Heart Bones - Collen Hoover

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STAFF
3

TRADUCCIÓN Y CORRECCIÓN
Velaris16s

Myriam

Fallen Angel

Vequi Holmes

QueenScorpio

Elu Salvatore

Lua V

Elyeng18

Fat St. Delphi

SloaneE

Cavi20

J_m

ALMENDRA
ÍNDICE

SINOPSIS .............................................................................................................................................6
UNO....................................................................................................................................................7
4
DOS ..................................................................................................................................................23
TRES .................................................................................................................................................30
CUATRO ............................................................................................................................................41
CINCO ...............................................................................................................................................50
SEIS ...................................................................................................................................................60
SIETE.................................................................................................................................................66
OCHO ...............................................................................................................................................72
NUEVE ..............................................................................................................................................82
DIEZ ..................................................................................................................................................84
ONCE ..............................................................................................................................................103
DOCE ..............................................................................................................................................122
TRECE .............................................................................................................................................153
CATORCE ........................................................................................................................................161
QUINCE ..........................................................................................................................................167
DIECISÉIS ........................................................................................................................................173
DIECISIETE ......................................................................................................................................185
DIECIOCHO .....................................................................................................................................199
DIECINUEVE....................................................................................................................................207
VEINTE............................................................................................................................................213
VEINTIUNO .....................................................................................................................................222
VEINTITRES .....................................................................................................................................242
VEINTICUATRO ...............................................................................................................................248
VEINTICINCO ..................................................................................................................................257
VEINTISEIS ......................................................................................................................................267
VEINTISIETE ....................................................................................................................................271
VEINTIOCHO ...................................................................................................................................279
VEINTINUEVE .................................................................................................................................287
TREINTA .........................................................................................................................................293
TREINTA Y UNO ..............................................................................................................................299
TREINTA Y DOS ...............................................................................................................................306
5
Agradecimientos ............................................................................................................................315
SOBRE LA AUTORA .........................................................................................................................317
SINOPSIS 6

Beyah viene de una vida de pobreza y abandono.


Samson de una familia de riqueza.
Cuando los dos pasan el verano como vecinos, pronto se dan cuenta
que el dinero es una de las pocas cosas que no tienen en común.
Su vínculo es demasiado intenso para ignorarlo, pero con solo diez
semanas separándolos del comienzo de sus nuevas vidas en los
extremos opuestos del país, Beyah y Samson deciden quedarse en el
extremo poco profundo de una aventura de verano.
De lo que no se dan cuenta es que viene una corriente de resaca y
está apunto de arrastras sus corazones al mar.
UNO

Verano de 2015.

Hay una foto de la Madre Teresa que cuelga en la pared de nuestra sala, donde iría
7
una televisión, si pudiéramos permitirnos el tipo de televisión que cuelga de la pared,
o incluso una casa con el tipo de paredes que podrían contener una televisión.

Las paredes de una casa rodante no están hechas del mismo material que
las de las casas normales están hechas. En una casa rodante, las paredes se
desmoronan bajo las uñas como tiza, si se las rasca.

Una vez le pregunté a mi madre, Janean, por qué guardaba una foto de la
Madre Teresa en la pared de nuestra sala.

—La perra era un fraude—dijo.

Sus palabras. No las mías.

Creo que cuando eres la peor de las personas, encontrar lo peor en los
demás se convierte en una especie de táctica de supervivencia. Te concentras
mucho en la oscuridad de las personas con la esperanza de enmascarar la
verdadera sombra de tu propia oscuridad. Así ha pasado mi madre toda su vida.
Siempre buscando lo peor en las personas. Incluso de su propia hija.

Incluso de la Madre Teresa.

Janean está acostada en el sofá en la misma posición en la que estaba


cuando salí para mi turno en McDonald's hace ocho horas. Ella está mirando la
foto de la Madre Teresa, pero en realidad no la está mirando. Es como si sus ojos
hubieran dejado de funcionar.

Dejó de absorber.

Janean es adicta. Me di cuenta de esto alrededor de los nueve años, pero


en ese entonces, sus adicciones se limitaban a los hombres, al alcohol y al juego.
Con el paso de los años, sus adicciones se hicieron más notorias y mucho
más mortíferas.

Creo que fue hace cinco años, cuando cumplí los catorce, cuando la
encontré inyectándose metanfetamina por primera vez. Una vez que una persona
comienza a consumir metanfetamina con regularidad, su esperanza de vida se
acorta drásticamente. Lo busqué en Google en la biblioteca de la escuela una vez.
¿Cuánto tiempo puede vivir una persona con adicción a la metanfetamina? 8

De seis a siete años es lo que dice Internet.

La he encontrado varias veces a lo largo de los años, pero esto se siente


diferente. Esto se siente definitivo.

—¿Janean? —Hay una calma en mi voz que ciertamente no debería estar


presente en este momento.

Siento que mi voz debería ser temblorosa o inexistente. Me siento algo


avergonzada por mi falta de reacción en este momento.

Dejo mi bolso a mis pies mientras miro intensamente su rostro desde el otro
lado de la sala de estar. Afuera está lloviendo y ni siquiera he cerrado la puerta de
entrada, así que todavía estoy empapada. Pero cerrar la puerta y proteger mi
espalda de la lluvia es la menor de mis preocupaciones en este momento mientras
miro a Janean mientras ella mira a la Madre Teresa.

Uno de los brazos de Janean está sobre su estómago y el otro está colgando
del sofá, sus dedos descansando suavemente sobre la alfombra gastada. Está un
poco hinchada y eso la hace parecer más joven. No más joven que su edad, sólo
tiene treinta y nueve años, pero más joven de lo que sus adicciones la han hecho
parecer. Sus mejillas son un poco menos cóncavas y las arrugas que se han
formado alrededor de su boca durante los últimos años parecen haber sido
suavizadas por Botox.

—¿Janean?

Nada.
Su boca cuelga levemente abierta, revelando astillas amarillas de dientes
rotos y podridos. Es como si estuviera en medio de una frase cuando la vida se le
escapó.

He imaginado este momento desde hace un tiempo. A veces, cuando odias


a alguien lo suficiente, no puedes evitar quedarte despierto en la cama por la noche,
preguntándote cómo sería la vida si esa persona estuviera muerta.
9
Lo imaginé de otra manera. Imaginé que sería mucho más dramático.

Miro a Janean por un momento más, esperando a ver si está en una especie
de trance. Doy unos pasos hacia ella y luego me detengo cuando veo su brazo. Hay
una aguja colgando de la piel justo debajo de la parte interior de su codo.

Tan pronto como lo veo, la realidad del momento se desliza sobre mí como
una película viscosa y me da náuseas. Doy vueltas y salgo corriendo de la casa. Se
siente como si estuviera a punto de enfermarme, así que me inclino sobre la
barandilla podrida, con cuidado de no poner demasiada presión sobre ella para que
no se doble bajo mi agarre.

Me siento aliviada de enfermarme, porque estaba empezando a


preocuparme por mi falta de reacción a este momento que altera mi vida. Puede
que no esté tan histérica, como debería estarlo una hija en este momento, pero al
menos siento algo.

Me limpio la boca con la manga de mi camisa de trabajo de McDonald's. Me


siento en los escalones, a pesar de que la lluvia sigue cayendo sobre mí desde el
cielo nocturno sin corazón.

Mi cabello y mi ropa están empapados. También lo está mi cara, pero nada


del líquido que corre por mis mejillas son lágrimas.

Todas son gotas de lluvia.

Ojos húmedos y corazón seco.

Cierro los ojos y aprieto la cara contra mis manos, tratando de decidir si mi
desapego se debe a mi educación o si nací rota.
Me pregunto qué tipo de educación es peor para un humano. El tipo en el
que estás protegido y amado hasta el punto de que no eres consciente de lo cruel
que puede ser el mundo hasta que es demasiado tarde para adquirir las habilidades
necesarias para afrontar las situaciones, o el tipo de hogar en el que crecí. La
versión más fea de una familia, donde afrontar la situación es lo único que se
aprende.

Antes de tener la edad suficiente para trabajar por la comida que compro, 10
había muchas noches que me quedaba despierta, sin poder dormir porque mi
estómago tenía calambres por el hambre. Janean me dijo una vez que el gruñido
que venía de mi estómago era un gato hambriento que vivía dentro de mí, y que el
gato gruñiría si no le daba suficiente comida. Cada vez que tenía hambre después
de eso, me imaginaba a ese gato en mi vientre buscando comida que no estaba allí.
Temía que me devorara las entrañas si no lo alimentaba, así que a veces comía
cosas que no eran comida, sólo para satisfacer al gato hambriento.

Una vez me dejó sola durante tanto tiempo que comí cáscaras de plátano
viejas y cáscaras de huevo de la basura. Incluso intenté comer algunos bocados de
relleno del interior del cojín del sofá, pero era demasiado difícil de tragar. Pasé la
mayor parte de mi infancia muerta de miedo, porque ese gato hambriento me estaba
comiendo lentamente desde adentro.

No sé si en realidad se fue por más de un día a la vez, pero cuando eres un


niño, el tiempo se alarga cuando estás solo.

Recuerdo que ella entraba tropezando por la puerta principal, se caía en el


sofá y se quedaba allí durante horas. Me quedé dormida acurrucada en el otro
extremo del sofá, demasiado asustada para dejarla sola.

Pero luego, en las mañanas, después de su regreso borracha, me


despertaba y la encontraba preparando el desayuno en la cocina. No siempre fue
un desayuno tradicional. A veces serían guisantes, a veces huevos, a veces una
lata de sopa de pollo con fideos.

Alrededor de los seis años, comencé a prestar atención a cómo trabajaba en


la estufa en esas mañanas, porque sabía que tendría que saber cómo hacerlo para
la próxima vez que desapareciera.
Me pregunto cuántos niños de seis años, tienen que aprender por sí mismos
cómo hacer funcionar una estufa, porque creen que, si no lo hacen, serán devorados
vivos por su hambriento gato interno.

Es cuestión de suerte, supongo. La mayoría de los niños tienen el tipo de


padres, que extrañarán después de su muerte. El resto de nosotros tenemos el tipo
de padres que son mejores padres después de su muerte.
11
Lo mejor que mi madre ha hecho por mí es morir.

Buzz me dijo que me sentara en su auto de la policía, para estar fuera de la lluvia y
fuera de la casa mientras recuperaban su cuerpo. Observé aturdida mientras la
sacaban en una camilla, cubierta con una sábana blanca. La metieron en la parte
trasera de una camioneta forense. Ni siquiera me molesté en llevarla en ambulancia.
No tenía sentido. Casi todos los menores de cincuenta años que mueren en esta
ciudad mueren de adicción.

Ni siquiera importa de qué tipo, todos son mortales al final.

Presiono mi mejilla contra la ventana del auto e intento mirar al cielo. Esta
noche no hay estrellas. Ni siquiera puedo ver la luna. De vez en cuando, caerá un
rayo, revelando grupos de nubes negras. Adecuado.

Buzz abre la puerta trasera y se inclina. La lluvia se ha reducido a una niebla


ahora, por lo que su cara está mojada, pero solo lo hace parecer como si estuviera
goteando sudor.

—¿Necesitas que te lleven a alguna parte? —pregunta. Niego con la cabeza.

—¿Necesitas llamar a alguien? Puedes usar mi celular

Niego de nuevo con la cabeza. —Estaré bien. ¿Puedo volver adentro ahora?
No sé si realmente quiero volver al interior del remolque donde mi madre
tomó su último aliento, pero no tengo una alternativa más atractiva en este
momento. Buzz se hace a un lado y abre un paraguas, a pesar de que la lluvia ha
disminuido y ya estoy empapada. Se queda un paso detrás de mí, sosteniendo el
paraguas sobre mi cabeza mientras camino hacia la casa.

No conozco muy bien a Buzz. Conozco a su hijo, Dakota. Conozco a Dakota


de muchas formas, todas las formas en que desearía no conocerlo. 12

Me pregunto si Buzz sabe qué tipo de hijo ha criado. Buzz parece un tipo
decente. Nunca me ha dado demasiada mierda a mí ni a mi madre. A veces detiene
su auto mientras patrulla por el estacionamiento de casas rodantes. Siempre
pregunta cómo estoy, y cuando me pregunta eso, tengo la sensación de que medio
espera que le ruegue que me saque de aquí. Pero no lo hago. Las personas como
yo, somos extremadamente hábiles para fingir que estamos bien. Siempre sonrío y
le digo que estoy genial, y luego suspira como si estuviera aliviado, de que no le di
una razón para llamar a los Servicios de Protección Infantil.

Una vez que estoy de vuelta en la sala de estar, no puedo evitar mirar el sofá.
Ahora luce diferente. Como si alguien hubiera muerto en eso.

—¿Estás bien para pasar la noche? —Pregunta Buzz.

Me doy la vuelta y él está parado, justo afuera de la puerta con el paraguas


sobre su cabeza. Me mira como si estuviera tratando de ser comprensivo, pero su
mente probablemente esté resolviendo, todo el papeleo que esto le ha causado.

—Estoy bien.

—Puedes ir a la funeraria mañana para planificar los arreglos. Dijeron que


cualquier momento después de las diez está bien.

Asiento con la cabeza, pero él no se va. Simplemente se demora un


momento, pasando inseguro de un pie al otro. Cierra el paraguas justo afuera de la
puerta como si fuera supersticioso, luego da un paso hacia la casa. —Ya sabes, —
dice, arrugando su rostro con tanta fuerza, que su cabeza calva derrama arrugas
sobre su frente—. Si no te presentas en la funeraria, pueden declararlo un entierro
indigente. No podrás tener ningún tipo de servicio para ella, pero al menos no te
harán pagar una factura. —Parece avergonzado, incluso de haber sugerido eso.
Sus ojos se mueven hacia la pintura de la Madre Teresa y luego se mira a los pies
como si ella lo regañara.

—Gracias. —De todos modos, dudo que alguien se presente si tuviera un


servicio.

Es triste, pero es verdad. Mi madre era solitaria, en todo caso. Claro, se


juntaba con su multitud habitual, en el bar que frecuentaba desde hacía casi veinte 13
años, pero esas personas no eran sus amigas. Todos son sólo otras personas
solitarias, buscándose para poder estar solos juntos.

Incluso esa multitud ha disminuido, gracias a la adicción que ha asolado esta


ciudad. Y el tipo de gente con la que pasaba el rato, no es del tipo que se presenta
a un funeral. La mayoría de ellos probablemente tienen órdenes de arresto
pendientes, y evitan cualquier tipo de eventos organizados, en la remota posibilidad
de que sea una táctica de la policía para hacer un cateo.

—¿Necesitas llamar a tu padre? —pregunta.

Lo miro por un momento, sabiendo que eso es lo que terminaré haciendo,


pero preguntándome cuánto tiempo puedo posponerlo.

—Beyah, —dice, pronunciando mi nombre con una e larga.

—Se pronuncia Bay-uh. —No sé por qué lo corrijo. Lo ha dicho mal desde
que lo conozco, y nunca me había preocupado lo suficiente, como para corregirlo
antes de este momento.

—Beyah —corrige—. Sé que este no es mi trabajo, pero… necesitas salir de


esta ciudad. Ya sabes lo que le pasa a la gente como ... —Deja de hablar, como si
lo que estaba a punto de decir me insultaría.

Termino la frase por él. —¿Para gente como yo?

Parece aún más avergonzado ahora, aunque sé que sólo se refiere a


personas como yo en un sentido amplio. Gente con madres como la mía. Gente
pobre sin salida de esta ciudad. Personas que terminan trabajando en comida
rápida, hasta que se entumecen por dentro, y el cocinero les ofrece algo que hace
que el resto del turno, se sienta como en una discoteca, y antes de que se den
cuenta, no pueden sobrevivir un solo segundo de su miserable día, sin golpe tras
golpe, persiguiendo ese sentimiento más rápido, de lo que persiguen la seguridad
de su propio hijo, hasta que se disparan directamente a sus venas y miran a la
Madre Teresa mientras mueren accidentalmente, cuando todo lo que siempre
habían deseado era escapar de la fealdad.

Buzz parece incómodo dentro de esta casa. Ojalá se fuera. Lo siento más
por él que por mí misma, y soy yo quien acaba de encontrar a mi madre muerta en 14
el sofá.

—No conozco a tu padre en absoluto, pero sé que ha estado pagando el


alquiler de este remolque desde que naciste. Eso me dice que es una mejor opción
que quedarse en esta ciudad. Si tienes una salida, debes tomarla. Esta vida que
has estado viviendo aquí, no es lo suficientemente buena para ti.

Eso podría ser lo más lindo que alguien me haya dicho. Y viene del padre de
Dakota, de todas las personas.

Me mira fijamente un momento, como si quisiera decir algo más. O tal vez
quiere que responda. De cualquier manera, la habitación permanece en silencio
hasta que él asiente y luego se va. Finalmente.

Después de que cierra la puerta principal, me doy la vuelta y miro el sofá. Me


quedo mirando tanto tiempo, me siento como si estuviera aturdida. Es extraño cómo
toda tu vida puede cambiar por completo, en las horas entre despertar y acostarte.

Por mucho que odie admitirlo, Buzz tiene razón. No puedo quedarme aquí.
Nunca planeé hacerlo, pero al menos pensé que me quedaba el verano para
prepararme para mi salida.

He estado trabajando duro para salir de esta ciudad, y tan pronto como llegue
agosto, estaré en un autobús a Pensilvania.

Recibí una beca de voleibol para Penn State. En agosto saldré de esta vida
y no será por nada de lo que mi madre hizo por mí, o porque mi padre me sacó de
aquí. Será todo por mí.

Yo quiero esa victoria.


Yo quiero ser la razón, por la que salgo como saldré.

Me niego a permitir que Janean reciba crédito, por cualquier cosa buena que
pueda suceder en mi futuro. Nunca le hablé de la beca de voleibol que recibí. No se
lo dije a nadie. Le juré a mi entrenador que guardaría el secreto y ni siquiera
permitiría un artículo en el periódico o una sesión fotográfica para el anuario.

Tampoco le hablé a mi padre de la beca. Ni siquiera estoy segura de que 15


sepa que juego al voleibol. Mis entrenadores se aseguraron de que tuviera todo lo
que necesitaba, en cuanto a suministros, equipo y uniforme. Fui lo suficientemente
buena como para que no permitieran, que mi situación financiera me impidiera ser
parte del equipo.

No he tenido que pedirles a mis padres nada relacionado con el voleibol.

Se siente extraño incluso referirse a ellos como padres. Me dieron la vida,


pero eso es lo único que he recibido de ellos.

Soy el producto de una aventura de una noche. Mi padre vivía en Washington


y estaba en Kentucky por negocios, cuando conoció a Janean. Tenía tres meses
antes de que él supiera, que había dejado embarazada a Janean. Se enteró de que
era padre, cuando ella le entregó los papeles de manutención.

Venía a verme una vez al año hasta los cuatro años; luego, en su lugar,
empezó a llevarme a Washington para visitarlo.

No sabe nada de mi vida en Kentucky. No sabe nada sobre las adicciones


de mi madre. No sabe nada de mí, aparte de lo que le presento, y eso es muy poco.
Soy extremadamente reservada, sobre todos los aspectos de mi vida. Los secretos
son mi única forma de moneda. No le he contado a mi padre sobre mi beca, por la
misma razón que nunca le dije a mi madre. No quiero que se enorgullezca de tener
una hija que logró algo. No merece sentirse orgulloso de una niña, en el que pone
una fracción de su esfuerzo. Él piensa que una revisión mensual y llamadas
telefónicas intermitentes a mi trabajo, son suficientes para encubrir el hecho de que
apenas me conoce.

Es un papá de dos semanas al año.


Como estamos tan separados en el mapa, le conviene excusar su ausencia
en mi vida. Me he quedado con él catorce días de cada verano, desde que tenía
cuatro años, pero en los últimos tres años, no lo he visto en absoluto. Una vez que
cumplí dieciséis años y me uní al equipo universitario, el voleibol se convirtió en una
parte aún más importante de mi rutina diaria, así que dejé de volar para verlo. He
estado poniendo excusas durante tres años, sobre por qué no puedo hacer nuestras
visitas.
16
Finge estar desanimado.

Finjo estar disculpándome y ocupada.

Lo siento, Brian, pero un cheque mensual de manutención infantil te hace


responsable; no te convierte en padre.

Hay un golpe repentino en la puerta, que me sobresalta lo suficiente como


para dejar escapar un grito. Me doy la vuelta y veo al propietario a través de la
ventana de la sala. Normalmente, no le abriría a Gary Shelby, pero no estoy en
condiciones de ignorarlo. Sabe que estoy despierta. Tuve que usar su teléfono para
llamar a la policía. Además, necesito averiguar qué hacer con este sofá. Ya no lo
quiero dentro de esta casa.

Cuando abro la puerta, Gary me entrega un sobre mientras se abre camino


hacia adentro, para salir de la lluvia.

—¿Qué es esto? —le pregunto.

—Notificación de desalojo.

Si fuera alguien más que Gary Shelby, me sorprendería. —Ella literalmente


acaba de morir. ¿No pudiste esperar una semana?

—Llevan tres meses atrasados en el pago del alquiler y yo no le alquilo a


adolescentes. Necesitaré un nuevo contrato de arrendamiento, con alguien mayor
de veintiún años o tendrás que mudarte.

—Mi padre le paga el alquiler. ¿Cómo estamos tres meses atrasadas?


—Tu madre dijo que dejó de enviarle cheques hace unos meses. El Sr.
Renaldo ha estado buscando un lugar más grande, así que creo que podría dejar
que se cambien a...

—Eres un idiota, Gary Shelby.

Gary se encoge de hombros. —Son negocios. Ya le envié dos avisos. Estoy


seguro de que tienes otro lugar adonde ir. No puedes quedarte aquí sola, solo tienes 17
dieciséis años.

—Cumplí diecinueve la semana pasada.

—De cualquier manera, debes tener veintiuno. Condiciones del contrato de


arrendamiento. Eso y pagar la renta.

Estoy segura de que hay algún tipo de proceso de desalojo, que tiene que
pasar por los tribunales, antes de que pueda obligarme a salir por la puerta, pero no
tiene sentido pelear, cuando ni siquiera quiero vivir aquí.

—¿Cuánto tiempo tengo?

—Te daré la semana.

¿La semana? Tengo veintisiete dólares a mi nombre y absolutamente ningún


lugar adonde ir.

—¿Puedo tener dos meses? Me voy a la universidad en agosto.

—Quizás si no estuvieras ya atrasada tres meses. Pero son tres meses


además de dos meses y no puedo permitirme dar a nadie, casi medio año de alquiler
gratuito.

—Eres un idiota —murmuro en voz baja.

—Ya cubrimos eso.

Repaso mentalmente una lista de amigos potenciales, con los que


posiblemente podría quedarme durante los próximos dos meses, pero Natalie se
fue a la universidad el día después de que nos graduamos, para tener una ventaja
en las clases de verano. El resto de mis amigos abandonaron y están en camino de
convertirse en los próximos Janean, o tienen familias que ya sé que no lo
permitirían.

Está Becca, pero tiene ese padrastro asqueroso. Prefiero vivir con Gary que
estar cerca de ese hombre.

Estoy hasta mi último recurso. —Necesito usar tu teléfono.


18
—Se hace tarde —dice—. Puedes usarlo mañana.

Lo empujo y bajo los escalones. —¡Deberías haber esperado hasta mañana


para decirme que no tengo hogar, Gary!

Camino bajo la lluvia, directo a su casa. Gary es el único que queda, en este
parque de casas rodantes que todavía tiene un teléfono fijo, y dado que la mayoría
de nosotros aquí, somos demasiado pobres para tener teléfonos celulares, todos
usan el teléfono de Gary. Al menos lo hacen si están al día con el alquiler y no
intentan evitarlo.

Ha pasado casi un año, desde la última vez que llamé a mi padre, pero tengo
su número memorizado. Es el mismo número de celular, que ha tenido durante ocho
años. Me llama al trabajo una vez al mes, pero la mayoría de las veces, evito su
llamada. No hay mucha conversación que se pueda tener, con un hombre que
apenas conozco, así que prefiero no hablar con él, antes que decirle mentiras como:
“Mamá está bien. La escuela va bien. Buen trabajo. La vida es buena." Me trago mi
orgullo y marco su número.

Espero que vaya al buzón de voz, pero mi padre responde al segundo timbre.

—Este es Brian Grim. —Su voz es rasposa. Lo desperté.

Me aclaro la garganta. —Um. Hola papá.

—¿Beyah? —Suena mucho más despierto y preocupado ahora que sabe


que soy yo—. ¿Qué pasa? ¿Está todo bien?

Janean murió está en la punta de mi lengua, pero parece que no puedo


sacarlo. Apenas conocía a mi madre. Ha pasado tanto tiempo desde que estuvo en
Kentucky, la última vez que la vio, todavía era bastante bonita y no parecía un
esqueleto superficial y tambaleante. —Si. Estoy bien —digo.
Es demasiado extraño decirle que murió por teléfono. Esperaré y se lo diré
en persona.

—¿Por qué llamas tan tarde? ¿Qué pasa?

—Trabajo hasta tarde y me resulta difícil conseguir un teléfono.

—Por eso te envié el teléfono celular. 19

¿Me envió un teléfono celular? Ni siquiera me molesto en preguntar sobre


eso. Estoy segura de que mi madre lo vendió, por algunas de las cosas que están
congeladas en sus venas en este momento.

—Escucha —digo—. Sé que ha pasado un tiempo, pero me preguntaba si


podría ir a visitarlos antes de comenzar las clases universitarias.

—Por supuesto —dice sin dudarlo—. Dime el día y compraré un boleto de


avión.

Miro a Gary. Está a solo unos metros de distancia, mirando mis pechos, así
que me alejo de él.

—Tenía la esperanza de poder ir mañana.

Hay una pausa y escucho un movimiento en el otro extremo, como si


estuviera saliendo de la cama.

—¿Mañana? ¿Estás segura de que estás bien, Beyah?

Dejo caer mi cabeza hacia atrás y cierro los ojos mientras le vuelvo a mentir.
—Si. Janean sólo... Necesito un descanso. Y te extraño.

No lo extraño. Apenas lo conozco. Pero lo que sea que me saque de aquí,


como un vuelo más rápido. Puedo escuchar escribir desde el final de mi padre, como
si estuviera en una computadora. Empieza a murmurar tiempos y nombres de
aerolíneas.

—Puedo conseguirte un vuelo de United a Houston mañana por la mañana.


Deberías estar en el aeropuerto en cinco horas. ¿Cuántos días quieres quedarte?
—¿Houston? ¿Por qué Houston?

—Ahora vivo en Texas. Desde hace un año y medio.

Probablemente eso es algo, que una hija debería saber sobre su padre. Al
menos todavía tiene el mismo número de celular.

—Oh. Sí, lo olvidé. —Agarro la parte de atrás de mi cuello. 20

—¿Puedes comprar un boleto sólo de ida por ahora? No estoy segura de


cuánto tiempo quiero quedarme. Tal vez unas semanas.

—Sí, lo compraré ahora. Simplemente busca un agente de United en el


aeropuerto por la mañana y te imprimirán tu tarjeta de embarque. Me reuniré contigo
en el área de equipaje cuando aterrices.

—Gracias.

Termino la llamada antes de que pueda decir nada más. Cuando me doy la
vuelta, Gary lanza un pulgar en dirección a la puerta principal.

—Puedo llevarte al aeropuerto —dice—. Aunque te costará. —Él sonríe, y la


forma en que sus labios se curvan hace que mi estómago se revuelva. Cuando Gary
Shelby se ofrece a hacerle un favor a una mujer, no es a cambio de dinero. Y si voy
a intercambiar favores con alguien para que me lleve al aeropuerto, prefiero que sea
Dakota que Gary Shelby.

Estoy acostumbrada a Dakota. Por mucho que lo desprecio, ha sido


confiable.

Tomo el teléfono de nuevo y marco el número de Dakota. Mi padre dijo que


necesito estar en el aeropuerto en cinco horas, pero si espero hasta que Dakota se
duerma, es posible que no conteste el teléfono. Quiero llegar allí mientras todavía
tenga la oportunidad.

Me siento aliviada cuando Dakota responde a la llamada. Suena medio


dormido cuando dice. —¿Sí?

—Oye. Necesito un favor.


Hay un momento de silencio antes de que Dakota diga: —¿De verdad,
Beyah? A media noche.

Ni siquiera me pregunta qué necesito o si todo está bien. Inmediatamente se


enfada conmigo. Debería haber puesto fin a lo que sea que hay entre nosotros tan
pronto como comenzó.

Me aclaro la garganta. —Necesito que me lleven al aeropuerto. 21

Puedo escuchar a Dakota suspirar, como si fuera una molestia para él. Sé
que no lo soy. Puede que no sea más que una transacción para él, pero es una
transacción de la que parece que no se cansa.

Escucho el crujido de su cama como si estuviera sentado. —No tengo dinero.

—Yo no... no te estoy llamando para eso. Necesito que me lleves al


aeropuerto. Por favor.

Dakota gime y luego dice: —Dame media hora. —Cuelga. Así que lo hago.

Paso junto a Gary y me aseguro de cerrar su puerta mosquitera, cuando


salgo de su casa.

Con los años, he aprendido a no confiar en los hombres. La mayoría de las


personas con las que he interactuado, son como Gary Shelby. Buzz está bien, pero
no puedo ignorar que él creó a Dakota. Y Dakota es un Gary Shelby más joven y
más guapo. Escucho a la gente hablar de buenos hombres, pero empiezo a pensar
que es un mito. Pensé que Dakota era uno de los buenos. La mayoría de ellos
parecen simplemente Dakotas por fuera, pero debajo de todas esas capas de
epidermis y tejido subcutáneo, hay una enfermedad que corre por sus venas.

Cuando estoy de regreso dentro de mi propia casa, miro alrededor de mi


habitación, preguntándome si hay algo que quiera llevarme. No tengo mucho que
valga la pena empacar, así que tomo algunas mudadas de ropa, mi cepillo de
cabello y mi cepillo de dientes. Guardo mi ropa en bolsas de plástico, antes de
ponerla en mi mochila, para que no se moje, en caso de que me quede atascada en
la lluvia.
Antes de salir por la puerta principal para esperar a Dakota, quito el cuadro
de la Madre Teresa de la pared.

Intento meterlo en mi mochila, pero no encaja. Agarro otra bolsa de plástico


y pongo el cuadro en ella, luego la llevo conmigo fuera de la casa.

22
DOS

Una madre muerta, una escala en Orlando y varias horas de retrasos por el clima
más tarde, por fin estoy aquí.
23
En Texas.

Tan pronto como me bajo del avión y entro en el puente, puedo sentir el calor
de la tarde derritiéndose y chisporroteando en mi piel como si estuviera hecha de
mantequilla.

Camino sin vida, sin esperanza, siguiendo las señales de reclamo de


equipaje, para encontrarme con el padre del que estoy medio hecha, pero al que de
alguna manera no conozco.

No tengo experiencias negativas de él en mis recuerdos. De hecho, los


momentos que pasé con mi padre en el verano, son algunos de mis únicos buenos
recuerdos de la infancia. Mis sentimientos negativos hacia él provienen de todas las
experiencias que no tuve con él. Cuanto mayor me hago, más claro se vuelve para
mí, el poco esfuerzo que ha hecho para ser parte de mi vida. A veces me pregunto
cuán diferente sería, si hubiera pasado más tiempo con él que con Janean.

¿Habría resultado ser la misma humana desconfiada y escéptica en el que


me he convertido, si hubiera experimentado más momentos buenos que malos?

Tal vez sea así. O tal vez no. A veces creo que las personalidades, se
moldean más por el daño que por la bondad. La bondad no se hunde tan
profundamente en tu piel, como lo hace el daño. El daño mancha tanto tu alma que
no puedes borrarlo. Se queda ahí para siempre, y siento que la gente puede ver
todo mi daño con sólo mirarme.

Las cosas podrían haber sido diferentes para mí, si el daño y la amabilidad
hubieran tenido el mismo peso en mi pasado, pero lamentablemente no es así.
Podía contar la bondad que me demostraron con ambas manos. No podría contar
el daño que me hicieron, incluso si usara las manos de todas las personas en este
aeropuerto.
Me tomó un tiempo volverme inmune al daño. Para construir ese muro que
me protege a mí y a mi corazón de personas como mi madre. De tipos como Dakota.
Ahora estoy hecha de acero. Ven a mí, mundo. No puedes dañar el impermeable.

Cuando doblo la esquina y veo a mi padre a través del cristal que separa el
lado seguro del aeropuerto del no seguro, hago una pausa. Miro sus piernas.
Ambas.
24
Me gradué de la escuela secundaria hace solo dos semanas, y aunque
ciertamente no esperaba que se presentara a mi graduación, tenía una pequeña
esperanza de que lo hiciera. Pero una semana antes de graduarme, me dejó un
mensaje en el trabajo y me dijo que se rompió la pierna y no podía tomar el vuelo a
Kentucky.

Ninguna de sus piernas se ve rota desde aquí. Inmediatamente agradezco


que soy impermeable, porque esta mentira es probablemente algo que de otra
manera me hubiera dañado.

Está al lado del reclamo de equipaje sin muletas a la vista. Se pasea de un


lado a otro sin cojear, ni siquiera un problema en el paso. No soy médico, pero creo
que una pierna rota tarda más de unas pocas semanas en sanar. E incluso si se
curara en ese corto período de tiempo, seguramente habría limitaciones físicas
residuales.

Ya me arrepiento de haber venido aquí y él ni siquiera me ha visto todavía.

Todo ha sucedido tan rápido en las últimas veinticuatro horas, que no he


tenido la oportunidad de que todo me alcance. Mi madre está muerta, nunca volveré
a poner un pie en Kentucky y tengo que pasar las próximas semanas, con un
hombre con el que he pasado menos de doscientos días, desde que nací.

Pero me las arreglaré. Es lo que hago.

Cruzo la salida y entro en el área de reclamo de equipaje, justo cuando mi


padre mira hacia arriba. Deja de caminar, pero sus manos están metidas dentro de
los bolsillos de sus jeans y se quedan ahí por un momento. Hay un nerviosismo en
él y eso me gusta. Quiero que se sienta intimidado por su falta de participación en
mi vida. Quiero la ventaja este verano. No puedo imaginarme viviendo con un
hombre, que cree que podrá recuperar el tiempo perdido criándome excesivamente.
De hecho, preferiría que coexistiéramos en su casa y no habláramos, hasta que me
fuera a la universidad en agosto.

Caminamos el uno hacia el otro.

Él dio el primer paso, así que me aseguro y doy el último. No nos abrazamos
porque tengo mi mochila, mi bolso y la bolsa de plástico que contiene a la Madre
Teresa. No soy una abrazadora. Todas esas caricias, apretones y sonrisas no están 25
en mi agenda de reunión.

Nos saludamos torpemente con la cabeza y es obvio que somos extraños


que no compartimos nada más que un apellido y algo de ADN.

—Wow —dice, sacudiendo la cabeza mientras me mira—. Eres mayor. Y


hermosa. Y tan alta... y...

Obligo una sonrisa. —Te ves mayor.

Su cabello negro está salpicado de hebras blancas y su rostro está más lleno.
Siempre ha sido guapo, pero la mayoría de las niñas creen que sus padres son
guapos. Ahora que soy una adulta, puedo ver que en realidad es un hombre guapo.
Incluso los papás inútiles pueden ser guapos, supongo. Hay algo más en él que no
tiene nada que ver con el envejecimiento. No sé qué es, y no sé si me gusta.

Hace un gesto hacia la cinta de equipajes. —¿Cuántas bolsas tienes?

—Tres.

La mentira sale de mi boca de inmediato. A veces, me impresiono con la


facilidad con que me llegan las mentiras. Otro mecanismo de afrontamiento que
aprendí viviendo con Janean.

—Tres grandes maletas rojas. Pensé que me quedaría unas semanas, así
que traje todo.

Suena el timbre y el carrusel comienza a girar. Mi padre camina hacia donde


el equipaje comienza a salir de la cinta transportadora. Pongo la correa de mi
mochila en mi hombro, la mochila que contiene todo lo que traje. Ni siquiera tengo
una maleta, mucho menos tres rojas. Pero tal vez si cree que el aeropuerto perdió
mi equipaje, se ofrecerá a reemplazar mis pertenencias inexistentes.
Sé que pretender perder un equipaje inexistente es un engaño. Pero su
pierna no está rota, así que eso nos iguala.

Una mentira por una mentira.

Esperamos varios minutos con total incomodidad, por el equipaje que sé que
no llegará. Le digo que necesito refrescarme y pasar al menos diez minutos en el
baño. Me quité el uniforme de trabajo antes de subir al avión. Me puse uno de los 26
vestidos de verano que se habían arrugado en mi mochila. Estar sentada todo el
día en el aeropuerto y en un asiento de avión estrecho, lo ha hecho aún más
arrugado.

Miro mi reflejo en el espejo. No me parezco mucho a mi padre. Tengo el


cabello castaño apagado y sin vida de mi madre y los ojos verdes de mi padre.
También tengo la boca de mi padre. Mi madre tenía labios finos, casi invisibles, así
que al menos mi padre me dio algo más que su apellido.

Aunque partes de mí se parecen a partes de ellos, nunca sentí que


perteneciera a ninguno de ellos. Es como si me adoptara a mí misma cuando era
niña y hubiera estado sola desde entonces. Esta visita a mi padre se siente así...
una visita. No siento que vuelva a casa. Ni siquiera me siento como si acabara de
salir de casa.

El hogar todavía se siente como un lugar mítico, que he estado buscando


toda mi vida.

Para cuando salgo del baño, todos los demás pasajeros se han ido y mi padre
está en el mostrador, llenando un formulario por mi equipaje perdido.

—Muestra que no se registraron maletas con este boleto, —le dice el agente
a mi padre—. ¿Tienes el recibo? A veces las pegan en la parte de atrás del boleto.

Me mira. Me encojo de hombros inocentemente.

—Llegué tarde, así que mamá los revisó después de que me entregaron mi
boleto.
Me alejo del mostrador, fingiendo estar interesada en un letrero colgado en
la pared. El agente le dice a mi padre que se pondrán en contacto si encuentran las
bolsas.

Mi padre se acerca a mí y señala la puerta. —El auto esta por aquí.

27

El aeropuerto está a diez millas detrás de nosotros. Su GPS dice que su casa está
a sesenta y tres millas por delante de nosotros. Su auto huele a aftershave y sal.

—Una vez que te hayas instalado, Sara puede llevarte a la tienda a comprar
lo que necesites.

—¿Quién es Sara?

Mi padre me mira, como si no estuviera seguro, de si estoy bromeando o no.

—Sara. La hija de Alana.

—¿Alana?

Él mira hacia atrás a la carretera y veo un pequeño cambio en su mandíbula


mientras se aprieta.

—¿Mi mujer? Te envié una invitación a la boda el verano pasado. Dijiste que
no podías salir del trabajo.

Oh. Esa Alana. No sé nada de ella, más que lo que estaba impreso en la
invitación.

—No me di cuenta de que tenía una hija.

—Sí, bueno. Realmente no hemos hablado mucho este año—. Dice esto
como si abrigara algún resentimiento propio. Espero estar malinterpretando su tono,
porque no estoy segura, de cómo podría estar resentido conmigo de alguna manera
o forma.
Él es el padre. Sólo soy producto de sus malas decisiones y la falta de
anticonceptivos.

—Hay muchas cosas en las que ponerte al día —añade.

Oh, no tiene ni idea.

—¿Sara tiene hermanos? —Pregunto. Rezo para que no lo haga. La idea de 28


pasar el verano con alguien más que mi padre ya es un shock para mi sistema. No
puedo soportar más voltaje.

—Ella es hija única. Un poco mayor que tú, estudiante de primer año en la
universidad, en casa durante el verano. La amarás.

Ya veremos. He leído Cenicienta.

Extiende la mano hacia el respiradero.

—¿Hace calor aquí? ¿Muy frío?

—Está bien.

Ojalá pusiera algo de música. Todavía no sé cómo tener una conversación


cómoda con él.

—¿Cómo está tu madre?

Me pongo rígida cuando hace esa pregunta. —Ella es...—Hago una pausa.
Ni siquiera sé cómo decirlo. Siento que he esperado tanto tiempo para sacar el
tema, que ahora parecería extraño o preocupante, que no se lo dije por teléfono
anoche. O cuando lo vi por primera vez en el aeropuerto. Y luego está la mentira
que le dije al agente de boletos: que mi madre fue la que me dejó en el aeropuerto.

—Está mejor de lo que ha estado en mucho tiempo. —Me recuesto hacia el


costado de mi asiento para encontrar la palanca para inclinarlo hacia atrás. En lugar
de una palanca, encuentro un montón de botones. Los empujo hasta que mi asiento
finalmente comienza a reclinarse.
—¿Me despiertas cuando lleguemos? —Lo veo asentir, y me siento un poco
mal, pero no sé cuánto tiempo va a durar este viaje y realmente sólo quiero cerrar
los ojos, tratar de dormir y evitar preguntas. No sé cuáles podré responder.

29
TRES

Mi cabeza es golpeada por un violento movimiento. Mis ojos se abren rápidamente


y todo mi cuerpo se despierta.
30
—Es un ferry —dice mi padre. —Lo siento, siempre hay baches en la rampa.

Miro a mi padre, un poco desconcertada. Pero luego todo vuelve a mí.

Mi madre murió anoche.

Mi padre todavía no tiene idea.

Tengo una hermanastra y una madrastra.

Miro por la ventana, pero hay filas de autos que bloquean mi vista en todas
direcciones. —¿Por qué estamos en un ferry?

—El GPS dijo que hubo un retraso de tráfico de dos horas en la autopista 87.
Probablemente un accidente. Supuse que el ferry a la Península Bolivar sería más
rápido a esta hora del día.

—¿Ferry a dónde?

—Es donde está la casa de verano de Alana. Te va a encantar.

—¿Casa de verano? —Enarco una ceja. —¿Te casaste con alguien que tiene
casas de verano?

Mi padre se ríe ligeramente, pero no era una broma. La última vez que estuve
con él, vivía en un apartamento barato de una habitación en Washington y yo dormía
en el sofá. ¿Ahora tiene esposa con más de una casa?

Lo miro por un momento, dándome cuenta de por qué parece diferente. No


es la edad. Es el dinero.

Nunca ha sido un hombre rico, ni siquiera cerca. Ganaba lo suficiente para


pagar la manutención de sus hijos y pagar un apartamento de una habitación, pero
era el tipo de padre que solía ahorrar dinero, cortándose el cabello él mismo y
reutilizando vasos de plástico.

Pero mirándolo ahora, es evidente que los pequeños cambios en él, se deben
a que tiene dinero. Un corte de pelo que pagó. Ropa de marca. Un automóvil que
tiene botones en lugar de palancas.

Miro su volante y veo un Jaguar plateado brillante que salta en el centro. 31

Mi padre conduce un Jaguar.

Puedo sentir mi rostro retorciéndose en una mueca, así que miro por la
ventana antes de que él pueda ver la repugnancia que irradia de mí. —¿Eres rico
ahora?

Se ríe de nuevo. Lo odio. Odio escuchar a la gente reírse; es la más


condescendiente de todas las risas.

—Conseguí una promoción hace un par de años, pero no el tipo de


promoción, que me permitiría tener casas de temporada. El divorcio de Alana la dejó
con algunos bienes, pero también es dentista, así que le va bien.

Una dentista. Esto está muy mal.

Crecí en una casa rodante con una drogadicta como madre, y ahora estoy a
punto de pasar el verano, en una casa en la playa con una madrastra que tiene un
doctorado, lo que significa que es muy probable que su descendencia, sea una niña
rica malcriada. No tendré nada en común con ella.

Debería haberme quedado en Kentucky.

No soy muy buena hablando, pero soy aún peor hablando con gente que
tiene dinero. Necesito salir de este coche. Necesito un momento para mí.

Me levanto de mi asiento, tratando de ver mejor por la ventana, para ver si


hay otras personas fuera de sus autos. Nunca antes había estado en el océano ni
en un ferry. Mi padre vivió en Spokane la mayor parte de mi vida y no está cerca del
agua, por lo que Kentucky y Washington son los únicos dos estados, en los que he
estado hasta ahora.
—¿Puedo salir del coche?

—Sí— dice. —Hay una plataforma para observación arriba. Tenemos unos
quince minutos.

—¿Vas a salir?

Sacude la cabeza y agarra su teléfono celular. —Tengo que hacer algunas 32


llamadas.

Salgo de su auto y miro hacia la parte trasera del ferry, pero hay familias
lanzando trozos de pan a las gaviotas que revolotean. También hay una multitud en
la parte delantera del ferry y en la plataforma de observación sobre mí, así que
camino hasta perderme de vista de mi padre. No hay nadie al otro lado del barco,
así que me abro paso entre los autos.

Cuando llego a la barandilla, la agarro y me inclino hacia adelante, mirando


hacia el océano por primera vez en mi vida.

Si el atardecer tuviera olor, sería este.

Estoy convencida, de que nunca he inhalado respiraciones más puras, que


las que estoy inhalando ahora. Cierro los ojos y respiro tanto como puedo. Hay algo
en la salinidad del aire que se siente indulgente, cuando se mezcla con el aire
viciado de Kentucky, que todavía se adhiere a las paredes de mis pulmones.

La brisa agita mi cabello, así que lo agarro con las manos y lo giro, luego lo
aseguro con la banda elástica, que he tenido en mi muñeca todo el día.

Miro hacia el oeste. El sol está a punto de ponerse y todo el cielo es remolinos
de rosa, naranja y rojo. He visto la puesta de sol innumerables veces, pero nunca
he visto el sol cuando está separado de mí, por nada más que el océano y una
pequeña franja de tierra. Parece que cuelga sobre la tierra, como una llama flotante.

Es la primera puesta de sol que he sentido tan profunda en mi pecho. Siento


que mis ojos comienzan a lagrimear, ante la belleza pura.

¿Qué dice esto sobre mí? Todavía tengo que derramar una lágrima por mi
madre, pero ¿puedo de alguna manera ahorrar una, para un acto repetitivo de la
naturaleza?
Sin embargo, no puedo evitar sentirme un poco conmovida por esto. El cielo
se arremolina con tantos colores, es como si la tierra hubiera escrito un poema
usando nubes, comunicando su agradecimiento a quienes la cuidamos.

Inspiro otra respiración profunda, queriendo recordar esta sensación, este


olor y el sonido de las gaviotas para siempre. Tengo miedo de que el poder de todo
esto, se desvanezca cuanto más lo experimente. Siempre he sentido curiosidad por
eso, si las personas que viven en la playa lo aprecian menos, que las personas cuya 33
única vista es el porche trasero de su casa de mierda.

Miro a mi alrededor, preguntándome si la gente de este ferry está dando por


sentada esta vista. Algunos de ellos miran la puesta de sol. Muchos de ellos
permanecen en sus autos.

Si estoy a punto de pasar el verano con vistas como esta, ¿será mejor que
las empiece a dar por sentado?

Alguien desde la parte trasera del ferry grita que hay delfines, y aunque me
encantaría ver un delfín, me gusta aún más la idea de ir en dirección opuesta a la
multitud. Todos en la parte delantera del ferry, son como insectos de junio a la luz
de un porche, mientras se dirigen hacia la parte trasera.

Aprovecho para trasladarme al frente del ferry. Ahora está vacío y más
apartado de los autos.

Noto una barra de pan Sunbeam medio vacía en la cubierta del ferry cerca
de mis pies. Es lo que los niños han estado usando para alimentar a las gaviotas.
Alguien debe haberlo dejado caer en su prisa por ir a ver a los delfines.

Mi estómago ruge tan pronto como veo el pan, recordándome que apenas he
comido en las últimas veinticuatro horas. Además de una bolsa de pretzels en el
avión, no he comido nada desde mi almuerzo en el trabajo ayer, e incluso entonces,
todo lo que comí fue una pequeña orden de papas fritas.

Miro a mi alrededor para asegurarme de que no hay gente entretenida, luego


tomo la barra de pan. Llevo la mano al interior y saco una rebanada, después vuelvo
a poner la hogaza donde la encontré.
Me apoyo en la barandilla y rompo el pan en pedazos, lentamente los enrollo
y me los meto en la boca. Siempre he comido pan de esta manera. Despacio. Es un
error, al menos en mi caso, que las personas que viven en la pobreza no se coman
la comida cuando la obtienen. Siempre la he saboreado porque nunca supe cuándo
volvería a comer. Al crecer, cuando llegaba a tener una rebanada de pan, hacía que
esa rebanada durara todo el día.

Eso es algo a lo que tendré que acostumbrarme este verano, especialmente 34


si la nueva esposa de mi padre cocina. Probablemente tengan cenas familiares
juntos. Esto va a ser muy extraño.

Es triste que sea extraño que tenga acceso regular a la comida. Me meto otro
trozo de pan en la boca y luego me doy la vuelta para ver el ferry. Robert H. Dedman
está escrito en el costado del piso superior con grandes letras blancas.

¿Un ferry llamado Dedman? Eso no es nada reconfortante. Varias personas


han regresado al frente de la cubierta superior ahora. Los delfines deben haber
desaparecido.

Mis ojos se dirigen a un tipo en el piso superior que sostiene una cámara
como si no significara nada para él. La correa ni siquiera está envuelta alrededor de
su muñeca. Está colgando, como si tuviera cámaras de reemplazo en casa si dejara
caer la suya. La cámara me apunta directamente. Al menos eso parece.

Miro detrás de mí, pero no hay nada allí, así que no estoy segura de qué más
estaría tomando una foto. Cuando lo miro, todavía me mira. Incluso con él en un
nivel más alto que yo en este ferry, mis mecanismos de defensa se activan de
inmediato. Siempre lo hacen cuando encuentro a alguien atractivo.

En cierto modo, me recuerda a los chicos de Kentucky que regresan a la


escuela después de estar en la granja todo el verano bajo el sol abrasador. Su piel
está besada con un bronceado, su cabello está lleno de mechas rubias claras de
los rayos del sol. Me pregunto de qué color serán sus ojos.

No, no me extraña. No me importa la atracción, conduce a la confianza,


conduce al amor, y esas son cosas de las que no quiero formar parte. Me he
entrenado para apagarme más rápido de lo que puedo encender. Como un
interruptor, lo encuentro desagradable instantáneamente como lo encuentre
atractivo.
No puedo descifrar lo que significa la expresión de su rostro desde aquí. No
sé leer muy bien a la gente de mi edad porque, sinceramente, nunca he tenido
muchos amigos, pero definitivamente no sé cómo leer las expresiones de la gente
rica de mi edad.

Miro mi ropa. Mi vestido de verano arrugado y descolorido. Mis sandalias que


he logrado mantener intactas durante dos años. La media rebanada de pan que
queda en mi mano. Miro de nuevo al tipo con la cámara que todavía apunta en mi 35
dirección y de repente me siento avergonzada. ¿Cuánto tiempo ha estado tomando
fotos de mí? ¿Me tomó una foto robando la rebanada de pan desechado? ¿Me
fotografió comiéndomelo? ¿Está planeando publicar las fotos en línea con la
esperanza de que se vuelvan virales como esas publicaciones desalmadas de la
gente de Walmart?

La confianza, el amor, la atracción y la decepción son sólo muchas de las


cosas de las que he aprendido a protegerme, pero la vergüenza es algo en lo que
todavía estoy trabajando, aparentemente. Me envuelve en una ola de calor de la
cabeza a los pies.

Miro nerviosamente a mi alrededor, reconociendo la mezcla de personas en


este ferry. Los vacacionistas en sus Jeeps, con sandalias y bloqueador solar. La
gente de negocios todavía sentada en sus autos con sus trajes de negocios. Y luego
estoy yo. La chica que no puede pagar un auto o unas vacaciones.

No pertenezco a este ferry, transportando estos autos lujosos llenos de


personas elegantes que sostienen cámaras como si fueran tan baratas como un
MoonPie.

Miro de nuevo al chico de la cámara y él todavía me mira, probablemente


preguntándose qué estoy haciendo en este ferry con toda su gente, mientras uso
mi ropa descolorida y luzco mi cabello con puntas partidas, uñas sucias y secretos
desagradables.

Miro al frente y veo una puerta que conduce a un área cerrada del ferry. Me
lanzo hacia la puerta y me agacho dentro. Hay un baño a mi derecha, así que me
retiro y cierro la puerta detrás de mí.
Me miro en el espejo. Mi cara está sonrojada y no sé si es por la vergüenza
o por este intenso calor de Texas. Saco la goma elástica de mi cabello y trato de
peinar los mechones desordenados con los dedos.

No puedo creer que me vea así y estoy a punto de conocer a la nueva familia
de mi padre por primera vez. Probablemente son el tipo de mujeres que van a los
salones, para arreglarse el cabello y las uñas, y a los médicos para suavizar sus
imperfecciones. Probablemente hablen bien y huelan a gardenias. 36

Estoy pastosa, sudorosa y huelo a una mezcla de moho y grasa de una


freidora McDonald's. Tiro el resto de mi pan a la basura del baño.

Me miro al espejo, pero todo lo que veo es la versión más triste de mí misma.
Quizás perder a mi madre anoche, me esté afectando más de lo que quiero admitir.
Tal vez mi decisión de llamar a mi padre la tomé apresuradamente, porque no quiero
estar aquí. Pero yo tampoco quiero estar ahí.

En este momento, es difícil estar.

Tiempo.

Me recojo el cabello, suspiro y abro la puerta del baño. Es una puerta pesada
hecha de acero grueso, por lo que se cierra de golpe detrás de mí. Ni siquiera estoy
a dos pasos del baño, cuando me detengo porque alguien está cerca del pequeño
pasillo y bloquea mi camino hacia la salida.

Me encuentro mirando a los ojos impenetrables del chico de la cámara. Me


está mirando como si supiera que estaba en el baño y él está aquí con un propósito.
Ahora que estoy mucho más cerca de él, creo que estaba equivocada acerca de
que él tenía mi edad. Puede que sea unos años mayor que yo. O tal vez ser rico, te
hace parecer mayor. Hay un aire de confianza que lo rodea y juro que huele a dinero.

Ni siquiera conozco a este tipo, pero ya sé que no me gusta. Me desagrada


él, tanto como el resto de ellos. Este chico piensa que está bien tomar fotos de una
chica pobre, durante un momento un poco vulnerable y vergonzoso, mientras
sostiene su cámara como un idiota descuidado.

Intento dar un paso alrededor de él para llegar a la puerta de salida, pero él


se hace a un lado y queda frente a mí.
Sus ojos (son azul claro y llamativos, tristemente) se desplazan por mi cara
y odio que esté tan cerca de mí. Mira por encima del hombro como para asegurar
nuestra privacidad, luego desliza discretamente algo en la palma de mi mano. Miro
hacia abajo y veo un billete de veinte dólares doblado. Miro del dinero, de vuelta a
él, dándome cuenta de lo que está ofreciendo. Estamos cerca de un baño. Sabe
que soy pobre.

Asume que estoy lo suficientemente desesperada como para arrastrarlo al 37


baño y ganar los veinte dólares que acaba de deslizar en mi mano.

¿Qué hay en mí que hace que los chicos piensen esto? ¿Qué vibra estoy
poniendo? Me enfurece tanto, que hago una bola con el dinero y se lo tiro. Apuntaba
a su cara, pero es elegante y se inclina hacia un lado.

Agarro la cámara de su mano. Le doy la vuelta hasta que encuentro la ranura


para la tarjeta de memoria. La abro y saco la tarjeta, luego le arrojo la cámara. No
la atrapa. Se cae al suelo con un sonido estrépito, un trozo se rompe y vuela a mis
pies.

—¿Qué demonios? —dice, inclinándose para recogerla.

Me doy la vuelta, preparada para alejarme de él, pero me tropiezo con alguien
más. Como si estar atrapada en un pequeño pasillo, con un tipo que me acaba de
ofrecer veinte dólares por una mamada, no fuera lo suficientemente malo, ahora
estoy atrapada por dos tipos. Este chico nuevo no es tan alto como el chico de la
cámara, pero huelen igual. Como el golf. ¿Es el golf un olor? Debería ser. Podría
embotellarlo y venderlo a imbéciles como estos.

Este segundo tipo lleva una camisa negra con la palabra Hispanic, pero His
y Panic están en dos fuentes separadas. Me tomo un momento para respetar la
camiseta porque realmente es inteligente, pero luego intento salir del camino.

—Lo siento, Marcos —dice el tipo de la cámara mientras trata de


reconstruirla.

—¿Qué pasó? —pregunta el tipo llamado Marcos.

Por un momento, pensé que tal vez este tipo podría haber visto nuestra
interacción y vino a rescatarme, pero parece más preocupado por la cámara que
por mí. Me siento un poco mal por tirar la cámara, ahora que sé que no pertenecía,
al tipo que la estaba usando.

Presiono mi espalda contra la pared, con la esperanza de pasar


desapercibida.

El tipo que sostiene la cámara, mueve una mano frívola en mi dirección. —


Me tropecé con ella accidentalmente y la dejé caer. 38

Marcos me mira y luego vuelve a mirarme con esos ojos azul claro. Hay algo
en la forma en que me miran, algo tácito. Es como si se estuvieran comunicando,
en un lenguaje silencioso que no entiendo.

Marcos pasa a nuestro lado y abre la puerta del baño.

—Nos vemos en el auto, estamos a punto de atracar.

Me encuentro solo con el camarógrafo de nuevo, pero todo lo que quiero


hacer, es escapar y regresar al auto de mi padre. El tipo está enfocado en la cámara
de Marcos, tratando de reconstruirla cuando dice —No me estaba propasando. Te
vi tomar el pan y pensé que te vendría bien la ayuda.

Inclino la cabeza cuando hace contacto visual conmigo, estudiando su


expresión mientras busco la mentira reveladora. No sé qué es peor: él haciéndome
proposiciones o él sintiendo pena por mí. Quiero responder con algo inteligente, o
cualquier cosa en realidad, pero me quedo paralizada mientras nos miramos el uno
al otro. Algo en este tipo me está clavando, como si su aura tuviera garras.

Hay una pesadez detrás de sus ojos reflectantes, que asumí que sólo la
gente como yo estaba familiarizada. ¿Qué podría ser tan terrible en la vida de este
tipo, que me haría creer que está dañado? Pero puedo decir que lo es. Las personas
dañadas reconocen a otras personas dañadas. Es como un club, del que no quieres
ser miembro.

—¿Puedo recuperar mi tarjeta de memoria? —pregunta, extendiendo su


mano.
No voy a devolver todas las fotos, que acaba de tomarme sin mi permiso. Me
agacho y recojo los veinte dólares del suelo. Se los coloco en la mano. —Aquí tienes
veinte dólares. Cómprate una nueva.

Con eso, giro y escapo por la puerta. Agarro la tarjeta de memoria en mi


mano, mientras camino de regreso a través de las filas de autos, hacia el de mi
padre.
39
Me subo al asiento del pasajero y cierro la puerta silenciosamente, porque
mi padre está al teléfono. Suena como una llamada de negocios. Busco en el
asiento trasero y deslizo la tarjeta de memoria en mi mochila. Cuando miro hacia
adelante de nuevo, los dos muchachos están saliendo de la sección interior del ferry.

Marcos está en su teléfono y el otro tipo está mirando a la cámara, todavía


tratando de volver a armarla, mientras se dirigen a un automóvil cerca del nuestro.
Me hundo en mi asiento, esperando que no me vean. Se suben a un BMW dos filas
más allá, al lado del coche de mi padre.

