Luisa Marta Corica - La Niña Que Sueña Con Nieves
Luisa Marta Corica - La Niña Que Sueña Con Nieves
Luisa Marta Corica - La Niña Que Sueña Con Nieves
M
colección
V Versos Aparecidos
J
Luisa Marta Córica nació en La Plata el 26
de agosto de 1 944. E ra p oeta y actriz.
Estudiaba F ilosofía e n la F acultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación
de la UNLP, y trabajaba en el Hipódromo,
donde era delegada sindical de la Juven-
tud Trabajadora Peronista. En cine tuvo
un papel secundario e n la película
Boquitas pintadas ( 1974) de L eopoldo
Torre Nilson. El 7 de abril de 1975, a los 30
años, fue secuestrada en la Estación de
trenes d e La P lata y asesinada p or
integrantes d e la C oncentración N acio-
nal Universitaria en Los Talas, Berisso.
LA NIÑA QUE SUEÑA
CON NIEVES
colección
Versos Aparecidos
LA NIÑA QUE SUEÑA
CON NIEVES
Luisa Marta Córica
colección
Versos Aparecidos
Córica, Luisa Marta
La niña que sueña con nieves / Luisa Marta Córica ; Director editorial: Roesler, Pablo;
Editores literarios: Aiub, Juan; Inama, Ramon Oscar y Tavernini, Emiliano / Diseñado por
Civit, Luciana / Correcciones de Becerra, Clara / comentarios de Matías Facundo Moreno. -
1a ed. - La Plata : MEVEJU, 2022.
110 p. ; 20 x 13 cm. - (Versos aparecidos / 4)
ISBN 978-987-29530-9-6
ISBN 978-987-29530-9-6
1000 ejemplares
Impreso en DiPIDE Dirección Provincial de Impresiones y Digitalización del Estado
Buenos Aires, en el mes de enero de 2023.
Impreso en Argentina
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires ; Editorial MeVeJu, 2022.
Las y los invitamos a leer este poemario. Los compañeros y com-
pañeras desaparecidas eran militantes, eran padres, madres, herma-
nos y hermanas, hijos e hijas, eran personas comprometidas con su
tiempo, eran personas que amaban. Estas poesías fueron rescatadas
por sus familiares luego de la desaparición de sus seres queridos. En-
tendemos que es una de las responsabilidades del Estado garantizar
que las memorias del pueblo no se pierdan. Y por ello creemos que
la mejor forma de hacerlo, está en poder darles hoy a las y los poetas
desaparecidos, la oportunidad que les fue truncada: que sus poemas
sean publicados.
9
cuando no querías
hablar
de esa manera efectiva de sentarte a conversar
tuve la suave conciencia de una amistad
que no floreció.
Pero
fuiste en la emergencia
alguien que dio
alguien
que
habló.
10
Raninqueo
Nombre…
con gusto
a sales
nombre…
con gusto a ríos
a tierras
carpas
y montes
a un sol
dorado cobrizo.
A una
semblanza morena
a cuerpos
con muchos bríos
a recuerdo de
mil hombres
muy morenos
muy curtidos
tu nombre
de origen indio
se quedó un poco
conmigo.
11
El verano
era azul
se quemaban mis sueños en hastío.
Apareciste
desadormeciste mi calma
deshojaste el vacío.
Llegaste
cuando aún las risas no habíamos callado.
Todavía eran frescas nuestras bocas
y nuestros cabellos podían
despeinarse al viento con agrado.
Entonces en mis manos
no hubo letargo.
Renací
amé la ternura de nuestros contactos
tu boca ancha
tus olores a vinos, cebollas o ajos.
Y vi
en las cosas simples que antes no contaban
un resplandor de vida que todo lo impregnaba.
Amé tu risa
me daba alegría
infundía añoranzas
las noches distintas cuando no llegabas.
Y quise tu cuerpo.
sentí tu nostalgia.
Y así
13
gozaba en tus voces
en tu cara
en tus ojos inquietos que buscaban algo
que mentían de a ratos.
Hoy
mis manos solo palpan huecos.
En mis penumbras
no están tus manos
que me acarician como adivinando.
