Tema 4. Fauna y Flora

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Tema 4: Fauna y Flora.

4.1. Generalidades.

4.2. Equilibrio vegetación-suelo.

4.3. Efectos de la vegetación: intercepta la lluvia, efecto goteo, retraso escorrentías, retiene y
forma el suelo, etc.
En Estudios de Impacto Ambiental se recurre al Banco de Datos de Biodiversidad. Se clasifican
en:

• Invertebrados (sin esqueleto interno).


o Gusanos.
o Moluscos.
o Insectos.
• Vertebrados (con esqueleto interno).
o Peces.
o Anfibios.
o Reptiles.
o Aves.
o Mamíferos.

Generalmente las especies vegetales han sido estudiadas minuciosamente por científicos
interesados más en su clasificación y nomenclatura que en realizar verdaderos estudios de
ecología vegetal.

Partiendo de este hecho, el conocimiento de las características ecológicas de las plantas no es


completo y está limitado a un número reducido de especies, relacionadas generalmente con la
alimentación humana.

El concepto de asociación vegetal, similar al de especie vegetal, se diferencia en que no


representa únicamente a una especie concreta. Representa una comunidad vegetal más o
menos estable y en equilibrio con el medio.

Las especies vegetales se pueden clasificar de formas muy diversas. Atendiendo a su


morfología general y al modo de adaptarse a las estaciones frías se pueden clasificar en:

Fanerófitas → Vegetación que produce yemas a una altura sobre el suelo superior a 25 cm.
Sería el caso de los árboles, arbustos y matorrales.

Caméfitas → Vegetación con sistema de reproducción por yemas pero a una altura inferior a
25 cm, por ejemplo el tomillo (Thymus vulgaris )y algunos brezos (Erica australis, E. arborea).

Hemicriptófita → Vegetación con brotes a nivel del suelo. Entre estas plantas encontramos la
malva (Malva sylvestris) y la lavatera (Lavatera cretica).

Geófitas → Vegetación con débil estructura aérea. Se defienden de las condiciones climáticas
adversas mediante rizomas, tubérculos o bulbos, protegidos bajo tierra. Entre este tipo de
vegetación se encuentra el nabo, el cardo o la cola de caballo (Equisetum arvense).

Terófitas → Son plantas efímeras que no sobreviven a los fríos del invierno pero que dejan
abundantes semillas, de gran resistencia. Entre estas plantas encontramos la manzanilla
(Chamaemelum nobile).

Hidrófitas → Vegetación con las yemas de recambio sumergidas en el agua. Entre este tipo de
vegetación se encuentra la espadaña (Typha domingensis).
Atendiendo al aspecto general de la vegetación, y centrándonos en la vegetación propia de
España, se pueden clasificar atendiendo a distintos tipos de formaciones:

Cuando dominan los árboles:

- Bosques caducifolios templados.

- Bosques esclerófilos mediterráneos.

- Bosques resinosos subalpinos.

Cuando dominan los arbustos y las matas:

- Landa, formación vegetal de matorral característica de la región de clima oceánico, formada


principalmente por brezos y leguminosas.

- Garriga, matorral arbustivo por degeneración de la maquia. Formación abierta donde


sobrevive la coscoja como especie dominante junto a retamas, tomillos y romeros.

- Maquia, formación vegetal densa de matorral característica de regiones mediterráneas, que


se desarrolla en áreas degradadas por la presión humana sobre el bosque o en zonas
semiáridas: jaras, espinares y brezos, con arbustos y arbolillos intercalados.

Cuando dominan las herbáceas:

- Prados, formación vegetal herbácea de las zonas templadas y húmedas del clima oceánico
creada por el hombre para que paste el ganado.

- Estepas, formación vegetal característica de zonas más áridas, donde sólo crecen especies
esclerófilas, agrupadas en cojines dispersos unos de otros y con algunos arbustos
entremezclado.

- Llanuras de cereales.

Las plantas constituyen una compleja comunidad que se ha ido adaptando a condiciones muy
diversas a lo largo de todo el planeta.

