Ciro 2023

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IE” CARLOS WIESSE”

Comunicación

PROFESOR: Percy.
ALUMNO: Ciro Aner Olson
Saavedra Pérez.
GRADO: 4*
SECCIÓN: “H”
FECHA:

JUANJUI-PERÚ
ÍNDICE

PORTADA PAGINA

DEDICATORIA
AGRADECIMIENTO
PRESENTACIÓN
ASPECTO BIBLIOGRAFICO
PRODUCCIÓN LITERARIA
RESUMEN
TEMA DE LA OBRA
MENSAJE
APRECIACIÓN CRITICA PERSONAL
PREGUNTAS DE COMPRENSION
ORACIONES
BIBLIOGRAFIA
ANEXO

DEDICATORIA:
ESTE PROYECTO ESTA DEDICADO A MI
PROFESOR, COMPAÑEROS, PADRES QUE ME
APOYAN EN MI META DE VIDA.

AGRADECIMIENTO
DAR GRACIAS A MIS PROFESORES, MIS PADRES
QUE ME APOYAN Y AYUDAN A LOGRAR
CONCRETAR ESTE PROYECTO FINAL.

PRESENTACIÓN:
Yawar Fiesta (Fiesta de sangre) es la
primera novela del escritor peruano José María
Arguedas, publicada en 1941. Pertenece a la
corriente del indigenismo. Ambientada en el pueblo
de Puquio (sierra sur del Perú), relata la realización
de una corrida de toros al estilo andino (turupukllay)
en el marco de una celebración denominada Yawar
punchay. Según los críticos, es la más lograda de las
novelas de Arguedas.

II. Aspecto bibliográfico:


Datos biográficos del autor
José María Arguedas nació el 18 de enero de 1911 en Perú, este
fue un gran escritor, poeta y profesor, con el tiempo y gracias a
sus creaciones lo consideraron como el grande de la literatura en
Perú.
Se lo gano gracias a sus obras y por relacionarse con los indígenas
de dicho país, sus padres fueron Víctor Manuel Arguedas y
Victoria Altamirano Navarro. Tuvo dos hermanos llamados
Arístides Arguedas y Nelly Arguedas.
Al contraer matrimonio tuvo una hija llamada Vilma Victoria
Arguedas Ponce, pero con el tiempo sufrió una terrible
enfermedad donde falleció, el 2 de diciembre de 1969.

Producción literaria:
Novelas y cuentos
 1935 - agua Colección de cuentos integrada por:
Agua, Los escoleros y Warma Kuyay 
 1941 - Yawar fiesta  
 1953 - «La muerte de los hermanos Arango».
 1954 - diamantes y pedernales
 1958 - los ríos profundos
 1961 - el sexto
 1962 - la agonía de rasu ñiti
 1964 - todas las sangres
 1965 - el sueño del pongo
 1967 - Amor mundo y todos los cuentos.
 1971 - el zorro de arriba y el zorro de abajo
 1973 - Cuentos olvidados.
 1958 - los ríos profundos
 1961 - el sexto
 1962 - la agonía de rasu ñiti

III. Aspecto estructural de la obra:


TÍTULO DE LA OBRA: YAWAR FIESTA
PUBLICACIÓN DE LA OBRA: 1941
GÉNERO LITERARIO: Narrativo
ESPECIE LITERARIA: Novela
ÉPOCA LITERARIA: Republicana
CORRIENTE LITERARIA:  indigenismo.
PERSONAJES PRINCIPALES, SECUNDARIOS Y SUS
CARACTERISTICAS:
A) Personajes principales:
 El Misitu, es el toro elegido para la “corrida india”.

Don Julián Arangüena, misti o vecinonotable de Puquio, es


un terrateniente dueño del territorio donde vive el toro
Misitu.

Don Pancho Jiménez, es otro misti o vecino principal de


Puquio, dedicado a la venta de aguardiente y abarrotes.