Ya no está tu cuerpo
otra vez letargo
y habrá otro verano que en azul se queme
y habrá mil hastíos cuando esté soñando.
14
Me asumiste.
La piel de mis dedos
recorriéndote
se entreabrió.
Te recibimos
y
luego del delirio
pudimos escuchar
juntos el silencio.
15
Un brillo distinto
viste en mis pupilas.
¡Cómo no advertirlo!
Luego de tomarme
si fuiste la vida
que alborotó
en mi sangre.
¡Cómo no advertirlo!
Vos lo provocaste.
17
Penetraste
hasta la raíz de mi vientre.
Desdibujaste la desesperanza.
En mis vibraciones
fui feliz.
Intenté
no nombrarte.
Descorrí
los velos de mis insatisfacciones.
Aletargué
la inconstancia primitiva de mi cuerpo.
¡Vibré
al conjuro de tus manos!
Mi piel
y la tuya
ahuecaron calor.
Te amé.
Desdibujé la desesperanza.
Mi cuerpo
(sin velos)
tuvo su sol.
19
Tú
exhibes tu realidad
yo
vivo
de sueños enlazados
que se desanudan
con el solo movimiento de ellos mismos.
Y
nuestras figuras
al conjuro
de imágenes
y
sueños
ya no serán
nunca.
21
Un otoño platense
nos encontró en la tarde
nos derivó a la noche
impregnó
un sendero improvisado
de matices nuevos.
Yo allí
caminaba gimiendo soledad
y tú
me acompañabas.
En esa angustia calma
reconocí tu voz
y
tu nostalgia.
Me impregnaste de luz
en un azul y rojo.
Relataste
el dolor
la amistad
la esperanza.
Formaste con tus esencias rosas
pequeñísimas llaves.
Supiste madurar
y luego
penetraste.
Me ahuecaste en tu mano.
Bebiste lentamente
23
el clima de mi sangre
y
me meciste en sueños…
con columpios de azahares.
24
En las páginas
las letras rosas
juguetearon
y
las palabras viejas
diciendo
cosas nuevas
sumergieron mi alma
en vivencias
eternas
sin límites.
En las palabras viejas
hallé
verdades nuevas.
25
Me encendiste natural
fui fuego
crecí en vicio
me buscaste
de mil formas diferentes
en una sola.
Me encontraste
siempre.
¡Sentí!
mas no hallé dobleces
en mis ansias.
¡Me apresaste!
rogué
me arrullaste
en tu ritmo salvaje.
Hablaste…
de pájaros,
de surcos de ríos
de tierras sembradas.
¡Me regaste!
te recibí envuelta en celeste de aurora
doblegaste mis ansias.
¡Vuelve!
la niña que sueña con nieves
que escala montañas
se abstrae
a orillas del río
27
y bebe sus aguas.
Guijarros rojos
y
piedras blancas
se unen
a ella
entre cantos de agua.
28
Quiero crear
un conjunto de palabras
que te definan
y a su vez digan
lo que siento.
Quiero sembrar
de versos jóvenes las páginas
y no los encuentro.
Imagino en mi delirio
la ternura
de tu boca.
Quiero hablar de tus besos
y no puedo
de tus manos que ágiles aguzan…
en mis sentidos
provocando
goces nuevos.
De la inquietud
de mi vientre
al no tenerte.
Del recorrido de tus ojos en recuerdos
de mi ansiedad de palabras
de la tristeza de tu voz
sembrando versos.
Si el rocío fuera tinta
y los pétalos de flores
papel nuevo
29
yo
luz de luna
y mis manos
paz de otoño…
treparía por los tallos
sollozando
y
hallaría para vos
esos versos
que no encuentro.
30
Tiemblo
recorro los dibujos de imágenes
ya para el recuerdo
las del encuentro.
Siento
que gime
un tanto incierta
la pena de no verte
y
me estremezco.
Quiero
decirte en un poema
tanto
y no puedo
de mi miedo hecho sonrisa
de tus manos hechas luz
trepando
en mis sensaciones
y la savia de tu cuerpo
que cundió en mis
sufrimientos
y
sembró mi vientre húmedo
para recibirte.
Ahora sé
de tu sangre hecha delirio
mis venas
31
recorriendo.
