Bourdieu 2019
Bourdieu 2019
Bourdieu 2019
UNA INTRODUCCI6N A
PIERRE BOURDIEU
Este texto fue editado anteriormente en Buenos Aires por Centro
Editor de America Latina en 1994; en C6rdoba, por la Direcci6n de
Publicaciones de Ia Universidad Nacional de C6rdoba y Ia Edito
rial Universitaria de Mis iones en 1 995 y en M a d r i d , poi
Tierradenadie Ediciones en 2002.
ISBN N° 987-1110-20-0
lmpreso en Argentina
Printed in Argentina
Heche el dep6sito que marca Ia Ley 11.723
Alicia B. Gutierrez
£f Ferreyra
't Editor
Capitulo 2
31
irreductibles a los compromisos y a los intereses propios de otros
campos. Cada campo engendra el interes que le es propio, que es
la condici6n de su funcionamiento. Es decir, para que funcione
un campo,
32
Ahora bien, las luchas para transformar o conservar Ia es
tructura del juego, llevan implicitas tambien luchas por Ia impo
sici6n de una definici6n del juego y de los triunfos necesarios
para dominar en ese juego:
33
2. La especificidad del campo: capital e intereses en juego
2.1. Capital
34
sentido, los campos sociales pueden ser considerados como mer
cados de capitales especificos.
Recordamos aqui que, al liberar el concepto de capital de la
sola connotaci6n econ6mica, Bourdieu marca una ruptura con el
marxismo15, pero a la vez, recupera la l6gica que Marx utiliza en
el analisis econ6mico y la extiende al amilisis de cualquier pnkti
ca social:
35
tal en relaci6n con lo que se planteaba mas arriba respecto a la
economia de las prticticas.
He dicho que en cada campo se juega un capital especifico
y que la l6gica econ6mica es susceptible de ser extendida a todos
los bienes. Pero, ahora rescato una frase del parrafo anteriormente
citado: a condici6n de que esos bienes "se presenten como raros y
dignos de ser buscados en una formaci6n social determinada ". Es de
cir, no todo bien constituye necesariamente un campo, tiene que
ser un bien apreciado, buscado, que, al ser escaso, produzca inte
res por su acumulaci6n, que logre establecer cierta divisi6n del
trabajo entre quienes lo producen y quienes lo consumen, entre
quienes lo distribuyen y quienes lo legitiman. En otras palabras,
tiene que constituirse un mercado en torno a ese bien para que
surja un campo especifico. Estos aspectos que hacen a la dinami
ca de los campos, seran retomados mas adelante.
Hay distintas variedades de capital. Bourdieu distingue fun
damentalrriente, aderruis del capital econ6mico, el capital cultu
ral, el capital social y el capital simb6lico, que constituyen Ia gama
posible de los recursos y de los bienes de toda naturaleza que
sirven a la vez de medios y de apuestas a sus inversores.
Veamos cuales son las principales especies de capital, ade
mas del econ6mico:
El capital cultural esta ligado a conocimientos, ciencia, arte,
y se impone como una hip6tesis indispensable para rendir cuen
ta de las desigualdades de las performances escolares16•
El capital cultural puede existir bajo tres formas: en estado
incorporado, es decir, bajo Ia forma de disposiciones durables
(habitus) relacionadas con determinado tipo de conocimientos,
ideas, valores, habilidades, etc.; en estado objetivado, bajo Ia for
ma de bienes culturales, cuadros, libros, diccionarios, 'ins trume�
tos, etc.; y en estado institucionalizado, que constituye una for-
16
Asi es considerado especialmente en La Rep roducci6n, donde los autores rea
lizan un analisis que pone de relieve Ia autonomia relativa del campo cultural,
considerando a Ia escuela como principal instancia legitima de legitimaci6n
de " lo arbitrario cultural", que contribuye a Ia reproducci6n de Ia estructura
de Ia distribuci6n del capital cultural entre las clases, y con ello, a Ia reproduc
ci6n de las relaciones de clase existentes. (Bourdieu y Passeron, 1970).
36
rna de objetivaci6n, como lo son los diferentes titulos escolares
(Bourdieu, 1979a).