ElSubprefecto, es la autoridad que representa al gobierno


central.

B) Personajes Secundarios:
C) El alcalde don Antenor y sus concejales.
D) El juez, amigo del alcalde
E) Don Demetrio Cáceres, vecino principal de Puquio, que se pone a favor de la
abolición de la corrida india, pero se deja entrever que solo lo hace para adular a
las autoridades.
F) Don Jesús Gutiérrez, otro vecino principal de Puquio, quien también está contra las
costumbres de los indios que considera bárbaras.
G) El Sargento, natural de Arequipa, encargado de resguardar el orden en el pueblo.
H) Los capeadores o toreros indios: Wallpa, K’encho, el “Honrao” Rojas, el Tobías.
I) El Vicario, representante de la Iglesia católica en Puquio. Es quien dirige la
construcción de la carretera de Puquio a Nazca y quien convence a los indios a
aceptar la realización de una corrida a la española.
J) El layka o brujo de Chipau, quien se ofrece a acompañar a los indios k’ayaus
durante la captura del Misitu, pues decía hablar de parte del auki K’arwarasu,
deidad tutelar de la montaña de dicha nombre a quien los indios invocan su favor.
Muere destripado por el toro.
K) Ibarito II, torero español, radicado en el Perú desde hacía diez años. Es contratado
en Lima por la comunidad de Lucanas, a fin de que toree «civilizadamente» en una
plaza construida para tal fin en Puquio. Al final, rehúye enfrentarse a Misitu, ante
las pifias del público.5
L) El Estudiante Escobar o Escorbacha, mestizo de Puquio residente en Lima, es el
presidente del Centro Unión Lucanas, asociación de hijos o naturales de la
provincia de Lucanas residentes en la capital. Ideológicamente está influenciado
por la prédica indigenista y el pensamiento mariateguista.15
M) El chofer Martínez, indio de Puquio residente en Lima, es fiscal del Centro Unión
Lucanas. Aprendió a hablar castellano y de vuelta a Puquio, se atreve a insultar al
gamonal Julián Arangüena, llamándolo «ladrón».
N) Guzmán, apodado el Obispo, es otro lucanino residente en Lima. Es empleado y
ejerce como vocal del Centro Unión Lucanas. Destaca como orador.

