Cap I - Introduccion A La Neurociencia
Cap I - Introduccion A La Neurociencia
Cap I - Introduccion A La Neurociencia
Aunque la antigüedad clásica ya planteaba que el encéfalo sería la sede del psiquismo
humano, recién en el siglo XVIII fue cuando el estudio del Sistema Nervioso se volvió
verdaderamente científico. El SXVIII finalizó con un importantísimo aporte: el descubrimiento de la
actividad eléctrica del cerebro, por Luis Galvani, en 1791) y el SXIX se centró en el intento de
vincular a las habilidades mentales con determinadas regiones cerebrales mediante la excitación
de áreas de la corteza cerebral.
En 1808 Franz Joseph Gall publicó un trabajo que dio origen al localizacionismo que
aseveraba que los procesos mentales tenían un origen biológico y provenían del cerebro. Así,
para Gall, a cada área del cerebro le correspondía una función mental específica, llegando a
diferenciar al menos 27 cualidades o facultades intelectuales y su correspondiente localización
cerebral (Figura 1). Aunque su método y sus resultados fueron erróneos, su enfoque fue un
impulso importantísimo para el desarrollo de la Neurociencia. El SXIX osciló entre ideas
localizacionistas y su opuesto, las ideas globalistas, que entendían al funcionamiento cerebral de
un modo holístico. Marie Jean Pierre Flourens intentó confirmar la existencia de relaciones
puntuales entre áreas cerebrales y funciones mentales realizando ablaciones del cerebro, pero no
tuvo éxito. Así, su trabajo terminó por aportar conclusiones de tipo globalista. Pero años más
tarde, Paul Brocca encontró un área de la corteza vinculada a la capacidad del habla, al pie de la
segunda circunvolución frontal (Figura 2). Al tiempo, Carl Wernicke, estudiando como Brocca, a
pacientes afásicos, es decir, con trastornos adquiridos del lenguaje, descubrió un área temporal
cuya lesión provocaba una alteración en la comprensión del lenguaje (Figura 3). Los aportes de
ambos, al contrario de lo hallado por Flourens, tendieron a confirmar las hipótesis
localizacionistas. A partir de ese momento, los avances fueron de alcances insospechados, tanto
desde el punto de vista molecular como respecto de la descripción de varias enfermedades
neurológicas. Theodor Schwann (1838) describió a las células que forman parte de las vainas de
mielina en el Sistema Nervioso Periférico y postuló la Teoría Celular según la cual la célula será la
unidad estructural y funcional compartida por todos los tejidos vivos. Hacia mitad de siglo,
Hermann von Helmholtz, siguiendo la huella de Galvani, descubrió que las señales nerviosas se
realizaban mediante la electricidad. Camilo Golgi (1873), desarrolló un método de tinción con
nitrato de plata que permitió visualizar las células en microscopio y con esto, facilitó el
descubrimiento de la neurona por parte de Cajal. Ranvier (1878), describió interrupciones en la
vaina de mielina asociadas a la velocidad de la conducción del impulso nervioso, aumentando
significativamente la comprensión del funcionamiento cerebral y de las conexiones neuronales.
La actividad mental o intelectual también motivó la curiosidad del medio científico. En 1885
Hermann Ebbinghaus logró diseñar métodos experimentales tan rigurosos para el estudio de la
memoria y para la medida del aprendizaje, que algunos de ellos se encuentran vigentes hasta el
día de hoy (Recuadro 1). En Inglaterra, un hecho desafortunado esclareció en gran medida los
alcances de la función del lóbulo frontal y su importancia respecto del funcionamiento social.
Phineas Gage, un empleado de los ferrocarriles, sobrevivió a un accidente que tuvo como
resultado una importante lesión en el lóbulo frontal con consecuencias devastadoras en el ámbito
conductual. A partir de este caso, detalladamente descripto por el Dr Harlow, quien lo trató de su
lesión, se le otorgó al lóbulo frontal el carácter de verdadero “órgano de la civilización” ya que se
demostró su implicancia en la adaptación al medio ambiente, la inhibición de conductas
inapropiadas, el ejercicio de la voluntad y la capacidad para planificar estratégicamente las
acciones, entre otras actividades que suponen la relación entre el sujeto y los estímulos internos y
externos.
