Lor Orígenes de La Cuarta Internacional
Lor Orígenes de La Cuarta Internacional
Lor Orígenes de La Cuarta Internacional
Resumen
El presente trabajo se propone reconstruir la praxis política de dos agrupaciones
trotskistas de fines de la década del treinta en Argentina: el Grupo Obrero
Revolucionario y su continuadora la Liga Obrera Revolucionaria, ambas lideradas
por Liborio Justo, hijo del expresidente argentino, Agustín Justo. La experiencia
del GOR—LOR se destacó por la variedad y tiraje de sus publicaciones y por sus
vínculos políticos con agrupaciones semejantes en el interior argentino y en países
latinoamericanos como Cuba, Chile, Bolivia, Uruguay o Brasil.
Palabras claves: liborio justo, liga obrera revolucionariam grupo obrero
revolucionario, trotskismo, cuarta internacional.
Abstract
This paper aims to reconstruct the political praxis of two Trotskyist groups in the
late thirties in Argentina: the Grupo Obrero Revolucionario and its successor the
Liga Obrera Revolucionaria. Both of them were led by Liborio Justo, son of former
Argentine president Agustin Justo. The experience of GOR-LOR was relevant
because of the variety and circulation of its publications and its political links with
similar groups in Argentine and Latin American countries such as Cuba, Chile,
Bolivia, Uruguay and Brazil.
Keywords: Liborio fair, labor league revolutionary revolutionary workers group,
trotskismo, fourth international.
Diálogos Rev. Elec. de Historia, 18(1):201-226, 2017 · ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica 201
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LIBORIO JUSTO Y LOS ORÍGENES DEL
TROTSKISMO EN ARGENTINA
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de Buenos Aires. Se instaló por entonces en una estancia de La Pampa, gracias a
gestiones de su madre y un amigo, desde donde redactó su autobiografía publicada
con el título de Prontuario (Quebracho, 2006).
Desde 1937 se vinculó con los primeros trotskistas argentinos: Antonio Gallo2,
Juana de Palma3, Pedro Milesi4, entre otros. Al siguiente año, editaron Nuevo Curso,
el único número del periódico que editarían conjuntamente. Sin embargo, a comienzos
de 1939 Justo conforma su propia organización trotskista junto a Aquiles Garmendia5,
Esteban Rey6, Reinaldo Frigerio7 y Mateo Fossa8: el Grupo Obrero Revolucionario
(GOR). El GOR impulsó entre 1938 y 1940 la publicación de una serie de folletos bajo
el sello “Acción Obrera” y la edición del periódico La Internacional. Tras una fallida
unificación con la Liga Obrera Socialista –el grupo trotskista de Antonio Gallo—, el
GOR se transformó en 1941 en la Liga Obrera Revolucionaria (LOR). Sin embargo,
las constantes disputas internas entre sus ya escasos militantes, vaciaron de sentido la
continuidad de la agrupación, disolviéndose finalmente en 1943.
El presente trabajo se propone reconstruir entonces la praxis política del GOR
y la LOR, la cual ha sido sólo parcialmente relevada. Los historiadores “oficiales”
del trotskismo en Argentina fueron quienes concretaron una aproximación super-
ficial a las agrupaciones en cuestión. En esta línea se inscriben aquellas obras de
Norberto Galasso (1983,1991, 2007) que han tenido por objetivo reconstruir la
historia de la izquierda argentina, con particular énfasis en los intelectuales y las
agrupaciones que teorizaron acerca de la “cuestión nacional”. En ese marco, Galasso
recupera tanto el derrotero político de Justo —haciendo referencias a su paso por el
GOR y la LOR—, como su ideario teórico —retomando buena parte de sus folletos
partidarios publicados entre 1939 y 1943—. El rescate histórico de Galasso plantea
un recorte analítico centrado en aquellas consideraciones justistas que abordan el
problema de la liberación nacional y, en ese sentido, cataloga a Liborio como un
heredero directo del pensamiento local: “el antiimperialismo de Scalabrini Ortiz y
Jauretche nutrió las posiciones de Justo y aun corriendo el riesgo de empalidecer
por momentos su reivindicación socialista, le permitió sostener correctamente las
tesis revolucionarias” (Galasso, 1991, p.132). En términos generales, el balance final
que el autor realiza de la experiencia política de Justo busca poner en tensión sus
contribuciones —en el peculiar contexto del trotskismo de la década del treinta— y
sus limitaciones objetivas y subjetivas para “vivificar sus tesis en la realidad política
concreta” (Galasso, 1991, p.136).
Osvaldo Coggiola (2006), por su parte, en su Historia del Trotskismo en
Argentina y América Latina reconstruye, desde su mirada militante, la emergencia de
la Cuarta Internacional y, sobre ese eje, recupera brevemente la experiencia del GOR
y la LOR. Asimismo, contextualiza las polémicas de Justo con Jean van Heijenoort
—a propósito del problema de la unificación de los grupos trotskistas en Argen-
tina—, se detiene en la extinción de la LOR y finaliza su apartado sobre la primera
sección argentina de la Cuarta Internacional, con un balance del justismo:
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su trotskismo fue apenas más que un episodio de juventud. La Quinta Interna-
cional que propuso fundar después no llegó siquiera una curiosidad, salvo para
los que se interesen en megalomanías. Pero como “lo que escribe la pluma no
lo puede borrar el hacha”, es justo señalar junto a su desbarranque posterior,
que el Quebracho caído en 1943 es, aún sin saberlo, el que mejores servicios le
rindió al movimiento trotskista en Argentina (Coggiola, 2006, p.85).
