Parte Dogmatica Iv Resumen
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El ejercicio pleno de los derechos implica la convivencia con normas que regulen su
alcance. Entonces, para poner límite a la arbitrariedad de las autoridades y ante el avance
de normas que vulneran derechos, se promueven garantías o acciones como medio
procesal.
El hábeas corpus
Se denomina de esta manera a la garantía que protege la libertad física o de locomoción a través de un
proceso judicial sumario. Su fundamentación constitucional se encuentra en el artículo 18 que establece
que “nadie puede ser arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente” 1. Luego de la
reforma de 1994, el hábeas corpus se halla mencionado expresamente en el cuarto párrafo y en el final del
artículo 43, cuya letra transcribimos a continuación:
Cuando el derecho lesionado, restringido, alterado o amenazado fuera la libertad física, o
en caso de agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones de detención, o en el de
desaparición forzada de personas, la acción de hábeas corpus podrá ser interpuesta por el
afectado o por cualquiera en su favor y el juez resolverá de inmediato, aun durante la
vigencia del estado de sitio
Este artículo confirma la acción de hábeas corpus en el caso de restricción de la libertad física, que ha sido
su vigencia tradicional, y ampliando la garantía en los siguientes supuestos:
d) en casos de desaparición forzada de personas, cuya inclusión es producto de las trágicas experiencias en
nuestra historia reciente.
El sistema se estructura sobre la base del contacto directo del juez con los intervinientes,
asegurando así la concentración y continuidad sin desmedro de la oportunidad de
audiencia y prueba limitada de las partes. Se asegura al habitante la tutela de la libertad
ambulatoria, se garantiza la oportunidad de recurrir al juez las 24 horas y se dota de
elementos para defenderse aun en el supuesto de emergencia constitucional. Los jueces
podrán decretar de oficio en el caso concreto la inconstitucionalidad de la orden, cuando
la limitación de la libertad se lleve a cabo por escrito y emane de una autoridad que obra
en virtud de un precepto legal contrario a la Constitución Nacional. El hábeas corpus
corresponde solamente para actos de funcionarios públicos y no para actos de
particulares, por aplicación del principio de la “acción de Estado.” (Solá,
En el caso del hábeas corpus preventivo, la Corte Suprema lo reconoció por la acción intimidatoria de
agentes de policía en el caso “Cafassi”4. La Corte Suprema subrayó que la amenaza debe ser también
contemporánea (“acto u omisión de funcionario o autoridad pública que amenace "en la actualidad"…”),
pero realizó, a todas luces, una singular apertura en cuanto la óptica judicial para meritar la existencia o no
de amenaza. La presencia de 2 personas requiriendo información sobre la conducta del ocupante de un
departamento, presumiblemente policías, es causa suficiente para dar curso a la acción de hábeas
corpus. Es evidente que este fallo es mucho más elástico que los reseñados precedentemente, sobre la
acreditación de la presencia de la "amenaza".
Esta modalidad de hábeas corpus se emplea cuando se producen actos que agraven, de manera
arbitraria o ilegal, las formas o condiciones en que se cumplan las penas de privación de libertad. Se
halla legislado en el artículo 3.2 de la ley 23.098. (Solá, s.f. https://bit.ly/2Yh8ua1).
Por otra parte, en el caso “Haro, Eduardo M.” la Corte Suprema sostuvo que:
… en tales condiciones, el a quo convalidó un pronunciamiento que desvirtuó el procedimiento del hábeas
corpus tornando inoperante esta garantía en el caso. Ello fue así, porque se rechazó la denuncia en los
términos del art. 10 de la ley una vez fenecida la etapa procesal oportuna y sin que se le diese al amparado la
oportunidad de ser oído, como hubiese ocurrido de haberse observado el procedimiento aplicable, cuyo
carácter sumarísimo no podía ser empleado en perjuicio de la garantía de defensa en juicio del interesado.
