Concepto de Self

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La palabra inglesa 

self se traduce en psicología como sí mismo, y es un constructo (concepto o


categoría descriptiva) utilizado por diversas escuelas psicológicas, como la psicología social, la
psicología cognitiva, el psicoanálisis, el humanismo o la Gestalt, entre otras. Como suele pasar
en psicología, las definiciones sobre el sí mismo son diversas, adquieren su significado según el
enfoque teórico o el campo de estudio que decide su uso, donde las distintas escuelas orientan
sus esfuerzos explicativos ya sea en la vida psíquica interior, en la interacción con el ambiente o
en las estructuras cognitivas, por ejemplo. Pero en general se refieren a las creencias,
conceptos y representaciones subjetivas que tiene la persona de sí
misma (autorreferencia). Self también se puede traducir al español como el prefijo “auto”, que
al anteponerse a otra palabra hace referencia a lo que un individuo se hace a sí mismo o por sí
mismo. Entonces el self engloba conceptos como autoestima (self-
esteem), autopercepción (self-perception), autoconciencia (self-consciousness), autoimagen,
autoconcepto, autoeficacia, autoevaluación, autodeterminación…, que son procesos
cognitivos diferenciados que se pueden inferir mediante una observación entrenada. El self se
refiere al grado de consciencia que tenemos sobre nosotros mismos y de la integración de
nuestros diferentes procesos cognitivos.

El concepto de self (el sí mismo, la conciencia de uno mismo, la individualidad, el sentimiento


de identidad…) serpentea sobre el límite entre filosofía y ciencia, creando la necesidad de
hacer preguntas filosóficas que interesan a las ciencias sociales para dotar a sus teorías de una
definición fiable; una descripción que sirva como base para intentar entender lo que somos y
cómo nos reconocemos y aceptamos, así como el proceso de construcción de nuestro self a
través de la alianza entre nosotros y nuestro ambiente psicosocial. El filósofo Immanuel
Kant defendía que la mente organiza y unifica los estados mentales proporcionando una
conciencia continua de la secuencia de experiencias que tiene la persona, un self que sirve para
unificar un conjunto de experiencias aplicables a un solo individuo. Para el fisiólogo Wilhelm
Wundt, considerado el padre de la psicología científica, el self es únicamente descubrir o sentir
la interconexión de la experiencia interna que acompaña a la vivencia que se está produciendo.
Para el filósofo John Dewey el self es un sistema múltiple y activo de relaciones entre el sujeto
y su ambiente, depende de la participación activa que tenga la persona en sociedad.

Según el campo de estudio

En el campo de la psicología el primer estudio sistemático de la conciencia de uno mismo se


encuentra en los Principios de Psicología (1890) de William James, quien dividió el sí mismo en
tres partes que lo constituyen: 1. El sí mismo material (la conciencia de su cuerpo, de su
ambiente y sus bienes materiales); 2. El sí mismo social (lo que cada uno cree que los demás
piensan de su persona y, por otro lado, los valores y las normas que comparte con la sociedad
en que vive); y 3. El sí mismo espiritual (el autoconocimiento que la persona tiene de su propia
existencia).

Desde la Psicología social el sí mismo es una construcción hecha por la persona a partir de su
relación con los demás y las respuestas que recibe de la sociedad, desarrollando después una
autorreflexión que le permite considerarse como objeto de su propio conocimiento. Aquí
el self es el reflejo de la consideración y la actitud que los demás nos transmiten, siendo la
sociedad el espejo en el que se refleja el concepto que de sí tiene la persona.

Desde el Psicoanálisis hay diversos autores de la psicología del sí mismo, entre los que se
encuentran:
 Heinz Kohut, quien imagina el sí mismo como un procedimiento que organiza los
recuerdos de la persona como representaciones de sí, y que influyen dinámicamente
en su comportamiento.

 Karen Horney diferencia un sí mismo actual, que es la persona completa y consciente


de su mente, su cuerpo y su realidad; un sí mismo real, que se refiere al posterior
crecimiento y desarrollo potencial de la persona; y un sí mismo idealizado, que es una
imagen idealizada a la que recurre la persona cuando advierte la diferencia entre lo
que es actualmente y lo que desearía haber sido.

 Para Silvano Arieti existen distintas imágenes de sí según la fase de desarrollo en la


que se encuentre la persona, comenzando en la consciencia del sí mismo sensomotor e
íntimo y progresando después mediante el intercambio social, hasta llegar a un ser
humano individual dotado de voluntad.