El equilibrio que las plantas han alcanzado con los distintos climas, su adaptación a los ciclos
solares, las distintas especies entre ellas y con los animales, y las relaciones que se han ido
generando dentro del medio son aspectos de complejo estudio.

Quizás el estudio de las relaciones que se establecen entre la vegetación y el suelo, algo más
conocidas, permitan entender algunos parámetros relacionados con la conservación de los
ecosistemas.

Localización Extremadura: sudoeste de España (37º 57' N, 40º 29' N de latitud y entre los 4º 39'
O y los 7º 33' O de longitud).

Superficie total: 41.602 𝐾𝑚2 .

Población: 1 104 004 habitantes (2013).


Fisionomía: Bosques Esclerófilos perennifolios, adaptados a sequía estival.

• Encina (Quercus ilex): adaptado a vivir sobre sustrato dispar y bajo condiciones climáticas
variadas.
• Alcornoque (Quercus suber): adaptado a suelos ácidos y a mayores precipitaciones
(superiores a 500mm/año).
• Encinares ácidos:
Estrato Arbustivo:
Cistáceas (Cistus ladanifer, C. crispus, C. salvifolius, etc).
Leguminosas (Cytisus scoparius, Retama sphaerocarpa, Genista hirsuta, etc).
Labiadas (Lavandula stoechas sub.sampaiana, Tymus mastichina).
Otros elementos comunes (Ruscus acuelatus, Daphne gnidium, Asparagus acutifolius, etc).

Melojo (Quercus pyrenaica).

Bosque caducifolios exigentes en precipitaciones (sup. 1000 mm/año). Sobre sustratos ácidos,
suelos profundos y muy ricos en materia orgánica.

Localización: Sierra Gata, Villuercas, Valencia de Alcántara y Tentudía Quejigo (Quercus


faginea).

Bosques caducifolios que flanquean ríos y cauces permanentes de agua, con suelos con
notable hidromorfía.

Bosque ripario de cabecera: Aliso (Alnus glutinosa), Fresno (Fraxinus angustifolia), Mimbreras
(Salix atrocinerea) y roble melojo (Quercus pyrenaica). Además, Avellano (Corylus avellano),
loros (Prunus lusitanica).

Bosque ripario de curso medio: Alisos, fresno, y mimbreras, olmos (Ulmus minor), chopos
(Populus nigra, P. alba) y almeces (Celtis australis), atarfes (Tamarix) y adelfas (Nerium
oleander). Caso eucaliptos (Eucaliptus camaldulensis). Esciófilos (Ranunculus ficaria, Arum
italica, Iris planifolia, Rubus ulmifolius).

Bosques, estado degradación o recuperación, predominio arbustos seriales, Lamiaceae,


Fabaceae y Cistaceae. Fuego favorece germinación semillas de Cistus spp Así dependiendo
características climáticas y edafológicas, se dispone:

Comunidades arbustivas seriales sobre sustratos ácidos, con fuerte exposición. Etapa
degradación encinas y alcornocales, propiciados por acción fuego.

Constituido por jara pringosa (Cistus Ladanifer) con romero (Rosmarinus officinalis), Daphne
gnidium, Genista hirsuta, Lavandula stoechas sub. Sampaiana, Urginea maritima).
Meridionales: jara blanca (Cistus albidus, C. monspeliensis, Olea europaea var. Silvestris,
Mirtus communis, Pistacia lentiscus y Quercus coccifera).

Formaciones arbustivas gran porte, por degradación de alcornoque en umbrías con elevadas
pp. (sup. 500mm/año).

Altifruticeta o Maquis:

Madroño (Arbutus unedo), lentisco (Pistacia lenticus), cornicabra (Pistacia terebinthus),


labiérnagos (Phyllerea angustifolia) y durillos (Viburnum tinus).

Matorrales de mediano o gran desarrollo, con equilibrio entre cistáceas (C. ladanifer, C.
populifolius) y Ericáceas (Erica australis, E. arborea, Calluna vulgaris).

4.

No muy común. En zonas altas serranías extremeñas más húmedas (encima de 900 y 1000
m). Brezos (Erica australis), ahulagas (Genista tridentata, G. florida, G. falcata) y cistáceas
(Halimium ocymoides).

.5.

