para eso utilizaríamos el
análisis de regresión.
330
Algunas de las variables no intervienen de forma significativa en la
variable dependiente. Nos quedamos con las que explican significativamente la
variable dependiente (el resultado en el BDI): tristeza, fracaso, castigo,
autocrítica, suicidio, irritación, decisiones, aspecto físico, trabajo, cansancio,
apetito y peso.
ANOVA(b)
Suma de Media
cuadrados gl cuadrática F Sig.
1 Regresión 60,905 12 5,075 64,666 ,000(a)
Residual 5,808 74 ,078
Total 66,713 86
a Variables predictoras: (Constante), Peso, Castigo, Autocrítica, Suicidio, Irritación, Decisiones,
Aspecto físico, Apetito, Tristeza, Fracaso, Cansancio, Trabajo
b Variable dependiente: Resultado BDI
Coeficientes(a)
Coeficientes
Coeficientes no estandarizados estandarizados
Modelo B Error típico B t Sig.
1 (Constante) -1,334 ,141 -9,432 ,000
Tristeza ,296 ,054 ,236 5,508 ,000
Fracaso ,218 ,062 ,157 3,518 ,001
Castigo ,164 ,031 ,209 5,277 ,000
Autocrítica ,166 ,050 ,134 3,336 ,001
Suicidio ,295 ,102 ,114 2,890 ,005
Irritación ,137 ,048 ,111 2,844 ,006
Decisiones ,128 ,040 ,134 3,162 ,002
Aspecto físico ,129 ,045 ,116 2,852 ,006
Trabajo ,122 ,057 ,104 2,153 ,035
Cansancio ,139 ,054 ,124 2,573 ,012
Apetito ,163 ,047 ,145 3,432 ,001
Peso ,119 ,055 ,085 2,170 ,033
331
altas, es decir en las depresiones moderadas y severas (en este caso tristeza y
suicidio).
332
Ese análisis corresponde hacerlo desde las variables independientes.
Aunque resulte un dato repetido, hemos de recordar que las variables
independientes que utilizamos en este estudio fueron 11 tal como se describen
en el siguiente cuadro:
Variables dicotómicas
Prueba U de Mann Whitney con VI dicotómicas
Variable U de Mann- W de Sig. asintót.
Whitney Wilcoxon Z (bilateral)
Procedencia Ánimo 616,500 2269,500 -2,147 ,032
Decepción 651,500 1086,500 -2,269 ,023
Sexo padre
que responde
Interés por el
632,500 1227,500 -2,466 ,014
sexo
Pareja
estable
Interés por el
319,000 424,000 -2,342 ,019
sexo
Tabla 76: Prueba U de Mann Whitney con VI dicotómicas
333
Variables no dicotómicas
Prueba de Kuska-Wallis con VI no dicotómicas
Variable
Chi-cuadrado gl Sig. asintót.
Edad Castigo 15,166 6 ,019
Interés por los demás
14,534 6 ,024
Antigüedad diagnóstico
Tristeza
11,792 3 ,008
Fracaso
9,971 3 ,019
Aspecto físico
14,582 5 ,012
Cansancio
11,930 4 ,018
334
5.3.- En algunos casos, los datos presentan una interesante variación en
función de la variable independiente. Ése es el caso, por ejemplo, de la variable
“momento en que se realiza la prueba”. Lo podemos ver en el siguiente gráfico:
335
7.4 Correlaciones internas en el BDI
Tras el análisis de las puntuaciones en el BDI de los padres y madres
participantes en el estudio podemos pasar a tomar en consideración la
estructura interna del propio instrumento en nuestra investigación. Nos interesa
saber de qué manera se relacionas las respuestas dadas a unas variables y a
otras.
336
“depresión” posee una base general amplia y que las personas siguen patrones
bastante estables al posicionarse en relación a los diversos síntomas de
decaimiento que la prueba les plantea.
7.4.1 Tristeza
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
1 ,343** ,357** ,540** ,430** ,281** ,384** ,328** ,277** ,414** ,247*
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud Sexo
demás
,343** ,375** ,274* ,481** ,407** ,331** ,353** ,118 ,006 ,477**
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
337
Con menos intensidad y relevancia aparece la correlación con el aspecto
físico. La apariencia personal y la forma en que los sujetos la viven funcionan,
también, como causa y efecto de la tristeza.
7.4.2 Ánimo
Tristez Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil Castig Decepc. Autocrít Suicidi Llant Irritac
a . o . o o .
,343** 1 ,321** ,321** ,125 ,229* ,079 ,130 ,116 ,241* ,318**
,120 ,327** ,111 ,282** ,199 ,276** ,182 ,154 ,114 ,210
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
338
7.4.3 Fracaso
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,357** ,321** 1 ,354** ,423** ,320** ,504** ,403** ,353** ,332** ,140
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
,203 ,347** ,187 ,421** ,407** ,329** ,342** ,036 ,328** ,366**
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
La primera de las propuestas que hace este ítem del BDI es “no me
siento fracasado” y eso tiene mucho que ver con “no sentirse culpable”,
“trabajar como antes”, no perder el sueño, etc.
7.4.4 Satisfacción
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,540** ,321** ,354** 1 ,288** ,239* ,355** ,245* ,380** ,291** ,281**
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
,531** ,431** ,197 ,379** ,439** ,381** ,384** ,279** ,057 ,438**
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
339
La satisfacción por las cosas y el disfrutar de ellas es otro de los
aspectos que en el grupo de padres y madres que participó en nuestro estudio,
está muy relacionado con la mayor parte de los otros aspectos recogidos en el
BDI. Las correlaciones más altas tienen que ver con la “tristeza” y el “interés
por los demás”: buena parte de los sujetos señala que sigue disfrutando de las
cosas igual que antes de la misma manera que sigue manteniendo el interés
por los demás o evitando la tristeza. También va parejo el nivel de satisfacción
con la posibilidad de seguir “durmiendo bien” y tomando las decisiones que
corresponden.
7.4.5 Culpabilidad
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,430** ,125 ,423** ,288** 1 ,412** ,602** ,396** ,255* ,227* ,287**
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
,063 ,289** ,416** ,213* ,299** ,206 ,326** ,143 ,176 ,449**
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
340
entre culpabilidad y “tristeza”, culpabilidad y “fracaso”, culpabilidad e “interés
por el sexo”.
Salvo con el “aspecto físico”, las correlaciones son bajas con los otros
componentes que tienen que ver con la salud: cansancio, peso y salud. Y
resulta muy baja en lo que se refiere al “interés por los demás”.
7.4.6 Castigo
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,281** ,229* ,320** ,239* ,412** 1 ,259* ,189 ,078 ,295** ,147
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
,148 ,155 ,322** ,169 ,124 ,005 ,118 -,035 -,026 ,311**
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
341
7.4.7 Decepción
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,384** ,079 ,504** ,355** ,602** ,259* 1 ,447** ,262* ,250* ,221*
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
,262* ,221* ,241* ,250* ,216* ,302** ,356** -,064 ,199 ,348**
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
7.4.8 Autocrítica
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,328** ,130 ,403** ,245* ,396** ,189 ,447** 1 ,116 ,241* ,318**
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
,120 ,327** ,111 ,282** ,199 ,271* ,276** -,040 ,308** ,290**
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
342
Considerarse o no peor que cualquier otro y tender a la autocrítica
vemos que mantiene correlaciones elevadas y significativas sobre todo con el
sentimiento de “fracaso” y con “decepción”, en ambos casos resultados
bastante lógicos si consideramos el contenido de tales ítems. También tiene
que ver con la “culpabilidad”.
7.4.9 Suicidio
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,277** ,116 ,353** ,380** ,255* ,078 ,262* ,099 1 .217* .132
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
.367** .132 .165 ,262* ,237* ,374** ,255* ,205 -,124 ,301**
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
343
7.4.10 Llanto
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,414** ,241* ,332** ,291** ,227* ,295** ,250* ,163 ,217* 1 ,431**
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
,210 ,120 ,293** ,451** ,279** ,296** ,289** -,023 ,136 ,364**
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
7.4.11 Irritación
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,247* ,318** ,140 ,281** ,287** ,147 ,221* ,171 ,132 ,431** 1
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
,220* ,125 ,203 ,363** ,061 ,392** ,198 ,131 ,076 ,344**
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
344
hemos señalado con el “llanto”. También con el “cansancio” y con el “trabajo”,
algo que entra dentro de lo previsible. Y con el interés por el sexo.
,343** ,120 ,203 ,531** ,063 ,148 ,262* -,041 ,367** ,210 ,220*
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
345
7.4.13 Decisión
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,375** ,327** ,347** ,431** ,289** ,155 ,221* ,264* ,132 ,120 ,125
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
,274* ,111 ,187 ,197 ,416** ,322** ,241* ,128 ,165 ,293** ,203
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
346
Esta variable del aspecto físico funciona de manera más independiente
que las otras que vamos analizando. Sus correlaciones son más escasas y
menos intensas. Curiosamente la correlación mayor la presenta con
“culpabilidad” como si los sentimientos que produce la enfermedad de un hijo
fueran somatizándose y afectando la forma en que nos vemos. También
guarda relación con aspectos como el “trabajo”, la capacidad de seguir
“tomando decisiones”, el “interés por el sexo” o el “apetito”.
7.4.15 Trabajo
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,481** ,282** ,421** ,379** ,213* ,169 ,250* ,213* ,262* ,451** ,363**
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
347
7.4.16 Sueño
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,407** ,199 ,407** ,439** ,299** ,124 ,216* ,303** ,237* ,279** ,061
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
7.4.17 Cansancio
Tristeza Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil. Castigo Decepc. Autocrít. Suicidio Llanto Irritac.
,331** ,276** ,329** ,381** ,206 ,005 ,302** ,271* ,374** ,296** ,392**
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
348
El cansancio es otro de los componentes físicos que afectan a las tendencias
depresivas de los sujetos. Como podemos constatar mantiene correlaciones
estables, aunque bajas con casi todos los elementos de la prueba. La mayor
relación se produce, lógicamente, entre cansancio con “trabajo” y “toma de
decisiones”.
Sin embargo la correlación es baja con “salud” lo que viene a indicar que la
presencia del cansancio no se debe a problemas de salud sino a otros
aspectos más vinculados a las emociones o a las alteraciones del contexto de
vida de los sujetos.
7.4.18 Apetito
Tristez Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil Castig Decepc. Autocrít Suicidi Llanto Irritac.
a . o . o
,353** ,182 ,342** ,384** ,326** ,118 ,356** ,276** ,255* ,289* ,198
*
Los Decision Asp.Físic Trabajo Sueño Cansanci Apetito Peso Salud I Sexo
demás . o o
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
349
7.4.19 Peso
Tristez Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil Castig Decepc. Autocrít Suicidi Llant Irritac.
a . o . o o
,118 ,154 ,036 ,279** ,143 -,035 -,064 -,040 ,205 - ,131
,02
3
Los Decision Asp.Físic Trabajo Sueño Cansanci Apetito Peso Salud I Sexo
demá . o o
s
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
Así como el apetito aparecía correlacionado con todos los otros elementos de
la escala, en lo que se refiere al peso esa correlación positiva generalizada no
se produce. Las correlaciones son bajas y poco significativas. Las más
relevantes tienen que ver con el “apetito” y el “cansancio”.
Curiosamente, presenta correlaciones con “salud”. También con “sentimiento
de fracaso”. Y son correlaciones negativas las que mantiene con “decepción”,
“autocrítica”, sensación de “castigo” y “llanto”.
7.4.20 Salud
Tristez Ánimo Fracaso Satisfac. Culpabil Castig Decepc. Autocrít Suicidi Llant Irritac
a . o . o o .
,006 ,114 ,328** ,057 ,176 -,026 ,199 ,308** -,124 ,13 ,076
6
Los Decision Asp.Físic Trabajo Sueño Cansanci Apetito Peso Salud I
demá . o o Sexo
s
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
Algo similar a lo señalado para Peso podemos señalar para este apartado de
salud. También aquí las correlaciones son escasas y poco relevantes.
Correlaciona con “fracaso” y “autocrítica”. Resulta curioso como una variable
que tienen que ver con la preocupación por la propia salud presenta mayores
350
correspondencias en la tendencia de las respuests con variables que
perteneces a sentimientos que con otros aspectos más vinculados a la propia
salud como el apetito, el sexo, etc. También son muy bajas las correlaciones
entre salud e “interés por los demás”, “irritación”, “satisfacción”, “cansancio”,
etc.
,477** ,210 ,366** ,438** ,449** ,311** ,348** ,290** ,301** ,364** ,344**
Los Decision. Asp.Físico Trabajo Sueño Cansancio Apetito Peso Salud I Sexo
demás
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
7.5 En resumen
Nos encontramos ante una prueba en la que podemos constatar una fuerte
coherencia entre las respuestas emitidas. Los elementos que se van
planteando obtienen respuestas por parte de los padres y madres de nuestro
estudio que van manteniendo una fuerte correspondencia. Todo parece
bastante relacionado con todo, si bien las correlaciones no son elevadas
aunque sí son significativas.
351
Puede constatarse como las dimensiones más fuertemente emocionales de la
depresión mantienen entre sí una correlación constante. En cambio, los
aspectos más físicos y somáticos funcionan de una forma menos uniforme,
como si en los procesos de afrontamiento de la enfermedad de un hijo o hija
importaran más aquellos que éstos.
Por lo que respecta a la prueba BDI parece que los reactivos funcionaron bien
y que las respuestas, aunque escasamente discriminativas porque una parte
importante de la muestra se sitúa en posiciones de leve o nula tendencia a la
depresión, fueron coherentes y con correlaciones significativas entre sí.
Por lo que respecta a la propuesta de apoyos para estas personas, vemos que
la mayor parte de ellos no corren serios riesgos de caer en la depresión (en
parte por nuestro propio trabajo con ellos desde el inicio de la enfermedad de
sus hijos), pero siempre hay un porcentaje de los mismos que se beneficiarían
de apoyos específicos. Especialmente en los componentes emocionales que
son los que mantienen unas relaciones más claras y relevantes con todos los
otros elementos de la escala. Es el caso de la “tristeza”, el sentir la misma
“satisfacción” que antes con las cosas, el sentimiento de “fracaso”, la
“culpabilidad” o la “decepción”. También habrá que tomar en consideración
otros aspectos de carácter más externo como el “cansancio”, el “apetito” o el
“interés por el sexo”.
352
BDI: Correlaciones internas de Pearson (N=87)
B.1 B.2 B.3 B.4 B.5 B.6 B.7 B.8 B.9 B.10 B.11 B.12 B.13 B.14 B.15 B.16 B.17 B.18 B.19 B.20 B.21
B.1 Pearson 1 ,343** ,357** ,540** ,430** ,281** ,384** ,328** ,277** ,414** ,247* ,343** ,375** ,274* ,481** ,407** ,331** ,353** ,118 ,006 ,477**
Tristeza Sig.(bil.) ,001 ,001 ,000 ,000 ,008 ,000 ,002 ,009 ,000 ,021 ,001 ,000 ,010 ,000 ,000 ,002 ,001 ,275 ,957 ,000
B.2 Pearson ,343** 1 ,321** ,321** ,125 ,229* ,079 ,130 ,116 ,241* ,318** ,120 ,327** ,111 ,282** ,199 ,276** ,182 ,154 ,114 ,210
Ánimo Sig.(bil.) ,001 ,002 ,002 ,248 ,033 ,468 ,230 ,284 ,025 ,003 ,266 ,002 ,306 ,008 ,064 ,010 ,091 ,156 ,291 ,051
B.3 Pearson ,357** ,321** 1 ,354** ,423** ,320** ,504** ,403** ,353** ,332** ,140 ,203 ,347** ,187 ,421** ,407** ,329** ,342** ,036 ,328** ,366**
Fracaso Sig.(bil.) ,001 ,002 ,001 ,000 ,003 ,000 ,000 ,001 ,002 ,195 ,059 ,001 ,082 ,000 ,000 ,002 ,001 ,739 ,002 ,000
B.4 Pearson ,540** ,321** ,354** 1 ,288** ,239* ,355** ,245* ,380** ,291** ,281** ,531** ,431** ,197 ,379** ,439** ,381** ,384** ,279** ,057 ,438**
Satisfacción Sig.(bil.) ,000 ,002 ,001 ,007 ,026 ,001 ,022 ,000 ,006 ,008 ,000 ,000 ,067 ,000 ,000 ,000 ,000 ,009 ,602 ,000
B.5 Pearson ,430** ,125 ,423** ,288** 1 ,412** ,602** ,396** ,255* ,227* ,287** ,063 ,289** ,416** ,213* ,299** ,206 ,326** ,143 ,176 ,449**
Culpabilidad Sig.(bil.) ,000 ,248 ,000 ,007 ,000 ,000 ,000 ,017 ,034 ,007 ,564 ,007 ,000 ,047 ,005 ,056 ,002 ,186 ,103 ,000
B.6 Pearson ,281** ,229* ,320** ,239* ,412** 1 ,259* ,189 ,078 ,295** ,147 ,148 ,155 ,322** ,169 ,124 ,005 ,118 -,035 -,026 ,311**
Castigo Sig.(bil.) ,008 ,033 ,003 ,026 ,000 ,015 ,080 ,470 ,006 ,173 ,170 ,152 ,002 ,117 ,253 ,961 ,274 ,751 ,809 ,003
B.7 Pearson ,384** ,079 ,504** ,355** ,602** ,259* 1 ,447** ,262* ,250* ,221* ,262* ,221* ,241* ,250* ,216* ,302** ,356** -,064 ,199 ,348**
Decepción Sig.(bil.) ,000 ,468 ,000 ,001 ,000 ,015 ,000 ,009 ,000 ,021 ,001 ,000 ,010 ,000 ,000 ,004 ,001 ,555 ,065 ,001
B.8 Pearson ,328** ,130 ,403** ,245* ,396** ,189 ,447** 1 ,116 ,241* ,318** ,120 ,327** ,111 ,282** ,199 ,271* ,276** -,040 ,308** ,290**
Autocrítica Sig.(bil.) ,002 ,230 ,000 ,022 ,000 ,080 ,000 ,284 ,025 ,003 ,266 ,002 ,306 ,008 ,064 ,011 ,010 ,712 ,004 ,006
B.9 Pearson ,277** ,116 ,353** ,380** ,255* ,078 ,262* ,099 1 .217* .132 .367** .132 .165 ,262* ,237* ,374** ,255* ,205 -,124 ,301**
Suicidio Sig.(bil.) ,009 ,284 ,001 ,000 ,017 ,470 ,014 ,362 ,043 ,225 ,000 ,225 ,126 ,014 ,027 ,000 ,017 ,057 ,251 ,005
B.10 Pearson ,414** ,241* ,332** ,291** ,227* ,295** ,250* ,163 ,217* 1 ,431** ,210 ,120 ,293** ,451** ,279** ,296** ,289** -,023 ,136 ,364**
Llanto Sig.(bil.) ,000 ,025 ,002 ,006 ,034 ,006 ,020 ,131 ,043 ,000 ,051 ,269 ,006 ,000 ,009 ,005 ,007 ,829 ,208 ,001
B.11 Pearson ,247* ,318** ,140 ,281** ,287** ,147 ,221* ,171 ,132 ,431** 1 ,220* ,125 ,203 ,363** ,061 ,392** ,198 ,131 ,076 ,344**
Irritación Sig.(bil.) ,021 ,003 ,195 ,008 ,007 ,173 ,040 ,114 ,225 ,000 ,041 ,248 ,060 ,001 ,573 ,000 ,066 ,225 ,485 ,001
B.12 Interés Pearson ,343** ,120 ,203 ,531** ,063 ,148 ,262* -,041 ,367** ,210 ,220* 1 ,525** ,270* ,437** ,254* ,392** ,288** ,158 ,016 ,409**
por los demás Sig.(bil.) ,001 ,266 ,059 ,000 ,564 ,170 ,014 ,703 ,000 ,051 ,041 ,000 ,011 ,000 ,018 ,000 ,007 ,145 ,885 ,000
B.13 Pearson ,375** ,327** ,347** ,431** ,289** ,155 ,221* ,264* ,132 ,120 ,125 ,525** 1 ,341** ,438** ,455** ,422** ,335** ,218* ,224* ,390**
Decisiones Sig.(bil.) ,000 ,002 ,001 ,000 ,007 ,152 ,040 ,014 ,225 ,269 ,248 ,000 ,001 ,000 ,000 ,000 ,002 ,043 ,037 ,000
B.14 Aspecto Pearson ,274* ,111 ,187 ,197 ,416** ,322** ,241* ,128 ,165 ,293** ,203 ,270* ,341** 1 ,384** ,272* ,305** ,322** ,145 ,165 ,328**
físico Sig.(bil.) ,010 ,306 ,082 ,067 ,000 ,002 ,024 ,237 ,126 ,006 ,060 ,011 ,001 ,000 ,011 ,004 ,002 ,179 ,126 ,002
B.15 Pearson ,481** ,282** ,421** ,379** ,213* ,169 ,250* ,213* ,262* ,451** ,363** ,437** ,438** ,384** 1 ,409** ,532** ,420** ,114 ,265* ,377**
Trabajo Sig.(bil.) ,000 ,008 ,000 ,000 ,047 ,117 ,020 ,047 ,014 ,000 ,001 ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 ,294 ,013 ,000
B.16 Pearson ,407** ,199 ,407** ,439** ,299** ,124 ,216* ,303** ,237* ,279** ,061 ,254* ,455** ,272* ,409** 1 ,375** ,452** ,253* ,193 ,380**
Sueño Sig.(bil.) ,000 ,064 ,000 ,000 ,005 ,253 ,045 ,004 ,027 ,009 ,573 ,018 ,000 ,011 ,000 ,000 ,000 ,018 ,073 ,000
B.17 Pearson ,331** ,276** ,329** ,381** ,206 ,005 ,302** ,271* ,374** ,296** ,392** ,392** ,422** ,305** ,532** ,375** 1 ,374** ,323** ,090 ,312**
Cansancio Sig.(bil.) ,002 ,010 ,002 ,000 ,056 ,961 ,004 ,011 ,000 ,005 ,000 ,000 ,000 ,004 ,000 ,000 ,000 ,002 ,409 ,003
353
B.18 Pearson ,353** ,182 ,342** ,384** ,326** ,118 ,356** ,276** ,255* ,289** ,198 ,288** ,335** ,322** ,420** ,452** ,374** 1 ,330** ,233* ,427**
Apetito Sig. bil.) ,001 ,091 ,001 ,000 ,002 ,274 ,001 ,010 ,017 ,007 ,066 ,007 ,002 ,002 ,000 ,000 ,000 ,002 ,030 ,000
B.19 Pearson ,118 ,154 ,036 ,279** ,143 -,035 -,064 -,040 ,205 -,023 ,131 ,158 ,218* ,145 ,114 ,253* ,323** ,330** 1 ,014 ,226*
Peso Sig.(bil.) ,275 ,156 ,739 ,009 ,186 ,751 ,555 ,712 ,057 ,829 ,225 ,145 ,043 ,179 ,294 ,018 ,002 ,002 ,895 ,036
B.20 Pearson ,006 ,114 ,328** ,057 ,176 -,026 ,199 ,308** -,124 ,136 ,076 ,016 ,224* ,165 ,265* ,193 ,090 ,233* ,014 1 ,158
Salud Sig.(bil.) ,957 ,291 ,002 ,602 ,103 ,809 ,065 ,004 ,251 ,208 ,485 ,885 ,037 ,126 ,013 ,073 ,409 ,030 ,895 ,144
B.21 Interés Pearson ,477** ,210 ,366** ,438** ,449** ,311** ,348** ,290** ,301** ,364** ,344** ,409** ,390** ,328** ,377** ,380** ,312** ,427** ,226* ,158 1
por el sexo Sig.(bil.) ,000 ,051 ,000 ,000 ,000 ,003 ,001 ,006 ,005 ,001 ,001 ,000 ,000 ,002 ,000 ,000 ,003 ,000 ,036 ,144
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bil.). *. La correlación es significante al nivel 0,05 (bil.).