RESUMEN:
RESUMEN POR CAPITULOS DEL LIBRO YAWAR FIESTA
I. PUEBLO INDIO.
Entre alfalfares, chacras de trigo, habas y cebada sobre una
lomada desigual, está el pueblo; se ve grande, sobre el cerro, los
techos de paja, eucaliptus, se acaban en la cumbre, ahí está el
jirón Bolívar. En las faldas de los cerros, las casas de los
comuneros, los ayllus (Barrio comunidad indígena) de Puquio, se
ven como pueblo indio, sobre la lomada junto a un riachuelo.
¡Pueblo Indio! Hablan con desprecio los viajeros. Pero en la costa
no hay abras, ellos no conocen sus pueblos desde lejos. Tres
ayllus se ven desde el abra del Sillanayo¨k: Pichk´achuri, K´ayau y
Chaupi. Los techos de las casas siempre de tejas, tejas de los K
´ollanas y K´ayau. Llegando de la costa se entra al pueblo por
estos ayllus. ¡Pueblo Indio! Con casitas y calles torcidas, anchas
en un sitio angosto en otro. En el sitio de los mestizos, ni
comuneros ni principales allí viven los chalos (mestizos), las
tiendas son de las mestizas, que visten percala y se ponen
sombrero de paja. En la cima de la lomada, se entra al jirón
Bolívar; allí viven  cómodamente los principales. Al otro lado está
el ayllu de K´ollana. La plaza de armas es también de los
principales, allí se encuentran: la iglesia principal, la sub
prefectura, el puesto de la guardia civil, el juzgado, la Escuela
Fiscal, la municipalidad, la cárcel, el coso para encerrar a los
“daños”; todas las autoridades que sirven a los vecinos
principales con los que hacen respetar; con que mandan. Por eso
el jirón Bolívar es como una culebra, la plaza de armas es su
cabeza, allí está los dientes, los ojos, la cabeza, la lengua. En otras
palabras; cárcel, coso, sub prefectura y juzgado. El cuerpo de la
culebra es el jirón Bolívar. Quizá hace trescientos años  llegaron a
Puquio los mistis negociando las minas. Antes Puquio era pueblo
indio. Los mistis fueron con su cura, con su Niño Dios
“estranguero”, hicieron su plaza de armas, su iglesia, y fueron
levantando su calle sin respetar la pertenencia de los ayllus. Y así
comenzó el despojo. Pero los puquios aprendieron a comprar a
las autoridades y a defender sus pleitos. El agua lo administraba
los ayllus, pero los mistis lo tomaban a la fuerza, pero no
conocían la fuerza de la naturaleza. Los mistis no saben hacer
nada entonces los comuneros triunfaban. Los chalos son los
mestizos algunos son trabajadores otros no lo son.
II. EL DESPOJO.
En otros tiempos la puna grande era para todos; los indios vivían
libremente con sus animales, con sus pastos, con sus vientos fríos
y sus aguaceros. Los echaderos eran los límites de ayllu a ayllu.
Los Pichk´achuris fueron siempre los punarunas (gente de la
puna). En esos pueblos mandan los varayok´s  (alcalde indio), allí
no hay teniente, no hay gobernador, no hay juez. Los mistis
venían a la puna a comprar carne y se iban. De repente
solicitaron ganado de la costa, especialmente de Lima, entonces
los mistis empezaron a quitar sus chacras a los indios para
sembrar alfalfa. Año tras año, los principales fueron sacando
papeles diciendo que eran dueños de todas las tierras.
Aprovechando de la presencia de todos los indios, el juez
ordenaba la ceremonia de la posesión: entraba al pajonal
seguido de los vecinos y autoridades, leía un documento a daba
como posesionario al misti y celebraban. A continuación el cura
decía: con la ley ha aprobado don Santos que estos echaderos
son de su pertenencia. Dios del cielo también respeta ley.
Entonces comenzaron los abusos, los indios fueron desplazados
hacia las alturas, donde la nieve, junto al K´arwarasu, a las
cumbres; así fueron acabándose los pastores de los echaderos 
de chaupi y k´ollana. Otros vendían su ganado al nuevo dueño,
