La Competitividad en Venezuela
La Competitividad en Venezuela
La Competitividad en Venezuela
El país es uno de los que más caído en la lista, que ubica a Chile en el primer lugar del ránking.
La calidad de las instituciones públicas venezolanas se ubica en el último puesto del ránking.
El documento, en el que el FEM recoge las pautas globales de competitividad, destaca que "la
región ha conseguido capear la recesión global relativamente bien y ha crecido de manera estable
desde 2009" cuando el crecimiento económico medio se ralentizó.
"Con una tasa de crecimiento en torno al 6 por ciento en 2010 y tasas previstas del 4,75 por ciento
en 2011 y del 4,25 por ciento en 2012, la región ha recortado el diferencial de producción y el exceso
de capacidad generado en los años de la recesión, superando en resultados a las economías más
avanzadas", afirma el informe.
No obstante, el FEM advierte de que algunos países exportadores de materias primas, como Chile y
Brasil -con previsiones de crecimiento del 6,5 y del 4,1 por ciento, respectivamente- han empezado
a mostrar señales de "sobrecalentamiento" en 2011.
"Hay presiones inflacionarias que han comenzado a acentuarse y que son cada vez más
preocupantes", indica el informe del Foro.
Para esta institución, la solidez de los resultados latinoamericanos en competitividad tiene que ver
con unas políticas monetarias y fiscales más sólidas y con una boyante demanda interna, sin
olvidar la fuerte demanda de China de materias primas.
Son muchos los países que suben en el ránking de competitividad que elabora anualmente el FEM
con 142 Estados y que tiene entre los 10 primeros a Suiza, Singapur, Suecia, Finlandia, Estados
Unidos, Alemania, los Países Bajos, Dinamarca, Japón y el Reino Unido.
México sube ocho puestos en la lista con respecto al año anterior (del 66 al 58), Perú sube seis
(del 73 al 67), y Bolivia cinco (del 108 al 103), al igual que Brasil (del 58 al 53).
Mejoran también Panamá (del 53 al 49), Ecuador (del 105 al 101), Argentina (del 87 al 85) y
Uruguay (del 64 al 63), y se mantiene sin cambios Colombia (puesto 68).
El mayor retroceso lo experimenta la República Dominicana (que cae del puesto 101 al
110), seguido de El Salvador (del 82 al 91), Guatemala (del 78 al 84), Costa Rica (del 56 al 61) y
Nicaragua (del 112 al 114), debido "al empeoramiento de la situación de seguridad".
A pesar de ser el país más competitivo de la región, Chile retrocedió un puesto (del 30 al 31)
respecto a hace un año.
Sin embargo, el FEM resalta que Chile ha mejorado su nota global gracias a un marco institucional
sólido y una política económica anti-cíclica "que han puesto los cimientos que permiten a este país
crecer a un ritmo estable desde principios de la década de 1990".
Brasil, por su parte, se beneficia de ser el décimo mayor mercado interno del mundo, de
tener un entorno empresarial altamente desarrollado (el FEM lo sitúa en el puesto número 31), un
mercado financiero muy eficiente (40) y un alto nivel de innovación (44).
Los contras son unas infraestructuras deficientes (en el puesto 104), los desequilibrios
macroeconómicos (115), la calidad del sistema educativo (115) y la rigidez del mercado laboral (121).
En el extremo contrario de Chile y Brasil, el FEM sitúa a Venezuela, llegó al puesto 122 pese a
registrar este año una ligera mejora en su resultado global.
El FEM considera que pese a la heterogeneidad de la región se pueden identificar cuatro desafíos
comunes para las economías de América Latina: la debilidad institucional y la consecuente
inseguridad, la deficiencia de las infraestructuras, el ineficaz reparto de la producción y los recursos
humanos, y el retraso en materia de innovación frente a otros países emergentes.
Los últimos años de la economía mundial se han caracterizado por la aparición de muchas
filosofías y estilos gerenciales, conceptos y expresiones tales como Calidad Total,
Mejoramiento Continuo, Excelencia en Manufactura, Outsorcing, Benchmarking, Reingeniería;
y más recientemente el Downsizing, todo ello interelacionado de alguna manera y en buena
medida. En el fondo de estos modernos términos se puede considerar como un denominador
común la necesidad de ser competitivo para poder estar en el mapa de LA COMPETITIVIDAD,
término este que aunque muchos han explicado de diversas formas, simplemente significa
que quien no tenga la disposición y la capacidad para competir, sencillamente no podrá
sobrevivir, ya sea en el plano personal, u organizacional. Las grandes naciones y
organizaciones se caracterizan porque mantienen una férrea competencia para lograr la
supremacía mundial, y de estas luchas se han generado otros enfoques tales como
GLOBALIZACIÓN y ASOCIACIONES ESTRATÉGICAS.
