Investigacion Correntino de Suelo y Tierras

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Su padre consiguió que Napoleón y su hermano 

José se trasladaran a la Francia continental, para estudiar en la escuela militar francesa de Brienne-


le-Château a la edad de 10 años. Antes de entrar debía aprender francés, idioma que habló con un marcado acento italiano por el resto de su vida.
Obtuvo notas destacadas en Matemáticas y Geografía, y consiguió las necesarias para aprobar las demás materias. Tras su graduación en 1784, fue
admitido en la École Royale Militaire de París. Aunque había buscado en un principio una formación naval, terminó estudiando artillería en la École
Militaire. Después de su graduación en septiembre de 1785, fue comisionado como teniente segundo de artillería. Tomó sus nuevas obligaciones en
enero de 1786, a los 16 años.
Napoleón sirvió en la guarnición de Valence y de Auxonne hasta el estallido de la Revolución francesa (aunque se tomó casi dos años de licencia en
Córcega y París durante este lapso). Poco después de comenzar la revolución, Napoleón se encontraba en Córcega. Apoyó la facción jacobina y
obtuvo el rango de comandante segundo de la Guardia Nacional de Voluntarios de la isla. Después de entrar en conflicto con el líder
nacionalista Pasquale Paoli (antiguo héroe de Napoleón), Bonaparte y su familia fueron obligados a huir a Francia, donde llegaron en junio de 1793.

Campañas iniciales
Artículo principal: Guerras revolucionarias francesas

Gracias a la ayuda del compañero Saliceti, se convirtió en comandante de artillería de las fuerzas francesas que sitiaban la fortaleza realista de Tolón,
que se había amotinado contra el terror republicano y había permitido el desembarco de una fuerza angloespañola. Napoleón definió y ejecutó una
estrategia basada en el emplazamiento de baterías artilleras que crearan una superioridad total de fuego previa a los asaltos a los diferentes fuertes
que protegían Tolón, que fue evacuada por la armada angloespañola.
Su determinación, su capacidad de trabajo y su frialdad bajo el fuego le convirtieron en el héroe del sitio, tras lo cual fue nombrado general de
brigada. Cuando fue enviado a Génova por órdenes superiores en una misión secreta hacia julio de 1794, cayó Maximilien Robespierre, y Napoleón
se convirtió en blanco de sospechas originadas por su amistad íntima con Augustin Robespierre, hermano menor de Maximilien. Por ese motivo,
estuvo arrestado durante dos semanas, y fue liberado por falta de pruebas.
En 1795, Bonaparte se encontraba en París cuando el 3 de octubre realistas y contra-revolucionarios organizaron una protesta armada contra
la Convención, sus excesos y su gobierno tiránico. A Bonaparte se le encomendó dirigir a un improvisado ejército en la defensa de la Convención en
el Palacio de las Tullerías. Obtuvo algunas piezas de artillería con la ayuda de un joven oficial de caballería, Joachim Murat, que se convertiría en su
cuñado, y logró repeler a los insurgentes. Este triunfo le dio gran fama y poder sobre el nuevo Directorio, en particular sobre su líder, Paul Barras.
Semanas después, el 9 de marzo de 1796, se casó con la amante de Barras, Josefina de Beauharnais.

Campaña de Italia de 1796-1797


Bonaparte en el puente de Arcole, por Antoine-Jean Gros (c. 1801).

