Ecos de La Expedición Cayo Confites

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SANTO DOMINGO, D.N.

CONTENIDO

0.1 OBJETIVOS....................................................................................................................................1
INTRODUCCIÓN..................................................................................................................................2
CAPITULO I:........................................................................................................................................3
1.1 LA AVALANCHA MEDIÁTICA DE CAYO CONFITES..........................................................................3
CAPITULO II:.......................................................................................................................................6
2.1 VERSIONES DEL FRACASO.............................................................................................................6
CAPITULO III.....................................................................................................................................10
3.1 LA CAUSA ANTITRUJILLISTA........................................................................................................10
CONCLUSIÓN....................................................................................................................................13
BIBLIOGRAFÍA...................................................................................................................................14

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0.1 OBJETIVOS

0.1.1 General:
• Investigar y desarrollar detalles específicos de la expedición Cayo Confites

0.1.2 Específicos:
 Concretizar la avalancha mediática de la expedición.
 Dar a conocer las diferentes versiones de su fracaso.
 Hablar sobre la causa antitrujillista que provoco el planeamiento de la
expedición.

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INTRODUCCIÓN

La expedición de Cayo Confites paso a ser el mayor intento organizado de


derrocar la dictadura de Trujillo.
Un heroico y tenaz plan de dominicanos urgentes por liberarse de un caudillo
atroz, quienes, unidos a la solidaridad desinteresada e incondicional de hombres de toda
Latinoamérica y otras partes del mundo, hicieron suya una causa patriótica.

Esta expedición que pasaría a la historia por su abrupto e inesperado desenlace,


involucro varias conductas políticas inaceptables y muchas versiones inescrupulosas del
porqué de su fracaso.

En este ensayo, concretizaremos esa avalancha mediática que fue la Expedición Cayo
Confites. Daremos a conocer las diferentes versiones de su fracaso, según sus
integrantes, gobiernos, historiadores y hasta el mismo Trujillo.
Por último, hablaremos sobre la causa antitrujillista que provoco el planeamiento de esta
expedición y las consecuencias que detono esta gesta tanto en el país, como a nivel
internacional.

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CAPITULO I:

1.1 LA AVALANCHA MEDIÁTICA DE CAYO CONFITES

Tras la llegada a La Habana de los prisioneros de los buques Fantasma y Aurora,


los acontecimientos relacionados con la expedición de Cayo Confites tomaron un ritmo
fluctuante: eran las respiraciones agónicas del fracaso.

El jueves 2 de octubre fueron liberados los desertores de Cayo Winchos y los


presos que se encontraban en La Cabaña, mientras en Columbia estallaba una
multitudinaria huelga de hambre al enterarse las tropas de que Juan Bosch había
comenzado una acción semejante desde su arresto en el puerto de la Antilla.

Esta huelga tenía el propósito de solidarizarse con Bosch y presionar al Gobierno


de Cuba para obtener la libertad de los cientos de expedicionarios retenidos en prisión.
Desde antes y mediante un grupo de abogados que formaban parte del Ejercito de
Liberación de América (ELA), estos prisioneros habían presentado un recurso de
habeas corpus (orden jurídico que busca evitar los arrestos arbitrarios y que garantiza la
libertad personal del individuo) dirigido al Tribunal Supremo de Justicia. Preocupado por la
envergadura del suceso, el general Genovevo Pérez Dámera mandó a buscar a Bosch a
la residencia que, en su condición de jefe del Ejército, ocupaba en el campamento de
Columbia. Allí se encontraban varios periodistas amigos de Bosch invitados por Pérez
Dámera para que, sus amigos vieran que no estaba herido ni en peligro de muerte y para
que le explicara, en presencia de tan selecto auditorio, los motivos de su huelga.