Mi padre finaliza su llamada telefónica y enciende el automóvil, justo cuando


el ferry comienza a atracar. Sólo la mitad del sol, permanece colgando en el cielo.
La otra mitad es tragada por la tierra y el mar, y me gustaría que el mar pudiera
hacerme lo mismo ahora mismo.

—Sara está muy emocionada de conocerte— dice mi padre mientras


enciende el auto. —Aparte de su novio, no hay muchos clientes habituales en la
Península. En su mayoría son casas de vacaciones. Airbnb, Vrbo, cosas así. Hay
mucha gente nueva que va y viene cada pocos días, así que es bueno que tenga
una amiga.

Los coches empiezan a salir del ferry por filas. No sé por qué, pero miro más
allá de mi padre y miro al BMW que pasa a nuestro lado. El chico de la cámara está
mirando por la ventana ahora.

Me pongo rígida, cuando me ve en el asiento del pasajero. Nos miramos a


los ojos, y su mirada es inquebrantable cuando pasan. No me gusta que mi cuerpo
responda a esa mirada, así que aparto la mirada y miro por la ventana.

—¿Cómo se llama el novio de Sara?


Todo en mí está esperando que no sea Marcos o su idiota amigo de ojos
bonitos. —Marcos.

Por supuesto que lo es.

40
CUATRO

La casa no es tan extravagante como temía, pero sigue siendo la casa más bonita
en la que he estado.
41
Es frente a la playa, de dos pisos, construida sobre pilotes como cualquier otra casa
en este vecindario. Tienes que subir dos tramos de escaleras, antes de llegar al
primer piso.

Hago una pausa, cuando llegamos a lo alto del segundo tramo de escalones,
antes de seguir a mi padre a la casa, para conocer a su nueva familia.

Contemplo la vista por un momento. Es como una pared de océano y playa


frente a nosotros hasta donde puedo ver. El agua parece viva. Agitada. Respiro. Es
magnífico y aterrador.

Me pregunto si mi madre vio el océano antes de morir. Nació y creció en


Kentucky, en la misma ciudad en la que murió anoche. No recuerdo haber
escuchado historias de viajes que hiciera, ni haber visto fotos de las vacaciones de
mi infancia. Eso me entristece por ella. No me di cuenta de lo que significaría para
mí ver el océano, pero ahora que lo he visto, quiero que todos los seres humanos
de la tierra lo experimenten.

Ver el océano en persona, se siente casi tan importante como tener comida
y refugio. No parece descabellado creer que debería existir una organización
benéfica, con el único propósito de permitir que las personas, se puedan permitir un
viaje a la playa. Debería ser un derecho humano básico. Una necesidad. Es como
años de terapia, enrollados en una vista.

—¿Beyah?

Aparto la mirada de la playa y miro hacia una mujer, que está parada en la
sala de estar. Ella es exactamente como la imaginé. Brillante, como una paleta, con
dientes blancos, uñas pintadas de color rosa y cabello rubio que parece muy caro.
Gimo, pero no estaba destinado a ser escuchado por nadie. Creo que tal vez
salió más fuerte de lo que esperaba, porque inclina la cabeza. Ella sonríe de todos
modos.

Vine preparada para evitar abrazos, así que sostengo mi pintura de la Madre
Teresa y mi mochila, contra mi pecho como barrera.

—Hola. 42

Entro a la casa. Huele a lino fresco y.… tocino. Qué combinación más
extraña, pero incluso una combinación de lino / tocino es un cambio agradable del
moho y el humo del cigarrillo al que siempre olía nuestro remolque.

Alana parece confundida en cuanto a cómo saludarme, ya que realmente no


puede abrazarme. Mi padre arroja sus llaves, sobre una repisa que hay sobre la
chimenea y dice:

—¿Dónde está Sara?

—Llegando—. Una voz fabricada en tono alto acompaña el ruido de pies


rebotando en las escaleras. Aparece una versión más joven de Alana, con una
sonrisa con los dientes, de alguna manera, más blancos que los de su madre. Ella
hace esta cosa en la que salta, aplaude y suelta un chillido, y es honestamente
aterrador.

Se apresura a cruzar la habitación y dice:

—Dios mío, eres tan bonita—. Toma mi mano y dice —Vamos, te mostraré
tu habitación.

Ni siquiera me da tiempo para objetar. La sigo a ella y su cola de caballo.


Lleva unos pantalones cortos de mezclilla y un bikini negro, pero sin camisa. Huele
a aceite de coco.

—¡La cena estará lista en media hora! —grita Alana desde abajo.

Sara me suelta la mano y abre una puerta, cuando llegamos al último piso.
Miro alrededor de mi nuevo dormitorio. Las paredes están pintadas de un azul
relajante, casi del mismo color, que los ojos del chico del ferry. La colcha es blanca,
con un pulpo azul gigante encima.
La cama está perfectamente hecha, con una ofensiva cantidad de
almohadas. Todo huele y parece demasiado limpio para tocarlo, pero Sara se deja
caer en la cama y me observa, mientras observo la habitación. Es tres veces del
tamaño del dormitorio en el que crecí.

—Mi habitación está al otro lado del pasillo— dice Sara, señalando la puerta
por la que acabamos de entrar.
43
Luego lanza una mano hacia dos puertas, que se abren a un balcón con una
vista despejada de la playa. —Esta habitación tiene la mejor vista de toda la casa.

Debe haber algo mal en ella, si tiene la mejor vista, pero nadie elige quedarse
en esta habitación. Tal vez la playa es demasiado ruidosa y activa por las mañanas,
y esta habitación siente la peor parte. Sara salta de la cama y abre una puerta, luego
enciende la luz del baño.

—No hay bañera, pero la ducha es agradable— Abre otra puerta, el vestidor
—Algunas de mis cosas están ahí— dice— pero las sacaré esta semana.

Cierra la puerta y camina hacia la cómoda y abre el cajón inferior, está lleno
de cosas.

—Cajón de basura — dice— pero los otros tres cajones están libres.

Los cierra y vuelve a sentarse en la cama.

—¿Entonces? ¿Te gusta?

Asiento con la cabeza.

—Bueno. No sé en qué tipo de casa vivías, pero espero que no te hayamos


hecho bajar de categoría—. Llega a la mesa de noche junto a la cama y agarra un
control remoto.

—Todas las habitaciones tienen de todo. Netflix, Hulu, Prime. Puede usar
nuestras cuentas, están todas listas para usar.

No tiene idea de que le está diciendo esto a una chica, que ni siquiera ha
tenido un televisor. No me he movido ni hablado, desde que entramos en la
habitación. Ella está haciendo lo suficiente por las dos, pero me las arreglo para
murmurar: —Gracias.

—¿Por cuánto tiempo estarás aquí? —pregunta.

—No estoy segura, el verano, tal vez.

—Oh wow. Increíble. 44

Aprieto mis labios y asiento.

—Sí, Increíble

Sara no capta el sarcasmo. Ella sonríe, o tal vez todavía está sonriendo. No
estoy segura de que alguna vez se detuviera.

—Puedes moverte, lo sabes. Deja tus cosas.

Me acerco a la cómoda y coloco la bolsa de plástico encima. Tiro mi mochila


al suelo.

—¿Dónde está el resto de tus cosas? —Me pregunta.

—El aeropuerto perdió mi equipaje

—¡Oh, Dios! —dice, demasiado empática. —Déjame traerte algo de ropa,


hasta que podamos ir a una tienda.

Salta de la cama y sale de la habitación. No puedo decir si la sonrisa en su


rostro es genuina. Me tiene aún más nerviosa que antes de conocerla. Confiaría
más en ella si fuera distante, o incluso una perra. Se siente un poco como las chicas
de mi escuela secundaria. Las llamo chicas del vestuario. Son agradables en la
cancha, frente al entrenador. Pero en el vestuario es una historia diferente. No sé si
estamos en la cancha o en el vestuario en este momento.

—¿Qué talla eres? —grita desde el otro lado del pasillo.

Me acerco a la puerta y la veo hurgando en una cómoda del otro dormitorio.


—¿Un dos, creo? ¿Quizás un cuatro? —La veo hacer una pausa por un momento.
Ella me mira del otro lado del pasillo y asiente con fuerza, como si mi respuesta la
molestara de alguna manera. Ser tan delgada no es algo por lo que luche. Ha sido
una batalla constante, tratar de consumir suficientes calorías, para mantener la
energía que necesito para jugar al voleibol, sin tener tanto acceso a los alimentos
como la mayoría de las personas. Espero que antes del final del verano, pueda
ganar el peso que tanto necesito.

—Bueno, yo soy cuatro —dice, caminando de regreso a mi habitación—.


Actualmente. Pero aquí hay algunas camisas y dos vestidos de verano. 45

Me entrega la pila de ropa.

—Estoy segura de que te quedarán holgados, pero funcionarán hasta que


obtengas tus cosas de la aerolínea.

— Gracias.

—¿Estás a dieta? —Pregunta, mirándome de arriba abajo, —¿O siempre has


sido así de flaca?

No sé si es un comentario ambiguo. Tal vez sea porque no tiene idea, por


qué soy tan delgada, así que se siente como un insulto. Niego un poco con la
cabeza, necesitando que esta conversación termine. Quiero ducharme y cambiarme
y estar sola un rato. No ha dejado de hablar desde que la conocí. Ella no se va.
Camina hacia la cama y se sienta de nuevo, esta vez cayendo de lado y apoyando
la cabeza en la mano.

—¿Tienes novio?

—No —camino en busca de la ropa hasta el armario.

—Oh Dios. Hay un chico que creo que te gustará. Samson. Vive al lado.

Quiero decirle que no se moleste, que los hombres son escoria, pero
probablemente ella, no ha tenido el mismo tipo de interacciones con los chicos que
yo. Dakota no le ofrecería dinero a una chica como Sara. Simplemente le
coquetearía gratis. Sara vuelve a saltar de la cama y cruza la habitación hasta la
otra pared de cortinas. Ella abre una.
—Esa es la casa de Samson— dice, señalando por la ventana. —Es super
rico. Su padre está en el negocio del petróleo o algo así— presiona la frente contra
el cristal. —Oh, Dios mío, ven aquí.

Camino hacia donde ella está parada y miro por la ventana. La casa de
Samson, es incluso más grande que en la que estamos nosotros. Hay una luz
encendida en su casa, en la cocina. Sara apunta hacia esa parte de su casa.
46
—Mira tiene una chica ahí.

Hay un tipo parado entre las piernas de una chica, que está sentada en la
isla de su cocina. Se están besando. Cuando se separan, aspiro un jadeo silencioso.
Samson es el idiota de ojos azules. Samson es el mismo tipo, que intentó pagarme
veinte dólares, para que me uniera a él en el baño del ferry. Bruto. Pero algo
impresionante. Trabaja rápido. Estaba en el mismo ferry en el que yo estaba, lo que
significa que acaba de llegar a casa hace diez minutos. Me pregunto si le ofreció
veinte dólares a esa chica.

—¿Ese es el tipo con el que quieres tenderme una trampa? —pregunto,


mientras vemos su lengua explorar el cuello de la chica.

—Sí—dice Sara, con total naturalidad.

—Parece que se lo llevaron—Sara se ríe.

—No, no es así. Ella se irá pronto. Samson sólo se besa, con las chicas que
están aquí un fin de semana.

—Suena terrible, es el típico niño rico mimado—la miro confundida—. ¿Pero


quieres emparejarme con él?

—Es lindo— dice encogiéndose de hombros—. Y es amigo de mi novio. Sería


genial si nos uniéramos todos. Hacemos cosas juntos. A veces, Samson se siente
como un mal tercio.

Niego con la cabeza y me alejo de la ventana. —No estoy interesada.

—Sí, dijo lo mismo cuando le dije que podrías estar aquí durante el verano.
Pero podrías cambiar de opinión después de conocerlo.
—Lo he conocido. Y todavía no me interesa. Lo último que necesito ahora es
un novio

—Oh, no— dice Sara. —No estaba diciendo que debieras salir con él así.
Sólo quiero decir... ya sabes. Amor de verano, pero lo que sea. Lo entiendo—.
Suspira, como si eso la entristeciera.

Solo estoy esperando que se vaya para poder tener algo de privacidad. Ella 47
me mira fijamente por un momento, y puedo ver su mente tratando de pensar en
otra pregunta, o cualquier otra cosa que decir.

—Mi mamá y tu papá no serán muy estrictos ya que estamos fuera de la


escuela secundaria. Solo quieren saber dónde estamos en todo momento, que es
básicamente en el patio delantero, en la playa. Hacemos una fogata todas las
noches y pasamos el rato.

Se me acaba de ocurrir que esta chica conoce el estilo de crianza de mi padre


mejor que yo. No había pensado en eso antes de este momento. Sé que su nombre
es Brian, su pierna no está rota y es financiero. Eso es todo.

—¿A dónde quieres ir a comprar cosas nuevas mañana?

—Tendremos que ir a Houston, todo lo que realmente tienen aquí es un


Walmart.

—Walmart está bien— Sara se ríe, pero cuando ve que no estoy riendo, se
muerde el labio para detener su sonrisa.

—Oh. Hablabas en serio— se aclara la garganta, luciendo muy incómoda


ahora.

Y este podría ser el momento en que se dé cuenta de que no somos nada


iguales. No sé cómo voy a aguantar todo un verano con una chica que piensa que
Walmart es ridículo. He comprado en tiendas de segunda mano y ventas de garaje
toda mi vida. Walmart es un paso adelante para mí.

Siento que estoy a punto de llorar y no sé por qué.


Puedo sentir las lágrimas viniendo. De repente extraño mi antigua casa, a mi
mamá adicta y mi refrigerador vacío. Incluso extraño el olor de sus cigarrillos y nunca
pensé que eso pasaría. Al menos ese olor era auténtico.

Esta habitación huele rico, sofisticado y confortable. Huele fraudulento.

Señalo hacia el baño. —Creo que me voy a duchar ahora— Sara mira el baño
y luego a mí. Se da cuenta de que esa es su señal para irse. 48

—Trata de darte prisa, porque a mamá le gusta cenar en familia los fines de
semana.

Pone los ojos en blanco cuando dice familia, luego cierra la puerta de mi
dormitorio.

Estoy en el centro de esta habitación desconocida, sintiéndome más que un


poco abrumada.

No estoy segura de haberme sentido más sola que ahora. Al menos cuando
estaba en la casa con mi madre, sentía que encajaba allí. Pertenecíamos allí juntas,
sin importar cuán disparejas fuéramos. Aprendimos a navegar y tejer nuestras vidas
alrededor de la otra y en esta casa, no estoy segura de poder entretejer
invisiblemente a ninguna de estas personas. Son como paredes de ladrillo, con las
que me voy a estrellar a cada paso.

Se siente claustrofóbico.

Me acerco a las puertas del balcón, abro una de ellas y salgo. Tan pronto
como la brisa golpea mi cara, empiezo a llorar. Ni siquiera es un llanto discreto. Es
un sollozo retrasado de casi veinticuatro horas.

Presiono mis codos contra la barandilla y me cubro la cara con las manos,
tratando de reprimirlo antes de que Sara decida volver a mi habitación. O peor, mi
padre.

Nada funciona. Sólo sigo llorando. Probablemente pasan cinco minutos,


mientras me paro y miro el agua a través de una visión borrosa y llena de lágrimas
mientras sollozo.

Necesito contarle a mi padre lo que pasó anoche.


Inhalo varias veces y me limpio los ojos, reuniendo cada gramo de resolución
en mí, para recuperar el control de mis emociones. Con el tiempo, me limpio
suficientes lágrimas de los ojos, para poder apreciar la vista del océano bajo la luz
de la luna.

La chica a la que Samson estaba besando en su cocina, acaba de cruzar la


duna de arena entre las dos casas. Ella se une a una multitud de personas reunidas
alrededor de un fuego. Todos son jóvenes, probablemente en su adolescencia y 49
principios de los veinte. Probablemente todos sean ricos, despreocupados y
confiados. Esto es probablemente lo que hace Sara todas las noches, y
probablemente esos sean sus amigos.

Más personas con las que no tengo nada en común. No quiero que nadie me
vea aquí arriba llorando, así que giro para volver a mi habitación.

Pero me congelo.

Samson está solo en el balcón de al lado. Me está mirando con una expresión
ilegible.

Lo miro por dos segundos y luego entro al dormitorio y cierro la puerta.

Primero, me ve comiendo pan en la cubierta de un ferry. Luego me ofrece


dinero y todavía no estoy segura de sus motivos, detrás de esa oferta. Luego
descubro, que es mi nuevo vecino durante el verano.

Y ahora ha sido testigo del primer colapso que he tenido en años.

Excelente.

A la mierda este verano.

Que se joda esta gente.

A la mierda todo el estado actual de mi vida.


CINCO

Tuve mi primer beso cuando tenía doce años.

Era sábado por la mañana. Estaba de pie junto a la estufa, a punto de cocinar
50
huevos revueltos. No escuché a mi madre regresar a casa la noche anterior, así que
asumí que estaba sola en la casa. Acababa de romper dos huevos en una sartén,
cuando escuché abrirse la puerta del dormitorio de mi madre.

Miré para ver a un hombre desconocido, saliendo de su habitación con un


par de botas de trabajo. Hizo una pausa cuando me vio en la estufa.

Nunca lo había visto antes. Mi madre siempre tuvo una nueva relación o
ruptura. Hice todo lo posible para mantenerme fuera de su camino, ya sea que se
enamorara o que se le rompiera el corazón. Ambas cosas eran igualmente
dramáticas. Nunca olvidaré la forma en que el hombre me miró. Fue una mirada
lenta, de la cabeza a los pies, como si tuviera hambre y yo fuera comida. Era la
primera vez que un hombre me miraba así. Instantáneamente sentí que se me
erizaba el vello de los brazos e inmediatamente volví mi atención a la estufa.

—¿No vas a decir hola? —preguntó el hombre.

Lo ignoré. Esperaba que, si pensaba que era grosera, se iría, pero, en


cambio, entró en la cocina y se apoyó en el mostrador junto a la estufa. Estaba
concentrada en revolver los huevos.

—¿Es suficiente?

Negué con la cabeza. —Solo comemos con dos huevos.

—Suena como suficiente. Me muero de hambre—.

Se acercó a la mesa y empezó a ponerse las botas de trabajo. Había


terminado de revolver los huevos, cuando él se puso las botas. No supe qué hacer.
Tenía hambre y eran nuestros únicos dos huevos, pero él estaba sentado a la mesa,
como si esperara que lo alimentara. Ni siquiera sabía quién diablos era.
Pasé los huevos a un plato, agarré un tenedor y traté de salir corriendo de la
cocina hacia mi habitación. Me alcanzó en el pasillo, agarró mi muñeca y me empujó
contra la pared.

—¿Así es como tratas a los invitados? —me agarró por la mandíbula y me


besó.

Estaba luchando por alejarme de él. Su boca estaba haciéndome daño. La 51


barba se clavó en mi cara y olía a comida podrida. Mantuve los dientes apretados,
pero él siguió apretando mi mandíbula con más fuerza, tratando de abrir mi boca.
Finalmente, le di un golpe en la cabeza tan fuerte como pude, con el plato de
huevos.

Se apartó y me abofeteó.

Luego se fue.

Nunca lo volví a ver. Ni siquiera supe su nombre. Mi madre se despertó unas


horas más tarde y vio el plato roto y los huevos sin comer encima del bote de basura.
Me gritó por desperdiciar los dos últimos huevos.

No he comido huevos desde ese día.

Pero he abofeteado a muchos novios de mi madre desde entonces.

Digo todo esto porque cuando salí de la ducha hace unos minutos, todo lo
que podía oler eran huevos. El olor aún persiste. Me duele el estómago.

Llaman a mi puerta en cuanto termino de vestirme. Sara asoma la cabeza y


dice. — Santa cena, en cinco minutos

No tengo idea de lo que eso significa. ¿Son súper religiosos o algo así? —
¿Qué es una santa cena?

—Marcus y Samson cenan con nosotros, todos los domingos por la noche.
Es nuestra forma de celebrar el fin de la afluencia de inquilinos. Comemos juntos y
nos despedimos de los vacacionistas—. Abre más la puerta y dice: —Ese vestido
te queda bien. ¿Quieres que te maquille?

—¿Para la cena?
—Si. Estás a punto de conocer a Samson— sonríe, me hace darme cuenta
de cuánto odio que me engañen, a pesar de que esta es mi primera experiencia con
eso. Empiezo a decirle que ya conocí a Samson, pero me lo guardo para mí junto
con todos los demás secretos, que he guardado en mi vida.

—Realmente no quiero maquillaje. Bajaré en unos minutos—. Sara parece


decepcionada, pero se va. Al menos toma bien las indirectas. Unos segundos
después, escucho voces abajo que no pertenecen a ninguna de las personas que 52
viven en esta casa.

Me quedo mirando el arrugado vestido de verano, que he estado usando todo


el día. Está arrugado en el suelo junto a la cama. Lo recojo y me pongo de nuevo.
No voy a bajar a intentar impresionar a nadie. En todo caso, me gustaría lograr lo
contrario.

Mi padre es el primero en notarme, cuando llego al final de las escaleras y


me dirijo a la cocina.

—Te ves renovada, dice. ¿Está bien la habitación?

Asiento con la cabeza, con los labios apretados. Sara se da la vuelta y puedo
ver la sorpresa en sus ojos por haberme cambiado de nuevo a mi viejo vestido de
verano. Sin embargo, oculta bien su sorpresa. Marcus está junto a ella, sirviéndose
un vaso de té. Cuando hace contacto visual conmigo, le toma dos veces darse
cuenta. Es obvio que no esperaba ver a la chica del ferry esta noche en la cena.

Samson no debió de haberle dicho antes, que me había visto sollozar en el


balcón.

Hablando de Samson, es el único que no me mira. Está buscando en el


refrigerador mientras Sara levanta una mano y la agita hacia mí.

—Marcos, esta es mi hermanastra, Beyah. Beyah, este es mi novio,


Marcos— lanza un pulgar sobre su hombro. —Ese es Samson, el mal tercio y vecino
de al lado

Samson se da vuelta y me mira por un momento. Levanta la barbilla con un


asentimiento, mientras abre una lata de refresco. Todo en lo que puedo pensar,
mientras presiona la lata contra sus labios para tomar un sorbo, es cómo acabo de
ver su boca en el cuello de otra chica.

—Bienvenida a Texas, Beyah, dice Marcos, fingiendo que no me había


conocido en el ferry antes.

Aprecio que los dos no estén haciendo nada con eso. —Gracias— murmuro.
Entro a la cocina, sin saber qué hacer. 53

No me siento lo suficientemente cómoda, como para pedir una bebida o


hacer mi propio plato de comida. Me quedo quieta y veo a todos los demás moverse
cómodamente.

Por muy hambrienta que esté ahora, temo por esta cena. Por alguna razón,
las personas sienten la necesidad de aliviar la incomodidad, con preguntas cuya
respuesta a nadie realmente le importa. Tengo la sensación de que así será toda
esta cena.

Probablemente todos me harán preguntas durante toda la comida, y


realmente sólo quiero hacer un plato de comida, llevarlo a mi habitación, comerlo
en silencio y luego irme a dormir. Durante dos meses seguidos.

—Espero que te guste el desayuno, Beyah— dice Alana, mientras lleva un


plato de galletas a la mesa. —A veces nos gusta cambiar las cosas y hacerlas en la
cena.

Mi padre deja una sartén con huevos revueltos. Ya hay tocino y panqueques
en la mesa. Todos comienzan a tomar asiento, así que hago lo mismo. Sara toma
el asiento entre Marcos y su madre, lo que significa que yo me quedo con el asiento
junto a mi padre. Samson es el último en sentarse, y hace una pausa cuando se da
cuenta, de que está sentado a mi lado. Se sienta de mala gana. Tal vez sea sólo
yo, pero parece que está tratando de desviar sutilmente, su atención de mí.

Todo el mundo empieza a repartir su comida. Me salto los huevos, pero el


olor domina a todos los demás alimentos. Mi padre comienza con las preguntas, tan
pronto como doy mi primer bocado a un panqueque.

—¿Qué has estado haciendo desde la graduación?


Trago, luego digo: —Trabajar, dormir, repetir.

—¿Qué haces? —pregunta Sara.

Ella pregunta eso de una forma educada. No, ¿Dónde trabajas?, Sino ¿Qué
haces?, Como si fuera algún tipo de habilidad.

—Soy cajera en McDonald's 54

Puedo decir que está desconcertada.

—Oh — dice divertida.

—Creo que es genial que hayas elegido trabajar, mientras aún estabas en la
escuela secundaria— dice Alana.

—No fue una elección. Tenía que comer.

Alana se aclara la garganta y me doy cuenta de que mi respuesta honesta,


la hizo sentir incómoda. Si eso le molesta, me pregunto cómo va a tomar la noticia
de que mi madre murió de una sobredosis.

Mi padre intenta saltarse el momento y dice: —Supongo que cambiaste de


opinión acerca de los cursos de verano. ¿Empiezas ahora en otoño?

Esa pregunta me confunde.

—No estoy inscrita en ningún curso de verano.

—Tu mamá dijo que necesitabas dinero para matricularte en un curso de


verano, cuando le envié el dinero para cubrir el verano.

¿Mi madre le pidió matrícula? Me gané un viaje completo a Penn State. Ni


siquiera tuve que pagar la matrícula. ¿Cuánto le dio a mi madre, que yo ni siquiera
supe? Obviamente, en algún momento me enviaron un teléfono celular que nunca
recibí. Y ahora descubro que le pidió matrícula, para una educación que nunca le
importó lo suficiente como para preguntarme.
—Sí— le digo, tratando de encontrar una excusa, de por qué estoy aquí en
Texas y no en las clases de verano que pagó. —Me inscribí demasiado tarde. Las
clases estaban llenas.

De repente no tengo nada de apetito. Apenas puedo terminar el segundo


bocado del panqueque que tomé.

Mi madre nunca me preguntó sobre la universidad. Sin embargo, le pidió a 55


mi padre el dinero de la matrícula, que probablemente terminó en una máquina
tragamonedas en un casino o corriendo por la vena de su brazo. Y lo pagó sin
dudarlo. Si me hubiera preguntado, le habría dicho que podría haber ido a una
universidad gratis. Pero no quería quedarme en esa ciudad. Necesitaba estar tan
lejos de mi madre como pudiera.

Supongo que ese deseo se hizo realidad.

Dejo mi tenedor. Siento que estoy a punto de enfermarme.

Sara también deja el tenedor. Toma un sorbo de su té, mirándome.

—¿Sabes en qué vas a especializarte? —Pregunta Alana.

Niego con la cabeza y tomo el tenedor, sólo para poder fingir que estoy
interesada en comer. Noto que Sara toma su tenedor, tan pronto como lo hago.

—No estoy segura todavía— digo.

Empujo pedazos de panqueque, pero en realidad no me meto uno en la boca.


Sara hace lo mismo. Dejo mi tenedor. Sara también.

Más conversaciones pasan alrededor de la mesa, pero ignoro la mayor parte


cuando puedo. No puedo dejar de concentrarme en el hecho de que Sara está
siguiendo cada uno de mis movimientos, mientras trata de ser discreta al respecto.

Voy a tener que estar consciente de esto, durante todo el verano. Creo que
es posible que deba informar a la niña, que debe comer cuando tenga ganas de
comer y no basar su ingesta de alimentos en la cantidad que como yo.

Me aseguro de comer algunos bocados, aunque tengo náuseas y


nerviosismo y cada bocado es una lucha.
Afortunadamente, es una comida rápida. Veinte minutos como máximo.
Samson no dijo nada durante todo el tiempo que comió. Nadie actuó como si esto
fuera anormal. Ojalá sea siempre así de callado. Será más fácil prestarle menos
atención.

—Beyah, necesita algunas cosas de Walmart— dice Sara. —¿Podemos ir


esta noche?
56
No quiero ir esta noche. Quiero dormir.

Mi padre saca varios billetes de cien dólares de su billetera y me los entrega.


Cambié de opinión. Quiero ir a Walmart.

—Deberías esperar hasta mañana y llevarla a un lugar mejor en Houston,


sugiere Alana.

—Walmart está bien—, digo. —No necesito mucho.

—Consigue uno de esos teléfonos prepagos mientras estás allí— dice mi


padre, entregándome aún más dinero.

Mis ojos están muy abiertos. Nunca había tenido tanto dinero en mi vida.
Probablemente hay seiscientos dólares en mis manos ahora mismo.

—¿Conduces? —Sara le dice a Marcos.

—Por supuesto— responde.

De repente, no quiero ir si eso significa que irán Marcos y Samson.

—No voy a ir— dice Samson mientras toma su plato y lo lleva al fregadero.
—Estoy cansado.

Bien. Ahora que Samson no va, quiero ir.

—No seas grosero— dice Sara. —Vas a venir

— Si que vienes— agrega Marcos

Puedo ver a Samson mirarme por el rabillo del ojo. Al menos, parece tan
desinteresado en mí, como yo en él. Sara comienza a caminar hacia la puerta.
—Déjame ponerme unos zapatos— murmuro, y me dirijo hacia arriba.

57
Aparentemente, no hay un Walmart en la Península Bolívar, lo que significa que hay
que tomar el ferry a la isla de Galveston. No tiene sentido para mí. Tienes que tomar
un ferry desde tierra firme, hasta una isla para hacer compras. Este lugar es confuso.

El ferry tarda aproximadamente veinte minutos, en llegar de aquí para allá.


Tan pronto como Marcos estacionó el auto, todos salieron. Sara notó que no había
abierto la puerta, así que me la abrió.

—Ven, vamos a la cubierta superior— dijo.

En realidad, no fue tanto una invitación, fue más como una orden. Llevamos
menos de cinco minutos aquí parados, pero Sara y Marcos ya se han escapado,
dejándome sola con Samson.

Es tarde, probablemente son alrededor de las nueve y media, lo que hace


que el ferry esté casi vacío. Ambos miramos el agua, fingiendo que esto no es nada
incómodo. Pero lo es, porque no sé qué decir. No tengo nada en común con este
tipo. No tiene nada en común conmigo. Ya hemos tenido dos interacciones menos
que estelares, desde que llegué hace unas horas. Son dos más de los que me
gustaría.

—Tengo la sensación de que están tratando de emparejarnos— dice


Samson.

Lo miro, pero él está mirando el agua.

—No es una sensación, es un hecho— digo

Él asiente, pero no dice nada. No sé por qué lo mencionó. Quizás para


despejar el ambiente. O tal vez está considerando la idea.
—Sólo para que lo sepas, no estoy interesada— digo. —Y no, del tipo de no
interesada donde espero, que todavía me persigas porque me gustan los juegos.
Realmente no estoy interesada. No sólo en ti, sino en la gente en general, en
realidad.

Él sonríe, pero todavía no me mira. Es como si fuera demasiado bueno para


el contacto visual.
58
—No recuerdo haber expresado mi interés— dice con frialdad.

—No tenías porqué mostrar interés, por lo que lo estoy poniendo ahí. Sólo
para que quede claro—. Sus ojos encuentran los míos con un lento giro de cabeza.

—Gracias por aclarar algo, que ni siquiera era confuso en primer lugar

Dios mío, es guapo. Incluso cuando está siendo un idiota.

Puedo sentir mis mejillas arder. Rápidamente aparto la mirada, no estoy


segura de cómo regresar de esto. Cada encuentro que he tenido con él ha sido
humillante y no estoy segura si es culpa suya o mía.

Creo que podría ser mía, por dejarme llenar de vergüenza por él. Realmente
no puedes sentirte avergonzada en presencia de alguien, cuya opinión te importa
una mierda. Eso tiene que significar que, en algún lugar dentro de mí, me importa
una mierda lo que piense.

Samson se aparta de la barandilla y se pone de pie.

Soy alta para ser una chica. Un metro con setenta y ocho. Pero incluso a mi
altura, él se eleva sobre mí. Debe medir al menos un metro noventa.

—Amigos, entonces— dice, metiendo las manos en los bolsillos.

Sin querer, dejo escapar una risa seca.

—La gente como tú, no es amiga de gente como yo— respondo.

Él Inclina un poco la cabeza y dice —Eso es un poco presuntuoso.

—Dice el tipo que asumió que no tenía hogar.


—Comiste pan del suelo.

—Estaba hambrienta. Eres rico, no lo entenderías.

Entrecierra un poco los ojos y luego vuelve a mirar al océano. Lo mira tan
fijamente, es como si le estuviera hablando. Dándole respuestas silenciosas a todas
sus preguntas silenciosas. Samson finalmente aparta la mirada de mí y del agua.
59
—Voy a volver al auto— dice.

Lo veo desaparecer por las escaleras.

No sé por qué estoy tan a la defensiva con él. Después de todo, si realmente
pensaba que yo no tenía hogar, no lo ignoró. Me ofreció dinero. Debe haber un alma
en alguna parte.

Quizás soy la desalmada en esta situación.


SEIS

Decir que me sentí aliviada, cuando Marcos y Samson se separaron de nosotras al


llegar a la tienda, es un eufemismo. Sólo he estado en Texas unas pocas horas y
he pasado demasiado tiempo en presencia de Samson. 60

—¿Qué más necesitas además de ropa? —Pregunta Sara, mientras


recorremos la sección de salud y belleza.

—Casi todo —digo—, shampoo, acondicionador, desodorante, cepillo de


dientes, pasta de dientes. Todas las cosas que solía robar de los carros de limpieza
todos los sábados—. Sara hace una pausa y me mira fijamente.

—¿Eso es una broma? Todavía no conozco tu humor.

Niego con la cabeza. No podíamos pagar las cosas necesarias.

No sé por qué estoy siendo tan directa con ella. —A veces, cuando eres
pobre, tienes que ser creativa—. Giro por el siguiente pasillo y Sara se toma un
momento para alcanzarme.

—Pero ¿Brian no pagó la manutención?

—Mi madre era adicta. Nunca vi un centavo de ese dinero—. Sara camina a
mi lado ahora. Estoy tratando de no mirarla, porque siento que mi verdad le está
quitando la inocencia. Pero tal vez necesite una dosis de realidad.

—¿Alguna vez le dijiste eso a tu padre?

—No. No ha visto a mi madre, desde que yo tenía cuatro años. Ella no era
una adicta en ese entonces.

—Deberías habérselo dicho. Habría hecho algo al respecto.

Dejo caer un desodorante en el carrito.


—Nunca sentí que fuera mi deber, hacerle saber cuáles eran mis condiciones
de vida. Un padre debería ser más consciente, de lo que sucede en la vida de su
hijo.

Puedo decir que ese comentario molestó a Sara. Ella obviamente tiene una
perspectiva de mi padre diferente a la mía, así que tal vez plantar esa pequeña
semilla, sea suficiente para que vea más allá, de su pequeña burbuja protectora en
la playa. 61

—Vamos a ver la ropa— digo, cambiando de tema.

Está callada mientras pasamos por la sección de ropa. Agarro varias cosas,
pero honestamente, no estoy segura de qué me quedará. Nos dirigimos a los
vestidores

—También necesitarás un traje de baño— dice Sara. —En realidad, un par.


Pasamos casi todos los días en la playa.

La sección de trajes de baño está cerca de los vestidores, así que agarro un
par y me dirijo a un cubículo con el resto de mi ropa.

—Sal después de que te cambies, quiero ver cómo te queda todo— dice
Sara.

¿Es eso lo que hacen las chicas cuando compran? ¿Posan una para otra?

Primero me puse el bikini. La parte de arriba es un poco grande, pero


escuché que las tetas, son el primer lugar donde subes de peso, y estoy seguro de
que lo haré este verano. Salgo del cubículo y me paro frente al espejo. Sara está
sentada en un banco mirando su teléfono. Ella me mira y sus ojos se agrandan.

—Guau. Probablemente incluso podrías bajar un tamaño.

Niego con la cabeza. —No, planeo subir de peso este verano

—¿Por qué? Mataría por tener un cuerpo como el tuyo.

Odio ese comentario


Ella me está mirando con mala cara. Me hace pensar que está comparando
internamente nuestros cuerpos, señalando cosas sobre sí misma que considera
defectos.

—Tus muslos ni siquiera se tocan— susurra, casi con nostalgia. —Siempre


he querido un hueco entre los muslos.

Niego con la cabeza y camino de regreso al cubículo. Me pongo el segundo 62


traje de baño y me pongo unos pantalones cortos para asegurarme de que me
quedan. Cuando salgo, Sara gime.

—Dios mío, podrías usar cualquier cosa.

Se pone de pie y se coloca a mi lado. Ella mira nuestros reflejos en el espejo.


Ella es sólo dos pulgadas más pequeña que yo, y ella misma es bastante alta. Sara
se gira hacia un lado y apoya la mano sobre su camisa, justo sobre su estómago.

—¿Cuánto pesas?

—No lo sé— digo, aunque lo sé, pero decirle mi peso sólo le daría una meta
que no necesita perseguir. Suspira, sonando frustrada. Se deja caer de nuevo en el
banco.

—Todavía me faltan veinte libras de mi objetivo de verano. Solo necesito


esforzarme más— dice. —¿Cuál es tu secreto?

Mi secreto... Me río, mientras me miro de nuevo en el espejo, pasando una


mano por mi estómago ligeramente cóncavo. —He pasado la mayor parte de mi
vida con hambre. No todo el mundo tiene comida en la casa todo el tiempo— Miro
directamente a Sara y ella me mira con una expresión ilegible. Sus ojos se alejan
antes de aterrizar en la pantalla de su teléfono. Ella se aclara la garganta.

—¿Es eso cierto?

—Sí

Se muerde la mejilla por un momento y dice.

—Entonces, ¿por qué apenas comiste esta noche?


—Porque he tenido las peores veinticuatro horas de mi vida y estaba sentada
en una mesa, con cinco personas que no conozco, en una casa en la que nunca he
estado, en un estado en el que nunca he estado antes. Incluso las personas
hambrientas pierden el apetito a veces— Sara no me mira. No sé si la hago sentir
incómoda con lo franca que soy o si está lidiando con el hecho de que nuestras
vidas son tan diferentes. Quiero mencionar lo que noté en la cena antes: cómo ella
sólo comía cuando yo comía. Pero no lo hago. Siento que ya la he herido lo
63
suficiente esta noche y nos acabamos de conocer.

—¿Tienes hambre? —le pregunto. Porque me muero de hambre. Ella asiente


con una pequeña sonrisa y, por primera vez, siento que hay alguna conexión entre
nosotras.

—Tengo tanta hambre en este momento que es irreal.

Me río cuando dice eso. —Ya somos dos

Entro al vestuario y me cambio de nuevo a mi ropa.

Cuando salgo, agarro la mano de Sara y la levanto. —Vamos—. Tiro la ropa


en el carrito y me dirijo a la sección de comestibles.

—¿A dónde vamos?

—A la sección de comida.

Hacemos nuestro camino hacia el pasillo del pan. Dejo el carrito frente a los
pasteles de caja— ¿Cuál es tu favorito?

Sara señala una bolsa blanca de mini donas de chocolate.

—Aquellos.

Agarro una bolsa del estante y la abro. Tomo una dona, la meto en mi boca
y le entrego la bolsa. —Vamos a necesitar leche también— digo con un bocado.
Sara me mira como si estuviera loca, pero me sigue a la sección de lácteos de todos
modos. Cojo dos botellas de leche de chocolate individuales y luego señalo un lugar
junto a los huevos. Muevo el carrito y luego me siento y me apoyo en la nevera de
piso largo que contiene todos los huevos. —Siéntate— le digo. Mira a nuestro
alrededor por un momento, luego lentamente se baja al suelo junto a mí. Le entrego
una de las leches de chocolate. Abro la mía y tomo un gran trago y luego tomo otra
dona

—Estás loca— dice Sara en voz baja, finalmente tomando una dona para
ella.

Me encojo de hombros. —Hay una delgada línea entre el hambre y la


locura—. Toma un sorbo de su leche con chocolate y luego apoya la cabeza contra 64
la nevera.

—Dios mío. Esto es el cielo.

Estira las piernas frente a ella y nos sentamos juntas en silencio por un rato,
comiendo donas y viendo a los compradores mirarnos de manera extraña.

—Lamento si algo de lo que dije sobre tu peso te ofendió— dice Sara


finalmente.

—No fue así— digo. —Simplemente no me gusta verte comparándote


conmigo

—Es difícil no hacerlo. No ayuda que pase el verano en la playa. Me comparo


con todas las chicas en bikini.

—No deberías— le digo—. Pero lo entiendo. Sin embargo, es extraño, ¿no?


¿Por qué la gente juzga a otras personas en función de la fuerza con la que su piel
se adhiere a sus huesos? —Me meto otra dona en la boca para callarme.

Sara murmura —Amén.

Justo antes de tomar otro trago de su leche con chocolate. Un empleado de


la tienda pasa caminando y se detiene, cuando nos ve sentadas en el piso
comiendo.

—Vamos a pagar por ello—le digo, agitando una mano frívola hacia él. Niega
con la cabeza y se aleja. Otro tramo de silencio pasa entre nosotras, y luego Sara
dice.

—Estaba muy nerviosa de conocerte. Tenía miedo de que me odiaras.


Me río. —Ni siquiera sabía que existías hasta hoy.

Mi comentario parece que hiere los sentimientos de Sara.

—¿Tu padre nunca habló de mí?

Niego con la cabeza. —No porque estuviera tratando de ocultar el hecho de


que existías. Simplemente... no tenemos una relación. En absoluto. Apenas hemos 65
hablado desde que se casó. De hecho, olvidé que incluso estaba casado—. Sara
parece que está a punto de decir algo, pero la interrumpen.

—¿Ustedes dos están bien? —Pregunta Marcos.

Ambas miramos hacia arriba, para encontrar a Samson y Marcos mirando de


un lado a otro entre nosotras. Sara levanta su leche con chocolate.

—Beyah, me dijo que dejara de obsesionarme con mi peso y me hizo comer


comida chatarra.

Marcos se ríe y mete la mano en la bolsa, para sacar una dona.

—Beyah tiene razón. Eres perfecta.

Samson me está mirando. Nunca sonríe como Marcos, quien siempre parece
estar sonriendo. Sara se levanta del suelo y me ayuda a levantarme.

—Vámonos.
SIETE

Cargamos todo en el maletero, excepto el teléfono prepago. He estado tratando de


averiguar cómo configurarlo, pero está oscuro en el auto y las instrucciones son
difíciles de leer. Ni siquiera sé cómo encender el teléfono.
66
Estoy luchando con eso, cuando Sansón dice:

—¿Quieres que te ayude?

Lo miro y él me tiende la mano. Le doy el paquete y él usa su propio teléfono


para iluminar las instrucciones.

Todavía está trabajando en eso, cuando Marcos estaciona el auto en el ferry.

—¿Vienes? —Pregunta Sara, abriendo su puerta.

Señalo el teléfono en manos de Samson. —En un segundo. Está


configurando mi teléfono.

Sara sonríe antes de cerrar la puerta, como si Samson configurando mi


teléfono, de alguna manera condujera a una aventura de verano. Odio que sea uno
de sus objetivos.

Realmente no tengo ningún interés, en alguien que tiene tan poco interés en
mí.

Samson tiene que marcar un número para finalizar la configuración, pero le


dice que habrá un tiempo de espera de dos minutos, mientras el teléfono está
activado.

Dos minutos no parecen tan largos, pero parece que estoy entrando en la
eternidad. Miro por la ventana, tratando de ignorar la tensión silenciosa, que llena el
espacio entre nosotros.

Es tan increíblemente incómodo, que me encuentro esperando que diga algo


después de sólo diez segundos.
Después de veinte segundos, empiezo a sentirme nerviosa, así que dejo
escapar lo único que se me ocurre decir.

—¿Por qué me tomaste fotos en el ferry hoy?

Lo miro y él está apoyando un codo en el área donde la puerta del auto y la


ventana se encuentran. Está arrastrando ligeramente sus dedos sobre su labio
inferior, pero los aparta cuando me ve mirándolo. 67

Hace un puño y lo golpea contra la ventana.

—Por cómo mirabas el océano.

Su respuesta se envuelve como una cinta alrededor de mi columna.

—¿Cómo lo estaba viendo?

—Como si fuera la primera vez que lo veías.

Me acomodo en el asiento, de repente incómoda por cómo sus palabras me


cubren como seda.

—¿Ya las has mirado? —Él pregunta.

—¿Mirado qué?

—Las fotos.

Niego con la cabeza.

—Bien. Cuando lo hagas, siéntete libre de borrar lo que no quieras, pero


realmente me gustaría recuperar la tarjeta de memoria. Hay fotos ahí que me
gustaría tener.

Asiento con la cabeza.

—¿De qué más tomas fotos? ¿Además de las chicas en los


transbordadores? —Él sonríe ante eso.

—Naturaleza, sobre todo. El océano. Amanecer. Atardeceres.


Pienso en la puesta de sol de antes y en cómo podría haber conseguido una
foto mía con ella. Veré si Sara tiene una computadora que pueda pedir prestada,
para poder ver todo lo que hay en la tarjeta de memoria. Tengo curiosidad ahora.

—La puesta de sol fue realmente bonita esta noche.

—Espera hasta que veas el amanecer desde tu balcón.


68
—Sí, no me voy a despertar tan temprano—. Digo con una sonrisa.

Samson mira mi teléfono, después de que la llamada nos notifica que se


completó la configuración.

—¿Quieres que introduzca los números de todos?

Está abriendo contactos en su teléfono con el nombre de Sara.

—Por supuesto.

Ingresa el número de Sara. Luego el de Marcos. Luego el suyo. Hace algunas


cosas más con el teléfono y finalmente me lo entrega.

—¿Necesitas un tutorial?

Niego con la cabeza. —Un amigo de casa tenía uno como este. Puedo
averiguarlo.

—¿Dónde está tu casa?

Es una pregunta simple, pero me prende fuego. Es una pregunta que le


haces a alguien a quien quieres conocer mejor.

Me aclaro la garganta. —Kentucky— Digo. —¿Qué hay de ti?

Sus ojos permanecen en mí por un momento de tranquilidad. Luego mira


hacia otro lado y agarra la manija de la puerta, como si iniciar una conversación
conmigo, fuera algo de lo que se arrepintiera de inmediato.

—Voy a tomar un poco de aire fresco— Dice, abriendo la puerta. La cierra y


se aleja del auto.
Probablemente debería ofenderme por su extraña reacción, pero no lo estoy.
Me siento aliviada, quiero que esté tan desinteresado en mí, como yo en él.

O al menos tan desinteresado, como estoy tratando de estar en él.

Miro mi teléfono y agrego el número de Natalie. Era una de las pocas amigas
que tenía en casa y quiero hablar con ella desde anoche. Estoy segura de que
escuchó a través de su madre que mi madre falleció y, de ser así, probablemente 69
esté preocupada por no saber dónde estoy.

Ha sido difícil para nosotras mantenernos en contacto, desde que se fue a la


universidad porque no tengo teléfono. Ese es un factor que contribuye a por qué no
tengo muchos amigos. Es difícil mantenerse en contacto con alguien, cuando estás
tecnológicamente fuera del circuito. Salgo del coche y camino hasta un lugar vacío
en el ferry para hacer la llamada. Me enfrento al agua y marco su número,
esperando mientras suena.

—¿Hola? —Dejo escapar un suspiro de alivio cuando escucho su voz,


finalmente, algo familiar.

—Oye, ¿Beyah? Mierda, he estado muy preocupada. Escuché lo que pasó,


lo siento mucho—. Su voz es tan fuerte. Intento descifrar cómo quitar el altavoz del
teléfono, pero la pantalla son sólo números. Miro a mi alrededor, pero no hay nadie
cerca de nosotros, así que solo silencio el teléfono con la mano, para evitar que la
llamada moleste a nadie en los alrededores.

—¿Beyah? ¿Hola?

—Estoy aquí, lo siento.

—¿Dónde estás?

—Texas.

—¿Por qué diablos estás en Texas?

—Mi papá se mudó aquí. Pensé que me quedaría con él durante el verano.
¿Cómo está Nueva York?
—Diferente —dice ella—. En el buen sentido. —Hay una pausa antes de que
ella diga— Dios, todavía no puedo creer que Janean esté muerta. ¿Segura que
estás bien?

—Si. Tuve un buen llanto, pero como… no lo sé. Quizás estoy rota.

—Lo que sea. Ella fue la peor madre que he conocido—. Es por eso qué me
gusta Natalie. Ella dice lo que quiere decir. No mucha gente es tan comunicativa 70
como ella.

—¿Y tu papá? ¿No ha pasado un tiempo desde que lo viste? ¿Es incómodo?

—Si. Incluso podría ser peor ahora que soy una adulta. Pero vive en una
casa en la playa, así que eso es una gran ventaja. Sin embargo, está casado. Tiene
una nueva hijastra.

—Bien por la casa de la playa, pero oh no. ¿Una hermanastra? ¿Tiene tu


edad?

—Aproximadamente un año mayor. Su nombre es Sara.

—Suena rubia y bonita.

—Lo es.

—¿Te agrada?

Pienso en eso por un momento.

—Todavía no estoy segura sobre que pensar sobre ella. Siento que podría
ser una chica de vestuario.

—Ugh. Son las peores. ¿Algún chico lindo, al menos?

Justo cuando Natalie hace esa pregunta, algo me llama la atención por el
rabillo del ojo. Giro la cabeza y Samson camina hacia mí. Está mirando, como si
hubiera captado el final de mi conversación. Aprieto la mandíbula.

—No. No chicos lindos, pero bueno, tengo que irme, guarda mi número.

—Está bien, lo tengo.


Termino la llamada y agarro mi teléfono en mi mano. Lo juro por Dios,
aparece en los peores momentos. Da un par de pasos más cerca hasta que está a
mi lado en la barandilla. Entrecierra los ojos en mi dirección, mirándome con
curiosidad.

—¿Qué es una chica de vestuario?

Odio que haya escuchado eso, realmente me gusta Sara, no sé por qué le 71
dije eso a Natalie. Suspiro y luego me giro, apoyando la espalda contra la barandilla.

—Es cómo llamé a las chicas malas en mi escuela.

Samson asiente, como si estuviera procesando mi respuesta.

—Sabes… cuando Sara se enteró de que ibas a venir, se trasladó a la


habitación de invitados. Ella quería que tuvieras la mejor habitación.

Con eso, se aparta de la barandilla, camina a mi alrededor y se dirige hacia


el auto. Me doy la vuelta y presiono mis manos contra mi cara y gimo. Nunca me
había hecho quedar como una idiota, frente a una persona en mi vida, y sólo lo
conozco desde hace medio día.
OCHO

Ya es tarde cuando regresamos y guardo todas mis cosas nuevas. Estas últimas
veinticuatro horas han sido agotadoras, por decir lo menos. Estoy agotada. El dolor
incluso podría estar alcanzándome. Y aunque Sara y yo compartimos una bolsa
entera de donas de chocolate, todavía tengo hambre. Voy a la cocina y encuentro 72
a mi padre sentado a la mesa, una computadora portátil frente a él y varios libros
esparcidos sobre la mesa. Mira hacia arriba cuando me escucha.

—Oye —dice, enderezándose en su silla.

—Hola —señalo la despensa—. Sólo tomaré un bocadillo.

Abro la puerta de la despensa y agarro una bolsa de papas fritas. Cuando la


cierro, tengo toda la intención de escabullirme de nuevo a mi habitación, pero mi
padre tiene otros planes.

—Beyah—dice, tan pronto como llego al último escalón. —¿Tienes un


segundo?

Asiento de mala gana. Camino hacia la mesa y tomo asiento frente a él.
Levanto la rodilla y trato de parecer casual. Se inclina hacia atrás en su silla y se
pasa la mano por la mandíbula, como si lo que fuera a decir fuera a ser un poco
incómodo. ¿Se enteró de mi madre? No sé si hay personas que los conecten
además de mí, así que no sé cómo se habría enterado.

—Lamento no haber ido a tu graduación.

Oh. Se trata de él. Lo miro por un momento, luego abro mi bolsa de papas
fritas. Me encojo de hombros.

—Está bien. Largo viaje para alguien con una pierna rota.

Aprieta los labios y se inclina hacia adelante, apoyando los codos en la mesa.

—Sobre eso...—dice.
—No me importa, papá, de verdad. Todos decimos mentiras para evitar
cosas que no queremos hacer.

—No es que no quisiera estar allí—dice—. Yo sólo... no pensé que me


querías allí.

—¿Por qué no te habría querido allí?


73
—Simplemente tengo la impresión, de que me has estado evitando durante
los últimos años. Y no te culpo. No siento que haya sido un buen padre para ti.

Miro mi bolsa de patatas fritas y las agito.

—No has estado.

Casualmente como otra patata frita, como si no hubiera dado el peor insulto,
que un niño podría darle a un padre.

La expresión de mi padre se convierte en un ceño fruncido y abre la boca


para responder, pero Sara sale de la escalera y entra en la cocina con demasiada
energía para esta hora de la noche.

—Beyah, ponte el traje de baño, nos vamos a la playa.

Mi padre parece aliviado por la interrupción. Presta atención a su


computadora. Me levanto y me meto otro chip en la boca.

—¿Qué hay en la playa?

Sara se ríe.

—La playa está en la playa. Eso es todo lo que necesitas—. Vuelve a ponerse
la parte superior del bikini y los pantalones cortos.

—Estoy muy cansada—le digo.

Ella pone los ojos en blanco.

— Sólo por una hora y luego puedes irte a la cama.


Cuando logramos pasar las dunas, me desanimo. Tenía la esperanza de que
hubiera más personas aquí para poder ser invisible, pero parece que la multitud que 74
estaba aquí antes se disipó y las únicas dos personas que quedan son Samson y
Marcos. Además de un par de personas nadando en el agua.

Marcos está sentado junto al fuego, pero Samson está sentado solo en la
arena a varios metros de distancia, mirando el océano oscuro. Sé que nos oye
acercarnos, pero no se da vuelta para mirarnos.

O está perdido en sus pensamientos o está haciendo un esfuerzo concertado


para ignorarme.

Voy a tener que encontrar una manera de estar a gusto en su presencia, si


así es como va a ir el verano. Él siempre estará cerca.

Hay seis asientos colocados alrededor del fuego, pero dos de ellos tienen
toallas sobre ellos y cervezas en los apoyabrazos, por lo que parecen estar
ocupados. Sara se sienta junto a Marcos, así que tomo una de las dos últimas sillas
vacías.

Sara mira el agua, a las dos personas nadando.

—¿Cadence está ahí con Beau?

—Sí—dice Marcos rotundamente—. Creo que se va mañana.

Sara pone los ojos en blanco.

—No puedo esperar. Ojalá se lleve a Beau con ella.

No sé quiénes son Beau y Cadence, pero no parece que Sara y Marcos sean
grandes admiradores de ellos. Intento no mirar a Samson, pero es difícil. Está a
unos tres metros de distancia, sentado con los brazos alrededor de las rodillas,
mirando las olas arañar la arena.
Odio que me pregunte en qué está pensando, pero tiene que estar pensando
en algo. Eso es lo que produce mirar al océano. Pensamientos. Muchos de ellos.

—Vamos a nadar—dice Sara mientras se pone de pie y se quita los


pantalones cortos. Ella me mira. —¿Quieres venir?

Niego con la cabeza.


75
—Ya me duché esta noche.

Sara toma la mano de Marcos y lo saca de la silla. Él la levanta en sus brazos


y corre hacia el agua. El chillido de Sara, saca a Samson del trance en el que estaba.
Se pone de pie y se limpia la arena de los pantalones cortos. Se vuelve para caminar
de regreso al fuego, pero noto la pausa cuando ve, que estoy sentada aquí sola.

Mantengo mis ojos en Sara y Marcos, aunque sólo sea porque no sé qué
más mirar. Ciertamente no quiero mirar a Samson, mientras camina hacia aquí.
Todavía me siento avergonzada por la parte de mi conversación que escuchó antes.
No quiero que piense que odio a Sara porque no la odio. Simplemente no la conozco
tan bien. Pero lo que escuchó probablemente, sonó peor de lo que era.

En silencio toma asiento y mira fijamente el fuego, sin hacer ningún esfuerzo
por hablarme. Miro a nuestro alrededor, a la increíble cantidad de espacio que hay
en esta playa, y me pregunto cómo puedo sentirme asfixiada en este momento.

Inhalo lentamente, luego lo suelto con cuidado antes de hablar.

—No quise decir lo que dije antes. Sobre Sara.

Samson me mira con expresión estoica.

—Bueno.

Eso es todo lo que dice. Niego con la cabeza y miro hacia otro lado, pero no
antes de que me vea poner los ojos en blanco ante su respuesta.

No sé por qué, pero incluso cuando defiende a sus amigos, parece un idiota.

—¿Qué pasa? —Él pregunta.


—Nada—me recuesto en mi silla y miro al cielo—. Todo—me susurro a mí
misma.

Samson agarra un palo que está en la arena junto a su silla. Empieza a


empujar el fuego, pero no dice nada más. Inclino la cabeza hacia la derecha y miro
las casas que bordean la playa. La de Samson es, por mucho, la más bonita, es
más moderna, es blanca con ribetes negros profundos, cuadrada con mucho vidrio.
Pero parece fría, comparada con la casa de Alana y mi padre. También parece 76
solitaria, como si fuera el único que vive allí.

—¿Vives solo en tu casa?

—Realmente no considero que sea mi casa, pero sí, soy el único que se
queda allí.

—¿Dónde están tus padres?

—Aquí no—dice. Sus respuestas recortadas no se deben a que sea tímido.


Definitivamente no es tímido. Me pregunto si sus conversaciones son así con todo
el mundo o si sólo soy yo.

—¿Estás en la universidad? —pregunto.

El niega con la cabeza.

—Tomo un año sabático.

Me río en voz baja. No es mi intención, pero esa respuesta está tan fuera de
contacto con mi realidad. Él levanta una ceja, preguntando en silencio por qué me
estoy riendo de su respuesta.

—Cuando eres pobre y te tomas un año libre después de la secundaria, estás


desperdiciando tu futuro—digo—. Pero si eres rico y te tomas un año libre, se
considera sofisticado. Incluso le dan un nombre elegante.

Me mira fijamente un momento, pero no dice nada. Me gustaría hacerle un


agujero en la cabeza, para que sus pensamientos se derramen. Pero, de nuevo,
puede que no me gusten.

—¿Cuál es el propósito de un año sabático, de todos modos? —pregunto.


—Se supone que debes pasar el año encontrándote a ti mismo—dice esa
última parte con un toque de sarcasmo.

—¿Y lo hiciste? ¿Te encontraste?

—Nunca me perdí—dice intencionadamente —. No pasé mi año sabático


viajando con mochila por Europa. Lo he gastado administrando casas de alquiler
para mi padre. No es muy sofisticado. 77

Parece que está un poco resentido por eso, pero daría cualquier cosa porque
me pagaran, por vivir en una casa bonita en la playa.

—¿Cuántas casas tiene tu familia aquí?

—Cinco.

—¿Vives en cinco casas en la playa?

—No en todas al mismo tiempo.

Creo que sólo sonrió un poco. No puedo decirlo. Podría haber sido una
sombra del fuego. Nuestras vidas son increíblemente diferentes, pero aquí estamos,
sentados en la misma playa frente al mismo fuego. Intentando tener una
conversación, que no prueba cuántos mundos nos separan. Pero estamos a tantos
mundos separados que ni siquiera estamos en el mismo universo. Ojalá pudiera
estar dentro de su cabeza por un día. La cabeza de cualquier persona rica. ¿Cómo
ven el mundo? ¿Cómo me ve Samson? ¿De qué se preocupan los ricos, si no tienen
que preocuparse por el dinero?