Días después de su matrimonio, Bonaparte tomó el mando del Ejército francés en Italia, que llevó con éxito a la invasión de dicho país. Antes de
partir, arengó a sus tropas con estas palabras: «Soldados: estáis mal vestidos y mal alimentados. El gobierno os debe mucho. Grandes provincias y
ciudades serán vuestras. Allí hallaréis gloria y riqueza». Por aquella época ganó el apodo de «Pequeño Cabo» en virtud de su buena relación con la
tropa. Logró sacar a las fuerzas austriacas de Lombardía con su victoria en la batalla del puente de Arcole y derrotó al ejército de los Estados
Pontificios.
A raíz de la protesta del papa Pío VI por la ejecución del rey Luis XVI, Francia respondió anexionándose dos pequeños territorios papales. Sin
embargo, Bonaparte desoyó las órdenes del Directorio de marchar contra Roma y destronar al papa. Un año después el general Berthier tomó Roma
y apresó al papa, quien falleció por una enfermedad en su cautiverio.
En 1797, Bonaparte, al mando del ejército, derrotó a cuatro generales austríacos cuyas tropas eran superiores en número y forzó a Austria a firmar un
acuerdo de paz. El resultante Tratado de Campoformio dio a Francia el control de la mayor parte del norte de Italia, así como el de los Países Bajos y
el área del Rín. Una cláusula secreta prometía otorgar Venecia a Austria. Bonaparte marchó contra Venecia, ocupándola y acabando con más de
1000 años de independencia. Ese año, organizó los territorios ocupados en Italia en lo que se conoció como la República Cisalpina.
Bonaparte logró absorber los conocimientos militares esenciales de su época y aplicarlos con éxito. Como planificador en el campo de batalla fue bien
conocido por su creatividad en las tácticas de movilización de la artillería. Sin embargo su éxito no se debía solo a su carácter innovador, sino a su
profundo conocimiento e inteligente aplicación de las tácticas militares convencionales. Como él decía: «He peleado en sesenta batallas y no he
aprendido nada que no supiera anteriormente». Como oficial de artillería, desarrolló nuevas tácticas y empleó la artillería como una fuerza móvil para
respaldar los ataques de la infantería, beneficiándose de la ventaja tecnológica de Francia en materia de armamento. Fue conocido como un
comandante agresivo, que contaba con la lealtad de soldados muy motivados. Fue el primero que usó sistemas de telecomunicación, la llamada
«línea Chappe de semáforos», implantada en 1792. Maestro del espionaje y el engaño, ganó batallas al conocer de antemano el movimiento
enemigo.
Durante su campaña de Italia, se convirtió en una figura influyente en la política francesa. Publicó dos periódicos para sus tropas, pero que circulaban
también por Francia. En mayo de 1797 fundó un tercer periódico, publicado en París, Le Journal de Bonaparte et des hommes vertues. Las
elecciones de 1797 dieron a los realistas mayor poder, lo que alarmó a Barras y sus aliados en el Directorio. Los monárquicos, por su parte,
comenzaron a criticar a Bonaparte acusándole de haber saqueado Italia y de haberse excedido en su autoridad al negociar con Austria (todo era
cierto). Bonaparte envió con prontitud al general Augereau a París para dar un golpe de Estado el 18 de fructidor (4 de septiembre), eliminando de la
política a los realistas. Esto devolvió a Barras el control, pero ahora dependiendo de Bonaparte para permanecer en su cargo. Finalizadas sus
negociaciones con Austria, Napoleón regresó a París en diciembre, fue recibido como un héroe conquistador y la fuerza dominante en el gobierno,
mucho más popular que sus directores.

Expedición a Egipto
Artículo principal: Campaña napoleónica en Egipto y Siria

Napoleón visitando a los apestados de Jaffa, por Antoine-Jean Gros (1804).


En marzo de 1798 Bonaparte propuso llevar a cabo una expedición para colonizar Egipto, en aquel entonces una provincia otomana, con el objetivo
de proteger los intereses comerciales franceses y cortar la ruta de Gran Bretaña a la India. El Directorio, aunque preocupado por el alcance y el coste
de la expedición, aprobó la empresa dado que significaba sacar a Bonaparte del centro del poder.
El aspecto más inusual de dicha expedición es la inclusión de un buen número de científicos, lo cual, según algunos, reflejaba la devoción de
Bonaparte por los principios e ideas entonces en boga de la Ilustración. Otros, sin embargo, lo vieron como una maniobra propagandística que solo
buscaba ocultar las intenciones imperialistas de Napoleón. Bonaparte también emitió proclamas en las cuales se presentaba como liberador del
pueblo egipcio, oprimido por el yugo otomano y alabando los preceptos del islam. Esta maniobra no fue exitosa dado que el pueblo egipcio siempre
vio a los franceses como una fuerza de ocupación.
De camino a Egipto, la expedición conquistó a traición Malta el 9 de junio, expulsando a la Orden Hospitalaria. Desembarcó en Alejandría el 1 de julio
de 1798, eludiendo de momento a la Armada británica. Aunque los franceses ganaron la decisiva batalla de las Pirámides (con 25 000 hombres
enfrentados a 100 000 del enemigo), toda la flota francesa (a excepción de dos naves) fue destruida por el almirante Nelson en la batalla del Nilo.
Con su ejército atrapado en Egipto, el objetivo de Bonaparte de fortalecer su presencia en el Mediterráneo se vio frustrado, si bien logró consolidar su
poder en Egipto, no sin sofocar antes diversas revueltas populares. Ordenó que en Egipto la servidumbre y el feudalismo fuesen abolidos y los
derechos básicos de los ciudadanos garantizados. Bonaparte fue llamado por los egipcios Sultán Kebir. La situación propició el desarrollo de
importantes estudios sobre el antiguo Egipto, entre los que se destaca el descubrimiento de la Piedra de Rosetta.

