La Piedra Bruta
La Piedra Bruta
La Piedra Bruta
La piedra, es por mucho, el elemento físico más trascendental que el hombre ha conocido en
el transcurso de su existencia. Su importancia en el desarrollo de la civilización, así como la
asignación de características esotéricas, le han permitido ser parte de la historia humana, mucho
más allá de la utilidad cotidiana. Podemos citar, por ejemplo, los monumentos megalíticos en
Stonehenge, El Muro de Jericó, las piedras lapidarias que se usan en las tumbas mortuorias, piezas
de adoración religiosa, etc.
Sin embargo, la espiritualidad inherente al ser humano, en adición con la tradición del
conocimiento, hizo que el oficio masónico de construcción, volcara su visión, hacia el origen verdadero
de las realidades creadoras que se encuentran en el hombre, y de esta forma, el trabajo en piedra,
adaptó el lenguaje arquitectónico y de sus herramientas, en símbolos esotéricos, que transmitían
profundas enseñanzas ancestrales para el desarrollo de las potencialidades humanas, a aquellos que
tenían la capacidad para recibirlas y asimilarlas, dividiendo los grados de conocimiento, entre quienes
fuesen dignos de tal sabiduría.
Antes de correr, hay que aprender a caminar; y antes de hablar, hay que aprender a escuchar.
Por lo tanto, cualquiera que desee crear una catedral o un templo, primero debe saber cómo trabajar
una piedra. No cualquier piedra, sino una piedra bruta, en otras palabras, una piedra proveniente de
una cantera, con todas sus potencialidades y cualificaciones necesarias para ser parte de la
construcción. En la fraternidad masónica, se denomina piedra bruta a los aprendices, porque de igual
manera, ellos se encuentran en el inicio de su proceso de construcción.
Se ve entonces una dualidad necesaria en este proceso, porque el aprendiz, es al mismo tiempo,
la piedra y el trabajador que desbasta la piedra; el objeto y el sujeto; el alumno que debe convertirse
en su propio maestro. Esta piedra bruta, simboliza las imperfecciones de la naturaleza humana, tales
como los prejuicios, los condicionamientos; y los impulsos y las emociones descontroladas.
En su carácter dual, está posicionada en el templo, junto a la Columna B, precisamente la
columna de los aprendices. Ella se encuentra sin forma, llena de bordes ásperos, por lo que es
imperfecta para muchos quienes la miran, pero no así para el masón, quien verá en ella todo el rango
de potencialidades a desarrollar. Es muy importante este último detalle, pues trabajar la piedra con
destreza, es tan importante como saber que piedra debemos escoger. Es fundamental tener la visión
y la proyección del plano de la obra, pues de nada sirve tallar hermosamente una piedra que no tiene
utilidad en la construcción del templo interno.
Es por esto que debemos tratar de buscar la infalibilidad, entendiendo nuestra posibilidad de
errar. En el trabajo de la piedra bruta, cada golpe es el primer golpe y el último golpe al mismo tiempo.
Un primer golpe de mallete mal dado puede dañar una piedra perfecta para tallar, así como la última
cincelada puede arruinar un trabajo artesanalmente inmaculado. La palabra “Sincero” proviene de la
antigua Grecia, y está compuesta de las partículas sine y cera, es decir, que no posee cera;
antiguamente “existían” iniciados en el arte de la construcción que tapaban los errores de tallado
colocando cera sobre la piedra. Eventualmente estas faltas eran descubiertas por otros masones o
simplemente el templo sucumbía en vista de las piedras talladas con mala destreza, indicándonos
que el trabajo interno debe ser un trabajo sincero, y siempre en vista de buscar el perfeccionamiento.
Según el filósofo francés Jean Lacroix, podemos decir que, “El trabajo, es el espíritu penetrando
con dificultad un material, espiritualizándolo”. Por lo que podemos concluir que el tallado de la piedra
bruta, es un símbolo para visualizar las mejoras de las virtudes, de la moralidad y la espiritualidad,
que buscamos sobre nosotros mismos.