Pleno Sobre Pluralismo Jurídico
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Sentencia 154/2021
EXP. N.° 03158-2018-PA/TC
CUSCO
FRANCISCO ROJAS CONDEMAYTA
Y OTROS
RAZÓN DE RELATORÍA
SS.
LEDESMA NARVÁEZ
FERRERO COSTA
MIRANDA CANALES
BLUME FORTINI
RAMOS NÚÑEZ
SARDÓN DE TABOADA
ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA
EXP. N.° 03158-2018-PA/TC
CUSCO
FRANCISCO ROJAS CONDEMAYTA Y
OTROS
En Lima, a los 21 días del mes de enero de 2021, el Pleno del Tribunal
Constitucional, integrado por los magistrados Ledesma Narváez, Miranda Canales,
Blume Fortini, Ramos Núñez, Sardón de Taboada y Espinosa-Saldaña Barrera, pronuncia
la siguiente sentencia, con el fundamento de voto del magistrado Ramos Núñez, y con los
votos singulares de los magistrados Blume Fortini y Sardón de Taboada, que se agregan.
Se deja constancia que el magistrado Ferrero Costa votará en fecha posterior.
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por los abogados don Juan Carlos
Ruiz Molleda, doña Maritza Quispe Mamani y don José Ramiro Llatas Pérez a favor de
don Blas Antezana Tapara, don Francisco Rojas Condemayta y otros contra la resolución
de fojas 128, de fecha 9 de julio de 2018, expedida por la Sala Civil de la Corte Superior
de Justicia de Cusco que, confirmando la apelada, declaró improcedente la demanda de
autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 3 de abril de 2018, don Ceferino Suclli Huamán, don José Phari Rivas,
don Blas Guido Antezana Tapara (director de Debates), don Wilbert Grimaldo Sanga
Condemayta, don Julián Huamán Quispe (director de Disciplina), don Francisco Rojas
Condemayta y don Erasmo Apaza Quispe (presidente de la Central de rondas campesinas
de Marcapata), interponen demanda de amparo en contra de: (i) Ruddy Sandra Villagra
Gonzales, fiscal provincial de la Segunda Fiscalía Provincial Penal de Quispicanchi, que
emitió requerimiento acusatorio de fecha 27 de marzo de 2017 (f. 51); (ii) Roger Jiménez
Luna, juez del Primer Juzgado de Investigación Preparatoria de Quispicanchi, que expidió
la Resolución 2, de fecha 5 de junio de 2017 (f. 70), a través de la cual declaró la validez
formal y sustancial de la acusación escrita presentada por la Segunda Fiscalía Provincial
Penal de Quispicanchi y también emitió la Resolución 4, de fecha 5 de junio de 2017 (f.
72), mediante la cual dictó el auto de enjuiciamiento; y de (iii) Jorge Pareja Quispe, juez
del Primer Juzgado Penal Unipersonal de Quispicanchi que tiene a su cargo el desarrollo
del juicio oral del proceso penal –signado con el Expediente 00105-2016-88-1014-JR-
PE-01– que se les viene siguiendo por la presunta comisión del delito de coacción.
Refieren que, con fecha 7 de junio de 2015, don Wilbert Grimaldo Sanga
Condemayta solicitó a don Francisco Rojas Condemayta que, en su condición de
presidente de la Ronda Campesina de la Comunidad de Ccollana, realice una
investigación sobre el fallecimiento de su hermano, denunciando como supuestos autores
a los comuneros don Máximo Quispe Rojas, don Diómedes Quispe Bedoya, don Teodoro
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Dimas Quispe Champi y don Policarpo Paulino Quispe Champi. Indican que, con fecha
20 de junio de 2015, se llevó a cabo una asamblea en la que se acordó interrogar a los
denunciados y convocar a un encuentro interdistrital de rondas del distrito de Marcapata,
dada la complejidad del caso. Por su parte, el 22 de junio de 2015, los denunciados don
Diómedes Quispe Bedoya y su hijo don Teodoro Dimas Quispe Champi, sintiéndose
amenazados en sus derechos por haber sido citados a declarar ante la asamblea, los
denunciaron ante la Fiscalía de Prevención del Delito de Quispicanchi por la comisión
del delito de coacción, solicitando que se impida la realización de la asamblea. Por ello,
mediante Disposición Fiscal 01-2015 (f. 10), de fecha 25 de junio de 2015 (Caso 406-
2015 Prevención), la Fiscalía Provincial Civil, de Familia y Prevención dispuso abrir
investigación preliminar a nivel policial por los hechos denunciados y le recomendó a
don Francisco Rojas Condemayta y a don Wilbert Grimaldo Sanga Condemayta que se
abstengan de incurrir en actos vedados por la ley en agravio de los denunciantes;
materializándose así el primer acto de interferencia de la justicia ordinaria en la justicia
comunal.
