Artículo: La Justicia Como Virtud Social
Artículo: La Justicia Como Virtud Social
Artículo: La Justicia Como Virtud Social
RESUMEN: La justicia es el eje de la filosofía de los derechos humanos, por ser la virtud
que orienta las demás virtudes humanas hacia el bien común y no hacia el individuo,
y porque la justicia implica una igualdad. La definición de justicia se vuelve importan-
te para la promoción de los derechos humanos; el mismo concepto de sujeto de de-
recho identificado con el concepto de persona humana es importante para orientar
los esfuerzos hechos en esta materia. La justicia social es un concepto importante, ya
que la justicia debe por definición ser un hábito, no sólo del individuo, sino de la co-
lectividad, para alcanzar el verdadero bien común y la armonía, que se destruye con
el individualismo. La justicia social se define a través de los principios de dignidad
humana, del bien común, de la solidaridad, la subsidiaridad, el destino universal de
los bienes y el valor del trabajo humano, y su finalidad es inclinar al hombre a crear
ciertas condiciones necesarias para su propia realización y la de los demás.
ABSTRACT: Justice is the center of the human right’s philosophy, because it is the virtue
that directs every other human virtue toward the common good and not towards the
individual, and also because justice entails certain equality. The definition of justice turns
into something important when it comes to the promotion of human rights, the concept
of right itself when identified with the idea of human being is important for the orienta-
tion of every effort ever made on this matter. Social justice is also an important concept,
as justice is supposed to be a habit, not just for the individual, but for the whole com-
munity, in order to truly achieve the common good and harmony, which is destroyed by
individualism. Social justice is defined through the principles of human dignity, common
good, solidarity, subsidiarity, universal destiny of things and goods and human labor
value, and it’s purpose is to lead men to create certain conditions that are necessary
for his own fulfillment and also of all the others.
27
Luciano Barp Fontana
Introducción
E
ste artículo acerca de la virtud de la justicia quiere ser una colaboración
en la difusión de las tesis fundamentales de la filosofía de los derechos
humanos (iura humana) que hemos heredado del pensamiento novo-
hispano y que siguen vigentes en la cultura de nuestros días.
Partiremos de santo Tomás de Aquino (1225-1274), quien expuso el
tema de la justicia en su tratado De iustitia et iure en la II-II de la Suma Teo-
lógica. Dividió su análisis en cuatro apartados: I) la justicia en sí misma (q.
57-60); II) las partes subjetivas e integrales de la justicia (q. 61-79); III) las
partes potenciales de la justicia (q. 80-120), y IV) los preceptos de la justicia
(q. 122).
Para ello, santo Tomás se apoyó en las obras de Aristóteles, Cicerón, san
Agustín y la Patrística. Además, se fundamentó en el Decreto de Graciano
(Corpus iuris canonici, recopilado en el año 1140 por el monje camaldu-
lense Graciano) y en las cuatro partes del Corpus iuris civilis (Instituciones,
Digesto, Código Justinianeo y Novelas posteriores a Justiniano).
Asimismo, los escritos de santo Tomás sirvieron de base hasta nuestros
días para innumerables comentarios y tratados sobre la justicia, entre los
cuales destacan las investigaciones de la Escuela Española del Siglo de Oro,
con figuras como Domingo Bañez, Domingo Soto, Francisco Suárez y Bar-
tolomé de Medina, entre otros, quienes influyeron profundamente en la
evolución del pensamiento novohispano.
28
La justicia como virtud social
1. Derecho1
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Luciano Barp Fontana
del hombre puede versar también sobre sus semejantes, pero sólo en cuan-
to a las actividades; nunca sobre las personas mismas, precisamente por
ser personas.
Fundamento del derecho. Siendo un poder moral, el derecho se funda-
menta en una ley que determina los límites dentro los cuales el hombre
puede ejercitar libremente su actividad, empleando los medios necesarios
y útiles para su propia realización. Más adelante desarrollaremos el tema
de la ley natural como fundamento último del derecho y de la justicia. La ley
(natural y positiva) se fundamenta, a su vez, en la ley eterna que consiste en
el plan que se encuentra en la mente del Hacedor, en la cual preexiste el
modelo original de la naturaleza humana y de las demás criaturas que in-
tegran el cosmos.
