Bodas de Sangre
Bodas de Sangre
Bodas de Sangre
Bodas
de
Sangre edición de
Borja Rodríguez Gutiérrez
- STOCKCERO -
ii
ISBN: 978-1-934768-40-2
www.stockcero.com
Bodas de sangre
Índice
Introducción - - - - - - - - - - - - - - - - - -vii
Obras y autores del teatro español de principios
del Siglo XX
García Lorca y el teatro
El teatro de Federico García Lorca
El concepto de tragedia
Bodas de sangre: una tragedia moderna
Cronología - - - - - - - - - - - - - - - - - -xxxv
Obras de Federico García Lorca - -xxxix
Bibliografía - - - - - - - - - - - - - - - - - -xli
Bodas de sangre
Acto primero – Cuadro Primero - - - - - - - - - - - - -1
Acto primero – Cuadro Segundo - - - - - - - - - - - -9
Acto primero – Cuadro Tercero - - - - - - - - - - - -17
Acto segundo – Cuadro Primero - - - - - - - - - - - -25
Acto segundo – Cuadro Segundo - - - - - - - - - - - -39
Acto tercero – Cuadro Primero - - - - - - - - - - - -51
Acto tercero – Cuadro Segundo - - - - - - - - - - - -65
Federico García Lorca
vi
Bodas de sangre
vii
Introducción
viii
Obras y autores del teatro español de
principios del Siglo XX
ix
uno de ellos, Jacinto Benavente, se convirtió en el sucesor
de Echegaray, como el más importante autor teatral de la
época y recibió a su vez el premio Nobel en 1922, sólo die-
ciocho años después de Echegaray y cuando García Lorca
se afanaba en continuar con su carrera teatral.
Benavente era una de las referencias del teatro que co-
noció García Lorca en su infancia y juventud. Un teatro
que presentaba escenas y ambientes de la burguesía urba-
na, caracterizado por un diálogo elegante, ingenioso y mu-
chas veces satírico, que con frecuencia ahogaba a la acción
y que ponía en escena con una cierto afán realista, pero no
rupturista, los vicios y las virtudes, las costumbres de la
burguesía de la época, es decir, del público que acudía a las
salas de los teatros a ver la obra. Esa fórmula realista, su-
perficialmente crítica, siempre con un toque moral, cen-
trada en los problemas de la clase social que era la consu-
midora del teatro, fue seguida por un número abundante
de autores, constituyéndose una auténtica escuela bena-
ventina en el teatro español de los años diez, veinte o trein-
ta. Las obras mas famosas y meritorias de Benavente, cu-
riosamente, se escapan de las características de la mayor
parte de las obras del autor; dos dramas de ambientación
rural: Señora Ama (1908), La Malquerida (1913), y una obra
simbólica basada en los personajes de la Commedia dell’Ar-
te: Los intereses creados (1907).
La carrera de Benavente como autor había empezado
en 1894. Ocho años antes había estrenado su primera obra
Carlos Arniches, que rápidamente se convertiría en el más
famoso autor de sainetes, el llamado género chico: piezas
cortas en un acto, ambientadas en escenarios y clases po-
Bodas de sangre
xi
García Lorca y el teatro
xii
tradición de nuestro teatro dramático. Tiempo
habrá de hacer comedias, farsas. Mientras tanto,
yo quiero dar al teatro tragedias»4
xiv
mente trágicos y ligados a la vida y al día con una
fuerza tal, que muestren sus traiciones, que se
aprecien sus dolores y que salga a los labios toda
la valentía de sus palabras llenas de amor o de as-
cos.»9
xvi
El concepto de tragedia
xviii
La inevitabilidad es uno de los elementos básicos de
ese hecho trágico. Quiere esto decir que la intriga se limi-
ta al cómo, a la manera en que se desarrollan los aconteci-
mientos, pero no al qué: lo que va a ocurrir, lo que va a pa-
sar es conocido por los espectadores en el mismo momento
en que la obra comienza: el héroe trágico lleva sobre sí la
marca de lo inevitable. No hay causas, ni razones para ello:
es así, puesto que la historia trágica así es.
Esa inevitabilidad se debe a la actuación de fuerzas ex-
ternas, externas a los personajes, a la acción e incluso al
mundo de la obra, en muchas ocasiones, pero que existen,
que actúan y que llevan a los personajes en una dirección
determinada: «me arrastra y sé que me ahogo, pero voy
detrás». Así dice la novia de Bodas de Sangre. Como todos
los personajes trágicos se siente arrastrada por una fuerza
que es superior a ella y aunque es consciente de que la pue-
de llevar al desastre no es capaz de controlarla.
xix
Pero Lorca, en los albores del siglo XX, no puede ex-
poner creencias ya dormidas para siempre, ni tampoco
puede recurrir a los dioses de otras mitologías ni a los he-
chos del destino, que ya habían explotado, hasta la sacie-
dad, los autores románticos. Y por ello vuelve sus ojos a lo
más primitivo, natural y orgánico, a las creencias más pri-
migenias: al ciclo de las estaciones; a la invernal muerte ne-
cesaria, como ofrenda, para el renacimiento anual de la
primavera.
