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Capítulo 8.

AFC

El control aversivo: Escape, evitación y castigo


En el análisis que hemos venido haciendo acerca de la influencia del medio
sobre la conducta operante, nos hemos orientado casi exclusivamente hacia los
estímulos reforzantes positivos, cuya presentación incrementa la probabilidad
de una respuesta. En este capítulo, analizaremos la influencia de aquellos
estímulos cuya eliminación incrementa la tasa de respuestas. A estos estímulos
los llamaremos estímulos aversivos. El procedimiento mediante el cual se
mantiene una conducta retirando estímulos aversivos, recibe el nombre de
reforzamiento negativo. Cuando la eliminación de un estímulo aversivo
mantiene o incrementa una tasa de respuestas, el estímulo recibe el nombre de
reforzador negativo.

El escape y la evitación son los dos paradigmas en que los estímulos


aversivos incrementan o mantienen la acción de responder. En el escape, la
respuesta da término a un estímulo aversivo después, de que la ha iniciado la
presentación del estímulo; el organismo no puede evitar la presentación del
estímulo aversivo. En el caso de la evitación, una respuesta evita o pospone el
comienzo de un estímulo aversivo. En ocasiones, el escape y la evitación
ocurren en forma combinada. Por lo tanto, en las presentaciones del estímulo
aversivo habrá respuestas que pospongan su presentación; una vez que el
estímulo se ha presentado, habrá respuestas que terminen con él.

Existe un paradigma llamado castigo, el cual frecuentemente se utiliza


con el propósito de reducir la tasa de respuesta. En el castigo, las respuestas
van seguidas de un estímulo aversivo.
8.1 La evitación
El procedimiento de evitación le permite al organismo posponer el estímulo
aversivo, o bien evitarlo completamente, al menos teóricamente. En ocasiones,
la evitación se establece después de que el organismo ha adquirido la
respuesta de escape, pero por lo general se lleva a cabo sin que el organismo
haya tenido un entrenamiento previo. Durante la adquisición de la respuesta de
evitación, se le presenta a un organismo un estímulo exteroceptivo, como por
ejemplo una luz, y posteriormente, transcurrido un período de tiempo (unos 30
segundos), se le presenta un estímulo aversivo. Ambos estímulos se
sobreponen temporalmente y se terminan al mismo tiempo. Si el organismo
emite la respuesta requerida durante el período de presentación de la luz y
antes de que se presente el estímulo aversivo, éste último ya no se presenta; a
continuación se apaga la luz, transcurre un tiempo específico y se vuelve a
prender la luz.

8.2 Castigo
La presentación de un estímulo aversivo dependiente y contingente a la
ocurrencia de una operante, recibe el nombre técnico de castigo. El castigo
puede ser administrado de las siguientes maneras: 1) a una operante que nunca
ha sido reforzada, 2) a una operante que está siendo mantenida por el
reforzamiento, y 3) a una operante que está siendo extinguida. El castigo
puede presentarse a una respuesta mantenida por reforzamiento positivo o por
reforzamiento negativo. Cuando se estudian los efectos del castigo sobre una
conducta que está en su período de mantenimiento, habrá que especificar
exactamente las condiciones de ese mantenimiento, como por ejemplo indicar
el tipo de programa de reforzamiento en efecto. El castigo puede ser
presentado en base a un programa, ya que no es necesario castigar cada una de
las ocurrencias de la operante, de la misma manera que en el reforzamiento no
es necesario reforzar todas las respuestas. Sin embargo, el caso que más se ha
estudiado comprende el castigo de cada una de las respuestas.

El Castigo en sentido técnico se refiere sólo a la operación empírica


(presentación o retiro de eventos) que reduce la frecuencia de aparición de una
respuesta, y no siempre comprende dolor físico. (Kazdin, 1971) Sin duda, los
eventos dolorosos (como las tundas) pueden no disminuir las respuestas para
las que se diseñaron como castigo, sino más bien aumentar la frecuencia de
aparición de las respuestas a castigar, así como también provocar la aparición
de otras respuestas disruptivas. De manera que el Castigo es un procedimiento
de modificación de conductas.

