Los poemas presentan diferentes perspectivas sobre el amor. Algunos describen la pasión y el misterio que despierta el ser amado, como los ojos que encienden una llama inagotable o la entrega total al otro. Otros enfatizan la necesidad de amar al otro en su totalidad, sin condiciones. También se expresan la espera anhelante de un mensaje o encuentro con el amado, así como el dolor que puede traer el amor o la intimidad que se construye en detalles pequeños entre dos personas. En general, los poemas capturan
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
73 vistas10 páginas
Los poemas presentan diferentes perspectivas sobre el amor. Algunos describen la pasión y el misterio que despierta el ser amado, como los ojos que encienden una llama inagotable o la entrega total al otro. Otros enfatizan la necesidad de amar al otro en su totalidad, sin condiciones. También se expresan la espera anhelante de un mensaje o encuentro con el amado, así como el dolor que puede traer el amor o la intimidad que se construye en detalles pequeños entre dos personas. En general, los poemas capturan
Los poemas presentan diferentes perspectivas sobre el amor. Algunos describen la pasión y el misterio que despierta el ser amado, como los ojos que encienden una llama inagotable o la entrega total al otro. Otros enfatizan la necesidad de amar al otro en su totalidad, sin condiciones. También se expresan la espera anhelante de un mensaje o encuentro con el amado, así como el dolor que puede traer el amor o la intimidad que se construye en detalles pequeños entre dos personas. En general, los poemas capturan
Los poemas presentan diferentes perspectivas sobre el amor. Algunos describen la pasión y el misterio que despierta el ser amado, como los ojos que encienden una llama inagotable o la entrega total al otro. Otros enfatizan la necesidad de amar al otro en su totalidad, sin condiciones. También se expresan la espera anhelante de un mensaje o encuentro con el amado, así como el dolor que puede traer el amor o la intimidad que se construye en detalles pequeños entre dos personas. En general, los poemas capturan
Descargue como DOCX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 10
1.
Arde en tus ojos, de Antonio Machado
Arde en tus ojos un misterio, virgen esquiva y compañera. No sé si es odio o es amor la lumbre inagotable de tu aliaba negra. Conmigo irás mientras proyecte sombra mi cuerpo y quede a mi sandalia arena. -¿Eres la sed o el agua en mi camino?- Dime, virgen esquiva y compañera.
2. Si me quieres, quiéreme entera, de Dulce María Loynaz
El amor no se condiciona. Quien ama debe abrazar la totalidad del ser, el acierto y el error. Amar no es admiración y no hace casa en la buena suerte. El amor se decide o, simplemente, se da. Si me quieres, quiéreme entera, no por zonas de luz o sombra… Si me quieres, quiéreme negra y blanca, y gris, verde, y rubia, y morena… Quiéreme día, quiéreme noche… ¡Y madrugada en la ventana abierta!… Si me quieres, no me recortes: ¡Quiéreme toda… O no me quieras.
3. Madrigal, de Amado Nervo
Los ojos del ser amado se revelan como una fuente de vida absoluta para el amante. Otra realidad no importa, más que saberse reconocido en ellos, como un espejo que nos revela nuestra identidad. Por tus ojos verdes yo me perdería, sirena de aquellas que Ulises, sagaz, amaba y temía. Por tus ojos verdes yo me perdería. Por tus ojos verdes en lo que, fugaz, brillar suele, a veces, la melancolía; por tus ojos verdes tan llenos de paz, misteriosos como la esperanza mía; por tus ojos verdes, conjuro eficaz, yo me salvaría.
Te puede interesar: Poemas de Amado Nervo que deberías conocer
4. A veces, de Nicolás Guillén Nicolás Guillén nos recuerda que el amor es simple, es directo, es sincero. Su fuerza nos autoriza a ser cursis, a ser infantiles, a sabernos mortales, si es que de ello brota el amor en el ser amado. A veces tengo ganas de ser cursi para decir: La amo a usted con locura. A veces tengo ganas de ser tonto para gritar: ¡La quiero tanto! A veces tengo ganas de ser niño para llorar acurrucado en su seno. A veces tengo ganas de estar muerto para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos, que me crece una flor rompiéndome el pecho, una flor, y decir: Esta flor, para usted.