La mayor parte de las propiedades del capital cultural pue
den deducirse del hecho de que en su estado fundamental, esta.
ligado al cuerpo y supone un proceso de incorporaci6n. En otras
palabras, cierto numero de propiedades se definen s6lo en rela
ci6n con el capital cultural en forma incorporada, ya que, si bien
la acumulaci6n de bienes culturales objetivados esta relacionada
con la capacidad econ6mica de adquirirlos -y en ese sentido, con
el capital econ6mico-, ello no significa necesariamente la capaci
dad de apropiarse de ese bien en sentido sim.b6lico. Para consu
mir un cuadro o utilizar determinados instrumentos por ejem
plo, es necesario tambien la posesi6n de determinadas habilida
des, conocimientos, etc.
Donde puede observarse el lazo que existe entre capital cul
tural y capital econ6mico es, especialmente, en el tiempo necesario
para su adquisici6n, lo que incluye el momento en que un agente
social puede comenzar la empresa de adquisici6n y acumulaci6n,
hasta cuando puede continuarla y de que modo (liberado de la
necesidad econ6mica de su familia, por ejemplo), el porcentaje
del tiempo biol6gicamente disponible utilizado en el proceso, etc.,
aspectos que inciden tambien en el exito o el fracaso escolar.
El mencionar al capital cultural institucionalizado como for
ma especifica del capital cultural, nos lleva a seftalar la existencia
de instituciones sociales a las que se les reconoce capacidad legi
tima para administrar ese bien. Se trata de instituciones de con-
. sagraci6n y legitimaci6n especificas del campo, cuya aparici6n y
permanencia estan estrechamente relacionadas con la existencia
misma del campo y con su autonomia relativa. Ya volvere sobre
este fen6meno mas adelante.
El capital social esta ligado a un circulo de relaciones esta
bles, y se define como:
37
tan dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser
percibidas por el observador, por los otros o por ellos mis
mos), sino que tambien estan unidos por lazos permanen
tes y utiles" (Bourdieu, 1980a: 2 -subrayado del au tor-).
38
capital, en la medida en que el volumen de capital social que ha
logrado acumular un agente particular, no s6lo depende de la
extensi6n de la red de relaciones que el puede efectivamente
movilizar en un momento determinado, sino tambien del volu
men del capital econ6mico, cultural o simb6lico de cada uno de
aquellos agentes a quienes esta ligado por la pertenencia a esa
red.
La noci6n de capital simb6lico en Bourdieu era utilizada en
un primer momento como una manera de distinguir la acumula
ci6n de ciertos bienes no estrictamente econ6micos como el ho
nor, prestigio, salvaci6n, relaciones, conocimientos (Costa, 1976: 2).
En escritos posteriores del autor se lo encuentra definido
como:
II
.. .forma que revisten las diferentes especies de capital
cuando son percibidas y reconocidas como legitimasll
(Bourdieu, 1987a: 131).
II
... el capital econ6mico y cultural cuando es conocido y re
conocido" (Bourdieu, 1987a: 138) .
11
. .capital de reconocimiento o de consagraci6n" (Bourdieu,
.
1987a: 144).
11
... el capital simb6lico -otro nombre de distinci6n-, no es
sino el capital, de cualquier especie, cuando es percibido
por un agente dotado de categorias de percepci6n que pro
vienen de la incorporaci6n de la estructura de su distribu
ci6n, es decir, cuando es conocido y reconocido como natu
ral" (Bourdieu,1984b: 28).
39
bitrario de su posesi6n y de su acumulaci6n" (Bourdieu y
Wacquant, 1992: 81-82).
40
jo de socializaci6n necesario para producir agentes dota
dos de los esquemas de percepci6n y de apreciaci6n que
les permitiran percibir las exhortaciones inscritas en una
situaci6n o en un discurso y obedecerlas" (Bourdieu, 1994:
173)17•
41
Ahora es necesario introducir dos nociones estrechamente
relacionadas con las que acabo de explicitar: volumen global del
capital y estructura del capital.
La primera hace referenda al conjunto de recursos (pode
res) efectivamente utilizables -es decir, la suma del capital eco
n6mico, cultural, simb61ico y social-, del que puede disponer un
agente o grupo de agentes determinado. La segunda, consiste en
formas diferentes de distribuci6n del capital global entre las dis
tintas especies de capital. Es decir, es la especial estructura patri
monial que se constituye seg11n el peso relativo de cada uno de
los capitales que la forman.
Ambas nociones, que retomare mas adelante, representan
las dimensiones fundamentales segU.n las cuales se distribuyen
los agentes en el espacio social global:
42
Los agentes comprometidos en un juego pueden luchar para
aumentar o conservar su capital, sus cartas, de alguna manera
conforme a las reglas tacitas del juego. Pero tambien pueden tra
bajar para modificar total o parcialmente esas reglas de juego.
