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Unidad

La tercera unidad se enfoca en los estudios de las masculinidades y analiza la construcción de las identidades masculinas, sus crisis y cómo se manifiestan en América Latina y Chile. Aborda temas como los estudios de las masculinidades, la construcción de identidades masculinas, las crisis de la masculinidad, y las masculinidades en contextos latinoamericanos y chilenos.

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Unidad

La tercera unidad se enfoca en los estudios de las masculinidades y analiza la construcción de las identidades masculinas, sus crisis y cómo se manifiestan en América Latina y Chile. Aborda temas como los estudios de las masculinidades, la construcción de identidades masculinas, las crisis de la masculinidad, y las masculinidades en contextos latinoamericanos y chilenos.

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3ª UNIDAD

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO

TERCERA UNIDAD

3ª ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

UNIDAD OBJETIVO:

Conocer las características de los estudios de las masculinidades a través de la construcción de


la/s identidad/es masculina/s, sus crisis, y establecer un acercamiento a su estudio en América
Latina y Chile.

CONTENIDOS:
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

 Aproximación a los estudios de masculinidades.

 Construcción de identidad/es masculina/s

 Crisis de la masculinidad

 Masculinidades en América Latina y Chile

 Paternidades

La última lectura de la unidad anterior (Cecilia Blondet y Patricia Oliart, Las Mujeres y el Género)
ya hablaba de los estudios de masculinidades como parte de los estudios de género. En esta
unidad nos detendremos en trabajar lo que se conoce como “Estudios de Masculinidades”, que si
bien están contenidos en los estudios de género, enfatizan el estudio de los varones como eje de
análisis.

Desde los avances de los Estudios de la Mujer, ya se había comenzado a disolver el equívoco
vínculo existente entre el hombre y la humanidad. El concepto de Hombre Universal estaba siendo
cuestionado; el hombre, ya no sería más el Hombre, como sujeto único y universal, al contrario, se
trataría de un sujeto particular y diverso.

Resulta interesante constatar que desde fines de la década de los 70, se evidenció un vacío al
interior de los estudios de género respecto a la carencia de estudios cuyo foco central fuera el de
las masculinidades; una serie de reflexiones se desplegaron en el universo de las ciencias sociales y
en la literatura colocando en el escenario un problema que hasta entonces no se había tocado.
148 “Este vacío estuvo relacionado a nuestro juicio con un doble movimiento: por un lado, por el hecho
de que las teorías sobre La Mujer habían reificado una imagen de Hombre dada por el uso del
concepto de patriarcado como sistema universal y omnipresente, dibujando una silueta masculina
estereotipada e idéntica para todas las sociedades; por el otro, el hecho de que desde muchas

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disciplinas como el psicoanálisis, la propia filosofía, la historia, “el hombre” aparecía como un
sujeto incuestionable.”1

En respuesta al vacío recién mencionado, a lo largo de la década del ochenta se producen,



fundamentalmente en los países anglosajones, una serie de trabajos sobre la construcción social UNIDAD
de la masculinidad, realizados en su mayoría por hombres que afirman sus vínculos con el
movimiento feminista y con los desarrollos de la problemática de género. Estos “men’s studies”,
surgieron en buena medida como resultado del avance de la teoría feminista, de la constatación
por parte de numerosos/as autores/as de la invisibilidad en las ciencias sociales del varón como
dotado de género, y de los cuestionamientos de los privilegios femeninos, provenientes de los
mismos movimientos feministas. Entre sus objetivos principales se encontraban indagar en las

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


características identitarias esenciales de los varones; reconocer la importancia que tiene su
presencia en la configuración del orden patriarcal; abrir la posibilidad de redefinir las formas de
asumir sus roles y de resituar su participación social en los ámbito público y privado; y plantear la
necesidad de promover nuevas formas de relación consigo mismo y con los/as otros/as.

Esta reflexión se realiza desde distintas disciplinas y enfoques teóricos y presenta una gran
amplitud de los hechos o procesos pertinentes para hablar de la masculinidad: escolarización,
paternidad, autoritarismo, etnicidad, entre otros. Algunos estudios son más teóricos, otros
empíricos y biográficos. Por Estudios de Masculinidades entenderemos todas aquellas
investigaciones que, desde una mirada de género, se interesan principalmente en los hombres
como sujeto de estudio. Los Estudios de Masculinidades forman parte de los Estudios de Género,
lo que implica que el abordaje teórico de las masculinidades hará referencia y estará íntimamente
ligado a lo femenino.

149

1
Montecino, S y Acuña, M.E. 1996. Diálogos sobre el género masculino en Chile. PIEG, Universidad de Chile. 1996

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EJERCICIO

3ª Conteste a las siguientes preguntas de acuerdo a lo visto hasta el momento y a las discusiones
cotidianas que escucha y en las que participa dentro de su entorno laboral.
UNIDAD
a) ¿Cómo diría que hombres y mujeres definen “la masculinidad”?

Percepción de las Mujeres Percepción de los Hombres


ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

b) ¿Cómo cree que estas definiciones se expresan en las relaciones laborales?

150

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III.1. APROXIMACIONES TEÓRICAS Y ESTUDIOS DE MASCULINIDADES

El término de “masculinidad” dentro de los Estudios de Género y de las reflexiones de las Ciencias
Sociales y Humanísticas no tiene un significado unívoco, de ahí que según las teorías utilizadas

para abordar su estudio se proponga una amplia diversidad de definiciones y enfoques UNIDAD
metodológicos: lo que nos muestra que el concepto en cuestión es una construcción cultural e
histórica pues tanto sus características, roles, identidades y posiciones dentro de las relaciones
sociales son específicas de una cultura y una sociedad.

¿Qué se entiende por Masculinidad(es)?

1) Un esfuerzo intelectual por identificar un «objeto de estudio», caracterizado por la íntima

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relación con su opuesto: la feminidad.2

2) La masculinidad como una posición simbólica relativa al poder y al control. Según esta
visión, la masculinidad sería uno de los pilares de las relaciones de poder de las sociedades
occidentales-patriarcales. Aquí debemos tener cuidado con el uso de términos etnocéntricos
en el sentido de ser construcciones occidentales tanto de la masculinidad, como de poder y
control3.

3) La masculinidad como la identidad de quienes dominan a otros/as situando la noción de


poder como elemento central en la definición de identidad.

4) La “manera de ser” particular de los hombres, en que se hace referencia a las relaciones que
los hombres establecen con las mujeres y entre ellos y a los caminos que se deben recorrer
para lograr la masculinidad, así como los costos y beneficios de ella. En este enfoque, el
contexto cultural específico es esencial pues tanto los atributos, como los valores, funciones y
conductas que se suponen esenciales a los varones deben ser referidos a una sociedad
determinada y no en general4.

Diversas han sido las aproximaciones teóricas a la pregunta por lo masculino. Numerosos
estudiosos/as han ido realizando aportes a la constitución del sujeto de estudio -los hombres y la
masculinidad- cada uno enfatizando distintos aspectos y describiéndolo de manera particular.

Si bien los mayores avances en los Estudios de Masculinidades se han dado recientemente, éstos
forman parte de una preocupación más larga que se inició en los países del primer mundo. Al igual
como sucede con los Estudios de la Mujer y posteriormente de Género, el estudio de las 151

2
Viveros, M. 2002 De quebradores y cumplidores. CES, Universidad Nacional, Fundación Ford, Profamilia
3
Días y Gómez 1998. Los derechos sexuales y reproductivos de los varones, una reflexión acerca de la Masculinidad y
los derechos. Santafé de Bogotá, Profamilia.
4
De Keijzer, B. 2001. Hasta donde el cuerpo aguante, cuerpo y salud masculina. En: Cáceres et. Al. La salud
como derecho ciudadano: perspectivas y propuestas desde América Latina, Universidad Peruana Cayetano
Heredia, Lima, Perú.

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masculinidades ha tenido un desarrollo paulatino que ha llevado a investigadores/ as de todo el


mundo a observar sus realidades históricas y culturales particulares, descubriendo nuevos
elementos y complejizando sus análisis.

UNIDAD Uno de los primeros autores que destacó la importancia de estudiar específicamente a los
hombres fue Lionel Tiger, quien en su trabajo Men in Groups (1969), sitúa a los hombres y su
comportamiento grupal como un sujeto social específico5. También podemos destacar a Andrew
Tolson6 quien señaló que la masculinidad es un código incorporado a la organización de una
sociedad y que forma parte de sus estructuras. Este código asocia frecuentemente ciertos
atributos a lo masculino tal como la autoridad, la seguridad, la competitividad, la agresión, la
fuerza física, todos como una imagen que se debe cultivar e imprimir en el entorno. Por su lado,
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

Joseph Pleck, psicólogo norteamericano, en su obra The myth of Masculinity7 , propuso un


abandono de la noción de papeles sexuales con los cuales los individuos deben conformarse para
funcionar en sociedad, y subrayó la necesidad de centrarse en la diversidad de opciones y
reacciones humanas ante las situaciones que se presentan. Vio en la masculinidad un modo de ser,
cuya definición y redefinición constante acompaña a la evolución humana y, en este sentido, los
distintos estados propiamente masculinos adquieren especial importancia en las relaciones con
las mujeres, con los niños, entre hombres, en el trabajo, en la sociedad, etc.

Infaltable es Michael Kimmel (1992)8 estableció dos aproximaciones distintas en los Estudios de
Masculinidades:

 La primera de ellas se vincula al feminismo, que se reconoce como fundamento para los
estudios sobre masculinidades y plantea que los hombres deben confrontar su
participación en el poder social.

 La segunda se estaría alejando del feminismo y reivindica una forma autónoma de estudiar
la masculinidad buscando incluso recuperar las virtudes masculinas, fortaleciendo a los
hombres que se sienten desprovistos de poder.

Robert Connell9 revisa a Freud y otros/as autores/as (como Margaret Mead) para señalar que lo
masculino es inconcebible sin un femenino respecto al cual se define. Por otra parte, la
masculinidad se cruza con otros factores como la etnicidad, clase y generación, lo que nos indica la
emergencia de múltiples masculinidades, las que es necesario comprender también en sus
interrelaciones. En 1995 este autor planteó la existencia de cuatro aproximaciones teóricas en la
definición de la Masculinidad.
152
5
Tolson. Andrew.1977 Los límites de la masculinidad. Londres.
6
Tiger, Lionel.1969 Men’s in groups. Random House Press, New York.
7
Pleck, Joseph.1981. The Myth of masculinity.Cambrisge, MITT Press.
8
Kimmel, Michael.1992 La producción teórica sobre la masculinidad nuevos aportes En: Ediciones de las Mujeres
nº 17. Diciembre, 1992.
9
Connell, R. 1997. “La organización social de la masculinidad.” En: Masculinidad/es. Poder y crisis, Teresa
Valdés y José Olavarría eds. (Santiago, Isis Internacional/Flacso Chile 1997) 31-48. Disponible en:
http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/Connel.pdf

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• Esencialista: su definición de la masculinidad recoge usualmente un rasgo definitorio del


núcleo de lo masculino en torno al cual agregará una serie de rasgos de la vida de los
hombres. Por ejemplo, para Freud ese núcleo yacía en la actividad masculina frente a la
pasividad femenina. Otro autor que se encuentra en esta línea es Lionel Tiger quien señala el
compromiso masculino y la guerra como los rasgos de la verdadera hombría. La principal UNIDAD
crítica que se le hace al esencialismo surge del cuestionamiento del supuesto núcleo de la
masculinidad, cuya elección aparece como arbitraria.

• Positivista: define a la masculinidad simplemente como lo que los hombres realmente son, lo
que significa que la masculinidad es una realidad completamente aprehensible. Desde esta
línea se fundamentan las escalas de masculinidad/feminidad en psicología. Esta posición será
cuestionada debido a la imposibilidad de generar descripciones sin punto de vista y por ende

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también de una supuesta neutralidad.

• Normativismo: define la masculinidad como lo que los hombres debieran ser, concibiéndola
como una norma social para la conducta de los hombres. Esta aproximación se centra en los
roles sexuales, donde el cumplimiento de la norma permitirá diversos grados de acercamiento
a la misma. Generalmente se tenderán a mezclar el normativismo con ideas esencialistas para
la definición de los roles. Esta línea ha sido utilizada en numerosos estudios sobre
comunicaciones. Las principales críticas emergen del cuestionamiento sobre qué tan fuerte es
una norma que efectivamente muy pocos hombres (o ninguno) cumple. Por otro lado se
plantea que una definición puramente normativa nada dice sobre la masculinidad a nivel de la
personalidad, lo que dificultará mucho la aproximación a la identidad masculina, ya que roles
e identidad no se corresponden.

• Semióticos: abandonan el nivel de la personalidad y definen la masculinidad siguiendo la


fórmula lingüística estructural: entendiéndola a partir de un sistema de diferenciación
simbólica en que se contrastan los lugares masculino y femenino, siendo la masculinidad
definida como no-feminidad. Lo más relevante de esta postura es que entenderá a la
masculinidad a partir de un principio de conexión lo que permite captar que ninguna
masculinidad surge si no es dentro de un sistema de relaciones de género. Esta definición de
la masculinidad ha sido muy fértil en los estudios y análisis culturales, ya que escapa a la
arbitrariedad del esencialismo y de las paradojas en las definiciones positivistas y normativas.

153

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III.2. LA CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD MASCULINA

3ª La identidad no es un dato estable derivado de ciertas cualidades fijas del sujeto, sino que se crea
cotidianamente y está sustentada por la actividad reflexiva del actor, siendo por tanto una
UNIDAD construcción histórica que se va reajustando de acuerdo a cada momento del ciclo vital. Como
hemos visto, cuando hablamos de identidad de género, nos referimos al sentimiento de
pertenencia a la categoría femenina o masculina, que no deriva mecánicamente de la anatomía
sexual o de las funciones reproductivas, sino que cada grupo humano elabora significados sobre el
origen de las consecuencias de estas definiciones. En orden a facilitar la comprensión de la
formación de las identidades masculinas, nos adentraremos en los modelos de masculinidad, sus
relaciones y su formación.
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

III.2.1. FORMACIÓN DE IDENTIDADES MASCULINAS

Para referirnos a la construcción de las identidades masculinas es necesario comprender primero,


que existe una norma modelo para la identidad masculina, denominada por diversos/as
autores/as como Masculinidad Hegemónica que se erige como referente para los sujetos
masculinos. Los contenidos de este modelo son, al igual que las construcciones de género,
edificaciones histórico- sociales susceptibles de cambiar en el tiempo y el espacio. Actualmente, el
modelo de masculinidad hegemónica en gran parte de occidente corresponde a varones
heterosexuales, sexualmente activos, poco conectados con sus emociones, vinculados al mundo
público y proveedores económicos de sus hogares, entre otros. El logro de este modelo implica una
acumulación, a lo largo del ciclo vital, de símbolos culturales y de prácticas que denotan
masculinidad, los mismos que excluyen a las mujeres de la vida pública y los unen a otros hombres
en la preservación y reclamo de la virilidad.

Así, algunos/as autores plantean que la construcción de la identidad masculina es una


construcción, un trabajo, un esfuerzo, una carrera “dramática”, puesto que requiere de una lucha
constante de diferenciación con lo femenino. De este modo mientras en las mujeres la feminidad
aparecería como natural, los hombres deberían dar pruebas de su masculinidad.

Para estos/as autores/as los varones deben enfrentar tres luchas básicas: no soy mujer, no soy
bebé, no soy homosexual10. Así, la masculinidad se construye con relación a:

a) La huida de todo rasgo definido culturalmente como femenino.

154 b) La homofobia, reprimiendo todo deseo homoerótico, el temor a la homosexualidad y a ser


signado como tal.

c) La homosociabilidad, ya que la validación de la masculinidad se da en el grupo de pares.

10
Badinter, E. 1992 XY: La Identidad Masculina. Alianza Editorial. Madrid: España.

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En la socialización y crianza de los niños existen ciertos factores que refuerzan la construcción de


la masculinidad hegemónica. Primero, debido a la escasez de modelos en la construcción de la
identidad masculina, niños y adolescentes no tienen referentes claros para construir su identidad.
En efecto, una primera carencia con la que se encuentran los niños es la falta de padres, o la
existencia de un modelo de “padre ausente”11. Los tiempos compartidos son cada día más escasos, UNIDAD
ya sea por el trabajo de los padres o por la poca vinculación que establecen con el espacio
doméstico. Existe una separación física y emocional entre los hombres que les dificulta el
aprendizaje de los significados de la masculinidad pues se les reprime y niega la expresión de
ciertos valores como la solidaridad y la sensibilidad, potenciándose otros como la agresividad y la
competencia configurando así, un panorama “destructivo” en el que los hombres deberán
cimentar su masculinidad.

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


Otro de los factores que dificulta la elección de modelos en el aprendizaje es la ausencia en la
sociedad de “hombres sabios”, es decir de aquellos que han aprendido acerca de sus propias
debilidades y fortalezas y que tienen el compromiso de trasmitir estos conocimientos a los más
jóvenes. Sin embargo, pese a las dificultades, los niños “deben” crecer y convertirse en hombres y
aprenderán a serlo de una u otra forma.

El modelo de masculinidad hegemónica presente en nuestra sociedad en la actualidad es


altamente estereotipado, distorsionado y limita las posibilidades de otras formas de masculinidad.
Las instituciones sociales se convierten en mecanismos estructurales en los cuáles se generan
distintas categorías de prácticas sexuales diferenciadas dentro de las que destaca la
heterosexualidad como criterio de normalidad en la constitución del varón. Entre dichas
instituciones y espacios debemos nombrar especialmente:

1. Familia: Es el espacio de socialización primario donde niños y niñas reciben las primeras
directrices sobre lo que es adecuado para cada sexo y lo que no. En ella se legitima
tempranamente la división sexual del trabajo, por medio de juegos, de las tareas que se le
encargan a cada cual, de prescripciones, etc., se configura una división sexual que es aprendida
prontamente y que se perpetuará en el futuro.

2. Iglesia: Promueve una familia patriarcal y un antifeminismo desde el dogma de la inferioridad


natural de las mujeres, las que se asumen como culpables de los pecados de los hombres.
Establece también un orden divino en el cual está bastante claro el lugar que le corresponde a
éstas.

3. Escuela: Reproduce un modelo patriarcal. Aquí es donde se producen las primeras 155
profundizaciones de los roles sexuales mediante la definición de ciertas materias como más
pertinentes para las niñas o los niños. Sin embargo es también un agente de cambio en tanto
introduce contradicciones en el modelo.

11
Montecino, S. 1991 Madres y huachos. Alegorías del mestizaje chileno. Santiago: Cuarto Propio-CEDEM.

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4. Estado: Funciona como expresión pública del patriarcado siendo el encargado de gestionar y


regular la existencia cotidiana de la unidad doméstica.

