El documento habla sobre la potestad pública administrativa. Explica que 1) la potestad es el mecanismo técnico que concreta el principio de legalidad en la administración, otorgando facultades de actuación a la administración. 2) Define la potestad como un poder jurídico otorgado por el ordenamiento para imponer decisiones a otros con el fin de cumplir un objetivo. 3) Clasifica las potestades en públicas y privadas, heteroatribuidas y autoatribuidas, expresadas e implícitas, específicas y gen
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
19 vistas14 páginas
El documento habla sobre la potestad pública administrativa. Explica que 1) la potestad es el mecanismo técnico que concreta el principio de legalidad en la administración, otorgando facultades de actuación a la administración. 2) Define la potestad como un poder jurídico otorgado por el ordenamiento para imponer decisiones a otros con el fin de cumplir un objetivo. 3) Clasifica las potestades en públicas y privadas, heteroatribuidas y autoatribuidas, expresadas e implícitas, específicas y gen
El documento habla sobre la potestad pública administrativa. Explica que 1) la potestad es el mecanismo técnico que concreta el principio de legalidad en la administración, otorgando facultades de actuación a la administración. 2) Define la potestad como un poder jurídico otorgado por el ordenamiento para imponer decisiones a otros con el fin de cumplir un objetivo. 3) Clasifica las potestades en públicas y privadas, heteroatribuidas y autoatribuidas, expresadas e implícitas, específicas y gen
El documento habla sobre la potestad pública administrativa. Explica que 1) la potestad es el mecanismo técnico que concreta el principio de legalidad en la administración, otorgando facultades de actuación a la administración. 2) Define la potestad como un poder jurídico otorgado por el ordenamiento para imponer decisiones a otros con el fin de cumplir un objetivo. 3) Clasifica las potestades en públicas y privadas, heteroatribuidas y autoatribuidas, expresadas e implícitas, específicas y gen
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 14
1
LA POTESTAD PÚBLICA ADMINISTRATIVA
1. POTESTAD: MECANISMO TECNICO QUE CONCRETIZA LA LEGALIDAD.
El Principio de legalidad de la Administración se expresa en un
mecanismo técnico preciso: la legalidad atribuye potestades a la Administración. Es decir otorga facultades de actuación, define límites, confiere poderes jurídicos. Toda acción administrativa configura el ejercicio de un poder atribuido previamente por la Ley, por ella delimitado y construido. Sin atribución legal previa de potestades, la Administración no puede actuar.
2. CONCEPTO
Para el autor Italiano SANTI ROMANO la potestad es "el poder
jurídico para imponer decisiones a otros para el cumplimiento de un fin".
La potestad, entonces, tiene los siguientes ELEMENTOS:
1. CONFIGURA UN PODER OTORGADO POR EL ORDENAMIENTO JURÍDICO. Ello implica:
a. No existen potestades abstractas, sólo potestades
concretas, que ha construido previamente la norma que las crea.
b. No existen potestades ilimitadas u omnímodas. Estas no
implican un poder de acción libre, según la voluntad de quien las ejerce. Sólo suponen un poder limitado y controlado.
2. El PODER EN QUE CONSISTEN ES FINALIZADO: se confieren para cumplir una
función. Consecuencias de ello son que: A) Están asociadas a un fin definido por el legislador, del que no puede apartarse el titular. Es la satisfacción de ese fin lo que explica y funda el ejercicio de una potestad. B) fin, interés o necesidad a satisfacer es ajena al titular de la misma. Se proscriben motivos personales para justificar el ejercicio de la potestad.
3. Para ciudadanos, la POTESTAD SUPONE EL DEBER DE SOPORTAR EN SU ESFERA LOS
EFECTOS QUE GENERA SU EJERCICIO. La Potestad habilita para imponer conductas a terceros mediante la constitución, modificación o extinción de relaciones jurídicas (modificación del estado material de situaciones existentes). Por lo tanto las Potestades son de derecho estricto. Esto implica que el conflicto entre 2
potestades y derechos, se resuelven a favor de los últimos. Las
Potestades deben respetar los derechos de las personas: el ejercicio de la soberanía tiene como límite los derechos esenciales de la persona humana (art. 5, i. 2°, CP).
Si los órganos de la Administración del Estado actúan sin
potestades o sin observar los procedimientos establecidos por la norma habilitante incurren en una "VÍA DE HECHO".