sus ovejas, sus vacas, luego enterraban su dinero. Y ya pobres se
quedaban como vaqueros del patrón. De vez en vez el patrón
mandaba comisionados a recolectar ganado. Escogían al toro allk
´a, al callejón, o al pillko. Entonces los punarunas con sus familias
hacían una despedida a los toros que se iban a la quebrada.
Entonces si sufrían los indios al ver partir a sus toros. Pero los
mak´tillos (jóvenes), sufrían más, lloraban en las noches oscuras
como para morirse.
III. WAKAWAK´RAS, TROMPETAS DE LA TIERRA.
Los wakawak´ras (corneta echa de los cuernos de los toros),
tocaban el turupukllay (canción para la corrida de toros). K´ayau
iba a traer al Misitu de K´oñani pampa. Los pichk´achuri eran los
máximos toreros no había como ellos.  Los wakawak´cras
presentían el pukllay (juego). Su voz suena gruesa y lenta, como
voz de hombre, como voz de la puna alta,  y su viento frio
silbando en las abras, sobre lagunas. Las mujercitas delos cuatro
ayllus, y de todas las estancias lloriqueaban, oyendo las cornetas.
Don Mayhua de Chaupi, era el mejor cornetero. Entre copa y
copa levantaba su wakawak´ra, y tocaba el turupukllay. En las
tiendas, en el billar, en la casa de los principales, oían las niñas y
los vecinos. ¡Qué bien tocan esos indios! Replicaba alguien.  Los
principales mistis tenían miedo a la música del wakawak´ra.
¡Música del diablo! Decía el Vicario durante la misa.
IV. K´AYAU.
El primer domingo de julio entraron, a la casa de don Julián
Arangüena los cuatro varayok´s de K´ayau. La finalidad pedir
permiso para traer al Misitu de K´oñani, sus tierras. Es concedido,
toman cañazo y brindan. Todo el pueblo estaba asombrado, los
niños las mujeres los mistis decían; ¡para estos indios no hay
imposibles! Entonces todo el ayllu de K´oyau s reúne en cabildo.
El varayok´ alcalde, habló en quechua. Informó sobre su
entrevista con don Julián. De todos los ayllus llegaban comuneros
para ver el cabildo de los K´ayaus. Ese domingo, toda la tarde y
en la noche, los wakawak´ras atronaron en los cuatro barrios. La
competencia se había dado entre los barrios de K´oyau y Pichk
´achuri. Los capeadores se preparaban entre ellos el “Honrao”
Rojas, que con dinamita en mano destrozaba el pecho de los
toros; y se iba riéndose, así era los K´oyaus y los pichk´achuris, el
resto de los barrios no contaba. Los danzak´s (bailarines)
ingresaban a la plaza, los mistis, las niñas y señoras se
admiraban, los indios decían; ¿Dónde habiendo de los mistis? Se
preguntaban. Todos hablaban de la corrida del 28 de julio. El
subprefecto era iqueño y los mistis le hicieron saber sobre la
costumbre especialmente del turupukllay y el Tankayllu que era
un danzante de tijeras indio. Decían que sin ellos no hay fiesta el
28, “se llevará usted un recuerdo imperecedero de nuestro
pueblo”.
V. LA CIRCULAR.
Llegó un documento (circular), enviado por el gobierno en la que
se prohibía las corridas de los indios, sin toreros profesionales. El
subprefecto se reunió con los principales y ordenó a la alcaldía
con la finalidad se cumpla con la ordenanza. ¿No habría corrida
en la plaza de Pichk´achuri? Ya no estaría el “Honrao” Rojas y los
demás cholos. ¿Y entonces como iba a ser la corrida? Don Pancho
se embriagó con aguardiente, reclamando se realice las corridas
tal como  le gusta a los indios, acudió allí el subprefecto para ver
lo que pasaba, don Demetrio se acomodó al lado de la autoridad
e increpó a don Pancho, el cual le echo aguardiente en la cara, el
subprefecto mando detener con dos guardias civiles a don
Pancho. El alcalde cito para las 9 p.m. a todos los vecinos y al
señor cura, a fin de dar a conocer la circular. Se reunieron y el
alcalde hablo: “señores concejales, señor vicario, señores
contribuyentes, enterado de la circular del director de gobierno