Formaciones con predominio de Cytisus (C. multiflorus, C. scoparius, C. striatus, etc) sobre
sustratos graníticos, ácidos.

Formaciones con predominio retama (Retama sphaerocarpa) acompañado de escobones de C.


scoparius. Sobre sustratos pizarrosos. Importante, fija nitrógeno.

Matorrales escaso porte sobre sustrato básico y pedregoso. Labiadas (Sideritis calduchii, S.
romana), Cistáceas (Fumana ericoides, F. procumbens), Leguminosas (Anthyllis cytisoles, A.
vulneraria), Rutáceas (Dictamnus albus).

Constituidos por tamujares y zarzales, en bosques riparios formados por zarzamoras (Rubus
ulmifolius) y rosales silvestres (Rosa spp.) con madreselva (Lonicera spp.) y clemátides
(Clematides spp.) Carácter edáfico, es tamujo (Securinega tinctoria), en zonas cierta
continentalidad. Acompañado de adelfa (Nerium oleander) y atarfes (Tamarix spp.).
Pastizales psicroxerófilos.

Pastizales de encinares acidófilos.

Pastizales de encinares basófilos.

Pastizales de alcornocales y bosques mixtos.

Majadales.

Berceales y cerrillares.

Pastizales higrófilos de dehesas.

Pastizales montanos del melojar.

Pastizales de pionales.

Praderas riparias.

Vegetación ruderal y urbana.

Vegetación de muros y paredes.

Malas hierbas.

Centrando la atención en lo sucedido en la Península Ibérica se tiene que hasta el siglo II


a.d.C. el bosque esclerófilo perennifolio característico de esta región se conservaba en
condiciones de plenitud.

A partir de ese momento se generalizaron los incendios para aumentar la superficie de pastos;
se incrementó la agricultura, la ganadería intensiva y la trashumancia, lo cual provoca una
reducción paulatina de la superficie de bosques en la península ibérica.

Con el paso de los siglos y las nuevas necesidades que van apareciendo con el desarrollo de
nuevas industrias como la naval, la minería o el ferrocarril, unidas a las nuevas necesidades
energéticas de la sociedad las masas boscosas son castigadas duramente.

Todo este bagaje provoca que en el siglo pasado en la península sólo se conserve una cuarta
parte de lo que llegó a ser ese majestuoso bosque mediterráneo.

El clima mediterráneo propio de nuestro país y factor clave del desarrollo de nuestra
vegetación, se caracteriza por la alternancia de una estación lluviosa y fría con otra seca y
cálida.

La adaptación de los bosques y la vegetación a estas condiciones, utilizando y conservando la


humedad de los meses más lluviosos durante todo el año, ha de ir unida a unas condiciones
del suelo donde se desarrollan.
Las plantas han de adaptarse interrumpiendo sus funciones vegetativas en verano, evitando y
controlando eficazmente las pérdidas de agua, o reduciendo y adaptando sus órganos aéreos
para soportar los meses de frío

Esta adaptación de la vegetación al clima sólo es posible si se mantiene el balance hídrico


adecuado y la disponibilidad de humus en el suelo.

La vegetación está adaptada a conservar la humedad necesaria durante los meses de estiaje,
pero no a vivir sin agua.

Si se producen graves alteraciones en el balance hídrico o las condiciones del suelo, el


deterioro del ecosistema conduce a una sucesión:

• Causas deterioro:
• Sobrepastoreo
• Incendios
• Tala indiscriminada
• Agricultura
• Etc.

Este proceso suele ir evolucionando, acelerándose y convirtiéndose en irreversible.

La pérdida de suelo y de agua de forma paralela implica una disminución en la posibilidad de


autorregulación del ecosistema.

Para que exista el equilibrio necesario para que las plantas puedan llegar a desarrollarse en un
suelo, estas deben encontrar en él una serie de condiciones:

1. Un volumen mínimo de suelo donde encuentre posibilidad de desarrollo el sistema radical.

2. Aire para que puedan respirar las raíces.

3. Agua capaz de ser absorbida por las raíces.

4. Elementos minerales necesarios para su nutrición.

5. Ausencia de disfunciones por la presencia de una sustancia tóxica o de otras, que, no


siéndolo, puedan actuar como inhibidoras de la nutrición o de la absorción de agua.

