Plan Piloto de Monitoreo de Electro Escritura para Pre
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En primer lugar, es relevante indicar que la investigación indica que el aprendizaje de la lectura se
inicia en la primera edad y se desarrolla como un proceso continuo desde los primeros años de
vida. Whitehurst y Lonigan (2003, en Rugerio y Guevara, 2015) proponen el concepto de
alfabetismo emergente, y en su estudio concluyen que niños y niñas pueden aprender y saber
muchas cosas acerca de la lectura antes de iniciar la enseñanza formal para aprender a leer. Vega
(2010, en Rugerio y Guevara, 2015) encontró que los niños de entre tres y cinco años de edad son
capaces de identificar algunas letras y conocen algunos de los convencionalismos del lenguaje
escrito; por ejemplo, el uso adecuado de los libros, que el texto es el que lleva el mensaje, la
organización lingüística y la dirección de la lectura. Muchos de los procesos más importantes para
el aprendizaje de la lectura y la escritura tienen lugar antes de que los niños entren por primera
vez a un aula, y varias de las dificultades que enfrentan se originan en la falta de oportunidades en
el contexto educativo de sus primeros años de vida (Vellutino y Scanlon, 2001).
Las habilidades lingüísticas, escuchar, hablar, leer y escribir, pueden dividirse en aquellas que son
innatas y surgen mediante la exposición natural y cotidiana a los estímulos del entorno, y aquellas
que requieren que alguien las enseñe. La lectura y la escritura pertenecen a este segundo grupo.
Uno más de los importantes consensos que se pueden determinar de acuerdo con las diferentes
investigaciones es que el aprendizaje de la lectura no es un proceso natural; más bien corresponde
al desarrollo de varias destrezas cognoscitivas que deben llegar a dominarse. Por tanto, se
requiere de estrategias para su enseñanza y aprendizaje. Los docentes deben considerar dos
aspectos relevantes: la lectura y la escritura no son un contenido que se imparte, sino una manera
de enseñar y aprender; al mismo tiempo, existen aspectos que hacen que los estudiantes
aprendan a leer y escribir que deben ser trabajados como habilidades por desarrollar. Con
respecto a la escritura, esta es también un proceso de construcción de significados que requiere
de un complejo trabajo cognitivo. “Se trata de un proceso que demanda la progresiva construcción
de esquemas conceptuales que permitan interpretar datos previos y nuevos datos para
transformarlos en conocimiento” (Ferreiro, 1983, citado en Serrano, 2000). Se ha comprobado que
para que el niño o niña comprenda la naturaleza del sistema alfabético requiere internalizar una
serie de pasos ordenados, cada uno de los cuales se estructura mediante esquemas conceptuales
particulares. De acuerdo con Ferreiro, ninguno de esos esquemas conceptuales puede ser
caracterizado como una simple reproducción, en la mente del niño, de informaciones provistas
por el medio. Esos esquemas implican siempre un proceso constructivo en el cual los niños toman
en cuenta parte de la información dada e introducen siempre, simultáneamente, algo propio.
