PRESENTACIÓN Larroque
PRESENTACIÓN Larroque
PRESENTACIÓN Larroque
- memorial de experiencias
- anecdotario personal
- crítica de costumbres
- examen de la personalidad
Se describe una relación, que ya sabemos que salió mal, pese a que hubo un esfuerzo
serio por sacarla adelante, pero también un proyecto de escritura, que puntea siempre
el relato; como si los hechos mismos sirvieran, a la vez, de pretexto, en forma de
novela, para “impulsar la novela de mi vida”. Y al maestro Montaigne se le paga la
deuda obligada, “mi buen amigo del siglo XVI” y se le presenta como ideal de libertad
y autorrealización. Una obra en marcha, perfecta síntesis del encierro interior y del
observador siempre atento y de buenas piernas. “Un hombre escribiendo largo sobre
tantas y diversas cosas sin asomo de mala conciencia”. A salvo de cualquier ideología.
No hay gran plan narrativo porque la vida carece de plan, se explica mejor en breves
episodios, en cada uno de ellos está el protagonista, que es también el que narra; y el
que narra no sólo inventa sino que también comenta. Y en ese comentario, reflexivo,
hay también una presencia constante, esencial: la literatura. Quizá es la mayor, si no la
única, certeza de este libro: un amor sin fisuras por la literatura.
Y así, mientras el proceso de conocimiento del otro, ese saber al fin con quién estamos
(no, casi nunca, con quien nos imaginábamos estar), parece convertirse en el final de
la historia (de la que sólo se contará, pues, su lenta desaparición) se abre siempre la
posibilidad futura de escribir (”Algún día escribiría un cuento, dos cuentos, tres cuentos
de cómo mi princesa estuvo a punto de convertirme en...”). Siempre ronda esta
posibilidad, esta necesidad. En este asunto, no hay margen para la duda.
No es que se esté viviendo una relación literaria; es que nuestro protagonista la vive
siempre desde sus referentes previos, que a veces comparte con Pola, y que son
literarios. “Se respiraban ecos de novela romántica del XIX, acaso nuestra historia
valiese algo”; Una de las primeras peleas nace de una disputa en torno a una novela
de Nabokov. ¿La vida imita al arte? Es como si la literatura actuase por contagio; la
pareja está junta, en la cama, leyendo un cuento que a ambos les gusta; se besan.
¿Hasta qué punto el bienestar de esta pareja se mezcla hasta confundirse con el placer
de un buen cuento? Luego, la pareja decae, pero sentimos que en el cuento de Singer
no ha quedado marca; sigue siendo literariamente magnífico..
Pero la relación, mucho menos cierta, qué nos propone? El personaje se lo pregunta
una y otra vez. Mantiene la distancia, observa (se fija en lo pequeño), considera su
vida y lo que podría ser. Parece, a veces, que ha aprendido mucho; otras, que
aprender no le ha servido de nada. Echa de menos a su polaca, que era una bruja. Su
olor, su cuerpo claro... Y sin embargo, persiste la sensación: “Me había encamado con
mi enemiga íntima”.
Nuestro personaje es, pues, escritor por carácter. Y por eso mismo, parece desde el
principio llamado a observar, a distanciarse. El libro parece una larga batalla librada, en
silencio, en soledad, por conservar algo todavía más valioso que la lucidez: la
independencia. El único refugio seguro de la autoestima. El único Grial verdadero
donde se funden todas las experiencias en un único yo reforzado. Así lo hizo con
respecto a su padre; así también, en todo lo que tiene que ver con el nacionalismo (un
peso enorme en el País Vasco) 95 Por cierto, que también aquí hay una elección
primordial: la lengua en la que va a escribir. Una vez elegida, una vez enamorado de
ella, ¿va a uno a traicionarla? Si es la que uno ha elegido y quiere...(¿acaso la lengua
polaca no formó parte también de los preliminares del amor? Pola pronunciando cierta
consonante...) Porque al final, lo que cuenta, lo que para el personaje no es
negociable, ya lo hemos dicho, es el derecho a actuar libremente: callar, decir lo que
te venga en gana, “decir lo contrario de lo que se espera de uno”.
Y quizá por eso, porque uno acaba por hacer lo que no esperaba, la aventura de amor
con una polaca acaba... en la cita con una rusa (de una rusa, además, nacida en un
pueblo de Zamora). Pero eso ya es otra historia; aunque el caballero está mejor
preparado y ya sabe exactamente qué estaba buscando.