Modernidad - Kant
Modernidad - Kant
Modernidad - Kant
KANT - ÉTICA
Conceptos de la modernidad que nos van a servir para situar el planteo ético de Kant:
1- La razón como centro de interés. El sujeto racional es el eje a partir del cual se
organizan el saber, la ciencia, el arte y la moral. Se confía en ella como la fuerza
transformadora de la sociedad y de la historia.
2- Primacía de la libertad frente a la naturaleza. El mundo del espíritu es el ámbito
de la libertad y de las producciones humanas más elevadas (ciencia, arte, moral
religión, filosofía); mientras que el mundo de la naturaleza es el ámbito del
determinismo.
3- Especialización de la cultura. Se separan los distintos ámbitos de la cultura,
ciencia, ética, arte, cada uno con su objeto propio, constituyendo esferas que
abordan sus cuestiones en forma específica.
Cuando el motivo que determina a la voluntad a obrar es un objeto que se desea, este
principio a partir del cual se actúa es material o empírico. La decisión depende del
sentimiento de agrado o desagrado que cause ese objeto, es decir, del propio trabajo
importante que tienen que presentar al otro día, o bien, no devolver un dinero que pidió
prestado pudiendo hacerlo, porque quiere irse de vacaciones.
En cambio cuando el principio que determina a la voluntad es una ley de la razón, este
principio es formal, y la voluntad se determina a priori, esto significa que el principio
por el cual actúa no lo saca de la experiencia, sino que lo encuentra en sí misma.
El imperativo categórico
¿Cuál es esa ley que toda acción debe respetar para ser considerada moralmente buena?
Para responder esta pregunta, Kant plantea la diferencia entre máximas y leyes
prácticas. Las primeras son todas aquellas reglas que rigen la conducta de un individuo
pero que son válidas sólo para él mismo. Las máximas son principios subjetivos de la
acción. Las leyes prácticas en cambio, son principios objetivos de la acción, o
imperativos, es decir, “un deber ser que expresa la obligación objetiva de la acción”.
Los imperativos mandan a obrar porque indican lo que toda persona debe hacer. Porque
si bien el hombre es un ser racional, no es la razón el único motivo que determina a la
voluntad.
Ésta también puede dejarse determinar por las inclinaciones, los deseos, las necesidades.
Dicho de otra manera, como el hombre no quiere siempre lo que debe, es necesario que
se rija por imperativos que le dicta la razón.
Ahora bien, éstos pueden ser imperativos hipotéticos o categóricos. Los primeros
determinan la voluntad en función de cierto fin deseado, son más bien preceptos de
habilidad. Decir, por ejemplo, que “se debe trabajar y ahorrar en la juventud para no
morir de hambre en la vejez”. Este precepto práctico de la voluntad surge de la razón
pero no se puede exigir por igual a todos los hombres. De lo cual se desprende que este
imperativo está condicionado a la capacidad y a las condiciones de cada sujeto.
Esa ley no indica que debe hacerse esto o lo otro, sino que conserva sólo la forma pura
de la legalidad Esa ley dice así:
“Obra de tal manera que quieras que la máxima de tu voluntad se convierta en ley
universal”.
Dicho de tal manera muy sencilla, lo que vale para una persona debe valer para todos en
esa misma situación. Éste es el imperativo categórico, única ley moral, principio
absoluto y fundamento de la moralidad, porque es principio objetivo universal. La
acción realizada por respeto a la ley es el deber, y cumplir con éste es la condición de
una voluntad buena en sí misma.
Esto quiere decir que, ante la pregunta de qué debo hacer, la respuesta es: debo hacer
que mi máxima, el principio subjetivo que orienta mi acción, pueda valer como ley
universal para todo ser racional.
Atendamos al siguiente ejemplo: Si voy por la calle y veo que a alguien se le cae su
billetera y sigue su camino sin darse cuenta, y en ese momento nadie está mirando lo
que sucede, ¿qué debo hacer? Puedo quedármela porque total nadie me está viendo y la
persona interesada no se percató de lo sucedido, o bien puedo devolvérsela. ¿Quién
determina en este caso lo que está bien y lo que está mal? Kant contestaría: la ley
moral. ¿Cómo debo proceder? Debo confrontar el principio subjetivo de mi acción con
la ley moral: si cumple con lo que esta ley indica la acción es buena y debe ser
realizada, si no, es mala, por lo cual debe evitarse.