Ahora
te extraño
se hace el día
y
yo anochezco.
32
Te habló mi voz
cansada
de cantos de grillos y ranas.
Mi candil
encendido
no escuchó…
eco de mis palabras
y se atisbó en el aire
gimiendo llamaradas.
Luego
no se vio nada.
Yo ya no escucho el canto
de grillos
y
de ranas
que acompañaron danzas
en mi niñez cansada.
Ya
al no existir el eco
no gime mi candil
envuelto en llamaradas.
33
Ausencia
gemir
de libros
de leche tostadas
de sábanas tibias
de frescas mañanas.
Tren de mil colores
charlas…
arpas y violines
tortillas
cantos en las madrugadas.
Tristezas
ya amigas
todo me lo daban
con ellas
jugaban
mis trenzas
al alba.
En las tardes frías
enlazando el humo
de chimeneas ajenas
ellas me abrigaban.
Crepitar de brazas
en las noches
hacían crecerme
niña
aullando
descalza.
35
Supe
del dolor
y
de la ausencia
cuando mis manos niñas
contaban caracoles de conchillas.
Ausencia
siempre
desde el vientre.
El otoño esmaltado
el verano en humos
desde los cuatro tiempos
todo me olía a nostalgia.
Casi
quemaba a miedo
que en mis intentos
hube ensayado en versos
un crepitar de lágrimas.
Sola
nacida entre recuerdos.
Hoy
aprendí a contar
partículas de oro en las arenas.
37
Quiero
para cuando
muera
que me entierren
entre pinos.
Que no se escuchen
llantos
ni acordes
de órganos fríos
o misas
para que mi alma
descanse de tantos
bríos.
No
que no malgasten ofrendas.
Quiero
un angosto camino
bordeado de verde y rojo
cerca
de callados ríos.
Callado como mi sueño
hecho de agua
tierra y pino.
Invaden
los cementerios
tumbas
donde tiemblan frío
39
sus ángeles
sus puntillas
sus mármoles azulinos
con esas flores marchitas
que ahogan de olor a muerte
con esas
cruces en línea
que son
mil veces martirio.
No quiero
fechas de encuentro
para
llorar
lo que se ha ido.
Son
normas que no conjugan
con
mi manera de vida.
Quiero
piedra
lluvia fresca
quiero
luna
sol
camino.
Quiero
un ciprés
para amante
y
para amigos
los pinos
que mezan
40
con sus arrullos
el sueño
que tanto
ansío.
41
Vuelvo
a transitar
un camino de piedras
con los pies desnudos
y las manos quietas.
Absorben
mi alma
las penas inmensas
de mi inmenso mundo.
La lluvia
y
el vino
que irrumpe
en la crisis.
La náusea
otra vez
abarca
mi estómago.
Transitando
a obscuras
ya
mis pies sangrando
vuelvo
a renacer.
43
Una
luz
que
se prende
y
apaga
y mi ansiedad
que propone
una
señal
que
oscila
en el
desconcierto
de su
inexactitud
que
se prende
y
apaga.
Que puede ser
mensaje
pero
no es
nada.
Que
deambula
45
por
paraísos intransitados
y
luego
emigra
definitivamente.
46
Intento
a veces
escribir en versos
escribir
mis versos
calientes
de espera.
Transcribir intactas
mis excitaciones
las palpables muestras
de mis
negligencias
afloran entonces
y
caigo en despliegues
azarosos
de incoherencias.
Busco en mi intención
palpo
en mi
inconsistencia.
No
existen
no
emergen
no
quedan.
47
Abandono el lápiz.
Naufrago
me llevan.
48
Camino
a tientas.
El pasado
y el presente
a veces
se unen
otras
se distancian
tanto que
me hundo
en la vorágine del silencio
tan audible
y
entonces
lloro.
Y solo atino
a lamer mis manos
mojadas todavía
de vos y de lluvia.
¿Es acaso
el consuelo del hombre el llanto?
49
Acaricio un clima
desgastado
por el tiempo
y
me anochezco
en lo incoherente
de la espera.
Mas no gradúo
mi dosis
de aprehenderte.
Pertenezco
al planeta de lo incorporal
lo intransitable
y
sin embargo
he ahí lo tremendo:
me sé
humana.
