Neoliberalismo, Postmodernidad y Globalización - Gregorio Iriarte O.M.I.
Neoliberalismo, Postmodernidad y Globalización - Gregorio Iriarte O.M.I.
Neoliberalismo, Postmodernidad y Globalización - Gregorio Iriarte O.M.I.
Gran observador y asiduo lector, cumple su misión profética desde la lectura creyente de la
realidad, a la que hay que transformar siendo sal y fermento de la sociedad.
Son numerosos sus artículos sobre diversos temas en periódicos y revistas, tanto nacionales
como internacionales. Fundador de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos en
Bolivia (1976), Vicepresidente de la CLAR (1986-1989) y Provincial de los Misioneros Oblatos
(1982- 1988).
PRESENTACIÓN
Post-modernidad, Neoliberalismo, globalización... tres palabras de moda que quieren expresar, en forma por
demás gráfica y sistemática, el gran proceso de mutación que está viviendo nuestro mundo.
La mayoría de los analistas sociales están de acuerdo en afirmar que, no solo se están operando cambios rápidos,
desconcertantes y profundos en nuestra época; en realidad, vivimos ya un cambio de época.
Los cambios que se están dando no son periférico, o meramente coyunturales. Son, además de rápidos y
desconcertantes, globales y profundos.
Preocupados, de un modo quizás obsesivo, por la brevedad, la claridad y por la inquietud pedagógica, hemos
optado por sacrificar, en gran parte, la profundidad de esta inquietante temática ante la necesidad de popularizarla.
Estamos seguros que sólo un conocimiento siquiera sea superficial, de los contenidos de esos tres contenidos y
el desarrollo de la capacidad crítica frente a ellos, será la mejor manera de crear una "cultura de la resistencia"
ante sus efectos más negativos.
1. POST-MODERNIDAD
La palabra "post-modernidad" indica en su misma terminología una referencia expresa a la modernidad. Viene a
decirnos que estamos ya viviendo en una sociedad que ha ido superando las situaciones y los esquemas en los
cuales se desenvolvía la vida de nuestro mundo hace unos quince o veinte años atrás.
CARACTERÍSTICAS DE LA MODERNIDAD
La modernidad fue gestándose durante los últimos cuatro siglos, a partir del Renacimiento, para lograr su
pleno afianzamiento en los siglos XIX y XX, hasta, prácticamente, nuestros días.
La modernidad nace con una confianza absoluta en la razón y en la libertad individual de las personas.
Cree ingenuamente en la democracia, como expresión de la verdadera igualdad social.
Rompe la excesiva jerarquización basada en la tradición o en títulos de sangre.
Es anti-colonialista. Busca la autodeterminación de los pueblos.
Predomina en ella la mentalidad científico-técnica y una fe ciega en el progreso concibiéndolo como
ilimitado e irreversible.
Desarrolla el culto al trabajo, en el que predomina la eficacia de la máquina.
La aspiración generalizada a la igualdad y a la libertad crece por doquier, teñidas de un excesivo
optimismo.
Los partidos políticos, el sindicalismo, la universidad... gozan de reconocido prestigio.
Los partidos llamados de derecha se van adecuando lentamente a la nueva situación.
Los de izquierda, viven la utopía de una sociedad nueva e igualitaria, no ya como un gran ideal por el que
hay que luchar, sino como algo que está al alcance de la mano y que se va a dar en forma inevitable y
automática, sin que haya fuerza alguna que lo pueda detener.
El Estado asume un rol decisivo y transformador en la sociedad. Sin embargo, genera un excesivo
centralismo.
El extremo racionalismo que predomina en la modernidad lleva a la clase dirigente hacia la increencia o
el agnosticismo. La fe ciega en el progreso científico y el culto a la razón, relegan la religión a un simple
vestigio anticientífico del oscurantismo de los siglos pasados.
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Hay quienes prefieren definir esta gran mutación planetaria que estamos ya viviendo como mera crisis de la
modernidad, en vez de catalogarla como nueva era, sociedad post-moderna o post-industrial... Esto quiere decir
que no está claro si los "nuevos tiempos" que vivimos se deben a un resquebrajamiento del paradigma de la
modernidad o al nacimiento de nuevas formas de pensar y de ser, o a ambas cosas a la vez.
Lo cierto es que en el umbral del nuevo milenio vivimos en una situación de cambios profundos. Estas grandes
mutaciones las podemos observar en todas las áreas de esta civilización planetaria.
Nos encontramos frente a un proceso de mundialización que se está dando, por la vía del neoliberalismo, de la
política, de la estrategia militar, de la tecnología, de la informática, de la ingeniería genética, de las
comunicaciones, de la religiosidad... etc.
¿Caminamos hacia la irrupción de una nueva conciencia planetaria ...?
Estos hechos desafían profundamente el Mensaje de Jesús y nuestro proyecto de vida que busca hacer vida en
nosotros y en nuestro mundo, los valores de ese Mensaje.
Tenemos la impresión que nuestro mundo se encamina hacia el triunfo del individualismo y del hedonismo y hacia
la construcción de una sociedad que se basa en esos presupuestos y no en los valores de la fraternidad, la
solidaridad, la justicia...
¿Son para nosotros simples signos de muerte o son signos de los tiempos, que deben ser analizados, discernidos
y confrontados críticamente...? (Agenor Brighenti, policopiado).
Como dice Eduardo Galeano con la precisión y la fuerza que le caracterizan: "en el mundo sin alma que se nos
obliga a aceptar como único mundo posible, no hay pueblos, sino mercados, no hay ciudadanos, sino empresas;
no hay ciudades, sino aglomeraciones; no hay relaciones humanas, sino competencias mercantiles ...".
Vemos que la cultura neoliberal, cargada de individualismo y de consumismo, avanza por doquier.
RETOS Y ALTERNATIVAS
Frente a la complejidad del fenómeno globalizador no podemos caer en actitudes simplemente condenatorias,
invalidadas ya de antemano por su inoperancia y carencia en la capacidad de discernimiento.
Es evidente que la nueva sociedad con la cual soñamos va a estructurarse en dimensiones mundiales. El
provincianismo y el aislamiento, ya sea nacional, regional o grupal, están condenados al fracaso. La conciencia
de universalidad avanza, en aras de la economía y de los grandes avances técnicos, en forma rápida e
incontenible. Ha sucumbido la internacional de los pobres, del proletariado, y en su lugar ha surgido la internacional
de los poderosos, el imperialismo del dinero.
Los medios de comunicación, poderosos y omnipresentes, en un mundo sin fronteras nos ofrecen la oportunidad
de redes de comunicación popular alternativas y un verdadero pluralismo de mensajes ante los intentos
masificadores del modelo.
