Sanando Al Nino Interior Herido

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El niño interior

“Tengas la edad que tengas, hay en tu interior un pequeño que necesita amor y
aceptación”

“He llegado por fin a lo que quería ser de mayor: un niño”. Joseph Séller

El concepto de “Niño Interior” es utilizado por la psicología para definir: esa


parte íntima de carencias afectivas que todos tenemos sin cubrir en mayor o
menor medida, esa parte necesitada de amor cuya falta nos llega desde la
infancia, y que es responsable de muchas tendencias autodestructivas y de
insatisfacción en las relaciones personales.

El niño interior es el resultado de las experiencias vividas desde el momento de


la concepción. Dependiendo de lo que ha recibido de los padres y el entorno en el
que se haya desarrollado, el niño interior puede representar una parte dolida,
rencorosa, vengativa (nos produce miedos irracionales, falsas creencias,
obsesiones, culpa, soledad…) o una parte creativa, alegre, bondadosa, que es el
Ser esencial, nuestro ser natural, tal cual somos cuando nacemos, con todos
nuestros talentos y dones, instinto, intuición y emoción.

– Nuestro niño interior es:


– Nuestro auténtico ser, nuestro yo verdadero
– Nuestro potencial divino
– Nuestra parte herida
“Cuando recuperamos nuestra infancia, el amor vence al miedo”. Tom
Robbins

Conectar con el Niño Interior.


“La comunicación y la sanación del Niño Interior son, desde la perspectiva del enfoque y la
metodología de transformación interior que nos transmiten los libros de Louise L. Hay el
proceso esencial de sanación y la clave para el desarrollo de la autoestima en la etapa adulta de
la vida”.

Todos tenemos o hemos tenido heridas emocionales, por ese motivo una parte fundamental
del viaje de sanación tiene que ver con la comunicación y sanación de nuestro Niño Interior
Herido. Con el poder, la experiencia y la capacidad que ahora tenemos podemos aprender a
escucharle, abrazarle, acoger sus sentimientos, educarle y ponerle límites saludables a sus
reacciones y comportamientos. Todo ese proceso forma parte del maravilloso trabajo con el
Niño Interno.

Es importante conectar con nuestro “Niño interior” para sanar sus miedos y conflictos, pero
también para recuperar todo su caudal de ternura y capacidad de amar.

Cuando nos olvidamos, no cuidamos y no atendemos a nuestro niño interior (nuestras


necesidades, emociones, deseos, sueños,…) entramos en conflicto entre nuestros
pensamientos y nuestros sentimientos. Si no se resuelve este conflicto, es decir, cuando
actuamos y seguimos adelante sin tener en cuenta nuestros sentimientos (niño interior) o
actuamos de forma contraria a cómo nos sentimos, no respondiendo a nuestra verdad más
profunda, la de nuestras “entrañas”, entonces nos estamos abandonando a nosotros mismos,
igual que hicieron nuestros padres en nuestra infancia, víctimas de sus propias carencias y falta
de autoestima.

Muchos de nosotros hemos vivido muchos años buscando el amor, la aprobación, la valoración
y el apoyo de otras personas. El Niño Interior Herido busca afuera aquello que más necesitó
recibir durante su infancia: un trato amoroso por parte de los adultos que le rodeaban y que
eran responsables de alimentarle y nutrirle para favorecer su crecimiento físico, psicológico,
emocional y espiritual.

Cuando vivimos desconectados de nuestro Niño Interior creamos confusión interior,


descontento, soledad e infelicidad en nuestras vidas. Nuestro Niño Herido sabotea nuestra
felicidad.

El conectar con nuestro niño interior también es un proceso, un camino, de lo que es el trabajo
de desarrollo personal que todos tenemos que hacer para conectar aquellas partes de nuestra
personalidad individual previamente separadas o divorciadas. Para alcanzar nuestro potencial
hemos de reconectar con nuestro AMOR natural de nacimiento del que nos desconectamos.

Podéis hacer talleres específicos para trabajar con ese niño/a, empezar a conocerle y conectar
con él. En el taller se realizan ejercicios para trabajar la conexión Adulto-Niño. El trabajo con el
grupo es muy enriquecedor porque escuchar la historia de otras personas nos ayuda a
comprender que lo que nos ha pasado a nosotros no es nada raro. A su vez nos permite
compartir nuestras vivencias que pueden coincidir con las de otras personas y sus experiencias
nos pueden aportar una visión diferente a la que teníamos formada. Por otro lado, nos permite
compartir emociones y sensaciones y conocer herramientas que podemos aplicar en nuestro
día a día.

Lo más importante es realizar un trabajo interior de crecimiento personal, de conocimiento de


nosotros mismos, ver lo que nos ha pasado en la infancia, como fue ese niño que llevamos
dentro, como nos comportamos: ¿somos felices en nuestro matrimonio?, ¿necesitamos el amor
de los demás?, ¿necesitamos el reconocimiento de lo que hacemos?, ¿tenemos baja
autoestima?, ¿los miedos nos frenan para seguir adelante?…¿que cosas tenemos que sanar?,
¿cómo fue la relación con nuestros padres?, ¿les hemos perdonado?.

Después de ese análisis, que no es un trabajo de un día para otro, podemos reconciliarnos con
ese niño, pedirle perdón por haberlo tenido abandonado, darle el cariño que necesita,
preguntarle que quiere e integrarle con nuestro Adulto. Se pueden escribir cartas, hablar con
él…lo importante es poner la intención de establecer esa conexión, aceptarle tal y como fue,
abrazarle y darle todo nuestro amor.