prohibiendo las corridas sin diestros. Hemos convocado a este
cabildo para que todos se comprometan a respetar la circular y
acordar sobre la corrida.” El señor Vicario y presentes lo
aprobaron. La corrida se realizaría contratando un torero
profesional de Lima. Cuando los vecinos principales estuvieron
saliendo de la plaza sonaron los wakawak´ras. En el hondo de la
conciencia de don Demetrio, de don Antenor, de don Julián, se
levantó la alegría y anduvieron más rápido.
VI. LA AUTORIDAD.
Entonces toda la indiada avanzó hacia la plaza. El subprefecto se
incomodo maldiciendo. El alcalde explicó en quechua a los ayllus
garantizándoles el turupukllay, la indiada se movilizó hacia las
esquinas. La voz de los indios se oía en la subprefectura como
murmullo grueso que parecía sonar dentro de la tierra. Se fueron
por las cuatro esquinas a los barrios.
¡Oiga, sargento! ¡Tráigame a ese Pancho Jiménez! Ordenó el
subprefecto. Cuando vino le pregunto: ¿Por qué es tan feo su
pueblo don Pancho? Éste respondió: ¡como pues no va  a ser feo
para usted!, usted es nacido en pueblo de la costa, así como el
sargento es arequipeño. Pero yo soy pues de aquí, mi cuerpo ha
crecido en este aire; Puquio no es feo. Yo he probado a vivir en
otros pueblos, pero no se puede. Como usted triste vivía.
Entonces tomaron pisco. Se confrontaron en un cruce de
palabras. El subprefecto amenazó a don Pancho diciéndole que
no aliente a la indiada y vayan en su contra, sino le costaría el
pellejo. Don Pancho se fue haciendo retumbar el salón. El
subprefecto quería matarlo pero el sargento no acepto.
VII. LOS “SERRANOS”.
¡Miren! Un serrano. Los muchachos lo descubrían y les echaban
cascaras de plátanos, les jalaban del sombrero, los insultaban. Así
vivían en Lima los más de dos mil lucaninos. Más de quinientos
eran de Puquio, capital de provincia. Cuando un día los coracora
iban a hacer una carretera hacia la costa. Los puquianos se
alborotaron y reunidos con el Vicario aceptaron, hacer un túnel
hacia la costa. Entonces los diez mil comuneros se extendieron
en todo el camino a Nazca. El Vicario hizo el trazo de la carreta,
calculando las quebradas, rodeando los barrancos de piedras que
cruzaban el camino de herradura. Trabajaban desde el amanecer
hasta bien entrada la noche. A los veinte días los comuneros
llegaron a las lomas, sobre la costa. De Nazca hasta el pie de las
lomas estaban trabajando los costeños, para dar alcance a los
puquios. Ya terminada de hacer la carretera los varayok´s de las
diversas comunidades; fueron a los mistis y dijeron: ¡la carritera
ya se culminó! Los comuneros siempre cumplen.  Y echaron
vivas. Fueron a la iglesia a agradecer a Dios por los cinco
comuneros muertos.
Los periódicos de Lima hablaron de la carretera Nazca-Puquio.
¡Trescientos kilómetros en veintiocho días!  Por iniciativa popular
y sin apoyo del gobierno. Y por esa carretera llegaron a Lima, los
dos mil lucaninos, y los coracoreños. Al mismo tiempo, por todos
los caminos nuevos, bajaron a la capital los serranos del norte,
del sur y del centro. La Universidad, las escuelas de toda clase,
los ministerios, las casas comerciales, todas las empresas se
llenaron de serranos. Y Lima creció en diez años en veinte  años,
se extendió a las haciendas de los alrededores. Los cholos y los
pocos indios lucanas, que llegaron primero recibieron a los que
llegaron después. El misti recibió al misti. Los indios a los indios.
Los chalos a los chalos, y así se dieron la mano y se instalaron en
la gran Lima, a veces en sitios pobres de acuerdo a la condición
de cada uno. Y así los lucanas crearon su Centro Cultural
Deportivo. Su primer compromiso era parar los abusos que los
principales cometían contra los comuneros. Así recibieron un
