Tema 4. Fauna y Flora
Tema 4. Fauna y Flora
Tema 4. Fauna y Flora
4.1. Generalidades.
4.3. Efectos de la vegetación: intercepta la lluvia, efecto goteo, retraso escorrentías, retiene y
forma el suelo, etc.
En Estudios de Impacto Ambiental se recurre al Banco de Datos de Biodiversidad. Se clasifican
en:
Generalmente las especies vegetales han sido estudiadas minuciosamente por científicos
interesados más en su clasificación y nomenclatura que en realizar verdaderos estudios de
ecología vegetal.
Fanerófitas → Vegetación que produce yemas a una altura sobre el suelo superior a 25 cm.
Sería el caso de los árboles, arbustos y matorrales.
Caméfitas → Vegetación con sistema de reproducción por yemas pero a una altura inferior a
25 cm, por ejemplo el tomillo (Thymus vulgaris )y algunos brezos (Erica australis, E. arborea).
Hemicriptófita → Vegetación con brotes a nivel del suelo. Entre estas plantas encontramos la
malva (Malva sylvestris) y la lavatera (Lavatera cretica).
Geófitas → Vegetación con débil estructura aérea. Se defienden de las condiciones climáticas
adversas mediante rizomas, tubérculos o bulbos, protegidos bajo tierra. Entre este tipo de
vegetación se encuentra el nabo, el cardo o la cola de caballo (Equisetum arvense).
Terófitas → Son plantas efímeras que no sobreviven a los fríos del invierno pero que dejan
abundantes semillas, de gran resistencia. Entre estas plantas encontramos la manzanilla
(Chamaemelum nobile).
Hidrófitas → Vegetación con las yemas de recambio sumergidas en el agua. Entre este tipo de
vegetación se encuentra la espadaña (Typha domingensis).
Atendiendo al aspecto general de la vegetación, y centrándonos en la vegetación propia de
España, se pueden clasificar atendiendo a distintos tipos de formaciones:
- Prados, formación vegetal herbácea de las zonas templadas y húmedas del clima oceánico
creada por el hombre para que paste el ganado.
- Estepas, formación vegetal característica de zonas más áridas, donde sólo crecen especies
esclerófilas, agrupadas en cojines dispersos unos de otros y con algunos arbustos
entremezclado.
- Llanuras de cereales.
Las plantas constituyen una compleja comunidad que se ha ido adaptando a condiciones muy
diversas a lo largo de todo el planeta.
El equilibrio que las plantas han alcanzado con los distintos climas, su adaptación a los ciclos
solares, las distintas especies entre ellas y con los animales, y las relaciones que se han ido
generando dentro del medio son aspectos de complejo estudio.
Quizás el estudio de las relaciones que se establecen entre la vegetación y el suelo, algo más
conocidas, permitan entender algunos parámetros relacionados con la conservación de los
ecosistemas.
Localización Extremadura: sudoeste de España (37º 57' N, 40º 29' N de latitud y entre los 4º 39'
O y los 7º 33' O de longitud).
• Encina (Quercus ilex): adaptado a vivir sobre sustrato dispar y bajo condiciones climáticas
variadas.
• Alcornoque (Quercus suber): adaptado a suelos ácidos y a mayores precipitaciones
(superiores a 500mm/año).
• Encinares ácidos:
Estrato Arbustivo:
Cistáceas (Cistus ladanifer, C. crispus, C. salvifolius, etc).
Leguminosas (Cytisus scoparius, Retama sphaerocarpa, Genista hirsuta, etc).
Labiadas (Lavandula stoechas sub.sampaiana, Tymus mastichina).
Otros elementos comunes (Ruscus acuelatus, Daphne gnidium, Asparagus acutifolius, etc).
Bosque caducifolios exigentes en precipitaciones (sup. 1000 mm/año). Sobre sustratos ácidos,
suelos profundos y muy ricos en materia orgánica.