51
Adentro
del vaso
el hielo cruje
embebido por el whisky.
Detrás del vidrio
mis ojos
embeben
el gris del cielo
el gris
del agua
del Río de la Plata.
Yo
palpo
a
tientas
mi
desconcierto.
Trato
de adecuar
en mis manos
el calor de mis venas
y
adormezco
la espera.
53
Hoy
a las dos de la mañana
he vuelto a ser
madre-padre
es
noche de Melchor, Gaspar y Baltazar
es
noche de volver a recordar
que no estamos juntos
pero yo
valiente
aguerrida
enhiesta siempre
asumo la tarea
envuelta en mi combate
sedienta
en mi desierto.
En eso llegas
mis puertas
cerradas
mi luz
encendida.
Te veo
a través de la ventana
te adoptas en rey mago
y tiemblan mis pestañas.
El coche detenido.
55
Tú
bajas con regalos
abres mi puerta
(la que atraviesan todos
de la otra no conoces la llave).
Te pones en camello
desparramas el pasto
te bebes toda el agua
tu figura se alarga
tus manos
(no las veo pero las sé)
fuertes
tostadas
arrancan de mi árbol
algunas viejas ramas
que luego desparramas.
Para asumirte en rey
haces un laberinto
de camellos hambrientos
de camellos sedientos
que hace ensanchar mi pecho.
Estoy
en mi ventana
concluyes la tarea
atraviesas la puerta
ya va a estallar
mi alma
y veo un cuerpo menudo
que espera
tu llegada
y que siguió sonriendo
la escena del rey mago.
56
Te vas alegre a ella
pones el coche en marcha
haces un comentario.
Ha cumplido ya
el hombre
se cierran
mis pestañas
desparramando
en mi rostro
la sal
de mis entrañas.
57
A veces
cuando me acuerdo
de vos
lloro.
A veces
cuando camino
el cielo estrellado
desde mi ventana
en el momento
exacto
de sentir correr
dos lágrimas.
Cuando trato
de ubicar
en el aire
tus latidos
y
solo escucho
el tap tap
de los míos.
Entonces
te desando
pausada.
Yo
que lo entiendo todo
como entiendo
el porqué
59
de las imágenes
de mi ciudad
cada vez
más borradas.
Ahora
que surcan
hilos
de sal
toda mi cara.
60
A veces
cuando me acuerdo
de vos
lloro.
A veces
cuando camino
a la hora de la siesta
por una calle vacía
veo
el cielo azul
oigo
mis pasos
y
escucho
con suma nitidez
la lejanía.
Entonces
te ubicas a mi lado
de perfil
o de espaldas
y
triste te acompaño
hasta llegar a casa.
Luego
se siente olor a sopa
retardo
un poco el paso
61
me pierdo
en mi agonía.
62
A veces
cuando me acuerdo
de vos
lloro.
A veces
cuando siento
que se abre mi pecho
y
no digo palabras
pero así
a través
de la distancia
mis ojos
desesperadamente
por dentro te indagan.
A veces
cuando
sumergida
en mi ahínco
río
bailo
me retuerzo
grito.
Cuando
gozo
en tantos brazos
empedernida
63
a pesar del quebranto.
O ahora
que la ciudad me gusta
y
me gustan sus olores
de tilos
y magnolias
de tierras embebidas
que siento casi mías…
así
los días de lluvia.
Entonces
desvanezco
el exilio
antes
de ser cautiva
otra vez
de tu sombra.
64
Vamos
ídolo
de
barro.
Levántate
y
anda
deambula por las calles
con tu grotesca máscara.
Utiliza
imaginarias tarimas
para convertirte
en monstruo
en rey
o artesano
de mi cuerpo
con tus manos.
O así
como puedas
transfórmate
en águila.
O luego
en pájaro abrumado
por sus pequeñas alas
camina
camina
que bien sabes
65
mostrarte
azorado.
Puma agazapado.
Pájaro suave.
Animal vago.
66
Arrojarme
en el asfalto
queriendo
hundirme
en la hierba.
Sentir
mi cuerpo
en quejidos
sin ecos
y
sin respuestas.
