La Filosofía Como Religión
La Filosofía Como Religión
La Filosofía Como Religión
Manuel GUERRA
Burgos
1. «RELIGIÓN» Y «FILOSOFÍA»
de los que han sido y parecido sabios (sophoi) entre los bárbaros».
Los apologistas, que escriben a los paganos, generalizan este signi-
ficado de la palabra «filosofía», sinónimo de «cristianismo»9, tal
vez para evitar la equiparación con las «religiones» (mitos, ritos,
etc.) paganas, también y más probablemente por el significado
profundo, religioso, de esa palabra en su tiempo. De ahí que «en-
tre nosotros se llamen filósofos los que aspiran a la Sabiduría del
Creador y Maestro universal, es decir, al conocimiento del Hijo
de Dios»10, o sea, los cristianos. De aquí que Taciano, al finalizar
su obra (Adv. graec. 42), se presente a sí mismo como «el que filo-
sofa según los bárbaros», no según la filosofía griega, o sea, el cris-
tiano. La asimilación de «filosofía, filósofo» a «cristianismo, cris-
tiano» no encaja con el significado de dichos términos, prevalente
en nuestro tiempo, e invitan a bucear en su subsuelo semántico y
cultural de la antigüedad.
est-ce que la philosophie antique?, Gallimard, París 1995; IDEM, Exercices spirituels et
philosophie antique, Études Augustiniennes, París 1981, especialmente 13-74; J. LE-
CLERCQ, Pour l’histoire de l’expression «philosophie chrétienne», «Mélanges de Science
Religieuse» 9 (1952) 221-226; A-Me MALINGREY, «Philosophia». Étude d’un groupe
de mots dans la littèrature grecque des Présocratiques au IVe siècle après J.C., Klinck-
sieck, París 1961; P. RABBOW, Seelenführung. Methodik der Exerzitien in der Antique,
München 1954; A.-J. VÖLKE, La philosophie comme thérapie de l’âme, Fribourg-Paris
1993.
12. CICER, Fin 3,4.
13. EPICT, Diss 4,1,63 y 118.
14. SENEC, Epist 90, 1.
15. Palabras de Pirrón (s. IV-III a.C.), padre del escepticismo en DIOG. LAERT, 9,
64.
16. EPICT, Diss 1,15,2.
17. La fórmula «ejercicios (áskesis, gr.) espirituales» figura ya en CLEM. ALEX,
Strom 4,6,27,1 SC 31, 210, cf. J. LECLERCQ, Exercices spirituels, en Dictionnaire de
Spiritualité, 4, 1902-1908.
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18. CICER, Tusc.- disp 3,6, etc. Nótese que en animus del original (cultura animi)
significa «alma», no «ánimo», hasta Séneca, con el cual el significado «alma» pasa a
anima.
19. CICER, Tusc. disp 3,6,13; EPICT, Diss 3,23,30, definición dada por vez prime-
ra por Sócrates.
20. Sócrates en PLAT, Apolog 36c.
21. A. VON ARNIM, Stoicorum Veterum Fragm, 3, 474.
22. SENEC, De benef 5, 25,6.
23. SENEC, Epist. Lucil 2,10,11; De benef 7,16 (14), 4, etc. Cf. M. GUERRA,
«Hominibus bonae uoluntatis». Análisis filológico-teológico y traducción (Lc 2,14 y
«Gloria» de la Misa), «Scripta Theologica» 21 (1989) 755-775.
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34. Escolio a PLAT, Phaedr 279c; IAMBL, Vita Pythag 18, 81-82, etc.
35. Cf. textos y notas críticas en C. EGGERS LAN-V.E. JULIÁ, Los filósofos presocrá-
ticos, I, Gredos, Madrid 1978, 147-238; III, 1980, pp. 77-138.
36. ELIAS CRET, Euchologium graecorum, 495 (Goar). Tertuliano tiene un breve
tratado titulado precisamente De pallio, pues de él trata (segunda década del s. II
d.C.).