El vocabulario agrario, botánico, orgánico de Bodas de
Sangre tiene esta explicación. El mundo vegetal tiene una
presencia permanente en la obra: adelfas, alcaparras, al-
mendras, árboles, arrayán, azahar, camelias, campo, car-
do, cerezos, clavel, clavelinas, dalia, esparto, espigas, espi-
na, flor, fruto, hierba, hojas, huertecilla, geranios, girasol,
jazmines, juncos, Júpiter (planta), laurel, malas hierbas,
maleza, musgo, naranjel, nogales, oliva, olivar, olivos, pal-
ma, pámpanos, plantación, raíces, rama, ramos, rosal, ro-
turación, secanos, simiente, toronjil, trigo, tronco, viña,
uvas, violetas. Todos estos elementos se mencionan en la
obra, intensificando así la constante referencia al mundo
vegetal.
Con esta referencia orgánica, de transcurso estacional,
de sacrificio ritual orgánico, de muerte individual necesa-
ria para un renacimiento de toda la naturaleza hay que
leer y entender Bodas de sangre. No hay elección, no hay al-
ternativa para los personajes. Todos ellos desarrollan su
función, la función que les ha tocado en ese baile que les
lleva como hojas flotando en un río. Arrastrados en una
corriente que sólo tiene un final, los personajes son des-
Bodas de sangre
xxi
Leñador 2: Hay que seguir la inclinación: han he-
cho bien en huir.
Leñador 1: Se estaban engañando uno a otro y al
fin la sangre pudo más.
Leñador 3: ¡La sangre¡
Leñador 1: Hay que seguir el camino de la sangre.
Leñador 2: Pero sangre que ve la luz se la bebe la
tierra.
Leñador 1: ¿Y qué? Vale más ser muerto desan-
grado que vivo con ella podrida.
xxiii
es ancha, así lo dicen el Padre y la Madre, y la Madre, ade-
más, compara la noche de bodas a la roturación de las tie-
rras y la plantación de los árboles. Los matrimonios del
campo a la tierra sirven, y cuando la madre recuerda su
matrimonio, sus tres años de felicidad, evoca a su marido
plantando, sirviendo a la tierra: «Los tres años que estuvo
casado conmigo, plantó diez cerezos. Los tres nogales del
molino, toda una viña y una planta que se llama Júpiter,
que da flores encarnadas, y se secó». La planta Júpiter, que
da flores rojas como la sangre, y que, tras florecer se seca,
muere. Los hombres que rodean a la madre, que también
florecen en sangre y después mueren.
Tierra y sangre. El hombre, la flor cortada, la víctima
del sacrificio. Y quien exige el sacrificio es la luna, la dio-
sa lunar, la diosa agrícola, natural, del ciclo de la vida y la
muerte. La diosa que renace cada mes y que pide sangre
para colorear sus mejillas, blancas, pálidas.
La luna deja un cuchillo
abandonado en el aire,
que siendo acecho de plomo
quiere ser dolor de sangre.
¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada
por paredes y cristales!
¡Abrid tejados y pechos
donde pueda calentarme!
¡Tengo frío! Mis cenizas
de soñolientos metales
buscan la cresta del fuego
por los montes y las calles.
Pero me lleva la nieve
sobre su espalda de jaspe ,
y me anega, dura y fría,
Federico García Lorca
xxiv
xxvi
«Para esos rayos fríos
soledad o medalla realizada,
espectro casi tangible
de una luna o una sangre o un beso al cabo.» 16
xxvii
mi garganta» 21 nosdice Gerardo Diego. Y García Lorca
en Poema del cante jondo también la ve así: «¿Adónde vas,
siguiriya, / con un ritmo sin cabeza? / ¿Qué luna recogerá / tu
dolor de cal y adelfa?» 22 «Si vieras que agonía representa la
luna sin esfuerzo» 23 nos dice Aleixandre. E insiste: «Escu-
cha mi dolor como una luna.» 24 «Corazón negro, origen del
dolor o de la luna...» 25 «Brilla la luna entre el viento de oto-
ño, / en el cielo luciendo como dolor largamente sufrido.» 26
«Y la luna es ausencia, / doloroso vacío de la noche redonda»
27 Pero no solamente Aleixandre, otros poetas ven la Luna
xxix
O incluso la muerte:
«El mar es un olvido
una canción, un labio;
el mar es un amante,
fiel respuesta al deseo.
Es como un ruiseñor
y sus aguas son plumas;
impulsos que levantan
a las frías estrellas.