354
7.6 Correlaciones BDI- COPE
Este tipo de datos puede resultar de interés tanto desde el punto de vista
de la coherencia interna del diseño que hemos planteado al incluir ambos tipos
de reactivos como desde la perspectiva de la organización del apoyo que se
pueda prestar a los padres. Ya vimos que algunas de las variables recogidas
en el BDI juegan un papel predictor fuerte con respecto a los desajustes en los
sujetos, incluso en un grupo como éste en el que predominan las personas con
un fuerte equilibrio y que se han adaptado con solvencia, en su mayoría, a la
enfermedad de sus hijos.
355
DIMENSIONES DEL COPE
C.2 Planificación
C.6 Religión
C.9 Aceptación.
C.12 Negación
C.15 Humor
244
Kendall, P.C. et alii (1987). Issues and recommendatios regarding use of the Beck Depression Inventory. Cognitive
Therapy and Research, 11, 289-299.
356
Grupos N %
No deprimido/a 30 34,48%
Ligeramente deprimido/a 38 43,67%
Moderadamente deprimido/a 13 14,95%
Gravemente deprimido/a 6 6,90%
Total 87 100%
:
Estadísticos de contraste Prueba de Kruskal-Wallis:
Variable agrupación: Resultados BDI
Supresión
Búsqueda Búsqueda de
Afrontamien Planificació de apoyo de apoyo actividades
to activo n social instrumental distractoras
Chi-cuadrado 4,202 3,636 2,817 2,384 3,937
gl 3 3 3 3 3
Estadísticos de contrastea,b
Centrarse
en las
emociones
Reinterpret Refrenar el y
ación afrontamien desahogars
Religión positiva to Aceptación e
Chi-cuadrado 5,785 5,846 3,985 10,423 6,691
gl 3 3 3 3 3
Sig. asintót. ,123 ,119 ,263 ,015 ,082
Estadísticos de contrastea,b
Deconexión Deconexión Consumo
mental Negación conductual de drogas Humor
Chi-cuadrado 2,470 9,829 8,208 ,687 4,190
gl 3 3 3 3 3
Sig. asintót. ,481 ,020 ,042 ,876 ,242
357
Como podemos constatar en la tabla, solamente se producen resultados
con diferencias significativas en tres de los estilos de afrontamiento tal como
los recoge el COPE: en el de “aceptación”, en el de “negación” y en el
“desconexión conductual”. En todos ellos se producen diferencias significativas.
También se aproxima a ese nivel el estilo “centrarse en las emociones y
desahogarse”.
358
La “negación” aumenta correlativamente a medida que se hace más
profunda la depresión y las variaciones significativas se producen entre los dos
grupos con menores niveles de depresión y los otros dos con depresiones más
profundas.
359
360
8. OBJETIVO B: ENTREVISTAS
SOBRE EL APOYO A NIÑOS
ENFERMOS Y SUS FAMILIIAS.
361
362
8.1 Introducción
En este apartado de la tesis pretendo dar respuesta al segundo de los
objetivos que nos planteábamos en la parte empírica: el análisis del apoyo a
través de las actuaciones y vivencias de la persona que lo ofrece.
245
Lerma, M. (1992). Metodo e Tecniche del Processo di Aiuto. Roma: Astrolabio.
246
Selvini Palazzoli (1981). Il mago smagato: come cambiare la condizione paradossale dello psicólogo nella scuola.
Milano: Feltrinelli.
363
que el gran esfuerzo de los profesionales de la ayuda sea concitar sinergias
entre las diversas instituciones, personas y colectivos que rodean a las
personas a las que debe ayudar.
Atender a niños con cáncer y a sus familias es una tarea de una enorme
intensidad. Pone a prueba tus propios recursos personales, más aún si has de
ejercer tu trabajo en unas condiciones de notable soledad como profesional (sin
grupos de apoyo, sin supervisión psicológica, sin modalidades de planificación
y contraste en grupo). Como se verá, no son infrecuentes los momentos en que
te sientes atrapada, vulnerable, excesivamente implicada o distante, creativa o
siguiendo protocolos estándar, animada o triste.
247
Canevaro, A. y Chieregatti, A. (1999). La relazione di aiuto. L’incontro con l’altro nelle professioni educative. Roma:
Carocci.
364
Eso es lo que he tratado de recoger en las entrevistas que a
continuación figuran. En ellas recojo lo que fue el desempeño y la evolución del
apoyo en una muestra de los niños y niñas atendidos. Cada una de ellas narra
mi experiencia con el niño y con los padres mirándolo desde una perspectiva
múltiple tal como se señala en el siguiente gráfico:
365
366
367
Cada una de las dimensiones da cabida, por su parte, a otros elementos
que están vinculados directa o indirectamente a los mismos:
368
Cuadro 22: Cuestiones referidas al equipo sanitario
369
hablamos volvieron a escolarizarse). Un apartado especial merece el tema del
duelo y los componentes emocionales del impacto que conlleva.
Comenzamos el análisis.
370
8.2.1 ENTREVISTA Nº 1: JUAN
El niño
Enfermedad
• Enfermó cuando era bebé. Ingresó con 3 meses en el hospital y estuvo
hospitalizado hasta los 2 años y medio, cuando falleció.
• Entró en urgencias para realizar pruebas analíticas por fiebre alta y
dolores abdominales. Se le diagnosticó una leucemia, enfermedad que,
inicialmente, posee un alto porcentaje de curaciones, pero el tratamiento
en su caso no fue eficaz. Hubo rechazos y recaídas. Se realizó un
trasplante de médula ósea pero, tras él, recayó nuevamente.
• Un tiempo después entró en fase terminal. Falleció a los 2 años y medio.
Desarrollo
• La enfermedad no alteró su desarrollo, aunque le impuso limitaciones
que hubo que ir salvando. Fue avanzando tanto en el aspecto motor
como social y cognitivo.
• Aprendió a gatear por los pasillos del hospital y también a andar
conectado a las máquinas que alguien llevaba a su lado.
• Estaba muy estimulado. Le hablábamos mucho. Eso hizo que su nivel
lingüístico estuviera claramente por encima de la media de los niños de
su edad.
• Sus padres eran muy positivos y preferían asumir algún riesgo a que el
niño se quedara quieto y recluido.
Carácter
• Era un niño muy sociable que pronto estableció vínculos afectivos muy
fuertes con mucha gente.
• Cuando empeoró fue cambiando su carácter haciéndolo más retraído y
receloso.
Adaptación al hospital
• Era consciente de la vida hospitalaria y de sus amenazas para él
(sentimiento ambivalente). Diferenciaba muy bien entre estar en casa y
en el hospital.
371
• Pero el hospital se convirtió en un contexto amable. Tenía mucha gente
a la que quería mucho: enfermeras, yo misma, los médicos, la maestra.
• Acudía al aula hospitalaria pero solo esporádicamente (era un bebé).
Mantenía una buena relación con el personal del aula y con los otros
niños. Duraba poco allí: cogía un juguete y se lo llevaba a la habitación y
luego volvía a por más.
Adaptación al tratamiento
• El tratamiento era muy agresivo. Estaba mucho tiempo aislado,
alimentado por sonda o vena, conectado a máquinas, etc.
• Lloraba mucho con los tratamientos pero su malestar no lo transfería al
equipo médico. No les tenía miedo ni se asustaba en su presencia.
• Le aplicamos técnicas de relajación para que aceptara el tratamiento sin
ansiedad.
La Familia
Estructura
• Familia nuclear: los dos padres y dos hijos. El hermano era 6 años
mayor que Juan, el niño enfermo.
• Al plantearse el trasplante de médula ósea y para garantizar la
compatibilidad, deciden tener otro hijo que nació durante el proceso de
enfermedad.
• Contaban con redes familiares muy fuertes y unidas. Las familias de
ambos padres se implicaron mucho.
• También recibieron mucho apoyo de las redes sociales y laborales de
amigos y compañeros.
Primer encuentro
• Al principio no cuentan nada porque están en estado de shock y con
altos niveles de ansiedad.
• Preguntan mucho y explicitan sus dudas y temores.
Reacción ante la enfermedad
• Tienden a recodar situaciones anteriores del niño y síntomas aislados de
la enfermedad, aunque reconocen que ellos nunca los relacionaban
entre sí. No suponían que fuera tan grave.
372
• La madre dejó el trabajo como funcionaria. El padre era profesor, con un
horario bastante flexible (sus compañeros le cubrieron). Se turnaban:
mientras uno estaba en casa el otro estaba en el hospital.
• Esa rotación suponía que apenas podían estar juntos, pero no les afectó
como pareja. Les ofrecimos apoyo para que pudieran descansar y
relajarse juntos.
• Eran padres muy positivos. De cultura alta, fueron conscientes desde el
principio de a qué se enfrentaban.
• Nunca perdieron la esperanza hasta que se aproximó el final. Pero,
incluso en las fases finales, preferían que el niño hiciera cosas y que
aprendiera.
• Cuando el niño empezó a estar muy mal y perder la capacidad de hacer
casi todo, su solicitud fue que el niño no sufriera (aceptaban que muriera
ante vivir en esas circunstancias).
• Pidieron que pudiera morir en casa asumiendo así una gran
responsabilidad en ese momento: puesto que las opciones médicas
resultaban inviables, buscaron la comodidad del niño y sus propias
estrategias paternas para atenderlo.
Reacción hermanos
• Me pidieron consejo y ayuda para hacerlo y así se lo contaron pronto al
hermano para justificar la hospitalización y para que comprendiera sus
ausencias y los cambios que se iban a producir en la vida cotidiana.
También para que entendiera por qué lloraban, permitiéndole así llorar
con ellos y elaborar su propia tristeza.
• Organizamos “tiempos de calidad” para estar con él.
• Implicaron mucho a sus respectivas familias para poderlo atender.
• Lo pasó mal por los grandes cambios en los que se vio metido: la
enfermedad, las ausencias de los padres, el nacimiento de un nuevo
hermano).
• El duelo lo vivió con sus padres. No le ocultaron la muerte. Acudió al
entierro. Le ayudaron mucho en ese momento sus tíos. Les proporcioné
apoyo y material para ese proceso.
373
Relación con equipo médico
• Las relaciones con el equipo médico fueron muy buenas. Aceptaban
escuchar la verdad, no les atosigaban con preguntas o dudas sin
respuesta, aceptaban la incertidumbre del pronóstico, entendieron bien
que su ansiedad de padres no tenía que ser la del equipo médico.
• Siguieron estrictamente los consejos y reglas que les marcaron, sin
fiarse del boca a boca entre los padres de otros niños. Tampoco
abusaron de Internet.
• Generaron una fuerte empatía con todos. En el entierro del niño estaba
prácticamente todo el equipo sanitario, algo que no suele suceder.
Relación conmigo
• Tuvimos un contacto muy intenso desde el primer momento.
• Pidieron siempre ayuda para poder afrontar las situaciones difíciles.
Duelo
• La fase del duelo fue fuerte pero no negativa, ni dramática ni patológica.
No se cronificó. Les gustaba ver a gente y contar historias del niño
fallecido.
• El tener que atender al nuevo bebé les hizo tener que ser fuertes,
concentrándose en él. El tiempo que se liberó por no tener que atender
al niño fallecido, lo dedicaron al nuevo hijo.
Equipo médico
Estilo de trabajo
• Suele haber una reunión informal inicial en la que se presenta el caso.
Después cada profesional cubre su campo.
Aula hospitalaria
• Al ser pequeñito jugó un menor papel. Pero colaboró como reserva de
juguetes y ambiente infantil donde podía encontrarse con otros niños.
Sintonía con la familia
• El equipo sanitario logró una gran sintonía con Juan y con su familia.
Fue como verlo crecer en los pasillos y salas del servicio. Su muerte
provocó una conmoción general que supuso mucho más que la pérdida
de un paciente. Muchos acudieron a su funeral.
374
Yo misma
Relación con el niño/a
• El primer encuentro fue con él y sus padres. Estaban los tres.
• Mi relación con él fue muy buena: pasábamos mucho tiempo juntos; era
muy inquieto y siempre quería hacer cosas.
• Me buscaba todos los días porque conmigo hacía cosas diferentes.
Llegué a ser para él una figura importante.
• Yo le imponía algunos límites a sus acciones, ya que algunas veces a
sus padres les costaba más.
Relación con la familia
• Creamos vínculos muy fuertes. Se produjo una gran empatía con ellos
porque los sentía como padres poco problemáticos, colaboradores
(ayudaban mucho a los demás). Pasé mucho tiempo con ellos. Con
frecuencia, los sustituía en la habitación para que ellos pudieran salir
juntos.
• Ellos entendían que necesitaban mi ayuda. Consultaban conmigo
muchas de sus decisiones. El apoyo les fue muy útil y la relación muy
enriquecedora (me lo dijeron varias veces).
• La relación fue, también, muy enriquecedora para mí. Daban un feed-
back constante de todo lo que intentaban hacer para aumentar la calidad
de vida de toda la familia.
Relación equipo sanitario
• Al ser un niño tan pequeño generó una gran complicidad entre todo el
personal
Relación escuela
• Normal. Acompañaba al niño al aula hospitalaria cuando quería buscar
sus juguetes.
Duelo y transferencia
• En el caso de Juan, mi evolución en el proceso de apoyo pasó por varias
fases:
o Primero el conocimiento del niño/a y su familia
375
o Después, el momento de esperanza: crees que todo se
solucionará y que será rápido.
o Llega el momento de la asimilación de la gravedad: la enfermedad
evoluciona negativamente y comienza a confirmarse el temor de
que el niño/a no la superará.
o Sufrimiento y dolor que trae consigo la pérdida. Fue un penoso
duelo que viví como algo personal.
• Siento que lo que me pasó con él no fue demasiado profesional. Tuve
una aproximación tan fuerte con él que me afectó personalmente de una
manera muy intensa.
• Lo que viví tras la muerte de Juan fue tan intenso que me llevó a
replantearme el trabajo. Pensé que debería dejarlo de no ser capaz de
separar lo personal de lo profesional. Pero hay ocasiones en que no es
fácil lograr esa separación.
• Cómo se vive la transferencia depende de muchas cosas y todas se
dieron en este caso:
o de la enfermedad: las hay muy incapacitantes y eso, hasta un
cierto punto, te genera mayores demandas y exige más
proximidad y una relación más profunda;
o de lo que las personas afectadas te demanden;
o del profesional y el tipo de trabajo que haga;
o del tipo de familia que atiendas y de la mayor o menor empatía
que logres con ellos y el niño/a enfermo;
o de la continuidad de su presencia en el hospital. Para algunos la
vida en el hospital se convierte en lo normal.
Otras consideraciones
• Se requeriría una red de apoyo intra-departamental (apoyo a quien
apoya) con sesiones de grupo con un terapeuta que ayude a gestionar la
tensión que se vive en el día a día. Sesiones que aportaran
conocimiento de estrategias personales útiles para afrontar ciertas
situaciones. Las hay en hospitales grandes pero no las teníamos en el
nuestro (por falta de medios pero, también, de cultura de trabajo en
equipo).
376
• El trabajo en grupo también sería muy necesario: compartir las
responsabilidades por las decisiones que se adoptan.
377
378
8.2.2 ENTREVISTA Nº 2: LUIS
El niño
Enfermedad
• Luis, un adolescente de 15 años, llegó a urgencias remitido por su
médico de cabecera porque tenía un malestar difuso asociado a
cansancio. Presentaba también petequias.
• Se le hicieron todas las pruebas y entró en la fase de diagnóstico.
Desarrollo
• En el caso de Luis, las alteraciones de su desarrollo no eran demasiado
evidentes. La enfermedad se le manifestó ya de adolescente, con 15
años.
• La enfermedad le afectó, sobre todo, en que alteró toda su vida
normalizada. Tuvo que renunciar al deporte, una de sus pasiones,
porque era peligroso para él tanto las posibles hemorragias (derivadas
de caídas o golpes) como las infecciones, a las que era más vulnerable.
Esta falta de contactos directos la suplió, en parte, a través de Internet.
Carácter
• Luis era un niño muy alegre, con muchas ganas de vivir, con muchas
ilusiones, con elevadas expectativas de las que nos hacía partícipes a
todos. Eso le granjeó muchas simpatías con todo el personal.
• Luis era, también, un chico muy deportista. La enfermedad le impidió
seguir haciendo ejercicio.
• También le gustaba mucho estudiar, y la enfermedad le impidió
continuar con ello. Esto le generó una gran preocupación. Temía
quedarse muy rezagado con respecto a sus compañeros
• Era un adolescente muy expresivo que se ganaba fácilmente a la gente.
Cada vez que volvía de casa llegaba entusiasmado con muchas
historias que contar. Necesitaba hacer partícipes a los demás de su
situación.
• En los momentos finales, él mismo animaba a su familia cuando los veía
más decaídos.
379
Adaptación al hospital
• Su adaptación al hospital fue muy buena. Se relacionó muy bien con
todo el equipo.
• También tenía una buena relación con los otros niños, tanto los
pequeños (con los que le gustaba jugar y divertirse) como los de su
edad, con los que entabló buenas relaciones de amistad.
• De todas formas, prefería marchar a casa siempre que podía porque se
llevaba muy bien con su grupo de vecinos y amigos.
• Yo creo que Luis era consciente de lo que iba pasando, aunque nunca
se sabe del todo (tampoco se quiere saber y eso se debe respetar
siempre). En algún momento él me hizo preguntas sobre su propia
muerte. La pauta es responder sólo a las preguntas que el paciente
hace, no dar más información de la que él solicita. Con los niños es más
fácil, pero Luis era un adolescente y se daba cuenta.
• Los últimos momentos de su vida prefirió pasarlos en el hospital, se
sentía más seguro, sabía que lo que necesitara se lo proporcionarían
enseguida.
Adaptación al tratamiento
• El tratamiento y las largas hospitalizaciones cambiaron totalmente su
vida en sus dos prioridades básicas: el deporte y los estudios. Ambas
cosas las llevó bastante mal.
• Luis preguntaba de vez en cuando qué iba a pasar, que era lo que
estaba sucediendo, cómo era de grave su situación.
• Su adhesión al tratamiento fue siempre ejemplar.
• Cuando se acercaba el final, él era consciente de que las cosas no iban
a mejor, llegó a plantearse la idea de la muerte, pero como posibilidad
remota y en la que prefería no entrar. Sólo en momentos de especial
lucidez hacía alguna pregunta al respecto, pero pronto cambiaba de
tema.
• Lo que nos preocupó fue que tuviera una calidad de vida lo más alta
posible.
380
La Familia
Estructura
• Familia nuclear: padres y tres hijos. Luis tenía una hermana mayor y un
hermano más pequeño.
• Tanto el trabajo propio de la casa como la presencia del niño pequeño
hacía que uno de los padres estuvieran siempre en casa.
• Tenían el apoyo, limitado, de algunos tíos, hermanos de los padres que
vivían cerca, pero no en el mismo lugar. A veces, algún tío venía al
hospital a estar con Luis, pero éste requería cada vez más la presencia
de alguno de sus padres.
• El apoyo mayor les llegó del propio personal del hospital que se
involucró mucho en este caso.
Primer encuentro
• El primer encuentro es con Luis y su madre, que era quien le había
acompañado. Como eran agricultores y ganaderos no podían
ausentarse los dos padres de casa al mismo tiempo. Se turnaban.
• Como habían tenido experiencia de una larga hospitalización con la
hermana mayor, estaban bastante asustados, en una especie de shock
a la espera de las noticias médicas.
Reacción ante la enfermedad
• Era una familia muy prudente, tendía a no ponerse en lo peor pero
tampoco se generaban esperanzas falsas.
• No exteriorizaban mucho sus sentimientos.
• Cuando llegó el diagnóstico y vieron que era grave y que la enfermedad
estaba en una fase bastante avanzada con un pronóstico poco
esperanzador, su preocupación mayor era cómo informar a Luis. Se
decidió que fueran los propios médicos quienes se lo dijeran y sería yo,
junto a los padres, quienes continuaríamos con el apoyo necesario para
resolver dudas y afrontar temores.
• Lo pasaron muy mal pero era una familia muy positiva y luchadora, con
unas estrategias de afrontamiento muy eficaces (ya tenían experiencia
por la enfermedad anterior de la hija mayor). Afrontaron bien la
enfermedad de Luis, hablaban mucho con él y le facilitaban expresar sus
381
miedos (aunque él no lo hacía para no preocuparlos) y le involucraron
mucho en la toma de decisiones que le afectaban.
• Uno de sus aspectos positivos era que siempre estaban mirando a un
futuro más allá de la enfermedad y ese sentimiento se transmitía al hijo:
lo que estudiaría, en qué trabajaría, etc.
• A su vez, ellos sintieron mucho apoyo por todo el equipo del hospital que
actuó de colchón. Además se les dio mucha participación en las
decisiones a tomar, dentro de las opciones plausibles, para seguir
adelante.
Reacción hermanos
• La hermana mayor había pasado ella misma por un problema de salud
grave que la llevó a estar hospitalizada. La enfermedad del hermano
reavivó sus propios miedos y la ansiedad anterior. Necesitó ser apoyada
para reasegurarse y tomar confianza. Después de la muerte de Luis,
esta hermana tuvo que ser nuevamente hospitalizada porque tuvo una
recaída en su enfermedad. Esa circunstancia nos permitió trabajar
directamente con ella el duelo y las secuelas de la enfermedad y muerte
de su hermano.
• El hermano pequeño también se vio afectado por la desorganización
generada por la enfermedad y la pérdida de atención por su parte. Sufrió
algunas regresiones y elaboramos una pauta de orientaciones y
conducta para los padres.
• El propio Luis fue capaz de explicar a sus hermanos lo que le pasaba y
ese momento fue realmente impactante.
Relación con el hospital y el equipo médico
• En el caso de esta familia su relación con el hospital y el equipo médico
fue muy buena, de mucha colaboración. Era una familia que no
planteaba dificultades, se relacionaba bien con todos. Preguntaba lo que
necesitaba y escuchaba las respuestas para poder colaborar con las
decisiones médicas.