En este viaje hacia nuestro interior es fundamental conocer un poco más a nuestros padres,
aceptarles por lo que hicieron y perdonarles en caso de sentir resentimiento o rencor hacia
ellos.

Os animo a que empecéis a conocer a ese pequeño, es un viaje maravilloso a vuestro interior,
muy gratificante, no os vais a arrepentir. Aunque en el camino encontréis cosas que no os
gusten y que tengáis que sanar, merece la pena volver a jugar otra vez, volver a reír y volver a
ser niño.

Podéis sanar todas sus heridas, pero también podéis recuperar su ternura, creatividad,
inocencia y su capacidad de amar.

No os preocupéis si al principio no lográis conectar con él, ha estado demasiado tiempo


olvidado, ir poco a poco, un poquito cada día. Déjale que se exprese, que grite, que llore, que
libere los nudos de tensión, que diga lo que en el pasado no pudo decir. Cuando crees que no
puedes estás viendo el mundo con los antiguos ojos de tu infancia, tu niño está esperando a
que le digas algo diferente, a que le digas que hay otras alternativas. Ahora sabes que tienes
elecciones, dispones de opciones para un nuevo camino. De niño creaste excusas para decirte
que no podías, hoy puedes cambiar y elegir ser tu mejor amigo. El pasado ya paso, hoy puedes
verlo con otros ojos y transmitir a ese pequeño la seguridad y el amor que necesita.

Puedes pintar tu historia con el pincel que tú quieras y puedes poner a ese niño los colores que
tú elijas.

“Volver a ser niños es algo apasionante y las herramientas están en vuestro interior,
aprovecharlas y disfrutar”

El adulto sana al niño interior


 Ser un niño pobre: Es un hecho que soy pobre porque se me da poco. Siento que soy de
segunda o tercera categoría. Mis padres me dan poca dignidad de ser. Solo lo justo para ir
tirando, a veces me miran y me dan algún destello de amor. Estos destellos me ilusionan, mi
esperanza crece y vuelve a caer la desesperanza. Soy leal a la fuente, aunque no salga ni
una gota, espero el agua.
 Ser un niño rico: Mis padres confían en mí, y me dan lo mejor de sí mismos aun con sus
facilidades y dificultades. Me cobijan desde su contacto físico, son mi casa y me acompañan
en mi salida al mundo. Recibo amor porque soy digno de respeto y amor. Soy vida. Me
siento valorado y siento mi valor. Se me nutre por lo que soy no por lo que debería ser.

Existe un niño interior rico o pobre dentro de ti. La cuestión es qué hacer con él. Es importante
asumir de forma plena nuestra responsabilidad, y acogerlo. Al final es nuestro adulto el que debe
tomar y acoger al niño interior, más allá de los padres originales.
El sanar nuestro niño interior nos permite liberarnos de nuestra carga neurótica. Somos hijos del
pasado y padres del futuro.
Dentro de un proceso terapéutico de calidad la persona se apropia de su niño interior, confronta si
es necesario con los padres originales y finalmente toma su vida en sus manos.
Para todo ello es necesario que nos conectemos con nuestro niño interior, que implica conectar con
el dolor original, para poco a poco sanearlo y para que el pasado deje de interferirnos y podamos
vivir de una forma plena.
Muchas personas a veces se resisten a conectar con su niño herido, pero es necesario pasar por el
sufrimiento para poder soltarlo y oxigenarlo.

Las 7 vivencias de John Bradshow para sanar al niño


interior
Según John Bradshaw, para entrar en la herida del niño interior y sanarlo, se transita por 7
vivencias o estados:

1. Confiar: Para que su niño interior herido pueda salir de su aislamiento necesita confiar en
que usted estará allí para él. Esto pasa por no penalizarlo, juzgarlo, o despreciarlo, de
hecho ya sufrió bastante. Necesita de un aliado que le de apoyo para superar el maltrato
sufrido. Esta actitud es la entrada al trabajo.
2. Aceptar. Esta aceptación implica no minimizar su dolor y no justificar a los padres o
racionalizar de qué manera fue avergonzado. El hecho es que su niño fue herido y punto.
Es necesario no poner pomada, maquillaje o anestesia al dolor. Aceptar implica
exponerse a lo que hay.
3. Shock. Al conectar con la herida de tu niño interior es normal que quedes un poco
noqueado. Si eres honesto contigo mismo reconecerás que hay mucho dolor, quizás mucho
más del que te esperabas o imaginabas. Al conectarte al dolor original, todo esto es terrible
para ti, es buena señal, porque el shock es el comienzo del duelo. Es natural que flipes o
entres en shock viendo las dimensiones de la tragedia.
4. La ira. La ira es una respuesta al dolor recibido por los supuestos padres que debían ser
benefactores, pero quienes no fueron así en muchos momentos. Está bien estar enojado
aunque sea irracional, mas allá de las buenas intenciones paternas. Es necesario estar
enojado si quieres tomar y defender a tu Niño Interior Herido. El enfado sano defiende algo
o a alguien. No tienes por qué gritar o insultar (aunque es una legítima posibilidad). Es
saludable sentirse enojado cuando se siente el maltrato. Lo que es, más allá de
intenciones o dificultades paternas. "Sé que mis padres hicieron lo mejor que como adultos
con sus Niños Heridos podían hacer a la vez que soy plenamente consciente de que esto
me hirió profundamente y que ha tenido consecuencias perjudiciales para mí en mi vida, las
cuales algunas perduran y otras son montañas que tuve que escalar con mucho esfuerzo.
Desde esta ira tomo mi fuerza para acabar con la dinámica antigua y no tolerar el abuso que
dominaba mi sistema familiar. Ahora tengo la responsabilidad de sanar y defender la cura de
mi herida".
5. Tristeza. Se entra en el lamento, en la pena por lo que fue y por lo que no fue, por lo que
pudo haber sido y no fue posible. Fuimos víctimas. Aquí se entra en la tristeza por la propia
infancia y por uno mismo. En esta tristeza reconocemos nuestro sufrimiento, y empezamos
a destilarlo. El hielo empieza a deshacerse a base de lágrimas secas o húmedas, internas o
externas. Fuimos víctimas y fuimos traicionados. Después de la ira viene la
tristeza. Lamentamos nuestras necesidades de desarrollo insatisfechas.
6. Remordimiento. Cuando nos afligimos por algo, a veces entramos en preguntarnos qué
podríamos haber hecho de distinto. Esto sucede también cuando alguien se muere, el
remordimiento, aparece con más o menos intensidad, por ejemplo, tal vez nos hubiera
gustado haber pasado más tiempo con la persona fallecida o haberle manifestado quien
sabe qué. En este caso es necesario ayudar a nuestro Niño Interior herido a ver que no
había nada que él pudiera haber hecho diferente para modificar el resultado, su dolor
proviene de lo que le hicieron, no es suyo. Como decía Joan Garriga hace años “eras
demasiado pequeño para tener culpa”. Ríndete, tú eras inocente, la responsabilidad es del
adulto.
7. Soledad. En la herida nos sentimos plenamente solos. Fuimos nosotros los heridos, sin
acompañamiento ni consuelo posible. Esta es una soledad profunda como la de nuestra
herida.