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en el que necesariamente debían completarse las tareas democrático—burguesas
pendientes, a los fines de concretar la emancipación nacional con miras al socialismo
(pp. 87-97).
Más recientemente, Alicia Rojo (2001, 2005, 2012) ha publicado una serie de
artículos que reseñan los orígenes del trotskismo en Argentina, en el marco de su preo-
cupación por el vínculo entre la historia del trotskismo y los orígenes del peronismo.
En términos generales, el objetivo planteado por la autora excedía ampliamente la
reconstrucción de la praxis e ideario político del GOR y LOR, por lo que las referencias
a dichas agrupaciones han sido planteadas desde un relevamiento documental parcial.
Desde un punto de vista teórico—metodológico, este trabajo se inscribe en los
lineamientos propuestos por Perry Anderson (1984) para reconstruir la historia de un
partido comunista. Esto es, abordar tres cuestiones fundamentales: 1) la trayectoria
política interna de la agrupación, es decir, básicamente su composición, organización
y liderazgos; 2) el “equilibrio nacional de fuerzas”, es decir, la relación de estos grupos
políticos con la clase obrera en su conjunto, como así también con otras clases y
grupos insertos en una determinada trama de “cultura política nacional”; y, 3) el marco
internacional, teniendo en cuenta la influencia de las organizaciones internacionales
—en este caso de la IV Internacional— en el devenir político de las agrupaciones
locales. Consideramos que una perspectiva semejante, tributaria de Antonio Gramsci,
que reconstruya críticamente la historia de una organización de izquierda, permite
distinguir este tipo de aproximaciones históricas contextualizadas en un entramado
sociohistórico más amplio, de las historias oficiales excesivamente autorreferenciales.
LA EMERGENCIA DE LA IV INTERNACIONAL
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sufrió una escalada de dimensiones internacionales que duró más de cinco años,
hasta que, finalmente, Stalin le ganó la pulseada a Trotsky expulsándolo del partido
y exiliándolo en Alma Ata en octubre de 1927. La expulsión se produjo como conse-
cuencia de un llamamiento de la Oposición Unificada —una alianza de Trotsky,
Gregory Zinoviev y Lev Kamenev en contra de Stalin, erigida en 1926— a una
movilización de la base militante, tras la derrota de la segunda Revolución China. A
partir de ese momento, comenzaron las purgas y expulsiones de los oposicionistas:
más de 1500 fueron deportados (Bensaid, 2002, p. 29). En la fase final del enfren-
tamiento interno, es decir, entre 1928 y 1929, Stalin obtuvo las capitulaciones de
Zinoviev y Kamenev, y expulsó a Trotsky de la Unión Soviética.
En el transcurso del enfrentamiento, Trotsky fue delineando, en oposición
a Stalin, el bagaje programático y teórico que definiría al trotskismo desde sus
orígenes. En primer lugar, su oposición a la teoría del socialismo en un solo país y, en
su lugar, la defensa de la teoría de la revolución permanente y del desarrollo desigual
y combinado. En segundo lugar, su oposición a la “alianza” entre los sindicatos de la
Unión Soviética y el Congreso de Sindicatos ingleses (Trade Union Congress), que
tuvo lugar desde mediados de los años veinte. En tercer lugar, su rechazo a dar conti-
nuidad a la alianza entre la Internacional Comunista y el Partido Comunista Chino
con el Partido Nacionalista Chino. En cuarto lugar, la reivindicación de las consignas
transitorias, el impulso del Frente Único y el rechazo contundente del fascismo. Por
último, Trotsky encarnaba la representación más clara de la lucha en contra de la
burocratización del régimen soviético (Alexander, 1991; Bensaid, 2002).
La Internacional Comunista, por su parte, sufrió inevitablemente las conse-
cuencias del conflicto Trotsky—Stalin y comenzó a experimentar realineamientos
políticos, a medida que la información comenzaba a trascender las fronteras de la
Unión Soviética. De esta manera, Trotsky comenzó a reunir a sus primeros adhe-
rentes: Max Eastman, miembro del Partido Comunista de los Estados Unidos; Boris
Souvarine, líder del Partido Comunista francés; Alfred Rosmer, fundador del movi-
miento trotskista en Francia; y Andrés Nin, quien se convirtió rápidamente en el
líder del trotskismo español, entre otros. Desde su expulsión de la Unión Soviética,
Trotsky intentó convocar y reunir a la mayor cantidad de opositores al estalinismo,
con la intención de recuperar las riendas de la Internacional Comunista.