• Las obligaciones de la casa y la necesidad de atender al pequeño e,
incluso a la mayor, todavía sin reponerse de todo de su enfermedad, les
382
obligaba a turnarse en el hospital. Nunca podían estar ambos con su
hijo.
• Cuando llegaron los últimos momentos prefirieron que Luis
permaneciera en el hospital. Les hacía sentirse más seguros pues eran
los especialistas quienes se encargarían de los analgésicos, etc. Su
preocupación era mantener la calidad de vida del niño y que no sufriera.
Relación conmigo
• Muy buena. Sentían la necesidad de comentar conmigo cosas y
situaciones.
• Acabamos estableciendo una relación muy cercana que superó el nivel
de lo profesional para entrar en el de lo personal.
Duelo
• Luis murió. Su proceso de agonía no fue largo y, como sucedió en el
hospital, tuvo a su disposición cuidados paliativos para que no sufriera.
• El chico fue bastante consciente de lo que podía pasar. Los padres le
acompañaron en toda esa fase final y lo hicieron tratando de minimizar
el dramatismo de la situación evitando exteriorizar sus sentimientos.
• El duelo posterior a la muerte también fue sereno y comedido.
• Con motivo del reingreso de la hija en el hospital, tuve ocasión de volver
a estar mucho con la madre de Luis. Ella me buscó porque deseaba
hablar y desahogarse con alguien que había vivido con ellos todo el
proceso de enfermedad y muerte de su hijo. Pero aunque fue muy duro
para ella, lo controlaba bastante bien. Incluso pidió descansar un rato en
la misma habitación donde había pasado Luis sus últimos días. Allí se
relajó y fue capaz de dormir.
• Fue un proceso de duelo largo y duro pero que los padres llevaron bien.
Equipo sanitario
Estilo de trabajo
• El equipo médico tuvo que reajustar mucho su comunicación para poder
atender a este paciente adolescente. Hacía preguntas muy concretas y
difíciles de contestar (incluida la posibilidad de que se estuviera
383
acercando el final de su vida) sin hacerle daño, pues su situación era
grave.
• Hubo que establecer una línea informativa común. Él hacía preguntas
complicadas porque era consciente de su enfermedad y de que las
cosas no iban bien. Se decidió que la información se canalizara, sobre
todo, a través del Jefe de Servicio y de mí misma. Pero, caso de hiciera
preguntas a cualquier otro miembro del equipo nos pusimos de acuerdo
para dar informaciones que fueran coherentes.
• En el terreno de lo personal, el equipo se sintió muy afectado por la
impotencia para conseguir que superara la enfermedad. Además, como
se trataba de un adolescente que mantuvo su nivel de consciencia hasta
el final, las preguntas que hacía resultaban muy dramáticas. Todos los
que tenían que actuar con él, temían el momento en que pudiera
hacerles alguna pregunta compleja.
Aula hospitalaria
• Como Luis venía de una escuela normal, los estudios eran muy
importantes para él. Él lo vivía así. No frecuentó mucho el aula
hospitalaria aunque sí trabajaba en su habitación.
• Se pretendió mantener un sistema de estudio paralelo al de su escuela
de origen. Los profesores le comunicaban lo que estaban estudiando allí
y él debía estudiarlo por su cuenta y mediante el apoyo de las tutorías.
• Pero sinceramente creo que no lo hicimos bien. No se generó un
currículo especial y unas exigencias de trabajo acordes con sus
expectativas. Se optó por mantener el ritmo de trabajo que seguían en
su escuela de origen y dejar que Luis estudiara en su habitación. No dio
resultado. Él se sintió frustrado porque vio que no conseguía mantener
el nivel. Probablemente hubiera ido mejor marcar horarios y pautas de
estudio más precisas y con más apoyo en ese campo.
Sintonía con la familia
• Fue siempre muy buena, durante todo el tratamiento.
384
Yo misma
Relación con el niño/a
• Mi relación con Luis fue muy buena. De hecho, él siempre buscaba
momentos para poder desahogarse y compartir conmigo sus
sentimientos.
• Él necesitaba a alguien con quien compartir sus miedos, alguien a quien
poder hacerle las preguntas que no podía hacer a sus padres porque no
quería preocuparles y que no se atrevía a hacer a los médicos porque
tenía miedo a una respuesta demasiado realista y dura. Me vio como
una intermediaria para poder abordar algunas temáticas.
• Esta posición intermedia me facilitó mucho todo el trabajo que pude
hacer con él. Creo que le ayudé mucho (el valoraba mucho mi
compañía) y que así pudo afrontar mejor la enfermedad.
• En los últimos momentos de su vida siguió siendo importante el apoyo
para ayudarle a ver las cosas de manera más positiva dentro de la
situación que estaba viviendo.
Relación con la familia
• Mis relaciones con la familia fueron muy buenas.
• Al principio fue un poco más difícil acceder a ellos. Era una familia con
mucha necesidad de vivir en la intimidad lo que les estaba sucediendo.
No les gustaba hablar de la situación.
• Pero a medida que fuimos ganando en confianza, ellos se abrieron más
y se generó una gran empatía entre ambos. La consecuencia fue una
relación muy buena de colaboración y de apoyo.
Relación equipo sanitario
• Este caso nos planteó con más claridad que otros la necesidad de
compartir lo que cada uno de nosotros estaba diciéndole de forma que
no hubiera contradicciones y que todos nos moviéramos en un nivel que
no hiciera sufrir más al niño.
• Por supuesto, coincidíamos en la necesidad de contarle la verdad dentro
de los límites de lo que pudiera ser beneficioso para él y su familia. Las
informaciones contradictorias generan mucha ansiedad en la familia. En
este caso eso funcionó muy bien.
385
Relación escuela
• En este caso mantuvimos la relación con la escuela de origen. Nos
pareció bien que siguiera el mismo proceso que sus compañeros. Los
profesores enviaban las pautas y Luis estudiaba en su habitación. Pero
la experiencia no salió bien. Quizás debiéramos haber establecido un
plan más formalizado de estudio y con más apoyo del aula hospitalaria.
Transferencia
• Este caso fue uno de los que más me ha impactado durante todos los
años de trabajo en el hospital. Por el tipo de relación tan intensa que se
estableció entre Luis y yo. Y también por la relación de apoyo que se
generó con sus padres, especialmente su madre.
• En ambos casos, la relación se situó a caballo entre lo profesional y lo
personal.
• Como Luis me metió mucho en su intimidad, en sus temores, en sus
preguntas, todo ello hizo que me involucrara mucho en su caso. Cada
vez que volvía de casa venía lleno de historias que contar y esa alegría
la contagiaba a todo el equipo. Tenía mucha necesidad de hacer
partícipes a los demás de su situación.
• Las fases por las que paso mi intervención en este caso fueron:
o Una primera fase de conocimiento mutuo. Fue una fase delicada
pues había cierta resistencia por su parte a compartir cosas
íntimas que preferían reservar para ellos, mantenerlo en el nivel
familiar. Sin embargo a medida que la situación iba exigiendo más
energía entendieron que necesitaban apoyo externo, alguien que
les permitiese desahogarse.
o Ahí comenzó una segunda fase de mucha interacción con ellos,
tanto con Luis como con sus padres. Fue una fase de afrontar las
situaciones que se les iban planteando y que eran nuevas para
ellos.
o Tras estos primeros contactos de apertura y desahogo vinieron
meses de mucho trabajo en colaboración. A medida que la
enfermedad fue avanzando tratamos de buscar conjuntamente
estrategias que permitieran mantener la calidad de vida de Luis.
386
Eso exigió mucho apoyo en los momentos más difíciles, cuando
llegaban malas noticias médicas o cuando se comprobaba que
los tratamientos no funcionaban.
o La fase de los cuidados paliativos hizo que la relación tuviera que
intensificarse con mucho desahogo emocional y mucha
orientación para que el niño no se preocupara aún más.
o Así llegamos a la fase de duelo que fue importante no sólo por el
apoyo que pude prestar a la familia (a veces, retirándome de su
espacio para que pudieran vivir la situación en la intimidad y,
otras veces, atendiéndoles cuando acudían en busca de ayuda
para superar la situación que estaban viviendo) sino porque
también para mí fue un momento de mucho desconsuelo.
o En este caso, aún hubo una fase posterior, pues la hermana
mayor fue hospitalizada de nuevo por una recaída en su
enfermedad y la madre volvía a buscarme y a charlar conmigo
para recuperarse de la pérdida del hijo.
• Mi implicación personal en este caso fue muy fuerte y el duelo difícil de
llevar. La intensa empatía que se generó con Luis y su familia hizo que
viviera la historia como un problema muy mío y que me involucrara en
ella intensamente a nivel personal.
Otras consideraciones
• La importancia del “futuro” en la enfermedad. Incluso en situaciones
graves y con pronósticos inciertos el sentido del futuro y las expectativas
que sobre él se proyectan son una fuente importantísima de energía y
ganas de vivir para los enfermos, especialmente si son adolescentes. En
el caso de Luis, su preocupación por los estudios, por no quedarse
atrás, por no frustrar sus expectativas de seguir estudiando en niveles
superiores fue una de sus armas para afrontar con mejor espíritu la
enfermedad. Incluso ya avanzada ésta.
387
RESUMEN. Aspectos a destacar en la entrevista.
Sobre el apoyo:
En la entrevista se indican algunas de las actividades de apoyo llevadas
a cabo tanto sobre la niña como sobre la familia. Se podrían destacar las
siguientes:
• Apoyo al niño:
o Primeras informaciones y posterior seguimiento de las dudas y
temores.
o Acompañamiento en los últimos momentos
• Apoyo a los hermanos:
o Apoyo a la hermana mayor para superar sus propias ansiedades
provocadas por el recuerdo de su propia hospitalización anterior.
o Apoyo al hermano pequeño mediante pautas a los padres.
• Apoyo a los padres:
o Información constante sobre el tratamiento.
o Presencia y apoyo en los últimos momentos.
o Apoyo posterior a la muerte del niño.
Sobre el trabajo profesional
• La importancia del apoyo quedó muy clara en el caso de Luis. Mi papel
de intermediaria entre él y el equipo médico y entre él y sus padres me
permitía poder comunicarme de una manera intensa. Él podía hacerme
preguntas o compartir sentimientos que no quería compartir con otros:
con sus padres por no preocuparlos aún más; con el equipo médico por
miedo a que le dejeran más de lo que él mismo quería saber.
• El caso dejó muy clara la necesidad de coordinación entre el equipo de
profesionales con respecto a la información que se suministra al
paciente y la forma en que se responde a sus preguntas. Esto es
especialmente importante en el caso de los adolescentes que ya son
capaces de analizar su situación de manera bastante realista y de hacer
preguntas comprometidas sobre su futuro. La necesidad de no hacer
sufrir más ni al paciente ni a su familia, nos llevó a articular los
mecanismos de interlocución a través del Jefe de Servicio y de mí
misma, como la profesional del apoyo.
388
• Nuevamente aparece en este caso el tema de la implicación personal de
los profesionales. Dos casos me afectaron de una manera más profunda
a lo largo de toda mi experiencia. Éste fue uno de ellos. Y el dolor
personal fue tan fuerte que me planteé que la cosa no podía seguir así.
Tampoco encontré una solución aplicable: en definitiva trabajamos con
situaciones tan intensamente humanas (más aún se el proceso acaba
con el fallecimiento del paciente) que es difícil dejar tus emociones al
margen. Lo único que me planteé fue pensar que el problema no era
grave si ese nivel de implicación se reducía a pocos casos. Y, por otra
parte, pensé que si uno se hace consciente de la situación (y yo lo era)
siempre estará en mejores condiciones para ponerse límites.
389
390
8.2.3 ENTREVISTA Nº 3: INÉS
La niña
Enfermedad
• La niña, ya una chica adolescente, llegó a través de consultas externas.
Tenía 18 años.
• Era una rediciva de una enfermedad hematológica anterior. Ya habían
pasado los 5 años y venía a una revisión. Allí fue donde le
diagnosticaron una recaída.
Desarrollo
• Inés estaba acabando la Secundaria.
• Dada su edad, las etapas básicas de su desarrollo ya se habían
completado.
• El principal impacto sobre la niña fue la pérdida del contacto con sus
amigos y amigas (sobre todo compañeros de Instituto) a causa de la
hospitalización. De todas formas, el papel de víctima que fue asumiendo
y las demandas excesivas que hacía a la gente hizo menos atractiva la
relación con ella y los contactos con sus amigos fueron disminuyendo.
Carácter
• La niña-adolescente era ya casi adulta y, por tanto, perfectamente
consciente de lo que pasaba. Además ya poseía toda su experiencia de
la etapa anterior.
• Por otra parte, al ser mayor de edad, todos los consentimientos
informados los tenía que firmar ella. Eso significaba que el equipo
médico era a ella a quien explicaba la situación para que entendiera lo
que estaba pasando.
• Era una niña muy retadora: todo lo planteaba como si fuera un desafío
para conseguir lo que quería.
Adaptación al hospital
• La niña, pese a que ya tenía experiencia en hospitalizaciones, nunca se
adaptó del todo al hospital y a las condiciones que su estado imponía.
Adaptación al tratamiento
• Lo llevó bastante mal. Tomaba la medicación a regañadientes
391
• Utilizaba modalidades de chantaje bastante infantiles: condicionaba el
seguir el tratamiento a que se le concedieran sus peticiones (aunque la
perjudicada, en cualquier caso sería ella).
• Así que atenderla se convirtió en una lucha constante, en un reto tanto
para el hospital como para cada uno de nosotros.
La Familia
Estructura
• Familia con un historial complejo. En la actualidad formaban parte de
ella, la madre y dos hijas: una hermana mayor e Inés. Ninguna de ellas
trabajaba. La hermana estudiaba una carrera universitaria aunque con
pobres resultados.
• Había habido problemas con el padre al que, por lo visto, la madre había
acusado de malos tratos pero sin pruebas y se desestimó. De todas
formas, el padre (al que en el servicio recordaban presente en la primera
enfermedad de la niña) desapareció y la madre no le dejaba ver a las
niñas.
• Era una familia con serias dificultades que se adentraban en lo
psiquiátrico. De hecho la hermana mayor ya estaba en tratamiento
psiquiátrico y a la madre se le aconsejó que lo reiniciara.
• La relación entre ellas era muy fuerte. Estaban muy unidas pero de una
forma poco sana, como en un círculo muy cerrado en el que la patología
de cada una de ellas contaminaba a las otras. No estaban claros los
límites entre los distintos roles de la familia.
• Carecían de redes sociales de apoyo (probablemente por la propia
cerrazón de la familia sobre sí misma). Básicamente contaron sólo con
los apoyos que les ofrecía el Hospital y la AECC.
Primer encuentro
• Estaba Inés con su madre.
• Eran conscientes de lo que pasaba y de cuáles serían los pasos
siguientes: hospitalización, tratamientos, etc.
• La niña planteó una petición clara: quería volver a su casa antes de
ingresar en el hospital. Para recoger sus cosas y despedirse de sus
392
animales. Esta petición fue causa del primero de los muchos conflictos
que surgirían en este caso: los médicos no veían positivo este viaje por
miedo a una posible infección y por no dilatar el inicio del tratamiento.
Reacción ante la enfermedad
• Cuando las conocí hicieron un recuento de la enfermedad, desde su
inicio en la fase anterior, muy edulcorado, que no tenía mucho que ver
con lo que habían contado otros miembros del equipo que no la
recordaban así. Según ellas la habían afrontado de una manera positiva
porque sabían que la niña se iba a curar. Pero en el servicio señalaban
que habían creado muchos problemas y se habían comportado con
mucho dramatismo.
• Madre y hermana mayor tenían un nivel de estrés muy elevado.
Endémico a la familia según pude comprobar después.
• La enfermedad desestructuró su precario equilibrio y les provocó una
fuerte ansiedad. Necesitaron ayuda psiquiátrica.
Reacción hermanos
• La hija mayor, que ya estaba en tratamiento psiquiátrico tuvo una fue
recaída en su patología de base. Eso le provocó un bajón en todo y se le
recomendó que acudiese al psiquíatra que la atendía para que le
reajustara la medicación.
• Tuve que atender a la hermana en colaboración con psiquiatría. Hicimos
un afrontamiento conjunto. Pero como ya se veía que el problema venía
de atrás e iba para largo, le aconsejamos que pudiese establecer una
terapia en su lugar de residencia a través de Atención Primaria. La inició
pero no hubo una buena adhesión a la terapia y la dejó pronto.
Relación con el hospital y el equipo médico
• Las relaciones con el hospital y el equipo médico fueron muy malas casi
desde el principio. Además ya llovía sobre mojado pues la niña ya había
pasado allí largas temporadas en la fase anterior de la enfermedad.
• En la nueva fase, la relación fue bastante patológica. Se confundían los
límites entre paciente y equipo médico, se hacían demandas excesivas.
• Vivían las situaciones como si fueran enfrentamientos y ofensas
personales con ellas y trataban de manipular al personal. Eso generaba
393
actitudes defensivas por parte del personal sanitario y las relaciones se
tornaron frías y distantes, reducidas a lo mínimo, lo que dificultó el
poderles prestar el apoyo que necesitaban para afrontar adecuadamente
la enfermedad e, incluso, para mejorar su bienestar en el hospital.
• Ellas no planteaban los conflictos directamente a los médicos. Con
ellos/as aún mantenían un cierto respeto. Se limitaban a obtener de ellos
la información que consideraban necesaria. Después intentaban
manipularles de manera indirecta, a través de comentarios y críticas con
el personal y sabiendo que llegarían a sus oídos.
• En definitiva, se creó un mal clima y unas malas relaciones con todo el
personal sanitario. Tan malas que acabó provocando la salida de la niña
del servicio de pediatría para pasar a adultos.
Relación conmigo
• La relación de la familia conmigo fue igual de complicada y tortuosa que
con el resto del personal.
Marcha del hospital y curación
• Tras los primeros cuidados en el Servicio de Pediatría pasó al Servicio
de Hematología de adultos.
• De todas formas seguí visitándolas y constatando que tampoco allí la
adhesión al tratamiento era buena ni probablemente lo sería en los
periodos que la niña-joven pasaba en su casa.
• Posteriormente ya sólo acudía a revisiones y perdí el contacto.
Equipo sanitario
Estilo de trabajo
• El equipo se encontraba muy a disgusto con este caso a causa de las
malas relaciones con la familia. Se vio claramente que había un
problema psiquiátrico de fondo que ellos no podían solucionar.
• Eso hizo que para evitar más conflictos y tensión procuraran minimizar
los contactos con ella. Se centraban en la niña e, incluso con ella,
reduciéndolo en lo posible.
394
Aula hospitalaria
• Su relación con el aula hospitalaria se mantuvo en la misma tónica de
enfrentamientos constantes con el personal.
• Eso generó problemas porque afectó también a los otros niños y padres
que participaban en las actividades escolares. También ellos
reaccionaron negativamente frente a esta familia, con lo cual aún se
aislaron más.
Sintonía con la familia
• No existía empatía. La relación se movía en los estrictos límites de la
parsimonia profesional.
Yo misma
Relación con el niño/a
• Mi relación con Inés fue muy complicada. No conseguí separar mi
relación con ella de la relación con la madre y hermana. No se generó
complicidad entre ella y yo.
Relación con la familia
• Al igual que con la niña, mis relaciones con la familia fueron muy
difíciles. Yo percibía que ellas intentaban manipular a todo el personal y
especialmente a mí porque, pasaba más tiempo con ellas intentando
hacerles ver cómo era la situación y los efectos tan negativos que tenía
ese estado de enfrentamiento permanente.
• Yo les insistía mucho en que intentasen entender las reacciones del
resto de la gente con ellas, que no era positivo estar continuamente
retando o haciendo chantajes en relación a la enfermedad. Pero no lo
entendieron.
• Si no conseguían manipularme, entonces se frustraban y volvían a
retarme de otra manera. Me resultaba agotador estar con ellas, lo cual
fue poco beneficioso para ambas partes y perjudicó mucho el trabajo
que yo debería hacer.
395
Relación equipo sanitario
• En este caso, las dificultades externas hicieron que tuviéramos que unir
más nuestras fuerzas y coordinar nuestro trabajo para no dejarnos
manipular.
• Llegó un momento en que asumimos que no éramos capaces de llevar
la situación por buen cauce, que no estábamos siendo beneficiosos ni
para la adhesión al tratamiento ni para una buena evolución de la
enfermedad. Se decidió derivar a la niña-joven al servicio de adultos,
esperando que empezando allí consiguieran una mejor relación y
adhesión al tratamiento.
Relación escuela
• La escuela se convirtió en otro escenario de conflictos. Y allí con la
complicación añadida de que afectaba a terceras personas, niños y
padres. Un nuevo frente en el que hubo que mediar para mitigar las
tensiones
Transferencia
• El caso de Inés fue un caso muy complicado para mí. Precisamente
porque no conseguía empatizar con la familia y en esa situación no
conseguía aportarles nada positivo. Yo no era capaz de superar las
barreras que ellas me ponían.
• Intenté trabajar con su psiquíatra de referencia, comentamos el caso y
entendí que el problema era más profundo que la reacción a la
enfermedad de la hija y hermana. Existía una psicopatología real que
precisa ser tratada.
• Las fases por las que pasé en este caso fueron las siguientes:
o Una primera fase de conocimiento mutuo, en la que ya me pude
percatar de que había otros problemas más profundos en la
familia que la enfermedad de Inés.
o Una segunda fase en la que intenté trabajar con ellas, aunque
también comprendí enseguida que no iba a ser fácil porque no
estaban dispuestas y porque no teníamos ni el tiempo ni los
recursos para trabajar en el sentido que ellas querían.
396
o Vino después una fase de incertidumbre por mi parte. Me planteé
hasta dónde podía yo ayudarles. En esa misma situación estaba
el resto del equipo. Mi opción fue orientarlas a buscar la ayuda de
un especialista en psiquiatría en su localidad e iniciar un
tratamiento más prolongado.
o Una fase posterior en que, entre todos, pudimos rebajar un poco
la tensión y apoyarles mínimamente en las cosas que
necesitaban. Pero resultó un esfuerzo un tanto efímero que acabó
con el traslado de la niña a otro servicio.
• En ese sentido, pasé por un problema de implicación personal y
contratransferencia, sólo que en este caso de signo negativo. Se generó
en mí mucha frustración y un fuerte sentimiento de impotencia: veía que
la tensión se incrementaba paulatinamente hiciese lo que hiciese. Me
sentía mal porque no era capaz de solucionar la situación ni de aportar
nada positivo.
Relación posterior
• Aún seguí viendo a la niña y a su madre y hermana en el Servicio de
Hematología. Seguí ofreciéndoles mi apoyo en lo que pudiesen
necesitar, aunque poco pude hacer.
• Cuando pasaron a la fase de revisiones en consultas externas, perdí el
contacto.
