GESTOS

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Jesús David Pachuca Castro 3°

GESTOS

Los gestos son formas de comunicación no verbal que se producen por el movimiento de las
articulaciones, músculos de los brazos, manos o partes de la cabeza, tales como labios, ojos,
lengua o fosas nasales.

Mediante los gestos se pueden expresar gran variedad de sensaciones, pensamientos y estados
de ánimo, que refuerzan y enfatizan el contenido del mensaje que estamos transmitiendo,
mostrando, de esta manera, aprobación, afecto, disgusto, hostilidad o cualquier símbolo
afectivo.
En este sentido hay que tener en cuenta que algunos gestos son universales, pues muchos de los
que hoy en día utilizamos eran usados ya por los romanos, ya que al mismo tiempo que nos
transmitían su lengua, el latín, nos traspasaban toda una serie de elementos no verbales. Sin
embargo, otros son propios y característicos de cada cultura específica.
Los gestos básicos son los más universalizados, tales como mover la cabeza para afirmar o
negar algo, fruncir el ceño en señal de enfado, encogerse de hombros que indica que no
entendemos el mensaje que nos están explicando, entre otros muchos.
Como lenguaje de gestos específico hay que mencionar a Italia, que es muy característica por la
cantidad de gestos que se utilizan allí a la hora de hablar.
Paul Ekman, psicólogo pionero en el estudio de las emociones y la expresión facial, elaboró un
método para descifrar estas expresiones faciales desarrollando una especie de atlas del rostro
que recibe el nombre de FAST (Facial Affect Scoring Technique). Observó que los miembros
de una cultura aislada son capaces de identificar con un alto grado de fiabilidad las expresiones
emocionales al observar las fotografías tomadas a personas de culturas con las que ellos no han
estado familiarizados. El FAST clasifica las imágenes utilizando fotografías y dividiendo el
rostro en tres zonas: la frente y las cejas por un lado, los ojos por otro y la tercera zona es el
resto de la cara, que abarca la nariz, las mejillas, la boca y el mentón.
Mediante los gestos podemos descubrir si alguien nos está engañando o no, pues, en estos
casos, cuando la comunicación verbal no coincide con la gestual, el cuerpo ha de forzar la
situación y el estado emocional del que nos habla no va correlacionado con el discurso verbal.
Entonces podemos suponer que no nos está diciendo la verdad y desconfiaremos de inmediato
de esa persona.
Claridad: con un simple gesto o movimiento de cabeza podemos expresar acuerdo o
desacuerdo con la persona con la que hablamos. Al encoger los hombros, expresamos sensación
de incredulidad o desconocimiento de algún tema. Una adecuada mezcla entre palabras y gestos
garantiza la atención de la audiencia a nuestro discurso.
Jesús David Pachuca Castro 3°

Refuerza el mensaje: la comunicación mediante gestos o movimientos, refuerza el mensaje que


transmitimos con nuestras palabras en una presentación. Sirve para que nuestro público
comprenda exactamente lo que queremos decir sin dar lugar a interpretaciones erróneas, y a
que pongan toda su atención en nosotros.
Transmiten nuestro estado de ánimo: mediante un sólo gesto podemos comunicar sin palabras
nuestro estado de ánimo o la sensación que nos gustaría transmitir. En una presentación pública
es importante que los gestos complementen a nuestras palabras si queremos trasladar euforia,
tristeza o alegría.
Reciprocidad: al igual que nuestros gestos envían información a nuestros oyentes, ellos también
nos transmiten, incluso de forma involuntaria, su estado de ánimo. Si nuestro discurso durante
una presentación es aburrido o no despierta interés, lo notaremos en los destinatarios de
nuestras palabras. Una mirada furtiva al reloj o encogimiento en el asiento indican que es la
hora de hacer remontar nuestro parlamento.
Albert Mehrabian, uno de los principales investigadores en este campo, descubrió que en los
cuatro minutos iniciales de conocer a alguien por primera vez, nuestras expresiones faciales
representan el 55% de la impresión que causamos. El 38% de esa impresión corresponde al
nuestro tono de voz, y solo solo el 7% de cómo caemos a esa persona proviene de nuestras
palabras.

Estas cifras, 7-38-55, se repiten una y otra vez en libros y seminarios de autoayuda. Sin
embargo, hay que tener cuidado. El estudio habla de emociones, no si han entendido o no o lo
que decimos. Aún así, las emociones cuentan. Dependiendo de cómo nos sintamos y de cómo
se sienta la otra persona, podemos pensar que lo que dice es correcto o incorrecto, verdadero o
falso.