En 1933, finalmente, tras la sucesión de una serie de circunstancias que
perjudicaron ampliamente a la población rusa —la institución de la colectivización
forzosa, las grandes hambrunas de 1932—1933, y las primeras purgas—, sumadas
a acontecimientos de peso en el escenario mundial —el ascenso de Adolf Hitler al
poder, y el avance del fascismo italiano— Trotsky llegó a la conclusión de que era
necesario constituir una nueva internacional:
El ascenso de Hitler al poder el enero de 1933 como resultado de la desastrosa
política ultraizquierdista conocida como el “tercer período”, así como la falta
de debates en el seno de la Internacional Comunista sobre las causas de dicha
derrota, condujeron a Trotsky a plantear la necesidad de construir un nuevo
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partido mundial de la revolución socialista. El 15 de julio de 1933 Trotsky
escribe el artículo “Es necesario construir nuevos partidos comunistas y una
nueva Internacional”, y el 26 de agosto de 1933 se da a conocer la “Declaración
de los Cuatro: Sobre la necesidad y los principios de una nueva internacional”,
firmada por E. Bauer por la Oposición de Izquierda Internacional, J. Schwab
por el Partido Socialista Obrero de Alemania (SAP), Peter J. Schmidt por el
Partido Socialista Independiente de Holanda (OSP), y Henricus Sneevliet por
el Partido Socialista Revolucionario de Holanda (RSP) (Gaido, 2015, p. 201).
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correspondencia con las secciones nacionales de la IV Internacional. Entre ellas,
la argentina, cuyo intercambio epistolar durante este período se caracterizó por las
sostenidas internas entre los primeros grupos trotskistas locales.
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De acuerdo a Liborio Justo, el Comité Comunista Oposicionista estuvo
conformado inicialmente por los tres obreros mencionados, a los que luego se les
sumaron otros cinco, modificando su autodenominación por la de Izquierda Comu-
nista Argentina (ICA) (LOR, 1941, p.4). En marzo de 1930 comenzó a editarse el
periódico La Verdad, el cual dio a conocer el “Testamento político” de Lenin, y
posteriormente, por un breve período, un periódico en idish llamado Tribuna Comu-
nista (Alexander, 1991, p.37).
A pesar del acercamiento de ICA a dos jóvenes estudiantes trotskistas que
acababan de regresar de España —donde habían tenido contacto con el dirigente
Andrés Nin—, Héctor Raurich y Antonio Gallo, las negociaciones para incorpo-
rarlos a la agrupación fracasaron. A partir de entonces ambos establecieron su propio
grupo, la Liga Comunista Internacionalista, cuyo periódico se editó bajo el nombre
de Nueva Etapa (Alexander, 1991, p.37).
Un tercer grupo trotskista se conformó en torno a Pedro Milesi, quien había
sido expulsado recientemente del Partido Comunista. El ICA vivía por entonces un
momento de transformación a causa del fallecimiento de sus fundadores, López y
Guinney. Ambas agrupaciones, optaron por fusionarse en 1933, dando lugar al naci-
miento de la Liga Comunista Internacional. Sin embargo, tras dos años de enfrenta-
miento entre los grupos de Raurich y Milesi, éste último acabó siendo expulsado de
su propia agrupación, por circunstancias que se desconocen, posibilitando la unifica-
ción de ambas en una única expresión: la Liga Comunista Internacionalista Sección
Argentina. El periódico editado en conjunto, IV Internacional, comenzó a publicarse
en abril de 1935 (Alexander, 1991, p. 37). A pesar de que esta experiencia duró
tan solo dos años y medio, fue capaz de establecer pequeños grupos en La Plata,
Córdoba y Santa Fe.
En 1937 la Liga Comunista Internacionalista se vio conmovida a causa de la
controversia desatada en torno al entrismo. Años antes, Trotsky había recomendado
a sus seguidores en Francia poner en práctica esta táctica:
Consciente de la amenaza que tal ascenso del fascismo planteaba para la
existencia misma de la socialdemocracia, Trotsky dedujo de ello que la apari-
ción de corrientes de izquierdas en el seno de esos partidos era inevitable.
Unos meses más tarde, la participación de los socialistas españoles en la insu-
rrección de Asturias confirma este pronóstico. Trotsky extrae conclusiones
de ello para España, Bélgica y Francia: las pequeñas fuerzas de la Oposición
de Izquierdas deben ocupar su lugar en el frente unido contra el fascismo
entrando en los partidos socialdemócratas. Conocido como el “giro francés”,
esta orientación fue muy pronto objeto de debates y divisiones. Constituye la
primera experiencia de lo que se llamará el “entrismo”, a menudo considerado
como característica de las prácticas maniobreras llevadas a cabo por las organi-
zaciones trotskistas (Bensaid, 2002, p. 40).
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Abelardo Ramos, el cual había optado por la táctica entrista y se había unido al
Partido Socialista Obrero, una escisión reciente del Partido Socialista:
De agosto a diciembre de 1937 publicaron, bajo la dirección principal de C.