Otras consideraciones
• Es fácil percibir, al analizar este caso, la importancia de poder contar con
redes sociales de apoyo. Una familia que se cierra sobre sí misma (en
parte por problemas de sus miembros) acaba haciéndose más
vulnerable y entra en un círculo vicioso del cual resulta muy difícil salir:
tenemos problemas, necesitamos ayuda, nadie nos ayuda porque
carecemos de una red de amigos, se agravan nuestros problemas,
necesitamos más ayuda que nadie nos presta, se hacen más graves los
problemas…
• Otro aspecto destacable es la importancia de contar con un clima
relacional mínimamente positivo para que los dispositivos de apoyo
397
funcionen. La relación de apoyo es una relación basada, justamente, en
las relaciones, si esas relaciones se deterioran toda la estructura del
apoyo se viene abajo y éste resulta prácticamente inviable. Pero a veces
no es fácil entablar relaciones positivas y beneficiosas, no se produce
empatía y nuestra capacidad de apoyo se reduce a mínimos. Esta
tensión consume mucha energía del profesional y se corre el riesgo de
entrar en un proceso de “malas prácticas”.
398
8.2.4 ENTREVISTA Nº4: LOLA
La niña
Enfermedad
• La niña fue remitida al hospital por su pedíatra ante la aparición de una
masa seminal en una revisión rutinaria, que resultó ser un tumor
maligno.
• Requirió de quimio y radioterapia.
Desarrollo
• Tenía 4 años cuando llegó al hospital.
• El propio ambiente de crecimiento de la niña, con fuertes limitaciones,
había provocado ya retrasos en el desarrollo, tanto a nivel cognitivo
como relacional. Le afectó sobre todo al lenguaje.
• La baja calidad de vida en lo que se refiere a la higiene y la alimentación
también le habían afectado.
• Por el contrario, el hospital resultó ser un contexto enriquecido para ella
en el que poco a poco fue recuperándose de sus carencias.
Carácter
• La niña era bastante introvertida. En parte por sus carencias en el
lenguaje y porque estaba muy acostumbrada a estar sola con su
hermana pequeña.
• Mejoró mucho con su entrada en el hospital y los cuidados que allí
pudimos proporcionales.
Adaptación al hospital
• La niña se adaptó bien al hospital. Al principio de forma temerosa, pero
pronto fue aprendiendo a moverse por allí.
• Su principal problema al inicio fue el lenguaje: le costaba comprender lo
que se le decía, pero enseguida comenzó a entender y a sentirse más
cómoda: hablaba más y se atrevía a expresar sus deseos.
• Para ella, entrar en el hospital era entrar en un contexto mucho más rico
y estimulante que el de su casa: con otros niños, con juguetes, con
buena comida, con estímulos.
• A sus 4 años era consciente de que algo estaba pasando. Sabía que
tenía una enfermedad y que tenía que someterse a un tratamiento que
399
no le gustaban ni le apetecían. Pero esta sensación negativa la
compensaba por lo positivo que tenía el encontrarse entre juguetes,
recursos y personas que le prestaban mucha atención. Para ello esto fue
un cambio drástico en relación a su vida anterior: los beneficios
secundarios le hicieron más llevadero el tratamiento y sus secuelas de
dolor e incomodidad.
Adaptación al tratamiento
• Lo llevó bastante bien, aunque ella tuvo que someterse tanto a quimio
como a radioterapia.
• La redioterapia suele resultar bastante agresiva para los niños porque
tienen que estar solos y muy quietos, lo que cuesta mucho. En el caso
de Lola, tuvimos que hacer una serie de técnicas que la mantuvieran
más tranquila y que le permitiera recibir la radioterapia sin muchos
problemas.
La Familia
Estructura
• Familia formada por los dos padres y dos hijas: Lola y una hermana un
poco mayor que ella.
• Eran inmigrantes que trabajaban como caseros y ganaderos. Cuidaban
en usufructo las fincas de un señor español. De nivel cultural muy bajo,
presentaban fuertes carencias lingüísticas (no hablaban español y
apenas podían expresarse en su propia lengua) y sociales.
• Carecían de todo tipo de apoyo familiar o social. El dueño de la finca les
traía en su coche alguna vez al hospital, cuando no disponían de la
ambulancia o les permitía ausentarse para quedar en el hospital.
• Esa falta de apoyos ocasionó que muchas veces la niña pequeña
quedara en casa sola, mientras sus padres llevaban a la hermana
enferma al hospital.
Primer encuentro
• Estaban en estado de shock y muy asustados. Daban la impresión de
haber perdido totalmente el control de la situación.
400
Reacción ante la enfermedad
• Las carencias lingüísticas hicieron muy difícil la relación con ellos. No
entendían lo que se les estaba diciendo ni comprendían lo que estaba
sucediendo.
• Entendían que la niña tenía algo grave, pero no tenían muy claro a qué
se estaban refiriendo los que les hablaban.
• No sabían bien lo que era un cáncer ni qué significaba eso a nivel de
tratamiento: que llevaría bastante tiempo, que requerirían muchas visitas
al hospital, que deberían aplicar quimioterapia y radioterapia, etc.
• Una vez iniciado el tratamiento, aunque siguieran sin entender bien qué
era lo que tenía la niña, sí entendieron los tratamientos que se le
estaban dando. De todas formas, sus propias carencias culturales de
base los convertían en un problema cuando la niña regresaba a su casa
porque allí las condiciones eran muy precarias, la higiene y la
alimentación no eran buenas. Y ellos no le daban especial importancia
que todo eso tenía para la enfermedad.
Reacción hermanos
• La hija pequeña sufrió mucho la enfermedad de su hermana.
• Como vivían lejos del hospital, sus padres la dejaban sola cuando tenían
que llevar a consultas externa a la enferma. Y eso podía durar todo el
día. Mientras había colegio, las horas de colegio las tenía ocupadas pero
después volvía a casa sola y quedaba allí a la espera de sus padres.
• Trabajamos con ella a través de los padres, dándoles pautas para saber
cómo afrontar el tema de la enfermedad con la hermana.
Relación con el hospital y el equipo médico
• Las relaciones con el hospital fueron buenas aunque resultaron muy
difíciles por los problemas de lenguaje y las carencias culturales que
padecían. Eso generó muchos problemas de comunicación.
• Por otra parte su actitud ante los médicos era muy reservada, como si
les tuvieran temor o tanto respeto que les impidiera mostrar ante ellos
sus debilidades. Eso hizo que la comunicación fuera sólo unidireccional:
de los médicos hacia ellos. Los padres nunca decían ni preguntaban
nada.
401
• Esta situación exigió que otras figuras menos “consagradas”
(enfermeras, maestra, yo misma) jugáramos un papel más activo como
mediadoras y formadoras. Intentamos que a nosotras sí nos contaran
sus dudas, miedos y aquellas cosas que no se atrevían a plantear ante
los médicos. Era fundamentalmente un problema de lenguaje e
introversión que no se salvó de todo pero sí se fueron abriendo más y se
fue reduciendo su nivel de estrés. En ese sentido, el personal del
hospital fue muy amigable con ellos y se fue generando toda una red de
intermediarios que les apoyaban.
• Conseguimos así que entendieran los aspectos fundamentales de la
enfermedad y del tratamiento: las fases por las que iba a pasar, la
importancia de seguir las pautas que marcaban los médicos, la
necesidad de cuidar con mucho esmero la vía por donde se le pasaba la
medicación, la alimentación y medicación que la niña precisaba.
• Al final lo conseguimos pero siempre sobre mínimos y de forma bastante
precaria pues ellos nunca llegaron a entender bien la enfermedad y,
menos aún, a sentirla bajo su control. Se sentían indefensos e
impotentes.
• En cualquier caso, su relación con el hospital fue muy intensa. Hubo una
gran solidaridad con madre e hija que eran las que pasaban más tiempo
allí. Sintieron un gran apoyo por parte de todos con detalles a los que
ellos no estaban acostumbrados.
Relación conmigo
• Muy buena. Trabajé mucho con ellos el hecho de que entendieran bien
lo que pasaba. También los aspectos relacionados con los cuidados que
la niña necesitaba cuando estaba en su casa.
• Me vieron como una intermediaria que estaba allí para ayudarles: tanto
en lo que se refería al hospital como en lo que tenía que ver con su casa
(la relación de pareja, la atención a la otra hermana, la comunicación
con Lola).
• También facilité la posibilidad de desahogo emocional, pues como se lo
guardaban todo eso le generaba a la madre un fuerte estrés.
402
Marcha del hospital y curación
• Tras una estancia en el hospital dolorosa por la enfermedad pero
gratificante por el contexto de apoyo que vivieron en él, el regreso a
casa se hizo más duro. Era como tocar el cielo y volverse al infierno. El
hospital les había dado una serie de cosas y cuidados a los que luego
no tenían posibilidad de acceder. Fue muy duro sobre todo para madre e
hija.
• De todas formas, poco a poco lo fueron consiguiendo y reajustándose de
nuevo a la vida que habían llevado antes, que era la suya.
Equipo sanitario
Estilo de trabajo
• El equipo médico se implicó mucho en este caso porque le supuso todo
un reto de adaptación al contexto. Lo que había servido en otros casos,
no servía en este por los problemas culturales y de lenguaje. Se tuvieron
que poner en marcha otras estrategias para poderse comunicar con
ellos.
• El principal problema a superar fue el del lenguaje y la comunicación
porque era necesario hacerles entender todo lo que tenía que ver con el
cuidado de la niña ante su enfermedad cuando volvieran a su casa:
cómo mantener limpio el catéter para que no se infectara, las putas de la
medicación (ellos no sabían leer ni escribir), etc.
• Se vieron en la necesidad de explorar otras vías: utilizar soles y lunas
para indicar cuándo dar la medicación; dejarle a la madre que hiciera
ella las curas en el hospital para que aprendiera antes de ir a casa.
Aula hospitalaria
• Jugó un papel importante para Lola y no sólo como un espacio donde se
acudía para desarrollar aprendizajes formales, sino como un contexto de
vida enriquecido: se encontraba con otros niños y adultos que le ofrecían
estímulos muy novedosos para ella, se encontraba con los juguetes. Era
todo un mundo de posibilidades que ella no conocía.
• Se le hizo una adaptación curricular, pero ella no la seguía. Fue más
importante para ella el participar en las actividades lúdicas y aprender a
403
relacionarse. Y en eso ganó mucho al entrar en contacto con otros
adultos que hicieron de figuras de referencia y de apoyo para ella, más
allá de sus propios padres que hasta ese momento habían sido
prácticamente los únicos adultos con los que se había relacionado.
Sintonía con la familia
• El hospital constituyó para esta familia como descubrir otro mundo.
Pasar de una vida solitaria a una institución en que existía toda una red
de apoyos, desde la AECC hasta el Aula Hospitalaria y los voluntarios,
incluyendo al propio equipo médico y de enfermería.
• Se les ofreció ayuda económica ante la precariedad de la situación en
cosas que para ellas (madre e hija) eran casi desconocidas: los
juguetes, regalos, incluso el que la madre pudiera ir a la peluquería o
hacerse un masaje, que tuviera algunos momentos de ocio diferentes y
reales.
Yo misma
Relación con el niño/a
• Mi relación con Lola fue buena. Al principio un poco más complicada
porque la barrera del lenguaje era muy importante, pero como era una
niña espabilada fuimos poco a poco consiguiéndolo.
• Era muy introvertida y eso me llevó más esfuerzo. Poco a poco, a través
de un apoyo próximo y mucho contacto con ella, conseguimos que se
fuera abriendo y que las barreras cediesen paso a la confianza.
• Luego ya se sintió cómoda con todos nosotros.
Relación con la familia
• Las relaciones conmigo fueron muy buenas.
• Yo hacía de intermediaria con respecto al equipo médico, sobre todo
para ayudarles a entender el problema de la niña y la necesidad del
tratamiento que se le suministraba.
• También les apoyé en relación a la forma de llevar el cuidado de la
hermana sana. Incluso tuve que apoyarles en cuestiones que afectaban
a la propia pareja y a su forma de relacionarse entre ellos y ellos con sus
hijos.
404
• Otras veces, una vez que se estableció un clima de mayor confianza (de
todas formas seguían siendo muy introvertidos) también hice tareas de
desahogo emocional porque a ellos les costaba mucho expresar sus
emociones.
• Su situación familiar era tan carencial que me sentí comprometida con
hacer lo posible porque mejora tanto en relación a la enfermedad de la
niña como en el resto de su vida.
Relación equipo sanitario
• En este caso, sentí con claridad la necesidad que a veces se tiene de
que los equipos sanitarios se complementen en sus funciones. Los
graves problemas de comunicación de esta familia y de la niña enferma
fueron más fáciles de afrontar entre todos.
Relación escuela
• La escuela jugó un papel muy especial con Lola pues permitió
enriquecer los estímulos agradables que compensaran los
desagradables del hospital. Y le permitió, también, entrar en contacto
con otros niños y adultos que le sirvieron de referente. Era una
experiencia que ella no había tenido antes, pues nunca había ido a una
escuela.
Transferencia
• El caso de Lola fue muy impactante para mí. Parecía imposible que en la
época actual, todavía hubiese familias con tantas carencias culturales
(sin saber leer y escribir) y que no supieran lo que es un cáncer.
• Las fases que seguí en este caso fueron las habituales:
o Fase de conocimiento y de entablar una relación profesional con
ellos.
o Fase de trabajo, orientado a las necesidades específicas de la
familia (en este caso al lenguaje y comunicación)
o Fase de mantenimiento de la relación y seguimiento del proceso.
También de atención a las nuevas necesidades que se van
presentando: hermanos, pareja, etc.
• Hubo una implicación personal en este caso, aunque algo menor que en
otros. Lo que se generó es una fuerte empatía y cariño por la familia
405
para que se sintieran libres. Ellos eran muy conscientes de sus
limitaciones y, a veces, se avergonzaban de ellas. Les costaba mucho
pedir ayuda y expresar sus miedos (no sabían si eran miedo normales o
no lo eran). Necesitaban mucha atención y también respeto y cuidado en
el trato. Eso hace que les tomes cariño y te impliques más.
Relación posterior
• La niña regresó a su casa tras el tratamiento. Mi contacto con ella se
limitó a sus visitas al hospital para las revisiones. Al principio esas visitas
son más frecuentes pero poco a poco se van distanciando.
Otras consideraciones
• Es necesario que los profesionales del apoyo nos paremos a reflexionar
sobre la necesidad de ponerse en la situación de los enfermos y familias
a las que pretendes apoyar. Las barreras económicas y de lenguaje en
este caso parecían insalvables, pero al final poco a poco fuimos
reajustando nuestros protocolos y algo se consiguió.
• La situación de precariedad de esta familia nos obligó a repensar
nuestro trabajo y a entrar en consideraciones que normalmente no
hacemos cuando estamos trabajando con familias y niños de mayor
nivel económico y cultural. El que no supieran leer ni escribir y que, casi,
ni entendieran el lenguaje, nos dejó inservibles los sistemas habituales
de trabajo con las familias: cuando tienen alguna duda se les ofrece
información tanto oral como escrita, se les sugiere que se enteren más
en ciertas fuentes de información, se les dan por escrito las pautas que
deben seguir para que las puedan recordar. Nada de eso servía con
esta familia. Tuvimos que replantearnos cómo hacer para que
entendieran cómo había que tomar la medicación, qué horarios, qué
cantidades. En cualquier caso, nos exigió pensar el proceso de otra
manera y reflexionar mucho sobre la situación tan precaria en que, a
veces, están las familias con hijos enfermos.
• El nivel socioeconómico y cultural de los pacientes es una variable
compleja pero con una incidencia enorme en el manejo de una
enfermedad porque afecta a la adhesión al tratamiento y, por tanto, a las
posibilidades de curación. Si no entienden bien lo que está pasando, no
406
son conscientes de la gravedad del proceso y de la repercusión que en
él pueden tener sus acciones (lo que hacen o dejan de hacer). De esta
manera, la situación en que se encuentra la familia y su contexto de vida
fuera del hospital adquieren una importancia que no siempre se le da en
los procesos hospitalarios.
407
o Estrategias orientadas a la relación de pareja
Sobre el trabajo profesional
• Importancia de la situación económica, cultural y social de las familias,
sobre todo en aquellos casos en los que dicha situación puede afectar
de manera grave a la forma en que afrontar la enfermedad o a la forma
de responder a los tratamientos.
• Necesidad de buscar soluciones imaginativas y flexibles en el caso de
familias en situaciones particulares en las que los protocolos habituales
de información y seguimiento no sirven.
408
8.2.5 ENTREVISTA Nº 5: SARA
La niña
Enfermedad
• La niña, de 6 años, fue derivada por su pedíatra ante la sospecha de un
proceso oncológico.
• Se le diagnosticó un tumor cerebral.
• La enfermedad no evolucionó bien y aparecieron diversas incidencias a
lo largo del proceso (hemiplejía, hidrocefalia, etc.)
Desarrollo
• La enfermedad provocó alteraciones tanto a nivel cognitivo como motor
(tuvo una hemiplejía que requirió rehabilitación). Tuvo que recuperar
ciertos patrones motores que ya tenía dominados.
• Las secuelas cognitivas le afectaron a capacidades como la memoria y
otras dimensiones que estaban en evaluación. De haber continuado el
tratamiento, habría precisado de algún apoyo neuro-cognitivo.
Carácter
• Ella era bastante consciente de lo que pasaba. Tuvo varias
intervenciones quirúrgicas y se le produjo una hemiplejía. Es decir, se le
hizo evidente que estaba mal. También se le iba informando de la
situación, de acuerdo a su edad.
• Los padres y, sobre todo la abuela le hacían llegar constantemente el
mensaje de que ella estaba enferma y que porque ella estaba enferma,
todos estaban enfermos. Al final, esa presión exterior acabó
contagiándole el victimismo de los adultos.
Adaptación al hospital
• Al principio fue buena. Ella no tenía mayor problema con los ingresos.
Venía contenta al hospital.
• Con la escuela hospitalaria su relación fue muy buena. Iba allí y jugaba.
Se sentía bien. No había mucha posibilidad de establecer un currículo
adaptado para ella pues los tumores cerebrales y su tratamiento suelen
409
dejar secuelas cuyas consecuencias en el aprendizaje son difíciles de
prever. Requieren de más tiempo.
Adaptación al tratamiento
• Lo llevó bastante bien hasta que comenzó la radioterapia.
• Los tratamientos de radio para tumores cerebrales son muy duros para
los niños. Se les sujeta la cabeza con una máscara y se les mantiene
inmovilizados y fijos a la camilla. Esto es muy angustioso para ellos.
Precisó de terapia tranquilizante y al final ya lo fue aceptando mejor.
La Familia
Estructura
• Familia nuclear: los dos padres y la hija. Posteriormente, durante el
proceso de la enfermedad de Sara, la madre quedó embarazada con la
idea de que el nuevo hijo/a que naciera pudiera servir (por el cordón
umbilical, la médula, etc.) para la curación de la niña.
• La abuela materna vivía en la casa de al lado y tenía un papel muy
relevante en la familia. También intervino bastante una tía, hermana de
la madre.
• En este caso, el apoyo de la familia materna fue muy fuerte y directo,
incluso invasivo pues llegó a desplazar el papel de los propios padres.
Primer encuentro
• El primer encuentro fue con la niña, sus padres y la abuela materna (una
persona con una fuerte personalidad y que dominaba la situación).
• Eran conscientes de la situación de posible gravedad de la enfermedad,
por las secuelas que podía dejar.
Reacción ante la enfermedad
• Reaccionaron a la enfermedad con bastante angustia. En cualquier
alternativa, incluso en las más benignas, ya sabían que un tumor
cerebral requiere de un tratamiento muy fuerte y deja secuelas.
• Fue una reacción muy intensa y emocional. La ansiedad que sentían la
neutralizaban con muchas llamadas de atención. Estaban muy nerviosos
y hablaban de la enfermedad y su gravedad incluso delante de la niña.
No se controlaban.
410
• Se volcaron en la atención a la niña pero con un exceso de dramatismo:
hablar muy alto, contárselo a todo el mundo, estar siempre pensando en
ello. Adoptaron una posición de victimismo muy exagerada y maníaca.
• Parte de esa atención fue el planificar un nuevo embarazo para que
pudiera utilizarse en la curación (pese a que se les había explicado que
en el caso de Sara, cuyo problema era un tumor cerebral, no era
aplicable).
• La reacción ante la enfermedad fue diferenciando el papel de los padres.
Tras un primer momento de gran sintonía ante el problema, el padre fue
como inhibiéndose y dejando que ocupara cada vez más espacio la
abuela de la niña e, incluso a una tía.
• Especialmente preocupante fue que la modalidad de enfrentamiento
ante la enfermedad que adoptaron afectó a la propia niña a la que
contagiaron su victimismo.
• La adhesión al tratamiento fue mala y su desconfianza con el equipo
médico les llevó a ir peregrinando por distintos hospitales hasta acabar,
finalmente, dejando el nuestro.
Reacción hermanos
• Sara no tenía hermanos, aunque durante su enfermedad nació uno.
Pero como era bebé no vivió la enfermedad de la hermana.
Relación con el hospital y el equipo médico
• Las relaciones con el hospital y el equipo médico comenzaron bien y
fueron evolucionando hacia una gran tensión.
• No había empatía entre la familia y el equipo médico.
• La familia planteaba excesivas demandas al equipo, le exigía cosas
(seguridades) que superaba sus posibilidades. No todo es previsible en
el tratamiento de tumores cerebrales.
• La familia hacía culpables a los médicos de los problemas que iban
apareciendo (la niña tuvo hidrocefalia y fue internada varias veces en la
UCI).
• Llegado un momento, la relación de la familia con el equipo médico entró
en una seria crisis. Comenzaron a buscar alternativas en otros tipos de
411
medicinas alternativas y a aplicar a la niña otros tratamientos
abandonando el prescrito en el hospital.
• Comenzaron también a buscar una segunda opinión médica y a
deambular por diferentes hospitales. Sospechamos que, incluso, hubo
un periodo en que la niña estaba recibiendo dos tratamientos de
distintos equipos médicos a la vez.
• Acabaron abandonando el hospital de Santiago y marchando a otro.
Relación conmigo
• Inicialmente buenas.
• Cuando comenzaron a surgir los problemas con el equipo médico, traté
de mediar pero ellos sintieron que me ponía de parte del hospital y me
perdieron la confianza.
• Costó mucho recuperar después un nivel de comunicación aceptable
que nunca llegó a ser bueno.
La post-enfermedad
• El reajuste de la familia, una vez que la niña fue avanzando en el
tratamiento y dejó las hospitalizaciones frecuentes fue bastante anormal.
Nunca se llegó a asumir bien la situación
Equipo médico
Estilo de trabajo
• Fue el habitual en estos casos.
• Pero poco a poco el clima de tensión se fue apoderando de la situación
el sentimiento de culpabilización mutua se afianzó perjudicando el
trabajo.
• Hubo momentos en que se estuvo a punto de acudir a la vía judicial
porque se entendió que lo que estaba pasando podía perjudicar
seriamente la salud de la niña.
• Cuando comenzaron los padres a buscar otras opiniones médicas, el
equipo del hospital llegó a saber que la niña estaba siendo tratada
simultáneamente por dos equipos médicos. Esto generó un nuevo foco
de tensión y de problemática.