Por ejemplo, pueden luchar para cambiar el valor relativo de sus
cartas, por medio de estrategias que apunten a desacreditar la
sub-especie de capital sobre la que descansa la fuerza de sus ad
versarios y valorizar la especie de capital que ellos poseen espe
cialmente. Asi, muchas de las luchas desarrolladas en el seno del
campo del poder son de este tipo, por ejemplo entre agentes que
han logrado acumular un volumen de capital econ6mico y agen
tes que poseen especialmente capital juridico (Bourdieu y Wac
quant, 1992). En relaci6n con ello, recuerdo lo que ya habia men
cionado entre las propiedades generales de los campos: las lu
chas para transformar o conservar la estructura del juego, llevan
implicitas tambien luchas por la imposici6n de una definici6n
del juego y de los triunfos necesarios para dominar en ese juego.
Si nos preguntaramos entonces lque tipo de capital es el
mas importante?; es decir, lcual es el que posee mayor peso es
pecifico?, una primera respuesta seria: el tipo de capital, y espe
cialmente su sub-especie, que se juega en el campo de juego en el
momento que es objeto de analisis. Asi, por ejemplo, el volumen
del capital cultural -lo mismo valdria para el capital econ6mico
determina las posibilidades asociadas de beneficios en todos los
juegos en que el capital cultural es eficiente -el campo educativo,
el campo cientifico, etc.-.
Pero a nivel global, cuando se considera la coexistencia de
los diferentes campos sociales (ya aclarare este concepto), y entra
a jugar la autonomia relativa de cada uno de ellos, dice el autor
que en sociedades como las nuestras, el capital econ6mico cons
tituye la especie dominante, en relaci6n con las otras variedades
de capital. Y por ello, el campo econ6mico tiende a imponer su
estructura sobre los otros campos.
En otro tipo de sociedades, fundamentalmente en aquellas
en las que la acumulaci6n del capital econ6mico esta de alguna
manera controlada, sera otra la especie de capital dominante y,
por lo tanto, otro el poder que tienda a imponerse por sobre los
demas. Retomare luego estos elementos.
43
2.2. Intereses
18
En efecto, posteriormente Bourdieu utiliza especialmente el termino illusio
(ludus: juego} para subrayar que aqui se habla siempre de intereses especificos
-ligados a un juego especifico- que son a Ia vez presupuestos y producidos por
el funcionamiento de campos delimitados hist6ricamente. (Bourdieu y Wac
quant, 1992 y Bourdieu, 1994).
juego. Estar interesado, es acordar a un juego social deter
minado que lo que alii ocurre tiene un sentido, que sus
apuestas son importantes y dignas de ser perseguidas"
(Bourdieu y Wacquant, 1992: 80).
45
"Una de las tareas de Ia sociologfa es determinar como el
mundo social constituye Ia libido biol6gica, pulsi6n indi
ferenciada, en libido social, especffica. Hay, en efecto, tan
tas especies de libido como hay campos: el trabajo de so
cializaci6n de Ia libido es precisamente el que transforma
las pulsiones en intereses especfficos, intereses socialmen
te constituidos que no existen sino en relaci6n con un es
pacio social en el seno del cual ciertas cosas son importan
tes y otras indiferentes" . .. (Bourdieu, 1994: 143).
111
Para profundizar estos aspectos, ver Bourdieu, 1980b, Libro 1, especialmen
te lo que el au tor trabaja en relaci6n con " la creencia y el cuerpo" (Capitulo 4).
46
Pueden distinguirse entonces, dos tipos de intereses. Unos
son los llamados genericos, asociadas al hecho de participar en el
juego, intereses fundamentales, ligados a Ia existencia misma del
campo, y que tienen en comtin los agentes comprometidos en
dicho campo: fundamentalmente, un acuerdo acerca de lo que
merece ser objeto de lucha, el juego, las apuestas, etc.:
47
dos a factores objetivos21•
En relaci6n con lo que estoy planteando, podria decirse que
la hip6tesis que el investigador maneja es aquella que presume
en cada agente el interes por reproducir o mejorar su posici6n,
reproduciendo o aumentando el capital especifico que esta en
juego en el campo social que es objeto de analisis.
