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Sentencia T-952/06 JUEZ DE TUTELA-El revisar decisin penal no lo convierte en juez de instancia JUEZ DE TUTELA-Funcin ACCION DE TUTELA CONTRA

PROVIDENCIAS JUDICIALESProcedencia excepcional EXCEPCION DE INCONSTITUCIONALIDAD-Aplicacin cuando se desconocen derechos fundamentales DERECHO DISCIPLINARIO-Admisibilidad de tipos abiertos o conceptos jurdicos indeterminados ABOGACIA-Funcin social ABOGADO-Ejemplo de idoneidad eficiencia y moralidad en el ejercicio de funciones PROCESO DISCIPLINARIO O SANCION DISCIPLINARIA-No constituye un perjuicio irremediable DERECHO AL DEBIDO PROCESO-Abogado sancionado con censura por haber injuriado y lanzado acusaciones temerarias contra fiscal delegado

Referencia: expediente T-1393049 Accin de tutela contra las Salas Jurisdiccional Disciplinaria de los Consejos Seccional de la Judicatura del Atlntico y Superior de Judicatura. Accionante: Jos Manuel Pjaro Martnez.

Procedencia: Sala Jurisdiccional Disciplinaria - Consejo Superior de la Judicatura. Magistrado ponente: Dr. NILSON PINILLA PINILLA

Bogot, diecisis (16) de noviembre de dos mil seis (2006). La Sala Segunda de Revisin de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Nilson Pinilla Pinilla, Manuel Jos Cepeda y Jaime Crdoba Trivio, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, ha proferido la siguiente

SENTENCIA en proceso de revisin al fallo de tutela adoptado por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura de fecha junio 21 de 2006, por medio del cual modific la sentencia de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico de fecha septiembre 19 de 2005, que neg la accin de tutela promovida por el seor Jos Manuel Pjaro Martnez, contra los fallos proferidos por las Salas Jurisdiccionales Disciplinarias del Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico y del Consejo Superior de la Judicatura. El expediente lleg a la Corte Constitucional, por remisin que hizo la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, en virtud de lo ordenado por el artculo 31 del Decreto 2591 de 1991. La Sala de Seleccin N 8, eligi para su revisin el expediente de la referencia.

I. ANTECEDENTES. El 1 de abril de 2005 el seor Jos Manuel Pjaro Martnez promovi accin de tutela contra el doctor Temstocles Ortega Narvez y la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura que profiri la sentencia del 13 de diciembre de 2004 y contra la doctora Mara Antonia Cotes Prez y la sala correspondiente, al proferir la providencia del 16 de junio de 2004, por

considerar que han sido violados sus derechos fundamentales a la libertad, igualdad, no discriminacin, honra, buen nombre, trabajo, debido proceso y libertad de expresin.

II. LA ACCIN DE TUTELA. a. Hechos. 1. Seala el tutelante que entre los aos 1988 y 1989 en la ciudad de Barranquilla se presentaron algunas denuncias por abuso de confianza contra el abogado Hernando Manzano Pearanda aduciendo que durante la ejecucin del mandato que le confirieron sus poderdantes cobr algunos derechos laborales, conducta que deriv en la presunta apropiacin de una suma de dinero. 2. El hoy actor en tutela fungi como apoderado dentro del proceso penal que se adelant contra el referido abogado. La investigacin por la denuncia antes mencionada, fue adelantada por el fiscal 14 delegado ante los jueces penales del circuito de Barranquilla, que profiri en contra del seor Manzano Pearanda resolucin de acusacin sin beneficio de excarcelacin por concierto para delinquir y abuso de condiciones de inferioridad. 3. El hoy tutelante, quien representaba al seor Manzano Pearanda en el referido proceso penal, solicit al fiscal declararse impedido para continuar adelantando la investigacin por considerar, entre otras presuntas irregularidades procesales, que haba emitido un concepto previo que le impeda actuar con la objetividad requerida. 4. El 21 de agosto de 2001, el fiscal recusado declar infundada la recusacin manifestando que haba actuado con absoluta probidad y rectitud. 5. El actor en tutela, apoderado en el proceso penal, solicit entonces a la Direccin Nacional de Fiscalas la variacin de la asignacin de la investigacin en procura de imparcialidad, habiendo obtenido como respuesta el traslado de la misma.

