Ceramica Kotosh

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CERAMICA KOTOSH

La cerámica más antigua es la conocida con el nombre de Wayrajirca de Kotosh en la sierra


norte, definida por botellas con gollete, tazas hondas, acabado brochado y pulido en marrón y
negro, y decoradas con incisión y pintura postcocción. Los diseños son simples y geométricos y
a lo largo del período se le irán añadiendo figuras antropomorfas.

A lo largo de los periodos hubo semejanzas con la cerámica de la cultura Chavín. Luego, entre
el año 250 y el 1 a.C., los habitantes de Kotosh se distancian de Chavín y construyen nuevos
edificios, por lo que producen cerámicas de nuevo tipo como la de figuras antropomorfas. Este
periodo es Kotosh-Sajarapatac.
Excavaciones de Kotosh (1960-1966)

Seiichi Izumi fue nombrado director de la primera temporada de excavaciones en

Kotosh. Escogió como miembros de su equipo a:

• Toshihiko Sono, jefe de excavación;

• Kazuo Terada, excavación en Tumbes y Kotosh y coordinación;

• Naotsune Watanabe, excavación en Tumbes y Kotosh;

• Takashi Sadasue, excavación en Kotosh;

• Yoshio Onuki, excavación en Kotosh;

• Hisashi Sato, geógrafo;

• Syukou Iwatsuka, geógrafo;

• Fumio Maekawa, botánico;

• Chikasato Ogyu, fotógrafo; y

• Noriko Ogyu, supervisora de la cocina.


Durante el Virreinato del Perú, Kotosh fue conocido como una huaca prehispánica, siendo
expoliada por los buscadores de tesoros. Hasta antes de ser redescubierta en la década de
1930 tenía la apariencia de un promontorio natural. En 1934 Javier Pulgar Vidal identificó en la
zona fragmentos de cerámica pre-inca. Al año siguiente fue visitada por el célebre arqueólogo
Julio César Tello quien lo consideró un yacimiento arqueológico de mucha importancia. Tello
dedujo que la cerámica de Kotosh estaba emparentada con la alfarería chavín, lo que abonaba
a favor de su hipótesis de la llegada del hombre de la selva a la sierra. Kotosh, de acuerdo a
este planteamiento, habría sido un eslabón importante en el surgimiento de la civilización
peruana, cuya cultura matriz fue Chavín.

Tras la muerte de Tello, no hubo más investigaciones en la zona, hasta que en 1960 la
Universidad de Tokio envió una expedición al mandó del profesor Seiichi Izumi, conformada por
el arqueólogo Toshinico Sono, el antropólogo Kazuo Terada y otros especialistas. El equipo
removió escombros en Kotosh, hasta encontrar los restos de una antiquísima construcción del
precerámico, al que llamaron el Templo de las Manos Cruzadas, debido a que, en dos de sus
paredes, en la parte inferior, descubrieron relieves de barro modelado en forma de brazos
cruzados, de significado misterioso, aunque aparentemente de connotación religiosa.

Tras un paréntesis, en 1963 retornó Izumi al Perú, trayendo consigo un equipo de especialistas
mayor que el de 1960, con el propósito de dilucidar definitivamente el misterio del Templo. Los
arqueólogos desenterraron totalmente el templo de las Manos Cruzadas, confirmando que era
del precerámico, al no hallarse vestigios de alfarería (hacia 1800 a. C.). Los restos de cerámica
recién se hallan en la siguiente estructura superpuesta, llamada el Templo de los Nichitos.
Asimismo, se estableció para la cerámica de Kotosh una larga secuencia, que llega hasta el
Intermedio Temprano.

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