Las propiedades edáficas que se corresponden con estas necesidades son:

- Profundidad.

- Permeabilidad.

- Capacidad de retención de agua.

- Fertilidad.

- Salinidad.

- pH.

En función de todas estas propiedades y sus relaciones dentro del suelo se desarrolla un tipo
de vegetación u otro y será capaz de perdurar o desaparecer.
Las funciones más importantes que desempeña la vegetación en relación a la conservación
del suelo y así pues del ecosistema son las siguientes:

- Interceptación de la lluvia.

- Efecto goteo.

- Retardo de la escorrentía.

- Retención del agua.

- Frenado de la erosión.

- Protección frente a la desecación.

- Creación de suelo.

Cuando llueve los bosques reciben sobre las copas de sus árboles las gotas de lluvia,
interceptando de esta forma la precipitación. Esta interceptación es total en los casos de
precipitaciones menores a 2 mm.

En general, las hojas de los árboles interceptan entre un 15-30 % de la lluvia.

Parte del agua retenida, escurre por las hojas y las ramas y termina cayendo al suelo en forma
de gotas de mayor tamaño, con una mayor velocidad y energía cinética.

Otra parte del agua sigue su camino por las ramas y acaba escurriendo por el tronco del árbol.
Esta agua representa entre el 5-10 % del total de la lluvia caída.

A este efecto de intercepción de la lluvia se le denomina efecto paraguas. Sin embargo, este
fenómeno de interceptación es más complejo y en parte debería ser asimilado a un efecto
“esponja”.

Del total de la precipitación incidente, parte es interceptada por las hojas y ramas de las plantas
y evaporada desde allí, y parte de ella se redistribuye a través de las estructuras de las plantas
hasta llegar de nuevo al suelo.

La trascolación es el fenómeno de formación de nuevas gotas de agua, generalmente de


mayor tamaño que las gotas de lluvia, que se originan por concentración del agua en las hojas
y ramas de las plantas y, desde allí, por efecto de la gravedad escurren cayendo al suelo.

El escurrimiento cortical es el fenómeno por el que el agua interceptada se redistribuye por


las hojas y ramas, pero acaba fluyendo al suelo a través del tronco

Todos estos compartimientos son función no sólo de la superficie que ocupa la planta sino
también de su volumen y de su forma.

Cuanto mayor volumen y más complejidad estructural tenga una planta o una comunidad
vegetal más importante será su capacidad de interceptación y menores las tasas de erosión.

Aunque esa capacidad de retención también varía en función de la precipitación caída.

Un mismo individuo a lo largo de su vida va cambiando su tamaño y su configuración espacial.


Además, distintas especies presentan tamaños y formas diferentes. Por tanto, la eficacia en la
interceptación de las precipitaciones no es tampoco la misma y varía en función de estos
parámetros.

Las gotas de lluvia adquieren su velocidad límite cuando han recorrido más de 20 m de caída
libre. Su velocidad al llegar al suelo les proporciona gran energía cinética que debe ser
disipada en su choque con el suelo.

Al impactar las gotas de lluvia sobre los agregados del suelo, éstos se fragmentan en otros de
menor tamaño o en partículas minerales que son más fácilmente arrastradas y que tapan los
poros del suelo, sellándolo y favoreciendo, por tanto, la escorrentía superficial.

Las gotas de lluvia al impactar sobre el suelo salpican dichos agregados y partículas (efecto
salpicadura o splash), favoreciendo que éstos sean después arrastrados.

Como el efecto destructivo del impacto de las gotas de lluvia es función de la energía cinética
de las gotas, y ésta se relaciona positivamente con la intensidad de la lluvia, a mayor
intensidad de lluvia mayor desagregación del suelo por impacto de las gotas.

En el caso de la trascolación, la energía cinética depende tanto del tamaño que alcancen las
nuevas gotas como de la altura desde la que caigan, de manera que las gotas formadas por
trascolación pueden llegar a tener mayor poder destructivo por salpicadura que las propias
gotas de lluvia.