Sus caricias son sueño,
entreabren la muerte,
son lunas accesibles,
son la vida más alta.» 38
xxx
personalidades, de sus motivaciones, de sus razones y sen-
timientos porque lo que hacen y dicen está movido por
fuerzas más antiguas y más poderosas que ellos. La Luna
y la Muerte (La Mendiga) aunque sólo aparecen en el ter-
cer acto están dirigiendo esas fuerzas y atrayendo a sus
personajes a su necesario, irremediable, destino. De nada
vale que Leonardo tenga mujer e hijo, que haya dejado de
ver a la Novia, de nada vale que la novia esté dispuesta a
vivir toda su vida con el novio y olvidar a Leonardo: «Yo
tengo orgullo –dice a Leonardo–. Por eso me caso. Y me en-
cerraré con mi marido, a quien tengo que querer por encima
de todo». De nada valen los buenos deseos del Padre, los
avisos de la Suegra, la vigilancia de la Criada, las sospechas
de la Mujer y los temores de la Madre. El sino trágico se
los lleva a todos por delante.
Es inútil intentar engañar al destino, evitar el camino
que han marcado la Luna y la Muerte. Leonardo lo dice:
«Porque tú crees que el tiempo cura y que las pare-
des tapan, y no es verdad, no es verdad. ¡Cuando
las cosas llegan a los centros, no hay quien las
arranque!»
Y la novia lo confirma:
«No puedo oír tu voz. Es como si me bebiera una
botella de anís y me durmiera en una colcha de
rosas. Y me arrastra y sé que me ahogo, pero voy
detrás.»
Ambos son conscientes de una fuerza más grande que
ellos, y al final se dan cuenta, de que intentar desobedecer
esa orden que viene de la tierra y de la sangre de nada vale,
porque, como dice la novia, cuando se hace aquello que no
Federico García Lorca
xxxii
Agentes del destino, por lo tanto. Poderes superiores
a los hombres que dirigen sus destinos y deciden su vida y
su muerte. Que esperan su sangre y su muerte con deseo y
con pasión. Hasta tal punto que la Muerte (Mendiga) re-
cibe al novio como una joven enamorada: «Hermoso galán.
Pero mucho más hermoso si estuviera dormido».
Los seres humanos, presos de fuerzas superiores e in-
diferentes que juegan con sus vidas, sus amores y sus ilu-
siones, y cortan de raíz sus esperanzas. La concepción trá-
gica de la existencia y del mundo. Al final, en esta
ceremonia sacrificial de Bodas de sangre son todos víctimas,
los muertos y los vivos, unas vidas destrozadas para que la
pálida y fría luna, una vez más, caliente su hambre con la
roja sangre humana. Por ello Lorca introduce el coro de
leñadores, criaturas del bosque, seres de la naturaleza, que
conocen la verdad, que saben que la Novia y Leonardo han
hecho lo que deben al seguir el impulso del amor y de la
sangre: «Se estaban engañando uno a otro y al fin la sangre
pudo más. Hay que seguir el camino de la sangre», dice el le-
ñador primero; que disculpan su huida y ruegan por su sal-
vación «El mundo es grande. Todos pueden vivir de él». Que
saben quién va a delatar a la pareja en su huída: «Cuando
salga la luna los verán». Y que saben que esa luna es quien
está llevando a los dos enamorados al desastre.
Leñador 1: ¡Ay luna que sales!
Luna de las hojas grandes.
Leñador 2: ¡Llena de jazmines de sangre!
Leñador 1: ¡Ay luna sola!
¡Luna de las verdes hojas!
Leñador 2: Plata en la cara de la novia.
Leñador 3: ¡Ay luna mala!
Deja para el amor la oscura rama.
Bodas de sangre
xxxiii
Leñador 1: ¡Ay triste luna!
¡Deja para el amor la rama oscura!
xxxv
Cronología
1898
5 de junio. Nace Federico García Lorca en Fuen-
te Vaqueros, provincia de Granada
1909
Se traslada con su familia a vivir a Granada.
1915
Inicia sus estudios de Filosofía y Letras y de De-
recho en la Universidad de Granada.
Entabla amistad con el compositor Manuel de Fa-
lla, quien fija su residencia en Granada.
1918
Publica en Granada su primer libro: Impresiones
y Paisajes
1919
Trasladado a Madrid, se aloja en la Residencia de
Estudiantes, en la que vivirá hasta 1928.
Amistad con Luis Buñuel, Salvador Dalí, José
Moreno Villa, Emilio Prados, Pedro Salinas
1920
Estreno de El maleficio de la Mariposa que supone
un total fracaso.
1921
Publicación de Libro de Poemas.
Escribe el Poema del Cante Jondo.
1922
Conferencia: El Cante Jondo. Primitivo canto an-
daluz.
Federico García Lorca
xxxvi
1923
Licenciatura en Derecho
1925
Escribe Mariana Pineda.
1927
Publicación de Canciones.
Estreno de Mariana Pineda.
Homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla: lec-
turas de Federico García Lorca, Dámaso Alonso,
Jorge Guillén, Gerardo Diego, Juan Chabás, José
Bargamín y Rafael Alberti.