6. El fiscal 14 delegado ante los jueces penales del circuito de Barranquilla, al considerar que el escrito contena algunas expresiones deshonrosas lo remiti al Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico con el fin de que adelante la investigacin correspondiente. 7. Como consecuencia de lo anterior, el Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico inici investigacin disciplinaria contra el abogado Jos Manuel Pjaro Martnez, que haba fungido como apoderado del seor Manzano Pearanda en el proceso penal que termin con preclusin de la investigacin. Al trmino de la investigacin disciplinaria el Consejo decidi imponerle sancin consistente en censura, por haber injuriado y lanzado acusaciones temerarias en el escrito de recusacin contra el fiscal 14 delegado ante los jueces penales del circuito de la ciudad de Barranquilla. 8. El disciplinado hoy tutelante, apel la decisin ante el Consejo Superior de la Judicatura, que confirm la decisin proferida por el Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico, quedando en firme la sancin consistente en cesura para el abogado Jos Manuel Pjaro Martnez. b. La demanda de tutela.

1. Sostiene el tutelante que las afirmaciones realizadas en el escrito de recusacin solo constituyeron juicios de valor respecto del acontecer procesal, en procura de evidenciar los motivos por los cuales el fiscal no deba proseguir en el caso, por cuanto emiti un prejuzamiento que objetivamente vena direccionando su actuacin, hacindole perder la imparcialidad y objetividad esperada. 2. Agrega que nunca intent algo diferente a defender de manera idnea los intereses de su defendido que objetivamente consideraba conculcados y por tanto no fue su inters vulnerar la honra del seor fiscal. 3. Afirma que el fiscal no actu con la imparcialidad requerida para continuar adelantado la investigacin, cuestin que plante en el escrito de recusacin sin ser su intencin imputarle delitos, intereses protervos o mala fe. Explica que apoy sus afirmaciones slo en hechos concretos que evidenciaban la carencia de objetividad del fiscal al abordar el asunto sometido a su consideracin.

4. Asegura que ninguno de los hechos afirmados fue contrario a la realidad procesal. En tal sentido, afirma que no emple trminos vulgares o inmorales para calificar el acontecer procesal menos an el carcter, personalidad o cualidades del recusado. 5. Sostiene que siempre puso de presente que el sesgo del fiscal y la parcialidad operaban respecto de su juicio anticipado en el cual radicaba en esencia el motivo por el cual consider deba declarase impedido. Cuestin que fue corroborada por la Direccin Nacional de Fiscalas al ordenar la variacin de asignacin del proceso penal. 6. Asegura que jams emiti reproches inadecuados con el propsito de daar, ridiculizar o descalificar al fiscal. Tampoco le orient el propsito de lesionarlo minimizando sus conocimientos o lesionando su honor, ni denigr de su buena fama. Adems, al poner en evidencia las irregularidades de su actuacin, no atac la Administracin de Justicia. El 14 de septiembre de 2005, ante la mora en el trmite de la accin de tutela por el surgimiento de conflictos de competencia, decide adicionar la demanda en los siguientes trminos: 1. Sostiene el tutelante que la sentencia de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura incurri en va de hecho en tanto omiti mencionar, relacionar, considerar, evaluar y tener en cuenta las pruebas que present como medio de defensa. 2. Agrega que el Consejo Superior de la Judicatura fundament la sentencia el 13 de diciembre de 2004, en una norma inaplicable por encontrarse en contrava de la Constitucin. Asegura que el artculo 50 del Decreto 196 de 1971 se encuentra en contradiccin con el artculo 20 constitucional, en tanto ste prohbe la censura en Colombia. 3. Explica que si bien, el Consejo Superior de la Judicatura en alguno de los apartes de la sentencia reconoci que no haba temeridad, decidi de todos modos aplicar la sancin con base en la supuesta injuria apreciada desde un ngulo subjetivo. c. Pretensiones.

Considera que las providencias emitidas por las Salas Jurisdiccionales Disciplinarias del Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico y del Consejo Superior de la Judicatura, como resultado del proceso disciplinario en su contra, han vulnerado sus derechos fundamentales a la libertad, dignidad, no discriminacin, a la honra, al buen nombre, al trabajo, al debido proceso, a la libertad de expresin. Menciona igualmente que el fallador viol la Constitucin al negarle el derecho a la rectificacin que hace parte del derecho a la libertad de expresin.