4. EJERCICIO DE TODA POTESTAD DEBE APOYARSE EN UNA REALIDAD DE HECHO: supuesto
de la norma de cuya aplicación se trata.
5. LAS POTESTADES SON DISTINTAS DE LOS DERECHOS SUBJETIVOS.
El Derecho subjetivo tiene su origen en una relación jurídica
concreta, debe recaer sobre un objeto específico y determinado y consistir en una pretensión concreta y corresponder con un deber atribuible a un sujeto pasivo, que es, en este sentido, un sujeto obligado.
La potestad, en cambio, tiene rasgos distintos:
a. La potestad tiene su origen siempre en una norma jurídica. Es
decir, no se genera en relación jurídica alguna, ni en pactos, negocios jurídicos o actos o hechos singulares, sino que procede directamente del ordenamiento jurídico. La potestad es siempre una derivación de un “status legal”, por lo que resulta inexcusable una norma previa que, además de configurarla, la atribuya en concreto. El derecho subjetivo, en cambio, surge de un negocio jurídico; también puede nacer de una norma o del ejercicio de una potestad.
b. La potestad no recae sobre ningún objeto específico y
determinado a priori sino que tiene un carácter genérico. Así, por ejemplo, la potestad expropiatoria no recae sobre una cosa o un derecho específicos, sino sobre la propiedad privada o derechos o intereses patrimoniales legítimos. El derecho subjetivo, en cambio, posee un objeto preciso y concreto. Ej.: el derecho a recibir el precio de la cosa comprada.
c. La potestad no consiste en una pretensión particular, sino en
la posibilidad abstracta de producir efectos jurídicos. A la potestad no corresponde ningún deber, positivo o negativo, sino una simple sujeción o sometimiento de otros sujetos para soportar en su esfera jurídica los eventuales efectos derivados de su ejercicio; esa sujeción puede ser para esos sujetos ventajosa, desventajosa o indiferente; pero en ningún caso implicará un 3 deber o una obligación concreta. La hace diferente del derecho subjetivo, que exige una obligación o un deber de comportamiento, activo o pasivo, que incumbe a un sujeto.
d. Como consecuencia de su origen legal y no negocial, las
potestades son inalienables, intransmisibles e irrenunciables; son indisponibles por el sujeto en cuanto son creación del derecho objetivo supraordenado al mismo. El titular de la potestad puede ejercitarla o no, pero no puede transferirla. (la delegación de una atribución administrativa – según veremos - es un traspaso del “ejercicio” de la facultad pero no de la potestad en si misma)
e. El derecho subjetivo consiste en una posición de poder que se
dirige a la satisfacción de un interés de su propio titular. Las potestades administrativas son por el contrario potestades- función: ello implica que deben ser ejercitadas en interés ajeno al del titular. Son Potestades administrativas ya que se hayan consagradas en función del interés público; no del interés propio del aparato administrativo o del funcionario que las ejerce accidentalmente; Por ello se expresa que la “Administración es una mera organización servicial” (art. 1°, CP en relación al art. 3° de la LOCBGAE).
Por ello se dice que las potestades administrativas son poderes
fiduciarios: se disocia la titularidad formal del ejercicio del beneficiario último del mismo.
6. LA ADMINISTRACIÓN ESTÁ OBLIGADA AL EJERCICIO DE SUS POTESTADES PORQUE
SATISFACEN NECESIDADES PÚBLICAS. El “no ejercicio” (inactividad) puede acarrear responsabilidad extracontractual si a consecuencia de ello se genera daño o lesión para los derechos de una persona (art. 38, i. 2°, Constitución).
7. LAS POTESTADES SON “PÚBLICAS” EJERCIDAS POR ÓRGANOS DE LA ADMINISTRACIÓN DEL
ESTADO. Sus titulares son personas jurídicas de derecho público: sujetos de derecho creados y configurados por la norma jurídica, al que el ordenamiento otorga atribuciones para llevarlas a efecto. Por ello el artículo 6º de la LOCBGAE establece el principio excluyente de que las entidades privadas en que el Estado tenga participación, no pueden ejercer potestades públicas.
3.- CLASIFICACION DE LAS POTESTADES
4 1. Por razón de su titular, se distinguen las potestades públicas y las privadas.