1928
Aparición en Granada de la revista Gallo, dirigi-
da por Federico García Lorca, de la que se publi-
carán dos números.
Publicación en la Revista de Occidente del primer
Romancero Gitano.
1929
Segunda edición de Canciones.
Viaje a Estados Unidos. Estudios en la Universi-
dad de Columbia. Afición por el jazz. Veraneo en
Vermont, (Philip Cummings) y en Catskill
mountains (Angel del Río)
Inicios de Poeta en Nueva York y El Público.
Escribe Viaje a la Luna.
1930
Finaliza El Público.
Estreno de la versión breve de La Zapatera prodi-
giosa.
Bodas de sangre
xxxvii
1931
Publicación del Poema del Cante Jondo
Escribe Así que pasen cinco años.
Fundación del teatro universitario ambulante La
Barraca.
1932
Conferencias en Valladolid, Sevilla, Salamanca,
La Coruña, San Sebastián y Barcelona. Escribe
Bodas de Sangre.
Expone dibujos en el Ateneo Popular de Huelva.
Primera salida de La Barraca que representa
obras del teatro clásico español en diferentes pue-
blos de España. García Lorca ejerce como direc-
tor de escena
1933
Estreno de Bodas de Sangre en el teatro Beatriz de
Madrid
Estreno de Amor de Don Perlimplín en el teatro
Español de Madrid.
Se publica en Méjico la Oda a Walt Whitman.
1933-1934
Estancia en Argentina y Uruguay.
Estreno en Argentina de Mariana Pineda, Bodas
de Sangre (con gran éxito) y La Zapatera prodigio-
sa.
Relación con Pablo Neruda
Regresa a España en Mayo.
Muerte en la plaza de toros de Manzanares (Cui-
dad Real) de Ignacio Sánchez Mejías.
Continúan las representaciones de La Barraca.
Escribe Diván del Tamarit.
Estreno triunfal de Yerma en Madrid.
Federico García Lorca
xxxviii
1935
Publicación de Llanto por la muerte de Ignacio
Sánchez Mejías.
Estreno de Doña Rosita la Soltera
Estreno de la versión larga de La Zapatera Prodi-
giosa
1936
Publicación de Primeras Canciones.
Termina de escribir La Casa de Bernarda Alba (No
se representará hasta 1945, en Buenos Aires)
El 13 de julio sale de Madrid hacia Granada.
El 18 de julio se produce el golpe de estado con-
tra el gobierno de la república; comienza la gue-
rra civil española (1936-1939)
El 16 de agosto es detenido.
El 19 de agosto es asesinado en Viznar junto a un
maestro de escuela y dos albañiles.
Bodas de sangre
xxxix
xl
Teatro
1919. El maleficio de la mariposa
1922. Tragicomedia de Don Cristóbal
1923. Mariana Pineda (estrenada en 1927)
1926. La zapatera prodigiosa (primera versión)
1929. Amor de don Perlimplín con Belisa en su
jardín
1930. La zapatera prodigiosa (segunda versión)
1931. Así que pasen cinco años
1931. El público
1931. El retablillo de Don Cristóbal
1933. Bodas de sangre
1934. Yerma
1935. Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las
flores
1936. La casa de Bernarda Alba
Prosa
1918. Impresiones y paisajes.
1928. Poemas en prosa
Guión cinematográfico
1929. Viaje a la luna.
Bodas de sangre
xli
Bibliografía
Vida
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Obras (ed. Miguel Garcia-Posada). 5 vols. Akal: Madrid,
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Obras completas (ed. Arturo del Hoyo). 3 vols. Aguilar:
Madrid: 1954.
Obras completas (ed. Miguel García Posada). 4 vols. Círcu-
lo de Lectores/Galaxia Gutenberg: Barce-
lona: 1996-1997.
Obras de Federico García Lorca (ed. Mario Hernández). 14
vols. Alianza: Madrid: 1984 y sigs.
Bodas de sangre (ed. Allen Josephs y Juan Caballero). Ma-
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Bodas de sangre (ed. Mario Hernández). Madrid: Alianza
Editoria: 1998.
Bodas de sangre (ed. Luis Martínez Cuitiño). Buenos Aires:
Losada: 2010
Bodas de Sangre (introducción de Fernando Lázaro Carre-
ter ; guía de lectura de Juan Francisco
Peña) Madrid: Austral: 2010
Bodas de sangre (ed. Mariano de Paco) Barcelona. Octae-
dro: 2010
Bodas de sangre
xliii
Obra Poética
Álvarez de Miranda, A. «Poesía y religión». Revista
de Ideas Estéticas: XI (1953): págs. 221-251.
Reeditado con el título La metáfora y el
mito. Madrid. Taurus. 1963
Correa, Gustavo. La poesía mítica de Federico García
Lorca. Madrid: Gredos: 1970.