FUNDAMENTOS
3. Antes de ingresar a dilucidar el fondo del asunto, es necesario que este Tribunal se
cerciore si los recurrentes han cumplido o no con satisfacer las condiciones de la
acción a las que está sujeto el proceso de amparo. Esas condiciones de la acción
están reguladas, esencialmente, en el artículo 5 del Código Procesal Constitucional,
y tratándose del cuestionamiento de una resolución judicial, el análisis también
comprende a lo previsto por el artículo 4 del mismo cuerpo de leyes.
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6. No hay, pues, asunto que pueda ser calificado como carente de relevancia
constitucional, tal como ha sido señalado por las instancias o grados inferiores que
han conocido de este proceso. Y puesto que no existe justificación suficiente en la
decisión de haber rechazado liminarmente la demanda y su confirmatoria, este
Tribunal debería así decretarlo, así como, sobre la base de sus facultades
nulificantes establecidas en el artículo 20 del Código Procesal Constitucional,
declarar la nulidad de todo lo actuado, ordenar que se admita a trámite la demanda
y disponer que se siga con el curso procesal que corresponda.
antecede a la decisión.
10. Corresponde, por tanto, emitir un pronunciamiento sobre el fondo, o, dicho con
otros términos, acerca del sentido y contenido.
13. Este Tribunal Constitucional considera que en la formulación del referido artículo
149 subyacen algunos problemas de comprensión los cuales debe enfrentarse su
significado.
14. Uno de ellos está referido al límite que representan los derechos fundamentales al
ejercicio autónomo de la jurisdicción indígena. En tal sentido, es necesario precisar
cuál es el significado de los derechos fundamentales frente a una jurisdicción
especial, como es la indígena, que obedece a un patrón cultural diferente del cual
provienen los derechos fundamentales. Otro tema que requiere abordarse en torno
al significado del artículo 149 guarda relación con el rol que ejercen las rondas
campesinas en el ámbito de la jurisdicción indígena. Con lo cual, cabe plantear las
precisiones que constitucionalmente corresponda al respecto, más aún, porque en
el amparo bajo análisis, son autoridades ronderas quienes promovieron la demanda
al considerar que su autonomía jurisdiccional se ha visto afectada. Y, finalmente,
sobre la ley de coordinación entre la jurisdicción ordinaria y la indígena, tenemos
que, no obstante que su aprobación es una tarea que recae en el legislador conforme
ordenó el constituyente de 1993, también es una temática que exige algún
pronunciamiento de parte de este Tribunal, en el desempeño de sus tareas de
concretización del Derecho y los derechos.
15. Cuando se alude al pluralismo como uno de los principios fundamentales del Estado
constitucional, se hace referencia a este en un sentido prescriptivo. En otras
palabras, se trata de un principio normativo cuyo reconocimiento dentro del sistema
jurídico es del más alto rango y, por ende, puede ser exigido incluso judicialmente;
pero, también se le alude a él en un sentido descriptivo, porque su significado
expresa y abarca la diversidad (política, económica, ideológica, religiosa, social,
cultural) inserta en las sociedades actuales, diversidad que constituye un rasgo
característico que las define.
tiene como contenido también el del respeto a las diferencias1, tanto personales
como comunitarias. De esta manera, el Estado reconoce a cada persona la facultad
que tiene para trazar y llevar a cabo su proyecto de vida a partir de sus visiones
individuales sobre la justicia o la vida buena, y respeta, asimismo, las identidades
culturales y cosmovisiones de las diversas comunidades originarias, siempre en el
marco de la Constitución. En otras palabras, la Carta fundamental prescribe la
obligación de respetar y garantizar la igualdad en la diversidad, es decir, el igual
respeto a pesar de (o, mejor aún, debido a) las diferencias; reconocimiento y
protección que, ciertamente, opera sobre todo a favor de los grupos minoritarios
frente a las mayorías. En palabras de Luigi Ferrajoli2:
20. En este orden de ideas, y por mandato del propio poder constituyente, el que se haya
reconocido y garantizado la existencia del pluralismo jurídico revela que en nuestro
país la producción del Derecho no es monopolio del Estado, sino que diferentes
grupos culturales existentes tienen competencia para establecer normas dirigidas a
regular las conductas de sus integrantes, y que estas, desde luego, pueden partir de
las particulares cosmovisiones y principios normativos de dichas comunidades.
