¿Soy Llamado Muestra Gratis
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Contenido
bueno que estás aquí. Puede que estés ministrando en una escuela,
seas misionero o participes en algún otro trabajo cristiano. Esto
es para ti. Tal vez seas pastor y te estés preguntando si en realidad
deberías estar haciendo lo que estás haciendo. Este libro también
es para ti.
Sin embargo, no me malinterpretes. Este libro no es para todos.
No es un libro de liderazgo cristiano en general, aunque, si eres un
líder, este libro puede serte útil. No espero que este libro logre acep-
tación en el mercado de las mujeres cristianas, ¡ni siquiera mi editor
espera eso! Como verás, creo que la Biblia enseña claramente que el
llamado al ministerio pastoral es solo para los hombres cristianos.
Tal vez no estés de acuerdo, y sé que vivimos en una cultura donde
limitar las oportunidades para el ministerio pastoral a un género me
relega a la categoría de reliquia, junto con los tocadiscos y la televi-
sión en blanco y negro. No voy a adentrarme en el argumento de si
las mujeres deben servir en posiciones pastorales… Algún otro libro
hablará de eso.
No obstante, me gustaría que algunas mujeres leyeran este libro,
mujeres que aspiran a apoyar a pastores piadosos y a usar sus do-
nes para construir una iglesia bajo el liderazgo bíblico. Mi esposa,
Kimm, quiere que cada esposa de pastor, o futura esposa de pastor,
lea este libro.
Una cosa que notarás en este libro es que está lleno de historias:
historias de hombres reales que escucharon y enfrentaron su llamado
de formas diferentes. Algunos son personajes famosos que probable-
mente conozcas; otros son personas comunes como yo. Pero quiero
que sepas algo: esas historias no son solo para que asientas con la
cabeza mientras lees. Son medios por los cuales vemos la gracia que
recibieron estos hombres llamados al ministerio.
14 ¿Soy llamado?
El proyecto de Dios
Criado en una denominación tradicional, yo sabía que Dios era real,
solo que me parecía irrelevante. La iglesia a la que asistía no hacía
mucho por persuadirme de lo contrario. En general, el viejo órgano,
los ancianos que cantaban himnos y un sermón de 20 minutos hacían
que me preguntara por qué había perdido esos 20 minutos. En mi
mente adolescente, era una invitación a dormir.
Fue así que me di por vencido. Terminé la secundaria y partí directo
a la universidad. Amaba el rock, a los Steelers de Pittsburgh y evitaba
las tareas a toda costa. Amigos ruidosos y fines de semana llenos de
fiestas me condujeron a obtener calificaciones promedio. No tengo
grandes confesiones de destrucción y desesperación. De hecho, mi
historia de conversión empieza de una manera nada espectacular: es-
taba divirtiéndome viviendo a mi manera.
La convocatoria como yo la veo15
Grandes inquietudes
Sin embargo, había otras inquietudes, vagas y ambiguas al principio,
pero suficientemente fuertes para generar preguntas en mi mente.
Primero tomaron forma en la iglesia a la que «asistía». De algún
modo, terminé uniéndome a la iglesia, fui a un campamento y me
hice miembro. Y en verdad lo disfrutaba. No solo empecé a ir a las
reuniones de miembros y a expresar mis opiniones, sino que comencé
a relacionarme con los hermanos y a construir una vida de comu-
La convocatoria como yo la veo17