telegrama del Alcalde de Puquio, en el que se comunicaba se
contratara torero; para el 28 de julio día de las corridas, el
estudiante Escobar reacciono, lo analizó y dijo que a la brevedad
se enrumbarían hacia puquio con torero incluido.
VIII. EL MISITU.
El Misitu, vivía en los k´eñwales, no tenía, padre ni madre, los K
´oñani decían que corneaba a su sombra, que araba la tierra, con
sus cuernos. De día rabiaba mirando al sol. De noche perseguía  a
la luna. Todos tenían miedo al Misitu. Todos menos don Julián el
patrón, mandó ensillar su caballo overo, el caballo más valiente
de la quebrada y se fue en su busca. En un claro del monte don
Julián paró el caballo, se puso dos dedos de su mano izquierda en
la boca y silbó fuerte. Entonces mientras hablaban se remeció el 
monte junto al rio; sonó el agua, se oyeron romperse las ramas
de los árboles. Desde arriba gritó el vaquero como diablo:
¡corriychiq! Cristianos, todos corrieron menos don Julián, se paró
sereno y echo lazo al Misitu, y cuando pretendía jalarlo el lazo
hizo resistencia, un instante y zafó. Con la ira que le invadía con
su revolver echó balazos al aire, de rabia como de alegría. Luego
persiguió a sus mayordomos y los trato de cobardes. Enseguida
retorno a Puquio y se emborracho como en un día de fiesta. Los
K´oñani se alegraron de ver al patrón e hicieron una ofrenda al
cerro; para que nunca se lleven al Misitu de sus tierras.
IX. LA VISPERA.
El subprefecto en reunión amedrentó a don Julián Arangüena.
¿Ustedes pueden ayudarme a fregar a ese salvaje? Les preguntó
de golpe a los tres vecinos principales reunidos. Nadie quería
meterse con don Julián lo consideraban peligroso y advierten al
subprefecto que también no lo haga. Solamente querían que se
cumpla la circular con ello él quedaría como un “gran
subprefecto.” Dicho esto se calmó y pidió  a los vecinos un
“préstamo” de mil quinientos soles para salir de un apuro. Los
ojos de los vecinos se pusieron turbios levantando un
arrepentimiento grande. El misti don Jesús estaba descontento y
callado. Al subprefecto le bailaban los ojos de contento. Pero el
28 pondremos torero en la plaza y los guardias impedirán que los
indios entren a capear aseveró. Por otro lado el Vicario
conversaría con los ayllus de K´ayau y Pichk´achuri para hacer
una plaza chica con asientos y eucalipto. Para que la competencia
sea legal y se vea mejor. Dicho esto se levantaron los tres
principales para retirarse. Don Jesús no quería dar ni un centavo
para el préstamo estaba descontento.
El presidente del Centro Unión Lucanas, contrató al torero
español Ibarito II. Por quinientos soles. No me gusta torear en los
pueblos de la sierra, porque los toros que le echan a uno deben
ya tres o cuatro vidas; dijo el tal Ibarito.
X. EL AUQUI.
El auki K´arwarasu tiene tres picos de nieve; es el padre de todas
las montañas de Lucanas. Los viajeros indios esparcen
aguardiente en señal de respeto. El auki, el vigía, el cuidador de
toda la tierra Lucana. Su nieve de lo más blanco y frio, salen
peñas negras y hacen sombra sobre la nieve. El layk´a de Chipau
se encomendó al K´arwuarasu para traer al Misitu. Decía que le
había dado poder sobre todos los toros de todas las punas que
pertenecían al auki. El ayllu K´ayau estaba hirviendo. Saldrían a
medianoche, cada quien llevaría su lazo y su fiambre, traerían al
Misitu de K´ollana.
Entretanto don Pancho detenido en el calabozo rogaba al
sargento para que lo deje ir a ver a los K´ayau; ellos pasaban
callados. Y los wakawak´ras retumbaban en las quebradas. Don
Julián entregó un quintal de trigo para el fiambre. Los K´ayau
avanzaban dispersados por la pampa. Los wakawuak´ras tocaban
sin cesar. Entonces los K´oñani formaron una tropita delante de la