Bosques caducifolios que flanquean ríos y cauces permanentes de agua, con suelos con
notable hidromorfía.
Bosque ripario de cabecera: Aliso (Alnus glutinosa), Fresno (Fraxinus angustifolia), Mimbreras
(Salix atrocinerea) y roble melojo (Quercus pyrenaica). Además, Avellano (Corylus avellano),
loros (Prunus lusitanica).
Bosque ripario de curso medio: Alisos, fresno, y mimbreras, olmos (Ulmus minor), chopos
(Populus nigra, P. alba) y almeces (Celtis australis), atarfes (Tamarix) y adelfas (Nerium
oleander). Caso eucaliptos (Eucaliptus camaldulensis). Esciófilos (Ranunculus ficaria, Arum
italica, Iris planifolia, Rubus ulmifolius).
Comunidades arbustivas seriales sobre sustratos ácidos, con fuerte exposición. Etapa
degradación encinas y alcornocales, propiciados por acción fuego.
Constituido por jara pringosa (Cistus Ladanifer) con romero (Rosmarinus officinalis), Daphne
gnidium, Genista hirsuta, Lavandula stoechas sub. Sampaiana, Urginea maritima).
Meridionales: jara blanca (Cistus albidus, C. monspeliensis, Olea europaea var. Silvestris,
Mirtus communis, Pistacia lentiscus y Quercus coccifera).
Formaciones arbustivas gran porte, por degradación de alcornoque en umbrías con elevadas
pp. (sup. 500mm/año).
Altifruticeta o Maquis:
Matorrales de mediano o gran desarrollo, con equilibrio entre cistáceas (C. ladanifer, C.
populifolius) y Ericáceas (Erica australis, E. arborea, Calluna vulgaris).
4.
No muy común. En zonas altas serranías extremeñas más húmedas (encima de 900 y 1000
m). Brezos (Erica australis), ahulagas (Genista tridentata, G. florida, G. falcata) y cistáceas
(Halimium ocymoides).
.5.
Formaciones con predominio de Cytisus (C. multiflorus, C. scoparius, C. striatus, etc) sobre
sustratos graníticos, ácidos.
Matorrales escaso porte sobre sustrato básico y pedregoso. Labiadas (Sideritis calduchii, S.
romana), Cistáceas (Fumana ericoides, F. procumbens), Leguminosas (Anthyllis cytisoles, A.
vulneraria), Rutáceas (Dictamnus albus).
Constituidos por tamujares y zarzales, en bosques riparios formados por zarzamoras (Rubus
ulmifolius) y rosales silvestres (Rosa spp.) con madreselva (Lonicera spp.) y clemátides
(Clematides spp.) Carácter edáfico, es tamujo (Securinega tinctoria), en zonas cierta
continentalidad. Acompañado de adelfa (Nerium oleander) y atarfes (Tamarix spp.).
Pastizales psicroxerófilos.
Majadales.
Berceales y cerrillares.
Pastizales de pionales.
Praderas riparias.
Malas hierbas.
A partir de ese momento se generalizaron los incendios para aumentar la superficie de pastos;
se incrementó la agricultura, la ganadería intensiva y la trashumancia, lo cual provoca una
reducción paulatina de la superficie de bosques en la península ibérica.
Con el paso de los siglos y las nuevas necesidades que van apareciendo con el desarrollo de
nuevas industrias como la naval, la minería o el ferrocarril, unidas a las nuevas necesidades
energéticas de la sociedad las masas boscosas son castigadas duramente.
Todo este bagaje provoca que en el siglo pasado en la península sólo se conserve una cuarta
parte de lo que llegó a ser ese majestuoso bosque mediterráneo.
El clima mediterráneo propio de nuestro país y factor clave del desarrollo de nuestra
vegetación, se caracteriza por la alternancia de una estación lluviosa y fría con otra seca y
cálida.