Diego, Gerardo. Poesía española contemporánea. 1901-
1934 (ed. Andrés Soria Olmedo). Taurus:
Madrid: 1991.
Fernández Cifuentes, L. (ed.). Estudios sobre la poesía
de Lorca. Madrid: Istmo: 2005
Teatro
Allen, Rupert C. Psyche and symbol in the theater of Fe-
derico García Lorca: Perlimplín, Yerma, Blo-
od Wedding. Austin: University of Texas
Press: 1974.
Cao, Antonio F. Federico García Lorca y las Vanguardias:
Hacia el Teatro. London: Tamesis Books:
1984.
Domenech, Ricardo. (ed) La Casa de Bernarda Alba y
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1985
Edwards, Gwynne. El teatro de Federico García Lorca.
Madrid: Gredos: 1983.
Harretche, M.E. Federico García Lorca. Análisis de una
revolución teatral. Madrid, Gredos, 2000
Klein, Dennis A. Blood wedding, Yerma, and The hou-
se of Bernarda Alba: García Lorca’s tragic tri-
logy. Boston: Twayne Publishers, 1991
Federico García Lorca
xliv
Versiones cinematográficas y musicales de
Bodas de Sangre
Bodas de sangre [Videograbación] adaptación y dirección,
Edmundo Guibourg ; iluminación y foto-
grafía, Roque Funes ; composición y direc-
ción musical de Juan José Castro ; esceno-
grafía de Rodolfo Franco ; montaje, José
Cardella. Buenos Aires. Arte Video. 2009.
(Grabación de una representación teatral
argentina de 1938)
Bodas de sangre. [Música] Raimundo Amador Madrid.
Nemo D. L. 2006
Bodas de Sangre. Ballet en seis escenas. Antonio Gades.
Adaptación literaria de Alfredo Mañas.
Madrid. Universal Music Spain. 2006
Bodas de Sangre. Película dirigida por Carlos Saura sobre
el ballet de Antonio Gades. Madrid. Gran
Vía Musical de Ediciones. 2003.
Bodas
de
Sangre
Poema trágico en tres actos y siete cuadros
Bodas de sangre
Bodas de sangre
1
Acto primero – Cuadro Primero
Acto primero
Cuadro Primero
2
Madre: Todo lo que puede cortar el cuerpo de un hom-
bre. Un hombre hermoso, con su flor en la boca,
que sale a las viñas o va a sus olivos propios,
porque son de él, heredados...
Novio: (Bajando la cabeza) Calle usted.
Madre: ... y ese hombre no vuelve. O si vuelve es para
ponerle una palma2 encima o un plato de sal
gorda para que no se hinche.3 No sé cómo te
atreves a llevar una navaja en tu cuerpo, ni
cómo yo dejo a la serpiente4 dentro del arcón.
Novio: ¿Está bueno ya?5
Madre: Cien años que yo viviera no hablaría de otra
cosa. Primero, tu padre, que me olía a clavel y
lo disfruté tres años escasos. Luego, tu herma-
no. ¿Y es justo y puede ser que una cosa peque-
ña como una pistola o una navaja pueda acabar
con un hombre, que es un toro? No callaría
nunca. Pasan los meses y la desesperación me
pica en los ojos y hasta en las puntas del pelo.
Novio: (Fuerte) ¿Vamos a acabar?
Madre: No. No vamos a acabar. ¿Me puede alguien tra-
er a tu padre y a tu hermano? Y luego, el presi-
dio. ¿Qué es el presidio? ¡Allí comen, allí fu-
man, allí tocan los instrumentos! Mis muertos
llenos de hierba6, sin hablar, hechos polvo; dos
hombres que eran dos geranios... Los matado-
res, en presidio, frescos, viendo los montes...
Novio: ¿Es que quiere usted que los mate?
3
Madre: No... Si hablo, es porque... ¿Cómo no voy a ha-
blar viéndote salir por esa puerta? Es que no me
gusta que lleves navaja. Es que... que no quisie-
ra que salieras al campo.
Novio: (Riendo) ¡Vamos!
Madre: Que me gustaría que fueras una mujer. No te
irías al arroyo ahora y bordaríamos las dos ce-
nefas 7 y perritos de lana.
Novio: (Coge de un brazo a la madre y ríe) Madre, ¿y si
yo la llevara conmigo a las viñas?
Madre: ¿Qué hace en las viñas una vieja? ¿Me ibas a
meter debajo de los pámpanos?8
Novio: (Levantándola en sus brazos) Vieja, revieja, re-
quetevieja.
Madre: Tu padre sí que me llevaba. Eso es buena casta.
Sangre. Tu abuelo dejó a un hijo en cada esqui-
na. Eso me gusta. Los hombres, hombres, el tri-
go, trigo.
Novio: ¿Y yo, madre?
Madre: ¿Tú, qué?
Novio: ¿Necesito decírselo otra vez?
Madre: (Seria) ¡Ah!
Novio: ¿Es que le parece mal?
Madre: No
Novio: ¿Entonces...?