Liacho, cinco números de un órgano mimeografiado denominado “Frente
Proletario” con el subtítulo de “Boletín del marxismo revolucionario”,
y en agosto de 1938 un número de una revist denominada “Marxismo”. A
comienzos de 1938 realizaron en Córdoba una “conferencia nacional”, a la
que asistieron representantes de los “entristas” de esa ciudad y de Buenos Aires
y La Plata. En ella se pronunciaron discursos hasta de varias horas, como el de
C. Liacho, sin dejar ningún saldo en beneficio del movimiento (Liga Obrera
Revolucionaria, Breve reseña cronológica del movimiento cuartainternaciona-
lista argentino, 1941, p. 11).
Al mismo tiempo, Liborio Justo —que se había alejado ya del Partido Comu-
nista—, había comenzado a editar por su cuenta algunas publicaciones de número
único: Información. Por un partido marxista revolucionario de la Cuarta Interna-
cional (octubre de 1937), España Obrera (noviembre de 1937) y Piquete. Por un
partido obrero marxista y por la Cuarta Internacional (noviembre de 1937), todos
de inspiración trotskista.
A fines de 1937, tras recibir una carta de Diego Rivera en la que le solici-
taba a Justo el envío de material con análisis propios sobre la situación argentina
desde una mirada trotskista (D. Rivera, comunicación personal, 21 de octubre de
1937), Agustín Bernal –tal su pseudónimo por entonces—, convocó a los referentes
de los grupos “cuartistas” argentinos a una reunión para evaluar la posibilidad de
editar un periódico en conjunto. Finalmente, a comienzos de 1938, tras reeditarse
viejas disputas personales entre Gallo y Milesi, se publicaron dos revistas diferentes:
Nuevo Curso en julio de 1938, editada por Justo, Gallo, Siburu, Garmendia, entre
otros; e Inicial en agosto de 1938, dirigida por Milesi y sus discípulos. La expe-
riencia de Nuevo Curso terminó rápidamente por divergencias internas. Inicial, por
su parte, alcanzó a editar al menos cinco números (LOR, 1941, p.11).
A comienzos de 1939 casi todos los trotskistas que conformaban el Partido
Socialista Obrero o bien fueron expulsados o bien se alejaron voluntariamente del
espacio. Por su parte, la decepción de Justo tras su participación en Nuevo Curso lo
llevó a publicar en enero de 1939 el folleto Cómo salir del pantano, por primera vez
bajo el seudónimo de “Quebracho” (Bosch Alessio, 2015, p. 4).
Tres meses después, en abril de 1939, Liborio Justo, Antonio Gallo, David
Siburu y Aquiles Garmendia trazaron los acuerdos necesarios para comenzar a editar
una nueva publicación en conjunto: La Internacional.
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Justo, Mateo Fossa, un grupo de Córdoba que dirigía Aquiles Garmendia, un grupo de
estudiantes de La Plata nucleado alrededor de Jorge Lagos (seudónimo de Reinaldo
Frigerio) y un grupo de estudiantes anarquistas dirigidos por Abelardo Ramos. La
dirección del grupo estaba a cargo de Justo, quien, según un obrero que formaba
parte de la agrupación:
desplegaba una actividad extraordinaria en el movimiento, explicable por
sus condiciones económicas, su voluntad de trabajo en un movimiento
bajo su jefatura, su haber ideológico, además de cierta mayor seguridad en
el trabajo ilegal del que pudiera gozar cualquier otro militante. A pesar
de todo, pronto nos convencimos que el grupo tenía pocas perspectivas
de expansión entre las masas obreras, dadas las intrigas para desplazar a
Liborio de la dirección del grupo (Medunich Orza, 1970, p. 38).
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Fossa explica cómo ciertos sectores de la burguesía pueden “iniciar ciertas
escaramuzas contra el imperialismo”, pero que nunca completarán “porque sus inte-
reses están más cerca del imperialismo que del proletariado revolucionario”. Sólo
el proletariado revolucionario, manteniendo su independencia de clase será capaz
de llegar hasta el fin la lucha contra el imperialismo: “por medio de la revolución
proletaria que establezca la dictadura del proletariado que liberará al país del impe-
rialismo y destruirá los últimos restos semifeudales completando la revolución
democrático—burguesa. Pero el proletariado no podrá detenerse allí, sino que de
acuerdo a los principios de la revolución permanente, pasará adelante a la revolución
socialista” (M. Fossa, comunicación personal, 27 de octubre, 1941).
El debate en torno al problema de la liberación nacional provocó nuevas deser-
ciones, entre las que se contaba la del grupo de La Plata, dirigido por Jorge Lagos. La
renovación de militantes fue, por entonces, notoria:
A consecuencia de esta constante fluctuación, el GOR llegó al mes de
febrero de 1940, primer aniversario de su formación, con alrededor de
10 miembros, de los cuales sólo tres, Fossa, Tristán y Bernal, formaban
parte del grupo primitivo, es decir que se había renovado en un 70%,
demostración evidente de los cambios y luchas internas que habían
soportado durante el primer año de existencia (…) Por esa época, los
militantes obreros estaban aún en minoría, constituyendo el 40 %, lo
cual, no obstante, significaba un evidente progreso sobre la proporción
inicial (Liga Obrera Revolucionaria, Análisis esquemático de las posiciones
doctrinarias frente a los problemas nacionales sostenidas en su desarrollo por
el movimiento cuartainternacionalista argentino. Primera parte, 1941, p. 10).