La vegetación está adaptada a conservar la humedad necesaria durante los meses de estiaje,
pero no a vivir sin agua.
• Causas deterioro:
• Sobrepastoreo
• Incendios
• Tala indiscriminada
• Agricultura
• Etc.
Para que exista el equilibrio necesario para que las plantas puedan llegar a desarrollarse en un
suelo, estas deben encontrar en él una serie de condiciones:
- Profundidad.
- Permeabilidad.
- Fertilidad.
- Salinidad.
- pH.
En función de todas estas propiedades y sus relaciones dentro del suelo se desarrolla un tipo
de vegetación u otro y será capaz de perdurar o desaparecer.
Las funciones más importantes que desempeña la vegetación en relación a la conservación
del suelo y así pues del ecosistema son las siguientes:
- Interceptación de la lluvia.
- Efecto goteo.
- Retardo de la escorrentía.
- Frenado de la erosión.
- Creación de suelo.
Cuando llueve los bosques reciben sobre las copas de sus árboles las gotas de lluvia,
interceptando de esta forma la precipitación. Esta interceptación es total en los casos de
precipitaciones menores a 2 mm.
Parte del agua retenida, escurre por las hojas y las ramas y termina cayendo al suelo en forma
de gotas de mayor tamaño, con una mayor velocidad y energía cinética.
Otra parte del agua sigue su camino por las ramas y acaba escurriendo por el tronco del árbol.
Esta agua representa entre el 5-10 % del total de la lluvia caída.
A este efecto de intercepción de la lluvia se le denomina efecto paraguas. Sin embargo, este
fenómeno de interceptación es más complejo y en parte debería ser asimilado a un efecto
“esponja”.
Del total de la precipitación incidente, parte es interceptada por las hojas y ramas de las plantas
y evaporada desde allí, y parte de ella se redistribuye a través de las estructuras de las plantas
hasta llegar de nuevo al suelo.
Todos estos compartimientos son función no sólo de la superficie que ocupa la planta sino
también de su volumen y de su forma.
Cuanto mayor volumen y más complejidad estructural tenga una planta o una comunidad
vegetal más importante será su capacidad de interceptación y menores las tasas de erosión.
Las gotas de lluvia adquieren su velocidad límite cuando han recorrido más de 20 m de caída
libre. Su velocidad al llegar al suelo les proporciona gran energía cinética que debe ser
disipada en su choque con el suelo.
Al impactar las gotas de lluvia sobre los agregados del suelo, éstos se fragmentan en otros de
menor tamaño o en partículas minerales que son más fácilmente arrastradas y que tapan los
poros del suelo, sellándolo y favoreciendo, por tanto, la escorrentía superficial.
Las gotas de lluvia al impactar sobre el suelo salpican dichos agregados y partículas (efecto
salpicadura o splash), favoreciendo que éstos sean después arrastrados.
Como el efecto destructivo del impacto de las gotas de lluvia es función de la energía cinética
de las gotas, y ésta se relaciona positivamente con la intensidad de la lluvia, a mayor
intensidad de lluvia mayor desagregación del suelo por impacto de las gotas.
En el caso de la trascolación, la energía cinética depende tanto del tamaño que alcancen las
nuevas gotas como de la altura desde la que caigan, de manera que las gotas formadas por
trascolación pueden llegar a tener mayor poder destructivo por salpicadura que las propias
gotas de lluvia.
En cualquier caso, esas partículas que se van disgregando van obturando poco a poco los
poros del suelo, dificultando la filtración del agua. En el caso de fuertes tormentas esto puede
hacer que el agua no cale y que se produzca el lavado del suelo.
Para una misma cobertura vegetal e intensidad de lluvia, la talla y la forma de la planta, la
superficie foliar, la rigidez y orientación de las hojas van a influir sobre las tasas de erosión por
salpicadura.
• Suelo desnudo.
• Albaida.
• Esparto y romero.