Los medios de comunicación social son el vehículo más rápido y eficaz en orden a la masificación cultural. A través
de los "medios" circula el proyecto unificador de la cultura. Hay que apropiarse de su universalismo y hacer que
por ellos circule el proyecto humanizante de la solidaridad. Vemos cómo los medios, si bien tantas veces, inducen
a la alienación a nuestros jóvenes, se constituyen también en el arma más eficaz en contra de la corrupción y de
la impunidad a través de la denuncia.
No se debe permitir el monopolio del conocimiento y de la información. Tiene que haber un gran intercambio de
experiencias, de investigación, de proyectos, y de datos.
La corrupción nos amenaza por todos los lados y está tomando dimensiones mundiales. Uno de los problemas
más graves del capitalismo neoliberal es su afán de separar la ética de la economía y de la política. El guiarse
únicamente por normas técnicas de eficiencia conduce, inevitablemente, hacia una sociedad deshumanizada.
La economía sin ética desemboca en una economía salvaje, afirma Juan Pablo II. En efecto, podemos ver cómo
aumentan los sobornos, los robos, el tráfico de influencias, la corrupción administrativa, el chantaje, la
drogadicción...
Pero, frente al debilitamiento del poder del Estado, está emergiendo el poder de la sociedad civil. Ese poder se
está desarrollando, y se debe desarrollar mucho más, en instancias mundiales.
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Frente al desprestigio de los partidos políticos y del sindicalismo como instancias mediadoras de participación
ciudadana, se hace necesaria una nueva forma de participación en la política. Hay que rescatar a la política
de su actual deterioro. Deberán surgir nuevas y numerosas vocaciones sin que para ello sea necesario militar en
un partido. No es tampoco una característica esencial al compromiso político la búsqueda del poder. El político es
el hombre preocupado por los problemas de la "polis" y su rasgo distintivo es la actitud de servicio. La vocación
política sigue siendo más necesaria que nunca si nos fijamos, sobre todo, en la carencia de un auténtico liderazgo
político de servicio.
Necesitamos de esas personas que, en vez de hacer de la política un negocio personal, viven y trabajan por el
gran ideal del " bien común ".
CARACTERÍSTICAS DE LA MODERNIDAD
1. La modernidad nace con una confianza absoluta en la razón y en la libertad individual.
Es la cultura de la logosfera, del concepto... Se valora, sobre todo, lo técnico-científico y la inteligencia
lógico-matemática. Predomina el racionalismo.
2. Se vive el ideal de las grandes utopías. Se quiere trasformar el mundo. La naturaleza debe ser explotada
y transformada. Hay fe ciega en el progreso. Optimismo generalizado.
3. Predominio de la máquina. Mentalidad pragmática. Industrialización. Culto al trabajo. Poder de los
sindicatos y los partidos. Militancia.
4. Se idealiza la democracia, el patriotismo, el anticolonialismo, el progreso... Se rompe la excesiva
jerarquización, basada en la tradición y en los títulos de sangre.
5. El Estado asume un rol decisivo y transformador. Legislación social avanzada. Estado paternalista.
Excesivo centralismo. Proteccionismo económico.
6. El extremo racionalismo lleva a muchos hacia la increencia o el agnosticismo. El culto a la "diosa razón"
hace que se juzgue a lo religioso como anticuado y anticientífico.
El símbolo mítico viene a ser PROMETEO.
CARACTERÍSTICAS DE LA POST-MODERNIDAD
1. El proyecto post-moderno es muy ambiguo. Parte de la crisis de la modernidad. No prioriza la razón sino
los sentimientos. Avanza hacia la cultura de la íconosfera, de lo vivencial, lo gráfico, lo cercano, lo
fraccionado. Tiende hacia una visión holística de la vida, valora la inteligencia emocional.
2. La post-modernidad ha perdido la fe en el progreso. La situación no cambiará fundamentalmente. Lo que
importa es que yo cambie de situación. La felicidad es fugaz. Hay que atraparla y vivir plenamente el
momento presente. Carpe diem. Vivir el "aquí" y el "ahora". No hay más que el mito del presente.
Hedonismo.
3. Culto del cuerpo, de la imagen. La estética reemplaza a la ética. Valor primordial del dinero. Consumismo.
Individualismo. La apariencia vale más que la realidad y el tener es más importante que el ser.
4. Se vive el presente. Las fronteras se van diluyendo. Respeto a las diferencias. No hay ni pasado a quien
imitar, ni un futuro a construir. Narcisismo. Lo que vivimos es un simulacro de democracia. Igualitarismo.
5. El Estado es un mal administrador. Neoliberalismo. El mercado total. Competitividad. Capitalismo salvaje.
El gran capital trasnacional globalizado. La lógica de la exclusión. Concentración del dinero en pocas
manos.
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6. Retorno de lo sagrado, más inspirado en sentimientos que en creencias firmes. Eclecticismo religioso.
Anti-dogmatismo. Relativismo moral. Crisis de valores.
El símbolo mítico es NARCISOS
RASGOS DE LA POSTMODERNIDAD
CONSUMISMO
RELATIVISMO MORAL
INDIVIDUALISMO
REVALORIZACIÓN DEL CUERPO
PREVALECE LA EXPERIENCIA SOBRE EL CONCEPTO
CONSENSOS BLANDOS
FALTA DE CONFIANZA EN EL PROGRESO
VALOR DE LA IMAGEN
RESPETO A LAS DIFERENCIAS
SE ACORTAN LAS DISTANCIAS
ALDEA PLANETARIA
INFLUENCIA DE LOS M.C.S.
MUERTE DE LAS UTOPÍAS
HEDONISMO
2. EL NEOLIBERALISMO
EL LIBERALISMO ECONÓMICO: UN POCO DE HISTORIA
Nace bajo la influencia del dejar hacer, dejar pasar de los fisiócratas.
Es la teoría de la libertad económica fundada en:
La libre competencia, reguladora de la producción y de los precios;
El libre juego de las leyes económicas naturales del mercado.
El padre del liberalismo económico fue Adam Smith, filósofo y economista escocés (1723). Su obra principal fue:
"Investigación sobre la naturaleza y causas de riquezas de las naciones ", más conocida por "La riqueza de las
naciones".
En su obra expone que las leyes económicas que deduce del funcionamiento del capitalismo de su época, que,
según él, son naturales y tienen su propia dinámica.
8
Sin embargo, Adam Smith no perdona los excesos del capitalismo y dice: "La cruel rapacidad y el espíritu
monopolizador de los manufactureros y mercaderes hacen pensar que ni unos ni otros, ciertamente, deberían ser
conductores de la humanidad”. En cuanto a la distribución de las riquezas dijo: "Ninguna sociedad podrá ser
floreciente y dichosa si la mayoría de ellas es pobre y miserable". Las leyes o mecanismos que rigen en el
liberalismo son:
CUESTIONAMIENTOS AL NEOLIBERALISMO
El Estado no debe meterse en la economía. Es un El Estado es el garante del bien común. Debe ser
mal administrador. el regulador de la economía.