PACTO ANDINO, MERCOSUR, G3, NAFTA Etc., no son más que el resultado de esta
especie de “pataleo” dentro de los procesos de cambios de la competitividad, y aún está por
verse lo que sucederá en este Siglo XXI. Gigantes como GTE,ITT,TOYOTA,GM,MICROSOFT
y otros; han dado los pasos comerciales estratégicos para asociarse y permanecer en el
negocio, ya que de otra manera podrían desaparecer. Se trata de la SINERGIA o SIMBIOSIS
que les permitirá catapultarse sumando las potencialidades y fortalezas de cada uno, lo cual
concluye en que en estos casos 2+2 no es igual a 4, por las características de los sumandos.
En Venezuela, el presidente Carlos A. Pérez mediante el decreto 294 del 15 de Junio de 1989,
creó la Comisión Especial para La Competitividad, con el fin de asesorar al Ejecutivo Nacional
en el proceso de modernización de la economía y mejoramiento para la competitividad en el
país. Esta comisión tuvo como tarea principal las siguientes 4 fases:
Seguramente que muchísima gente en el país ni siquiera se enteró de esto, y los que sí, ya ni
se acuerdan ni de la comisión ni de la competitividad. Para nadie es un secreto que todavía
estamos tratando de “arrancar” en este sentido para ver si algún día aparecemos en el mapa
de la competitividad, a lo menos en lo que a la América Latina se refiere. La competitividad es
el gran compromiso nacional de este país y de este momento; y es lo único que nos podrá
facilitar los logros exitosos que se traduzcan en BIENESTAR INTEGRAL para nuestra
sociedad en general.
Obviamente, ni esta ponencia ni este resumen considerará términos o conceptos que hagan
más difícil la internalización de lo que realmente es LA COMPETITIVIDAD, antes por el
contrario, lo que se pretende es un planteamiento simple de lo que en la práctica está lleno de
complejidades. Los expertos han utilizado explicaciones y hasta modelos matemáticos que
llegan y se van con una rapidez sorprendente. Tanto es así, que hay “campeones” y “gurúes”
de la competitividad y en la mayoría de las librerías se encuentran libros y textos que abundan
sobre el tema, de experiencias exitosas de países, sociedades y organizaciones, como lo
ocurrido en ele eje Asia-Pacífico, donde están los llamados “tigres asiáticos” quienes nos han
dejado por lo menos unas 15 lecciones de gran interés pedagógico y que recomiendo sean
leídas en el libro ZENSHIN de la Editorial Norma y que enumero a continuación.
Por otro lado, existen casos dignos de ser analizados y aprender de ellos. La revista
DEBATES del IESA recoge en su edición N°3 como los “10 Mandamientos de las sociedades
competitivas “ y el “credo de la competitividad”. Asimismo, hay una noticia triste cuando uno
lee que en el ranking de la competitividad, donde aparecen 48 países, Venezuela ocupa la
posición número 47, situación por demás, que no debe haber cambiado mucho a la fecha
presente. Sin embargo y sin dejar de reconocer que Venezuela tiene debilidades que se
oponen a la competitividad, no es menos cierto que poseemos fortalezas conocidas como
ventajas competitivas, las cuales son más determinantes que las comparativas.
Según Antonio Francés, profesor del IESA, la competitividad es un tema tan candente en
América Latina, que sería altamente peligroso ignorarla, y por el contrario, debería constituirse
en la fuerza motriz que nos impulse para corregir las profundas desviaciones existentes en
muchas de las más importantes áreas de nuestra vida; mayormente en el área de
EDUCACIÓN por ejemplo, y en el desarrollo de nuestros recursos humanos. Entre los retos
que tenemos planteados podemos mencionar los siguientes:
En las organizaciones
Rediseño de las estructuras o estrategias. Mejor rol de las cámaras y asociaciones. Mejorar el
entorno local.
En el gobierno
Privatizar efectivamente.
Impulso del libre comercio.
Atraer la inversión.