Desarraigar
con mil gritos
la tortura
de lo incierto
querer
ensanchar
mi mano
y
que esta
ayude
al cuerpo
abierto
a ensillar
los mil caballos
que galopan
sin monturas
67
ni jinetes
tanto
por campos
de trigo
tanto
por largos
senderos
por caminos
tan angostos
o tan anchos
¡qué tremendo!
Que aún
sangrando
el costado
de espinas
siguen corriendo
corriendo
pensando
en la paz
del río
asumiendo
su destiempo.
68
Es
una noche
celeste
hay
una luna
y estrellas
sin embargo
escucho quejas
de silencios
que en silencio
galopan tierras
desiertas.
Entonces
la tierra gris
palpa en mis manos
perplejas
solo huecos abrazados
a una profunda
tristeza.
Entonces
se escuchan cantos
hundo
mi cabeza enhiesta
y
me elaboro con grillos
un adormecer
sin quejas
69
oliendo
en el aire
apenas
sudores
de tierra seca.
70
Quiero
reivindicarme
conmigo
desnudarme
de las ropas
del tiempo
de la vida
tenderme de cara al cielo
y así
implorar a la naturaleza
por una lluvia
azul
y
rosa
que me penetre íntegra
hasta impregnar
mis huesos.
Limpiarme
en el azul
hundirme
en la maleza
saciarme
entre las hierbas
con un baño de sol
y
otro de luna.
Luego
71
volver a lo terrestre.
No desertar
del hombre
a él pertenezco
y
si a él me integro
como ahora pienso
renaceré
en libertad.
72
Sentir
la sensación exacta
de querer abarcarlo todo
y
advertir con certeza
de mis manos
en llagas.
¡Y nuevamente
la imprevista búsqueda irrumpe!
Traducida en mis puños
que se abren
y
cierran
cada vez con más fuerza
y así casi
sangran.
Camino el desvelo
y
otra vez trasnochada
el concierto de grillos
y
surgentes esperas
agudizan
la llaga.
Agoniza
mi frente
que se cierra a tu beso
73
y
crepito en mi fuego
que otra vez
me abarca
deambulando cautiva
por mi nuevo silencio
borrando
los senderos
en los que
transitabas.
74
Te espero
con el rostro
demacrado
por la noche
con las manos
que crepitan
en el hueco
hecho caricia
y
el oído entristecido
de no escuchar tu sonido
con mis ojos
quebrantados
del esfuerzo
de invocarte
de inmolarme
en el deseo
trasuntada de vigilia
y es así
que me imagino
recorrida en cada hueco
en cada trozo
de mi cuerpo que te llama
por tu savia hecha saliva.
Y no me alcanza
pero me nutres
cuando tu cuerpo mojado
75
resbalando se empecina
y me domina
como de vino emborrachada.
Y es un
vos y yo
y
¡te quiero tanto!
Que me integraría
en el destiempo
en ese instante
y
no regresaría.
76
Te extraño
siempre tuya todavía
en mezclas inmaduras de abandono o euforia
o lenta prescindencia de vos
pensadamente
y tierna dependencia cuando mi racional se olvida
de elaborar el ritmo que mi alma
necesita
para no perderse en traspasados gritos.
Te extraño
en este instante y casi siempre
en mansa espera
alocadamente
o así
en salvaje alegría si logras invadirme.
Pero no te preocupes
puedo calmar mi cuerpo
al tornarse
impaciente
puedo hablar con mi alma
si se empeña
en quererte.
No vengas
no dependo que de mí dependas
no me caeré llorando
y
moriré encendida
77
aunque tenga mil años
prendidos a mi cuerpo
y mi frente no abarque
en mí
ya
tanta vida
y
me torne
pequeña.
78
¿Viste?
Es la angustia
que te invade
así penetra por tus ojos
y se desparrama
transitando todo el cuerpo
saqueando hasta los límites del alma.
Irrumpiendo bárbaramente
la boca de tu estómago
hasta producir la náusea
y
¿luego qué?
pregonarte una y mil veces
en nuevos versos
explicarte una vez más
¿que palpas llagas?
Bueno vamos
sabes
no debes excederte
no debes complicarte hasta que cures.
Y luego
entregarte
otra vez en cada instante
sin limitaciones.