La gestión privada es más eficiente que la estatal. Es muy importante la presencia del Estado en las
empresas estratégicas.
Las privatizaciones atraen capital extranjero. El capital extranjero busca el máximo lucro. Los
dividendos son sacados del país.
Hacia finales de la década del 80, con el colapso del socialismo histórico, el ideario neoliberal adquiere un
alcance prácticamente universal.
Nos equivocaríamos, sin embargo, si creyéramos que el proyecto neoliberal se queda solamente en el plano de
lo económico y macroeconómico. Se expresa todo él en una globalización de tipo ideológico, resultado de una
voluntad política impulsada por quienes detentan el poder mundial.
Su proyecto de sociedad no se limita, ni mucho menos, al ámbito económico. Se tiñe de valores democráticos de
tipo conservador. Otra de las características del modelo es que busca su implantación mundial. Quiere ser un
paradigma universal.
Este fuerte aumento de la desigualdad se da también dentro de los países ricos y a nivel internacional, en
detrimento de los países del Sur. En el informe publicado por el PNUD en 1992 ya se constataba que, mientras
en el año 1960, el 20% más rico de la población mundial registraba ingresos 30 veces más elevados que el 20%
más pobre, en el año 1990, el 20% más rico estaba recibiendo 60 veces más que el 20% más pobre.
Los dramáticos procesos de exclusión se expresan, sobre todo, en el desempleo y subempleo creciente. Esta ha
sido la causa principal para que surja una economía paralela e informal, basada en la inestabilidad laboral, un
rendimiento precario, y en el incentivo del contrabando y de la producción excedentaria de coca..., etc.
Pero la exclusión no es solamente económica. Es también social y racial. Quien no triunfa económicamente es
que no merece triunfar. Quien no es competitivo es un derrotado de ante mano. Antes se hablaba de sectores
marginados. El modelo vigente no sólo margina, sino que excluye. Aún muchos países, sobre todo en África, están
quedando al margen del comercio y de la atención mundial.
El neoliberalismo globalizador considera al libre mercado como motor de eficiencia, como regulador de la
economía y como el gestor de una adecuada distribución del ingreso. No es el Estado quien debe regular los
precios sino el mercado. Él es quien premia, con las ganancias a quienes mejor satisfacen las necesidades del
público y castiga a quienes encarecen los precios o deterioran la calidad de los productos.
«La forma en que la economía de mercado se implanta en las antiguas economías planificadas
nos recuerda, los momentos más crueles del capitalismo salvaje. La sed de empleo y de recursos,
unida a la debilidad del Estado, alcanzan tal magnitud que con frecuencia se cometen atropellos
contra los derechos de las personas y de los trabajadores. La corrupción y la violencia se
multiplican. Se exportan fábricas contaminantes sin preocupación alguna por el medio ambiente y
la salud de la población. Es una jungla.»1
12
Los costos humanos que por medio de los ajustes estructurales está impulsando la globalización son terriblemente
altos. Según datos del Proyecto de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en todos y cada uno de la multitud de
países que lo han aplicado, se ha aumentado sensiblemente la proporción de la población que vive por debajo del
umbral de la pobreza.
Por otro lado, no todas las cosas tienen un valor comercial. El mercado no abarca ni puede abarcar todo el ámbito
de relaciones de la vida humana. Como dice el Papa Juan Pablo II en su encíclica Centéssimus Annus:
“Existen necesidades colectivas y cualitativas que no pueden ser satisfechas mediante sus
mecanismos; hay exigencias humanas importantes que escapan a su lógica; hay bienes que, por
su naturaleza, no pueden ni se deben vender o comprar”2.
Para la dinámica del mercado, los valores ecológicos no cuentan y en aras de una máxima utilidad, mal entendida,
contamina la atmósfera, destruye los bosques y envenena los ríos y los mares. Tampoco se preocupa de los
valores éticos ni de las exigencias de la justicia social. La lógica del mercado se desarrolla dentro del círculo
reducido y miope del máximo lucro inmediato y privado.
«Un auténtico desarrollo humano exige del mercado, no solamente que brinde sus ventajas
materiales, sino que esto lo haga en forma equilibrada, combinando la eficiencia, con la equidad
y la sustentabilidad. Los mercados no son un fin en sí mismos. Son un medio más para el desarrollo
humano. Por lo tanto, deben estar al servicio de las personas y no éstas al servicio del mercado.»3
1
Michel Camdessus: La mundialización y el reino. Criterio: México, 1994.
2
Juan Pablo II: Centessimus Annus, NQ 40.
3
PNUD: Informe 1992
4
Nguyen Thai Hop: El Mercado: panacea universal del desarrollo. Ed. Lascasiana: Nicaragua, pág. 104.
5
Ibidem, pág. 105 y s.
6
Michel Camdessus, cit. por N. Thai Hop, idem, pág. 105.
13
EL NEOLIBERALISMO Y LA COLONIZACIÓN DE LA CULTURA
Con la globalización de la cultura, el vínculo entre cultura y territorio se ha roto, creando un nuevo espacio cultural
electrónico sin un lugar geográfico específico. La transmisión de la cultura moderna, crecientemente influenciada
por los medios de comunicación, supera las formas personales y locales de comunicación e introduce un quiebre
entre los productores y los receptores de formas simbólicas. Las formas de interacción ya no están confinadas
aun espacio y un tiempo reducido, y las personas entran en relaciones sociales y adquieren formas simbólicas
sin compartir el mismo espacio y tiempo. La cultura, cada vez más, va a romper con los límites nacionales y
espacio-temporales.
La cultura tiende cada vez más a estar conducida por la «lógica de la ganancia y de la competencia» por
consumidores. Esta es la lógica de las redes transnacionales de comunicación y de las mega corporaciones que
crecientemente controlan el mercado mundial de las comunicaciones. La cultura se va convirtiendo en una
industria más que vive de su mercado y en una competencia implacable por conquistar consumidores. Por ello,
se puede hablar de una mercantilización de formas simbólicas que son transadas, vendidas y adquiridas en
mercados altamente competitivos.
Sin embargo, frente a los avances de la globalización y la desterritorialización de la cultura es posible advertir las
reacciones y las formas de resistencia que surgen en todas partes. Las culturas locales están adquiriendo un
nuevo valor a los ojos de las personas y crece así el interés por estudiarlas y preservarlas. Las creaciones artísticas
(teatro, literatura, música, etc.), inspiradas en lo local, están en auge. Esto no contradice la globalización, sino que
constituye una reacción que coexiste con ella como una manera de defender lo que se siente amenazado.