5. Medios de comunicación, fundamentalmente la televisión, donde se presentan usualmente


UNIDAD ciertos modelos bastante limitados de masculinidad tales como el deportista muy competitivo, el
hombre violento o criminal y el alcohólico o drogadicto. Las imágenes percibidas son entonces de
hombres agresivos, invulnerables, insensibles, cerrados emocionalmente y negligentes respecto a
su bienestar personal, modelos que se van plasmando en los niños lo que podemos corroborar a
través de sus juegos y el comportamiento en la escuela.

6. Grupo de pares. Los jóvenes pasan mucho tiempo con su grupo de amigos donde es altamente
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

valorada la agresividad, la violencia y el desafío a la autoridad, elementos que configuran una


masculinidad exitosa.

Sin embargo, la masculinidad hegemónica contiene tantas normas y preceptos que se convierte en
un modelo difícil de cumplir. En la mayoría de los casos se trata más de una tendencia que de una
identidad que se materialice íntegramente en distintos sujetos, lo que, junto a otros procesos
sociales, permite la coexistencia de diversas masculinidades (sin ellas el modelo de masculinidad
hegemónica debería ser nombrado modelo de masculinidad única). Existen, por ende, distintas
masculinidades que conviven en tensiones, conflictos y resistencias, las que estarían definidas por
distintas condicionantes (clase, etnicidad, edad, etc.), abriendo un infinito de posibles
combinaciones de masculinidad por lo que se hace necesario no sólo analizarlas
independientemente, sino que atender a las relaciones que se establecen entre ellas.

156

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LECTURA

JOSÉ OLAVARRÍA

Hombres e Identidades: Crisis y Globalización, UNIDAD

Del autor: Sociólogo de la Universidad Católica de Chile y Doctor en Ciencias Sociales por la
Universidad de Buenos Aires, Argentina. Experto en género e investigador y miembro de Consejo
directivo del Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM), desde 2006. Fue profesor
investigador de FLACSO, miembro del Área de estudios de Género, responsable de los estudios
sobre hombres y masculinidades. Participa del Observatorio en Equidad de género y es doctorado

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


en ciencias sociales UBA. Ha impulsado desde los 90’ la Red de Masculinidad/es y es miembro del
Consejo Consultivo sobre Género y Salud del Ministerio de Salud, del Núcleo Técnico del
Observatorio de la Reforma de Salud en Chile. Autor de numerosos libros y artículos sobre género,
hombres, masculinidades, paternidades y sexualidades.

Del texto: El artículo se enfoca en la construcción de la/s masculinidad/es argumentando cómo el


marco del contexto histórico, social, político y económico influye directamente en dicha
constitución. En el texto se plantea el modo como el hombre “sobrevive” en un contexto de
globalización y de crisis de la masculinidad hegemónica.

Claves de lectura:

• Identifique los elementos que indicarían una crisis en los modelos de


masculinidad.

• Indique los principales factores influyentes en las modificaciones y constituciones


de diversos tipos de masculinidad.

• Reflexiones en torno a las consecuencias que estos procesos tienen sobre el


ejercicio de la paternidad.

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HOMBRES E IDENTIDADES: CRISIS Y GLOBALIZACIÓN12

3ª En: Olavarría, J (ed). Hombres, identidades y Violencia. 2° encuentro de Maculinidades:


Identidades, Cuerpos, Violencia y Políticas Públicas (en cursivas). Santiago de Chile. FLACSO,
UNIDAD Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Red de Masculinidades

José Olavarría13

En los años recientes se ha abierto un debate en nuestro país en torno a los estudios sobre
hombres y sus masculinidades. ¿Hay fenómenos nuevos en la sociedad chilena que los justifiquen?
¿Responden a demandas de conocimiento de problemas que nos afecten directamente, a
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

necesidades genuinas o representan una vez más las influencias de las fundaciones
internacionales por globalizar una agenda de investigación que dice relación a problemas e
intereses de sus propios países y/u organizaciones?

Paralelamente, hay demandas que surgen desde la agenda internacional, a partir de las
Conferencias de El Cairo y Beijing, para realizar acciones que lleven a los varones a cambiar sus
comportamientos, especialmente en los ámbitos de la sexualidad y salud reproductiva, violencia
doméstica y paternidad. Se espera de los hombres mayor involucramiento en los programas que
están formulando e implementan gobiernos y agencias internacionales, los que buscan mayor
equidad y relaciones más igualitarias entre hombres y mujeres. Estas demandas adquieren más
fuerza toda vez que las evaluaciones de dichos programas indican que no habría cambios de
importancia por parte de los varones, pese a los llamados a su participación. De allí que se
comience a pedir estudios sobre varones que den explicaciones acerca de estos comportamientos y
los significados que tiene para los hombres.

¿Qué pasa mientras tanto con los hombres? Se puede constatar, en las diversas formas de
expresión pública y en las investigaciones realizadas sobre varones, que surgen voces y preguntas
de los propios hombres sobre sus formas de ser que, de alguna manera, cuestionan los modelos
aprendidos y de los cuales no tienen claro cómo salir. “¿Lo he hecho bien? ¿Así me hubiese gustado
hacerlo? ¿Había otra forma de ser hombre? ¿Es así como me gustaría que fuera en el futuro?» Una
de estas reflexiones es la de Andrés, joven de 26 años de un sector popular de Santiago:

«Creo que hoy día ha muerto un poco el ser hombre, el cual yo pensaba. La sociedad lo ha matado
y yo mismo he ayudado también un poco a eso. Siempre creí que el hombre era la base de una
familia, era irremplazable, primordial, si él no estaba las cosas no funcionaban. Siento que hoy día
158 las cosas se han dado vuelta, dependemos de otros, el hombre no es solo, no vive solo; entonces
para mí el ser hombre me ha significado también aprender eso, solo no soy el que construye. No

12
En Olavarría, José Ed. «Hombres, identidades y violencia» 2º Encuentro de Estudios de masculinidades:
identidades, cuerpos, violencia y políticas públicas» Santiago, Chile: FLACSO/Universidad Academia de
Humanismo Cristiano/Red de Masculinidades 2001. Algunos de los argumentos aquí presentados se han
desarrollado en Olavarría 2001a y Olavarría 2001b
13
Sociólogo. Profesor Investigador de FLACSO-Chile. Área de Estudios de Género.

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soy el hombre que vi cuando chico por intermedio de mi papá, que mantiene, defiende, protege,


golpea y es la ley dentro de la casa; siento que ha sido distinto, siento que hoy día no es uno, son
dos o tres, según los que compongan la familia. Pero en la sociedad creo que -no sé si hasta cierto
punto seré muy machista-, pero creo que está muriendo también el proyecto hombre. Una cosa se
hablaba, de volver a levantar a la mujer, de que la mujer tenía un puesto, pero hoy día siento UNIDAD
también que se están yendo al chancho. Se están yendo más allá de eso, el hombre no solamente
queda mal en televisión, queda en vergüenza y la mujer no solamente sobresale, ahora tiene un
poder; ahora la mujer es intocable, no se le puede decir nada; yo siento que la mujer igual va para
ese lado, va a llegar un momento en que ni siquiera nos vamos a poder dirigir a ella. Yo creo que se
está trasladando el poder para el otro lado. No se está compartiendo» (Andrés, 26 años, popular).

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


El debate sobre los estudios de hombres y sus masculinidades tiene ya unas dos décadas, desde
que comenzaron sistemáticamente en el hemisferio norte, pero cómo ha sido posible que
preguntas semejantes, que tratan de responder acerca de los varones y la equidad de género,
comiencen a plantearse en forma sistemática quince años después en Chile y en general en
América Latina, especialmente en los sectores urbanos de las grandes ciudades. ¿Qué ha
cambiado en nuestra sociedad para cuestionarse acerca de aspectos tan arraigados en ella? ¿Qué
está llevando a un número creciente de varones y mujeres a preguntarse sobre costumbres
inveteradas de los hombres?

El contexto macrosocial y la subjetividad de las personas

Es posible observar dos tipos de cambios que estarían explicando, al menos en parte, las nuevas
preguntas y demandas de conocimiento. Cambios en el contexto en que viven las personas,
aquello sobre lo cual un hombre o una mujer particular no tiene recursos directos para actuar y
poder modificar -si así lo quisiera-: los procesos macrosociales y sus efectos en su vida cotidiana,
privada, e íntima; y cambios en las propias subjetividades, en la forma de significar e interpretar
sus vivencias, su biografía, la comprensión de sí mismos/as, así como sus relaciones con los
otros/as. Ambos tipos de cambios, corresponderían a procesos vigentes que se pueden potenciar
entre sí o entrar en colisión, según se desprende de las investigaciones sobre varones recientes.
Los procesos vividos en Chile en los últimos veinticinco años, que han afectado las condiciones
macrosociales y las vivencias subjetivas de las personas, han resentido la vida cotidiana de
hombres y mujeres y sobre ello comienzan las preguntas.

I. Cambios en el contexto macrosocial

a) Estado, economía, globalización y represión 159

Globalización de la economía y dictadura en Chile

Con el golpe de Estado del ’73 se redefine, por la coalición triunfante, el papel del Estado en Chile y
comienza un período de constitución de un nuevo orden que tiene como objetivo en lo económico,
abrir la economía - globalizarla-, transformarla y hacerla competitiva en el mercado internacional.

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Así, tras el golpe se inició una profunda transformación del Estado, expresada en el cambio de las


prioridades de las políticas públicas y en el uso de los recursos públicos. El Estado era, hasta ese
momento, salvaguarda y protector de los sectores medios y populares mediante políticas
redistributivas y era un agente activo directo en la generación de empleo y riqueza a través del
UNIDAD desarrollo de fuentes de energía, industrias básicas, obras públicas, transporte, entre otros.

Con el golpe de Estado y el gobierno militar las bases en que se había sustentado el acuerdo
histórico en torno al papel del Estado y de la economía durante las décadas anteriores fueron
modificadas. Se cuestionó el modelo de desarrollo, la participación de los distintos actores en la
economía y se impuso uno nuevo: de economía de mercado. Se consolidó un Estado «subsidiario»
de la actividad de los agentes privados, observador de lo que se ha denominado el mercado y la
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libre competencia, impulsor de la apertura de la economía e incentivador y principal instrumento


para consolidar la acumulación de riqueza en sectores empresariales privados específicos, bajo el
supuesto de ser la base para el desarrollo del país. La redefinición de la agenda pública en el
período de la dictadura - 1973-1990-, el modo en que se utilizaron los recursos públicos, la política
económica de apertura y ajuste estructural, afectaron las bases tanto del orden salarial, como del
orden familiar que habían favorecido la existencia de la familia nuclear patriarcal durante gran
parte del siglo. Se redujo el tamaño del Estado y dejó de ser un agente activo en la generación de
nuevos empleos, se privatizó gran parte de las empresas públicas, disminuyendo drásticamente la
cantidad de puestos de trabajo de la administración central y de las empresas del Estado; se
modificó la legislación del trabajo. Se eliminó los subsidios a alimentos (precios agrícolas) y a
servicios de utilidad pública a nivel de consumidores, paralelamente se establecieron protecciones
a los empresarios agrícolas y agroindustriales productores de varios de esos bienes con mayores
aranceles a las importaciones de los mismos y encarecimiento de esos bienes para los
consumidores locales. Es así que se redujo significativamente el monto de los recursos públicos
orientados a proteger a los sectores prioritarios hasta ese momento (medios y populares). El
Estado concentró su acción asistencial en la implementación de programas orientados hacia los
hogares de extrema pobreza, que no estaban en condiciones de producir con sus propios medios
las necesidades más esenciales, distrayendo subsidios de acuerdo a criterios de necesidades y no
de capacidades de pago. Estas nuevas concepciones sobre la función social del Estado se
materializaron en un conjunto de programas sociales que privilegiaron la selectividad y se
implementaron en forma articulada a fines de los años setenta (Vergara 1990); programas de
escasa calidad, que transformaron y precarizaron la educación, salud públicas y los planes de
vivienda.

El nuevo orden reestructuró la economía abriéndola y adaptándose a los requerimientos de la


160
globalización y al aumento de la competitividad de las empresas. La apertura de la economía de
los años setenta y comienzo de los ochenta, según datos disponibles, significó el cierre de unas
7.000 empresas. Casi el 40% de los cierres de plantas fabriles se dio en el ámbito de las industrias
con uso intensivo de mano de obra (tales como calzado y cuero, vestuarios, imprentas y muebles) y
otro 20% en las ramas de complejo metalmecánico, productor de bienes de capital y de bienes

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duraderos de consumo. En ambos grupos de industrias predominan las pequeñas y medianas


empresas (Katz 2000), que son las que proveen el mayor porcentaje de puestos de trabajo.

Las demandas por mayor competividad de las empresas en una economía abierta presionaron por
la modificación del sistema impositivo con reducción de carga, en especial a las utilidades de las UNIDAD
empresas, afectando negativamente el gasto público y ciertas funciones del Estado de bienestar;
se redujo los costos laborales, se abandonó las políticas que apuntaban al pleno empleo y se hizo
la conversión de los sistemas de seguridad social, cimentados en el reparto solidario a sistemas
basados en el individuo con el consiguiente aumento de la vulnerabilidad personal (Todaro, citado
por Arriagada 2000), pero con el beneficio para los empresarios de generar grandes fondos locales
de inversión, teniendo como base el ahorro de los trabajadores, que se pusieron a su disposición.

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La inestabilidad en el puesto de trabajo, por la flexibilización laboral, ha sido otra de las
características de este modelo. Una de las dimensiones más importantes a las que alude la
flexibilidad interna se refiere a las nuevas formas de organización del tiempo de trabajo y la
erosión de la jornada laboral normal, dimensión que cambió profundamente las relaciones
laborales y la organización de la vida cotidiana.

Desarticulación de la institucionalidad política y las redes sociales

La drástica modificación de la agenda y políticas públicas, y como consecuencia la reasignación de


prioridades y recursos, fue posible por la instalación de la dictadura. Se suspendieron las
libertades ciudadanas, se cerró el Congreso Nacional, se confiscaron y destruyeron los medios de
comunicación que no apoyaron la nueva política, se eliminó literalmente a la oposición y se
estableció una fuerte alianza entre la alta oficialidad de las fuerzas armadas, que había provocado
y triunfado en el golpe, con los grandes empresarios, partidos y sectores de derecha, cuyo proyecto
era transformar al Estado chileno en una entidad subsidiaria del «mercado» (o sea de las
iniciativas e intereses de esos mismos grupos y sus socios transnacionales), a través de la apertura
de la economía y la política de libre mercado, que permitiría alcanzar al anhelado desarrollo.

La implementación de la nueva política, con las llamadas «modernizaciones », llevó a la


modificación no sólo del tamaño del Estado y el uso de los recursos públicos, sino también de las
reglas de convivencia que habían prevalecido en las seis décadas anteriores.

La redefinición del papel del Estado y la instauración de un nuevo orden en lo económico fueron
acompañadas de un agenda política que buscó desarticular el acuerdo histórico y romper las redes
sociales que se opusieran a este nuevo orden, con una fuerte represión e intentos, sin resultados 161
positivos en el conjunto de la población, de articular nuevas redes sociales que apoyaran el
modelo.

Este proceso fue acompañado de políticas públicas y uso de recursos que en pocos años
desarticularon y/o desmantelaron la institucionalidad del orden salarial, generando una nueva
institucionalidad que incluía acción legislativa, medidas administrativas, represión interna,

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especialmente en el ámbito del trabajo y la acción sindical, desregulación de la economía y nuevas


instituciones en la salud, previsión, entre otras.

Las consecuencias de la economía de mercado en la sociedad chilena no son exclusivas de este


UNIDAD país. Efectos semejantes se observan en países que han adoptado políticas similares (Castells
1999).

Desarticulación de los espacios de homosociabilidad

Cuatro espacios públicos que hasta los setenta habían sido muy importantes en las vivencias
masculinas y en la homosociabilidad fueron afectados profundamente por el nuevo orden: el lugar
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

de trabajo, los partidos políticos, los sindicatos y la «noche». Se buscó desarticularlos


abruptamente, especialmente en los primeros años, con el afán de consolidar las modernizaciones
en lo económico y controlar a la población ante cualquier movimiento de rechazo a tales medidas.

La imposición de la nueva economía implicó revisar la organización del trabajo y con ello
desmantelar el orden salarial existente, así como desarticular las instituciones y organizaciones
que intentaran impedir tales cambios (partidos políticos, sindicatos y federaciones de
trabajadores, centros de alumnos y federaciones de estudiantes, entre otras); instancias de
homosociabilidad, de encuentros entre hombres, que a la vez permitían vínculos y flujos
constantes entre distintos sectores de la sociedad chilena, fuesen como puntos de encuentro,
negociación y debate; relaciones sociales que daban origen a la existencia de redes sociales
informales consolidadas a lo largo varias décadas. Estas organizaciones y entes, que estaban
principalmente constituidas por varones (lo público), habían permitido, especialmente a los
sectores medios y populares, una vinculación que les posibilitaba el acceso y participación, en
mayor o menor medida, en el debate intelectual, social y político de los grandes problemas del
país; también les permitía representar sus intereses ejerciendo presencia y presión (lo que hoy
puede ser llamado tanto lobby como advocacy) y hacer valer la fuerza de sus organizaciones sobre
las decisiones que se tomaban, especialmente en el ámbito del Estado.

Con la dictadura estas organizaciones se vieron perseguidas, reducidas o eliminadas. Con la


represión a los partidos políticos, el cierre de sindicatos y federaciones, centros de alumnos y
federaciones de estudiantes, el control sobre las organizaciones vecinales, culturales, religiosas y
la persecución, detención, apremios físicos y psicológicos, exilio, asesinato y desaparición de
muchos de sus miembros y dirigentes a nivel comunal y barrial, este entramado de organizaciones,
y las redes que se habían establecido a través de ellas, prácticamente desaparecieron. Como
162 consecuencia de ello se aisló, política, intelectual y socialmente, a los sectores populares y se
fragmentó a los sectores medios, potencialmente contestatarios a la dictadura que podrían haber
exigido cambios en la política económica. Entre ellos al movimiento sindical, que tuvo serias
dificultades por la represión que sufrió, incluido el asesinato de uno de sus máximos dirigentes,
Tucapel Jiménez. Desde la perspectiva de las organizaciones sindicales éstas quedaron muy
debilitadas (Bell 2000).

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La extensión durante varios años del toque de queda obligó, a los varones «dueños» de la noche a


estar en sus casas y no poder salir libremente, especialmente afectó a los «caminantes» de la
noche, a los bohemios, a los que querían «echar una canita al aire». Los varones civiles veían,
además de reducidos/eliminados sus espacios públicos de la política, sindicato y organizaciones
diversas, limitada su circulación libre por la ciudad, salvo la clandestinidad. Estaban en la UNIDAD
condición de machos tristes, como bien ha dicho Darío Oses (1996).