Bonaparte ante la esfinge, pintura de Jean-Léon Gérôme, c. 1868.

A comienzos de 1799 condujo al ejército francés sobre la provincia otomana de Siria y derrotó a las fuerzas superiores despachadas por la Sublime
Puerta en diferentes batallas, pero su ejército sucumbió ante las plagas (en especial la peste bubónica) y la carencia de suministros. Napoleón dejó
un contingente de 13 000 soldados para apoderarse de las ciudades costeras de Jaffa, El Harish, Gaza y Haifa.
El asalto de Jaffa fue brutal: Aunque los franceses se apoderaron de la ciudad tras unas pocas horas de combate, los soldados de la República
asesinaron a bayonetazos a 2000 turcos de la guarnición que trataban de rendirse; se ensañaron durante tres días con la población civil, robaron y
mataron a hombres, mujeres y niños. La matanza culminó cuando Bonaparte ordenó la ejecución de 3000 prisioneros turcos.
Con su ejército debilitado, e incapaz de tomar la fortaleza de Acre, Bonaparte se vio obligado a volver a Egipto en mayo de 1799. Con objeto de
acelerar su marcha, los prisioneros fueron ejecutados y los enfermos abandonados a una muerte segura. De vuelta al país del Nilo, el 25 de julio
derrotó a los otomanos en su intento de desembarco en Abukir. Con la situación en Egipto estancada y la cada vez mayor inestabilidad en Francia,
Bonaparte abandonó el país en una goleta rumbo a Francia, dejando al mando al general Kléber.

La Francia napoleónica

Napoleón abucheado en el Consejo de los Quinientos, con motivo del golpe de Estado del 18 de brumario, pintura de Bouchot.

Artículo principal: Primer Imperio francés

Periodo revolucionario
Golpe de Estado del 18 de brumario
Artículo principal: 18 de brumario

Durante su estancia en Egipto, Bonaparte siguió de cerca los asuntos europeos, obteniendo información de los periódicos y despachos que le
llegaban cada tanto. El 23 de agosto de 1799, aprovechó una relajación temporal del bloqueo a los puertos franceses por parte de la flota británica y
embarcó hacia Francia.
Aunque luego fue acusado por sus oponentes políticos de abandonar a sus tropas, su partida había sido autorizada por el Directorio, que había
sufrido una serie de derrotas militares contra las fuerzas de la Segunda Coalición, formada por la alianza de Gran Bretaña
con Austria, Rusia, Nápoles y Portugal, y que temían una inminente invasión.
Cuando llegó a París en octubre, la situación militar había mejorado tras varias victorias sobre el enemigo. La República, sin embargo, estaba en
bancarrota y el Directorio, corrupto e ineficiente, estaba en su nivel más bajo de popularidad.
Uno de los Directores, Sieyes, pidió a Bonaparte su respaldo para ejecutar un golpe de Estado contra la Constitución existente. La trama involucraba
también al hermano de Bonaparte, Lucien, quien se desempeñaba como cabeza del Consejo de los Quinientos, a otro Director, Roger Ducos, y
a Talleyrand. El 9 de noviembre (18 de Brumario) y también durante el día siguiente, tropas dirigidas por Napoleón tomaron el control y dispersaron a
los consejos legislativos, de forma que Bonaparte, Sieyes y Ducos quedaron como cónsules provisionales que regirían al gobierno. Si bien Sieyes
pretendía dominar el nuevo régimen, Bonaparte se le adelantó, redactando la Constitución del Año VIII, lo que aseguraba su elección como primer
cónsul. Esto le convirtió en la persona más poderosa de Francia, poder que se incrementaría en la Constitución del Año X, cuando logró nombrarse
primer cónsul vitalicio.