Bosch manifestó extrañeza de que el general no estuviera informado, pues se


había declarado en huelga de hambre y sed ante un oficial solicitado expresamente por él
con ese fin. No obstante, le informó que su acción era en demanda de que fueran puestos
en libertad todos los expedicionarios no dominicanos y todos los dominicanos que no
tuvieran posiciones de mando militar o político en la expedición. Oído esto, el jefe del
Ejército le preguntó qué haría si él le daba su palabra de honor de que al día siguiente se
comenzaba la liberación de los presos de filas y en los días posteriores a los restantes. El
líder dominicano le respondió que en ese caso rompería la huelga de inmediato. Pérez
Dámera no arriesgaba casi nada con su oferta, pues ya la Sala de lo Criminal del Tribunal
Supremo de Justicia había acordado liberar a todos los expedicionarios que tenían la
categoría de soldados; además, dada su jerarquía militar y su acceso a información, podía
conocer o intuir la decisión que las altas esferas del poder tomarían respecto a los jefes
del ELA que se hallaban en prisión.

Contraído el compromiso, a Bosch se le ofreció de comer y beber, pero a causa


de su debilidad física solo pudo ingerir un jugo de naranja. Esa misma noche sufrió un
ataque de diarreas que motivó su ingreso en el hospital de Columbia, donde los médicos
le diagnosticaron disentería amebiana. «Ese mal [contaría Bosch años después] lo retuvo

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en el hospital militar varios días rompiendo la comunicación entre el y los expedicionarios
presos, pero se le dijo que todos habían sido puestos en libertad tal como había
prometido el general Pérez».

En efecto, el viernes 3 de octubre fueron liberados los 721 expedicionarios de filas


prisioneros en Columbia. Y dos días más tarde obtuvieron la libertad provisional 26 jefes
del ELA, luego del pago por la jefatura del movimiento de una fianza de 130,000 pesos, a
razón de 5,000 per cápita.

La liberación de los jefes del ELA dió inicio a una verdadera avalancha de
testimonios, comentarios y declaraciones sobre la expedición. Las más esperadas, sin
duda, fueron las de Juan Bosch debido a su anuncio previo de que serían sensacionales.
La realidad, sin embargo, se quedó por debajo de las expectativas. Desde su lecho
de enfermo, alimentado por venoclisis y visiblemente decaído, el líder dominicano no hizo
revelaciones trascendentales. Se dijo satisfecho por la liberación de los expedicionarios,
negó que existieran fricciones entre los dirigentes del movimiento en los últimos días y
afirmó que, con excepción del coronel Epifanio Hernández, los militares con los cuales
tuvieron trato se habían portado muy finamente. Lo más cerca que anduvo de una
información de primera plana fue cuando indicó como responsables del fracaso de la
expedición a «muchas figuras continentales.
Juan Rodríguez se reveló más locuaz. Desde el Hospital Militar, donde también se
hallaba recluido, dijo que había afrontado por sí solo los gastos de la expedición, aunque
admitió que muchos cubanos simpatizantes de la causa dominicana habían aportado
recursos y expresó que ignoraba si funcionarios del Gobierno habían contribuido a la
compra de armas. Reconoció que los barcos del ELA habían operado furtivamente en las
costas cubanas, con la cooperación de las autoridades navales y militares, pero desmintió
que la expedición hubiera tenido intenciones de actuar contra las elecciones en Cuba.

Entre las causas del fracaso señaló la demora y explicó las razones de esta:
«Los amigos. Las diversas opiniones. Los planes impracticables. Todo eso
contribuyó a retardar el movimiento. Teníamos un noventa por ciento de locos en
esta empresa. Mientras yo actué solo, las cosas iban bien... pero después vino el
desastre». Interrogado sobre el papel desempeñado por los Estados Unidos, declaró: «Yo
creo que efectivamente Estados Unidos tenía interés en que este movimiento abortara».
Por último, confesó que estaba muy apenado por todo lo ocurrido, pues no había venido a
Cuba «para hacer sufrir a los cubanos ni a proporcionarles disgustos y molestias».