Esta modificación profunda de los vínculos sociales y redes que se originaban en las
organizaciones sociales, vía represión por parte de la dictadura, limitó los vínculos de las personas,
especialmente de los varones, al ámbito de la familia, del vecindario más próximo y del propio
trabajo, cuando se tenía. En muchos casos además, en sectores populares, las poblaciones fueron

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


«limitadas» físicamente; rodeadas por canchas de fútbol con rejas de gran altura y muy pocos
accesos, que posibilitaban un rápido control del movimiento de sus habitantes por policías y
militares, los que a su vez servían de campos de concentración -especialmente para hombres- en
los allanamientos a que periódicamente eran sometidas.

Familia, trabajo y globalización

Así, las políticas macro, que apuntaban a un nuevo orden, afectaron significativamente no sólo la
institucionalidad política, la organización del trabajo y las bases del orden salarial, sino que
también los cimientos que permitían la estabilidad, continuidad y subsistencia de la familia
nuclear patriarcal, que se había constituido en el «orden familiar» y provocó la desarticulación de
los mecanismos que permitieron la conciliación y compatibilidad histórica entre el trabajo y la
familia. Ambos órdenes permitían, por un lado la reproducción de la fuerza de trabajo y por otra la
consolidación de núcleos familiares. Las bases sobre las que se había estructurado la organización
del trabajo fueron modificadas: el contrato de trabajo, el salario familiar, la jornada de trabajo, la
sindicalización, la negociación colectiva, las instancias tripartitas y la estabilidad en el lugar de
trabajo.

Todo ello ha generando un escenario en el que, a diferencia de las primeras seis décadas del siglo
XX, las políticas macrosociales y los recursos públicos en torno al trabajo y la familia son, a los
menos, contradictorias. Se ha incentivado una modificación profunda del orden salarial, a partir de
los requerimientos que plantea la economía de mercado, su apertura y la globalización
consecuente. Todo ello se logró, en un período muy corto de tiempo. En menos de una década el
nuevo orden económico se había impuesto, mediante una estrategia que incluyó acción legislativa,
modificaciones administrativas y uso de recursos públicos para su implementación.
163
En relación al orden familiar, la institucionalidad y la legislación prácticamente no han sido
modificado durante este período -a diferencia de lo que sucedió con la economía y la organización
del trabajo y en alguna medida en la institucionalidad política al finalizar la dictadura-, pese a los
profundos cambios demográficos, que estarían afectando la constitución de núcleos familiares, su
estabilidad, capacidad de reproducirse y, en el caso de los hombres, al ejercicio de la paternidad.
Sólo a partir de los años ’90 comienza una tímida acción legislativa.

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Expresivo de lo anterior es que el discurso público sobre «la familia», de los últimos 25 años, sigue


siendo el mismo para una proporción importante de los actores que tienen vocería pública
destacada. Se sigue planteando e incentivando un orden familiar que señala a la familia nuclear
patriarcal como paradigma, que respondería a un orden natural de los humanos. La trilogía padre
UNIDAD proveedor y autoridad, madre en la crianza y responsable del hogar -aunque para muchos ahora
puede trabajar remuneradamente siempre que no “abandone sus responsabilidades» en el hogar-
e hijo/as a ser criados y acompañados en su crecimiento, es el modelo de familia aceptable. Este
discurso es constantemente difundido por las instituciones y organismos públicos y, en general, no
reconoce derechos y acceso a recursos públicos a personas que no correspondan al modelo
señalado. Es pauta de comportamiento y aceptación o expulsión en las fuerzas armadas; es criterio
de mayor valoración en los puntajes para optar a programas sociales. El mismo mensaje es emitido
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por autoridades de la Iglesia Católica y por los medios de comunicación de masas que apoyan el
modelo económico a ultranza en sus líneas editoriales. Recién se comienza a escuchar voces
públicas que apuntan a su revisión, pese a que reiteradamente las encuestas muestran grandes
diferencias con el discurso público, por ejemplo hay una gran demanda porque haya una
legislación sobre el divorcio.

Lo anterior quizás podría explicar, en parte, el que a pesar de las profundas modificaciones que se
observan en el ámbito familiar no se haya reconocido los cambios existentes, ni legislado sobre el
particular y las modificaciones al Código Civil sean mínimas. Estas últimas promovidas
especialmente por el SERNAM, desde la restauración de la democracia, al incorporar parte de la
agenda del movimiento de mujeres y el feminismo a la agenda pública.

b) El feminismo y el movimiento de mujeres

En este mismo período el feminismo y los movimientos de mujeres logra avances muy
importantes: globalizan su agenda y la incorporan a la agenda pública internacional y nacional, es
reconocida crecientemente su actoría pública; y se produce un ingreso masivo de las mujeres al
mercado de trabajo, superando los índices históricos existentes hasta la década del ’70 e
incrementando sus niveles de escolaridad y calificación profesional.

Globalización de la agenda del feminismo, las mujeres y derechos humanos

Se obtienen importantes avances tanto en el reconocimiento de las discriminaciones que son


objeto así como de sus aportes en los diversos ámbitos del quehacer internacional y nacional al
implementarse políticas que las visibilizan, como por ejemplo el rediseño de las estadísticas y su
164 desagregación por sexo. En este mismo período el feminismo y los movimientos de mujeres logran
que su agenda por mayor autonomía y relaciones equitativas entre los géneros comience a ser
incorporada a la agenda pública internacional y en las agendas nacionales.

Demandas que habían sido plateadas por décadas se transforman en los últimos veinticinco años
en convenciones internacionales, obligando a los Estados a incorporarlas en sus legislaciones
nacionales. Desde el rechazo a las discriminaciones contra las mujeres, cualquiera fuese su forma,

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al reconocimiento de sus derechos humanos, de los derechos de los niños/as, la prevención y


erradicación de la violencia contra mujeres y niños/as, hasta, en el debate actual, sobre derechos
sexuales y reproductivos. Estos procesos se constatan en las convenciones y en los avances
conseguidos, por ejemplo, a través de la CEDAU, la Conferencia de Beijing, la Conferencia de
Desarrollo y Población en el Cairo, Cairo+5, Beijing+5, las Convenciones Contra la Violencia UNIDAD
Intrafamiliar. En este sentido la incorporación de la agenda del feminismo ha limitado el uso de
poder y los recursos disponibles de los varones.

Con el retorno a la democracia, la agenda pública nacional incorpora demandas histórica de las
mujeres, como la creación del Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) y los planes y políticas de
igualdad de oportunidades. Se inicia, desde 1990, una serie de debates que afectan de distintas

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maneras a las mujeres y que señalan propuestas de cambio. Algunas de éstas se han transformado
en proyecto de ley; otras, las menos, ya son ley. Entre las leyes dictadas a partir de 1990 están: las
Reforma Constitucional a los artículos 1º y 19 Nº 2, la Ley de Violencia Intrafamiliar, la ratificación
de la Convención Interamericana para Prevenir y Erradicar la Violencia contra la Mujer, la Ley de
Régimen de Participación en los Gananciales, Ley que modifica el Código Civil en materia de
Filiación, la Ley que prohíbe el Test de Embarazo como exigencia para ser contratada, promovida o
mantenida en un empleo. Se han presentado también proyectos de ley para la creación de
tribunales de familia y mediación y para sancionar el acoso sexual.

Durante estos años el Estado chileno se ha obligado asimismo en materias que afectan a las
mujeres al suscribir y ratificar convenciones y declaraciones internacionales como la Convención
de las Naciones Unidas sobre Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer,
la Convención de Derechos del Niño y la Convención de Belém do Pará, sobre violencia contra la
mujer. Estas convenciones obligan al Estado chileno a su cumplimiento en aquellos aspectos que
hacen parte de ellas.

Se le han abierto a las mujeres nuevos canales para exigir el reconocimiento de derechos que han
sido ratificado en las convenciones internacionales por el Estado chileno. Es así que cuando no hay
legislación nacional que reconozca las demandas de equidad, crecientemente algunos/as de
aquellos/as que ven conculcados sus derechos, comienzan a hacer uso de dichas convenciones
que, sobre derechos humanos y equidad de género ha firmado el Estado de Chile, buscando
justicia a través de comisiones y cortes de justicia internacionales que obliguen al Estado a
respetar sus compromisos internacional.

Incorporación al mercado de trabajo


165
Una de las consecuencias del nuevo orden económico ha sido la incorporación masiva de las
mujeres al mercado de trabajo y se prevé que seguirá creciendo. La tasa de participación de las
mujeres en la actividad económica se incrementó del 27,7% al 31% entre 1976 y 1990 (Valdés et. al
1992) y llegó hasta el 35 % el 2000 (CEPAL 2000). Para una proporción importante de hogares la
integración de las mujeres se convirtió y convierte en una necesidad de sobrevivencia o condición
para mejorar la calidad de vida, llevándolas a aceptar en múltiples ocasiones puestos de trabajos

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precarios, pero sin abandonar el trabajo reproductivo que les está asignado en la familia nuclear


patriarcal. Para muchas mujeres la incorporación al trabajo remunerado es una forma de lograr
autonomía, desarrollar proyectos personales y establecer relaciones de mayor equidad con los
varones. Una vez que comienzan a trabajar remuneradamente, en general, no salen del mercado
UNIDAD de trabajo, salvo con los embarazos para luego reincorporarse.

Esta demanda de la economía -globalizada en un país como el nuestro –a trabajo flexible y de


tiempo parcial ha transformado puestos de trabajo estables y de jornada completa y ha puesto a
quienes ocupaban inicialmente esos puestos de trabajo, generalmente varones, en una situación
de gran inestabilidad, pero a su vez ha permitido la incorporación masiva de las mujeres,
cualquiera sea su calificación, pues supone que las demandas de ellas son por trabajos de tiempo
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

parcial y flexible que se acomodan a sus «obligaciones» domésticas en la crianza y


acompañamiento de los hijos, aunque muchas busquen trabajos permanentes de jornada
completa.

Estos procesos de incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo no han ido
acompañados, como es de amplio conocimiento, con retribuciones equivalentes a las que tienen
los varones. Existe una brecha importante en las remuneraciones femeninas en relación a la de los
hombres (CEPAL 2000).

c) El movimiento homosexual y la búsqueda de actoría pública

Con la epidemia del VIH/SIDA, la visibilidad de la población homosexual y su creciente


organización, para enfrentar inicialmente la enfermedad y luego demandar equidad y derechos
ciudadanos han sido procesos que se comienzan a observar en Chile desde mediados de los ’80.
Los hombres homosexuales y sus organizaciones, que se han ido consolidando en los últimos diez
años, demandan reconocimiento a la diversidad, derecho a actoría social pública y presencia
ciudadana.

d) La modernización de las costumbres: vida cotidiana y familia

Los procesos de modernización y globalización de la sociedad chilena se intensificaron y


generalizaron en algunos ámbitos de la vida social, más allá de la economía y los negocios,
alcanzando a la cultura y los intercambios entre grupos diversos. En los últimos 25 años se
produjeron cambios profundos en la sociedad chilena que afectaron la institucionalidad y la
cotidianeidad de sus habitantes. Estas transformaciones han influido de diversas maneras en la
166 vida íntima de las personas y en sus familias. Pautas culturales inveteradas se han relativizado,
afectando instituciones tradicionales y disposiciones personales, desestimándose usos y
costumbres arraigados por generaciones en ellos. La modernización, en este sentido, ha venido a
alterar de manera radical la naturaleza de la vida social cotidiana y los aspectos más personales de
la existencia de las personas.

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La modernización se puede visualizar con mayor nitidez en el plano institucional, pero es muy


importante tener en cuenta que los cambios provocados por las instituciones modernas se
entretejen directamente con la vida individual y privada de las personas y, por tanto, con el yo -con
los procesos identitarios y la subjetividad de hombres y mujeres-, permitiendo que uno de sus
rasgos distintivos sea la creciente interconexión entre dos «extremos»: la extensionalidad del UNIDAD
fenómeno y la intencionalidad del proceso; las influencias universalizadoras, por un lado, y las
disposiciones personales, por otro (Giddens 1997).

Este proceso de modernización ha ido permitiendo que a través de estas décadas, en el ámbito de
la familia y la paternidad, se haya incrementado la aceptación (y demanda) por una mayor
diversidad, igualdad entre su miembros y reconocimiento de vínculos que tiendan a relaciones más

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


democráticas en su interior. Es así que el ejercicio de poder del padre sobre sus hijos y del esposo
sobre su mujer se ha ido reduciendo y acotando, generando formas y espacios que protegen
creciente mente tanto a los hijos como a las esposas del poder originalmente omnímodo del padre,
ejemplos de ellos son las convenciones antes mencionadas.

En Chile los procesos de globalización y los cambios en la economía han potenciado las demandas
de la modernización en el espacio íntimo, así como en el de la familia, al cuestionar las bases de
una masculinidad autoritaria y patriarcal y de una familia nuclear también patriarcal, por ser
profundamente inequitativas, no permitir la autonomía de las personas ni la diversidad e impedir
relaciones de mayor intimidad, igualdad y democracia entre las personas y al interior de la familia.
Se ha puesto en jaque la teoría de los roles sexuales y se ha iniciado un proceso de
desideologizacíón de las relaciones entre hombres y mujeres, tanto en sus identidades como en las
relaciones de género con sus pareja e hijos.

Estos cambios han afectado también a la familia paradigmática y a la institución del matrimonio,
según es concebida por el Código Civil, vigente desde al siglo XIX. Y desde los propios varones se
potencian la crítica por la incertidumbre en su capacidad de ser la autoridad de la familia, ante la
precariedad de sus trabajos que, no siempre les permite proveerlas ni darles una calidad de vida
aceptable, y por la búsqueda por una mayor participación en la crianza de los hijos,
acompañamiento en su crecimiento y expectativas de mayor intimidad.

Se desvanece así la separación entre lo público y lo privado para hombres y mujeres. Se cuestiona,
asimismo, la división sexual del trabajo, especialmente por las mujeres, que plantean que las
actividades domésticas, de crianza y acompañamiento de los/as hijos/as deben ser compartidas
entre hombres y mujeres. Los hombres ya no son necesariamente el soporte –único o principal-
económico del núcleo familiar, por el contrario en una proporción importante las proveedoras 167
exclusivas son las mujeres, especialmente en los hogares con jefatura femenina.

Estas últimas décadas ha hecho crisis también el concepto de amor romántico (Giddens 1992), que
era el factor que incentiva la formación de núcleos familiares y matrimonios para toda la vida,
especialmente durante el siglo XX. El amor romántico fue, y en gran media sigue siendo, la base de
la familia nuclear patriarcal y del matrimonio: libertad para elegir la pareja, afecto y cuidado

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mutuo, procreación y lazo para toda la vida. Como señala el Código Civil: «El matrimonio es un


contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda
la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente”. La indisolubilidad de la
unión ha hecho crisis como factor que aglutina y mantiene el matrimonio y el núcleo familiar. Para
UNIDAD una creciente proporción de la población el quiebre de la relación amorosa, la presencia de
violencia doméstica, la incapacidad del varón de proveer a su familia, entre otros factores, ha
incidido en la separación y, en algunos casos, en la nulidad de sus matrimonios en proporciones
históricamente desconocidas por su magnitud.

Estos cambios se visualizan en las estadísticas demográficas, en las tasas de fecundidad, de


nupcialidad, de nulidades matrimoniales y de hijos nacidos vivos fuera del matrimonio. Las últimas
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

décadas muestran profundos cambios en torno a la fecundidad y a la constitución de familias.

La tasa de nupcialidad bajó considerablemente en las últimas tres décadas. En oposición al


descenso que experimentan los matrimonios, las nulidades han ido creciendo en forma sostenida
hasta duplicarse en las últimas dos décadas. Las nulidades de matrimonios falladas por sentencia
se incrementaron en relación a los matrimonios en los últimos treinta años.

El porcentaje de hijos nacidos fuera del matrimonio, de madres solteras, (hijos ilegítimos hasta la
Ley que en 1999 modificó el Código Civil en materia de Filiación) se incrementó dramáticamente en
los últimos 30 años. Este porcentaje es aún mayor en los hijos nacidos vivos de madres
adolescentes.

Asimismo en este período se generaliza el uso de anticonceptivos entre la población femenina,


dando un importante control sobre sus cuerpos a una proporción importante de mujeres,
especialmente de veinte o más años, que pueden acceder libremente a ellos, siempre que tengan
acceso a los centros de salud públicos y, en algunos casos, recursos económicos suficientes.

II. Cuestionamiento en lo subjetivo y cambio en el contexto social

¿Qué efectos ha tenido y tiene en la subjetividad de los hombres, en sus prácticas y en los
referentes de identidad el conjunto de procesos antes descritos? Una de las consecuencias más
notables que se puede observar, tanto en manifestaciones públicas como en resultados de
investigaciones, es el cuestionamiento que se comienzan a hacer los hombres acerca de las
demandas que les plantea la masculinidad aprendida, y con la cual se han identificado a través de
un proceso que va más allá de la propia conciencia. No son, por tanto, preguntas ni reflexiones que
168 surjan originalmente desde los investigadores, ni desde la academia. Son manifestaciones de
malestar que se extienden más allá de la esfera íntima y que llevan a muchos hombres a
preguntarse sobre lo que hicieron como varones, padres, parejas; a cuestionarse sobre lo que
actualmente hacen y a no tener claro como lo harán en el futuro.

Para muchos varones, especialmente los menores de cuarenta años, estas preguntas han estado
presentes desde que comenzaron a ser adultos, pero se han acrecentando con el correr de los

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años. Ellos han vivido dentro de esta multiplicidad de procesos. Para los mayores estas preguntas


comenzaron con las políticas de ajuste económico y con la presencia y visibilidad cada vez mayor
de las mujeres y sus demandas por mayor autonomía y equidad. A los primeros les cuesta pensar
que hubo algo distinto antes, más estable y seguro para los varones; a los segundos les cuesta
aceptar, en muchos casos, los cambios y la profundidad que tienen en sus vidas cotidianas e UNIDAD
íntimas.

Desde la subjetividad de los hombres los procesos descritos han afectado sus recursos para
responder a uno de los mandatos de la masculinidad hegemónica que mayor fuerza tiene entre los
varones: los hombres son del trabajo, a él se deben; su capacidad de constituir una familia y
hacerse responsable de ella están dados especialmente por la posibilidad de ser proveedor del

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núcleo familiar. Para una proporción importante de los varones su trabajo remunerado, en estas
nuevas condiciones (inestables), no les ha permitido ni permite: cumplir como proveedores, dar
una calidad de vida aceptable a sus familias, ni ejercer la autoridad que antes tenían en sus
familias.