Las potestades como poderes autoritarios de intervención en
esfera de los particulares son normalmente de titularidad pública. Sin embargo hay ciertas potestades de titularidad privada. Pero lo relevante es que las Entidades en que el Estado participa o tiene representación sin formar parte de la Administración Pública: no pueden ejercer potestades públicas (art. 6º, Ley Nº18.575).
2. Por su forma de atribución, las potestades pueden ser
HETEROATRIBUIDAS o AUTOATRIBUIDAS, pueden ser EXPRESAS O IMPLÍCITAS; y pueden ser ESPECÍFICAS O GENÉRICAS.
a. Potestades heteroatribuidas y autoatribuidas.
Las heteroatribuidas son aquellas conferidas por una norma cuyo
autor es sujeto distinto a su titular. Las autoatribuidas son creadas y otorgadas por el mismo ente destinatario de ellas, sujetas a dos límites genéricos: la Administración no puede autoatribuirse potestades que incidan en materias reservadas a la ley. Y no puede tampoco atribuirse potestades que supongan limitación de la libertad de los particulares
b. Potestades expresas y potestades implícitas o inherentes.
Las primeras son aquellas atribuidas de manera explícita e
inequívoca a un órgano. Las implícitas o inherentes son aquellas que sin constar de una manera explícita en la norma de atribución, pueden deducirse racionalmente de ésta mediante una interpretación sistemática o finalista que tienda a conferirle coherencia.
El fundamento de las potestades implícitas radica en que si una
norma diseña un marco de regulación que debe entenderse coherente y completo debe concluirse que atribuye también todas las potestades necesarias para que la finalidad reguladora pueda cumplirse enteramente. Ej: potestad de vigilar los vertidos industriales a cauces públicos, debe estimarse que también atribuye implícitamente potestad de instalar instrumentos de medida y análisis en desagües de fábricas.
c.- Potestades específicas y potestades genéricas.
5
Las primeras consisten en un poder concreto y determinado.
Las genéricas son aquellas que no especifican en detalle los
poderes o facultades en que consisten.
La doctrina para evitar los riesgos en que consisten las
potestades genéricas establece ciertas reglas a que deben sujetarse éstas también llamadas “cláusulas generales de competencia o apoderamiento”:
I. No existen más cláusulas generales de apoderamiento que las
expresamente contenidas en textos legales. No es admisible la existencia de cláusulas generales implícitas, basadas en una supuesta "naturaleza de las cosas" o en pretendidos poderes "naturales" de la Administración.
II. Estas cláusulas son, por regla general, inconstitucionales,
pues infringen el principio de libertad individual que inspira todo el ordenamiento jurídico, y las reglas de seguridad jurídica y de interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos. Sólo son admisibles aquellas en que no resulta posible o conveniente un grado de precisión superior al normal en la definición de los términos del apoderamiento según la gravedad o indeterminación de supuestos a que se refiere.
III. Estas cláusulas no pueden interpretarse como atributivas de
potestades enteramente discrecionales. Además, las medidas que puedan adoptarse en virtud de ellas, son siempre enteramente controlables por los tribunales.
3.- De acuerdo a su grado de determinación: Potestades regladas y
potestades discrecionales: La discrecionalidad.
La distinción entre potestades regladas y discrecionales obliga a
explicar un aspecto central del Derecho Administrativo: la discrecionalidad administrativa y su control judicial.
1.- Concepto. Esta distinción atiende al grado de determinación o
indeterminación con que el ordenamiento jurídico atribuye las condiciones de ejercicio de un poder jurídico.
Las potestades regladas son aquellas ejercidas para dictar actos
del mismo carácter en que la ley prevé agotadoramente su 6
contenido. De tal manera que la ley determina totalmente las
condiciones de ejercicio de la potestad. Por consiguiente la Administración en este caso se limita a una simple operación de constatación del supuesto de hecho y de las condiciones y requisitos legalmente previstos por la norma habilitante respectiva.
En el ejercicio de las potestades discrecionales, la ley sólo
define algunas de las condiciones de ejercicio de la misma y en el resto remite a la estimación subjetiva de la Administración quien debe completar, teniendo en cuenta el fin de la norma habilitante, el supuesto de hecho o el contenido de la decisión misma que deba adoptarse. En tal caso la Administración puede tanto determinar si procede dictar un acto administrativo como si, tomada la decisión de hacerlo, cuál debe ser el contenido del mismo, optando entre las diversas opciones posibles, todas ellas igualmente válidas, que puedan presentarse.