79
Anoche
cuando transitaba
otra vez
el llanto
así
a mi manera
se unió a mi tristeza
la tibieza
de tus lágrimas jóvenes
mojando mi cara.
Fijate
así reflejada
hubo una distancia
y
en un mismo llanto
dos formas distintas
de manifestarse.
La tuya por joven
estalló
en sollozos.
La mía callada
aprendió
a callarse.
Claro
esa es la experiencia
de la que se habla
esa
81
que camina pegada a nosotros
nos da algunas pautas
nos va templando
modelando en cada batalla
abre surcos
para que entendamos
pero
es necesario que sepamos verlos
para que nos sirva.
Volviendo a lo nuestro
como te decía
hubo en ese abrazo
de lágrimas
secas
de lágrimas
tibias
un solo latido.
82
Primero
el cansancio
el sueño
el descanso.
Esas cosas
tuyas
que a veces
no comprendo
no comparto.
Yo
que me desvelo noches infinitas
cuando amo
no entiendo
que alguien me diga
“me voy, tengo sueño, estoy muy cansado”.
No siento el reposo
sin el cuerpo amigo
no entiendo
que duermas
sin tener
mi abrazo
mi cuerpo desnudo
que responde siempre
a tus manos.
Por eso
me cierro
por eso
83
me evado
me repliego
no te doy respuestas
si preguntas algo.
Pero
no me entiendes
¡no pudiste anoche
ni otras veces antes!
Queriéndote tanto
creo imposible
pretender amarnos.
84
Trinchera necesaria
Te reclama
constantemente
mi ansiedad desmedida
pero
no apareces.
Mi garganta
nutrida
de quietos quejidos
no se pronuncia
si lo hiciera
sería alarido.
Cien rictus
de angustia
modelan mi cara
ojeras huecas
destempladas
forman con arrugas pequeñas
de miles de días
toda una trinchera
para que no salgan
esos gritos míos
y
que nadie sepa
lo frágil
de mi alma.
85
Quiero
gastarme
toda
en las cosas
de todos los días
para que ningún pedazo de mí
se ocupe de vos.
Quiero
apresar
todos los rostros
que circunstanciales
cruzan
para así
borrar el tuyo
prolongado
en mis trasnoches
hasta dormir
buscándote
a mi lado.
O
en los breves “recreos”
de las siestas
y el “después nos vemos…”
o el retorno de las tardes.
Todo ello
se trasunta
en puntazos rápidos metódicos
87
doliendo sin pausa
en cada pausa.
Quiero arrancar
cada pedazo tuyo
que late dentro mío
y así
dejarte de sentir.
Ahora
sabiendo
que no claudicaría
amo la vida
quiero morir.
88
Quiero
aprender
a hacer las cosas
que el mundo necesita
para poder
libre vivir.
Quiero
gastarme toda
en ese aprendizaje diario
es mi deber.
Quiero
apresar todos los rostros
que circunstanciales
cruzan
en su miseria
despiadada
para así
proseguir.
Quiero
la fuente inacabable
de la fuerza
en mis venas
sentir quemar.
Sé que con la savia
de mi lucha
de tu lucha
y
89
tantas otras
renaceremos.
Quiero
gastar mi sangre toda
en esas “cosas”
y
ver un día
en el universo
“los hombres nuevos”.
Ahora
pensando en todo eso
amo la vida.
quiero vivir.
90
Llueve
hay tibieza
en mi cuerpo
y
en mis manos
y
te extraño.
Tengo impulsos
de pasar de mi casa a la tuya
como antes
y
buscarte.
Redondeo con el lápiz
la clase de “espejos convexos”
trazo una línea
y
pienso un verso.
Traslado mi tiempo
a un tiempo subjetivo
y escribo.
Surge tu nombre
y entonces
tiemblo.
Desprevenida camino hasta el placard
donde escribiste
en un momento tuyo
ese “te quiero”
91
y me conmuevo.
Quiero buscar en mis papeles
los mensajes que solíamos dejarnos
cuando no nos veíamos
un breve tiempo
entonces leo
“no me extrañes, yo a vos sí, después te explico”
y el “ero-se” solo nuestro.
Ahora sonrío
vuelvo a entender
recuerdo lo pactado
recapacito.