La presencia del neoliberalismo no sólo tiene un impacto económico sino también cultural en cuanto nacen nuevas
formas de relacionarse con la naturaleza, con la sociedad, con las instituciones, de los hombres y mujeres entre
sí. Además, entran en crisis los comportamientos anteriormente legitimados y socializados por instituciones
sociales que se encuentran cuestionadas (familia, partidos políticos tradicionales, escuela, Iglesia, etc.). La lógica
del mercado invade todos los espacios sociales.
7
CELAM: El tercer milenio como desafío pastoral. Informe CELAM 2000. CELAM: Bogotá, 1997.
14
¿Posibles alternativas?
La posibilidad de una alternativa frente a este proceso de globalización cultural, autoritario y masificador, supone
una toma de conciencia frente al peligro de ir interiorizándola y adoptando modelos de vida totalmente ajenos a
nuestra realidad cultural, social, económica y religiosa. Supone crear en nosotros y en nuestros pueblos un
proceso de insurrección de las conciencias, impulsadas por la propia autonomía y la lucidez crítica. Nos
enfrentamos al gravísimo problema de marginación cultural continental. Una marginación que no es sólo, ni
principalmente, en el orden tecnológico, comercial o político, sino que es cultural, donde están en juego la ética y
toda la escala de valores humanos y religiosos.
Hay que construir y reconstruir la propia identidad. La cultura dominante, de la cual son expresión, con demasiada
frecuencia, nuestros medios de comunicación social, muy especialmente la TV, y aún el sistema escolar, llevan a
la pasividad, a la copia de modelos y al conformismo: ¡La realidad es la imagen; las apariencias valen más que la
realidad; el tener importa más que el ser! La identidad de cada persona y de cada pueblo es la imagen que de él
se proyecta.
«En esta sociedad del espectáculo, la gran mayoría queda relegada a participar (si es que a eso
le podemos llamar "participación") en forma totalmente pasiva y despersonalizada, induciéndola
hacia la alienación y el desarraigo. Les estará vedado participar en forma directa en los
acontecimientos, pero se conformarán, si se les otorga el mezquino privilegio de hacerlo a través
de la contemplación pasiva de la imagen".8
«Va surgiendo en nuestros países un tipo de persona (de joven), al cual le resultan extrañas su
propia cultura, su historia, su religión, sus costumbres, su música y, lo que es peor, ha comenzado
a sentir vergüenza de ellas y hasta a odiarlas. Sus esfuerzos se concentran en negarse a sí mismo
y en deshacerse de lo que le es propio. Se siente subestimado porque él mismo se subestima.
Esta especie de cáncer cultural que corroe las entrañas de nuestra juventud se llama alienación.»9
Frente al tremendo desafío que significa la pérdida de identidad de nuestros pueblos, creemos, de suma urgencia,
que, en la escuela, en la catequesis y en todas las instituciones de formación, se desarrolle en los educandos la
capacidad crítica, activa y creativa.
Los efectos negativos de la TV aumentan en razón directa a la pasividad del espectador. La resignación
complaciente ante todo lo que se le ofrece, hace que, de mero televidente, pase a ser un alienado tele-
dependiente. Es de urgente necesidad reaccionar en contra de estas actitudes resignadas y pasivas.
Pero no es suficiente una recepción activa. Se necesita también una recepción crítica y creativa.
La criticidad desarrolla en nosotros la capacidad de discernimiento. Pero la capacidad crítica no se da en forma
espontánea. Es fruto de un trabajo orientador y auto-formativo. Toda persona tiene potencialidad crítica en lo más
íntimo de su seno. Una de las labores más importantes de todo educador es el de despertar esa capacidad
crítica que está, como en germen, en el espíritu del educando.
Los medios masivos de comunicación producen una cultura de masas y al hombre-masa. Frente al hombre-masa
que acepta con negativa resignación la destrucción de los valores más profundos de su propia cultura, está el
hombre creativo. Hay que pasar de ser meros receptores pasivos, acríticos e imitativos a ser perceptores activos,
críticos y creativos.
8
Leonardo Boff: Ante el gran desafío: una nueva era. (Policopiado)
9 Eduardo Galeano.
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o grupales. El pobre puede ser objeto de misericordia, pero no de justicia. Para la cultura neoliberal la justicia
social no existe. La solidaridad, en cuanto gratuidad, es un contrasentido.
El individuo es todo y la comunidad es nada. La igualdad no existe, ni puede ni debe existir. La igualdad social es
unaquimera. Buscarla es hacerse eco de los resentimientos de los débiles en contra de los poderosos. El pobre,
es pobre porque merece ser pobre. Es lógico, es normal y, hasta es necesario, que existan pobres. La justicia
social debería ser desterrada de toda legislación. Sólo debe triunfar quien merece el triunfo. El que no puede
competir es un condenado a la marginación ya la exclusión. Él es quien opta por el fracaso. El lugar en la sociedad
lo tiene que ganar uno mismo, en abierta competencia con los demás, y el que no lo ha ganado, es que no merece
ganarlo.
Las organizaciones populares que luchan contra esto no son más que expresiones colectivizadas de
resentimientos sociales.
El capitalismo creó una cultura del "yo" sin el "nosotros"; el socialismo creó una cultura
del "nosotros" sin el "yo".
El neoliberalismo es una propuesta ideológica que pretende abarcar toda la realidad, articulándolo todo alrededor
de un concepto clave: el libre mercado.
Daría la impresión, que, en el momento actual, la doctrina neoliberal, al menos en su vertiente más ortodoxa,
estaría en franco retroceso. Los casos de México y Argentina, hace pocos años atrás expuestos como modelos
de desarrollo neoliberal, han fracasado. Por otro lado, los altos costos sociales que conlleva, están a la vista. Los
propios organismos internacionales de desarrollo ya no exigen que sus recetas sean aplicadas a rajatabla, como
hace unos años atrás. Se está haciendo más evidente que el modelo no puede aplicarse en forma unívoca.
Lo que no aparece tan claro es que la mentalidad, y los contravalores que el modelo neoliberal impulsa, estén en
retroceso. Más bien, daría la impresión, que se han ido consolidando, tanto en las pautas de consumo, como en
la mentalidad y en la concepción de la vida.
En efecto, vemos cómo cada vez se busca más el éxito individualista, prescindiendo o violando el derecho de los
demás, el consumismo desenfrenado, el hedonismo, la pérdida de solidaridad y del sentido comunitario, la
corrupción...