La acción de amparo
Esta acción no estaba regulada constitucionalmente previo a la reforma constitucional de 1994. Se originó
por medio de la práctica de la Corte Suprema de Justicia –por ello algunos autores hablan de creación
“pretoriana”, emulando la figura del Pretor romano, quien creaba reglas de derecho- a través de dos
pronunciamientos en situaciones similares pero con características particulares en cada una. Posteriormente,
un decreto –aún vigente en parte y denominado Ley 16.986- de la dictadura de Onganía reguló la acción,
receptándola expresamente en el ordenamiento jurídico.
…que le otorgó jerarquía constitucional a la acción de amparo, a la que caracteriza como una acción
expedita y rápida, que podrá deducirse siempre que no exista otro medio judicial más idóneo. Esta acción
puede dirigirse contra autoridades públicas o contra particulares, y es una acción (preventiva o reparatoria,
no indemnizatoria) que procede frente a acciones u omisiones que agravien derechos y garantías
reconocidos por la Constitución, los tratados internacionales y las leyes. El amparo, admite también la
declaración en la misma acción de amparo, de la inconstitucionalidad de la norma agraviante. El amparo
sólo procede en los casos en que la violación del derecho se haya realizado con arbitrariedad o ilegalidad
manifiesta. Es decir que corresponde cuando, para calificar el acto u omisión como arbitrario o ilegal, la
investigación que deba realizarse sea evidente o requiera de una prueba sumamente abreviada. La idoneidad
exigida por el artículo 43 tiene una doble significación: para el actor, significa que frente a la ilegalidad o
arbitrariedad manifiesta, necesita de una decisión judicial rápida que no permita la subsistencia de la
conducta agraviante, y para el demandado significa que se encuentra protegido por la garantía del debido
proceso, requiriendo una defensa amplia de sus derechos. El amparo no exige agotar previamente la vía
administrativa. En cuanto a la legitimación para accionar, el amparo puede ser planteado por la persona
física o jurídica afectada que es la persona que ha sufrido el daño.
Además del afectado, la norma incorporó a otros legitimados cuando se trate de derechos de incidencia
colectiva. Para estos casos la norma creó dos legitimados especiales: el Defensor del Pueblo y las
asociaciones de protección.
Pero dicha legitimación especial debe interpretarse con carácter restrictivo, en el sentido de que ninguno de
ellos puede sustituir al titular directo del derecho agraviado cuando no esté en juego un derecho de
incidencia colectiva y el titular del mismo cuente con los medios para su propia defensa. En particular, es
conveniente utilizar la práctica del derecho comparado en las acciones de clase.
La Ley 16986 había establecido dos prohibiciones que han sido derogadas por la nueva redacción del
artículo 43 primera parte:
2 el plazo de caducidad que no hacía lugar a la acción si “La demanda no hubiese sido presentada dentro de
los quince días hábiles a partir de la fecha en que el acto fue ejecutado o debió producirse”.
El artículo 43 establece, además, una mayor amplitud del amparo tal como había sido originalmente
planteado con gran sencillez y brevedad en los casos “Siri” y “Kot”, donde se ideó la acción como una
herramienta útil para la protección de los derechos. [Ergo], la protección de los derechos constitucionales no
puede estar sujeta a un plazo de caducidad que impida a los jueces restablecer la vigencia de la Constitución
y de las leyes, [como pretendía el “decreto” Ley 16.986]. (Solá
El juez de primera instancia rechazó dos veces la petición. La primera, por considerar que
la acción de hábeas corpus "sólo protege la libertad física o corporal de las personas"; y en
la segunda ocasión, porque de un informe posterior de la comisaría local se habría
comprobado la cesación de la medida, lo que privaba de "actualidad y fundamento" a la
acción. La Cámara de Apelación de Mercedes confirmó la resolución, por lo cual el señor
Siri planteó un recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia. Una vez radicada
la causa en la Corte Suprema, se requirieron informes sobre si subsistía la clausura del
diario, a lo que el comisario de la localidad respondió afirmativamente. Comprobada la
existencia y vigencia de la clausura del diario y la ausencia de orden de autoridad
competente que justificara dicha restricción, la Corte Suprema entendió que el actor, no
había interpuesto un hábeas corpus sino que recurriendo a esta garantía, se había limitado
a invocar la garantía de la libertad de expresión y de trabajo que asegura la Constitución:
Que basta esta comprobación inmediata para que la garantía constitucional invocada sea
restablecida por los jueces en su integridad, sin que pueda alegarse en contrario la
inexistencia de una ley que la reglamente: las garantías individuales existen y protegen a los
individuos por el solo hecho de estar consagradas por la Constitución e
independientemente de las leyes reglamentarias, las cuales solo son requeridas para
establecer "en qué caso y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y
ocupación", como dice el art. 18 de la Constitución a propósito de una de ellas. (Solá, s.f.
https://bit.ly/2Yh8ua1).