Este efecto goteo también influye en la infiltración de agua en el terreno. La infiltración de agua
en un prado puede oscilar entre 40 y 80 mm, después de una hora.
Cuando llueve en el suelo se va acumulando agua con una serie de partículas en suspensión.
Si la lluvia continua, empiezan a formarse pequeños hilillos de agua (microcauces), que van
evacuando pendiente abajo el agua de estos microcauces.
Sólo la vegetación puede evitar este efecto. Las capas herbáceas evitan que se produzcan
estos efectos de la escorrentía.
La capa vegetal impide la formación de la capa de finos que impide o reduce la permeabilidad
del suelo. Dificulta la formación de esos hilillos de agua sobre el suelo y aumenta la distancia
que tiene que recorrer esa agua, al tener que sortear las propias plantas.
Esto hace que se den unas mejores condiciones de infiltración y que se reduzca la energía del
agua en su desplazamiento, retrasando la escorrentía y evitando la erosión.
La vegetación facilita el desarrollo del humus del suelo, al proporcionarle continuos restos de
materia orgánica para que este pueda desarrollarse.
Por su parte el humus facilita una mejor y más sencilla circulación del agua y del aire, al ser
una capa del suelo más esponjosa y mullida. De esta forma el humus da estabilidad al suelo
para mejorar sus condiciones de desarrollo.
Otra forma de retención de agua que presentan algunas especies vegetales de zonas
mediterráneas consiste en el aprovechamiento del agua de la niebla.
La presencia de niebla hace que disminuya el déficit de presión de vapor atmosférico que
conduce a la evaporación y transpiración desde las superficies de la planta.
Son las hojas viejas las que son capaces de absorber más agua de la niebla. Esto se debe a
que están más deterioradas que las hojas jóvenes y tienen una mayor permeabilidad en sus
capas superficiales. A ello contribuye normalmente el desarrollo de ciertas especies de hongos
en las mismas.
Es importante la acción de los efectos comentados con anterioridad:
• Interceptación de la lluvia.
• Efecto goteo.
• Retardo de la escorrentía.
• Retención del agua.
A este aumento del caudal de agua circulante tras periodos tormentosos también pueden
contribuir la acumulación de restos de árboles, los vertidos incontrolados de escombros y las
construcciones ilegales dentro de zonas de cursos de agua.
• Herbácea.
• Arbustiva.
• Arbórea.
Además, cuanto más se acerque esta estructura vegetal a las condiciones autóctonas del lugar
mejor resultará la solución.
Las raíces de las plantas sirven para fijar el suelo en el que se desarrollan. Cuanto más tupida
es la vegetación y su enraizamiento en el terreno más dificultad existe para que se produzca la
erosión de este.
Se desarrolla una cubierta vegetal estable y autosuficiente que actúa como un componente
estructural para el refuerzo y estabilización de los taludes.
En los meses cálidos, con altas temperaturas, las condiciones pueden llegar a ser bastante
extremas en ciertos ecosistemas.
El clima mediterráneo, por ejemplo, tiene unas características que hacen que la sombra se
convierta en una necesidad para la supervivencia en ciertas ocasiones, para ciertas especies.
La falta de precipitación y la temperatura elevada de los meses de verano hace que cierta
vegetación de bajo porte, herbáceas, puedan desaparecer bajo estas condiciones
desfavorables.
La existencia de vegetación permite a las especies más delicadas, ante alteraciones térmicas,
poder disponer de condiciones adecuadas para su supervivencia. La vegetación es capaz de
generar microclimas que generan condiciones más adecuadas a estas especies.
Los ecosistemas con vegetación mantienen una temperatura más uniforme, tanto en verano
como en invierno, conservando el frescor y la humedad necesarios para mantener la actividad
de la edafofauna.
Las capas arbustiva y arbórea también realizan una labor importante a la hora de reducir la
velocidad del viento. Esto protege a las plantas más débiles, evita la pérdida de humedad y el
arrastre de partículas que podría favorecer la erosión.