Rolando Masferrer declaró que las autoridades cubanas —«muy especialmente el


doctor Grau»— tenían amplio conocimiento del movimiento, al cual el Gobierno de Cuba
había brindado un amplio apoyo técnico y económico; dichas autoridades conocían, así
mismo, del apoyo y la simpatía de los gobiernos de Guatemala y Venezuela. Aseguró que
el general Pérez Dámera había aprovechado la expedición «con miras políticas en contra
del ministro de Educación, José Manuel Alemán». «Nosotros [...] solo teníamos como
objetivo el derrocamiento de la dictadura de Trujillo» A su juicio, Pérez Dámera temía la
influencia que tendrían los líderes expedicionarios si lograban derrocar a Trujillo; además,
tenía celos de Alemán, los que aumentaron al conocer su participación en la organización
de la expedición. «Pensó que si nosotros lográbamos nuestro objetivo podríamos
derrocarle y prefirió intervenir para descargar su primer golpe a favor de Trujillo».

Masferrer no consideró improbable que el Departamento de Estado


norteamericano, cuya actitud hacia las actividades expedicionarias había sido de «abierta

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tolerancia», se confundiera con el carácter del movimiento y sugiriera al general Pérez
Dámera la «liquidación de la empresa». Estimó más posible aún que los Estados Unidos
decidieran mantener en Santo Domingo «un gobierno manso a la política del big stick a fin
de que se distanciase de las corrientes nacionalistas cubanas».

En tono parecido al del jefe del batallón Sandino, un manifiesto del Comité
Ejecutivo Nacional del Movimiento Socialista Revolucionario (MSR) aseguró que esta
organización no había sido creada, como le atribuían sus enemigos, para destruir las
instituciones del país. Soslayando su conocida ejecutoria, el MSR afirmó que no era
partidario del terrorismo individual, el cual había condenado debido a que no resolvía los
problemas de la liberación nacional y social de Cuba; por el contrario, se había
pronunciado por la unidad de todos los revolucionarios. Subrayó que el general Pérez
Dámera conocía del amparo oficial cubano a la expedición y de los armamentos que con
ese fin entraban en el país. Por consiguiente, presentar el movimiento como un golpe de
Estado tenía el propósito de «confundir a la opinión y propiciar una represión bárbara»,
pues el verdadero peligro de golpe de Estado se localizaba en la jefatura del Ejército.

En la revista Bohemia se publicó que la captura de los expedicionarios «venía a


confirmar el rumor de que el mayor general Pérez Dámera se había entrevistado, en su
reciente viaje a Washington, con el licenciado Arturo Despradel, secretario de Relaciones
Exteriores del tirano Trujillo».

En otro trabajo, la revista se preguntó qué responsabilidad cabía al presidente de


la República en el desarrollo y frustración de la expedición antitrujillista. Acto seguido,
puso en boca de «los personajes más íntimamente vinculados a estos acontecimientos»
la respuesta siguiente: Grau San Martín había auspiciado el movimiento y lo había
tomado bajo su protección, «ordenando más tarde, imprevistamente, el desalojo de Cayo
Confites y, en consecuencia, la liquidación del mismo»

De este modo, el Gobierno de Cuba se desmarcaba olímpicamente del movimiento


democrático dominicano, se apartaba de la expedición antitrujillista y abandonaba a los
centenares de hombres que se habían enrolado en ella.