—¿Cómo es ser rico? —le pregunto.

—Probablemente no sea muy diferente a ser pobre. Simplemente tienes más


dinero.

Eso es tan miserable que ni siquiera me río.

—Solo una persona rica diría eso.

Deja caer el palo en la arena y se recuesta en su silla. Gira la cabeza y hace


contacto visual conmigo.
—¿Qué se siente ser pobre, entonces?

Puedo sentir mi estómago caer, cuando me lanza mi propia pregunta con un


giro. Suspiro, preguntándome si debería ser honesta con él. Yo debería. He dicho
demasiadas mentiras en las últimas veinticuatro horas, el karma seguramente me
alcanzará. Devuelvo mi atención al fuego, frente a nosotros cuando le respondo.

—No recibimos cupones de alimentos, porque mi madre nunca estuvo lo 78


suficientemente sobria como para concertar sus citas. Tampoco teníamos coche.
Hay niños que crecen, sin tener que preocuparse nunca por la comida, hay niños
cuyas familias viven de la ayuda del gobierno por diversas razones, y luego hay
niños como yo. Los que se escabullen por todas las grietas, los que aprenden a
hacer lo que sea necesario para sobrevivir, de los que crecen sin pensar dos veces
en comer una rebanada de pan que sacan de una barra desechada en la cubierta
de un ferry, porque eso es normal. Eso es la cena.

La mandíbula de Samson está dura mientras me mira. Varios latidos de


silencio pasan entre nosotros. Casi parece culpable, pero luego aparta la mirada de
mí, prestando atención a las llamas.

—Siento haber dicho que no era muy diferente. Eso fue algo superficial para
decir.

—No eres superficial—le digo en voz baja—. Las personas superficiales no


miran el océano tan profundamente como tú.

El enfoque de Samson vuelve al mío tan pronto como digo eso. Sus ojos han
cambiado un poco, entrecerrados. Oscurecidos. Se pasa una mano por la cara y
murmura.

—Joder.

No sé por qué dice eso, pero se me pone la piel de gallina. Se siente como
si pudiera haber sido una comprensión de mí, de alguna manera. No puedo
preguntarle sobre eso porque veo a la chica y al chico saliendo del agua hacia
nosotros. Cadence y Beau. Cuando se acercan, me doy cuenta de que es la chica
a la que Samson besaba antes en la cocina. Me está mirando mientras se acerca.
Cuanto más se acerca, más bonita se vuelve. Ella no se sienta en una silla; ella se
sienta en el regazo de Samson. Me mira, como si esperara que yo reaccionara ante
el hecho, de que ahora usa a Samson como su silla personal, pero soy buena para
ocultar lo que siento. ¿Por qué estoy sintiendo algo en absoluto?

—¿Quién eres tú? —Cadence me pregunta.

—Beyah. Soy la hermanastra de Sara —puedo decir por la forma en que sus
ojos se desplazan sobre mí que definitivamente es una chica de vestuario. Ella
envuelve un brazo alrededor de Samson como si estuviera reclamando algo. 79
Samson parece aburrido o perdido en sus pensamientos. Beau, que estaba en el
agua con Cadence, se sienta a mi lado después de tomar una cerveza.

Su mirada comienza a mis pies y se desliza lentamente por mi cuerpo hasta


que finalmente me mira a los ojos.

—Soy Beau—dice con una sonrisa ambiciosa, extendiendo una mano. La


tomo, pero cuando lo hago, Sara reaparece con Marcos de su baño. Ella gime
cuando ve a Beau prestándome atención.

—Beyah está comprometida para casarse—dice Sara—. No pierdas tu


tiempo.

Beau mira mi mano.

—No veo un anillo.

—Eso es porque el diamante es tan grande, es demasiado pesado para que


lo use todo el día—responde.

Beau se inclina hacia mí, mirándome con una sonrisa.

—Miente porque me odia.

—Puedo ver eso.

—¿De dónde eres?

—Kentucky.

—¿Por cuánto tiempo estarás aquí?

—El verano, probablemente.


Él sonríe.

—Eres agradable. Yo también. Si alguna vez te aburres, vivo…

Levanta una mano para señalar hacia donde está su casa, pero deja de
hablar porque Sara está ahora de pie frente a nosotros. Ella agarra mi mano.

—Vamos, Beyah. Vamos a casa—me siento aliviada. Para empezar, no 80


quería estar aquí. Me levanto y Beau pone los ojos en blanco, levantando una mano
derrotada.

—Siempre estás arruinando mi diversión, Sara.

Sara se inclina y le da un beso de despedida a Marcos. Miro en dirección a


Samson. Todo lo que parece que puedo concentrarme, es en la mano que ha
presionado contra el muslo de Cadence.

Empiezo a girarme para caminar con Sara, pero justo antes de hacerlo,
Samson me mira a los ojos. Me mira tan fijamente, que siento que me pellizca el
pecho. Miro hacia otro lado y no miro hacia atrás mientras sigo a Sara.

—¿Qué pasa con Beau? —pregunto mientras caminamos de regreso a la


casa.

—Es inapropiado en todos los sentidos imaginables. Por favor, no le prestes


atención, es lo último que se merece.

Es difícil prestar atención a alguien más, cuando Samson está en mi


presencia.

Sara y yo pasamos por las dunas y todo en mí quiere dar una última mirada
hacia él, pero no lo hago.

—¿Y la chica? ¿Cadence?

—No te preocupes—dice Sara—. Ella se irá mañana y Samson será libre.

Me río.

—No estoy esperando en esa fila.


—Probablemente sea lo mejor—dice Sara cuando llegamos a su casa.

—Samson se marcha a la Academia de la Fuerza Aérea a finales del verano.


Por mucho que esperaba poder engañarlos a los dos, también sería una mierda si
te enamoraras de él, justo antes de que lo envíen.

Me detengo en las escaleras cuando dice eso, pero no se da cuenta porque


está frente a mí. Pero eso me toma por sorpresa. No mencionó lo que haría después 81
de terminar su año sabático. No sé por qué, pero no esperaba que fueran los
militares.

Cuando entramos a la casa, todas las luces están apagadas.

—¿Quieres quedarte despierta y ver una película?

—Estoy agotada, ¿Quizás mañana por la noche?

Se sienta en el sofá y agarra el control remoto. Ella inclina la cabeza hacia


atrás en el sofá y me mira al revés.

—Me alegro de que estés aquí, Beyah.

Enciende la televisión y su atención ya no está en mí, pero sus palabras me


hacen sonreír. Le creo cuando dice que se alegra de que esté aquí. Eso se siente
bien. No es frecuente que sienta que se agradece mi presencia. O incluso notado.

Cuando subo a mi habitación, cierro y bloqueo la puerta. Me acerco a las


puertas del balcón y las abro, queriendo escuchar el sonido del océano esta noche
mientras duermo. Pero también quiero ver qué está haciendo Samson. Marcos y
Beau todavía están en el fuego. Cadence se aleja del grupo en dirección opuesta a
la casa de Samson. Samson camina sobre el cruce de dunas, en dirección a su
casa. Solo. ¿Por qué eso me hace feliz? No quiero que él se dé cuenta de que estoy
aquí, así que regreso a mi habitación y cierro las puertas del balcón.

Antes de meterme en la cama, saco a la Madre Teresa de la bolsa de plástico


en la que viajaba y coloco la pintura en la cómoda. Se ve tan fuera de lugar en esta
elegante habitación, pero eso me hace aún más feliz por haberla traído conmigo.
Necesito un pedazo de casa que me recuerde, que esta habitación, esta casa y esta
ciudad no son mi realidad.
NUEVE

¿Qué diablos es ese sonido?

Me tapé la oreja con la mano, confundida por el ruido que me obligaba a salir
de un sueño perfectamente profundo. 82

Viene del otro lado de la habitación.

Abro los ojos, levanto la cabeza de la almohada y el sonido se hace más


fuerte. Miro hacia afuera y apenas hay luz. El horizonte es gris, como si el mundo
todavía se estuviera preparando para despertar.

Gimo y tiro las mantas a un lado para poder localizar la fuente de todo el
ruido. Parece que viene de la cómoda, así que me acerco arrastrando los pies. Es
mi nuevo teléfono.

Limpio el sueño de mis ojos para poder leer la pantalla. Son solo las 5:59 am.
Hay una alarma configurada en mi teléfono.

Dice: Ven a ver el amanecer.

Eso es todo lo que dice la alerta. Cancelo la alarma y la habitación vuelve a


quedar en silencio. Miro detrás de mí, hacia el balcón. Samson. Más vale que valga
la pena.

Agarro el edredón de mi cama y me envuelvo en él. Salgo al balcón y miro el


balcón de Samson. Está vacío. Me siento en una de las sillas y me pongo las mantas
hasta la barbilla.

Miro hacia el horizonte oscuro. Hacia el este, solo hay una pequeña franja
de sol que se asoma sobre el océano. Al norte, los cielos están oscuros y
ocasionalmente estallan con relámpagos.

Parece que se avecina una tormenta, que amenaza con apagar la luz.

Me siento en mi balcón y miro al sol mientras ilumina lentamente la península.


Escucho el sonido de las olas cuando llegan a la playa. Los truenos se oyen en la
distancia mientras las gaviotas comienzan a piar cerca. Estoy en un trance completo
durante varios minutos, mientras el viento comienza a levantarse.

Tan brillante como comenzó el amanecer, se oscurece lentamente a medida


que la tormenta se acerca. Los cielos se tragan todos los matices de color que
intentaban atravesar, y después de un tiempo, todo es un gris apagado. Ahí es
cuando empieza la lluvia.
83
Estoy protegida por un techo sobre el balcón, y el viento no es extremo en
este momento, así que me quedo afuera, viendo como todo lo que comenzó con
esperanzas hace apenas quince minutos, se convierte lentamente en oscuridad.

Me pregunto si Samson sabía que hoy, llegaría una tormenta con la salida
del sol.

Echo un vistazo a su casa y está de pie en la puerta, apoyado contra el marco


de esta, sosteniendo una taza de café. No está mirando la lluvia ni el océano ni el
cielo. Me está mirando.

Verlo mirándome, despierta algo dentro de mí que no quiero que se agite.


Lo miro por un momento, preguntándome si se despierta todas las mañanas para
ver el amanecer o si sólo quería ver qué haría, con la alarma que puso en mi
teléfono.

Quizás realmente aprecia el amanecer. ¿Es uno de los pocos que no da por
sentado este punto de vista? Creo que existe la posibilidad de que me equivoque
con él. Podría haberlo juzgado un poco demasiado pronto. Pero, de nuevo, ¿qué
importa si me equivoco? Las cosas entre nosotros son incómodas y no veo que eso
cambie, a menos que uno de nosotros, tenga un trasplante de personalidad.

Rompo nuestra mirada y camino de regreso al interior. Me arrastro hacia la


cama. Creo que me quedaré aquí.
DIEZ

Pasé la mayor parte de los últimos tres días en mi habitación. La lluvia sumada a la
semana me llevó a no querer enfrentarme al mundo en absoluto. Además, este
dormitorio se está convirtiendo en mi lugar favorito, porque me siento segura aquí,
encerrada por estas cuatro paredes. Tengo una vista despejada del océano, un 84
televisor, que finalmente he descubierto cómo funciona y mi propio baño.

Realmente podría quedarme en esta habitación, por el resto de mi tiempo


aquí y estar feliz.

El problema, son todos los demás que viven en esta casa.

Mi padre me ha revisado varias veces. Le dije que tenía dolor de cabeza y


que me dolía la garganta y que me dolía hablar, así que aparece de vez en cuando
y me pregunta si me siento bien.

Sara me ha estado trayendo cosas. Comida, agua, medicinas que realmente


no necesito. En algún momento, ayer, se metió en mi cama y vio Netflix conmigo
durante una hora, antes de irse a su cita con Marcos. No hablamos mucho, pero
sorprendentemente no me importó su compañía.

Tiene buena energía. A veces me siento como un agujero negro a su


alrededor. Como si quizás le estuviera chupando toda la vida, por estar en su
inocente presencia.

He seguido la rutina de Samson, más de lo que me gustaría admitir. No sé


por qué tengo tanta curiosidad por él. Sin embargo, su rutina me intriga.

Deje su alarma en mi teléfono, porque los amaneceres parecen haberse


convertido en algo entre nosotros. Sale a su propio balcón todas las mañanas.
Vemos cómo el mundo se despierta solo, pero juntos. Cada vez que regreso a mi
habitación, hacemos un breve contacto visual. Sin embargo, no me habla.

O no es una persona mañanera, o prefiere apreciar el amanecer en silencio.


De cualquier forma, se siente íntimo. Como si tuviéramos esta reunión secreta que
nadie más conoce, aunque nunca hablamos durante dicha reunión.
Normalmente vuelvo a la cama después, pero Samson siempre sale de su
casa. No sé a dónde va tan temprano cada mañana, pero ha ido casi todos los días.
Y cuando regresa por la noche, su casa siempre está a oscuras. Sólo enciende la
luz de la habitación en la que se encuentra, y luego apaga la luz tan pronto como
sale de esa habitación.

Parece que ya vive con precisión militar. La casa está impecable, por lo que
puedo ver desde mi ventana. Me hace preguntarme qué tipo de padre tiene. Si va a 85
ingresar al ejército, tal vez se crió en el ejército. Quizás por eso parece tan
controlado y mantiene su casa tan limpia.

Realmente necesito encontrar algo en lo que ocupar mi cabeza, si esto es en


lo que paso mi tiempo pensando. Quizás debería conseguir un trabajo. No puedo
quedarme en esta habitación para siempre.

Podría comprar una pelota de voleibol y una red para practicar, pero eso no
suena nada atractivo. El entrenador ya nos ha asignado rutinas de entrenamiento y
horarios, pero ni siquiera he abierto el correo electrónico. No sé por qué, pero no
tengo ningún deseo de mirar una pelota de voleibol hasta que esté en Pensilvania.
He jugado voleibol durante los últimos cinco años de mi vida. Estoy a punto de jugar
durante los próximos cuatro.

Merezco uno o dos meses, sin tener que pensar en eso.

Ha dejado de llover y salió el sol. Si sigo fingiendo que estoy enferma por
cuarto día consecutivo, mi padre podría llevarme al médico. Realmente no tengo
una excusa para quedarme en mi habitación mucho más tiempo y sería un buen día
para salir a buscar trabajo. Quizás podría conseguir un trabajo de mesera y guardar
las propinas para cuando me vaya a la universidad.

Sin embargo, daría cualquier cosa por otro día como los últimos tres. Pero
no parece que vaya a conseguirlo, porque alguien está llamando a la puerta de mi
habitación.

—Soy yo—dice Sara. —¿Puedo entrar?

—Por supuesto.
Me siento en la cama, apoyada contra la cabecera. Sara se sube a la cama
y se sienta a mi lado. Huele a canela.

—¿Te sientes mejor? —Asiento y fuerzo una pequeña sonrisa. —Sí, un poco.

—Bueno. La lluvia finalmente se detuvo. ¿Quieres ir a la playa más tarde?

—No lo sé. Estaba pensando que tal vez debería buscar un trabajo de 86
verano. Necesito ahorrar algo de dinero para la universidad.

Ella se ríe de eso.

—No. Disfruta tu último verano antes de que comience la edad adulta.


Aprovecha todo esto—dice, agitando la mano en el aire.

Ella es tan alegre. Todavía estoy atrapado en el estado de ánimo de ayer.


Hay un desequilibrio obvio entre nosotros en este momento. Se da cuenta porque
su sonrisa desaparece y me mira con los ojos entrecerrados.

—¿Estás bien, Beyah?

Sonrío, pero requiere demasiado esfuerzo y mi sonrisa se desvanece con


un suspiro. —No lo sé. Todo esto es... es un poco extraño para mí.

—¿Qué?

— Estar aquí.

—¿Quieres volver a casa?

—No—. Ni siquiera sé dónde está mi hogar ahora mismo, pero no le digo


eso. Estoy en el limbo y es una sensación extraña. Un sentimiento deprimente.

—¿Estas triste? —me pregunta.

—Creo que sí.

—¿Hay algo que pueda hacer al respecto?

Niego con la cabeza.


—No.

Ella rueda de costado, levantando la cabeza con la mano. —Tenemos que


sacarte de este lío. ¿Crees que algo de esto se debe, a que te sientes como un
extraño en esta casa?

Asiento con la cabeza. Me siento fuera de lugar aquí.


87
—Probablemente contribuya.

—Entonces solo tenemos que acelerar nuestra amistad—. Ella rueda sobre
su espalda. —Vamos a conocernos. Hazme algunas preguntas.

De hecho, hay mucho que quiero saber sobre ella, así que apoyo la cabeza
contra la cabecera y pienso en algunas.

—¿Tienes una buena relación ¿con tu madre?

—Si. La amo, es mi mejor amiga.

Que suerte.

—¿Dónde está tu padre?

—Vive en Dallas. Se divorciaron hace cinco años.

—¿Lo has visto alguna vez?

Sara asiente.

—Si. Es un buen padre. Muy parecido al tuyo.

De alguna manera mantengo la cara seria, después de ese comentario. Tiene


dos padres buenos y un padrastro que parece conocerla mejor, que a su propia hija.
Espero que ella no dé eso por sentado.

Sara no ha pasado por muchas dificultades. Puedo decir eso, sólo mirándola.
Ella todavía está llena de esperanza.

—¿Qué es lo peor que te ha pasado? —Le pregunto.


—El divorcio de mis padres fue muy difícil para mí—dice. —¿Qué es lo mejor
que te ha pasado?

Ella sonríe.

—Marcos.

—¿Cuánto tiempo han estado juntos? 88

—Desde las vacaciones de primavera.

—¿En serio?

—Sí, sólo unos meses. Pero apuesto mi vida, a que algún día nos
casaremos.

—No hagas eso.

—¿Qué no me case con él? —pregunta, rodando sobre su estómago.

—No apuestes tu vida por eso. Sólo lo conoces desde hace unos meses.

Ella sonríe.

—Oh, no me refiero a que sea pronto. Esperaremos hasta después de la


universidad.

Ella todavía sonríe soñadoramente cuando dice. —Me estoy transfiriendo de


escuela, para poder estar más cerca de él.

—¿Él también está en la universidad?

—Sí, es un estudiante de moda en la Universidad de H. Minoring.

—¿Es un estudiante de moda?

Ella asiente. —Quiere iniciar una línea de ropa llamada HisPanic.

—Eso explica las camisetas.


—Sí, es bastante inteligente. Nació en Chiapas, por lo que planea donar parte
de los ingresos para ayudar a combatir la pobreza allí, si alguna vez su línea de
ropa despega. Ya tiene cinco mil seguidores en Instagram.

—¿Es bueno eso? No sé mucho sobre las redes sociales.

—Es mejor que no tener cinco mil seguidores. —Se sienta en la cama y cruza
las piernas. Ella se mueve mucho. Ojalá tuviera la mitad de su energía. 89

—¿Puedo hacerte una pregunta?

Asiento con la cabeza. — Te he preguntado como diez, así que es justo.

—¿Qué te hace feliz?

Su expresión está llena de genuina curiosidad. Tengo que apartar la mirada


antes de que ella vea esa expresión en mi propio rostro, porque honestamente… no
sé qué me hace feliz. También tengo curiosidad por eso. He pasado toda mi vida
tratando de sobrevivir; Realmente nunca pensé en las cosas que están más allá de
eso.

Tener una comida solía hacerme feliz. Las noches en las que mi madre no
traía a casa a hombres extraños solían hacerme feliz. Los días de pago en
McDonald's solían hacerme feliz.

No estoy segura de por qué su pregunta me provoca tanto, pero me doy


cuenta por primera vez desde que llegué aquí, que las mismas cosas que solían
hacerme feliz ya ni siquiera son problemas en mi vida.

¿Qué me hace feliz?

—No lo sé —. Miro por la ventana hacia el mar y siento que me invade una
sensación de calma. —El océano, supongo.

— Entonces, deberías disfrutar del océano mientras puedas. No consigas un


trabajo de verano. Tienes el resto de tu vida para trabajar. Haz de este verano todo
sobre ti. Me parece que te mereces ser un poco egoísta por una vez.

Asiento con la cabeza.


—Me lo merezco.

Ella sonríe.

—Me alegra que te des cuenta de eso—. Ella se empuja fuera de la cama.
—Le prometí a Marcos que iría con él para que se cortara el pelo y almorzar tarde.
Puedes venir con nosotros si quieres.
90
—No, necesito una ducha. Podría dar un paseo por la playa más tarde.

Sara sale de mi habitación. —Bueno. Regresaremos en un par de horas. No


cenes, esta noche vamos a cocinar en la playa.

Sara mencionó que una gran parte de la península de Bolívar, se conoce como Zoo
Beach. Los carros están permitidos en la arena, así como los carritos de golf, por lo
que hay un tráfico y fiestas constantes. En la zona donde vive Sara, todavía se ve
parte de ese tráfico, pero no está tan concurrida, como ciertas partes de la
península.

Pero a un par de millas de la casa de Sara, comienza un mundo


completamente diferente. No necesariamente uno mejor. Supongo que eso
dependería del estado de ánimo en el que estés, pero, dado mi estado de ánimo en
este momento no es de música fuerte y masculinidad tóxica.

Me doy la vuelta para caminar de regreso antes de llegar demasiado lejos al


área llena de gente. Hay un par de tipos sentados en la parte trasera de su
camioneta, persuadiendo a un perro con una hamburguesa.

Las costillas del perro son visibles a través de su pelaje. Observo cómo el
perro avanza lentamente, hacia los dos tipos en la parte trasera del camión, como
si supiera que hay un precio que tendrá que pagar, por la comida que está a punto
de conseguir.

Inmediatamente me identifico con el perro.


—Eso es —dice uno de los muchachos, sosteniendo su hamburguesa. —
Solo un poco más cerca.

Cuando el perro está a su alcance, el tipo le quita la comida y el otro pasa


rápidamente por encima del perro y lo captura entre sus rodillas. Se ríen mientras
él pone una cinta en los ojos del perro y lo suelta. El perro comienza a tropezar,
incapaz de ver.
91
Corro hacia el perro, mientras intenta arrancarle la cinta con el pie. Lo quito
de alrededor de su cabeza y él me mira, asustado, luego se escabulle.

—¡Venga! —dice uno de los chicos. — Simplemente nos estamos divirtiendo


con él.

Les tiro la cinta.

—Malditos estúpidos.

El perro se está escapando ahora. Me acerco, agarro la hamburguesa de la


mano del tipo y sigo al perro.

—Perra— escucho murmurar a uno de ellos.

Camino de regreso por la dirección por la que vine, lejos de la multitud y hacia
el perro. El pobre se esconde detrás de un bote de basura azul y se agacha. Camino
lentamente hacia él hasta que estoy a unos metros de distancia y luego lanzo
suavemente la hamburguesa en su dirección.

El perro lo olfatea por un segundo y luego comienza a comerlo. Sigo


caminando, enojada ahora. A veces no entiendo a los humanos. Lo odio, porque
me encuentro deseando que toda la humanidad sufra, sólo una pequeña cantidad
de lo que ellos sufren. Tal vez si todos probaran un poco de lo que ha vivido ese
perro, dudarían más en ser gilipollas.

Estoy a medio camino de casa antes de darme cuenta de que el perro me ha


estado siguiendo. Debe pensar que tengo más hamburguesas.

Me detengo y el perro se detiene.

Nos miramos el uno al otro, evaluándonos el uno al otro.


—No tengo más comida.

Vuelvo a caminar y el perro sigue siguiéndome. De vez en cuando se desvía


por algo, pero luego mira hacia arriba, me encuentra y corre para alcanzarme.
Todavía está pisándome los talones cuando finalmente llego a la casa. Estoy segura
de que no puedo llevarme a un perro así de sucio dentro, pero al menos puedo
conseguirle algo de comida. Cuando llego a los escalones inferiores, me doy la
vuelta y le señalo. 92

—Quédate.

El perro se sienta justo donde señalo. Me sorprende. Al menos escucha bien.

Saco unas rodajas de pavo del refrigerador y lo pongo en un cuenco, en otro


pongo agua y se lo llevo al perro. Me siento en el último escalón y le acaricio la
cabeza mientras come. No sé si alimentarlo aquí en la casa es una mala decisión.
Probablemente se quede por aquí ahora que lo he alimentado, pero tal vez eso no
sea tan malo.

Me vendría bien la compañía de algo que no me juzgue.

—¡Beyah!

Las orejas del perro se animan al oír mi nombre. Miro hacia arriba y alrededor,
tratando de localizar a la persona que acaba de gritarme, pero no veo a nadie.

—¡Aquí arriba!

Miro hacia la casa en la esquina que está en la segunda fila detrás de un lote
baldío frente a la playa. Hay una persona parada en el borde del techo
extremadamente alto. Está tan alto que me toma unos segundos darme cuenta de
que el tipo es Samson.

Me hace señas y, como una idiota, miro a mi alrededor para asegurarme de


que me está hablando, a pesar de que dijo específicamente mi nombre.

—¡Ven acá! —él grita.

Samson está sin camisa. Me siento tan patética y hambrienta, como el perro,
cuando me levanto de inmediato. Miro al perro.
—Vuelvo enseguida. Quédate aquí.

Tan pronto como empiezo a cruzar la calle, el perro me sigue. Entro al patio
donde está la casa de Samson. Ahora está peligrosamente cerca del borde del
techo, mirando hacia abajo.

—Toma las escaleras hasta la puerta de entrada. Luego abre la primera


puerta a la izquierda en el pasillo. Conduce a la azotea. Quiero mostrarte algo. 93

Puedo ver el sudor brillando en su piel desde aquí abajo, así que miro mis
pies por un segundo, tratando de averiguar qué hacer. No necesariamente he tenido
las mejores interacciones con él. ¿Por qué me expondría a más de eso?

—¡Tengo miedo a las alturas! —digo en voz alta, mirándolo.

Samson se ríe.

—No tienes miedo de nada, sube aquí.

No me gusta cómo dice eso con tanta confianza, como si me conociera. Pero
tiene razón. No tengo miedo. Me vuelvo hacia el perro y señalo al lado de las
escaleras.

—Quédate.

El perro camina hacia el lugar que señalé y se sienta.

—Maldito perro. Eres muy inteligente.

Subo las escaleras hasta la puerta principal. ¿Debería tocar? Lo hago, pero
nadie responde. Supongo que Samson es el único aquí o habría bajado para
dejarme entrar él mismo.

Empujo la puerta para abrirla y me siento extremadamente rara al estar en


una casa desconocida. Rápidamente me dirijo a la puerta de la izquierda y la abro.

Es una escalera que conduce hasta una pequeña zona de asientos circular
cerrada en la parte superior de las escaleras. Tiene la forma de la parte superior de
un faro y está situado en el centro de la casa. Está encerrado en ventanas con una
vista de 360 grados.
Es impresionante. No sé por qué no todas las casas tienen uno de estos.
Vendría aquí todas las noches y leería un libro.

Una de las ventanas se abre hacia el techo y Samson me espera,


manteniéndola abierta.

—Esto es realmente genial—digo, mirando hacia afuera.


94
Me toma un momento reunir el valor antes de subir al techo. En realidad, no
le tengo miedo a las alturas como dije antes, pero esta casa está sobre zancos, y
hay dos pisos encima de esos zancos.

Samson toma mi mano y me ayuda a subir al techo antes de cerrar la


ventana.

Inhalo temblorosamente cuando me ubico, porque no me di cuenta de lo alto


que estábamos hasta este momento. No me atrevo a mirar hacia abajo.

Todo se ve diferente desde aquí. Debido a la altura, todas las demás casas
parecen pequeñas en comparación. Hay tejas sueltas amontonadas junto a una caja
de herramientas, a los pies de Sansón.

—¿Es ésta una de tus cinco casas de alquiler?

—No. Sólo ayudaba a mi amiga Marjorie. Tiene una fuga.

El techo aquí arriba tiene dos niveles, un nivel más alto que el otro. Samson
sube al segundo nivel y se pone las manos en las caderas.

—Ven acá.

Una vez de pie junto a él, apunta en la dirección opuesta del océano.

—Puedes ver la puesta de sol sobre la bahía desde aquí.

Miro en la dirección que apunta y el cielo está en llamas al otro lado de la


península. Rojos, púrpuras, rosas y azules, todos mezclados entre sí.

—Marjorie tiene la casa más alta del vecindario. Puedes ver toda la
península.
Doy una vuelta lenta, admirando la vista. La bahía está iluminada con toques
de colores tan brillantes, que parece un filtro. Puedo ver toda la playa, hasta donde
mis ojos lo permiten.

—Es bonito.

Samson mira la puesta de sol por un momento, luego salta a la parte inferior
del techo. Camina hacia la caja de herramientas y se arrodilla junto a ella. Coloca 95
una teja en el techo y comienza a tacharla.

Ser testigo de cómo se mueve en este techo, es como si estuviera en un


terreno llano, me hace inestable sobre mis propios pies.

Me siento.

—Eso es todo lo que quería—dice. —Sé que te gustan los amaneceres, así
que quería que vieras el atardecer desde aquí.

—El amanecer de hoy realmente me deprimió.

Asiente, como si supiera exactamente lo que quiero decir con eso.

—Si. A veces las cosas son tan bonitas, que hace que todo lo demás sea un
poco menos impresionante.

Lo miro en silencio por un rato. Asegura unas cinco tejas en su lugar, mientras
el cielo consume la mayor parte de su luz. Sabe que lo estoy mirando, pero por
alguna razón, no se siente vergonzoso mirarlo esta vez. Es como si prefiriera que
estuviese aquí. Es como se siente por las mañanas, cuando nos sentamos en
nuestros respectivos balcones y no hablamos.

Su cabello está mojado por el sudor, por lo que es de un rubio más oscuro
de lo normal. Hay un collar colgando de su cuello y de vez en cuando, cuando se
mueve, puedo ver un destello de una línea de bronceado debajo de él. Nunca debe
quitárselo. Es un trozo de madera, que cuelga de un fino cordón trenzado negro.

—¿Tu collar tiene significado?

Él asiente, pero no explica cuál es ese significado. Simplemente sigue


trabajando.
—¿Vas a decirme qué significa?

El niega con la cabeza. Bien entonces. Yo suspiro. ¿Qué no ve que estoy


tratando de tener una conversación con él? Olvidé cómo es.

—¿Conseguiste un perro hoy? —me pregunta.

—Fui a dar un paseo. Me siguió a casa. 96

—Te vi alimentarlo. No se va a ir.

—No me importa.

Samson me mira por un momento, luego se seca el sudor de la frente con el


brazo.

—¿Qué harán Sara y Marcos esta noche?

Me encojo de hombros.

—Ella dijo algo sobre una comida al aire libre.

—Bueno. Estoy hambriento.

Vuelve a clavar tejas en el techo.

—¿Quién es Marjorie? —Pregunto.

—Ella es la dueña de esta casa. Su esposo murió hace un par de años, así
que la ayudo de vez en cuando.

Me pregunto cuánta gente conoce en este barrio. ¿Creció en Texas? ¿A


dónde fue a la escuela? ¿Por qué va a la Fuerza Aérea? Tengo muchas preguntas.

—¿Cuánto tiempo has tenido casas aquí?

—No tengo casas aquí—dice. —Mi padre lo hace.

—¿Cuánto tiempo ha tenido tu padre casas aquí?

Samson tarda un segundo en responder.


—No quiero hablar de las casas de mi padre.

Muerdo mi labio. Parece que muchas preguntas están prohibidas para él. Lo
odio porque me da aún más curiosidad. No me cruzo con gente que atesore
secretos como yo. La mayoría de la gente quiere un oyente. Alguien a quien puedan
contarle todo. Samson no quiere un oyente. Yo tampoco. Lo que probablemente
explica por qué las conversaciones entre nosotros, se sienten diferentes a las
conversaciones que tengo con otras personas. 97

Nuestras conversaciones se sienten manchadas. Como gotas de tinta y


mucho espacio en blanco.

Samson comienza a guardar todas sus herramientas, en su caja. Todavía


hay luz, pero no será por mucho más tiempo. Se pone de pie y vuelve al nivel
superior, luego se sienta a mi lado en el techo.

Puedo sentir el calor de su cuerpo, está tan cerca.

Apoya los codos en las rodillas. Realmente es una persona hermosa. Es


difícil no mirar a personas como él. Pero creo que su carisma proviene más, de la
forma en que se comporta, que de su apariencia. Puede que tenga un lado artístico.

Definitivamente tiene un aspecto tranquilo en él, que lo hace parecer


introspectivo. O tal vez sólo está siendo protector.

Sea lo que sea, lo compone como un todo, me encuentro viéndolo como un


proyecto que quiero emprender. Un reto. Quiero abrirlo y ver que hay dentro de él,
que lo convierte en la única persona en el planeta, por la que realmente siento
curiosidad.

Samson se pasa el pulgar por el labio inferior, así que, naturalmente, estoy
mirando su boca cuando comienza a hablar.

—Había un pescador que solía venir mucho—dice. —Su nombre era Rake.
Vivía en su barco y recorría la costa de aquí hasta South Padre. A veces anclaba
su bote allí mismo y nadaba hasta la playa y se unía a personas al azar en sus
comidas al aire libre. No recuerdo mucho sobre él, pero recuerdo que solía escribir
poemas en trozos de papel y dárselos a la gente. Creo que eso, es lo que más me
fascinó de él. Era este pescador intrépido que escribía poesía.
Sonríe cuando dice eso.

—Recuerdo que pensé, que era una especie de criatura mítica intocable.

La sonrisa de Samson se desvanece y se detiene por un momento.

—El huracán Ike azotó en 2008. Destruyó la mayor parte de la isla. Estaba
ayudando con la limpieza y encontré el bote de Rake al final de la península, en 98
Gilchrist. Estaba destrozado. — Toca su collar, mirándolo. —Tomé un pedazo del
bote e hice este collar con él.

Mantiene los dedos en su collar y mira hacia el océano, deslizando el trozo


de madera hacia adelante y hacia atrás a través del cordón.

—¿Qué le pasó a Rake?

Samson voltea hacia mí.

—No lo sé. Técnicamente, no era un residente del área, por lo que no se lo


contó entre los desaparecidos o muertos. Pero nunca habría abandonado ese
barco, ni siquiera durante un huracán. No sé si la gente lo buscó, para ser honesto.
Ni siquiera estoy seguro de que alguien se haya dado cuenta, de que desapareció
después del huracán.

—Lo notaste.

La expresión de Sansón cambia cuando digo eso. Hay una tristeza en él y un


poco de ella se filtra entre nosotros. No me gusta, porque aparentemente la tristeza
es con lo que me conecto. Siento como si estuviera tirando de mi alma, con esa
mirada.

Samson no es en absoluto quien pensaba que era, cuando lo conocí. No sé


cómo procesar eso. Admitir que no se parece en nada, a lo que supuse que era, me
decepciona. Nunca me he considerado crítica, pero creo que lo soy. Yo lo juzgué.
Juzgué a Sara.

Aparto la mirada de Sansón y me levanto. Bajo al nivel inferior del techo y


me doy la vuelta cuando llego a la ventana. Intercambiamos una mirada que dura
unos cinco segundos, en silencio.
—Yo estaba equivocada acerca de ti.

Samson asiente, sosteniendo mi mirada.

—Está bien.

Lo dice con sinceridad, como si no estuviera en mi contra.


99
No me cruzo muy a menudo, con personas de las que creo que puedo
aprender algo, pero es posible que él realmente me haya conocido, más de lo que
yo a él. Eso me parece atractivo.

Por eso salgo del techo y bajo las escaleras, sintiéndome mucho más pesada
que cuando las subí.

El perro todavía está en el mismo lugar cuando salgo. Me mira con


entusiasmo, menea la cola cuando llego al último escalón.

—Mírate, siendo tan obediente.

Me agacho y lo acaricio. Su cabello está todo enmarañado. La pobre criatura


no amada, me recuerda mucho a mí misma.

—¿Ese es tu perro?

Sigo la voz, hasta que veo a una mujer sentada en una mesa de picnic,
debajo del primer nivel de la casa. Ella está jugando con una bolsa de algo, que
está en su regazo. Ella es mayor, tal vez en sus setenta.

Ella debe ser Marjorie.

—No lo sé— digo, mirando al perro. —Nos acabamos de conocer.

Me acerco a la mesa de picnic. El perro me sigue.

—¿Eres amiga de Samson? —ella me pregunta.

—No lo sé—digo —Nos acabamos de conocer.

Ella ríe.
—Bien. Si lo averiguas, avísame. Él es todo un misterio.

Supongo que no soy la única que piensa eso de él.

—Quería que viera la vista desde su techo. Es espectacular.

Ahora que estoy más cerca, puedo ver que está rompiendo nueces. Me
apoyo en uno de los zancos que sostiene su casa. 100

—¿Cuánto tiempo ha conocido a Samsón? —le pregunto.

Ella levanta la barbilla pensativa.

—Desde principios de año, supongo. Tuve un infarto en febrero. No puedo


moverme como solía hacerlo, así que viene de vez en cuando y lo pongo a trabajar.
No se queja. Él tampoco me cobra, así que no estoy segura de que obtendrá con
esto.

Yo sonrío. Me gusta que no le quita dinero. No es que no pueda pagar a


alguien para que la ayude. Ella está sentada en la casa más alta, en lo que
probablemente sea el vecindario más bonito de esta península. No es el más
moderno. En realidad, está un poco anticuado, pero tiene carácter. Se siente vivo,
a diferencia de muchas de estas otras casas, que están listas para alquilar y son
idénticas.

—Me gusta mucho su casa—digo, mirando a mi alrededor. —¿Cómo llamas


a este nivel?

—El nivel del zanco —dice.

Señala por encima de su cabeza. —Consideramos que es el primer piso.

Echo un vistazo a las otras casas. Algunos de ellos han cerrado sus niveles
de zancos. Algunos lo han hecho aparcamientos.

Me gusta el de Marjorie. Tiene un bar tiki, una mesa de picnic y un par de


hamacas colgadas entre algunos de los zancos.

—A algunas personas les gusta convertir sus niveles sobre zancos en


habitaciones adicionales—dice. —Los idiotas de la puerta de al lado, construyeron
una habitación de invitados completa en su nivel de zancos. No fue muy inteligente,
pero no querían mi opinión. Lo descubrirán pronto. Algunos días, el océano es
nuestro vecino, pero otros días, el océano es nuestro compañero de habitación.

Me hace un gesto para que me acerque.

—Aquí. Toma estos.


101
Me entrega una bolsa de pacanas sin cáscara, del tamaño de un galón.

—No tiene que darme esto—le digo, tratando de devolverlos.

Ella me despide.

—Guárdalos. Tengo demasiados.

No tengo ni idea de lo que voy a hacer con una libra de nueces. Se los daré
a Alana, supongo.

—Gracias.

Marjorie asiente con la cabeza hacia el perro.

—¿Le has nombrado ya?

—No.

—Deberías llamarlo Pepper Jack Cheese.

Me río.

—¿Por qué?

—¿Por qué no?

Miro al perro. No parece un trozo de queso. Estoy segura de que ningún perro
parece queso.

—Pepper Jack— le digo, probando el nombre con él. —¿Te sientes como un
Pepper Jack?
—Pepper Jack Cheese —corrige Marjorie. —Se merece el nombre completo.

Me gusta Marjorie. Ella es rara.

—Gracias por las nueces— Miro al perro. —Vamos a casa, Pepper Jack
Cheese.

102
ONCE

Fui a una pequeña escuela primaria. Ahí fue donde conocí a Natalie. Estaba a sólo
unas cuadras de mi casa y era lo suficientemente pequeña, como para que sólo
hubiera un maestro por grado. Tu grupo era el grado en el que estabas. En la
escuela primaria, a nadie le importaba el dinero, porque éramos demasiado jóvenes 103
para saberlo.

La secundaria y la preparatoria eran diferentes. Eran campus mucho más


grandes y, a esa edad, el dinero definía tu grupo. A menos que fueras
excepcionalmente bonita. O, en el caso de Zackary Henderson, famoso en
YouTube. No era rico, pero su estatus en las redes sociales, lo llevó a la multitud
rica. Los seguidores se consideran una moneda más valiosa, que el dinero en
efectivo para muchas personas de mi edad.

Venía de la peor parte de la ciudad y todos lo sabían. Los niños de mi barrio


que eran tan pobres como yo, empezaron a menguar. Muchos de ellos, siguieron
los mismos pasos que sus padres, recurriendo a las drogas. Nunca me sentí parte
de esa multitud, porque hice todo lo que pude para ser, exactamente lo contrario de
mi madre y las personas como ella.

Sin embargo, eso no importaba en la escuela. Natalie fue mi única amiga,


hasta que me uní al equipo de voleibol, como estudiante de primer año. Algunas de
las chicas del equipo me aceptaron, especialmente después de que me convertí en
la mejor del equipo, pero la mayoría estaban resentidas conmigo. La mayoría, aún
me trataban como si fuera menos que ellas. Y no era necesariamente un acoso
típico. Sin insultos o empujones en los pasillos. Creo que pude haber sido
demasiado intimidante para algunos de ellos.

Yo habría luchado y ellos lo sabían.

Fue más que me evitarme. Ignorada. Nunca me incluyeron en nada. Estoy


segura de que mucho de eso, tuvo que ver con el hecho de que yo era uno de los
pocos niños en mi escuela sin teléfono celular, ni computadora portátil, ni teléfono
de casa. No había forma de conectarse fuera del horario escolar, y eso es
socialmente perjudicial para cualquiera en estos días. O tal vez, sea esa mi forma
de excusar la exclusión durante la mayor parte de seis años.
Es difícil no amargarse, cuando pasas tanto tiempo solo. Es especialmente
difícil no amargarse, con los sistemas de clases y las personas con dinero, porque
cuanto más ricos eran, más parecía que yo no existía para ellos. Es por eso qué,
estar aquí en esta playa, con el tipo de personas que estoy segura de que hubiera
sido invisible en la escuela secundaria, es difícil para mí. Quiero creer que Sara me
hubiera tratado igual que ahora, si la hubiera conocido en la escuela secundaria.
Cuanto más la conozco, menos la veo como alguien que intencionalmente, sería
104
una mierda con cualquiera.

Y Samson. ¿Cómo trató a los desamparados?

No todo el mundo que tenía dinero, era un idiota en mi escuela secundaria,


pero lo suficiente como para pensar, que podría haberlos agrupado a todos. Una
parte de mí se pregunta, si las cosas habrían sido diferentes, si me hubiera
esforzado más. Si me hubiese abierto más. ¿Me habrían aceptado?

Quizás la única razón por la que no me aceptaron, es porque no quería serlo.


Era más fácil quedarme sola. Tenía a Natalie cuando la necesitaba, pero ella tenía
un teléfono celular y otros amigos que la mantenían ocupada, así que no éramos
inseparables. Ni siquiera puedo decir, que fuéramos mejores amigas.

Sólo sé que nunca hice cosas como esta. Nunca salí en grupos con gente.
Cuando tuve la edad suficiente para conseguir un trabajo, trabajé tanto como pude.
Así que, las hogueras, las comidas al aire libre y pasar tiempo con personas de mi
edad, es algo extraño para mí. Estoy tratando de encontrar una manera, de estar a
gusto en esta multitud, pero va a llevar tiempo. He pasado muchos años
convirtiéndome en la persona que soy. Es difícil cambiar quién eres, en unos pocos
días.

Hay unas ocho personas alrededor de la fogata, pero ninguna de ellas es


Samson. Bajó y comió una hamburguesa, pero luego regresó a su casa después de
comer. Los únicos dos que conozco son Sara y Marcos, pero están sentados frente
a mí, el fuego nos separa. No creo que sepan que las otras personas aquí están a
gusto. Escuché a Marcos preguntarle a uno de los muchachos de dónde es.

Esto debe ser una cosa de playa. Salir con gente al azar que apenas
conoces. Extraños reunidos alrededor de un fuego, preguntándose cosas
superficiales, hasta que están suficientemente borrachos como para fingir que se
conocen de toda la vida.

Creo que Sara se da cuenta de que me estoy retrayendo. Ella se acerca y se


sienta a mi lado. Pepper Jack Cheese está tirado en la arena junto a mi silla.

Sara mira al perro y lo rasca en la cabeza.


105
—¿Dónde encontraste a este perro?

—Me siguió a casa antes.

—¿Le has nombrado ya?

—Pepper Jack Cheese.

Ella me mira.

—¿En serio?

Me encojo de hombros.

—Me gusta. Deberíamos bañarlo más tarde. Tenemos una ducha al aire libre
en el nivel de los zancos.

—¿Crees que tu mamá me dejaría quedármelo?

—No en la casa, pero podríamos construirle un lugar afuera. Probablemente


ni se dé cuenta, honestamente. Apenas están aquí.

Lo he notado. Ambos llegan tarde a casa y tienden a acostarse poco


después. Se van temprano en la mañana.

—¿Por qué se han ido tanto?

—Ambos trabajan en Houston. El tráfico es terrible, así que cenan juntos en


la ciudad durante la semana, para no tener que luchar contra él. Pero despegan los
viernes durante el verano, por lo que ambos tienen fines de semana de tres días.

—¿Por qué se molestan en conducir aquí de lunes a jueves? ¿No está su


casa principal en Houston?
—Mi madre se preocuparía demasiado por mí. No es tan estricta como solía
ser porque tengo casi veinte años, pero todavía quiere saber que estoy en casa, en
la cama todas las noches. Y ama el océano. Creo que duerme mejor aquí.

—¿Alguien vive en tu casa de la playa, cuando no es verano?

—No, lo usamos como alquiler. Venimos aquí de vacaciones o para una


escapada de fin de semana de vez en cuando. 106

Deja de acariciar a Pepper Jack Cheese y me mira.

—¿Dónde te vas a quedar cuando empieces las clases en agosto? ¿Volverás


a vivir con tu madre?

Mi estómago se revuelve ante esa pregunta. Todos todavía piensan, que voy
a ir a algún colegio comunitario en Kentucky. Sin mencionar que todavía, no le he
contado a nadie sobre mi madre.

—No. Estaré ...

Marcos aparece y saca a Sara de su silla, antes de que pueda terminar mi


oración. Él la levanta, ella chilla y envuelve sus brazos alrededor de su cuello
mientras él la lleva hacia el agua. Pepper Jack Cheese se pone de pie y ladra debido
a la conmoción.

—Está bien— le digo, poniendo mi mano en su cabeza — Acuéstate.

Reanuda su posición en la arena. Miro hacia la casa de Samson y me


pregunto qué está haciendo. ¿Tiene una chica con él? Eso explicaría por qué no
está socializando aquí.

No me gusta estar aquí sola, ahora que Sara y Marcos están en el agua. No
conozco a ninguna de estas otras personas y están empezando a ponerse ruidosas.
Creo que soy la única que no bebe.

Me levanto y salgo a caminar para alejarme del grupo antes de que alguno
de ellos decida jugar a girar la botella o algo peor. Pepper Jack Cheese me sigue.

Realmente está empezando a gustarme este perro. Su lealtad es agradable,


pero su nombre es demasiado largo. Podría llamarlo PJ.
Hay un castillo de arena abandonado a unos metros del grupo, que está
medio destruido. PJ corre hacia él y comienza a husmear a su alrededor. Me siento
junto al castillo de arena y empiezo a reconstruir uno de los muros.

La vida es rara. Un día estás mirando a tu madre muerta, y unos días después
estás construyendo un castillo de arena en la playa sola, en la oscuridad con un
perro, que lleva el nombre de un queso.
107
—Será arrastrado por la marea en una hora.

Miro hacia arriba para ver a Samson de pie a mi lado. Estoy muy aliviada de
verlo aquí y eso me hace sentir extraña. Estoy empezando a encontrar un extraño
consuelo en su presencia.

—Entonces será mejor que me ayudes a construir un muro de contención.

Samson camina alrededor del castillo de arena y se sienta al otro lado. Mira
al perro.

—Le agradas.

—Le di de comer. Estoy segura de que, si le dieras una hamburguesa, él


también te seguiría.

Samson se inclina hacia adelante y comienza a amontonar arena en su lado


del castillo. Verlo ayudarme me hace sonreír. Un chico sexy sin camisa jugando en
la arena. Le lanzo miradas de vez en cuando, impresionado por su concentración.

—Su nombre es Pepper Jack Cheese —digo, rompiendo un tramo de


silencio.

Samson sonríe.

—¿Conociste a Marjorie?

—¿Cómo supiste que fue idea suya?

—Tiene dos gatos. Sus nombres son queso cheddar y mozzarella.

Me río.
—Ella es interesante.

—Si ella lo es.

La marea se acerca y parte del agua se derrama, en el área donde estamos


trabajando. Samson deja de dar palmaditas a las paredes con las manos.

—¿Ya has estado en el agua? 108

—No. Estoy un poco recelosa del mar.

—¿Por qué?

—Medusa. Tiburones. Todas las cosas que no puedo ver debajo de la


superficie.

Samson se ríe.

—Pasamos el rato en lo alto de una casa de tres pisos hoy. Estás más segura
en el océano que en ese techo.

Se pone de pie y se limpia la arena de los pantalones cortos.

—Venga.

Está entrando en el agua, no esperándome. Busco a Marcos y Sara, pero


están muy lejos.

El océano es enorme, así que no sé por qué me parece íntimo, entrar en él


con Samson. Me levanto y me quito los pantalones cortos, luego los tiro cerca de
Pepper Jack Cheese.

—Mantén un ojo en esos —digo.

Entro al agua. Hace más calor de lo que pensé que sería. Samson está varios
pies por delante de mí. Sigo caminando, sorprendida de lo lejos que tengo que ir,
antes de que el agua llegue a mis rodillas. Samson se sumerge en una ola y
desaparece bajo el agua.

Cuando el agua finalmente me llega al pecho, Samson reaparece. Está a dos


pies delante de mí, cuando sale del agua. Se cepilla el pelo hacia atrás y me mira.
—¿Ves? Nada aterrador.

Se baja hasta que el agua le llega al cuello. Nuestras rodillas se tocan


accidentalmente, pero él actúa como si no se diera cuenta. No hace ningún
movimiento para retroceder, pero yo no me muevo en lo más mínimo, para
asegurarme de que no vuelva a suceder. No lo conozco muy bien y no estoy segura
de querer darle esa idea. Tenía a una chica diferente en su regazo la otra noche.
No tengo planes de ser otro trofeo de vuelta. 109

—¿Marjorie te dio nueces hoy? —él me pregunta.

Asiento y eso lo hace reír.

—Tengo tantas nueces —dice—. Ahora las dejo en los porches de otras
personas.

—¿Es lo que hace todo el día? ¿Romper nueces?

—Bastante.

—¿De dónde las consigue? Ni siquiera tiene árboles.

—No tengo ni idea— dice—. No la conozco tan bien. La conocí hace sólo
unos meses. Estaba caminando por su casa, cuando ella me detuvo y me preguntó
si iba a ir a la tienda pronto. Le pregunté qué necesitaba y me dijo que necesitaba
pilas. Le pregunté qué talla y me dijo: 'Sorpréndeme'.

Sonrío, pero no por lo que dijo. Es porque me gusta su forma de hablar. Hay
algo en la forma en que se mueve su labio inferior cuando habla, que me roba la
atención.

La mirada de Samson vuelve a mi rostro, pero no me mira a los ojos. Noto


que mira mi boca y luego aparto la mirada de nuevo. Nado un poco más lejos.

El agua ya me llega al cuello. Tengo que usar mis brazos para mantenerme
en un área donde pueda tocar.

—Sara dijo que has estado enferma los últimos días —dice—. No me he
sentido bien, pero es más una enfermedad emocional que física.
—¿Nostalgia?

Niego con la cabeza.

—No. Definitivamente no nostalgia.

Parece que está de un humor inusualmente hablador. Aprovecho eso.


110
—¿A dónde vas todos los días? ¿Qué haces, además de ayudar a las
ancianas gratis?

—Sólo trato de ser invisible— dice.

—¿Qué significa eso?

Samson aparta la mirada de mí, hacia la luna llena que se balancea justo
encima del borde del agua.

—Es una historia larga. Realmente no tengo ganas de largas explicaciones.

No es sorprendente. Parece querer quedarse en la parte superficial, cuando


se trata de conversaciones.

—Puedo entenderlo —le digo.

Su expresión no cambia en absoluto, pero su voz tiene un matiz de diversión


cuando dice.

—No pensé que quisieras.

—Eso es porque pensé que te había descubierto. Pero ya te dije que estaba
equivocada. Estás en capas.

—¿En capas? — él repite.

—¿Como una cebolla o un pastel?

—Definitivamente una cebolla. Tus capas son del tipo, que una persona tiene
que despegarte.

—¿Es eso lo que estás tratando de hacer?


Me encojo de hombros.

—No tengo nada más que hacer. Tal vez me pase el verano quitando todas
tus capas, hasta que finalmente respondas una pregunta.

—Respondí una. Te hablé de mi collar.

Asiento con la cabeza. 111

—Eso es cierto, me lo diste.

—¿Crees que eres fácil de leer? —él me pregunta.

—No lo sé.

—No lo eres.

—¿Estás intentando leerme?

Sostiene mi mirada por un momento.

—Si tú lo haces.

Esa respuesta hace que mis rodillas se sientan como anclas.

—Tengo la sensación, de que no llegaremos muy lejos el uno con el otro —


le digo.

—Me gusta guardar mis secretos. Tengo la sensación de que tú también lo


haces.

El asiente.

—No pasarás de mi primera capa, te lo prometo.

Algo me dice que lo haré.

—¿Por qué eres tan reservado? ¿Tu familia es famosa o algo así?

—O algo —dice.
Sigue acercándose a mí. Me hace pensar que esta atracción puede ser
mutua. Eso es difícil para mí entenderlo. Que un chico tan guapo y rico como él me
encuentre interesante de alguna manera.

Me recuerda cómo me sentí, la primera vez que Dakota me besó. Por eso
me alejo de Samson. No quiero que diga o haga nada, que pueda hacerme sentir
como Dakota me hizo sentir, justo después de nuestro primer beso.
112
No quiero volver a sentir eso nunca más, pero no puedo evitar preguntarme
si las cosas serían diferentes con Samson. ¿Qué diría después de que nos
besáramos? ¿Sería tan despiadado como Dakota?

De alguna manera nos hemos dado la vuelta y ahora estamos de espaldas a


la playa. Es como si nos estuviéramos moviendo, pero tan lentamente que no se
nota. Hay gotas de agua en el labio inferior de Samson y no puedo dejar de mirarlas.

Nuestras rodillas se rozan de nuevo. Esta vez no me alejo, pero la conexión


sólo dura un segundo. Me siento algo desanimada cuando pasa.

Me pregunto qué siente. Probablemente no tan confundido, sobre lo que


quiere como yo.

—¿Cuál es tu razón para ser reservada? —él me pregunta.

Pienso en eso por un momento.

—Supongo que nunca he tenido a nadie, a quien quisiera decirle nada.

Hay comprensión en sus ojos.

—Lo mismo.

Pero es casi un susurro. Se hunde bajo el agua y desaparece. Lo escucho


salir a tomar aire detrás de mí, unos segundos después. Me doy la vuelta y ahora
está aún más cerca de mí. Nuestras piernas definitivamente se tocan, pero ninguno
de los dos se aparta.

No estoy segura de haber sentido esto alguna vez, como si mi sangre corriera
por mis venas. Mis interacciones con los chicos, siempre me han dejado queriendo
más espacio, entre el chico y yo. No estoy acostumbrada a desear que no haya
espacio, entre otra persona y yo.

—Hazme algunas preguntas —dice—. Probablemente no responda a la


mayoría de ellas, pero quiero saber lo que quieres saber sobre mí.

—Probablemente más de lo que me darás.


113
—Pruébame.

—¿Eres hijo único?

Él asiente.

—¿Cuántos años tienes?

—Veinte.

—¿Dónde creciste?

Sacude la cabeza, negándose a responder a eso.

—Esa ni siquiera fue una pregunta intrusiva —digo.

—Si supieras la respuesta, te darías cuenta de qué es.

Él tiene razón. Esto va a ser un desafío. Pero no creo que se dé cuenta, de


lo competitiva que puedo ser. Conseguí un viaje completo a Penn State, gracias a
mi compromiso de ganar.

—¿Sara dijo que vas a ir a la Academia de la Fuerza Aérea?

—Si.

—¿Por qué?

—Es una tradición familiar.

—Ah, —digo.

—Un bocado. ¿Entonces tu padre estaba en la Fuerza Aérea?


—Si. Y mi abuelo.

—¿Cómo es tu familia tan rica? Los militares no pagan tan bien.

—Algunas personas van al ejército por la estima. No por la paga.

—¿Quieres ir a la Fuerza Aérea o lo haces porque se espera de ti?


114
—Quiero ir.

—Eso es bueno.

No sé si es él o la corriente, pero ahora está aún más cerca. Una de mis


piernas está entre sus rodillas y mi muslo ocasionalmente roza el suyo. Puede que
lo esté haciendo a propósito, lo que me sorprende. Quizás él también.

—¿Cuál es tu animal favorito? —pregunto.

—Ballena.

—¿Comida favorita?

—Mariscos.

—¿Actividad favorita?

—Nadar.

Me río.

—Estas son las respuestas típicas de las ratas playeras. Nunca llegaré a
ninguna parte.

—Haz mejores preguntas —dice intencionadamente.

Otro desafío. Nos miramos el uno al otro con pesadez mientras pienso en
una pregunta para la que realmente quiero una respuesta.

—Sara dijo que no tienes relaciones, que sólo sales con chicas, que están
aquí de vacaciones. ¿Por qué es eso?
No responde. Otra pregunta que está fuera de los límites, supongo.

—Está bien, demasiado privado. Pensaré en una pregunta más sencilla.

—No, voy a responder a esa —dice—. Sólo estoy tratando de averiguar


cómo.

Se baja hasta que el agua está al nivel de su barbilla. Yo hago lo mismo. Me 115
gusta que todo lo que podemos enfocarnos ahora son los ojos del otro. Aunque los
suyos no son muy reveladores.

—No confío fácilmente.

No esperaba esa respuesta. Esperaba que dijera que le gusta estar soltero
o algo igualmente estereotipado.

—¿Por qué? ¿Te rompieron el corazón?

Aprieta los labios mientras reflexiona sobre esa pregunta.

—Sí —dice rotundamente—. Me aplastó. Su nombre era Darya.

El hecho de que haya dicho su nombre en voz alta provoca, que una pequeña
e inesperada astilla de celos me golpee desde dentro. Quiero preguntarle qué pasó,
pero realmente no quiero la respuesta.

—¿Cómo es? — le pregunto

—¿Tener mi corazón roto?

Asiento con la cabeza. Empuja un trozo de alga flotante lejos de nosotros.

—¿Nunca has estado enamorada?

Me río.

—No. Ni siquiera cerca. Nunca he amado a nadie, ni he sido nunca amada


por nadie.

—Sí, lo has hecho —dice—. La familia cuenta.


Niego de nuevo con la cabeza, porque incluso si la familia contara, mi
respuesta seguiría siendo la misma. Mi padre apenas me conoce. Mi madre no fue
capaz de amarme.

Aparto la mirada de él y miro el mar abierto.

—No tengo ese tipo de familia —digo en voz baja—. No mucha gente tiene
madres como la mía. Ni siquiera la recuerdo abrazándome. Ni una sola vez. —lo 116
vuelvo a mirar—. Ahora que lo pienso, ni siquiera estoy segura de que alguna vez,
me hayan abrazado.