La cubierta vegetal aporta gran parte de la materia orgánica base para el desarrollo del humus.
Sin esta materia orgánica el suelo sería estéril. No existe sustituto para esta base de materia
orgánica.
Además, las raíces de las plantas intercambian ciertas sustancias minerales con el suelo, y
junto con el clima y la edafofauna, van meteorizando la roca madre disgregándola en partículas
más pequeñas, arenas, limos y arcillas, que forman el entramado mineral del suelo
Las raíces son las vías de penetración para posteriores alteraciones químicas, del agua y
dióxido de carbono, que van transformado los horizontes del suelo.
Al mismo tiempo, al ir incorporando sales minerales del terreno a la materia orgánica que forma
la estructura de las plantas se consigue cerrar el ciclo de elementos. Esto favorece que el suelo
sea fértil, suelto y rico en humus, de tal forma que pueda soportar la carga que le demanda el
ecosistema.
• Protegen el suelo contra la erosión, porque con sus raíces y la cobertura evitan los
deslizamientos y el arrastre.
• Dan cobertura y alimento a la fauna silvestre.
• Regulan la escorrentía. Evitan la escorrentía superficial rápido de las aguas y forman una
especie de esponja, que retiene el agua y permite la infiltración en el subsuelo.
• Mantienen la fertilidad de los suelos y la restituyen. Son grandes productores de materia
orgánica y recicladores de nutrientes. Cuando un suelo ha perdido la fertilidad el bosque la
repone.
•
Son muy importantes porque protegen los suelos de la erosión, son hábitat de especies
importantes de la fauna silvestre y mantienen la ganadería, porque gran parte de dicha
ganadería se abastece en estos hábitats.
También protegen los suelos contra la erosión, regulan el régimen hídrico en las cuencas de
los ríos, dan cobertura y alimento a la fauna silvestre y son fuente de productos importantes
como leña y plantas productoras de medicinas, tintes, etc.
Los árboles y las áreas verdes en las ciudades producen beneficios como la descontaminación
del aire, fijando el polvo y el humo, y mitigando el ruido, refrescan el ambiente, la sombra mitiga
las altas temperaturas, oxigenan el aire, fijando el dióxido de carbono y embellecen las
ciudades y descansan la vista.
Existen múltiples selvas a lo largo del mundo que sobreviven sin apenas precipitación.
La más conocida en España es la Laurisilva de las Islas Canarias. Se trata de selvas situadas
entre los 500 m y los 1500 m que atrapan la humedad de la niebla.
El árbol fuente Garoé (un ejemplar de ocotea foentes) abastecía de agua a poblados de
Bimbaches, antiguos habitantes de la isla del hierro.
Para poder apreciar la importancia del suelo y la vegetación se puede hacer un simple
experimento casero, que muestra cómo la vegetación ayuda a fijar el suelo para prevenir la
erosión del mismo y la pérdida de nutrientes.
Para ello sólo tenemos que coger tres botellas de plástico cortarlas e introducir en ellas las
siguientes disposiciones:
Suelo desnudo.
El proyecto de Bus Roots es un autobús corriente, pero sobre su techo tiene un tupido jardín de
plantas, una familia de plantas resistentes capaces de albergar bastante agua.
Si se considera la gran superficie que suman los techos de todos los autobuses de una ciudad,
el resultado es que se conforma un gran espacio verde que contribuye a oxigenar el aire y
también a reducir el llamado efecto “isla de calor”. Fenómeno por el cual determinadas zonas
de la ciudad tienen dos o tres grados más de temperatura que otras, ya que la masa de los
edificios acumula el calor del sol y los vehículos durante el día.
Otra forma ingeniosa de adaptar la vegetación a las zonas pobladas es por medio de los
tejados vegetales. Cubiertas vegetales “Green roof”.