22. Sobre este asunto ya ha tenido ocasión de pronunciarse este Tribunal Constitucional
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26. Lo que debe quedar claro que los grupos minoritarios que forman parte de un Estado
Constitucional, si bien es cierto pueden no compartir plenamente la cosmovisión o
las concepciones de justicia mayoritaria, aquello no impide que, en el marco de la
diversidad, tengan que sentirse identificados con los derechos fundamentales
recogidos en la Constitución. De ahí que, a fin de conciliar esta situación, es decir,
de mantener unida y a una sociedad plural en torno a la ley fundamental, es
necesario que los derechos fundamentales recogidos en ella, cuya titularidad
corresponde a todas las personas sin distinción, sean considerados como acuerdos
iniciales de moralidad, donde la configuración de su contenido no está finalizada y
es permeable a las exigencias de una realidad plural.
27. Y es que solo una Constitución consciente de que la diversidad como hecho forma
parte de la realidad social que ordena, garantiza la promoción de una concepción de
los derechos fundamentales como acuerdos iniciales y no acabados, receptivos de
distintas pretensiones de moralidad para incorporarlas a su contenido normativo. Y
esto es posible porque en un Estado constitucional, promotor de una Constitución
viviente (cfr. STC 00048-2004-AI/TC, fundamento 10), no hay cabida para
atribuirle un sentido absoluto y, sobre todo, estático a los derechos fundamentales.
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28. Como ha sido indicado ya, y con base en el artículo 149 de la Constitución, se
establece como límite para la justicia comunal o indígena a los derechos
fundamentales. Ciertamente, con base en nuestro constitucionalismo, este es un
límite general para todos, tanto para los poderes públicos como para los particulares
29. A pesar de lo recién señalado, es necesario destacar el hecho de que considerar sin
más como un límite para la jurisdicción indígena a los derechos fundamentales, de
modo genérico y sin mayor precisión, obvia que tanto la extensión como el
contenido de estos derechos son una cuestión controvertida, incluso en aquellos
Estados Constitucionales que tienen bases históricas y justificativas en común. En
efecto, ello ha ocurrido y sigue ocurriendo frente a cuestiones tan esenciales como
los alcances de la libertad de expresión, la interrupción voluntaria del embarazo, la
libertad religiosa, o la eutanasia (y la asistencia al suicidio). Estos temas ponen al
descubierto que los derechos fundamentales, independientemente de nuestras
simpatías o antipatías, pueden en distintos contextos significar o ser comprendidos
como cosas diferentes. Ello incluso puede ocurrir en sociedades con cosmovisiones
similares y del todo compatibles.
30. Si esto es así con respecto de sociedades con culturas o cosmovisiones concurrentes
o compatibles, la cuestión planteada resulta más evidente frente a sociedades con
cosmovisiones distintas y no necesariamente homologables en términos
axiológicos, como es el caso de muchas comunidades originarias, indígenas y
campesinas del Perú. Siendo así, es necesario esclarecer de qué modo los derechos
fundamentales constituyen un límite a la labor de la justicia comunal. Ello en el
marco de una sociedad plural como la nuestra, y que debe partir de un enfoque
intercultural.
marginando las prácticas que legítimamente puede establecer una comunidad o, por
el contrario, pueda terminar avalándose decisiones que resultan inaceptables en
términos constitucionales. Siendo así, es mucho más conveniente que estos
conflictos sean evaluados caso por caso, sobre la base de principios que esclarezcan
la solución del supuesto a analizar.