—¿Cómo es eso posible?

—Quiero decir, he abrazado a la gente como saludo. Un saludo rápido o un


abrazo de despedida rápido. Pero nunca he estado ... no sé cómo decirlo.

—¿Retenida?

Asiento con la cabeza.

—Si. Esa es una mejor descripción, supongo. Nunca me ha retenido nadie.


No sé cómo es eso. Intento evitarlo, de hecho. Parece que sería extraño.

—Supongo que depende de quién te abrace.

Mi garganta se siente espesa. Trago y asiento con la cabeza, pero no digo


nada.

—Me sorprende que no creas que tu padre te ama. Parece una buena
persona.

—Él no me conoce. Esta es la primera vez que lo veo, desde que tenía
dieciséis años. Sé más sobre ti que sobre él.

—Eso no es mucho.

—Exactamente —le digo, enfrentándolo de lleno de nuevo.


La rodilla de Samson roza la parte interna de mis muslos esta vez y me alegro
de que no pueda ver nada desde mi barbilla hacia abajo, porque mi cuerpo está
cubierto de escalofríos en este momento.

—No pensé que hubiera muchas personas en el mundo como yo —dice.

—¿Crees que somos iguales?


117
Quiero reírme de esa comparación, pero no hay una pizca de humor en su
expresión.

—Creo que tenemos mucho más en común de lo que crees, Beyah.

—¿Crees que estás tan sólo en este mundo, como yo?

Él junta sus labios y asiente con la cabeza, y es la cosa más honesta que he
visto en mi vida. Nunca hubiera pensado que alguien tan acomodado, pudiera tener
una vida tan horrible como la mía, pero puedo verlo en la forma en que me mira. De
repente, todo en él me resulta familiar.

Él tiene razón. Somos iguales, pero sólo en las formas más tristes.

Mi voz sale como un susurro cuando digo.

—Cuando te conocí en ese ferry, me di cuenta de que estabas dañado.

Hay un destello de algo en sus ojos mientras inclina la cabeza hacia la


derecha.

—¿Crees que estoy dañado?

—Si.

Se acerca aún más en el agua, pero, para empezar, no quedaba mucho


espacio entre nosotros. Es deliberado, y gran parte de mí lo toca tanto ahora.

—Tienes razón —dice en voz baja, deslizando una mano alrededor de la


parte posterior de mi rodilla izquierda—. No me queda nada más, que un puto
montón de escombros.
Me atrae hacia él, envolviendo mis piernas alrededor de él. Sin embargo,
eso es todo lo que hace. No intenta besarme. Simplemente nos conecta como si
eso fuera suficiente, mientras nuestros brazos nos mantienen a ambos a flote.

Rápidamente sucumbiré a él. No sé de qué manera. Todos ellos, tal vez.


Porque ahora mismo, necesito que haga otra cosa. Algo más. Pruébame. Tócame.
Arrástrame debajo.
118
Nos miramos por un momento y es casi como mirarnos en un espejo roto. Se
inclina lentamente, pero no hacia mi boca. Presiona sus labios contra mi hombro,
tan suavemente que se siente como un roce.

Cierro los ojos e inhalo.

Nunca sentí nada tan sensual. Tan perfecto.

Una de sus manos desaparece bajo el agua y encuentra mi cintura. Cuando


abro los ojos, su rostro está a solo un par de centímetros del mío.

Ambos nos miramos la boca por un breve segundo, y luego es como si el


fuego se disparara por toda mi pierna.

—¡Mierda!

Algo simplemente me picó. Algo simplemente me picó cómo la mierda, justo


cuando estaba a punto de ser besada y si esta no es mi maldita suerte.

—Mierda, mierda, mierda.

Agarro a Samson por los hombros.

—Algo simplemente me picó.

Sacude la cabeza como si estuviera saliendo de un trance. Se pone al día


con lo que acaba de pasar.

—Medusas —dice.

Me agarra de la mano y me empuja hacia la orilla, pero me duele tanto la


pierna que me cuesta caminar.
—Dios mío, duele.

—Sara guarda una botella de vinagre en su ducha al aire libre. Ayudará a la


picadura.

Cuando se da cuenta de que estoy luchando por mantener el ritmo, se inclina


y me levanta. Quiero disfrutar del hecho de que me esté cargando, pero no puedo
disfrutar de nada. 119

¿Dónde te picó? —él pregunta.

—Mi pierna derecha.

Cuando el agua está justo debajo de sus rodillas, puede caminar más rápido.
Me apresura más allá del fuego, hacia la ducha al aire libre en el nivel de los zancos
de Sara.

Escucho a Sara gritar detrás de nosotros.

—¿Qué pasó?

—¡Medusa! —grita por encima del hombro.

Cuando llegamos a la ducha, apenas hay espacio para los dos adentro. Me
baja, me doy la vuelta y presiono las manos contra la pared de la ducha.

—Llegó a la parte superior de mi muslo.

Cuando comienza a rociarme la pierna con vinagre, se siente como si


pequeños cuchillos me apuñalaran en la parte más carnosa de mi muslo. Cierro los
ojos, presionando mi frente contra la pared de madera de la ducha. Gimo en agonía.

—Oh Dios.

—Beyah —dice Samson, su voz tensa y profunda—. Por favor, no hagas ese
ruido.

Me duele demasiado para diseccionar ese comentario. Todo lo que siento es


dolor, además de más dolor cuando el vinagre golpea mi piel.

—Samson, duele. Por favor deja de....


—Todavía no —dice, rociando mi pierna para asegurarse de que reciba todo
el dolor—. Se sentirá mejor en un segundo.

Es un mentiroso, quiero morir.

—No, duele. Por favor deja de …

—Ya casi termino. 120

Se detiene de repente después de decir eso, pero no por elección. Samson


desaparece en un destello confuso. Me doy la vuelta y asomo la cabeza, justo a
tiempo para presenciar a mi padre, golpear a Samson en la cara.

Samson se tambalea hacia atrás y luego cae sobre la repisa de hormigón de


los cimientos.

—¡Dijo detente, hijo de puta! —mi padre le grita.

Samson se pone de pie y se aleja de mi padre. Levanta las manos en


defensa, pero mi padre vuelve a golpearlo. Agarro su brazo, pero hace poco para
aliviar el impacto del segundo golpe.

¡Papá, detente!

Sara aparece y la miro suplicante por ayuda. Ella corre e intenta agarrar el
otro brazo de mi padre, pero ahora tiene a Samson por el cuello.

—¡Me estaba ayudando! —grito—. ¡Suéltalo!

Esto hace que mi padre libere algo, de la presión alrededor de la garganta de


Samson, pero no lo suelta.

A Samson le sale sangre por la nariz. Estoy segura de que podría


defenderse, pero no lo hizo. Sólo está negando con la cabeza, mirando a mi padre
con los ojos muy abiertos.

—Yo no la estaba lastimando, le picó una medusa. Yo la estaba ayudando.

Mi padre mira por encima del hombro, buscándome. Cuando nos miramos a
los ojos, asiento vigorosamente.
—Te está diciendo la verdad. Estaba rociando vinagre en mi pierna.

—Pero te escuché decir ...

Mi padre cierra los ojos cuando se da cuenta, de que realmente fue un


malentendido. Él exhala profundamente.

—Mierda. 121

Libera a Samson. Ahora hay sangre corriendo por todo el cuello de Samson.
Mi padre se pone las manos en las caderas, e intenta recuperar el aliento durante
unos segundos. Luego le indica a Sansón que lo siga.

—Entra —murmura—. Creo que te rompí la nariz.


DOCE

Samson está apoyado contra el mostrador del baño de visitas y se lleva un trapo a
la nariz para detener la hemorragia. Estoy sentada sobre una compresa de calor en
la bañera seca. La puerta del baño está entreabierta; aunque Alana y mi padre están
al final del pasillo, podemos escuchar cada palabra que dicen. 122

—Nos va a demandar —dice mi padre.

Samson se ríe tranquilamente.

—No voy a demandarlo —susurra.

—No nos va a demandar —dice Alana.

—No lo sabes. Apenas lo conocemos y le rompí la nariz — dice mi padre.

Samson me mira.

—No está rota. No golpea tan fuerte.

Me río.

—Estoy confundida —escucho decir a Alana.

—¿Por qué le pegaste?

—Estaban en la ducha al aire libre. Pensé que estaba ...

—¡Podemos escucharte! —grito.

No quiero que termine esa frase. Esto ya es demasiado vergonzoso.

Mi padre camina hacia el baño y abre la puerta por completo.

—¿Utilizas control de natalidad?

Oh Dios mío.

Alana intenta sacarlo del baño.


—No delante del chico, Brian.

Samson se quita el trapo de la nariz y me mira con los ojos entrecerrados.

—¿El chico? —él susurra.

Al menos tiene un buen sentido del humor sobre esto.


123
—Tal vez deberías irte —sugiero—. Esto se está volviendo demasiado
embarazoso.

Samson asiente, pero mi padre está de vuelta en la puerta.

—No estoy diciendo que no se te permita tener relaciones sexuales. Eres


casi una adulta. Sólo quiero que estés segura.

—Soy una adulta. Casi no hay nada seguro al respecto —digo.

Samson está parado cerca de mi padre, pero mi padre bloquea toda la


entrada mientras me habla. No se da cuenta de que Samson intenta pasar junto a
él para escapar.

—Esta es la única salida— le dice Samson a mi papá, señalando por


encima del hombro. -Por favor, déjeme salir.

Mi padre se da cuenta de que lo está bloqueando y rápidamente se hace a


un lado.

—Siento lo de tu nariz.

Samson asiente y luego se va.

Ojalá pudiera escapar, pero estoy bastante segura de que todavía tengo
tentáculos incrustados en mi pierna y me duele moverme.

Mi padre devuelve su atención a mí.

—Alana puede llevarte a tomar la píldora si aún no la tomas.

—No somos ... Samson y yo no ... no importa.


Me empujo fuera de la bañera y me levanto.

—Esta es una conversación muy intensa y mi muslo se siente como si se


estuviera derritiendo de mi cuerpo. ¿Podemos hacer esto más tarde?

Ambos asienten con la cabeza, pero mi padre me sigue.

—Pregúntale a Sara. Somos muy abiertos sobre este tema si alguna vez 124
quieres hablar de ello.

—Soy consciente de eso ahora. Gracias —digo, subiendo las escaleras


hacia mi habitación.

Guau. Entonces, ¿esto es lo que se siente tener padres involucrados? No


estoy seguro de que me guste eso.

Camino directamente a la ventana de mi habitación y veo como Samson


entra en su casa. Enciende la luz de la cocina y luego se inclina sobre el
mostrador y se dobla sobre sí mismo, presionando su frente contra el granito. Está
agarrando la parte de atrás de su cuello con sus manos.

No sé qué pensar de eso. ¿Es eso una señal de arrepentimiento? ¿O


simplemente está abrumado porque lo golpearon dos veces y se negó a
contraatacar? La forma en que está reaccionando en este momento me llena de
tantas preguntas. Preguntas que sé que probablemente no responderá. Es una
bóveda y realmente desearía tener una llave.

O algunos explosivos.

Quiero una excusa para ir allí y poder verlo más de cerca y ver qué es
exactamente lo que le molesta tanto. Necesito saber si es porque casi me besa.

¿Lo intentaría de nuevo si le doy la oportunidad?

Quiero darle la oportunidad. Quiero ese beso casi tanto como no lo quiero.

Tengo su tarjeta de memoria. Podría devolvérsela. Sin embargo, todavía no


he mirado las fotos. Tengo muchas ganas de verlas antes de devolvérsela.
Sara tiene una computadora en su habitación, así que saco la tarjeta de
memoria de mi mochila y voy a la computadora de Sara.

Espero varios minutos a que se carguen todas las imágenes. Hay muchas
de ellas. Las primeras en cargar son todas las imágenes de la naturaleza. Todas
las cosas de las que dijo que toma fotografías. Innumerables amaneceres y
atardeceres. Fotos de la playa. Pero no son necesariamente imágenes bonitas.
Están muy tristes. La mayoría de ellos se toman con el enfoque colocado en algo 125
al azar, como un pedazo de basura flotando en el agua o algas apiladas en la
arena.

Es interesante. Es como si él se enfocara, en la parte más triste de lo que


está a la vista de su lente, pero la imagen en su conjunto sigue siendo hermosa.

Las fotos que me tomó comienzan a cargarse. Hay más de lo que pensé
que habría, y aparentemente él comenzó a tomarme fotos antes de que me
moviera al frente del ferry.

La mayoría de las fotos son mías en el costado del ferry, viendo la puesta
de sol sola.

Me enfocó en cada imagen. Nada más. Y basada en todas las otras fotos
que tomó, supongo que eso significa que pensó, que yo era la cosa más triste en
su marco.

Hay una foto en particular que me llama la atención. Amplio y el foco está
en un pequeño desgarro en la parte de atrás de mi vestido de verano que ni
siquiera sabía que estaba allí. Incluso con su enfoque en algo tan triste como mi
vestido, la imagen sigue siendo sorprendente. Mi cara está desenfocada, y si esta
fuera una foto de alguien más que yo, diría que es una hermosa obra de arte.

En cambio, me avergüenza saber que me prestó tanta atención, antes de


que me diera cuenta, de que estaba allí.

Me desplazo por cada foto mía y me doy cuenta de que no hay una sola
foto mía comiendo el pan. Me pregunto por qué no fotografió eso.
Eso dice mucho de él. Lamento haber reaccionado como lo hice cuando
trató de ofrecerme dinero en el ferry ese día. Samson puede ser un humano
decente y las imágenes en esta tarjeta de memoria lo respaldan.

La quito de la computadora y, aunque todavía tengo dolor y quiero


arrastrarme en la cama y dormirme, me dirijo hacia abajo, afuera y cruzo el
patio. Samson siempre usa su puerta trasera, así que me dirijo en esa dirección.
Subo los escalones y llamo. 126

Espero un rato, pero no escucho sus pasos y no puedo verla cocina desde
este punto de vista. Sin embargo, escucho algo detrás de mí. Cuando me doy la
vuelta, PJ está sentado en lo alto de las escaleras mirándome. Sonrío un poco. Me
gusta que todavía esté por aquí.

Samson finalmente abre la puerta. Se cambió de ropa en el tiempo que lo


estuve mirando desde mi ventana, hasta el punto en que llamé a su puerta. Lleva
una de las camisetas HisPanic de Marcos, que parecen ser las únicas camisetas
que usa, si es que lleva una camiseta. Me gusta que apoye la visión de
Marcos. Su amistad es adorable.

Samson está descalzo y no sé por qué le estoy mirando los pies. Miro hacia
atrás a su cara.

—Sólo estaba devolviendo tu tarjeta de memoria.

Se la entrego.

—Gracias.

—No borré nada.

La boca de Samson se encrespa del lado izquierdo.

—No pensé que lo harías.

Él se hace a un lado y me hace señas para que entre.

Me aprieto entre él y el marco de la puerta, entrando en su casa oscura.


Enciende una luz y trato de ocultar mi grito ahogado, pero es aún más grande por
dentro, de lo que parece desde fuera.
Todo es blanco e incoloro. Las paredes, los armarios, la moldura. El suelo
es de madera oscura, casi negra. Doy vueltas en círculo, admirándolo por lo que
es, pero también reconociendo lo diferente que se siente de un hogar. No tiene
alma en lo absoluto.

—Es un poco ... estéril.

Tan pronto como lo digo, desearía no haberlo hecho. 127

No me pidió mi opinión sobre su casa, pero es difícil no darse cuenta de lo


inhóspito que se siente. Samson se encoge de hombros como si mi opinión sobre
su casa no le molestara.

—Es una casa de alquiler. Todas son así. Muy genérico.

—Está tan limpio.

—La gente a veces alquila en el último minuto. Es más fácil para mí si dejo
las casas listas para alquilar.

Samson camina hacia su refrigerador y lo abre, agitando una mano hacia


adentro. El refrigerador está casi vacío, aparte de algunos condimentos en la
puerta.

—Nada en la nevera. Nada en la despensa.

Cierra la puerta del frigorífico.

—¿Dónde guardas tu comida?

Señala un armario cerca de las escaleras que conducen al último piso.

—Guardamos las cosas a las que no queremos, que los inquilinos tengan
acceso en ese armario. Hay una pequeña nevera dentro.

Señala una mochila junto a la puerta.

—Todo lo demás que tengo, lo guardo en esa mochila. Cuanto menos


tenga, más fácil será para mí moverme entre nuestras propiedades.
Lo he visto con la mochila un par de veces, pero no pensé en eso. Es un
poco irónico que ambos llevemos nuestras vidas en una mochila, a pesar de la
gran diferencia de riqueza entre nosotros.

Miro cerca de la puerta, a un cuadro en la pared. Es lo único en la casa que


tiene carácter. Me acerco a ella. Es una foto de un niño, de unos tres
años, caminando por la playa. Una mujer está detrás de él, con un vestido blanco
fluido. Ella está sonriendo a quienquiera que esté tomando la foto. 128

—¿Ella es tu madre?

Me recuerda esas fotos de muestra perfectas que colocan en marcos antes


de comprarlas.

Samson asiente.

—¿Así que eres tú? ¿De niño?

Asiente de nuevo.

Su cabello es tan rubio en la foto, es casi blanco. Se ha oscurecido desde


que era un niño, pero aún considero su cabello rubio. Sin embargo, no sé si es así
de rubio en invierno. Parece ser el tipo de cabello que cambia de color con las
estaciones.

Me pregunto cómo será el padre de Samson, pero no hay fotos de él. Esta
es la única foto en esta sección de la casa.

Tengo muchas más preguntas mientras miro la foto. Su madre parece feliz.
Me pregunto qué le pasó para hacerlo tan reservado. ¿Murió su madre? Dudo que
se explayase sobre algo si le preguntara.

Samson enciende más luces y se apoya en la encimera de la cocina. No sé


cómo puede parecer tan casual cuando todos mis músculos están tensos por la
tensión.

—¿Se siente mejor la pierna? —Pregunta

Puedo decir que no quiere hablar sobre la imagen, su madre o cualquier


otra cosa que sea otra capa más profunda. Entro a la cocina y me paro frente a él,
apoyándome en la gran isla central. Es la isla de la cocina en la que Cadence
estaba sentada hace unas noches, cuando lo vi besarla.

Saco ese pensamiento de mi cabeza.

—Se siente un poco mejor. Sin embargo, dudo que vuelva al agua.

—Estarás bien —dice—. Rara vez sucede. 129

—Sí, eso es lo que dijiste antes, y luego sucedió.

Él sonríe.

Me hace querer recuperar nuestro momento. Quiero sentir cómo me sentí


cuando me atrajo hacia él y besó mi hombro. Sin embargo, no sé cómo llegar. Es
tan brillante aquí. La atmósfera es diferente a la de cuando estábamos en el agua.

Creo que tal vez no me gusta su casa.

—¿Cómo está tu cara? —le pregunto.

Se pasa la mano por la mandíbula.

—Me duele más la mandíbula que la nariz

Baja la mano y se agarra a la encimera a los lados.

—Eso fue amable de tu padre.

—¿Crees que fue agradable que te atacara?

—No. Pensé que la forma en que te protegió era agradable.

Realmente no había pensado en eso. Mi padre ni siquiera lo pensó dos


veces, cuando me escuchó pedirle a alguien que se detuviera. Pero no estoy
segura de que sea específicamente, porque fui yo. Él habría protegido a
cualquiera en esa situación, estoy segura.

—¿A dónde vas cuando alquilan esta casa? —Pregunto, alejando la


conversación de mi padre.
—Sólo alquilamos cuatro a la vez, así que siempre tengo un lugar donde
quedarme. Este es el más caro, por lo que se alquila menos. Estoy aquí el setenta
y cinco por ciento del tiempo.

Miro a mi alrededor, tratando de encontrar algo más como la imagen que


me dé una pista de su pasado. No hay nada.

—Es un poco irónico—digo. —Tienes cinco casas, pero ninguna de ellas es 130
tu hogar. Tu frigorífico está vacío. Vives de una mochila. Sorprendentemente,
vivimos vidas muy similares.

Él no responde a eso. Sólo me mira. Lo hace mucho y me gusta. Ni siquiera


me importa lo que esté pensando cuando mira. Simplemente me gusta que me
encuentre lo suficientemente intrigante como para mirarlo, incluso si sus
pensamientos no son del todo positivos. Significa que me ve. No estoy
acostumbrada a que me vean.

—¿Cuál es tu apellido? —le pregunto.

Parece divertido.

—Haces muchas preguntas.

—Te dije que iba a hacerlo.

—Creo que ahora es mi turno.

—Pero apenas he llegado a ninguna parte. Eres terrible respondiéndome.

No está en desacuerdo, pero tampoco responde a mi pregunta. Sus ojos se


arrugan en las esquinas al pensar en su propia pregunta.

—¿Qué planeas hacer con tu vida, Beyah?

—Esa es una amplia. Suenas como un consejero escolar.

Lanza una pequeña risa y la siento en mi estómago.

—¿Qué harás cuando termine el verano? —aclara.

Reflexiono sobre esa pregunta.


¿Debería ser honesta con él? Quizás, si soy honesto con él, será más
abierto conmigo.

—Te lo diré, pero no puedes decírselo a nadie.

—¿Es un secreto?

Asiento con la cabeza. 131

—Si.

-No se lo diré a nadie.

Yo confío en él. No sé por qué, porque no confío en nadie. Soy una tonta o
me siento profundamente atraída por él y ninguna de las dos, está realmente bien
conmigo.

—Tengo un viaje completo a Penn State. Me mudo a mi dormitorio el 3 de


agosto.

Su ceja se levanta levemente.

—¿Tienes una beca?

—Si.

—¿Para qué?

—Voleibol.

Sus ojos hacen esta cosa, en la que ruedan lentamente por mi cuerpo. No
de forma seductora, sino de forma curiosa.

—Puedo ver eso.

Cuando sus ojos se encuentran con los míos de nuevo, dice. —¿Qué parte
de eso es un secreto?

—Todo ello. No se lo he dicho a nadie. Ni siquiera mi padre.

—¿Tu propio padre no sabe que recibiste una beca?


—No.

—¿Por qué no le has dicho?

—Porque le haría sentir que hizo algo bien. Y tuve que trabajar para la beca
porque él hizo todo mal.

Él asiente, como si pudiera sentir empatía por eso. 132

Miro hacia otro lado por un momento porque todo mi cuerpo se calienta
cuando lo miro demasiado. Me temo que es obvio.

—¿Es el voleibol tu pasión?

Su pregunta me hace detenerme. Nadie me había preguntado eso antes.

—No. No lo disfruto mucho para ser honesta.

—¿Por qué no?

—Trabajé duro en ello, porque sabía que era mi única forma de salir, de la
ciudad en la que crecí. Pero nadie vino a verme jugar, así que el deporte en sí,
comenzó a hacerme sentir deprimente. Todos mis otros compañeros de equipo,
tenían padres en cada juego animándolos. Nunca he tenido a nadie, y creo que
eso me impidió amarlo, tanto como podría haberlo hecho.

Suspiro, derramando más de mis pensamientos en voz alta.

—A veces me pregunto si estoy haciendo lo correcto, al someterme a


cuatro años más. Estar en un equipo con personas cuyas vidas son tan diferentes
a la mía, a veces me hace sentir aún más sola, que si no fuera parte de un equipo.

—¿No estás emocionada de ir?

Me encojo de hombros.

—Estoy orgullosa de mí misma, por haber obtenido la beca. Y estaba


emocionada de salir de Kentucky. Pero ahora que estoy aquí y he tenido el primer
descanso del voleibol que he tenido en años, no creo que me lo pierda. Empiezo a
preguntarme si debería quedarme aquí y conseguir un trabajo. Tal vez me tome un
año sabático.

Digo esa última parte con una pizca de sarcasmo, pero empieza a sonar
muy atractivo. He pasado los últimos años trabajando duro para salir de Kentucky.
Ahora que estoy fuera, siento que necesito tomar un respiro. Reevaluar mi vida.

—¿Estás pensando en renunciar a una beca para una gran escuela, solo 133
porque el deporte que te llevó allí, a veces te hace sentir sola?

—Se siente más complicado de lo que lo haces sonar —digo.

—¿Quieres saber lo que pienso?

—¿Qué?

—Creo que deberías ponerte tapones para los oídos en los juegos y fingir
que hay gente animándote.

Me río.

—Pensé que ibas a decir algo profundo.

—Pensé que era profundo—dice, sonriendo.

Noto cuando sonríe, que su mandíbula está empezando a doler. Pero su


sonrisa no se desvanece e inclina un poco la cabeza.

—¿Por qué lloraste en tu balcón la noche que llegaste aquí?

Me endurezco ante su pregunta. Es un salto discordante de hablar de


voleibol. No sé cómo responder a eso. Especialmente en una habitación tan
luminosa. Tal vez si no se sintiera como una sala de interrogatorios, estaría más a
gusto.

—¿Puedes apagar algunas de estas luces? —le pregunto.

Parece confundido por mi solicitud.

—Es demasiado brillante aquí. Me hace sentir incómoda.


Samson se acerca a los interruptores de luz y los apaga todos excepto uno.
Las luces que recortan los gabinetes permanecen encendidas, por lo que es
significativamente más oscuro y me relajo casi de inmediato. Puedo ver por qué
mantiene la oscuridad en esta casa. Las luces de asalto y toda la pintura blanca lo
hacen sentir como una sala psiquiátrica.

Vuelve a su lugar contra el mostrador.


134
—¿Eso está mejor?

Asiento con la cabeza.

—¿Por qué estabas llorando?

Exhalo una bocanada de aire, luego lo escupo antes de cambiar de opinión


y decido mentirle.

—Mi madre murió la noche antes de que yo llegara aquí.

Samson no reacciona a eso en absoluto. Me he dado cuenta de que tal vez


su falta de reacción sea la forma en que reacciona.

—Eso también es un secreto —digo—. Ni siquiera le he dicho a mi padre


todavía.

Su expresión es solemne.

—¿Cómo murió?

—Sobredosis. La encontré cuando llegué a casa del trabajo.

—Lo siento —dice con sinceridad.

—¿Estás bien?

Levanto un hombro con incertidumbre, y cuando lo hago, se siente como si


algunos de esos sentimientos que me obligaron a llorar en el balcón intentan
filtrarme de nuevo. No estaba preparada para hablar de esto. No quiero hablar de
eso, honestamente. No es realmente justo, que no sepa cómo no responder a sus
preguntas, pero él no se abre sobre nada.
Me siento como una cascada a su alrededor, derramándome a mí y mis
secretos por todo el suelo.

La expresión de Samson se vuelve empática, cuando ve mis ojos llenos de


lágrimas.

Se aparta de la encimera y comienza a caminar hacia mí, pero me levanto e


inmediatamente niego con la cabeza. Presiono una mano contra su pecho, evitando 135
que me toque.

—No lo hagas. No me abraces. Se sentirá condescendiente ahora que sabes,


que nunca me habían abrazado así.

Samson niega con la cabeza suavemente mientras me mira.

—No iba a abrazarte, Beyah —susurra.

Su rostro está tan cerca del mío, su aliento roza mi mejilla cuando habla.

Siento que estoy a punto de deslizarme al suelo, así que me agarro al borde
del mostrador detrás de mí.

Agacha la cabeza hasta que sus labios atrapan los míos. Su boca es suave,
como una disculpa, y lo acepto. Su lengua hace que mi boca se abra y le doy la
bienvenida metiendo mis dos manos en su cabello, acercándolo aún más. Nuestros
pechos se encuentran y nuestras lenguas se deslizan una contra la otra, húmedas,
cálidas y suaves.

Quiero este beso, incluso si sólo sucede porque le atraen las cosas tristes.

Me aleja de la encimera y me envuelve en él, y luego, con un movimiento


rápido, me levanta y me siento en su isla y él está de pie entre mis piernas. Su mano
izquierda se desliza por mi pierna, hasta que sus dedos rozan mi muslo externo.

Estoy llena de cosas de las que normalmente no estoy llena. Calor,


electricidad y luz.

Me asusta.

Su beso me asusta.
No soy impenetrable contra su boca. Soy vulnerable y siento que mi guardia
baja. Le daría todos mis secretos ahora mismo y esa no soy yo. Su beso es lo
suficientemente potente, como para convertirme en una chica que no reconozco.
Me encanta y lo detesto.

Por mucho que trato de mantenerme concentrada en lo que está pasando


entre nosotros, es difícil que la imagen de lo que pasó entre él y Cadence no pase
por mi cabeza. No quiero ser una chica más, a la que besa en la isla de su cocina. 136

No estoy segura de soportar ser un descarte para Samson, como lo era con
Dakota. Preferiría no ser besada en absoluto, que permitir que eso suceda de
nuevo, sólo para mirar por la ventana de mi habitación mañana por la noche y ver a
alguien más en este mismo lugar, sintiendo las mismas cosas, que él me hace sentir
ahora.

Las mismas cosas que Dakota me hizo sentir justo antes de que se alejara y
arruinara los siguientes años de mi vida con un solo gesto.

Dios, ¿y si Samson se aleja y me mira como Dakota me miró, esa primera


noche en su camioneta?

El pensamiento me da náuseas.

Necesito aire. Aire fresco. Ni aire de sus pulmones ni de esta casa estéril.

Termino el beso abruptamente, sin previo aviso. Empujo a Samson y me


deslizo fuera de la isla, dejándolo confundido. Evito sus ojos, mientras camino
directamente hacia su puerta. Salgo y me agarro a la barandilla del balcón, jadeando
por aire.

He pasado por suficiente en mi vida y no quiero que un chico cambie las


cosas que más me gustan de mí.

Siempre he estado orgullosa de mi resolución impenetrable, pero de alguna


manera él se infiltra en mí, como si estuviera llena de agujeros. Dakota nunca llegó
tan lejos dentro de mí.

Escucho a Samson caminar afuera. No me doy la vuelta para


enfrentarlo. Sólo respiro profundamente otra vez y luego cierro los ojos. Sin
embargo, puedo sentirlo a mi lado. Tranquilo, melancólico, sexy, reservado: todos
mis ingredientes favoritos en un chico, aparentemente. Entonces, ¿por qué detuve
el beso?

Creo que tal vez Dakota me arruinó.

Cuando abro los ojos, la espalda de Samson está contra la barandilla. Está
mirando a sus pies. 137

Nuestros ojos se encuentran y es como si pudiera ver mis propios miedos


mirándome. No rompemos nuestra mirada. Nunca he mirado a alguien sin hablar,
tanto como lo he mirado a él. Miramos mucho y hablamos poco, pero ambos se
sienten igualmente productivos. O improductivos.

Ni siquiera sé qué pensar, de lo que se ha estado desarrollando entre


nosotros. En algunos momentos, se siente como algo enorme e importante, y otras
veces se siente, como menos que nada.

—Fue un momento muy malo para elegir besarte —dice.

—Lo siento.

Creo que mucha gente podría estar de acuerdo con él, que besar a una chica
justo después -o porque -se dice que murió su madre, podría ser un mal momento.

Tal vez estoy jodida, pero pensé que era el momento perfecto. Hasta que no
lo fue.

—No es por eso qué salí.

—¿Entonces qué pasó?

Exhalé una suave ráfaga de aire, mientras averiguaba cómo responder a


eso. No quiero mencionar cómo temo que, en el fondo, él no sea mejor que
Dakota. No quiero mencionar a Cadence, o el hecho de que sólo está con chicas,
que están aquí el fin de semana. No me debe nada. Yo fui quien apareció en la
puerta de su casa, queriendo que esto sucediera.

Niego con la cabeza.


—No quiero responder a eso.

Se da la vuelta, hasta que ambos estamos inclinados sobre la barandilla.


Toma un trozo de pintura desconchada, tirando de él hasta que revela una pulgada
de madera desnuda. Lanza la pintura descascarada sobre la barandilla y
observamos cómo cae al suelo.

—Mi madre murió cuando yo tenía cinco años —dice—. Estábamos nadando 138
aproximadamente a media milla de aquí, cuando quedó atrapada en una corriente
de resaca. Para cuando ellos la sacaron del agua, era demasiado tarde.

Me mira, probablemente para evaluar mi reacción. Pero no es el único, que


puede ocultar bien sus emociones.

Tengo la sensación de que no le ha dicho eso a mucha gente. Un secreto por


un secreto. Tal vez así sea como resultará.

Tal vez sea así como capas de Samson se irán cayendo, revelando primero
las mías.

—Odio eso para ti —le susurro.

Mantengo los brazos cruzados sobre la barandilla, pero me inclino


ligeramente hacia él. Presiono mi boca contra su hombro.

Le doy un beso allí, como me hizo a mí en el agua.

Cuando me aparto, levanta una mano a un lado de mi cara. Su pulgar roza


mi pómulo, pero luego baja la cabeza para intentar besarme de nuevo e
inmediatamente me alejo de él.

Hago una mueca de dolor, porque me avergüenza mi propia indecisión.

Se aparta de la barandilla y se pasa la mano por el pelo, y luego me mira en


busca de orientación. Sé que le estoy lanzando todo tipo de señales contradictorias,
pero es un reflejo de lo que está pasando dentro de mí. Me siento conmovida y
confundida, como si mis sentimientos actuales y mis experiencias pasadas se
hubieran juntado en una licuadora y se mezclaron.

—Lo siento —le digo, frustrada conmigo misma.


—No he tenido la mejor experiencia con chicos, así que simplemente me
siento…

—¿Indecisa? —él sugiere.

Asiento con la cabeza.

—Si. Y confundida. 139

Empieza a picar en el mismo lugar de la madera.

—¿Cuál ha sido tu experiencia con los chicos?

Me río a medias, el término lo está sobrepasando.

—Sólo ha sido una.

—Pensé que habías dicho que nunca te habían roto el corazón.

—No lo han hecho. No fue ese tipo de experiencia.

Samson me lanza una mirada de soslayo, esperando a que dé más detalles.


No hay forma de que le dé más detalles sobre eso.

—¿Te obligó a hacer algo que no querías hacer?

La mandíbula de Sansón se endurece cuando pregunta eso, como si ya


estuviera enojado por mí.

—No —le digo rápidamente, deseando que se quite ese pensamiento de la


cabeza. Pero luego pienso en mi vida en Kentucky y el tiempo que pasé con Dakota,
especialmente ahora que ya no estoy en esa situación, lo veo de otra manera.

Dakota nunca me obligó a hacer nada. Pero ciertamente no me lo estaba


poniendo fácil. De ninguna manera éramos iguales, en cuanto a quién se
aprovechó. Pensar en ello, es despertar pensamientos oscuros.

Sentimientos oscuros. Las lágrimas comienzan a picarme los ojos, y cuando


respiro para luchar contra ellas, Samson se da cuenta. Se vuelve y presiona la
espalda contra la barandilla, para poder verme mejor la cara.
—¿Qué te pasó, Beyah?

Me río, porque es absurdo que incluso esté pensando en esto, ahora mismo.
Soy buena para no pensar, en la mayor parte del tiempo. Siento una lágrima rodar
por mi mejilla. Rápidamente la limpio.

—Esto no es justo —susurro.


140
—¿Qué?

—¿Por qué termino queriendo responder todas y cada una de las preguntas
que me haces?

—No tienes que decirme lo que pasó.

Hago contacto visual con él.

—Quiero hacerlo.

—Entonces dime —dice suavemente.

Mis ojos se enfocan en todo menos en él. Miro el techo del balcón, luego el
piso, luego el océano por encima del hombro de Samson.

-Su nombre era Dakota- digo. -Yo tenía quince años. Una estudiante de
primer año. Él era un senior. El chico con el que todas las chicas de la escuela
querían salir. El chico con el que cualquier otra chica quería estar. Estaba un poco
enamorada de él como todas los demás. No fue nada serio. Pero una noche me vio
caminando a casa después de un partido de voleibol, así que me ofreció
llevarme. Le dije que no, porque me daba vergüenza que viera dónde vivía, aunque
todos lo sabían. Me convenció de que me subiera al camión, de todos modos.

De alguna manera, devuelvo la mirada a Samson. Su mandíbula está dura


de nuevo, como si esperara que esta historia, fuera de la manera que asumió
antes. Pero no es así. No sé por qué se lo digo.

Tal vez inconscientemente espero que después de que él escuche esto, me


deje sola por el resto del verano y no tenga esta distracción intensa y constante. O
tal vez espero que me diga que lo que hice estuvo bien.
—Me llevó a casa y durante la siguiente media hora hablamos. Se sentó en
mi camino de entrada y no me juzgó. Me escuchó. Hablamos de música y voleibol
y de cómo odiaba ser el hijo del jefe de policía. Y entonces me besó. Y fue perfecto.
Por un momento, pensé que tal vez las cosas que asumí que la gente pensaba de
mí no eran ciertas.

Las cejas de Samson se abren.


141
—¿Por qué sólo por un momento? ¿Qué pasó después de que te besó?

Sonrío, pero no porque sea un buen recuerdo. Sonrío porque el recuerdo me


hace sentir ignorante. Como debería haberlo esperado.

—Sacó dos billetes de veinte de su billetera y me los entregó. Luego se


desabrochó los jeans.

La expresión de Samson está vacía.

Para la mayoría de la gente, asumirían que ese era el final de la historia.


Asumirían que le devolví el dinero a Dakota y salí de la camioneta. Pero puedo decir
por la forma en que Samson me mira, que sabe que no es ahí, donde termina la
historia.

Cruzo mis brazos sobre mi pecho.

—Cuarenta dólares era mucho dinero- digo, mientras otra lágrima se desliza
por mi mejilla. Se curva en el último minuto y aterriza en mi labio. Puedo saborear
su sabor salado, mientras lo limpio.

—Me llevó a casa al menos una vez al mes, después de eso. Nunca me habló
en público. Pero no esperaba que lo hiciera. No era el tipo de chica, con la que
pudiera desfilar por la ciudad. Yo era el tipo de chica, de la que ni siquiera le diría a
sus amigos más cercanos.

Ojalá Samson dijera algo, porque cuando me mira fijamente, sigo divagando.

—Entonces, para responder a tu pregunta, no, no me obligó a hacer nada. Y


para ser honesta, ni siquiera me lo tiró a la cara. En realidad, era un tipo decente en
comparación con ...
Samson me interrumpe de inmediato.

—Tenías quince años la primera vez que sucedió, Beyah. No llames decente
a ese tipo.

El resto de la frase, se me queda atascada en la garganta, así que me la


trago.
142
—Un tipo decente te habría ofrecido dinero, sin expectativas de retorno. Lo
que hizo fue simplemente ...

Samson parece estar lleno de disgusto. No estoy segura si eso está dirigido
a Dakota o a mí. Se pasa una mano frustrada por el cabello.

—Ese día en el ferry cuando te entregué el dinero ... por eso pensaste ...

—Sí —digo en voz baja.

—Sabes que eso no es lo que estaba haciendo, ¿verdad?

Asiento con la cabeza.

—Lo sé ahora. Pero incluso sabiendo eso… todavía lo temía cuando me


besaste. Por eso salí afuera. Tenía miedo de que me miraras, como lo hacía
Dakota. Preferiría no ser besada en absoluto, que arriesgarme a sentirme tan inútil
de nuevo.

—Te besé porque me gustas.

Me pregunto qué tan cierto es eso. ¿Son sus palabras precisas o


convenientes? ¿Las ha dicho antes?

—¿También te gusta Cadence? —le pregunto—. ¿Y todas las otras chicas


con las que te has besado?

No intento tirárselo a la cara. Tengo mucha curiosidad. ¿Qué sienten las


personas, cuando besan a otras personas con tanta frecuencia como él?

Samson no parece que se ofenda, por mi pregunta, pero parece que lo he


hecho sentir incómodo. Su postura se pone un poco rígida.
—Me atraen. Pero contigo es diferente. Un tipo diferente de atracción.

—¿Mejor o peor?

Piensa en esto por un momento y se asienta.

—Más aterrador.
143
Lanzo una risa rápida.

Probablemente no debería tomar eso como un cumplido, pero lo hago,


porque eso significa que él está probando mi propio miedo, cuando estamos juntos.

—¿Crees que las chicas con las que estás, disfrutan estar contigo? —
pregunto.

—¿Qué obtienen con sólo tener una aventura de fin de semana?

—Lo mismo que obtengo de ellas.

—¿Que es qué?

Definitivamente ahora está incómodo. Suspira y se inclina de nuevo sobre la


barandilla.

—¿No te gustó cuando nos besamos antes?

—Lo hice —digo.

Pero yo tampoco encuentro un consuelo, en su presencia sin prejuicios, y es


confuso, porque si me siento cómoda con él y me atrae, ¿por qué comencé a sentir
pánico, cuando me estaba besando?

-Dakota tomó algo que se supone que debes disfrutar y te hizo sentir
avergonzada de ello. No es así para todas las chicas. Las chicas con las que he
estado, lo disfrutan tanto como yo. Si no lo hicieran, no permitiría que sucediera.

—Lo disfruté un poco —lo admito.

—Simplemente no todo el tiempo. Pero eso no es culpa tuya, obviamente.


—Tampoco es tuya —dice—. Y no te volveré a besar. No a menos que me lo
pidas.

No digo nada.

No entiendo por qué eso se siente como un castigo y un regalo caballeroso.

Él sonríe gentilmente. 144

—No te besaré, no te abrazaré, no te haré volver al océano.

—Dios mío, sólo soy una bola de diversión —digo, rodando los ojos.

—Probablemente lo seas. Demonios, yo también podría serlo. Simplemente


tenemos demasiado encima para saber cómo somos cuando no estamos bajo
presión.

Asiento completamente de acuerdo.

—Sara y Marcos son divertidos. ¿Pero tú y yo? Somos ... deprimentes.

Samson se ríe.

—No deprimentes. Somos profundos. Hay una diferencia.

—Si tú lo dices.

No sé cómo terminamos esta noche y esta conversación con los dos


sonriendo. Pero me temo que, si no me alejo ahora, uno de nosotros dirá algo para
arruinar este momento. Doy un paso lejos de él.

—¿Nos vemos mañana?

Su sonrisa flaquea.

—Si. Buenas noches, Beyah.

—Buenas noches.

Me escabullo de él, hacia las escaleras. Pepper Jack Cheese se pone de pie
y me sigue. Cuando llegamos al nivel del zanco de mi casa, me doy la vuelta y lo
miro. Samson aún no ha vuelto a entrar. Está inclinado sobre el balcón,
mirándome. Camino hacia atrás un par de pies, hasta que estoy debajo de la casa
y ya no puedo verlo.

Cuando está fuera de mi campo de visión, dejo de caminar y me apoyo en un


pilar. Cierro los ojos y me paso las manos por la cara. No hay forma de que pueda
estar con él todo el verano y no querer ser consumida por él. Pero tampoco quiero
ser consumida por alguien de quien tendré que despedirme eventualmente. 145

Puede que me sienta invencible a veces, pero no soy la Mujer Maravilla.

Alana está despierta y en la cocina, cuando camino de regreso a la casa. Ella está
en el mostrador, inclinada sobre un cuenco de helado. Se saca una cuchara de la
boca y me sonríe.

—¿Te sientes mejor?

—Si. Gracias.

—¿Y Samson? ¿Él está bien?

Asiento con la cabeza.

—Él está bien. Dijo que papá no golpea tan fuerte.

Alana se ríe.

—Me sorprende que tu padre lo golpeara. No sabía que lo tenía en él —


señala su helado—. ¿Quieres un poco?

El helado en realidad, suena como el paraíso en este momento. Necesito


algo para enfriarme.

—Me gustaría un poco.


Alana saca un cuenco del armario y me siento en la barra. Saca el helado del
congelador y comienza a meterlo en el bowl.

—Lo siento si te avergonzamos antes.

—Está bien.

Alana empuja el cuenco de helado, a través del mostrador. Doy un mordisco 146
y es tan bueno que quiero gemir. Pero me quedo callada y como si el helado siempre
hubiera sido, algo a lo que tenía acceso. En realidad, nunca lo tuvimos en nuestra
casa. Aprendí a no guardar muchas cosas congeladas, porque cuando se corta la
luz por falta de pago, limpiar un congelador de comida derretida y podrida, nunca
es divertido.

—¿Puedo preguntarte algo? —dice Alana.

Asiento con la cabeza, pero mantengo la cuchara en mi boca. Estoy nerviosa


por lo que sea que me va a preguntar. Sólo espero que no me pregunte por mi
madre. Alana parece agradable y no estoy seguro de poder mentirle, Pero
ciertamente no quiero decirle la verdad en este momento.

—¿Eres católica?

Eso no es lo que esperaba que me preguntara.

—No. ¿Por qué?

Mueve una mano hacia el techo.

—Vi la foto de la Madre Teresa en su habitación.

—Oh. No. Es sólo ... es más como un recuerdo.

Ella asiente y luego dice —¿Entonces no te opones religiosamente, al control


de la natalidad?

Ahí está. Aparto la mirada de ella, hacia mi helado.

—No. Pero actualmente no lo estoy tomando. Yo no soy ... ya sabes.

—¿Sexualmente activa?
Ella lo dice tan casualmente.

—Si. Ya no, de todos modos.

—Bueno —dice ella—. Es bueno escuchar eso. Pero si crees que este
verano podrías encontrarte en una situación en la que eso podría cambiar, no
estaría de más estar preparada. Puedo concertar una cita.
147
Doy otro bocado a mi helado para detener mi respuesta. Probablemente
pueda ver el rubor en mis mejillas.

—No hay nada de qué avergonzarse, Beyah.

—Lo sé —digo—. No estoy acostumbrada, a hablar de cosas como esta con


la gente.

Alana deja caer casualmente su cuchara, en su cuenco vacío y la lleva al


fregadero.

—¿Tu madre nunca te habla de estas cosas?

Apuñaló mi helado. —No.

Se da la vuelta y me mira en silencio por un momento.

—¿Cómo es ella?

—¿Mi madre?

Alana asiente.

—Si. Tu padre nunca la conoció tan bien y he sentido curiosidad. Parece que
ha hecho un buen trabajo contigo.

Me río.

Ojalá no me hubiera reído, porque puedo decir que mi reacción, sólo llenó a
Alana con una docena de preguntas más. Doy un mordisco a mi helado y me encojo
de hombros.
—Ella no se parece en nada a ti. —Lo dije como un cumplido, pero Alana
parece confundida por mi respuesta. Espero que no se lo tome como un
insulto, pero no quiero profundizar aún más o terminaré diciéndole la verdad. Quiero
guardar la noticia de mi madre para mi padre. Siento que debería decírselo antes,
de decírselo a Alana.

Definitivamente debería habérselo dicho, antes de contárselo a Samson.


Pero parece que no puedo controlar mis secretos alrededor de Samson, por alguna 148
razón.

Empujo el cuenco de helado a medio comer, lejos de mí.

-Quiero tomar la píldora. No es que Samson y yo estemos… —Miro hacia el


techo y exhalo un suspiro—. Sabes a lo que me refiero. Me gustaría estar a salvo,
por si acaso.

Dios, es difícil hablar de esto. Especialmente con una mujer que es una
extraña para mí. Alana sonríe.

—Haré una cita mañana. No es gran cosa.

—Gracias.

Alana se da la vuelta para lavar mi plato. Aprovecho el momento, para


escapar a la privacidad del piso de arriba.

Estoy a punto de entrar en mi habitación, cuando escucho a Sara decir. —


Espera, Beyah. Necesito un informe detallado.

Hago una pausa y miro dentro de su dormitorio. Su puerta está abierta, ella
y Marcos están sentados en su cama. Ella mira a Marcos y lo despide.

—Puedes irte a casa ahora.

Parece que no está acostumbrado a que lo despidan.

—Bien.

Se pone de pie, pero se inclina y besa a Sara.


—Te amo, aunque me estás echando.

Ella sonríe.

—También te quiero, pero ahora tengo una hermana, así que tienes que
compartirme.

Acaricia el colchón donde estaba sentado Marcos y me mira. 149

—Ven acá.

Marcos me saluda mientras sale del dormitorio de Sara.

—Cierra la puerta—le dice Sara a Marcos.

Camino a su cama y me siento en ella. Pausa la televisión y luego se coloca


en la cama para quedar frente a mí.

—¿Cómo te fue?

Me apoyo en la cabecera.

—Tu madre me atrapó en la cocina con helado y luego me habló sobre mi


vida sexual.

Sara pone los ojos en blanco.

—Nunca caigas en el truco del helado. Ella lo usa conmigo todo el tiempo.

Pero no me refiero a eso y lo sabes. Te vi caminar hacia la casa de Samson


antes.

Debato decirle a Sara que nos besamos, pero eso parece algo que debería
mantener en privado por ahora. Al menos hasta que averigüe si quiero que vuelva
a suceder.

—No pasó nada.

Ella se desinfla y cae de espaldas.

—Ugh. Quería detalles jugosos.


—No hay ninguno. Lo siento.

—¿Intentaste siquiera coquetear con él? —pregunta, sentándose de nuevo—


. No se necesita mucho para Samson para poner su boca en una chica. Si tiene
senos y respira, es lo suficientemente bueno para él.

Mi estómago se catapulta al suelo con ese comentario.


150
—¿Se supone que eso me hará quererlo más? Porque no es así.

—Estoy exagerando —dice—. Es sexy y rico, así que las chicas tienden a
arrojarse sobre él y, a veces, él las atrapa.

—¿Qué chico no lo haría?

—No me arrojo a la gente. Evito a la gente.

—Pero fuiste a su casa.

Enarco una ceja, pero no digo nada. Sara sonríe, como si fuera suficiente
para trabajar con ella.

—Quizás deberíamos tener una cita doble, mañana por la noche.

No quiero animarla, pero tampoco estoy segura de oponerme a esa idea.

—Tomo tu silencio como un sí —dice.

Me río. Luego gimo y me cubro la cara con las manos.

—Ugh. Todo esto es tan confuso.

Dejo caer mis brazos y me deslizo hacia abajo, hasta que estoy mirando su
techo.

—Siento que estoy pensando demasiado. Estoy tratando de pensar en todas


las razones por las que no es una buena idea.

—Nombra alguna razón —sugiere Sara.

—No soy buena en las relaciones.


—Tampoco Samson.

—Me voy en agosto.

—También lo hará Samson.

—¿Y si duele cuando terminamos las cosas?


151
—Probablemente lo hará.

—Entonces, ¿por qué querría someterme a eso?

—Porque la mayor parte del tiempo, la diversión que te lleva al dolor vale la
pena.

—No lo sabría. Nunca me he divertido.

—Sí, me doy cuenta —dice—. Sin ánimo de ofender.

—No hay problema.

Giro la cabeza y miro a Sara. Ella está de lado, con la cabeza levantada con
la mano.

—Nunca había sentido algo por nadie. Si eso sucede, ¿cuánto va a doler
cuando termine el verano?

Sara niega con la cabeza.

—Para. Estás pensando demasiado en el futuro. Los veranos son para


pensar en el hoy y sólo en el hoy. Mañana no. Ayer no. Hoy. Entonces, ¿qué quieres
ahora mismo?

—¿Ahora mismo? —Pregunto.

—Si. ¿Qué quieres ahora mismo?

—Otro cuenco de helado.

Sara se sienta y sonríe.


—Maldita sea, me encanta tener una hermana.

Y me encanta que Sara ni siquiera se inmutó, cuando mencioné el helado.


Quizás no soy tan mala para ella como pensaba. Puede que no sea tan alegre y
feliz como ella, pero saber que está empezando a disfrutar la comida, y que no
parece tan preocupada por su peso como cuando llegué, me hace pensar que
podría tener algo que ofrecer, en esta amistad.
152
Este es un sentimiento nuevo, la idea de que quizás valga la pena tenerla
cerca.
TRECE

La alarma de mi teléfono suena, antes de que salga el sol.

Probablemente debería cancelar la maldita cosa, pero hay algo emocionante


en ver el amanecer y tener una posible visión de Samson mientras sucede. 153

Salgo de la cama, con la camiseta con la que dormí anoche. Me pongo un


par de pantalones cortos, por si Samson está despierto y en su balcón afuera.

Llevo diez segundos despierta y ya he pensado en él dos veces. Negar lo


de anoche, no parece funcionar para mí.

Abro la puerta de mi balcón y entonces grito.

-Shh…—dice Samson riendo—. Sólo soy yo.

Está sentado en el sofá de mimbre al aire libre, con las piernas apoyadas
frente a él en la barandilla. Presiono mi mano contra mi pecho, y exhalo un suspiro
para calmarme.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Esperando por ti—dice casualmente.

—¿Cómo llegaste hasta aquí?

—Salté—levanta el brazo y me muestra el codo. Está manchado de sangre—


. Estaba más lejos de lo que parecía desde mi barandilla, pero lo logré.

—¿Estás loco? —Él se encoge de hombros.

—No habría caído muy lejos, si no lo hubiera logrado. Habría aterrizado en


el techo del balcón debajo de nosotros.

Es verdad. No se habría caído al suelo, por la forma en que la casa está,


pero, aun así, hay unos tres pies sin nada debajo de él, cuando está en el aire entre
casas.
Me siento a su lado. El asiento está diseñado para dos, pero aún es pequeño,
por lo que nuestros lados se tocan. Sin embargo, creo que ese era su objetivo, o
habría elegido cualquiera de las sillas individuales en el balcón.

Apoyo la cabeza contra el respaldo de la silla. De alguna manera termino


inclinándome aún más hacia él, de lo que pretendía, y mi cabeza ahora descansa
sobre su brazo, pero no se siente antinatural.
154
Ambos estamos mirando por encima del agua, a la pequeña franja de sol que
se asoma al mundo.

Pasamos los siguientes minutos en silencio, mirando juntos el amanecer.


Tengo que decir que se siente mejor verlo con Samson en mi balcón, que cuando
está solo.

Samson apoya su barbilla sobre mi cabeza. Es un pequeño movimiento, pero


incluso esa leve y silenciosa muestra de afecto, se siente como una explosión de
alguna manera. No sé cómo todo dentro de mí puede sentirse tan fuerte, mientras
esta parte del mundo aún duerme.

El sol es visible ahora, en las tres cuartas partes del camino. La mitad inferior
todavía parece sumergida en el mar.

—Necesito irme, estoy ayudando a un tipo a reparar un cruce de dunas en la


isla. Queremos hacerlo antes de que haga demasiado calor. ¿Cuáles son tus
planes?

—Probablemente volveré a la cama y dormiré hasta el mediodía. Creo que


Sara quiere ir a la playa después de eso.

Mueve el brazo del respaldo de la silla. Mis ojos se arrastran por su cuerpo
mientras se pone de pie. Antes de irse, me mira y dice— ¿Le dijiste a Sara que nos
besamos?

—No. ¿Es algo que estamos tratando de ocultarles?

—No—dice—. Solo tenía curiosidad si le dijeras. No sabía si Marcos iba a


sacar el tema hoy. Quería que nuestras historias se alinearan.

—No se lo dije.
Asiente y se dirige hacia la barandilla, pero luego se vuelve de nuevo.

—No me importa si le dices. No es por eso por lo que pregunté.

—Deja de preocuparte por mis sentimientos, Samson.

Se aparta el cabello de la frente.


155
—No puedo evitarlo. —Camina hacia atrás, lentamente.

—¿Qué estás haciendo? ¿Estás a punto de saltar de nuevo?

—No está tan lejos. Yo lo lograré.

Pongo los ojos en blanco. —Todo el mundo sigue durmiendo. Simplemente


baja las escaleras y usa la puerta principal, antes de romperte el brazo.

Mira la sangre que cubre su codo. —Sí, tal vez debería.

Me levanto y camino a mi habitación con él. Nos dirigimos hacia la puerta


cuando se detiene y mira la foto de la Madre Teresa en mi tocador.

—¿Eres católica? —él pregunta.

—No. Sólo extrañamente sentimental.

—No te habría tomado por sentimental.

—Es porque lo introduje de manera extraña.

Se ríe y me sigue hasta la puerta. Cuando llegamos al final de las escaleras,


ambos nos detenemos.

Mi padre está parado en la cocina frente a una cafetera. Él arrastra sus ojos
hacia el hueco de la escalera, y me ve parada aquí con Samson. De repente me
siento como una niña, a la que han pillado en una mentira. Nunca había tenido que
lidiar con el castigo de los padres. Mi madre no me prestó suficiente atención, para
que me importara, así que no sé lo que va a pasar. Estoy un poco nerviosa,
considerando que mi padre no parece complacido. Mira más allá de mí, a Samson.

—Sí, esto no está bien—dice mi padre.


Samson se pone delante de mí y levanta las manos en defensa.

—No me quedé a pasar la noche. Por favor, no me vuelva a golpear.

Mi padre me mira en busca de una explicación.

—Acaba de llegar hace quince minutos. Vimos juntos el amanecer en el


balcón. 156

Mi padre ahora centra su atención en Samson.

—He estado en esta cocina, por mucho más de quince minutos. Si acabas
de llegar hace quince minutos, ¿cómo entraste?

Samson se rasca la nuca.

—¿Yo uh...salté?

Levanta el brazo, para mostrarle a mi padre su codo ensangrentado—.


Apenas lo logré.

Mi padre lo mira fijamente por un momento, luego niega con la cabeza.

—Eres un idiota—murmura. Llena su taza de café y luego dice— ¿Alguno de


los dos quiere café?

¿Eh? Lo superó tan rápido.

—Estoy bien—dice Samson, abriéndose paso hacia la puerta.

Me mira. —¿Nos vemos más tarde?

Asiento y Samson levanta una ceja, enviándome una mirada. Estoy


sonriendo y mirando fijamente a la puerta, durante varios segundos después de que
se vaya. Mi padre se aclara la garganta y me devuelve al momento. Lo miro,
esperando que ese sea el final de esta conversación.

—Tomaré un café—le digo, tratando de desviar su atención hacia otra cosa.

Mi padre saca una taza del armario y me sirve una taza.


—¿Lo tomas negro?

—No. Toda la crema y el azúcar que pueda caber allí.

Me siento en una de las sillas de la barra de la cocina, mientras mi padre


mezcla mi café.

Lo desliza hacia mí y dice —No sé cómo me siento, por lo que acaba de 157
pasar.

Me quedo mirando mi café mientras bebo, solo para no tener que mirar a mi
padre. Cuando dejo la taza en el mostrador, la rodeo con las manos.

—No te estoy mintiendo. No pasó la noche.

—Sin embargo—dice mi padre—. Una vez fui adolescente. El balcón de su


habitación y el tuyo están a pies de distancia. Puede que hoy haya sido sólo un
amanecer, pero estarás aquí durante todo un verano. Alana y yo no permitimos que
Sara tenga niños a pasar la noche. Sólo es justo, si se aplican las mismas reglas.

Asiento con la cabeza. —Bueno.

Mi padre me mira como si no estuviera seguro, de si estoy de acuerdo en


apaciguarlo o si realmente estoy de acuerdo. Para ser honesta, ni siquiera lo sé.

Se apoya en el mostrador y toma un sorbo de café.

—¿Siempre te despiertas tan temprano? —él pregunta.

—No. Samson quería que viera el amanecer, así que puso una alarma en mi
teléfono.

Mi padre señala la puerta por la que Samson salió antes. —Entonces él...
¿ustedes dos están saliendo?

—No. Me mudaré a Pensilvania en agosto, no quiero novio.

Mi padre me mira con los ojos entrecerrados. —¿Pensilvania?

Mierda.
Eso se escapó.