Consulado
Napoleón como Primer Cónsul, por Antoine-Jean Gros (1802).

Bonaparte instituyó diversas e importantes reformas, incluyendo la centralización de la administración de los departamentos, la educación superior,
un nuevo código tributario, un banco central, nuevas leyes y un sistema de carreteras y cloacas. En 1801 negoció con la Santa Sede un Concordato,
buscando la reconciliación entre el pueblo católico y su régimen.
Durante 1804 se dictó el Code civil des Français, también conocido como Código Napoleónico, que consistió en la redacción de un cuerpo único que
unificara las leyes civiles francesas. El Código fue preparado por comités de expertos legales bajo la supervisión de Jean Jacques Régis de
Cambacérès, quien ejerció como segundo cónsul desde 1799 a 1804; Bonaparte, sin embargo, participaba en las sesiones del Consejo de Estado,
donde se revisaban las propuestas de leyes. Este código influyó de manera trascendental en el mundo jurídico, y fue la piedra angular del proceso de
codificación.
Otras normas dictadas durante la regencia de Napoleón fueron el Código Penal de 1810 y el Código de Comercio de 1807. En 1808 fue promulgado
el Código de Instrucción Criminal, que establecía reglas y procedimientos judiciales precisos en esta materia. Si bien los estándares modernos
consideran que dichos procedimientos favorecían a la parte acusadora, cuando fueron promulgados era intención de los legisladores resguardar las
libertades personales y remediar los abusos en los tribunales europeos. Aunque Bonaparte era un regente autoritario, la mayoría de Europa estaba
gobernada por monarquías absolutas. Bonaparte trató de restaurar la ley y el orden después de los excesos causados por la Revolución, al tiempo
que reformaba la administración del Estado.
Interludio de paz

Napoleón cruzando los Alpes, obra de Jacques-Louis David.

En 1800 Bonaparte regresó a Italia, que había sido reconquistada por Austria durante su ausencia en Egipto. Cruzó con sus tropas los Alpes en
primavera (si bien cabalgaba sobre una mula, y no en el caballo con el que lo pintó David). Al principio la campaña no fue muy bien, pero más
adelante propinó una rotunda derrota a los austríacos, la cual llevó a la firma de un armisticio. El hermano de Napoleón, José, principal negociador del
armisticio, reportó que debido a la alianza entre Austria y Gran Bretaña, Austria no podía reconocer ningún territorio conquistado por Francia. Las
negociaciones se volvieron más y más erráticas hasta que Bonaparte ordenó al general Moreau atacar a Austria nuevamente. Moreau llevó al ejército
francés a la victoria de Hohenlinden y finalmente el armisticio fue firmado en Lunéville en febrero de 1801, bajo el cual se reafirmaba a Francia su
dominio sobre los territorios ocupados en el Tratado de Campoformio. Los británicos también firmaron un acuerdo de paz mediante el Tratado de
Amiens en marzo de 1802, por el cual Malta pasó a ser territorio francés.
El Concordato de 1801 con el papa Pío VII puso fin al enfrentamiento con la Iglesia católica originado por el inicio de la Revolución. Además, para
afianzar la relación entre ambos Estados, pidió un legado papal a Roma, puesto que recaería en el cardenal italiano Giovanni Battista Caprara.
La paz entre Francia y Gran Bretaña era muy precaria. Las monarquías legítimas de Europa se mostraban renuentes a reconocer a la república,
temiendo que la idea de la revolución fuera exportada a sus países. En Gran Bretaña, el hermano de Luis XVI fue recibido con honores de huésped
de Estado a pesar de que los británicos ya habían reconocido a la república francesa. Por otra parte, Gran Bretaña no había desocupado ni Malta ni
Egipto, como había prometido y protestó contra la anexión de Piamonte y el Acto de Mediación de Suiza, si bien ninguna de estas áreas estaba
contemplada en el Tratado de Amiens.
En 1803, el ejército de Bonaparte fue derrotado en Santo Domingo, combinándose la fiebre amarilla con la tenaz resistencia de Toussaint Louverture.
Ante el escenario de indefensión de las posesiones francesas en Norteamérica, Napoleón decide la venta de Luisiana, un territorio de
aproximadamente dos millones de km² que, habiendo pertenecido por cesión de Francia a la España borbónica en 1765, era ahora recabado por
Francia en decisión unilateral. Estados Unidos buscaba, por su parte, la manera de controlar la navegación sobre el río Misisipi. La Compra de la
Luisiana fue uno de los sucesos más significativos que tuvieron lugar durante el gobierno napoleónico, aun cuando en su momento pasó
relativamente inadvertido. El precio establecido fue de 7,40 $ por km².

