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Bloque Patrimonio artístico, científico-técnico y militar

Tema 2.7. Velázquez. Vida y Obra. Su influencia en la Corte y en la pintura posterior.


Diego Rodríguez de Silva y Velázquez fue uno de los primeros exponentes en España del naturalismo de influencia
caravaggiesca e iluminación tenebrista que al final de su vida evolucionó a un estilo mucho más luminoso con
pinceladas mucho más sueltas. Un artista dotado de una extraordinaria capacidad para asimilar lo mejor de la
tradición artística que pudo estudiar gracias a su acceso a las colecciones reales, así como a las novedades que se
iban dando en su época, primero en su juventud en Sevilla y después por sus viajes a Italia y contacto con otros
grandes artistas como Rubens. Gran parte de su obra iba destinada a las colecciones reales y luego pasó al Museo
del Prado, que conserva la mayor cantidad de obras suyas. A pesar de que su catálogo consta de apenas unas 120 o
130 piezas, en Velázquez encontramos uno de los rasgos artísticos más sobresalientes del siglo XVII.

Formación en Sevilla

Según Antonio Palomino (biógrafo del pintor que escribió de él basándose en notas de Juan de Alfaro, uno de los
últimos discípulos de Velázquez) Velázquez nació en el año 1599 en Sevilla donde pasó su primera etapa de formación
como artista. Sevilla era una ciudad de enorme riqueza, su importancia como centro de actividad económica
consecuencia del comercio con América y sede eclesiástica fue muy grande, una ciudad con una gran demanda de
artistas que produjesen obra para sus numerosas iglesias y conventos.
Velázquez comenzó su formación con diez años en el taller de Francisco Herrera el Viejo que no ha podido ser
documentada, pero que hubo de ser necesariamente muy corta, pues se sabe que en 1611 estaba en el taller de
Francisco Pacheco, pintor vinculado a los ambientes eclesiásticos e intelectuales de Sevilla de quien Velázquez
adquirió su primera formación técnica y sus ideas estéticas. El contrato de aprendizaje fijaba las habituales
condiciones de servidumbre: el joven aprendiz debía servirle en las labores manuales del taller a cambio de comida,
casa y cama y el aprendizaje del oficio.
Pacheco era un hombre de amplia cultura, autor del tratado El arte de la pintura imprescindible para conocer la
vida artística española de la época, aunque como pintor era bastante limitado, seguidor de la tradición idealista
del anterior siglo XVI y no era tan dado a la pintura naturalista flamenca e italiana. Pacheco es más conocido
por sus escritos y por ser el maestro de Velázquez.
Terminado este periodo, en 1617 aprobó el examen que le permitía incorporarse al gremio de pintores, tener tienda
pública y contratar aprendices. En el plano personal, se casó con Juana Pacheco, hija de Francisco Pacheco y poco
después nacieron sus dos hijas: Francisca e Ignacia.
La producción temprana del pintor, perteneciente a esta etapa, destaca por sus tonos ocres, terrosos y oscuros, un
dibujo estricto para describir de forma precisa a personajes tomados muy probablemente de modelos reales ya que
vemos también la repetición de las mismas caras y personas en obras de esta época, temáticas populares de
escenas cotidianas (escenas de cocina o taberna, vendedores callejeros y bodegones) tan del gusto en la pintura
naturalista barroca andaluza y que elogiará su maestro Pacheco. Cabe destacar también el frecuente recurso de
Velázquez de colocar lo que sería la escena principal en un lugar secundario en la composición, dando la vuelta a las
leyes de la narración clásica. Decir también que la mayoría de sus obras de esta primera época han ido a parar a
colecciones en el extranjero.
Ejemplo de ello son:
-Tres hombres a la mesa (1617 Museo del Hermitage)
-La Cena de Emaús (La mulata) (1618 National Gallery of Ireland, Dublín)
-Cristo en casa de Marta y María (1618 National Gallery, Londres)
-La Inmaculada Concepción (1618 National Gallery Londres)
-San Juan Evangelista en Patmos (1618 National Gallery Londres)
-La Adoración de los Magos (1619, Museo del Prado)
-La vieja friendo huevos (1618 National Gallery of Scotland, Edimburgo)
-El aguador de Sevilla (1620 Wellington Museum, Londres)