División del derecho. Según su derivación de la ley natural tenemos el
derecho natural, que resulta directamente de la naturaleza humana en sí
(el derecho natural es común a todos los hombres) y el derecho positivo,
que comprende las leyes puestas por el legislador humano para regular las
relaciones entre los miembros de la comunidad. Según su objeto inmediato
tenemos derechos reales, que confieren un poder sobre una cosa (ius in re),
y derechos personales, que confieren un poder sobre una persona que debe
ceder alguna cosa (ius ad rem). Según su origen tenemos derechos innatos,
que existen en la persona por el simple hecho de ser persona; si resultan de
un hecho contingente (necesario o libre) tenemos derechos adquiridos.
Según su transmisibilidad tenemos derechos alienables e inalienables, según
puedan ser transferidos a otra persona o no. Según la obligación tenemos
derechos estrictos, que se fundan en la virtud de la justicia (su cumplimien-
to se puede exigir ante la ley) y derechos no estrictos, que se fundan en la
benevolencia (su cumplimiento no se puede exigir ante la ley).
2. Deber
En sentido abstracto, deber es el acto que hay que ejecutar u omitir en virtud
de una obligación moral. En sentido concreto, deber es el vínculo moral que
obliga al hombre a hacer u omitir un acto para guardar el orden debido. En
sentido jurídico, deber es la obligación moral de ejecutar u omitir un acto
de acuerdo con lo exigido por el orden de las relaciones sociales. Los de-
beres jurídicos corresponden a un derecho estricto o de justicia. Los deberes
no jurídicos corresponden a un derecho fundado en la benevolencia, com-
pasión o gratitud.
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La justicia como virtud social
3. Virtud
Para una conducta moral estable no basta que nuestros actos humanos
resulten a veces buenos y a veces no. Hay que adquirir y cultivar aquellos
hábitos buenos denominados virtudes. La palabra virtud deriva del latín vis,
que significa fuerza. Las virtudes son pues fuerzas inmateriales que disponen
la inteligencia y la voluntad para planear y realizar una vida ordenada. Los
hábitos que nos disponen al mal son los vicios.
División de la virtud. Consta que nuestras facultades vegetativas, sensi-
tivas y locomotivas no requieren de hábitos, ya que están inclinadas instin-
tiva y espontáneamente a sus propios actos por su naturaleza misma, según
las leyes físico-químicas, biológicas, sensitivas e instintivas. En cambio, las
potencias espirituales5 requieren de hábitos del entendimiento 6 y de la
voluntad,7 para alcanzar sus propios objetivos.
5
Espíritu es un término colectivo que comprende el poder inmaterial de la inteligencia
y de la voluntad. Ser espiritual equivale a ser personal.
6
La inteligencia humana es una facultad espiritual e inorgánica que desmaterializa las
representaciones sensibles materiales para elaborar representaciones intelectuales inmate-
riales de la realidad. El acto intelectual se desarrolla en tres etapas: la abstracción de las
ideas inmateriales, partiendo de las representaciones sensibles materiales; la elaboración
de juicios, que consisten en la afirmación de una idea respecto de otra idea, y la ilación, que
consiste en concluir juicios nuevos partiendo de juicios ya afirmados.
7
La voluntad es una facultad espiritual e inorgánica que tiende hacia un objetivo que
la inteligencia nos presenta como bueno para nuestra realización personal, que alcanzare-
mos ajustándonos y reajustándonos al paradigma original de ser humano, que existe prime-
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Luciano Barp Fontana
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La justicia como virtud social
II. La justicia
8
La palabra justicia deriva del adjetivo latino iustus, que significa lo justo, lo debido y,
por consiguiente, el derecho. Algunos filólogos hacen derivar la palabra ius de la raíz sáns-
crita yoh, que significa “algo sagrado o procedente de la divinidad”.
9
Ulpiano, jurisconsulto romano (170-228 d. C), expresa tal definición en el Digestum,
1. 1. tit. 1. 10; santo Tomás la cita el la S. Theol., II-II. q. 58. a. 3.