El semanario estadounidense Time calificó la expedición de «filibustera», aseguró


que hasta la última semana José Manuel Alemán había tenido a muchos de los
«invasores» en sus nóminas, y resaltó el apoyo brindado a la empresa por los
gobiernos de Cuba, Venezuela y Guatemala. Al comentar su fracaso, señaló dos
motivos: había recibido «demasiada publicidad para tener éxito» y había demorado
debido a la insistencia de los cubanos en contar con más aeroplanos. De acuerdo
con Time, esto último había ocurrido a pesar de que el escritor Ernest Hemingway, de
veraneo en Cuba, había advertido a los dominicanos que «la demora sería fatal»

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CAPITULO II:

2.1 VERSIONES DEL FRACASO

La mayor parte de los testimonios, declaraciones y comentarios señalados


contenían juicios preliminares sobre el fracaso de la expedición.
Durante los meses y años siguientes, a medida que se calmaban las pasiones y se
disponía de nuevas fuentes, surgieron enfoques más juiciosos sin que desapareciera del
todo el ardor de la batalla política. Un recorrido a través de las versiones más
significativas publicadas con posterioridad a octubre de 1947 permitirá completar una
visión panorámica del fatídico acontecimiento.

Versión #1: Feliciano Maderne


En entrevista publicada en noviembre de ese año, Feliciano Maderne manifestó
que no creía que el golpe de muerte a la empresa antitrujillista hubiera partido de
los Estados Unidos, pues «destacados gobernantes norteamericanos, con palabras y
con hechos», habían demostrado «su simpatía a la expedición»; y señaló como evidencia
de ello la adquisición de material bélico de primerísima calidad, especialmente aviones, la
cual no hubiera podido efectuarse sin la anuencia de las autoridades de ese país. Aunque
dijo carecer de pruebas, Maderne consideró que la expedición fue liquidada debido a
entendimientos de última hora entre elementos oficiales de Cuba y Santo Domingo,
los cuales «por motivos hasta ahora ignorados traicionaron la liberación del pueblo
dominicano».
Estimó que el Ejército cubano, en sentido general, había cooperado con la
expedición, la Marina le había brindado un apoyo decidido y el general Genovevo Pérez
Dámera había actuado en todo momento de acuerdo con el presidente Grau San Martín.

Versión #2: MacDowell Sherwood


Para MacDowell Sherwood, capitán del Fantasma, las causas del fracaso de la
expedición radicaban en diversos factores de carácter interno. Así los explicó en unas
declaraciones publicadas en noviembre de 1947:
Había demasiadas gentes dando órdenes. No había unión entre los
dominicanos. Ambiciosos, desde Baltimore se repartían los puestos [...] Con lo
que se pagó por los dos primeros barcos, alrededor de 60 mil pesos, pudieron
comprar dos barcos mejores en Estados Unidos [...] Para traer las armas hubiera
bastado con fletar un barco cualquiera sin conexión con los demás [...] Recuerdo
que no teníamos lanchas ni botes de remos a pesar de que el dinero invertido
hubiera bastado para hacer dos revoluciones.

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Versión #3: Blas Roca
El análisis más amplio que por la época se hizo sobre el fracaso de la expedición,
correspondió a Blas Roca, secretario general del Partido Socialista Popular. En un Blas
expuso «las causas reales» que habían determinado «la liquidación de la aventura de
Cayo Confites»:
“La actitud de las autoridades de los Estados Unidos, cuyas agencias oficiales
habían jugado con la carta de Trujillo y con la de sus enemigos.
Permitieron los preparativos invasores y, en cierta medida, los alentaron vendiendo
armas, aviones e implementos de guerra a sus organizadores; era probable, incluso, que
hubieran dado «ciertas garantías de neutralidad benevolente» cuando estallara el
conflicto. Luego facilitaron a Trujillo el modo de enterarse de dichos preparativos, lo que
este aprovechó para denunciar la invasión «comunista», incrementar el terror en el país,
prepararse para la guerra —mediante el reclutamiento militar obligatorio y la compra de
aviones, tanques, cañones, ametralladoras y otros medios bélicos a los Estados Unidos—
y movilizar a sus «amistades en el campo fascista. En tales condiciones, las autoridades
estadounidenses comenzaron a mostrarse hostiles a la invasión y a «presionar al
Gobierno y a las altas autoridades militares cubanas para que la detuvieran».