Para que una organización sea competitiva, no se necesita pertenecer a una Multinacional, ya
que existen buenas experiencias exitosas que pueden servir de modelo para motivar los
futuros pioneros, y son una veta de riqueza en lecciones para orientar el desarrollo-
Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN 1696-8352
Economía de Venezuela
Efectivamente, el estudio del desarrollo ha avanzado mucho en las últimas dos décadas. Hoy en
día se incluyen conceptos como la calidad ambiental, los derechos humanos, la incorporación de la
mujer, los fallos del mercado, etc, que han cambiado para siempre el concepto de desarrollo
limitado al mero ámbito económico. La teoría del desarrollo es ahora un campo multidisciplinario
donde convergen la sociología, la ciencia política, la geografía, la historia, la psicología, la
economía e incluso hasta la teología.
Creo que definitivamente quedan muy pocas personas que piensen que es justo que siga
conviviendo la infinita riqueza con la más miserable pobreza. A pesar de que en algunas
circunstancias nos podemos ver forzados a pensar que el logro material de una persona obedece a
su exclusivo esfuerzo y que gran parte de la miseria de nuestros pueblos reside en la desidia de los
pobres, creo que estos argumentos se caen por su propio peso cuando analizamos la rampante
desigualdad de oportunidades que impera en las naciones más atrasadas del planeta. Ese
creciente dualismo social y económico podría ser la mecha de las más encontradas luchas de este
siglo XXI, pero también podría ser acicate para una reflexión profunda sobre las nuevas
sociedades que pretendemos construir.
A mi no me cabe duda que a todo individuo debe garantizársele la libertad plena de desarrollar sus
talentos y capacidades. Por otra parte, podríamos disminuir la desigualdad artificial creada por el
mismo hombre si el Estado garantiza un mínimo de condiciones para que todos desarrollemos
nuestros potenciales independientemente de nuestro nivel de ingresos, condición social, racial, de
género e incluso de aptitud física (personas con minusvalías físicas).
Nuestro principal obstáculo en el largo camino del desarrollo nacional es de carácter cultural. Nos
hemos convertido en enemigos de nuestro propio desarrollo y progreso. La mentalidad del
venezolano está muy lejos de llevar en alto los valores de responsabilidad, ética, seriedad,
preocupación y trabajo.
Venezuela, a pesar de contar con un extraordinario potencial, tiene un 80% de sus habitantes en
situación de pobreza. No han sido suficientes todos los recursos obtenidos del petróleo para
construir una nación próspera, donde la mayoría de sus ciudadanos alcance un nivel de vida
adecuado y nadie tenga negado el acceso a la salud, la educación y la justicia.
Sin embargo, nosotros mismos hemos sido culpables de que nuestra nación se esté cayendo a
pedazos en este momento. Por un lado, una gran parte de nuestros líderes políticos (incluyendo los
de la mal llamada V República) han sido incompetentes para conducir al pueblo hacia un futuro
mejor. Han perdido la oportunidad histórica de convertir a Venezuela en una potencia regional.
También debe recordarse que esos políticos provienen del mismo medio que el resto de los
venezolanos, y los hemos llevado con nuestros votos hasta donde están gracias a un sistema
democrático que parece ser una de las pocas cosas buenas que nos quedan todavía.
Hemos caído en un círculo vicioso del cual necesitamos salir lo más pronto posible para iniciar la
reconstrucción de la República. La ignorancia crasa en la que está inmersa una gran cantidad de
venezolanos es un medio propicio para que los politiqueros con ansias de poder se hagan de las
suyas y sigan manteniendo a "Juan Bimba" en la misma situación. Las esperanzas están cifradas
en los nuevos líderes políticos, tanto a nivel nacional como regional, que tienen en sus manos la
tarea de restaurar la confianza de la población en la democracia y sus instituciones.
Muchas veces se han señalado a los partidos políticos como los causantes de todas las
descomposiciones de nuestra sociedad. No obstante, los partidos políticos son una parte
fundamental de toda democracia representativa, ya que son los medios que permiten canalizar las
inquietudes y las necesidades de las masas. Por otra parte, los partidos políticos están presentes
en todas las democracias desarrolladas que han tenido éxito en los ámbitos económico, social y
político. De ahí parte una reflexión necesaria: el problema fundamental no reside en los partidos
per se, sino en la concepción que tenemos de ellos. Hemos convertido a las organizaciones
políticas en grandes máquinas de favores personales y familiares, que van desde un puesto en un
ministerio hasta el otorgamiento de contratos públicos en dudosas condiciones.