Leer es comprender el mensaje que un texto escrito transmite; de ahí que el enfoque del
aprendizaje se orienta hacia el logro de la comprensión lectora. Para alcanzarla, es necesario
enseñar aquellos procesos que entran en juego al momento de enfrentarse a un escrito, procesos
que, como ya se ha planteado, comienzan a desarrollarse desde edades tempranas. “La lectura
requiere tanto de un enfoque estratégico que se oriente a la comprensión, como de la activación
de los procesos de identificación de las palabras, de cuya mayor o menor automatización
dependerá la eficiencia con la que se logre la identificación” (Scarborough, 2001, citado en
Villalón, 2008 p. 26). Algunos procesos cognitivos determinantes del aprendizaje lector inicial son
la conciencia fonológica, el reconocimiento semántico, la memoria verbal, la abstracción y la
categorización verbal. Además, son predictivos del aprendizaje inicial: la identificación y la
segmentación de los fonemas, el reconocimiento visual ortográfico de algunas palabras en la etapa
previa al aprendizaje lector y el conocimiento de las letras del alfabeto (Bravo, Villalón y Orellana,
2004). Por otro lado, la decodificación y la comprensión de la lectura surgen por medio de un
aprendizaje que integra diversos conocimientos relacionados con el vocabulario, las inferencias, la
comprensión del discurso, el conocimiento de las estructuras lingüísticas del idioma y el
conocimiento de convenciones de lectura que logran los niños pequeños (McGuiness, 2005, en
Flores y Arias, 2010)
Rubinstein (1982, en Uribe, López-Tejeda, Villarruel et al., 2013) define la lectura como una forma
de actividad lingüística exteriorizada que posee funciones sociales y comunicativas como cualquier
otra actividad humana que se dirige hacia un objetivo específico y que se rige por motivos
cognoscitivos y emocionales. Enseñar a leer y escribir es un desafío que va más allá de la
alfabetización en sentido estricto. El desafío que hoy enfrenta la escuela es el de incorporar a
todos los estudiantes a la cultura escrita y lograr que lleguen a ser miembros de una comunidad de
buenos lectores y escritores. “Lo necesario es hacer de la escuela una comunidad de lectores que
acuden a los textos, buscando respuesta para los problemas que necesitan resolver, tratando de
encontrar información para comprender mejor algún aspecto del mundo que es objeto de sus
preocupaciones, buscando argumentos para defender una posición con la que están
comprometidos o para rebatir otras, conocer otros modos de vida, identificarse con otros autores
y personajes o diferenciarse de ellos; correr otras aventuras, enterarse de otras historias,
descubrir otras formas de utilizar el lenguaje para crear nuevos sentidos” (Lerner, 2001, p. 117). En
cuanto a la escritura, “lo necesario es hacer de la escuela una comunidad de escritores que
producen sus propios textos para dar a conocer sus ideas, para informar sobre hechos que los
destinatarios necesitan conocer, para incitar a sus lectores a emprender acciones que consideran
valiosas, para convencerlos de la validez de los puntos de vista o las propuestas que intentan
promover, para protestar o reclamar, para compartir con los demás una bella frase o un buen
escrito, para intrigar o hacer reír” (Lerner, 2001, p. 218). En resumen, es necesario que la escuela
enfoque la lectura y la escritura como aprendizajes prácticos, significativos y vitales.
Para lograr buenos resultados en el aprendizaje de la lectura y escritura, es fundamental que los
docentes estimulen a los estudiantes a leer y escribir, a fin de divertirse, informarse y
comunicarse. De acuerdo con lo que plantea la National Association for the Education of Young
Children (NAEYC, 2005), para lograr estos resultados las prácticas docentes tienen que ser
apropiadas y efectivas, no meras adaptaciones de lo que puede ser efectivo para cualquier niño.
Tales prácticas necesitan tomar en cuenta las características cambiantes de los niños según sus
etapas de desarrollo, además de sus necesidades culturales, lingüísticas e individuales de
aprendizaje. Es obvio, por tanto, que el desarrollo profesional impacta en la comprensión de las
diversas estrategias que se desarrollan en el aula, favoreciendo su contextualización y el enfoque
de las necesidades de aprendizaje de cada uno de los estudiantes. Así, Swartz (2020) plantea que
los docentes que entienden el proceso de la lectura y la escritura utilizan métodos que la
investigación ha probado como efectivos, y aquellos que conocen bien los aprendizajes previos de
sus estudiantes y el contexto educativo también logran implementar métodos que favorecen el
aprendizaje. Por medio de este entendimiento de la teoría y la práctica juntas, es decir, de la
observación de cada estudiante de manera continua y durante el proceso, en su contexto,
sumando metodologías y estrategias efectivas, se dará una aproximación efectiva a la lectura.