5. Presente simple (Confianza), de Pedro Salinas
Para el poeta, el amor pleno solo se conjuga en presente simple. No hay pasado, ni futuro, más que la gracia de la acción amorosa, la vivencia amorosa. Ni recuerdos ni presagios: sólo presente, cantando. Ni silencio, ni palabras: tu voz, sólo, sólo, hablándome. Ni manos ni labios: tan solo dos cuerpos, a lo lejos, separados. Ni luz ni tiniebla, ni ojos ni mirada: visión, la visión del alma. Y por fin, por fin, ni goce ni pena, ni cielo ni tierra, ni arriba ni abajo, ni vida ni muerte, nada sólo el amor, sólo amando.
6. Te ofrezco, de Paul Verlaine
La expresión más concreta del amor es darse uno mismo como ofrenda gentil y piadosa. Eso nos recuerda el poeta Paul Verlaine en este texto. Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas, Mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla; No quieran destrozarlo tus manos cariñosas, Tus ojos regocije mi dádiva sencilla. En el jardín umbroso mi cuerpo fatigado Las auras matinales cubrieron de rocío; Como en la paz de un sueño se deslice a tu lado El fugitivo instante que reposar ansío. Cuando en mis sienes calme la divina tormenta, Reclinaré, jugando con tus bucles espesos, Sobre tu núbil seno mi frente soñolienta, Sonora con el ritmo de tus últimos besos.
7. Contigo, de Luis Cernuda
Para el amante, el ser amado es el absoluto en torno a lo cual todo se hace relativo. El ser amado es la tierra y la vida, el lugar de pertenencia. Su ausencia, en cambio, es la muerte. ¿Mi tierra? Mi tierra eres tú. ¿Mi gente? Mi gente eres tú. El destierro y la muerte para mi están adonde no estés tú. ¿Y mi vida? Dime, mi vida, ¿qué es, si no eres tú?
8. Como si cada beso, de Fernando Pessoa
En este poema, el beso se presenta como realización y lamento a la vez. Imágenes de finales posibles, de despedidas temidas, y un juego de posibilidades, casi surrealistas, el amante suplica el beso memorable que le da valor de eternidad a un simple instante. Como si cada beso Fuera de despedida, Cloé mía, besémonos, amando. Tal vez ya nos toque En el hombro la mano que llama A la barca que no viene sino vacía; Y que en el mismo haz Ata lo que fuimos mutuamente Y la ajena suma universal de la vida.
Ver también: Poemas de Fernando Pessoa
9. Amor, de Salvador Novo A veces el enamorado no es correspondido, pero si su amor es verdadero, espera la gracia de ser mirado por el ser amado. El enamorado espera su oportunidad. Amar es este tímido silencio cerca de ti, sin que lo sepas, y recordar tu voz cuando te marchas y sentir el calor de tu saludo. Amar es aguardarte como si fueras parte del ocaso, ni antes ni después, para que estemos solos entre los juegos y los cuentos sobre la tierra seca.
10. Yo no quiero morirme sin saber de tu boca, de Elsa López
El alma enamorada anhela la experiencia del encuentro verdadero que le da sentido a su vida. El amor realizado le quita poder a la muerte, porque él mismo se hace vida prodigiosa. Yo no quiero morirme sin saber de tu boca. Yo no quiero morirme con el alma perpleja sabiéndote distinto, perdido en otras playas.
Yo no quiero morirme con este desconsuelo
por el arco infinito de esa cúpula triste donde habitan tus sueños al sol de mediodía.
Yo no quiero morirme sin haberte entregado
las doradas esferas de mi cuerpo, la piel que me recubre, el temblor que me invade.
Yo no quiero morirme sin que me hayas amado.
11. Canción del demasiado amor, de Vinicius de Morais
Algunas veces, el enamorado pierde. Pero el amor sigue marcando su huella como un recuerdo doloroso que inquieta el pensamiento. Quiero llorar porque te amé demasiado, quiero morir porque me diste la vida, ay, amor mío, ¿será que nunca he de tener paz? Será que todo lo que hay en mí sólo quiere decir saudade... Y ya ni sé lo que va a ser de mí, todo me dice que amar será mi fin... Qué desespero trae el amor, yo que no sabía lo que era el amor, ahora lo sé porque no soy feliz.