Durante el SXX, los avances en el terreno molecular fueron enormes y el siglo finalizó con
el Proyecto Genoma Humano que aportó luz sobre la estructura del ADN humano. Esto condujo a
grandes progresos en la comprensión y en el tratamiento de numerosas enfermedades, Entre los
hechos más relevantes del siglo, están los hallazgos de Santiago Ramón y Cajal y Camilo Golgi
que recibieron en 1906 el Premio Nobel por sus descubrimientos respecto de la estructura del
Sistema Nervioso. Cajal, pasó desde entonces, a ser el científico más citado en el ámbito de la
Neurociencia y se lo considera el padre de esta ciencia. Ramón y Cajal estableció que las
neuronas son células individuales y para ello, utilizó las técnicas de tinción en plata de Golgi.
Propuso, además, que las neuronas se comunican entre sí en sitios concretos; postuló que estas
conexiones no son arbitrarias sino que son fijas y específicas para cada especie y desarrolló un
principio de polarización dinámica según el cual el flujo de corriente, en la neurona, va desde las
dendritas hasta el axon, estableciendo una entrada y una salida de la célula. Estos hallazgos
incrementaron la comprensión del funcionamiento del Sistema Nervioso de un modo impensado.
Hacia la misma época, Korbinian Brodmann (1909) describió 52 áreas corticales diferenciadas por
sus características citoarquitectonicas, además de contribuir al establecimiento de la división de la
corteza en 6 capas horizontales (Figura 4). En la década del 30, Sir Charles Scott Sherrington
descubrió que las neuronas no son solo exitables, sino que además, pueden inhibirse y que la
integración de señales inhibitorias y exitatorias será lo que determine la acción del Sistema
Nervioso. Es el responsable de los términos sinapsis y propiocepción. Por su parte, Edgar
Douglas Adrian registró el potencial de acción de las neuronas y advirtió que en todas ellas, este
potencial constituye una señal de “todo o nada”; es decir, Adrian advirtió que el potencial de acción
es un proceso que requiere de determinado nivel de potencial y que una vez alcanzado, este
proceso se inicia debiendo llegar a su final, sin posibilidad de freno o marcha atrás. Ambos
recibieron el Premio Nobel en 1932 por sus trabajos respecto de la función de las neuronas y en
1936, Henry Hallett Dale y Otto Loewi se hicieron merecedores del mismo premio debido a sus
publicaciones sobre la transmisión química entre las neuronas.
La biología se organiza en estructuras de diferentes niveles de complejidad que van desde el nivel
jerárquico inferior, el átomo, hasta el superior, la biosfera. A medida que se avanza en las
jerarquías biológicas, aumenta el nivel de complejidad en la organización ya que ésta incluye a las
unidades básicas de los niveles anteriores. Cada nivel jerárquico posee propiedades y funciones
que no se presentan en los niveles inferiores (propiedades emergentes). Inversamente, cada nivel
jerárquico puede entenderse como una parte de los niveles de organización superiores.
La organización jerárquica de la Neurociencia se inicia con la genética. Los genes codifican para
la síntesis de proteínas, que serán los niveles inferiores de las macromoléculas, las organelas, las
células, las conexiones neuronales y la organización de los circuitos que subyacen a la conducta.
Desde este marco teórico, debemos entender a la actividad neuronal como el resultado del
funcionamiento de niveles inferiores de la organización biológica y como la base de los niveles
superiores tales como la actividad mental y el comportamiento.
Un organismo puede describirse desde cualquiera de sus niveles: por ejemplo, el nivel celular, el
histológico, el de los sistemas, entre otros niveles. La Neurociencia explica al funcionamiento
cerebral comprendiendo a diferentes niveles de organización. Por esta razón, son muchas las
disciplinas que describen al funcionamiento del Sistema Nervioso y lo hacen desde diferentes
modelos teóricos que son capaces de explicar al comportamiento del nivel descripto y con
técnicas particulares para cada uno.