Considerar el interes propio como principio a partir del cual
el agente social estructura su acci6n (acci6n que se convierte en
un medio a traves del cual se busca obtener ventajas) permite
rescatar al agente social y a su trabajo de producci6n de las prac
ticas sociales (Costa, 1985) .
Ahora bien, definirlos a partir de las caracteristicas objeti
vas de la posici6n que ocupa el agente social, permite captar ese
interes propio, en cuanto orientaci6n, finalidad de la acci6n, sin
caer en una intencionalidad de tipo subjetivo (Costa, 1985) .
Estos aspectos se relacionan con lo que mencionaba mas
arriba respecto a que el inventario de las condiciones objetivas
por si solo no basta para explicar el condicionamiento social de
las practicas. En efecto, se plantea la necesidad de rescatar a quien
produce dichas practicas, pero se trata de rescatarlo socialmente,
es decir, no en cuanto sujeto sino en cuanto agente socializado.
48
La noci6n de interes permitira, como veremos luego, Ia com
prensi6n de Ia practica en terminos de estrategia.
49
den definirse por sf mismas sino en relaci6n a otras posiciones, y
que las propiedades ligadas a cada una de elias s6lo pueden dife
renciarse por referenda a las propiedades asociadas a las otras
posiciones. Es decir, cada una de las posiciones se define en rela
ci6n a las demas posiciones que constituyen un campo especifico
y, por lo tanto, el hacer referenda a una determinada posici6n
implica siempre la referenda al sistema de relaciones en el cual
esta inserta. Claro que, como ya he mencionado, la referenda a
dicho sistema supone el analisis sincr6nico (las posiciones y las
relaciones entre posiciones en un momento hist6rico determina
do) y diacr6nico (las definiciones y redefiniciones de las posicio
nes en la trayectoria del campo).
Pueden distinguirse tres criterios o principios de distribu
ci6n del capital especifico, que definen posiciones especificas en
cada campo (Costa, 1976):
1) Posesi6n o no: este criterio de diferenciaci6n supone la
posibilidad de poseer o no el capital que esta en juego en cada
campo, sea este de cualquier especie (capital econ6mico, cultu
ral, social, etc.); o de poseer el poder de administrar un capital
(como puede ser el poder de administrar los bienes de salvaci6n
en el caso del campo religioso, por ejemplo).
2) Posesi6n mayor o menor: es decir, no s6lo es significati
vo en la definici6n de las posiciones el hecho de tener o no tener
el capital especifico, sino que tambien es importante el volumen
mayor o menor de ese capital -o del poder de administrarlo- que
se ha ido acumulando en el curso de las luchas desarrolladas en
determinado campo.
3) Caracter legitimo o no legitimo de la posesi6n del capital
-o del poder de administrarlo-. Este criterio, que fija tambien po
siciones diversas, se relaciona con el reconocimiento social (y por
ello legitimaci6n social) que se tiene del capital acumulado o del
poder de administrarlo23•
diferentes segU.n estos tres criterios: asi, una primera diferenciaci6n de posi
ciones se daria por una distribuci6n desigual entre quienes tienen y quienes
no tienen el poder de administrar el bien de salvaci6n: clero y laicos. Una se-
50
Estos tres criterios de definici6n de posiciones sociales den
tro de un campo, determinan tambien las relaciones que se esta
blecen entre esas posiciones.
Dichas relaciones son basicamente relaciones de poder, rela
ciones de dominaci6n-dependencia, que se establecen entre los
agentes que entran en competencia y en lucha por el capital que
se disputa en cada campo.
El primer criterio de diferenciaci6n hace surgir una prime
ra relaci6n entre posiciones dominantes (aquellas ocupadas por
quienes poseen capital acumulado) y posiciones dominadas (ocu
padas por quienes no poseen ese capital). Pero a su vez, tambien
se establecen relaciones de dominaci6n-dependencia -en la me
dida en que pueden diferenciarse posiciones diversas- entre aque
llos que poseen el capital espedfico, segU.n el grado mayor o
menor de su posesi6n y segU.n el grado de legitimidad social aso-
ciada a esas posesiones24• ..---
51
Ahora bien, es necesario subrayar que esas relaciones de
fuerza se establecen entre posidones sociales, y no entre individuos,
por lo cual las propiedades ligadas a cada una de esas posicio
nes, como he mencionado, pueden ser analizadas independien
temente de las caracteristicas de quienes las ocupan. Por ello, deda
mas arriba, los intereses objetivos estan ligados a las caracteristi
cas objetivas de Ia posici6n que ocupa el agente social en un cam
po especifico, con lo cual se puede rescatar socialmente al agente
productor de las practicas sociales.