Se ha debilitado, por tanto, la posición de autoridad y de proveedor exclusivos de los varones, y a


la vez ha llevado a incorporar masivamente a las mujeres al trabajo remunerado, «invadiendo» un
espacio «originalmente» de los varones. Es necesario tener presente que una proporción
considerable de mujeres estaba incorporada al mercado de trabajo con anterioridad a los años
setenta, pero en ese momento no se cuestionaba la organización familiar y había mecanismos de
conciliación entre trabajo y familia, que sostenía un orden familiar relativamente estable.

La capacidad de proveer, en gran medida sustentaba el orden al interior de la familia. El que


proveía, el varón, era el jefe del hogar, la autoridad. Posición que estaba y aún esta refrendada por
dispositivos legales que le confieren supremacía sobre la mujer y los hijos/as. Con los cambios de
los últimos años se ha hecho visible la precariedad de los varones como proveedores en una
proporción importante de los hogares; ellos no aseguran necesariamente una calidad de vida
aceptable para ese mismo núcleo. En la medida que la autoridad de los varones al interior de la
familia se debilita, se fortalece, en cambio, la de quienes efectivamente aportan con recursos que
aseguren niveles de vida considerados aceptables y esas son, principalmente las mujeres (esposas,
convivientes) y en algunos casos los/as hijos/as mayores.

La separación de lo público con lo privado asociado al género comienza a desmoronarse en el


espacio de la familia, tanto hombres como mujeres deben salir al trabajar remuneradamente y
entra, en los hechos, a cuestionarse la división sexual del trabajo y los «quehaceres» del hogar. La
mujer, en general, ya no sólo asume la crianza y acompañamiento de los hijo/as y la mantención 169
de la vivienda, que estaban en el «acuerdo » original, sino que además se transforma en
proveedora del hogar; según muchos varones «ayudándoles» en la mantención de la familia.

La cercanía física con los hijos/as, que la madre podría haber tenido antes de salir a la «calle» al
trabajo remunerado, se ve afectada. Ella no está «siempre disponible» en un espacio conocido y
familiar. Y además está en contacto con otros hombres que pueden tratar de conquistarla o ella

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dejarse conquistar. La mujer adquiere autonomía del hombre: trabaja remuneradamente, tiene su


dinero, controla su tiempo como no lo hacía antes y puede, si lo estima conveniente, negociar en
una relación de mayor igualdad con el varón.

UNIDAD Esta nueva situación no necesariamente ha llevado a los varones a ocupar el espacio dejado por la
mujeres en el hogar; para ellos sigue siendo el trabajo remunerado su principal ocupación, aunque
se enfrenten a situaciones de inestabilidad laboral y cesantía. En los sectores medios y altos este
espacio es cubierto por personal profesional, tanto en la crianza y acompañamiento de los hijos
como en la mantención de la vivienda, especialmente por el servicio doméstico y, entre aquellos
que tienen más recursos, además por profesores particulares, psicólogos/a, psicopedagogos/as.
Todo normalmente bajo la mirada de la mujer/madre.
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

En los sectores con menos recursos los varones realizan algunas de estas actividades,
especialmente cuando están cesantes o en horarios en los que no les toque trabajar y es señalado
por ellos como una ayuda a la mujer; respondiendo, de alguna manera la «ayuda» que ellas les
hacen cuando proveen.

Paralelamente los varones, en una proporción importante, han visto reducido el espacio de lo
público, de la calle. La identificación con el lugar de trabajo se relativiza, porque la permanencia en
una misma empresa es precaria y se puede prescindir de los servicios de ellos en cualquier
momento; ese ámbito deja, en gran medida, de pertenecerle. El sentido de identidad, solidaridad
institucional y pertenencia se ha visto fuertemente afectado, toda vez que la estabilidad y
continuidad en él quedan al arbitrio de quienes los contratan y compran sus servicios y éstos a su
vez de los grupos que controlan la empresa. La empresa pasa a ser un lugar ajeno para muchos.

Lo mismo ha sucedido con la participación en la política y en los partidos políticos. Luego de largos
años de proscripción de los partidos y de desprestigio de la política la vuelta a ellos ha sido lenta y
el acceso a puestos de representación supone una cantidad importante de recursos económicos y
tiempo (que al final también es dinero, porque son momentos en que no se trabaja) que muy pocos
pueden solventar, sea directamente o a través de terceros con recursos que les apoyen. La política
y los partidos políticos han dejado de ser espacios que involucren activamente a porcentajes
importantes de varones.

Los sindicatos también han dejado de ser, en una medida importante, lugares de encuentro
masivos. Las características de la organización del trabajo, en la economía del nuevo orden, y el
temor a perder trabajos, de por sí inestables, ha alejado a muchos de sus actividades.
170
Los efectos de la política de la dictadura en la desarticulación de las redes sociales y en el
debilitamiento de las organizaciones sociales siguen persistiendo y se visualizan en la escasa
participación de las personas de sectores medios y populares en actividades políticas o
comunitarias; sólo se observaría una mayor dedicación de tiempo a actividades deportivas y
religiosas (Sharim y Silva 1998). En los años recientes se observaría el fortalecimiento del

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movimiento sindical al integrar a sectores hasta hace poco no sindicalizados o distantes de las


organizaciones mayores, entre ellos a mujeres (Bell 2000).

La familia, así, pasa a ser uno de los pocos lugares de pertenencia de los hombres en los que
pueden mantener, en alguna medida, su autoridad, ejerciendo poder cuando lo estiman UNIDAD
pertinente, salvo que se los impidan su pareja y/o hijos/as. Se observa en los varones un interés
creciente por el hogar y deseos de una mayor participación, especialmente en las actividades de
crianza, aunque en muchos casos eso no se lleve a la práctica.

Se visualizan dos procesos paralelos, por un lado las mujeres saliendo al espacio público y por otro
los varones interesándose en el hogar, aunque no necesariamente involucrándose activamente en

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


él.

Los hombres en este nuevo contexto -y sus efectos sobre su vida cotidiana e íntima- ya no hacen
historia; no van raudos por el mundo imponiendo sus dominios sin preguntarse acerca de sus
vivencias e identidades. Por el contrario cada vez les es más difícil sostener esas prácticas y
referentes de la masculinidad que eran parte de su ser hombre. En los años recientes, para
muchos, ese andamiaje comienza a resquebrajarse y las bases que parecían tan sólidas, que se
creía eran parte de la naturaleza y la biología, se visibilizan y más rápido que lento van
desintegrándose.

El referente de la masculinidad, con la que se han sentido identificado y la que han tenido por una
especie de súper yo de la hombría, comienza a distanciarse de la propias vivencias y
subjetividades.

En las investigaciones recientes se ha podido constatar que así como existe una forma de ser varón
que se impone a otras y se ha transformado en hegemónica (para ser «varón” es necesario
identificarse y actuar según ese patrón y los mandatos que están implícitos en él. A partir de ese
modelo de masculinidad a los hombres se les pide que sean así, obligándolos a actuar según esa
manera de ser), también se ha observado que éstos sienten dicho modelo cada vez más lejano y
ajeno a sus propias vidas y sentires ¿Por qué los hombres deben ser/son importantes? ¿Por qué
deben ser/son protectores? ¿Por qué deben ser racionales y controlar sus emociones? ¿Por qué
deben ser/son de la calle? ¿Por qué deben ser/son heterosexuales? ¿Por qué los hombres tienen
que ser/son del trabajo? Para muchos, aunque lo quisiesen, no es posible cumplir con los
mandatos que surgen de esta masculinidad. No tienen los recursos para ser importantes, ni
protectores, y algunos o muchos quieren ser expresivos emocionalmente, compartir la protección y
provisión de la familia autoridad. Otros no son heterosexuales y no ven por qué tienen que seguir 171
aceptando ser discriminados.

III. Crisis, cuestionamientos y recursos de poder

Esta nueva situación a la que se enfrentan los varones, y por supuesto las mujeres, no
necesariamente significa que los hombres hayan perdido sus recursos de poder y que por tanto

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estén dadas las condiciones para que la autonomía de las mujeres y la equidad entre los géneros


estén resueltos o próximo a ser Io.

Pese a que muchos varones constatan que ya no están en condiciones de responder a las
UNIDAD demandas de la masculinidad hegemónica y sus mandatos -que éstos les producen dolores,
molestias y les perturba la vida-, y otros sientan que no corresponden a sus inquietudes y
aspiraciones, los hombres siguen gozando de recursos de poder -significativamente mayores que
las mujeres- que no están dispuestos a dejar (conscientemente o no), porque les dan precisamente
poder y autonomía, pese a que siguen manteniendo la inequidad, impidiendo una mayor
autonomía de las mujeres e incrementan los sentimientos de frustración y malestar en los propios
varones.
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

¿Cuáles son, por tanto, algunos de aquellos procesos y situaciones que confieren poder a los
varones formas a partir de estas identidades de género?

Si nos detenemos en tres ámbitos que tradicionalmente han conferido recursos especiales a los
hombres en relación a las mujeres –autonomía personal, interpretación y construcción de los
cuerpos y el lugar que se ocupa en el núcleo familiar-, no es posible afirmar que los cambios
observados sean tales como para redefinir las relaciones de género.

En el espacio de la autonomía personal se puede mencionar la apropiación de los espacios


públicos, partiendo por la calle propiamente tal. La calle sigue siendo un espacio físico de los
hombres, es peligroso para las mujeres; es allí donde los varones especialmente en la infancia y
adolescencia pueden demostrar sus dotes y someterse a los ritos de iniciación que suponen riesgos
y acciones rayanas en lo aceptado socialmente y en el delito. El asedio, robo, violación están, en
alguna medida, siempre presentes en aquellos espacios que no tienen una protección especial, sea
de los propios vecinos, padres, familia o policía.

La participación activa en política, en organizaciones sindicales está fuertemente controlada por


los varones, quienes manejan las «reglas del juego» y definen espacios y redes de
homosociabilidad que impiden el ingreso de mujeres o al menos limitan su movilidad y ascenso.
Los ejemplos sobran.

La participación en puestos de la mayor jerarquía pública está limitada -salvo las recientes
designaciones de ministras mujeres y subsecretarias en una proporción mayor a la que se estaba
acostumbrado-; son pocas las mujeres en puestos de gerencia, direcciones generales; para que
172 decir de los tribunales de justicias, en sus instancias más altas y de las fuerzas armadas y policía.

El manejo del dinero, es otro recurso que permite la autonomía. Desde la infancia los varones
manejan dinero y pueden comenzar a desarrollar actividades remuneradas desde pequeños, así lo
hacen especialmente los de sectores populares. Encontrar trabajo es más fácil para los varones, lo
que no significa que sea simple. Y con el tiempo, en la medida que la calificación es mayor, las

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diferencias de remuneración entre varones y mujeres se incrementan significativamente según lo


muestran los distintos estudios realizados.

El uso del tiempo, es otro recurso del que disponen con mayor autonomía los varones, desde la
infancia. En la medida que las actividades domésticas, al comienzo y luego la maternidad, con la UNIDAD
crianza y acompañamiento de los hijos, es una «responsabilidad» preferente de las mujeres, parte
importante del tiempo de las mujeres está destinado al hogar, a las tareas reproductivas. Estas se
incrementan cuando además ingresan al mercado de trabajo. No sucede lo mismo con los varones,
que desde pequeños son relativamente autónomos en manejar su tiempo y cuando adultos gran
parte de él lo dedican a trabajar remuneradamente y pueden decidir si se involucran, más, menos o
nada, en actividades domésticas.

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La interpretación y construcción de los cuerpos sigue siendo sexista y heterosexista en relación a
la violencia y la sexualidad. Los cuerpos de los varones son los fuertes, los que defienden, protegen
de la agresión, pero esos mismos cuerpos pueden agredir a aquellos/as que están a su cuidado;
cuerpos que agreden a los/as que deben proteger -que están relativamente indefensos frente a él-,
sea, según afirman los agresores, para mantener su autoridad -una casa e hijos sin autoridad no
tienen futuro- o porque el «genio» de los varones no siempre es controlado por éstos. Pero no se
trata sólo de un cuerpo incontrolable en relación a la violencia, sino que este descontrol de la
corporeidad se da también en la sexualidad de los varones. Una de las «teorías» que es posible
encontrar entre los hombres sobre su cuerpo, el deseo y la sexualidad es la que afirma que los
varones tendrían un «instinto» animal que les llevaría a desear a las mujeres, al igual que los
machos desean a las hembras, para asegurar la reproducción de la especie. El deseo interpretado
como «instinto» se transforma en un impulso que deben saciar para tranquilizar su animalidad y
en ocasiones puede ser más fuerte que la voluntad del propio varón (poseedor de ese cuerpo) para
contenerle, ejerciendo poder y utilizando la fuerza y la violencia para satisfacerle.

Pese a que es evidente que esta interpretación de los cuerpos de los hombres y la construcción de
«teorías» al respecto son productos culturales y no corresponden a la «naturaleza» de los
hombres, para muchos/as siguen siendo válidas, porque no se afirma lo mismo del cuerpo de las
mujeres. Las mujeres no serían “violentas por naturaleza» como los varones, ni tendrían ese
«instinto sexual», por el contrario ellas se violentarían como reacción ante situaciones que siente
agresivas y el deseo les surgiría por el amor que sienten hacia su varón. Con ello se interpretan los
cuerpos, confiriendo a los varones recursos de fuerza física, «genio» e instinto animal, que les es
negado a las mujeres.

Sigue vigente, especialmente en el espacio y discurso público, el que los cuerpos de los hombres 173
tienen que ser heterosexuales, desear a mujeres. Aquellos que no lo son, pasan a ser poseedores
de un cuerpo que es enfermo, abyecto, anormal y por tanto deben ser separados, observados para
que no extiendan su «enfermedad», impedidos de reconocimiento como iguales. El heterosexismo
lleva a los varones a dejar de manifiesto ante terceros/as que no se es homosexual, haciendo todo
tipo de alardes y llevando a cabo acciones que así lo demuestren, incentivando la homofobia en
sus diversas expresiones. Les impide la expresividad emocional y limita las manifestaciones de

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afecto y cercanía física. Y a la vez reprime a los hombres homosexuales a expresar públicamente su


identidad sexual y a una vida social que acepte la diversidad.

Un tercer recurso es el papel del varón en la familia. La teoría de los «roles sexuales» sigue vigente
UNIDAD y para muchos/as es también un atributo de la naturaleza. Se sigue afirmando, aunque cada vez
pierda más fuerza, que la familia se estructura en torno al varón, quien tiene la autoridad, debe
proveer y proteger a su mujer e hijos/as. Una estructura sin orden se desvanece. De allí que basta
que el varón se case o comience a convivir para que, automáticamente, pase a ser quien está en el
vértice de esta estructura. Así además es señalado por la legislación y lo reafirma el derecho
positivo, el Código de Derecho Civil.
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

El tener un hijo asumido/reconocido reafirma el poder del varón, porque obliga a la mujer a
dedicarse a la crianza, sacándola y/o limitando su participación en los espacios de sociabilidad y
autonomía que puede haber tenido: estudios, trabajo remunerado, organizaciones voluntarias.
Para que los varones sean desplazados de ese lugar, es necesario que se les demuestre que no son
capaces de ejercerlo. Esa forma de estructurar la familia, en la cual el varón por el hecho de serlo se
constituye en la autoridad, es un recurso de poder muy importante. Para que la mujer comparta o
asuma esa posición de autoridad debe demostrar tal capacidad, especialmente a través de la
generación de recursos para mantener o mejorar la calidad de vida del núcleo familiar y así acceder
a una posición que le permita negociar con el varón. Sin embargo, en algunos casos pueden pasar
años antes que una mujer llegue a plantear esa situación frente a un hombre. Aunque hay un
cambio muy importante en este sentido; nuestras investigaciones nos dicen que, crecientemente,
las mujeres jóvenes exigen esa igualdad a los varones al momento de iniciar la relación de pareja.

Para concluir

Los cambios macrosociales están afectando las identidades de los varones y sus subjetividades. El
conjunto de procesos que contextualizan la vida cotidiana e íntima de hombres y mujeres no se
retrotraerá a lo que era Chile un cuarto de siglo atrás, por el contrario sigue produciendo y
generando condiciones que alterarán la vida de las personas. En este sentido las bases sobre las
que se habían sostenido las identidades de género, también cambian y más allá de las
subjetividades de las personas estas nuevas condiciones las hacen entrar en crisis, en cuanto
construcciones sociales, aunque no necesariamente como vivencias subjetivas de cada hombre o
mujer. Las identidades sociales de género del orden salarial y la familia nuclear patriarcal entran
en crisis porque ya no es posible sostenerlas como identidades hegemónicas y toda reafirmación
que se haga de ellas en el discurso público, como en la definición de políticas públicas y asignación
174 de recursos no se sabe qué consecuencias tendrán, salvo las antes descritas.

En el espacio de las subjetividades de los hombres no es posible constatar que sus propias
identidades de género estén en crisis; los cambios que han vivido no son observados como
situaciones que han generado y generan nuevas respuestas de parte de ellos. Por el contrario se
miran fundamentalmente como frustraciones, molestias o dolores producto de su capacidad o
incapacidad por adecuarse a las demandas que tiene de su trabajo, su mujer, hijos/as y/o de sus

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propias aspiraciones. Muchas de estas molestias terminan, en aquellos que tienen más medios, en


sesiones de terapia individual o de pareja, esperando allí encontrar respuesta a tales sentires, o en
conversaciones durante el almuerzo, en el bar, un asado, visitando a un/a vidente o tirando cartas.

La identidades sociales de género, que han sido hegemónicas a lo menos en la segunda mitad del UNIDAD
siglo XX están en crisis, pero ello no quiere decir que el orden patriarcal lo esté, como se señaló
antes acerca de los recursos de poder que inequitativamente se distribuyen hombres y mujeres. Es
necesario plantear hipótesis acerca del nuevo orden patriarcal que se estaría empezando a
consolidar y las identidades de género en construcción, que posibilitarían relaciones inequitativas
entre hombres y mujeres y entre los propios varones, tanto desde las subjetividades de las
personas como las política públicas y la asignación de recursos del Estado.

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


Pero también surge como necesidad hacer conciencia de que los problemas que enfrentan en la
vida cotidiana e íntima, tanto varones como mujeres, no sólo son fruto de las relaciones
personales que tengan con otros y otras en su cotidianeidad, ni de sus aspiraciones, deseos,
fantasías, proyectos, sino también - muchas veces son definitorios- de las políticas públicas que
alteran tanto las reglas de convivencia entre las personas, como la posibilidad de acceder a
recursos que se distribuyan equitativamente en el conjunto de la población. Las políticas
macroeconómicas, las asignaciones de recursos del presupuesto nacional, los programas de
vivienda, los planos reguladores de las ciudades, las políticas y programas de seguridad
ciudadana, la reforma educacional, la reforma de la salud, la legislación sobre familia, las
modificaciones al Código del Trabajo tienen consecuencias en las personas, en su vida intima y en
sus subjetividades.