Toco mis manos
¿sabés?
Hace unos días tenía una herida
que no curaba
y me dolía
entonces dije
si la aprieto qué duele más
¿lo de adentro o lo de afuera?
Sentí
una mezcla
luego pacté
cuando mi mano se haya curado
te habré olvidado.
Ahora
quizás la lluvia
el gris
no sé
al querer comprobar qué ocurría
suave dolió
pero no te inquietes
ya no lloré.
92
De vos y yo
emborrachémonos
por última vez
juntos vivamos
hasta diciembre.
Luego te irás
y entonces ese día me devuelves
mi nombre, mi cuerpo y mi alma.
Para luego
de tu olvido
volver a correr caminos.
Para qué hablar
de qué hablar.
¿De lo que es o no es
de lo que puede ser
y no será?
Dejemos que noviembre corra.
Luego habrá de venir
un cálido verano.
93
Con ese “te quiero”
de anoche al dormirnos
me alcanza
por los días que dure
tu ausencia.
Lo recibí
penetró
por mis ojos
por mis oídos
atravesó
mi garganta
me envolvió toda
y se desparramó en mi pecho.
Ahí está
todo es tibieza.
Mi piel suave
para vos
mis manos fuertes
abiertas para sentir cada pedazo de tu cara
mis muslos que te aprisionan
mi cara dormida o despierta
mis latidos
todo lo que en mí vive y se manifiesta
es para vos.
Fue un susurro
corto
rápido
95
necesario
exacto.
Ahora juguetea
con mi vientre
o sube al pecho
lo guardo
hasta que vuelvas.
96
Cuando
estés lejos
cuando recorras
el camino polvoriento
pises la tierra colorada
y dormites casi vencido
bajo las estrellas
estaré pensando en vos.
Cuando se cuelen en tu ropa
las espinas calurosas del verano del norte
cuando tengas sed
y alguien te recoja
me acordaré de vos.
Cuando mezcles lentamente
realidad y ficción
y adviertas
que era eso o no
lo que buscabas.
Cuando galopes trémulo
las noches sin sonrisas.
Cuando el miedo
se alargue
y no te toque
porque
tu fortaleza crecerá cada día
pensaré en vos.
Cuando compruebes
97
ya por verlos
la despiadada ceguera divina
en los ranchos de adobe
en la fiebre de los changos
descalzos al sol
cuando el “mal de Chagas”
cercene la risa
e impotente pienses
en tu rebelión
seguiré pensando en vos.
Cuando sea la pausa
y
alegre te mezas debajo de un árbol
o luego te invadas en agua de río.
Cuando sea tu cuerpo
de la algarabía
por nuevos amigos
o un nuevo amor
entonces sin miedo
como ahora lo pienso
me quedaré en vos.
98
En un amanecer quieto
se desgarra el temporal
fluye ansioso
masacrando las cavernas de mis huesos
y me encuentra
desprevenida
desnuda
para mostrarme en agonía
con toda su crueldad.
Las imágenes de la calle
transforman su habitual apariencia
formando complicadas figuras de agua y viento.
Así
oscila todo lo que tiene vida
oscilo yo
abrazo la almohada
y
entre susurros
grito
¿por qué no estás?
silencio brutal.
Vuelvo a gritar
esta vez
el alarido
despedaza
las entrañas de lo desconocido.
La úlcera se agiganta
99
entonces
brama la tierra que le pide al sol
que se abra y la devore
para que se beba con ella
toda su fatiga.
Luego
tu cuarto que me llama
voy
Soledad
me detengo queriendo golpear las paredes
no sé si para destruirlas
o para que escuches
mi llamado y vengas.
Vuelvo
con la impotencia trasuntada en mi cara
surcada de angustias milenarias
a tratar de habitar un mundo
donde no te viva.
Luego
en ese amanecer
me empapé de lluvia y viento
para disimular
mi locura
y mis lágrimas.
100
Ahora
que tu viaje se cumple en cierto modo
y estás lejos
que recorres los caminos del norte
y no te veo.
Como te dije antes
con vos estoy
te permanezco.