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maciones sobre el Partido Obrero de Unificatión Marxista y del Partido Labo-
rista Independiente de Inglaterra”. En cuanto a la composición social de la LOS,
Fossa –quien permanecía al interior de las filas del GOR— afirmó que “es abru-
madoramente pequeñoburguesa: de doce personas que componen sus efectivos en
Buenos Aires, diez son pequeñoburgueses y sólo dos obreros atrasados. Su contacto
con el movimiento obrero es prácticamente nulo”. Respecto del periódico, Inicial,
Fossa dice desconocer su distribución, a pesar de que su tiraje oscila entre los mil o
tres mil ejemplares. Sin embargo, le preocupa su posición “teórica”:
está completamente reñida con los principios más elementales del marxismo—
leninismo y de la Cuarta Internacional (...) Niega la distinción leninista entre
países opresores y oprimidos y sostiene que las tareas de la vanguardia prole-
taria en la Argentina son las mismas que las de Alemania o los Estados Unidos
(...) alegan de que el primordial enemigo de un país semicolonial como la
Argentina, no es el imperialismo sino la burguesía nacional y que en lugar de
la lucha por la liberación nacional contra el imperialismo el proletariado debe
plantearse aquí una abstracta revolución socialista. Niegan a Lenin y a Trotzky
(sic) y dicen derivar su posición de Rosa Luxemburg, del pseudomarxista
peruano José Carlos Mariátegui y del líder del socialismo reformista argentino,
Juan B. Justo. Ignoran el imperialismo, en cuyas manos ellos mismos dicen que
están todos los centros vitales de la economía argentina. Ignoran la dialéctica de
la revolución permanente (M. Fossa, comunicación personal, 2 de junio, 1941).
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En el mes de Septiembre de 1938, ‘en cierto lugar de Suiza’ se ha reali-
zado el Congreso Constituyente de la IV Internacional. Los más firmes
revolucionarios marxistas del mundo — con el incorruptible León Trotski
a la cabeza — han elaborado las bases de la nueva Internacional. En
el fuego de la lucha contra el fascismo y la guerra imperialista, la IV
Internacional, levanta en alto la bandera del marxismo revolucionario y
llama a las masas a la lucha por la Revolución. ‘La Internacional’ es el
¡presente! de los marxistas de la Argentina (La Internacional, 1939, p. 1).
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Comité precedido por Phelan. El contacto de los miembros del Comité Ejecutivo
Internacional con los grupos argentinos dio origen a algunos debates en torno a las
tesis sostenidas por estos últimos. Así, por caso, Marc Loris (Jean van Heijenoort)
criticó fuertemente al folleto de la LOR Argentina frente a la Guerra Mundial en su
“Carta a los camaradas argentinos”, tildando a la agrupación de reformista, chauvi-
nista, demagoga y pequeño—burguesa (Loris, 1941).
Por su parte, Liborio Justo responderá en agosto de 1941 a sus considera-
ciones en el primer Boletín Interno16, dedicado por completo a la publicación de la
intervención de Quebracho respecto a las apreciaciones de Loris. Por un lado, Justo
aclara que el folleto no pretendía examinar en profundidad el problema de la libe-
ración nacional, ya que los textos que lo integran formaban parte, originalmente, de
artículos de La Nueva Internacional y tenían, por tanto, un objetivo “más de agita-
ción que de propaganda” (Liga Obrera Revolucionaria, Análisis esquemático de las
posiciones doctrinarias frente a los problemas nacionales sostenidas en su desarrollo
por el movimiento cuartainternacionalista argentino. Primera parte, 1941, p. 2). En
segundo lugar, las críticas a la terminología utilizada en el folleto y a la omisión de
conceptos como el de “revolución proletaria”, se explican sólo por el desconoci-
miento de Loris de las circunstancias en las cuales desenvolvían sus actividades las
organizaciones de izquierda durante la Década Infame:
Usted, Marc Loris, que nos anatemiza tan tranquilamente desde Union Square,
ignora, con toda seguridad (por lo menos hay que suponerlo) la situación de
semilegalidad en que nosotros debemos trabajar, ignora que en la Argentina
existe una Sección Especial de la Policía contra el Comunismo y que nuestros
compañeros son detenidos a cada rato (yo mismo lo he sido tres veces en un
año) por repartir nuestra prensa y que, al escribir los artículos que integran el
folleto, nosotros no sabíamos aún hasta ´donde podíamos hablar claramente de
revolución proletaria sin vernos perseguidos y encarcelados, con lo que hubié-
ramos destruido nuestro grupo y tronchado nuestras posibilidades de propa-
ganda, nada más que para que un culto de la fraseología revolucionaria no
fuera a lanzarnos epítetos vulgares que hasta resultan innobles e indignos de
un verdadero militante bolchevique—leninista (Liga Obrera Revolucionaria,
Análisis esquemático de las posiciones doctrinarias frente a los problemas
nacionales sostenidas en su desarrollo por el movimiento cuartainternaciona-
lista argentino. Primera parte, 1941, p. 3).