III. FALLOS QUE SE REVISAN. 1. Fallo de primera instancia del Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico. La magistrada Mara Antonia Cotes Prez se declar impedida para tramitar la accin de tutela, por haber sido magistrada ponente en el proceso disciplinario adelantado por esa Sala contra el abogado Jos Manuel Pjaro Martnez. Por esta razn avoc el conocimiento de la accin de tutela, la magistrada Mery Lucero Novoa Moreno. La Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico, mediante providencia del 19 de septiembre de 2005, resuelve la accin de tutela instaurada por el seor Jos Manuel Pjaro Martnez. Analiza la viabilidad de la accin de tutela frente a decisiones judiciales, y considera que las sentencias proferidas tanto por el Consejo Seccional de la Judicatura como por el Consejo Superior de la Judicatura no constituyen va de hecho. Precisa que son el resultado de un estudio juicioso, lgico y coherente, que mantiene una relacin entre lo probado y lo decidido y controvierte uno a uno los argumentos del accionante. Explica que la sancin impuesta al abogado aparece respaldada en el artculo 61 del Decreto 196 de 1971, que faculta para aplicarla de acuerdo a la definicin prevista en el artculo 58 dem, teniendo en cuenta la gravedad, modalidades y circunstancias de la falta. Expresa que no se evidencia violacin al principio de la reformatio in pejus ni a ningn otro derecho del actor, mxime cuando en ningn momento se agrav la sancin. Sostiene que la determinacin cuestionada contiene un verdadero anlisis de los diferentes elementos de juicio que llevaron a establecer la responsabilidad del accionante y su incursin en la falta descrita en el artculo 50 del Decreto

196 de 1971. Concluye que no existe irregularidad alguna que amerite la intervencin del juez de tutela, pues el proceso se adelant con plena observancia de las normas procesales y sustanciales aplicables al caso y con el mayor respeto por las garantas de quienes intervinieron. En consecuencia, niega la accin de tutela. La decisin de tutela fue impugnada y conoci de la misma la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura. Mediante oficio del 18 de octubre de 2005, los magistrados Eduardo Campo Soto, Fernando Coral Villota, Jorge Alfonso Flechas Daz, Ruben Daro Henao Orozco, Temistocles Ortega Narvez y Guillermo Bueno Miranda, manifiestan su impedimento para conocer de la impugnacin propuesta, por cuanto la accin de amparo est dirigida a atacar la determinacin de fondo en la cual participaron y que fue adoptada por la corporacin a la que pertenecen, en la que fungi como magistrado ponente el Doctor Temstocles Ortega Narvez y decidi confirmar la sentencia de primera instancia, mediante la cual sancion al jurista Jos Manuel Pjaro Martnez con censura, al hallarlo responsable de una falta descrita en el artculo 50 del Decreto 196 de 1971. Por tanto, al haber suscrito la providencia objeto de la demanda consideran que est comprometida la debida imparcialidad y objetividad y por ello solicitan ser separados del conocimiento del asunto. Mediante auto de fecha 8 de noviembre de 2005, la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, decide sortear seis conjueces como quiera que los magistrados arriba sealados, se declararon impedidos para conocer de la accin de tutela instaurada. 2. Segunda Instancia - Fallo de tutela del Consejo Superior de la Judicatura. Aceptados los impedimentos, la sala se conform con los conjueces elegidos, quienes el 21 de junio de 2006, resuelven modificar el fallo de tutela proferido por el Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico. Afirm la sala que la accin de tutela es un mecanismo subsidiario y por tanto, no comporta una alternativa procesal vlida para controvertir aquellas sentencias judiciales sobre las cuales recae el efecto de la cosa juzgada material a menos que por su intermedio el operador jurdico haya desconocido de manera fragrante y arbitraria alguno de los elementos constitutivos del derecho fundamental al debido proceso.

Consider que las decisiones sancionatorias fueron objeto de debate al interior del proceso disciplinario y consideradas en su integridad en la sentencia de segundo grado dictada el 13 de diciembre de 2004. Seal que la accin de tutela no est llamada a prosperar, en tanto no se vislumbra el arbitrario o caprichoso comportamiento que justifique la intervencin del juez de tutela y decide declararla improcedente.

IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL 1. Competencia.

La Sala es competente para decidir sobre el asunto de la referencia, de conformidad con lo dispuesto en los artculos 241, numeral 9, de la Constitucin, y 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991. 2. Lo que se debate.

Se controvierte por el tutelante el principio de tipicidad disciplinaria y la existencia de un debate interpretativo sobre la falta por la cual se impuso la sancin en el caso bajo revisin. El 15 de agosto de 2001, el abogado Jos Manuel Pjaro Martnez formul recusacin en contra de fiscal 14 delegado ante los jueces penales del circuito de Barranquilla, Dr. Alider Daz Rodrguez, por considerar que el funcionario formul cargos con antelacin a la investigacin, expresando su opinin respecto de la conducta y responsabilidad penal de su defendido. El recusado fiscal resolvi la recusacin declarndola infundada y decidi remitir el escrito al Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico Sala Jurisdiccional Disciplinaria, que inici un proceso disciplinario contra el abogado Jos Manuel Pjaro Martnez. El proceso disciplinario termina con la decisin de sancionar la conducta del abogado con censura. El Consejo Superior de la judicatura conoci del asunto al resolver el recurso de apelacin y resolvi confirmar la decisin del a quo. El actor seala que existe una va de hecho en los fallos proferidos por las Salas Jurisdiccionales Disciplinarias del Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico y del Consejo Superior de la Judicatura, en tanto no se practicaron y valoraron pruebas, no se aplic la excepcin de