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Llegada a la Corte

En 1623 Velázquez es llamado a Madrid por el conde Duque de Olivares para realizar un retrato del joven rey Felipe
IV, quien supo apreciar de inmediato sus dotes artísticas y lo nombró pintor del rey y años más tarde pintor de
cámara, una ascensión demasiado rápida que unida a su juventud provocó el resentimiento de los pintores más
veteranos, como Vicente Carducho y Eugenio Cajés.
Durante su estancia en Madrid conoce de las colecciones reales la obra de otros artistas, como Tiziano, Tintoretto,
Veronés o Rubens que tuvieron una influencia decisiva en su evolución estilística. Su paleta se aclara, y va
desapareciendo el claroscuro de sus obras sevillanas al mismo tiempo que lo sustituye por la luminosidad de los
grises plata y azules transparentes en su madurez. También sus temáticas se vuelven más variadas, aunque como
pintor de cámara su trabajo principal era retratar a la familia real, lo alternó con la exploración de otros géneros
como la historia, la mitología y el paisaje con los que adornaba los palacios reales.
Si bien muchas de sus obras de este periodo se conservan en el Museo del Prado, otras se han perdido como La
expulsión de los moriscos de España, ganadora del concurso que lo consagraría por encima de los demás pintores
de la corte y que pereció en el incendio del Real Alcázar de 1734, y otras las encontramos en colecciones extranjeras
como:

- Demócrito / El geógrafo ( 1628-1629) Musée des Beaux-Arts, Rouen


-El príncipe Baltasar Carlos con un enano (1631) (Museum of Fine Arts, Boston)
-Retrato de la infanta María Teresa de Austria (1651–54) (Metropolitan Museum of Art
de Nueva York)
-Retrato de Felipe Próspero (1659) del Kunsthistorisches Museum de Viena.

Y otras en el Museo del Prado como:


-Retrato del infante don Carlos (1626-1628)
-Retrato de oficial de Felipe IV (1623-1628)
Donde se puede observar la tendencia a
repintar rectificando lo hecho, los llamados
«arrepentimientos» achacables a la ausencia de
estudios previos que con el paso del tiempo
estas primeras capas surgen de nuevo debido
al envejecimiento de los materiales. En este
retrato del rey se comprueba en las piernas y el
manto.
-Cabeza de venado (1626-1628)
-El triunfo de Baco o los borrachos (1628-1629) su primer
cuadro mitológico inspirado por Rubens, un género que ya
cultivaría hasta su muerte. Una obra que marca un antes y un
después en su carrera, donde se representa a Baco mezclándose
entre los mortales para darles alegremente a conocer el vino.
Aunque desde un punto de vista estilístico, se encuentra
cercano a sus primeras etapas tanto por el carácter fuertemente
realista de los rostros y la anatomía como por la gama cromática
abundante en ocres. Este lenguaje naturalista para abordar
temas relacionados con la mitología o la historia antigua se
aproximaba a otros artistas, como Caravaggio o su
contemporáneo Ribera, que vistió de mendigos a filósofos.