412
Aula hospitalaria
• Jugó un papel importante para Sara. No hubo tiempo suficiente como
para programar actividades especialmente adaptadas a ella, pero sí se
le integró bien en el contexto de juegos y relaciones que la escuela
podía aportar.
• Sara se lo pasaba bien en el aula y disfrutaba jugando.
Sintonía con la familia
• Fue muy problemática desde el inicio: primero por las demandas
intensas al equipo y después por la desconfianza y falta de colaboración.
• Precisó de la intermediación de otros especialistas y de quienes
estábamos llevando a cabo el apoyo. Las cosas se suavizaron algo pero
nunca se recuperó la necesaria sinergia.
Yo misma
Relación con el niño/a
• Mi relación con Sara fue bastante buena aunque se notó mucho el
cambio de carácter y conducta que se fue operando en ella a media que
fue asumiendo el papel de víctima que le adjudicaba la familia. También
esto tuvimos que trabajarlo mucho con ella: tratar de que normalizara su
vivencia de la vida que vivía y que entendiera que algunos de los
cambios que le producía la enfermedad desaparecerían.
Relación con la familia
• En las primeras fases de diagnóstico y tratamiento, la relación fue
buena.
• A medida que fueron surgiendo los conflictos con el equipo médico, traté
de mediar para hacer entender a la familia que debían confiar en los
médicos y seguir sus instrucciones por el bien de la niña. Ellos lo
tomaron como que me ponía de parte de los médicos. Intenté explicarles
que no era cuestión de posicionarse sino de buscar lo mejor para la
niña. Pero no lo entendieron así y también entré a formar parte de los
“otros” y a perder su confianza.
413
• De todas maneras, poco a poco pudimos reconducir la situación y eso
hizo que el proceso avanzara menos dramáticamente de lo que
habíamos temido.
Relación equipo sanitario
• Viví muy personalmente las tensiones que la desconfianza de los padres
con el equipo generó y traté de intermediar, pero sin éxito.
• Como el tratamiento de radio era muy estresante para la niña, también
preparaba con el equipo la mejor forma de llevar las sesiones para que
la niña no se agobiara. Esto salió bastante bien.
• Hablamos mucho de la situación conflictiva generada y se buscaron
formas de solucionarla a través de otros especialistas.
Relación escuela
• Normal. El apoyo que se le podía prestar a Sara era facilitarle que lo
pasara bien con los juguetes y los otros niños.
Vivencia personal del caso
• Este caso lo viví con mucha tensión como consecuencia de las
dificultades de comunicación entre la familia y el equipo médico. Había
momentos en que sentíamos mucha angustia porque no sabíamos en
qué iba a acabar esto y temiendo que si las cosas seguían así eso iba a
repercutir en la salud de la niña. Nos preocupaba, sobre todo, la mala
adhesión de los padres al tratamiento que observábamos, sabiendo que
es fundamental en estos casos. Fue un caso muy complicado.
• Esa problemática fue la que marcó el desarrollo de mi apoyo a Sara y su
familia. Pasamos por diversas fases:
o Una primera fase de conocimiento y creación de una relación
empática con la familia.
o Una segunda fase de trabajo conjunto sobre los aspectos
ordinarios de este tipo de enfermedades y su tratamiento.
o Después llegaron los conflictos que generaron una fuerte
desconfianza, como si la familia se sintiera defraudada por los
profesionales que estábamos allí.
414
o Felizmente, esa tensión insoportable fue disminuyendo y nos
permitió entrar en otra fase en la que pudimos hablar de lo que
estaba pasando y reconducir la situación.
o En el periodo final, llegamos, incluso, a tener un cierto
entendimiento mutuo aunque siempre lastrado y en niveles nada
comparables a lo que sucedía con otras familias.
Seguimiento posterior
• Llegado un punto, la familia prefirió buscar otras opciones médicas y
acudieron a otros hospitales.
• Finalmente, decidieron dejar el tratamiento del hospital y se fueron a otro
centro. Y ahí se cortaron las relaciones, sobre todo por su parte. No
volvimos a saber más de la niña.
Otras consideraciones
• Este caso resulta muy especial porque permite analizar la importancia
que tiene una buena relación y sintonía entre el equipo médico y la
familia. Cuando falla la confianza de los padres en quienes atienden a su
hijo/a enfermo todo el proceso comienza a descomponerse y no son
infrecuentes los movimientos erráticos. El problema está en que quien
pierde siempre es la niña.
• La tendencia de la familia a culpabilizar al equipo médico o al hospital de
las incidencias que van surgiendo en el proceso, genera una enorme
ansiedad en ambos, padres y profesionales. La figura del
psicopedagogo/a de apoyo como mediador resulta importante, aunque
su tarea en ese sentido no es fácil.
• La presencia de otros familiares, en este caso la abuela, puede constituir
un suplemento de tensión que dificulte aún más un estilo de
afrontamiento más centrado en el problema y en la búsqueda de
soluciones coherentes.
• La tendencia al victimismo y la sobreactuación de los padres y familiares
es otro aspecto de este caso que merece la pena considerar pues
dramatiza aún más el problema y tiende a situar a todos los afectados
en un contexto de ansiedad que puede hacerse insoportable y a tener
415
efectos nocivos sobre las relaciones de pareja, sobre las relaciones con
el equipo médico y con la adhesión al tratamiento.
416
8.2.6 ENTREVISTA Nº 6: SOFÍA
La niña
Enfermedad
• La niña nació ya enferma. Fue una enfermedad hematológica neonatal.
• Le dieron poca esperanza de vida, pero vivió más que las previsiones.
Falleció con 4 años.
• La enfermedad se fue complicando a medida que pasaba el tiempo:
infecciones en los reservorios, pinchazos continuos con problema para
encontrarle venas útiles, muchas transfusiones.
Desarrollo
• La enfermedad iba asociada a retraso mental importante.
• El desarrollo se vio afectado en todas sus dimensiones: caminaba mal
(atrofia motora); desarrollo cognitivo muy retrasado; poca fortaleza física:
enfermedad inmunológica que provoca muchas precauciones y mucho
tiempo de aislamiento.
Carácter
• Era una niña sociable. Conocía mucho a todo el personal y estaba a
gusto con todos.
• No era muy consciente de la enfermedad. No se daba cuenta de lo que
sucedía. No sintió que se acercaba el final, sólo que se sentía mal.
Adaptación al hospital
• La enfermedad provocó hospitalizaciones constantes y cada vez más
prolongadas, así que el hospital se convirtió en su medio de vida natural.
Se sentía como en su casa.
• Le gustaba mucho la escuela hospitalaria. Pasaba largos ratos allí. Era
su espacio de ocio, donde se tranquilizaba. No iba a aprender (no había
un currículo para ella).
Adaptación al tratamiento
• Al principio lo llevaba bien pues no le suponía molestias físicas. Tenía
puesto el reservorio y la medicación se le pasaba a través de él.
417
• Avanzada la enfermedad, llegaron las infecciones y los pinchazos. Eso
lo llevó mal: se ponía fatal cuando la pinchaban porque le dolía mucho.
Se ponía muy nerviosa.
La Familia
Estructura
• Familia nuclear: los dos padres y dos hijas. Sofía y una hermana mayor
que le llevaba 6 años
• Contaron con un fuerte apoyo de la familia materna: muy pendientes de
la hermana, turnos en el hospital para que la madre pudiera ir a casa de
vez en cuando, apoyos económicos.
Primer encuentro
• Le presentaron a la madre desde la escuela hospitalaria.
• La madre explicó muy bien la enfermedad. Era perfectamente consciente
de su gravedad.
Reacción ante la enfermedad
• Como no eran de Santiago, el tratamiento y las hospitalizaciones les
supusieron mucho esfuerzo en traslados, con mucho tiempo fuera de
casa.
• La enfermedad prematura de la niña, y las circunstancias del tratamiento
(viajes, hospitalizaciones, etc.) les cambió la vida. La madre fue
adaptándose mejor. El padre lo llevó peor, estaba más ausente (algo
que la madre no podía entender y que provocó un distanciamiento entre
ellos).
• La madre era la que cuidaba a la niña. Dejó su trabajo. Vivía
prácticamente en el hospital. Colaboraba mucho con la escuela
hospitalaria (incluso permaneció allí una vez que la niña falleció, primero
como voluntaria y posteriormente con una beca). Esta integración
intensiva de la madre en el hospital fue causa de no pocas tensiones en
momentos posteriores del proceso.
• Las ausencias constantes de la madre llegaron a provocar conflictos en
la pareja.
418
• La reacción ante la enfermedad, sobre todo de la madre, fue bastante
positiva. Como le habían dado poca esperanza de vida, todo lo que la
niña vivió de más lo sintió como un regalo y trató de disfrutarlo. El tiempo
que pasaba con ella era un tiempo de mucha calidad. Al final ya no le
fue tan fácil porque el tratamiento se hizo más agresivo y la niña sufría
mucho.
Reacción hermanos
• La llegada de la hermana pequeña, enferma ya desde el nacimiento,
alteró todo lo que para ella era normal hasta entonces. A los celos de la
hermana que acaparaba toda la atención se unió esa ruptura total de la
vida cotidiana.
• Se vio muy afectada por las constantes ausencias de la madre. Lo vivía
como que era su hermana pequeña la que la acaparaba.
• Desarrolló regresiones y conductas de acting out para llamar la atención.
• La atendía la familia de la madre. Y el padre.
• Le costó mucho integrar esa sensación que le provocaba el tener a una
hermana siempre enferma y una madre ausente. Precisó de una terapia
breve y del establecimiento de unas pautas de orientación para los
padres.
Relación con el hospital y el equipo médico
• Las relaciones con el hospital y el equipo médico fueron buenas.
Duraron los 4 años de la vida de la niña y, progresivamente, se fueron
generando complicidades.
• Llegó un momento en que los padres ya no querían más información.
Estaban abrumados. No querían saber qué iba a pasar o cómo era
previsible que evolucionaran las cosas porque siempre las noticias eran
negativas. Así que se centraron en el momento presente: qué
medicación, bajo qué pautas, cómo atenderla. Centrarse en el presente
sin pensar en el mañana, acutó para ellos como mecanismo de defensa.
• Posteriormente, a medida que la madre fue teniendo una presencia más
activa en el hospital, aparecieron algunas tensiones ante su status
ambiguo de madre y persona que colabora en las tareas internas.
Precisó de mediaciones por mi parte para suavizarlas.
419
Relación conmigo
• Inicialmente buenas.
• Colaboramos en el tratamiento de la hermana.
• Posteriormente, pese a mi papel de mediadora, tampoco me vi libre de
las tensiones en el hospital.
Duelo
• Fue una muerte anunciada.
• Los últimos momentos de la niña fueron muy difíciles. Sofía sufría mucho
para respirar y eso resultaba bastante angustioso para la familia.
• Acabaron aceptando que no podía seguir así, que no compensaba.
• El duelo de la madre fue normal (sintió lo positivo de haber podido estar
con su hija más tiempo del esperado). El duelo del padre también fue
normal, aunque con mayores sentimientos de culpabilidad.
• El duelo de la hermana, también fue normal. Para ella resultó un proceso
más fácil pues le significó recuperar la normalidad y recuperar a su
madre. Eso lo facilitó mucho.
Equipo médico
Estilo de trabajo
• En sus inicios fue un caso normal, dada la gravedad.
• Posteriormente, se convirtió en un foco constante de dilemas técnicos
para los profesionales vinculados al establecimiento de los “límites” del
tratamiento, al cruce de la raya entre curar y cuidar (entrar en fase de
cuidados paliativos para evitar el “ensañamiento” terapéutico).
• En un momento la niña dejó de comer y la alimentaban por sonda, pero
aparecían muchas infecciones y había que estar constantemente
interviniendo en el quirófano. Fue difícil para el equipo hacer el tránsito.
Y la toma de decisiones no estuvo exenta de tensiones.
Aula hospitalaria
• Jugó un papel importante para Sofía.
• A la niña le gustaba ir allí y pasaba largos ratos con los juguetes, los
payasos, etc.
• Era su ocio. Donde se sentía más tranquila.
420
Sintonía con la familia
• Fue buena. No fue una familia problemática.
• Posteriormente, la actuación de la madre en el hospital con demandas
no generalizables a todos los padres, provocó ciertas tensiones. Pero no
tenían que ver con la niña enferma, sino con la madre.
Yo misma
Relación con el niño/a
• Mi relación con Sofía fue muy buena. Pasábamos mucho tiempo juntas.
• Era una niña muy especial para todos nosotros por los problemas que
tenía. Nos quería mucho a todas y estaba a gusto con nosotras.
Relación con la familia
• El primer encuentro fue con la madre que me contó lo que le pasaba a la
niña con una gran clarividencia.
• Mis relaciones con la familia fueron, en la fase inicial, muy buenas.
Trabajé mucho con la madre en relación a la hermana de Sofía e,
incluso, en relación al diferente estilo de afrontamiento de la enfermedad
que habían desarrollado ella y su esposo.
• En este caso, la enfermedad duró mucho. Eso hizo que, al final, se
generara una fuerte implicación personal.
• Las relaciones se mantuvieron sólo en el hospital. No hubo amistad más
allá del contexto profesional.
• La relación, al final, se centró más en la madre y las tensiones de su rol
ambivalente en el hospital. Mi relación con ella se mantuvo bien, aunque
no estuvo exenta de tensiones. Eso hizo que fuera una relación más
intensa que en otros casos.
• La madre se había creado una vida distinta en el hospital. Hizo de él su
vida: colaboraba mucho con la escuela hospitalaria (donde quedó tras el
fallecimiento de la niña primero como voluntaria y, después, como
becaria). En mi opinión, una vinculación tan intensa con el hospital no es
buena para las familias. El hecho de estar dentro y fuera (como usuaria
y como parte del servicio) generó ciertas tensiones con el personal
421
sanitario pues planteaba un nivel de exigencias distintas al resto de los
padres. Tuve que mediar para tratar de aliviarlas.
Relación equipo sanitario
• Viví muy personalmente las tensiones del dilema de poner fin o no al
tratamiento. Yo entendí que no debían seguir, que se habían cruzado los
límites razonables. Lo había hablado con los padres y estaban de
acuerdo pero luego, llegado el momento, cambiaron de opinión y
querían seguir haciendo lo que fuera.
Relación escuela
• Normal. Acompañaba a la niña cuando quería ir a la escuela
hospitalaria.
Duelo y transferencia
• En el caso de Sofía, mi evolución en el proceso de apoyo pasó por
varias fases:
o Una primera fase de aproximación y creación de una relación
terapéutica.
o Después una fase de trabajo conjunto sobre las situaciones que
se iban presentando: celos de la hermana, tensiones familiares,
etc.
o Fase de intermediación entre el personal y la madre
o Fase de duelo y trabajo con la familia de ese aspecto.
• Fue un caso que viví durante toda mi estancia en el Hospital, primero
con la niña enferma y, cuando ésta murió, con su madre que quedó allí.
También desde esa perspectiva resulta un caso complejo en cuanto a la
forma en que te afecta. El papel ambiguo de la madre me llevó a hacer
de intermediaria y a vivir las tensiones desde ambas partes con lo cual
también me sentía afectada. Afortunadamente se resolvió bien.
• El duelo lo viví de una forma bastante ambivalente: por un lado sentí que
Sofía había dejado de sufrir y eso era justo porque ya no disfrutaba de la
vida; por el otro sentí que se moría una niña y eso duele mucho porque
resulta muy injusto.
422
Otras consideraciones
• El trabajo con niños pequeños enfermos te enfrenta a dilemas vitales y
éticos importantes en los que lo racional y razonable tiene que
enfrentarse a lo emocional. Una vinculación emocional excesiva con la
situación puede hacerte perder la perspectiva e incurrir en lo que con
mucha razón se ha denominado “ensañamiento terapéutico”. Tratar de
razonar con los padres en ese contexto no resulta fácil y puede llevar a
que te vean como una persona fría y distante.
• La vida hospitalaria es, al final, eso vida y formas de afrontar el día a día.
A veces los problemas surgen de donde menos los esperas. Incluso
cosas que parecerían, en principio, positivas (que una madre esté
dispuesta a implicarse en la ayuda a los otros niños y a los profesionales
que los atienden) pueden acabar convirtiéndose en fuente de tensiones.
423
o Apoyo para que entendieran la necesidad de no seguir el
tratamiento
o Mediación en la relación madre y equipo sanitario
o Apoyo en los momentos de duelo.
Sobre el trabajo profesional
• Dilemas profesionales y morales en las situaciones finales del
tratamiento y en la toma de decisiones respecto al mejor momento para
el inicio de cuidados paliativos
• La complejidad de las dinámicas relacionales en un contexto institucional
tan complejo como el hospital y el enorme desgaste que supone tener
que atender a este tipo de tensiones.
424
8.2.7 ENTREVISTA Nº 7: IÑAKI
El niño
Enfermedad
• El niño fue diagnosticado, cuando tenía 12 años, de leucemia.
• Estaba diagnosticado, además, de un Síndrome de Down.
• La enfermedad evolucionó mal, provocando problemas renales. Precisó
de diálisis peritoneal. No se le pudo incluir en el programa de trasplantes
por su enfermedad de base.
• Logró superar las fases agudas y volvió a su casa, con retornos
esporádicos al hospital.
Desarrollo
• Su problema de base (el síndrome de Down) ya había alterado su
desarrollo cuando apareció el cáncer.
• La enfermedad provocó que se viera sometido a tiempos de aislamiento.
Eso le separó de sus iguales que le ayudaban mucho. No podía ir a la
escuela por la inmunodepresión.
• El tratamiento también le afectó. La diálisis hizo que aún se retrajera
más y se deprimiera.
Carácter
• La enfermedad le atacó en plena preadolescencia.
• Cuando llegó al hospital era un niño alegre y comunicativo.
• A medida que la enfermedad avanzada su carácter se fue haciendo más
retraído. Con la diálisis entró en una fuerte depresión y costaba
comunicarse con él.
• No era muy consciente del todo con respecto a la enfermedad, pero sí
de lo principal. Sabía que estaba enfermo y que requería de cuidados
especiales. Trabajamos con él mucho este aspecto: que lograra
entender lo que pasaba y el por qué del tratamiento que se le
administraba. Creo que lo fue entendiendo bien.
• Pese a ello, la evolución de la enfermedad, su traslado al servicio de
adultos, las diálisis, etc. lo llevaron a una fuerte depresión y se hizo
425
taciturno y callado, con una fuerte dosis de ansiedad y oposición al
tratamiento.
Adaptación al hospital y tratamiento
• La adaptación de Iñaki al hospital fie, inicialmente, muy buena. Era un
niño alegre y cercano.
• En su caso, fue la normativa del hospital y los criterios médicos los que
hicieron más compleja y dura su hospitalización. Como superaba la edad
de 14 años cuando aparecieron las complicaciones renales, ya no le
aceptaban en pediatría y tuvo que ser trasladado al servicio de adultos.
Eso generó una gran soledad por su parte y muchas tensiones entre los
padres y el equipo médico.
• Con la escuela hospitalaria el trabajo fue muy bueno al inicio. El venía de
un colegio normal y traía muchas inquietudes escolares. Le gustaba
aprender y hacer cosas. Fomentamos mucho con él esta posibilidad.
Luego, a medida que su carácter iba cambiando, perdió el interés. Ya no
le apetecía aprender ni jugar.
Adaptación al tratamiento
• Al principio lo llevaba bien.
• Cuando el tratamiento se fue complicando y haciéndose más exigente,
se le hizo angustioso. No quería que le pincharan, las punciones
lumbares eran muy duras. Con la fuerza que tenía era muy difícil hacerlo
y se generaba mucha tensión. Resultaba muy difícil convencerlo y
tranquilizarlo.
• Cuando el cáncer se complicó con la enfermedad renal y hubo que
comenzar la diálisis (lo que conllevó su marcha del servicio de pediatría)
se desmoronó.
• Sólo el regreso a casa con visitas al hospital para la diálisis y finalmente,
una vez que la diálisis pudo hacerla en su casa, fueron ayudándole a
recuperar, poco a poco su ánimo. Pero entonces yo lo perdí de vista.
426
La Familia
Estructura
• Familia nuclear: padres ya mayores y dos hermanos más. Uno mayor
que Iñaki y el otro más pequeño.
• No tenía abuelos y los apoyos a la familia fueron escasos. Provenían de
algunos amigos.
Primer encuentro
• El primer encuentro con los padres fue difícil. Ellos estaban muy
angustiados. Sobre todo el padre, que estaba muy apegado al niño.
• Su preocupación mayor era cómo un chico con su problema de fondo (el
síndrome de Down) podría afrontar la enfermedad.
Reacción ante la enfermedad
• La madre dejó de trabajar (tenía trabajo a media jornada). Ella quedaba
en el hospital.
• El padre era funcionario público y también pidió excedencia porque no
se sentía capaz de trabajar al principio. Echaba una mano en casa con
los otros hijos. Después de un tiempo volvió al trabajo. La enfermedad
del hijo generó en él una fuerte depresión y mucha ansiedad.
• Con respecto a la enfermedad, al principio reaccionaron bien.
• Cuando aparecieron los problemas renales la cosa se complicó mucho.
Reacción hermanos
• Les costó mucho asumir la situación creada con la enfermedad:
hermano enfermo, padre deprimido, madre ausente.
• Ellos estaban muy unidos a Iñaki, al que protegían.
• Desarrollaron alguna regresión. En su caso, no por celos, sino por
culpabilidad.
• Para poder atenderlos mejor, proporcioné a los padres unas pautas de
orientación para que pudieran ayudarles a entender lo que estaba
pasando.
Relación con el hospital y el equipo médico
• Las relaciones fueron muy buenas, con mucha colaboración y
entendimiento, pero luego se fueron complicando.
427
• El hecho de que su hijo no pudiera entrar en la lista de candidatos al
trasplante (por ser Síndrome de Down y estar enfermo, quedaba
siempre el último de la lista), la imposición de trasladarlo al servicio de
adultos (mucho menos amigable para un niño de sus características)
para poder recibir la diálisis peritoneal hizo que se crearan fuertes
tensiones con el equipo médico.
• Ellos culpaban a los médicos de que no estaban tratando bien a su hijo,
que las sucesivas intervenciones que hubo que hacerle se debían a eso.
También les culpaban del deterioro progresivo que el niño mostraba,
cada vez más depresivo y taciturno. Eso lo verbalizaban y se generaba
mucha tensión. Tuve que mediar para evitar que todo se complicara
más.
Relación conmigo
• Muy buena.
• Hablaban mucho conmigo
• Colaboramos en buscar estrategias para atender a los hermanos y que
entendieran la situación.
• Posteriormente tuve que emplearme a fondo como mediadora para
amortiguar las tensiones con el equipo médico.
Marcha del hospital y curación
• Tras la marcha del hospital (inicialmente venían sólo para la diálisis,
después aprendieron a hacerla en casa y disminuyeron mucho sus
visitas al hospital) la familia se recompuso bien.
• En cualquier caso tuvieron que ir asumiendo que, aunque superara el
cáncer, su esperanza de vida no era muy amplia por no ser candidato al
trasplante.