constitucionalidad y no se tuvo en cuenta que su conducta no estaba dirigida a afectar el honor ni la dignidad del fiscal. La Corte debe examinar si en los fallos proferidos por las Salas disciplinarias de los Consejos Seccional de la judicatura del Atlntico y Superior de la Judicatura, se incurri en va de hecho al proferir la decisin sancionadora al abogado. 3. La revisin de una accin de tutela por la Corte Constitucional no constituye una nueva instancia - Funciones del juez de tutela. La circunstancia de que el juez de tutela pueda revisar una decisin penal o disciplinaria no lo convierte por este hecho en juez de instancia. Dada la naturaleza de la accin de tutela el juez que la revisa no puede sustituir al juez natural. En efecto, no se trata de una ltima instancia[1], pues el juez de tutela no puede suplantar en asuntos fcticos o de mera legalidad[2] al juez ordinario. La revisin de la accin de tutela constituye un anlisis de confrontacin constitucional y verificacin del cumplimiento de la garanta de los derechos fundamentales. Al respecto, en equiparable enfoque penal, la Corte ha mencionado que en en materia de evaluacin probatoria sobre la culpabilidad del sujeto implicado en la comisin de un delito, el juez de tutela debe ser en extremo cauteloso para no exceder sus competencias. [3] En muchas ocasiones la Corte ha desarrollado este tema con el fin de definir cul es la funcin que cumple el juez de tutela. Desde los primeros aos de jurisprudencia la Corte ha planteado la labor que debe cumplir el juez que conoce de la accin. Valga entonces la referencia a la sentencia T-008 de 1998, M. P. Eduardo Cifuentes Muoz, en la que se resume la jurisprudencia al respecto: El hecho de que el juez constitucional pueda revisar la decisin penal no lo convierte en un juez de instancia, toda vez que mientras este ltimo verifica que se cumplan integralmente las reglas legales y constitucionales que permiten condenar a una persona, aqul se limita a establecer que la decisin del juez penal no resulte arbitraria a la luz de la Constitucin Poltica.

.el hecho de que el juez constitucional constituya simplemente un freno a la arbitrariedad, no implica que, en la segunda instancia, en el trmite de la consulta o, en el estudio de la casacin, los funcionarios competentes no tengan la obligacin de ser absolutamente rigurosos en la aplicacin de la totalidad de las garantas legales y constitucionales que suplen la restriccin de los derechos del procesado. .queda claro que el juez de tutela no est en condiciones de revisar cada uno de los elementos de una sentencia judicial impugnada para desestimar la procedencia de una accin de tutela. Sin embargo, su deber consiste en aportar razones suficientes que, sin suplantar al juez de instancia, descarten la existencia de la va de hecho. As, por ejemplo, mientras el estudio de un recurso debe arrojar luces sobre la existencia de pruebas suficientes para condenar a una persona, en la accin de tutela basta con constatar que el juez cont con un elemento plausible de juicio, con independencia de su suficiencia, para proferir la mencionada decisin.

La Corte ha sostenido este argumento de manera constante, recientemente en la sentencia T-357 del 8 de abril de 2005, M. P. Jaime Arajo Rentera, seal: la misin del juez de tutela es la de evaluar la existencia de posibles vas de hecho en la actuacin judicial. No obstante, debe aclararse que, como lo ha reiterado esta Corporacin, el juicio realizado por el juez constitucional no puede convertirse en una nueva oportunidad para controvertir el material probatorio o las decisiones adoptadas por el juez en el transcurso del proceso, pues de hacerlo invadira rbitas que no son de su competencia.