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Primer viaje a Italia

Velázquez entabló cierta relación de admiración hacia Rubens que se reflejó en su propio estilo, lo conoció durante
una estancia de este en Madrid en la cual lo vio copiar algunos de los cuadros de Tiziano. Después de su marcha, y
seguramente influido por él, Velázquez solicitó licencia al rey para viajar a Italia a completar sus estudios.
En 1629 le concedieron para el viaje dos años de salario, un criado, y cartas de recomendación para las autoridades
de los lugares que quería visitar.
Llegó en barco a Génova, visitó Venecia, donde copió sobre todo a Tintoretto y tras visitar otros lugares llegó a Roma,
allí el cardenal Francesco Barberini, a quien había retratado en Madrid, le facilitó la entrada a las estancias vaticanas,
en las que se dedicó a la copia de los frescos de Miguel Ángel y Rafael.
Después se trasladó a Villa Médici, en las afueras de Roma, donde copió su colección de escultura clásica y
pinto las Vistas del jardín de Villa Médicis:
La entrada a la gruta y El Pabellón de Cleopatra-
Ariadna, que son consideradas dos obras maestras de
la historia del paisaje occidental y dos de los cuadros
más singulares de Velázquez, en los que plasmó su
idea del paisaje sin una excusa narrativa que lo
justifique y hace un alarde de una técnica bocetística,
casi impresionista que adelantó 2 siglos a Monet.
Ambos tienen como tema una combinación de
arquitectura, vegetación, escultura y personajes vivos
que se integran de manera natural.

La asimilación del arte italiano en el estilo de Velázquez representó un cambio decisivo que se comprueba es las
pinturas que realizó allí donde se aprecia un mejor tratamiento espacial y perspectiva.
- La fragua de Vulcano (1630, Prado)
- La túnica de José (1630, El Escorial)
Ambos sirvieron al pintor para
demostrar su dominio en la descripción
de gestos y emociones. En ellas
consiguió integrar de manera muy
natural espacio, acción y personajes.
Para ello se sirvió de referencias
arquitectónicas y del uso del desnudo,
para generar espacio.
Permaneció en Roma hasta finales de 1630, y regresó a Madrid pasando por Nápoles, donde conocer a José de
Ribera, que se encontraba en su plenitud pictórica.

Regreso a la Corte

A la vuelta de Italia se inicia su periodo de madurez artística y la de mayor actividad con los pinceles volviendo a
su principal tarea de pintor de retratos reales como:
- Retrato de Felipe IV de castaño y plata, (1631-1636 National Gallery, Londres)
- El príncipe Baltasar Carlos con un enano (1631 Museum of Fine Arts, Boston)
- Retrato de Isabel de Borbón (1632) Kunsthistorisches Museum, Viena
- El Cristo crucificado para el convento de San Plácido (1931-1932, Museo del Prado).

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Poco después entró en su taller un joven ayudante, Juan Bautista Martínez del Mazo, que siguiendo la tradición Mazo
se casó con la hija mayor de Velázquez, Francisca.

En este momento participará en dos grandes proyectos: La decoración del nuevo Palacio del Buen Retiro, y de la
Torre de la Parada.
Para el Buen Retiro pintará:
- 5 retratos ecuestres reales (1634-1635 Museo del Prado) Felipe III, Felipe IV, las esposas de ambos y el
príncipe heredero)
- La rendición de Breda. (1634-1635 Museo del Prado) De esta última destaca su habilidad para la narración,
concentra nuestra atención en un primer plano en el que el general vencedor recibe la llave del enemigo vencido,
en un gesto que es anuncio del principio de la paz. Toda la composición tiene como objetivo subrayar ese gesto,
los grupos de soldados no hacen sino enmarcar ese motivo principal, dirigiendo nuestra atención hacia él.
- San Antonio Abad y San Pablo. (1635-1638 Museo del Prado)

Para la Torre de la Parada Velázquez pintó:


- retratos del Rey, su hermano y su hijo vestidos de cazadores (1632-1636 MNP).
- Esopo (1639-1641MNP).
- Menipo (1639-1641MNP).
- Dios Marte descansando (1639-1641MNP). donde utilizó una gama cálida buscando transmitir una sensación de
vida, lo mismo que hizo con Mercurio y Argos. Siempre, conservando su gusto por la paradoja narrativa, y en vez
de utilizar rasgos heroicos para representar al dios de la guerra, lo pintó cansado y melancólico.