Así, la Corte Suprema, con fundamento en el artículo 33 -que contiene implícitos los
derechos no enumerados- entendió que existe una acción para amparar las lesiones a los
derechos diferentes a la libertad física o ambulatoria.
Este caso se originó cuando los operarios de una fábrica textil, a raíz de un conflicto laboral previo,
ocuparon el inmueble y paralizaron las actividades productivas. El socio gerente de la empresa elevó una
denuncia por usurpación ante la comisaría de la localidad donde, además, reclamaba la entrega del inmueble.
Por este motivo se inició el correspondiente sumario. El Juez Penal de la ciudad de La Plata resolvió:
Señaló la Corte que el recurrente había interpuesto una acción de amparo, invocando los derechos
constitucionales de la libertad de trabajo, de la propiedad y de la libre actividad, o sea, dedujo una
garantía distinta a la que protege la libertad corporal y que, a semejanza del hábeas corpus, procura
asimismo una protección expeditiva y rápida que emana directamente de la Constitución. Esta Corte lo ha
declarado así en la sentencia de fecha 27 de diciembre del año pasado en la causa "Siri Angel" (Fallos,
239:459), con fundamentos que se dan aquí por reproducidos en todo lo pertinente.
Que si bien en el precedente citado la restricción ilegítima provenía de la autoridad pública y no de actos
de particulares, tal distinción no es esencial a los fines de la protección constitucional. Admitido que
existe una garantía tácita o implícita que protege los diversos aspectos de la libertad individual (art. 33,
Constitución Nacional), ninguna reserva cabe establecer de modo que excluya en absoluto y a priori toda
restricción que emane de personas privadas. Es verosímil presumir que, en el ánimo de los constituyentes
de 1853, las garantías constitucionales tuvieron como inmediata finalidad la protección de los derechos
esenciales del individuo contra los excesos de la autoridad pública. En el tiempo en que la Constitución fue
dictada, frente al individuo solo e inerme no había otra amenaza verosímil e inminente que la del Estado.
Pero los constituyentes tuvieron la sagacidad y la prudencia de no fijar exclusivamente en los textos sus
temores concretos e históricos, sino, más bien, sus aspiraciones y sus designios permanentes y aún eternos:
la protección de la libertad. Esto último es lo que resulta del inequívoco y vehemente espíritu liberal de la
ley suprema, aquello otro que se comprueba objetivamente en los textos constitucionales mismos. Nada hay,
ni en la letra ni en el espíritu de la Constitución, que permita afirmar que la protección de los llamados
"derechos humanos" - porque son los derechos esenciales del hombre- esté circunscripta a los ataques
que provengan solo de la autoridad. Nada hay, tampoco, que autorice la afirmación de que el ataque
ilegítimo, grave y manifiesto contra cualquiera de los derechos que integran la libertad, lato sensu, carezca
de la protección constitucional adecuada - que es, desde luego, la del "hábeas corpus" y la del recurso de
amparo, no la de los juicios ordinarios o la de los interdictos, con traslados, vistas, ofrecimientos de
prueba, etcétera; por la sola circunstancia de que ese ataque emane de otros particulares o de grupos
organizados de individuos, intentar construcciones excesivamente técnicas para justificar este distingo,
importa interpretar la Constitución de modo que aparezca ella amparando realmente no los derechos
esenciales, sino las violaciones manifiestas de esos derechos. (Solá, s.f. https://bit.ly/2Yh8ua1).