En cualquier caso, esas partículas que se van disgregando van obturando poco a poco los
poros del suelo, dificultando la filtración del agua. En el caso de fuertes tormentas esto puede
hacer que el agua no cale y que se produzca el lavado del suelo.

Para una misma cobertura vegetal e intensidad de lluvia, la talla y la forma de la planta, la
superficie foliar, la rigidez y orientación de las hojas van a influir sobre las tasas de erosión por
salpicadura.

Erosión bajo distintas coberturas:

• Suelo desnudo.
• Albaida.
• Esparto y romero.

Este efecto goteo también influye en la infiltración de agua en el terreno. La infiltración de agua
en un prado puede oscilar entre 40 y 80 mm, después de una hora.

En las mismas condiciones, en el caso de un suelo desnudo, sólo se infiltran 15 mm.

Cuando llueve en el suelo se va acumulando agua con una serie de partículas en suspensión.

Si la lluvia continua, empiezan a formarse pequeños hilillos de agua (microcauces), que van
evacuando pendiente abajo el agua de estos microcauces.

La velocidad del agua va aumentando conforme se produce la unión de distintos microcauces,


formándose cauces o regueros, donde se va incrementando el caudal.
La energía del agua va creciendo, incrementando de esta forma el tamaño de las partículas
que puede arrastrar.

Si el proceso continúa, se produce la formación de cárcavas y de barrancos de tamaño


creciente.

Esta situación es habitual en distintas áreas de la Península Ibérica, como el Levante y el


Sureste de Andalucía. Estos procesos pueden acabar en la desertificación de la zona debido a
la pérdida de la capa superficial de suelo fértil.

Sólo la vegetación puede evitar este efecto. Las capas herbáceas evitan que se produzcan
estos efectos de la escorrentía.

La capa vegetal impide la formación de la capa de finos que impide o reduce la permeabilidad
del suelo. Dificulta la formación de esos hilillos de agua sobre el suelo y aumenta la distancia
que tiene que recorrer esa agua, al tener que sortear las propias plantas.

Esto hace que se den unas mejores condiciones de infiltración y que se reduzca la energía del
agua en su desplazamiento, retrasando la escorrentía y evitando la erosión.

La vegetación facilita el desarrollo del humus del suelo, al proporcionarle continuos restos de
materia orgánica para que este pueda desarrollarse.

Por su parte el humus facilita una mejor y más sencilla circulación del agua y del aire, al ser
una capa del suelo más esponjosa y mullida. De esta forma el humus da estabilidad al suelo
para mejorar sus condiciones de desarrollo.

Un suelo equilibrado mejora su capacidad de infiltración y aumenta considerablemente la


retención superficial de agua y favoreciendo el empapamiento de este horizonte superior. La
presencia de vegetación facilita que esta capa del suelo mantenga esas condiciones y que el
agua quede retenida y pueda llegar a infiltrar.

Otra forma de retención de agua que presentan algunas especies vegetales de zonas
mediterráneas consiste en el aprovechamiento del agua de la niebla.

Uno de los mejores ejemplos estudiados es el de los bosques de secuoya de la costa de


California, donde durante el verano el 8-42% del agua obtenida por estos árboles y el 60-100%
del agua obtenida por las especies de sotobosque procede de la niebla.

La presencia de niebla hace que disminuya el déficit de presión de vapor atmosférico que
conduce a la evaporación y transpiración desde las superficies de la planta.

Al acumularse la niebla, se humedece la superficie foliar. Así el agua puede ser

retenida o almacenada en las superficies de la cubierta.

• Si esta capacidad no es excedida durante la deposición de niebla, el agua simplemente


vuelve a la atmósfera (evaporación).
• Si el agua se acumula en la superficie foliar y excede la capacidad de almacenamiento,
goteará al suelo, donde puede ser absorbida por las raíces.

Son las hojas viejas las que son capaces de absorber más agua de la niebla. Esto se debe a
que están más deterioradas que las hojas jóvenes y tienen una mayor permeabilidad en sus
capas superficiales. A ello contribuye normalmente el desarrollo de ciertas especies de hongos
en las mismas.
Es importante la acción de los efectos comentados con anterioridad:

• Interceptación de la lluvia.
• Efecto goteo.
• Retardo de la escorrentía.
• Retención del agua.