Esto no quiere decir que la mayoría de las personas crea que el modelo neoliberal sea el mejor para nuestra
sociedad. Su adhesión no es de tipo teórico o analítico, sino práctico y vivencial. Es en los comportamientos y en
las reacciones donde se percibe que los antivalores del modelo se van instalando en el corazón de las personas
y en las prácticas cotidianas de los grandes sectores de nuestra sociedad.
Algunos analistas definen al individualismo actual, como un individualismo de tipo narcisista. Lo único que le
interesa es el saciar sus deseos. Desde esta perspectiva egocéntrica se proyectan todos los ideales de la vida.
La cultura neoliberal maneja una escala de valores que se encuentra en los antípodas del Mensaje de Jesús:
¡Vale únicamente lo que sirve a los propios intereses! Lo que da sentido de identidad, es lo que el individuo posee
en exclusividad. Lo común a todos o a muchos, lo juzga como despersonalizante. La autorrealización está en
relación directa con el lugar que se ocupa en la sociedad. ¡Cuanto más alejado estás de la cúspide económica,
más alejado estás de tu propia autorrealización! Todo triunfo del otro es una nueva derrota tuya, y en estas
victorias y en estas derrotas, no hay que olvidarlo, las apariencias valen más que la realidad.
La ideología neoliberal acepta, claro está, que una persona sea generosa y caritativa con los marginados y
excluidos, pero sólo en la medida que esto satisfaga sus propios intereses, personales o grupales. Para la cultura
neoliberal, la generosidad, en cuanto gratuidad, es un contrasentido.
El que no puede competir, es un fracasado. Intentar que desaparezca la marginación económica en nuestra
sociedades un absurdo para los neoliberales ortodoxos.
Una sociedad en la cual el sistema funciona como “ fábrica de hacer pobres" es, por su
misma naturaleza, violadora de todos y cada uno de los derechos humanos.
CUESTIONAMIENTOS AL MODELO
La doctrina antiestatal se ha ido radicalizando desde que comenzaron a implementarla Margaret Thatcher y Ronald
Reagan en 1979-80 en sus respectivos países. Sus postulados son muy simples:
La empresa privada es más rentable que la estatal.
El Estado es mal administrador.
El mercado regula mejor la producción y los precios que la planificación estatal.
Hay que estimular, sobre todo, al capital con márgenes altos de rentabilidad.
La capacidad económica de los consumidores, así como el poder adquisitivo de los salarios, dependerá
de sutrabajo.
Tanto los fisiócratas ingleses del siglo XVIII, como el liberalismo propugnado por Adam Smith, tomaron a su cargo
la apología del egoísmo. La base de la prosperidad económica estaría, según ellos, en incentivar las tendencias
egoístas y el ansia de lucro de las personas.
El neoliberalismo impulsa actualmente en nuestro mundo un modelo de sociedad basada en normas únicamente
de eficiencia. Se supedita todo a normas y valores tecnológicos.
La revolución neoliberal, de corte profundamente insolidario, está creando graves desequilibrios en nuestra
sociedad: el costo social se descarga sobre las espaldas de los más oprimidos y marginados; se profundiza
la brecha entrericos y pobres; se debilitan los servicios del área social y aumenta la extrema pobreza en los
sectores más explotados de nuestra sociedad.
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El culto a la eficiencia, no sólo coarta los principios democráticos, sino también los más elementales derechos de
la justicia social. No son ya los títulos de la sangre y de la herencia quienes otorgan pretendidos derechos, sino el
elitismo del dinero y del poder político. Es el reino de la plutocracia revestida con falsos ropajes de democracia...
No es de extrañar que unos pocos acumulen ingentes cantidades de bienes, cuando este simulacro de democracia
distribuye sus recompensas, no en razón del derecho a la solidaridad, sino en relación a la eficiencia y al poder
político de cada persona.
Con visión crítica debemos llegar a percibir que la situación privilegiada de unos pocos y la situación de miseria
de muchos, no son sino las dos caras de una misma moneda. Hay pobres porque hay ricos.
La insolidaridad dominante en el mundo actual, tanto a nivel de Estados, como a nivel de instituciones y de
personas, genera acumulación de bienes por un lado y pobreza por el otro, crecimiento económico para unos
pocos, ya sean países o personas, e indigencia y miseria para la gran mayoría.
El neoliberalismo es, por su misma naturaleza, antidemocrático y profundamente discriminador, y, por lo mismo,
violador de los derechos humanos.
Se reviste de democracia, pero es básicamente insolidario, ya que privilegia en modo exclusivo a una influyente
minoría y desconoce en la práctica derechos inalienables de las grandes mayorías.
Es evidente que el mercado no puede garantizar por sí mismo, que los sectores más pobres de la población
reciban la necesaria atención médica, educación adecuada, alimentación suficiente, vivienda digna, y los servicios
indispensables para que su vida pueda llamarse realmente humana. El neoliberalismo, encerrado en un inhumano
economicismo, olvida totalmente las exigencias de un desarrollo solidario de dimensiones humanistas.
Expresión de su cultura antidemocrática es la negación permanente de la igualdad real de las personas, la
discriminación económica cada vez más presente, el tráfico de influencias, el elitismo del dinero, el nepotismo y
compadrerío político, la parcialización y la corrupción del sistema judicial...
A esto se viene a añadir la enajenación de los recursos naturales, propiedad legítima de todo el pueblo, la
privatización de las empresas nacionales, la liquidación de la seguridad social de corte humanista y solidario, por
la creación de un fondo de pensiones, individualista y antisolidario.
El gran objetivo del pleno empleo no es un sueño de Keynes ni un postulado socialista. Es una exigencia, es un
derecho de toda persona y una característica de una economía humana. Empleo, alimentación, salud, vivienda,
educación, crédito, descanso, seguridad... son componentes esenciales de un proyecto de nueva sociedad.
Una economía a escala humana debe estar orientada, fundamentalmente, hacia la satisfacción de todas las
necesidades básicas, tanto de orden personal como social. Enfocar el desarrollo en términos no meramente
economicistas, sino humanos, implica un cambio profundo en la racionalidad económica dominante. Poner lo
económico como valor máximo y exclusivo implica una terrible alienación. Fuera de la tergiversación de valores
que ello supone, significa un olvidarse totalmente de la centralidad de la persona humana.
El neoliberalismo, vigente en la mayoría de nuestros países, es puro capitalismo revestido de modernidad. En él
se forja el crecimiento económico (cuando lo logra) sobre una contrapartida de pobreza y miseria. Puede crear
riqueza, pero siempre es en base a mayor pobreza. Genera algunos ricos y muchos pobres porque es económica
y socialmente discriminatorio por naturaleza.
Si bien es cierto que la economía, en cuanto ciencia, tiene su legítima autonomía, no puede existir una ciencia
económica ajena a valores superiores que orientan el comportamiento humano.