Es importante, para quienes buscamos relaciones más equitativas, democráticas, igualitarias, de


mayor autonomía, cercanía afectiva e intimida entre hombres y mujeres y entre los propios
varones, tratar de dar respuestas a las cuestiones planteadas, construyendo una agenda común,
buscando alianzas, uniendo intereses, juntando recursos. Es fundamental visibilizar a dónde
apuntan los procesos macrosociales en la construcción del orden de género que se comienza de
alguna manera a vislumbrar (y que lo desarrolla muy bien la presentación de María José Moreno en
las páginas que siguen), evaluar las políticas públicas y la asignación de recursos desde una
mirada de género, así como las construcciones que se hacen desde sectores conservadores,
agrupados en organizaciones religiosas, empresariales y medios de comunicación.

Tan importante como lo anterior es fortalecer la actoría social y pública, la ciudadanía de hombres
y mujeres, para exigir que se incorpore a la agenda pública las demandas de equidad y su expresión
en las políticas macro y en la asignación de recursos por el Estado. 175

La equidad de género no sólo es una cuestión atinente a las mujeres, sino a mujeres y hombres; en
esta alianza está la fuerza para establecer un orden más justo, igualitario, que reconozca la
diversidad, más democrático.

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Referencias:

3ª Arriagada, Irma (2000) «Globalización y terciarización: ¿oportunidades para la feminización de


mercados y políticas» en Revista de Ciencias Sociales N° 18, Universidad de la República.
UNIDAD Montevideo, Uruguay.
Bell, Ana (2000) «Hombres: familia y trabajo en las identidades y en las relaciones de géneros»
ponencia en Seminario-taller: «Construyendo estrategias de conciliaci6n familia y trabajo, con
perspectiva de género», de diciembre del 2000 SERNAM Metropolitano-FLACSO. Santiago, Chile.
Castells, Manuel (1999) La era de información: economía, sociedad y cultura. Volumen 11: El poder
de la identidad. Siglo Veintiuno Editores. México.
CEPAL (2000) Las mujeres en Chile en los noventa. Hablan las cifras. CEPAL-SERNAM. Santiago,
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

Chile.
Giddens, Anthony ( 1992) La Transformación de la Intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las
sociedades modernas, Cátedra, Madrid.
Giddens, Anthony ( 1997) La modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época
contemporánea. Ediciones Península, Barcelona.
Katz, Jorge (2000) Reformas estructurales, productividad y conducta tecnológica en América
Latina. Fondo de Cultura Económica / CEPAL. Santiago, Chile.
Oses, Darío (1996) «Los alardes de la virilidad» en Sonia Montecinos y María Elena Acuña
compiladoras Diálogos sobre el género masculino en Chile. Bravo y Allende Editores. Santiago,
Chile.
Olavarría, José (2001a) y todos querían ser (buenos) padres. Varones de Santiago de Chile.
FLACSO. Santiago, Chile.
Olavarría, José (2001b) ¿Hombres a la deriva? Poder, trabajo y sexo. FLACSO. Santiago, Chile.
Sharin, D. y U. Silva (1998) “Familia y reparto de responsabilidades”. SERNAM. Documento Nº 58.
Santiago, Chile.
Valdés, T. y E. Gomáriz (1992) Mujeres Latinoamericanas en cifras: Chile. FLACSO, Instituto de la
Mujer España. Santiago, Chile.
Vergara, Pilar (1990) Políticas hacia la extrema pobreza en Chile 1973/1988. FLACSO. Santiago,
Chile.

176

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EJERCICIO

Dé, al menos, un ejemplo concreto de cómo las instituciones sociales (Familia, Escuela, Iglesia,
Estado), en su acción modeladora de las identidades masculinas, colaboran en la perpetuación de

la dominación de los hombres sobre las mujeres. UNIDAD

Instituciones Ejemplo

Familia

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Escuela

Iglesia

Estado

177

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III.2.2. RELACIONES ENTRE MASCULINIDADES

3ª Se proponen cuatro tipos de relación entre las masculinidades14:

UNIDAD a) Hegemonía:

Derivado del análisis de Gramsci de las relaciones de clases, se refiere a la dinámica cultural por la
cual un grupo exige y sostiene una posición de liderazgo en la vida social. En este sentido habría
una exaltación de una forma de masculinidad sobre otras. La masculinidad hegemónica se puede
definir como la configuración de la “práctica genérica” que encarna la respuesta corrientemente
aceptada al problema del patriarcado, la que garantiza, o sirve para garantizar, la posición
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

dominante de los hombres y la subordinación femenina.

Esto no significa que los portadores más visibles de la masculinidad sean siempre personas
poderosas, pueden ser actores, figuras de fantasía e incluso quienes detentan el poder
institucional, quienes en su vida personal pueden estar lejos de cumplir con el modelo. No
obstante, es común que encontremos una correspondencia entre el ideal cultural y el poder
institucional En todo caso la hegemonía es una relación históricamente móvil y su
cuestionamiento es posible.

b) Subordinación:

La hegemonía supone un tipo de relación con sujetos en situación de dominación y de


subordinación. Un caso representativo lo encontramos en la sociedad donde observamos la
dominación de los hombres heterosexuales y la subordinación de los hombres homosexuales. La
dominación sobre los homosexuales incluye exclusión política y cultural, abuso cultural, violencia
legal, violencia callejera, discriminación callejera y boicots personales. La masculinidad gay no es
la única subordinada: el enclenque, pavo, mariquita, acaramelado, bollito de crema, hijito de
mamá ganso, etc., nos muestra lo obvia de la asociación con lo femenino.

c) Complicidad:

Como dijimos anteriormente es muy difícil que los hombres encajen perfectamente en el modelo
de masculinidad hegemónico. Sin embargo obtienen beneficios de este modelo, un beneficio
patriarcal, una ventaja que obtienen los hombres en general de la subordinación de las mujeres.
Hay entonces una relación de complicidad con el proyecto hegemónico, así, masculinidades
178 construidas en formas que permiten realizar el dividendo patriarcal, sin las tensiones o riesgos de
estar en la primera línea del patriarcado, son cómplices en este sentido. Sería tentador tratar a
estas masculinidades simplemente como versiones pusilánimes de la masculinidad hegemónica
pero sin duda existe una elaboración más compleja detrás de ellas.

14
Connell, R. 1997. “La organización social de la masculinidad.” En: Masculinidad/es. Poder y
crisis, Teresa Valdés y José Olavarría eds. (Santiago, Isis Internacional/Flacso Chile 1997) 31-48.
Disponible en: http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/Connel.pdf

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d) Marginación:

La hegemonía, la subordinación y la complicidad son relaciones de tipo interno al orden de género.


Sin embargo existen otros tipos de estructuras que constituyen tipos de relación más amplias

como son la clase y la etnicidad. En este sentido la clase, la etnicidad u otra estructura cultural UNIDAD
significativa puede convertirse en una parte integral de la dinámica entre las masculinidades
teniendo como resultado muchas veces marginar al indígena, al negro, al pobre. La marginación
será siempre relativa a una autorización por parte de la masculinidad dominante.

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179

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EJERCICIO

3ª Considerando los cuatro tipos de relaciones entre masculinidades planteados por Connell, realice
un ejercicio de posicionamiento describiendo los roles y posiciones por los que transita un hombre
UNIDAD en un día, expresando los distintos tipos de relación que establece con quienes interactúa
(hombres y mujeres).
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

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III.3. CRISIS DE LA MASCULINIDAD

¿Por Qué se Habla de una Crisis de la Masculinidad?



Históricamente han existido tres factores, que en su actuar tanto diferenciado como conjunto, han UNIDAD
sido detonantes de crisis en los modelos masculinos:

1. Las presiones ejercidas por el mundo académico feminista que desde un punto de vista crítico
cuestionaron la masculinidad tradicional. Las demandas feministas tuvieron un gran impacto en
los hombres, no solo por la multiplicidad de materias a las que apuntaron, sino también por la
enorme profundidad de las transformaciones exigidas. Es evidente que gran parte de la crítica

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


afectó a los hombres, ya sea directamente –cuando por ejemplo se les exigió una mayor
responsabilidad en el cuidado de los hijos- o indirectamente –cuando se criticó el modelo
hegemónico patriarcal como responsable de muchas de las formas existentes de discriminación-.
En cualquier caso, es innegable que el feminismo ha generado en muchos hombres la necesidad de
replantear y replantearse muchos elementos constitutivos de la masculinidad. Si bien este proceso
tiene que ver con el convencimiento de los varones de la necesidad de generar relaciones más
equitativas y democráticas con las mujeres, tiene que ver también con que no significa ni un triunfo
ni una derrota para tal o cual género, por el contrario el cuestionamiento de un modelo que
oprime, como hemos visto, tanto a hombres como a mujeres, junto con la propuesta de nuevas
alternativas, es un cambio revolucionario de liberación de la humanidad.

2. Procesos macrosociales que indicaron que el lugar asignado socialmente a las mujeres estaba
modificándose lo que implicó que se modificará también el lugar del varón, ante las mujeres, ante
los otros hombres y ante sí mismo. Destaca aquí, la creciente incorporación de mujeres al trabajo
remunerado (espacio tradicionalmente masculino) que cuestiona el lugar central que el trabajo ha
ocupado tradicionalmente en la construcción de la identidad masculina. Al generarse este “ruido”
al interior del mundo del trabajo, los hombres tienen que resignificarlo, replantear su participación
en él.

3. El planteamiento de que para los hombres el constituirse como tales no era tan “natural” como
parecía, sino que requería de grandes esfuerzos. El avance de los estudios de Masculinidades ha
develado las enormes dificultades que para los varones significa alcanzar la hombría. Es una tarea
que se inicia en la temprana infancia y que no acabará nunca, pues deberá demostrar
permanentemente que “es un hombre hecho y derecho”. Estos planteamientos convergen en un
punto que nos llevan a cuestionar críticamente el concepto tradicional de masculinidad. Los
pilares sobre los que ésta se había construido se desmoronan, en las certezas que antes se tenían 181
ahora aparecen dudas: la rigidez de lo masculino poco a poco se va derrumbando y así, la crisis,
entendida como dinamismo y cambio, se va acentuando.

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III.3.1. ANTERIORES CRISIS DE MASCULINIDAD.

3ª Elizabeth Badinter15 señala la existencia de anteriores “crisis” en la masculinidad, pero que a


diferencia de la actual tendrían un carácter socialmente limitado.
UNIDAD
a) La primera Crisis.

La primera de estas crisis ocurre en Francia e Inglaterra durante los siglos XVII y XVIII, como
reacción a la brutalidad de los hombres de la corte de Enrique IV y de la Fronda (1648-1652). Estas
“proto feministas” conocidas como las Preciosas, mujeres pertenecientes a clases sociales altas,
liberadas de las obligaciones del cuidado maternal, abogaban por un nuevo ideal de mujer que
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

contemplaba la posibilidad de ascenso social y su derecho a la dignidad. Reclamaban el derecho a


saber y atacaban al matrimonio como la obra maestra de la sociedad falocéntrica, proponiendo
uniones basadas en el amor romántico, y no en la conveniencia. Reivindicaban el derecho al placer
y un prototipo de hombre más dulce y femenino. La popularidad del modelo fue un tanto limitada
ya que solo unos pocos hombres, los Preciosos, aceptaron las nuevas reglas, sin embargo tuvo
gran influencia en las altas esferas de la sociedad donde se adoptó una estética y modos de
comportamiento femeninos, lo que significó fuertes debates en torno al significado de lo
masculino los que en Inglaterra encontraron una oposición bastante fuerte. El proceso concluye
con la Revolución de 1789 cuando las mujeres exigen abiertamente sus derechos ciudadanos los
que son negados unánimemente en la Convención, estableciéndose una fuerte separación entre
los géneros y un confinamiento de las mujeres a las labores domésticas y maternales.

b) La segunda Crisis.

La segunda crisis de la masculinidad ocurre a finales del siglo XIX y principios del XX en Estados
Unidos y en Europa. Su contexto es el de una amplia industrialización y consolidación de la
ideología republicana, procesos que facilitan el acceso de las mujeres a la educación y su
consecuente inserción en el trabajo fuera del hogar. Las mujeres exigen igualdad de derechos
frente a sus colegas hombres proclamando “A igual trabajo, igual salario”. Los hombres
reaccionarán de manera hostil frente a estas reivindicaciones y no exclusivamente desde las
posiciones más tradicionales, incluso el movimiento obrero fue temeroso respecto a la
competencia de la mano de obra femenina. Los hombres se sentirán amenazados en su identidad
frente a estas mujeres que quieren “actuar como ellos y ser como ellos”., a lo que se suma el
desarrollo de las máquinas que comienzan a hacer innecesaria la fuerza masculina en los procesos
productivos.
182
Las guerras mundiales resolvieron momentáneamente la crisis permitiendo a los hombres
recuperar su papel tradicional. La hiper virilidad, expresada fuertemente en el fascismo y el
nazismo, en las historias sobre el salvaje oeste y el cow-boy y en deportes violentos como el
béisbol y el fútbol americano, confirieron a los hombres el espacio propicio para engalanarse de la

15
Badinter, E.1992. XY: La Identidad Masculina. Alianza editorial, Madrid: España.

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violencia, recuperando, al menos por un tiempo, la masculinidad amenazada. El advenimiento del


movimiento feminista de los 60-70, sumado a otras causas, como la inserción de las mujeres al
mercado del trabajo, provocará una nueva crisis en la masculinidad, ahora sí generando un quiebre
mucho más fuerte, y obligando a un fuerte replanteamiento de las bases sobre las cuales se
construye la masculinidad. UNIDAD

EJERCICIO

Comente si alguna vez ha escuchado hablar de la crisis de la masculinidad considerando los

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siguientes puntos:

• ¿Qué es lo que considera en crisis?

• ¿A qué grupos afecta de manera específica?

• ¿Quiénes hablan de la crisis?

183

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III.3.2. REPENSAR EL CARÁCTER DE LA CRISIS.

3ª Al estudiar y evaluar las crisis de la masculinidad, es necesario dimensionar constantemente su


magnitud. Podría pensarse que la crisis de la masculinidad es un proceso que opera a nivel de las
UNIDAD identidades individuales de los hombres, lo que significaría que estos estarían tratando de
responder la pregunta ¿quién soy? O ¿soy realmente un hombre? Evidentemente esta es una
pregunta que muchos hombres se realizan, sobretodo en etapas cruciales del ciclo vital en que se
están definiendo ciertos aspectos claves de la identidad masculina (por ejemplo durante la
adolescencia). Sin embargo no es posible hablar de una crisis de la masculinidad, al menos en
términos generales, a partir del cuestionamiento de la identidad individual de unos pocos
hombres. Si la crisis no se explica operando a un nivel de las identidades individuales, se podría
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

proponer una explicación en el ámbito de la identidad social de los varones, sin embargo
nuevamente nos encontramos frente a la dificultad de sostener esta afirmación puesto que
tampoco existe un cuestionamiento de quienes son reconocidos socialmente como hombres.

La crisis puede ser pensada al menos en dos sentidos:

1. En los modelos de masculinidad, debido a que no existe una certeza sobre la legitimidad del
modelo tradicional de masculinidad, enfrentándonos a un escenario social y cultural en el que
compiten distintos modelos masculinos. Esto no quiere decir que sean del todo satisfactorios para
los hombres dado que la multiplicidad no asegura lo atractivo de los mismos.

2. Los provocados por el peso de las demandas de los movimientos feministas que han hecho
cambiar el significado y posición de lo femenino en la relación femenino-masculino, así si uno de
los polos cambia también debe haber transformaciones en el otro.

III.4. MASCULINIDADES EN AMERICA LATINA Y CHILE

En América Latina, los Estudios de Masculinidades han cobrado importancia en fechas recientes
debido a los cambios en las condiciones de vida de las personas, que han hecho surgir la pregunta
por las feminidades y las masculinidades. A diferencia del mundo anglosajón, en Latinoamérica las
primeras reflexiones han sido llevadas a cabo por académicas e investigadoras feministas,
sumándose los varones sólo en etapas posteriores.

Asumir una perspectiva teórica y metodológica que insista en que el concepto de hombre es una
categoría sexuada y que la masculinidad es una construcción cultural e histórica representa un
184 gran desafío, debido a que, sobre los hombres se ha hablado de una manera universal en América
Latina. Cada vez que se ha estudiado sobre: la vida de las mujeres; el ejercicio de los derechos por
parte de las mujeres; el modo en que se construyen las relaciones sociales de etnicidad; las
relaciones de poder, entre otros, se ha también hablado de los hombres. Algunas veces ha sido de
manera directa y otras de manera indirecta, sin llegar a construir la categoría analítica
correspondiente.

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Los estudios acerca de masculinidades publicados en América Latina a fines de la década del


ochenta y en los años noventa, pueden ordenarse de acuerdo a ciertos ejes temáticos que han
orientado el desarrollo del campo de investigación. Estos ejes temáticos se agrupan en tres
grandes secciones16:
UNIDAD
1. Identidades Masculinas. Este eje reúne los trabajos relacionados con:

- Los significados de la masculinidad. Estas investigaciones se han enfrentado al desafío de


conocer y analizar qué significa ser varón y qué consecuencias acarrea el serlo en el contexto
latinoamericano.

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


- Los efectos del contexto social en las identidades masculinas. Desde esta perspectiva se ha
abordado el estudio de las identidades masculinas prestando especial atención a los efectos del
contexto económico, político, social y cultural sobre ellas.

- Las identidades masculinas en el mundo del trabajo. Estas investigaciones se han abocado al
ámbito laboral en tanto espacio que genera identidades socialmente reconocidas y en el cual
inciden las relaciones de género, introduciendo diferencias e inequidades en las ocupaciones
realizadas, en la distribución de los ingresos, en las modalidades laborales y en las evaluaciones de
las actividades realizadas por hombres y mujeres.

- Las masculinidades y las clases sociales. Los trabajos reunidos bajo este subtema presentan
reflexiones conceptuales y resultados de investigaciones empíricas que resaltan las interrelaciones
del género con estructuras como la clase social

- Las masculinidades y las identidades étnico-raciales. Estos estudios han profundizado


conceptualizando a las sociedades latinoamericanas como pluriétnicas y multiculturales e
indagando en las distintas formas en que se construyen las identidades masculinas en los
diferentes grupos étnicos y complejos socioculturales.

2. Masculinidades en el ámbito privado. Los trabajos realizados sobre este eje temático, hacen
referencia a:

- Investigaciones relacionadas con las representaciones y prácticas en torno a la paternidad. En


estas investigaciones surge como tema preponderante la cuestión del padre, la constante
asociación entre masculinidad, paternidad y responsabilidad, señalando la paternidad como el
ámbito al que se le adscribe en forma privilegiada el ejercicio de la responsabilidad y como la forma 185
más acabada de la masculinidad.