Madre: No lo sé yo misma. Así, de pronto, siempre me
sorprende. Yo sé que la muchacha es buena.
¿Verdad que sí? Modosa.9 Trabajadora. Ama-
sa su pan y cose sus faldas, y siento, sin embar-
go, cuando la nombro, como si me dieran una
pedrada en la frente.
7 Cenefa: Lista sobrepuestas o tejida en los bordes de una tela
8 Pámpanos: Sarmientos tiernos de la vid.
9 Modosa: Que guarda modo y compostura en su conducta y ademanes.
Federico García Lorca
4
Novio: Tonterías.
Madre: Más que tonterías. Es que me quedo sola. Ya no
me queda más que tú, y siento que te vayas.
Novio: Pero usted vendrá con nosotros.
Madre: No. Yo no puedo dejar aquí solos a tu padre y a
tu hermano. Tengo que ir todas las mañanas, y
si me voy es fácil que muera uno de los Félix,
uno de la familia de los matadores, y lo entie-
rren al lado. ¡Y eso sí que no! ¡Ca!10 ¡Eso sí que
no! Porque con las uñas los desentierro y yo sola
los machaco contra la tapia.11
Novio: (Fuerte) Vuelta otra vez.
Madre: Perdóname.(Pausa) ¿Cuánto tiempo llevas en
relaciones?
Novio: Tres años. Ya pude comprar la viña.
Madre: Tres años. Ella tuvo un novio, ¿no?
Novio: No sé. Creo que no. Las muchachas tienen que
mirar12 con quien se casan.
Madre: Sí. Yo no miré a nadie. Miré a tu padre, y cuan-
do lo mataron miré a la pared de enfrente. Una
mujer con un hombre, y ya está.
Novio: Usted sabe que mi novia es buena.
Madre: No lo dudo. De todos modos, siento no saber
cómo fue su madre.
Novio: ¿Qué más da?
Madre: (Mirándole) Hijo.
Novio: ¿Qué quiere usted?
Madre: ¡Que es verdad! ¡Que tienes razón! ¿Cuándo
quieres que la pida?13
5
Novio: (Alegre) ¿Le parece bien el domingo?
Madre: (Seria) Le llevaré los pendientes de azófar14,
que son antiguos, y tú le compras...
Novio: Usted entiende más...
Madre: Le compras unas medias caladas15, y para ti dos
trajes... ¡Tres! ¡No te tengo más que a tí!
Novio: Me voy. Mañana iré a verla.
Madre: Sí, sí; y a ver si me alegras con seis nietos, o lo
que te dé la gana, ya que tu padre no tuvo lugar
de hacérmelos a mí.
Novio: El primero para usted.
Madre: Sí, pero que haya niñas. Que yo quiero bordar
y hacer encaje y estar tranquila.
Novio: Estoy seguro que usted querrá a mi novia.
Madre: La querré. (Se dirige a besarlo y reacciona) Anda,
ya estás muy grande para besos. Se los das a tu
mujer. (Pausa. Aparte) Cuando lo sea.
Novio: Me voy.
Madre: Que caves bien la parte del molinillo, que la tie-
nes descuidada.
Novio: ¡Lo dicho!
Madre: Anda con Dios.
6
Madre: Hace veinte años que no he subido a lo alto de
la calle.
Vecina: Tú estas bien.
Madre: ¿Lo crees?
Vecina: Las cosas pasan. Hace dos días trajeron al hijo
de mi vecina con los dos brazos cortados por la
máquina16.(Se sienta.)
Madre: ¿A Rafael?
Vecina: Sí. Y allí lo tienes. Muchas veces pienso que tu
hijo y el mío están mejor donde están, dormi-
dos, descansando, que no expuestos a quedarse
inútiles.
Madre: Calla. Todo eso son invenciones, pero no con-
suelos.
Vecina: ¡Ay!
Madre: ¡Ay! (Pausa)
Vecina: (Triste) ¿Y tu hijo?
Madre: Salió.
Vecina: ¡Al fin compró la viña!
Madre: Tuvo suerte.
Vecina: Ahora se casará.
Madre: (Como despertando y acercando su silla a la silla
de la vecina.) Oye.
Vecina: (En plan confidencial) Dime.
Madre: ¿Tú conoces a la novia de mi hijo?
Vecina: ¡Buena muchacha!
Madre: Sí, pero...
Vecina: Pero quien la conozca a fondo no hay nadie.
Vive sola con su padre allí, tan lejos, a diez le-
guas de la casa más cerca. Pero es buena. Acos-
tumbrada a la soledad.
7
Madre: ¿Y su madre?
Vecina: A su madre la conocí. Hermosa. Le relucía la
cara como un santo; pero a mí no me gustó
nunca. No quería a su marido.
Madre: (Fuerte) Pero ¡cuántas cosas sabéis las gentes!
Vecina: Perdona. No quisiera ofender; pero es verdad.