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en contra de una unificación inmediata, salvo en el caso de que EEUU ingresara a la
Guerra (Quebracho, comunicación personal, 10 de mayo, 1941).
Unifiquémonos –decían los centristas— y luego vamos a discutir. Es decir,
formemos una comparsa más de las tantas que ya se han constituido en la larga
historia del trotskismo en la Argentina, elijamos un Comité Ejecutivo, démosle
un nombre pomposo al nuevo organismo, y aun el nombre de partido, y después
vamos a considerar todo lo demás. Las posiciones doctrinarias son secunda-
rias y las decidiremos más tarde, aunque a consecuencia de ello se vuelva a
caer en las eternas luchas internas y en lugar de un partido volvamos a tener
diez grupitos disgregados marchando otra vez cada uno por su cuenta (…)
Por supuesto que nosotros en ninguna forma aceptamos ni que se nos hablara
de una comedia de esa naturaleza, la que era apadrinada con un vigor y una
consecuencia digna de mejor causa por el ‘observador internacional’. Exigimos
un Boletín de Discusión como paso primordial indispensable para llegar a un
posible entendimiento. No teniendo otro camino para seguir adelante, los
centristas, partidarios de la unificación inmediata, se vieron obligados a acep-
tarlo. Pero lo hicieron a su manera: sólo se darían 15 días para presentar las tesis
a publicarse en ese Boletín y ellas se concretarían a un solo punto: al problema
del imperialismo y de la liberación nacional, el que nosotros habíamos plan-
teado como el punto básico a resolver para llegar a un posible entendimiento.
De más está decir que en ninguna forma, tampoco, aceptamos ese procedi-
miento (Liga Obrera Revolucionaria, Análisis esquemático de las posiciones
doctrinarias frente a los problemas nacionales sostenidas en su desarrollo por
el movimiento cuartainternacionalista argentino. Segunda parte, 1942, p. 4).
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La Breve reseña cronológica del movimiento cuartainternacionalista argen-
tino constituye una periodización de la historia del trotskismo argentino desde 1929
hasta la conformación de la Liga Obrera Socialista en 1941. Se reconocen allí la
sucesión de tres etapas. La primera de ellas se extiende desde 1929 hasta 1933 y se
caracteriza por la conformación del primer grupo oposicionista de América del sur,
el bonaerense “Izquierda Comunista Argentina”. La segunda etapa (1933—1937)
tiene como protagonistas a las agrupaciones de Antonio Gallo y Héctor Raurich
y de Pedro Milessi. Por último, la última fase (1937—1941) hace referencia a los
prolegómenos de la conformación del GOR, sus primeros años y debates con la
LOS y el nacimiento de la LOR.
La primera parte de Análisis esquemático…, subtitulada Los maestros,
examina las tesis políticas de los primeros referentes del movimiento trotskista
local: Antonio Gallo, Carlos Liacho, Pedro Milesi, Luis Koiffman, David Siburu
y el grupo de Córdoba “América Libre”. La caracterización de esta etapa del trots-
kismo argentino indica, en primer lugar, el carácter abstracto y especulativo de las
concepciones teóricas de sus integrantes, las cuales reproducían, simplemente, los
escritos de Trotsky. Como consecuencia de ello, se conformó “un campo fértil para
los más inverosímiles devaneos doctrinarios y para la fructificación de la serie de
genios pseudomarxistas que aparecieron aquí como ‘superadores’ o ‘reformadores’
de Marx y de Lenin” (Liga Obrera Revolucionaria, Breve reseña cronológica del
movimiento cuartainternacionalista argentino, 1941, p. 12). En tercer lugar, los ante-
cesores al GOR/LOR no habían sido capaces de caracterizar a la Argentina como un
país semicolonial, por lo que sus concepciones sobre el carácter de la revolución en
nuestro país indicaban que la misma sería eminentemente socialista, sin necesidad
de abrir paso a la liberación nacional. Por otro lado, el desenvolvimiento de los
primeros grupos trotskistas, alejado del proletariado, fue “la causa principal de su
existencia mezquina y raquítica en el seno de la pequeñaburguesía” (Liga Obrera
Revolucionaria, Breve reseña cronológica del movimiento cuartainternacionalista
argentino, 1941, p. 13). Asimismo, los contactos de los “maestros” con el extranjero
se sostuvieron con agrupaciones “centristas” como el Partido Obrero de Unificación
Marxista español o la Izquierda Comunista chilena.
La segunda parte de Análisis esquemático…, subtitulada Las últimas aven-
turas del centrismo, se concentra en describir el fallido proceso de unificación y la
creación del Partido Obrero de la Revolución Socialista. En Posiciones de la Liga
Obrera Revolucionaria frente al problema de la liberación nacional y de la guerra se
analizan in extenso las tesis políticas de la LOR y del resto de las agrupaciones trots-
kistas que participaban del proceso de unificación, en torno a la cuestión nacional y
al imperialismo. El folleto las resume de la siguiente manera:
Finalmente, Documentación complementaria reproduce una serie de cartas
intercambiadas con grupos trotskistas nacionales e internacionales, en relación al
proceso de unificación.