Ver también: Poemas de desamor hispanoamericanos
12. Me tienes y soy tuya, de Ángela Figuera Aymerich Para el alma enamorada, la entrega es total, íntima, pero no por ello puede develarse el misterio último de la esencia personal. Cada ser es un misterio, pero en ese misterio, el amor instala su tienda. Me tienes y soy tuya. Tan cerca uno del otro como la carne de los huesos. Tan cerca uno del otro y, a menudo, ¡tan lejos!… Tú me dices a veces que me encuentras cerrada, como de piedra dura, como envuelta en secretos, impasible, remota… Y tú quisieras tuya la llave del misterio… Si no la tiene nadie… No hay llave. Ni yo misma, ¡ni yo misma la tengo!
13. Amor eterno, de Gustavo Adolfo Bécquer
El amante mira la vida transitoria, mientras que adivina en el amor una brasa inagotable capaz de iluminar la eternidad. ¿O es acaso que el amor es la misma eternidad? Podrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el mar; Podrá romperse el eje de la Tierra Como un débil cristal. ¡Todo sucederá! Podrá la muerte Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse La llama de tu amor.
14. Rima I, de Gustavo Adolfo Bécquer
El poeta añora la oportunidad en que, sujetas las manos de su ser amado, pueda susurrarle al oido palabras amor. Yo sé un himno gigante y extraño que anuncia en la noche del alma una aurora, y estas páginas son de ese himno cadencias que el aire dilata en las sombras. Yo quisiera escribirle, del hombre domando el rebelde, mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas. Pero en vano es luchar, que no hay cifra capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!, si, teniendo en mis manos las tuyas, pudiera, al oído, cantártelo a solas.
Ver también Poemas del romanticismo.
15. El poeta pide a su amor que le escriba, de Federico García Lorca El alma enamorada espera con ansias un mensaje de su ser amado. Una palabra de amor escrita en un papel es aliento de vida, tras la entrega más absoluta. El amante sufre el silencio, y espera el alivio. Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte. El aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte. Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Llena pues de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura.
16. Cuando llegues a amar, de Rubén Darío
Para el poeta Rubén Darío, el amor es a la vez fuente de vida y de dolor. Por eso, advierte a quien lo lea que ese será su destino, pero que, aún así, no habrá otra manera de vivir que amando. Cuando llegues a amar, si no has amado, sabrás que en este mundo es el dolor más grande y más profundo ser a un tiempo feliz y desgraciado. Corolario: el amor es un abismo de luz y sombra, poesía y prosa, y en donde se hace la más cara cosa que es reír y llorar a un tiempo mismo.
Lo peor, lo más terrible,
es que vivir sin él es imposible.
Ver también: Poemas de Rubén Darío
17. Intimidad, de Saramago Para el alma enamorada, la intimidad se abre paso en los finos detalles donde la vida se muestra gentil y significativa. En lo más pequeño, en lo más discreto, allí se construye la intimidad entre dos. En el corazón de la mina más secreta, En el interior del fruto más distante, En la vibración de la nota más discreta, En la caracola espiral y resonante, En la capa más densa de pintura, En la vena que en el cuerpo más nos sonde, En la palabra que diga más blandura, En la raíz que más baje, más esconda, En el silencio más hondo de esta pausa, Donde la vida se hizo eternidad, Busco tu mano y descifro la causa De querer y no creer, final, intimidad.
18. Amor, de Pablo Neruda
Para el alma enamorada, es amor es una hipérbole, una exageración, una fuerza que no cabe en el sentido común, en la normalidad de las cosas. Amar desborda. Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte la leche de los senos como de un manantial, por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal. Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, porque tu ser pasara sin pena al lado mío y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-. Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás! Morir y todavía amarte más. Y todavía amarte más y más.
Ver también: 20 poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda
19. Esclava mía, de Pablo Neruda Pablo Neruda comienza este poema invocando la imagen de la esclava y suplicando su amor. Al hacerlo, en realidad nos está mostrando la dialéctica del amo y del esclavo, en la cual el amo es el verdadero dependiente y dominado. El amor verdadero invierte los términos o, mejor aún, los anula. Uno es en el otro y viceversa. Esclava mía, témeme. Ámame. Esclava mía! Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo, y en él despunta mi alma como una estrella fría. Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos. Mi propio latigazo cae sobre mi vida. Eres lo que está dentro de mí y está lejano. Huyendo como un coro de nieblas perseguidas. Junto a mí, pero dónde? Lejos, lo que está lejos. Y lo que estando lejos bajo mis pies camina. El eco de la voz más allá del silencio. Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas.