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En esta época realizará una serie de retratos de bufones y “hombres de placer” en las que retrató compasivamente
sus carencias físicas y psíquicas como:
- Pablo de Valladolid (1636-1637 MNP).
- El bufón Barbarroja, (1637-1640 MNP).
- Bufón con libros (1636-1645 MNP).
- El Niño de Vallecas (1643-1645 MNP).
- El bufón el Primo (1644 MNP).
- La coronación de la Virgen (1645 MNP)
- El retrato de Felipe IV en Fraga (1643) (Frick Collection, Nueva York)

A partir de 1640 y de manera muy seguida se sucedieron una serie de desgracias personales que comenzaron con la
muerte de su suegro y maestro Francisco Pacheco, sumadas a las acontecidas en la corte: el Conde-Duque de
Olivares; la reina Isabel; y el príncipe heredero Baltasar Carlos, harían de estos unos años difíciles también para
Velázquez.
Segundo viaje a Italia

Velázquez realizó un segundo viaje a Italia a principios de 1649 con el fin de


adquirir pinturas y esculturas antiguas para el rey. Durante su estancia en
Venecia adquirió obras de Veronés y Tintoretto, y se reencontró con Ribera en
Nápoles.
En Roma, fue elegido miembro de las dos principales organizaciones de artistas:
la Academia de San Lucas y la Congregación de los Virtuosos del Panteón que le
daba derecho a exponer en el pórtico del Panteón donde expuso su retrato de
Juan Pareja (Museo Metropolitano de Arte de Nueva York), esclavo de muchos
años al que dio la libertad tras formarlo como pintor. En este segundo viaje a
Italia tuvo un hijo natural, llamado Antonio que se cree murió siendo joven.
A esta estancia en Italia se atribuye también La Venus del espejo (1650-1651,
National Gallery, Londres), al que algunos han querido identificar en la modelo
a la madre del hijo que tuvo el pintor. El único desnudo femenino de su autoría
en una época en que las restricciones morales en esta materia eran muy fuertes.
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Realizó también una docena de retratos relacionados con la corte papal, en
donde vemos como las pinceladas se hacen cada vez más sueltas. Entre ellos
cabe destacar:
- El Papa Inocencio X (1650 Galleria Doria Pmphilij)
- Camillo Massimo (1650 The National Trust)
- Camillo Astalli (1650-1651 Hispanic Society),

Madurez y últimos años

De vuelta en Madrid en 1651, y con el nuevo cargo de aposentador de Palacio sus cargos administrativos le
absorbieron cada vez más. Velázquez se entregó a la decoración de las salas del Alcázar, aprovechando obras
adquiridas en Italia.
Además, siguió pintando y en estos últimos años de su vida vivió una etapa artística de un nivel de calidad muy alto
tanto en sus composiciones, como en su cromatismo que se hace más denso, variado y suntuoso y sus pinceladas
sueltas. La llegada de la nueva reina, Mariana de Austria, motivó la realización de varios retratos. También la infanta
casadera María Teresa. Y los nuevos infantes sobre todo la pequeña Margarita, nacida en 1651. Podemos señalar:
- La infanta Margarita en traje azul (1659)
- La infanta Margarita en blanco y plata (1656)
- El príncipe Felipe Próspero, (1659)
- La infanta Maria Teresa (1652) (todos en el Kunsthistorisches Museum Viena) gracias a que el propio Felipe IV
enviaba muchos retratos a Austria dada la relación de parentesco que existía entre ambas cortes.
- Y el último retrato que realiza de Felipe IV (MNP), en el que se refleja el decaimiento físico del monarca.

Pero, entre esas obras destaca especialmente la que se considera su obra maestra Las meninas (1656), en las que el
manejo de la luz y la conquista de la profundidad suponen la culminación de la perspectiva aérea velazqueña. En Las
meninas se reivindica el género del retrato y lo convierte en un hito de la sofisticación al que había llegado la corte
española. Empleó pinceladas atrevidas que de cerca parecen inconexas, pero contempladas a distancia adquieren
todo su sentido, anticipándose a la pintura de Manet y a los impresionistas del siglo XIX, en los que tanto influyó su
estilo.