Desde hace muchos años, y desde la perspectiva cognitivo-conductual, no está


indicado el castigo físico como método de modificación de conductas en los
niños, y este criterio es compartido por el autor, para quien el castigo físico
por una parte representa un irrespeto absoluto a los derechos humanos y sobre
todo de los niños, y por otra ha demostrado hasta el cansancio que no tiene
poder para corregir conductas disruptivas en los niños.

Sin embargo, para propósitos del tema, se tocarán todos los tipos de castigo
que existen en la literatura psicológica.

Tipos de castigo.

En la modificación conductual se han desarrollado muchas formas de castigo


con base en si se presentan eventos aversivos, se retiran eventos positivos, o se
requiere esfuerzo o trabajo por parte del sujeto después de la ejecución de
determinada conducta.

Presentación de eventos aversivos:

Después que se ha realizado una respuesta, puede aplicarse un evento aversivo


como una tunda o una reprimenda. Existen dos tipos de eventos aversivos:
estímulos aversivos primarios y secundarios (o condicionados). Los eventos
aversivos primarios lo son de manera inherente, por ejemplo, un choque
eléctrico, ataque físico intenso, luces brillantes y ruidos fuertes son estímulos
aversivos primarios y sus propiedades aversivas no son aprendidas. Los
estímulos aversivos secundarios o condicionados, adquieren sus propiedades
aversivas al apareárseles (relacionárseles) con otros eventos aversivos como
dolor físico o pérdida de privilegios.

Los estímulos aversivos secundarios incluyen gestos, cabeceos, fruncimiento


de ceño y boletas de tránsito.

1. Afirmaciones verbales:

Las afirmaciones verbales en forma de reprimendas, advertencias,


desaprobación, decir no, y las amenazas, suelen emplearse en las interacciones
cotidianas entre maestro y alumno, padre e hijo y entre hermanos, esposos,
amigos y enemigos. De manera ocasional, las afirmaciones verbales se han
utilizado para suprimir conducta en investigación aplicada, por ejemplo, las
reprimendas y las afirmaciones de desaprobación se han aplicado en
escenarios de salón de clases para reducir el juego durante las lecciones, estar
fuera de su lugar, hablar sin permiso y otras conductas desorganizantes. (Hall
y col, 1971)
La manera en que se hacen las afirmaciones verbales puede afectar su
efectividad, por ejemplo, en aplicaciones de salón de clases, las reprimendas
son más efectivas para suprimir la conducta infantil cuando se acompañan por
una mirada directa y se le sujeta.

El castigo verbal tiene probabilidad de perder su efectividad con el tiempo,


por ejemplo, en ocasiones se han empleado amenazas para suprimir conductas,
cuando éstas indican que seguirá alguna otra consecuencia aversiva, se tornan
eventos aversivos condicionados ya sea que la conducta se ejecute o no.
Cuando las amenazas son vanas (no respaldadas por la consecuencia
amenazada) tienden a perder su efecto con rapidez. (Kazdin, 1971)

2. Choque eléctrico:

El choque eléctrico es otro evento aversivo que puede presentarse después de


la conducta, se emplea rara vez, sólo se ha restringido a personas involucradas
en conductas peligrosas para sí mismos o para los demás, y que no han
respondido a otros procedimientos. Cuando se utiliza el choque eléctrico en
esas situaciones extraordinarias, por lo común se hace brevemente en un dedo
o el brazo, produciendo una rápida y notable supresión de la conducta. En la
actualidad no se usa, en parte debido a que su uso hace surgir tópicos éticos y
legales pero también porque se hallan disponibles otras alternativas menos
objetables pero efectivas.

Retiro de consecuencias positivas

El castigo a menudo toma la forma de retiro de eventos positivos en lugar de


presentación de estímulos aversivos posteriores a la conducta. Los ejemplos
familiares comprenden pérdida de privilegios, dinero, o al permiso de
conducir después de la conducta. Los eventos valorados de manera positiva y
que incluso pueden actuar como reforzadores positivos, son retirados como
una forma de penalización. Las dos técnicas principales son el tiempo fuera de
reforzamiento y el costo de respuesta.

1. Tiempo fuera de reforzamiento:

El tiempo fuera se refiere al retiro de todos los reforzadores positivos durante


un período determinado. Durante el intervalo de tiempo fuera, el sujeto no
tiene acceso a los reforzadores positivos que se encuentran disponibles
normalmente en el escenario. Por ejemplo, en una clase puede aislarse a un
niño de los demás durante 10 minutos; en este tiempo, no tendrá acceso a
interactuar con sus compañeros, actividades, privilegios, ni otros reforzadores
que por lo común se hallan disponibles.