33. En segundo lugar, es claro que existen ciertos mínimos que la jurisdicción indígena
no puede sobrepasar, que es la idea que subyace a la jurisprudencia contenida en la
STC 02765-2014-PA/TC, caso Zelada Riquelme. La cuestión entonces es
establecer, sabiendo que dichos límites no tienen la forma de reglas fijas, cuáles son
tales linderos. Al respecto, es claro que un límite explicitado por nuestra Norma
fundamental y la jurisprudencia de este órgano colegiado para la actuación de la
jurisdicción comunal son el conjunto de bienes y valores constitucionales y, de
manera más específica, los derechos fundamentales. Sin embargo, como también
ha sido precisado, afirmar sin más que “los derechos” son un límite no ayuda a
solucionar el problema, sino que se requieren respuestas bastante más complejas.
Ese tipo de respuestas complejas están, por ejemplo, la que se han ido construyendo
en los constitucionalismos colombiano (modelo del núcleo intangibilidad
iusfundamental o de revisión iusfundamental estricta), boliviano (que partía de un
modelo de separación, que ha sido luego modificado) y ecuatoriano (modelo de
revisión iusfundamental con diálogo intercultural), que tienen una realidad
culturalmente rica y compleja similar a la nuestra.
34. En este orden de ideas, una forma adecuada de abordar las relaciones entre
jurisdicción ordinaria y jurisdicción consuetudinaria es a partir de criterios que
permitan afirmar los derechos en clave pluralista y, más aun, de diálogo
intercultural. Este es el enfoque asumido recientemente con calidad de doctrina
jurisprudencial en la STC 00367-2016-PHC/TC, caso Ríos Silvano. De esta forma,
no es a través de la imposición de una lista estandarizada y hegemonizante que el
referido diálogo resultará promovido, sino a través de criterios que, afirmando
contenidos básicos exigibles en cualquier contexto y directamente relacionados con
los derechos fundamentales y su justificación, no conlleven al sometimiento a
valores o bienes válidos única o privilegiadamente para una sola de las culturas que
se interrelaciona.
siguientes:
36. En este sentido, las entidades y los jueces competentes al abordar estas cuestiones
requieren, como presupuesto indispensable, de apertura y sentido crítico para
evaluar debidamente, conforme a la Constitución y los derechos, los supuestos
conflictivos sobre la base del diálogo jurisdiccional intercultural. Asimismo, los
actores involucrados deben tomar las medidas necesarias para asegurar la más fiel
comprensión del contexto cultural, las normas y los procesos de las comunidades,
lo que debe incluir cuando sea pertinente el uso de peritajes antropológicos.
37. En el mundo andino de nuestro país, las rondas campesinas se constituyen como
uno de los actores más gravitantes, dado su rol original de garantes de la seguridad
comunal frente a la delincuencia, así como por su tarea de impartir justicia básica.
39. Sin embargo, fue mucho tiempo después, exactamente en el año 1986, a través de
la Ley 24571, que se reconoció por primera vez la existencia legal de las rondas
3
Cfr. Laos Fernández, Alejandro; Rodríguez Gómez, Edgardo; Paredes Diez Canseco, Pastor y César
Rodríguez (2009) Rondando por nuestra ley. Segunda edición. Lima: Asociación Servicios Educativos
Rurales y Red Interamericana para la Democracia, p. 24.
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40. Así, conforme al artículo 1 de la Ley 27908, las rondas campesinas tienen
personalidad jurídica y son reconocidas como una forma autónoma y democrática
de organización comunal; pueden establecer interlocución con el Estado; apoyan el
ejercicio de funciones jurisdiccionales de las comunidades campesinas y nativas;
colaboran en la solución de conflictos y realizan funciones de conciliación
extrajudicial conforme a la Constitución y a la ley, así como funciones relativas a
la seguridad y a la paz comunal dentro de su ámbito territorial. La misma Ley 27908
dispone que los derechos reconocidos a los pueblos indígenas y a las comunidades
campesinas y nativas son extensivos a las rondas campesinas en lo que les
corresponda y favorezca. En tanto que el artículo 13 del Reglamento, Decreto
Supremo 025-2003-JUS, precisa que las rondas campesinas, con base en las
costumbres de la comunidad campesina, comunidad nativa, caserío u otro centro
poblado al que pertenecen, pueden intervenir en la solución de conflictos que se
susciten entre miembros de la comunidad u otros externos, dentro de su ámbito
territorial, mediante actuaciones que serán registradas en el libro de ocurrencias que
se lleva para tal efecto, el mismo que será legalizado por el juez de paz de la
jurisdicción correspondiente. Se dejó para el final lo más importante: que los
acuerdos adoptados deben respetar los derechos consagrados en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, el Convenio OIT 169, la Constitución y las
leyes.