Inmediatamente miro mi café. Mi garganta se siente llena de nervios. Dejo un


suspiro lento.

—Sí—le digo. Lo dejo así. Quizás no se entromete.

—¿Por qué te mudas a Pensilvania? ¿Cuándo decidiste esto? ¿Qué hay en 158
Pennsylvania?

Agarro mi taza aún más fuerte.

—Te lo iba a decir. Sólo... estaba esperando el momento adecuado.

Estoy mintiendo. No tenía intenciones de decírselo, pero ahora estoy


involucrada.

—Obtuve una beca de voleibol para Penn State.

Mi padre me mira sin comprender. Sin sorpresa, sin emoción, sin enojo. Sólo
una mirada en blanco e ilegible antes de decir— ¿Hablas en serio?

Asiento con la cabeza.

—Si. Pase completo. Me mudo el 3 de agosto.

Aun así, su expresión está en blanco.

—¿Cuándo te enteraste?

Trago y tomo un sorbo lento de mi café, tratando de decidir si debo decirle la


verdad. Podría hacerlo enojar.

—Junio pasado—digo en voz baja.

Se atraganta con el aire.

Parece muy sorprendido. U ofendido. No puedo decirlo.


Silenciosamente empuja el mostrador y camina hacia las ventanas. Mira el
océano de espaldas a mí. Después de unos treinta segundos de silencio, se vuelve
y vuelve a mirarme.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—No lo sé.
159
—Beyah, esto es enorme.

Ahora camina hacia mí.

—Debiste decírmelo—antes de alcanzarme, hace una pausa. Puedo ver la


confusión filtrándose—. Si obtuviste un viaje completo el año pasado, ¿por qué tu
madre me dijo que necesitabas matrícula, para la universidad comunitaria?

Dejo escapar un suspiro constante, agarrando la parte posterior de mi cuello.


Presiono mis codos contra el mostrador y me doy un momento para averiguar cómo
responder a eso.

—¿Beyah? —él me pregunta.

Niego con la cabeza, necesitando que se quede callado por un segundo.


Aprieto mi frente.

—Ella te mintió—le digo. Me levanto y camino con mi taza hasta el


fregadero—. Ni siquiera sabía, que ella te pidió dinero para la matrícula. Ella
tampoco sabía sobre la beca, pero puedo garantizar, que lo que sea que le enviaste
para la matrícula, nunca estaba destinado a mí para empezar.

Vierto mi café en el fregadero y enjuago la taza. Cuando me doy la vuelta y


lo miro, parece abatido. Confuso. Su boca se abre, como si estuviera a punto de
decir algo, pero luego la cierra y niega con la cabeza.

Estoy segura de que es mucho que procesar para él. No hablamos de mi


madre. Esta es probablemente la primera vez, que le hablo negativamente de ella.
Y aunque me encantaría decirle lo madre que nunca fue, son las seis y media de la
mañana y no puedo tener esta conversación en este momento.

—Me voy a la cama—digo, dirigiéndome hacia las escaleras.


—Beyah, espera.

Hago una pausa en el segundo paso y me giro lentamente para mirarlo. Está
de pie con las manos en las caderas, mirándome intensamente.

—Estoy orgulloso de ti.

Asiento, pero tan pronto como me doy la vuelta y camino de regreso por las 160
escaleras, siento la bola de ira apretarse dentro de mí.

No quiero que esté orgulloso de mí.

Precisamente por eso no se lo dije.

Y aunque parece que ahora, está tratando de hacer un esfuerzo conmigo, no


puedo evitar sentirme llena de resentimiento, por haber pasado la mayor parte de
mi vida sin él.

No permitiré que sus palabras me hagan sentir bien, ni permitiré que excusen
su crianza de segunda categoría.

Por supuesto que estás orgulloso de mí, Brian. Pero sólo debes estar
orgulloso de mí, porque milagrosamente sobreviví a la infancia por mi cuenta.
CATORCE

No pude volver a dormirme después de que Samson se fuera esta mañana, no


importa cuánto lo intenté. Tal vez fue la conversación con mi padre, lo que dificultó
el sueño. 161

Sara instaló tumbonas y una sombrilla en la playa, después del almuerzo y


finalmente, debí quedarme dormida en mi tumbona en algún momento, porque
acabo de despertar. Hay baba en mi brazo.

Estoy boca abajo, de espaldas al sillón de Sara cuando abro los ojos. Me
limpio el brazo y me levanto lo suficiente, como para poder rodar sobre mi espalda.

Cuando me ubico, miro a Sara, pero no es a Sara a quien estoy mirando.

Es Samson.

Está dormido en su sillón.

Me siento y miro el agua. Sara y Marcos están en tablas de paddle, muy lejos
en el océano.

Agarro mi teléfono y miro la hora. Son las cuatro en punto. Dormí una hora y
media.

Me recuesto y miro a Samson mientras duerme. Está boca abajo, con la


cabeza apoyada en los brazos. Tiene una gorra de béisbol puesta al revés y lleva
un par de gafas de sol. Sin camisa, pero eso no es malo.

Ruedo sobre mi costado y descanso mi cabeza en mi brazo, y lo miro por un


rato. Sé muy poco, sobre las piezas que lo componen en su conjunto, pero siento
que sé qué tipo de persona, lo han hecho todas esas piezas.

Tal vez no sea necesario, conocer la historia de una persona, para darse
cuenta de quién es en el presente. Y al empezar a darme cuenta, de quién es en el
interior, lo hace aún más atractivo por fuera. Lo suficientemente atractivo, como para
pensar en él, casi cada segundo de vigilia.
Me encuentro enfocando mi atención en su boca. No sé por qué me asusté,
mientras me besaba anoche. Tal vez porque todavía estoy tratando de entender el
hecho, de que la semana pasada ha sido real.

Es mucho a la vez y todo pareció culminar y gritarme, durante nuestro beso


anoche. Me pregunto si me besará de nuevo esta noche, ¿reaccionaría de la misma
manera? ¿O me permitiría verlo y disfrutar todo el beso, como disfruté los primeros
segundos? 162

Miro sus labios, convenciéndome de que vale la pena un segundo intento. Y


un tercero y quizás un cuarto. Tal vez si lo beso lo suficiente, eventualmente sólo
se sentirá perfecto.

—Te das cuenta de que tengo los ojos abiertos, ¿verdad?

Mierda.

Pensé que estaba dormido. Cubro mi rostro con mi mano. No puedo ocultar
mi vergüenza.

—No te preocupes—dice, su voz ronca, como si estuviera rascándole la


garganta—. Te he estado mirando todo el tiempo que has estado durmiendo—.
Extiende la mano y me toca el codo con el dedo—. ¿Cómo conseguiste esta
cicatriz?

Me vuelvo de lado y lo miro de nuevo.

—Durante un juego de voleibol.

Su sillón está a unos treinta centímetros del mío, pero parece que está a una
milla de distancia cuando deja de tocar mi brazo.

—¿Qué tan bueno era tu equipo?

—Ganamos el campeonato estatal dos veces—digo.

—¿Practicaste algún deporte en la escuela secundaria?

—No. No fui a una escuela típica.


—¿A qué tipo de escuela fuiste? —Samson niega con la cabeza, indicando
que no va a responder eso.

Pongo los ojos en blanco.

—¿Por qué haces eso? ¿Por qué me haces preguntas y luego te pregunto lo
mismo y te niegas a responder?
163
—Te he dicho más de lo que le he dicho a nadie. Nunca—dice—. No seas
codiciosa.

—Entonces deja de hacerme preguntas que no estás dispuesto a responder


tú mismo.

Él sonríe.

—Deja de responder a mis preguntas.

—¿Crees que saber a dónde fuiste en la escuela secundaria es, de alguna


manera, más personal que tener tu lengua en mi boca? ¿O yo hablándote de
Dakota? ¿O me estás hablando de tu madre?

Levanto los brazos detrás de la cabeza y cierro los ojos.

—Tu lógica es bastante estúpida, Samson.

Realmente no tiene sentido tratar de tener una conversación con él si todo lo


que va a hacer es bailar sobre cada tema como si fuera una especie de bailarina.

—Fui a un internado en Nueva York —dice finalmente—. Y odié cada


segundo.

Sonrío, sintiendo que gané esta batalla de alguna manera, pero por dentro
estoy un poco triste por esa respuesta. El internado no suena divertido. No es de
extrañar que no quisiera hablar de eso.

—Gracias.

—De nada.
Giro la cabeza y lo miro. Se quitó las gafas de sol y el reflejo del sol, hace
que sus ojos se vean casi claros. No parece que alguien con ojos tan transparentes
como los suyos, pueda estar tan cerrado como él.

Nos miramos el uno al otro, como siempre lo hacemos, pero esta vez es
diferente. Ahora sabemos a qué saben los demás. Él conoce mi secreto más oscuro,
pero todavía me mira, como si fuera la cosa más interesante de esta península.
164
Deja caer la mirada y mira hacia abajo entre nuestras sillas. Arrastra un dedo
por la arena.

—¿Cómo deletreas tu nombre?

—B-e-y-a-h.

Observo mientras escribe mi nombre en la arena. Cuando termina, pasa un


dedo por él y lo tacha, luego pasa toda su mano por él hasta que mi nombre
desaparece.

No sé cómo podría sentir eso debajo de mi piel, pero lo hice.

Samson mira hacia el agua.

—Sara y Marcos van a volver.

Se pone las gafas y luego se sube.

Mantengo mis manos detrás de mi cabeza, fingiendo estar relajada, a pesar


de sentir que me acaban de electrocutar. Samson camina hacia Sara, que está
luchando con su tabla. Él se hace cargo y la arrastra el resto del camino fuera del
agua para ella.

Sara se tira de la cola de caballo cuando me alcanza y se sienta en el sillón


en el que Samson estaba recostado. Exprime el agua de su cabello.

—¿Tienes una buena siesta? —pregunta Sara.

—Si. No puedo creer que me quedé dormida.


—Roncas— dice riendo—. ¿Le preguntaste a Samson si quiere tener una
cita doble esta noche?

—No. No surgió.

Marcos y Samson están caminando con las tablas de remo hacia nosotras.

—Samson, todos vamos a tener una cita doble—le dice Sara—. Prepárate a 165
las seis.

Samson no pierde el ritmo en su respuesta.

—¿Quién es mi cita?

—Beyah. Idiota.

Samson me mira como si lo estuviera considerando.

—¿Es esto como una cita con un amigo?

—Es comida—dice Marcos—. No dejes que Sara le ponga una etiqueta.

—¿Comeremos mariscos? —Samson le pregunta.

—¿Nos permitirías comer algo más? —Samson me mira—. ¿Te gustan los
camarones, Beyah?

—No lo sé. No creo que los haya probado.

Samson inclina la cabeza.

—No puedo decir si estás siendo sarcástica.

—Soy de Kentucky. No tenemos muchos restaurantes de mariscos


accesibles.

—¿Nunca has estado en un Red Lobster? —Marcos me pregunta.

Todos olvidan cosas como Red Lobster, que son elegantes para mucha
gente.
—Entonces, lo ordenaré por ti—dice Samson.

—Qué chistoso de tu parte—bromeo.

Sara se pone el traje de baño y se pone de pie.

—Vamos, vamos a prepararnos.


166
—¿Ahora? No nos vamos hasta dentro de dos horas.

—Sí, pero tenemos mucho que hacer para prepararte.

—¿Como qué?

—Te estoy haciendo un cambio de imagen.

Niego con la cabeza. —No. Por favor no.

Ella asiente.

—Si. Estoy arreglando tu cabello, tus uñas, tu maquillaje.

Toma mi mano y me saca de la tumbona. Señala todas las cosas que trajimos
a la playa antes. —Ustedes dos hombres fuertes se encargan de esto, ¿quieren?

Llegamos a la mitad de la casa y ella dice —Le gustas. Puedo decir, no mira
a las chicas como te mira a ti.

No le respondo porque recibo un mensaje de texto en medio de su


comentario. Rara vez recibo mensajes de texto. No mucha gente tiene mi número
de teléfono.

Miro mi teléfono mientras Sara comienza a subir las escaleras. El texto es de


Samson.

Míranos, teniendo una cita espontanea. Quizás SOMOS divertidos.

—¿Vienes? —pregunta Sara.

Limpio la sonrisa de mi rostro y la sigo adentro.


QUINCE

Todos me miran, esperando que le dé un mordisco. Incluso nuestro


camarero.
167
Hablo de presión.

—Primero sumérgelo en salsa de cóctel—sugiere Marcos.

Samson empuja la salsa de cóctel lejos de mí.

—¿Estás loco? Eso la hará vomitar—empuja salsa tártara hacia mí—. Toma,
usa esto.

Sara pone los ojos en blanco mientras apila tres de los menús. Ella y Marcos
acaban de ordenar, pero Samson y, yo todavía no porque quería asegurarse de que
primero me gustaran los camarones. Al camarero le hizo gracia que nunca hubiera
comido camarones, así que me trajo un trozo para probar y ahora se queda para
ver mi reacción.

Es camarón a la parrilla, sin caparazón ni rabo. No soy una gran fanática del
pescado, así que no espero mucho, pero la presión es real cuando lo sumerjo en la
salsa tártara.

—Todos están actuando, como si su reacción fuera de vida o muerte —dice


Sara—. Estoy hambrienta.

—Solo será de vida o muerte si es alérgica a los mariscos—dice el camarero.

Hago una pausa antes de tomar el bocado. —¿Qué se incluye exactamente


en la definición de mariscos?

Samson dice. —Langosta. Camarón. Cosas en conchas.

—Cangrejo. Cangrejo de río. Tortugas—dice Marcos.

—Las tortugas no son peces—dice Sara, poniendo los ojos en blanco.


—Fue una broma—dice Marcos.

—¿Alguna vez has comido langosta o cangrejo? —Samson me pregunta.

—He comido cangrejo.

—Deberías estar bien, entonces.


168
—Por el amor de Pete, cómelo antes que de que lo haga yo–dice Sara—.
Estoy hambrienta.

Muerdo los camarones y sólo me como la mitad. Todos me miran masticar,


incluso Sara. Tiene un sabor decente. No es lo mejor que he tenido, pero es bueno.

—No está mal—. Me meto el resto en la boca.

Samson sonríe y le entrega el menú al camarero. —Ambos tendremos la


fuente de camarones.

El camarero lo anota y se aleja. Sara arruga la nariz hacia arriba.

—Él realmente hizo un pedido para ti. No sé si eso es lindo o repugnante.

—Intenté hacer un pedido para ti una vez, y me gané un codazo en el


costado—dice Marcos.

Sara asiente.

—Sí, tienes razón. Es asqueroso—. Toma un sorbo de su bebida. —Tengo


ganas de hacer algo turístico este fin de semana.

—¿Como qué? —pregunta Marcos.

—¿El parque acuático? ¿O un tour de los patos? —ella nos mira a Samson
y a mí—. ¿Quieren venir?

—Estoy libre después del almuerzo todos los días. Excepto el viernes. Estoy
terminando el techo de Marjorie—. Bueno, eso derrite un poco mi corazón.

—¿Shawn?
Los cuatro miramos en la dirección de la voz. Un tipo se acerca a nuestra
mesa y mira a Samson. El tipo es alto y delgado con los brazos cubiertos de tatuajes.
Estoy mirando uno en su antebrazo de un faro, cuando siento que Samson se pone
rígido.

—Mierda—dice el tipo. —¿Eres tú? ¿Cómo has estado hombre?

—Oye—dice Samson. No parece muy emocionado de ver a este tipo. 169


Además... ¿por qué el tipo lo llamó Shawn?

Samson golpea mi pierna, queriendo salir de la cabina. Me levanto para


dejarlo salir y él le da un abrazo al chico. Tomo mi asiento y los tres ni siquiera
ocultamos el hecho, de que estamos escuchando a escondidas su conversación.

—Amigo—le dice el tipo a Samson—. ¿Cuándo saliste?

¿Salió?

Samson mira nuestra mesa. Ahora siente una incomodidad. Pone su mano
en la espalda del chico y lo aleja de la mesa, para que no podamos escuchar lo que
están diciendo.

Miro a Sara y Marcos, para ver cuáles son sus reacciones. Marcos está
tomando un trago, pero la cabeza de Sara se inclina con curiosidad, mientras mira
a Samson. Ella se deja caer contra la cabina y dice. —Eso fue extraño. ¿Por qué
ese tipo lo llamó Shawn?

Marcos se encoge de hombros.

—Quizás Samson es su segundo nombre—digo, más para mí que para Sara


o Marcos.

Me pregunto por qué no le pedí, que me dijera su nombre completo anoche


cuando le pregunté. Es extraño, sabiendo que ni siquiera sabía el nombre del chico.
Pero supongo que no sabe que mi apellido es Grim. O tal vez sí, ya que tengo el
mismo apellido que mi padre.

—¿Por qué ese tipo le preguntó cuándo salió? — Sara dice.

—¿Salió de dónde? ¿Cárcel? ¿Prisión?


Marcos vuelve a encogerse de hombros.

—Podría haberse referido a la rehabilitación.

—¿Estaba en rehabilitación? —pregunta Sara.

—No tengo ni idea, lo conozco desde que lo conoces—dice.


170
Samson reaparece en nuestra mesa momentos después, sin amigo. Me
levanto y él vuelve a meterse en la cabina. No dice nada. No ofrece ninguna
explicación. Eso no importa, porque Sara no dejará pasar esto. Puedo decirlo por la
forma, en que lo está mirando.

—¿Por qué ese tipo te llamó Shawn?

Samson la mira un momento y luego suelta una risa tranquila.

—¿Qué?

Ella mueve su mano, hacia la dirección en la que se fue el chico.

—¡Te llamó Shawn! Y luego te preguntó cuándo saliste. ¿Dónde has estado?
¿Cárcel?

Por alguna razón, Samson me mira. No digo nada porque estoy esperando
las mismas respuestas que Sara está esperando.

Vuelve a mirar a Sara y dice —Ese es mi nombre. Shawn Samson—. Señala


con la mano a Marcos—. Me llamó Samson cuando nos conocimos, y se quedó con
ustedes. Todos los demás me llaman Shawn.

Marcos se lleva la pajita a la boca.

—Suena vagamente familiar ahora que lo pienso.

¿Shawn? ¿Su nombre es Shawn?

Estoy tan acostumbrada a llamarlo Samson, que no estoy segura de poder


llamarlo Shawn.
—Está bien—dice Sara—. Pero ¿salir de dónde? ¿Cárcel? ¿Estuviste en la
cárcel?

Samson suspira y puedo decir que no quiere hablar de eso.

—Déjenlo en paz —dice Marcos, reconociendo también la incomodidad de


Samson.
171
Sara me hace un gesto con la mano defensiva.

—Estoy tratando de poner a mi hermanastra con él, creo que merecemos


saber si es algún tipo de criminal.

—Está bien—dice Samson—. Estaba hablando de salir de la ciudad. Fuimos


juntos al internado y sabía cuánto odiaba Nueva York.

Puedo ver el lento rodar de su garganta, después de decir eso, como si se


tragara una mentira. ¿Cuáles son las posibilidades de que se encuentre con un
chico de Nueva York, en una península de Texas?

Muy pocas, pero ¿es realmente asunto de Sara? ¿Es mío? Ninguno de
nosotros nos debemos nuestro pasado.

No sé por qué me siento protectora con él en este momento, pero sé que


odia hablar de sí mismo. Quizás eso sea algo que Sara no sepa de él.

Le sacaré la verdad más tarde. Pero ahora mismo, sólo quiero que
desaparezca la incomodidad, así que digo. —Nunca he estado en Nueva York.
Texas es solo el tercer estado en el que he estado.

—¿En serio? —Sara dice.

Asiento con la cabeza.

—Sí. Sólo salía de Kentucky, cuando volaba a Washington para ver a mi


padre. No tenía idea de que Texas estuviera tan caliente. No estoy segura de que
me guste.

Marcos se ríe.
El camarero aparece con los aperitivos que ordenó Sara. Toma mi vaso para
volver a llenármelo y Samson alcanza un trozo de calamares y se lo mete en la
boca.

—¿Alguna vez probaste calamares, Beyah?

Tomo un pedazo de él.


172
—No—Marcos gira la cabeza—. Es como si hubieras crecido en un planeta
diferente.

Sara no espera a que empiece a comer esta vez. Se prepara un plato de


aperitivos y comienza a comer. Este pequeño momento, puede que no parezca gran
cosa para nadie en la mesa, pero me alivia saber que Sara no se está presionando
tanto, como la noche que me presenté.

Sara comienza a hacerme preguntas, sobre qué más nunca he probado, y la


conversación pasa de ser sólo sobre Samson, a no tener relación con él.

Después de unos minutos, Samson mete la mano debajo de la mesa y toma


mi mano. Le da un apretón antes de soltarlo. Cuando lo miro, está dando las gracias
en silencio.

Apenas conozco al chico, pero de alguna manera puedo comunicarme mejor


con él, al no usar palabras de las que nunca he podido comunicar verbalmente, con
cualquier otra persona.

Me echa una mirada, y es una prueba de que no necesito saber más. No


ahora, de todos modos.

Le quitaré las capas a su tiempo.


DIECISÉIS

No había dos asientos uno al lado del otro, cuando llegamos a nuestra hoguera
nocturna, así que Samson está sentado frente a mí. Lamentablemente, Beau está
sentado a mi lado.
173
He notado que Samson mira a Beau, cada vez que me habla. Estoy tratando
de dejar muy claro que no estoy interesada, pero Beau no está entendiendo la
indirecta. Los tipos como él nunca lo hacen. Están acostumbrados a obtener lo que
quieren, por lo que no pueden reconocer cuando la que quieren no los quiere. Es
un pensamiento insondable para Beau, estoy segura.

—Oh, Dios—murmura Sara.

La miro y ella señala con la mano, el cruce de dunas a unos quince metros
de nuestro sitio.

Cadence está caminando sobre la duna.

—Pensé que se había ido—digo.

—Yo también lo pensé—dice Sara.

Observo con un nudo en el estómago, mientras Cadence se acerca a


nosotros. Samson está de espaldas a ella, para que no sepa que se acerca.

Cuando lo alcanza, rodea la cabeza de Samson con las manos y le cubre los
ojos. Él aparta sus manos y echa la cabeza hacia atrás, mirándola.

Antes de que él pueda reaccionar, ella dice. —¡Sorpresa! —luego se inclina


y lo besa en la boca—Regresamos por otra semana.

La sangre en mi cuerpo se siente, como si se hubiera convertido en lava.

Los ojos de Samson inmediatamente encuentran los míos, cuando ella se


aleja. No estoy mostrando los celos en mi rostro, pero seguro que están corriendo
por mi cuerpo.
Samson se levanta y se vuelve hacia Cadence. No puedo escuchar lo que le
dice, pero me mira por una fracción de segundo, antes de poner su mano en la
espalda baja de Cadence y señalar el agua. Empiezan a caminar en esa dirección,
y todo lo que puedo hacer es mirar mi regazo.

Espero que se aleje de todos nosotros, para poder defraudarla suavemente.


O sin cuidado, no me importa.
174
No es que me deba nada. Yo soy quien detuvo el beso anoche.

—¿Estás bien? —pregunta Sara, notando el cambio en mi comportamiento.

Dejo salir un suspiro contenido.

—¿Qué están haciendo?

—¿Cadence y Samson? —asiento con la cabeza.

—Caminando—dice ella.

Ella me mira con sus ojos entrecerrados con sospecha.

—¿Qué pasa con ustedes dos?

Niego con la cabeza.

—No pasa nada.

Sara se recuesta en su silla.

—Sé que eres reservada en muchas cosas, Beyah. Puedo lidiar con eso,
pero si te besa Samson y estás a distancia por favor, dame una señal. Ni siquiera
tienes que decirlo en voz alta. Choca esos cinco conmigo o algo así.

Le aseguro que si con un asentimiento, luego miro a Samson y Cadence.


Están al menos a dos pies de distancia. Sus brazos están cruzados con fuerza sobre
su pecho. Ella parece enojada.

Dirijo mi mirada hacia el fuego, pero unos segundos después, hay un jadeo
colectivo.
—Mierda—dice Marcos, riendo.

Lo miro, pero él está mirando a Samson, que ahora camina de regreso al


fuego. Está solo, frotándose la mejilla.

—Ella lo abofeteó—susurra Sara.

Cuando Samson llega a su asiento, ella dice. —¿Qué le dijiste? 175

—Nada que ella quisiera escuchar.

—¿La rechazaste? —Beau pregunta— ¿Por qué diablos harías eso? Está
buena.

Samson mira a Beau con expresión inexpresiva. Él saluda en la dirección en


la que Cadence acaba de entrar.

—Ella es un juego limpio, Beau. Dispara tu tiro.

Beau niega con la cabeza.

—No, sólo estoy interesado en ella—dice, señalando una mano hacia mí.

—No va a pasar, Beau—le digo.

Beau me sonríe, y no tengo ni idea, de cómo mi negativa rotunda hacia él, le


hace pensar que quiero decir algo más, que las palabras que le estoy hablando. Se
pone de pie y toma mi mano. Intenta levantarme, pero no me muevo.

—Ven a nadar conmigo—dice.

Niego con la cabeza.

—Ya te he dicho que no, dos veces.

Intenta levantarme, pero lo pateo en la rodilla, justo cuando Samson salta de


su asiento y se acerca a nosotros. Se interpone entre nosotros, de cara a Beau.

—Ella dijo que no.


Beau mira a Samson, y luego a su alrededor, a mí. Mueve un dedo entre
nosotros.

—Oh. Lo entiendo. Ustedes dos son una cosa ahora.

—No tiene nada que ver conmigo—dice Samson ahora—. La he escuchado


varias veces pedirte que la dejes sola. Toma una maldita pista.
176
Samson está enojado. No sé si se debe a los celos, o al simple hecho de que
Beau es un idiota.

Espero que eso sea el final, pero aparentemente a Beau no le gusta que le
griten. Se lanza a Samson y lo golpea en la cara. Entonces Beau levanta ambos
puños, como si estuviera listo para una pelea, pero Samson se lleva una mano a la
mandíbula y mira fijamente a Beau.

—¿Hablas en serio?

—Sí, lo digo en serio—responde Beau, todavía en su postura de lucha.

Marcos está de pie ahora, listo para defender a Samson, pero Samson no
parece que le importe entretener a Beau.

—Vete a casa, Beau—dice Marcos, interponiéndose entre Beau y Samson.

Beau mira a Marcos—. ¿Cómo se dice gilipollas en mexicano?

Lo único que odio más que un idiota, es un idiota racista.

—Es español, no mexicano—digo— Y creo que Beau es la traducción


correcta para idiota.

Samson deja escapar una pequeña risa cuando digo eso. Eso molesta a
Beau.

—Vete a la mierda, imbécil rico. Todos ustedes pueden irse al infierno.

El rostro de Beau está rojo de rabia

—Estamos en el infierno cada vez que apareces—dice Sara rotundamente.


Beau señala a Sara.

—Vete a la mierda—me señala—. Y vete a la Mierda.

Supongo que ahí es donde Samson traza la línea. No golpea a Beau, pero
se mueve hacia él lo suficientemente rápido, como para que Beau salte hacia atrás.
Entonces Beau se da la vuelta y agarra sus cosas de su silla y se va.
177
Es una hermosa vista.

Samson cae en la silla, agarrándose la mandíbula.

—Me abofeteó una chica y dos chicos me golpearon desde que apareciste.

—Entonces deja de ponerte de mi lado.

Samson me mira con una pequeña sonrisa, casi como si estuviera diciendo—
Eso no va a pasar.

—Estas sangrando.

Agarro una toalla cercana y le limpio la mandíbula. Tiene un pequeño corte


en la mandíbula. Beau debe haber estado usando un anillo.

—Deberías ponerle un vendaje.

Los ojos de Samson cambian cuando me devuelve la mirada.

—Tengo algunos en la casa.

Se levanta de la silla y camina alrededor del fuego, dirigiéndose a casa.

Ni siquiera me invita ni me atiende, pero por su expresión me doy cuenta de


que quiere que lo siga. Presiono una palma contra mi cuello, sintiendo el calor subir
a mi piel. Me pongo de pie. Miro a Sara antes de alejarme.

—Recuerda—susurra—una señal, choque de manos.

Me río y luego sigo a Samson a su casa. Está varios metros por delante de
mí, pero deja la puerta abierta cuando entra, así que sabe que lo estoy siguiendo.
Cuando llego a lo alto de las escaleras, exhalo un suspiro tranquilizador. No
sé por qué estoy nerviosa. Nos besamos anoche. Se acabó la parte más difícil.

Cierro la puerta cuando entro.

Samson está en el fregadero, mojando una toalla de papel. Entro a la cocina


y noto que no encendió ninguna de las luces. Las únicas luces de la casa, provienen
de los electrodomésticos y la luna que brilla por las ventanas. 178

Me apoyo en el mostrador para ver su corte. Inclina la cabeza para que pueda
inspeccionarlo.

—¿Sigue sangrando? —pregunta.

—Un poco.

Me aparto y lo miro, mientras presiona la servilleta mojada contra su


mandíbula nuevamente.

—No tengo vendas—dice—estaba mintiendo.

Asiento con la cabeza

—Lo sé. No tienes una mierda en esta casa.

Su boca se contrae como si quisiera sonreír, pero hay algo pesado sobre su
sonrisa. Sea lo que sea esa pesadez, me pesa.

Tira la servilleta y la arroja sobre el mostrador, luego se agarra a los bordes


del mostrador como si tuviera que contenerse.

No va a dar el primer paso esta vez, por mucho que parezca querer hacerlo.
Y a pesar de lo nerviosa que estoy, quiero experimentar un beso completo con él,
de principio a fin.

La mirada de Samson, es como una atracción magnética que me atrae hacia


él. Me acerco, mis movimientos son tímidos. No importa lo nerviosa que parezca, él
no me presiona. Sólo espera. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, cuando
ambos tenemos claro que estoy a punto de besarlo.
Se siente diferente a anoche. Se siente más significativo, ya que ambos
pasamos el último día pensando en ello y obviamente hemos llegado a la
conclusión, de que ambos queremos que vuelva a suceder.

Mantenemos el contacto visual mientras me pongo de puntillas y presiono


ligeramente mis labios contra los suyos. Inhala mientras mi boca aún está contra la
suya, como si estuviera reuniendo una paciencia, que ya no existe dentro de él.
179
Retrocedo una fracción de segundo, necesitando ver su reacción. Su mirada
puntiaguda y sus labios entreabiertos, son un indicio prometedor de lo que puede
suceder a continuación. No siento que voy a terminar saliendo, corriendo de esta
cocina de nuevo, ahora que he pasado las últimas veinticuatro horas, lamentando
ese movimiento.

Samson baja su frente hacia la mía. Aprieto mis ojos cerrados cuando
envuelve una mano, alrededor de la parte de atrás de mi cabeza. Mantiene su frente
pegada a la mía, e imagino que sus ojos también están cerrados. Es como si
quisiera estar cerca de mí, pero sabe que no puede abrazarme y no sabe si debería
besarme.

Inclino mi cabeza hacia atrás por instinto, queriendo sus labios contra los
míos de nuevo. Acepta la invitación silenciosa, besando la comisura de mi boca,
luego al centro de esta. Libera un suspiro tembloroso, como si estuviera saboreando
lo que viene.

Su mano que está envuelta en mi cabello, inclina mi cabeza hacia atrás aún
más, y luego me besa con confianza.

Es lento y profundo, como si no pudiera sobrevivir, si no se traga un poco de


mi alma en este beso. Sabe a agua salada y mi sangre se siente como el mar,
furioso y chocando por mis venas.

Quiero vivir en este sentimiento. Dormir con él, despertar con él.

No quiero que el beso termine todavía, pero cuando empieza a ralentizarlo,


me gusta cómo lo hace. Gradual, cuidadoso, difícil, como si se detuviera tan lento
como podría hacerlo un tren.
Cuando ya no nos besamos, me suelta, pero no me alejo. Todavía estoy
presionada contra él, pero él está agarrando el mostrador de nuevo, a cada lado de
sí mismo en lugar de agarrarme a mí. Aprecio que no me esté envolviendo en sus
brazos en este momento.

Besos, he demostrado que puedo manejarlo esta noche. Que me abracen es


algo, para lo que no estoy del todo preparada, y él ya sabe cómo me siento al
respecto. Presiono mi frente contra su hombro y cierro los ojos. 180

Puedo escuchar su respiración, laboriosa y profunda mientras apoya su


cabeza, ligeramente contra la mía.

Nos quedamos así un tiempo y no sé qué sentir ni qué pensar. No sé si es


normal sentirse mil libras más pesado, después de besar a alguien.

Siento que estoy haciendo todo mal, pero al mismo tiempo, parece que
Samson y yo somos las únicas personas, que están haciendo esto bien en todo el
mundo.

—Beyah—susurra.

Su boca está justo sobre mi oreja, así que cuando dice mi nombre, se me
pone la piel de gallina por el cuello y los brazos. Mantengo mi frente pegada a él y
mis ojos cerrados.

—¿Qué?

Hay una pausa que se siente mucho más larga, de lo que realmente es.

—Me voy en agosto.

No sé qué decir a eso. Fueron sólo cuatro palabras, pero trazó una línea muy
profunda en la arena, con esas cuatro palabras. Una línea que sabía que haría
eventualmente llegará.

—Yo también—digo.

Levanto la cabeza y mis ojos se dirigen a su collar. Lo toco, pasando mi dedo


por la madera. Me mira como si quisiera besarme de nuevo. Tomaría mil más de
esos esta noche. No sentí nada negativo esta vez. Todo estaba bien, pero
escalofriante. Es como si me besara al revés, de adentro hacia afuera, de la misma
manera que creo que a veces me mira. Como si viera mi interior, antes de darse
cuenta de lo que estaba afuera.

Inclina mi barbilla hacia arriba con un dedo y presiona sus labios contra los
míos de nuevo, esta vez con los ojos abiertos, empapándome. Se echa hacia atrás,
pero no muy lejos. Todas sus palabras parecen filtrarse en mi boca cuando habla.
181
-Si hacemos esto, se queda en la parte más superficial.

Asiento, pero luego niego con la cabeza. No sé si estoy de acuerdo o en


desacuerdo

—¿Qué quieres decir con superficial?

Su mirada coincide con la opresión en mi pecho. Desliza su lengua sobre su


labio superior, como si estuviera pensando en cómo desarrollar sus pensamientos,
sin herir mis sentimientos.

—Solo quiero decir… si esto se convierte en algo. Una cosa de verano. Eso
es todo lo que quiero que sea. No quiero irme de aquí en agosto, en una relación.

—Yo tampoco quiero eso. Estaremos en dos lados diferentes del país.

Desliza el dorso de sus dedos por mi brazo. Cuando los vuelve a subir, no se
detiene en mi hombro. Sus dedos se deslizan por mi clavícula hasta tocar mi mejilla.

—La gente a veces todavía se ahoga, en la parte menos profunda—susurra.

Ese es un pensamiento oscuro. Uno que creo que probablemente quiso


guardar para sí mismo. Pero aquí estoy, quitando esas capas, le guste o no.

Tantas capas.

No sé cómo se sintió besarlo, como si pasara por alto cada capa y me


hundiera en su núcleo, pero lo hizo. Es como ver al verdadero él, a pesar de todo lo
desconocido que aún lo rodea.

—¿Quién era ese tipo en la cena? —pregunto.


Traga saliva, apartando la mirada y me dan ganas de pasar una mano
tranquilizadora por su garganta.

—No quiero mentirte, Beyah; pero tampoco puedo ser honesto contigo.

No tengo idea de lo que eso significa, pero lo que pasa con Samson es que
no parece ser el tipo de persona, que quiere atención o fabrica drama. Entonces, al
decir algo como esto, me hace pensar que es incluso peor, que cómo lo presenta. 182

—¿Qué es lo peor que has hecho? —le pregunto.

Devuelve sus ojos a los míos, con otro predecible movimiento de cabeza.

—¿Es tan malo?

—Es malo.

—¿Peor que lo que hice con Dakota?

Samson aprieta los labios, en una línea delgada e irritada, y luego inclina la
cabeza, mirándome con intensidad.

—Hay dos tipos diferentes de errores. El mal que surge de la debilidad y el


mal que surge de la fuerza. Hiciste esa elección porque eras fuerte y necesitabas
sobrevivir. No tomaste esa decisión porque eras débil.

Me aferro a cada palabra de eso, porque quiero convertirlo en mi verdad.

—¿Podrías responderme una pregunta? —pregunto. No dice que sí, pero no


dice que no. Sólo espera mi pregunta.

—¿Fue un asalto de algún tipo?

—No. Nada como eso.

Eso me alivia. Él puede decirlo. Me pasa el pelo por los hombros con ambas
manos y luego presiona su boca contra mi frente. Allí me besa y luego apoya la
cabeza contra la mía.

—Te lo diré el día antes de que te vayas a la universidad.


—Si eventualmente me lo vas a decir, ¿por qué no puedes decírmelo ahora
mismo?

—Porque quiero pasar el resto del verano contigo. Y si te lo digo, no creo que
quieras eso.

No estoy segura de lo que podría decirme, que me haría no querer hablar


con él, pero sé qué si me detengo en eso, sólo voy a estresarme. 183

Esperaré.

Al ritmo que han ido nuestras conversaciones, se lo sacaré antes de agosto.

Pero por ahora, sólo asiento con la cabeza, porque no es nada que él quiera
decirme esta noche. Y si hay algo que puedo hacer ahora mismo, es mostrarle la
misma paciencia que me mostró anoche.

Me besa de nuevo. Es un beso rápido. Un beso de buenas noches.

No digo nada, mientras me aparto de él y camino hacia la puerta, porque


todas mis palabras, se sienten demasiado grandes para mi voz. Es difícil salir por
su puerta ahora mismo. No puedo imaginar cómo se sentirá, el 3 de agosto.

PJ está esperando fuera de la puerta cuando la cierro. Me sigue lealmente


por las escaleras y hasta la casa. Cuando llego al final de las escaleras de la casa,
camina hacia su cama de perro y se acuesta.

Afortunadamente no hay nadie en la sala de estar, cuando entro a la casa.


Cierro la puerta y subo sigilosamente las escaleras. Antes de abrir la puerta, miro la
puerta del dormitorio de Sara.

Creo que quiero decirle que nos besamos. Es un sentimiento extraño querer
abrirse a otra chica. Ni siquiera le conté a Natalie, lo de Dakota y yo. Estaba
demasiado avergonzada para decírselo.

Llamo suavemente a la puerta de Sara, no queriendo despertar a nadie más


en la casa. Sara no dice nada. Probablemente todavía esté en la playa.

Empujo la puerta para abrirla para ver si está en su cama, pero tan pronto
como asomo la cabeza dentro, cierro la puerta.
Marcos estaba encima de ella. Estaba vestido, pero quieto. No me lo
esperaba.

Camino a mi habitación, pero luego recuerdo lo que dijo Sara en la playa


sobre simplemente darle una señal de silencio.

Camino de regreso a su habitación. Ella y Marcos dejan de besarse y me


miran. Llego a la cama y levanto una mano para chocar los cinco con ella. 184

Ella se ríe y me choca los cinco.

—¡Oh sí! —susurra mientras salgo de su habitación.


DIECISIETE

Los últimos días han sido los menos estresantes de mi vida. Es como si pasar
tiempo con Samson, liberara algún tipo de hormona de mi cerebro que faltaba
durante diecinueve años. Me siento más feliz. No siento que esté a punto de
romperme todo el tiempo. 185

Estoy seguro de que es más que sólo Samson. Es una combinación de todas
las cosas que nunca había tenido. Refugio decente que no se pudre, desde el
interior por las termitas. Tres comidas al día. Un amigo constante, que vive al otro
lado del pasillo. El océano. El amanecer.

Es casi demasiado bueno pasar a la vez. Tengo una sobredosis de cosas


buenas, lo que sólo significa, que eventualmente tendré que pasar por la
abstinencia, cuando termine el verano. Pero como dijo Sara, los veranos son para
enfocarse en hoy y sólo en hoy. Me preocuparé por la parte dolorosa del verano el
3 de agosto.

Samson decidió que una escalera, sería más seguro y fácil para llegar a mi
balcón por las mañanas, de lo que resultó ser saltar. Estoy sentada en mi asiento
habitual, en mi balcón comiendo uvas que acabo de sacar del refrigerador, cuando
lo escucho subir la escalera. Mi parte favorita de nuestra rutina matutina, es cuando
llega a lo alto de la escalera y me sonríe. Aunque lo de anoche podría haber sido
mejor que nuestras mañanas, juntos. Me convenció de que volviera al océano y nos
besamos, sin que ese beso fuera interrumpido por un dolor punzante.

Nos besamos. Tanto como una persona puede distinguir en el océano sin
meter las manos dentro de los trajes de baño y los bañadores. Pero ese es el único
tiempo físico que realmente hemos tenido fuera de las mañanas estos últimos días.
Me siento un poco incómoda con las demostraciones públicas de afecto frente a
otras personas, y siempre estamos con Sara y Marcos.

Samson llega a lo alto de la escalera y ambos nos sonreímos.

—Mañana.

—Oye—me meto otra uva en la boca.


Después de trepar por la barandilla, se inclina y me da un beso rápido, luego
se sienta a mi lado.

Saco una uva de la bolsa y se la llevo a los labios. Apenas los separa con
una sonrisa, lo que me obliga a meter mi dedo en su boca, mientras toma la uva.
Hace círculos con sus labios, alrededor de mi dedo por un segundo, luego se aleja
lentamente. Empieza a masticar la uva.
186
—Gracias.

Ahora quiero darle de comer uvas todo el día.

Pasa un brazo por el respaldo de la silla y yo me apoyo en él, pero no lo


suficientemente cerca, como para que lo tome como una señal para acercarme a
él. Vemos el amanecer en silencio y pienso en el giro que ha tomado mi vida desde
que llegué.

Pensé que sabía quién era yo, pero no tenía idea, de que las personas
pueden convertirse en diferentes versiones de sí mismas, en diferentes entornos.
En este entorno, donde todo se siente bien y perfecto, estoy en paz con mi vida. No
me duermo de forma amarga todas las noches. Ni siquiera odio activamente a mi
padre como solía hacerlo. Y ya no soy tan incrédula en el amor. No soy escéptica
aquí, porque puedo ver la vida, a través de una lente diferente.

Me hace preguntarme qué versión de mí misma seré, cuando llegue a la


universidad. ¿Seré feliz allí? ¿Extrañaré a Samson? ¿Seguiré prosperando o
volveré a ser mi antiguo yo?

Me siento como una flor, sacada de las sombras y puesta al sol. Estoy
floreciendo por primera vez, desde que atravesé el suelo de la tierra.

—¿Cuáles son los planes de hoy? —Pregunta Samson.

Me encojo de hombros.

—Creo que ya está claro, que no tengo absolutamente ningún plan,o hasta
el 3 de agosto.

—Bueno, ¿quieres alquilar un carrito de golf y hacer un recorrido por la playa


esta tarde? Conozco un lugar realmente apartado.
—Por supuesto. Suena divertido.

Especialmente desde que dijo la palabra aislado. Eso suena como una
invitación para finalmente, poder pasar un tiempo a solas con él.

El sol ya ha salido y suele ser cuando Samson se va, para que yo pueda
volver a dormirme, pero en lugar de ponerme de pie, me coloca en su regazo para
que yo esté a horcajadas sobre él. Apoya la cabeza en la silla, apoyando las manos 187
en mis caderas.

—Deberíamos empezar a ver el amanecer en esta posición.

—Bloquearía la vista—le digo.

Me lleva una mano a la cara y las yemas de sus dedos contra mi mandíbula
se sienten como pequeños fuegos contra mi piel.

—Eres más bonita que la vista, Beyah.

Desliza su mano detrás de mi cabeza y me lleva a su boca.

Ambos brazos me rodean y me acerca más, pero me muevo un poco para


recordarle que no debe hacer eso. No me gusta cuando sus dos brazos me rodean
mientras nos besamos, porque me hace pensar en que me abrazan, y que me
abracen es algo más personal para mí que besar o incluso el sexo.

Me gusta besar a Samson. Me gusta pasar tiempo con él. Pero no me gusta
la idea de compartir algo tan íntimo con alguien, que no quiere compartir más que
unas pocas semanas de sí mismo conmigo.

Sus manos caen a mis caderas, como las he entrenado para hacer durante
los últimos días. Besa mi mandíbula, luego el lado de mi cabeza.

—Tengo que irme—dice—. Tengo mucho que hacer hoy.

Todos los días siempre hace algo diferente. Ayudar a alguien a reparar un
techo, reconstruir una duna. La mayor parte parece un trabajo ajetreado. No sé si
realmente acepta dinero por el trabajo que hace.
Me deslizo fuera de él y miro mientras se dirige hacia la escalera.

No hace contacto visual conmigo mientras baja la escalera y desaparece.


Apoyo la cabeza contra el respaldo de la silla y me meto una uva en la boca.

Estoy seguro de que quiere más de lo que yo le doy físicamente, pero no


puedo darle más si insiste en quedarse en la parte superficial. Los abrazos y el ser
abrazado pueden parecerle algo superficial, pero para mí, esas cosas están 188
enterradas en algún lugar de la Fosa de las Marianas.

Prefiero tener sexo casual con él que dejar que me abrace. Eso es
probablemente una prueba, de que tengo una mierda profunda que un terapeuta
debe desempacar. Pero lo que sea.

La terapia del océano me ha hecho maravillas hasta ahora y es gratis.

Aislado era quedarse corto.

Nos llevó tan lejos por la playa, que las casas ya no están agrupadas en
vecindarios. Son escasos y dispersos. No hay gente. Sólo las dunas detrás de
nosotros y el océano frente a nosotros. Si tuviera que elegir un lugar para construir
una casa, sería este.

—¿Por qué no hay muchas casas aquí? ¿Se inunda la tierra con demasiada
facilidad?

—Solía haber muchas casas aquí. El huracán Ike arrasó con todo.

Samson bebe un sorbo de agua. Trajo bocadillos, agua y una manta. Está
considerando que esta es nuestra primera cita oficial, desde que salimos con Sara
y Marcos realmente no cuenta. Incluso se detuvo antes en mis escaleras, en el
carrito de golf para recogerme.

—¿Crees que volverá a ser lo mismo, que antes del huracán?


Él se encoge de hombros.

—Quizás no como era antes. Toda la península se aburguesó con la


reconstrucción, pero está prosperando más de lo que pensaba. Sin embargo,
todavía es un trabajo en progreso. Se necesitarán más de unos pocos años, para
acercarse a lo que era antes.

Señala un lugar detrás de nosotros. 189

—Ahí es donde encontré el barco de Rake. Probablemente todavía hay


trozos enterrados detrás de la duna. No han trabajado mucho en esta área, desde
el huracán.

Le doy un trozo de pan a PJ. Él viajó en la parte trasera del carrito de golf
hasta aquí.

—¿Crees que este perro, pertenecía a una de las personas cuyas casas
fueron destruidas?

—Creo que eres la única persona, a la que ha pertenecido ese perro.

Sonrío cuando dice eso, aunque sé que no soy la primera persona que PJ ha
amado. Él conoce los comandos, así que alguien pasó tiempo entrenándolo en el
pasado.

Siempre quise un perro, pero nunca tuve suficiente comida para alimentar a
uno. Aceptaba perros callejeros, pero finalmente me dejaron por otras familias, que
los alimentaban con más frecuencia.

—¿Qué vas a hacer con él en agosto?

Samson pregunta, inclinándose sobre mí para rascar a PJ en la cabeza.

—No lo sé. Estoy tratando de no pensar en eso.

Los ojos de Samson se encuentran con los míos en ese momento, y hay un
destello de contemplación que pasa entre nosotros.

¿Qué haré con el perro?


¿Qué haremos con nosotros?

¿Cómo se sentirá el adiós?

Samson se estira en la arena. Estoy sentado con las piernas


cruzadas, así que él apoya la cabeza en mi regazo y me mira pensativo. Paso una
mano por su cabello, tratando de no pensar en nada más allá o antes de este
momento. 190

—¿Qué piensan otras personas de ti? —pregunta Samson.

—Esa es una pregunta extraña.

Samson me mira expectante, como si no le importara que sea una pregunta


extraña. Me río, mirando el agua mientras pienso.

—No soy dócil, por lo que a veces mi actitud, puede malinterpretarse como
una perra. Pero estaba junto a mi madre en casa. Cuando te juzgan por la persona
que te crio, no pueden ser neutral sobre quién eres. O dejas que te consuma y te
conviertes en lo que los demás creen que eres, o lo luchas con todo lo que hay en
ti.

Lo miro.

—¿Qué crees que la gente piensa de ti?

—No creo que la gente piense en mí en absoluto.

Niego con la cabeza en desacuerdo.

—Yo lo hago. ¿Y sabes lo que pienso?

—¿Qué piensas?

—Creo que quiero volver al océano contigo.

Samson sonríe.

—Estamos bastante lejos del vinagre.

—Entonces haz que valga la pena, en caso de que me vuelvan a picar.


Samson se pone de pie de un salto y luego me levanta. Me quito los
pantalones cortos mientras él se quita la camisa. Él toma mi mano mientras
avanzamos a través de las olas y nos alejamos de la orilla. Cuando el agua me llega
al pecho, dejamos de caminar y nos enfrentamos, agachándonos hasta que el agua
nos llega a ambos cuellos.

Cerramos la brecha entre nosotros hasta que nos besamos.


191
Cada vez que nos besamos, es como si dejáramos más de nosotros dentro
del otro. Ojalá supiera más sobre las relaciones y el amor y todas las cosas para las
que solía pensar que era demasiado bueno, o tal vez no lo suficientemente bueno.
Quiero saber cómo hacer que este sentimiento dure. Quiero saber si un chico como
Samson alguna vez, podría enamorarse de una chica como yo.

Una ola choca contra nosotros, obligándonos a separarnos. El agua empapa


completamente mi cabello. Me lo estoy limpiando de los ojos, riendo, cuando
Samson vuelve hacia mí. Envuelve mis piernas alrededor de su cintura, pero
mantiene sus manos en mis caderas.

Hay un destello de felicidad en sus ojos.

Es la primera vez que lo veo.

Llevo aquí casi dos semanas y esta es la primera vez que se ve


completamente a gusto. Me hace sentir bien que él parezca encontrar eso conmigo,
pero estoy triste, no es algo que él siente todo el tiempo.

—¿Qué tipo de cosas te hacen feliz, Samson?

—Los ricos nunca están contentos—dice instantáneamente.

Es triste que ni siquiera tuviera que pensar en eso.

—¿Entonces el dicho es cierto? ¿El dinero no compra la felicidad?

—Cuando eres pobre, tienes cosas que alcanzar. Metas que te emocionan.
Tal vez sea una casa de ensueño o unas vacaciones o incluso una comida en un
restaurante un viernes por la noche. Pero cuanto más dinero tienes, más difícil es
encontrar cosas por las que emocionarse. Ya tienes la casa de tus sueños. Puedes
ir a cualquier parte del mundo cuando lo desees. Podría contratar a un chef privado,
para que me prepare todos los alimentos que desee. Las personas que no son ricas,
piensan que todas esas cosas son satisfactorias, pero no lo son. Puedes llenar tu
vida de cosas bonitas, pero las cosas bonitas no llenan los agujeros de tu alma.

—¿Qué llena los agujeros en un alma?

Los ojos de Samson recorren mi rostro durante unos segundos.


192
—Pedazos del alma de otra persona.

Me levanta un poco, para que quede menos piel debajo del agua. Arrastra su
boca por mi mandíbula, y cuando sus labios encuentran los míos, tengo hambre de
ellos. Muriendo de hambre.

Lo siento endurecerse, a pesar de que estamos en el agua. Sin embargo,


todo lo que hacemos es besarnos. Este beso dura varios minutos. No es suficiente
y es más que suficiente.

—Beyah—susurra contra mi boca—. Podría quedarme aquí para siempre,


pero probablemente deberíamos regresar antes de que oscurezca.

Asiento, pero luego lo beso de nuevo porque realmente no me importa si


oscurece. Samson se ríe, pero rápidamente se calla y me devuelve el beso con más
urgencia.

Ojalá hubiera más partes de él a las que pudiera llegar. No puedo dejar de
pasar mis manos por su pecho, sus hombros y su espalda. Terminan en su cabello
mientras su boca baja por mi pecho. Siento su cálido aliento contra mi piel, justo
entre mis pechos. Levanta una mano hacia la parte de atrás de mi cuello y lo siento
tocar el nudo en la parte superior de mi traje de baño.

Luego me mira a los ojos, pidiendo permiso en silencio. Asiento con la cabeza
y lentamente tira de la cuerda hasta que se desata.

Las correas de mi traje de baño se caen y Samson se inclina hacia adelante,


besando la parte superior de mi pecho. Lentamente comienza a trabajar con su boca
hacia abajo, hasta que toma mi pezón en su boca.
Respiro temblorosamente. La sensación de su lengua contra mi piel envía
escalofríos por mi cuerpo. Cierro los ojos y presiono mi mejilla contra la parte
superior de su cabeza, sin querer que se detenga.

Pero lo hace, gracias al sonido de un motor a lo lejos.

Inmediatamente se aleja, cuando ambos lo escuchamos.


193
Hay un camión en la playa, que se dirige en esta dirección.

Samson levanta los tirantes de mi bikini y me los vuelve a poner alrededor


del cuello. Gimo, y tal vez incluso hago pucheros. Regresamos a la orilla, a pesar
de que el camión se dio la vuelta y se dirigió hacia la otra dirección antes de llegar
a nosotros.

Ambos estamos callados, mientras empacamos nuestras cosas en el carrito


de golf. El sol comienza a ponerse al otro lado de la península, proyectando un
resplandor rojo y violeta en el cielo. El viento del océano se ha levantado y miro a
Samson por un momento. Está frente a la brisa con los ojos cerrados. Hay una
calma en él en este momento, y esa calma se extiende a mí.

Sus estados de ánimo son contagiosos. Me alegro de que parezca que sólo
tiene uno o dos. Nunca me había sentido tan estable, como desde que empecé a
pasar todas mis horas con él.

—¿Alguna vez has cerrado los ojos y sólo has escuchado el océano? —él
me pregunta.

Abre los ojos y se vuelve hacia mí.

—No.

Vuelve a enfrentarse al agua y cierra los ojos.

—Inténtalo.

Cierro los ojos y exhalo un suspiro. La mano de Sansón encuentra la mía y


nos quedamos allí juntos, en silencio, frente al agua.

Escucho lo que está escuchando.


Gaviotas.

Olas.

Paz.

Esperanza.
194
No sé cuánto tiempo estaremos aquí, porque me consume la meditación. No
sé si alguna vez, me he parado en un lugar con los ojos cerrados y dejé ir mis
pensamientos.

Los dejo ir. Todos ellos.

Eventualmente, es como si el mundo se volviera completamente silencioso.

Salgo de ese silencio, cuando siento que Samson me besa la nuca. Abro los
ojos e inhalo profundamente.

Y ese es el final de eso. Cena, un maquillaje acabó la sesión, y un calmante


para el estrés. ¡Qué cita!

—¿Dónde está tu perro? —pregunta, mientras empezamos a subir al carrito


de golf.

Miro a mi alrededor, pero no veo Pepper Jack Cheese por ningún lado. Lo
llamo, pero no viene corriendo. Mi corazón se acelera un poco y eso no pasa
desapercibido.

Samson lo llama.

Empiezo a preocuparme porque estamos muy lejos de nuestras casas y, si


no lo encontramos, es posible que no pueda regresar.

—Quizás esté detrás de las dunas -sugiere Samson.

Ambos nos dirigimos hacia las altas hileras de arena. Samson agarra mis
manos y me ayuda a subir la duna. Cuando llegamos a la cima y miramos al otro
lado, inmediatamente me alivia ver a PJ

—Oh, gracias a Dios—digo, bajando por el otro lado de la duna.


—¿Que está haciendo? —Pregunta Samson, caminando detrás de mí.

PJ está a unos diez pies de distancia, cavando furiosamente en el suelo.

—Tal vez encontró algunos cangrejos.

Cuando lo alcanzamos, me congelo. Lo que sea que encontró, no es un


cangrejo. Parece... 195

—¿Samson? —susurro—. ¿Qué es eso?

Samson cae de rodillas y comienza a limpiar el polvo de lo que parecen


huesos en forma de mano.

Alejo a PJ, pero él lucha por soltarse de mi agarre. Samson ahora está
cavando, alejando la arena, revelando cada vez más de lo que obviamente es un
brazo humano.

—Oh, Dios mío -susurro.

Cubro mi boca con mi mano. PJ se escapa de mi agarre y se aleja de mí. Se


apresura a volver al lado de Samson, pero Samson lo empuja.

—Siéntate—le ordena al perro.

PJ se sienta, pero gime.

Me pongo de rodillas junto a Samson, y observo cómo continúa destapando


más huesos.

—Quizás no deberías tocarlo—sugiero.

Samson no dice nada. Sigue cavando hasta llegar a la articulación del


hombro del esqueleto. Todavía tiene una camisa pegada a él. Es una camisa a
cuadros rojos, descolorida y rota. Samson toca un trozo y se deshace en sus manos.

—¿Crees que es un cuerpo entero?

Samson todavía no me responde. Simplemente vuelve a ponerse en cuclillas


y mira al suelo.
—Iré a buscar mi teléfono y llamaré a la policía

Empiezo a levantarme, pero Samson me agarra de la muñeca. Lo miro y sus


ojos están suplicantes.

—No.

—¿Qué? —niego con la cabeza—. Tenemos que informar esto. 196

—No lo hagas, Beyah —dice de nuevo.

Nunca había visto su expresión tan inflexible.

—Este es el tipo del que te estaba hablando. Rake. Reconozco su camisa.

Vuelve a mirar lo que acaba de descubrir.

—La policía simplemente, lo arrojará a una tumba sin nombre.

—Todavía tenemos que informar de esto. Es un cuerpo. Una persona


desaparecida.

Niega con la cabeza de nuevo.

—No era una persona desaparecida. Como te dije, nadie se dio cuenta de
que se había ido.

Ya puedo decir por el comportamiento de Samson, que no va a cambiar de


opinión.

—Querría estar en el océano. Es el único lugar al que pertenece.

Los dos nos quedamos callados un rato mientras pensamos.

Por alguna razón, no siento que esta sea mi decisión. Pero estoy segura de
que no quiero estar aquí, ni un segundo más.

Samson se pone de pie y desaparece sobre la duna. No tengo ninguna


intención de quedarme sola con restos humanos, así que lo sigo.
Samson camina hacia el agua, y cuando está a unos metros de ella,
simplemente se detiene. Junta las manos detrás de la cabeza. Dejo de caminar,
porque parece que necesita un minuto para procesar esto.

Mira el agua por lo que parece una eternidad. Simplemente paso detrás de
él, dividida entre hacer lo que sé que es correcto o dejar esta decisión
completamente en manos de Samson. Él es el que conocía al chico.
197
Después de un rato, finalmente rompo el silencio.

—¿Samson?

No me mira. Su voz es resuelta cuando dice. —Necesito que lleves el carrito


de golf a la casa.

—¿Sin ti?

Él asiente, todavía mirando en la otra dirección.

—Me reuniré contigo esta noche.

—No te dejaré aquí. Está demasiado lejos para caminar en la oscuridad.

Se vuelve ahora, y cuando lo hace, parece una persona completamente


diferente a la de hace diez minutos. Sus facciones están endurecidas y hay algo
recién roto dentro de él.