Equipo sanitario
Estilo de trabajo
• El equipo médico sufrió mucho con este caso.
• Lo que pasaba (no al trasplante, cambio de servicio por la edad del niño)
no era culpa de nadie sino problemas derivados de la propia dinámica
428
de funcionamiento del hospital. Los problemas que se fueron generando
no tenían fácil solución o no fueron capaces de encontrarlas.
Aula hospitalaria
• Jugó un papel importante para Iñaki.
• Como tenía una edad elevada y venía de un colegio normal ya estaba
acostumbrado a las dinámicas del aprendizaje.
• Intentamos sacarle el máximo partido a esta posibilidad. Además a él le
gustaba aprender y hacer cosas escolares.
• Posteriormente, a medida que la enfermedad cursaba con una fuerte
depresión, el niño dejo de interesarse por todo.
• Después lo trasladaron al servicio de adultos y perdió su contacto con la
escuela.
Sintonía con la familia
• Al principio fue buena. Luego se hizo muy complicada.
• Se sintió una fuerte disociación entre lo que para unos es la vida de un
ser querido y para otro su trabajo. Pero este dilema y su verbalización
por parte de los padres les afectó mucho. Es un caso típico del conflicto
entre lo personal y lo profesional. Hace que las tensiones del trabajo se
te vayan acumulando.
Yo misma
Relación con el niño/a
• Mi relación Iñaki fue, inicialmente, muy buena.
• Luego se fue cerrando a causa de la depresión y ansiedad. En esos
momentos costaba mucho acercarse a él.
• Cuando pasó a adultos seguí haciéndole visitas cuando visitaba el
hospital para la diálisis. Después, al hacerla en casa, le perdí de vista.
Relación con la familia
• La relación inicial con la familia fue intensa a la vista del gran nivel de
ansiedad con que llegaron. Pero ellos me facilitaron mucho las cosas
porque eran muy cercanos.
• También tuvimos que trabajar juntos la mejor forma de atender a los
hermanos. Les organicé unas pautas de orientación que les ayudaran.
429
• Posteriormente, necesité intermediar mucho entre la familia y el equipo
sanitario. Ellos verbalizaban conmigo sus recelos y descontentos. Pero
sólo servía para que se desahogaran, porque tampoco yo podía
resolverles el problema
Relación equipo sanitario
• Viví muy personalmente las tensiones que generó este caso. Todos
veíamos lo que estaba pasando y nadie tenía una solución fácil para
resolver las tensiones y los desajustes entre lo que era mejor para la
salud del niño y la normativa interna del hospital.
Relación escuela
• Normal. Al principio la escuela hospitalaria era un importante recurso
para normalizar la situación de Iñaki. Él se sentía bien allí y podía sentir
que no se desconectaba de su vida anterior en la escuela a la que
asistía.
• Poco a poco, a medida que la enfermedad se hacía más compleja y
entro en fases depresivas, perdió todo interés.
Transferencia
• Este caso fue muy complejo para todos. También para mí. Desde el
punto de vista de la relación con el niño y con el equipo sanitario nos
tensionó mucho a todos.
• La enfermedad y la vida hospitalaria de Iñaki se nos fue complicando
cada vez más, tanto en los aspectos médicos como personales. Eso
acaba impactándote emocionalmente. Fue uno de los casos que me
generó más ansiedad porque ves que todos sufren y que las cosas se
complican gravemente, en muchos casos sin necesidad.
• En el caso de Iñaki, mi evolución en el proceso de apoyo pasó por varias
fases:
o Una primera fase de aproximación y conocimiento mutuo con el
objetivo de entablar una buena relación terapéutica. En su caso
no fue fácil por la edad del niño, en plena preadolescencia y sus
problemas de base. Con él tuve que plantearme hacer cosas
mucho más individualizadas y ajustadas a su carácter y
430
capacidad de comprender. Con la familia fue más fácil porque era
muy cercana y facilitaba el contacto.
o Después se inició una fase de trabajo conjunto para orientar la
atención de los hermanos, reconducir la vida de cada uno de los
padres. Trabajamos mucho el cómo dar autonomía a Iñaki, cómo
ayudarle a proyectar su futuro.
o La siguiente fase fue de seguimiento e intermediación entre los
padres y el quipo sanitario para mitigar las tensiones.
o Finalmente pasé a una fase de seguimiento indirecto cuando el
niño fue trasladado al servicio de adultos y regresó a su casa con
visitas al hospital solamente para diálisis.
• En los casos más difíciles, por unas razones u otras, como sucedió en
este caso, te implicas más. Me afectó especialmente ver cómo Iñaki se
iba deteriorando progresivamente. Pasó del estado de ánimo con que
ingresó (un niño bueno, alegre y optimista) a un estado de depresión y
angustia. Lo intentamos frenar incrementando las actividades de ocio y
alargando sus estancias en su casa (sus hermanos le animaban mucho)
y se consiguió algo pero poco.
Relación posterior
• En este caso no hubo duelo, porque el niño cronificó la enfermedad de
cáncer y siguió atendiendo sus problemas renales con diálisis en casa.
• Cuando pasó a adultos, ya podía visitarle solo cuando regresaba al
hospital a diálisis. Luego ya le perdí de vista.
• El niño tuvo un buen reajuste en la familia y volvió a su vida normal
aunque mediatizada por las enfermedades que debía seguir atendiendo.
Otras consideraciones
• El trabajo psicopedagógico en un contexto tan complejo como un
hospital presenta características particulares, en función del niño y en
función de las circunstancias que condicionen la atención que se le
presta. Desde una perspectiva ingenua, se podría pensar que la
institución se pone al servicio del enfermo para tratar de aliviar sus
dolores y curar su enfermedad. Pero a veces, no es así. Las propias
431
condiciones o normativa de la institución actúan como elemento
inflexible al margen de sus consecuencias para el enferme individual. El
caso de Iñaki nos enfrentó a una situación de ese tipo. Todos estábamos
de acuerdo en que sería mejor para él permanecer un tiempo más en
pediatría, donde era más o menos feliz y animoso, pero hubo que
trasladarlo forzosamente a adultos donde entró en una fase de
depresión profunda.
• Esas circunstancias adversas se fueron acumulando en el caso e Iñaki:
primero fue la complicación progresiva de la enfermedad (en un niño al
que el cáncer ya venía a agravar su problema de base, el Síndrome de
Down) con la aparición de la insuficiencia renal; posteriormente, su
condición de “no elegible” para el trasplante; después los problemas con
la diálisis y la exigencia de trasladarlo a adultos (pensando más en su
edad objetiva que en sus condiciones personales). Todo ello fue
saturando la capacidad de comprensión de los padres y generó
tensiones muy fuertes con el equipo médico y el hospital. Era una
situación que nos desbordaba a todos.
432
o Pautas de actuación para los padres ante conductas regresivas
de los niños
o Pautas de actuación para indicar a los niños cómo podían ayudar
a su hermano
• Apoyo a los padres:
o Mediación en la relación conflictivas entre padres y equipo
sanitario
Sobre el trabajo profesional
• Dilemas profesionales al tener que enfrentar normas institucionales e
interés del niño.
• El control de la propia ansiedad ante un caso que ves cómo se va
deteriorando por causas ajenas a la enfermedad. Sobre todo cuando ese
deterioro se da en ámbitos tan cualitativos como el estado de ánimo, la
gana de hacer cosas, etc. menos visibles desde el punto de vista
médico.
• La complejidad de las dinámicas relacionales en un contexto institucional
tan complejo como el hospital donde una parte (la familia) vive con
enorme ansiedad la evolución de la enfermedad de un ser querido
(partida que en estos casos se juega a vida o muerte) y la otra parte
trata, justamente, de evitar esa ansiedad planteándoselo como un
trabajo. Mediar en las tensiones y conflictos entre ambos resulta muy
difícil.
433
434
8.2.8 ENTREVISTA Nº 8: MARCOS
El niño
Enfermedad
• El niño fue remitido desde un hospital comarcal por sospecha de tumor
cerebral.
• Las pruebas diagnósticas confirmaron el proceso tumoral maligno.
• El niño tenía entonces 8 años.
Desarrollo
• Los principales problemas de desarrollo se generaron como secuelas del
tratamiento del tumor cerebral.
• Su carácter próximo y cariñoso se transformó en irascible y agresivo. Se
vieron afectadas funciones importantes como la memoria, la atención, la
capacidad de movimiento (hemiplejía).
• Tomaba muchos corticoides por el proceso tumoral y esto le hizo
engordar y perder movilidad. Ya no hacía deporte.
• Todo ello provocó un fuerte deterioro de su autoestima por los cambios
que iba notando en su cuerpo, en su capacidad de ejercicio físico, en
sus capacidades cognitivas y en su comportamiento. Estaba en plena
adolescencia (la etapa aguda de la enfermedad le duró de los 8 a los 12
años) lo que le hizo más vulnerable..
• El niño era consciente de lo que pasaba, quizás por eso en su caso
resultó muy afectada la autoestima. Eso exigió un fuerte trabajo de
recuperación por nuestra parte.
Carácter
• Cuando llegó al hospital Marcos era un niño alegre y cariñoso que
enseguida empatizó con el personal.
• Posteriormente, las cirugía para extirpar el tumor cerebral le provocó un
fuerte cambio de carácter. El niño se volvió muy irascible con problemas
serios de conducta. Tuvimos que trabajar mucho con él este aspecto.
• Las secuelas hicieron mella en su autoestima porque fue perdiendo
capacidades motoras (tuvo una hemiplejía) y funcionales. También se
435
vio afectado cognitivamente. La caída del pelo la llevó muy mal. Eso en
plena preadolescencia le afectó mucho.
Adaptación al hospital y tratamiento
• Inicialmente todo fue muy bien, durante la fase de diagnóstico y el inicio
del tratamiento. Se llevaba bien con todas nosotras. Se le veía feliz y
contento, con una relación próxima con el personal.
• La cirugía intracraneal lo fue alterando todo pues le dejó serias secuelas
y el niño cambió su carácter y su conducta.
• Como también recibió radioterapia, tuvo que permanecer inmovilizado
con una máscara fijada a la camilla, lo que le produjo una sensación de
claustrofobia muy importante.
• Todo el tratamiento, en general, fue muy difícil para Marcos, aunque él
entendió bien que tenía que tratarse y que eso era necesario para él.
Pero como, a la vez, era consciente de las secuelas que el tratamiento le
provocaba, luchaba contra eso.
La Familia
Estructura
• Familia nuclear formada por los dos padres, una hija mayor (18 años) y
Marcos, el niño enfermo.
• Como vivían lejos del Hospital, en otra ciudad, la hospitalización de
Marcos les supuso un fuerte desajuste con muchos viajes, ausencias de
casa, etc.
• Contaron con mucho apoyo por parte de las dos familias. Apoyo logístico
para turnos, atender a la hermana, etc. También apoyos económicos
cuando fueron necesarios.
Primer encuentro
• El primer se realizó en su primera visita al hospital. Estaban Marcos y
sus dos padres.
• Como todavía no se conocían los resultados de las pruebas, ellos
estaban preocupados pero tranquilos. Creían que sería un tumor
benigno.
436
Reacción ante la enfermedad
• Hasta que fueron conscientes de la gravedad de la enfermedad
reaccionaron bien.
• Cuando supieron que el tumor era más grave de lo que en principio
parecía se generó en ellos mucha ansiedad. Sobre todo por parte de la
madre que era muy protectora y asustadiza. Ella ya estaba tomando
anteriormente medicación ansiolítica y la aparición de la enfermedad del
niño provocó un rebrote de su patología. El padre era más tranquilo.
• El tratamiento de los tumores cerebrales incluye neurocirugía y es
bastante agresivo. Suele dejar secuelas
Reacción hermanos
• La hermana estaba en plena adolescencia tardía cuando apareció la
enfermedad. Ella ya tenía problemas anteriores: estaba en una fase muy
rebelde con mucha confusión sobre lo que quería hacer. Estaba un poco
perdida. Los padres deseaban que siguiera estudiando pero ella no lo
veía claro. Los retaba constantemente.
• La ausencia de la madre del domicilio empeoró la situación pues era ella
la que ponía los límites. Su problemática se agravó.
• Requirió de ayuda específica por mi parte. Hicimos terapia de apoyo,
aunque no pudo ser larga ni continuada pues ellos habitaban lejos. Pero
sí pudo sentir nuestra disponibilidad para atenderla y que supiera que
tenía con quien hablar.
• Generamos, además, unas pautas de relación para los padres.
Relación con el hospital y el equipo médico
• Las relaciones de la familia con el equipo médico fueron muy buenas, de
mucha comunicación. Una comunicación bidireccional
Relación conmigo
• Muy buena.
Marcha del hospital y curación
• El reajuste familiar tras la fase aguda de la enfermedad y el tratamiento
hospitalario fue bueno.
• El niño volvió a la escuela y trabajamos mucho con sus profesores y la
orientadora sobre cómo se podría ajustar el currículo a la situación de
437
Marcos, el tipo de recuperación neurocognitiva que se podría llevar a
cabo, etc. Se reintegró bien a la escuela.
Equipo sanitario
Estilo de trabajo
• El equipo siguió su modelo de funcionamiento habitual, aunque este
caso tuvo de especial que requirió de mayor comunicación entre todos
porque se era consciente de que las secuelas estaban afectando mucho
al niño. Veíamos cómo se iba deteriorando tanto a nivel físico como
anímico.
Aula hospitalaria
• El aula hospitalaria jugó un importante papel en el caso de Marcos. Él ya
tenía experiencia escolar y fue reencontrarse con espacio de
aprendizaje que ya conocía.
• Se le preparó una adaptación curricular coherente con el de su escuela
de origen para que no perdiera nivel y se pudiera reintegrar bien a su
regreso. Esto le ayudaba a mantener siempre una visión de futuro y
salirse del malestar de su momento actual como paciente.
• Su trabajo en el aula también se vio afectado por la evolución que sufrió
el niño a lo largo del tratamiento.
Sintonía con la familia
Fue siempre muy buena, con mucha comunicación. A pesar de la
evolución no muy favorable y de las secuelas, los padres siguieron
confiando mucho en los médicos.
Yo misma
Relación con el niño/a
• Mi relación con Marcos fue muy buena desde el principio. Era un niño
cariñoso que necesitaba de mucho afecto pero que también lo daba.
• Luego, cuando el tratamiento lo fue cambiando, fue transformándose en
un chico más agresivo e irascible. Ya no era tan fácil entablar una buena
relación con la gente.
438
• El trabajo que hicimos con él fue tratar de explicarle que ese problema
tenía que ver con la enfermedad. Iniciamos programas conductuales y
hubo que acudir, en momentos, a la medicación.
Relación con la familia
• Mi relación con la familia fue muy buena. Tenían mucha confianza y
pude prestarles mucho apoyo en los momentos y cuestiones que se
fueron presentando como difíciles.
• Yo creo que les benefició mucho mi presencia porque acudieron a mí
para los diferentes problemas que fueron teniendo (tanto con la hermana
mayor, como con Marcos o de ajustes entre ellos mismos).
• La relación de apoyo se mantuvo incluso cuando el niño dejó la
hospitalización y acudía solo a revisiones.
Relación equipo sanitario
• Fueron buenas. Tuvimos que esforzarnos por poner en común nuestro
trabajo para intentar neutralizar el deterioro progresivo de Marcos.
• El esfuerzo común fue por intentar reconducir el caso y que saliese
adelante con las menores pérdidas y secuelas posibles.
Relación escuela
• Normal. El niño iba inicialmente mucho al aula hospitalaria y
desarrollaba allí sus tareas escolares.
• Cuando comenzaron los problemas de autoestima y las conductas
agresivas hubo que intervenir para tranquilizarlo y reforzar su propia
imagen.
Transferencia
• Este caso supuso un reto importante desde el punto de vista profesional
por los fuertes cambios que se fueron produciendo en el niño. Exigió que
necesitáramos echar mano de recursos polivalentes y variados para
hacer frente a la situación.
• Resultó difícil hacer que se sintiera bien y a gusto consigo mismo.
• Los ataques de ira que tenía me obligaron a tener que controlarme yo
misma mucho y, además, a movilizar muchos recursos para ponerlos a
su disposición de forma que la situación no se nos fuera de las manos.
• Las fases por las que pasó el apoyo en este caso fueron las siguientes:
439
o Una primera fase de conocimiento y creación de la relación
terapéutica.
o Una segunda fase de trabajo conjunto. Fue una fase muy larga
porque tuvimos que abordar un montón de temáticas. Aspectos
que ya eran problemáticos o que podrían llegar a serlo. Eras
asuntos que me planteaba la familia y otros que se producían en
el contexto del hospital.
o Finalmente, llegó la fase de seguimiento.
• Lo que más me impacto fue el gran cambio que pudimos observar en el
niño como secuela del tratamiento: cambios tan fuertes en la conducta y
en el estado anímico. Requirió una fuerte implicación personal para
tratar de neutralizarlos.
Relación posterior
• En este, mantuvimos el contacto durante toda la etapa de revisiones. La
familia y el propio niño me iban poniendo al tanto de cómo iba
evolucionando la situación.
• Los padres acudieron a mí en varias ocasiones por algún problema
específico que intentamos resolver juntos.
Otras consideraciones
• A veces, no es tanto la enfermedad cuanto el tratamiento el que va
produciendo secuelas en los niños enfermos. Las secuelas físicas son
bastante asumibles pues se consideran como efectos secundarios
inevitables (sobre todo en el caso de los tumores cerebrales). Si la
familia acepta el riesgo controlado que intervenciones tan difíciles
conllevan el afrontamiento de la enfermedad puede llevarse adelante en
buenas condiciones.
• La cuestión se hace más compleja cuando esas secuelas afectan a
aspectos psicológicos del sujeto y a su conducta como sucedió en este
caso. El fuerte deterioro de la autoestima en este preadolescente y los
cambios de carácter provocan, o pueden hacerlo, un fuerte deterioro de
las relaciones y reducen los recursos del apoyo. Tienes que luchar
contra tus propias emociones de desagrado y evitar que las
440
provocaciones te envuelvan. Todo se hace un poco más complejo y
precisas de recursos diferentes.
441
442
8.2.9 ENTREVISTA Nº 9: ALFONSO
El niño
Enfermedad
• El niño fue derivado al servicio por otro especialista del propio hospital
que lo trataba de una enfermedad. En cierto momento su sintomatología
sugirió que podría padecer una leucemia.
• El diagnóstico confirmó la leucemia grave, que aún se complicaba más
por la enfermedad de base del niño. Eras dos enfermedades que podían
estar relacionadas y cada una agravaba la otra y complicaba el
pronóstico.
• Al final requirió un trasplante de médula ósea pero no se encontró un
donante posible. Eso generó un impasse bastante angustioso tanto para
el equipo médico como para la madre.
• Los momentos finales fueron de medicación fuerte para controlar el dolor
por lo que permanecía sedado.
Desarrollo
• La enfermedad de base, como se declaró ya en el nacimiento, le había
ocasionado un cierto retraso cognitivo y motor que la segunda
enfermedad vino a agravar: apenas se podía mover, se mantenía en un
estado de ansiedad permanente con arrebatos de ira y rabia
momentáneos.
• En realidad, al haber estado enfermo prácticamente desde que nació
todas las dimensiones del desarrollo se vieron bastante afectadas.
Carácter
• El niño tenía un cierto retraso mental y eso, junto al hecho de sentirse
mal, le hacía más inseguro y dependiente de su madre de quien no
quería separarse nunca.
• Era retraído y le costaba aceptar la presencia de otras personas distintas
de su madre, lo que dificultaba bastante el poder atenderlo para que la
madre descansara un poco.
• Alfonso era bastante consciente de lo que le estaba pasando, aunque
como el tratamiento tenía tantos efectos secundarios, él pasó mucho
443
tiempo sedado y apenas se daba cuenta de nada. Por eso su
consciencia y percepción de la situación era limitada. Se sentía mal y
reaccionaba a eso.
• Sus reacciones fueron haciéndose, al final, más duras. Descargaba su
rabia contra su madre, aunque solo quería estar con ella.
• Posiblemente él también fue consciente de los nervios de la espera final
por un donante de médula compatible.
Adaptación al hospital y tratamiento
• La doble enfermedad del niño hacía más complejo y duro el tratamiento
que debía recibir. No todos los tratamientos eran compatibles a ambas
patologías y los que se utilizaban ocasionaban muchos efectos
secundarios. Por otra parte, se trataba de tratamientos muy duros y
agresivos.
• Su adaptación al hospital no fue buena. Tenía pocos momentos buenos
así que no tuvo oportunidad de desarrollar sentimientos positivos hacia
el hospital y el personal.
La Familia
Estructura
• La estructura de esta familia era muy especial con eventos dramáticos
que la habían desestructurado totalmente. El padre y la hija pequeña
habían muerto hacía poco en un accidente de tráfico. Iban, justamente a
visitar, a Alfonso que estaba hospitalizado en Madrid y a su madre que
lo cuidaba.
• Así que en el momento de afrontar esta nueva enfermedad de Alfonso
se encontraba la madre sola para atenderlo. Aún estaban en proceso de
elaborar el duelo de las pérdidas anteriores. Sin recuperar el equilibrio
perdido, les llegó este nuevo mazazo que puso nuevamente en jaque
todas sus seguridades y la salud psíquica de los dos, madre e hijo.
• No tenían demasiada familia así que no pudieron contar con su apoyo
(de hecho, no conocimos a ningún pariente que pasara por el hospital).
Sí contaban con una red social de amigos que les echaban una mano,
pero podían hacer poco porque el niño sólo quería estar con su madre.
444
Eso hacía que la madre apenas pudiera separarse de él y careciera de
momentos de descanso para relajarse y distraerse un poco.
Primer encuentro
• El primer encuentro fue con el propio niño y con su madre.
• Como aún no había un diagnóstico claro, la madre se mantenía serena.
Ya estaba acostumbrada a lidiar con la enfermedad de base que tenía el
niño desde su nacimiento. Se esperaba alguna complicación de esa
enfermedad.
Reacción ante la enfermedad
• Al principio siguió manteniendo la actitud resignada a la que estaba
acostumbrada. Cuando le dieron el diagnóstico y le confirmaron que era
muy grave se vino abajo.
• El hecho de que se solaparan ambas enfermedades empeoraba mucho
el pronóstico. Fue muy duro de aceptar para la madre.
• La reacción a esta segunda enfermedad, tras los momentos iniciales de
confusión y anonadamiento, fue bastante aceptable dentro de lo trágico
de la situación. La madre aceptó la situación de forma resignada y se
dispuso a entregarse en cuerpo y alma al cuidado de su hijo.
Reacción hermanos
• En este caso no había hermanos. La hermana pequeña había fallecido
en el accidente con su padre.
Relación con el hospital y el equipo médico
• Las relaciones con el hospital fueron muy buenas aunque siempre en un
tono de gran desesperanza por parte de la madre.
• Las relaciones con el equipo médico fueron buenas y de colaboración.
• Y dadas las circunstancias, el afrontamiento de la situación por parte de
la madre fue positivo y maduro.