Ahora, si fue decente o no, nadie lo dijo. De esto
no se ha hablado. Ella era orgullosa.
Madre: ¡Siempre igual!
Vecina: Tú me preguntaste.
Madre: Es que quisiera que ni a la viva ni a la muerte
las conociera nadie. Que fueran como dos car-
dos, que ninguna persona los nombra y pinchan
si llega el momento.
Vecina: Tienes razón. Tu hijo vale mucho.
Madre: Vale. Por eso lo cuido. A mí me habían dicho
que la muchacha tuvo novio hace tiempo.
Vecina: Tendría ella quince años. Él se casó ya hace dos
años con una prima de ella, por cierto. Nadie se
acuerda del noviazgo.
Madre: ¿Cómo te acuerdas tú?
Vecina: ¡Me haces unas preguntas...!
Madre: A cada uno le gusta enterarse de lo que le due-
le. ¿Quién fue el novio?
Vecina: Leonardo.
Madre: ¿Qué Leonardo?
Vecina: Leonardo, el de los Félix.
Madre: (Levantándose) ¡De los Félix!
Vecina: Mujer, ¿qué culpa tiene Leonardo de nada? Él
tenía ocho años cuando las cuestiones.
Federico García Lorca
8
Madre: Es verdad... Pero oigo eso de Félix y es lo mis-
mo (entre dientes) Félix que llenárseme de cie-
no17 la boca (escupe) , y tengo que escupir, ten-
go que escupir por no matar.
Vecina: Repórtate18. ¿Qué sacas con eso?
Madre: Nada. Pero tú lo comprendes.
Vecina: No te opongas a la felicidad de tu hijo. No le di-
gas nada. Tú estás vieja. Yo, también. A ti y a
mí nos toca callar.
Madre: No le diré nada.
Vecina: (Besándola) Nada.
Madre: (Serena) ¡Las cosas...!
Vecina: Me voy, que pronto llegará mi gente del cam-
po.
Madre: ¿Has visto qué día de calor?
Vecina: Iban negros los chiquillos que llevan el agua a
los segadores. Adiós, mujer.
Madre: Adiós.
Telón
17 Cieno: Lodo blando que forma depósito en ríos, y sobre todo en lagunas
o en sitios bajos y húmedos.
18 Reportar: Refrenar, reprimir o moderar una pasión de ánimo o a quien la
tiene.
Bodas de sangre
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Acto primero – Cuadro Segundo
Acto primero
Cuadro Segundo
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que el caballo se pone a llorar.
Las patas heridas,
las crines heladas,
dentro de los ojos
un puñal de plata.
Bajaban al río.
¡Ay, cómo bajaban!
La sangre corría
más fuerte que el agua.
Mujer: Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.
Suegra: Duérmete, rosal,
que el caballo se pone a llorar.
Mujer: No quiso tocar
la orilla mojada,
su belfo20 caliente
con moscas de plata.
A los montes duros
solo relinchaba
con el río muerto
sobre la garganta.
¡Ay caballo grande
que no quiso el agua!
¡Ay dolor de nieve,
caballo del alba21!
Suegra: ¡No vengas! Detente,
cierra la ventana
con rama de sueños
y sueño de ramas.
Mujer: Mi niño se duerme.
11
Suegra: Mi niño se calla.
Mujer: Caballo, mi niño
tiene una almohada.
Suegra: Su cuna de acero.
Mujer: Su colcha de holanda.
Suegra: Nana, niño, nana.
Mujer: ¡Ay caballo grande
que no quiso el agua!
Suegra: ¡No vengas, no entres!
Vete a la montaña.
Por los valles grises
donde está la jaca22.
Mujer: (Mirando) Mi niño se duerme.
Suegra: Mi niño descansa.
Mujer: (Bajito) Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.
Mujer: (Levantándose, y muy bajito)
Duérmete, rosal.
que el caballo se pone a llorar.
Leonardo: ¿Y el niño?
Mujer: Se durmió.
Leonardo: Ayer no estuvo bien. Lloró por la noche.
Mujer: (Alegre) Hoy está como una dalia. ¿Y tú?
¿Fuiste a casa del herrador?
Leonardo: De allí vengo. ¿Querrás creer? Llevo más de
dos meses poniendo herraduras nuevas al caba-
llo y siempre se le caen. Por lo visto se las arran-
ca con las piedras.
22 Jaca: Yegua.
Federico García Lorca
12
Mujer: ¿Y no será que lo usas mucho?
Leonardo: No. Casi no lo utilizo.
Mujer: Ayer me dijeron las vecinas que te habían visto
al límite de los llanos.
Leonardo: ¿Quién lo dijo?
Mujer: Las mujeres que cogen las alcaparras23. Por
cierto que me sorprendió. ¿Eras tú?
Leonardo: No. ¿Qué iba a hacer yo allí en aquel secano?24
Mujer: Eso dije. Pero el caballo estaba reventando de
sudor.