Con la habilitación de potestades discrecionales, el Ordenamiento
reconoce un margen de libertad de actuación a la Administración, que puede explicarse, según las tesis más tradicionales, como un ámbito propio de decisión a la hora de establecer la consecuencia jurídica (decisión) aplicable a un supuesto de hecho (ya sea en la opción misma de actuar o no actuar o en la determinación del contenido de esa actuación), o bien, de acuerdo con doctrinas más recientes, como la prerrogativa de la Administración de completar el supuesto de hecho de la norma reguladora de su conducta, doctrina esta última que, siendo indiferente en cuanto al alcance del control judicial de la discrecionalidad, la explica, no obstante, de un modo más conforme con el principio de juridicidad, al obligar a la Administración a fijar siempre una norma o principio jurídico general como criterio objetivo de su actuación, aunque sea ella misma la que contribuya a completarla.
En esta línea la jurisprudencia judicial Chilena principalmente a
través de sentencias en recursos de protección ha definido la potestad discrecional en los siguientes términos: “Facultad en que el administrador debe optar razonablemente por la elección más conveniente” (1982); “Facultad ejercida por la autoridad sujeta a los límites de la razonabilidad, de la buena fe y de la ordenación del poder”(1984).
Cabe señalar que en la realidad - infinitamente más rica que la
teoría pura – no existen potestades enteramente regladas ni potestades enteramente discrecionales. Lo cierto es que en toda potestad siempre pueden apreciarse “elementos” reglados y “elementos” discrecionales. Como mínimo y por imponerlo el 7
principio de legalidad siempre en toda potestad existirán al
menos dos elementos que no pueden quedar entregados a la estimación subjetiva de la Administración: la competencia y el fin.
La discrecionalidad no debe confundirse con la aplicación de
conceptos jurídicos indeterminados fenómeno este último común a todas las ramas del Derecho y que no supone otorgamiento de ninguna libertad a la Administración, porque la aplicación de conceptos indeterminados es una típica labor de enjuiciamiento que tiene siempre un ámbito limitado que incluirá siempre elementos reglados, empezando por el fin del acto.
La habilitación subjetiva que importan las potestades
discrecionales no supone en caso alguno reconocer un espacio franco o inmune al principio de legalidad ni menos al control judicial de la Administración. Toda potestad, cualquiera sea su naturaleza, está sujeta al Estado de Derecho y al control de los Tribunales.
Este control judicial de la discrecionalidad abarca, en primer
lugar, la verificación del cumplimiento de los elementos reglados básicos (competencia y fin), así como de los requisitos formales de los actos discrecionales, comenzando por la motivación que permite a los tribunales examinar el fondo de la decisión discrecional y comprobar si se ajusta a los principios de bien común, legalidad y prohibición de la discriminación arbitraria (arts. 1, 6 y 7 y 19 N°2, Constitución Política). De ese análisis derivan los posibles vicios de los actos discrecionales:
• exceso en su ejercicio (adopción de decisiones no incluidas
en el ámbito de la habilitación discrecional), • el no ejercicio: no valoración de todos los intereses en juego al adoptar la decisión; • desviación de fin (desviación de poder), y, • vulneración de los principios rectores del ejercicio de la discrecionalidad (igualdad, imparcialidad, objetividad, interdicción de la arbitrariedad) o de los derechos o garantías constitucionales.
El control judicial de la discrecionalidad no puede ni debe
significar introducirse en el fondo de la decisión discrecional. Sólo se limita a verificar la existencia de los motivos que tuvo la administración para obrar, y si ellos son legítimos. Por ello el núcleo de los procesos administrativos no consiste en discernir si la facultad discrecional de la Administración está o 8
no sujeta a control judicial, que no es discutido hoy en día ya
que todo acto administrativo es perfectamente justiciable. Su objetivo esencial es examinar la motivación del acto administrativo.
