Drogas en La Sociedad
Drogas en La Sociedad
Drogas en La Sociedad
Consecuencias sociales.
Consecuencias micro sociales: Están referidas a las relaciones del
consumidor con su entorno inmediato como son la familia, la escuela, el trabajo
y los amigos. Las más comunes son la pérdida de su grupo de referencia y
pertenencia, el consumidor cambia el grupo habitual de amigos por otro en el
que se consume drogas, posteriormente cuando el consumidor se hace adicto
o dependiente de las drogas, generalmente se aísla y se auto margina. El
consumidor en la medida que evoluciona hacia la adicción o dependencia,
comienza a incurrir en conductas antisociales y delictivas para poder adquirir la
droga. Por otra parte, su vida familiar se altera porque ya no responde a sus
expectativas ni a sus roles familiares, tiende a pasar menos tiempo con sus
padres y familiares, y comienza a pasar la noche en otros lugares. La familia es
víctima del consumidor de drogas. Otra consecuencia micro social es la
disminución de su rendimiento escolar porque baja el nivel de su motivación,
los procesos de atención y memoria se ven afectados, se producen faltas
permanentes e injustificadas que derivan finalmente en la deserción escolar o
repetición del curso. Las consecuencias del consumo también se producen en
el ámbito laboral, el consumidor muestra bajos niveles de desempeño laboral,
ausentismo del trabajo y accidentes en su desempeño, lo que inevitablemente
conduce al abandono o despido de la fuente laboral.
Consecuencias macrosociales: Corresponden a un entorno más amplio
relacionados con aspectos socioeconómicos, políticos y culturales. Las
consecuencias del consumo de drogas impactan de diversas formas e
intensidades en la sociedad, como por ejemplo, la generación de conductas
antisociales, actividades delincuenciales organizadas derivadas del tráfico de
drogas (robos, saqueos, secuestros, homicidios, etc.) que conllevan al
incremento de la inseguridad ciudadana, la corrupción, el lavado de dinero y
otros actos delictivos. Dichos actos ilegales significan un riesgo para la
democracia y la estabilidad de los Estados. Otra consecuencia macrosocial del
consumo de drogas es la incidencia en la elevación de gastos para servicios de
salud, tratamiento, rehabilitación y reinserción social de las personas en
situación de dependencia o adicción.
MODELOS DE PREVENCIÓN
A lo largo del tiempo se han diseñado y aplicado diversos modelos de
intervención para prevenir el uso indebido de drogas, siendo “la principal
diferencia entre ellos el grado de relevancia que otorgan a cada uno de los
elementos interactuantes: droga- sujeto-contexto, desprendiéndose por tanto
medidas sociales preventivas, legislativas, etc., de muy diversa índole en
función del enfoque predominante en el momento y la coyuntura política”.
Toda intervención está enmarcada en algún punto de partida, implícito o
explícito, desde el cual se explica un proceso social o educativo y se proponen
estrategias concretas de prevención.
Existen diversos modelos que explican e interpretan las conductas de consumo
de drogas y a partir de ellas, se construyen las intervenciones concretas en
prevención.
A continuación, se describen cronológicamente cinco modelos de prevención
que, si bien fueron propuestos e implementados en un determinado momento,
actualmente coexisten todos, dado que cada nuevo modelo de prevención
propuesto no ha implicado la desaparición de su antecesor.
1. Modelo ético jurídico:
Se enfoca en el estatus jurídico legal de la droga y del consumo. Dirige
sus esfuerzos especialmente a las drogas ilícitas como la marihuana,
inhalables y otras. Las drogas lícitas como el alcohol y el tabaco no son
de su competencia.
Este modelo se fundamenta en que las drogas ilícitas son en sí mismas
las causantes de la dependencia/adicción. Supone que la droga es mala
y que el individuo es la víctima, quien debe ser protegido a través de
medidas jurídicas.
En este sentido, los agentes de la prevención son jueces, fiscales,
policías y otros profesionales vinculados a las leyes. Este modelo se
relaciona con los estereotipos sociales de: “droga - delincuencia”, “droga
- droga ilícita” y “prevención –información”, asocia información con
educación.
2. Modelo médico-sanitario:
Prioriza a la droga y sus efectos sobre la salud física de los individuos.