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Por último, cabe destacar Las hilanderas o la Fábula de Aracne (1658) una de sus composiciones más ambiciosas y
complejas. Como ya había hecho anteriormente el núcleo de la acción se encuentra al fondo, tras una escena
aparentemente costumbrista y que sin embargo de manera sutil también contiene una parte narrativa. En el Siglo de
Oro, esta temática de Palas y Aracne se vinculó con la idea de que no hay nadie tan excelso en su arte que no sea
susceptible de mejora en el futuro.

El último encargo que recibió del rey Felipe IV fue la realización


en 1659 de cuatro escenas mitológicas para el Real Alcázar de
Madrid, de las cuatro pinturas solo se conserva en la actualidad
Mercurio y Argos resultando destruidas las otras tres en el
incendio del Real Alcázar.

Murió en el 1660 pero su presencia e influencia en la Corte no


se acabó con las obras que salieron de su mano, sino que se
prolongó a través de la labor de sus continuadores, especialmente Mazo y Carreño que continuarían con la
incorporación del espacio real al retrato real, que había iniciado Velázquez con el retrato de Felipe Próspero o Las
meninas.

Influencia en la pintura posterior

El reconocimiento de Velázquez como gran maestro de la pintura occidental fue relativamente tardío. Hasta
principios del siglo XIX raramente su nombre aparece fuera de España entre los artistas considerados mayores. Las
causas son varias: la mayor parte de su carrera la consagró al servicio de Felipe IV, por lo que casi toda su producción
permaneció en los palacios reales, lugares poco accesibles al público. Al contrario que Murillo o Zurbarán, no
dependió de la clientela eclesiástica y realizó pocas obras para iglesias y demás edificios religiosos.

No obstante, su conocimiento internacional se inició en el siglo XVIII. Goya en una ocasión declaró no tener otros
maestros que Velázquez, Rembrandt y la Naturaleza. En esos años diversos ilustrados manifestaron su preocupación
por la falta de grabadores que reprodujesen las pinturas que se conservaban en las colecciones españolas, como
medio para dar a conocer a nacionales y extranjeros la riqueza y el valor de nuestra pintura. Goya se hizo eco de esta
idea y en 1778 comenzó a grabar una serie de láminas en las que copió algunas de las más importantes pinturas de
Velázquez conservadas en Palacio. Goya realizó las láminas de los retratos ecuestres de Felipe III, Felipe IV y sus
esposas, así como el del príncipe Don Carlos, todos ellos del Salón de Reinos, el de Los borrachos, los enanos Sebastián
de Morra y Diego de Acebedo, el bufón Barbarroja y los filósofos (Esopo y Menipo).
Al mejor conocimiento de la obra de Velázquez fuera de España contribuyó la apertura del Museo del Prado en 1819.
Estudios sobre el pintor como los de Stirling-Maxwell o Carl Justi ayudaron en el redescubrimiento del artista que
más tarde le dedicaría una sala con su nombre en el sitio de honor del museo “el centro”.

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La revalorización definitiva del maestro la realizaron los pintores impresionistas, que comprendieron perfectamente
sus enseñanzas, sobre todo Renoir y Manet quien lo calificó como el «pintor de pintores» y «el más grande pintor
que jamás ha existido». La influencia de Velázquez se encuentra por ejemplo en El pífano, donde Manet se inspira
abiertamente en los retratos de enanos y bufones realizados por el pintor sevillano.
Esta revalorización de Velázquez tuvo su reflejo en el propio Museo del Prado. En 1899, cuando se cumplía el tercer
centenario del nacimiento del pintor se efectuaba la inauguración de la Sala de Velázquez en la Sala de Honor. Al
mismo tiempo, frente a la puerta principal del edificio, se inauguró la escultura del pintor a cargo de Aniceto Marinas.