Camina hacia mí y toma mi rostro entre sus manos. Sus ojos están rojos,
como si estuviera a punto de romperse.

—Por favor—dice—. Ve. Necesito hacer esto solo.

Hay un dolor en su voz. Un dolor con el que no estoy familiarizado.

Una agonía que esperaba sentir después de encontrar a mi madre muerta,


pero en cambio me quedé vacía y entumecida.

No tengo idea de por qué necesita esto, pero puedo ver que su necesidad de
que yo le deje esto a él, es mayor que mi necesidad de estar en desacuerdo con él.
Sólo asiento con la cabeza y mi voz se libera en un susurro cuando digo. —Está
bien.

Por primera vez en mi vida, siento una abrumadora necesidad de abrazar a


alguien, pero no es así. No quiero que nuestro primer abrazo esté unido a un
momento tan incómodo. Subo al carrito de golf.

—Llévate a PJ contigo—dice. 198

Espero mientras regresa por la duna para buscarlo. Cuando regresa con PJ,
lo coloca en el asiento del pasajero del carrito de golf. Samson agarra la parte
superior del carrito de golf y su tono es plano cuando dice.

—Estaré bien, Beyah. Te veré más tarde esta noche.

Se aleja del carrito de golf y camina hacia la duna.

Conduzco a casa y dejo a Samson con algo que sé, que nunca me explicará
y de lo que probablemente no volverá a hablar.
DIECIOCHO

Estoy preocupada por Samson, obviamente. Pero cuanto más me siento aquí
esperando por él, me pregunto si esa preocupación debería mezclarse con ira.
199
No fue justo por su parte, pedirme que dejara esa situación, pero la mirada
en sus ojos hizo que pareciera, que tirar los restos de Rake al océano era mucho
más importante para él que informarme a mí.

He visto cosas inquietantes en mi vida. Sorprendentemente, algunos huesos


que se mueven de una duna al océano, no me molestan tanto. No sé qué dice eso
de mí. O Samson, para el caso.

Aunque no estoy enojada con él, estoy preocupada. Mi estómago esta hecho
un nudo. Han pasado casi cuatro horas desde que llegué a casa. Traté de pasar el
tiempo duchándome, cenando y teniendo una conversación sin sentido con mi padre
y Alana. Pero mi mente todavía está de regreso con Samson, al otro lado de esa
duna.

Ahora estoy sentada junto a la hoguera, mirando la casa oscura de Samson.


Esperando.

—¿Dónde está Samson? —Pregunta Sara.

Gran pregunta. Ayuda a alguien. —Regresará pronto—. Tomo un trago de


agua, lavando las mentiras de mi boca. Una parte de mí quiere decirle a Sara la
verdad, pero lo pienso mejor. Cómo saldría siquiera y diría: Oye, Sara, hay restos
humanos en la playa y Samson los está desenterrando y tirando todos los huesos
al océano.

Sí, ella no podría manejar algo de esa magnitud.

—¿Entonces? ¿Cómo fue el beso? —Pregunta Sara.

La miro y ella me mira con esperanza en sus ojos.


Tengo la sensación de que probablemente preferiría una hermanastra que
chismeara con ella por la noche mientras se cepillara el pelo. Estoy triste porque no
entendió eso. En cambio, ella me atrapó. Beyah siendo aburrida.

—El beso fue un poco deprimente.

—¿Qué? ¿Por qué?


200
—No estoy diciendo que haya sido malo. Es un gran besador. Es sólo... es
tan serio todo el tiempo. Yo también.

—Es difícil compartir un beso sexy y divertido cuando no hay nada divertido
en ninguno de los dos—. Suspiro y apoyo la cabeza contra la silla. —A veces
desearía poder ser más como tú.

Sara se ríe.

—Si fueras más como yo, Samson no te miraría como lo hace.

Eso me hace sonreír. Quizás ella tenga razón. Algunas personas


simplemente encajan juntas. Yo no encajaría con Marcos y ella no encajaría con
Samson.

Sólo deseo que nuestro otoño e invierno, encajen tan bien como nuestro
verano.

Sara levanta ambas manos en el aire, cuando la canción en el Bluetooth


cambia a una nueva canción que nunca había escuchado.

—¡Amo esta canción!

Salta y comienza a bailar. Marcos se levanta y baila con ella. No es una


canción lenta, por lo que pisotean y dan vueltas como si sus vidas no pesaran nada.

Los miro bailar hasta que termina la canción y Sara vuelve a caer en su silla,
sin aliento. Coge una botella de licor clavada en la arena.

—Aquí—dice, entregándomela—. El alcohol hace que todos se diviertan.


Me lo llevo a la boca y finjo tomar un trago. Prefiero ser aburrida que
convertirme en mi madre, así que no tengo ganas de tragarme. Pero lo finjo por el
bien de Sara. Ya he sido bastante deprimente esta noche, no quiero negar el alcohol
y hacerla sentir culpable por beber. Le devuelvo la botella, justo cuando algo detrás
de ella llama mi atención.

Al fin. Han pasado cuatro horas.


201
Samson tendrá que pasar junto a nosotros para llegar a su casa. Está
cubierto de arena. Luce cansado. Incluso parece un poco culpable cuando hacemos
contacto visual. Él mira hacia otro lado rápidamente, pero luego gira mientras pasa
junto a nosotros. Vuelve a levantar los ojos mientras camina hacia atrás. Empuja la
cabeza hacia su casa y luego gira y desaparece en la oscuridad.

—Estás siendo convocada—dice Sara.

Me quedo sentada por un momento, no queriendo parecer demasiado


ansiosa por seguirlo.

—No soy un perro.

—¿Están peleados?

—No.

—Entonces vete. Me gusta cuando Marcos me llama. Siempre significa cosas


buenas—. Ella mira a Marcos y dice. —Hola, Marcos. Convócame.

Marcos asiente con la cabeza una vez y Sara salta de su silla y se acerca a
él, cayendo dramáticamente sobre su regazo. La silla se cae y los derrama sobre la
arena. Marcos todavía sostiene su cerveza en el aire. Ni siquiera derramó una sola
gota.

Los dejo solos y empiezo a caminar hacia la casa de Samson. Puedo


escuchar la ducha al aire libre, corriendo cuando me acerco. Camino hacia los
cimientos de hormigón del nivel de pilotes de su casa. No he pasado ningún tiempo
aquí, pero es agradable. Aparte de la ducha, hay una barra y un par de mesas. No
sé por qué nunca pasamos tiempo aquí, en lugar de en la playa todas las noches.
Samson tiene el tipo de casa que sería buena para fiestas, pero no parece del tipo
que quisiera ser anfitrión de una.

No veo los pantalones cortos de Samson cuando me acerco a la ducha, lo


que significa que todavía está vestido. No hay puerta para la ducha. Las paredes
son de madera y hay una abertura y un giro a la izquierda que tengo que hacer
antes de verlo.
202
Está de espaldas a mí. Sus palmas están presionadas contra la madera y el
chorro de la ducha le cae sobre la nuca. Su cabeza cuelga entre sus hombros.

—Lo siento—dice en voz baja. Se gira y se aparta el pelo mojado de la frente.

—¿Por qué?

—Por ponerte en esta posición. Por esperar que guardes secretos cuando yo
no te cuento ninguno de los míos.

—Nunca me pediste que no se lo dijera a nadie. Me acabas de pedir que no


llame a la policía.

Se pasa la mano por la cara y se inclina hacia el chorro de agua.

—¿Le dijiste a alguien?

—No.

—¿Vas a…?

—No, si no quieres que lo haga.

—Prefiero que se quede entre nosotros—dice.

Estoy de acuerdo en silencio. No es tan difícil para mí guardar secretos. Soy


una profesional en eso.

Me gusta que Samson sea un libro cerrado. Realmente no te puede


desagradar un libro que aún no has leído. Pero creo que puedo ser paciente con él
porque me dijo que eventualmente me diría todas sus verdades. De lo contrario, es
posible que no valga la pena el esfuerzo.
—Siento que hay más en la historia con Rake—digo—. ¿Me lo explicarás con
todas las otras respuestas que me debes el dos de agosto?

El asiente.

—Si. Entonces te lo diré.

—Voy a empezar a llevar una lista de todas las preguntas a las que quiero 203
respuestas.

Su labio se contrae, como si lo divirtiera.

—Y las responderé a todas el dos de agosto. Doy un paso hacia él.

—¿Lo prometes?

—Lo juro.

Levanto una de sus manos. Tiene suciedad debajo de todas las uñas.

—¿Lo desenterraste todo?

—Si.

—¿Y estás seguro de que fue Rake?

—Seguro.

Parece y suena exhausto. Quizás incluso triste. Realmente creo que Rake,
fue una parte más importante de su vida, de lo que deja ver. Miro su collar, luego
miro de nuevo a su cara. Me mira fijamente, los pequeños chorros de agua se
deslizan por su rostro.

Mi ropa está empezando a mojarse por el rocío, así que me quito la camisa
y la tiro sobre la pared de la ducha. Me dejo los pantalones cortos y la parte superior
del bikini y ayudo a Samson a limpiarse las uñas. Se pone de pie pacientemente,
mientras yo saco toda la suciedad de debajo de cada uña y luego me lavo las manos
con jabón.
Cuando termino, Samson tira de mi mano y me tira hasta que estoy de pie
bajo el agua con él. Me besa y me muevo con él mientras él se apoya contra la
pared, sacándome del chorro de agua.

Es un beso perezoso. Sus manos descansan en mis caderas, mientras se


apoya contra la pared de la ducha y me deja dirigir el momento.

Me apoyo contra él, presionando mis pechos contra su pecho desnudo, 204
envolviendo mi mano izquierda, alrededor de la parte posterior de su cuello. No
debería haberle dicho a Sara que fue un beso deprimente. Esa es una descripción
tan terrible de lo que es.

Durable es una palabra mejor.

Todos nuestros besos se sienten importantes, como si se quedaran conmigo


para siempre. No son pequeñas muestras de afecto, que ocurren de pasada. Hay
algo más grande detrás de ellos, que la atracción. En este momento lo más
importante es la tristeza, y quiero quitársela, aunque sea sólo por unos minutos.

Arrastro mi mano derecha por su pecho, hasta que mis dedos se encuentran
con la banda elástica de sus bóxers. Introduzco la mano y, justo cuando lo hago,
Samson inhala con fuerza. Dejamos de besarnos, mientras lo toco por primera vez.
Sus ojos están enfocados en los míos, como si estuviera diciendo en silencio, que
no tengo que hacer esto, pero también rogándome que no me detenga.

Envuelvo mi mano firmemente alrededor de él, y su cabeza cae hacia atrás


con un suspiro.

—Beyah —susurra.

Beso su cuello y lentamente comienzo a mover mi mano, hacia arriba y hacia


abajo a lo largo de él. Hay más en él que en Dakota. No me sorprende. Samson
tiene más en casi todos los aspectos, en comparación con cualquier otra persona
que conozco.

Utilizo mi mano izquierda para bajar sus pantalones cortos, lo suficiente para
que no esté confinado dentro de ellos. Permanecemos en esta posición durante un
par de minutos, al menos. Yo tocándolo. Samson respirando más y más profundo,
agarrando mis caderas con más fuerza con cada golpe. Observo su rostro todo el
tiempo, sin poder apartar la mirada. A veces me mira y otras veces, cierra los ojos
como si fuera demasiado.

Cuando comienza a apretar todos los músculos de su cuerpo, de repente


lleva una mano a mi cabello y tira suavemente, inclinando mi cabeza hacia atrás
para que su boca encaje contra la mía. Da dos pasos rápidos, empujándome contra
la pared de la ducha opuesta, mientras me besa con más fuerza, que cualquier otro
beso anterior a este. 205

Mi mano todavía lo está agarrando, y es como si ni siquiera pudiera respirar


y besarme al mismo tiempo, porque se rompe y presiona un lado de su cabeza.
Presiona el lado de su boca contra el mío. Su boca está sobre mi oreja, cuando
exhala un joder gutural.

Un escalofrío recorre mi cuerpo, cuando comienza a temblar bajo mi toque.


Continúo acariciándolo, hasta que siento su calor pegajoso en la palma de mi mano,
y finalmente suspira, enterrando su rostro contra mi cuello.

Se toma un momento para recuperar el aliento y luego alcanza el cabezal de


la ducha. Lo tira entre nosotros, se lava a sí mismo y a mi mano, y luego lo deja caer
al suelo, antes de besarme de nuevo.

Respira como si acabara de correr un maratón. En este punto, yo también


podría estar respirando así.

Cuando finalmente se aparta y me mira, parte del peso se ha levantado


detrás de sus ojos. Eso es todo lo que quería. Para que se sienta mejor, por lo que
sea que le haya pasado esta noche.

Le beso tiernamente en la comisura de la boca, preparándome para decir


buenas noches, pero él pasa sus dedos por mi cabello mojado y susurra. —
¿Cuándo vas a dejar que te abrace?-

Sus ojos están suplicantes, como si necesitara un abrazo, más de lo que


necesitaba lo que le acabo de dar.

Probablemente le dejaría abrazarme ahora mismo si no tuviera tanto miedo


de que me hiciera llorar. Es como si pudiera ver la guerra en mis ojos, así que sólo
asiente y besa un lado de mi cabeza.
—Buenas noches —le susurro.

—Buenas noches, Beyah-

Apaga la ducha y tomo mi camisa, me la pongo y me alejo de su casa.

206
DIECINUEVE

Las cinco casas de Samson se alquilaron el 4 de julio, para el fin de semana, por lo
que se queda con Marcos.
207
Ha pasado una semana desde que encontró a Rake. No hemos hablado de
eso. Queda menos de un mes hasta el 2 de agosto, y obtendré todas mis respuestas
entonces. No estoy deseando que llegue. El 2 de agosto para mí sólo significa, la
víspera del día en que nos despediremos.

Sólo intento concentrarme en el día de hoy.

Y hoy, las playas están tan locas, que ni siquiera queremos estar ahí.
Estamos en el balcón de Marcos. Está a unas filas de la playa, por eso estamos
aquí. Hay tanta música y ruido y más gente borracha, de la que podrías encontrar
en cualquier bar de Texas, por lo que ninguno de nosotros tiene la necesidad, de
estar más cerca de esas multitudes.

Esta noche cenamos con la familia de Marcos. Tiene dos hermanitas y hubo
mucha actividad, conversación y comida. Samson parecía estar en casa, con la
familia de Marcos, y eso me hizo preguntarme cómo es, cuando está con su propia
familia.

¿Tienen comidas familiares juntos, como les gusta hacer a mi padre y Alana?
¿Me aceptarían si alguna vez me conocieran? Algo me dice que no lo harían o no
sería tan reservado sobre ellos.

Sin embargo, me sentí aceptada esta noche. Aceptada y bien alimentada. Mi


objetivo de ganar peso este verano ha sido aplastado. No estoy segura de poder
ponerme el único par de jeans, que compré cuando llegué aquí. He usado
principalmente pantalones cortos y mi traje de baño todo este verano.

El sol acaba de ponerse, pero los fuegos artificiales comenzaron antes. Están
respondiendo ahora que finalmente está oscuro, y vienen de toda la península.

—Los fuegos artificiales de Galveston, comenzarán en unos minutos —dice


Sara —. Ojalá, pudiéramos verlos desde aquí.
—El techo de Marjorie tendría una buena vista —dice Samson.

—¿Crees que nos dejaría usarlo? —pregunto.

Samson se encoge de hombros.

—Depende de si está despierta o no. —Marcos se pone de pie. —Nadie


puede dormir con este ruido. 208

Todos nos dirigimos a la casa de Marjorie, junto con PJ, que estaba
esperando debajo de la casa de Marcos.

Marjorie está sentada en su porche, cuando llegamos a su calle, mirando


toda la conmoción en la playa. Nos ve acercarnos y dice. —Supuse que estarías
aquí antes. Agita una mano hacia la puerta de su casa.

—Sé mi invitado.

—Gracias, Marjorie —dice Samson.

Una vez dentro, espera a que Sara y Marcos suban primero las escaleras,
luego yo. Cuando llegamos a la entrada del techo, Sara está sobre sus manos y
rodillas mientras sale por la abertura. Marcos intenta ayudarla, pero ella niega con
la cabeza.

—Está muy alto. No puedo moverme —Samson se ríe—. Intenta llegar al


centro del techo. Sólo verás el cielo en lugar del suelo.

Sara se arrastra hasta el centro del techo. Todos la seguimos y me siento a


su lado. Samson se sienta a mi lado.

—¿Cómo caminas por aquí? —Sara le pregunta.

—No miro hacia abajo —dice Samson.

Sara se cubre la cara por un minuto, mientras trata de disminuir el mareo. —


No tenía idea de que tenía miedo a las alturas.

Marcos la rodea con un brazo.


—Ven aquí, nena. —Se acerca a Marcos, y verlo abrazarla así me hace muy
consciente de que Samson y yo ni siquiera nos tocamos. Lo miro, pero él está
mirando los fuegos artificiales, que se disparan desde algún lugar de la playa.

—¿Marjorie se siente sola? —le pregunto.

Me mira y sonríe.
209
—No. Ella tiene un hijo. Es abogado en Houston. Viene a visitarla un par de
veces al mes.

Eso me hace sentir bien.

Samson ve el alivio en mi rostro y luego se inclina hacia mí y me da un beso


rápido.

—Eres dulce —susurra.

Luego toma mi mano, entrelaza sus dedos con los míos y miramos los fuegos
artificiales en silencio.

Cuanto más tiempo pasa, más hay. Podemos verlos a nuestro alrededor, en
la bahía, viniendo de Galveston. De alguna manera, incluso se disparan fuegos
artificiales desde el océano.

Marcos mira a Sara y dice. —Este hubiera sido un gran momento de


propuesta de matrimonio, con todos estos fuegos artificiales gratis de fondo. Lástima
que nos conocimos, durante las vacaciones de primavera.

—Tráeme de vuelta aquí el año que viene —dice—. Pretenderé que olvidé
esta conversación.

Me hacen reír.

Después de unos minutos más, Sara le dice a Marcos que necesita bajar
porque siente náuseas. Se van, pero Samson y yo nos quedamos, en el techo de
Marjorie.

Me encuentro mirándolo más que viendo los fuegos artificiales. Parece


enamorado de todo.
—Nunca había visto a Darya tan hermosa —susurra Samson.

Espera ¿Qué? Darya es el nombre de la chica, que dijo que le rompió el


corazón.

—Mira cómo los fuegos artificiales se reflejan en ella —dice, señalando el


océano. Miro hacia dónde apunta y luego lo miro, confundida.
210
—¿Estás llamando al océano Darya?

—Sí —dice con total naturalidad—. Darya significa el mar. Es como Rake
solía llamarla.

—Me dijiste que Darya era la exnovia que te rompió el corazón.

Samson se ríe.

—Te dije que Darya me rompió el corazón, pero nunca dije que estaba
hablando de una chica.

Intento recordar esa conversación. ¿Todo este tiempo, estuvo hablando del
océano?

—¿Cómo el océano rompe un corazón?

—Te diré el...

—El dos de agosto, termino rodando los ojos.

Me ajusto y busco en mi bolsillo mi teléfono. —Estoy tomando notas. Me


debes muchas explicaciones.

Samson se ríe.

—¿Puedo ver la lista?

Le entrego mi teléfono después de agregar lo último.

Empieza a leer la lista.


—¿Por qué no te gusta hablar de las casas de alquiler de tu padre? ¿Quién
fue el tipo que interrumpió nuestra cena? ¿Qué es lo peor que has hecho en tu vida?
¿Por qué no te gusta hablar de tu familia? ¿Cuál es toda la historia detrás de Rake?
¿Con cuántas chicas has tenido sexo? —hace una pausa y me mira por un
momento, luego vuelve a la lista—. ¿Cuál es tu nombre completo? ¿Cómo te rompió
el corazón el océano?

Él mira mi teléfono por un momento, luego me lo devuelve. 211

—Diez —dice—. Pero realmente sólo recuerdo nueve. Mi recuerdo de una


de las chicas es confuso.

Diez. Eso es mucho en comparación conmigo, pero no mucho en


comparación con lo que asumí, que era su pasado. Podría haber dicho cincuenta, y
no sé si me sorprendería.

—Diez no es mucho.

—Comparado contigo, lo es —dice bromeando.

—Pensé que había más. Por la forma en que Sara hablaba de ti, parecía que
te acostabas con una chica diferente cada semana.

—Rara vez dormía con ellas. No tengo ni idea de con cuántas me he besado,
aunque por favor, no me hagas esa pregunta el 2 de agosto porque no podré
responderla.

Una enorme explosión de fuegos artificiales, comenzó a dispararse


directamente frente a nosotros. Samson se aparta de mí, pero sigo mirándolo.

—A veces me pregunto, si quiero todas las respuestas a mis preguntas. Creo


que el misterio que te rodea, podría ser una de mis cosas favoritas de ti. Al mismo
tiempo que soy una de las cosas, que menos me gustan de ti.

Samson no me mira cuando dice. —¿Quieres saber cuál, es mi cosa favorita


de ti?

—¿Qué?
—Eres la única persona que he conocido, a quien probablemente le
agradaría más si fuera pobre.

Eso es verdad.

—Tienes razón. Tu dinero es definitivamente, lo que menos me gusta de ti.

Samson presiona un beso en mi hombro. Luego vuelve a mirar hacia el agua. 212

—Me alegro de que aparecieras este verano, Beyah.

—Yo también —susurro.


VEINTE

No me gustan los anticonceptivos. He estado en eso casi una semana y siento que
está jugando con mis emociones. Estoy empezando a sentir las cosas, incluso más
que después de aparecer aquí. Hay momentos, en los que extraño mucho a mi 213
madre. Momentos en que me convenzo, de que me estoy enamorando de Samson.
Momentos en que me emociona, tener una conversación con mi padre.

No sé en quién me convertiré, pero no estoy segura de que me guste. Dudo


que realmente tenga algo que ver, con el control de la natalidad, pero se siente bien
tener algo a quien culpar.

Samson se ha ido la mayor parte del día. Sara y yo pasamos tiempo sin él y
sin Marcos en la playa. Ya es hora de cenar y tenemos hambre, así que empezamos
a hacer las maletas, justo cuando tres chicos empiezan a montar una red de voleibol
en la playa, entre nuestra casa y Samson. Cuando Sara y yo dejamos caer nuestras
sillas, en el compartimiento de almacenamiento en el nivel del zanco, miro hacia
atrás.

Hay un pellizco extraño en mi pecho, como si el voleibol fuera algo que


extrañara. Nunca pensé que eso pasaría.

—Voy a preguntar si puedo jugar con ellos —digo—. ¿Quieres jugar?

Sara niega con la cabeza.

—Quiero ducharme. Tengo arena en mi trasero —ella se dirige a las


escaleras—. Pero diviértete. Patea algunos traseros.

Cuando llego a los muchachos, están a punto de comenzar un partido de uno


contra uno.

Uno de ellos está sentado, en la línea lateral invisible mientras que los otros
dos, están en posición de comenzar su juego.
—Hey—digo, interrumpiéndolos. Los tres se vuelven y me miran. Ahora que
estoy más cerca, estoy un poco intimidada. Podría hacer el ridículo, ahora que he
visto el tamaño de estos tipos.

—¿Necesitan uno más?

Los tres se miran. Hay una sonrisa en la cara del más alto cuando dice. —
¿Estás segura de eso? 214

La sonrisa me molesta.

—Si. Incluso lo haré justo y me uniré al peor de ustedes tres.

Ellos ríen. Luego, dos de ellos señalan al tipo que todavía está sentado.

—Es el peor de los tres.

El tipo en la arena coincide.

—Es verdad. Apesto.

—Excelente. Vamos a jugar.

PJ está de pie a mi lado, así que lo acompaño a un lugar donde él estará


fuera del camino y le digo que se siente.

Los chicos se me presentan antes de empezar. El de mi equipo se llama Joe.


El más alto es Topher y el otro es Walker. Walker me sirve el balón directamente y
lo golpeo fácilmente sobre la red.

Walker coloca la pelota para Topher, e intenta clavarla directamente hacia


mí. Antes de que se dé cuenta, estoy en la red bloqueándola con éxito.

—Impresionante —murmura Topher después de obtener mi primer punto.


Consigo tres hits antes de que Joe toque siquiera el voleibol.

No me he ejercitado en un tiempo, así que noto que me quedo sin aliento


más rápido, de lo que normalmente lo haría. También echaré la culpa al control de
la natalidad. Y la arena. Nunca había jugado en la arena.
Anotan dos puntos más antes de que Joe y yo finalmente salgamos. Estoy a
punto de servir el balón cuando veo a Samson de pie en su balcón.

Él me está mirando, mirándonos. Saludo, pero él no me devuelve el saludo.

¿Está celoso?

Empuja el balcón y regresa al interior de su casa. 215

¿Qué demonios?

De hecho, me cabrea. Samson sabe que juego al voleibol. Debería poder


jugar un inocente juego de voleibol, sin que él suponga que estoy coqueteando, con
cualquiera de estos tres tipos.

Mi ira alimenta mi servicio y golpeo la pelota más fuerte de lo que pretendía.


Afortunadamente, está adentro, aterrizando justo en la línea.

Eso es lo que me preocupaba. Cuanto más tiempo pase con Samson, partes
de él pueden salir a la luz, que no necesariamente me gustan. Los celos son
definitivamente, algo que no me gusta.

Terminamos un breve mitin antes de que le eche un vistazo a su balcón.


Todavía no ha vuelto a salir.

Puse toda mi ira y energía en el juego. Me lanzo hacia la pelota de voleibol y


caigo de rodillas. Caigo tres veces más, antes de que Joe vuelva a tocar la pelota.
Voy a ser del color de una berenjena, al final de este juego.

Les anotamos un punto y lo empatamos de cuatro a cuatro. Joe se acerca y


me choca los cinco.

—Este podría ser el primer juego que gane —dice.

Me río de él, pero mi sonrisa se desvanece cuando veo a Samson bajando


las escaleras. Si viene aquí y hace una escena, me voy a enojar mucho.

Es él. Viene hacia aquí.

Y lleva una...silla.
—¡Atención! —grita Joe.

Miro hacia arriba y veo la pelota volando hacia mí, apenas fuera de mi
alcance. Voy a cavar y recibo un bocado de arena cuando golpeo el suelo,
golpeando la pelota sin querer.

—¡Levántate, Beyah! —oigo gritar a Samson.


216
Salto a mis pies y miro en su dirección. Camina hacia nosotros, sosteniendo
su silla. La deja caer en la arena junto a PJ a unos cinco pies de la red y se sienta
en ella, deslizando sus lentes de sol desde sus ojos hasta su cabeza. Luego coloca
sus manos alrededor de su boca.

—¡Vamos, Beyah! —él grita.

¿Qué está haciendo?

La pelota va a Joe esta vez y finalmente la coloca perfectamente en la red


para mí. Pocos saben, yo era la mejor bateadora externa de mi equipo.

Lo clavo directamente entre Topher y Walker. Cuando golpea la arena y


conseguimos un punto, Samson salta de la silla.

—¡Si! —él grita —. ¡Más de eso, Beyah!

Mi boca se abre cuando me golpea. Samson recordó lo que le dije: que nadie
ha venido a ninguno de mis juegos.

Vino aquí para animarme.

—¿Quién diablos es ese tipo? —dice Joe, mirando a Samson.

Samson se sube a la silla y comienza a cantar.

—¡Beyah! ¡Beyah!

Posiblemente sea la cosa más cursi que he visto en mi vida. Un chico, sólo
en una audiencia invisible, gritando a todo pulmón por una chica que sabe que
nunca le han gritado.

Es lo más conmovedor que alguien ha hecho por mí.


Topher saca la pelota y me sorprende que pueda devolverla, a través de la
nube de lágrimas en mis ojos.

Malditas emociones. También culpo de este momento al control de la


natalidad.

Durante un largo período de tiempo, Samson no se calla. Creo que está


molestando a los tres tipos con los que estoy jugando, pero no estoy segura de 217
haber sonreído tanto en mi vida. Sonrío a través de todas las cataratas y todos los
puntos y todas las veces que me quedo sin aliento. Sonrío porque nunca había
disfrutado tanto un juego de voleibol. Sonrío, porque Samson me ha hecho darme
cuenta de cuánto lo extraño. Hoy voy a comprar una pelota de voleibol. Necesito
empezar a practicar de nuevo.

No es que sea tan terrible como Joe. Él está haciendo todo lo posible, pero
yo sola me mantengo en este juego. En un momento, está tan sin aliento que
simplemente se hace a un lado y me deja hacer todo el trabajo durante unos buenos
treinta segundos.

De alguna manera, estoy milagrosamente un punto por delante, cuando el


juego casi llega al punto final. Si puedo conseguir uno más, gano.

Noto que Samson está callado, mientras levanto la pelota para servirla. Me
está mirando fijamente, como si realmente le gustara esto. Todo lo que hace es
darme la más pequeña de las sonrisas, y un pulgar cursi hacia arriba y yo aspiro,
sirvo la pelota y rezo para que golpee la arena del otro lado de la red.

Es corto. Tanto Topher como Walker se lanzan a por él, pero sé que ninguno
podrá alcanzarlo. ¡AS! Cuando la pelota cae a la arena con un ruido sordo, Samson
salta de su silla.

—¡Lo hiciste!

Me quedo en estado de shock.

Lo hice. Diría que lo hicimos, pero Joe realmente no fue de mucha ayuda.
Choco los cinco con él y luego recibo los apretones de manos que me ofrecen los
otros dos.
—Eres realmente buena —dice Topher. —¿Quieres hacer otra ronda?

Miro a Samson y niego con la cabeza. Me esfuerzo por recuperar el aliento y


digo. —Esta noche no. Pero estaré por aquí si ustedes regresan mañana.

Me despido de ellos y luego corro hacia Samson. Me recibe con la mayor


sonrisa en su rostro. Lanzo mis brazos alrededor de su cuello y él me levanta y me
hace girar. Cuando mis pies vuelven a la arena, no me suelta. 218

—Eres una maldita leyenda —dice. Limpia la suciedad de mi cara. —Una


leyenda asquerosa.

Me río y Samson me atrae hacia él. Presiona su mejilla contra la parte


superior de mi cabeza y me aprieta.

Me doy cuenta al mismo tiempo, que él sabe lo que está pasando entre
nosotros. Puedo sentir que todo su cuerpo hace una pausa, como si no estuviera
seguro, de sí debería soltarme o abrazarme más fuerte.

Mi cara está presionada contra su camisa.

Saco mis brazos del cuello de Samson y los deslizo alrededor de su cintura.
Cierro los ojos, absorta en su cercanía.

Siento su propio agarre apretarse a mi alrededor, y deja escapar un suspiro


mientras pasa una mano por mi espalda. Se ajusta sólo un poco, para que de alguna
manera encaje aún mejor contra él.

Y luego nos quedamos de esta manera, mientras el mundo se mueve a


nuestro alrededor. Él sosteniéndome. Yo permitiéndolo.

Yo queriéndolo.

No tenía idea de lo bien que se sentiría. Cualquiera de esta. Todos los


momentos que paso con él, son cargados y emocionantes y los siento en el centro
de mi pecho. Es como si despertara una parte de mí, que ha estado dormida durante
diecinueve años. Aprecio tantas cosas que pensé que nunca podría apreciar.

Me gusta que me bese alguien que realmente me respete. Me encanta que


esté tan orgulloso de mí, me levantó y me hizo girar. Salió de su camino para gritar
como un idiota al margen de un tonto juego de voleibol de playa solo para hacerme
sentir bien.

En algún momento durante ese abrazo, comencé a llorar. No es un llanto


notable, pero puedo sentir la humedad, deslizándose por mis mejillas.

Honestamente, no siento que estemos lo suficientemente cerca, aunque no


podemos acercarnos más. Quiero fundirme con él. Convertirme en una parte de él. 219
Quiero ver si hago que el interior de su pecho, se sienta tan vivo como él hace el
mío.

Es como si pudiera decir, que no quiero que me suelte. Me levanta hasta que
mis piernas rodean su cintura y luego me lleva directamente a su casa, lejos de la
playa, lejos de los chicos.

Cuando llegamos al nivel de su zanco, me pone de pie. De mala gana me


aparto para mirarlo, pero con el sol poniéndose y estando debajo del primer piso de
su casa, no puedo verlo tan bien como desearía. Queda muy poca luz, que proyecta
una sombra sobre sus ojos. Toma ambos pulgares y los lleva a mis mejillas,
secándolas. Luego me besa.

Sabemos a mezcla de lágrimas y granos de arena.

Me alejo.

—Necesito enjuagarme. Tengo arena por todas partes.

—Usa la ducha al aire libre —dice, señalando hacia ella.

No suelto su mano mientras caminamos hacia la ducha. Todo mi cuerpo está


adolorido y todavía estoy un poco sin aliento. Samson se quita la camisa y la deja
caer al suelo antes de entrar a la ducha. Abre el agua y se aparta para que pueda
pararme debajo del arroyo. Abro la boca para enjuagar un poco de arena. Luego
bebo un poco.

Saco el cabezal de la ducha del soporte y me lavo la arena. Samson se apoya


contra la pared y me mira todo el tiempo.

Me gusta cómo me mira. Aunque está oscuro, especialmente en esta ducha,


parece que está absorbiendo cada centímetro de mí.
Cuando termino de enjuagar, reemplazo el cabezal de la ducha. Veo a
Samson moverse por el rabillo del ojo. Entonces lo siento detrás de mí. Me rodea
con un brazo, presionando la palma de su mano contra mi estómago.

Inclino mi cabeza hacia atrás contra su hombro e inclino mi rostro hacia él.
Samson acerca su boca a la mía.

Permanecemos en esa posición mientras nos besamos, mi espalda contra 220


su pecho, él me envuelve por detrás. Su mano se desliza por mi estómago y
desaparece, debajo de la parte superior de mi bikini.

Toma mi pecho y aspiro más aire en un jadeo. Luego, su otra mano comienza
a bajar por mi estómago. Cuando llega al borde de mi bikini, mete el pulgar adentro,
alejándose de mi boca. Me mira a los ojos y obtiene su respuesta.

No quiero que se detenga.

Mis labios están separados mientras anticipo, lo que sea que está a punto de
hacer.

Observa mi rostro mientras su mano, desaparece entre mis piernas. Arqueo


la espalda y gimo, y ese movimiento pone aún más presión detrás de su toque.

Me he imaginado cómo se sentiría esto, desde la noche en que me besó por


primera vez. Su toque real avergüenza mi imaginación.

No pasa mucho tiempo, para que todo mi cuerpo reaccione. Es


vergonzosamente rápido antes de que tiemble bajo sus dedos. Busco sus piernas
detrás de mí y agarro sus muslos. Cae contra la pared, arrastrándome con él, sin
detener nunca el ritmo de su mano. Por suerte, cuando se vuelve demasiado, me
tapa la boca con la suya y amortigua todos mis ruidos.

Cuando termina, todavía me besa. Retira sus manos de entre mis piernas y
me hace girar hasta que estoy contra su pecho.

Estoy completamente sin aliento cuando caigo contra él, mis brazos flácidos
y mis piernas doloridas. Suspiro profundamente.

—Quiero hacerme un tatuaje —dice Samson.


Me río contra su pecho.

—¿Eso es lo que estás pensando ahora mismo?

—Ese fue mi segundo pensamiento —dice—. No dije el primero en voz alta.

—¿Cuál fue el primero? —lo miro.


221
—Creo que es obvio.

Niego con la cabeza.

—No lo es. Me temo que tendrás que decirlo en voz alta.

Agacha la cabeza y lleva sus labios a mi oído.

—No puedo esperar para nuestra primera vez —susurra. Luego cierra el grifo
y sale de la ducha, como si ese pensamiento nunca hubiera sido susurrado en voz
alta. —¿Quieres uno? —él me pregunta. Estoy un poco en shock, creo, así que me
tomo unos segundos para responderle.

—¿Quiero qué?

—Un tatuaje.

Nunca pensé que querría uno, hasta este momento.

—Si. Creo que sí.

Samson asoma la cabeza hacia la ducha y sonríe.

—Míranos, decidiendo hacernos tatuajes espontáneos. Definitivamente


somos gente divertida, Beyah.
VEINTIUNO

—Tengo una idea —dice Marcos, con la boca llena de comida—. Mi amigo Jackson.

Esta noche es la cena bautismal. Desayuno de nuevo. No hemos estado


222
hablando de nada específico, por lo que ninguno de nosotros, sabe a qué se refiere
Marcos.

Se encuentra con miradas en blanco, por lo que señala a través de la mesa


hacia Samson.

—Jackson tiene el pelo rubio oscuro. Ojos azules. Las estructuras de tu cara
son diferentes, pero es una tienda de tatuajes, dudo que realmente miren tu
identificación demasiado.

Oh. Eso. Samson… no puede encontrar su billetera y han pasado tres días
desde que sugirió hacerse un tatuaje.

No puedes hacerte un tatuaje sin identificación, y aunque ha destrozado su


casa, durante la mayor parte de los tres días buscándolo, no ha tenido suerte.
Piensa que los últimos inquilinos, podrían haberlo encontrado y tomado. Dijo que
siempre está en su mochila, pero ambos miramos en la mochila y no estaba allí. Sin
embargo, todo lo demás que posee sí. No sé cómo la lleva con tanta indiferencia; la
cosa pesa cincuenta libras.

Samson mastica mientras piensa en la sugerencia de Marcos y luego se


encoge de hombros.

—Vale la pena intentarlo.

—¿Tienda de tatuajes? —pregunta mi padre.

—¿Quién está por hacerse tatuajes?

Sara inmediatamente nos señala a Samson y a mí.

—Esos dos. Yo no.


—Gracias a Dios —murmura Alana.

No es que sea mucho más, que la hija de su marido, pero ese comentario
duele. No le molesta si consigo uno, pero obviamente se siente aliviada de que su
hija no tenga uno.

Mi padre me mira y dice. —¿Qué vas a conseguir?


223
Señalo el interior de mi muñeca.

—Algo justo aquí. Todavía no sé qué.

—¿Y cuándo te vas?

—Esta noche —dice Marcos, sosteniendo su teléfono.

—Jackson acaba de decir que podíamos pasar, y pedir prestada su licencia


de conducir.

—Bien —dice Samson.

—¿Sabes lo que vas a conseguir, Samson?

—Todavía no —dice, metiéndose un tenedor lleno de huevos en la boca.

Mi padre niega con la cabeza.

—Los dos van a tener algo entintado en sus cuerpos, por el resto de sus
vidas en cuestión de horas, ¿y ninguno de ustedes sabe lo que será?

—Tenemos que tomar el ferry para llegar allí —dice Samson—. Eso, es
mucho tiempo para pensar en ello.

Samson echa su silla hacia atrás y se pone de pie. Tiene una rebanada de
tocino en la mano mientras camina con su plato hacia la cocina.

—Probablemente deberíamos irnos. La línea de ferry puede ser larga, ya que


es el final del fin de semana.

—Beyah —dice mi padre, su voz suplicante—. Quizás deberías pensar en


esto durante unas semanas.
Qué cosa más paternal para decir. Creo que me gusta.

—Confía en mí, papá. Me arrepentiré de mucho más en la vida, que de un


tatuaje.

Su expresión vacila cuando digo eso. Lo dije realmente como una broma,
pero ahora parece genuinamente preocupado, por mis habilidades para tomar
decisiones. 224

La tienda de tatuajes está vacía y creo que eso funcionó a nuestro favor.

Cuando el tipo tomó la licencia de conducir falsa de Samson, miró a Samson


y luego volvió a mirar la licencia de conducir. Sacudió la cabeza, pero no dijo nada.
Simplemente desapareció detrás de una puerta, para hacer copias de nuestro
papeleo.

Cuando Marcus regresó al auto antes, con la licencia de conducir de Jackson,


no pude dejar de reír. Es cincuenta libras más ligero que Samson y mide al menos
cinco pulgadas más.

Marcos le dijo a Samson que, si el taller de tatuajes no cree que sea él,
debería decir que se ha hecho un lifting.

Ni siquiera lo cuestionaron. Me ofendería si fuera Samson.

—Deben estar desesperados por trabajar —susurró.

—Ni siquiera te cuestionó.

Samson desliza un álbum de fotos frente a mí, lleno de ideas para tatuajes.
Agarra uno para él y comenzamos a hojear las páginas.

—Quiero algo delicado-, digo, desplazándome a través de imágenes de


corazones y flores, pero nada me atrae.
—Quiero lo opuesto a delicado —dice Samson.

¿Qué es lo opuesto a delicado? Me volteo hacia la parte posterior del libro y


me encuentro con tatuajes, que parecen estar más en el callejón de Samson que el
mío, pero ninguno de ellos parece ser algo que le gustaría. Cuando llego a la última
página, cierro el libro y trato de concentrarme.

Para mí, delicado significa delicado, suave, frágil. Entonces, ¿qué sería lo 225
contrario? ¿Fuerza? ¿Durabilidad? ¿Quizás incluso amenazante?

Inmediatamente después de ese pensamiento supe lo que él debería recibir.


Abro mi teléfono y busco imágenes de huracanes. Me desplazo por varios antes de
encontrar uno que creo que le encantaría.

—Encontré uno que creo que deberías conseguir.

Samson ni siquiera levanta la vista de su libro, cuando dice. —Está bien.

Continúa desplazándose, mientras gira su brazo izquierdo y dice. —Lo quiero


aquí mismo. Y señala un punto, en la parte superior interna de su antebrazo.

—Ve a mostrárselo al chico, para que pueda empezar a prepararlo.

—¿No quieres verlo primero?

Los ojos de Samson se deslizan hacia los míos.

—¿Crees que me encantará?

Asiento con la cabeza.

—Entonces lo haré, es el tatuaje que quiero.

Es tan práctico al respecto, como si no hubiera duda, de que este tatuaje es


más sobre mí, que cualquier otra cosa. No puedo evitar besarlo.
Hay dos tatuadores trabajando esta noche, y aunque ambos nos vamos a hacer un
tatuaje, todavía no he encontrado lo que quiero. Samson está en la silla, con la
pistola de tatuajes presionada contra su brazo. Su cabeza está inclinada lejos de él,
para que no lo vea antes de que termine.

Está revisando su teléfono, tratando de ayudarme a encontrar algo.

—¿Qué tal un amanecer? —él pregunta. 226

No es mala idea, así que miro algunos. En última instancia, decido no


hacerlo.

—Parece que se necesitaría mucha tinta y se vería mejor si fuera más


grande. Quiero empezar con algo pequeño.

He hojeado todos los libros que tienen. Empiezo a pensar que mi padre tenía
razón. Quizás tenga que pensar más en esto.

—Tengo una idea —dice Samson.

—Deberíamos buscar significados y ver con qué tipo de símbolos se


correlacionan.

—Bueno.

—¿Qué quieres que simbolice? —él me pregunta.

—Quizás algo que signifique suerte. Me vendría bien un poco más de suerte
en mi vida.

Comienza a desplazarse por su teléfono, mientras yo voy a comprobar el


progreso de su tatuaje. Aunque elegí un huracán para él, no es con la típica tinta
negra. Elegí un tatuaje que se parece, a lo que se vería en una pantalla de radar,
con rojos, amarillos, azules y verdes. No es necesariamente un tatuaje de acuarela,
pero todos los colores arremolinados, contra los bordes negros descoloridos, hacen
que se vea de esa manera.

Está resultando incluso mejor de lo que esperaba.

—Encontré el tuyo —dice Samson.


Va a darme su teléfono, para que pueda ver lo que eligió para mí, pero no lo
tomo.

—Confío en ti —le digo.

Lo cual es justo.

—No deberías. 227

Su expresión después de decir eso, envía un remolino de inquietud, a través


de mí. Él tiene razón. No debería confiar en alguien, a quien apenas conozco. Sólo
estaba de acuerdo en dejarlo hacer, lo que estoy haciendo: elegir su tatuaje a
ciegas. Pero siento que, entre los dos, curiosamente soy la más confiable.

Agarro su teléfono para mirarlo.

—¿Qué es?

—Un molinillo

Miro la foto. Es delicado. Vistoso. Y ni siquiera sabe que he elegido un


huracán para él, así que ambos tendríamos tatuajes, que se asemejan a un patrón
de rotación.

—Dice que se supone que los molinetes cambian la mala suerte.

—Es perfecto —susurro.

Sara y Marcos han estado afuera, desde que llenamos el papeleo para los tatuajes,
que fue hace dos horas y media, pero no han entrado para quejarse de la espera.

Estoy segura de que han encontrado algo, para mantenerse ocupados.

Mi tatuaje está terminado. Es perfecto. Forró el exterior con una fina línea de
tinta negra y luego lo llenó de color, pero los colores parecen sangrar fuera de las
líneas, como pintura goteando. Lo tengo en mi muñeca izquierda. Le mostré a
Samson y luego tomé una foto antes de dejar, que el tipo lo cubriera con una venda.

El tatuador a Samson, le limpia el suyo por última vez. Él no ha echado un


vistazo ni una vez.

—Listo —dice el tipo.


228
Samson se sienta en la silla sin mirar el tatuaje. Se pone de pie y camina
hacia el baño, luego me llama a seguirlo con un movimiento de cabeza.

Quiere mirarlo sin nadie más alrededor. Yo no lo culpo. Él podría odiarlo y


eso no sólo me haría sentir mal, haría que el tatuador se sintiera mal.

Entro al baño con él y cierro la puerta detrás de mí. Es un baño pequeño, así
que estamos muy juntos.

—¿Estás nervioso?

Él dice. —No lo estaba. Pero ahora que está hecho, lo estoy.

Sonrío y luego empiezo a saltar con ansiedad, sobre los dedos de los pies.

—Míralo, me estoy muriendo.

Samson mira su tatuaje por primera vez.

Tiene aproximadamente el tamaño de un puño, justo debajo del pliegue


interior de su codo. Lo estoy mirando a la cara, esperando su reacción.

No tiene ninguna reacción.

Él sólo lo mira.

—Es el huracán Ike —explico, pasando mi dedo por él.

—Usé una foto de radar, de cuando estaba justo sobre la península de


Bolívar y le pedí que la convirtiera en un tatuaje.

Lo único que obtengo de Samson es un suspiro. Y ni siquiera puedo decir si


es un buen suspiro.
Ahora me siento ansiosa. Estaba tan convencida de que le gustaría; no pensé
en lo que podría significar si no lo hiciera.

Samson levanta lentamente los ojos. No hay ningún destello en su expresión,


que insinúe lo que está pensando.

Pero luego me sujeta la cara y me besa tan repentinamente y con tanta fuerza
que caigo contra la puerta del baño. Creo que esto significa que le gusta. Baja sus 229
manos a mis muslos y me desliza por la puerta, hasta que estoy envuelta alrededor
de él, como si estuviera tratando de atarnos, en un nudo permanente.

Me está besando con un sentimiento recién desenterrado, con el que nunca


me había besado antes. No estoy segura, de que cualquier otra respuesta, al ver su
tatuaje hubiera sido apropiada, ahora que recibí esta respuesta.

Se mueve contra mí de una manera que me hace gemir, pero tan pronto
como lo hago, aparta su boca de la mía como si ese gemido fuera una gran señal
roja de alto. Deja caer su frente sobre la mía y sus palabras están llenas de emoción
cuando dice:

—Te tomaría aquí mismo si no merecieras algo mejor.

Yo lo dejaría.
VEINTIDÓS

—No.

La respuesta de mi padre es absoluta.


230
—¿Por favor?

—No.

—Tengo diecinueve.

—Ella está tomando la píldora —dice Alana.

Dejo mi tenedor y presiono una mano en mi frente. No sé por qué incluso le


pregunté, si podía pasar la noche con Samson. Debería haberme escapado y volver
a casa, antes de que se despertara. Pero intento no romper ninguna de sus reglas.

Sara terminó de comer antes de que comenzara esta discusión, pero parece
que lo está disfrutando. Está sentada a la mesa con la rodilla pegada al pecho,
mirando esta conversación, como si la estuviéramos reproduciendo en un televisor.
Todo lo que necesita, es una bolsa de palomitas de maíz.

—¿Tu madre te deja pasar la noche con chicos? —pregunta mi padre.

Me río sin entusiasmo por eso.

—A mi madre no le importaba dónde pasaba la noche. Yo quiero que te


importe. Pero también agradecería que confiaran en mí.

Mi padre se pasa la mano por la cara, como si no supiera qué hacer. Mira a
Alana en busca de respuestas.

—¿Permitirías que Sara pasara la noche con Marcos?

—Sara y Marcos pasan la noche juntos todo el tiempo —dice Alana.

Miro a Sara justo cuando se levanta en su silla.


—Nosotros no. —Alana rueda la cabeza.

—No soy ignorante, Sara.

Hay una expresión de completa sorpresa en el rostro de Sara.

—Oh. Pensé que lo eras-


231
Me río de eso, pero nadie más lo hace.

Con esa noticia, mi padre de alguna manera, parece aún más desgarrado.

—Escucha, papá —le digo con la mayor suavidad posible—. En realidad, no


te estaba pidiendo permiso. Más o menos te estaba diciendo, que me quedaré en
casa de Samson esta noche como cortesía, porque esta es tu casa y estoy tratando
de ser respetuosa. Pero lo haría mucho más fácil, si dijeras que está bien.

Mi padre gime, cayendo hacia atrás en su silla.

—Estoy tan contento de haber golpeado a ese maldito niño, cuando tuve la
oportunidad —murmura.

Luego saluda hacia la puerta principal.

—Bien. Lo que sea. Sólo… no hagas un hábito de esto. Y que estés en casa
antes de despertar, para poder fingir que esta noche nunca sucedió.

—Gracias —digo, apartándome de la mesa.

Sara inmediatamente me sigue fuera de la cocina y sube las escaleras.


Cuando llegamos a mi habitación, ella cae sobre la cama.

—No puedo creer que mi madre sepa, que duermo con Marcos a veces.
Pensé que éramos muy astutos al respecto.

—Puede que seas astuta, pero ciertamente no eres silenciosa.

Ella ríe.

—No puedo dejar que Marcos descubra que ella lo sabe. Le gusta el aspecto
prohibido de todo esto.
Le envío un mensaje de texto a Samson, para hacerle saber que
definitivamente me quedaré, y luego abro la puerta de mi armario y la miro fijamente.

—¿Qué diablos me pongo?

—No creo que importe. El objetivo es terminar sin nada al final de la noche,
¿verdad?
232
Puedo sentir que mi piel, comienza a hormiguear por el nerviosismo. He
tenido relaciones sexuales muchas veces, pero nunca en una cama. Nunca
completamente desnuda. Y definitivamente nunca con alguien que me importa.

Samson me envía un mensaje de texto, con un emoji de fuegos artificiales.


Pongo los ojos en blanco y guardo el teléfono en el bolsillo.

—¿Todavía no han tenido relaciones sexuales? —pregunta Sara.

Decido no cambiarme de ropa. Sólo arrojo una camiseta limpia y un par de


mudas de ropa interior, limpias en mi mochila.

—Aún no.

—¿Por qué no?

—No ha habido muchas oportunidades para eso —digo.

—Siempre estamos contigo y con Marcos. Y cuando estamos solos,


simplemente ... hemos hecho otras cosas. Simplemente no eso.

—Marcos y yo tenemos sexo todo el tiempo. Incluso tuvimos sexo mientras


todos ustedes se estaban tatuando, la semana pasada.

La miro y me estremezco.

—¿En el asiento trasero?

—Sí. Dos veces.

Mierda. Samson y yo tuvimos que viajar a casa, en ese asiento trasero.


—¿Me vas a dar todos los detalles mañana? ¿O simplemente me estarás
dando, otro tonto choca esos cinco?

Sara ha sido paciente conmigo, considerando lo poco que comparto sobre


ciertos aspectos de mi vida y lo directa que soy en otras áreas.

-Te lo contaré todo- digo, justo antes de salir de mi habitación.


233
—Promesa.

—¡Quiero cada detalle! ¡Toma notas si es necesario!

Afortunadamente, mi padre y Alana ya no están en la cocina, así que salgo


de la casa sin tener que seguir discutiendo, el hecho de que tendré sexo con mi
vecino esta noche. Definitivamente no estoy acostumbrada, a tener una familia que
discuta cada cosa, tan abiertamente como lo hacen.

Samson está esperando al pie de las escaleras.

—¿Muy desesperado? —bromeo.

Me besa y toma mi mochila.

—Ansioso.

Comenzamos a caminar hacia la casa de Samson. PJ nos está siguiendo,


pero Samson no tiene una cama para perros para él.

—PJ, vete a casa— Señalo las escaleras. PJ hace una pausa por un
momento.

Me repito, y luego finalmente se da la vuelta y vuelve a subir nuestras


escaleras.

Samson desliza su mano por la mía, y la sostiene hasta que estamos en su


casa. Cierra la puerta principal detrás de él, establece el código de la alarma y luego
se quita los zapatos.

Miro a mi alrededor, preguntándome dónde va a pasar esto. Cómo va a


suceder. Se siente un poco extraño saber lo que viene. Prefiero la espontaneidad a
los planes cuando se trata de sexo. Dakota me trató como si tuviera un horario
estricto y rotativo.

—¿Tienes sed? —pregunta Samson.

Niego con la cabeza.

—Estoy bien. 234

Arroja mi mochila contra la pared junto a su mochila. Agarra mi mano y me


tuerce la muñeca para poder ver mi tatuaje. Ha pasado una semana desde que los
obtuvimos y los dos sanaron bien. Me hace querer otro, pero siento que tengo que
esperar hasta tener una razón. Conseguir uno con Samson se sintió importante.

Esperaré otro momento importante en la vida antes de conseguir un segundo.

—Resultó realmente bien —dice, pasando el dedo sobre él. —Nunca dijiste
si te gustaba el tuyo.

—Te dije que me encantaba la noche que me lo hice. Simplemente no lo dije


con palabras.

Desliza sus dedos a través de los míos y me conduce por unas escaleras.
Cuando abre la puerta de su habitación, me deja entrar primero.

Las puertas del balcón están abiertas y hay una brisa que sopla las cortinas
de la habitación. La cama está perfectamente hecha y todavía no puedo olvidar, lo
limpio que lo mantiene todo. Samson enciende una lámpara junto a la cama.

—Es bonito —digo, caminando hacia el balcón.

Salgo y miro hacia mi habitación.

Accidentalmente dejé la luz encendida, así que tengo una vista clara de mi
cama.

—Puedes ver directamente en mi habitación.

Samson está a mi lado ahora.

—Si lo sé. No dejas esa luz encendida lo suficiente.


Lo miro y está sonriendo. Lo empujo juguetonamente en el hombro y camino
de regreso al dormitorio. Me acerco a la cama y me siento en el borde del colchón.

Me quito los zapatos y luego me acuesto en su cama y lo miro. Camina


lentamente alrededor de la cama, mirándome desde todos los ángulos.

—Siento que me rodean como si fuera una presa —digo.


235
—Bueno, no quiero ser el tiburón en este escenario.

Samson se deja caer a mi lado en la cama, levantando la cabeza con la


mano.

—Ahí. Ahora soy el plancton.

—Mejor —digo, sonriendo.

Pasa un mechón de cabello sobre mi oreja con una expresión pensativa en


su rostro.

—¿Estás nervioso?

—No. Me siento cómodo contigo.

Esa frase hace que la preocupación, se apodere brevemente de sus rasgos,


casi como si le incomodara, que yo me sintiera cómoda con él. Pero la mirada
desaparece, tan pronto como apareció.

—Vi ese pensamiento —digo en voz baja.

—¿Qué pensamiento?

—El pensamiento negativo que acabas de tener.

Llevo un dedo al punto entre sus cejas.

—Fue justo aquí.

Está callado mientras digiere mis palabras.


—Para alguien que no sabe mucho sobre mí, seguro que sabes mucho sobre
mí.

—Todas las cosas que me has mantenido en secreto no son realmente cosas
que cuentan.

—¿Cómo sabes, si no sabes qué secretos te estoy ocultando? —él pregunta.


236
—No tengo que saber nada sobre tu pasado, para saber que eres una buena
persona. Puedo decirlo por tus acciones. Puedo decirlo por la forma en que me
tratas. ¿Por qué importaría qué tipo de familia tienes, o cuán rico eres, o lo que la
gente de tu pasado significaba para ti antes de que yo apareciera?

Ese pensamiento negativo ha vuelto, así que tomo mi dedo y aliso las arrugas
de su frente.

—Detente —le susurro—. Eres demasiado duro contigo mismo.

Samson cae de espaldas y se lleva las manos al pecho.

Él mira al techo por un momento, así que me acerco a él y levanto la cabeza,


apoyándola en mi mano. Toco su collar, luego camino mis dedos por su cuello y
comienzo a trazar sus labios.

Inclina su rostro hacia el mío.

—¿Tal vez no deberíamos hacer esto?

Sus palabras son más una pregunta, así que inmediatamente niego con la
cabeza.

—Quiero.

—No es justo para ti.

—¿Por qué? ¿Porque no sé todo sobre ti?

Él asiente.

—Me preocupa, que no dirías que sí en este momento, si supieras toda la


verdad sobre mí.
Presiono mis labios contra los suyos, pero solo brevemente.

—Estás siendo dramático.

—En realidad no lo soy —dice—. Acabo de vivir una vida dramática y puede
que no te guste.

—La misma cosa. Ambos somos dramáticos, porque tenemos padres 237
dramáticos y pasados dramáticos. Podríamos estar teniendo sexo dramático ahora
mismo, si dejas de sentirte tan culpable.

El sonríe. Me incorporo y me quito la camisa. La preocupación en sus ojos


desaparece, mientras me desliza sobre él, de modo que me siento a horcajadas
sobre él, sintiéndose listo, pero levanta una mano y pasa un dedo lentamente por
los bordes de mi sostén de encaje, como si no tuviera prisa en lo absoluto.

—Sólo he tenido sexo en la camioneta de Dakota —digo.

—Esta será mi primera vez en una cama.

Samson arrastra su dedo por mi estómago, deteniéndose en el botón de mis


pantalones cortos.

—Esta será mi primera vez con una chica, por la que tengo sentimientos.

Intento mantenerme tan estoica como él, cuando hace esa declaración, pero
sus palabras me atraviesan con tanta fuerza, que frunzo el ceño.

Lleva su mano a mi boca, deslizando sus dedos por ella.

—¿Por qué eso te entristeció?

Debato sacudir la cabeza para evitar responder esa pregunta, pero si hay
algo que he aprendido este verano, es que los secretos no son tan valiosos como
solía pensar. Digo con honestidad.

—Cuando dices cosas así, me da pavor cuando tenemos que despedirnos.


No esperaba terminar el verano con el corazón roto.

Samson inclina la cabeza y me mira con total franqueza.


—No te preocupes. Los corazones no tienen huesos. En realidad, no pueden
romperse.

Samson me pone boca arriba y se quita la camisa, y eso es suficiente para


apaciguarme, durante unos dos segundos, pero luego mis pensamientos vuelven a
donde estaban antes, de que él se desnudara a medias.

Se pone encima de mí, pero antes de que nos volvamos a besar, digo. —Si 238
no hay nada dentro de un corazón que pueda romperse, ¿por qué siento que el mío
se va a romper por la mitad, cuando sea el momento de mudarme el próximo mes?
¿Tu corazón no se siente así?

Los ojos de Samson recorren mi rostro, por un momento.

—Sí —susurra—. Lo hace. Quizás a los dos, nos crecieron los huesos del
corazón.