10
S. Tomás, S. Theol., II-II. q. 57. a. 1.
33
Luciano Barp Fontana
11
Etimológicamente el término mandar significa dar la mano (en latín: manus dare). Es
una palabra cargada de seguridad, de integración, de unificación y de negación de la so-
ledad.
12
La palabra griega cosmos (κοσμος) significa hermosura, orden y negación del caos.
13
Crear es una operación exclusivamente divina, que consiste en participar totalmente
el propio existir a otro. Sin Él, no seríamos. En efecto, somos contingentes y esto significa que
existimos solamente porque estamos “en contacto” con el Otro. Todo lo que somos y todo
lo que tenemos lo hemos recibido de otro. Luego es necesario educarnos a la alteridad (alter,
otro) y a sentirnos parte del cosmos.
14
El adjetivo griego ιερος significa lo sagrado, así que jerarquizar significa la integración
del cosmos y del ser humano con lo sagrado.
15
Que Dios creador sea providente es un pensamiento común de las grandes religiones
y de muchas corrientes filosóficas. Por ejemplo, la filosofía griega de los Estoicos (siglo IV a.
C.) admite un Logos providente (pronoia).
16
El término naturaleza significa el sujeto considerado como principio de las operacio-
nes que brotan necesariamente del sujeto mismo. Hablamos así de naturaleza vegetal,
34
La justicia como virtud social
animal, humana, angelical y divina, según las operaciones que brotan de la planta, del
animal irracional, del animal racional, del ángel o de Dios.
35
Luciano Barp Fontana
17
S. Tomás, S. Theol., I-II, q. 94. a. 2.
18
S. Tomás, S. Theol., I-II, q. 94. a. 2. Los artículos de la cuestión 94 que acabamos de
citar son el fundamento de la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada
por la Organización de las Naciones Unidas (1948), que desglosa los derechos fundamen-
tales de la persona entendida como individuo y como miembro de la sociedad civil. Se
afirma, antes que todo, la igualdad de todos los seres humanos “sin distinción alguna de
raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacio-
nal o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición” (2). Luego se
proclaman como inalienables, entre otros, los siguientes derechos: “derecho a la vida, a la
libertad y a la seguridad de su persona (3); “derecho al reconocimiento de su personalidad
jurídica (6); “derecho, sin distinción alguna, a igual protección de la ley” (7); “derecho a
circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado” (13); “derecho a una
nacionalidad” (15); “derecho a la libertad de opinión y de expresión” (19); “derecho a la
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La justicia como virtud social
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Luciano Barp Fontana
La justicia ordena al hombre con relación a otro. Esto puede ser de dos modos.
Primero. A otro, considerado individualmente. Segundo. A otro en común, es
decir, en cuanto que aquel que sirve a una comunidad sirve a todos los hombres
que en ella se contienen. A ambos modos puede referirse la justicia, según su
propia naturaleza. Sin embargo, es evidente que todos los que integran alguna
comunidad se relacionan con la misma, como las partes se relacionan con el
todo. Ahora bien, dado que la parte, en cuanto tal, es del todo, se sigue tam-
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La justicia como virtud social
bién que cualquier bien de la parte es ordenable al bien del todo. Según esto,
pues, el bien de cada virtud, sea que ordene al hombre hacia sí mismo, sea
que lo ordene hacia otras personas singulares, es referible al bien común, al
cual la justicia ordena. Y así los actos de todas las virtudes pueden pertenecer
a la justicia, en cuanto que ésta ordena al hombre al bien común. En este
sentido la justicia es llamada virtud general. Y, dado que a la ley corresponde
ordenar al bien común, se sigue que tal justicia, denominada general en el
sentido expresado, se le llame justicia legal, porque por medio de ella el hom-
bre concuerda con la ley que ordena los actos de todas las virtudes al bien
común.19
Restituir no parece ser otra cosa que poner de nuevo a uno en posesión o en
dominio de lo suyo. Por eso, en la restitución hay una igualdad de justicia según
la compensación de cosa a cosa, lo cual pertenece a la justicia conmutativa.