No distingue entre drogas lícitas o ilícitas, por lo que abarca todas las
drogas como el alcohol, tabaco, cafeína, marihuana, cocaína, etc. El
consumo de drogas es tratado como una enfermedad contagiosa y
agresiva, como un virus activo del cual el individuo debe ser protegido
con medidas de salud pública o tipo sanitario.
Este modelo de prevención parte del supuesto de que el uso indebido de
drogas responde a una falta de información y conocimientos acerca de
los riesgos y consecuencias que conllevan. Por tanto, los individuos muy
informados no consumirían las drogas por temor a las enfermedades
que producen. Asocia información con cambio de actitud y de
comportamiento.
Sus estrategias están orientadas a mantener a los consumidores
alejados de los que no consumen drogas por temor a un “contagio”. En
otras palabras, el problema del consumo de drogas debe prevenirse y
tratarse como un problema médico y de salud pública.
3. Modelo Psicosocial:
Prioriza al individuo, aunque reconoce la “infinita complejidad de cada
ser humano” y la influencia determinante de los factores psicológicos y
del medio circundante. Este modelo de prevención se fundamenta en
que el consumo de drogas es una forma de comportamiento humano, y
que la droga facilita satisfacer determinadas necesidades personales y/o
sociales.
En este sentido, el individuo dependiente/ adicto de drogas
(drogodependiente) es considerado como una persona con problemas
de adaptación, maduración o conducta. Por ello, el consumo de drogas
no se explica solo por la existencia de ciertas drogas, sino por el
significado y funcionalidad que éstas tienen para una determinada
persona, con sus particularidades individuales y en un determinado
contexto sociocultural.
Es importante observar que a partir de este modelo psicosocial el ser
humano está considerado como un “ser decisorio”, es decir, que la
determinación de consumir o no consumir drogas está relacionado
íntegramente a los valores, motivaciones, intereses y habilidades que
tenga para tomar decisiones.
4. Modelo Sociocultural:
Este modelo de prevención se fundamenta en el análisis de las
condiciones socioeconómicas y culturales en que se desenvuelven las
personas. Va más allá de las propiedades farmacológicas y de los
factores psicosociales. Sobre todo, se basa en que las desigualdades
económicas, la carencia de servicios básicos, la discriminación, la
marginación y el desempleo o subempleo entre otros problemas
sociales, tienden a derivar en comportamientos problemáticos como la
violencia, el consumo de drogas, la desestructuración familiar, el
abandono escolar, etc.
Sus estrategias de acción están orientadas a modificar las condiciones
estructurales que favorecen la aparición de comportamientos
destructivos. Propone intervenciones de orden político, social y
económico que modifiquen las instituciones y en especial el sistema
educativo y sanitario.
Actualmente, desde esta perspectiva, se está trabajando con los
aspectos sociales del enfoque de riesgo que estudia los factores de
riesgo y los factores de protección frente al uso indebido de drogas
lícitas o ilícitas.
5. Modelo integral:
Este modelo de prevención prioriza los aspectos individuales y micro
sociales a través de estrategias de intervención de concienciación,
capacitación y movilización de las personas, la familia y su entorno
contra el consumo de drogas; mientras que los aspectos macrosociales
los aborda a partir de la sensibilización y concienciación de la
comunidad, para que ésta cree mecanismos de control y cohesión
social.
Recupera los mejores principios y experiencias de los cuatro anteriores
modelos de prevención, y brinda información de acuerdo a las
necesidades de la población solicitante o demandante. Dirige gran parte
de sus esfuerzos al desarrollo de habilidades sociales e individuales, y
busca comprometer a la comunidad para hacer sostenible las acciones
de prevención, y que la comunidad al mismo tiempo se preocupe por
brindar oportunidades para el buen uso del tiempo libre y las actividades
socioculturales.
Un ámbito preferencial de intervención de este modelo integral de
prevención del uso indebido de drogas es la escuela, a través de la cual
convoca tanto a la familia como a la comunidad. Por lo que, la
información sobre drogas debe ser adecuada a la edad y nivel de
conocimientos de estudiantes, docentes, padres de familia y vecinos de
la comunidad; la información debe ser veraz, creíble y actualizada, debe
resaltar los aspectos positivos del no consumo y los aspectos negativos
del consumo de drogas.
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