Reflexiones finales para sanar al niño interior


Existe incluso una vergüenza intima por el abandono o el maltrato de nuestros padres, nos
avergonzamos de nuestras heridas, y nos aislamos con ellas. Nos sentimos con poca dignidad de
ser.
Esta es la soledad de nuestro niño interior, la que debe ser abrazada por nuestro adulto para
acabar definitivamente con ella.
Necesitamos estar en ella antes de abrazarla y de poder sanar la herida.
Mantente en ella, ya queda poco para la cicatrización.

"...en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío"


Ernesto Sábato

Para ampliar nuestra conciencia es necesario pasar por nuestro túnel para poder salir de él, y sin
duda nuestra herida infantil nos limita si no trabajamos en ella. A veces es imprescindible
transitar el sufrimiento para salir de él.

El niño interior herido


El niño interior herido: Este es uno de los temas que más pueden llegar a trabajarse
cuando estamos hablando de desarrollo personal y crecimiento en nuestras vidas. Los
conflictos que las personas pueden tener en el presente tienen habitualmente su base en la
historia personal de cada uno de nosotros a lo largo de nuestras vidas. Aquellos patrones
que hemos ido adquiriendo y su uso tienen respuesta en las distintas experiencias que
nos ha tocado vivir.

La importancia de la infancia en niños y niñas

Niñas y niños moldean su personalidad a medida que van creciendo y adaptándose a las
circunstancias que les rodean. Si hubiéramos nacido con un marco referencial distinto
seguramente tendríamos unas actitudes, comportamientos, patrones… muy distintos a los
que tenemos. Las circunstancias por las que atravesamos en edades tempranas modifican
la persona que éramos cuando nacimos y nos hace adaptarnos.
En ocasiones las personas no son conscientes de la mayoría de cosas que suceden
cuando están en esta primera infancia. Es por ello por lo que pensamos que tenemos unas
características que determinan nuestra personalidad desde siempre. Afirmamos que somos
de un modo u otro de manera natural sin darle mayor explicación, cuando lo que realmente
sucede es que todo se ha ido conformando de acuerdo a las distintas situaciones que nos
han rodeado desde nuestro nacimiento (e incluso previamente a este).

El niño interior herido


El niño interior, el que todos y todas tenemos, es nuestra versión más original. Es nuestro
auténtico Yo. El que verdaderamente nos da el potencial humano que nos corresponde.
Del mismo modo, todo lo que nos va sucediendo en esta fase infantil se queda grabado en
nosotros y nosotras y es ahí donde puede crearse la parte de este niño interior que vive
experiencias negativas. Lo que venimos llamando el niño interior herido.
De este modo, debemos pensar que todas las emociones que se asocian a situaciones
determinadas se quedarán grabadas en nosotros. Así, crearán con ellas un patrón que
podremos ir anclando a lo largo de nuestra vida de manera que siempre que se de una
circunstancia determinada vamos a tener esa “sensación” que se creó en su día y
responderemos del modo en el que hemos aprendido.
El niño interior herido puede tener muchas de esas emociones ancladas a experiencias
negativas, reaccionando en la edad adulta del mismo modo que aprendió en su edad
infantil.

También viene cargado de creencias limitantes. Ya he hablado otras veces de este tipo de
creencias y de lo positivo y eficaz que es el trabajo con PNL e hipnosis para poder
cambiarlas por creencias limitantes. Todos esos “yo no sé”, “no soy capaz”, “yo no
puedo…” en gran medida vienen con nosotros y nosotras desde bien pequeños, de la
mano de ese niño interior herido que en su día no supo gestionar de otro modo lo que
sucedía a su alrededor.

