Del Colonialismo A La Globalización
Del Colonialismo A La Globalización
Del Colonialismo A La Globalización
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El asombro y la Antropología
Decimos que es una situación de dominación total en tanto abarca todas las
dimensiones de la realidad social de los pueblos colonizados. Comprende a) la empresa
material, que incluye el control de las tierras y las riquezas, de la población nativa e
impone una economía subordinada a la metrópoli; b) la empresa político-administrativa,
que comprende el control y la imposición de autoridades, de la justicia, la eliminación
de normas jurídicas nativas y la creación de nuevas divisiones territoriales que rompen
las organizaciones políticas autóctonas; y c) la empresa ideológica, que consiste en la
imposición de nuevos dogmas e instituciones, desde una evangelización compulsiva
hasta la exigencia de la aceptación de modelos culturales extranjeros, cuya función será
la de facilitar la dominación por medio de la desposesión y la humillación de la cultura
nativa (Lischetti ibid.).
La situación colonial es el resultado de diferentes etapas. Primero, la conquista y
la apropiación de las tierras usurpadas; luego, la administración del territorio y, por
último, la autonomía política de la colonia, sin romper la estructura de dependencia
económica colonial. Desde el momento del primer contacto se considera lo pre-colonial
como inexistente y lo existente se lo desvaloriza, se lo discrimina o se lo señala como
inferior y exótico, justificando de ese modo la presencia del conquistador y del
administrador (Menéndez 1969). En ese sentido, la situación colonial es percibida por
los colonizadores como una misión civilizadora que explica la inevitabilidad de la
conquista europea, en tanto sociedad portadora de una superioridad total, en lo
tecnológico, lo militar, lo religioso y lo ético. En palabras de Albert Sarrault, un
ideólogo de la doctrina colonial francesa:
Las metrópolis europeas durante el siglo XIX establecieron en sus colonias dos
modelos diferentes de administración política: el gobierno directo y el gobierno
indirecto, de acuerdo con las características de las áreas colonizadas y del grado de
desarrollo de los propios capitalismos. Gran Bretaña, potencia industrial y con escasa
competencia internacional, optó por un tipo de dominación fundamentalmente
económica y con poca incidencia política y militar en las colonias. Mantuvo la
estructura política nativa, limitándose a supervisarla. La teoría colonial británica
planteaba la imposibilidad de interpenetración cultural. Partía del supuesto de la 20
incompatibilidad entre formas culturales tan diferentes, lo que la llevó a la
implementación de una relación colonial basada en el distanciamiento.
En cambio, Francia, que accedió más tardíamente al proceso de industrialización,
ejerció un dominio económico, militar y político directo en las áreas colonizadas que le
permitió hacer frente a la competencia interna y externa de las otras potencias. Para eso
intentó eliminar toda la organización nativa, desde las prácticas religiosas hasta el uso
de la lengua indígena. Su objetivo era la asimilación de los pueblos colonizados a las
formas culturales francesas.
Una y otra forma de colonialismo justificaban y legitimaban la dominación como
una cruzada moral y una misión civilizadora desde dos perspectivas: como
“recuperación” de las áreas territoriales para “beneficio” de la Humanidad y como
forma de llevar y contribuir al “progreso” de los pueblos no europeos (Menéndez 1969).
Los siguientes ejemplos son claramente ilustrativos, uno, desde la literatura y el otro en
la voz de un funcionario colonial:
1
Los boers eran descendientes de antiguos colonos holandeses de Sudáfrica, que fundaron en
1884 las repúblicas de Orange y Transvaal, independientes de la tutela británica. En esa región
se detectaron yacimientos de oro. Los británicos les declararon la guerra para quitarles las
tierras, pero no les fue fácil, ya que recién los vencieron en 1909. Los boers tipificaron una
realidad paradójica: entablaron una guerra de guerrillas en pos de su independencia enfrentando
Antropología – Unidad 1
Es indudable que el que domina nomina (califica), por eso los otros son los
“salvajes” (en su primigenia acepción de lo cercano al mundo de la naturaleza) o
“primitivos” o “bárbaros” (los que no tienen un lenguaje como los hombres y hablan
como los animales).
3
Es importante señalar que el tránsito del feudalismo a los inicios del capitalismo trajo consigo
cambios culturales, tecnológicos, comerciales y políticos, que se habían iniciado en los siglos
anteriores ya que no fue una ruptura abrupta con lo medieval, sino el resultado de todo un
proceso social y económico.
Antropología – Unidad 1
historiadores Stanley y Bárbara Stein: “La edad de oro de España fue un tiempo de
conquista, no de paz; de plata, no de oro” (Stein y Stein 1970:31).