Dichas practicas sociales seran analizadas en terminos de
estrategias implementadas por el agente social -sin ser necesaria
mente consciente de ello- en defensa de sus intereses (de conser
var o mejorar su posici6n -dominante o dominada-, conservando
o aumentando el capital que esta en juego) ligados a Ia posici6n
que ocupa, en relaci6n a otras posiciones, en un campo determi
nado25.
En este sentido, aparece claro que un primer principio de
estructuraci6n de practicas sociales esta constituido por la posi
ci6n ocupada. Puede decirse entonces, que la toma de posid6n de
pende de la posici6n que se ocupa y que los puntos de vista son
vistas tomadas a partir de un pun to.
52
4. La dinamica de los campos. La autonomia relativa
53
mo, que el publico se extiende y se diversifica, el campo
intelectual se integra como sistema cada vez mas complejo
y mas independiente de las influencias externas (en ade
lante mediatizadas por Ia estructura del campo), como cam
po de relaciones dominadas por una l6gica especifica, Ia
de Ia competencia por Ia legitimidad cultural" (Bourdieu,
1966a: 136-138) .
54
Puede observarse aqui que un principio fundamental de la
constituci6n de un campo especificamente religioso reside en la
diferenciaci6n entre quienes logran monopolizar los bienes de
salvaci6n y quienes son desposeidos de la misma y comienzan a
actuar como consumidores de esos bienes27• Por otra parte, para
lelamente a la desposesi6n objetiva del capital que esta en juego,
se produce un reconocimiento de esa desposesi6n, una legitima
cion de la misma, en la medida en que se desconocen los meca
nismos que la sustentan. (Recordemos aqui lo que he planteado
ya con respecto a la economia de los bienes simb6licos, y a los
principios que fundamentan el poder simb6lico y el ejercicio de
la violencia simb6lica) .
Pero tambien, la constituci6n d e este campo especifico de-
pende del surgimiento de instancias especificas: "'
55
cificas, etc. Me contentare con mencionar una consecuen
cia entre otras de Ia constituci6n de este campo relativa
mente aut6nomo, a saber el ensanchamiento continuo de
Ia escisi6n entre los profesionales y los aficionados, que va a Ia
par con el desarrollo de un deporte-espectaculo totalmen
te separado del deporte ordinario ( ... ), Ia constituci6n pro
gresiva de un campo relativamente aut6nomo reservado a
los profesionales se acompafia de una desposesi6n de los
profanos, poco a poco reducidos al rol de espectadores ( ). ...
56
"Asi la distribuci6n diferencial de las practicas deportivas
resulta de la puesta en relaci6n de dos espacios hom6lo
gos, un espacio de practicas posibles, la oferta, y un espa
cio de disposiciones a practicar, la demanda" (Bourdieu,
1987e: 178).
57
agentes productores de bienes culturales (y de cualquier otro tipo
de bien) encuentren las condiciones de su constituci6n y de su
funcionamiento en los diferentes gustos que aseguran un merca
do a sus diferentes productos.
Los intereses especificos ligados a su posici6n en el campo
de Ia producci6n, sumado a Ia l6gica de Ia competencia con los
otros productores, conduce a los diferentes agentes productores
de bienes a producir unos productos distintos que coinciden con
los diferentes intereses culturales que los diferentes consumido
res deben a su condici6n y a su posici6n de clase:
58
En sintesis, lo que hace que la 16gica del campo de la pro
ducci6n y la 16gica del campo del consumo esten concertadas de
manera objetiva, es lo que Bourdieu llama el principio de la homo
logia funcional y estructural. Dicho principia reside en:
1) Todos los campos especializados tienden a organizarse
segU.n la misma l6gica, la de la distribuci6n desigual del capital
que esta en juego, teniendo en cuenta principalmente dos aspec
tos: volumen del capital especifico que se posee y antigiiedad de
Ia posesi6n.