Con ellos se produce una reducción drástica de la escorrentía y un retardo en la misma.

Esto favorece una disminución de los caudales a desaguar.

La desaparición de la cobertura vegetal y de la capa superficial del suelo produce grandes


incrementos del coeficiente de escorrentía, ello unido a la unido a la inexistencia de obstáculos
superficiales puede producir la acumulación de grandes cantidades de agua en episodios
tormentosos, con cortos periodos de concentración.

Ello favorece el efecto de la erosión sobre el suelo y la degradación del ecosistema.

A este aumento del caudal de agua circulante tras periodos tormentosos también pueden
contribuir la acumulación de restos de árboles, los vertidos incontrolados de escombros y las
construcciones ilegales dentro de zonas de cursos de agua.

La existencia de cobertura vegetal en su triple estructura:

• Herbácea.
• Arbustiva.
• Arbórea.

Es la mejor solución para frenar la erosión.

Además, cuanto más se acerque esta estructura vegetal a las condiciones autóctonas del lugar
mejor resultará la solución.

Esta solución es siempre la mejor y más económica a largo plazo.

Estudios realizados en diferentes regiones y ecosistemas muestran que la eliminación de la


vegetación incrementa los materiales en suspensión transportados por el agua y los materiales
disuelto en la misma, influyendo en el deterioro de sus condiciones, mientras que las zonas
donde se conserva la capa vegetal, la erosión tarda más en producirse.

Las raíces de las plantas sirven para fijar el suelo en el que se desarrollan. Cuanto más tupida
es la vegetación y su enraizamiento en el terreno más dificultad existe para que se produzca la
erosión de este.

Existen técnicas de bioingeniería aplicadas a la construcción que utilizan esta capacidad de la


vegetación para fijar el terreno en construcciones con taludes con pendientes pronunciadas,
por ejemplo:

Se desarrolla una cubierta vegetal estable y autosuficiente que actúa como un componente
estructural para el refuerzo y estabilización de los taludes.

En los meses cálidos, con altas temperaturas, las condiciones pueden llegar a ser bastante
extremas en ciertos ecosistemas.

El clima mediterráneo, por ejemplo, tiene unas características que hacen que la sombra se
convierta en una necesidad para la supervivencia en ciertas ocasiones, para ciertas especies.
La falta de precipitación y la temperatura elevada de los meses de verano hace que cierta
vegetación de bajo porte, herbáceas, puedan desaparecer bajo estas condiciones
desfavorables.

Si se produjese esta desaparición de especies herbáceas, el sol incidiría directamente sobre el


horizonte superficial del suelo evaporando el agua que contenga y resecándolo.

Se produciría así la muerte de gran parte de la edafofauna y se aceleraría la erosión.

La existencia de vegetación permite a las especies más delicadas, ante alteraciones térmicas,
poder disponer de condiciones adecuadas para su supervivencia. La vegetación es capaz de
generar microclimas que generan condiciones más adecuadas a estas especies.

La diferencia de temperatura en condiciones de sol o sombra puede en ciertos casos variar


incluso hasta más de una decena de grados.

Los ecosistemas con vegetación mantienen una temperatura más uniforme, tanto en verano
como en invierno, conservando el frescor y la humedad necesarios para mantener la actividad
de la edafofauna.

Las capas arbustiva y arbórea también realizan una labor importante a la hora de reducir la
velocidad del viento. Esto protege a las plantas más débiles, evita la pérdida de humedad y el
arrastre de partículas que podría favorecer la erosión.

La cubierta vegetal aporta gran parte de la materia orgánica base para el desarrollo del humus.
Sin esta materia orgánica el suelo sería estéril. No existe sustituto para esta base de materia
orgánica.

Además, las raíces de las plantas intercambian ciertas sustancias minerales con el suelo, y
junto con el clima y la edafofauna, van meteorizando la roca madre disgregándola en partículas
más pequeñas, arenas, limos y arcillas, que forman el entramado mineral del suelo

Las raíces son las vías de penetración para posteriores alteraciones químicas, del agua y
dióxido de carbono, que van transformado los horizontes del suelo.