2) La Neurociencia Celular: Estudia a las células del Sistema Nervioso y a sus propiedades.
5) La Neurociencia Cognitiva: Explica los componentes del funcionamiento mental que tienen
base en el funcionamiento neuronal.
El Sistema Nervioso controla y regula a la mayoría de las funciones corporales. Su actividad está
involucrada con la recepción de información proveniente del exterior, las respuestas motoras del
organismo a las demandas ambientales y la regulación de los órganos internos.
Consta de dos partes principales bien diferenciadas entre sí: El Sistema Nervioso Central (SNC),
formado por el cerebro y la médula espinal y el Sistema Nervioso Periférico (SNP), formado por
nervios que transmiten información desde o hacia el SNC (Figura 5). A los primeros, se los llama
nervios eferentes y son motores, a los segundos se los llama nervios aferentes y son sensitivos.
El SNP se divide en Sistema Nervioso Autónomo (SNA) y Sistema Nervioso Somático (SNS). El
SNA, conjuntamente con el Sistema Endócrino tiene la función de regular el equilibrio interno del
organismo. Las fibras eferentes del SNA se organizan en dos subsistemas: el Sistema Nervioso
Simpático, que activa respuestas automáticas como puede ser la respuesta de ataque o la de
huida frente a situaciones de peligro, y el Sistema Nervioso Parasimpático que mantiene el nivel
ideal de activación interno del organismo, disminuyendo la activación o aumentándola según sea
necesario. Es SNS tiene la función de registrar la información sensitiva, enviarla al SNC y luego
controlar voluntariamente los movimientos corporales que surgen como respuesta a la
estimulación. El SNS consta de dos partes: 1) los nervios espinales, que emergen de la médula
espinal con una rama anterior motora (eferente) y una rama posterior sensitiva (aferente) y 2) los
nervios craneales que envían información sensitiva del cuello y la cabeza hacia el SNC y se
encargan de la motilidad de estas áreas corporales.
Está compuesto por neuronas, que son células especializadas en transmitir información a otras
células y por células gliales, o glía, que son muy numerosas pero no son transmisoras de
información, sino que tienen variadas funciones, indispensables para el funcionamiento del
Sistema Nervioso.
Ambas son células del Sistema Nervioso pero solamente las neuronas son capaces de
establecer conexiones con otras células.
Suelen ser de diferente tamaño y forma pero podemos establecer una clasificación básica
de 4 tipos de neurona: las motoras; las sensitivas; las principales y las interneuronas: i) las
neuronas motoras tienen proyecciones hacia la médula espinal donde se conectan con
otras neuronas motoras que inervan a los músculos y a las glándulas; ii) las neuronas
sensitivas son aquellas que reciben información del Sistema Nervioso Periférico y la
envían al Sistema Nervioso Central; iii) las neuronas principales, tienen proyecciones
largas que les permiten conectarse con neuronas de otras áreas cerebrales; iv) mientras
que las Interneuronas, son aquellas que se conectan con grupos neuronales cercanos.
La neurona está básicamente compuesta por un cuerpo neuronal o soma, un axón y las
dendritas (Figura 6). El soma contiene al núcleo de la neurona, indispensable para el
procesamiento y la transmisión de información. El axón es una fibra capaz de conducir la
electricidad y es a estructura encargada de transmitir mensajes desde el cuerpo celular
hacia otras neuronas. Este proceso se denomina neurotransmisión y se desarrollará
exhaustivamente en el Capítulo 2. Las dendritas, son ramificaciones delgadas que parten
del cuerpo celular y tienen como función principal recibir los mensajes provenientes de
otras neuronas. Las dendritas continúan su desarrollo luego del nacimiento del individuo y
tienen un papel importante en la neuroplasticidad.
Las neuronas se organizan en forma de redes compleja que configuran las cadenas
neuronales por las que se transmite la información a través del Sistema Nervioso.