El carácter humano de la economía exige a dimensión ética, ya que la actividad económica, aunque disponga de
la independencia que le es propia, sin embargo, debe estar abierta a recibir orientación de otros órdenes en la
unidad del ser humano.
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Es un error muy grave, y de consecuencias nefastas para los sectores más pobres de nuestra sociedad, el
establecer un total distanciamiento entre ética y economía. Los que propugnan que la economía, y toda clase
de negocios, no están sometidos a ningún principio moral, no pretenden más que legitimar el robo, la explotación
y la injusticia. Las actividades económicas deben ejercerse siguiendo sus propias leyes, pero siempre iluminadas.
La centralidad de la persona, como horizonte referencial de la realidad económica, es uno de los puntos claves
de nuestra visión sobre la economía. Esta concepción humana de las realidades económicas imprime el sello
cristiano a la economía. La persona humana es el fundamento y el fin de todas las realidades temporales, incluida,
de manera prioritaria, la realidad económica.
3. LA GLOBALIZACIÓN
EL FENÓMENO DE LA GLOBALIZACIÓN
El término globalización tiene connotaciones, no sólo mundiales, sino también multidimensionales.
Se trata de un proceso creciente de unificación de los mercados y de homogeneización de la producción
mundial, según el modelo capitalista. La cibernética y la informática orientan y dinamizan todo este proceso,
afectando, no sólo a la esfera económica, sino también a la política, a la social y a la cultural.
El proceso de globalización recibió un gran impulso, a fines de los 80, con la caída del Muro de Berlín y el final de
la Guerra Fría. La ruptura de las fronteras nacionales libera energías antes contenidas: los mercados se amplían,
el capital se transnacionaliza, se difunden por todo el mundo multitud de productos y se socializan usos,
costumbres, valores y contravalores propios del modelo de vida capitalista.
Pero surgen también interrogantes sobre sus resultados concretos y sobre todo, emergen nuevos y graves
problemas: el narcotráfico, el lavado del dinero sucio, el contrabando, el tráfico de armas, aumentan el terrorismo,
los secuestros, las nuevas amenazas a la ecología por los desechos nucleares y la contaminación creciente...
América Latina entra en el proceso de mundialización a través de los programas de ajuste estructural, elaborados
e impuestos por el Fondo Monetario Internacional. El neoliberalismo propugna la liberalización de los mercados,
la promoción de las exportaciones, la reducción del déficit fiscal y del gasto público, la privatización de las
empresas públicas, la apertura a mercados financieros de tipo especulativo...
La globalización está manejada y manipulada por el gran capital internacional, lo mismo que
el modelo neoliberal y la universalización del mercado. La ideología que subyace debajo de
todo el proyecto post-moderno responde a los intereses de un capitalismo, cada vez más
universal, pero, sobre todo, más injusto e inhumano.
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LA GLOBALIZACIÓN, ALGO INEXORABLE
Se está abriendo en el mundo una gran polémica entre los panegiristas de la globalización y sus acérrimos
impugnadores. Unos la alaban como impulsora y causante de importantes factores positivos en el área de la
economía mundial y otros, por el contrario, le achacan el ser generadora de desempleo y de graves males que
afectan, sobre todo, al mundo de los pobres.
Las opiniones están profundamente divididas, pero lo cierto es que, más allá de interpretaciones favorables o
recriminatorias, el fenómeno de la globalización es un hecho que está teniendo inmensas repercusiones a nivel
mundial, con consecuencias muy profundas, no solamente en el área del comercio o de la economía, sino en
todas las áreas económico-sociales y políticas de nuestra sociedad.
Aunque algunos piensen que el fenómeno de la globalización tiene preponderancia principalmente en el área
comercial y financiera, sin embargo, día a día se ve más claro que está afectando y configurando el futuro
inmediato a nivel planetario.
La globalización es algo inexorable. De buena o de mala gana todos estamos atrapados en ella. El fenómeno de
la globalización, no sólo es imparable, sino que sus efectos se irán sintiendo, con un impacto creciente, en toda la
sociedad.
Nos queda, por lo tanto, una sola opción lógica frente al bombazo planetario de la globalización: la de trabajar
para que sus claras tendencias deshumanizadoras, elitistas y discriminadoras se tornen en factores de
humanización, de mayor participación y democracia, a través de nuestra capacidad de discernimiento, nuestros
aportes teóricos y nuestras actitudes personales y grupales.
GLOBALIZACIÓN
MAYOR POBREZA
INFORMATIZACIÓN
NUEVAS PAUTAS DE CONSUMO
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CULTURA DE MASAS
NUEVOS MODELOS DE CONDUCTA
SEPARACIÓN TOTAL ENTRE ECONOMÍA Y ÉTICA
RELATIVISMO MORAL
POLARIZACIÓN ECONÓMICA
COMERCIO INTERNACIONAL
AUMENTO DE LA ECONOMÍA INFORMAL
PODER DE LOS M.C.S.
ELIMINACIÓN DE BARRERAS ECONÓMICAS
MERCADO TOTAL
MARGINACIÓN Y EXCLUSIÓN
SU MATRIZ ES EL CAPITALISMO
IMPOSICIÓN DEL MODELO NEOLIBERAL
TRANSNACIONALIZACIÓN DEL CAPITAL
PÉRDIDA DE SOBERANÍA
EJERCICIO PRÁCTICO
Colocar en las dos columnas las características de la globalización.
POSITIVAS NEGATIVAS
Vivimos hoy en un escenario en donde los medios de comunicación se han convertido en espacios claves de
construcción de la agenda pública y legitimación de las corrientes de opinión en la sociedad. y cada vez más nos
encontramos con tecnologías modernas de comunicación, que están generando una completa reorganización de
nuestras culturas y sus estructuras tradicionales. Sin embargo, es necesario advertir que, si bien los medios son
espacios de mediación cultural y social, se sostienen en estructuras económicas y políticas que responden a
intereses de poder que tienden a monopolizar la información, excluyendo a otros.
Parece ser que asistimos al encuentro de varias realidades culturales a la vez, en donde cada país hoy es un
fragmento de un todo más amplio. Pero, lo más interesante es que estamos incorporándonos a un nuevo tipo de
civilización. Y precisamente los medios de comunicación se han convertido hoy en espacios mediadores de esta
suerte de nueva cultura.
Sin embargo, una de las tendencias en sociedades globalizadas parece encontrarse en la manifestación de una
paradoja: mientras bienes y mensajes circulan en un mercado mundializando revitaliza la presencia de lo regional
y lo local. Todo ello porque existe una interconexión muy próxima entre lo global, lo nacional y lo local. Esto está
asociado a los procesos de desarrollo de experiencias de participación en los ámbitos locales, donde los actores
sociales pueden tener un mayor poder de negociación real y de incidencia más directa sobre sus propias vidas.