Al mismo tiempo, al ir incorporando sales minerales del terreno a la materia orgánica que forma
la estructura de las plantas se consigue cerrar el ciclo de elementos. Esto favorece que el suelo
sea fértil, suelto y rico en humus, de tal forma que pueda soportar la carga que le demanda el
ecosistema.

La importancia de la vegetación tiene queda reflejada en dos aspectos muy importantes: el


ecológico y el económico, ligado en gran medida al primero

Cada estructura vegetal tiene su importancia:

Importancia de los bosques.

Los bosques tienen un rol muy importante en diversos aspectos:

• Protegen el suelo contra la erosión, porque con sus raíces y la cobertura evitan los
deslizamientos y el arrastre.
• Dan cobertura y alimento a la fauna silvestre.
• Regulan la escorrentía. Evitan la escorrentía superficial rápido de las aguas y forman una
especie de esponja, que retiene el agua y permite la infiltración en el subsuelo.
• Mantienen la fertilidad de los suelos y la restituyen. Son grandes productores de materia
orgánica y recicladores de nutrientes. Cuando un suelo ha perdido la fertilidad el bosque la
repone.

Son muy importantes porque protegen los suelos de la erosión, son hábitat de especies
importantes de la fauna silvestre y mantienen la ganadería, porque gran parte de dicha
ganadería se abastece en estos hábitats.

También protegen los suelos contra la erosión, regulan el régimen hídrico en las cuencas de
los ríos, dan cobertura y alimento a la fauna silvestre y son fuente de productos importantes
como leña y plantas productoras de medicinas, tintes, etc.

Los árboles y las áreas verdes en las ciudades producen beneficios como la descontaminación
del aire, fijando el polvo y el humo, y mitigando el ruido, refrescan el ambiente, la sombra mitiga
las altas temperaturas, oxigenan el aire, fijando el dióxido de carbono y embellecen las
ciudades y descansan la vista.

Existen múltiples selvas a lo largo del mundo que sobreviven sin apenas precipitación.

La más conocida en España es la Laurisilva de las Islas Canarias. Se trata de selvas situadas
entre los 500 m y los 1500 m que atrapan la humedad de la niebla.

La captación de agua procedente de la niebla a través de la vegetación es vital en ciertas


regiones como ésta y otras regiones donde las precipitaciones son muy escasas y no existen
recursos subterráneos.

El árbol fuente Garoé (un ejemplar de ocotea foentes) abastecía de agua a poblados de
Bimbaches, antiguos habitantes de la isla del hierro.

Para poder apreciar la importancia del suelo y la vegetación se puede hacer un simple
experimento casero, que muestra cómo la vegetación ayuda a fijar el suelo para prevenir la
erosión del mismo y la pérdida de nutrientes.

Para ello sólo tenemos que coger tres botellas de plástico cortarlas e introducir en ellas las
siguientes disposiciones:

Suelo con vegetación.

Suelo con acolchamiento vegetal.

Suelo desnudo.

El proyecto de Bus Roots es un autobús corriente, pero sobre su techo tiene un tupido jardín de
plantas, una familia de plantas resistentes capaces de albergar bastante agua.
Si se considera la gran superficie que suman los techos de todos los autobuses de una ciudad,
el resultado es que se conforma un gran espacio verde que contribuye a oxigenar el aire y
también a reducir el llamado efecto “isla de calor”. Fenómeno por el cual determinadas zonas
de la ciudad tienen dos o tres grados más de temperatura que otras, ya que la masa de los
edificios acumula el calor del sol y los vehículos durante el día.

El proyecto de Bus Roots ha sido desarrollado en Nueva York.

Si se colocase un jardín en el techo de cada uno de los 4.500 autobuses de la flota de


transporte de esta ciudad, se obtendrían 15 hectáreas de terreno plantado, el CO2 se vería
notablemente reducido.

Otra forma ingeniosa de adaptar la vegetación a las zonas pobladas es por medio de los
tejados vegetales. Cubiertas vegetales “Green roof”.

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