Para resolver nuestra crisis es necesario iniciar un arduo proceso de depuración de la
administración pública, lo cual no se limita a una drástica reducción de la burocracia oficial. Deben
tomarse medidas más profundas como el cambio de mentalidad del venezolano a través de una
colosal campaña de imagen y una mejora substancial de nuestra educación ciudadana, capaz de
erradicar en el mayor porcentaje de compatriotas el lastre de su subdesarrollo mental.
Entonces, ¿dónde está el principal enemigo de nuestro desarrollo económico, social y político?
Pues, simplemente, lo llevamos todos por dentro.
¿Dónde Estamos?
En esta entrega quisiera analizar algunos indicadores internacionales que nos permiten comparar
el desempeño económico de Venezuela con otros países. La mayoría de estos indicadores ubican
a nuestra nación en una situación muy precaria dentro del escenario internacional, incluso dentro
del contexto latinoamericano. Sin embargo, la intención de este análisis no es contribuir más al
pesimismo y a la incertidumbre reinante, sino señalar el camino y las áreas susceptibles de mejora.
El primer indicador es el Índice de Desarrollo Humano (IDH) publicado anualmente por el Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este indicador es una media ponderada de la
esperanza de vida, alfabetismo y PIB per cápita ajustado por el coste de vida en cada país. Para el
año 1999, entre 162 países ordenados de mayor a menor desarrollo humano, Venezuela ocupó el
puesto 61. El PNUD clasifica los 162 países en tres grandes grupos: a) países de alto desarrollo
humano; b) países de desarrollo humano medio; y c) países de bajo desarrollo humano. Venezuela
es considerado un país de desarrollo humano medio. Al observar otras naciones latinoamericanas,
tenemos que seis países están mejor ubicados que Venezuela (Argentina, Uruguay, Chile, Costa
Rica -estos cuatro calificados como de alto desarrollo humano-, México y Panamá). El caso más
resaltante es el de Costa Rica, un pequeño país centroamericano que ha mejorado sensiblemente
el bienestar de sus ciudadanos y ha crecido consistentemente en la última década. Por otra parte,
la tendencia en el mejoramiento del IDH de Colombia (puesto 62) pronostica que este país pronto
aventajará a Venezuela.
Examinemos ahora el Reporte 2001-2002 para Latinoamérica del Foro Económico Mundial con
sede en Suiza. En una muestra de 75 países de todo el globo ordenados de mayor a menor
competitividad económica, Venezuela se coloca en el puesto 61, detrás de Chile, Costa Rica,
México, República Dominicana, Brasil, Panamá, Argentina, El Salvador y Perú. Superando sólo a
Colombia, Guatemala, Bolivia, Ecuador, Honduras, Paraguay y Nicaragua.
Este mismo reporte tiene una interesante sección sobre el crecimiento económico en la década
1990-1999 de cada país analizado. Para 1999, el tamaño de la economía venezolana era de US$
102.222 millones y el de la colombiana US$ 86.605 millones, lo cual se traduce en una brecha de
US$ 15.617 millones. Sin embargo, en ese lapso de 10 años, la economía colombiana creció US$
19.797 millones (29,63%) y la venezolana sólo US$ 10.855 (11,88%). De continuar estos ritmos de
crecimientos en ambos países, dentro de 10 años, la economía venezolana será sólo US$ 2.099
millones mayor que la de su vecino.
Por último, quisiera presentar el Índice 2001 de Percepción de la Corrupción realizado por
Transparencia Internacional. De 91 países ordenados de menos corruptos a más corruptos,
Venezuela comparte el puesto 69 con Rumania. Sólo cuatro países latinoamericanos se perciben
como más corruptos que Venezuela: Honduras, Nicaragua, Ecuador y Bolivia. Colombia ocupa el
puesto 50 y Costa Rica el 40.
Ante estos indicadores, Venezuela debe afrontar el inmenso reto de recuperar la senda del
progreso, del desarrollo y del mayor bienestar para sus ciudadanos. Es el momento de hacer un
cuidadoso examen de nuestra situación y comenzar a construir el proyecto del país que queremos.
Nuestra condición de país subdesarrollado nos debe motivar a reflexionar profundamente acerca
de las posibilidades de esta decepcionante situación de atraso. Venezuela es un país
inmensamente rico; posee una plétora de recursos naturales: petróleo, gas, hierro, bauxita, oro,
diamante, tierras fértiles, potencial forestal y una ubicación geográfica envidiable. Pero también es
un país mayoritariamente pobre: el 80% de la población vive en situación de pobreza y el ingreso
per capita anual es de apenas 2500 dólares, cuando en 1977 era de aproximadamente 7445.