Ahora
que la audacia de tu cuerpo
no juega con mi vientre
que en tus brazos no me tienes
que no dormimos
ni amanecemos juntos
ni estiro mi mano
para tocar tu cara
ni mi lengua se desplaza en tu boca
así
como tanto te gustaba
en noches casi interminables
hasta agotar nuestros quejidos
en las madrugadas
te extraño,
porque fuera de vos
no quiero a nadie.
Y es tu olor
así como tu silencio
101
tu voz
tu pecho
tu sexo
tu corazón
tus manos
lo que necesito.
Por eso es que hundo mi boca en mi carne
y muerdo hasta que puedo
y brota el gusto amargo
y así
callados gritos
en forma de hilos salados
surcan toda mi cara.
102
Los “cariños”
cuidadosos
amiguistas
que me envías
en tus cartas
repentinos
caprichosos
me recorren todo el cuerpo.
Desenfrenan
reprimidas sensaciones
aunque vos no lo sepas
ni lo quieras.
Y te leo
y te empeñas
y me llamas
amiga
y te dices
mi amigo
y razono
acepto
(si es de dos la cosa
y en uno termina
surge el destiempo)
Pero
sucede que
mi sangre
se burla
103
y no la contengo
y crece
danzando enloquecidos ritos
de amor
y de miedo.
Así
vuelvo a sentirte
a pesar del esfuerzo
y no quiero
por que sé
que no quieres
pero no sé qué me pasa
me digo que no
me lleno de fuerzas
camino
escribo
leo las noticias
me revelo
veo una película
charlo con amigos
sonrío
quiero cosas…
creo.
Pero
igual me voy con vos
sin que lo sepas
me arrastras
transito tu tiempo
matando mi tiempo
recorro tu cuerpo
castrando
mi cuerpo
104
que empecinado
niega a cualquier otro
que intente recorrerlo.
Razono.
Entiendo
pero ¿sabes?
es esta sangre mía
que implacable se burla
y
no contengo.
105
Cuatro paredes grises
cárcel o cementerio
lo mismo es
una cruz de madera
un costado que sangra.
Sangran los costados de todos los hombres
la vida sigue
gigantes derrotas
tiemblan cotidianas.
Volver a proseguir
siempre es así
aullidos de perros sin raza
completan círculos de espera
lamiendo la noche.
Lentos caminantes
cubiertos de nada más
que sus ojos agonizantes
adentro de una piel gastada
me acompañan.
Permanecen
como arrumbados en el destiempo
grises criaturas
que llaman.
Una caverna
cadenas
sombras deslizantes
eternamente
vagan.
107
Nota del editor
La niña que sueña con nieves se publicó por primera vez en 2015
dentro de la colección Los Detectives Salvajes de Libros de la Ta-
lita Dorada. En esta reedición se corrigieron erratas, se modi-
ficó el sistema de puntuación de la autora y se optó por agluti-
nar versos con el fin de contribuir a una lectura más fluida. El
título del libro fue elegido por su hija, Andrea Suárez Córica,
y corresponde a un verso del poema de la página 27. Al mo-
mento de su secuestro, Luisa estaba trabajando en estos poe-
mas que ya había numerado y mecanografiado. El 7 de abril de
1975, cuando se enteró del asesinato de Luisa, un compañero
y amigo, Luis Ostrovsky, entró en el departamento para llevar-
se material que pudiera comprometer a otros militantes de la
JTP. Entre los papeles que rescató se hallaban los poemas de La
niña que sueña con nieves. En 1984 Luis envió los poemas a Fito
Bergerot, otro compañero que se había exiliado en Madrid y
recién en 1994 los poemas llegaron a manos de su hija.
Agradecemos especialmente a Andrea Suárez Córica por la
predisposición para volver a editar a su madre, a Julián Axat,
Juan Aiub y José María Pallaoro por haber editado por prime-
ra vez estos poemas.
Agosto de 2022
109
Axel Kicillof
Gobernador de la Provincia
de Buenos Aires
Verónica Magario
Vicegobernadora de la Provincia
de Buenos Aires
Julio Alak
Ministro de Justicia y Derechos Humanos
de la Provincia de Buenos Aires
Matías Moreno
Subsecretario de Derechos Humanos
de la Provincia de Buenos Aires
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Versos Aparecidos
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