2) Las oposiciones que tienden a establecerse en cada caso
entre los mas ricos y los menos ricos en capital especifico (oposi
ciones derivadas de intereses diferentes ligados a posiciones di
ferentes y a relaciones de dominaci6n- dependencia) son:
a) hom6logas entre si,
b) hom6logas a las oposiciones que organizan el campo de
las clases sociales (clases dominantes y clases dominadas),
c) hom6logas a las oposiciones que organizan el campo de
Ia clase dominante (fracci6n dominante y fracci6n dominada)29•
El principia de la homologia funcional y estructural consti
tuye una valiosa herramienta de analisis: al seiialar la existencia
de rasgos estructuralmente equivalentes (homologia de posicio
nes) en conjuntos diferentes (distintos campos sociales), tenien
do en cuenta lo que hay de invariante en toda relaci6n de domi
naci6n - dependencia, permite encontrar elementos explicativos
de aq1,1ellas alianzas, mas o menos d� raderas, que pueden ins
trumentarse sobre Ia base de esta homologia. Es decir, permite
59
dar cuenta de Ia implementaci6n de estrategias relativamente
orquestadas entre dominados de diferentes campos o entre do
minantes en distintos espacios de juego30•
En sintesis, un aspecto fundamental de Ia diruimica de los
campos -cuyo principio reside en Ia configuraci6n particular de
su estructura, en las distancias y acercamientos de las diferentes
fuerzas que alli se enfrentan- se fundamenta en Ia dialectica que
se establece entre productores y consumidores de los diferentes
tipos de bienes. Pero tambien, en lo que se refiere a Ia autonomia
relativa de los mismos, ya que estamos hablando en terminos de
l6gica de mercado, es importante la existencia de intermediarios,
algunos de los cuales actU.an como instancias de consagraci6n y
legitimaci6n especificas del campo, y el surgimiento de la diver
sificaci6n y de la competencia entre productores y consumido
res.
Habiendo destacado algunos elementos relativos a la dina
mica de los campos, recuerdo aquf lo que mencionaba mas arriba
respecto a las propiedades generales de los campos sociales: en
los diferentes campos se producen constantes definiciones y re
definiciones de las relaciones de fuerza ( definiciones y redefini
ciones de posiciones) entre los agentes y las instituciones com
prometidos en los mismos.
Asimismo, es importante destacar que tambien se definen
y redefinen hist6ricamente los limites de cada campo y sus rela-
60
ciones con los demas campos, lo que lleva implicito una redefini
ci6n permanente de Ia autonomia relativa de cada uno de ellos.
AI tener en cuenta Ia dimensi6n hist6rica, puede analizar
se en cada caso concreto el proceso a traves del cual un bien -que
es escaso- comienza a constituirse en un bien apreciado y sus
ceptible de acumulaci6n, en torno al cual se constituye un mer
cado.
El surgimiento del mercado especifico sefiala el surgimiento
del campo especifico, con sus posiciones y sus relaciones entre
posiciones. Podria decirse entonces que a mayor desarrollo del
mercado propio, mayor autonomia del campo respecto a los de
mas, o que Ia influencia de los otros campos (econ6mico, politi
co, etc.) varia seglin el grado de complejidad o de desarrollo del
campo como campo especifico, que posee leyes de funcionamiento
propias, que acruan mediatizando la incidencia de otros campos:
61
tructura. Asi Althusser afirma esta autonornia y la acci6n en re
torno de las ideologias sobre lo econ6mico, especialmente en Ideo
login y aparatos ideol6gicos del Estado (Althusser, 1974) . Tambien lo
hace Engels en cartas a Bloch31 y a Schmidt32• Pero el problema
reside en que se trata de una afirmaci6n, y no se construyen los
instrumentos te6rico-metodol6gicos que hagan posible la com
prensi6n y el analisis de tal autonornia.
Hablar de autonornia relativa supone pues, por un lado,
analizar las practicas en el sistema de relaciones especificas en
que estan insertas, es decir, segU.n las leyes de juego propias de
cada campo, leyes que mediatizan la influencia de los demas es
pacios de juego.