La coronación de Napoleón, por Jacques-Louis David.

En el año X (1802), otra constitución dictada por Napoleón otorgó carácter vitalicio a su consulado y sirvió como preámbulo para su autoproclamación
como monarca del Primer imperio francés. Apoyado por buena parte de la aristocracia, en una ceremonia realizada en la catedral Notre Dame de
París, y ante la presencia del papa Pío VII, Napoleón se coronó a sí mismo, lo cual dio origen a la creencia popular de que ese acto fue una
demostración de negación a la autoridad pontificia, lo cual no es cierto. La ceremonia estaba acordada con el papa en forma anticipada, aunque se
avisó al papa del acto de la autocoronación según se acercaba a la ceremonia.
Napoleón reorganizó la administración del estado y el sistema judicial, tipificó la legislación civil francesa con el Código napoleónico y con otros seis
códigos que garantizaban los derechos y libertades conquistados durante el período revolucionario, así como la igualdad ante la ley y la libertad de
culto. También sometió las escuelas a un control centralizado.
El famoso y temperamental compositor alemán Ludwig van Beethoven estaba entre las personalidades de aquel tiempo que admiraban a Napoleón
por lo que simbolizaba políticamente: los ideales democráticos y republicanos de la Revolución francesa. Al parecer por una sugerencia del
embajador francés en Viena, Jean-Baptiste Bernadotte, comenzó a componer su Tercera sinfonía, que titularía Eroica ('Heroica', en italiano). Sin
embargo, con la autocoronación de Napoleón, Beethoven se decepcionó y le retiró la dedicatoria colocando como subtítulo: Sinfonia eroica,
composta per festeggiare il sovvenire d'un grand'uomo (Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre).

Imperio

Napoleón en su trono imperial, por Jean Auguste Dominique Ingres, 1806.


El imperio de Napoleón hacia el año 1811.

Fundación del Imperio


Con la esperanza de consolidar su puesto, Fouché le sugirió a Bonaparte que la mejor forma de apaciguar conspiraciones sería transformar el
consulado vitalicio en un imperio hereditario, el cual, dado que tendría un heredero, quitaría toda esperanza de cambiar el régimen por asesinato.
Bonaparte acoge la sugerencia y el 18 de mayo de 1804 se proclama emperador.
Guerras de conquista
Artículo principal: Guerras napoleónicas

Guerra contra Reino Unido


A pesar de que el emperador procuraba la paz interna y externa, enviando cartas con proposiciones de paz a los gobiernos que habían conformado la
Coalición, estaba claro que el Reino Unido no deseaba la paz (a menos que fuera bajo sus propios términos). Tras el interludio de paz de Amiens, a
partir de 1805 empezaría la fase más intensa de las guerras napoleónicas —que culminaría en 1815—. En este periodo los monarcas europeos no se
cansarían de hacer la guerra al Imperio francés por varias razones:

 Los nexos de familia que tenían Austria y España con la derrocada dinastía de Borbón.
 El temor (no muy fundamentado) que les inspiraba la figura del General Bonaparte, capaz de destruir grandes ejércitos en días.
 Los generosos sobornos económicos que ofrecía Gran Bretaña a Europa a cambio de que aportaran sus soldados para la cruzada
antinapoleónica.
 La rivalidad comercial-militar entre los británicos y franceses.
Contra la voluntad de todo el continente, la Gran Bretaña reanudó la guerra naval con Francia en abril de 1803. Hasta 1805 Napoleón solo tuvo que
batallar contra los británicos. En este año, Rusia, Suecia, Austria y Nápoles se unieron a Gran Bretaña en la antifrancesa Tercera Coalición.
Para atacar a Gran Bretaña, el problema era el mismo de 1798: para cruzar el canal de la Mancha, los franceses tenían que tomar el control del mar.

Napoleón en la batalla de Austerlitz, por François Gérard (1805).

Napoleón descartó su plan de invadir Gran Bretaña que consistía en un ataque de 2000 navíos entre Brest y Amberes y la concentración de
su Grande Armée en el campo de Boulogne (1803).
Muy inferior a la Marina británica, la flota francesa necesitaba la ayuda de los españoles; e incluso unidas las dos flotas no podían esperar derrotar
más de uno de los escuadrones británicos. España fue obligada a declarar la guerra a Gran Bretaña en diciembre de 1804 y se decidió que los
escuadrones españoles y franceses concentrados en las Antillas como señuelo pusieran una trampa, atrayendo así a un escuadrón británico a estas
aguas con el fin de equilibrar las fuerzas entre el navío franco-español y el británico. Entonces se podría librar una batalla en la entrada al canal con
posibilidades de éxito.
El plan falló tras la dramática derrota naval de Trafalgar, donde la flota británica mandada por el almirante Nelson destruyó gran parte de las flotas
de Francia y España.
Napoleón dirigió entonces, sorpresivamente, a sus ejércitos contra las fuerzas austriacas que ocupaban Baviera, a las que derrotó en la batalla de
Ulm. Siguiendo su avance hacia el encuentro con el ejército ruso, despedazó a los coaligados en la batalla de Austerlitz el 2 de diciembre de 1805.
Expansión hacia el este
Napoleón entrando en Berlín, por Charles Meynier (1810).

Napoleón conquistó el reino de Nápoles en 1806 y nombró rey a su hermano mayor, José; se autoproclamó rey de Italia (1805), desintegró
las Provincias Unidas, que en 1795 había constituido como República de Batavia, y fundó el Reino de Países Bajos, al frente del cual situó a su
hermano Luis, y estableció la Confederación del Rin, que agrupaba a la mayoría de los estados alemanes y que quedó bajo su protección.
Prusia y Rusia forjaron una nueva alianza (Cuarta Coalición) y atacaron a la Confederación. Napoleón derrotó al ejército prusiano
en Jena y Auerstädt (1806) y al ruso en Friedland. En julio de 1807 estableció el Tratado de Tilsit con el zar Alejandro I, por el que se redujo el
territorio de Prusia. Además, Westfalia, gobernado por su hermano Jerónimo, y el Gran Ducado de Varsovia, entre otros estados, pasaron a formar
parte del Imperio.
Ocupación de España
Artículo principal: Guerra de independencia española

El tres de mayo de 1808 en Madrid, por Francisco de Goya (1813-1814).


No habiendo podido vencer a los británicos militarmente, Napoleón impuso el bloqueo sobre las mercancías británicas con el propósito de arruinar su
comercio. Portugal fue una de las naciones que no se plegó al bloqueo, razón por la cual Napoleón buscó una alianza con España para invadir a
Portugal. Debido a la debilidad militar española en el momento y tras la pérdida de su armada en la batalla de Trafalgar, se firmó el tratado de
Fontainebleau, en el que se permitía a Napoleón entrar en España con su ejército para derrotar a Portugal y cerrar las rutas comerciales británicas.
Tras cruzar la frontera española y ocupar la capital portuguesa, sus tropas ocuparon varias ciudades españolas, lo que generó una rebelión popular
que inició la Guerra de Independencia Española entre las tropas francesas y las españolas, en las que tuvo un papel fundamental la lucha de
guerrillas.
Napoleón decidió incluir a España en su imperio y nombró rey de ese país a su hermano José en el trono de España, dejando Nápoles como una
monarquía manejada por su cuñado, Joachim Murat. Tras la primera derrota importante de sus fuerzas en la batalla de Bailén, el mismo Napoleón
comandó las fuerzas que invadieron España y derrotaron al ejército de este país; luego también derrotó al ejército británico que vino en ayuda de
España.
Este conflicto supuso un gran desgaste humano (se ha estimado en 300.000 bajas) y económico para Francia. Se calcula que el 10% de las bajas
tanto del lado español como el francés ocurrieron durante los dos sitios a la ciudad de Zaragoza, entre el 15 de junio de 1808 y el 21 de febrero de
1809.
Europa Central