Por consiguiente, la restitución es un acto de la justicia conmutativa, y esto no
solamente cuando la cosa de uno está en poder de otro por voluntad del pri-
mero, como ocurre en el préstamo o en depósito, sino también cuando está
en poder de otro contra su voluntad, como en la rapiña o en el hurto.20
19
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 58. a. 5.
20
S. Tomás, S. Theol., II-II. q. 62. a. 1.
39
Luciano Barp Fontana
Como se ve, aquí se trata de los contratos privados que reclaman una
igualdad aritmética entre aquello que se da y aquello que se recibe. Es
verdad que sin justicia conmutativa es imposible toda forma de justicia; sin
embargo, es necesario superar la visión limitada de una justicia conmuta-
tiva contractualista, vivificándola con el principio de solidaridad, que des-
cribiremos al tratar de la justicia social.
Justicia particular distributiva. Es la parte sujetiva de la justicia que se da
entre un grupo social (representado por la autoridad) y el individuo en
cuanto es miembro de aquél grupo (ordo totius ad partem). La justicia par-
ticular distributiva inclina la voluntad del superior a la repartición propor-
cional de los bienes (premios, dignidades, reconocimientos y oficios) según
los méritos y según las capacidades de cada súbdito.
El acto de la distribución de los bienes comunes pertenece solamente a aquel
que tiene a su cargo estos bienes comunes. Sin embargo, la justicia distributiva
reside también en los súbditos a los cuales se hace la distribución, es decir, en
cuanto han recibido la justa distribución. No obstante que a veces se haga
también la justa distribución de los bienes comunes no de una ciudad, sino de
una sola familia, y tal distribución puede ser hecha por la autoridad de una
persona privada.21
21
S. Tomás, S. Theol., II-II. q. 61. a. 1. ad 3.
22
La palabra nepotismo deriva del sustantivo italiano nipóte que significa sobrino. Se
refiere a la práctica de algunos papas del Renacimiento que nombraban a sus sobrinos para
los más altos cargos en el gobierno de los Estados pontificios.
23
Cf. S. Tomás, S. Theol., II-II. q. 63. a. 1. La justicia distributiva crea el orden de la
comunidad y promueve el bien común, si el coordinador toma en cuenta los talentos de los
individuos, los reconoce y los impulsa. Ahora bien, consta que la acepción de personas es
una injusticia, ya que la distribución de los bienes y de los cargos no se realiza según la
aptitud real del súbdito, sino según otra cualidad, como el parentesco, la amistad, la rique-
za, o incluso la integridad moral, cuando ésta no constituye la razón suficiente de la distri-
bución.
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La justicia como virtud social
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La fortaleza asegura la firmeza y la constancia en la práctica del bien. Regula las
pasiones del “apetito concupiscible” que son: el amor sensible y el odio; el deseo y la aver-
sión; la alegría y la tristeza.
La templanza modera la atracción hacia los bienes sensibles y procura el equilibrio en
el uso de los bienes materiales. Regula las pasiones del “apetito irascible” que son: la espe-
ranza y la desesperanza, la audacia, el miedo y la ira.
25
“En cuanto constituye una de las partes integrantes de la virtud de la justicia, apartar-
se del mal no implica una pura negación. Esto sería simplemente no hacer algo malo (esta
conducta no merecería recompensa, ya que se limita a evitar el castigo). Aquí, apartarse del
mal implica un movimiento de la voluntad que repudia el mal. Como indica la palabra
misma apartarse que significa hacer algo en contra del mal” (S. Tomás: S. Theol.: II-II, q. 79.
a. 1. ad 2).
41
Luciano Barp Fontana
En las virtudes anexas a una virtud principal hay que considerar dos cosas: pri-
mero, que tengan algo en común con la virtud principal. Segundo, que en algo
se aparten de la perfecta noción de la misma virtud principal. Ahora bien, pues-
to que la justicia se refiere al otro, todas las virtudes que se refieren al otro
pueden, por tal semejanza, ser anexadas a la justicia. Ahora bien, es de la
esencia de la justicia dar al otro aquello que le es debido, según la igualdad.