De hecho podemos llegar a entender exactamente lo contrario de lo que dice. En la serie


“Miénteme” un experto del FBI es capaz de adivinar los pensamientos de las personas
analizando sus gestos. Lo siento por los fans de la serie, pero aunque este tipo de entrenamiento
existe, no es muy exacto. En realidad somos muy malos analizando gestos.

En un estudio reciente, se contrató a actores profesionales para que expresaran emociones como
alegría, dolor, ira o tristeza, mientras que los otros participantes tenían que adivinarlas. Había
tantas variaciones que los participantes solo acertaban la mitad de las veces, lo mismo que si
hubieran elegido al azar. Es decir, nos hace falta el contexto y las palabras para interpretar los
gestos.
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¿Por qué hablamos con el cuerpo? El lenguaje humano verbal complejo probablemente no
existió hasta hace 100.000 años, y hasta entonces la comunicación se basaba en el lenguaje
corporal. Si tu compañero de cacería tiene una lanza, es importante saber cuáles son sus
intenciones. Esto hace que aún hoy, nosotros, los humanos modernos, hagamos juicios rápidos
sobre las personas, a menudo en los primeros segundos de conocerlas.
Lenguaje corporal consciente e inconsciente
Cuando respiramos con impaciencia, giramos los ojos con molestia o fruncimos los labios
porque nos sentimos ofendidos, estamos revelando nuestros sentimientos, incluso si lo hacemos
durante una fracción de un segundo. De la misma forma, al igual que estas señales se emiten de
forma inconsciente, también se pueden leer de forma inconsciente. Este es el motivo por el cual
hay algunas personas que no nos gustan desde el primer momento, o que nos apasionan
inmediatamente sin que sepamos decir exactamente por qué. Percibimos el lenguaje corporal
mientras nos concentramos en lo que se está diciendo o dejamos volar nuestros pensamientos.

Sin embargo, además de las señales corporales inconscientes, existen las señales corporales
conscientes. Estas se entrenan y están marcadas por nuestro entorno cultural. Las utilizamos en
las situaciones adecuadas para dar un mensaje determinado o para fundamentar lo que estamos
diciendo. Algunos de los ejemplos típicos son el dedo índice levantado para expresar
"¡atención!", el pulgar levantado para expresar aprobación o dirigir las palmas de las manos a la
persona que tenemos enfrente para sacar hierro a una situación o para mitigar un arrebato
emocional. Sin embargo, hay que tener cuidado en estas situaciones, ya que el lenguaje corporal
consciente debe ser leído en el contexto cultural. Un determinado gesto con la mano puede
tener significados completamente distintos en otros continentes o en otros círculos culturales.

Significado del lenguaje corporal


El lenguaje corporal tiene una gran influencia en la impresión que dan las personas y en cómo
se asimila lo que exteriorizan. No hay más que echar un vistazo a fotos o grabaciones en vídeo
de discursos famosos. Ahí es fácil de identificar que no solo el contenido de un discurso
contribuye de forma decisiva al éxito, sino también la dinámica con la que se expone. Así, el
lenguaje corporal señala a los oyentes, entre otras cosas, cómo de importante es el tema para el
orador y de esta forma constituye un criterio decisivo en su credibilidad.
Explicación del lenguaje corporal con ejemplos
El lenguaje corporal y la lectura de sus señales desempeñan un papel importante en nuestra
comunicación diaria. Esta comunicación está caracterizada por el lenguaje facial, los gestos, la
postura corporal y los movimientosde una persona. Los siguientes ejemplos demuestran cómo
hasta los movimientos más insignificantes desvelan nuestros sentimientos.
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Expresión facial
La expresión facial engloba todos los movimientos que se pueden leer en la cara de una
persona. Una de las señales más importantes de la expresión facial es la sonrisa. Hace posible la
comunicación abierta con extraños, muestra amabilidad, comprensión y alegría y constituye así
la señal perfecta para iniciar una conversación.

Las emociones se transmiten, en gran parte, a través de los ojos y la boca y las facciones de la
cara únicamente las intensifican. Una mirada puede denotar interés, ausencia, afecto, odio,
duda, curiosidad o miedo, y todo eso lo podemos percibir en fracciones de segundo.

