SALUD MENTAL EN LA EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR: Ansiedad
Saulo Garnica Parada
Es una realidad que vivimos momentos de gran incertidumbre. Tras la crisis sanitaria
global, a poco tiempo de decretado el fin de la pandemia por COVID-19, y dispuestos en
la nueva normalidad, el sector educativo media-superior, específicamente el Colegio de
Bachilleres del Estado de Oaxaca Plantel 01 “Pueblo Nuevo” ha vuelto a sus actividades
presenciales regularmente; los centros recreativos, destinos turísticos, clubes nocturnos,
calles, parques y plazas comerciales se encuentran llenas una vez más. La humanidad
encuentra un sitio parecido al que dejó antes de la emergencia sanitaria global, sin
embargo, los niveles de ansiedad (y otras condiciones que afectan la salud mental de la
población estudiantil) se han agravado alarmantemente.
Las repercusiones del confinamiento en la sociedad en general son innegables: en estos
últimos años la humanidad ha experimentado grandes pérdidas humanas, una gran crisis
económica, tensiones políticas y conflictos armamentísticos; la Organización de las
Naciones Unidas alerta que los niveles de desigualdad global han aumentado durante la
pandemia (1), y el Informe sobre Financiamiento para el Desarrollo Sostenible 2021 dice
que la economía global ha experimentado la peor recesión en 90 años (1).
Las afectaciones en la educación fueron igualmente devastadoras. El informe “Análisis del
cierre de las escuelas” de la Unicef pone de manifiesto que 14 países del mundo
permanecieron cerrados en gran medida desde marzo de 2020 hasta febrero de 2021.
Dos terceras partes de esos países se encuentran en América Latina y el Caribe, y casi
98 millones de niños en edad de asistir a la escuela resultaron afectados (2).
Durante la pandemia las escuelas fueron cerradas, los alumnos se encontraron solos en
sus casas, muchos de ellos compartiendo espacios hostiles con familias disfuncionales o
violentas; otros más no pudieron siquiera refugiarse en sitio alguno por no contar con los
recursos suficientes; y no fueron menores los casos de estudiantes a los que no les fue
posible adaptarse a la educación a distancia dadas sus carencias económicas. Aunado a
esto, aun en los hogares más afortunados se padecían los estragos de la crisis
económica, miedos paralizantes, incertidumbre por el futuro y, en los adolescentes, una
permanente crisis identitaria y el temor de un porvenir incierto.
Fue la pandemia el caldo de cultivo perfecto para desarrollar una generación de jóvenes
con niveles de ansiedad estrepitosamente altos, que han roto la media de casos respecto
a generaciones anteriores. Es esta la situación en la que los adolescentes se
desarrollaron, hicieron amigos, compañeros de clase (o no lo hicieron, ya que el
aislamiento asestó un duro golpe a las habilidades sociales y de comunicación de los
jóvenes), asistieron a las aulas virtuales y fueron recorriendo, semestre tras semestre, un
camino desconocido tanto para ellos como para los docentes. Es esta la situación en la
que los mismos adolescentes se encontraron rodeados de tensión y desesperanza, con
los niveles de ansiedad al máximo. La pandemia ha quedado atrás y, sin embargo, los
niveles de esta condición parecen elevarse cada vez más y más.
“La ansiedad es una reacción emocional ante la percepción de peligro o amenaza
caracterizada por ser anticipatoria, activadora y facilitadora de la respuesta del individuo,
pudiendo llegar a interferir en su capacidad para superar las dificultades, situación o
entorno causantes si esta ansiedad es elevada y persistente” (Torrents, et. al., 2013, Index
Enferm vol.22 no.1-2). El miedo prepara al organismo para correr o pelear, sin embargo,
la ansiedad lo paraliza: eleva los niveles de cortisol, favorece la acumulación de grasa y lo
pone de un humor más irritable. El miedo les sirvió a nuestros ancestros para luchar
contra el tigre o correr de él. Hoy hay muchos tigres imaginarios y la ansiedad nos impide
seguir con nuestras vidas por prestarle atención a problemas que están fuera de nuestro
control.
Las redes sociales significan un problema de dimensiones similares. Las tendencias del
capital de generar más capital han generado en el mundo occidental masas de
consumidores pasivos adictos a sus teléfonos celulares, a las redes sociales y a la
atención que encuentran en ellas, generándoles problemas cognitivos, emocionales, de
concentración, para generar lazos emocionales y afectivos, y para desenvolverse en
sociedad. Los, las y les adolescentes se hayan bajo un torrente de información infinita que
no deja de escupir todo el tiempo anuncios de color neón y los encadena a seguir
desperdiciando todo el tiempo de su día para generar más capital para los dueños y CEO
´s de las redes sociales que están, poco a poco, destruyendo sus mentes.
Esta es la situación en la que se encuentran hoy los jóvenes. Las clases presenciales han
vuelto, pero todo ha cambiado. No existen lazos que unan a los estudiantes, cada uno ha
tenido que afrontar grandes obstáculos y la mayor parte de ellos se encuentran
ensimismados gracias a la individualidad propuesta por el sistema capitalista que
habitamos. Esta es la generación que tiene los índices de ansiedad estudiantil jamás
registrados.
Referencias:
1. Pesantez G./ Banco Mundial. La pandemia del COVID-19 acelera la desigualdad y
frena el desarrollo sostenible. (2021, 11 octubre). Noticias ONU.
https://news.un.org/es/story/2021/03/1490032
2. Las escuelas de más de 168 millones de niños del mundo llevan casi un año entero
cerradas por completo debido a la COVID-19. (s. f.).
https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/escuelas-168-millones-ninos-llevan-
casi-ano-entero-cerradas-debido-covid19
3. Torrents, R., Ricart, M., Ferreiro, M. F., López, A. M., Renedo, L., Lleixà, M., &
Ferré, C. (2013). Ansiedad en los cuidados: una mirada desde el modelo de Mishel.
Index de Enfermería, 22(1-2), 60-64. https://doi.org/10.4321/s1132-
12962013000100013