Luego, una virtud que se refiere al otro, puede diferir de la esencia de justicia de
dos maneras: o bien por defecto de igualdad, o bien por defecto del debito.27
26
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 79. a. 1.
27
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 80. a. 1.
42
La justicia como virtud social
Así como a la religión le corresponde dar culto a Dios, así, en un grado inferior,
corresponde a la piedad dar culto a los padres y a la patria. Asimismo, en el
culto de los padres se incluye el culto a todos los consanguíneos, pues se llaman
así porque proceden de los mismos padres. Y en el culto de la patria se incluye
el culto de los conciudadanos y de todos los amigos de la patria. Por lo tanto,
a éstos principalmente se extiende la virtud de la piedad.31
Así como en la religión, por la cual damos culto a Dios, está incluida la
piedad por la cual honramos a los padres, así en la piedad está incluida
28
El sustantivo ανθρωπος (ser humano) deriva del verbo griego anaqrew que significa
“mirar hacia lo alto”. Esta etimología se encuentra en Platón, Cratilo 398e-399c, donde
Sócrates analiza el término “antropos”.
29
S. Tomás, Summa contra gentiles, III. 119.
30
Venerar, reverenciar, observar, respetar son todos verbos de visión que tienen el sen-
tido de “fijarnos bien” en “aquello que tenemos en frente” para darle lo debido.
31
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 101. a. 1.
43
Luciano Barp Fontana
32
Del término observancia (que contiene en sí la palabra latina servus, servidor) con-
servamos en nuestros días algunas expresiones de cortesía como: “servidor”, “su atento y
seguro servidor”, para significar nuestros sentimientos de respeto.
33
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 102. a. 1.
44
La justicia como virtud social
45
Luciano Barp Fontana
36
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 110 a. 3. ad 5.
46
La justicia como virtud social
por la cual damos el culto debido a Dios; después de la piedad, por la cual
reverenciamos a nuestros padres; después de la observancia, por la cual res-
petamos a las personas superiores en dignidad, se encuentra la virtud del
agradecimiento o gratitud mediante la cual recompensamos a nuestros bien-
hechores.37
37
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 106. a. 1.
38
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 106. a. 6. ad 1.
39
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 107. a. 2.
47
Luciano Barp Fontana
Las virtudes nos habilitan para seguir convenientemente las inclinaciones na-
turales que pertenecen al derecho natural. Y así, a toda inclinación natural
corresponde una virtud especial. Ahora bien, en la naturaleza hay una inclina-
ción especial a rechazar lo nocivo. Por esto los animales están dotados del
apetito irascible, distinto del apetito concupiscible. Ahora bien, el hombre re-
chaza lo nocivo de dos maneras. O bien protegiéndose de las injurias para
evitar que le sean inferidas, o bien castigando las injurias ya inferidas, no con
la intención de dañar, sino con la intención de alejar el daño. Y esto pertenece
a la justicia vindicativa (o justo castigo). En efecto, Cicerón en su Retórica dice
que la venganza es la virtud por la cual, defendiéndonos o castigando, recha-
zamos la violencia o la injuria y, en general, rechazamos todo lo oscuro, es
decir lo ignominioso. Por ello el justo castigo es una virtud.40
40
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 108. a. 2.
41
El término sevicia deriva del adjetivo latino saevus, que significa cruel, inhumano,
feroz.
42
Afable. Adjetivo de origen latino compuesto de tres partes: I) Ad = hacia el otro; II)
“Fa”, raíz que deriva del verbo For, fatus, fari = verbo que significa hablar, comunicarse, y
III) “– ble” , terminación que siempre significa “que puede ser”. En resumen: afable significa
“que puede ser tratado por el otro”. En efecto, nadie puede convivir todo un día con una
persona triste o desagradable.
43
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 114. a. 2. ad 1.
48
La justicia como virtud social
dos personas, mientras que la afabilidad es una virtud que nos inclina al
trato amigable con todas las personas con las cuales convivimos.
La liberalidad, es decir la generosidad, es la virtud anexa de la justicia
que inclina nuestra voluntad a que moderemos el amor a las riquezas, de
manera que aprendamos a vivir desprendidos de ellas y a compartirlas con
aquellos que las necesitan, cuando la razón lo indica.