Para la Psicología humanista y existencial el sí mismo es, más que un elemento psíquico, un


proceso de autorrealización (self-relatedness) que impulsa a la acción. Según Rollo May,
tenemos la necesidad de afirmar nuestra identidad individual mediante la autorrealización,
pero ésta se ve permanentemente comprometida por la interacción social, que puede motivar
o frustrar esa deseada realización personal. Para Abraham Maslow la autorrealización debe
consolidarse al margen de las máscaras o roles sociales que hemos adoptado como miembros
activos de una sociedad (lo que algunos denominan un falso self).

¿Hay espacio para un self auténtico cuando nuestro ciclo vital está inserto en la sociedad?

Siempre estamos cumpliendo diferentes papeles sociales (esposo enamorado, padre rígido,
hijo tierno, empleado eficiente, cliente exigente, amigo afable, cocinero inútil…) pero, cuando
estamos solos y absortos en nuestros pensamientos, ¿quiénes somos? Si tenemos
un self público es lógico pensar que también podemos tener uno privado, el cómo somos para
nosotros mismos sin la mirada de los demás, nuestras convicciones íntimas sobre lo que somos
capaces de hacer y lo que pensamos que estaríamos dispuestos a hacer ante ciertos
acontecimientos; pero, ¿cuál es el dominante? ¿Con cuál nos sentimos mejor? A veces la
psicología asocia el self verdadero con nuestro sentido de integridad moral, con vivir de
acuerdo con nuestros valores más arraigados, con sentirnos personas auténticas y creativas
viviendo en armonía con nuestro interior emocional.

En general puede considerarse al self como el núcleo de la identidad, el centro del yo


auténtico, la conciencia de sí mismo centrada en el yo personal y diferente de las demás
personas, es nuestra interioridad individual que forma parte de la construcción de nuestra
identidad. A diferencia de la identidad, que está formada por multitud de factores (la mayoría
relacionados con la cultura y la sociedad en que nos desarrollamos y el momento histórico en
que vivimos) que se pueden describir verbalmente (soy español, varón, casado, ingeniero,
católico, deportista…), el self no puede describirse, se va revelando inconscientemente a los
demás a través de la relación. Nuestro ‘ser interno’ se expresa mediante nuestra
personalidad, es el núcleo instintivo de la personalidad que se manifiesta mediante
comportamientos y percepciones de forma dinámica según los diferentes tipos de relación.
El sí mismo, en este sentido, se refiere a nuestros rasgos de personalidad que hemos
seleccionado de entre otros muchos que han surgido de nuestras relaciones familiares y
sociales. El self es el proceso que organiza y mantiene nuestro sentido de identidad, el que
nos distingue de los demás, y también de nuestra personalidad adulta como independiente de
nuestra infancia superada.
El sí mismo no es algo único ni puntual, sino que se desarrolla de forma continua y dinámica
desde que nacemos con unas condiciones iniciales (la herencia genética, el sistema de apego,
el conocimiento relacional implícito…), y que se va actualizando en base a nuestras
experiencias con la familia, las contingencias sociales y el lenguaje, por lo que es una
construcción psicosocial. Es una actividad cognitiva en proceso permanente, que consta de
diferentes momentos con estados diversos articulados en una secuencia que dura toda la vida,
donde participan nuestras emociones, disposiciones, conocimiento y nuestra tolerancia a los
inevitables contratiempos que se dan en cualquier interacción social. Por eso el self puede
cambiar, cabe la posibilidad de ser múltiple y discontinuo en el tiempo porque estamos
expuestos al cambio, a nuevas experiencias según los diversos contextos e interacciones con
los demás que nos llevan a la autoobservación. Si logramos aceptar los distintos estados de
nuestro self como propios, lo menos dispersos posible y reconocidos en nosotros mismos,
suelen experimentarse con mayor equilibrio y cohesión.

A menudo los cambios en la forma de entender la conciencia de sí mismo vienen determinados


por profundas transformaciones sociales, por diferentes formas de entender el mundo y la
cultura que nos rodea, pasando de un self arraigado y estable en la tradición y las creencias
religiosas a otro self más globalizado, cambiante e inestable. Solo conectando vivencialmente
con nuestro yo dinámico y singular que somos, percibiéndolo como nuestra única realidad con
nuestras limitaciones, miedos e incertidumbres, nos puede empujar a mejorarnos a nosotros
mismos. Mostrándonos ante nuestros complejos y reconociendo nuestra vulnerabilidad
paradójicamente nos fortalece, porque nos hace menos vulnerables a la posible manipulación
exterior al habernos robustecido previamente mediante el afrontamiento de nuestras partes
temidas. Al reconocer y aceptar nuestras limitaciones flexibilizamos nuestra personalidad y
nos adaptamos mejor a las circunstancias, siendo más invulnerables a las críticas, frustraciones,
engaños y demás manipulaciones.

Autor: Iñaki Kabato (colaborador de nuestro Blog)

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