Relación conmigo
• Las relaciones de la madre conmigo fueron buenas. Ella se apoyó en mí
para muchas cosas, aunque se encontraba en un momento personal en
el que todavía no era capaz de hablar de lo que le había sucedido. No le
apetecía hablar. No le gustaba nada que otros le hablaran o
445
compadecieran por su desgracia. Yo respeté mucho esa necesidad de
silencio.
Duelo
• Ellos ya estaban en proceso de duelo cuando llegaron al hospital. La
madre seguía viviendo en esa situación depresiva de quien ha perdido
de golpe a media familia y está a punto de perder al único mimbro que le
queda vivo.
• La muerte de este hijo sólo añadió unos gramos más de sufrimiento al
que ya venía sintiendo.
• De todas formas, era una mujer fuerte de puro castigada y no desarrolló
un duelo patológico.
Equipo sanitario
Estilo de trabajo
• Todo el equipo estaba sobrecogido con el drama de esta familia. Nos
impactó mucho a todos. Generaba mucha incertidumbre tanta
acumulación de desgracias, a lo que se sumaba el deterioro progresivo
del niño.
• La dificultad del tratamiento y la ineficacia de lo que se iba haciendo
también generaba ansiedad en el equipo médico. Ansiedad que aún se
incrementó más cuando se preciso de un donante compatible que no
apareció.
Aula hospitalaria
• Alfonso tuvo muy pocos momentos de estar bien. Lo normal era lo
contrario. Por ese motivo no tenía ganas de hacer nada, ni de estar con
nadie salvo con su madre.
• Fue muy pocas veces al aula hospitalaria. No le apetecía. Tenía que
estar encamado y no tenía ánimo para jugar o hacer actividades en
cama.
Sintonía con la familia
• Fue siempre buena. La madre estaba deprimida y no planteaba
demandas excesivas ni generaba conflictos. Su actitud fue siempre de
aceptación resignada y de colaboración.
446
Yo misma
Relación con el niño/a
• Mi relación con Alfonso fue bastante precaria. Él no tenía demasiados
momentos buenos como para entablar nuevas relaciones. De todas
maneras, lo intenté y acabé consiguiendo poderme quedar con él para
que su madre saliera un poco a pasear y despajarse.
• Pero él reclamaba enseguida a su madre y nos miraba con reticencia a
quienes pudiéramos sustituirla. Lo aguantaba porque le habíamos ido
convenciendo de que su madre necesitaba salir en algún momento, pero
no lo llevaba bien.
Relación con la familia
• En realidad se redujeron a relaciones con la madre. Fueron siempre
relaciones buenas y muy positivas.
• Me puse a su disposición para que pudiera comentar lo que quisiera y
cuando quisiera. Ella prefería mantener silencio porque, decía, aún no
estaba preparada para hablar sobre su tragedia personal. Pero cuando
necesitaba hablar, lo hacíamos.
• Intenté trabajar con ella el nuevo duelo que se aproximaba pues se iba a
juntar con el duelo aún no resuelto de su marido e hija pequeña. Fue
muy difícil por el especial dramatismo de la situación. Al final, lo que hice
fue derivarla hacia otros especialistas que ya la habían estado tratando
para que iniciara una terapia a más largo plazo.
Relación equipo sanitario
• Fueron muy buenas. Todos vivimos el dramatismo de la situación y nos
sentimos muy impactados por la secuencia de acontecimientos que
marcaron este caso.
Relación escuela
• No hubo mucha oportunidad pues el niño no deseaba hacer nada ni
separarse de su madre.
447
Transferencia
• Este caso fue muy duro para mí. Muy impactante y abrumador. Me
removió muchas emociones y sentimientos: ¿Cómo la vida puede ser
tan cruel con ciertas personas?
• Me genero mucha incertidumbre sobre cómo entrarle a una situación tan
complicada y cómo poder prestar ayuda a unas personas tan
destrozadas internamente.
• Pasé por varias fases en este caso:
o Una primera fase de empatía, de conocimiento, de entablar la
relación
o Una segunda fase en la que intentamos trabajar los aspectos que
iban surgiendo y que se veía necesario abordar. De todas formas,
nunca llegamos a establecer una auténtica relación de apoyo
pues el niño pues él ya no se encontraba bien y no estaba
dispuesto a colaborar con alguien ajeno. Con la madre fue algo
mejor. Nos dedicamos a afrontar los problemas concretos que se
iban presentando: problemas de conducta, etc.
o Una tercera fase de trabajo con la madre cuando Alfonso se puso
muy mal y había que preparar el próximo duelo. La situación era
tan dura psíquicamente para ella que entendí que lo mejor era
derivarla a un personal especializado y ajeno al día a día y a la
realidad del hijo (para que ella pudiese contar la historia como
quisiese y elaborarla desde sus propias vivencias).
• Me marcó un antes y un después en mi trabajo profesional.
Duelo
• También la muerte de Alfonso fue dramática para mí. Me marcó un antes
y un después de cómo concebía mi trabajo. Me enseñó mucho a
ponerme en el papel del otro (si yo lo estaba viviendo tan mal, me
producía angustia pensar cómo podría estar viviéndolo su madre
después de todo lo que había pasado) sintiendo lo poco que puedes
aportar, a veces. A veces, sólo tu presencia o apoyos muy indirectos.
• No sólo la profesión, me sentí desafiada en relación a la vida en su
conjunto.
448
Otras consideraciones
• Este caso nos lleva a considerar la dureza de la vida de algunas
personas. La desgracia se ceba con ellas y se convierten en víctimas de
una especie de fatum intangible que las va destrozando sin remedio.
Para los profesionales del apoyo constituyen casos desconcertantes. Es
cómo enfrentarte a un desastre natural sin saber por dónde comenzar o
qué puedes hacer ante tanta destrucción. Es una sensación de
impotencia enorme. Me hizo reflexionar mucho sobre mi profesión y
sobre la forma de actuar en casos tan límite.
449
450
8.2.10 ENTREVISTA Nº 10: KIKE
El niño
Enfermedad
• El niño fue derivado a urgencias por su pedíatra porque presentaba unas
petequias que inducían a sospecha de una enfermedad hematológica.
Desarrollo
• La alteración más visible de su desarrollo fue el deterioro
comportamental que sobrevino con la quimio y la situación de ansiedad
y estrés en la que el estaba viviendo el tratamiento.
• El resto de dimensiones del desarrollo no se vieron tan afectadas, salvo
el hecho de que su propia ansiedad y la permanente irritabilidad le
impedían hacer cosas propias de su edad.
Carácter
• Cuando entró en el hospital, Kike era un niño muy tranquilo, feliz, muy
activo, muy positivo y con muchas ganas de hacer cosas, de jugar.
Pasaba su tiempo explorando, corriendo por los pasillos.
• El proceso de la enfermedad transformó totalmente su carácter. Entró en
una especie de depresión en la que manifestaba mucho malestar a
través de pataletas con mucha rabia, lloros, desafíos a los padres, etc.
• El niño era bastante consciente de lo que pasaba. Quizás no de la
gravedad de la situación, pero se daba cuenta perfecta de que estaba
enfermo y de que su enfermedad requería cuidados que eran muy
dolorosos y limitantes (le mantenían aislado e inmovilizado, estaba
conectado a un gotero, casi no podía comer, le pinchaban, etc.). Él
respondía con las pataletas y la rabia.
• Aprendió pronto que lo que más angustiaba a sus padres (y, por tanto, le
permitían a él conseguir lo que quisiera) era vomitar lo poco que comía.
Y lo utilizaba, como un gran estratega, para desafiarlos y conseguir sus
deseos.
451
Adaptación al hospital y tratamiento
• Al principio, su relación con el hospital era buena. No lo veía como un
contexto agresivo. Disfrutaba en las zonas de juego y de los momentos
de ocio.
• Pero la enfermedad fue muy larga y traumática para el niño. El
tratamiento era bastante agresivo. Las hospitalizaciones fueron muchas
y prolongadas. La enfermedad evolucionó con muchos altibajos.
• El tratamiento influyó mucho en su comportamiento y se adaptó muy
mal. Lo vivía con angustia y transmitía esa angustia a cuantos le
rodeaban, sobre todo a sus padres que se sentían incapaces de ponerle
límites. No conseguía entender que aquello que le daban para curarse le
hiciera sentirse tan mal. Él podía anticipar lo que va a suceder cada vez
que lo hospitalizaban y eso le generaba una enorme ansiedad que
resolvía con una oposición agresiva.
• Y era una pescadilla que se mordía la cola, pues las rabietas y las
conductas de acting out a quien más daño le hacían era a él mismo.
Hacían que aún se sintiera peor. Y cada vez eran más continuas y
duraban más tiempo.
• No fue consciente, al menos externamente, de que se aproximaba la
muerte, pero sí sentía que entraba en una nueva fase: más tiempo en la
cama, más tiempo sedado para que no le doliera. Él notaba que algo
estaba cambiando.
La Familia
Estructura
• Familia nuclear: los dos padres y Kike.
• Una vez avanzada la enfermedad se les vió que una de las únicas
posibilidades de tratamiento era el trasplante de médula. Como no había
donantes compatibles decidieron tener otro hijo. Y lo tuvieron, un
hermano solución, que nace con el objetivo de salvar a su hermano,
cosa que en este caso no se consiguió.
452
• Sus apoyos vinieron sobre todo de los familiares de uno de los padres.
Con la otra parte de la familia no se llevaban. Ese apoyo intenso les
ayudó mucho.
Primer encuentro
• El primer encuentro fue con los padres.
• Estaban muy angustiados, casi en estado de shock porque ya les habían
anticipado lo que podría ser. Hicieron el viaje en la ambulancia hasta el
hospital temiéndose que fuera lo peor. Y así los encontré, muy ansiosos,
sobre todo la madre.
Reacción ante la enfermedad
• La familia estaba verdaderamente angustiada.
• La aparición de la enfermedad del hijo los descolocó y cambió todas sus
rutinas.
• La madre dejó su trabajo. Era su trabajo que aunque no era bueno,
suponía su forma de conexión con el mundo. Dejarlo para cuidar al niño
supuso romper prácticamente las redes sociales. Dejó de salir y ver a
otra gente.
• El padre tenía un trabajo más flexible y pudo acomodarlo a sus
necesidades.
• Padre y madre desarrollaron estilos de enfrentamiento de la enfermedad
muy diferentes. El padre era más tranquilo y racional y consiguió
mantener la calma pues pensaba que era lo mejor para el niño (eso le
permitía controlarlo más y ponerle límites). La madre era muy emocional,
calmaba su ansiedad comiendo (engordó entre 30 y 40 kilos durante la
enfermedad de su hijo) y era incapaz de controlarse. Tampoco podía
controlar al niño al que dejaba que hiciera lo que quisiera.
• La evolución de la enfermedad los fue sumiendo en situaciones cada vez
más angustiosas. Lo que peor llevaron fue comprobar cómo el niño iba
cambiando de carácter. Fue un cambio dramático en el que veían cómo
él sufría y, a la vez, con sus pataletas y desafíos les hacía sufrir mucho a
ellos. Como sus momentos buenos comenzaron a escasear, cuando se
encontraba en uno de ellos le dejaban que hiciera lo que quisiera. Eso
aún empeoró la situación.
453
• Vivieron la enfermedad con muchos momentos de ansiedad y angustia.
No sabían cómo afrontar la situación.
• Y cuando comenzaban a encontrar un cierto equilibrio, la enfermedad se
complicó y el niño entró en fase terminal. Entonces perdieron toda
esperanza y comenzó una nueva fase del afrontamiento.
Reacción hermanos
• El hermano pequeño nació cuando su hermano ya estaba enfermo.
• La enfermedad le afecto en el sentido que pasó mucho tiempo con otros
familiares.
• Quizás de mayor, en función de cómo le cuenten su nacimiento, pueda
afectarle el hecho de haber sido concebido para salvar a su hermano y
no haberlo conseguido.
• No hubo un trabajo de apoyo directo a este hermano, aunque sí les
planteé algunas orientaciones a los padres sobre la necesidad de
fortalecer los vínculos con el pequeño en lugar de centrarse en exclusiva
en el hijo enfermo.
Relación con el hospital y el equipo médico
• Las relaciones con el equipo médico fueron inicialmente buenas.
• Luego se complicaron con tensiones pues ellos explotaban y se
desahogaban culpabilizando a los médicos. Éstos al principio lo tomaron
como algo natural y previsible dada la situación, pero posteriormente
comenzaron a molestarse.
• De todas formas, la relación se mantuvo siempre en unos límites
razonables pese a los altibajos.
Relación conmigo
• Fue muy buena, sobre todo al principio.
• Después, cuando el tratamiento, sobre todo la quimioterapia (ciertos
citostáticos les alteran completamente la personalidad y les hacen
irascibles), fue modificando su carácter, yo también me vi inmersa en
sus rechazos. No quería estar con nadie, el hospital le desagradaba, no
sabía cómo comportarse para librarse de lo que le estaba pasando.
454
Duelo
• Lo vivieron de una forma mejor de la que cabría esperar en función de
cómo habían vivido la última fase de la enfermedad.
• La madre había vivido con mucha angustia todo el proceso, con un estilo
de afrontamiento muy emocional y sin encontrar en ningún momento el
equilibrio necesario para sobrellevarlo. El padre había logrado
mantenerse en una posición más equilibrada y controlando la situación
mejor.
• Pero para ambos la pérdida del hijo resultó un final muy dramático pues
hasta casi el final habían mantenido la esperanza de que su hijo se
salvaría con el trasplante de médula. Para eso habían tenido otro hijo
que llegó a tiempo, para eso se hizo el trasplante que creían que había
dado buen resultado. Pero el niño no superó la crisis.
• Todo ello convirtió el duelo en un proceso dramático que a duras penas
pudieron sobrellevar apoyándose en el nuevo hijo y en la mayor
serenidad del padre. De todas maneras es probable que la madre
necesitara ayuda profesional para recuperarse.
Equipo sanitario
Estilo de trabajo
• El equipo médico siguió su estrategia habitual de trabajo, pero sufriendo
porque veían que las cosas no iban bien.
Aula hospitalaria
• La relación de Kike con la escuela siguió un proceso bastante similar a la
propia evolución de la enfermedad:
o Tuvo una fase muy buena al principio. Iba muy contento a la
escuela hospitalaria. Jugaba allí, se lo pasaba bien en sus
momentos de ocio, disfrutaba con los otros niños.
o Cuando el proceso comenzó a complicarse por los efectos de la
quimio y él se sentía mal, se inició una fase de descontrol. No era
capaz de estar quieto jugando con algo, estaba muy irascible, se
movía por todas partes con mucha ansiedad, lloraba, pataleaba.
455
Las relaciones con la escuela y con su personal y los otros niños
se hicieron más problemáticas.
Sintonía con la familia
• Al principio y al final, las cosas fueron bien, con una buena colaboración.
• En la fase intermedia fue donde se produjeron esos altibajos debidos a
la ansiedad de los padres que necesitaban encontrar un culpable de que
su hijo no se curara.
Yo misma
Relación con el niño/a
• Mi relación con Kike fue muy buena. Empeoró cuando comenzaron sus
crisis de rabietas pero sólo en el sentido de que era más difícil poder
aproximarse a él y que confiara en mí para que pudiera ayudarle a
disminuir su sufrimiento.
• Pero nunca dejamos de mantener una relación estrecha y positiva,
incluyendo la fase terminal del niño donde lo más que podía ofrecerle
era compañía y una sonrisa. También, cuando tenía momentos buenos
le contaba un cuento o historias que le permitieran pensar en otra cosa
cuando sintiera dolor o tuvieran que pincharle. De todas maneras, me
parecía preferible que esos buenos momentos los disfrutara con sus
padres
Relación con la familia
• Las relaciones fueron muy buenas. Trabajamos muy bien.
• No faltaron los momentos de crisis (inevitables en estos procesos tan
prolongados de hospitalización) y los desajuste porque a veces se
acumula la angustia y se pierde el equilibrio. Pero los superamos bien y
el balance fue muy positivo.
Relación equipo sanitario
• Fueron muy buenas. Estuvimos casi siempre de acuerdo en cómo
afrontar las rabietas y las crisis del niño. Fuimos capaces de crear un
protocolo para ayudarle a superar esos momentos.
• También trabajamos juntos para ayudar a los padres a entender la
importancia de los límites cuando los niños están enfermos.
456
Relación escuela
• Normal. Apoyé al niño en los primeros momentos y ayude a gestionar la
tensión que provocaba en los momentos de crisis durante la segunda
fase del tratamiento.
Transferencia
• Este caso fue muy duro para mí. Pasé mucho tiempo con el niño y me
afectó especialmente el ver cómo se transformaba su carácter. Incluso
me sentí un poco culpable por no haber previsto que algo así podría
pasar tomando en consideración desde los primeros indicios. Fui
consciente de ello cuando ya era demasiado tarde.
• Las fases por las que pasé en este caso fueron las siguientes:
o Un primer momento en que nos fuimos conociendo y creando un
vínculo y una relación terapéutica.
o Un segundo momento en el que empezamos a trabajar sobre
todos los aspectos que necesitaban de apoyo.
o Un tercer momento en el podríamos situar el trabajo sobre los
comportamientos difíciles de Kike y que generaron tensión tanto
en los padres como en los profesionales. Y entre los padres y
nosotros.
o Un cuarto momento de solución de esos malentendidos y
situaciones de crisis. Lo hicimos a base de diálogo y mucho
trabajo conjunto.
o Finalmente, un quinto momento, que abordó la fase terminal y el
duelo con un fuerte apoyo a los padres.
Duelo
• También en este caso hubo una fuerte implicación personal mía, pero
más controlada. Fue mucho tiempo con un niño al que ves crecer y con
su familia a la que ves sufrir. Resulta difícil no implicarse
emocionalmente.
• Pero como ya había tenido bastantes experiencias anteriores de este
tipo, yo misma había aprendido a controlar mejor la transferencia y
contratransferencia. Se normaliza con mayor facilidad lo anormal de una
situación en que ves que pierdes a un niño.
457
• La muerte la vives siempre mal, pero logré vivirlo más como un duelo
profesional que personal. Fui capaz de anticipar mis propias reacciones
y de prepararme. Trabajé con mis propios sentimientos y mis emociones.
Lo superé bien racionalizando un poco más todo el proceso.
Otras consideraciones
• Este caso es un buen ejemplo de la importancia de los límites en la
psicopedagogía de la enfermedad. Los niños/as enfermos deben saber
que a pesar de que sus conductas irregulares pueden ser comprensibles
por la situación en que se encuentran, no todas son aceptables y deben
controlarse. Sin límites, los niños (sobre todo los niños enfermos)
pierden toda la perspectiva de futuro. No poner límites viene a significar
para ellos que todo lo que antes era normal (su entorno, su vida, las
reglas, etc.) ahora se puede romper. Deja de haber continuidad entre el
antes y el ahora y eso hace que tengan más dificultad para establecer
esa misma continuidad entre el ahora y lo que vendrá después, otra vez
la vida normalizada. La vida en el hospital debe vivirse como algo
transitorio entre dos etapas de vida normal. Y la vida normal, siempre
tiene normas.
458
• Apoyo al hermano:
o No hubo oportunidad pues era muy pequeñito y nació ya con su
hermano enfermo. Hicimos unas pautas de orientación para los
padres con vistas a que se vincularan más al recién nacido sin
sentirse culpables de desatender a Kike.
• Apoyo a los padres:
o Durante todo el proceso trabajé mucho con ellos, sobre todo con
la madre que era quien lo sufría más y tenía más dificultades para
afrontar la situación. Y con ambos en relación a la importancia de
mantener ciertos límites y reglas de comportamiento en los niños.
o En la fase terminal, estaba ya más pendientes de la familia que
del propio niño, ya sedado. Los acompañé, los escuchaba, les
ofrecía ciertas pautas para afrontar la situación.
Sobre el trabajo profesional
• El cambio de carácter de Kike a causa de la medicación es una cuestión
que obliga a plantearse otra forma de dinámica del apoyo más pendiente
de los pequeños indicios que te permitan prevenir esos cambios
comportamentales y poder actuar cuando aún puedes hacer algo. Tiene
que haber ciertas señales que nos hagan parar y darnos cuenta de lo
que está pasando. Lo que sucedió con Kike hace sufrir en exceso tanto
a los padres como al propio niño. Sobre todo al niño. Llegó un momento
en que ya no estaba nunca bien y los momentos en que se encontraba
mejor emocionalmente, estaba tan mal que no era capaz de disfrutar de
nada. Tendríamos que poseer una estrategia para poder evitar esto.
459
460
9. CONCLUSIONES DE LA
INVESTIGACIÓN
461
462
9.1 Introducción
Una vez realizadas las distintas fases del proceso de investigación,
desde el análisis teórico del problema a estudiar hasta la recogida de
información y análisis empírico de los datos, llegamos al momento de sintetizar
las conclusiones que se pueden extraer de nuestro estudio.
463
464
9.2 Conclusiones del Objetivo A
465
literatura y de las experiencias mencionadas, como desde los propios datos
que han ido apareciendo en nuestra investigación. Es el objetivo A.5 el que
ha de ser considerado aquí para poder indicar las conclusiones a las que el
análisis de los datos recogidos nos ha permitido llegar.
466
• El análisis de clusters o conglomerados ha permitido identificar aquellos estilos
de afrontamiento más estables, frente a otros cuyas ítems funcionan con mayor
aleatoriedad (pueden pertenecer a diferentes clusters: por ejemplo, en el caso
del afrontamiento activo o en el de refrenar el afrontamiento). Hay estilos de
afrontamiento con perfiles menos nítidos y que podrían agruparse en otros más
amplios (por ejemplo, búsqueda de apoyo social y búsqueda de apoyo
instrumental).
• En general, el COPE ha funcionado bien y los conglomerados que han aparecido
se corresponden globalmente con la estructura del instrumento, respetando,
incluso, el orden en que los diversos estilos han sido organizados en la prueba.
• En el análisis han aparecido 11 factores que explican algo más del 72% de la
varianza, lo que resulta perfectamente aceptable. Los factores identificados se
solapan de forma bastante aproximada a la estructura de los 15 estilos de
afrontamiento que recoge el COPE. El algunos casos el factor integra a más de
un estilo (por ejemplo, consumo de drogas+humor). En otros casos, integran
ítems de diferentes estilos (por ejemplo, búsqueda de apoyo social y búsqueda
de apoyo instrumental). Pero, en general, la coincidencia es bastante amplia y
aceptable. Los solapamientos y variaciones no deben extrañar pues los estilos
de afrontamiento no son excluyentes entre sí, como se expresa en las
correlaciones significativas existentes entre ellos.
• Existe una fuerte correlación entre las respuestas relativas a los diferentes estilos
de afrontamiento. Las correlaciones significativas con todos los demás son más
numerosas entre aquellos estilos más integradores (Afrontamiento activo,
Planificación y Centrarse en las emociones). Presentan, también, numerosas
correlaciones positivas con los demás estilos la Búsqueda de apoyo social,
Búsqueda de apoyo instrumental, Supresión de actividades distractoras y
Religión. El resto de los estilos funciona de manera más independiente. Es de
destacar que la propia estructura de los estilos de la prueba marca el carácter
jerárquico de las correlaciones: el nivel de correlaciones significativas entre
estilos va descendiendo a medida que se desciende en la lista de estilos que
recoge la prueba (a excepción del Centrarse en las emociones).