Leonardo: ¿Lo viste tú?
Mujer: No. Mi madre.
Leonardo: ¿Está con el niño?
Mujer: Sí. ¿Quieres un refresco de limón?
Leonardo: Con el agua bien fría.
Mujer: ¡Cómo no viniste a comer!...
Leonardo: Estuve con los medidores25 del trigo. Siem-
pre entretienen.
Mujer: (Haciendo el refresco y muy tierna) ¿Y lo pagan
a buen precio?
Leonardo: El justo.
Mujer: Me hace falta un vestido y al niño una gorra con
lazos.
Leonardo: (Levantándose) Voy a verlo.
Mujer: Ten cuidado, que está dormido.
Suegra: (Saliendo) Pero ¿quién da esas carreras al caba-
llo? Está abajo, tendido, con los ojos desorbita-
dos, como si llegara del fin del mundo.
Leonardo: (Agrio) Yo.
Suegra: Perdona; tuyo es.
13
Mujer: (Tímida) Estuvo con los medidores del trigo.
Suegra: Por mí, que reviente.(Se sienta.) (Pausa)
Mujer: El refresco. ¿Está frío?
Leonardo: Sí.
Mujer: ¿Sabes que piden a mi prima?
Leonardo: ¿Cuándo?
Mujer: Mañana. La boda será dentro de un mes. Espe-
ro que vendrán a invitarnos.
Leonardo: (Serio) No sé.
Suegra: La madre de él creo que no estaba muy satisfe-
cha con el casamiento.
Leonardo: Y quizá tenga razón. Ella es de cuidado.
Mujer: No me gusta que penséis mal de una buena
muchacha.
Suegra: Pero cuando dice eso es porque la conoce. ¿No
ves que fue tres años novia suya? (Con inten-
ción.)
Leonardo: Pero la dejé. (A su mujer.) ¿Vas a llorar aho-
ra? ¡Quita! (La aparta bruscamente las manos de
la cara.) Vamos a ver al niño. (Entran abraza-
dos.)
(Aparece la muchacha, alegre. Entra corriendo)
Muchacha: Señora.
Suegra: ¿Qué pasa?
Muchacha: Llegó el novio a la tienda y ha comprado
todo lo mejor que había.
Suegra: ¿Vino solo?
Muchacha: No, con su madre. Seria, alta. (La imita)
Pero ¡qué lujo!
Suegra: Ellos tienen dinero.
Federico García Lorca
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Muchacha: ¡Y compraron unas medias caladas!... ¡Ay,
qué medias! ¡El sueño de las mujeres en me-
dias! Mire usted: una golondrina aquí (Señala
el tobillo.) , un barco aquí (Señala la pantorrilla.)
y aquí una rosa. (Señala el muslo.)
Suegra: ¡Niña!
Muchacha: ¡Una rosa con las semillas y el tallo! ¡Ay!
¡Todo en seda!
Suegra: Se van a juntar dos buenos capitales.
(Aparecen Leonardo y su mujer)
Muchacha: Vengo a deciros lo que están comprando.
Leonardo: (Fuerte) No nos importa.
Mujer: Déjala.
Suegra: Leonardo, no es para tanto.
Muchacha: Usted dispense. (Se va llorando.)
Suegra: ¿Qué necesidad tienes de ponerte a mal con las
gentes?
Leonardo: No le he preguntado su opinión. (Se sienta)
Suegra: Está bien.
(Pausa)
Mujer: (A Leonardo) ¿Qué te pasa? ¿Qué idea te bulle
por dentro de cabeza? No me dejes así, sin sa-
ber nada...
Leonardo: Quita.
Mujer: No. Quiero que me mires y me lo digas.
Leonardo: Déjame. (Se levanta.)
Mujer: ¿Adónde vas, hijo?
Leonardo: (Agrio) ¿Te puedes callar?
Suegra: (Enérgica, a su hija) ¡Cállate! (Sale Leonardo)
¡El niño! (Entra y vuelve a salir con él en brazos.)
(La mujer ha permanecido de pie, inmóvil)
Bodas de sangre
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Las patas heridas,
las crines heladas,
dentro de los ojos
un puñal de plata.
Bajaban al río.
La sangre corría
más fuerte que el agua.
Mujer: (Volviéndose lentamente y como soñando)
Duérmete, clavel,
que el caballo se pone a beber.
Suegra: Duérmete, rosal,
que el caballo se pone a llorar.
Mujer: Nana, niño, nana.
Suegra: Ay, caballo grande,
que no quiso el agua!
Mujer: (Dramática)
¡No vengas, no entres!
¡Vete a la montaña!
¡Ay dolor de nieve,
caballo del alba!
Suegra: (Llorando)
Mi niño se duerme...
Mujer: (Llorando y acercándose lentamente)
Mi niño descansa...
Suegra: Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.
Mujer: (Llorando y apoyándose sobre la mesa.)
Duérmete, rosal,
que el caballo se pone a llorar.
Telón