Diferentes Tecnologías de Los Mayas y Aztecas WASINTON

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FECHA: 07/07/2022 MATERIA: ESTUDIOS SOCIALES

NOMBRE: CARLOS QUIÑONES DOCENTE: GRACIELA AGUIRRE


CHOEZ
CURSO: 9no“J”

Diferentes tecnologías de los Mayas y aztecas


La Tecnología Azteca
Herramientas y equipo
Los aztecas fabricaban una variedad de armas y herramientas a pesar de que no tenían
acceso a hierro o cobre. En su lugar, hicieron uso de la andesita, que era una forma de
roca volcánica distinta de la obsidiana y más adelante, del bronce. La obsidiana era un
vidrio volcánico fuerte y quebradizo y tenía una gran importancia en la tecnología
azteca para la fabricación de herramientas y armas. Varios tipos de herramientas e
instrumentos eran fabricados con estos materiales incluyendo la vara de excavación
llamada “uictli”, varas para encender leña, hachas de cobre, un garrote madera que
contenía trozos afilados de obsidiana llamada macuahuitl y otros.
La obsidiana ha sido descrita como el acero del Nuevo Mundo. Los guerreros aztecas
de Elite todavía usaban cuchillas de obsidiana súper afiladas en sus armas unos 9,000
años después de su uso más temprano. Los mesoamericanos perfeccionaron la técnica
de la “producción de cuchillas prismáticas”, proporcionándoles cuchillos, raspadores y
armas de punto con algunos de los bordes más afilados conocidos por la ciencia
moderna.

Uictli
Tan antiguo, por supuesto, como el recurso de fabricación de herramientas era la
madera, utilizada para fabricar una de las herramientas de trabajo más tradicionales
de México, todavía empleada hoy en día por los campesinos pobres de todo el país, la
clásica vara de excavación de madera. Llamada uictli en náhuatl, era vital para las
cosechas, y sin el uso de fósforos, la madera se usaba en su forma más simple para
elaborar varas para encender fuego, las cuales que se frotaban juntos vigorosamente y
a gran velocidad.
Metalurgia
Fue solo en los últimos siglos antes de la conquista española que el trabajo en metal
llegó a México, probablemente por mar desde Sudamérica. Fueron los tarascos (que
nunca fueron derrotados por los aztecas y cuyas tierras al oeste del Imperio Azteca
formaban el segundo estado más grande de la época) quienes eran expertos en la
fabricación de herramientas de cobre y bronce e incluso de armas. Los ejes de cobre,
asícomo los granos de cacao y las capas de algodón, eran valorados por los aztecas
como una especie de moneda.
La metalurgia implica técnicas bastante complejas, y los aztecas las usaban, sobre todo
para fabricar pequeños toneleros, pernos, campanas de oro y plata, broches,
estatuillas y joyería. Ellos dominaban otras complejas tecnologías para la fabricación
de artículos de caucho, textiles, cerámica y plumaje. Pero, irónicamente, eran más
conocidos por crear esculturas monumentales de piedra, desde enormes figuras de
jaguares hasta piedras de calendario, con el más simple de los cinceles de piedra, el
cual permaneció inalterado durante miles de años

Tecnología Maya

Hace cinco siglos los Mayas, una de las


civilizaciones más adelantadas de su época,
producían entre 50 y 100 kilos de maíz por
hectárea. Hoy, un productor promedio argentino
obtiene entre 10.000 y 15.000 kilos en la misma
superficie.
No es poco lo que hemos avanzado, teniendo en
cuenta el elevado grado de desarrollo científico y tecnológico que había alcanzado este
pueblo. Los Mayas usaban ya en el llamado Período Clásico (años 200 a 900) un
sofisticado sistema numérico vigesimal. Se han hallado registros que detallan cálculos
de centenares de millones y registros de fechas tan largas que se necesitaban varias
líneas para escribirlas.
No sorprende, ya que aparentemente fueron ellos los primeros inventores del número
cero, cuyo uso fue documentado en el año 36 AC. Agudos observadores del cielo, su
dominio de las matemáticas y la astronomía les permitió describir el movimiento de la
luna y los planetas con igual o superior precisión que cualquier otra civilización antes
del descubrimiento del telescopio.
Pero además de astronomía, matemáticas y arquitectura, los Mayas contaban también
con avanzados conocimientos para la producción de alimentos. Existen evidencias de
la existencia de campos de siembra permanentes, conectados a través de redes de
canales para riego, y de la producción en terrazas. Algunas evidencias arqueológicas
sugieren que el maíz, la mandioca, el algodón y el girasol eran regularmente cultivados.
Sin embargo, a pesar de todos sus avances y del esplendor de su ciencia, quinientos
años no pasan en vano. Nuestra tecnología para la producción de alimentos ha seguido
el mismo camino que las ciencias y la cultura: un avance como no habíamos conocido
antes en la historia humana.
Volviendo al caso del maíz, los niveles de producción actuales equivaldrían, con las
viejas técnicas de producción, al cultivo de una superficie entre 150 y 200 veces mayor.
El progreso tecnológico ha generado el mismo efecto que si se hubiera multiplicado
por 200 el número de hectáreas cultivables. En términos productivos, tenemos una
tierra 200 veces más grande.
Al ritmo que avanza la biotecnología y la tecnología agropecuaria no es descabellado
pensar que en algún futuro próximo alcancemos rendimientos 200 veces mayores a los
actuales. De hecho, esa podría ser nuestra meta.
Con una población creciente y tierras cultivables que no aumentan al mismo ritmo,
¿qué otra perspectiva sería más lógica? ¿De qué otro modo alimentaremos a una
población que crece exponencialmente, sin tener que sacrificar para ello el bosque
tropical?
Este es, posiblemente, uno de los mayores desafíos del mundo contemporáneo y nos
toca muy de cerca: somos uno de los principales productores de proteínas vegetales
del mundo. Nuestro lugar en la economía global depende en buena medida de cuánto
multipliquemos nuestra eficiencia. ¿Qué empresas desarrollarán y proveerán esa
tecnología a los productores locales? Todo hace pensar que ciencia y alimentos
generarán negocios cada vez más importantes. Esta vez no nos puede tomar 500 años.
Dentro de la tecnología debemos diferenciar dos ámbitos muy distintos: el trabajo
cotidiano y la actividad artesanal. En el primero el aprendizaje estaba integrado en el
propio proceso de socialización. Desde muy pequeños, los mayas aprendían a
seleccionar los materiales idóneos para proporcionarse un utillaje apropiado a sus
actividades cotidianas. Se trabajaba el sílex, la obsidiana, el granito, la cuarcita, la
madera, el hueso, etc., y de ellos se obtenía todo tipo de armas ofensivas y defensivas,
así cono perforadores, buriles, piedras de moler, martillos y una larga lista, capaz de
asegurar sus necesidades básicas. La actividad artesanal, acogida bajo el mecenazgo
cortesano, requería, por el contrario, una perfección técnica que sólo fue posible tras
siglos de experimentación y muchas generaciones de expertos artesanos.

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