2.- Límites. La potestad discrecional siempre está sujeta a los
límites que marcan los siguientes principios:
i) el Principio de razonabilidad: que impone que el actuar
administrativo sea proporcionado a la finalidad que se persigue por la autoridad, ii) el Principio de proporcionalidad, que impone que la administración, para satisfacer necesidades públicas deba actuar de modo eficiente, con medidas idóneas y en definitiva adoptando las actuaciones adecuadas según las circunstancias imperantes; y, iii) el Principio de juridicidad, ya que cualquier acción contraria a este principio, significará que la actuación adolece de un vicio, que acarreará la nulidad de derecho público (art. 7º, inc. 3º, CPR).
En consecuencia cualquiera que sea el grado de discrecionalidad
que la ley haya conferido a la acción de una autoridad administrativa, nunca el acto que ella emita podrá dejar de someterse a normas regladas, que han de referirse, a lo menos, a la competencia del órgano, para actuar dentro de la órbita que le haya sido señalada y a la finalidad del acto. La Administración debe así someterse a la ley, entendida en sentido amplio, comprensivo de la Ley Fundamental y de los Principios Generales del Derecho.
3.- Discrecionalidad y arbitrariedad. El control judicial de la
potestad discrecional lleva normalmente a la anulación del acto viciado devolviendo a la Administración la competencia para decidir (control negativo). Sin embargo, el órgano judicial en su decisión puede sustituir (poder de sustitución) a la administración e imponer directamente el contenido concreto del acto que ésta deba dictar sólo si cabe una única solución conforme a Derecho, esto es, si de conformidad al debate procesal y a los antecedentes suministrados al juicio se ha logrado reducir el margen de discrecionalidad habilitado a la administración a una única solución posible. Así lo aconsejan elementales razones de economía procesal.
El mecanismo de control judicial por antonomasia de las acciones
u omisiones discrecionales de la Administración, derivadas en arbitrarias, es el Recurso de Protección establecido en el 9
artículo 20 de la Constitución, cuyo objeto es el
“reestablecimiento del imperio del derecho”.
IV. REQUISITOS DE SU ATRIBUCION
1. DEBEN SER CONFERIDAS POR EL ORDENAMIENTO JURÍDICO.
Según el art. 7, inc. 2, de la Constitución: las atribuciones de
las autoridades y magistraturas emanan de la Constitución o de la ley. Esta norma ha dado pie para que alguna doctrina nacional excluya de posibilidad de otorgar atribuciones a la potestad reglamentaria. Las potestades según esta posición no tienen más que dos fuentes: la Constitución y la ley. De modo que la Administración no puede autoatribuirse potestades.
Tal posición merece ser matizada en base a lo siguiente:
a. Potestad reglamentaria del Presidente de la República (32 Nº6)
tiene por objeto ejecutar la ley. Los Decretos y reglamentos deben contar con todas las atribuciones necesarias para implementar o particularizar los preceptos legales. Por ejemplo si la ley otorga la facultad de cautelar la pureza de los ríos, corresponde al reglamento, si no lo hace la ley, establecer instrumentos de medición de los contaminantes que se viertan en el río, según se expresó.
Cuando se ejerce la potestad reglamentaria, la administración no
está ejerciendo potestades propias, autoatribuidas, pues ésta potestad tiene su origen en la Constitución. Se ejerce una potestad heteroatribuida.
Cuando se habla de atribución expresa de facultades se refiere a
potestades nuevas y más intensas. Por lo tanto en la “autohabilitación” mediante normas reglamentarias no hay un quiebre del principio de legalidad: porque la Administración utiliza para dictar el Reglamento una potestad que le ha sido previamente atribuida: la potestad reglamentaria. Es decir del ejercicio de la potestad reglamentaria por su carácter normativo podrán surgir potestades nuevas de “actuación concreta” que hagan la acción concreta, posible.
b. La Constitución diseñó una "ley" que sólo debe abordar las
bases esenciales de un ordenamiento jurídico (63 Nº20). Al reglamento corresponde entonces toda la regulación de detalle. Esa regulación puede comprender la atribución de potestades. 10
c. Según el artículo 2º de la ley N°18.575, LOCBGAE, los órganos
de la administración no tienen más atribuciones que las que "expresamente les haya conferido el ordenamiento jurídico”. Reconoce expresamente este precepto que las fuentes de donde emanan las potestades no se limitan a la Constitución y a la ley. Ello es lógico: ya que la Administración debe sujetar su acción al derecho, no solamente a la ley. Se daría sino un contrasentido: que la vinculación fuera a todo ordenamiento jurídica, pero que sus potestades sólo emanaran de dos de dichas fuentes.