Situaciones del pasado que cargamos en nuestro presente


Sabemos que tenemos emociones no resueltas, situaciones inconclusas en nuestra
infancia cuando hay distintas situaciones o temas de los que no podemos hablar bien por
que nos emocionamos, o nos duele. Quizás sentimos rabia, enfado… Y muy posiblemente
no nos acordemos de muchas cosas, pero sí de como nos hacían sentir en aquellos
momentos. Cuando en la edad adulta se den esas situaciones despertará el niño interior
herido y nos hará (por ejemplo) no comportarnos como personas adultas, enfadarnos o
ponernos tristes.
Una de las técnicas terapéuticas que más devuelven la importancia que tuvo a nuestra
infancia y me ayudan a trabajar con ella es la Fotobiografia. Es una técnica fantástica para
trabajar en el acompañamiento de personas en su evolución y desarrollo y poder volver a
aquella etapa de la infancia de la que muchas veces no nos acordamos nítidamente. La
técnica de la Fotobiografía acompañada del resto de trabajo terapéutico es altamente
efectiva.

Nos llena de etiquetas


El niño interior herido puede desarrollar en el adulto distintas situaciones como por
ejemplo inseguridad, reacciones desmedidas ante ciertos acontecimientos, timidez,
nerviosismo, falta de confianza en uno mismo y en todo aquello que puede desarrollar,
creación de dependencia en relaciones de pareja…
En definitiva, cómo somos no es casualidad. Nos hemos ido haciendo a lo largo de
nuestras vidas, y tenemos que tener muy presente que esta primera etapa de la vida de las
personas es muy relevante. Igualmente, como ya he hablado en otros post, en el caso
de niños y niñas altamente sensible, la etapa de la infancia es muy importante y decisiva en
cuanto al desarrollo del rasgo en la edad adulta.
Sanar nuestro niño interior herido es importante por muchos motivos, pero a mi modo de
ver existen dos que son esenciales:
1. Poder ser padres y madres que no transfieran a sus hijos o hijas esa herida interior que
las personas arrastran desde su infancia si no trabajan este aspecto. Criar y cuidar desde
un apego seguro.
2. Poder llevar a cabo todos esos proyectos en los que nos vemos limitados/as por nuestro
niño interior herido. Desde ser capaces de llevar nuevos planes personales adelante o
situarnos mejor en las relaciones personales que queremos llevar a cabo.
Encontrarás muchas más respuestas de las que imaginas en la infancia. Y también, y
sobre todo, podrás reencontrarte con tu niño interior. Ese que todos y todas tenemos
dentro. El auténtico Yo. El cómo somos realmente. El que conecta directamente con
nuestro espíritu y con el que nos sentimos realmente cómodos y conseguimos disfrutar de
la vida. En definitiva, ser Felices. Te invito a buscarlo y a sanar su parte herida.
Cómo sanar al niño interior herido
31/12/2015 Por Virginia de la Iglesia

El niño interior representa nuestra esencia y tiene que ver con cualidades como la inocencia,
pureza y alegría.

Seguro que en alguna ocasión has oído hablar del niño interior o puede que a lo
mejor no tengas ni idea de lo que esto significa.

En este post voy a hacer una aproximación desde mi perspectiva de lo que es el


niño interior; te contaré también como puedes trabajar con él para tu
crecimiento personal.

El niño interior como entidad física no existe, no podemos diseccionarnos y


hallar en algún punto de nuestro físico un niño interior o un mini-yo pequeñito;
más bien se trata de un concepto que reúne las cualidades de nuestra esencia o
ser interior, por lo que simbólicamente el niño interior representa las cualidades
del corazón como son: pureza, espontaneidad, inocencia, fragilidad, amor
incondicional, alegría, entusiasmo, vitalidad…

Cualquier trabajo de desarrollo o crecimiento personal que empecemos se


dirige hacia un mismo fin: amarnos y aceptarnos incondicionalmente.

Así que el trabajo con el niño interior es un trabajo de sanación a través del
corazón.

Desde nuestra fragilidad o vulnerabilidad, de niños pudimos sentirnos sin


recursos y heridos; muchas de esas heridas que no se han sanado continúan
acompañándonos de adultos. Algunas de estas heridas parecen estar muy a flor
de piel y nos hacen reaccionar de forma compulsiva. Cuando reaccionamos de
forma desmedida o incomprensible, no es más que el niño expresando su herida
a través del adulto.

Todas nuestras heridas son infantiles, incluso las que suceden de adultos
vienen a ser una réplica de las que ya nos precedieron.

Cuando queremos reconciliarnos con nuestro clan familiar, es donde este


trabajo con el niño interior, todavía cobra más importancia, porque es el niño
herido y su concepto de un amor idealizado el que nos impide tener una imagen
real de nuestros padres para que de adultos podamos aceptarlos tal y como
son.
Cuando estamos en la crítica o juicios hacia nuestros padres es nuestro niño
herido el que habla por nuestra boca; es nuestro niño herido que no sabía
defenderse pidiendo amor, reconocimiento, comprensión, y atención.

Si nuestro niño interior se siente carente es nuestra responsabilidad de adultos


empezar a satisfacer sus demandas.

El primer paso para sanar el niño herido es reconocer esa parte en nosotros
para después darle protección desde nuestro yo adulto; no sé me ocurre una
metáfora mejor que la de la perrita que cuida de su cachorro o cachorros con
mimo y esmero, el cachorro es frágil y necesita mucho cuidado, atención y
protección, lo mismo sucede con nuestro niño interior.

Formas para trabajar con el niño interior

Aquí tienes dos formas para ponerte en contacto con tu niño interior:

♥ Lleva las manos a tu corazón y desde ahí trae un recuerdo, ya sea del pasado
o del presente que te produzca una agradable sensación; puede ser una
sensación de ligereza, gracia, ternura o diversión.