“Según Aristóteles (en IV Ethic), es propio del hombre liberal ser esplén-
dido. Por eso a la liberalidad se la llama también ‘largueza’, porque aque-
llo que es largo no está retenido, sino extendido. Y esto mismo parece indi-
car la palabra liberalidad, puesto que cuando uno se desprende de las
riquezas es como si las liberara de su custodia y de su dominio, demostran-
do que su afecto no está apegado a ellas”.44
A la liberalidad se oponen la avaricia que consiste en atesorar las rique-
zas sin otro fin que divinizarlas, y la prodigalidad que consiste en malgastar
el dinero o los recursos materiales en vez de emplearlos en buenos fines.
La equidad, es decir la epikeia, es la virtud anexa de la justicia que in-
clina la voluntad hacia aquello que es justo, interpretando la ley según su
espíritu y no según su letra. En efecto, consta que las leyes regulan en ge-
neral las acciones de los hombres, pero no pueden prever todos los casos
particulares. Para los casos excepcionales se requiere una cierta interpreta-
ción, que es la finalidad de la equidad o epikeia.45
Los actos humanos acerca de los cuales versan las leyes son de múltiples modos
singulares, contingentes y variables. Por ello es imposible instituir una ley que
no falle en algún caso. Ahora bien, para establecer las leyes, los legisladores
atienden a aquello que es más frecuente o bien a lo que ocurre en la mayoría
de los casos. En algunos casos, sin embargo, observar la ley puede ir contra la
justicia y contra el bien común que es la finalidad de la ley. Por ejemplo, la ley
ordena que se devuelvan las cosas depositadas, ya que esto es normalmente
lo justo. Sin embargo, a veces esto puede ser nocivo (por ejemplo, si un loco
depositó su espada y la reclama en su estado de demencia, o si alguien recla-
44
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 117. a. 2.
45
Santo Tomás tiende a anexar la equidad a la virtud de la justicia legal: “Hablando
con propiedad, la epiqueya pertenece a la justicia legal, ya que en cierto modo está conte-
nida en ella y en cierto modo la supera. En efecto, si por justicia legal entendemos aquella
que se ajusta a la ley tanto a su letra como a la intención del legislador (y esto es lo principal),
entonces la epikeia es la parte principal de la justicia legal. Pero si la tomamos sólo en cuan-
to se ajusta a la letra de la ley, entonces la epikeia no es parte de la justicia legal, sino de la
justicia común y se distingue de la legal porque la supera” (S. Theol., II-II, q. 120. a. 2. 1).
49
Luciano Barp Fontana
La justicia social puede ser concebida como la síntesis de los tres modos
clásicos de justicia (general o legal, particular conmutativa y particular dis-
tributiva) que siguen siendo los gérmenes fértiles de toda declaración uni-
versal de los derechos humanos.
Enseguida describiremos seis principios universales que nos pueden
llevar a una genuina definición de justicia social (Principio de la dignidad
de la persona humana; principio del bien común; principio de solidaridad
y principio de subsidiaridad; principio del destino universal de los bienes y
principio del valor del trabajo humano).
Principio de la dignidad de la persona humana.47 Para fundamentar una
genuina definición de justicia social proponemos la postura antropológica
denominada el “Hombre imagen de Dios” (cf. S. Tomás: S. Theol., I, q. 93.
a. 1. ss.). Se afirma que los humanos participamos del ser divino los pode-
46
S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 120. a. 1.
47
Persona humana significa una criatura de naturaleza intelectual. La misma palabra
“persona” (per-sonare: verbo latino de sintonía) nos indica su esencia, que consiste en la
capacidad de sintonizarse (per-sonar) con otra persona humana y con la persona divina,
gracias al poder espiritual que consiste en la capacidad de la inteligencia y del querer re-
flexivo.