4. Procedencia de la accin de tutela contra providencias judicialesExcepcionalidad.

En reiterada jurisprudencia esta corporacin ha considerado que la accin de tutela contra providencias judiciales es en principio improcedente. Sin embargo, ha sealado que en tanto se cumplan ciertos requisitos puede resultar viable. ste ha sido el criterio jurisprudencial adoptado por la Corte desde sus primeras decisiones y, en particular, en la sentencia C-543 del 1 de octubre de 1992, M. P. Jos Gregorio Hernndez Galindo, en la cual la corporacin seal que en aquellos casos en los cuales se evidencie una actuacin de hecho por parte de una autoridad judicial, la accin de tutela proceder como mecanismo de proteccin judicial[4]. Como qued resaltado, la intervencin del juez de tutela en las providencias judiciales es estrictamente excepcional. Se trata de aquellas actuaciones en las que la autoridad judicial asume una conducta arbitraria, grosera, contraria al ordenamiento jurdico vigente, desconociendo con ella derechos fundamentales. Tomando adems en consideracin que el afectado no cuente con otro medio de defensa judicial o trate de evitar la consumacin de un perjuicio irremediable[5]. Merece especial atencin el argumento de la Corte en cuanto a la labor especfica del juez de tutela, en punto a que ste no puede inmiscuirse en el trmite de un proceso judicial, tomando decisiones paralelas a las que cumple quien en ejercicio de su funcin constitucional lo conduce, pues no pueden desconocerse los conceptos y principios de autonoma, independencia de los jueces, acceso a la administracin de justicia, seguridad jurdica y vigencia del Estado social de derecho.[6] 5. Anlisis del caso concreto. Los hechos que dan origen al asunto que se revisa, segn lo expone el tutelante, se sustentan en la consideracin de la presunta existencia de una va de hecho por violacin al debido proceso, a la libertad, dignidad, no discriminacin, a la honra, al buen nombre, al trabajo, a la libertad de expresin, en razn de la decisin adoptada por los fallos emanados dentro de un proceso disciplinario y que dieron como resultado la sancin consistente en censura para un abogado, quien hoy es actor de tutela. Examinados los fallos mediante los cuales se sancion al togado, la Sala considera que no se vislumbra en ellos arbitrariedad alguna en tanto los argumentos en los que se sostienen las decisiones, resultan razonables y, de otro lado, el tutelante es proclive a negar su conducta y las circunstancias en

las que procedi. Por esta razn la Sala considera que se trata de un asunto que debi resolverse en la va ordinaria destinada para el efecto, esto es, el proceso disciplinario. En el fallo proferido por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico, de fecha 16 de junio de 2004, mediante el cual se sancion al abogado Jos Manuel Pjaro Martnez, con censura, por haber incurrido en una falta contemplada en el artculo 50 del Decreto 196 de 1971 (estatuto del ejercicio de la abogaca), se analiz la funcin social que corresponde a los abogados y se realiz un estudio sobre el delito de injuria y sobre las expresiones temerarias, encontrando que las frases que contenan el escrito de recusacin anotadas por el abogado investigado tenan el propsito de dao, de descalificacin y de ridiculizacin, que dirigi contra el fiscal, con un reproche inadecuado distante de la funcin social que corresponde al abogado. Menciona que con las expresiones se zahiri no solo el honor sino la fama del servidor de justicia y as se piense lo contrario, no se defendi en justicia los intereses de su poderdante. En el fallo en cuestin tambin fueron examinados los procedimientos del fiscal, al mencionar que no se encuentra en ellos, el nimo de proceder a conciencia en la forma irregular, arbitraria y menos en la forma despiadada y menciona que lo que se censura al abogado no es que no tuviese razn el punto de derecho, sino la manera como agravi al dispensador de justicia. Insisti en que el doctor Jos Manuel Pjaro Martnez utiliz trminos descomedidos y analiz cada uno de ellos, dndoles la connotacin que en su entender corresponde, de acuerdo con la elegantia juris que debe observar el abogado y concluy que los giros lingsticos all consignados, no son de la esencia de la defensa de los derechos de los poderdantes, conociendo que existen otras voces gramaticales para apelar, reprochar o deprecar de las decisiones que no se compartan e incluso para peticionar que se investigue la conducta de los funcionarios de los cuales creamos que no estn haciendo su labor. La Sala Jurisdiccional Disciplinaria argumenta que lo que se detect fue falta de respeto para con la administracin de justicia. Adiciona que los trminos fueron ofensivos y denigrantes de la buena fama y crdito del servidor de justicia. Finalmente el fallo seala que el abogado contaba con otros medios idiomticos para atacar el acto, sealando la irregularidad del procedimiento.