Puedes ayudarte de algún recuerdo entrañable que te guste recordar. Después


vas a centrarte en las sensaciones que te produce este recuerdo, justo después
trata de expandir esa sensación, ínflala, y cuando sientas que ya has conectado
con tu niño interior, le vas a decir mentalmente o en voz alta:

Bendito niño interior

A partir de ahora te reconozco

A partir de ahora te protejo


A partir de ahora te cuido

A partir de ahora escucho tus demandas

A partir de ahora tengo en cuenta tus necesidades

A partir de ahora ya no estarás solo

♥ Una variante de este ejercicio es utilizar un peluche o muñeco (o en su defecto


una almohada) que simbolice tu niño interior; le vas a poner en tu regazo
diciéndole lo mucho que le quieres, dile cosas bonitas y todo aquello que
consideras necesita oír, trátalo con mucho mimo.

Puedes hacer este ejercicio siempre que quieras o cuando algún día sientas que
una parte importante de ti ha sido vulnerada y tu niño interior te pide
sofocadamente que le reconfortes.

Te animo a que te pongas en contacto con tu niño interior, empezar a mimarlo


es una forma de potenciar el amor por ti mismo porque el niño interior se
encuentra fuertemente vinculado con nuestra autoestima.

Nuestro niño interior o parte infantil sabe intuitivamente que es lo que le sienta
bien a nuestro espíritu, a veces no te va a demandar o susurrar grandes cosas,
si no que más bien te ayudará a recobrar la actitud de disfrute, juego y sencillez
que caracteriza a los niños y que les vuelve tan especiales.

¿Conocías este concepto?

Ejercicio para sanar a nuestro niño interior


Imagina tu etapa de la niñez. ¿Cómo eras con aproximadamente 8 años? Trata de
visualizar cómo eras físicamente y si te cuesta, puedes mirar alguna foto para
refrescarte la memoria y captar todos los máximos detalles posibles.

Ahora haz un ejercicio de visualización e imaginación. Imagínate a ti mismo de


pequeño, en tu habitación solo, ¿qué hacías cuando estabas en tu cuarto a solas?
Imagina aquella etapa de la niñez, ve al pasado y recuerda cada detalle. Qué
muebles había en tu cuarto, de qué colores, a qué jugabas, etc. Cuantos más
detalles reales instales en la imaginación, mejor efecto tendrá el ejercicio.

Ahora imagínate a ti mismo como eres ahora. Imagina que estás entrando a la
habitación que tenías cuando eras pequeño, abres la puerta y ves a un niño
cabizbajo, inseguro. Ese niño eres tú cuando eras pequeño. En la habitación estás
tú, tal y como eres ahora, acompañado por un niño, que es el de la etapa de tu
infancia.

¿Y esto para qué sirve? Para sanarte de las heridas del pasado. Tu persona adulta
puede conversar, acariciar al niño que fue, usando la imaginación.

Acércate a ese niño herido, sensible, temeroso y pregúntale qué le pasa. Ahora
puedes comprenderle, besarle, abrazarle, darle protección, apoyo, amor… Hazlo,
trátate como te hubiera gustado que te trataran en la niñez. Dale cariño y
comprensión, abrázalo fuerte y dile que a partir de ahora estará a salvo, que lo
cuidarás y aceptarás como se merece.

Juega con él, diviértelo, deja que salga su espontaneidad. Sigue imaginando y
visualizando que te llevas a tu niño a donde le apetezca ¿Dónde deseabas ir
cuando eras niño? ¿qué capricho deseabas y no pudiste tener? ¿qué afectos te
faltaron?
Ahora tú le puedes dar lo que desee. Salir y divertiros, y cuando ya tu niño
interior se sienta motivado y alegre, vuelve a la habitación. Déjalo allí a salvo y
despídete de él, diciéndole que cada vez que lo necesite irás a ayudarle, a
comprenderle y a darle amor.

Los efectos de la imaginación

Si has llevado a cabo el ejercicio y has puesto en marcha tu imaginación, te darás


cuenta de que tus partes más inseguras, crueles y temerosas provienen de tu niño
interior. Trata de cuidarlo, quererlo y aceptarlo y notarás mejoría emocional, a la
vez que tu autoestima quedará reforzada.

Los adultos que tienen a su niño interior saludable, no se reprimen cuando les
apetece hacer algo no propio de adultos, como por ejemplo, pasar por un parque
y montarse en un columpio, no les importará que la gente se extrañe.

Los adultos con el niño interior dañado, se reprimen cuando desean hacer cosas
propias de la infancia, desean dar una imagen correcta, seria, de adultos. No se
dan cuenta de que todos los humanos tenemos la necesidad de volver a ser
niños de vez en cuando. Y no es malo, no es inmadurez, sino que están dejando
que su niño interior se divierta.

Los adultos que tienen hijos pueden volver a divertir a su niño interior cuando
juegan con ellos, quién no ha oído aquello de que “al padre le gustan más los
videojuegos que al hijo…”. En cambio, las personas adultas sin hijos, se reprimen
más a la hora de hacer cosas propias de la infancia. Ya no le dan golpes al balón,
ni se ríen de cualquier tontería, es como en la edad adulta ya hay que ser correcto
y todo lo demás es de inmaduros.

LOS 7 PASOS DEL PROCESO DE CURACIÓN DEL NIÑO HERIDO.