Versión #4: Las propias contradicciones del régimen de Grau.


Se ignoraban los motivos que tenía este para apoyar y proteger a las fuerzas
antitrujillistas, pero se aprovechó del sentimiento popular existente en Cuba contra el
régimen de Chapitas. Era difícil creer que Grau quisiera realmente la liberación de la
República Dominicana de la tiranía, cuando en Cuba tomaba el camino de la represión al
movimiento obrero, la «imposición reeleccionista», las «arbitrariedades más repugnantes»
y al frente de las armas y de los expedicionarios estaban elementos de José Manuel
Alemán.
Versión #5: La propia naturaleza de la expedición
Esta, donde sus métodos «putchistas y aventureros» se manifestaron desde el
reclutamiento de los hombres mediante el engaño y sin discreción alguna, la
designación de los mandos sobre bases de sectarismo, amiguismo y ambiciones,
hasta la manera de tratar a la tropa y liquidar el intento antitrujillista. «En el alto mando
político y militar [enfatizó Blas] las rivalidades e intrigas precipitaron el fracaso de la
expedición, el cual hubiera sido más estruendoso aún de llegar a realizarse la invasión».
Versión #6: Juan José Remos
El historiador Juan José Remos estimó que el Gobierno cubano había tolerado la
preparación de la expedición hasta el momento en que «las circunstancias lo obligaron a
disolver con el propio Ejército los campos de entrenamiento y detener a todos los
comprometidos».

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Versión #7: La del gobierno Trujillista
Cuatro años después, el gobierno trujillista estableció las siguientes causas del fracaso de
la expedición:
1. La gran publicidad que le había dado a los planes de invasión, lo cual «le quitó su
clandestinidad originaria, puso al desnudo la conducta incorrecta del Gobierno de Cuba e
hizo cundir el desaliento y el derrotismo en las filas revolucionarias»
2. La heterogeneidad del Ejército invasor, la ausencia de disciplina militar de una gran
parte de sus componentes, la pluralidad de jefes, la presencia de «bandoleros de distintas
nacionalidades» y las condiciones penosas de la tropa «mientras los dirigentes se
gastaban la gran vida», provocaron «disensiones, riñas y motines que muchas veces
tuvieron que ser sofocados por la fuerza y al precio de sangre».
En resumen, fue tanta la presión pública ejercida por el Gobierno dominicano «con las
armas del derecho y la razón» y «tan escandalosa la actitud de los confabulados en Cayo
Confites», que el Gobierno cubano se vio en la «obligación moral» de simular un acto
represivo que «diera la impresión, aunque tardíamente, de que había cumplido sus
compromisos y convenios internacionales».
Versión #8: Jesús de Galíndez
Ese mismo año (1956) vio la luz La Era de Trujillo, libro en que Jesús de Galíndez
relacionó sumariamente las causas del fracaso de lo que denominó «invasión» de Cayo
Confites: «Por varias razones se dilató mucho más de lo previsto, y ninguno de los
gobiernos más o menos afectados pudieron ignorarla oficialmente por mucho
tiempo; el de Estados Unidos cortó la compra de material de guerra; el de Cuba tuvo
que ordenar el desbande de la expedición».
Versión #9: El excedente de guerra
En 1960, La Revolución Dominicana, órgano del Movimiento Obrero Dominicano en
Venezuela, señaló «otro móvil» en los sucesos de Cayo Confites: los Estados Unidos
tenían un gran excedente de guerra, por lo que era preciso «crear un clima de tensión
en el Caribe para vender todo ese hierro viejo a precio de oro». Y destacó que, sin
contar lo gastado en la expedición, Trujillo había desembolsado 20 millones de dólares del
dinero robado al pueblo dominicano para la compra de armas y pertrechos bélicos.