Las células de la glia, o células gliales son los otros tipos de célula que tiene el Sistema
Nervioso. Son más numerosas que las neuronas pero no tienen la capacidad de
conducción nerviosa. La primera función que se observó en este tipo de célula fue la de
soporte o apoyo de las neuronas. Se encuentran presentes en el Sistema Nervioso Central
y el Sistema Nervioso Periférico y pueden clasificarse en 5 tipos diferentes:
1) Los Astrocitos: Su nombre deviene de su forma estrellada. Son las células gliales más
abundantes en el Sistema Nervioso y forman la Barrera Hematoencefálica, estructura cuya
función es proteger al cerebro del pasaje de sustancias nocivas a su interior. En la
sustancia gris (cuerpos neuronales) se encuentran los astrocitos protoplasmáticos,
mientras que en la sustancia blanca (axones) se encuentran los astrocitos fibrosos.
Además de la función protectora, tienen funciones de nutrición, de reparación de neuronas,
de almacenamiento de glucosa, regulan la concentración de iones y pueden captar y
almacenar neurotransmisores.
4) Los Oligodendrocitos: Son estructuras que envuelven a algunos axones del Sistema
Nervioso Central, formando la vaina de mielina, Esta última es una capa compuesta por
lípidos y por proteínas y acelera la conducción nerviosa además de aislar eléctricamente a
los axones. Los oligodendrocitos también actúan protegiendo a los axones no mielinizados.
Estas células pueden cubrir a diferentes segmentos de un mismo axon y de axones
diferentes.
5) Las Células de Schwann: Son células del Sistema Nervioso Periférico. Tienen función de
soporte estructural de las neuronas; fagocitan desechos neuronales en casos de lesión de
los nervios periféricos y forman la mielina de los axones neuronales del Sistema Nervioso
Periférico. A diferencia de los oligodendrocitos, pueden mielinizar un único segmento de un
axón.
El SNC está cubierto por las meninges que protegen al encéfalo y a la médula espinal. Las
meninges están formadas por tres capas protectoras. La más externa, pegada al cráneo,
es una capa gruesa, resistente pero flexible, llamada duramadre. La capa intermedia,
situada por debajo de la duramadre, es la aracnoides, de constitución esponjosa y blanda.
Por debajo de la aracnoides se encuentra la piamadre, última cubierta protectora del
encéfalo y de la médula espinal que es muy fina y se encuentra adherida a la superficie de
estas estructuras. Entre la piamadre y la aracnoides se encuentra el espacio
subaracnoideo, lleno de un fluido llamado líquido cefalorraquideo (Figura 7).
El cerebro humano tiene una constitución extremadamente delicada por lo que requiere de
un sistema de protección variado. Un aspecto central de este sistema es el LCR presente
en el espacio subaracnoideo (Figura 7) que mantiene al encéfalo flotando. El sistema de
defensa mecánica incluye la presencia de LCR en las cavidades cerebrales que se
encuentran interconectadas entre sí. Las dos cavidades más prominentes son los
ventrículos laterales, también llamados primero y segundo ventrículo. Ambos se
encuentran conectados al tercer ventrículo que está en la línea media del cerebro y que a
su vez, se conecta a través del acueducto cerebral al cuarto ventrículo. Así, estas
cavidades, repletas de LCR actúan como protectoras de las estructuras encefálicas.
La problemática ética surgida a partir del desarrollo de las Neurciencias requiere de una reflexión
ética similar a la que suscitan los hallazgos genéticos ya que puede facilitar la manipulación de los
sujetos ya sea con la intención de mejorar a la humanidad o bien, con la intención de manejar sus
comportamientos y decisiones.
El avance de la Neurociencia implica una importante responsabilidad ética para su uso y este es
un aspecto que no debe soslayarse sino que debe ocupar un lugar central en la investigación, la
comunicación científica y la utilización de los hallazgos en el contexto social.
Figura 1:
Figura 2:
Figura 3:
Figura 6:
dendritas botones
sinápticos
axón
cono axonal
núcleo la
célula de
vaina de mielina- Schwann