-Estudios sobre salud sexual y reproductiva. Son estudios que intentan colmar el vacío de
información sobre los papeles masculinos en los campos de la salud reproductiva y la sexualidad.

16
Viveros, M.2002 De quebradores y cumplidores. CES, Universidad Nacional, Fundación Ford, Profamilia.

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- Las fronteras de la sexualidad masculina. En forma paralela al surgimiento de movimientos


homosexuales, se publica una serie de estudios que han buscado reconstruir los modelos
masculinos en la esfera sexual.

UNIDAD 3. Violencias y Homosociabilidad masculina. Las investigaciones que corresponden a este eje,
plantean reflexiones sobre:

- Las distintas violencias ejercidas por los varones. Uno de los temas ineludibles en relación con la
masculinidad en América Latina es el de las múltiples relaciones que se pueden establecer entre
las masculinidades y las diversas violencias. En efecto, en América Latina, la construcción de las
identidades masculinas se ha realizado en un entorno de violencia histórica y de violencia
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

estructural.

- Los espacios de sociabilidad exclusiva o predominantemente masculina. Los trabajos realizados


sobre este tema abordan las relaciones que entablan los varones entre sí en los espacios públicos,
los espacios simbólicos del poder (del que las mujeres no han formado parte tradicionalmente) y
los espacios exclusivamente masculinos.

En la actualidad conviven modelos tradicionales de identidades masculinas y femeninas, con


modelos más igualitarios que conciben a los seres humanos como individuos libres. Los cambios
que han experimentado las sociedades latinoamericanas en los últimos años producto de la
globalización de la economía, de las nuevas formas de empleo, las reformas neoliberales del
Estado, el surgimiento de los discursos sobre los derechos individuales y colectivos de las
personas, y los procesos de guerra, dictaduras y democratización han afectado el modo en que se
construyen tanto la masculinidad como la feminidad.

El desafío de los Estudios de Masculinidades en América Latina es reflexionar y dar cuenta de


estos cambios, describir las nuevas configuraciones genéricas reconociendo las particularidades
culturales. Esto implica:

• Conocer los modos en que históricamente se han construido determinadas formas de actuar y de
ser de las personas, así como sus significados.

• Reconocer que las relaciones sociales e identidades se encuentran marcadas por distintas
variables como son el género, la raza, la clase, la edad.

186 III.5. PATERNIDADES

Entre los temas que se han trabajado en los estudios de masculinidades, nos interesa ahora
profundizar en el ámbito de las paternidades. Nos preguntamos cómo ha sido definida y estudiada
la paternidad, concordando con Benno de Keijzer, quien plantea que “…más que hablar de
paternidad como un tipo de relación, universal y predeterminada de los hombres con sus hijos e

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hijas, habría que hablar de paternidades, en plural, porque hay formas bastante diversas de ejercer
la misma.”17

III.5.1. APROXIMACIONES A LAS PATERNIDADES



UNIDAD
Para los psicólogos Javier Alatorre y Rafael Luna: “La paternidad es una interpretación del sujeto
que lo ubica en relación con los hijos e hijas y comprende una serie de prácticas y significados. La
posición respecto a ellos comienza mucho antes de que estos nazcan y se transforma desde que se
proyecta el hijo o hija, antes del embarazo, el nacimiento del primer hijo y siguen los cambios con
los nacimientos de los subsecuentes. Los individuos afrontan el nexo de forma distinta
dependiendo del tipo de relación de pareja, si esta es un encuentro ocasional, si son novios, si

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están casados, en una relación extramarital; también de su situación laboral y económica y de su
proyecto respecto a la escuela.”18

La antropóloga y psicóloga Norma Fuller define paternidad “como un campo de prácticas y


significaciones culturales y sociales en torno a la reproducción, al vínculo que se establece o no con
la progenie y al cuidado de los hijos. Este campo de prácticas y significaciones emergen del
entrecruzamiento de los discursos sociales que prescriben valores acerca de lo que es ser padre y
producen guiones de los comportamientos reproductivos y parentales. Estos últimos varían según
el momento del ciclo vital de las personas y según la relación que establezcan con la co-genitora y
con los hijos y las hijas. Asimismo, estas relaciones están marcadas por las jerarquías de edad,
género, clase, raza y etnia.”19

En opinión de Parrini, “los estudios antropológicos e históricos permiten visualizar la variabilidad


histórico cultural de la paternidad y su carácter construido, ligado a determinados contextos
políticos, económicos, sociales; así como a ciertas configuraciones simbólicas e imaginarias. La
paternidad será construida de maneras específicas en cada sociedad, en un momento histórico
dado y será afectada por los procesos socioculturales que se desplieguen en dicho momento. No
hay una respuesta a la paternidad para todas las culturas y sociedades humanas.”20

a) Desde la psicología clínica y social:21

17
De Keijzer, B. “Paternidades y Transición de Género”. En: Fuller 2000 (ed) Paternidades en América Latina,
Perú. Pontificia Universidad Católica del Perú.
18
Alatorre y Luna.2000 “Significados y prácticas de la paternidad en ciudad de México”. En: Fuller (ed) 187
Paternidades en América Latina, Perú. Pontificia Universidad Católica del Perú. 2000.
19
Fuller, N. 2000 “Significados y prácticas de paternidad en varones urbanos del Perú”. En: Fuller (ed)
Paternidades en América Latina, Perú. Pontificia Universidad Católica del Perú.
20
Parrini, R. 2000 “Los Poderes del Padre: Paternidad y Subjetividad Masculina”. En: Olavarría, José y
Rodrigo Parrini, (eds.) Masculinidad/es. Identidad, Sexualidad y Familia. FLACSO-Chile, Universidad Academia
de Humanismo Cristiano, Red de Masculinidad. Santiago: Lom Ediciones. 2000
21
Morales, F. 2001 El Desarrollo y Formación de los Hijos e Hijas desde la Perspectiva del Padre. Documento de
Trabajo. Santiago de Chile: CIDE. 2001

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- Tradición psicoanalítica: se encuentra una rica tradición sobre el rol del padre y de la madre.


Autores clásicos como Freud, Winnicott y Lacan escribieron acerca del rol del padre en el
desarrollo de los niños. Para el primero, la presencia del padre representa la ley y permite resolver
el complejo de edipo del niño varón, posibilitando el desarrollo sano. Winnicott, no obstante darle
UNIDAD una gran primacía al vínculo madre-hijo/a escribe acerca de la importancia del involucramiento del
padre. Estos discursos provenientes de la psicología clínica también han influido en el sentido
común.

- Tradición sistémica: donde el padre ha sido considerado uno de los miembros de la familia
entendida como sistema. A su vez las familias interactúan con otros sistemas sociales. En esta
tradición se ha descrito a las familias y las paternidades en diferentes momentos del ciclo vital
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

personal y familiar, introduciéndose la variable longitudinal. Autores como Bateson y Gottman


han aportado a la comprensión de procesos familiares comunicacionales. Otra de las áreas de
investigación y reflexión donde esta tradición ha hecho un aporte han sido las problemáticas de
violencia intrafamiliar.22

- Tradición socioconstruccionista: en esta perspectiva se incluyen perspectivas como la


etnometodología, la psicología crítica, teorías feministas y las perspectivas de género. La familia
es entendida como discurso, como inserta en relaciones sociales y jerarquías de poder que la
determinan y la influyen. Así, para comprender el ejercicio de la paternidad de un hombre dentro
de una familia habría que atender a las prácticas discursivas y significados que operan en esa
sociedad en particular, a las ideologías sobre la familia, el género y la paternidad, a las relaciones
sociales entre hombres y mujeres, adultos y niños, etc. La tradición feminista ha cuestionado los
prejuicios androcéntricos con que la psicología tradicional ha operado.

b) Desde las ciencias sociales:

Es interesante constatar que para Mara Viveros23 la paternidad ha tenido un abordaje más
negativo que positivo; es decir, desde los problemas que genera la ausencia del padre y no
planteando una reflexión en torno a su presencia, es decir, sobre los valores, actitudes y
expectativas de los varones respecto a esta experiencia. Poco sabemos de los padres
presentes en los hogares, de las condiciones bajo las cuales estos aceptan o rehúsan las
obligaciones y tareas que llevan al desempeño de su rol paterno, y de los significados que
estos varones le atribuyen a la paternidad. Para la autora, la paternidad es un fenómeno
complejo y cambiante, que no se puede comprender sin considerar sus articulaciones con
la maternidad y las relaciones de parentesco; refiere a todos los miembros de una familia,
188 y al lugar social dentro de los órdenes económico, político y sociocultural que dicha familia
ocupa en su entorno.

22
Aarón, A.M., De la Fuente, N., Llanos, M.T. y Machuca, A.1995 Violencia Intrafamiliar Santiago de Chile:
Santiago.
23
Viveros, M. 2002 De Quebradores y Cumplidores. Colombia: CES, Universidad Nacional, Fundación Ford,
Profamilia.

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Norma Fuller24 plantea que la paternidad tiene cuatro dimensiones: natural, en tanto que
prueba definitivamente la virilidad de un varón; doméstica, en tanto inicia una familia y
mantiene una pareja en unión (dimensión definida por el amor y la responsabilidad;
pública, en cuanto el rol del padre es proveer de recursos simbólicos y materiales que

obtiene en la esfera pública, y en cuanto vincula a hijos e hijas con las cuestiones relativas UNIDAD
al espacio público); y trascendental: dimensión que permitiría la perpetuación y la
inmortalidad, por lo que se transforma en la más importante.

También Viveros25, describe tres temporalidades básicas de la paternidad, según los


relatos de sus entrevistados: la primera es la idea de paternidad con la que son
socializados los hombres por sus padres y sus madres; la segunda las paternidad que

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resulta de la práctica de la protección, cuidado y crianza de los hijos e hijas; la tercera trata
de una dimensión proyectiva, donde la paternidad es una actividad trascendente que se
quiere prolongar en el tiempo, y mediante la cual se quiere trascender.

Nos interesa detenernos en lo que se ha descrito como interpretaciones de la paternidad:26


aquellos ejes o espacios subjetivos y prácticos donde los hombres la despliegan. Esta distinción es
interesante porque da cuenta de que en los relatos de los hombres los roles de proveedor y de
autoridad no constituyen toda su experiencia de ser padres, aspecto no siempre considerado por
los investigadores. Las siete relaciones que proponen son las siguientes:

- Relación material-económica: en los relatos de hombres y mujeres aparece que al padre le


corresponde proveer a sus hijos y a su familia. Se trata de un papel necesario pero no suficiente, ya
que su desempeño no convierte al hombre en un buen padre. Cuando la mujer provee se interpreta
como que “ayuda al hombre”.

- Relación doméstica: para las/os entrevistadas/os el espacio de lo doméstico le corresponde


fundamentalmente a la mujer, por naturaleza. De este modo todo lo referido al trabajo en el hogar
sería de su responsabilidad: planchar, lavar, comprar, prepara y servir la comida, criar y cuidar a
las/os hijas/os, etc. Cuando el hombre participa en estas tareas es significado como que “ayuda a
la mujer”.

- Relación formativo-educativa: a los padres les corresponde ser guía morales de sus hijas/os,
transmitir valores y el sentido de lo bueno y lo malo, ser un modelo a seguir. También tienen
responsabilidades en la educación de sus hijas/os, económica, en las tareas escolares y en la
enseñanza del mundo. 189

24
Fuller, N. 2000 Significados y prácticas de paternidad en varones urbanos del Perú. En: Fuller (ed)
Paternidades en América Latina, Perú. Pontificia Universidad Católica del Perú.
25
Viveros, M.2002 De Quebradores y Cumplidores. Colombia: CES, Universidad Nacional, Fundación Ford,
Profamilia.
26
Alatorre y Luna.2000 “Significados y prácticas de la paternidad en ciudad de México”. En: Fuller (ed)
Paternidades en América Latina, Perú. Pontificia Universidad Católica del Perú. 2000.

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- Relación lúdica: las actividades recreativas son otro espacio de vínculo entre los padres y sus


hijas/os. A los hombres les corresponde iniciar y acompañar a sus hijas/os en juegos, paseos,
espectáculos y viajes. -Relación afectiva: hombres y mujeres del estudio otorgaron importancia a
la convivencia de padres con hijos/as, que permite relaciones de apego y afectivas. Alatorre indica
UNIDAD que esta dimensión está poco señalada en los estudios, no obstante que en los relatos aparece que
los hombres quieren mucho a sus hijas e hijos y les demuestran su cariño de múltiples maneras. El
buen padre sería aquel que da afecto, cariño y amor a sus hijas/os.

- Relación de autoridad: en los relatos de los entrevistados aparece también esta categoría que
refiere a la autoridad que se le otorga al padre dentro de la familia y el hogar. Así el hombre tendría
ciertos derechos y privilegios sobre sus hijas e hijos y sobre la mujer, que permiten el control de
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recursos y reproductivo, la obediencia, la jerarquía, el temor reverencial, la violencia, etc. La


autoridad puede provenir subjetivamente de diferentes fuentes tales como el aporte de dinero, la
fuerza física y emocional, el conocimiento, y la violencia.

- Relación de Protección: este es otro espacio de relación entre los padres y sus hijas/os. Los
hombres dan seguridad a su familia ante posibles agresiones, peligros y amenazas.

c) En nuestro propio contexto

La paternidad es una construcción social, histórica y simbólica y no un asunto meramente


biológico. Aún cuando la fecundidad constituya parte importante de la paternidad, su sentido va
mucho más allá de ella. El padre constituye la figura a partir de la cual los niños y niñas construyen
su primera noción de lo masculino, generando diferentes representaciones de la masculinidad
dependiendo de su presencia o ausencia. Sin embargo, la identificación con el padre a menudo es
de tipo posicional más que una identificación general más personalizada.

Es necesario distinguir entre paternidad biológica y paternidad social, definiendo a la segunda


como aquella que proporciona a los hijos la imagen a partir de la cual contrastan y proyectan su
identidad como varón adulto. En muchos casos existe una correspondencia entre ambas
paternidades. Pero para algunos, los modelos paternos son representados por otros hombres, que
no necesariamente son sus padres biológicos, pero que sí operan como referentes de
masculinidad: abuelos, tíos, y hermanos son ejemplos de paternidades sociales que incluso
pueden estar mediadas por instituciones sociales como la Iglesia, el estado o la escuela.

En nuestro país, José Olavarría27 señala que en los últimos años se han realizado “estudios en
190 torno a las identidades masculinas y la paternidad de los varones urbanos en el país y la región que
señalan la existencia de una forma de ser hombre, que se ha constituido en referente y norma de lo
que debe ser un varón. Cabe aquí recordar la llamada Masculinidad Hegemónica a la que ya nos
hemos referido, que identifica a los varones adultos con el trabajo remunerado, y los caracteriza

27
Olavarría, J. 2001 Y Todos Querían ser (Buenos) Padres. Varones de Santiago de Chile en
Conflicto. Santiago de Chile: FLACSO-Chile, Lom Ediciones. 2001

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por constituir una familia, tener hijos, ejercer autoridad y constituirse en los proveedores del


hogar. Sin embargo, como bien sabemos, seguir este modelo es una carga que no muchos hombres
logran por lo que se podría decir que este modelo de masculinidad y paternidad existe más en un
nivel de discurso que de práctica. Esto se confirma en los numerosos abandonos del hogar por
parte del varón, en el hecho de que en muchos casos no son ellos los proveedores sino las mujeres UNIDAD
e hijos/as, y en un debilitamiento de la institución del matrimonio cada vez más visible.

Para Olavarría, entre los mandatos fundamentales en la vida del varón adulto están el del trabajo y
el de la paternidad. La paternidad es concebida como “uno de los pasos fundamentales del
tránsito de la juventud a la adultez”, y como “la culminación del largo rito de iniciación para ser un
“hombre”28. Estos dos mandatos estarían incorporados en las identidades de los hombres desde la

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infancia. Los hombres, entonces, sienten que su vida tiene sentido cuando han formado una
familia y trabajan, es decir, son capaces de cumplir el rol de proveedores.

La construcción cultural histórica de este tipo de paternidad y sus mandatos asociados ha


quedado invisibilizada por la permanencia en el tiempo de esta manera de ser hombre/padre, que
la ha transformado en lo “natural”. Sin embargo, “los cambios sociales, económicos y culturales
acontecidos durante el último cuarto de siglo en la sociedad chilena permiten en gran medida
comprender el cuestionamiento que se hace del referente de masculinidad y paternidad
dominantes y de las prácticas inspiradas en estos patrones, así como las demandas por cambios
que hagan más “humanas”, íntimas, fraternas, colaborativas, igualitarias, tolerantes y
democráticas las relaciones entre hombres y mujeres y entre padres e hijos.”29

A partir de las investigaciones realizadas, se encuentran nuevos discursos y tendencias en cuanto


a la paternidad, en la línea de una mayor vinculación emocional, disponibilidad y proximidad de los
padres, de una democratización de los espacios familiares. Los hombres más jóvenes y los de
mayor escolaridad tendrían más conciencia y deseo de tener discursos y comportamientos en esta
dirección, en opinión de diversos/as autores/as.

191

28
Ibíd.
29
Ibíd.

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LECTURA

3ª BENNO DE KEIJZER

UNIDAD “Paternidad y Transición de Género”. (Extracto)

Del autor: Médico Cirujano egresado de la Universidad nacional Autónoma de México. Cursó
maestría (UNAM), con Maestría de Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e
Historia. Es Doctor en Salud Mental Comunitaria, mismo que cursó en la Universidad
Veracruzana. Es fundador de la organización Salud y Género A.C. con sede en Jalapa, Veracruz.
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Actualmente es coordinador de dicho organismo y docente en la maestría en Psicología y


Desarrollo Comunitario de la Universidad Veracruzana. Desde 2007 es docente–investigador del
Instituto de Salud Pública de la Universidad Veracruzana. Participante y co-coordinador en México
de la red internacional MenEngage (Hombres. equidad y políticas públicas).

Del texto: En este capítulo se busca un acercamiento al fenómeno de la paternidad desde el


reconocimiento de los grandes cambios que están ocurriendo en la actualidad, especialmente en
las relaciones de género. Hablo de un acercamiento puesto que el tema/problema de la paternidad
es relativamente nuevo y ausente incluso en los programas sociales que tienen que ver con niños
y, por lo mismo, estamos ante algo escasamente investigado.

CLAVES DE LECTURA

• Ponga atención en la injerencia de los procesos socio-económicos en la


constitución de los modelos de masculinidad y paternidad.

• Identifique la relación entre modelo de masculinidad y constitución de la


paternidad.

• Reflexiones sobre las consecuencias de los modelos de masculinidad y paternidad


en la calidad de vida de los hombres.

192

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PATERNIDAD Y TRANSICIÓN DE GÉNERO30

En: Schmuckler, Beatriz, Familias y relaciones de género en transformación, Population Co¡uncil y


Edame x., México, 1998.