42. Este Tribunal considera que lo dispuesto por la Ley 27908 y su reglamento no
colisiona con el artículo 149 de la Constitución. En efecto, cuando esta disposición
admite la posibilidad de que las comunidades campesinas y nativas impartan
justicia apoyándose en las rondas campesinas, no cierra la posibilidad de que estas
rondas actúen independientemente o complementando la labor realizada por
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aquellas. En este sentido, la Defensoría del Pueblo ha señalado por ejemplo que
esto puede darse “en razón de ser expresión de la institucionalidad campesina en
las zonas donde ésta no se tradujo en comunidades con uso comunal de la tierra”,
por lo que en dicho supuesto sería claro que les correspondería ejercer funciones
jurisdiccionales4.
43. Y no podría ser de otra manera porque entender lo contrario supondría tener que
colocarse de espaldas a la realidad comunal, es decir, a una situación de hecho
imposible de eludir como es la impartición de justicia que vienen realizando desde
hace varias décadas las rondas campesinas. Como ya se ha dicho, la Constitución
viviente del Estado constitucional incorpora a la realidad social a fin de darle
contenido al Derecho que regula. En este sentido, cuando se hace alusión a la
jurisdicción comunal, hay que entender que esta se encuentra referida a la labor
jurisdiccional que, de manera independiente o complementaria, desarrollan las
comunidades campesinas y nativas, así como las rondas campesinas.
45. Las omisiones legislativas, como ya señaló este mismo Tribunal Constitucional,
están referidas a los silencios totales del legislador sobre determinadas materias
cuya regulación o tratamiento legislativo viene siendo exigido desde la
Constitución y cuya exigencia por el órgano jurisdiccional puede tornarse en
4
Defensoría del Pueblo (2004) El reconocimiento estatal de las Rondas Campesinas. Compendio de
normas y jurisprudencia. Defensoría del Pueblo: Lima, p. 18. Disponible en:
<https://www.defensoria.gob.pe/modules/Downloads/informes/varios/2005/rondas_campesinas.pdf>
[Última consulta: 17 de enero de 2021].
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48. Para esta labor, el Tribunal considera que el Congreso de la República debe realizar
mesas de diálogo en las que participen autoridades jurisdiccionales indígenas (el
derecho a la consulta previa que estas titularizan así lo exige, con lo cual el
Congreso debe hacer el esfuerzo por convocar a los representantes de todas las
Comunidades del país), autoridades del Poder Judicial y del Ministerio Público, así
como del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, órganos constitucionales
autónomos, el foro académico y distintas organizaciones civiles cuyo campo de
acción tenga relación con la temática de la jurisdicción indígena. Ello con el
propósito de intercambiar ideas técnicas y nutrirse de la experiencia, así como de
los resultados de las diferentes investigaciones y estudios que las instituciones
estatales, la academia y organizaciones privadas, hayan podido realizar en torno a
la justicia indígena de nuestro país.
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49. Los demandantes alegan que las decisiones del Ministerio Público y el proceso
penal seguido en su contra significan una invasión a la autonomía jurisdiccional
reconocida a las comunidades campesinas y nativas, así como a las rondas
campesinas, toda vez que conforme a lo prescrito por el artículo 149 de la
Constitución tienen plenas facultades para investigar y castigar, de acuerdo a sus
costumbres y cultura, a los responsables de la muerte del comunero don Fredy
Sanga Condemayta. En ese sentido, consideran que los órganos fiscales y judiciales
emplazados no pueden criminalizar las conductas ejercidas en el marco de su
función jurisdiccional, porque ello supone una injerencia en sus competencias.
50. Los demandantes además refieren que con fecha 7 de junio de 2015, don Wilbert
Grimaldo Sanga Condemayta solicitó a don Francisco Rojas Condemayta que, en
su condición de presidente de la Ronda Campesina de la Comunidad de Ccollana,
realice una investigación sobre el fallecimiento de su hermano, denunciando como
supuestos autores a los comuneros don Máximo Quispe Rojas, don Diómedes
Quispe Bedoya, don Teodoro Dimas Quispe Champi y don Policarpo Paulino
Quispe Champi.