Velázquez fue un referente para muchos pintores del siglo XIX en España, desde los Madrazo a Sorolla, quien tomó
del sevillano la inspiración para retratos como por ejemplo “La actriz María Guerrero como Dama boba”. Véase la
exposición Diálogos: Sorolla & Velázquez en el Museo Sorolla

Llegando su influencia hasta los pintores del siglo XX. Pablo Picasso le rindió el homenaje más visible, con la serie de
lienzos que dedicó a Las meninas (1957) reinterpretadas en estilo cubista. Otra serie famosa es la que dedicó Francis
Bacon en 1953 al Estudio según el retrato del papa Inocencio X por Velázquez. Salvador Dalí realizó en 1958 una obra
titulada Velázquez pintando a la infanta Margarita con las luces y las sombras de su propia gloria, y un Retrato de
Juan de Pareja reparando una cuerda de su mandolina y su propia versión de Las meninas (1960), evocadas también
en La apoteosis del dólar (1965).

Conclusión

Velázquez constituye uno de los puntos de referencia de nuestra memoria colectiva. Eso ha hecho que con el paso
del tiempo se hayan ido incorporando tanto diversas interpretaciones de sus obras como una multitud de
exposiciones temporales en torno a su figura y su obra:
-La antológica de 1990 celebrada en el MNP, considerada la primera exposición blockbuster en España,
-De Herrera a Velázquez (Hospital de los Venerables y BBAA de Bilbao 2006),
-Fábulas de Velázquez (MNP 2007),
-Velázquez, Murillo y los Venerables de la pintura (Fundación Focus, 2017)
-Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines (MNP, 2019).
Un pintor y su obra que se han convertido en inmortales y que sigue siendo innovador más de 4 siglos después de su
muerte.

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Bibliografía

ATERIDO, Ángel (ed.), Corpus velazqueño. Documentos y textos, 2 vols. Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte, 2000.
BROWN, Jonathan, Velázquez. Pintor y cortesano. Madrid, Alianza Editorial, 1986.
BROWN, Jonathan, y ELLIOTT, John, Un palacio para el rey: el Buen Retiro y la corte de Felipe IV. Madrid, Taurus,
2003.
GÁLLEGO, Julián, La realidad trascendida y otros estudios sobre Velázquez; con ensayos introductorios de Francisco
Calvo Serraller y Javier Portús, y epílogos de Pablo Jiménez Burillo y Jesús García Calero. Madrid, CEEH, 2011.
HARRIS, Enriqueta, Estudios completos sobre Velázquez. Madrid, Centro de Estudios Europa Hispánica, 2006.
MARCIARI, John (ed.), El joven Velázquez. La educación de la Virgen de Yale restaurada. Madrid, 2015.
NAVARRETE, Benito (ed.), En torno a Santa Rufina: Velázquez de lo íntimo a lo cortesano. Sevilla: Fundación Focus-
Abengoa, 2008.
PORTÚS PÉREZ, Javier, Velázquez. Guía, Madrid, Museo del Prado y Aldeasa, 1999.

PORTÚS PÉREZ, Javier (coord.), Velázquez y la familia de Felipe IV (1650-1680). Cat. Exp. Museo Nacional del Prado,
2013.

Exposiciones:

- Velázquez (MNP 1990)


- De Herrera a Velázquez (Hospital de los Venerables y BBAA de Bilbao 2006)
- Fábulas de Velázquez (MNP 2007)
- Velázquez, Murillo y los Venerables de la pintura (Fundación Focus, 2017)
- Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines (MNP, 2019)

Conferencias

Javier Portús, “Cuando Velázquez fue clásico”


https://www.youtube.com/watch?v=8TqoeLkVdSM

Alejandro Vergara, "Velázquez, Rembrandt y Vermeer y otras miradas afines en España y Holanda"
https://www.youtube.com/watch?v=T7XChT0aiDo

Javier Barón, "El Museo del Prado, Velázquez y el Greco, inspiración para artistas contemporáneos"
https://www.youtube.com/watch?v=frg6Ga7A6xY

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