UNIDAD
Benno de Keijzer

Las paternidades

El tema de la paternidad se entrecruza con otro más amplio: el de las relaciones de género y, por lo
mismo, con el de los procesos de socialización que llevan a la construcción de lo masculino31. El

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campo de estudios de la masculinidad, en si mismo, es también un campo también novedoso y
muy rezagado con respecto a los enormes avances en la reflexión de la construcción de lo
femenino32. Aunque de desarrollo reciente, ya está aportando elementos importantes y nuevas
luces para comprender lo masculino en un mundo rápidamente cambiante. Fenómenos como la
paternidad, la sexualidad, la violencia doméstica y el alcoholismo masculinos ya están emergiendo
como temas de estudio y de reflexión en grupo de hombres en diversos países.

Una primera observación que podemos hacer es que, más que hablar de “paternidad” como un
tipo de relación, universal y predeterminado de los hombres con sus hijos/as, habría que hablar de
“paternidades”, en plural, porque hay formas bastantes diversas de ejercer la misma33. La
paternidad es una posición y función que va cambiando históricamente y tiene variaciones
notables de una cultura a otra, así como en las distintas clases sociales y etnias dentro de un
mismo país. Tiene asimismo, especificidades de acuerdo a nuestra particular historia de vida y, en
el tiempo, significados distintos a lo largo del ciclo de vida de un mismo hombre.

En base a la información disponible, se puede plantear la hipótesis de que, actualmente, se


desarrollan varios procesos simultáneos: algunos apuntan a un fortalecimiento de la paternidad
en ciertos sectores de la sociedad, mientras que en otros sectores se observa el debilitamiento de
la misma.

El segundo caso, por ejemplo, se presenta como un problema importante y ascendente en muchos
países cuando se analiza el escaso involucramiento de los padres en la crianza y en el
mantenimiento de sus hijos/as. Frank Furstenberg, en un estudio sobre pobreza urbana,
encuentra un compromiso económico menor de los padres con sus hijos/as (comparado con el de
sus madres) y una co-residencia con ellos que descendía dramáticamente hacia sus 4 o 5 años de
193
30
Publicado en: Schmuckler, Beatriz, Familias y relaciones de género en transformación, Population Co¡uncil
y Edamex., México, 1998.
31
de Keijzer, Benno, “La salud y la muerte de los hombres”, por publicarse en Acta Sociológica, UNAM, 1995
32
Kimmel, Michael, La producción teórica sobre la masculinidad: nuevos aportes”, en Fin de siglo: género y
cambio civilizatorio, Ediciones de las mujeres, no. 17, Isis Internacional, Santiago, Chile, 1992.
33
de Keijzer, Benno, “Paternidades: el varón como factor de riesgo”, en Maternidad sin Riesgos en Veracruz:
retos y perspectivas, Comité de Maternidad sin Riesgos en Veracruz, Xalapa, 1995.

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edad34. Comparado con madres que también aportan al gasto familiar el aporte de ellas, en


porcentaje de lo ganado, siempre tiende a ser mayor.

En cuanto al tiempo dedicado a los hijos se da un fenómeno similar: estudios hechos en varias
UNIDAD sociedades demuestran que, en promedio, los padres dedican un 25% del tiempo que las madres
dedican. En la medida en que el número de hijos crece va creciendo el tiempo dedicado por la
madre, mientras el tiempo paterno tiende a permanecer el mismo.35

Aunque también existen señas de alguna transición en otro sentido, se sigue reproduciendo la
ideología dominante de que el ámbito del embarazo y el de los hijos, sobre todo pequeños, no
compete a los hombres sino que corresponde como terreno “natural” sólo a las mujeres como
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extensión de su función reproductiva y doméstica. Es común sin embargo, que cuando se da el


involucramiento masculino este sea diferencial, es decir, mayor hacia los hijos varones, aunque
estas diferenciaciones parecen ir disminuyendo entre las nuevas generaciones de padres jóvenes.

En este capítulo haremos un recorrido en relación con las distintas situaciones y formas de
ejercicio de la paternidad. Las paternidades están íntimamente asociadas a ciertas transiciones
que se van dando, a diversos ritmos en nuestras sociedades. Nos referiremos, en especial, a datos
de lo que ocurre en México:

Algunas transiciones

Es evidente que la paternidad se desenvuelve en un contexto de importantes cambios. En las


últimas décadas se han venido dando en México una serie de procesos socioeconómicos y políticos
con repercusiones culturales que modifican las relaciones entre los géneros y la estructura de la
familia los cuales constituyen factores centrales en una crisis de la masculinidad en general y de la
paternidad en particular36. Un primer proceso que tiene ya más de dos décadas en México es el del
deterioro del poder adquisitivo que rompe con el esquema clásico del hombre (padre) como único
proveedor. En el censo de 1990, de más de 16 millones de hogares mexicanos sólo el 51% contaba
con un solo perceptor de ingresos37.

Tenemos la influencia del rápido proceso de urbanización que se ha dado en América Latina, que
en el caso de México, ha hecho que la población urbana aumente de 59 % en 1970 a 73 % en 1990.
Se están dando importantes cambios en la estructura económico-laboral (con la apertura
preferencial de sectores, como la maquila, al empleo femenino). De hecho, de 1970 a 1990 el
crecimiento de la población económicamente activa por sexo ha sido mucho mayor para las
194
34
Engle, Patrice y Alatorre, Javier, Taller sobre paternidad responsable, Mimeo, The Population Council y
International Center for Research on Women, Mayo, 1994.
35
Unicef, p. 13-5.
36
Es necesario reflexionar también en sentido inverso: la forma en que cambios en la relación de pareja y de
familia van modificando la cultura. Ver Schmukler, Beatriz, “Negociaciones de género y estrategias
femeninas en familias populares”, en Revista Paraguaya de Sociología, Año 26, no.74, ene-abr, 1989, p.7-43.
37
INEGI, XI Censo General de Población y Vivienda, 1990.

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mujeres: ha crecido 261 % para ellas comparado con un 104 % para los hombres38. Otro elemento


que influye en las posibilidades de desarrollar una paternidad presencial es la enorme migración,
que es mayoritariamente masculina. Esta migración es de distintos tipos: hacia diversas zonas del
país como jornaleros agrícolas, hacia las ciudades sobre todo en el trabajo de construcción y,
principalmente, hacia los EEUU lo que implica largas ausencias de cientos miles de hombres. UNIDAD

La estructura familiar ha cambiado notablemente en los últimos 20 años, sobre todo en el medio
urbano, a raíz del impacto de los programas de planificación familiar disminuyendo
sustancialmente el número de hijos por pareja. La fecundidad (hijos por mujer) ha bajado de 6.8
(1950-5) a 3.2 (1990-5): menos de la mitad de hijos en 40 años.39 Aún así existen grandes diferencias
entre la fecundidad en la ciudad y el campo, así como por clase social (medidas a través de

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


variables como la escolaridad de la mujer). El acceso a métodos de anticoncepción ha traído
también transformaciones en los patrones de sexualidad entre hombres y mujeres y una mayor
independencia de las últimas.

En los sectores medios de nuestra sociedad se agregan, más claramente que en otros sectores, los
cambios provenientes del feminismo que plantean importantes transformaciones en las relaciones
de pareja y familia, así como en la distribución del trabajo doméstico y extradoméstico. Esto se
articula con el progresivo empoderamiento de las mujeres en una gama creciente de campos y
actividades. En el medio urbano-popular y en el rural ya es posible la detección de cambios por
parte de la mujer: un trabajo de Soledad González muestra como en un poblado en el Valle de
Toluca va en franco aumento la separación por iniciativa de la mujer como una respuesta al
alcoholismo, la violencia y/o la “desobligación” de los maridos40.

Esto podría contrastar con las estadísticas de divorcio en México que no muestran un aumento
muy notable: 2.7 % de matrimonios se divorció en 1940 y el 6 % en 1985.41 Esto es engañoso ya que
el matrimonio no es una institución totalmente establecida en toda la población y, aún en parejas
casadas, muchas de las separaciones no son oficializadas.

Aunque el terreno ganado por las mujeres es claro, el balance de posibilidades a favor de los
hombres es aún muy fuerte. Este empoderamiento femenino está encontrando una escasa y difícil
correspondencia dentro del campo masculino que se exprese en las relaciones de pareja y las
relaciones familiares. ¿Por qué (y cuándo) van los hombres a realizar un movimiento similar al que
han hecho las mujeres hacia el campo de lo público (más valorado), pero en sentido inverso, al
moverse hacia el campo de lo doméstico tan poco valorado? ¿Qué podemos ganar los hombres?

195
38
Instituto de la Mujer y Flacso, Mujeres latinoamericanas en cifras: México, Santiago de Chile, 1995, p. 28.
Idem., p.40.
39
Idem., p. 26.
40
González, Soledad, “Del matrimonio eterno a las mujeres que no aguantan: cambio recientes en familias
rurales”, en Döring, Ma. Teresa, La pareja o hasta que la muerte nos separe ¿ Un sueño imposible ?”,
Fontamara, México, 1994.
41
Instituto de la Mujer/Flacso, p. 33.

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Esta una pregunta que nos lanza Gloria Careaga del PUEG (UNAM) en un reciente Coloquio sobre


Género, organizado por el Comité Nacional de Maternidad sin Riesgos en México.

Estas reflexiones nos llevan a establecer una relación directa y dialéctica entre las relaciones de
UNIDAD género, desarrolladas en la pareja y la familia y el ejercicio concreto de la paternidad. Gran parte de
la calidad de estas relaciones estará dada por la capacidad, sobre todo de los hombres, de
adaptarse a los cambios mencionados y de nuestra apertura a procesos de negociación que lleven
a relaciones de mayor equidad y por ende, de mayor riqueza humana.

Habiendo reconocido algunos de los procesos de transición y la articulación de la paternidad con la


cultura, nos podemos desplazar hacia una caracterización de las diversas paternidades:
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

Una galería de padres:

Aceptando el riesgo que supone toda la tipología haremos un recorrido por las diversas formas en
las que en México y en otros países de Latinoamérica se ejerce, se impone, se huye o se disfruta de
la paternidad. Un primer elemento a recuperar es la diversidad de formas de ejercerla y el hecho de
que la paternidad puede tener significados distintos a lo largo del ciclo de vida de un hombre, lo
mismo que en los ciclos de vida de sus hijos e hijas.

Uno de los ejes que hemos desarrollado en Salud y Género, A.C.42, es precisamente el de la
articulación de la condición masculina con ciertos problemas en los campos de la salud y la
sexualidad. En esencia, intentamos abrir espacios para empezar un análisis de lo masculino, con
hombres, desde una perspectiva de género. Hemos podido realizar trabajo de reflexión con
diversos grupos de hombres tanto del medio urbano como rural. Es curioso que, a pesar del
enorme valor cultural que tiene en México el ser padre o padrote (hasta de los rivales masculinos)
que esta función prácticamente no surja en nuestros diagnósticos participativos con estos
hombres cuando se inquiere sobre las características esenciales de lo que define a un hombre en
sus regiones43. Esto contrasta con la gran frecuencia de otras características o funciones definidas
como “masculinas”:

- el ser jefe

- el ser trabajador y proveedor

- ser fuerte, arriesgado y valiente


196
- ser mujeriego

42
Salud y Género es un equipo de hombres y mujeres que trabaja sobre problemas de género con población
masculina y femenina. Teniendo sedes en Veracruz y Querétaro, ha podido profundizar en la problemática
masculina con apoyo de la Fundación Mac Arthur.
43
La descripción de la metodología usada con hombres aparecerá próximamente en un volumen sobre salud
y sexualidad masculina editado por Mexfam y el Pueg.

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Reconociendo este tipo de contradicciones podemos pasar a los tipos de padre:

Un primer tipo de padre es el ausente o fugitivo, que puede caber en varios subtipos y sobre los
cuales hay diversos aportes. El porcentaje de hogares (con probable subregistro) con una jefatura y

aporte económico único o principal femenino en México ha ido creciendo sostenidamente, de un 13 UNIDAD
% en 1950 a un 17 % en 1990, lo cual supone una ausencia física del padre en uno de cada 5
hogares44. Cabe señalar que estos hogares donde sólo hay madre están fuertemente sobre
representados entre las familias con mayores niveles de pobreza. Hay países en donde esto
aumenta hasta un 40%, como en Nicaragua, donde la problemática se asocia a un alto desempleo
masculino, una iniciación sexual temprana y roles de paternidad poco claros en una cultura en
donde la liga del hombre con su propia madre suele ser más sólida que con su pareja e hijos/as45.

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


En varios países del Caribe los hogares encabezados por mujeres pueden superar al 50% del total
en un contexto conflictivo en el cual los hombres encuentran crecientes dificultades en ser
proveedores y en donde roles alternativos para ellos aún no emergen. Janet Brown, al entrevistar a
estos hombres catalogados de “irresponsables encuentra en ellos mucho dolor, rabia y
confusión”.46 Tenemos dentro de este tipo al “padre soltero” adolescente que nunca formó pareja
y que salió huyendo ante un embarazo inesperado y no deseado. Es un personaje relativamente
desconocido y apenas investigado por los estudiosos de tantos casos de madres adolescentes
solteras. Aunque hay datos que apoyan el temprano abandono, esto puede ser también variable.
Un estudio longitudinal que cuestiona las generalizaciones, realizado por Javier Alatorre en la
ciudad de México, encuentra a estos adolescentes viviendo con la madre adolescente en un 90%
durante el nacimiento y en un 75% hasta 4 años después.47

Al rubro de padres relativamente ausentes hay que agregar las consecuencias de la enorme
migración que se va dando en nuestro país, mayoritariamente masculina y frecuentemente a
distancias que permiten muy escaso contacto con el núcleo familiar. El padre migrante que
frecuentemente es semi-presencial. Suele tener acceso, por temporadas cortas, a intervenir en la
crianza de los hijos, pero se da más una tendencia a la imposición de reglas que, espera, sigan
vigentes durante su ausencia. En rigor, es difícil hablar de una participación y una negociación
cotidiana en relación con la crianza infantil.

Además de esto, tenemos la referencia de hombres en estados como Guanajuato y Michoacán


quienes, quizás con alguna inocencia, pretendan asegurar la fidelidad de sus esposas a través de
embarazos impuestos, frecuentemente anuales. Por otra parte, en la zona de Izúcar de
Matamoros hemos observado que, a medida en que la migración se hace permanente, se tiende a
llevar a la pareja y a los hijos a los E.U., lo cual abre un contexto diferente y otras perspectivas para 197
el desarrollo de la pareja y la paternidad.

44
Instituto de la Mujer Y Flacso, p. 36.
45
Unicef, p.8 y 24
46
Idem., p. 23.
47
Engle y Alatorre, p. 3

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Un padre potencial o tendencialmente ausente es el divorciado. En muchas sociedades, el divorcio


es un fenómeno en ascenso al grado de que en E.U. uno de cada 5 hijos vive en familias
monoparentales y, de ellos, el 90% lo hacen con la madre. Cuando los hijos están con el padre,
tienden a ser los varones y a partir de la preadolescencia48, lo que refuerza nuevamente la idea de
UNIDAD que los niños pequeños son de la madre. Beatriz Shmukler encuentra en sus estudios con familias
urbano-populares en Buenos Aires que las madres siguen acudiendo al padre biológico para
aspectos y decisiones de la crianza, sobre todo donde cierto grado de disciplina es necesaria.49

Con estos padres pueden pasar cosas distintas: hay casos, sobre todo en el medio urbano, en que
se convierten en padres vespertinos o de fin de semana, algo que puede potenciar la relación50. Sin
embargo, en un seguimiento de padres divorciados realizado en EU más del 50% de ellos tiende a
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

perder contacto con los hijos/as, es decir, viéndolos con una frecuencia menor a la de una vez al
mes.51

Hemos empezado por los padres cuyos lazos tienden a ser deficientes o inexistentes. Hay que
señalar aquí la importante distinción entre la paternidad biológica y una paternidad social que
muchos hombres, de hecho, asumen con una buena proporción de estos niños y niñas con padre
relativa o totalmente ausente. Aquí aparecen los abuelos, tíos, hermanos mayores y otros adultos
no consanguíneos que, en muchas ocasiones, cumplen con el rol paterno. Esto puede ser parte
integral de la cultura, como en ciertos grupos rurales en Botswana en los cuales los padres se ven
obligados a migrar hasta por 10 meses al año para trabajar en plantaciones y minas. Al ser familias
matrilocales durante los primeros años de la pareja, el rol paterno es asumido por el abuelo o un
tío materno.52 Otra variante interesante de paternidad social elegida en nuestras sociedades está
dada por la adopción.

En muchas regiones y estratos de nuestro país sigue predominando el modelo de lo que ha sido
hasta ahora el padre o patriarca tradicional. Este padre tradicional es caracterizado por Jim
Kavanaugh53 quien trabaja con familias hispanas en el sur de los Estados Unidos y quien reflexiona
sobre las razones por las que los padres no se acercan a las escuelas de sus hijos/as. Este padre
tradicional:

• Tiene una identificación primaria con la del proveedor de la familia (el que gana el
pan”).

198 48
Badinter, Elizabeth, XY: La identidad masculina, Alianza Editorial, Madrid, 1993.
49
Schmuckler, Beatriz y Di Marco, Graciela, Las madres y la democratización en la Argentina de los noventa,
Ed. Espacios, en prensa, 1995.
50
Una crítica a estos padres, sin embargo, es que les toca la parte fácil de la relación mientras la madre
asume la batalla cotidiana de la crianza, el espacio doméstico, las tareas, la disciplina, etc.
51
Badinter, op. cit.
52
Unicef, p. 19
53
Kavanaugh, Jim, “Involucrando a papá”, Boletín Informativo, no. 7, Fundación Bernard van Leer, La Haya,
julio, 1993

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• Se siente incompetente e incómodo al entrar a terrenos “femeninos” como el


cuidado de niños/as o tareas domésticas.

• Cree que mostrarle cariño a sus hijos/as o recibir apoyo como padres puede
restarle autoridad u hombría. UNIDAD
• No piensa que sea importante involucrarse en el cuidado y desarrollo temprano de
su bebé.

• Si se acerca, lo hará porque es varón y sólo hasta que haya crecido y pueda
comunicarse verbalmente.

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


Complementemos el panorama del patriarca, diciendo que muchos de estos hombres no son un
factor de negociación con la familia, sino un factor de riesgo54 o de limitación para sus parejas e
hijos a través de mecanismos que sólo resumimos aquí brevemente. Uno de ellos es el de la
violencia doméstica protagonizada por una mayor proporción de hombres hacia mujeres e hijos.
Estos son los protagonistas de más del 90% de los casos denunciados de violencia intrafamiliar y
se asocia íntimamente con otro factor de riesgo que es el alcoholismo.