Es el Niño Interior que siente pánico, terror, ira o desesperanza, no el
adulto.
De nada sirve intentar comprender de dónde provienen sus sentimientos negativos, cómo se produjo la
herida o por qué pasó, entrar en ello puede llevarnos a la confusión o a inventar una historia que
probablemente no ocurrió.
“Lo que sentimos es nuestra” verdad emocional “ y no tiene necesariamente nada que ver ni con los
hechos ni con ninguna Verdad con” V “mayúscula, especialmente cuando nuestra herida y nuestra
reacción se produjo a una edad que no teníamos herramientas para interpretar racionalmente la realidad,
los hechos o emociones”.
De acuerdo con John Bradshaw, autor de “De vuelta a casa: Recuperación y defensa de su Niño
Interior,” el proceso de curación de su Niño Interior Herido pasa por estos siete pasos (en palabras de
Bradshaw):
 Confíar
Para que su Niño interior herido pueda salir de su escondite debe ser capaz de confiar en que usted
estará allí para él. Su Niño interior también necesita un aliado que le de apoyo para superar su
abandono, la negligencia, el abuso y el enredo sufrido. Esos son los primeros elementos esenciales del
dolor original.
 Aceptar
Si usted todavía está inclinado a minimizar y / o racionalización de que manera fue avergonzado,
ignorado necesita ahora a aceptar simplemente el hecho de que estas cosas realmente le hirieron. Sus
padres no estaban mal, sus Niños también estaban heridos simplemente.
 Shock
Si todo esto es terrible para ti, eso es genial, porque el shock es el comienzo del duelo. Después del
shock viene la depresión y la negación a continuación.
 La ira
Está bien estar enojado, incluso si lo que le hicieron no fue con intención de herir. De hecho, tienes que
estar enojado si quieres sanar tu Niño Interior Herido. No significa que tengas que gritar y gritar (aunque
es posible). Es normal sentirse enojado cuando se siente el maltrato. Sé que mis padres hicieron lo
mejor que como adultos con sus Niños Heridos podían hacer.
Pero también soy consciente de que esto me hirió profundamente y que ha tenido consecuencias
perjudiciales para mí en mi vida. Lo que esto significa es que ahora tengo la responsabilidad detener lo
que estoy haciéndome a mí mismo y a los demás. No voy a tolerar la disfunción absoluta y el abuso que
dominaba mi sistema familiar.
 Tristeza
Después de la ira viene la tristeza. Si fueron víctimas, debemos lamentar la traición. También debemos
lamentar lo que podría haber sido nuestros sueños y aspiraciones. Debemos lamentar nuestras
necesidades de desarrollo insatisfechas.
 Remordimiento
Cuando nos afligimos por alguien que ha muerto, el remordimiento a veces es intenso, por ejemplo, tal
vez nos hubiera gustado haber pasado más tiempo con la persona fallecida. Sin embargo, en duelo del
abandono de la infancia, debemos ayudar a su Niño Interior herido a ver que no había nada que él
pudiera haber hecho diferente, que su dolor proviene de lo que pasó con él, no es de él.
 Soledad
Los sentimientos más profundos de dolor son la vergüenza tóxica y la soledad. Estábamos
avergonzados por el abandono de nuestros padres. Nos sentimos mal, como si estuviéramos
contaminados o infectados. Y esa vergüenza conduce a la soledad. Dado que nuestro Niño Interior se
siente deficiente y defectuoso, tiene que ocultar su verdadero yo con una adaptación falsa. Después se
identifica a sí mismo con su falso yo. Su verdadero yo se queda solo y aislado.
Esta última capa de sentimientos dolorosos es la parte más difícil del proceso de duelo. Es difícil
mantenerse en ese nivel de la vergüenza y la soledad, pero a medida que entramos en estos
sentimientos, podemos superarlos. Nos encontramos con el Niño que ha estado en la clandestinidad. Al
abrazar nuestra vergüenza y soledad, comenzamos a tocar nuestro verdadero ser.
Cómo sanar a tu niño interior herido
El niño interior herido está presente dentro de nuestro cuerpo físico. Es una parte que habita en todos nosotros
y está para recordarnos qué la autenticidad, la alegría y el disfrute forman parte de nuestra vida. ¿Qué pasa por
eso cuando estás tres palabras no están presentes en nuestro día a día? ¿Cuándo la tristeza, la desesperación y
la rabia se hacen presentes? Entonces estamos hablando de que nuestro niño interior está herido y se está
expresando cada vez que le recuerdan situaciones que vivió en la infancia.

¿Qué significa el niño interior?


El niño interior es una bonita metáfora para definir nuestra esencia, aquella parte dentro nuestro que es
frescura, vive en el presente y tiene capacidad de disfrutar de las pequeños instantes de la vida
cotidiana. Gracias a nuestro niño interior, podemos sentir emociones, conectarnos con nuestra
ingenuidad y ser amorosos con nosotros mismos y con los demás.

Podemos encontrar mínimo dos tipos de niño interior: Un niño interior herido y otro más sano. Ambos
pueden convivir dentro de nosotros, en función de las experiencias que vamos viviendo en el presente más
inmediato. Conocer las diferentes partes de nosotros mismos es imprescindible para poder conectar con estos
dos

El niño interior herido tuvo que crecer antes de


tiempo
El niño interior herido ha sufrido en su infancia de tal manera que hace que ahora todavía pueda sentir las
emociones de: miedo, enfado o tristeza. Estas emociones no le dejan ser espontáneo, ni estar tranquilo
disfrutando del simple hecho de ser niño. Es posible, que el niño herido haya crecido demasiado rápido.
Dejando de hacer actividades propias de su edad como jugar o aprender. En vez de eso, puede ser que haya
tenido que cuidar emocionalmente, por ejemplo, de un hermano o de sus padres.