Tan pronto como dice eso, agarro la parte de atrás de su cuello y lo acerco a
mi boca. Quiero capturar tantas palabras como sea posible y atraparlas dentro de
mí. Su frase perdura en pedazos, como si sus palabras flotaran a nuestro alrededor,
entre nosotros, y me absorbieran mientras nos besamos.

Puede que tenga razón. Tal vez nos crecieron huesos del corazón. Pero ¿y
si la única forma de saber que le creció un hueso del corazón, es sintiendo la agonía
causada por la fractura?

Trato de no pensar en nuestro adiós inminente, pero es difícil experimentar


algo que se siente tan perfecto, sin ser muy consciente de que está a punto de
desaparecer.

Samson se sienta de rodillas. Toca el botón de mis pantalones cortos hasta


que se abre. Mantiene sus ojos en los míos, mientras baja la cremallera y comienza
a quitarme los pantalones cortos. Levanto las caderas y luego las piernas para
ayudarlo a deshacerse de ellas. Los tira a un lado y luego se toma un momento,
para absorber la vista de mí. Me gusta verme a mí misma, a través de sus
expresiones. Me hace sentir más bonita, de lo que probablemente soy.

Nos cubre con las mantas y se acuesta a mi lado, mientras se quita los
pantalones cortos. No es incómodo de ninguna manera, así que no dudo en
absoluto cuando me quito el sujetador y las bragas. Hay un nivel de tranquilidad con
él, como si hubiéramos hecho esto juntos, una docena de veces, pero estoy llena
de la anticipación, de alguien que nunca ha experimentado esto en absoluto.

Cuando estamos completamente desnudos debajo de las sábanas, nos


enfrentamos, ambos de costado. Samson lleva una mano a mi mejilla y la apoya
suavemente.
239
—Todavía pareces triste.

—Estoy.

Pasa su mano por mi cuello y por encima de mi hombro.

Sus ojos siguen su mano, por lo que no me mira directamente cuando dice.
—Yo también.

—Entonces, ¿por qué tenemos que despedirnos? Puedo ir a la universidad


y tú puedes ir a la Academia de la Fuerza Aérea, pero podemos mantenernos en
contacto, visitarnos y…

—No podemos, Beyah.

Sus ojos están de vuelta en los míos cuando dice eso, pero luego parpadean
y se fijan en otra cosa.

—No voy a ir a la Fuerza Aérea. Nunca iba a ir a la Fuerza Aérea.

Sus palabras y la expresión de su rostro, hacen que mi corazón se sienta,


como si ya estuviera empezando a fracturarse. Quiero preguntarle qué quiere decir,
pero tengo demasiado miedo para saber la verdad, así que la pregunta nunca se
forma.

Samson suspira profundamente y se inclina hacia mí.

Su agarre en mi brazo se aprieta, mientras presiona sus labios contra mi


hombro. Aprieto mis ojos cerrados, cuando siento su aliento contra mi piel. Quiero
mucho de él ahora mismo. Quiero su honestidad, pero también quiero su silencio y
su toque y su beso. Algo me dice que no puedo tenerlo todo. Es este momento o la
verdad.
Entonces mete la cara en el hueco de mi cuello.

—Por favor, no me preguntes qué quiero decir con eso, porque si lo haces,
seré honesto contigo. Ya no puedo mentirte. Pero quiero esta noche contigo, más
de lo que nunca he querido nada en mi vida.

Sus palabras ruedan sobre mí como una ola, chocando contra mí con tanta
fuerza que me estremezco. Paso mi mano por su cabello e inclino mi rostro hasta 240
que nos miramos.

—¿Serás honesto conmigo cuando nos despertemos mañana?

Samson asiente. Ni siquiera dice que sí en voz alta, pero le creo.

Le creo, porque parece que tiene miedo de perderme. Y podría. Pero él me


tiene esta noche y eso es todo lo que realmente me importa.

Lo beso para hacerle saber, que la verdad puede esperar hasta mañana. En
este momento, sólo quiero sentir lo que siempre merecí sentir durante el sexo: como
si mi cuerpo fuera respetado y mi toque tiene más que un valor monetario.

Samson se aparta el tiempo suficiente, para sacar un condón del cajón de la


mesita de noche. Se lo pone debajo de las mantas y luego se pone encima de mí.
Es paciente mientras me besa, esperando el momento justo para empujarse dentro
de mí.

Cuando finalmente sucede, él me mira fijamente, observa la expresión en mi


rostro. Jadeo, conteniendo todas mis respiraciones, hasta que estamos tan
conectados como es posible. Suspira temblorosamente. Luego, cuando comienza
a salir de mí, tan lentamente como entró en mí, apoya su boca contra la mía.

Gimo cuando me empuja de nuevo, asombrado de lo nuevo que Samson me


hace sentir esto. No hay ni una parte de mí, que no quiera estar aquí en este
momento, y eso marca la diferencia en el mundo.

Samson apoya su cabeza contra la mía.

—¿Esto se siente bien? —Niego con la cabeza.

—Es mucho mejor que bien.


Siento su risa contra mi cuello.

—Estoy de acuerdo.

Su voz suena tensa, como si se estuviera reprimiendo, porque tiene miedo


de que me rompa.

Presiono mi boca contra su oreja, arrastrando mis dedos por su cabello. 241

—No tienes que tener cuidado conmigo.

Envuelvo mis piernas alrededor de él y beso su cuello hasta que su piel


estalla en escalofríos contra mi lengua.

Mis palabras lo hacen gemir, y luego es como si de repente volviera a la vida.


Su boca encuentra la mía y me besa como si tuviera hambre, me toca como si sus
manos estuvieran hambrientas. De alguna manera mejora, con cada minuto que
pasa. Encontramos un ritmo con nuestros cuerpos, un tempo con nuestro beso y
una cadencia en nuestros gemidos colectivos. Se convierte en todo lo que nunca he
experimentado, durante el sexo.

Se convierte en amor.

Lo que sea que traiga el mañana con su verdad, ya sé que no cambiará lo


que siento por él, aunque él está convencido de que lo hará. No estoy segura de
que sepa lo mucho que significa para mí. Saber que finalmente voy a aprender toda
la verdad sobre él no se siente amenazador.

Samson me hace preguntarme, si hay una diferencia entre un mentiroso y


una persona que dice mentiras, para proteger a alguien de la verdad.

Samson no me parece un mentiroso. Se siente protector, no deshonesto. Y


en este momento, Samson está siendo más honesto que nunca, y no está
pronunciando una sola palabra.

Nunca me había sentido más apreciada, de lo que me siento ahora. No sólo


apreciada, sino también saboreada. Respetada. Querida.

Quizás incluso amada.


VEINTITRES

—Lo siento mucho.

Las palabras de Samson se sienten como hormigón, moviéndose a través de


242
mí. Ni siquiera he abierto los ojos todavía, pero su voz sonaba más arrepentida que
cualquier sonido que haya escuchado.

¿Fue un sueño?

¿Una pesadilla?

Llego a su almohada y abro los ojos, pero no encuentro nada. Me quedé


dormida envuelta alrededor de él, pero ahora se ha ido y mis brazos están vacíos.
Cuando me doy la vuelta y miro hacia la puerta de su dormitorio, lo veo. Tiene las
manos detrás de la espalda. Hay un oficial de policía, que lo agarra del brazo y lo
empuja fuera del dormitorio.

Me incorporo inmediatamente.

—¿Samson?

No es hasta que digo su nombre, que veo a otro oficial al otro lado de la cama,
con la mano en la cadera, tocando su arma. Me cubro el pecho con las mantas. Ella
puede ver el miedo en mis ojos, así que levanta una mano.

—Puedes vestirte, pero muévete despacio.

Mi pulso se acelera, mientras trato de darle sentido a lo que está sucediendo.


El oficial llega al suelo y me arroja la camisa. Me tiemblan las manos, mientras trato
de ponérmelo debajo de las mantas.

—¿Qué está pasando?

—Necesito que bajes conmigo —dice el oficial.


Dios mío, ¿qué está pasando? ¿Cómo puede pasar la noche de nosotros
haciendo el amor, a Samson siendo esposado? Tiene que ser algún tipo de error.
O una broma cruel. No puede ser real.

—¡No hicimos nada malo!

Salgo de la cama y busco mis pantalones cortos. Ni siquiera puedo recordar


dónde están, pero no tengo tiempo para mirar por ellos. Necesito evitar que se lleven 243
a Samson.

Corro hacia la puerta y el oficial dice. —¡Alto!

Hago una pausa y la miro.

—Tienes que terminar de vestirte. Hay otras personas abajo.

¿Otra gente?

Quizás hubo un robo. Tal vez estén confundiendo a Samson con otra
persona. O tal vez alguien descubrió lo que hizo con los restos de Rake.

¿De eso se trata ésto?

Ese pensamiento me da pánico, porque yo estaba allí. Vi lo que hizo y no lo


informé, lo que me hace tan culpable como Samson.

La oficial sale del dormitorio, mientras me pongo los pantalones cortos. Ella
espera y luego camina detrás de mí, mientras me dirijo a las escaleras. Cuando
salgo a la sala de estar, hay dos policías más en la sala de Samson.

—¿Qué está pasando? —me susurro a mí misma. Miro hacia afuera y el sol
aún no ha salido, lo que significa que todavía es medianoche.

Samson y yo nos quedamos dormidos, después de la medianoche. Miro el


reloj de la pared.

Son las 2:30 de la mañana.

—Toma asiento —dice la mujer oficial.

—¿Me arrestan?
—No. Solo tenemos algunas preguntas.

Ahora estoy asustada. No sé adónde llevaron a Samson.

—Quiero a mi padre. Vivimos en la casa de al lado. ¿Puede alguien decirle


qué está pasando?

Ella asiente con la cabeza a uno de los oficiales y él sale de la casa. 244

—¿Dónde está Samson? —pregunto.

—¿Ese es el nombre que te dio?

El oficial saca un bloc de notas y escribe algo.

—Si. Shawn Samson. Esta es su casa y lo sacaste de su propia cama en


medio de la noche.

La puerta principal se abre y entra un oficial diferente, seguido por un hombre


que sostiene a un niño. El hombre es seguido por una mujer. Debe ser su esposa,
porque ella se aferra a él en cuanto entran. ¿Por qué hay tanta gente aquí?

La mujer me resulta familiar, pero no puedo ubicarla. Parece que ha estado


llorando. El hombre me mira con recelo, mientras entrega su hijo a la esposa.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —me pregunta el oficial. Niego con la cabeza
—. Yo no vivo aquí. Vivo al lado.

—¿Cómo se conocieron ustedes dos?

Me siento mareada y asustada, y desearía que mi padre se diera prisa. No


me gustan estas preguntas. Quiero saber dónde está Samson.

¿Necesito un abogado? ¿Samson?

—¿Cómo entraste? —esta pregunta proviene del hombre que sostenía al


niño.

—¿Entrar?

—Nuestra casa —dice—. ¿Su casa?


Miro a su esposa. Miro al niño. Inmediatamente miro el marco de fotos junto
a la puerta. Esa foto es de ella. Y el niño de la foto está en sus brazos.

—¿Esta es tu casa? —le pregunto al hombre.

—Si.

—¿Es suya? 245

—Si.

—¿Samson es tu hijo?

El hombre sacude su cabeza.

—No lo conocemos.

Miro hacia atrás y veo la imagen. El que dijo Samson era de él y su madre.
¿También mintió sobre eso?

Estoy negando con la cabeza en total y absoluta confusión, cuando mi padre


entra corriendo por la puerta.

—¿Beyah?

Se desliza por la habitación, pero se detiene cuando uno de los oficiales pone
una mano en su hombro y se interpone entre nosotros.

—¿Puede esperar a fuera de la puerta, por favor?

—¿Qué pasó? —pregunta mi padre—. ¿Por qué están siendo arrestados?

—Su hija no está siendo arrestada. No creemos que ella haya tenido parte
en esto.

—¿Una parte en qué? —pregunto.

La mujer oficial inhala lentamente como si no quisiera decir lo que está a


punto de decir.
—Esta casa pertenece a esta familia —dice, señalando en dirección al
hombre, la mujer y el niño—. Tu amigo no tenía permiso para estar aquí.

—Está acusado de allanamiento de morada.

—Hijo de puta —dice mi padre con los dientes apretados.

Puedo sentir las lágrimas ardiendo detrás de mis ojos. 246

—Eso no puede ser correcto —susurro—. Esta es la casa del padre de


Samson. Incluso puso la alarma anoche. No puedes irrumpir en una casa, cuando
conoces el código de alarma.

—Esto tiene que ser algún tipo de error.

—No es un error —dice el oficial. Se guarda el bloc de notas en el bolsillo


trasero—¿Te importaría venir con nosotros a la estación? Necesitaremos presentar
un informe y tenemos muchas preguntas.

Asiento y me levanto. Puede que tengan preguntas para mí, pero ciertamente
no tengo respuestas. Mi padre da un paso adelante, agitando una mano en mi
dirección.

—No tenía idea de que esta no era su casa. Yo fui quien le permitió quedarse
aquí anoche.

—Es sólo una formalidad.

—Le invitamos a reunirse con nosotros en la estación, y si todo va bien, ella


podrá irse con usted.

Mi padre asiente.

—No te preocupes, Beyah. Estaré justo detrás de ti.

No te preocupes. Estoy jodidamente aterrorizada. Antes de salir de la casa,


agarro las mochilas de Samson y la mía que todavía están junto a la puerta y se las
entrego a mi padre.

—¿Puedes poner mis cosas en la casa?


No le digo que una de las mochilas pertenece a Samson. Agarra las dos
mochilas y me mira fijamente a los ojos.

—No contestes ninguna pregunta hasta que yo llegue.

247
VEINTICUATRO

La habitación es tan pequeña, que siento que no hay suficiente aire para los cuatro.

Mi padre está sentado a mi lado, en esta pequeña mesa, así que me inclino
248
hacia la derecha, para tratar de preservar mi propia burbuja espacial. Mis codos se
clavan en la mesa y mi cabeza está en mis manos.

Estoy preocupada, mi padre sólo está enojado.

—¿Sabes cuánto tiempo ha estado en esa casa?

Supe que el nombre de la mujer oficial es Oficial Ferrell. No sé el nombre del


hombre. No ha dicho mucho. Sólo está tomando notas y realmente no tengo ganas
de mirar a nadie.

—No. Beyah se acaba de mudar aquí en junio. Pero Samson ha estado en


esa casa desde las vacaciones de primavera. Fue entonces cuando lo conocí, de
todos modos.

—¿No conoces a los dueños? —le pregunta el oficial a mi padre.

—No. He visto gente allí, pero supuse que eran inquilinos. Vivimos en
Houston la mayor parte del año, por lo que todavía no conozco a muchos de los
vecinos de nuestra área.

—¿Sabes cómo Samson pasó por alto la alarma? —Está pregunta está
dirigida a mí.

—Él conoce el código. Lo vi entrar anoche.

—¿Sabes cómo consiguió el código?

—No.

—¿Conoces alguna otra casa en la que se haya quedado?

—No.
—¿Sabes dónde se queda cuando los dueños ocupan la casa?

—No.

No sé de cuántas formas diferentes puedo decir que no, pero no he conocido


respuestas, a casi ninguna de sus preguntas.

No sé de dónde es Samson. No sé el nombre de su padre. No sé su 249


cumpleaños, dónde nació, dónde creció, si su madre está viva o muerta. Cuantas
más preguntas me hacen, más avergonzada me siento.

¿Cómo puedo no saber nada de él y sentir que lo conozco tan bien?

Quizás no lo conozco en absoluto.

Ese pensamiento me obliga a apoyar la cabeza en mis brazos. Estoy


cansada y quiero respuestas, pero sé que no obtendré ninguna, hasta que pueda
hablar con Samson. La única respuesta que quiero saber, es si realmente le creció
un hueso del corazón. Si lo hizo, ¿Se está rompiendo ahora mismo? Porque el mío
lo está.

—Ella realmente no sabe nada más—dice mi padre—. Ya es tarde. ¿Pueden


llamar si hay más preguntas?

—Por supuesto. Déjame comprobar algo muy rápido antes de irnos,


volveremos en seguida.

Escucho a los dos oficiales salir de la habitación, así que finalmente levanto
la cabeza y me recuesto en la silla.

—¿Estás bien? —pregunta mi padre.

Asiento con la cabeza. Si digo que no estoy bien, querrá un diálogo abierto.
Prefiero no hablar.

La puerta está abierta, lo que me da una buena vista de la actividad, fuera de


esta sala. Hay un hombre que obviamente está colgado de algo, siendo detenido en
una habitación al otro lado del pasillo. Todo el tiempo que estuvimos en esta
habitación, pudimos escucharlo haciendo ruidos ininteligibles, sin ninguna razón.
Cada vez que lo hacía, me estremecía.
Debería estar acostumbrada a ese comportamiento, porque era muy común
en mi casa. Mi madre murmuraba para sí misma todo el tiempo, especialmente el
año pasado. Hablaba con personas que ni siquiera estaban allí.

Casi olvido lo que es vivir con un adicto. Me entristece ver a ese hombre aquí.
La cárcel no lo ayudará con su adicción, (como si nunca hubiera ayudado a mi
madre). En todo caso, la empeoró. Ser encerrado y liberado una y otra vez es un
ciclo que se fortalece con cada arresto. 250

Mi madre fue arrestada varias veces. No sé exactamente por qué la


arrestaron, pero siempre estuvo relacionado con las drogas. Posesión, intención de
compra. Recuerdo que una vecina vino a buscarme en medio de la noche y me llevó
a su casa a dormir un par de veces.

Mi madre necesitaba más ayuda de la que yo podía darle. Lo intenté en más


de una ocasión, pero estaba sobre mi cabeza. Mirando hacia atrás ahora, desearía
haber hecho más. Quizás debería haberme contactado con mi padre.

No creo que hubiera sido una mala persona, si no estaba enferma. Y eso es
la adicción, ¿Verdad? Es una enfermedad. Una a la que soy susceptible, pero que
estoy decidida a no coger nunca.

Me pregunto cómo podría haber sido, si no hubiera sido adicta a las drogas.
¿Era ella como yo de alguna manera?

Miro a mi padre.

—¿Cómo era mi madre cuando la conociste?

Parece perturbado por esa pregunta. El niega con la cabeza.

—Realmente no lo recuerdo. Lo siento.

No sé por qué esperaba que lo recordara. Fue una aventura de una noche,
cuando él no era mucho mayor que yo. Probablemente ambos estaban borrachos.
A veces quiero preguntarle cómo se conocieron, pero no estoy segura de querer
saberlo. Estoy segura de que fue en un bar y no hay un momento romántico que
pueda recordar.
Me pregunto cómo mi padre se volvió algo normal, mientras que mi madre
resultó ser la peor versión de sí misma que podía ser. ¿Es estrictamente porque era
adicta? ¿Fue un desequilibrio entre la naturaleza y la crianza?

—¿Crees que los humanos son la única especie, que se vuelve adicta a las
cosas? —le pregunto a mi padre.

—¿Qué quieres decir? 251

—Como las drogas y el alcohol. ¿Crees que los animales tienen algún vicio?

Los ojos de mi padre recorren mi rostro, como si no pudiera entender las


preguntas que salen de mi boca.

—Creo que leí en alguna parte, que las ratas de laboratorio, pueden volverse
adictas a la morfina. —dice.

—Eso no es lo que quiero decir.

Quiero saber si hay cosas adictivas en el entorno natural de un animal. ¿O


son los humanos la única especie que se sabotea a sí misma y a todos los que los
rodean con sus adicciones?

Mi padre se rasca la frente.

—¿Tu madre es adicta, Beyah? —él pregunta. —¿Es eso lo que me estás
diciendo?

No puedo creer que haya pasado tanto tiempo y todavía no le he dicho que
está muerta. No puedo creer que aún no lo haya descubierto.

—Ella ya no es una adicta.

Sus ojos están entrecerrados con preocupación.

—Ni siquiera sabía que solía ser —me mira fijamente, firme en su
preocupación—. ¿Estás bien?

Pongo los ojos en blanco ante su pregunta.


—Estamos sentados en una estación de policía, en medio de la noche. No,
no estoy bien.

Parpadea dos veces.

—Si lo sé. Pero tus preguntas. Simplemente... no tienen sentido.

Me río. Suena como la risa de mi padre. Es lo que menos me gusta de mí. 252
Me levanto y estiro las piernas. Camino hacia la puerta y miro por ella, con la
esperanza de ver a Samson en alguna parte, pero no lo encuentro en ningún lugar.

Es como si hubiera una brecha, entre el momento en que me senté en el auto


de la policía y el momento en que podré hablar con Samson nuevamente. Una
enorme brecha emocional en la que no siento nada y no me importa nada más que
esa conversación potencial.

Me niego a abrirme a lo que sea que esté sucediendo, que es probablemente


la razón por la que mis pensamientos, están por todos lados mientras espero. Si me
abro a este episodio en este momento, podría convencerme de que Samson es un
completo extraño para mí. Pero anoche, eso se sintió tan lejos de la verdad.

Por segunda vez este verano, me sorprende lo mucho que puede cambiar la
vida de un día para otro.

La oficial Ferrell regresa, agarrando una taza de café con ambas manos.
Retrocedo por la puerta y me apoyo contra ella. Mi padre se pone de pie.

—Tenemos toda tu información. Ustedes dos son libres de irse.

—¿Qué hay de Samson? —pregunto.

—No será liberado esta noche. Probablemente no será liberado por un


tiempo, a menos que haya alguien que pague su fianza.

Sus palabras se abren camino hasta mi pecho. ¿Cuánto tiempo será eso?
Presiono una mano contra mi estómago.

—¿Puedo verlo?
—Todavía está siendo procesado y tendrá que ver al juez en unas horas. Se
le permitirán visitas a partir de las nueve de mañana.

—No lo visitaremos —dice mi padre.

—Sí, lo haremos —respondo.

—Beyah, probablemente ni siquiera sepas el nombre real del tipo. 253

—Su nombre es Shawn Samson. —digo a la defensiva. Pero luego hago una
mueca y miro a la oficial, preguntándome si eso es algo más sobre lo que él no era
honesto—. ¿No es ese su nombre?

—Su nombre completo es Shawn Samson Bennett, en realidad. —Corrige la


oficial.

Mi padre saluda a la oficial con la mano mientras me mira.

—¿Ves? —Sus manos están en sus caderas cuando se enfrenta al oficial


Ferrell. —¿Tengo que estar preocupado? ¿De qué se le acusa exactamente y
cuánto tiempo estará en la cárcel?

—Dos cargos de allanamiento de morada. Un cargo de violación de la libertad


condicional. Un cargo de incendio provocado.

Eso último hace que me ahogue. —¿Incendio?

—Un incendio que destruyó parcialmente una residencia, a fines del año
pasado. Se estaba quedando en la casa sin permiso cuando se generó el incendio.
Lo tienen en las imágenes de seguridad y emitieron una orden de arresto. Después
de eso, dejó de comunicarse con su oficial de libertad condicional, lo que nos lleva
a sus órdenes de arresto pendientes actuales, junto con los nuevos cargos.

—¿Por qué estaba en libertad condicional en primer lugar? —pregunta mi


padre.

—Robo de autos. Cumplió seis meses.

Mi padre comienza a caminar.


—Entonces, ¿Este es un patrón con él?

—Papá, estoy segura de que es sólo producto, de un sistema defectuoso.

Mi padre deja de caminar y me mira como si no entendiera cómo una


declaración tan ridícula puede salir de mi boca. Miro al oficial.

—¿Qué pasa con sus padres? 254

—Ambos fallecidos. Afirma que su padre desapareció, después del huracán


Ike y que ha estado sólo desde entonces.

¿Su padre desapareció?

¿Rake era su padre? Eso explica mucho sobre su comportamiento, cuando


encontramos sus restos en la playa. Quiero volver a ese momento en el que parecía
que estaba sufriendo tanto. Quiero volver y abrazarlo como debería haberlo hecho.

Empiezo a hacer las matemáticas. Si Samson ha sido honesto sobre su edad,


eso significa que solo tenía trece años cuando azotó el huracán Ike.

¿Ha estado sólo desde que tenía trece años? No es de extrañar que pudiera
decir que estaba dañado.

—Deja de sentir lástima por él, Beyah. Puedo verlo en toda tu cara —dice mi
padre.

—Era un niño cuando murió su padre. No tenemos idea de qué tipo de vida
vivió después de eso. Estoy segura de que hizo las cosas que hizo, porque tenía
que hacerlo.

—¿Esa excusa sigue siendo válida, para un joven de veinte años? Podría
haber conseguido un trabajo, como el resto de nosotros.

—¿Qué se suponía que debía hacer, después de ser liberado de la cárcel


por primera vez, si estaba solo? Probablemente nunca tuvo ningún tipo de
identificación si no tenía padres que lo ayudaran con eso. No tenía familia, ni dinero.
La gente se escapa por las grietas, papá. Sucede. —Me pasó a mí y ni siquiera te
diste cuenta.
Mi padre podría pensar que el comportamiento de Samson, es un patrón que
él eligió, pero me parece que era una vida, de la que no habría podido salir. Sé todo
acerca de tomar malas decisiones por necesidad.

—¿Podemos obtener una orden de restricción en su contra? No lo quiero


cerca de mi propiedad ni de mi hija.

No puedo creerle ahora mismo. ¿Ni siquiera ha hablado con Samson o 255
escuchado su versión y se siente amenazado por él?

—Es inofensivo, papá. —mi padre me mira como si fuese irracional.

—Ciertamente está dentro de sus derechos proteger su propiedad, pero su


hija es una adulta y tendría que presentar su propia orden de restricción para
protegerse a sí misma —dice la oficial Ferrell.

—¿Protegerme de qué? Es una buena persona—. Es como si no me


escucharan.

—Estaba fingiendo ser una buena persona, Beyah. Ni siquiera lo conoces.

—Lo conozco mejor que a ti —murmuro.

Mi padre aprieta los labios, pero no responde.

Independientemente de las cosas malas que hizo Samson en el pasado, no


tomó esas decisiones porque quisiera. Estoy convencida de eso. Samson nunca fue
una amenaza. Ha sido la parte más reconfortante y no amenazante de Texas para
mí. Sin embargo, mi padre ya ha tomado una decisión sobre él.

—Necesito un baño —digo, necesito un respiro antes de subir al coche con


mi padre.

El oficial señala al final del pasillo. Me apresuro al baño y espero hasta que
la puerta se cierre antes de inhalar todo el aire que pueda caber en mis pulmones.
Lo suelto lentamente mientras camino hacia el espejo.

Miro mi reflejo. Antes de Samson, cuando me miraba al espejo, veía a una


chica que no le importaba a nadie. Pero cada vez que me miré al espejo desde que
lo conocí, vi a una chica que le importaba a otra persona. Me pregunto qué ve
Samson cuando se mira en el espejo. ¿Tiene idea de lo mucho que me importa?

Ojalá se lo hubiera dicho anoche, cuando tuve la oportunidad.

256
VEINTICINCO

Son las siete de la mañana cuando mi padre y yo entramos en el camino de entrada.


Pepper Jack Cheese está meneando la cola, esperando junto a la puerta del
pasajero cuando la abro. 257

Sólo quiero estar con mi perro ahora mismo. Estoy cansada de responder
preguntas, y PJ será el primer ser vivo que me encuentre en las próximas horas,
que no me hará ninguna pregunta.

Mi padre sube las escaleras y yo elijo quedarme en el nivel de los pilotes de


la casa. Me siento en la mesa de picnic y rasco la cabeza de PJ mientras miro el
agua. Puedo tener unos tres minutos de paz antes de escuchar pasos rápidos
bajando las escaleras.

—Oh, Dios mío, Beyah- dice Sara. Corre hacia la mesa de picnic y se sienta
frente a mí. Ella se inclina sobre la mesa y aprieta mi mano, forzando una sonrisa
triste.

—¿Estás bien?

Niego con la cabeza.

—No estaré bien hasta que hable con Samson.

—He estado tan preocupada. Tu padre se fue con tanta prisa, y luego le envió
un mensaje de texto a mi madre y dijo que Samson fue arrestado. ¿Qué pasó?

—No es su casa.

—¿Él entró?

—Algo como eso.

Sara se pasa una mano por la cara.

—Lo siento mucho. Me siento terrible. Yo fui quien te empujó hacia él.
Se inclina hacia adelante y agarra mi muñeca, mirándome con sinceridad.

—No todos los chicos son como él, Beyah. Lo prometo.

Ella tiene razón, pero es un alivio que Samson no sea como los demás.
Podría ser como Dakota. O Gary Shelby. Prefiero enamorarme de un tipo que tiene
un pasado turbio y me trata tan bien como Samson, que enamorarme de un tipo que
me trata como una mierda, mientras se ve bien para el resto del mundo. 258

—No estoy enojada con él, Sara.

Ella se ríe, pero es una risa nerviosa. Como solía hacerlo cuando nos
conocimos, cuando no podía decir si estaba bromeando o no.

—Sé que parece que Samson es una persona terrible. Pero no lo conoces
como yo. No estaba orgulloso de su pasado. Y planeaba contarme todo
eventualmente, simplemente no quería que la verdad, arruinara el resto de nuestro
verano.

Sara, cruza los brazos sobre la mesa de picnic y se inclina hacia adelante.

—Beyah, sé que estás molesta y te preocupas por él. Pero te mintió. Nos
mintió a todos. Marcos y yo lo conocemos desde marzo. Todo lo que nos ha dicho
es mentira.

—¿Cómo qué?

Hace un gesto con la mano hacia la casa de al lado.

—Que él es dueño de esa casa, para empezar.

—Pero ¿Qué más?

Sus labios se pliegan en una delgada línea. Se mueve en su asiento mientras


piensa.

—No lo sé, no puedo pensar en nada específico en este momento.


—Exactamente. Mintió sobre dónde vivía y estuvo de acuerdo con la
narrativa del chico rico con la que lo etiquetaron. Pero hizo todo lo que pudo para
no hablar de sí mismo, para no mentirles.

Ella chasquea los dedos.

—¡Ese tipo de la cena! El que lo llamó Shawn. Mintió acerca de ir al internado


en Nueva York con él. 259

—Mintió porque le obligamos a responder.

—Lo respetaría mucho más que ahora, si nos hubiera dicho la verdad en ese
momento.

—Eso no es cierto. Él habría sido juzgado en ese entonces, al igual que lo


están juzgando ahora.

Todo es tan blanco y negro con gente como Sara. El mundo real no opera,
bajo un sistema simple de bien y mal. Personas que nunca han tenido que
intercambiar una parte de sus almas solo para tener comida o refugio, no pueden
entender las muchas malas decisiones que las personas desesperadas se ven
obligadas a tomar.

—No quiero hablar más de esto, Sara.

Ella suspira como si no hubiera terminado de intentar convencerme, de que


lo supere. Va a necesitar mucho más que un pasado turbio, para superar a un tipo
que no se inmutó ante mi propio pasado.

Evidentemente, Sara está de acuerdo con mi padre en lo que respecta a


Samson. Estoy segura de que todos lo están.

—Realmente me gustaría estar sola ahora.

—Está bien —dice Sara— Pero estoy aquí si quieres hablar.

Sara me deja con mis pensamientos y vuelve a subir las escaleras. Cuando
está de vuelta dentro de la casa, rasco detrás de la oreja de PJ.

—Supongo que sólo somos tú y yo en el equipo Samson.


Los oídos de PJ se animan tan pronto como mi teléfono comienza a vibrar.
Inmediatamente salto y lo saco de mi bolsillo. Mi corazón se atasca en mi garganta
cuando dice que el identificador de llamadas no está disponible.

Respondo enseguida.

—¿Samson?
260
—Está recibiendo una llamada de un preso en la cárcel del condado de
Galveston. —dice la grabación—. Por favor presione uno para aceptar o dos para...

Presiono uno y me acerco el teléfono al oído.

—¿Samson? —Mi voz está llena de pánico. Aprieto mi frente y me vuelvo a


sentar.

—¿Beyah?

Suena tan lejano, pero finalmente puedo sentirlo de nuevo. Suspiro de alivio.

—¿Estás bien?

—Sí.

Su voz no está llena de miedo como la mía. De hecho, suena tranquilo, como
si hubiera estado esperando este momento.

—No puedo hablar mucho. Yo solo...

—¿Por cuánto tiempo puedes hablar?

—Dos minutos. Pero me acaban de decir que puedo recibir visitas, mañana
a las nueve.

—Lo sé. Estaré allí. ¿Pero qué puedo hacer hoy? ¿Hay alguien a quien
pueda llamar por ti?

Hay una pausa al final. No estoy segura de que haya escuchado la pregunta,
pero luego suspira y dice. —No. No hay nadie.

Dios, odio eso. PJ y yo realmente somos todo lo que tiene ahora.


—No creo que mi padre te vaya a sacar de apuros. Está bastante molesto.

—No es su responsabilidad —dice Samson—. Por favor, no le pidas que


haga eso.

—Sin embargo, encontraré algo.

—Estaré aquí por un tiempo, Beyah. Realmente la jodí. 261

—Por eso voy a ayudarte a encontrar un abogado.

—Tendré derecho a un defensor público—dice—. He pasado por esto antes.

—Sí, pero están sobrecargados de trabajo. No estaría de más intentar


encontrar un abogado, que tenga más tiempo para prepararse y luchar por tu caso.

—No puedo pagar un abogado. En caso de que aún no lo hayas descubierto,


en realidad no soy rico.

—Bueno. Sabes que tu dinero era lo que menos me gustaba de ti.

Samson está callado, aunque parece que tiene mucho que decir.

—Voy a pasar el resto del día solicitando trabajo. Empezaré a ahorrar para
ayudarte a contratar a otro abogado. No estás solo en esto, Samson.

—Mis errores tampoco son responsabilidad tuya. No hay nada que puedas
hacer. Además, la fecha de la corte no será hasta dentro de varias semanas.
Estarás en Pensilvania para entonces.

—No voy a ir a Pensilvania. Estás loco si crees que te voy a abandonar. ¿De
verdad, crees que voy a dejarte en la cárcel mientras me muevo por el país, como
si no me hubiera crecido un hueso del corazón durante el verano? ¿Qué hay del
hijo de Marjorie? ¿Qué tipo de abogado es él?

No responde a mi pregunta.

—¿Samson?

Retiro mi teléfono y la llamada se ha interrumpido. —Mierda.


Presiono mi teléfono contra mi frente. Probablemente no podrá devolverme
la llamada. Tendré que esperar y hablar con él en persona mañana. Tengo muchas
más preguntas que ya necesito agregar a la lista.

Pero también tengo trabajo que hacer, así que cruzo la calle, directamente a
la casa de Marjorie. Golpeo su puerta hasta que la abre.

Olvidé que aún es muy temprano. Ella está en camisón, atando su bata 262
cuando abre la puerta. Me mira de la cabeza a los pies.

—¿Qué demonios te ha puesto tan nerviosa?

—Es Samson. Está en la cárcel.

Un destello de preocupación inunda sus ojos, y luego se hace a un lado para


dejarme entrar.

—¿Por qué?

—La casa en la que se ha estado quedando no le pertenece. Fue arrestado


esta mañana, porque los dueños se presentaron en medio de la noche.

—¿Samson? ¿Estás segura?

Asiento con la cabeza.

—Yo estuve ahí. Necesitará un abogado, Marjorie. Uno que pueda dedicar
más tiempo a su caso que un defensor público.

—Si, esa es una buena idea.

—Tu hijo, ¿Qué tipo de abogado es él?

—Es uno de defensa… no. No, no puedo pedirle a Kevin que haga eso.

—¿Por qué no? Conseguiré un trabajo. Puedo pagarle.

Marjorie parece desgarrada. No puedo decir que la culpo.


Me admitió la primera vez que me conoció, que apenas conocía a Samson.
Tengo más en juego aquí que ella, pero no puede ignorar todo lo que él ha hecho
por ella.

Uno de los gatos de Marjorie se sube al mostrador de la cocina junto a ella.


Ella lo levanta y se lo lleva al pecho.

—¿Cuánto te cobró Samson por todo el trabajo que hizo aquí? 263

Le toma un minuto ponerse al día con mi pregunta. Su postura se hunde un


poco.

—Nada. No me quitaba dinero.

—Exactamente. No es una mala persona y lo sabes, Marjorie.

Le entrego mi teléfono celular.

—Por favor. Llama a tu hijo. Le debes este favor a Samson.

Deja al gato en el suelo y luego agita una mano frívola hacia mi teléfono.

—No sé cómo usar esas cosas—. Camina hacia la cocina y toma un teléfono
fijo, luego comienza a marcar el número de su hijo.

Kevin accedió a ponerse en contacto con Samson, pero sólo porque sabe
cuánto ha ayudado Samson a Marjorie durante los últimos meses. No accedió a
aceptarlo de forma probono, ni a tomar su caso en absoluto, pero estoy un paso
más cerca de lo que estaba antes de entrar en la casa de Marjorie.

Ahora que me voy, me ha dejado dos libras de nueces.

—Voy a comprar almendras la semana que viene —dice.

Yo sonrío.

—Gracias, Marjorie.

Cuando estoy de regreso dentro de nuestra casa, dejo caer las nueces sobre
la mesa y agarro las dos mochilas que mi padre trajo esta mañana. Subo las
escaleras cuando él sale al pasillo.
—¿Beyah?

Sigo caminando.

—Estaré en mi habitación el resto del día. Prefiero que no me molesten; me


voy a la cama.

—Beyah, espera. —Le oigo decir. 264

Cuando llego a lo alto de las escaleras, escucho a Alana decir. —Ella pidió
estar sola, Brian. Creo que lo dice en serio.

Alana tiene razón. Lo digo en serio. No me siento como para recibir un


sermón de mi padre, sobre lo terrible que es Samson. Estoy demasiado triste para
eso. Y demasiado cansada.

Tal vez tuve dos horas de sueño anoche como máximo, e incluso con la
adrenalina que ha estado bombeando por mis venas desde que desperté, mis ojos
están comenzando a volverse más pesados por segundo.

Dejo caer nuestras mochilas junto a la cama y caigo sobre el colchón. Me


acuesto en él, mirando por las puertas de vidrio del balcón. Es tan brillante ahí fuera.
Tan cálido. Tan feliz.

Me levanto y cierro las cortinas, luego me arrastro hacia la cama. Sólo quiero
que hoy termine y ni siquiera es la hora del almuerzo.

Me lanzo, me vuelvo y miro al techo durante más de una hora. No puedo


dejar de pensar en lo que va a pasar. ¿Cuánto tiempo estará en la cárcel? ¿O esto
significa que en realidad será sentenciado a prisión? Si realmente tiene tantos
cargos en su contra, ¿Qué tipo de tiempo estará recibiendo? ¿Seis meses? ¿Diez
años?

No voy a poder quedarme dormida, sin algún tipo de ayuda. Mi mente se


acelera demasiado. Abro la puerta y espero hasta que parece que la cocina está
despejada. Bajo las escaleras y voy a la despensa. Sé que hay una sección aquí
donde guardan sus medicamentos. Hojeo las botellas, pero no encuentro nada que
pueda ayudarme a dormir.
Quizás lo guarden en su baño. Mi padre y Alana ya deberían estar de camino
al trabajo, así que voy al baño y abro su botiquín. Aquí no hay nada más que pasta
de dientes y cepillos de repuesto. Una especie de ungüento. Un recipiente con
hisopos de algodón.

Cierro la puerta del botiquín de un golpe, pero me sobresalto cuando veo a


Alana parada detrás de mí en el reflejo del espejo.
265
—Lo siento. Pensé que estabas en el trabajo.

—Me tomé el día libre —dice—. ¿Qué estás buscando?

Me giro y la miro desesperadamente.

—Solo necesito NyQuil o algo. Necesito dormir. No he dormido todavía y mi


mente está acelerada.

Agito mis manos hacia mi cara, tratando de contener las lágrimas que
milagrosamente se han mantenido a raya desde anoche.

—Puedo prepararte un poco de té.

¿Té? ¿Quiere hacerme té?

Ella es dentista, seguramente tiene una receta para algunos tranquilizantes


para caballos en algún lugar de esta casa.

—No quiero té, Alana. Necesito algo que funcione. No quiero estar despierta
en este momento —Levanto las manos y me cubro la cara—. Me duele tanto pensar
—susurro—. Ni siquiera quiero soñar con él. Sólo quiero dormir y no soñar, pensar
o sentir.

Todo comienza a golpearme en el centro de mi pecho. Todo lo que Samson


dijo por teléfono me golpea con tanta fuerza que tengo que apoyarme en el
fregadero. Su voz resuena en mi cabeza.

—Estaré aquí por un tiempo, Beyah.

¿Cuánto tiempo tengo que pasar antes de volver a ser feliz?


No quiero volver a ser quien era, antes de conocerlo. Entonces no tenía nada
dentro de mí, más que amargura e ira. Sin sentimiento, sin alegría, sin consuelo.

—¿Qué pasa si se ha ido por tanto tiempo, que no quiere ser parte de mi vida
cuando salga?

No quise decir eso en voz alta. O tal vez lo hice. Mis lágrimas comienzan a
caer y Alana responde de inmediato. No dice nada que me haga sentir mal, por 266
sentirme triste. Ella simplemente envuelve sus brazos alrededor de mí y mete mi
cabeza contra su hombro. Es un consuelo que no me resulta familiar, pero que
necesito desesperadamente en este momento. El consuelo de una madre. Lloré
contra ella durante varios minutos. Es todo lo que no sabía que necesitaba, en este
momento. Solo un pequeño bocado de simpatía de alguien.

—Ojalá pudieras haber sido mi madre —digo entre lágrimas.

La siento suspirar.

—Oh, cariño —susurra con simpatía. Ella se echa hacia atrás y me mira
suavemente. —Te daré un Ambien, pero es el único que recibirás de mí.

Asiento con la cabeza.

—Prometo que nunca volveré a preguntar.


VEINTISEIS

Dormí demasiado. Se siente como si mi cerebro estuviera comprimido, en el lado


derecho de mi cabeza.
267
Me siento en la cama y miro hacia afuera. Está casi oscuro ahora. Miro la
hora en mi teléfono y veo que son más de las siete. Mi estómago está gruñendo tan
fuerte que puede ser lo que me despertó.

Dejé el timbre de mi teléfono en alto, pero nunca hizo ruido y no tengo


llamadas perdidas.

Catorce horas más, hasta que llegue a verlo.

Llego al suelo y recojo la mochila de Samson. Dejo el contenido en mi cama


y comienzo a examinarlo todo.

Literalmente, todo lo que posee está en mi cama ahora mismo.

Hay dos pares de pantalones cortos y dos camisetas con la marca de Marcos.
Llevaba el otro conjunto cuando fue arrestado, entonces ¿eso significa que sólo
tiene tres mudas de ropa? Noté que usaba mucho las mismas camisetas, pero
supuse que lo hacía para apoyar a Marcos. Probablemente los lavó con regularidad
con la esperanza de que nadie se diera cuenta.

Hay artículos de tocador en una bolsa. Pasta de dientes, desodorante, cepillo


de dientes, cortaúñas. Pero sin billetera.

¿De verdad perdió su billetera antes de que fuéramos a hacernos tatuajes, o


nunca tuvo uno? Si ha estado solo desde la muerte de su padre, ¿cómo habría
conseguido una licencia de conducir?

Tengo muchas preguntas. No hay forma de que nuestra visita de mañana,


sea lo suficientemente larga, para que él las responda todas.
En el fondo de su mochila, encuentro una bolsa de plástico Ziploc. La bolsa
está llena de lo que parecen trozos de papel doblados. Todos se desvanecieron un
poco, hasta tener un tinte amarillo, por lo que obviamente son viejos.

Abro la bolsa, saco uno de los trozos de papel y lo desdoblo.

268
Niñito

Mordido por el frenesí como yo

Agotamiento en sus ojos

Se está enojando con el mar

Más cansado de lo que debería

Tan cansado de ser libre

-Rake Bennett 13-11-07

Samson mencionó que Rake solía escribir poesía. Me quedo mirando este
poema y trato de darle sentido.

¿Se trata de Samson? ¿Son todas estas notas de su padre? Está fechado
cuando Samson tenía unos doce años. Un año antes de que llegara el huracán.

Tan cansado de ser libre.

¿Qué significa esa línea? ¿Pensó su padre que Samson estaba cansado de
vivir la vida en el océano con él?

Saco el resto de los trozos de papel, necesito leer todos y cada uno de ellos.
Todos datan de antes del huracán Ike, todos escritos por su padre.
Ella vive

Cuando naciste, tu madre también.

Mientras vivas, ella también estará viva.

-Rake Bennett 30-08-06


269

Hijo

Conocí a tu madre mientras estaba parada en la playa sus pies enterrados


en la arena.

Lamento no haber caído de rodillas para recoger algunos de los gránulos en


las palmas de mis manos.

Me pregunto si algo de lo que tocamos ha sido pisado alguna vez por sus
pies.

¿O tiene cada grano de arena con el que se encontró ya arrastrado de vuelta


al mar?

-Rake Bennett 16/07/07

Querido Shawn

Cada niño eventualmente anhela un nuevo lugar para estar.

Decidí que tu primera casa sería un barco, pero ahora me pregunto

¿Es este barco el hogar al que huirás?

Si es así, ese grave error es toda mi culpa.

Porque cuando un hombre dice me voy a casa, debería dirigirse hacia el mar.

-Rake Bennett 01-03-08


Hay al menos veinte poemas y cartas en la bolsa. Sólo unos pocos están
escritos directamente para Samson, pero basándome en todas las hojas de papel
en su conjunto, tengo la impresión, de que lo que Samson me dijo sobre su padre
era cierto. Rake vivía en el agua, pero lo que Samson dejó fuera, es que él también
vivía en el agua con Rake.

270
VEINTISIETE

—¿Beyah Grim?

Prácticamente salto de mi silla. Mi padre también se levanta, pero no quiero


271
que mi padre vaya conmigo a ver a Samsón.

—No tienes que venir.

—No te permitiré entrar ahí sola. —Su declaración es definitiva, como si no


hubiera espacio para la negociación.

—Papá, por favor. —No sé si Samson tendrá ganas de ser honesto conmigo
si mi padre está sentado frente a él—. Por favor.

Asiente con la cabeza. —Esperaré en el auto.

—Gracias.

Sigo al guardia mientras me lleva a una habitación grande y abierta. Hay


varias mesas y casi todas ellas están llenas de gente visitando a otros reclusos.

Es deprimente. Pero no tan deprimente como pensé que sería. Supuse que
estaría a un lado de una ventana de vidrio, sin poder tocarlo.

Mis ojos inmediatamente buscan y encuentran a Samson sentado solo en


una mesa al otro lado de la habitación. Lleva un mono azul oscuro. Verlo con algo
más que sus habituales shorts de playa hacen que todo esto parezca más real.

Cuando finalmente mira hacia arriba y me ve, inmediatamente se pone de


pie. No sé por qué esperaba que sus manos estuvieran esposadas, pero me alivia
ver que no lo están. Corro hacia él y caigo justo en sus brazos. Me empuja contra
él con los brazos apretados.

—Lo siento, —dice.

—Ya lo sé.
Me abraza por un momento, pero no quiero meterlo en problemas, así que
nos separamos, y me siento frente a él. La mesa es pequeña, así que no estamos
tan separados, pero él se siente a un mundo de distancia.

Toma una de mis manos y la sostiene en las dos suyas, apoyando nuestras
manos en la mesa. —Te debo tantas respuestas. ¿Por dónde quieres que empiece?

—En cualquier parte. 272

Se toma un momento para averiguar por dónde debe empezar. Llevo mi otra
mano a la suya, hasta que nuestras cuatro manos, están apiladas en la mesa. —
Todo lo que te dije sobre mi madre era cierto. Se llamaba Isabel. Sólo tenía cinco
años cuando ocurrió, pero, aunque no recordaba mucho de mi vida, antes de su
muerte, sabía que cambió drásticamente, después de que ella se fue. Rake es mi
padre; yo omití eso. Después de que mi madre muriera, parecía perdido cuando no
estaba en el agua. Es como si no pudiera imaginar estar en un lugar, donde ella no
estuviera, así que me sacó de la escuela y vivimos en su barco durante varios años.
Y esa era mi vida, hasta que Darya me lo quitó.

—¿Así que a eso te referías, cuando dijiste que Darya te rompió el corazón?

Asiente con la cabeza.

—¿Dónde estabas tú, cuando el huracán azotó?

La mandíbula de Samson se endurece, como si no fuera un recuerdo que


quiere revivir. Mira fijamente nuestras manos mientras habla. —Mi padre me dejó
en una iglesia. Es donde muchos residentes se refugiaron, pero él se negó a
quedarse conmigo. Quería asegurarse de que su barco estuviera asegurado, ya que
era toda nuestra vida. Me dijo que volvería antes de que anocheciera, pero no lo
volví a ver después de esa noche. —Trae sus ojos de vuelta a los míos—. Quería
quedarme en la península, pero no quedaba nada después del huracán. Era difícil
para un chico de trece años esconderse allí, o incluso sobrevivir en ese momento,
así que tuve que irme. Sabía que, si le decía a alguien que mi padre había
desaparecido, me metería en un hogar de acogida, así que pasé los siguientes años
intentando ser invisible. Terminé trabajando con un amigo en Galveston, haciendo
trabajos ocasionales como cortar el césped. Era el tipo que conociste en el
restaurante. Éramos jóvenes e hicimos algunas cosas estúpidas. Al final nos
alcanzó.
—¿Qué pasa con el cargo de incendio provocado?

—Técnicamente no es mi culpa. El dueño hizo unos trabajos eléctricos de


mierda, pero si no hubiera irrumpido en esa casa esa noche y encendido la energía
eléctrica, nunca se hubiera incendiado. Así que, sobre el papel, fue mi culpa.

Samson pasa sus dedos por los míos.


273
—Cuando supe que tenía otra orden de arresto, decidí volver aquí por última
vez antes de entregarme. No sé si buscaba un cierre o esperaba encontrar a mi
padre, pero terminé encontrando ambos. Pero también te encontré a ti y nunca quise
irme.

Samson me pasa el pulgar por la parte superior de mi mano izquierda.

—Sabía que iba a estar en la cárcel por un tiempo, así que estaba tratando
de estirar mi tiempo contigo antes de que te fueras. —Suspira—. ¿Qué más quieres
saber?

—¿Cómo supiste el código de la alarma de esa casa?

—El dueño usa el número de su casa como su código. La contraseña más


fácil de adivinar.

Es difícil juzgarlo, cuando ese juicio sería extremadamente hipócrita, de mi


parte. En todo caso, admiro sus habilidades de supervivencia.

—¿Qué hay de la Academia de la Fuerza Aérea? ¿Algo de eso era cierto?

Él mira hacia abajo, incapaz de encontrar mi mirada. Sacude la cabeza. —


Yo quería ir a la Fuerza Aérea. Ese era mi plan, hasta que lo arruine todo. Pero
había cosas sobre las que mentí, como que era una tradición familiar. He dicho
muchas cosas que no eran verdad. Pero tuve que respaldar mi razonamiento de
estar en esa casa, con mentiras que nunca quise contarte. Es por eso qué no
respondería a tus preguntas. No me gustaba ser deshonesto contigo. Ni con nadie.
Yo sólo…

—No tuviste elección, —le digo, terminando su pensamiento. Lo entiendo.


He estado ahí toda mi vida—. Tú eres el que dijo que las decisiones equivocadas
vienen de la fuerza o la debilidad. No estabas mintiendo porque eras débil, Samson.
Respira lentamente, como si temiera lo que viene a continuación. Todo su
comportamiento cambia cuando me mira a los ojos. El peso de esta habitación,
comienza a cerrarse sobre mí, con esa mirada. —Ayer por teléfono mencionaste
que no ibas a ir a Pensilvania.

Es una declaración, pero tiene la intención de que vaya seguida de una


respuesta. —No puedo dejarte.
274
Sacude la cabeza, sacando sus manos de las mías. Se las pasa por la cara
como si estuviera frustrado conmigo, y luego me agarra las dos manos aún más
fuerte.

—Vas a ir a la universidad, Beyah. Mi desastre no es tuyo para que lo limpies.

—¿Tu desastre? Samson, lo que hiciste no es tan malo. Eras un niño que
prácticamente se crió en las calles. ¿Cómo se suponía que ibas a volver a levantarte
después de salir de la cárcel la primera vez? Estoy segura de que si les dices por
qué empezó el incendio y por qué rompiste la libertad condicional, lo entenderán.

—Al tribunal no le importa por qué razón quebranté la ley; sólo les importa
que lo hice.

—Bueno, debería importarles.

—No importa cuán defectuoso sea el sistema, Beyah. Nosotros dos no


vamos a cambiarlo de la noche a la mañana. Estaré aquí varios años, y no hay nada
que ninguno de los dos pueda hacer al respecto, así que no hay razón para que te
quedes en Texas.

—Tú eres suficiente razón. ¿Cómo te visitaré si estoy en Pennsylvania?

—No quiero que me visites. Quiero que vayas a la universidad.

—Puedo ir a la universidad aquí.

Se ríe, pero no hay ninguna sonrisa unida a su risa. Es una risa exasperada.
—¿Por qué eres tan terca? Este fue nuestro plan durante todo el verano: ir por
caminos separados cuando te vayas a la Universidad.
Sus palabras me están penetrando, retorciéndome las entrañas. Mi voz sale
en un susurro cuando digo: —Pensé que las cosas habían cambiado. Dijiste que
nos crecieron los huesos del corazón.

Todo el cuerpo de Samson siente ese comentario. Se hunde un poco, como


si le hiciera daño. No quiero hacerle daño, pero él vale más que esto. No era un
desechable para mí.
275
—No puedo estar tan lejos de ti, —digo en voz baja—. Las llamadas
telefónicas y las cartas no van a ser suficientes.

—No quiero llamadas telefónicas o cartas, tampoco. Quiero que vayas a vivir
tu vida y que no te agobie la mía. —Puede ver la sorpresa en mi rostro, pero no me
da tiempo de discutir con él—. Beyah. Hemos estado solos en nuestras islas toda
nuestra vida. Por eso nos conectamos, porque reconocimos esa soledad en el otro.
Pero esta es tu oportunidad de salir de tu isla, y me niego a retenerte por los años
que estaré ausente.

Puedo sentir las lágrimas. Miro hacia abajo justo cuando una cae sobre la
mesa. —No puedes terminar conmigo. No puedo hacer esto sin ti.

—Ya lo has hecho sin mí, —dice, con su voz decidida. Se acerca a la mesa
y me levanta el rostro, para que me vea obligada a mirarlo.

Se ve tan roto como me siento. —No tuve nada que ver con tus logros. No
tuve nada que ver con lo que resultaste ser. Por favor, no me hagas ser la razón por
la que lo dejas todo.

Cuanto más comprometido está con la idea, de que no quiere que me ponga
en contacto con él, más me enfado.

—Esto no es justo para mí. ¿Esperas que me vaya y no tenga ningún


contacto contigo? ¿Por qué me dejaste enamorarme de ti en primer lugar, cuando
sabías que este iba a ser el resultado final?

Exhala fuertemente. —Acordamos que esto terminaría en agosto, Beyah.


Acordamos mantenerlo en el extremo superficial.
Pongo los ojos en blanco. —Tú eres el que dijo que la gente, todavía se
ahoga en el extremo superficial. —Me inclino hacia adelante, hasta que tengo su
atención de nuevo—. Me estoy ahogando, Samson. Y tú eres el que me sostiene
bajo el agua. —Me limpio los ojos con rabia.

Samson me toma las manos otra vez, pero esta vez, es diferente. Le duele
la voz cuando dice: —Lo siento mucho. —Es todo lo que dice, pero puedo decir que
esta es su despedida. 276

Se levanta como si esta discusión hubiera terminado, pero me mira como si


quisiera que yo también me levantara. Doblo mis brazos fuertemente sobre mi
pecho. —No te abrazaré para despedirme. No mereces abrazarme más.

Samson asiente un poco. —Nunca merecí abrazarte en primer lugar. —Se


da la vuelta para irse, y yo instantáneamente me aterrorizo de que sea la última vez
que lo vea.

Samson no dice las cosas, con esa mirada en sus ojos, a menos que las diga
en serio.

No me va a permitir volver a verlo. Esto es todo. Aquí es donde terminamos.

Salto cuando empieza a alejarse. —¡Samson, espera!

Se da la vuelta justo a tiempo para atraparme, cuando lo rodeo con los


brazos. Entierro mi rostro contra su cuello. Cuando me abraza, empiezo a llorar.

Tantas cosas pasan a través de mí a la vez. Ya lo extraño mucho, pero


también estoy más enojada que nunca. Sabía que esto iba a pasar… la despedida.
Pero no sabía que sería bajo estas circunstancias. Me siento impotente. Quería que
nuestra despedida fuera una elección en la que participara, pero no tengo elección.

Me besa un lado de la cabeza. —Toma la beca, Beyah. Y diviértete. Por favor.


—Su voz se quiebra en el por favor. Me suelta y se acerca a un guardia, que está
al lado de una puerta. Me siento pesada sin él, como si hubiera perdido todo un
sistema de apoyo y ya no pudiera sostenerme por mí misma.

Samson es llevado fuera de la habitación, y ni siquiera me mira para ver la


destrucción que dejó atrás.
Estoy sollozando cuando entro al auto de mi padre. Doy un portazo, enfadada
y con el corazón roto. Ni siquiera puedo empezar a absorber, lo que acaba de pasar
ahí dentro. No me lo esperaba. Esperaba exactamente lo contrario. Pensé que
íbamos a resolver esto como un equipo, pero en vez de eso, me dejó
completamente sola, como cualquier otra persona en mi vida.

—¿Qué pasó?
277
Sacudo la cabeza. Ni siquiera puedo decirlo en voz alta. —Sólo conduce.

Mi padre agarra su volante hasta que sus nudillos están blancos. Arranca el
auto y lo pone en marcha atrás. —Debí haberle dado una paliza, la noche que te lo
quité de encima en la ducha.

Ni siquiera trato de explicar, que no me estaba protegiendo de Samson esa


noche. Samson me estaba ayudando, pero en este punto, otra explicación sería
inútil. Sólo voy con una declaración general. —No es una mala persona, papá.

Mi padre aparca el auto de nuevo. Me mira al rostro, con una expresión


inquebrantable. —No sé en qué me equivoqué como padre, pero no crié una hija,
para que defendiera a un tipo que le mintió todo el verano. ¿Crees que le importas?
No le importa nadie más que él mismo.

¿Habla en serio?

¿Tuvo la audacia de decir que me crió?

Lo miro fijamente, con la mano en la manija de la puerta. —No criaste a una


hija en absoluto. Si alguien está mintiendo en este escenario, eres tú. —Abro mi
puerta y salgo de su auto. No hay manera de que quiera estar atrapada con él todo
el camino de vuelta a la Península de Bolívar.

—Vuelve al auto, Beyah.

—No. Voy a llamar a Sara para que venga a recogerme. —Me siento en la
acera junto al auto. Mi padre sale del auto mientras yo saco mi teléfono. Patea la
grava y se mueve hacia el auto.

—Sube. Te llevaré a casa.


Me limpio las lágrimas de los ojos después de marcar el número de Sara.

—No voy a entrar en tu auto. Puedes irte ahora.

Mi padre no se va. Sara acepta venir a recogerme, pero mi padre se sienta


pacientemente en su auto hasta que ella llega.