De acuerdo con la experiencia de Manalive (EU) y Coriac (México) los hombres que son educados
para ser patriarcas crecen y funcionan con expectativas de autoridad y de servicio de parte de las
mujeres y de los hijos. Estas expectativas, cuando no son cumplidas, funcionan como marco de
referencia para la agresión a sus familias. Está de sobra decir que, con este tipo de hombre cabe
pensar en subordinación y/o estrategias de resistencia y, en menor grado, de negociación. Parte de
estos padres están en proceso de convertirse en ausentes, para alivio, en muchos casos, de su
pareja y familia.

El padre nuestro que está en los cielos

Muchos varones en edad productiva (y también reproductiva) constituyen también un factor de


riesgo para sí mismos y contribuyen creativa y eficazmente a una mortalidad dos o tres veces
mayor que la mortalidad femenina a partir de la adolescencia y durante toda la etapa productiva,
hasta los 64 años.

Como muestra de esto, tenemos las tres principales causas de muerte masculina en México.
Durante la etapa adulta son los accidentes, los homicidios y la cirrosis hepática (generalmente por
alcohol) contribuyendo a la desaparición física anual de más de 45,000 hombres entre los 15 y 64
años, muchos de ellos padres.55 En los hombres jóvenes hay que destacar la frecuencia del suicidio 199

54
de Keijzer, “El varón como factor de riesgo”, pendiente por publicarse en PUEG/UNAM y Universidad de
Tabasco.
55
Secretaría de Salud, Mortalidad 1992, México, 1994.

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y el enorme aumento del Sida que ya que es tercera causa de muerte de los hombres entre los 25 y
34 años.56 Esta tendencia se repite en la mayor parte de los países de América.
3ª La diferencia en la esperanza de vida al nacer entre hombres y mujeres no es nueva: en 1930 la
UNIDAD mujer vivía en México un año y medio más que el hombre. La diferencia se ha ampliado a casi siete
años en nuestros días. No estamos hablando aquí de un padre fugitivo sino auténticamente y
definitivamente desaparecido por muerte. Esto apunta al hecho de que los hombres pagamos caro
por ciertas ventajas que la sociedad patriarcal nos proporciona.57

Otra medida de este proceso lo constituye la proporción de viudas en la población mexicana: un


11% de las mujeres en el grupo de 45 a 59 años (contra un 2 % de viudos en el mismo grupo). Este
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

porcentaje salta a un 37 % en las mayores de 60 años contra un 12 % de viudos.58

Vayamos ahora hacia otro tipo de transiciones: Luis Leñero acuña el término del “neomachismo”
para mostrar cambios en las actitudes masculinas ante la planificación familiar. Estos hombres,
instalados en una especie de “machismo light” ya no ejercen (o ya no pueden ejercer) el
patriarcado como lo hicieron sus padres y abuelos: ya negocian más las decisiones y “permiten”
que trabaje la mujer fuera de casa (aunque prefieren que ella no gane más que ellos), pero
mantienen un marco de referencia con un claro encuadre machista.59

Este “neomachismo” parece corresponder muy cercanamente al tipo de familia donde ya se


negocia que Shmukler describe en las áreas urbanas de Argentina y que uno puede encontrar en
áreas similares en ciudades mexicanas. Son hombres que se ven enfrentados con una pareja que
ya se ha separado anteriormente, que tiene trabajo remunerado y/o participa en organizaciones
sociales. En estas condiciones el hombre se ve en la necesidad de negociar o de correr el riesgo de
perder a su pareja. Las mujeres en estas familias, anota Schmuckler, tienden a seguir manejando el
discurso tradicional sobre las relaciones familiares y de género, pero han avanzado hacia una
“consciencia práctica” que les permite una mayor cuota de poder y relaciones menos inequitativas
comparado con las familias con estructura francamente autoritaria.60

Una variante más progre del neomachismo es el hombre machistaleninista, con un discurso
igualitario de avanzada combinada con una práctica de género muy rezagada. Este personaje está
muy bien descrito en la exitosa obra de teatro mexicana llamada “Entre Villa y una mujer
desnuda” (de Sabina Berman). También está caracterizado en los testimonios en los que mujeres
militantes comparten los agudos cambios que se dan en su participación a partir de la aparición de
su primer hijo. Su maternidad inmediatamente se convierte en obstáculo para mantener
200
56
El Financiero, México, D.F., 15/1/96, p. 46.
57
de Keijzer, “El varón como factor de riesgo”, ver nota 28.
58
Valdez, Teresa y Gomariz; Enrique, Mujeres latinoamericanas en cifras - México, Flacso y Ministerio de
Asuntos Sociales, Santiago de Chile, 1995.
59
Leñero Otero, Luis, “Los varones ante la planificación familiar”, en Elu, Ma. del Carmen y Langer, Ana,
(edits.), Maternidad sin riesgos en México, IMES, México, 1994.
60
Schmuckler, 1889.

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participación política, mientras la paternidad para su compañero no se constituye en obstáculo


alguno.

En este recuento de paternidades es importante mencionar a los padres que pretenden ser
igualitarios y a veces lo logran. Equivale a los padres “doblantes-amorosos” que describe UNIDAD
Yablonsky quienes desarrollan su capacidad de empatía y logran un acercamiento afectivo
importante con sus hijos/as. Este tipo de padre es una especie en construcción en nuestro país y
parece venir en aumento en ciertos sectores de nuestra sociedad. Aunque ya ha sido claramente
demostrado el efecto benéfico de la relación madre/hijo/a, poco se ha estudiado sobre la influencia
paterna. Los escasos estudios hechos demuestran que el involucramiento paterno desde
temprana edad favorece aspectos tan distintos como el desarrollo físico, sicológico e intelectual

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


del niño, así como de las distintas habilidades y la autoestima.61

Un problema muy práctico es que a la mayoría de los hombres no nos han capacitado ni
sensibilizado para esta tarea. Crecemos como discapacitados para lo doméstico y para el
desarrollo de una paternidad con mayor equidad. El hecho de que los hombres seamos unos
“discapacitados domésticos” no es un problema genético: estamos biológicamente equipados
para desarrollar afectos y habilidades para cuidar niños/as y compartir tareas domésticas sin
menoscabo alguno de nuestra masculinidad.

Los hombres involucrados en la crianza con sus hijos/as lo pueden vivir como pérdida de tiempo y
una contradicción con su trabajo e imagen pública y, simultáneamente, sentir el deseo de una
mayor cercanía y de enfrentar el reto de aprender los múltiples aspectos de la crianza, sin hablar
de lo que este proceso puede significar a nivel del reacomodo de las relaciones de poder en la
pareja.

En nuestra cultura este tipo de padres enfrenta frecuentes críticas y burla de algunas de sus redes
sociales más cercanas, pero también situaciones de exclusión a nivel legal. De este hombre, en
Centroamérica, se dice que “le canta la gallina” y, en México, que es un mandilón, frases que
reflejan mecanismos de control social para que las cosas no cambien.

En el terreno legal, aún con sus deficiencias, lo poco que hay con respecto al cuidado de los/as
hijos/as está referido a la mujer. Si para la madre una falta laboral por razones de enfermedad o
escolares de sus hijos puede tener problemas para ser justificada, en el caso del padre esta falta es
prácticamente impensable.

En países donde la legislación se encuentra muy avanzada, como en Suecia, se dan 15 meses de 201
postparto a la pareja para que ambos negocien como se alternarán (y cuantos meses cada uno) en
el cuidado de su bebé. Aunque se les cubre un 90% del salario, sólo 1 de cada 5 hombres toma la
opción62. Algunos hombres reconocen que esto es por presión de la empresa en la que trabajan o

61
CIMAQ, “Paternidad”, Carpeta para periodistas, borrador, México, DF, 1994.
62
Badinter, op. cit.

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porque pueden ver su carrera laboral afectada (lo cual sucede también con las mujeres). Esto


parece reflejar que una creciente cantidad de hombres europeos acepta compartir tareas con la
madre, pero no la inversión de los papeles.

UNIDAD Estudios, también europeos, muestran como, para empezar, es creciente el número de hombres
que deciden no tener hijos/as aunque formen pareja, como una nueva tendencia también
relacionada con la paternidad. Esto, como ha sucedido con muchas mujeres, muestra la
posibilidad de ser hombres o de ser mujer con plenitud sin la necesidad de pasar la paternidad o
maternidad.

Más raros, pero en aumento, tenemos a los hombres que están en una situación de poder
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

invertido. Un raro ejemplo de estos son los pigmeos Aka en Africa quienes son los que brindan
cariño y contacto físico a los/as niños/as, mientras las madres trabajan afuera y juegan el papel de
disciplinadoras de los mismos. Podemos encontrar hombres con una real o relativa subordinación
en base a una mayor fortaleza económica o psicológica de la mujer. Robert Bly critica al llamado
“soft male” u hombre blando, emparejado con una mujer empoderada y con problemas para ser
asertivo por el miedo a aparecer como macho.63

Y, como parte del futuro, surgen ya las variantes de paternidad de bebés de probeta y de úteros
alquilados. Asimismo, tenemos a las parejas homosexuales con hijos, biológicos o adoptados, que
ya suman varios cientos de miles en varios países.

La paternidad ante los retos de los noventas

En este espacio avanzaremos sobre algunas reflexiones en torno a la paternidad y sus perspectivas
en este fin de milenio. Partiendo de la tipología ya presentada, es importante reconocer que
muchos hombres pueden ser una combinación de rasgos de distintos tipos o que pueden ir
cambiando a lo largo de su vida o en sus actitudes con sus distintos hijos/as. Esto significa que
vemos la paternidad (al igual que la relación de pareja) como un campo especialmente
ambivalente y contradictorio para muchos hombres.

Isabel Nieves, en un trabajo de grupos focales con hombres en Guatemala, detecta la frecuente
contradicción entre discurso y práctica. En los grupos los hombres expresan “un profundo sentido
de responsabilidad paterna por sus hijos” como, por ejemplo, hacerse cargo de ellos/as en el caso
de que sus esposas los/as abandonaran. “Sin embargo, al preguntar sobre sus propias
experiencias, resultó que muchos de estos padres habían tenido hijos con quienes no vivían y a
202 quienes habían dejado de mantener.”64

Yablonsky, en un texto que sistematiza el proceso de la paternidad como se desarrolla en E.U.,


analiza la forma en que ella va cambiando a lo largo del ciclo de vida, centrándose a la relación con

63
Bly, Robert, Hombres de hierro, Ed. Planeta, México, DF, 1992.
64
Engle y Alatorre, p. 4.

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los hijos varones como un vínculo especialmente conflictivo. Los retos, problemas y goces varían
según la edad del hijo: la infancia, la adolescencia y la etapa adulta.65 A este autor, sin embargo, le
falta una etapa sumamente interesante: cuando, hacia la tercera edad del padre, se invierten los
roles y los hijos/as empiezan a hacerse cargo de sus propios progenitores. Esta inversión de roles

se da con ambos progenitores, pero suele ser sumamente conflictiva, sobre todo en relación con el UNIDAD
padre. La calidad de esta etapa reflejará mucho de la calidad de la relación que se tuvo entre padre
e hijos/as en las etapas anteriores.

La variedad de formas en que se es padre tiene que ver no sólo con el contexto actual sino con los
procesos de socialización que, como hombres, recorrimos, disfrutamos y/o padecimos. Estos son
procesos de socialización que arrancan desde la familia, la primera “escuela para ser padres”

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


donde observamos y absorbemos intensivamente las relaciones entre los padres y con los otros
hermanos o hermanas. Esto se continúa en el contacto con la escuela, la vecindad, las diversas
redes sociales, el ámbito del trabajo, los medios de comunicación masiva, el lenguaje, etc. (…)

Es necesario e importante entonces revisar las formas y contextos en que se desenvuelve la


paternidad y las ventajas que se tendrían al hablar de ella al impulsar un mayor involucramiento
masculino. Este tipo de iniciativas ya se promueven en países como Suecia, España y Colombia con
resultados interesantes. Para esto es necesario reconocer el verdadero subdesarrollo masculino no
sólo en la reflexión sobre la paternidad sino, en general, en el campo de los temas de género - un
subdesarrollo que en nuestro país apenas se empieza a reconocer y desafiar. Janice Jackson, de la
Universidad de Guyana, propone la “de-generación” de los roles, es decir, el desligarlos de un
género preasignado, dándoles un carácter neutro, humano.66

Hay que abrir el tema, debatirlo, convocar a los hombres a procesos de reflexión y discusión sobre
la paternidad. En talleres en Xalapa, Veracruz (México) lo hemos hecho en al menos dos aristas:
nuestra experiencia como hijos y nuestra paternidad actual o, incluso, la futura posibilidad de ser
padres. En Colombia se promueve el “paternar” como parte de los programas gubernamentales. A
nuestro sector salud ni a instancias como el DIF se les ha ocurrido diseñar un programa paterno-
infantil ¿Cómo sería? ¿Qué ventajas daría tanto a padres como a hijos/as? ¿Qué significaría para la
paternidad el abrir espacios de participación a los hombres en la atención prenatal y su presencia
en la sala de parto?

El logro de una presencia y participación de los hombres en el ámbito familiar no es deseable en


abstracto, según se desprende de consideraciones hechas en el Taller de Paternidad y el
documento de Unicef. Esta mayor participación puede ser conflictiva también al percibir la mujer la
participación como una intromisión en su ámbito tradicional de poder y/o al darse relaciones de 203
competencia (tan comunes para en hombres) en cuanto a la calidad de la crianza o del trabajo
doméstico. (…)

65
Yablonsky, Lewis, Padre e hijo, El Manual Moderno, México, D.F.
66
Unicef, p. 25

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Reflexionar sobre la paternidad apoya el necesario análisis y trabajo desde ambos géneros que


apunta hacia explicaciones más ricas y complejas de los problemas, analizados desde ambos lados
y a descubrir los factores que crean y reproducen estas desigualdades tanto dentro del campo
masculino como del femenino. También permite descubrir que la desigualdad genérica produce
UNIDAD enajenación y tiene costos para los hombres y que, a partir de dichos costos, se puede realizar un
trabajo preventivo o de cambio con los propios hombres. (…)

A modo de cierre:

Regina Nava, integrante del Seminario de Masculinidad de la UNAM me dio la pauta para cerrar
esta reflexión. Rescató un texto de Federico Arana67 en donde recupera todos o, por lo menos
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

muchísimos, de los sentidos que tiene la palabra “padre” usada como adjetivo en el contexto de la
cultura mexicana.68 Veamos el siguiente cuadro:

PADRE: Bueno, bonito, hermoso, paradigmático, genial, oportuno, notable, entretenido,


útil, único, valioso, válido, mono, nítido, delicado, delicioso, cómodo, certero, colosal,
gracioso, bonanzoso, virtuoso, sobrehumano, mirífico, deseable, original, grandioso, sin
par, singular, milagroso, dichoso, noble, moderno, profundo, pulcro, fantástico, grato,
avanzado, afortunado, tranquilo, sutil, inolvidable, resplandeciente, bello, deleitoso,
correcto, exquisito, fabuloso, vibrante, sensacional, rico, prolijo, vivaz, tierno, esmerado,
ejemplar, chistoso, de buena ley, de marca mayor, llamativo, superior, estupendo,
memorable, artístico, bajado del cielo, holgado, amplio, nuevo, suave, estimable, digno,
despejado, copioso, maravilloso, lustroso, encomiable, sublime, liberal, magno, estético,
distinguido, excelente, cuidado, espléndido, deslumbrante, melifluo, vital, ingenioso,
heroico, majo, laudable, jaranero, lindo, magnífico, agradable, atrevido, asombroso,
romántico, rutilante, sabroso, primoroso, ideal, conveniente, alabable, flamante, apto,
principal, alucinante, fino, glorioso, apetecible, precioso, insuperable, claro, divino,
emocionante, divertido, extenso, novísimo, jovial, loable, interesante, apasionante,
gentil, ingente, enorme, feliz, festivo, adecuado, perfecto, soberbio, educativo, mejor,
lujoso, impecable, peripuesto, conmovedor, irreprochable, apreciable, pasmoso,
favorable, airoso, intachable, inmejorable, prodigioso, fascinante, irresistible, actual,
plausible, confortable, sensual, agraciado, fastuoso, óptimo, admirable, placentero,
ostentoso, victorioso, extraño, atractivo, audaz, portentoso, ameno, primoroso,
acicalado, selecto, sedante, edificante, elegante, dulce, sobrenatural, amable, refinado,
pulido, reluciente, apacible, regio, excelso, recibible, agudo, excitante, encantador, puso,
entonado, espiritual.
204
¿Podremos los hombres, sin ser tan superlativos, o mejor, siendo más modestos, acercar con
nuestra práctica al sustantivo hacia algunos de los significados más valiosos del adjetivo?

67
Arana, Federico, Las Jiras, Joaquín Mortiz, México.
68
Es claro el contraste con el uso del adjetivo “madre” cuyas acepciones, en el lenguaje mexicano,
son mayoritariamente negativas.

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El mundo está cambiando, pero parece que los hombres, en las cuestiones de género y familia, nos


estamos quedando atrás. Aún no logramos percibir claramente que el patriarcado también implica
costos para nuestra cantidad y calidad de vida. La paternidad, al igual que la relación de pareja, se
nos sigue ofreciendo como una excepcional oportunidad para la reflexión, el placer y el cambio.
UNIDAD
Bibliografía

De Barbieri, Teresita, “Sobre la categoría género. Una introducción teórico-metodológica”, en Fin


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EJERCICIO

3ª Considerando lo leído reflexione en torno a los distintos tipos de paternidades activos en nuestro
país. Luego, relaciónelos con los tipos de masculinidad dominantes en nuestra cultura.
UNIDAD
ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES

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RESUMEN DE LAS IDEAS MÁS IMPORTANTES:

• La masculinidad al igual que la feminidad es una construcción cultural e histórica y por


tanto dinámica y sujeta a transformaciones. 3ª
UNIDAD
• La Masculinidad Hegemónica corresponde al modelo tradicional que se erige como la
versión socialmente aceptada de la masculinidad. Es un modelo contradictorio en tanto se
impone como norma pero, al mismo tiempo, impone enormes dificultades para su
consecución, permitiéndosele a los hombres acercamientos más o menos completos al
modelo.

• Existen distintos tipos de relaciones entre masculinidades: de hegemonía, de

ESTUDIOS DE GÉNERO: MASCULINIDADES


subordinación, de complicidad y de marginación.

• Tanto los procesos macro como microsociales pueden generar crisis en los modelos de
masculinidad imperantes llevando a la aceptación de nuevos modelos y a cambios en las
relaciones de género.

• La paternidad, como proceso fundamental en la socialización de los/as niños/as y en el


desarrollo del ciclo vital de los varones, debe entenderse como una construcción social,
cultural e histórica y por ende también como dinámica y sujeta a transformaciones.

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UNIDAD
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