37. Heráclides Póntico (s. IV-III), PONT, fragm. 87W. La explicación dada apa-
rece por vez primera en PLATÓN, Fedro 278d, pero se lo pone en boca de Sócrates,
no de Pitágoras: «Llamar a un hombre “sabio” me parece demasiado, y que sólo con-
viene a Dios. En cambio, llamarle “filósofo” o algo semejante se adecua a él mucho
más y guarda más armonía».
38. HERACL PONT Fragm 88W, conservado en CICER, Tusc. disp 5,3,8-10. Cf.
también IAMBL, Vita Pythag 12,58.
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42. PORPHYR, Vita Plotini 2. Sobre la interpretación de este texto, cf. P. HENRY,
La dernière parole de Plotin, «Studi Classici Orientali» 2 (1953) 113-130; J. IGAL,
Una nueva interpretación de las últimas palabras de Plotino, «Cuaderno de Filología
Clásica» 4 (1982) 441-462.
43. PLAT, Tim 73a; 88b; Resp 9, 589e; ARITT, Ethic. Eud 8,2,1248a 27; Ethic. Nic
10,7,1177a 16 y b28;. Los estoicos (Epicteto, Marco Aurelio, etc.) toman de sus
predecesores (Crisipo, Apolodoro, Posidonio, cf. DIOG. LAERT, 7, 142-143), lo lla-
man «un fragmento, una chispa (apóspasma)» desprendido de la divinidad y metido
en la cabeza humana, cf. J. PÉPIN, Idées grecques sur l’ homme et sur Dieu, Les Belles
Lettres, París 1971, 6-9, etc.
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cual ella sola nos lleva y une. Santos son los que consagran su
mente a la filosofía» (Ibid. 2,1).
63. EPIC, Fragm 141 (edición, H. USENER, Epicurea, Teubner, Leipzig 1887).
64. Epist 3, 135, cf. Gn., 5, 33.
65. Piénsese en el «Curso de los dioses transmitidos según la theología griega» del
estoico Cornuto (s. I d.C.), que es la explicación alegórica de los mitos griegos por
medio de la física estoica, cf. sutexto en Teubner, Leipzig 1881, preparado por K.
Lang.
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66. W. JAEGER, La teología de los primeros filósofos griegos, F.C.E., México 19823.
67. Cf. M. GUERRA, Diccionario enciclopédico de las sectas, B.A.C., Madrid 19992,
s. v. bilocación, clarividencia, énstasis, éxtasis, mística, parapsicología, trance, etc.
68. Vita Plotini, 23, donde se dice también que «ascendía muchas veces hasta el
primer Dios gracias a una iluminación demónica (obra de un demon)» y que «se le
apareció (vio) al Dios sin forma ni apariencia».
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69. H. DIELS, Die Fragmente der Vorsokratiker, 14,7; ARISTT, Fragm 191 (Rose);
APOLON, Mirab., 6.
70. IAMBL, Vita Pyth 8, 36.
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71. Tal vez se deba a su supuesto viaje, descenso, al Hades (HER, 4, 93-96; DIOG.
LAERT, 8,41.
72. Cf. H. BOGE, Griechische Tachygraphie und tironische Noten. Ein Handbuch
der Antiken und Mittelalterlichen Schnellschrift, Berlín 1973; P. PETITMENGIN-B.
FLEUSIN, Le livre antique et la dictée. Nouvelles recherches en Mémorial André-Jean
Festugiêre. Antiquité païenne et chrétienne, París 19884 (dirs. E. LUECHESI-I.D. SAF-
FREY).
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como discípula. No creo que el original griego dia; crovnou permita esta interpreta-
ción.
76. DIOG. LAERT, 8, 41.
77. H. DIELS, Die Fragmente der Vorsokratiker, 14, 8a; DICEARCO, Fragm 33W;
PORPHYR, Vita Pith 18-19. Los nombres de varias discípulas de Plotino (PORPHYR,
Vita Plot 9).