EL APOYO INDIVIDUAL PARA EL APRENDIZAJE DE LA LECTURA EN NIÑOS CON REZAGO.
La lectura y la escritura es uno de los aprendizajes más importantes que un niño o niña debe
enfrentar en sus primeros años; si le resulta muy difícil llevar este proceso, “hay que entender que
quizás no PUEDE leer y, entonces, hay que entender que quizás no SEPA cómo hacerlo”
(Rodríguez, 2013, p. 6). En ocasiones, dependiendo de las características de desarrollo de los
estudiantes, entre otros factores, el aprendizaje formal de la lectura y la escritura requiere de un
acompañamiento principalmente personalizado, que permita dedicar atención a las necesidades
particulares de aprendizaje. Una de las principales estrategias de enseñanza para responder a los
estudiantes que presentan dificultades es el acompañamiento individual o tutoría. Esta pone en
primer plano la educación individualizada, ya que se hace cargo de complementar aquellos
aspectos educativos que el docente no puede abordar dentro de una clase. La literatura ha
estudiado el efecto de las tutorías, señalando que este tipo de intervenciones pueden tener
efectos positivos a corto plazo, por ejemplo, en mejorar el nivel de lectura cuando son bien
diseñadas (Arriola et al., 2021). La evidencia muestra que los programas de tutorías
individualizadas son, junto con la Educación Parvularia, la inversión educativa más efectiva (Arriola
et al., 2021). A su vez, un programa de trabajo basado en tutorías tendría las siguientes ventajas:
posibilitaría un adelanto significativo de los niños y niñas en lectura y permitiría la adecuación de
la enseñanza a las necesidades individuales del estudiante, facilitando el aprendizaje (Milicic,
2010). De acuerdo con lo planteado por la Education Endowmwent Foundation (2020, en Arriola
et al., 2021), existen evidencias que indican que las tutorías individualizadas resultan ser muy
eficaces para recuperar la pérdida de aprendizaje académico y el bienestar de los estudiantes.
Tienen un potencial enorme para facilitar la recuperación y abordar el desenganche educativo de
decenas de miles de estudiantes. “Creemos firmemente que los programas de tutorías
individualizadas deberían pasar a formar parte del menú central de las políticas educativas
estructurales de cualquier país preocupado por la educación y la igualdad de oportunidades”
(Arriola et al., 2021, p. 33).
Monitorear y evaluar el aprendizaje de la lectoescritura
La siguiente rúbrica es de utilidad para los docentes de preprimaria a tercer grado de primaria
para evaluar cada uno de los principios de las etapas de la lectoescritura en cada uno de los
grados.
Identificació palabras
n nuevas.
instantánea Comprende
de palabras que un
que sonido o
nombran fonema
objetos del está
entorno representad
inmediato. o por una
letra o
grafía que, a
si vez, se
combina
con otros
para formar
palabras.
Evaluación formativa
a. Fluidez
El estudiante debe poder leer con fluidez cierta cantidad de palabras por minuto para que pueda
comprender un texto. En la siguiente tabla se presenta la cantidad de palabras que el estudiante
debiera leer fluidamente en español como L1.
Palab
ras
leídas
por
minu
to
Nivel Legibili
de dad de Insatisfact Satisfact Excele
lectur lectura orio orio nte
a s
100- 41 o
1 0-25 26-40
200 más
220- 66 o
2y3 0-50 51-65
400 más
420- 86 o
4y5 0-65 66-85
600 más
Sugerencia de actividades y preguntas que se pueden hacer al estudiante después de una lectura
en español:
Por favor cuéntame lo que acabas de leer. Trata de contarme todo lo que puedas. Empieza.
No recordó, no contestó 0
Idea/mensaje o personaje
3
principal
Idea/mensaje o personaje
4
principal + 1 a 2 detalles
Idea/mensaje o personaje
5
principal + 3 a 4 detalles