2. DEBE SER EXPRESA
Ello implica que debe estar claramente configurado el poder
jurídico de actuación que se atribuye al órgano. La Administración carece de poderes propios. Sólo los que el ordenamiento jurídico le atribuye y en la forma en que éste lo hace.
Según algunos autores en la doctrina chilena no existen poderes
tácitos, implícitos, presuntos o por derivación. Las potestades expresas significan potestades establecidas en términos explícitos y formales.
Esta opinión debe tomar en cuenta que:
a. En la doctrina de los poderes inherentes o implícitos,
formulada originariamente en el Derecho público anglosajón, la inherencia o la implicación debe deducirse, no de supuestos poderes "normales" administrativos, sino de otros poderes expresamente reconocidos por la Ley y de la posición jurídica singular que ésta construye, como poderes concomitantes a tal o cual posición. No es por lo tanto el poder implícito sinónimo de poder normal en los términos del antiguo “Estado de Policía”.
b. En segundo lugar, nadie discute la legitimidad de un género de
potestades implícitas: las de contrario imperio. Aunque no lo diga expresamente una norma que habilite a la Administración para dictar un acto administrativo, ésta cuenta con el poder implícito de volver sobre sus actos para dejarlos sin efecto por razones de legalidad (invalidación) o por razones de mérito (revocación).
c. Lo que se exige con el carácter expreso de la potestad es que
esté debidamente configurada en sus elementos esenciales. ES DECIR, QUE SEA UNA POTESTAD LIMITADA, ESPECÍFICA. Todo PODER ATRIBUIDO A LA ADMINISTRACIÓN HA DE SER, EN CUANTO A SU CONTENIDO, UN PODER CONCRETO Y 11 DETERMINADO; NO CABEN PODERES INESPECÍFICOS, INDETERMINADOS, TOTALES. ESA ES LA IDEA CENTRAL.
El Tribunal Constitucional ha sostenido que las potestades DEBE SER
NO SÓLO EXPRESAS, SINO TAMBIÉN EXPLÍCITAS. Declaró que las normas de la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades que establecen facultades, deben ser determinadas. Prohibió consecuencialmente expresiones como "entre otras", "primordialmente" y "principalmente", que estimó INCONSTITUCIONALES. (STC, Rol 284, de 02.02.99).
Sin embargo y por otra parte la Jurisprudencia del Tribunal
Constitucional ha sostenido que, en atención a la finalidad perseguida, LA ADMINISTRACIÓN DEBE CONTAR CON TODAS LAS POTESTADES QUE SEAN INDISPENSABLES PARA ELLO. Así lo ha expresado para justificar la ejecución legal en materia presupuestaria: el Presupuesto debe cumplir su objetivo final. Así el Poder administrador está facultado para usar las potestades indispensables, con la flexibilidad necesaria para que no pierdan el sentido que la Constitución señala para el desarrollo integral del Estado. (STC, Rol 254, 26.04.97).
3. DEBE SER PREVIA.
La potestad debe ser habilitada antes de la actuación del Órgano
de la Administración. Para que un órgano actúe válidamente debe tener otorgada la potestad previamente.
V. ESTRUCTURA Y AMBITO DE SU EJERCICIO
Para el Profesor SOTO KLOSS el legislador efectúa la atribución y
configuración de las potestades determinando, por un lado, su estructura y, por el otro, su ámbito.
1. ESTRUCTURA: El legislador determina aquí los siguientes
aspectos:
a) “QUIÉN”: es decir el titular del órgano “a quien” se le
atribuye la potestad, que será, generalmente, el superior jerárquico del ente administrativo (Jefe Superior del Servicio), o bien un titular de un órgano inferior en la misma jerarquía del Servicio (técnica de la “desconcentración”). El legislador, en ambos casos, podrá prever la posibilidad de la "delegación" del ejercicio de esa facultad. 12
b) “CÓMO”: se refiere al procedimiento legal para emitir el acto
administrativo o celebrar el contrato administrativo de que se trata.
c) “CUÁNDO”: es el momento o la oportunidad en la cual debe actuar
la Administración para satisfacer una necesidad pública.