Versión #10: Juan Bosch


Juan Bosch aseguró que el plan expedicionario de Juan Rodríguez estaba llamado a
fracasar por razones de política externa, aunque también razones de «índole
dominicana» lo conducían a igual fin o, por lo menos, a «darle paso a otro plan». En su
opinión, a Trujillo se le había dado tiempo para maniobrar, lo que hizo con su
característica habilidad y usando «muy bien» sus millones de dólares.
Casi una década más tarde, interrogado sobre si alguien le había explicado las razones
por las cuales los jefes de la Marina cubana habían llevado a los expedicionarios a Antilla
en condición de presos, Bosch ofreció una valoración de sumo interés:
“Hay una sola explicación, pero nadie tiene las pruebas que la legitimen, y es que
por lo menos alguno de los militares cubanos se le vendió a Trujillo, como se
dice que lo hizo Genovevo Pérez, pero de todos modos en la forma como terminó

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la expedición de Cayo Confites hay un punto oscuro, y es el mensaje radial que
nos envió Rolando Masferrer cuando nosotros estábamos enrumbando hacia el
Canal de los Vientos para darle cumplimiento al nuevo plan de acción que
habíamos adoptado al salir de Cayo Winchos”.
Desliando todas las supuestas razones e interés de por medio, podemos discernir
desde fuera las siguientes:
1. Las denuncias de Trujillo. La astucia con que el Generalísimo combinó la
ventilación pública de las informaciones que obtenía sobre los preparativos
expedicionarios.
2. La traición del general Pérez Dámera. Aunque se carece de pruebas, los indicios
examinados la hacen evidente.
3. Las presiones del Gobierno de los Estados Unidos. Varias informaciones
analizadas en esta obra sugieren que las autoridades norteamericanas toleraron la
compra de armas, barcos, aviones y pertrechos bélicos por representantes del
movimiento antitrujillista.
4. El abandono del movimiento por el presidente Grau San Martín. Si bien es cierto
que brindó una ayuda considerable al proyecto antitrujillista, Grau cedió a las
presiones del Gobierno yanqui y terminó sofocándolo como este le había exigido.
5. Los problemas internos. Es cierto que en el seno de la expedición había
disgregación, contradicciones y enfrentamientos, los cuales no solo complicaron y
retrasaron su partida, sino que le auguraban grandes dificultades y contratiempos
en el futuro.
6. La conducta de Masferrer. El extraño e inexplicable comportamiento del jefe del
batallón Sandino desde la salida de Cayo Confites hasta la captura del buque
Aurora, lo señala a las claras como culpable de la liquidación del último reducto
expedicionario.

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CAPITULO III

3.1 LA CAUSA ANTITRUJILLISTA

El fracaso de Cayo Confites constituyó un incuestionable triunfo para el Generalísimo,