• En resumen, podríamos decir que las respuestas se han comportado en una
dinámica que resulta lógica y coherente con la estructura de la prueba. La
disonancia entre el modelo teórico y los datos empíricos sólo se produce en los
estilos Afrontamiento activo (posiblemente por tratarse de un estilo muy inclusivo
y capaz de integrar numerosas respuestas proactivas), Refrenar el afrontamiento
(probablemente porque los ítems que lo componen son susceptibles de recibir
diferentes interpretaciones) y Desconexión mental (porque incluye conductas de
muy diversa naturaleza).
467
Conclusión A.3: La posición de nuestra muestra con respecto a los
estilos de afrontamiento presenta claras diferencias si tomamos en
consideración la puntuación media (máximo 16, mínimo 4) en cada
uno de ellos.
• Hay tres estilos de afrontamientos prioritarios: Aceptación (media 11,02),
Reinterpretación positiva (10,22) y Supresión de actividades distractoras (10,19).
Los tres son estilos muy positivos y funcionales. Los sujetos de nuestra muestra
tendieron a situarse en los rangos más altos de la escala. Indican un fuerte
avance en el control conductual y una actitud activa y positiva frente a la
enfermedad.
• En otros 4 estilos, los sujetos de la muestra expresan, igualmente, posiciones
positivas: Afrontamiento activo (9,81); Búsqueda de apoyo social (9,73),
Búsqueda de apoyo instrumental (9,49) y Centrarse en las emociones y
desahogarse (9,25). Todos ellos expresan formas de adaptación proactivas con
mayor búsqueda de apoyo externo.
• Otros 4 estilos, que expresan una actitud más mediatizada y titubeante, han
recibido menos número de respuestas positivas (reflejan en menor medida su
forma de afrontar la enfermedad) por parte de los padres/madres de nuestro
estudio. Eso ha sucedido con los estilos Refrenar el afrontamiento (8,91),
Planificación (8,83), Apoyarse en la Religión (8,83) y Desconexión mental (7,23).
• Finalmente, los estilos menos funcionales y que reflejan más problemas para
aceptar la situación y enfrentarse a ella, han sido, también, los que menos
representan la situación de las familias estudiadas. Entre esos estilos están la
Negación (6,28), la Desconexión conductual (6,01), el Humor (4,88) y el
Consumo de drogas y alcohol (4,44).
• De todos los estilos representados en el COPE, el que recibe una mayor
unanimidad (en este caso negativa, de rechazo) es el de Consumo de drogas y
alcohol. Los sujetos se sitúan a sí mismos en el nivel más bajo de la escala. En
la mayor parte de los estilos (9 de los 15) se presenta un nivel bajo de variación
de las respuestas. En tres estilos (Búsqueda de apoyo social, Aceptación del
problema y Búsqueda de apoyo instrumental) el nivel de divergencia entre las
respuestas de unos padres/madres y otros es mayor (entre 2,958 y 3,126).
Aquellos con niveles más altos de desviación en las respuestas son el de
Reinterpretación positiva (4,058) y Apoyarse en la Religión (4,213).
468
• La variable independiente Proveniencia (rural-urbana) influye sobre los estilos
Planificación y Búsqueda de apoyo social. En ambos casos los sujetos
provenientes de zonas urbanas presentan puntuaciones más altas.
• La variable sexo del niño enfermo no influye en el estilo de afrontamiento de los
padres. Tampoco lo hace la edad del niño/a enfermo.
• El tipo de enfermedad diagnosticada no produce tampoco diferencias
significativas, aunque se aproxima mucho a ese nivel en los estilos Aceptación y
Consumo de drogas y alcohol.
• La antigüedad del diagnóstico (momento en que se diagnosticó la enfermedad)
influye significativamente en las respuestas de los padres en los estilos de
Aceptación, con niveles bajos en todos los grupos pero especialmente en los
padres con niños diagnosticados hace menos de un año.
• La edad del niño cuando fue diagnosticado es una de las variables que más han
influido en las respuestas de los padres. Ha ejercido un impacto significativo con
respecto a los estilos Aceptación, Afrontamiento activo, Negación, Refrenar el
afrontamiento y Reinterpretación positiva.
• El momento de realización de la prueba marcó diferencias en el estilo Consumo
de drogas y alcohol afectando más a aquellos que llevaban entre 3 y 5 años
peleando con la enfermedad.
• El sexo del padre/madre (quién de ellos responde a la prueba) influye de manera
significativa en las respuestas dadas al estilo Búsqueda de apoyo social (puntúan
más alto las madres), en Humor y Consumo de drogas y alcohol (puntúan más
alto los padres).
• La edad de los padres no ha influido de manera significativa en sus estilos de
afrontamiento. Tampoco el hecho el que haya o no hermanos en la familia.
• Sí ha influido, en cambio, la estructura de la pareja (pareja estable vs. inestable)
pero sólo en el estilo Desconexión conductual en el que tienden a puntuar más
alto las parejas inestables.
469
• Fracaso: un 21,8% se siente más fracasado que el resto; un 8% se siente un
fracasado total.
• Satisfacción: un 64% ya no disfruta de las cosas como antes.
• Culpabilidad: un 29,9% se sienten algo culpables a veces; el 6,8% siempre.
• Castigo: el 19,5% sienten que van a ser castigados; el 17,2% que ya lo están
siendo.
• Decepción: el 20,7% se sienten decepcionados.
• Autocrítica: el 28,7% se autocritica por sus errores con el niño enfermo y el 5,7%
vive con una sensación de autocrítica continuada.
• Suicidio: un 8% confiesa haber pensado alguna vez en ello.
• Llanto: el 58,6% afirma llorar más que antes; el 2,3% dice hacerlo
constantemente y un 5,7% haber perdido la capacidad de llorar.
• Irritación: el 59,6% afirma irritarse más fácilmente que antes y el 3% estar irritado
de forma constante.
• Interés por los demás: el 33,3% reconoce estar ahora menos interesado por los
demás y el 11,4% que ha perdido cualquier interés por los otros.
• Toma de decisiones: el 21,8% afirma que ahora le cuesta más tomar decisiones
y el 3,4% que le resulta totalmente imposible hacerlo. Un 17,2% evita tomar
decisiones.
• Aspecto físico: el 31% cree que ahora semejan estar más viejos y menos
atractivos. El 8% creen que la enfermedad de su hijo/a les ha producido cambios
permanentes en su aspecto. El 3,4% siente tener un aspecto horrible.
• Trabajo: el 37,9% reconoce que le cuesta mucho comenzar a hacer algo y el
13,8% confiesa tener que obligarse para poder hacer cualquier cosa.
• Sueño: el 57,5% no duerme como antes y un 26,4% dice despertarse antes de lo
habitual, con mucha dificultad para poder conciliar el sueño nuevamente.
• Cansancio: el 46% se cansa más que antes y un 3,4% afirma estar tan cansado
que se ve incapaz de hacer nada.
• Apetito y Peso: el 51,7% afirma haber perdido apetito pero sólo el 28,7% cree
haber perdido peso.
• Salud: el 28,7% está preocupado por su salud, aunque a la gran mayoría (70,1%)
no le preocupa ahora más que antes.
• Interés por el sexo: el 36,8% afirma haber perdido algo de interés; el 23%
haberlo perdido mucho y el 5,7% haberlo perdido completamente.
470
BDI se requiere con claridad una intensa actividad de apoyo: tristeza,
insatisfacción, llanto, irritación, pérdida de sueño y apetito.
248
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471
Conclusión A.10: Las correlaciones internas entre las diversas
dimensiones recogidas en el BDI son constantes.
• Prácticamente todas ellas presentan correlaciones significativas entre sí. Eso
sucede con Tristeza, Satisfacción, Decepción, Llanto, Toma de decisiones,
Trabajo, Sueño, Cansancio, Apetito, Interés por el sexo. Esta red de
correlaciones significativas evidencia la existencia de un estado general tendente
a la depresión que actúa de manera generalizada sobre todas las cuestiones
planteadas. Afianza la coherencia interna del constructo y permite considerar
como válidas las puntuaciones globales, aunque condiciona la capacidad
discriminante de cada una de las dimensiones consideradas
independientemente.
• El Estado de ánimo, la Salud, la Irritación y el Peso son las dimensiones que
funcionan de una manera más independiente de los otros valores.
• La tabla de correlaciones muestra algunas correlaciones negativas. El Peso
correlaciona negativamente con la Sensación de castigo, con la Decepción, con
la Autocrítica y con el Llanto. La Salud lo hace con el Sentimiento de castigo y
con el Suicidio.
472
9.3 Conclusiones del Objetivo B
473
apoyo, sujetos que prestan el apoyo, contextos en los que se presta el
apoyo, aspectos sobre los que versa el apoyo, recursos que se
emplean en el apoyo. Esta estructura del apoyo se recoge en la tabla
siguiente:
Conclusión B.4: Las fases por las que ha pasado el apoyo en los
casos analizados, siguen un patrón bastante común:
474
• Una fase inicial de conocimiento mutuo para asentar la relación
en un contexto de confianza y orientación terapéutica.
• Una fase de trabajo más sistemático sobre los asuntos que se
puedan ir planteando, pero que incluyen siempre información
sobre la enfermedad y el tratamiento, atención a los/as
hermanos/as si los hay, relaciones con el equipo sanitario y el
hospital.
• Una fase de trabajo más intensivo sobre la adhesión al
tratamiento que suele implicar el aprendizaje de técnicas de
relajación por parte del niño/a en las fases agudas del
tratamiento, atención a la problemática de los padres, orientación
en relación al ajuste y adaptación a la nueva situación, atención a
problemas relacionales, atención a actividades escolares o de
ocio.
• Un momento final de acompañamiento en la fase de los cuidados
paliativos y de preparación para el duelo en caso de
agravamiento sin retorno de la enfermedad. O, alternativamente,
una fase de seguimiento en caso de curación o cronificación de la
enfermedad, con apoyo y orientación en el reajuste y
readaptación a la vida cotidiana.
475
y hacerlo soportando su reiteración y la carga de ansiedad con
que los plantean.
• La relación, porque el propio estrés que produce la enfermedad,
mayor aún si esta evoluciona mal, lleva a los padres a cargarse
de tensión que acabarán proyectando sobre el equipo sanitario y
el hospital. Saber soportar esa tensión y sus manifestaciones
(tanto en forma de acusaciones, críticas, como en ocasiones
conductas que pueden ser entendidas incluso como agresivas)
exige que el profesional de apoyo tenga que actuar como
mediador, lo que con frecuencia le introduce a el/ella misma en el
torbellino del conflicto. Todas esas tensiones sobrevenidas,
dificultan la empatía necesaria para un buen afrontamiento de la
enfermedad. Algunos de los casos analizados, como el de Sara,
han sido especialmente duros en este aspecto.
Conclusión B.6: Los principales apoyos que han ido apareciendo en los
casos analizados han sido los siguientes:
476
• Apoyo a los padres mediante información y respuesta a sus dudas
y temores, compañía y diálogo asiduo, orientaciones para el trato
con los/as hermanos/as sanos/as, sustitución en el cuidado de
niño/a para que puedan salir, relajarse, estar juntos, etc. Apoyo
en los momentos de duelo, mediación en los conflictos con el
personal sanitario y el hospital, mediación en los conflictos de
pareja, apoyo en la adhesión al tratamiento (caos de Loli y Sara),
apoyo cultural y sanitario (caso de Loli).
• Apoyo al equipo sanitario a través de la mediación en caso de
conflicto con los padres, apoyo en las fases del tratamiento más
estresantes para los/as niños/as.
477
la contratransferencia si una trabaja sola, si no tiene cómo compartir su
propia ansiedad y emociones. Salvo que el profesional se escude en una
formalización de su rol distante y frío, formalización que resulta
altamente complicada si hablamos de trabajo con niños pequeños o
adolescentes. En este contexto, la relación con niños/as pequeños/as, la
vivencia de sus progresos o retrocesos (como en el caso de Iñaki), la
previsión de su muerte o el sentimiento de su pérdida (como en el caso
de Juan), son contextos relacionales muy cargados de emocionalidad y
que consumen muchas energías, tanto profesionales como personales.
478
que, a veces, exigen la continuidad del primero. Eso sitúa a los
profesionales del apoyo frente a fuertes dilemas y les obliga a tratar de
convencer a los padres para que acepten con resignación la situación.
Pero no es empeño fácil e introduce el apoyo en un contexto de fuerte
desgaste emocional. Otras veces los dilemas son menos dramáticos
pero igualmente desgastadores: la contradicción entre normas médicas
y de organización hospitalaria por un lado y mejor atención a las
necesidades del niño (como en el caso de Iñaki), por el otro; el dilema
entre una mayor implicación de la madre en la dinámica hospitalaria y
los conflictos de intereses y relacionales que ello plantea (como en el
caso de Sofía).
479
480
9.4 Conclusiones en relación al proceso de realización
de la tesis doctoral.
Llegados a este punto, solamente me quedan por añadir algunas
conclusiones/reflexiones sobre el trabajo que ahora someto a su consideración.
En tal sentido me gustaría señalar:
481
actividades que se han venido desarrollando y la mejor apuesta por el
desarrollo profesional de quien las ejerce. Para mí ha significado
introducir una fuerte sistematicidad en los procesos que desarrollaba con
cada una de las familias a las que atendía. Ha supuesto, también,
establecer un eje que dote de sentido al trabajo de apoyo que debía
desarrollar con ellos. Centrarme en el “estilo de afrontamiento” de la
enfermedad no ha sido una opción baladí o marginal a las tareas del
apoyo. Más bien todo lo contrario, me ha permitido tomar en
consideración ese aspecto como el punto clave sobre el que centrar mi
intervención profesional y dotarla de sentido. Como se ha podido ver en
las entrevistas, bajo el constructo de “afrontamiento” he podido recoger y
dar unidad a todo lo que supone intervenir con niños enfermos y sus
familias: adaptación al hospital, a la enfermedad, al tratamiento, a los
hermanos, a la escuela, al equipo sanitario, a mí misma.
482
el resultado final me ha relajado. Subsiste, sin duda, el riesgo de la
excesiva exposición. Con seguridad, aparecen cosas que podrían
haberse hecho de otra manera. Probablemente, habrá quien considere
que mis estrategias de apoyo podrían haber sido otras y mejores. Pero
todo eso forma parte del objetivo de esta segunda parte de la tesis:
entrar más en profundidad en las dinámicas relacionales del apoyo y en
los sentimientos y percepciones de quien apoya. Ninguna prueba podría
habernos permitido llegar tan dentro de esos procesos.
Sólo que me queda decir que, aunque con sus limitaciones, estoy
satisfecha del trabajo realizado y estoy, también, convencida que lo que aquí
se dice y analiza podrá servir a otros y otras colegas que desarrollan en los
hospitales tareas de apoyo a niños y niñas enfermos y a sus familias. Esta es
mi manera de que el trabajo y los esfuerzos realizados “vuelvan” al punto de
partida, esto es, a las familias y niños que me han permitido realizarlo.
483
484
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516
ÍNDICE DE CUADROS
517
ÍNDICE DE TABLAS
518
Tabla 29: Resultados del COPE en la dimensión C.4. ................................... 272
Tabla 30: Los ítems de la dimensión C.5. ...................................................... 275
Tabla 31: Resultados del COPE en la dimensión C.5. ................................... 276
Tabla 32: Los ítems de la dimensión C.6. ...................................................... 278
Tabla 33: Resultados del COPE en la dimensión C.6. ................................... 278
Tabla 34: Los ítems de la dimensión C.7. ...................................................... 280
Tabla 35: Resultados del COPE en la dimensión C.7. ................................... 281
Tabla 36: Los ítems de la dimensión C.8. ...................................................... 283
Tabla 37: Resultados del COPE en la dimensión C.8. ................................... 283
Tabla 38: Los ítems de la dimensión C.9. ...................................................... 285
Tabla 39: Resultados del COPE en la dimensión C.9. ................................... 286
Tabla 40: Los ítems de la dimensión C.10. .................................................... 287
Tabla 41: Resultados del COPE en la dimensión C.10. ................................. 288
Tabla 42: Los ítems de la dimensión C.11. .................................................... 291
Tabla 43: Resultados del COPE en la dimensión C.11. ................................. 291
Tabla 44: Los ítems de la dimensión C.12. .................................................... 293
Tabla 45: Resultados del COPE en la dimensión C.12. ................................. 293
Tabla 46: Los ítems de la dimensión C.13. .................................................... 294
Tabla 47: Resultados del COPE en la dimensión C.13. ................................. 295
Tabla 48: Los ítems de la dimensión C.14. .................................................... 297
Tabla 49: Resultados del COPE en la dimensión C.14. ................................. 298
Tabla 50: Resultados del COPE en la dimensión C.15. ................................. 299
Tabla 51: Resultados del COPE en la dimensión C.15. ................................. 300
Tabla 52: BDI Tristeza.................................................................................... 305
Tabla 53: BDI Ánimo ...................................................................................... 306
Tabla 54: BDI Fracaso ................................................................................... 307
Tabla 55: BDI Satisfacción ............................................................................. 307
Tabla 56: BDI Culpabilidad............................................................................. 308
Tabla 57: BDI Castigo .................................................................................... 309
Tabla 58: BDI Decepción ............................................................................... 310
Tabla 59: BDI Autocrítica ............................................................................... 311
Tabla 60: BDI Suicidio.................................................................................... 312
Tabla 61: BDI Llanto....................................................................................... 313
Tabla 62: BDI Irritación................................................................................... 315
519
Tabla 63: BDI Interés por los demás .............................................................. 317
Tabla 64: BDI Decisiones ............................................................................... 318
Tabla 65: BDI Aspecto físico .......................................................................... 319
Tabla 66: BDI Trabajo .................................................................................... 320
Tabla 67: BDI Sueño ...................................................................................... 322
Tabla 68: BDI Cansancio ............................................................................... 324
Tabla 69: BDI Apetito ..................................................................................... 325
Tabla 70: BDI Peso ........................................................................................ 325
Tabla 71: BDI Salud ....................................................................................... 326
Tabla 72: BDI Interés por el sexo ................................................................... 327
Tabla 73: Prueba de Kolmogorov-Smirnov para una muestra ....................... 329
Tabla 74: Valores de depresión...................................................................... 329
Tabla 75: Análisis de regresión ...................................................................... 331
Tabla 76: Prueba U de Mann Whitney con VI dicotómicas ............................ 333
Tabla 77: Prueba de Kuska-Wallis con VI no dicotómicas ............................. 334
Tabla 78: Correlación interna tristeza............................................................. 337
Tabla 79: Correlación interna ánimo .............................................................. 338
Tabla 80: Correlación interna fracaso ............................................................ 339
Tabla 81: Correlación interna Satisfacción..................................................... 339
Tabla 82: Correlación interna Culpabilidad .................................................... 340
Tabla 83: Correlación interna Castigo ............................................................ 341
Tabla 84: Correlación interna Decepción ....................................................... 342
Tabla 85: Correlación interna Autocrítica ....................................................... 342
Tabla 86: Correlación interna Sucidio ............................................................ 343
Tabla 87: Correlación interna Llanto .............................................................. 344
Tabla 88: Correlación interna Irritación .......................................................... 344
Tabla 89: Correlación interna Interés por los demás...................................... 345
Tabla 90: Correlación interna Decisión .......................................................... 346
Tabla 91: Correlación interna Aspecto Físico................................................. 346
Tabla 92: Correlación interna Trabajo ............................................................ 347
Tabla 93: Correlación interna Sueño.............................................................. 348
Tabla 94: Correlación interna Cansanacio ..................................................... 348
Tabla 95: Correlación interna Apetito ............................................................. 349
Tabla 96: Correlación interna Peso ................................................................ 350
520
Tabla 97: Correlación interna Salud ............................................................... 350
Tabla 98: Correlación interna Interés por el sexo........................................... 351
Tabla 99: Estilos recogidos en el COPE ........................................................ 356
Tabla 100: Niveles de depresión de la muestra ............................................. 357
Tabla 101: Estadísticos de contraste ............................................................. 357
Tabla 102: Ejes que estructuran el apoyo ...................................................... 474
521
522
ANEXOS
523
524
Anexo 1: Cuestionario COPE
525
526
Anexo 2: Cuestionario BDI
527
528
529
530
Anexo 3: Guión Entrevista
PREGUNTAS INICIALES:
1.- ¿Cómo conocí el caso?
2.- ¿Con quién me encontré en primer lugar?
LA FAMILIA:
3.- ¿Cómo contó la familia la situación?
4.- ¿Cómo les había afectado la presencia de la enfermedad?
5.- ¿Cómo era la estructura de la familia? ¿Qué cambios se produjeron en ellos?
6.- ¿Cómo les afectó la situación a los hermanos?
7.- ¿Se trabajó el caso de alguna manera con sus hermanos?
8.- ¿Qué apoyos externos tuvieron?
9.- ¿Cómo llevaron el tratamiento y el proceso de enfermedad?
10.- (En caso de curación): ¿Sabes algo de cómo se reajustó la familia tras la
curación del niño?
11.- (En caso de muerte): ¿Cómo vivieron el duelo?
EL NIÑO/A:
12.- ¿El niño/a era consciente de lo que pasaba?
13.- ¿Cómo era su relación con el hospital?
14.- ¿Cómo llevó el tratamiento?
15.- ¿Cómo fue la relación del niño conmigo?
16.- ¿Cómo fue su relación con la escuela?
17.- ¿Qué alteraciones se produjeron en su desarrollo?
18.- (En caso de muerte): ¿Se fue haciendo consciente el niño de que se acercaba su
final? ¿Cómo lo vivió? ¿Qué se le pudo aportar en esos momentos?
EQUIPO MÉDICO:
19.- ¿Cómo fueron las relaciones de la familia con el hospital?
20.- ¿Cómo sucedieron las relaciones entre la familia y el equipo médico?
21.- Desde mi perspectiva, ¿cómo fueron las relaciones del equipo médico en relación
a este caso?
22.- ¿Cómo fueron las relaciones entre el equipo médico y yo en este caso?
531
LA INVESTIGADORA (yo misma):
23.- ¿Cómo fueron las relaciones de la familia conmigo?
24.- ¿Cómo viví este caso a nivel personal? ¿Cómo contaría el proceso seguido desde
que se inició hasta el final?
25.- ¿Por qué fases pasé en mi relación con este niño/a y su familia?
26.- ¿Hubo una implicación personal mía en este caso?, ¿Cómo fue el manejo de la
transferencia y contratransferencia en este caso?
27.- (En caso de curación) ¿Seguí manteniendo algún contacto personal con el niño o
su familia?
28.- (En caso de muerte) ¿Cómo viví su muerte? ¿De qué manera me afectó tanto a
nivel personal como profesional?
532