En ese sentido es interesante observar el modo cómo la globalización no ha logrado eliminar la gran reserva
cultural que se construye cotidianamente desde los ámbitos más locales. Los testimonios dan cuenta que los
hombres y las mujeres todavía se realizan en lo local en contacto con la familia, en la cotidianidad, donde sus
vidas tienen el sentidode la solidaridad.
Las experiencias radiales comunitarias, son escenarios privilegiados de este fenómeno, que nos permiten percibir
que las experiencias locales no han perdido su vigencia, pero están experimentando intensas resignificaciones en
su interacción con otras memorias culturales que genera la globalización.
En este contexto los medios nos plantean una realidad cultural nueva, donde la convivencia entre lo nacional y lo
transnacional, lo propio y lo ajeno, pone en juego el modo cómo se construyen hoy las identidades culturales entre
la gente.
EL MITO DE LA GLOBALIZACIÓN
El Director de la UNESCO ha afirmado que la globalización es un mito. En realidad, no existe la tal globalización.
Lo que hay son unos cuantos globalizadores y muchos, muchísimos, globalizados. Y esto se expresa claramente
en el hecho de que en este mundo de globalizadores y globalizados el 18% de la población mundial controla ya el
80% de los recursos y las riquezas del planeta.10
Para el sociólogo norteamericano James Patras, la globalización no es algo nuevo. Ha estado ligada, desde hace
ya muchos años, al capitalismo internacional, siendo sus agentes de expansión las poderosas multinacionales.
Por otro lado, debemos tener siempre presente que la globalización no es un proceso homogéneo o lineal de
progresiva integración mundial. El 80% de las inversiones mundiales se las realiza en los propios países
industrializados.
La globalización está relacionada con el debilitamiento del Estado de Bienestar y la estrecha vinculación a políticas
económicas internacionales que han convertido al Estado en instrumento para la expansión del capital
internacional.
Las nuevas tecnologías informáticas no hacen más que facilitar el flujo de información y la velocidad de la
transferencia de capitales (la mayoría de las veces de carácter especulativo). Pero la tecnología no determina
hacia dónde se dirige la inversión o la investigación.
La orientación emana de las exigencias y de los intereses de las corporaciones multinacionales. La influencia del
mercado varía en función de las demandas que son determinadas por la publicidad que, a su vez, están dirigidas
por los grandes intereses capitalistas.
Los protagonistas de la globalización son los grandes países industrializados a través de sus instituciones
mundialmente competitivas. Globalización significa, básicamente para ellos, expansión mundial a través de
fronteras y mercados totalmente abiertos.
Características de la globalización
La ciencia económica, desde el siglo XVIII, se ha proyectado hacia una total autonomía con respecto a la ética.
Los economistas han tratado de descubrir las leyes intrínsecas, según las cuales funciona esta parte tan
importante de la actividad humana, queriendo prescindir de cualquier tipo de tutela o de orientación por parte de
la moral.
Sin embargo, no creemos que haya ningún desarrollo auténtico y humano ignorando las normas de carácter moral.
Para Juan Pablo II las exigencias éticas no admiten discusión. "Si no hay ética, el desarrollo será salvaje."
Predomina en muchos tecnócratas una idea economicista del desarrollo. Esta visión economicista es parcial. Se
basa en una antropología de tipo reduccionista y, por lo mismo, falsa. Se limita, a lo sumo, al área del tener,
desconociendo el área del ser.
El desarrollo económico impulsado por el poder de la técnica no puede ir separado del desarrollo humano. El
desarrollo sin ética se convierte en un desarrollo salvaje. Es necesario que la técnica sea humanizada por la ética.
El terreno de las decisiones concretas corresponde a la racionalidad científica de la economía. La ética ha de
respetar siempre la autonomía de la ciencia, pero le corresponde el emitir juicios de valor sobre las decisiones
concretas en cuanto en ellas están comprometidos valores fundamentales de las personas.
Es urgente volver a lo humano. El énfasis se ha puesto en el mero crecimiento, reduciendo las complejas y
variadas apetencias del ser humano a las de tipo material. El desarrollo no puede limitarse a la acumulación de
riquezas, ni se puede medir un auténtico desarrollo integral de las personas con indicadores economicistas, como
el Producto Interno Bruto, o la Renta Per Cápita.
La economía y los economistas no pueden ser los máximos rectores de la política de nuestros países. La política
es el conjunto de propuestas y actividades ordenadas al bien común de la sociedad.
25
La Cumbre de Copenhague tomó plena conciencia de las graves consecuencias que está generando en nuestro
mundo el distanciamiento o divorcio entre la economía y la ética.
La Cumbre de Copenhague sugiere que se vayan integrando las políticas económicas, sociales y culturales de
manera que se apoyen mutuamente, y promover la distribución equitativa de los ingresos con un mayor acceso
de todos, en equidad e igualdad, a los recursos. Juzga que es una prioridad básica para los gobiernos el impulsar
el pleno empleo y que los programas de ajuste estructural incluyan objetivos de desarrollo social, acrecentando
los recursos asignados a este rubro.
Asistimos a una secularización de los valores. La ética está dejando de tener un papel
normativo para regular los comportamientos. La política la economía, el comercio, se rigen
por pautas pragmáticas, alejadas más y más, de las normas y valores morales.
LA CENTRALIDAD DE LA PERSONA
Para la ética cristiana, el marco referencia, la praxis en todos los aspectos de las relaciones humanas, es el de
considerar siempre a la persona como centro y fin, nunca como medio o como elemento marginal. Por lo tanto, el
valor de la persona constituye el origen y el objetivo también de la actividad económica.
Este principio que afirma y defiende a la persona como fundamento, causa y fin de todas las instituciones es el
fundamento del cual se han deducido los principales aportes de la Doctrina Social de la Iglesia. Este principio
responde a las exigencias de la naturaleza humana y, por lo mismo, debería ser aceptado por todos.
Todo ser humano, por el mismo hecho de serIo, goza de una dignidad inalienable.
Para el cristiano, toda persona es reflejo de la presencia divina. Cuando Dios creó al ser humano, lo creó a su
imagen(Gn 1,27).
Jesús nos dice: "Les aseguro que todo lo que hicieron por estos hermanos más humildes, por mí lo hicieron" (Mt
25,40).
Debemos amar al otro por la simple razón de ser otro. El amor verdadero no se fundamenta en otras virtudes o
cualidades. Este amor llega también, por lo tanto, al extraño y aún al enemigo.
"Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pues bien, yo les digo: Amen a sus enemigos y oren
por quienes les persiguen. Así ustedes serán hijos de su Padre que está en el cielo; pues El hace que salga el
sol sobre malos y buenos, y manda su lluvia sobre justos y pecadores” (Mt 5, 43-46).
Por lo tanto, la marginación, la exclusión y la pobreza contradicen radicalmente la dignidad de las personas y el
mandato universal del amor. En la medida en que el modelo neoliberal excluye, en forma directa y sistemática, a
tantas y tantas personas de una participación humana y equitativa, se aleja y se enfrenta al proyecto de Jesús.
La encíclica Populorum Progressio de Pablo VI, insiste en esta misma idea, agregando que todos los derechos
económicos están supeditados a este gran principio. Dice Pablo VI:
"Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos los de propiedad y comercio, a ello
están subordinados; no deben estorbar, antes, al contrario, facilitar su realización y es un deber
social grave y urgente hacerlos volver a su finalidad primera."13
Juan Pablo II ha vuelto a insistir sobre el primer principio, confrontándolo con el derecho de propiedad, en la
encíclica Sollicitudo rei socialis:
"Es necesario recordar, una vez más, aquel principio peculiar de la doctrina cristiana: los bienes
de este mundo están originariamente destinados a todos. El derecho a la propiedad privada es
válido y necesario, pero no anula el valor de tal principio. En efecto, sobre ella grava una hipoteca
social, es decir, posee, como utilidad intrínseca, una función social fundada y justificada
precisamente sobre el principio del destino universal de los bienes".14
12
Gaudium et Spes, N° 69
13
Populorum Progressio, N° 22
14
Sollicitudo Rei Socialis, N° 42
15
M. Vidal: Una ética económica fundamental, PÁGINAS, N° 142.
16
Matel et Magistra, N° 11.
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GLOBALIZAR LA SOLIDARIDAD Y LA ESPERANZA
No deja de llamar la atención que el Papa Juan Pablo II asuma, en su Mensaje de la Jornada Mundial de la Oración
por la Paz, una idea y una expresión tan actual y tan oportuna como esa de globalizar la solidaridad.
El Papa comienza su Mensaje reconociendo el fenómeno de la globalización de la economía y de las finanzas
como una realidad que se expande con suma rapidez.
Estamos, dice el Mensaje, en los umbrales de una nueva era que conlleva, a la vez, grandes esperanzas
e inquietantes puntos interrogativos.
Lo que preocupa al Papa, no es la globalización en sí, sino el impacto negativo que está teniendo sobre los pobres,
como personas y como países.
Los organismos internacionales, dice el Papa, deben promover el sentido de responsabilidad respecto al bien
común para lograr una sociedad más equitativa en un mundo que se encamina hacia la globalización. Nunca se
debe perder de vista la centralidad de la persona humana, que debe ser siempre el fundamento de todo proyecto
social. Hay que construir una verdadera comunidad mundial, basada en la confianza recíproca y el mutuo respeto.
El gran desafío actual consiste en construir una globalización en la solidaridad, una globalización que a nadie deje
al margen.
Si el objetivo es construir una globalización sin dejar a nadie al margen, no se podrá tolerar el que un acaudalado viva al lado
de un miserable y que unos pocos despilfarren lo que otros necesitan desesperadamente para vivir.
Hay naciones que corren el peligro de quedar excluidas de una economía que se globaliza. La globalización debe ir unida
a la solidaridad. Hay que ayudar a aquellos países que no pueden entrar con éxito en el mercado global. Es algo que se
les debe por justicia. En una auténtica familia de naciones, nadie puede quedar excluido.
Ante la proximidad de la celebración del Año Jubilar, el Papa pidió a las naciones más poderosas y a los
Organismos Internacionales, el perdón de la deuda de los países más pobres, ya que, según la tradición descrita
en la Biblia, la celebración del Jubileo implicaba la condonación de todas las deudas. Este pedido del Papa debe ser
escuchado, ya que,según sus palabras es algo que se les debe en justicia.17
No basta analizar la globalización. Peor todavía sería quedarse en simples lamentos. Actualmente no se puede
abordar ningún proyecto de nueva sociedad sin un discernimiento profundo y crítico sobre el fenómeno de la
globalización, asumiendo e integrando, de algún modo, sus macro-dimensiones y cuestionando, por otro lado, sus
principales propuestas programáticas tan discriminatorias y deshumanizantes.
Deberíamos diseñar todo un programa de esfuerzos convergentes a nivel regional, nacional y continental para
rescatar y proyectar las alternativas que se nos ofrecen dentro de algo tan complejo, tan poderoso y tan actual
como es la globalización.
Frente a la ideología de la globalización que legitima la pobreza y la exclusión, hay que plantear los postulados de
un auténtico concepto de democracia; frente a una globalización tan deshumanizante, discriminatoria, elitista,
economicista, y masificadora, tendríamos que propugnar por una globalización humanizante, democrática,
popular, solidaria y ética a nivel mundial.
Es necesario crear redes globales de solidaridad de la sociedad civil, redes de organizaciones de derechos
humanos, redes de medios de comunicación alternativos, redes ecuménicas de instituciones religiosas, redes de
defensa y protección del medio ambiente, redes de bancos populares para democratizar el crédito, redes de
agrupaciones de mujeres para defender el derecho a la vida ya una vida digna...
Iniciativas en el campo de la salud, de la educación, de la vivienda... El gran reto actual es el de inventar,
juntamente con nuestro pueblo, estas redes de solidaridad hacia una transformación humanizante de nuestra
sociedad. Es un verdadero reto que busca confrontar y desterrar el desencanto que viven nuestros pueblos frente
a la transnacionalización de signo capitalista.
LA NUEVA SOCIEDAD que soñamos y por la que luchamos desde nuestra visión cristiana
del mundo y de la economía y desde una opción clara y solidaria por los derechos humanos
y por los más pobres, se caracteriza las siguientes primacías:
Primacía de la vida sobre cualquier otro valor
Primacía de la persona sobre todo poder
Primacía de la ética sobre la técnica
Primacía del trabajo sobre el capital
Primacía de la justicia sobre el orden
17
Mensaje de Juan Pablo II en la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 1998.
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INDICE
Presentación 3
PRIMERA PARTE:
LA POST-MODERNIDAD 3
Características de la modernidad 3
Retos y alternativas 5
Características de la modernidad 6
Características de la post-modernidad 6
SEGUNDA PARTE:
EL NEOLIBERALISMO 7
Cuestionamientos al modelo 17
TERCERA PARTE:
LA GLOBALIZACIÓN 19
El fenómeno de la globalización 19
El mito de la globalización 22
Alternativas ante el reto de los poderosos 23
CUARTA PARTE:
La centralidad de la persona 25