quien para sostenerse en el poder continuó y extremó su larga cadena de asesinatos,
torturas, encarcelamientos y otras formas de represión en la República Dominicana. No
tardaron los alabarderos del régimen en celebrar la victoria, y lo hicieron de la forma que
más placía al Jefe: colmándolo de halagos.
Para los revolucionarios dominicanos, Cayo Confites significó una frustración y un golpe
tremendos, pues vieron malogrado su empeño, y tirados por la borda el dinero, los
recursos y los esfuerzos invertidos en la expedición. Muchos regresaron a sus países de
origen, mientras otros permanecieron en Cuba, pero la mayoría de ellos no cejó en sus
propósitos libertarios. Muy pronto tuvieron la oportunidad de demostrarlo.
El 19 de julio de 1949, un grupo de 12 hombres —en su mayor parte dominicanos,
aunque los había también de otras nacionalidades latinoamericanas—, al mando de
Horacio Julio Ornes y a bordo de un hidroavión PBY Catalina procedente de Guatemala,
descendió en la bahía de Luperón, en la costa norte de la República Dominicana.
Pero el intento resultó infructuoso: los expedicionarios no pudieron establecer el contacto
previsto con la resistencia interna en la ciudad de Puerto Plata; siete de ellos, más los tres
tripulantes norteamericanos del Catalina, murieron en combate o asesinados por los
esbirros de Trujillo, mientras los cinco restantes —incluido el propio Ornes— fueron
capturados y condenados a prisión.
Dos aviones que completaban la flotilla expedicionaria nunca llegaron a sus destinos de
La Vega y San Juan de la Maguana, respectivamente: uno, a bordo del cual viajaba el
grupo de 37 hombres comandado por Juan Rodríguez, se vio obligado a aterrizar en
Costa Rica debido a una tormenta; el otro, que conducía a 25 combatientes dirigidos por
Miguel Ángel Ramírez, aterrizó en la isla de Cozumel para reabastecerse de combustible
y allí fueron arrestados por militares mexicanos
Diez años después, en marzo de 1959, los patriotas quisqueyanos se organizaron en el
Movimiento de Liberación Dominicana (MLD), acordaron el Programa Mínimo de la
Revolución Dominicana y crearon su brazo armado —el Ejército de Liberación
Dominicana (ELD)— para liberar a su país de la dictadura de Trujillo. En su nuevo
empeño libertario, contaron con el resuelto apoyo del Gobierno revolucionario de Cuba,
un aporte de 150,000 dólares del presidente venezolano Rómulo Betancourt —quien se
había comprometido inicialmente a entregar medio millón y se negó a que la expedición
partiera de Venezuela— y el respaldo logístico —mochilas, hamacas, botas, abrigos y
raciones de comida enlatada para 300 hombres— de los militares progresistas
venezolanos liderados por Wolfgang Larrazábal.
Más de un centenar de hijos de Quisqueya y numerosos internacionalistas de varias
nacionalidades, formados en tres grupos, marcharon hacia la República
Dominicana. El primero, a bordo de un avión C-46 con las insignias de la fuerza aérea de

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Trujillo, partió desde el antiguo aeropuerto rebelde de Cieneguilla, próximo a la ciudad de
Manzanillo; iba al mando de Enrique Jiménez Moya, excombatiente dominicano de la
Sierra Maestra y comandante en jefe del ELD, y debido al mal tiempo se vio obligado a
aterrizar en el aeropuerto militar de Constanza el 14 de junio de 1959.
Los dos grupos restantes acamparon en la península del Ramón, cerca del lugar donde
se habían acantonado los expedicionarios de Cayo Confites, partieron por vía marítima de
Punta Arenas, Antilla, y arribaron a la costa norte dominicana el 20 de junio: uno, a bordo
del yate Carmen Elsa y comandado por José Horacio Rodríguez, desembarcó en la playa
de Maimón; el otro, en el yate Tínima y dirigido por José Antonio Campos Navarro, lo hizo
en la playa de Estero Hondo.
A principios de julio, luego de heroicos combates contra el Ejército trujillista y en
desigualdad de condiciones, la expedición fue aniquilada. En su mayoría, los hombres
murieron en combate o asesinados; unos pocos fueron capturados y sometidos a crueles
torturas en las mazmorras del tirano
La acción de Constanza, Maimón y Estero Hondo tuvo un impacto enorme en la
conciencia del pueblo dominicano, pues «despertó la energía opositora latente contra el
régimen» de Trujillo.
El auge de la oposición interna —en el que desempeñó un papel relevante el
«Movimiento Clandestino 14 de junio», creado al influjo de la gesta expedicionaria—
contribuyó a agudizar la crisis histórica, general y multicausal de la dictadura. El desplome
de esta, sin embargo, sobrevendría por efecto del conjunto de factores económicos y
supraestructurales, tanto internos como externos, que incidían en la situación; entre ellos,
y muy señaladamente, el temor del Gobierno de los Estados Unidos de que la crisis
dominicana desembocara en una revolución al estilo de la cubana.
El repudio al tirano de Quisqueya alcanzó una fuerza extraordinaria en América Latina,
donde connotados enemigos de la Revolución cubana —como Rómulo Betancourt y José
Figueres, presidentes de Venezuela y Costa Rica respectivamente, y Luis Muñoz Marín,
gobernador de Puerto Rico— persuadieron a los Estados Unidos para que se distanciara
de Trujillo
El punto clave de este viraje fue el atentado perpetrado en Caracas contra Betancourt el
24 de junio de 1960. Con las pruebas de que el magnicidio había sido preparado por
Trujillo, el Gobierno de Venezuela recurrió a la Organización de Estados Americanos
(OEA). En esa reunión, condenó «enérgicamente» la participación del gobierno de Trujillo
en tales actos y acordó, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 6º y 8º del TIAR,
aplicar las medidas siguientes:
a) Ruptura de relaciones diplomáticas de todos los Estados miembros de la OEA con la
República. Dominicana
b) Interrupción parcial de las relaciones económicas de dichos Estados con la República
Dominicana.
Así empezó la suspensión inmediata del comercio de armas e implementos de guerra de
toda clase y se empezó a estudiar la posibilidad y conveniencia de extender la suspensión
del comercio a otros artículos, y lo facultó para dejar sin efecto las medidas adoptadas
desde el momento en que el Gobierno de la República Dominicana hubiera dejado de
«constituir un peligro para la paz y seguridad del continente».