Las causas del subdesarrollo son múltiples, pero es oportuno mencionar las condiciones culturales
y climatológicas que, a pesar de no determinar el desarrollo de un país, pueden condicionarlo en
gran medida. Nuestra herencia cultural recibida con la conquista española difiere enormemente de
aquella recibida por los Estados Unidos y Canadá a través de la colonización anglosajona. La ética
protestante influyó enormemente en la conformación económica y social de los países de América
del Norte. Al respecto, el sociólogo Max Weber escribió un libro titulado "la ética protestante y el
espíritu del capitalismo", donde señala que el desarrollo económico de Inglaterra, Alemania y
Estados Unidos durante la Revolución Industrial recibió una notable impronta del pensamiento
religioso calvinista y luterano.
Sin embargo, estas condiciones culturales y climatológicas que limitan nuestro desarrollo pueden
ser soslayada, ya que son factores modificables y dependen en buena medida de la capacidad del
hombre para cambiar su entorno. Países en peores condiciones que el nuestro han salido adelante
luchando contra grandes adversidades, como Alemania y Japón después de la Segunda Guerra
Mundial o Corea del Sur tras la Guerra de Corea que partió a la nación en dos. La condición de
subdesarrollo que aún prevalece en los países latinoamericanos no se debe tanto a distorsiones
inducidas por la política económica o la falta de recursos, sino más bien son de origen histórico y
de índole endógena y estructural.
Debemos considerar que existe un camino mejor y que no debemos quedarnos de brazos
cruzados esperando que la inercia económica y social desarrolle al país. El desarrollo se planifica y
se hace pensando en metas de corto, mediano y largo plazo que comparta la mayoría de la
población. Cualquier plan tiende a fracasar, por muy bueno que sea, sí no existe consenso
alrededor de éste. La población debe estar informada y sentirse comprometida con un proyecto
común de país, aspecto en el cual han fallado nuestros líderes y dirigentes políticos.
El desafío que se nos presenta es el de superar la crisis y reencontrar el camino del desarrollo en
un contexto democrático, pluralista y participativo. La variable política del desarrollo es de gran
importancia como indicador del grado de evolución de una sociedad y nuestra participación en la
concreción de una nueva Venezuela es una responsabilidad que la patria nos está reclamando
urgentemente.
Desde la perspectiva de la economía, la libertad se refiere a la posibilidad que tienen los agentes
de tomar sus decisiones para maximizar su utilidad dadas las restricciones que enfrentan. En
adición, es necesario determinar qué tipo de igualdad debe prevalecer en nuestra sociedad y si
éste es compatible con el concepto de libertad.
Insistir en la libertad absoluta puede generar desigualdad, ya que los individuos no tienen la misma
dotación de capacidad intelectual ni se desarrollan sometidos al mismo entorno socioeconómico;
especialmente en Venezuela, donde los pobres están excluidos de los servicios fundamentales.
Estas diferencias han conducido a importantes disparidades en la distribución del ingreso en
nuestro país.
La acción del Estado Venezolano debe basarse en una noción de libertad condicionada por la
igualdad de recursos iniciales, es decir, garantizando la igualdad de oportunidades. Los ciudadanos
deben tener la facultad de tomar sus propias decisiones, porque son quienes mejor pueden
defender sus intereses y generalmente tienen la mejor información para hacerlo. Esto no significa
que debamos minimizar por completo el rol del Estado. Ciertamente, éste debe intervenir cuando
se presentan problemas de acción colectiva, es decir, cuando la suma de las decisiones
individuales no conduce necesariamente a la mejor decisión social.
Sin embargo, el Estado tiene otro papel importante en una sociedad libre y democrática, y no es
otro que permitir que todos los ciudadanos, independientemente de su nivel de ingreso, condición
social, racial o física, cuenten con un nivel mínimo de provisión de servicios públicos y privados. En
primer lugar, debe garantizarse el acceso a la educación, salud y justicia. Igualmente, todo
ciudadano debería disponer de una renta mínima vital que le provea de una adecuada
alimentación, techo y vestido, por ser necesidades humanas fundamentales.
No objeto que el sistema capitalista nos incentive a competir para lograr niveles superiores de
bienestar, pero no es ético que lo hagamos en desigualdad de condiciones. Todos debemos tener
acceso a un nivel básico de recursos que nos permita competir de acuerdo a nuestras
capacidades. Cuando construyamos un país que no discrimine por niveles de ingreso o condición
social sino que incentive el desarrollo humano y el talento, tendremos una sociedad más justa y
más próspera.