El hábeas data
Para comenzar el abordaje de este tema, revisemos, primero lo que dice el art. 43 en su tercer párrafo sobre
el amparo:
Toda persona podrá interponer esta acción para tomar conocimiento de los datos a ella referidos y de su
finalidad, que consten en registros o bancos de datos públicos, o los privados destinados a proveer informes,
y en caso de falsedad o discriminación, para exigir la supresión, rectificación, confidencialidad o
actualización de aquéllos. No podrá afectarse el secreto de las fuentes de información periodística.6
El hábeas data es un proceso constitucional por el cual se asegura el derecho a la intimidad y tiene su
fundamento en el respeto integral de las acciones privadas protegidas por el artículo 19. Surge como
consecuencia de la gran difusión de registros informáticos gubernamentales y privados que en muchos casos
tienen difusión generalizada, e incluso se los comercializa.
El término hábeas data realiza una asociación con el de hábeas corpus, en lugar de “tened el cuerpo” se
dice “tened la información o los datos”. Se ha asociado esta garantía con el derecho a la intimidad, ya que
evita que ciertos datos sobre una persona no tengan una publicidad innecesaria. Sin embargo, nos parece que
el bien protegido es mucho más amplio, ya que la divulgación de información puede causar daños
patrimoniales o profesionales. Particularmente en el caso de la divulgación de información falsa que puede
dañar el patrimonio, prestigio y futuro profesional o empresario de una persona, en algunos casos en forma
irreparable.
Puede iniciar el amparo toda persona, para tomar conocimiento de los datos a ella referidos y de su
finalidad, y en su caso luego de conocerlos exigir la supresión, rectificación, confidencialidad o
actualización de esos datos si fueran falsos o discriminatorios.
La protección que da esta garantía es amplia ya que incluye todos los bancos de datos públicos y también
los privados en los casos que éstos se dediquen a proveer informes. La norma distingue en cuanto a las
características de los bancos de datos, la protección es amplísima cuando quién tiene la información es el
Estado, no admite el artículo excepciones, ni siquiera en los casos que puedan estar en peligro la seguridad
nacional. Es probable que en estos casos el juez interviniente analice la información y la forma en que pueda
ser comunicada sin vulnerar la garantía constitucional.
En los casos de que los bancos de datos sean privados, se establece la limitación para el ejercicio de la
garantía de que éstos tengan la función de proveer informes, es decir, la habitualidad en la obtención de
información con el fin de difundirla. Es una práctica común en la actividad financiera que existan entidades
para proveer información sobre la situación patrimonial de personas o empresas. Existen también empresas
que obtienen información sobre la contratación de personal. La norma se aplica a todos estos casos y
también a los casos de empresas que obtengan y diseminen información sin que ésta fuera su tarea principal.
En caso de tratarse de empresas prestatarias de servicios públicos, debe aplicarse el régimen de los bancos
de datos oficiales, ya que de otra manera el Estado podría fácilmente burlar la norma con la privatización del
servicio.
En ningún caso puede afectarse el secreto de las fuentes de información periodística, prohibición que
protege el secreto profesional de los medios de comunicación. Esta es una norma que ha producido un
importante debate en el derecho comparado.
La protección incluye a todas las personas, físicas y jurídicas, habitantes o transeúntes y se refiere
tanto a la intimidad como a cuestiones puramente patrimoniales. Es decir, protege situaciones tan
diversas como el caso del funcionario que quiere saber la información que sobre él se tiene en los
archivos de datos públicos, como a la empresa que busca conocer la información que sobre ella se
distribuye en medios financieros. Es una saludable arma contra la difamación y los errores de
información.
El derecho de acceso a los datos personales se encuentra reglamentado en la ley N° 25.326 y estable ciertos
principios:
3 el acceso es gratuito;
4 los herederos de las personas fallecidas tienen derecho de acceder a los datos del causahabiente;
5 los titulares tienen derecho a solicitar la rectificación, actualización o supresión de los datos;
6 hecho el reclamo, el responsable o usuario debe acceder al mismo en un plazo de 5 días hábiles;
7 el incumplimiento de acceder al reclamo habilita la acción de protección de datos personales. (Solá, s.f.,
https://bit.ly/2Yh8ua1).