Constanza Daniela Bosch Alessio • Los orígenes de la cuarta internacional en Argentina. Liborio justo y el caso del... 217
Como consecuencia de la intervención de Sherry Mangan en Argentina, los
vínculos entre la LOR y el Comité Ejecutivo de la Cuarta Internacional se vieron
TABLA 1
2. Necesidad, en consecuencia, de
2. Negación de la necesidad de la liberación nacional
la liberación nacional del yugo del
del yugo del imperialismo, ya que la burguesía
imperialismo, como principal enemigo, sin
nacional es el principal enemigo. La lucha contra el
abandonar, en ningún momento, la lucha
imperialismo es, en primer término, la lucha contra
contra la burguesía nacional transformada
la burguesía nacional.
en agente del imperialismo.
6. Distinción entre la burguesía del país 6. Negación de la diferencia entre la burguesía del
opresor y la burguesía del país oprimido. país opresor y la burguesía del país oprimido.
Nota: Extraído de Liga Obrera Revolucionaria, Análisis esquemático de las posiciones doctri-
narias frente a los problemas nacionales sostenidas en su desarrollo por el movimiento cuar-
tainternacionalista argentino. Segunda parte, Buenos Aires, 1942.
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resentidos. Mediante una carta dirigida a los miembros de la agrupación, fechada el
20 julio de 1942, Quebracho rompe con la Cuarta Internacional:
Reconoce, por tanto, que las circunstancias en las cuales desarrollar la tarea
militante son las más desfavorables posibles y que la organización ha sufrido algunas
bajas entre sus filas:
Algunos de nuestros antiguos compañeros –los menos firmes desde luego— se
han dejado influenciar por el aplastamiento general y han desertado. También
algunos camaradas del interior (Mendoza) se han dejado ganar, por el ambiente
de renuncia e impotencia que se ha enseñoreado en el medio obrero argentino,
aunque estamos seguros que esa actitud es pasajera y que se modificará tan
pronto como también se modifiquen las circunstancias que le condicionaron
(…) Pero frente a eso, puede decirse que el puñado de los otros militantes que
forman parte de la LOR en la actualidad –un puñado nada más, ya que el análisis
objetivo no nos permite un autoengaño respecto a nuestras propias fuerzas—
están encarando la situación quizás en una forma más firme que nunca y sobre
Constanza Daniela Bosch Alessio • Los orígenes de la cuarta internacional en Argentina. Liborio justo y el caso del... 219
esa pequeña columna que no se rinde se irá agrupando más tarde el grande ejér-
cito de la revolución (Liga Obrera Revolucionaria, Boletín Interno N°4, p.1).
Ya hacia mediados de 1943 la LOR había perdido a casi todos sus militantes
y vínculos internacionales:
220 Diálogos Rev. Elec. de Historia, 18(1):201-226, 2017 · ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica
Mientras tanto la LOR, que había anunciado la aparición de una revista: “Estra-
tegia”, empezó a sufrir, sin embargo, un proceso de desintegración que, además
de ser un reflejo del medio adverso en que debía desenvolverse, lo era del
receso revolucionario en todo el mundo. Algunos activos camaradas del inte-
rior dejaron de escribir. Otros llegaron a renegar del marxismo (…). El cama-
rada Mateo Fossa, desaprobó nuestra ruptura con Nueva York y, finalmente, a
pesar de la estimación que siempre nos había merecido, nos vimos obligados a
seguir sin él. Algunos simpatizantes se recluyeron en su casa. Otros, incapaces
de soportar el aislamiento, se acercaron a otros movimientos más a la derecha.
En el orden nacional, únicamente manteníamos vinculación con los camaradas
obreros de Resistencia (Chaco). Finalmente, en Buenos Aires, quedamos sólo
dos: Enrique Carmona (Santiago Escobar) y quien esto escribe. En el terreno
internacional, alejado el POR de Chile (…) y silenciado el Uruguay y el Brasil
(…) sólo manteníamos contacto, a mediados de 1943, con la Liga Obrera
Marxista de Oruro (Bolivia) (Quebracho, 1957, pp. 128-129).
CONSIDERACIONES FINALES
Constanza Daniela Bosch Alessio • Los orígenes de la cuarta internacional en Argentina. Liborio justo y el caso del... 221
rol dirigente, sin embargo, no favoreció la unificación con otros grupos trotskistas
locales y acabó por marcar la ruptura de la LOR con la Cuarta Internacional y su
autoexilio de la escena pública.