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Casi nueve meses después de las reuniones de consulta en Costa Rica, el 30 de mayo
de 1961, un grupo de hombres surgidos de las filas del trujillismo y de la oligarquía
dominicana, integrados en un «operativo directamente montado por la CIA», eliminaron a
balazos al Generalísimo en la periferia de Santo Domingo. La terrible pesadilla de la Era
de Trujillo había terminado. Muy pronto, la OEA y el Gobierno de los Estados Unidos se
reconciliarían con los herederos del dictador.

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CONCLUSIÓN

La expedición de Cayo Confites fue el más intenso esfuerzo de dar fin la dictadura
de Trujillo y al mismo tiempo, fue el punto de reunió de un grupo de protagonistas de la
historia latinoamericana.

A Cayo Confites se le acorto la vida de un solo tiro. No se concretó en un


desembarco, ni en una guerra civil, ni en el derrocamiento de la dictadura, pero sirvió para
unir y definir las vidas de muchos personajes, no solo dominicanos. Juan Bosch, Fidel
Castro, Rolando Masferrer, Juan Isidro Jiménes Grullón, Juancito Rodríguez, hasta
nuestro poeta nacional Pedro Mir y el presidente de Venezuela Rómulo Betancourt.
Fueron muchos los lideres para tan efímera odisea. Muchas cabezas, muchos mundos,
muchos ideales encontrados, una de las razones por las cual no se concretizó.

Si, dejo huellas, huellas profundas en nuestra historia. De ahí surgieron nuevos
movimientos que hicieron eco de los abusos de la dictadura, los cuales poco a poco,
fueron escuchados por las diferentes naciones y entidades internacionales, hasta el punto
de que quienes apoyaban al caudillo, no pudieron seguir haciéndose de la vista gorda.

Con esto dejo ente dicho, que cayo confites no fue del todo un fracaso. De ahí,
salieron a la luz tanto los traidores, los que se vendían al mejor postor, como los
verdaderos patriotas, los que, aunque su primer intento de libertad fue una decepción, no
los desilusionó para seguir intentando conquistarla.

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BIBLIOGRAFÍA

 https://es.wikipedia.org/wiki/Expedici%C3%B3n_de_Cayo_Confites#:~:text=La
%20expedici%C3%B3n%20de%20Cayo%20Confites,oc%C3%A9ano%20Atl%C3%A1ntico
%20llamado%20Cayo%20Confites.

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 http://www.latinamericanstudies.org/book/cayo-confites.pdf
 https://acento.com.do/opinion/bosch-amanece-en-cayo-confites-8750235.html
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