d) “POR QUÉ”: es el motivo de actuar, que es un hecho configurado
como necesidad pública que debe resolver o satisfacer la Administración, y que mueve a actuar al órgano habilitado al efecto con la potestad pública.
e) “PARA QUÉ”: el fin o finalidad que persigue la potestad
atribuida; el fin específico que debe perseguir el acto concreto que se dicte o emita para satisfacer la necesidad pública puesta bajo la órbita del órgano habilitado.
f) “QUÉ”: es el contenido de la decisión a adoptar. Legislador
puede configurar un deber de actuar concreto o un margen de libertad o de libre apreciación incluso para no actuar. En caso que imponga el deber de actuar, el legislador puede configurar la actuación de modo preciso, indicándole "la" decisión que ha de adoptar, o bien puede conferir un “margen de libre apreciación” para elegir la decisión más adecuada o idónea para satisfacer la necesidad pública (discrecionalidad).
2. ÁMBITO DE SU EJERCICIO: El legislador determina aquí:
a) Ámbito de materias: es decir, el círculo de intereses. Se
trata de una atribución sectorial de potestades (cada Ministerio, un sector).
b) Ámbito espacial: atribución territorial; dónde podrán ser
ejercidas esas potestades que se confirieron (nivel nacional, regional, provincial, comunal).
c) Ámbito temporal: Atribución en el tiempo de las potestades:
sea indefinida o sujeta a un plazo o a una condición.
d) Ámbito jerárquico: si se atribuye al titular del órgano
superior del ente o servicio o al titular de un órgano situado en un grado inferior de la jerarquía del servicio.
VI. LIMITES AL EJERCICIO DE LAS POTESTADES
13
Las potestades TIENEN DOS LÍMITES QUE DEBEN OBSERVAR:
1. NO PUEDEN VULNERAR DERECHOS DE LAS PERSONAS.
Ello en cuanto el Estado está al servicio de la persona humana.
Su labor de bien común debe hacerse con pleno respeto a los derechos de las personas (artículo 1º, CP). Regla que es por cierto aplicable a órganos de la Administración del Estado.
Además el “Ejercicio de la soberanía reconoce como límite los
derechos esenciales que emanen de la naturaleza humana” (artículo 5º). Como las potestades emanan de la soberanía del Estado, les resulta aplicable esta limitación.
También se asila este límite en la existencia del Recurso de
Protección ya que los tribunales pueden dejar sin efecto o resguardar a las personas respecto de un acto u omisión arbitraria o ilegal de un órgano de la Administración del Estado que vulnere esos derechos.
Finalmente, toda lesión en los derechos de las personas que
provoque un órgano de la administración del Estado, debe ser indemnizado (art. 38, i. 2°, CP).
2. NO PUEDEN EJERCERSE CON ABUSO O EXCESO.
Las potestades públicas se otorgan por el ordenamiento jurídico
para el cumplimiento de una función determinada. Todo apartamiento del fin que las justifica, genera un abuso o exceso, es decir, un ejercicio impropio o indebido de una potestad. (art. 2, LOCBGAE)
Si la administración ejerce una potestad con un fin diverso del
previsto por la norma que la atribuyó incurre en un vicio de “desviación de fin o exceso de poder”. Este vicio exige: el ejercicio de una potestad y que dicho ejercicio se aparte del fin que la justifica, habilitando el ejercicio de los recursos que franquea el ordenamiento jurídico (artículo 2º, Ley 18.575).
Un caso de desviación de fin puede consultarse en “Inversiones
Piccola Italia con Municipalidad de Las Condes”: el Alcalde de Las Condes deniega una renovación de una patente de alcoholes a un establecimiento de comida. La medida en realidad obedecía a la existencia de malos olores que molestaban a los vecinos. En 14
Derecho el acto aplicable era la clausura u otra medida
sanitaria. La no renovación de la patente incurre en una desviación de fin: porque se inspira en motivos ajenos al objetivo tenido en vista por el legislador al atribuir al alcalde la función de renovar las patentes de alcoholes (Recurso de Protección, rol N°50, 07.03.05, Corte Suprema).
El Estado es una sociedad política autónoma y organizada cuya función es estructurar la convivencia de las personas que integran la sociedad y satisfacer las necesidades afines con la supervivencia y el progreso común