Por otro lado, supone tambien la presencia de los demas
campos que coexisten en el espacio social global, cada uno de
Ia superestructura: " Donde Ia division del trabajo existe a escala social, las dis
tintas ramas del trabajo se independizan unas de otras. La producci6n es, en
ultima instancia, lo decisivo. Pero en cuanto el comercio de los productos se
independiza de Ia producci6n propiamente dicha, obedece a su pro pia dimimica,
que aunque sometida en terminos generales a Ia dimimica de Ia producci6n, se
rige en sus aspectos particulares y dentro de esa dependencia general, por sus
propias leyes contenidas en la naturaleza misma de este nuevo factor. . . ( ... ). Con el
Derecho ocurre algo parecido, al plantearse Ia necesidad de una nueva division
del trabajo que crea los juristas profesionales, se abre otro campo independien
te mas que, pese a su vinculo general de dependencia de Ia producci6n y del
comercio, posee una cierta reactibilidad sobre estas esferas. ( . . . ) [Lo mismo se
plantea para el caso de Ia religi6n, Ia filosofia, etc.) ( ...) Para mi, Ia supremacia
final del desarrollo econ6mico, incluso sobre estos campos, es incuestionable,
pero se opera dentro de las condiciones impuestas por el campo concreto . . . "
" Carta de Engels a K. Schmidt" , 27 de octubre de 1 890 (Marx y Engels, 1957:
774-777 -subrayado mio-).
62
ellos ejerciendo su propia fuerza, en relaci6n a su peso especffi
co33.
Sin embargo, aunque cada campo posee sus propias leyes
de funcionamiento, su propia 16gica y su propia jerarquia, la je
rarquia que se establece -como he mencionado- entre las distin
tas especies de capital y la preeminencia del capital econ6mico,
hace que el campo econ6mico tienda a jugar un rol dominante en
el conjunto de los campos:
63
Hmites dentro de los cuales ejercen su efecto (efecto de campo). Es
decir, es necesario analizar concretamente cada espacio de juego
�n el cual ningU:n objeto, agente o instituci6n puede explicarse
por sus solas propiedades intrinsecas.
Por ello, tampoco puede establecerse a priori una causali
dad Unica respecto a cambios que puedan introducirse en el inte
rior de un campo determinado. La causa puede estar en Ia l6gica
intema del mismo (fundamentalmente en Ia dialectica entre pro
ductores y consumidores) o puede deberse a Ia incidencia de fac
tores extemos al campo especifico, incidencia que sera mayor o
menor seglin el peso especifico del campo en cuesti6n, y en con
secuencia, segU:n el grado de autonomia relativa que posea en Ia
coexistencia con los demas campos.
64
Capitulo 3
65
extemas, y comprender que tanto estas como aquellas, le
y de excluirse reciproca
jos de ser extrafias por naturaleza
mente, son, al contrario, dos estados de Ia misma realidad,
de Ia misma historia colectiva que se deposita y se inscribe
a Ia vez e indisociablemente en los cuerpos y en las cosas"
(Accardo y Corcuff, 1986: 55).
67
ducto de Ia obediencia a reglas y, siendo todo esto, colecti
vamente orquestadas sin ser el producto de Ia acci6n orga
nizadora de un director de orquesta" (Bourdieu, 1980b: 92).
68
conductas 'razonables', de 'sentido comun', que son posi
bles en los limites de esas regularidades ( ) y tiende al
...
69
sometidas esencialmente a las coerciones de las estructuras ex
ternas. En relaci6n con ello, ya he hecho algunos comentarios
sobre, por ejemplo, trabajos de Boudon, Crozier y Coffman:
70
2. Habitus y practica: el sentido practico y Ia practica como
estrategia
71
Y como es resultado de un proceso de incorporaci6n en la
practica y por la practica, el sentido practico no puede funcionar
fuera de toda situaci6n, en la medida en que impulsa a actuar en
relaci6n a un espacio objetivamente constituido como estructura
de exigencias, como las "cosas a hacer'', ante una situaci6n deter
minada37.
Es lo que los deportistas llaman el sentido del juego:
11
como dominio practico de Ia l6gica o de Ia necesidad
• • •
tran como productos autlmticos del habitus las respuestas suscitadas por los
estimulos abstractos de Ia situaci6n de encuesta, artefactos de laboratorio que
son a las reacciones en situaci6n real lo que los ritos 'folklorizados', realizados
en honor de los turistas (o de los etn6logos), son a los ritos impuestos por los
imperativos de una tradici6n viva o Ia urgencia de una situaci6n dramAtica" .
(Bourdieu, 1980b: 153n).
38 Encontramos nuevamente aqui implicita Ia distinci6n entre " modo de cono
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glas, se imponen a aqueHos -y a aquellos solamente- que,
porque tienen el sentido del juego, es decir el sentido de Ia
necesidad inmanente del juego, estan preparados para per
cibirlas y cumplirlas" (Bourdieu, 1987f: 71).
39Claro que, " el sentido del juego no es infalible, esta desigualmente reparti
do, en una sociedad como en un equipo" (Bourdieu, 1987f. : 70).