De igual forma en el expediente se determin que el Consejo Seccional de la Judicatura decret y practic la pruebas que consider conducentes, segn se observa a folios 78 y 81 del cuaderno principal y, adems, a folio 255 se aprecia un informe secretarial en el que se menciona que el disciplinado dej vencer en silencio el trmino concedido para que alegara de conclusin. Por su parte, el fallo de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura de fecha 13 de diciembre de 2004, se refiere en primer lugar a los deberes del abogado al decir que a ste se le obliga a actuar con extremo cuidado en su proceder profesional, procurando en todo momento abstenerse de lanzar frases o expresiones que ofendan a los intervinientes. Seguido analiza el concepto de respeto debido contenido en el numeral 3 del artculo 47 del Decreto 196 de 1971, segn el cual el abogado est obligado a observar y exigir la mesura, la seriedad y el respeto debidos en sus relaciones con los funcionarios, con los colaboradores y auxiliares de la justicia, con la contraparte y sus abogados, y con las dems personas que intervengan en los asuntos de su profesin. El Juez colegiado analiza de manera detallada la conducta que deben seguir los abogados en la defensa en justicia de los derechos de la sociedad y de los particulares, as como la asesora, patrocinio y asistencia a las personas en la ordenacin y desenvolvimiento de sus relaciones jurdicas. Sustenta su decisin en diversos fallos emitidos por el mismo Consejo en los que se hace nfasis en el concepto de elegantia juris que debe ponderar el ejercicio de la profesin del litigante. Expresa razones sobre la estrecha relacin que existe entre la libertad de expresin y la conducta de un abogado, ponderando la segunda, en tanto el togado no puede adentrarse en los campos de la maledicencia e infundios. Se refiere de manera precisa al alcance del concepto de recusacin al decir que de conformidad con la normatividad existente sobre el tema, el togado que pretenda formular una recusacin, debe actuar con seriedad y moderacin en su alegato, examinando rigurosamente los antecedentes y las pruebas, y dirigindose de manera respetuosa, mesurada y objetiva al momento de consignar los fundamentos de la peticin. En definitiva, concluye que las afirmaciones consignadas en el escrito rebasan el marco de la liberalidad en el ejercicio de la profesin, para adentrarse en los terrenos del irrespeto que deba a la autoridad judicial, puesto que la causal alegada (haber dado consejo o manifestado su opinin

sobre el asunto materia del proceso) se sustenta en eptetos ofensivos, que sin duda lesionan el patrimonio moral del funcionario, al dar por descontado que su conducta denota un incontrovertible sesgo y una clarsima parcialidad a favor de los denunciantes, afirmacin que constituye una acusacin directa de un delito de prevaricato, al sealar que los pronunciamientos arbitrarios del fiscal estaban precedidos de motivaciones personales y no en la ley. Y agrega que no era imprescindible acudir a agravios, ofensas y descalificaciones de la conducta del fiscal para sustentar la peticin, mxime si se tiene en cuenta que de acuerdo a la jurisprudencia y la doctrina se trataba de una causal de carcter objetivo. De lo relatado, la Sala deduce que en las providencias reseadas no se constata violacin al debido proceso, ni se vislumbra arbitrariedad alguna. En vista del caso que aqu se analiza, debe contemplarse la especial circunstancia del trabajo del litigante y la implicacin que su ejercicio impone. Tal como lo menciona el numeral 1 del artculo 47 del Decreto 196 de 1971, los deberes que se asignan al litigante permiten mantener el proceso dentro de los cauces de dignidad y decoro propios del ejercicio de la profesin de abogado. Por tanto, debe exigirse mesura y respeto en los sujetos procesales, dentro de los que se encuentran los litigantes. Al examinar el alcance dado al texto del artculo 228 de la Ley 599 de 2000, la Corte Constitucional, mencion que es distinta la situacin de cualquier persona a la de un abogado en el marco de un proceso en el que acta como litigante, apoderado o defensor, en tanto se encuentra sometido al cumplimiento de obligaciones y deberes ligados a su ejercicio profesional.[7] De manera consecuente la Corte aval que el litigante apoderado o defensor que incurra en estas conductas podr ser amonestado, censurado o incluso suspendido del ejercicio de la profesin[8], de acuerdo con el artculo 50 del Decreto 196 de 1971, que establece como faltas contra el respeto debido a la Administracin de Justicia las injurias y las acusaciones temerarias contra los funcionarios, abogados y dems personas que intervengan en los procesos. Lo anterior niega entonces la omisin que adujo el accionante en la actuacin de los funcionarios colegiados, en el sentido de aplicar la excepcin de constitucionalidad. De esta manera, si bien la accin de tutela no es el procedimiento usual para determinar la exequibilidad o no de las normas, pues la Constitucin estableci que la va es la accin pblica de constitucionalidad, la Corte en sentencia T-