El tiempo fuera ha sido muy efectivo para modificar diversas conductas,


incluyendo el discurso psicótico, accidentes al ir al baño, succionarse el
pulgar, y conducta autoestimulante y autopunitiva. (Hobbs y Forehand, 1977).

Las ventajas obvias del tiempo fuera son la duración relativamente breve y la
ausencia de dolor.

2. Costo de respuesta:

El costo de respuesta se refiere a la pérdida de un reforzador positivo.


Requiere una penalización de alguna clase, por lo general en forma de multa.
Los ejemplos del costo de respuesta en la vida diaria adulta comprenden
multas por violaciones de tránsito, cargo por “mora”, cargo por cheques que
“rebotan” etc.; en la vida diaria infantil comprenden quedarse sin ver la
televisión, sin jugar, sin usar el ordenador debido al no cumplimiento de
normas establecidas. Así mismo en el ámbito escolar incluye la pérdida del
receso, paseos y otras actividades extracurriculares.

Consecuencias punitivas basadas en el esfuerzo

Como consecuencia para la conducta indeseable puede pedírsele a un sujeto


que participe en respuestas que implican trabajo o esfuerzo. Esto es distinto de
presentarle un estímulo aversivo (por ejemplo, reprimenda) o retirarle un
evento positivo (por ejemplo, costo de respuesta), aquí se le pide que se
involucre en conducta aversiva.

Sobre corrección

Con la sobre corrección, la penalización por participar en una conducta no


deseada es llevar a cabo algunas otras conductas en la situación dada, pueden
distinguirse dos componentes de la sobre corrección: el primero denominado
restitución, que consiste en corregir los defectos ambientales de la conducta
inapropiada. Así, si un niño tira comida en la mesa del comedor, se le pedirá
limpiarla completamente. El segundo componente, llamado práctica positiva,
consiste en practicar de manera repetitiva la conducta adecuada, por ejemplo,
se le pedirá al niño colocar la comida en su plato de modo adecuado varias
veces en hilera y quizá también servir la comida a otros. Estas respuestas son
algunas de las formas “correctas” de servir y manejar alimentos en la mesa.

La restitución y la práctica positiva en ocasiones se combinan y otras se


emplean solas, dependiendo de las conductas a suprimirse.
La sobrecorrección sola o en combinación con otros procedimientos ha
modificado una variedad de conductas como accidentes en el control de
esfínteres, actos agresivos, conductas autoestimulantes, berrinches, morderse
las uñas y modales en la mesa. (Foxx y Bechtel, 1983). Los resultados de unos
cuantos minutos de entrenamiento correctivo después de la conducta deseada
han conducido a efectos terapéuticos rápidos y duraderos.

El procedimiento preciso de castigo seleccionado en cualquier instancia puede


estar determinado por varias consideraciones, a saber, la gravedad de la
conducta, el peligro para el sujeto y los demás, la facilidad de poner en
práctica el procedimiento en un escenario en particular, y el entrenamiento
necesario de la(s) persona(s) que aplican el proceso de modificación
conductual.

Sea cualquiera el castigo a utilizar, se deben seguir una serie de reglas o


principios para que sea efectivo (Moles, 1994), estas son:

1. Debe informarse al sujeto cual o cuales van a ser específicamente las


conductas a castigarse.
2. Debe igualmente informársele de cuál será el castigo a la conducta en
cuestión.
3. Una vez cumplidos los puntos anteriores, se ofrecerá el castigo en la
primera oportunidad que el sujeto emita la conducta y cada vez que lo
haga. Esto implica que se debe castigar siempre y no a veces.
4. El castigo debe ser contingente a la conducta, y por lo tanto al igual que
el reforzamiento debe tener una latencia corta. Es decir la aplicación del
castigo debe ser lo más próximo posible (en tiempo) a la emisión de la
conducta en cuestión.
5. El castigo debe ser siempre de la misma intensidad y no depender del
estado emocional de quién lo aplica.
6. Al igual que con los refuerzos no se debe generalizar el castigo, debe
ser de forma individual y dependiendo de las características de cada
sujeto.

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