51. En consecuencia, con fecha 20 de junio de 2015, se llevó a cabo una asamblea, en
la que se acordó interrogar a los denunciados, y convocar a un encuentro
interdistrital de Rondas del distrito de Marcapata, dada la complejidad del caso. Sin
embargo, el 22 de junio de 2015 los denunciados don Diómedes Quispe Bedoya y
su hijo don Teodoro Dimas Quispe Champi, sintiéndose amenazados en sus
derechos por haber sido citados a declarar ante la asamblea, denunciaron a los hoy
demandantes ante la Fiscalía de Prevención del Delito de Quispicanchi por la
comisión del delito de coacción, solicitando que se impida la realización de la
asamblea.
53. Del requerimiento acusatorio de fecha 27 de marzo de 2017 (f. 51), emitido por la
Segunda Fiscalía Provincial Penal de Quispicanchi en contra de don Erasmo Apaza
Quispe, don Blas Guido Antezana Tapara, don Julián Huamán Quispe, don
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54. En tal sentido, ante afirmaciones marcadamente contradictorias entre las partes,
como puede advertirse del requerimiento acusatorio, el Tribunal Constitucional
considera que existe una duda razonable sobre si las autoridades ronderas
demandantes en el presente amparo, al ejercer su función jurisdiccional, habrían
incurrido o no en excesos que ponen en cuestionamiento la legitimidad de su
accionar. De ahí que corresponda evaluar si sus conductas pueden ser consideradas
o no como delito y, por tanto, pasibles de una sanción penal.
Todas estas consideraciones, por cierto, son perfectamente compatibles con los
criterios de justicia intercultural señalados supra (fundamento 35) y deben regir la
resolución de causas penales en la que se encuentren involucrados los integrantes
de las rondas campesinas.
58. En este marco, corresponde señalar entonces que el hecho de que las autoridades
comunales o ronderas sean investigadas y procesadas penalmente por incurrir en la
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HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
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RAMOS NÚÑEZ
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Sin embargo, nos apartamos de los fundamentos 37 al 43 debido a que este Tribunal en
la sentencia recaída en el expediente 04417-2016-PHC/TC, en la cual tuve el honor ser
magistrado ponente, este Tribunal señaló que solo tienen la atribución de ejercer la
jurisdicción comunal las autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas,
otorgándose a las rondas campesinas un rol subsidiario, de apoyo a las autoridades
comunales en dicho ejercicio.
S.
FERRERO COSTA
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5. Sin embargo, en el presente caso, no se encuentra presente alguna injerencia por parte
de la justicia ordinaria de relevancia constitucional, y por lo mismo, no encuentro
vulneración al bien constitucional protegido en el artículo 149 de la Constitución.
Por todo lo expuesto, considero que la presente demanda debe ser declarada
INFUNDADA la demanda.
S.
RAMOS NÚÑEZ
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on el debido respeto por mis colegas magistrados, emito el presente voto singular por
C lo siguiente:
La demanda de amparo pretende la nulidad de las disposiciones fiscales que dieron origen
al proceso penal seguido en contra de los recurrentes por la presunta comisión del delito
de coacción (Expediente 00105-2016-88-1014-JR-PE-01). Se alega la vulneración a la
autonomía jurisdiccional reconocida a las comunidades campesinas y nativas, y en
particular, a las rondas campesinas.
Aunque la demanda ha sido rechazada liminarmente por las instancias previas, en autos
existe la información necesaria para emitir pronunciamiento sobre el fondo de la litis, por
lo que en aplicación de los principios de economía y celeridad procesal, debe emitirse un
pronunciamiento sobre el fondo de la controversia.
Sobre la justicia comunal, el artículo 149 de la Constitución contiene una regla para
delimitar su ámbito:
Las autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas, con el apoyo de las Rondas
Campesinas, pueden ejercer las funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial de
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Así, la Constitución determina expresamente que las rondas campesinas solo prestan
apoyo y, no administran justicia comunal.
Por ello, dada la falta de competencia que tienen las rondas campesinas para administrar
justicia comunal y atendiendo a las lesiones y maltratos que se causaron a diversos
comuneros, corresponde que la justicia penal ordinaria investigue si los actos imputados
a los dirigentes de las rondas campesinas constituyen delito.
Por estas razones, considero que la demanda debe ser declarada INFUNDADA.
S.
SARDÓN DE TABOADA