318 del 1 de julio de 1997, M. P. Jorge Arango Meja, consider que el juez de tutela puede, si encuentra que la aplicacin de una norma desconoce derechos de rango fundamental, analizar la posibilidad de inaplicar la norma que se cree contraria a los derechos y garantas constitucionales, haciendo uso de la excepcin de inconstitucionalidad. Este argumento se sustenta en la previsin contenida en el artculo 4 constitucional, segn el cual ante una contradiccin entre la ley y la Constitucin prevalece sta. Por tanto, la Corte asegur en el fallo referido que el servidor pblico est en el deber de inaplicar un precepto de rango inferior, cuando sea evidente y ostensible su oposicin con la Constitucin. Sin embargo, en este caso concreto no se dan las circunstancias para determinar que el juez de tutela debi inaplicar una norma legal en tanto no se vislumbra en este caso especfico que la norma quebrante de manera palmaria el ordenamiento constitucional. Esta condicin especial de guarda del respeto y la elegantia juris, que debe acompaar al litigante a lo largo de su intervencin en los procesos se refleja en la posibilidad de disciplinar su conducta. Las facultades que tiene el juez que disciplina deben estar acompaadas del respeto al debido proceso, pero adems, la Corte ha mencionado que en tanto el proceso disciplinario es diferente al penal, el juez acta en el primero de los casos, con mucha ms libertad en la adecuacin de la conducta. Se trata de un sistema de numerus apertus, por oposicin al sistema de numerus clausus del derecho penal[9]. En cuanto al primero de estos elementos, la Corte ha precisado que las garantas propias del proceso penal no tienen plena aplicabilidad en el campo administrativo disciplinario por la diferencia que existe entre el bien jurdico protegido por una y otra subespecialidad del derecho punitivo[10]. La Corte entonces, ha aceptado que en este mbito es admisible que las faltas disciplinarias se consagren en tipos abiertos, ante la imposibilidad del legislador de contar con un listado detallado de comportamientos donde se subsuman todas aquellas conductas que estn prohibidas a las autoridades o de los actos antijurdicos de los servidores pblicos.[11] Mutatis mutandis, esta precisin de la adecuacin de la conducta en materia disciplinaria y las facultades del funcionario, se aplica a los procesos disciplinarios que se adelantan a los abogados, como en el caso en estudio, en tanto el ente que disciplina tiene un margen de apreciacin ms amplio que el que posee el juez

penal, y este nivel le debe permitir valorar el cumplimiento, diligencia, cuidado y prudencia con el cual cada funcionario pblico ha dado cumplimiento a los deberes, prohibiciones y dems mandatos funcionales que le son aplicables[12]. La Corte ha mencionado que la existencia de un mayor margen de apreciacin para el fallador disciplinario al momento de efectuar la adecuacin tpica de una conducta a la definicin normativa de la falla a sancionar. Ha dicho la Corte que: a diferencia de la materia penal, en donde la descripcin de los hechos punibles es detallada, en la disciplinaria el fallador cuenta con un mayor margen de valoracin e individualizacin de las faltas sancionables por la diversidad de comportamientos que pugnan contra los propsitos de la funcin pblica y del rgimen disciplinario[13].[14] Lo anterior ha permitido situar la controversia que surge de la accin de tutela en revisin, en la posicin especial que cumple el abogado para el cumplimiento de sus deberes. En tal entendido los tribunales disciplinarios en cumplimiento de su deber, han cumplido su funcin sin transgredir ninguna norma relacionada con derechos fundamentales. Su actuacin ha sido llevada dentro de los cauces de la razonabilidad. Lo que implica que los disciplinantes emitieron sus argumentos en armona con lo dispuesto por la normatividad aplicable al caso y de acuerdo con la jurisprudencia de esta Corte. De las pretensiones de la accin de tutela surge adems la exigencia de contemplar el tema de la vulneracin de un derecho fundamental por razn de la iniciacin o culminacin de un proceso disciplinario. Sobre este particular la Corte Constitucional en sentencia C-060 del 17 de febrero de 1994, M. P. Carlos Gaviria Daz, consider: el derecho al honor, a la intimidad y al buen nombre, no pueden constituir obstculo alguno para que a travs de procesos judiciales o expedientes administrativos seguidos con todas las garantas, se investiguen y sancionen conductas ilegales de los profesionales de cualquier especialidad, en este caso del derecho, pues el dao que a tales bienes se puede causar, no se origina en estos procedimientos, sino en la propia conducta, y ni la Constitucin ni la ley pueden proteger al individuo contra la mala imagen, o el deshonor que nazca de sus propios actos.