Además, este niño herido puede haber padecido traumas emocionales que le hayan hecho convertirse en
un hombrecito o mujercita demasiado pronto. Cuando aún no le tocaba por edad ni madurez. Por ejemplo,
se puede haber sentido excluido o poco querido en su familia, o puede haber sufrido bullying en su colegio.
Este niño interior está necesitado de afecto y de amor que nunca recibió.

El niño interior necesita amor y sólo tú se lo


puedes dar
Este niño interior herido necesita mucho amor, sentir que pertenece a una família y poder permitirse ser sólo
un niño. El problema es que sin quererlo y por lealtad familiar ha asumido una carga emocional muy fuerte del
que no se puede desprender todavía. Es por eso que, aún está esperando que alguien le ame, le reconozca y
le quiera. Pero ese alguien nunca llega.
"Cada niño es un artista. El problema es cómo seguir siendo artista una vez que crezca"
-Pablo Picasso-
Intenta cambiar lo que vivió y se da contra una pared cada vez que intenta que sea diferente. Como adultos que
somos ahora, nos toca ayudar a este niño interior a que pueda aceptar los traumas emocionales que fueron
dolorosos y así soltar esa mochila emocional que aún arrastra. Si como adultos maduros que somos podemos
hacernos cargo de este niño, él ya no se sentirá desamparado ni solo. Sino que podrá volver a sentir alegría
y espontaneidad de nuevo.

Cómo sanar el niño interior herido


Vamos a concretar diferentes acciones que podemos hacer para sanar a nuestro niño interior herido:

 Visualizarlo e imaginarlo con frecuencia: La imaginación y la visualización son recursos


geniales para poder acceder a tu niño interior. No hace falta volver al pasado, ni tener una máquina del
tiempo. Con solo cerrar los ojos basta para sentir una conexión emocional con ese niño que un día fuimos.

 Hablarle y empatizar con lo que sufrió: Este niño herido necesita sentirse comprendido,
visto y escuchado por nosotros. Mostrándole nuestro cariño con caricias verbales y descubriremos qué
efecto tienen nuestras palabras en él.

 Abrazarle mentalmente y darle todo el amor que podamos: Nunca es tarde para
tener una infancia feliz y por tanto, nunca es tarde para que este niño reciba todo el cariño que no tuvo en
el pasado. Ahora es nuestra misión transmitirselo.

 Realizar actividades que te ayuden a conectar con ese niño sano: Actividades
como: Bailar, teatro, o un deporte divertido pueden ser ejemplo de aficiones que nos hagan disfrutar a
partir de ahora.

 Pasar tiempo con niños para inspirarte en su frescura alegría: Si tenemos hijos,
éstos son geniales para poder contagiarnos su felicidad. Sino también sirven: sobrinos, hijos de amigos, o
algún voluntariado con niños para poder recuperar nuestra frescura.

 Dedicarte tiempo para cuidar de ti: No olvidemos el autocuidado, ya que, es una manera
también, de sanar a este niño herido que de alguna manera o de otra todos llevamos dentro. Cuanto más
mimos y tiempo de calidad pasemos con nosotros mismos mejor. Más fácil será ir sanando las heridas
emocionales de la infancia que nos pueden haber dejado huella.

Cómo recuperar al niño interior sano


El niño interior sano tiene alegría en su rostro, está contento de poder contar con alguien que le escuche, que le
proteja y que le quiera tal y como es. Ya no necesita buscar el cariño y el amor en sus padres ya que eso no
siempre es posible. Ahora puede encontrar ese reconocimiento en nosotros como adultos amorosos que
podemos llegar a ser. El niño, cuando ha recuperado su capacidad creativa y de juego es capaz de saltar, correr
y sonreír sin máscara ninguna.

Sólo necesita ser, vivir y experimentar para ir aprendiendo cómo gestionar las emociones que va sintiendo
internamente. Cómo adultos, nuestra labor es ayudar a este niño interno a que descubra lo maravilloso que es.
Sanar sus heridas por lo tanto pasa por abrazarle, tener empatía y aceptación hacia lo que vivió el niño herido.
De esta manera podrá convertirse en un niño sano y alegre con muchas experiencias para vivir plenamente.

Nuestro niño interior es nuestro “yo” en estado puro. Imaginemos ese niño
espontáneo, inocente, con miedos y angustias y que refleja naturalidad; ese es nuestro
niño interior.

Todos llevamos dentro el niño que un día fuimos y es él quién nos proporciona el
equilibrio entre la parte lógica y racional, y esa otra más libre, pura y alocada.

En este artículo te enseñaremos técnicas para la sanación de ese niño que grita en
silencio y que hoy por fin obtendrá atención.

Escucha las meditaciones te llevarán al siguiente nivel de sanación.

Y es uno de los puntos a tener en cuenta en nuestra vida y de donde podremos activar
la sanación emocional.

Sanando mi niño interior, el niño herido


Nuestro niño interior lo constituyen los sentimientos que se formaron durante nuestra
infancia, a través de las vivencias, tanto positivas como negativas, y que aún
continúan dentro de nosotros.
Con el paso del tiempo crecemos, y ese niño se va escondiendo y reprimiendo en lo
más recóndito de nuestro ser, ya que crecer no sólo conlleva acumular años, también
significa madurar, y madurar significa tener que abandonar esa parte infantil.

Aún así, de vez en cuando, nuestro niño interno se asoma y nos recuerda ciertos
aspectos que deberíamos de tener en cuenta:

• Nos recuerda que no tenemos que dar tanta transcendencia a las cosas, que
restemos importancia a los problemas, y que paseemos nuestra libertad.

• Nos pide que lo quieras y lo mimes, demanda amor, ser abrazado y convertirse
en el punto de atención de tu vida, es decir, la autoestima.