50
La justicia como virtud social
res de la inteligencia y del querer reflexivo. Esto significa que todos los hu-
manos somos vestigios e imágenes de Dios. Como todas las criaturas, somos
vestigios48 de Dios, ya que contenemos la huella del existir de Él, quien es
“el mismo existir subsistente”. Ser criatura es pues el primer rasgo de nuestra
constitución humana, mediante el cual afirmamos nuestro origen común.
En efecto, todos existimos por Él y en su mente se encuentra el modelo ori-
ginal de ser humano, al cual vamos ajustándonos progresivamente para
alcanzar nuestra realización integral.
Además de ser vestigios de Dios, nosotros los humanos somos también
sus imágenes,49 por ser dotados de una vida intelectiva y de una vida de
autodeterminación, que son participaciones del conocer y del querer divino.
El conocimiento intelectual es la más elevada de las perfecciones creadas
y se encuentra solamente en los humanos quienes, por ello, somos más
próximos a Dios. La semejanza entre Dios y el hombre es el fundamento de
la igualdad de todos los humanos entre sí.
Principio del bien común. Para llegar a una genuina definición de justi-
cia social es necesario reconocer que la ausencia de sensibilidad para el
bien común es un signo claro de una sociedad marcada por el individualis-
mo que destruye la armonía y la paz. Sin embargo, no hay que confundir el
bien común con la suma de los intereses particulares de los miembros de
un grupo social.50 Tampoco hay que confundirlo con el bien público, con el
bien del gobierno o con el bien de la autoridad del Estado. En efecto, el bien
común puede ser definido solamente con referencia al valor de la persona
humana, que es social por naturaleza. Consecuentemente, por bien común
entendemos el conjunto de condiciones de la vida social que permiten a los
grupos humanos y cada uno de sus miembros alcanzar plenamente su pro-
pia realización. Como se ve, el bien común supone el respeto a la persona
48
Etimológicamente, vestigium denomina la huella que un animal plantígrado deja
impresa en el suelo. Investigación es el proceso que consiste en penetrar en las “huellas” de
la realidad, para llegar a ofrecer explicaciones acerca de ella. Ahora bien, en nosotros en-
contramos la huella del existir de Dios. Somos finalmente por él.
49
Etimológicamente, imago deriva de imitago: términos latinos que indican imitación.
En el concepto de imagen se halla la idea de relación entre modelo y modelado. Somos
imágenes de Dios, dado que Él y el ser humano tenemos en común, aunque análogamente,
la vida espiritual, es decir, la vida intelectiva y volitiva.
50
Es indebido considerar el bien común como la simple suma de los bienes particulares
de los individuos que integra la comunidad. Pues Aristóteles nos enseña que “incluso en el
orden matemático seis es algo más que tres más tres”. Es decir que el número seis tiene
valor propio e independiente de los números sumados, e inclusive puede ser el resultado de
números diferentes (Jacques Maritain, La persona y el bien común, pp. 45-46).
51
Luciano Barp Fontana
51
Autoridad (del verbo “augeo, auctum, augere”: aumentar, crecer) es el atributo de
aquel ser humano quien “ha crecido” hasta tal punto que puede ser imitado por los demás.
Así que, autoridad significa el modelo a seguir.
52
La palabra solidaridad proviene del adjetivo latino arcaico sollus, que deriva del
griego ολον, que significa entero, integro y compacto.
52
La justicia como virtud social
53
La palabra subsidiaridad se deriva del término latino subsidium que significa las
tropas de reserva. En efecto, la milicia romana distinguía las tropas que combatían en el
frente (en primera fila) y las tropas de reserva (cohortes subsidiariae). La subsidiaridad expre-
sa pues la idea de reserva, de ayuda suplementaria, de sostén y de refuerzo.
54
Hay que aplicar el principio de subsidiaridad en el núcleo familiar y en el salón de
clase. Solamente así podremos aprender a educar a la libertad, es decir, a tomar decisiones.
55
Apoyar (ad=hacia; podium= base, plataforma) tiene la idea de sostener. Ayudar, co-
adyuvar (ad=hacia; juvenis=joven), tiene la idea de renovar, es decir, de mantener joven.
53
Luciano Barp Fontana
54
La justicia como virtud social
V. Conclusión
55
Luciano Barp Fontana
VI. Bibliografía
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