En todo caso debe reiterarse que el ejercicio de la abogaca supone, segn se seal en la sentencia C- 540 del 24 de noviembre de 1993, M. P. Antonio Barrera Carbonell: el desarrollo de una funcin social que implica responsabilidades lo cual faculta al legislador para crear instrumentos y disear mecanismos que le permitan al Estado encauzar dicha funcin y conseguir las finalidades propias de la profesin del derecho, e impedir el ejercicio indebido de la correspondiente actividad profesional. La funcin social que es aneja a la actividad del abogado, se enuncia en el artculo 1 del decreto 196 de 1971, que dice: la abogaca tiene como funcin social la de colaborar con las autoridades en la conservacin y perfeccionamiento del orden jurdico del pas, y en la realizacin de una recta y cumplida administracin de justicia. Por lo tanto, las sanciones disciplinarias de que pueden ser objeto los abogados, constituyen dada la alta misin social que cumplen, una retribucin que le deben a la sociedad por el incumplimiento de los respectivos deberes.

La Corte igualmente consider que los profesionales del derecho deben dar ejemplo de idoneidad, eficiencia y moralidad en el desempeo de sus actividades y estar comprometidos en los ideales y el valor de la justicia: el ejercicio de la abogaca, a diferencia de otras profesiones, admite la exigencia de mayor rigor en cuanto al comportamiento del profesional, en todos los rdenes, en atencin a la trascendente funcin que realizan los abogados como depositarios de la confianza de sus clientes y como defensores del derecho y la justicia; ms an, si se tiene en cuenta, que se vive una crisis de la administracin de justicia que requiere ser superada mediante el concurso de quienes se dedican a la disciplina del derecho.

Esta condicin, junto con las antes analizadas, incide definitivamente en la forma de disciplinar a los abogados. El actor afirma que se han violado los derechos a la libertad de expresin y al buen nombre, entre otros. En cuanto al primero la Corte ha sido enftica en afirmar que este derecho no se ve afectado por la apertura o la tramitacin del proceso disciplinario, ni por la imposicin de una sancin disciplinaria que se encuentra en firme, pues la percepcin de la comunidad surge de los actos propios del peticionario y el ejercicio legtimo del poder disciplinario del Estado.[15] Por eso, la apertura de un proceso disciplinario o la imposicin de una sancin disciplinaria no constituyen en s misma un perjuicio irremediable al derecho al buen nombre .[16] As mismo en la sentencia T-1093 del 4 de noviembre de 2004, M. P. Manuel Jos Cepeda Espinosa, la Corte asegur que: en s misma, la imposicin de una sancin disciplinaria no configura un perjuicio irremediable; si se han llevado a cabo las actuaciones procesales prescritas por la ley con el lleno de las garantas y requisitos constitucionales y legales, y se ha impuesto la sancin legalmente prevista para quienes incurran en faltas disciplinarias, se trata de una afectacin legtima de los derechos del funcionario pblico objeto de la medida, y no de la generacin de un perjuicio contrario al orden jurdico constitucional.

No existe entonces un perjuicio inminente y grave en la sancin impuesta al abogado que implique la intervencin del juez de tutela, y no existen motivos razonables que indiquen que las providencias sancionatorias puedan haber incurrido en desconocimiento de las garantas constitucionales y legales pertinentes y, por ende, con violacin de los derechos fundamentales del afectado en el proceso disciplinario. Todo lo anterior indica, tal como qued demostrado, que las providencias de las Salas Jurisdiccionales Disciplinarias tanto del Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico, como del Consejo Superior de la Judicatura se ajustan a los postulados constitucionales y no han vulnerado ningn derecho fundamental. La Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, modific la sentencia proferida por el Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico, que neg la

accin de tutela, en el sentido de declararla improcedente. Con lo cual esta Sala entiende que el Consejo Superior de la Judicatura no rechaz la accin de tutela sino que la NEG por improcedente, en tanto en la parte resolutiva no se expresa de manera precisa su rechazo, sino su improcedencia que en este caso apareja la negacin de la misma. Por las razones expuestas, la Sala confirmar el fallo de tutela dictado por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, mediante la cual modific el fallo del Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico que neg la accin de tutela para en su lugar declararla improcedente.

V. DECISIN En mrito de lo expuesto, la Sala Segunda de Revisin de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitucin,

RESUELVE Primero: CONFIRMAR la sentencia proferida por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura de fecha 21 de junio de 2006, mediante la cual modific, declarando improcedente, el fallo de tutela dictado por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura del Atlntico, de fecha 19 de septiembre de 2005 que NEG la accin de tutela promovida por el abogado Jos Manuel Pjaro Martnez. Segundo: Por Secretara General, LBRENSE la comunicaciones a que se refiere el artculo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cpiese, comunquese, notifquese, e insrtese en la Gaceta de la Corte Constitucional. Cmplase.

NILSON PINILLA PINILLA Magistrado

MANUEL JOS CEPEDA ESPINOSA Magistrado

JAIME CRDOBA TRIVIO Magistrado

MARTHA VICTORIA SCHICA DE MONCALEANO Secretaria General

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