NOTAS
1 Argentina. Doctoranda en Historia. Especialista en Docencia y Tecnologías
de la Educación y la Comunicación. Profesora en Historia. Becaria Doctoral
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
2 “Antonio Gallo nació en Buenos Aires en c.1913, fue ensayista político y mili-
tante trotskista. Inicia su militancia en la Juventud del Partido Socialista y publi-
ca, desde muy joven, artículos en el diario La Vanguardia y en la revista Clari-
dad. Tras el golde de Estado de 1930 es detenido y consigue ser liberado gracias
a contactos de su madre. Viaja a España en 1931 como parte de una delegación
socialista que pretende tomar contacto con la República española. Tras su re-
greso a Argentina, toma contacto con el primer grupo comunista de oposición,
la Izquierda Comunista Argentina, pero finalmente no lo integra. Publica, en
cambio, junto a otros trotskistas y miembros del PC la revista Actualidad. Hacia
1933 conforma la Liga Comunista Internacionalista que en 1935 se fusionará
con el grupo de David Siburu. En 1935, frustrada la fusión, se reagrupará junto
a Liborio Justo, Mercedes Bacal y Aquiles Garmendia y editarán el periódico
Nuevo Curso”. Bosch Alessio, Constanza, Los primeros folletos de ediciones
“Acción Obrera”. Una experiencia editorial en los orígenes del trotskismo ar-
gentino(1938—1941)”, Revista izquierdas, n°23, abril de 2015, p.5.
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En 1922 es expulsado del PC tras sostener el frente único entre el PS y el PC.
Reingresa al PC luego del golpe de Estado de 1930, pero romperá con él
en 1932 para sumarse a la Izquierda Comunista Argentina. Protagonizará
desde las páginas del periódico partidario, Tribuna Leninista, un fuerte debate
con la publicación del grupo de Antonio Gallo, Nueva Etapa. Sin embargo,
en 1935 ambos grupos se reunifican. Expulsado en 1936, editará la revista
Inicial, de cuyo núcleo surgirá una nueva agrupación trotskista: la Liga Obre-
ra Socialista”. Bosch Alessio, Constanza, Los primeros folletos de ediciones
“Acción Obrera”. Una experiencia editorial en los orígenes del trotskismo
argentino(1938—1941)”, Revista izquierdas, n°23, abril de 2015, p.5.
6 Esteban Rey (Tucumán, 1915 – San Salvador de Jujuy, 2003) fue un abogado
y militante trotskista. Su formación de grado la completa en la Universidad
Nacional de Córdoba, donde conoce a Tristán Maroff y Aquiles Garmendia.
En 1934 se integra al grupo estudiantil Insurrexit y desde 1935 se lo reconoce
como dirigente de la Federación Universitaria de Córdoba. Desde 1935 dirige
el primer grupo trotskista de Córdoba, el Grupo Marxista—Leninista. Tarcus,
Horacio (dir.): Diccionario biográfico de la izquierda argentina. De los anar-
quistas a la “nueva izquierda” 1870 – 1976, Emecé, Buenos Aires, 2007, pp.:
568—569.
8 Mateo Fossa (Buenos Aires, 1896 – 1973), fue un dirigente sindical del gremio
de la madera. Militante del Partido Socialista, fue expulsado en 1917 tras la
controversia en torno a la posición del partido en relación a Alemania. Fue
miembro fundador del Partido Comunista argentino, del cual será expulsado
en 1925 a causa de su intervención en la publicación La chispa. Tras una
breve experiencia dirigiendo un grupo propio, comienza a vincularse en
los años treinta con el trotskismo argentina. En 1938 viaja a México como
Constanza Daniela Bosch Alessio • Los orígenes de la cuarta internacional en Argentina. Liborio justo y el caso del... 223
representante del gremio de la madera en el Congreso de los Trabajadores
Latinoamericanos. En ese viaje entrevista en tres oportunidades a León
Trotsky, adhiriendo públicamente a la IV Internacional. Tarcus, Horacio
(dir.): Diccionario biográfico de la izquierda argentina. De los anarquistas a
la “nueva izquierda” 1870 – 1976, Emecé, Buenos Aires, 2007, p.: 217—219.
9 Si bien el periódico del PORS, Frente Obrero, tuvo continuidad hasta 1948, el
grupo manifestó su deseo de disolverse en junio de 1943. Alexander, Robert,
International Trotskyism. London, Duke University Press, 1991, p.40.
13 Fossa, Mateo, Carta a los camaradas del Comité Ejecutivo Internacional. Bue-
nos Aires, 27 de octubre de 1941.
14 Cómo salir del pantano (1939), Nuestras perspectivas políticas (1939), Por
el socialismo revolucionario y la Cuarta Internacional (1939), La revolución
mundial y la traición stalinista (1939), Qué quiere la Cuarta Internacional
(1939), Centrismo oportunismo y bolchevismo (1940), La Argentina frente
a la Guerra Mundial (1940), La guerra imperialista y la revolución mun-
dial proletaria. Manifiesto de la Cuarta Internacional (1940) Conversando
con León Trotsky (1941), La agonía mortal del capitalismo y las tareas de la
Cuarta Internacional. Tesis del Congreso de Fundación (1941).
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se distribuía gratis con el propósito de difundirlo. Porque el escepticismo de
la masa obrera, provocada por las reiteradas traiciones de los partidos de iz-
quierda, era tal, que en uno de los números de Lucha Obrera ofrecimos remitir
sin costo cualquiera de nuestros folletos, ¡y sólo los pidió uno!”. Quebracho,
Estrategia revolucionaria. Buenos Aires, Fragua, 1957, p. 117
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