278
VEINTIOCHO

Ha sido una semana agonizante sin noticias de Samson. Nada en absoluto. He


intentado visitarlo dos veces, pero se niega a verme ahora.
279
No tengo absolutamente ninguna manera de comunicarme con él. Sólo tengo
que aferrarme a los recuerdos del tiempo que pasamos juntos, y me preocupa que
esos recuerdos empiecen a desvanecerse, si no consigo al menos oír su voz.

¿Realmente espera que siga adelante? ¿Olvidarlo? ¿Ir a la universidad como


si no me hubiera forzado, a convertirme en una versión completamente diferente y
mejor de mí misma este verano?

Dejé de hablar de Samson a cualquiera en esta casa. Ni siquiera quiero que


se mencione su nombre, porque sólo lleva a discusiones. Apenas he salido de mi
habitación en toda la semana. Ocupo mis días con programas de televisión sin
sentido y visitas a la casa de Marjorie. Ella es la única con la que hablaré de él. Es
la única que está de mi lado.

He estado alternando entre las dos camisas, que estaban en la mochila de


Samson toda la semana, pero ya no huelen como él. Ahora huelen a mí, por eso
estoy acurrucada en su mochila, viendo una maratón de un espectáculo de
panadería británica.

No sé qué hacer con sus cosas. Dudo que se preocupe por guardar los
artículos de aseo, y no había nada de valor en su mochila aparte de los poemas que
su padre le escribió. Pero no quiero dárselos a Marjorie para llegar a él, porque
siento que son mi última conexión con él.

Puede que algún día, sean la única excusa que tengo, para que me hable.

Voy a tener que seguir adelante en algún momento. Lo sé, pero mientras yo
siga aquí y él siga en la cárcel, no puedo concentrarme en nada más.

Reajusto la mochila en mis brazos, para usarla como una almohada parcial,
pero algo duro me pincha en la sien. La abro para ver si se me ha pasado algo, pero
no veo nada. Muevo mi mano dentro de la mochila y encuentro una cremallera que
no había agarrado antes.

Inmediatamente me siento y la abro. Saco un pequeño cuaderno de tapa


dura. Sólo mide unos cinco centímetros de largo. Lo abro y está lleno de nombres y
direcciones, y lo que parecen listas de la compra.

Hojeo varias páginas, sin poder encontrarle sentido a nada de esto. Pero 280
entonces llego a una página con el nombre y la dirección de Marjorie.

Marjorie Nápoles Fecha de estancia: 02-04-15 a 02-08-15.

Comió 15 dólares de comida.

Reparó el techo. Reemplazó dos piezas de revestimiento en el lado norte de


la casa dañadas por el viento.

Hay varios nombres y direcciones más que siguen a los de Marjorie, pero
necesito saber el significado de las fechas. Levanto mi teléfono y la llamo.

—¿Hola?

—Hola, soy Beyah. Una pregunta rápida. ¿Las fechas del 4 al 8 de febrero
de este año, son importantes para ti?

Marjorie se detiene en ese pensamiento por un momento. —Estoy casi


segura de que esos son los días que estuve en el hospital, después de mi ataque al
corazón. ¿Por qué?

—Sólo algo que encontré en la mochila de Samson. Lo llevaré más tarde


para que se lo des a Kevin.

Le digo adiós y termino la llamada, luego empiezo a hojear todas las otras
cosas que ha escrito. La dirección más común es la de la puerta de al lado, para
David Silver. Hay varias fechas en la lista. La mayoría de ellas entre marzo y la
semana pasada. Debajo del nombre de David hay una lista de reparaciones.

Apretó varias tablillas sueltas en la barandilla del balcón del dormitorio.


Reemplazó un fusible roto en la caja de fusibles. Selló la fuga en la tubería de la
ducha exterior.
La lista continúa. Hay trabajos extraños que ha hecho para la gente, y cuánto
le pagaron por cada trabajo, lo que explica cómo a veces tenía dinero para cosas
como la cena y los tatuajes. También hay listas de gente, para la que ha hecho
trabajos que no le han pagado…

Cada día de los últimos siete meses está contabilizado. Cada alimento que
comió del refrigerador de alguien sin su permiso. Cada reparación que hizo en la
casa de alguien. Ha estado llevando la cuenta de todo. 281

¿Pero por qué? ¿Sintió que reparar estas propiedades gratis, era equilibrar
el hecho de que se estaba quedando en ellas sin permiso?

¿Podría ser la prueba que el tribunal necesita, para saber que no merece
todos los cargos que se le imputan?

Me apresuro a bajar las escaleras y encuentro a mi padre y a Alana en el


sofá de la sala.

Sara y Marcos están juntos en el sofá. Todos están viendo la Rueda de la


Fortuna, pero mi padre la silencia, cuando ve que hoy he bajado por primera vez.

Le entrego el cuaderno a mi padre.

—Esto pertenece a Samson. —Me quita el cuaderno y empieza a hojearlo—


. Es una lista detallada de todos los lugares, en los que se ha quedado y cómo los
ha pagado.

Mi padre se pone de pie, todavía hojeando el cuaderno.

—Esto podría ayudarlo. —Mi voz está llena de esperanza por primera vez
desde que fue arrestado—. Si podemos probar que estaba tratando de hacer lo
correcto, podría ayudar a su defensa.

Mi padre suspira incluso antes de llegar a las páginas del libro. Lo cierra y
me lo devuelve. —Es una lista detallada de todo lo que ha hecho mal. Lo dañará,
no lo ayudará.

—Eso no lo sabes.
—Beyah, sólo se le acusa de dos cargos de allanamiento de morada. Si
llevas eso a la policía y les muestras cuántas casas más ha irrumpido, lo usarán
para aumentar sus cargos, no para quitárselos.

Parece frustrado al acercarse a mí

—Por favor, deja esto. Eres demasiado joven para dejar que un tipo que
apenas conoces, te consuma la vida así. Lo estropeó y tiene que pagar las 282
consecuencias por ello.

Alana está de pie ahora. Ella toma el brazo de mi padre en apoyo y dice: —
Tu padre tiene razón, Beyah. No hay nada que puedas hacer, excepto seguir
adelante.

Sara y Marcos siguen sentados en el sofá, mirándome de una manera que


me hace sentir patética.

Todos ellos piensan que soy patética.

A ninguno le importa lo que le pase a Samson. Y ninguno de ellos cree en lo


que teníamos. Por una vez en mi vida, tuve a alguien que realmente se preocupaba
por mí, y los cuatro creen que soy incapaz de saber, lo que es el verdadero amor.

Sé lo que es el amor, porque me he pasado toda la vida, sabiendo lo que no


es.

—Mi madre murió. —Se siente como si todo el aire de la habitación, fuera
aspirado después de que yo dijera eso.

La mano de Alana va sobre su boca.

Mi padre sacude la cabeza con incredulidad. —¿Qué? ¿Cuándo?

—La noche que te llamé y te pregunté si podía venir aquí. Tuvo una
sobredosis porque ha sido una adicta, desde que tengo memoria. No he tenido a
nadie en mi vida. Ni a ti. Ni a mi madre. Nadie. He estado completamente sola toda
mi maldita vida. Samson es la primera persona que se presentó y me animó.
Mi padre se acerca a mí, con su cara retorcida en confusión y simpatía. —
¿Por qué no me dijiste algo como esto? —Se pasa la mano por la cara y murmura—
Cristo, Beyah.

Intenta abrazarme, pero yo me alejo.

Me doy la vuelta para ir hacia las escaleras, pero mi padre me llama.


283
—Espera. Tenemos que discutir esto.

Ahora que mi rabia ha salido a la superficie, siento que me estoy ahogando


en ella. Necesito sacarlo todo mientras tenga la oportunidad. Me doy la vuelta y me
enfrento a mi padre otra vez.

—¿Discutir qué? ¿Todo lo demás que te oculté? ¿Quieres saber cómo te


mentí cuando te conocí en el aeropuerto? La aerolínea no perdió mi equipaje. Nunca
tuve nada, porque cada centavo que le enviaste a Janean, lo guardó para ella. Tuve
que empezar a follarme a un tipo por dinero, cuando tenía quince años para tener
comida. Así que jódete, Brian. No eres mi padre. ¡Nunca lo has sido y nunca lo
serás!

No me molesto en esperar ninguna de sus reacciones. Subo las escaleras y


doy un portazo en mi habitación.

Mi padre la abre unos treinta segundos después.

—Por favor, vete, —digo, mi voz completamente desprovista de emoción


ahora.

—Tenemos que hablar de esto.

—Quiero estar sola

—Beyah, —dice suplicando, entrando en la habitación.

Aplasto la puerta de la habitación, negándome a dejar que la mirada de su


cara me afectara.

—Has pasado diecinueve años, siendo un padre no involucrado. No estoy de


humor para que finalmente te involucres esta noche. Por favor, déjame en paz.
Tantas cosas pasan por los ojos de mi padre en este momento. La tristeza.
Arrepentimiento. Empatía. Pero no permito que ninguno de sus sentimientos afecte
los míos. Lo miro fijamente hasta que finalmente asiente y se retira de mi habitación.

Cierro la puerta.

Me caigo en la cama y me llevo el cuaderno de Samson al pecho.


284
Para ellos, este cuaderno puede ser una lista de todos, a los que ha
agraviado en esta península, pero para mí, es una prueba más de que sus
intenciones eran buenas. Intentó hacer lo correcto con medios inexistentes.

Vuelvo a hojear el cuaderno, leyendo cada página, tocando las palabras con
la punta del dedo, trazando su descuidada letra. Leí la dirección de todos los lugares
en los que se ha quedado. La mitad del cuaderno está lleno de páginas de su letra.
Está entrecortada y es difícil de leer en los lugares, como si escribiera estas cosas
con prisa y luego cerrara el cuaderno antes de que lo atraparan.

Doy la vuelta hacia el final del cuaderno y me detengo en una página


diferente al resto. Es diferente porque mi nombre está en la parte superior de la
página.

Tomo el cuaderno hasta el pecho y cierro los ojos. Todo lo que escribió fue
corto, pero ese es mi nombre.

Inspiro y espiro muy despacio varias veces hasta que mi ritmo cardíaco
vuelve a la normalidad. Entonces me quito el cuaderno del pecho y leo sus palabras.
Beyah

Mi padre me dijo una vez que el amor se parece mucho al agua.

Puede ser tranquilo. Furioso. Amenazante. Calmante.

El agua será muchas cosas, pero incluso en todas sus formas, siempre será
agua. 285

Tú eres mi agua.

Creo que yo también podría ser la tuya.

Si estás leyendo esto, significa que me he evaporado.

Pero no significa que tú también debas evaporarte.

Ve a inundar el maldito mundo entero, Beyah.

Es lo último que escribió en el cuaderno. Es como si tuviera miedo de ser


arrestado, antes de poder despedirse.

Leí la nota varias veces, con lágrimas cayendo sobre la página. Este es
Samson. No me importa lo que los demás crean. Este es a quien voy a esperar,
hasta el día en que sea liberado.

Esta es también la razón, por la que me niego a irme. Necesita mi ayuda. Soy
todo lo que tiene. No hay manera de que pueda alejarme de él ahora mismo. La
idea de dejar este pueblo antes de conocer su destino, es un movimiento egoísta.
Cree que me está haciendo un favor, pero no tiene ni idea de lo que su decisión,
me está haciendo.

Si lo supiera, me rogaría que me quedara.

Hay un ligero golpe en mi puerta.

—Beyah, ¿puedo entrar?


Sara asoma la cabeza, pero no estoy de humor para discutir. Ni siquiera
estoy segura de tener la fuerza para decirlo en voz alta. Sólo agarro el cuaderno
con sus palabras en mi pecho y me doy la vuelta y me pongo de cara a la pared.

Sara se mete en la cama conmigo y me rodea con su brazo por detrás.

No dice nada. Sólo se desliza silenciosamente en su papel de hermana


mayor y se queda conmigo hasta que me duermo. 286
VEINTINUEVE

El amanecer es la única cosa pacífica en mi vida en este momento.

He estado aquí afuera, esperándolo desde las cinco de la mañana. No podía


287
dormir. ¿Cómo se espera que duerma, después de la última semana que he tenido?

Cada vez que cierro los ojos, veo a Samson alejándose de mí sin mirar atrás.
Quiero recordar todas las veces que me miró con esperanza, entusiasmo e
intensidad. Pero todo lo que veo es ese último momento, en el que me dejó llorando
y sola.

Me temo que así es como voy a recordarle, y no es así como quiero que sea
nuestro adiós. Confío en que puedo hacer que cambie de opinión. Confío en que
puedo ayudarlo.

Hoy tengo una entrevista de trabajo, en la única tienda de donuts de la


península. Voy a ahorrar cada centavo que pueda para ayudarlo. Sé que no quiere
eso, pero es lo menos que puedo hacer, por todo lo que trajo a mi vida este verano.

Seguramente seguirá siendo un punto de discusión entre mi padre y yo


mientras me quede en esta casa con él. Cree que estoy siendo ridícula por no
mudarme a Pensilvania. Yo creo que está siendo ridículo, por esperar que me aleje
de alguien, que no tiene a nadie más. No hay mucha gente que conozca la soledad
como Samson y yo.

Tampoco sé cómo mi padre espera que empiece de nuevo, en un nuevo


estado por segunda vez este verano. No tengo la energía para empezar de nuevo.
Me siento completamente agotada.

No tengo la energía para moverme por el país, y especialmente no tengo la


energía para jugar al voleibol, para poder calificar para mi beca.

Ni siquiera estoy segura de tener la energía para levantarme y hacer donas


todos los días, si consigo el trabajo, pero sabiendo que cada centavo irá para ayudar
a Samson, probablemente valga la pena.
Mi atención se dirige a la puerta de mi dormitorio, justo cuando el sol empieza
a asomar por el horizonte. Mi padre asoma la cabeza fuera de mi dormitorio y todo
mi cuerpo suspira por su presencia.

Era demasiado tarde para discutir con él anoche y es demasiado temprano


para discutir con él esta mañana.

Parece aliviado de verme sentada aquí. Probablemente pensó que me 288


escapé en medio de la noche, cuando vio que no estaba en mi cama ahora.

He querido huir tantas veces, pero ¿a dónde iría? Siento que ya no


pertenezco a ningún sitio. Samson fue el primer lugar al que sentí que pertenecía y
que me fue arrancado.

Mi padre se sienta a mi lado. No me siento tan cómoda como en casa de


Samson. Soy rígida e inflexible.

Él ve el amanecer conmigo, pero su presencia lo arruina. Es difícil encontrar


la belleza en él, cuando tengo tanta ira dirigida al hombre sentado a mi lado.

—¿Recuerdas la primera vez que fuimos a la playa? —pregunta.

Sacudo la cabeza. —Nunca había estado en la playa antes de este verano.

—Sí, lo has hecho. Aunque eras una niña. Tal vez no lo recuerdes, pero te
llevé a Santa Mónica, cuando tenías unos cuatro o cinco años.

Finalmente hago contacto visual con él. —¿He estado en California?

—Sí. ¿No te acuerdas?

—No.

Su expresión es de arrepentimiento por un momento, pero luego retira su


brazo del respaldo de la silla y se levanta. —Vuelvo enseguida. Tengo fotos aquí en
alguna parte. Tomé el álbum de nuestra casa en Houston, cuando me enteré de que
venías.

¿Tiene fotos de mi infancia? ¿Supuestamente en una playa?


Lo creeré cuando lo vea.

Unos minutos después, mi padre regresa con un álbum de fotos. Se sienta


de nuevo en la silla y lo abre, deslizándolo hacia mí.

Hojeo las fotos y siento que estoy viendo la vida de otra persona.

Hay tantas fotos mías que ni siquiera recuerdo que me hayan tomado. 289

Días que no recuerdo en absoluto.

Llego a una sección de fotos mías corriendo en la arena, y no puedo


conectarlas a un recuerdo. Probablemente ni siquiera me di cuenta, del significado
de un viaje por carretera a esa edad.

—¿Cuándo fue esto? —Pregunto, señalando una foto conmigo sentada en


una mesa frente a un pastel de cumpleaños, pero hay un pequeño árbol de Navidad
en el fondo. Mi cumpleaños es meses después de Navidad, y normalmente sólo
visitaba a mi padre en verano—. No recuerdo haber pasado la Navidad contigo.

—Técnicamente, no lo hiciste. Ya que sólo viniste en verano, yo convertiría


todas las vacaciones en una gran celebración.

Recuerdo vagamente que ahora que lo menciona. Tengo recuerdos


desteñidos de estar dolorosamente llena mientras abría los regalos. Pero eso fue
hace mucho tiempo, y esos recuerdos no me acompañaron a través de los años.
Tampoco las tradiciones, aparentemente.

—¿Por qué te detuviste? —Le pregunto.

—No lo sé, de verdad. Empezaste a crecer, y cada año cuando venías de


visita, parecías menos interesada en las tonterías. O tal vez sólo asumí que lo
estabas. Eras una niña tan tranquila; era difícil sacarte algo.

Culpo a mi madre por eso.

Hojeo el álbum y hago una pausa en una foto mía, sentada en el regazo de
mi padre. Los dos sonreímos a la cámara. Él tiene su brazo alrededor de mí, y yo
estoy acurrucada contra él.
Todos estos años, creí que nunca fue cariñoso conmigo. Hubo tantos años
en los que no fue cariñoso conmigo, esas son las cosas que más recuerdo.

Paso mi dedo por la foto, triste por lo que pasó entre nosotros, para cambiar
nuestra relación.

—¿Cuándo dejaste de tratarme como a tu hija?


290
Mi padre suspira, y su suspiro está lleno de muchas cosas.

—Tenía veintiún años cuando naciste. Nunca supe lo que estaba haciendo
contigo. Era más fácil fingir cuando eras pequeña, pero a medida que crecías, yo…
me sentía culpable. Esa culpa empezó a abrirse camino en nuestro tiempo juntos.
Sentí que tus visitas conmigo eran un inconveniente para ti.

Sacudo la cabeza.

—Era la única cosa que siempre esperaba.

—Ojalá lo hubiera sabido, —dice en voz baja.

Empiezo a desear haberle dicho.

Si hay algo que aprendí de Samson este verano, es que mantenerlo todo
dentro no logra nada. Sólo hace que la verdad, duela aún más al final.

—No tenía ni idea de qué clase de madre era, Beyah. Sara me dijo algunas
cosas anoche que tú le dijiste y yo sólo… —Su voz suena temblorosa, como si
estuviera trabajando para contener las lágrimas—. Hice tantas cosas mal. No tengo
excusa. Tienes todo el derecho de estar resentida porque tienes razón. Debí haber
luchado más duro, para llegar a conocerte. Debí haber luchado más duro, para
pasar más tiempo contigo.

Mi padre me quita el álbum de fotos y lo pone en la silla de al lado. Me mira


con una expresión llena de inquietud. —Siento que lo que estás haciendo -
permitiendo que el destino de este tipo dicte tu propio futuro- es mi culpa, porque
nunca te he dado un ejemplo. Pero a pesar de eso, resultaste ser la increíble
persona que eres, y eso no es por mi culpa. Es por ti. Eres una luchadora, así que
naturalmente quieres quedarte y luchar por Samson. Tal vez es porque ves mucho
de ti misma en él. Pero ¿y si no es quién crees que es, y tomas la decisión
equivocada?

—Pero ¿y si es exactamente quién creo que es?

Mi padre toma mi mano derecha y la pone entre las suyas. Se ve tan sincero,
mirándome con tan cruda honestidad.
291
—Si Samson es la persona que crees que es, ¿qué crees que querría para
ti? ¿Crees que querría que renunciaras, a todo por lo que has trabajado? —Miro
lejos de mi padre, hacia el amanecer. Tengo todos mis sentimientos en la garganta.

—Te amo, Beyah. Lo suficiente para admitir que has sido decepcionada por
demasiada gente en tu vida. Siendo yo uno de ellos. La única persona que te ha
sido completamente leal eres tú. Te estás haciendo daño, al no ponerte en primer
lugar ahora mismo.

Me inclino hacia adelante y mantengo mi cabeza en mis manos. Aprieto mis


ojos. Sé que eso es lo que quiere Samson, que me ponga por delante de él. Sólo
que no quiero que él quiera eso para mí.

Mi padre me frota la mano en la espalda, y la sensación es tan


tranquilizadora, que me inclino hacia él, envolviéndole con mis brazos. Él me
abraza, pasando una mano suave sobre mi cabeza.

—Sé que duele, —susurra—. Desearía poder quitarte ese dolor.

Sí que duele. Es jodidamente brutal. No es justo. Por fin tengo algo bueno en
mi vida y ahora me veo obligada a dejarlo atrás.

Pero tienen razón. Todos tienen razón menos yo. Necesito ponerme en
primer lugar. Es lo que siempre he hecho y me ha funcionado hasta ahora.

Pienso en la carta que Samson me escribió, y en esa última línea que quedó
atrapada en mi corazón. Ve a inundar el maldito mundo entero, Beyah.

Inhalo un trago del aire salado de la mañana, sabiendo que no conseguiré


muchos más antes de irme a Pensilvania. —¿Te encargarás de Pepper Jack
Cheese mientras no estoy?
Mi padre suspira con alivio. —Por supuesto que lo haré. —Me da un suave
beso en el cabello—. Te amo, Beyah.

Hay tanta verdad en sus palabras, y por primera vez, me permito creerle.

Este es el momento en que lo libero todo. Cada cosa de mi niñez que ha


hecho, que mi corazón esté tan pesado.
292
Libero mi ira hacia mi padre.

Incluso libero mi ira hacia mi madre.

La única cosa a la que me voy a aferrar de ahora en adelante, son las cosas
buenas.

Puede que no termine el verano con Samson a mi lado, pero lo termino con
algo que no tenía cuando llegué aquí.

Una familia.
TREINTA

Mi compañera de cuarto es una chica de Los Ángeles. Se llama Cierra con “C”.

Nos llevamos bien, pero trato de concentrarme en la escuela y el voleibol, así


293
que no he salido con ella fuera de nuestro dormitorio. Aparte de cuando ambas
estamos aquí haciendo los deberes o durmiendo, no la veo mucho. Es raro como
viví al otro lado del pasillo de Sara, durante un verano y la vi más, de lo que veo a
la persona que vive en la misma habitación conmigo ahora.

Echo de menos a Sara, aunque nos mandamos mensajes de texto todos los
días. También mi padre y yo.

Ninguno de nosotros habla de Samson. No desde esa mañana que decidí


venir a Pensilvania. Sin embargo, necesito que todo el mundo crea que he seguido
adelante, pero no estoy segura de cómo hacerlo. Pienso en él todo el tiempo. Veré
o escucharé algo y sentiré una intensa necesidad de decírselo. Pero no puedo
porque se ha asegurado, de cortar cualquier forma de comunicación que pudiera
tener con él.

Le escribí una carta y me la devolvieron. Lloré toda la tarde, pero decidí no


escribirle después de eso.

Su audiencia en la corte fue esta mañana. Basándose en todos los cargos,


se enfrenta a varios años de posible prisión. He estado esperando junto a mi
teléfono todo el día por una llamada de Kevin.

Eso es todo lo que he estado haciendo. Mirando mi teléfono. Esperando.


Finalmente me canso de ello y marco el número de Kevin. Sé que dijo que me
llamaría después de la sentencia de Samson, pero tal vez se retrasó. Miro detrás
de mí para asegurarme de que Cierra sigue en la ducha y me siento en la cama
cuando Kevin contesta.

—Estaba a punto de llamarte.

—¿Qué ha pasado?
Kevin suspira, y siento todo el peso de la sentencia de Samson en ese
suspiro.

—Buenas y malas noticias. Pudimos conseguir que los cargos por


allanamiento de morada se redujeran a traspaso de morada. Pero no cambiaron el
cargo de incendio provocado debido a las grabaciones de seguridad.

Mi brazo está fuertemente envuelto alrededor de mi estómago. 294

—¿Cuánto tiempo, Kevin?

—Seis años. Pero probablemente saldrá en cuatro.

Presiono mi mano en la frente y dejo caer la cabeza entre los hombros.

—¿Por qué tanto tiempo? Es mucho tiempo.

—Podría haber sido mucho peor. Se enfrentaba a diez años, sólo por el
incendio provocado. Si no hubiera violado ya la libertad condicional en el pasado,
probablemente le habrían dado una palmada en la muñeca. Pero este no es su
primer delito, Beyah.

—¿Pero le explicó al juez, por qué violó la libertad condicional? No tenía


dinero. ¿Cómo pueden esperar que la gente pague la libertad condicional, cuando
no tienen dinero?

—Sé que no es la noticia que querías, pero es mejor de lo que podría haber
sido.

Estoy tan disgustada. Honestamente no pensé, que sería sentenciado a tanto


tiempo.

—Los violadores tienen menos tiempo que él. ¿Qué le pasa a nuestro
sistema judicial?

—Todo. Estás en la universidad. Tal vez deberías convertirte en abogada y


hacer algo al respecto.

Tal vez lo haga. Aún no he elegido una especialización y nada me cabrea


más, que pensar en toda la gente que ha caído por las grietas.
—¿A qué prisión lo están enviando?

—Huntsville, Texas.

—¿Tiene una dirección postal para él?

Puedo oír la vacilación de Kevin por teléfono.


295
—No quiere visitas. O correo. Mi nombre es el único en su lista además del
de mi madre.

Me lo imaginaba. Samson va a ser obstinado con esto, hasta el día en que


salga. —Te llamaré cada mes hasta que quede en libertad. Pero por favor llámame
primero si hay algún cambio, o si sale antes de tiempo en libertad condicional.
Cualquier cosa. Incluso si se ha mudado a un lugar diferente.

—¿Puedo darte un consejo, Beyah?

Pongo los ojos en blanco, esperando otro sermón de alguien que no conoce
a Samson en absoluto.

—Si fueras mi hija, te diría que siguieras adelante. Te esfuerzas demasiado


con este tipo, y nadie lo conoce lo suficiente como para saber, si vale esa clase de
energía.

—¿Y si Samson fuera tu hijo? —Le pregunto—. ¿Querrías que todo el mundo
se rindiera con él?

Kevin suspira profundamente antes de decir: —Entendido. Supongo que


hablaré contigo el mes que viene.

Termina la llamada. Dejo mi teléfono en la cómoda, completamente


decepcionada. Desamparada.

—¿Tienes un novio en la cárcel?

Doy vueltas al sonido de la voz de Cierra. Mi primer instinto es mentirle,


porque eso es lo que siempre he hecho. Ocultar mi verdad a todos los que me
rodean. Aunque no creo que eso sea, lo que quiero hacer nunca más.
—No, no es mi novio. Sólo alguien que me importa.

Cierra se enfrenta al espejo y se pone una camisa en el pecho. —Bien.


Porque hay una fiesta esta noche y quiero que vengas. Habrá muchos chicos allí.
—Ella tira la camisa a un lado y sostiene otra—. Y las chicas también, si es lo que
prefieres.

Miro a Cierra mientras se mira en el espejo. Hay anticipación en sus ojos y 296
muy poco daño. Ella es quien desearía ser ahora mismo.

Alguien emocionada, por las partes divertidas de la vida universitaria y no


agobiada, por las cosas que pudo haber tenido que superar, para llegar aquí.

No me ha parecido justo divertirme, cuando Samson está entre rejas, así que
todo lo que he hecho desde que llegué al campus es estudiar y jugar al voleibol e
investigar formas de sacar a la gente de la cárcel.

Ninguna cantidad de abatimiento va a cambiar el destino de Samson. Y


aunque ha cortado la comunicación conmigo, sé exactamente por qué lo ha hecho.
Sabe que estaré demasiado concentrada y preocupada por él, si me mantengo en
contacto constante. No puedo enojarme con él por eso.

Y cuando no puedo estar enfadada con él, ¿cómo se supone que voy a
olvidarlo?

Nadie hará cambiar de opinión a Samson. Lo sé con certeza, porque si los


papeles se invirtieran, querría exactamente lo mismo que él quiere para mí.

Entiendo sus intenciones en cada parte mía. ¿Cómo reaccionaría si se


enterara de que pasé todo el tiempo en la universidad, tan deprimida y sola como
en el instituto?

Se sentiría muy decepcionado, si desperdiciara estos años.

Puedo elegir entre quedarme en un solitario camino de esperanza, que tal


vez nunca se cumpla, o puedo descubrir quién soy mientras estoy en este
escenario.

¿Qué versión de mí misma puedo ser, mientras estoy aquí?


Me paso los dedos índices por debajo de los ojos. Estoy emocionada por
muchas razones, pero sobre todo porque siento que tengo que liberarme de
Samson en este momento o él me pesará durante los próximos años de mi vida. No
quiero eso. Y él tampoco.

—Vaya, —dice Cierra, dando vueltas para mirarme—. No quise molestarte.


No tienes que ir.
297
Le sonrío. —No, quiero hacerlo. Quiero ir a una fiesta contigo. Creo que
podría ser una persona divertida.

Cierra empuja su labio inferior como si mis palabras la hubieran entristecido.


—Por supuesto que eres divertida, Beyah, toma. —Me arroja la camisa que tenía
en la mano—. Este color te quedará mejor.

Me levanto y sostengo la camisa enfrente de mí. Miro mi reflejo en el espejo.


Puedo sentir la tristeza dentro de mí, pero no la veo en mi rostro. Siempre he sido
buena ocultando lo que siento.

—¿Quieres que te maquille? —pregunta.

Asiento con la cabeza. —Sí. Me gustaría.

Cierra camina de vuelta al baño. Miro junto a la puerta del baño, la foto de la
Madre Teresa que colgué en la pared el día que llegué.

Me pregunto qué versión de sí misma podría haber sido mi madre, si no fuera


por sus adicciones. Ojalá hubiera podido conocer esa versión.

Por su bien, esa es la versión de ella que voy a elegir perderme. La persona
que nunca tuvo la oportunidad de ser.

Beso mis dedos y luego los presiono contra la imagen, mientras paso por ella
y en el baño, Cierra está clasificando su maquillaje. Me prometí a mí misma cuando
la conocí que no la pre juzgaría, etiquetándola como una chica de vestuario como
casi lo hice con Sara. No importa quién era Cierra en el instituto, o quién era yo,
todos estamos hechos de algo más que nuestros comportamientos pasados,
buenos o malos.
Ya no quiero ser la versión de mí misma, que juzgaba a la gente antes de
aceptarla. Estaba proyectando todos los comportamientos que me molestaban.

Cierra mira mi reflejo en el espejo y sonríe, como si estuviera tan emocionada


como Sara de darme un toque de glamour.

Yo le devuelvo la sonrisa y finjo estar emocionada también.


298
Si tengo que fingir mi camino a través de todo este año, es lo que voy a hacer.
Voy a sonreír tanto que mi falsa sonrisa se convertirá en real.
TREINTA Y UNO

Otoño de 2019

Este día tiene los ingredientes para ser un día perfecto. Es octubre y el sol ha salido,
299
pero hace tanto frío que he estado sentada en el capó de mi auto las últimas dos
horas y ni siquiera he sudado.

Pero a pesar del potencial del día, las cosas podrían terminar en una severa
decepción. No tengo ni idea.

¿Cómo reaccionará Samson cuando salga por esas puertas?

¿Quién será él?

¿En quién se ha convertido?

Hay un dicho de Maya Angelou que me recuerda nuestra situación.

Cuando alguien te muestra quién es, créele la primera vez.

Me he aferrado tanto a ese dicho, que se siente grabado en mis huesos.


Siempre vuelvo a él cuando empiezo a tener dudas, porque quiero creer que el
verano que pasé con Samson, fue el verdadero Samson. Quiero creer que él espera
que yo lo espere tanto, como espero que me quiera aquí.

Pero, aunque no lo esté, creo que ha pasado suficiente tiempo para que el
hueso de mi corazón se haya curado. Todavía hay una grieta en él. A veces siento
que me duele. Sobre todo, cuando es tarde en la noche y no puedo dormir.

Han pasado más de cuatro años, desde la última vez que lo vi, y mis
pensamientos sobre él siguen separados por tramos de pensamientos que no
involucran a Samson. Pero no sé si es porque estoy tratando de protegerme, de lo
que potencialmente podría pasar hoy o si es porque Samson realmente fue sólo una
aventura de verano, en una vida llena de otras estaciones.
Ese es el peor resultado que puedo imaginar, que todos los momentos que
compartimos y que dejaron un impacto tan duradero en mí, no hayan sido profundos
para él en absoluto.

He pensado en ahorrarme la potencial vergüenza. Podría verme aquí afuera


esperándolo y apenas recordarme. O peor aún, podría sentir lástima por la chica
que aguantó después de todo este tiempo.
300
Por cualquiera de esas opciones vale la pena arriesgarse, porque la idea de
que salga por esas puertas hacia nadie, suena como el resultado más triste de
todos.

Prefiero estar aquí y que él no me quiera aquí, que no estar aquí cuando él
espera que lo esté.

Kevin llamó la semana pasada y dijo que Samson fue aprobado, para salir
antes de tiempo.

Sabía que eso es lo que me iba a decir, antes de que yo contestara su


llamada porque Kevin nunca me llama. Soy yo quien lo llama, para comprobar si
hay novedades. Lo llamo tanto, que probablemente soy más molesta para él, que
un vendedor telefónico.

Estoy sentada con las piernas cruzadas en el capó, comiendo una manzana
que acabo de sacar de mi bolsa. Llevo aquí cuatro horas.

Hay un hombre en el auto a mi lado que también está esperando que alguien
sea liberado. Sale para estirar las piernas y luego se apoya en el auto.

—¿Por quién estás aquí? —pregunta.

No sé cómo responder a eso, así que me encogí de hombros.

—Un viejo amigo que puede que ni siquiera me quiera aquí.

Patea una roca. —Estoy aquí por mi hermano. Es la tercera vez que lo recojo.
Espero que esta sea su última vez.

—Con suerte, —digo. Pero lo dudo. He aprendido lo suficiente sobre el


sistema penitenciario, durante mi tiempo en la universidad, por lo que tengo muy
poca fe en la capacidad del sistema, para rehabilitar adecuadamente a los
delincuentes.

Es por eso que estoy en la escuela de leyes ahora. Estoy convencida de que
Samson no estaría en la posición en la que está, si hubiera tenido mejor acceso a
los recursos, cuando fue liberado la primera vez. Incluso si no termino con Samson
al final de esto, he terminado con una nueva pasión por ello.
301
—¿A qué hora suelen abrir las puertas? —Le pregunto al hombre.

El tipo mira su reloj. —Me imaginé que sería antes del almuerzo. Hoy se
están retrasando.

Meto la mano en mi bolsa, que está en el capó a mi lado. —¿Tienes hambre?


Tengo patatas fritas.

Levanta las manos, así que se las tiro. —Gracias, —dice, abriendo la bolsa.
Se mete una en la boca—. Buena suerte con tu amigo.

Yo sonrío. —Buena suerte a tu hermano.

Doy otro mordisco a mi manzana y me apoyo en el parabrisas. Levanto mi


brazo y paso mis dedos sobre mi tatuaje del molinete.

Odié este tatuaje después de que Samson fue arrestado. Se suponía que me
traería buena suerte, pero en vez de eso sentí que mi mundo se volvió peor, que
antes de mudarme a Texas. Me tomó al menos un año para apreciar completamente
este tatuaje.

Aparte de todo lo que pasó con el arresto de Samson, todos los demás
aspectos de mi vida mejoraron, después de hacerme este tatuaje. Me acerqué más
a mi padre y a su nueva familia. Sara no es sólo mi hermana ahora, sino mi mejor
amiga en el mundo.

Me aceptaron en la escuela de leyes. Nunca hubiera pensado cuando tomé


un balón de voleibol por primera vez de niña, que me llevaría a ser abogada. A mí.
La chica solitaria, que una vez tuvo que hacer cosas impensables para alimentarse,
va a ser una maldita abogada.
Creo que tal vez este tatuaje, realmente cambió mi suerte al final. No de la
manera que esperaba en ese momento, pero ahora que estoy en este punto de mi
vida, puedo ver todas las cosas buenas que vinieron de ese verano. Samson es una
de esas cosas buenas, no importa quién sea hoy. Estoy en un punto de mi vida en
el que el resultado de mi futuro, no estará determinado por el resultado de ninguna
relación potencial.

¿Quiero que sea quien siempre he creído que es? Por supuesto. 302

¿Me desmoronaré si no lo es? No, en absoluto.

Todavía estoy hecha de acero. Ven a mí, mundo. No puedes dañar el


impermeable.

—La puerta se está abriendo, —dice el hombre del auto de al lado.

Inmediatamente me siento y dejo caer mi manzana en mi bolsa a mi lado.

Presiono la palma de mi mano contra mi pecho y exhalo cuando alguien


comienza a salir del edificio. No es Samson.

Me deslizaría del auto y me pondría de pie, pero tengo miedo de que mis
piernas sean demasiado débiles para sostenerme. Estoy a unos veinte pies de la
entrada, pero hay una posibilidad de que no me vea, si no espera que alguien lo
espere.

El hombre que acaba de salir parece tener unos cincuenta años. Escudriña
el aparcamiento hasta que encuentra el auto junto al mío. Asiente con la cabeza y
su hermano ni siquiera sale del auto. El hombre se acerca y se sube al asiento del
pasajero y despegan como si fuera un aeropuerto y estos viajes fueran normales.

Todavía estoy sentada con las piernas cruzadas en el capó, cuando


finalmente lo veo.

Samson sale del edificio y se protege los ojos de la luz del sol mientras mira
por la acera hacia el autobús.

Mi corazón late muy rápido. Mucho más rápido de lo que pensaba. Es como
si todos los sentimientos que tuve como una chica de 19 años se despertaran al
mismo tiempo.
Se ve casi igual. Ahora es más hombre que niño, y su cabello es un poco
más oscuro, pero aparte de eso, se ve exactamente como se ve en mis recuerdos.
Se aparta el cabello de la cara y empieza a caminar hacia el aparcamiento del
autobús sin mirar el estacionamiento.

No sé si debería llamarlo por su nombre o acercarme a él. Se aleja de mí,


hacia el estacionamiento del autobús. Presiono mis palmas contra el capó,
preparado para deslizarse, cuando deja de caminar. 303

Se queda quieto un momento de espaldas a mí, mientras contengo la


respiración con anticipación. Es como si quisiera mirar, pero tiene miedo de no
encontrar a nadie.

Finalmente, comienza a darse la vuelta, como si pudiera sentir mi presencia.


Sus ojos se conectan con los míos, y me mira fijamente durante tanto tiempo. Es
tan ilegible ahora como lo era entonces, pero no tengo que saber lo que piensa,
para sentir las emociones que se liberan entre nosotros.

Lleva sus manos a la nuca y gira como si no pudiera mirarme ni un segundo


más. Veo el giro de sus hombros mientras exhala lentamente.

Me mira de nuevo, esta vez con una expresión muy conmovedora.

—¿Fuiste a la universidad, Beyah? —Lo grita en el estacionamiento, como


si fuera la pregunta más importante del mundo. Más importante que cualquier otro
pensamiento que pueda pasar por su cabeza.

Tan pronto como me lo pregunta, una lágrima solitaria y gorda rueda por mi
mejilla. Asiento con la cabeza.

Cuando lo hago, es como si toda la tensión de su alma, se liberara en ese


momento.

Sigo sentada en el capó de mi auto, pero incluso desde aquí puedo ver el
ceño fruncido de su frente. Quiero acercarme a él, suavizarlo y decirle que por fin
está bien.

Se queda mirando el hormigón, como si no supiera qué hacer. Pero luego se


da cuenta, porque empieza a caminar hacia mí con urgencia. Corre los últimos tres
metros, y yo jadeo cuando se encuentra con el auto, porque no se detiene allí. Se
arrastra sobre el capó e inmediatamente sobre mí, hasta que me veo obligada a
apoyarme en el parabrisas. Entonces su boca está sobre la mía y se disculpa
conmigo con una fiereza silenciosa que siento hasta la médula.

Le rodeo el cuello con los brazos y es como si un segundo no hubiera pasado.


Nos besamos en el capó de mi auto durante varios segundos, hasta que Samson
parece no poder soportarlo más. Se aparta y salta del auto, luego me agarra por la 304
cintura y me lleva al borde, bajando los pies al pavimento.

Me rodea con sus brazos y me abraza más fuerte que el primer abrazo que
me dio.

Los siguientes minutos son una combinación de lágrimas (la mayoría mías)
y besos y miradas incrédulas. Tenía muchas preguntas al respecto, pero ahora no
puedo pensar en ninguna.

Cuando dejamos de besarnos el tiempo suficiente para que hable, dice.

—Probablemente debería haber preguntado si estabas viendo a alguien


antes de hacerlo.

Sonrío con una fuerte sacudida de mi cabeza. —Estoy muy soltera.

Me besa de nuevo, lentamente, y luego me mira fijamente a la boca como si


fuera lo que más ha echado de menos. —Lo siento.

—Te perdono.

Y realmente es tan simple como eso.

Sus cejas se separan con alivio. Me empuja fuertemente contra él y lanza un


pesado suspiro en mi cabello. —No puedo creer que estés realmente aquí. —Me
levanta y me da vueltas una vez antes de ponerme de pie de nuevo. Descansa
nuestras frentes juntas y sonríe—. ¿Y ahora qué?

Me río. —No tengo ni idea. El resto de mi día dependía del resultado de este
momento.
—También el mío. —Me agarra las manos y se las lleva a la boca,
besándome los nudillos. Luego me pone los puños contra su pecho y dice—.
Necesito ver a Darya.

Sus palabras me recuerdan una línea, de uno de los poemas de su padre.


Las he leído tantas veces que las tengo memorizadas, que las digo en voz alta. —
Porque cuando un hombre dice que me voy a casa, debería dirigirse al mar.
305
Empiezo a alejarme de él para poder abrir la puerta de mi auto, pero Samson
me agarra de la mano y me tira hacia atrás.

—Mi padre escribió eso. ¿Tienes mi mochila?

No es hasta este momento que me doy cuenta, de que Samson


probablemente asumió que su mochila había desaparecido para siempre. —Sí. La
tomé la noche que te arrestaron.

—¿Guardaste los poemas de mi padre para mí?

Asiento con la cabeza.

—Por supuesto que lo hice.

Hay una mirada de dolor en sus ojos, como si tratara de contener las
lágrimas.

Luego cierra la distancia entre nosotros y desliza sus dedos en mi cabello,


acunando mi cabeza en sus manos.

—Gracias por creer en mí, Beyah.

—Tú creíste en mí primero, Samson. Es lo menos que podía hacer.


TREINTA Y DOS

Cuando finalmente llegamos a la playa, ni siquiera se detuvo para apreciarla, Salió


del auto, se quitó la camisa y caminó directamente hacia ella. Estuve sentada en la
arena viéndole nadar durante un rato. Él es el único que está en el agua ahora 306
mismo y yo soy la única en la playa. Está vacía porque es octubre y Samson está
loco por estar en el agua cuando hace tanto frío.

Pero lo entiendo. Lo necesita. Años de terapia, enrollados en un baño.

Eventualmente regresa a mí, cayendo a la arena a mi lado. Está empapado


y respirando con dificultad, pero parece contento. Dijo muy poco en el viaje hasta
aquí, pero tampoco le he pedido mucho. Ha sido privado de todo lo que amaba
durante tanto tiempo, quiero darle tiempo para que se empape de todo, antes de
bombardearlo con preguntas sobre los últimos años.

Él mira detrás de nosotros.

—¿Nadie vive en la casa de Marjorie?

—No.

Pregunta porque es obvio que la casa no ha sido cuidada, desde que está
vacía. Faltan tejas en el techo. La hierba creció alrededor de los cimientos.

Marjorie falleció en marzo, así que Kevin probablemente la pondrá a la venta


pronto. Odié que Samson no pudiera asistir a su funeral. Sé que ella significaba
mucho para él. Incluso lo visitó unas cuantas veces antes de morir.

Samson se reposiciona para que esté en la arena, con su cabeza en mi


regazo. Me mira fijamente con una mirada pacífica. Arrastro mis dedos por su
cabello mojado y le sonrío.

—¿Dónde está Chesse Pepper Jack? —pregunta.

Asiento con la cabeza en nuestra casa. —Ahora es un perro de interior. Él y


papá se han unido.
—¿Qué hay de ti y tu padre?

Sonrío. —Nosotros también nos unimos. Ha sido genial.

Samson lleva mi mano a su boca y la besa. Luego la toma con ambas manos
y presiona mi palma contra su pecho, sosteniendo mi mano allí.

Todo volvió a su sitio con él, casi tan pronto como le vi hoy. Es como si un 307
solo minuto no hubiera pasado. No tengo ni idea de lo que me depara el mañana,
pero todo lo que necesito está atado en este momento.

—Te ves diferente, —dice—. Mejor. Más feliz.

—Lo soy. —Puedo sentir su corazón latiendo contra mi palma—. No voy a


mentir, estaba tan enojada contigo al principio, pero tenías razón. Fue lo mejor.
Nunca me hubiera ido de otra manera.

—Fue horrible, —dice con una sonrisa contradictoria—. Una completa


tortura. No puedo decirte cuántas veces casi cedí y le pedí a Kevin tu dirección.

Me río. —Me alegra saber que pensaste en mí.

—Cada minuto, —dice con confianza. Levanta una mano y me toca la mejilla.
Me inclino hacia su palma—. ¿Puedo hacerte una pregunta personal?

Asiento con la cabeza.

—¿Saliste con otros chicos?

Parpadeo dos veces. Esperaba que me preguntara eso, pero tal vez no tan
pronto.

Se levanta sobre su brazo, hasta que esta cara a cara conmigo. Me rodea y
me pone una mano reconfortante en la nuca. —Sólo pregunto porque espero que
su respuesta sea afirmativa.

—¿Esperabas que saliera con otras personas?


Se encoge de hombros. —No digo que no estaría celoso. Sólo espero que te
hayas divertido en la universidad y que no hayas tratado tu dormitorio como una
celda.

—Salí con alguien, —digo—. Incluso tuve un novio durante un tiempo en el


tercer año.

—¿Era agradable? 308

Asiento con la cabeza. —Era. Pero él no era tú. —Me inclino hacia adelante
y lo beso brevemente.

—Hice amigos. Salí. Obtuve buenas notas. Y hasta me encantó mi equipo de


voleibol. Éramos bastante buenas.

Samson sonríe y luego retoma su posición poniendo su cabeza sobre mis


muslos. —Bien. No me arrepiento de mi decisión, entonces.

—Bien.

—¿Cómo está Sara? ¿Ella y Marcos siguen juntos?

—Sí, se casaron el año pasado. Ella está embarazada de cuatro meses.

—Bien por ellos. Esperaba que eso funcionara. ¿Qué hay de su línea de
ropa? ¿Alguna vez despegó?

Señalo una casa en la playa. Samson se levanta sobre sus codos para poder
ver hacia donde estoy apuntando. —Esa es su casa. Acaban de terminar de
construirla hace seis meses.

—¿Ese amarillo?

—Sip.

—Maldición.

—Sí, la línea de ropa va bien. Tiene muchos seguidores en TikTok, así que
eso le dio un gran impulso a su negocio.

Samson sacude la cabeza. —¿TikTok?


Me río. —Te lo mostraré más tarde cuando tengas un nuevo teléfono.

—Oh, cómo han cambiado las cosas, —dice Samson. Se mueve hasta que
está sentado a mi lado otra vez. Se limpia la arena de sí mismo—. ¿Podemos ir a
verlos?

—¿Sara y Marcos? ¿Ahora mismo?


309
—No en este momento, —dice—. Quiero más tiempo para ponerme al día
contigo. También me gustaría ver a tu padre. Le debo una disculpa o diez.

—Sí, eso no va a ser fácil.

—Lo sé. Pero soy persistente. —Samson me rodea con un brazo y me lleva
hacia él. Me besa en la cabeza.

—¿Cómo se supone que debo llamarte? ¿Shawn o Samson?

—Samson, —dice inmediatamente—. Nunca me he sentido más yo mismo


que cuando estuve contigo ese verano. Eso es exactamente lo que quiero ser. Para
siempre.

Envuelvo mis brazos alrededor de mis rodillas y entierro mi boca en mi codo


para ocultar mi sonrisa.

—¿Dónde vives ahora?, me pregunta.

Asiento con la cabeza en la casa de la playa de mi padre. —Me quedaré con


mi padre y Alana esta semana, pero tengo un apartamento en Houston. Estoy en la
escuela de leyes.

—No puede ser.

Me río, acabo de empezar mi primer semestre en agosto.

Samson sacude la cabeza con una mezcla de orgullo e incredulidad en su


cara.

—No sabía que eso era lo que querías hacer.


—Yo tampoco lo sabía hasta que te arrestaron. Kevin ha sido de gran ayuda.
En realidad, estoy a punto de empezar unas prácticas en su oficina.

Samson sonríe suavemente. —Estoy orgulloso de ti.

—Gracias.

—Tomé algunas clases universitarias en la cárcel, —dice—. Voy a tratar de 310


entrar a la escuela en algún lugar, si alguna me acepta.

Sus ojos se desvían después de decir eso, como si estuviera preocupado por
todos los desafíos que está a punto de enfrentar.

—¿Cómo era la prisión?

Suspira. —una auténtica y verdadera mierda. Le doy uno de diez. No lo


recomiendo.

Me río. —¿Cuál es el siguiente paso? ¿Dónde te vas a quedar?

Samson se encoge de hombros. —Kevin tiene toda esa información. Dice


que me ha preparado algo temporal. Se suponía que debía llamarlo tan pronto como
me liberaran, en realidad.

Mi boca se abre. —¡Samson! Han pasado cuatro horas. ¿No lo has llamado?

—No tengo teléfono. Iba a preguntar si podía usar el suyo, pero me he


desviado un poco.

Pongo los ojos en blanco y saco el móvil. —Si violas la libertad condicional
por algo tan estúpido, yo misma te llevaré a la cárcel.

Samson se quita la arena de las manos y toma el teléfono después de que


marqué el número de Kevin. Kevin responde después del segundo timbre.

—No he sabido nada de él todavía, —dice Kevin, asumiendo que soy yo


quien llama—. Te prometí que te llamaría tan pronto como lo hiciera.

Samson me sonríe mientras habla por mi teléfono. —Soy yo, Kevin. Estoy
fuera.
Hay una pausa en el final de Kevin antes de que diga: —Este es el número
de Beyah.

—¿Estás con ella?

—Sip.

—¿Dónde están? 311

—Estamos en la playa.

—¿Puede Beyah oírme? —Kevin pregunta.

—Sí, —digo, inclinándose hacia el teléfono.

—Supongo que tenías razón sobre él.

—Claro que sí, —digo con una sonrisa.

—Te dije que serás una maldita gran abogada con ese tipo de compromiso,
—dice Kevin—. Escucha, Samson. ¿Estás escuchando?

—Sip.

—Te enviaré por correo electrónico la información para su oficial de libertad


condicional hoy. Tienes siete días para comprobarlo con él. Encontrarás tu llave
debajo de la roca a la derecha del cubo de basura.

Samson me mira y levanta la frente. —¿Qué llave?

—La llave de la casa de mi madre.

Samson mira por encima del hombro a la casa de Marjorie. —No sé qué
quieres decir.

—Sí, lo sé. Mi madre me hizo prometer que no te lo diría, hasta después de


que te liberaran, por lo que te ordené que me llamaras en cuanto salieras. Sigues
las instrucciones terriblemente. La escritura está en mi oficina, puedo llevarla en
algún momento de esta semana. Intenté hacer lo que pude con la casa, pero la vida
ha estado ocupada. Necesita mucho trabajo.
La mirada de incredulidad en la cara de Samson, es algo que me gustaría
poder fotografiar. Estoy segura de que la misma mirada está salpicada en mi propio
rostro.

—¿Esto es una broma? — le pregunta Samson

—No. Cometiste algunos errores estúpidos, pero también hiciste mucho bien
a mucha gente de esa comunidad. Siendo mi madre una de ellas. Pensó que 312
merecías poder llamar a ese lugar tu hogar, porque sabía lo mucho que te gustaba.

Samson suelta un aliento tembloroso y luego deja caer el teléfono en la


arena.

Se levanta del suelo y se aleja de su conversación con Kevin. Hace una


pausa cerca del agua y se agarra la nuca.

Levanto el teléfono y le limpio la arena. —¿Podemos llamarte más tarde,


Kevin?

—¿Está todo bien?

Veo a Samson mientras lucha por absorber, todo lo que Kevin le acaba de
decir.

—Sí. Creo que sólo necesita un tiempo para procesar esto.

Después de terminar la llamada, me acerco a Samson. Me paro frente a él y


levanto mis manos, limpiando las lágrimas de sus mejillas, como él ha hecho tantas
veces por mí.

Él sacude la cabeza. —No merezco esa casa, Beyah.

Tomo su cara en mis manos e inclino la cara, hasta que su enfoque está en
el mío. —Ya has sido suficientemente castigado. Acepta todas las cosas buenas
que la vida te está lanzando hoy.

Respira hondo y me atrae con fuerza. No le dejo abrazarme mucho tiempo,


porque estoy demasiado emocionada para encontrar esa llave. Le tomo la mano y
le aparto de la playa.
–Vamos, quiero ver tu casa.

Encontramos la llave exactamente donde Kevin dijo que estaría. Cuando


Samson va a insertarla en la cerradura de la puerta, sus manos tiemblan. Tiene que
detenerse un momento y presionar con las palmas de las manos en el marco de la
puerta. —Esto no puede ser real, —susurra.

Está oscuro cuando entramos, pero puedo ver la capa de polvo en el suelo 313
antes de que encienda una luz. Hay un olor a humedad y salitre en el lugar.

Pero conociendo a Samson, esas son cosas que habrá arreglado para
mañana.

Él toca todo cuando caminamos por la casa. Los armarios, las paredes, los
pomos de las puertas, todos los muebles de Marjorie que aún están aquí. Entra en
cada habitación y suspira en todas ellas, como si no pudiera creer que esta es su
vida.

Yo tampoco puedo creerlo.

Samson finalmente abre la puerta del hueco de la escalera, que lleva al


acceso del tejado. Lo sigo por las escaleras y hasta el tejado donde toma asiento.

Abre sus piernas y acaricia el área de espacio entre ellas, queriendo que me
siente con él.

Me bajo al techo y luego me recuesto en el hombro de Samson.

Me rodea con sus brazos, y por muy hermosa que sea la vista desde aquí,
cierro los ojos porque he echado mucho de menos, los sentimientos que siento por
él. Más de lo que pensaba.

He pasado tanto tiempo intentando no sentirlos, que empezaba a


preocuparme de que ya no sentía nada. Pero los sentimientos nunca se fueron.
Nunca se fueron. Sólo obligué a todo a dormir para que no me doliera tanto.

De vez en cuando, Samson sacude la cabeza con total incredulidad. Lo


conozco como una persona tranquila desde que lo conocí, pero nunca ha estado
tan callado a mi alrededor. Me encanta su reacción. Me encanta ser testigo del
cambio de su vida para mejor ante mis ojos.
Míranos. Dos chicos solitarios que se deslizaron por todas las grietas, pero
que luego volvieron a subir a la cima del mundo.

Samson me toca el rostro, instándome a inclinar la cabeza hacia atrás para


que pueda verlo. Me mira como yo le vi mirarme tantas veces ese verano, como si
yo fuera lo más interesante de esta península.

Me besa, luego baja la cabeza y presiona sus labios contra mi hombro. 314

Apoya su boca contra mi piel por un rato, como si estuviera compensando


todos los años que no pudo besarme allí.

—Te amo.

Esas tres palabras son un simple susurro contra mi piel, pero proporcionan
suficiente presión para que sienta que el hueso de mi corazón se cura
completamente.

Inclino mi cabeza hacia atrás contra su hombro y miro el agua.

—Yo también te amo, Samson.

FIN
Agradecimientos
Gracias a mi hermana pequeña, Murphy Rae, por diseñar la portada de este libro
hace años. Lo miré todo el tiempo, esperando la oportunidad de escribir la historia
que adornaría el interior de esta portada. ¡Eres tan buena en lo que haces y te amo!
No podría estar más agradecida a mis primeros lectores. Vannoy Fite, Erica 315
Russikoff, Gloria Green, Tasara Vega, Karen Lawson, Maria Blalock, Talon Smith,
Ashleigh Taylor, Susan Rossman, Kellie Garcia, Stephanie Cohen, Erica Ramirez,
Lauren Levine, Katie Pickett Del Re, Racena McConnell, Gloria Landavazo, Mandee
Migliaccio y Jenn Benando.
Este libro pasó por una serie de editores, todos en diferentes etapas. Si encuentra
errores en este libro, no es culpa de nadie más que mía. Seguí escribiendo, mucho
después de que terminaron de editar.
Un enorme agradecimiento a Murphy Rae, Lindsey Faber, Ellie McLove y Virginia
Tesi Carey por poner este libro en forma. Y gracias a Alyssa García por el
maravilloso formato. Gracias a Social Butterfly y Jenn Watson por querer siempre lo
mejor para sus autores y los libros que representa.
Para Ariele Stewart y Kristin Dwyer, ustedes dos son increíbles y tengo mucha
suerte de tenerte en mi esquina, incluso cuando no es necesario que estén allí.
Gracias a todos en Dystel, Goderich y Bourret por su apoyo infinito, su aliento y su
arduo trabajo en general en cada uno de mis libros. Gracias a Montlake Publishing
por darme la libertad de disfrutar de ser un autor independiente y formar parte de su
lista de autores publicados. No hay nada mejor que tener un equipo de personas a
mi alrededor, animándome a escribir lo que me apetezca escribir.
Un enorme agradecimiento a los lectores por apoyar mi carrera, mi pasatiempo, mi
sueño. Hay muchas personas en mi vida sin las que no sé qué haría.
Tantos contribuyentes y voluntarios a, nuestras organizaciones benéficas,
numerosas personas que ayudan con mis grupos de Facebook, todos los bloggers
que apoyan mis libros, todos los unicornios que se presentan para ayudar con Book
Bonanaza, todos los CoHorts que me hacen sonreír a diario. Si nombrara a todos
por su nombre, estos reconocimientos serían más largos que el libro, porque hay
miles de ustedes que están impactando mi vida de manera tan positiva. Les
agradezco a TODOS. Quiero agradecer a todas las personas que contribuyen tanto
de su tiempo, no solo a CoHorts, sino también a nuestras organizaciones benéficas,
Book Bonanza y The Bookworm Box. Susan Rossman, Stephanie Spillane, Sandy
Knott, Shawna Crawford, Amy Edwards, Michele McDaniel, Nadine Vandergriff,
Gaylynn Fisher, Pamela Carrion, Chelle Lagoski Northcutt, Laurie Darter, Kristin
Phillips, Stephanie Cohen, Erica Ramirez, Vannoy Fite, Lin Reynolds y Murphy Rae.
¡Qué poderoso equipo de mujeres sons!
Y a los hombres en mi vida que son la razón por la por la que crecí con cuatro
huesos del corazón, Heath, Levi, Cale y Beckham. Los amo, los amo, los amo, los
amo. 316
317
SOBRE LA AUTORA

Colleen Hoover es una escritora americana de novelas


dentro del género Young Adult y New Adult.

Nació el 11 de diciembre en Texas. Estudió la carrera


de Trabajo Social, ámbito en el que trabajó antes de
convertirse en escritora. Colleen ya escribía pequeñas
historias desde niña, pero fue hasta en 2012 cuando
autopublica en Amazon su primer libro SLAMMED. Fue
tal éxito que una editorial compró los derechos de la
novela y la publicó en papel.
Este libro llega a ti gracias a:

THE COURT OF DREAMS 318

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