78. Kharito («Agraciada»), una de los seis discipulos de S. Justino, martirizados
con su maestro, contesta al prefecto: «Soy cristiana por la gracia de Dios» (Actas de
su martirio, 4, 2). Sobre la vida profesional, social, etc., de las mujeres cristianas y no
cristianas, cf. M. GUERRA, El laicado masculino y femenino (en los tres primeros siglos
de la Iglesia), EUNSA, Pamplona 1987, 259-286.
79. Cf. G. PENCO, La vita ascetica come «filosofia» nell’antica tradizione monasti-
ca, «Studia Monastica» 2 (1960) 79-93. Un tema distinto, que no toca exponer
aquí, es el del influjo de la filosofía griega en las formas cristianas de ascetismo, cf. el
estudio de García M. Colombas, El monacato primitivo, B.A.C., Madrid 19982, 14
ss.; A. BREMOND, Le moine et le stoicien, «Revue d’Ascetique et de Mystique» 8
(1927) 30, ss.; J. LEIPOLDT, Griechische Philosophie und frühchristlicher Askese, Be-
richte über die Verhandlungen der sächsischen Akademie der Wissenschaften zu
Leipzig Philol-his. Klasse B. 106 Helft, Berlín 1961; P. JORDAN, Pythagoras and Mo-
nachism, «Traditio» 16 (1961) 432-441.
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80. LACT, Inst. diuin., 3,25, 1 CSEL 19, 247; AVG, De vera rel 3,5-4,6 CCL 32,
191-192, etc.
81. Strom 7,4 PG 9, 424.
82. Strom 1,5,28; 2,20,125 GCS 15, 17 y 181.
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105. Apol 2,7,3; 2,10,2 y 4; 2,13, 5-7; Dial. Thryph 2, etc. Tras el conc. Vaticano
II, esta doctrina de Justino es ya doctrina de la Iglesia (Ad Gentes 3; 5; 11 y 15; Lu-
men Gentium 17; JUAN PABLO II, Redempt. missio 56, etc.).
106. Strom 6,17, 153, 1 GCS 15, 510.
107. Strom 6,17,159,6 GCS 15, 513
108. Strom 1,2,20,1; cf. 1,20,97,1.
109. CLEM. ALEX, Strom 1,5,32,4 GCS 15, 21.
110. CLEM. ALEX, Strom 1,7,37,6 GCS 15, 24-25.
111. Según Justino (Apol 1, 9,3), por su idolatría, son «álogon (algo irracional) y
una insolencia contra Dios», o sea, carecen incluso del logos/razón de la filosofía.
112. Cf. en JUAN PABLO II, Redempt. missio 29, la acción del Espíritu Santo «en
los hombres y en la historia de los pueblos, así como en las culturas y religiones»
como «preparación evangélica y referente a Cristo». Cf. también VATICANO II, Nos-
tra aetate, 2. Este concilio habla de la acción del E. Santo fuera de la Iglesia institu-
ción, pero en los individuos, no en las religiones. Cf. El cristianismo y las religiones,
Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 1997 de la Comisión Teológica Inter-
nacional.
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118. Cf. M. GUERRA, Las religiones no cristianas, ¿cómo valoran a las otras religio-
nes?, en AA.VV., La salvación en el cristianismo y en las otras religiones. Simposio de
Misionología, «Estudios de Misionología», IX, Facultad de Teología, Burgos 1999;
IDEM, Historia de las..., I, 85-103; IDEM,III, pp. 64-96 (antología de textos); IDEM,
Antropologías y teología..., 301-404.
119. Octauius 29,2; 38,6 CSEL 2, 42 y 55.
120. TERTUL, Apolog 24, 1-2 CCL 1, 133. Y S. Agustín uerax ueri Dei cultus (De
uera rel 5,8; 7,12).
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fecto y Dios verdadero. Pero a esto se llega por la fe. Lo mismo en-
seña S. Ireneo cuando distingue entre el Dios de la creación, cono-
cido por medio de la razón, y el «Logos», el Dios encarnado, del
cristianismo127.
127. Adu. haer 3,16,6; 5, 1,1 SC 211,310 ss; 153, 16 ss. Cf. A. ORBE, San Ireneo
y el conocimiento natural de Dios, «Gregorianum» 47 (1966) 441-471.