Ver también: Los mejores poemas de amor de Pablo Neruda
20. En ti pensaba, de José Martí Cuando el alma se enamora, el pensamiento se vuelve el lugar donde repasa sus sentimientos, las imágenes y las sensaciones que le produce el ser amado. Así nos lo deja ver José Martí en el siguiente poema. En ti pensaba, en tus cabellos que el mundo de la sombra envidiaría, y puse un punto de mi vida en ellos y quise yo soñar que tú eras mía. Ando yo por la tierra con los ojos alzados -¡oh, mi afán!- a tanta altura que en ira altiva o míseros sonrojos encendiólos la humana criatura. Vivir: -Saber morir; así me aqueja este infausto buscar, este bien fiero, y todo el Ser en mi alma se refleja, y buscando sin fe, de fe me muero.
21. Días y noches te he buscado, de Vicente Huidobro
El amor a veces se escribe entre lágrimas, y las lágrimas compartidas se vuelven bálsamo que alivia y que sana las heridas. Días y noches te he buscado Sin encontrar el sitio en donde cantas Te he buscado por el tiempo arriba y por el río abajo Te has perdido entre las lágrimas Noches y noches te he buscado Sin encontrar el sitio en donde lloras Porque yo sé que estás llorando Me basta con mirarme en un espejo Para saber que estás llorando y me has llorado Sólo tú salvas el llanto Y de mendigo oscuro Lo haces rey coronado por tu mano.
22. Cúbreme, amor, de Rafael Alberti
Rafael Alberti evoca la experiencia amorosa llena de imágenes sensoriales y sensuales que brotan del encuentro íntimo, cercano, entre los amantes. Cúbreme, amor, el cielo de la boca con esa arrebatada espuma extrema, que es jazmín del que sabe y del que quema, brotado en punta de coral de roca. Alóquemelo, amor, su sal, aloca Tu lancinante aguda flor suprema, Doblando su furor en la diadema del mordiente clavel que la desboca. ¡Oh ceñido fluir, amor, oh bello borbotar temperado de la nieve por tan estrecha gruta en carne viva, para mirar cómo tu fino cuello se te resbala, amor, y se te llueve de jazmines y estrellas de saliva!
23. Nos desnudamos, de Fabio Morábito
El erotismo es otro registro de la experiencia amorosa. Y en el instante íntimo entre los amantes, desnudarse es sinónimo de mostrarse por entero, de abrir el alma y construir un nuevo signo de amor. Este poema forma parte del conjunto Cuarteto de Pompeya. Nos desnudamos tanto hasta perder el sexo debajo de la cama, nos desnudamos tanto que las moscas juraban que habíamos muerto. Te desnudé por dentro, te desquicié tan hondo que se extravió mi orgasmo. Nos desnudamos tanto que olíamos a quemado, que cien veces la lava volvió para escondernos.
24. El amor, de Francisco Hernández
Para el poeta, el amor se mueve en una selva peligrosa, y lucha por vencer sobre las trampas y las heridas que lo marcan. El amor vence. El amor, rodeado casi siempre por un antojo de olvido, avanza resuelto hacia las trampas creadas para cazar osos con piel de leopardo y serpientes con plumaje de cóndor. Y el amor sobrevive a las heridas y ruge, voladora, la envidia de los venenosos.
25. Amor constante más allá de la muerte, Francisco de Quevedo
Para Quevedo, el amor es inquebrantable y trasciende las fronteras mismas de la muerte. Así nos lo hace saber en el siguiente soneto. Cerrar podrá mis ojos la postrera Sombra que me llevare el blanco día, Y podrá desatar esta alma mía Hora, a su afán ansioso lisonjera; Mas no de esotra parte en la ribera Dejará la memoria, en donde ardía: Nadar sabe mi llama el agua fría, Y perder el respeto a ley severa. Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, Venas, que humor a tanto fuego han dado, Médulas, que han gloriosamente ardido, Su cuerpo dejará, no su cuidado; Serán ceniza, mas tendrá sentido; Polvo serán, mas polvo enamorado.