hacienda grande. Los varayok´s hablaron en quechua: “Taytakuna
vamos a llevar al Misitucha” Don Julián manda. Jatun auki
molestará, Misitu, es su criatura, su animal dijeron los K´oñanis.
El layk´a de Chipau les dijo, que el jatun auki k´arwarasu le había
dado permiso y licencia para llevar al Misitu para la corrida de
Pichk´achuri y que él vera la fiesta desde la cumbre.
Entonces el mayordomo ordenó la despedida del Misitu, las
mujeres cantaban, empezaron a convidar el cañazo a los K´oñani.
Al anochecer ya no tenían aliento, dormían roncando, morados
hasta la frente con la borrachera; tendidos junto a las paredes,
como perros muertos. Entonces los K´ayaus s fueron en busca del
Misitu.
Cuando el último K´ayau llegó  al k´eñwal, todos gritaron juntos,
entonces salió el Misitu corriendo y mató al layk´a. El Raura gritó
y echo su lazo bien, midiendo, y los enganchó en las dos astas,
sobre la misma frente del Misitu.
Los K´ayau se acercaron para ver al Misitu, era gateado, pardo
oscuro, con gateado amarillento. No era grande, era como toro
de puna, corriente; pero su cogote estaba bien crecido y redondo
y sus astas gruesas y afiladas. Eran seis lazos sobre las astas del
Misitu, tres para el arrastre y tres para el temple. Entonces lo
enrumbaron hacia Puquio, hacia la plaza de los Pichk´achuri.
Enterado don Julián, va a pedir permiso al subprefecto para ver a
don Pancho Jiménez, detenido en el calabozo, el permiso es
concedido y en el momento en que también entra al cuarto es
encerrado por el cabo, que estaba en custodia, por orden del
subprefecto. El tankayllu danzante de tijeras bailaba y los
residentes lucaninos llegaron con el torero Ibarito. Y el pueblo
quedó en silencio asustado. Los Pichk´achuri correteaban en el
ayllu. Ya el Misitu estaba llegando de Pedrork´o.
Entraron a la plaza grande de Pichk´achuri, el varayok, los
lucaninos llegados de Lima, Escobar, y los regidores corrieron a la
puerta del coso. Abrieron y los otros toros se revolvieron junto a
la pared del fondo. Los arrastradores llegaron, cuando el Misitu
entro al corral, lo amarraron a la puerta de los eucaliptos con el
hocico pegado, listo para arrancar al ruedo.
XI. YAWAR FIESTA.
Indios y vecinos, llegando a Puquio, corrían primero al coso para
ver al Misitu. El vaquero Kokchi lloró viéndolo amarrado al
eucalipto. ¡Papay! ¡Papacito! ¡Como pues! ¡Cómo te han traído
mak´ta! Te hubieras corrido niñito le dijo. El torero Ibarito
también llegó como con veinte mistis, y vio al Misitu. Al verlo los
Varayok´s se amargaron, rabiaron y dijeron: Raura entrara,
Tobías, Wallpa; por ayllu Pichk´achuri parara Kencho, “Honrao”
Rojas… Los comisionados del Centro Lucanas se miraron
asustados. El plan había resultado al revés. Los indios no quería
no entendían nada. Las calles también hervían de gente. Las
banderas peruanas flameaban en las casas y la iglesia llamó a
misa por el 28 de julio. El subprefecto entendió que la situación
era mala. “Los comuneros están rabiosos por lo del torero. Dicen
que solo ellos tienen derecho de torear al Misitu. Que para eso lo
han traído. La situación es grave.” Escuchó. Entonces el
subprefecto dijo: Díganles que los “civiles” están con hambre de
matar indios; y que si se mueven para saltar a la plaza, los van a
tirar de frente al pecho. Entretanto por las cuatro esquinas
seguían llegando la indiada a la plaza.
Don Julián y don Pancho detenidos en el calabozo charlaron
como buenos amigos hasta entrada la noche. Don Pancho le
decía: Usted ha sido bueno con los indios por eso lo quieren pero
yo no porque siempre los he abusado. Al día siguiente
anunciaron la misa con un dinamitazo. ¡Alto! ¡Allí no más! Era la
orden para no dejar entrar a la indiada a la plaza. ¡Primero