• Demanda que no seamos tan exigentes y perfeccionistas, que nos fijemos en


las cosas sencillas de alrededor. Que no perdamos la ilusión por la vida y menos por
nosotros mismos. Quiere que seas natural y un poco alocado.

Es de vital importancia trabajar con nuestro niño interior, ya que puede colaborar a que
nos desarrollemos en plenitud, ¿cómo?

Facilitándonos la identificación de esos patrones destructivos que interfieren en nuestra


vida, ofreciéndonos pautas para conseguir comprender y aceptar aquello que
nos lastimó en nuestra infancia y que aún permanece en nuestro interior y
ayudándonos a poner un punto y final y cerrar esas viejas heridas que nos producen
sentimientos negativos.

Conseguir fundir un niño interior sano y tu “yo” adulto, da paso a un ser único, natural,
coherente en cuanto a la aceptación y ternura, es decir, da paso al equilibrio y paz
mental.
Mi niño interior, ¿está sano o herido?
Es posible que durante la infancia hayamos tenido algún trauma o herida emocional que
no se curó en su momento, y, que esto provoque que crezcamos con aprensiones,
miedos e inseguridades.

Entonces, ¿cómo puedo sanar mi niño interior?

Revivir el dolor que producen ciertos recuerdos puede ser un proceso violento, pero
aunque encontrarte cara a cara con lo que te está molestando de tu ayer sea duro, no
abandones, porque ya verás que merece la pena enfrentarte a ese dolor.

En el momento que aprecies que sientes rencor, odio o tristeza de forma reiterada, o
que te veas que no sabes relajarte ni consigues manejar el estrés, o te realices auto
sabotajes llegándote a aislar por no sentirte lo suficientemente
bueno, seguramente está dañado, es aquí cuando debes sanar tu niño interior.

En contra, aquel que puede vivir con lo mínimo, y entiende el valor de dar sin recibir,
que regala sonrisas sin ningún motivo, sino porque sí, porque entiende que la vida lo
merece; se dice sigue manteniendo ese condón umbilical con su niño interior.

Esta puede ser sin lugar a duda una experiencia tan positiva que será capaz de curar
muchas brechas emocionales y fortalecer nuestra autoestima.

Sanando el niño interno ejercicios


La terapia del niño interior está muy vinculada con la psicología de la energía. Desde
un punto de vista energético, es la conexión entre el plano más material o físico y el
plano más profundo o espiritual.

El hogar no podría ser otro que nuestro corazón, desde donde puede experimentar
ese amor y ternura que demanda.
Sanación del niño interior:

Viaja hasta tu niñez, reflexiona y obtén cada detalle de tu etapa infantil, cómo eras,
cómo era tu habitación, rebusca en tu interior y encuentra a ese niño que
fuiste. Cuanto más real consigas que sea esa imagen, más eficaz resultará el ejercicio.

El hoponopono es una gran técnica que nos ayudará a este encuentro interior.

Ahora que tienes bien definida la imagen de tu niño interior (que eres tu mismo cuando
eras chiquitin), jugando en tu habitación; imagina que entra en la habitación tu “yo”
actual y te encuentras con ese niño.

¿Qué ves? ¿Es un niño cabizbajo e inseguro? ¿Ves esa herida emocional? Si lo ves, acéptale y
perdónale

 Seguro que empiezas a sentirle más. Ahora es momento de establecer


un diálogo con ese niño, acariciarlo, hazte amigo, crea una conexión
fuerte con él y pregúntale qué necesita para ser feliz. Intenta
comprenderle y dale tu protección.

 Trátalo como te hubiese gustado que te tratasen cuando eras niño.


Gánate su confianza y dile que esté tranquilo, que a partir de ahora, tú
vas a cuidar de él y que juntos vais a avanzar en nuevas ilusiones.

 Juega con él, sigue dándole confianza, llévatelo a donde te gustaría


que te hubiesen llevado de niño, dale ese caprichito que tú no pudiste
tener.

 Recuerda que ahora tú puedes darle lo que desee, divertiros juntos; así
cuando ese niño vuelva a su habitación, volverá satisfecho, y ese niño
pensativo que encontraste la primera vez que abriste esa habitación,
se habrá convertido en un niño feliz.
 Despídete de él y dile que cada vez que necesite de ti, no dude en
pedirte ayuda, que estarás totalmente disponible para él.

El ejercicio acaba aquí, ¿Qué es lo que has vivido?

Seguramente te has dado cuenta que todos los patrones destructores, como las
inseguridades, miedos, etc, vienen de tu niño interior.

En ocasiones este viaje al pasado puede ser doloroso e incluso desgarrador, ya que
hurga en una herida sin cerrarse.

Pero una vez sanadas esas heridas, lo único que quedará es la cicatriz que te recordará
que algo nos hizo daño, pero que ya no nos duele.

Conclusión:

Protege y quiere a tu niño interior; cuidarlo es de vital importancia para la mejora


de nuestra parte emocional y para mantener una autoestima equilibrada.

Sanar al niño herido es un ejercicio de autodescubrimiento de nuestra vida y su


sentido, donde viajas en el tiempo hasta tu niñez, descubres que emociones o hechos
negativos no fuiste capaz de sanar en el momento y te mantienen atado/a a ese dolor.

Solo cuando liberamos ese dolor, aceptamos lo que sucedió y ayudamos así a nuestro
niño interior a sanar.

Tu niño interior te está esperando.

No hay nada más saludable que dejar que tu niño sea espontáneo.

Abrázalo, cógelo bien fuerte de la mano y no permitas que nada ni nadie lo


lastime.

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