Interés/curiosidad: los ojos están despiertos y abiertos y miran tranquilamente a la persona que
está hablando o al objeto del que se está hablando para absorber toda la información de forma
concentrada. Pero cuidado: si el contacto visual directo dura demasiado, las demás personas lo
consideran rápidamente desagradable o pesado.
Desinterés: la vista recorre la habitación o el entorno y se detiene aquí y allá y después en otras
personas y otros acontecimientos. Una mirada completamente descentrada y sin movimiento es
una señal de que alguien se ha ensimismado y que está centrado en sus propios pensamientos.
Sorpresa: los ojos se abren bruscamente y las cejas se desplazan hacia arriba.
Ira/enfado: los ojos se aprietan, las cejas se juntan y la frente se frunce.
Duda: se concentra la mirada, pero los ojos están inquietos, porque el oyente reflexiona al
mismo tiempo si puede creer lo que se está diciendo. Dependiendo de la postura con respecto a
lo que se está diciendo, las cejas se pueden mover hacia arriba con incredulidad o juntarse con
irritación.
Miedo: los ojos también se abren bruscamente con el miedo; al mismo tiempo, las pupilas se
abren ampliamente para poder percibir todos los detalles posibles de la amenaza.
Si quieres aprender cómo leer el lenguaje corporal correctamente, lo mejor es que prestes
atención a las pupilas. Son especialmente traicioneras, ya que sus movimientos no se pueden
controlar de forma consciente y sin embargo reflejan las emociones de forma clara. Así, las
pupilas se dilatan cuando sentimos alegría u otros estímulos positivos y se estrechan cuando
sentimos miedo o aversión.

Gestos
Los neurocientíficos han descubierto que las zonas del cerebro responsables del recuerdo y el
procesamiento de pensamientos son adyacentes a la zona que gestiona los gestos. Esto explica
por qué algunas personas gesticulan al hablar incluso cuando están hablando por teléfono y
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nadie las puede ver. Los gestos sirven en esos casos para ordenar los pensamientos, establecer
referencias y recordar correctamente. Así, se trata de procesos que se llevan a cabo de forma
inconsciente y que se deben diferenciar claramente de los gestos deliberados y adquiridos de los
oradores, políticos o actores.

Adicionalmente, encontramos los gestos que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida y que
sirven para hacer hincapié en nuestras expresiones orales:

Bienvenida: los brazos ampliamente desplegados que llevan a un abrazo, o un saludo con la
mano tendida desde lejos son señal de alegría por la llegada de una persona.
Defensa: los brazos cruzados con las palmas elevadas dirigidas hacia la persona que tenemos
enfrente sirven para protegerse. Indican que la otra persona no debe acercarse.
Ira: una mano cerrada en forma de puño indica que alguien está intentado controlarse. Si se
levanta, se entiende como amenaza violenta.
Calmar la situación: la posición de las manos es igual que en la posición de defensa, pero los
brazos no están cruzados, sino que se encuentran pegados al cuerpo. Con este gesto intentamos
calmar a alguien y mostrar que no tiene nada que temer de nosotros.
Impotencia/desconocimiento: cuando alguien ya no sabe qué hacer en una situación, lo expresa
encogiendo los hombros repetidamente.
Estos son solo algunos ejemplos que muestran cómo los gestos de nuestras manos sirven en el
día a día para expresar determinados mensajes. Esta forma de leer el lenguaje corporal la
utilizan de igual manera todas las personas de un círculo cultural.

Postura corporal y movimiento


La postura corporal indica claramente el estado emocional de una persona. Con razón se dice
que una persona feliz parece que flota, mientras que las personas tristes más que caminar van
arrastrando los pies con los hombros colgados y la cabeza baja. Y también se puede adivinar la
autoconfianza de una persona a través de su postura corporal. Cuando un jefe pasa con prisa por
la oficina con la barbilla levantada, el pecho hinchado y con pasos amplios, queda claro que es
consciente de su papel y que se define como líder. Por otro lado, los movimientos apresurados y
nerviosos, como pegar pequeños tirones de la ropa o del pelo, o balancear rápidamente los pies
sentado en el borde de la silla, indican inseguridad y dan la impresión de que la persona quisiera
huir de la situación.

Movimiento
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Los ejemplos indicados anteriormente muestran que la postura corporal y movimiento no se


pueden separar uno del otro en la práctica. Una postura corporal determinada exige un tipo
determinado de movimientos. Es muy poco probable que una persona con una postura corporal
erguida que muestre orgullo camine de forma tímida, o que una persona que camina por la calle
de forma encogida y hundida lo haga con pasos largos.

Asimismo, hay determinados movimientos que ofrecen mensajes directos. En esta categoría se
incluye, por ejemplo, sobrepasar una distancia apropiada entre dos personas. El momento a
partir del cual nos encontraremos incómodos depende mucho de la persona que tengamos
enfrente. De forma general, permitimos que aquellos conocidos que nos resultan simpáticos se
acerquen a una distancia relativamente corta. En el caso de los desconocidos, pero
especialmente de los superiores, una distancia determinada muestra respeto. Si alguien se
acerca demasiado, puede resultarnos amenazante o degradante. En cualquier caso, se trata de
una violación de límites que rara vez provocará una reacción positiva.

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