ANTIJURIDICIDAD
ANTIJURIDICIDAD
ANTIJURIDICIDAD
Satisfechas todas las exigencias positivas – objetivas y subjetivas – del tipo, dejamos atrás la tipicidad e
ingresamos en el siguiente estrato, el de la antijuridicidad, en donde hemos de comprobar, que el supuesto de
hecho típico sea, además, antijuridico, al contravenir con el ordenamiento jurídico en su conjunto. Es que de
tanto en tanto acontece, que la conducta típica está justificada, a partir de lo que establece otra norma jurídica,
que puede ser no solo de índole penal.
En cumplimiento del principio de coherencia interna del ordenamiento jurídico (principio de unidad), la conducta
típica debe ser contrastada con todo el sistema de normas jurídicas vigentes, de modo de confirmar, o descartar,
que aquella sea, efectivamente, contraria al derecho en su conjunto.
La antijuridicidad concentra los elementos negativos del injusto, es decir, aquellas circunstancias o situaciones
que no deben darse en el caso. Es decir que el juicio de antijuridicidad se reduce a una constatación negativa de
la misma, es decir, a la determinación de si concurre o no alguna causa de justificación.
Precisamente, nos referimos a estos elementos negativos del injusto, como causas de justificación. A la pregunta
de si se da un permiso o causa de justificación, la respuesta debe ser negativa para que el supuesto de hecho
pueda continuar su análisis hacia la culpabilidad.
Si en cambio, el comportamiento típico se enmarca objetivamente en un permiso o causa de justificación de los
existentes en el ordenamiento, entonces no habrá antijuridicidad, ni injusto: el caso quedará excluido del interés
penal.
Así, cuando la conducta típica encuadre en una causa de justificación, será considerada entonces como ajustada
a derecho, por más que se haya afectado un bien jurídico y por más que exista disvalor de accion.
Las causas de justificación o permisos tienen como denominador común que el legislador, a través de ellas, se
anticipa a conflictos de intereses que suelen presentarse en el seno social y, con ellas, pretende regularlos de
forma previa y general.
Las causas de justificación más importantes las encontramos en el art. 34 CP. Pero allí no se agotan, ya que
también pueden surgir causas de justificación particulares en la parte especial del CP. Como en el art. 86 que
consagra que no será punible el aborto si existiera riesgo en la vida o la salud integral de la persona gestante, o
bien, los permisos dispuestos respecto de los delitos de violación de domicilio y allanamiento de morada.
Así como también, de cualquier otro ámbito del ordenamiento jurídico, por ejemplo: el derecho de retención.
Cuando un comportamiento típico encuadra objetivamente en una causa de justificación, quiere decir que le
autor, invariablemente, con su conducta, ha vulnerado intereses sociales o bienes jurídicos de menos jerarquía,
para salvaguardar los de mayor relevancia.
Entonces, como regla general, todo aquel que obra en situación justificante:
- Afecta intereses o bienes jurídicos de menor importancia, para resguardar los de mayor relevancia. Por lo
tanto:
- El disvalor de resultado (lesividad), propio de la accion típica se NEUTRALIZA por completo mediante la
salvaguarda de los bienes jurídicos de mayor importancia, característico de toda causa de justificación.
Ello lleva a:
- En toda situación justificante, no solo se compensa todo el disvalor del resultado como exigencia del
injusto, sino que, en la ponderación de bienes (sacrificados y salvados), existe en verdad una ganancia
para el ordenamiento jurídico. Por ello:
- Toda conducta típica, que se enmarca en una causa de justificación resulta conforme a derecho. O lo que
es lo mismo, no es antijuridica. La conducta que si bien es típica, esta cubierta por una causa de
justificación, no es menos conforme a derecho, en lo más mínimo, que aquella que no es típica en
absoluto.
- Una causa de justificación que encuadra en un caso opera como “válvula de escape” de acuerdo con el
aspecto objetivo de la antijuridicidad. El caso no supera el tercer filtro de la teoría del delito. En
consecuencia:
- Pese a apreciarse completa tipicidad, no habrá injusto. El caso quedará marginado del interés penal.
Efectos derivados:
- Frente a un acto justificado, no cabe oponer legitima defensa.
- La participación (instigación, cooperación), en un acto justificado del autor, estará también justificada.
- Las causas de justificación impiden que, a quien obra justificadamente, se le pueda imponer cualquier
tipo de sanción (administrativa, pecuniaria), ya que su actuación es licita para el ordenamiento jurídico en
su conjunto.
Cumplimiento de un deber.
Ejercicio de un derecho.
Obediencia debida: algunos autores lo ponen en la culpabilidad.
Aspecto subjetivo de la antijuridicidad.
La faz subjetiva de la antijuridicidad también se caracteriza por contener una exigencia negativa del injusto,
cual es, que no se dé en el caso un error de justificación, pues de responder afirmativamente a este
interrogante, entonces el caso quedará excluido como injusto doloso.
En el aspecto subjetivo de la antijuridicidad, habremos de identificar, en la psiquis del autor, en su
consciencia, su voluntad dirigida a obrar en el marco de una causa de justificación determinada.
Por lo tanto, desde el punto de vista sistemático, en la antijuridicidad nos limitaremos a responder dos
preguntas sucesivas: si el supuesto encuadra en una causa de justificación (aspecto objetivo), y en caso de
que la respuesta sea negativa, si el mismo se enmarca en un error de justificación (aspecto subjetivo). Si la
respuesta es igualmente negativa, el supuesto habrá superado el tercer filtro de la teoría del delito.
El autor está convencido – por su torpeza, negligencia, apresuramiento, etc- que está obrando en el marco de
una causa de justificación existente en el ordenamiento, pero resulta que en el plano objetivo, esta situacion
justificante no existe.
La solución planteada frente al error de justificación, que en sus consecuencias resulta idéntica al error de
tipo, se explica en que en definitiva, en ambos casos, se trata de un déficit que el autor posee respecto del
conocimiento de elementos del injusto, ya sea alguno de sus elementos positivos (error de tipo) o negativos
(error de justificación), pero en definitiva, ambos son errores sobre algún aspecto del tipo total de injusto.
Lo que importa en uno o entro caso, es que el autor, internamente, en su mente, no se esta queriendo salir
en ningún momento del marco normativo objetivamente existente, es decir, que cree – aun
equivocadamente- que está obrando conforme a derecho, y esto es determinante entonces, para excluir la
imputación por el delito doloso, quedando en pie la posible imputación por el tipo imprudente (si existe), o la
impunidad en caso de que el error sea invencible.