Matrimonio de Napoleón y María Luisa de Austria.

Por otra parte, Austria rompió el pacto con Francia y Napoleón se vio obligado a comandar sus fuerzas en los frentes del Danubio y Alemania. En
la batalla de Aspern-Essling (21 y 22 de mayo de 1809), cerca de Viena, Napoleón estuvo a punto de perder su ejército, sin que el enemigo tampoco
lograra un triunfo. Tras una tregua de casi dos meses, nuevamente se enfrentaron ambos ejércitos, pero esta vez el ejército francés derrotó al
austríaco en la batalla de Wagram, el 6 de julio de 1809.
Tras este triunfo, Francia convirtió los territorios conquistados en las provincias ilirias (en la actualidad parte de Eslovenia, Croacia, Bosnia-
Herzegovina, Serbia y Montenegro) y conquistó los Estados pontificios. Tras aliarse nuevamente con Austria, Napoleón contrajo matrimonio
con María Luisa de Habsburgo-Lorena, hija del monarca austríaco, Francisco I de Austria, perteneciente a la casa de Habsburgo, una vez
repudiada Josefina al no poder darle un heredero. Con este enlace vinculaba su dinastía a la más antigua de la casas reales de Europa, con la
esperanza de que su hijo, nacido en 1811 y al que otorgó el título de rey de Roma como heredero del Imperio, fuera mejor aceptado por las
monarquías reinantes.
El Imperio alcanzó su máxima amplitud en 1810 con la incorporación de Bremen, Lübeck y otros territorios del norte de Alemania, así como con el
reino de Países Bajos, después de obligar a abdicar a su hermano, que había adoptado el título de Luis I Bonaparte.

Implicaciones fuera de Francia


La Europa napoleónica
Artículo principal: Primer Imperio francés

El Código Napoleónico fue introducido en todos los nuevos Estados creados bajo el Imperio francés. Se abolieron el feudalismo y la servidumbre y se
estableció la libertad de culto (salvo en España). A cada Estado le fue otorgada una constitución en la que se concedía el sufragio
universal masculino, una declaración de derechos y la creación de un parlamento. Fue instaurado el sistema administrativo y judicial francés; las
escuelas quedaron supeditadas a una administración centralizada y se amplió el sistema educativo libre de manera que cualquier ciudadano pudiera
acceder a la enseñanza secundaria sin que se tuviera en cuenta su clase social o religión. Cada Estado disponía de una academia o instituto
destinado a la promoción de las artes y las ciencias, al tiempo que se financiaba el trabajo de los investigadores, principalmente el de los científicos.
La creación de gobiernos constitucionales siguió siendo solo una promesa, pero el progreso y eficacia de la gestión fueron un logro real.

Intervención en América
En 1796 Napoleón restaura nuevamente la esclavitud en las colonias francesas, abolida desde 1794.7
Para América Latina, la figura de Napoleón es fundamental. Su intervención en España, las forzadas abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII, la
entrega del trono español a su hermano José, la promulgación de la Constitución de Bayona en 1808 que reconocía la autonomía de las provincias
americanas del dominio español y sus pretensiones de reinar sobre aquellos inmensos territorios cuyos habitantes nunca quisieron aceptar los planes
y designios del emperador, son elementos básicos para entender los movimientos de emancipación.
En el resto del continente, la negociación de Luisiana y el manejo que dio Francia al proceso de independencia de Haití tuvieron una enorme
influencia en el desarrollo del continente.

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