vendrán las autoridades! Dijeron. El canto de los wakawak´ras
que sonaban todos los años desde Pichk´achuri, sacudía esa
tarde el corazón de los principales, los alocaba. Todos se reunían
para ir, hacían cargar aguardiente y cerveza a la plaza. Era una
fiesta, una fiesta grande en cada alma.
Y de entre los lok´os (gorros) que el sol quemaba; en el fuego del
cielo, de los tejados y de la tierra blanca de las calles; en ese cielo
limpio y caldeado cantaban triste, sacudiendo el corazón de toda
la gente, los wakawak´ras de los ayllus, el turupukllay del 28 en la
tarde.
Entonces llegaron las autoridades y los principales junto con el
torero Ibarito, todos los miraban, los indios abrieron paso y
entraron a su respectivo palco. Después entraron los indios
llenando la pequeña plaza, estaba repleto. Se llenó la plaza de
canto. Parecía un ruedo oscuro de indios, macizo y ancho, con su
adorno en medio, por el color de las rebozas.
Saltó el Misitu, se fue de frente; pero con el griterío que salió de
toda la plaza sacudió la cabeza y se quedó en medio del ruedo,
con el cogote bien levantado, bien alto, apuntando hacia arriba
con sus astas.
Ibarito, lo capeó y el Misitu pasó resoplando junto a su cuerpo, a
la segunda el torero lo capeó bien todavía y después echó la capa
sobre la cabeza del toro, de tres saltos llegó al burladero para no
salir más.
Entonces don Antenor, el alcalde, grito: ¡que entre el “Honrao”,
carajo!, ¡que entre el Tobías!, ¡que entre el Wallpa!, ¡el Kencho!
De inmediato saltaron los capeadores al ruedo.
El Misitu cargo sobre el Wallpa. El K´ayau quitó bien el cuerpo. Y
se acomodó de nuevo. El Misitu volteó y cruzó las astas rozando
la barriga del indio. Pero el sallk´a (Misitu) le encontró la ingle y
le clavó hondo su asta izquierda. El Wallpa se derrumbó en 
medio de un charco de sangre.
El Varayok, alcalde de K´ayau, alcanzaba un cartucho de dinamita
al Raura. Un dinamitazo estalló destrozándole el pecho al Misitu.
El “Honrao” Rojas corrió hacia él. ¡Muere! Pues muérete, salk´a le
gritaba.
¿Ve usted señor subprefecto? Estas son nuestras corridas. ¡El
yawar punchay verdadero! Le decía el alcalde al oído de la
autoridad.
TEMA DE LA OBRA.
El tema principal es la realización de la corrida de toros al estilo
andino (turupukllay). Temas secundarios son: la invasión de los
blancos o mistis a Puquio, los abusos y violencias de los
gamonales (terratenientes) sobre los indígenas, la construcción
de la carretera de Puquio a Nazca, la migración de miles de
indígenas a Lima.
MENSAJE:
Su mensaje es que si se va hacer algo debe haber o
hacerse JUSTICIA sobre todo tiene que tomar en cuenta la
seguridad de cada uno de los participantes  y para que las
espectadores deben dar una vista a lo que llevan a cabo

APRECIACIÓN CRITICA PERSONAL:


“El encuentro de dos mundos” según Arguedas, es la
representación del abuso y racismo de los blancos frente a los
indígenas que fueron sometidos y limitados, esto se aprecia en
novelas como Yawar Fiesta, donde se habla de cómo los sectores
sociales que tienen el poder quieren interferir con una tradición
indígena, en este caso, el Yawar Punchay, y cómo la migración de
los indígenas en dirección a la costa, representaba el inevitable
destino de perder por completo tu libertad como ser humano.
Esta obra nos ofrece un panorama vigoroso sobre la compleja
vida social de la meseta peruana, en la cual el elemento étnico se
entrecruza con factores socioeconómicos y culturales.

BIBLIOGRAFIA:

https://books.google.com.mx/books?
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https://www.buenastareas.com/ensayos/Personajes-Principales-
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ANEXO:

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