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do. ( . . . ) El buen jugador, que es en cierto modo el juego
hecho hombre, hace en cada instante lo que hay que hacer,
lo que demanda y exige el juego. Esto supone una inven
ci6n permanente, indispensable para adaptarse a situacio
nes indefinidamente variadas, nunca perfectamente iden
ticas. Lo que no asegura Ia obediencia mecanica a Ia regia
explicita, codificada (cuando existe). Describi por ejemplo
las estrategias de doble juego consistentes en ponerse en
regia, en poner el derecho de su parte, en actuar conforme
a intereses mientras se aparenta obedecer a Ia regia" (Bour
dieu, 1987f: 70).
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mente, cuando el sentido del porvenir probable se encuentra des
mentido y las disposiciones aparecen como "mal ajustadas" a las
opciones objetivas -el " efecto Don Quijote" -. Es decir, en el caso
en que los habitus funcionan como "a contratiempo" y las practi
cas no son adecuadas a las condiciones presentes porque estan
objetivamente ajustadas a las condiciones pasadas.
En resumen, el ajuste anticipado del habitus a las condicio
nes objetivas constituye un caso particular de lo posible (sin duda el
mas frecuente) de las relaciones entre las disposiciones y las con
diciones, qa.e se da s6lo en el caso en que las condiciones de pro
ducci6n del habitus y las condiciones de su funcionamiento sean
hom6logas.
Por otro lado, el habitus constituye un sistema de disposi
ciones duraderas, pero no inmutables. El encontrarse enfrentado
a situaciones nuevas, en el contexto de condiciones objetivas di
ferentes a aquellas que constituyeron la instancia de formaci6n
de los habitus, presentan al agente social instancias que posibili
tan la reformulaci6n de sus disposiciones. Aunque, es necesario
aclararlo, la mayor parte de los agentes sociales se encuentran
estadisticamente expuestos a encontrar circunstancias semejan
tes u hom6logas a aquellas en las cuales se formaron sus disposi
ciones, y por ello, a vivir experiencias que tienden a reforzar esas
disposiciones.
Otra manera posible de introducir cambios en los habitus
es pensable a traves de un proceso de autosocioanalisis, median
te el cual el agente social pueda explicitar sus posibilidades y
limitaciones, sus libertades y necesidades contenidas en su siste
ma de disposiciones y con ello, tomar distancias respecto a esas
disposiciones (Bourdieu y Wacquant, 1992) .
Es decir, mediante un analisis reflexivo de uno de los con
dicionantes objetivos de las propias practicas, el agente social pue
de permitirse trabajar para modificar sus percepciones y repre
sentaciones de los condicionantes extemos de sus practicas, y de
elias mismas, y por lo tanto elaborar estrategias diferentes de ac
ci6n41.
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Es importante aclarar, sin embargo, que es necesario tener
en cuenta que ese proceso de autosocioamllisis se realiza en el
contexto de ciertas condiciones objetivas, a partir del mismo sis
tema de disposiciones -con sus limitaciones y posibilidades- que
se pretende modificar, y a costa de un arduo y met6dico trabajo:
II II
mientras que el obrar espont:Aneoll del habitus, se relaciona con el de con
ciencia practica" . Ver los trabajos citados del au tor.
76
ban nuestras preguntas y nuestras sugerencias (siempre
abiertas y multiples y frecuentemente reducidas a una es
pera silenciosa) para operar un trabajo de explicitaci6n,
gratificante y doloroso a Ia vez, y para enunciar, a veces
con una extraordinaria in tensidad expresiva, experiencias y
reflexiones Iargamente reservadas o reprimidas" (Bour
dieu, 1993a: 536).
77
bles, por Ia posici6n que ocupan en el campo que es objeto de
amllisis y por los habitus incorporados.
Considerando al habitus como subjetividad socializada, el
autor toma distancias de Herbert Simon y de su concepto de "ra
cionalidad limitada"43:
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3. Sistematicidad de los habitus y de las practicas. Los habitus
de clase
79
enfrentados a las mismas situaciones y a los mismos condiciona
mientos entre si, que en relaci6n a los miembros de otra clase:
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bre todo, tiende a desfavorecer la exposici6n a tales informacio
nes -aunque no se elimina la posibilidad de lograrlo mediante
autosocioamilisis-.
Asi el habitus es, a la vez, historia individual e historia co
lectiva:
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