En América la situación colonial adquiere las siguientes características: la
expropiación de las tierras a las comunidades indígenas, una economía basada sobre el
monocultivo y en la explotación organizada alrededor de las plantaciones y la minería,
de carácter monopólico. También se establecieron grandes propiedades, como la
hacienda para abastecer a la economía minera y el trabajo forzado mediante la
servidumbre para la población nativa, organizado principalmente a través del sistema de 20
encomienda y mitas (Menéndez 1969). Los indios fueron explotados como vasallos de
la monarquía española. No serían los únicos explotados: en el siglo XVI, y
particularmente a partir del siglo XVII, se incorporará la mano de obra esclava africana
como fuerza de trabajo en las plantaciones que se extendieron de Brasil a Virginia, en
América del Norte4.
En poco tiempo se despliega un comercio triangular que sirvió para fomentar una
división internacional del trabajo que involucraba a tres continentes: “esclavos de África
a América; minerales y comestibles de América a Europa; bienes manufacturados de
Europa y América a África” (Worsley 1966:12). Desde entonces, la tutela europea del
capital sobre el resto del mundo dejó su impronta hasta ser recientemente superada por
los Estados Unidos.
La conquista, ocupación y administración de la colonia permitió a los españoles
construir una sociedad de superiores e inferiores, de señores y siervos, de blancos y no
blancos. En este escenario político y social de dominación, la mirada europea a través
de los conquistadores, cronistas, viajeros y misioneros dividió el mundo colonizado en
salvajes y civilizados. Comienza, conjuntamente con la conquista, la colonialidad del
saber que legitimará la “acción civilizadora” del hombre blanco.
En esta visión dicotómica, la diversidad cultural encontrada en América quedó
subsumida en una sola categoría: los indios. Antes de la llegada de los europeos no
había “indios”, sino pueblos identificados en singular. Podríamos hablar de identidades
arrebatadas, de culturas desguasadas, que han provocado efectos culturales diversos y
de distinta intensidad en los diferentes pueblos indígenas. Sin embargo, muchos de los
pueblos americanos sometidos recurrieron a la rebelión intermitente, cuando las
circunstancias resultaban favorables o, en algunos casos, a la apropiación de elementos
y prácticas de la cultura ajena, como fue el caso de la incorporación del caballo para
ponerlo al servicio de sus propios intereses. En otros momentos, la permanencia de
prácticas tradicionales re-significadas, como ciertos ritos colectivos en las fiestas
anuales, cumplen con la función de renovar el sentido de pertenencia del grupo y, en la
mayoría de los casos, recuperar la humanidad5 que les fuera arrebatada en este proceso
colonial (Bonfil Batalla 1994:193).
4
Las plantaciones eran empresas que se desarrollaron en zonas subtropicales y tropicales,
especializadas en un solo cultivo orientado a la exportación; utilizaba fuerza de trabajo
dependiente e inmovilizada de esclavos traídos de África contra su voluntad.
5
El concepto de humanidad refiere, en este caso particular, a la idea de un sujeto, de un pueblo
que sometido a una experiencia de dominación y humillación tiene la capacidad de intervenir en
su propio destino con el objetivo de lograr su libertad.
Antropología – Unidad 1
Desde los inicios de la gran industria en la era del maquinismo (1800), hasta los
años posteriores a la Segunda Guerra Mundial (1950), se extiende una segunda fase de
la expansión capitalista, caracterizada por los contrastes entre centros industrializados y
periféricos y que se diferenciará notablemente del momento anterior. No obstante la
colonización de América y del África y la existencia de una economía 20
internacionalizada, hasta mediados del siglo XIX persistían economías sólidamente
organizadas en China, Japón y en el mundo islámico. Estas sociedades son ejemplos de
mundos regionales o de las llamadas economías-mundo, concepto acuñado por el
brasileño Renato Ortiz, cuando hace referencia a aquellos pueblos que pudieron
permanecer fuera de la influencia europea hasta las últimas décadas del siglo XIX,
exceptuando algunos pocos contactos con comerciantes y funcionarios. Es el caso de
Japón, que desarrollaba su economía ligada fundamentalmente al imperio “celestial” de
la China (Ortiz:1999:36).
Según Eric Hobsbawm, recién en el siglo XIX se crea una economía única, que
llega progresivamente a los lugares más remotos, con una red cada vez más extensa de
transacciones comerciales y comunicaciones, que conecta a los países industrializados
entre sí y con el resto del mundo. En realidad, la diferencia entre países “adelantados” y
“atrasados” no existía anteriormente, sino que es una consecuencia directa de la
Revolución Industrial, a partir de la cual se clasifica a las sociedades tomando como
parámetro los niveles de desarrollo tecnológico y material para determinar los grados de
progreso o la civilización de las sociedades.
Esta etapa se caracteriza por nuevos adelantos tecnológicos como el telar
industrial y la máquina de vapor, que se utilizará para la producción, la tracción y las
comunicaciones. Por otro lado, la organización del trabajo en las fábricas producirá un
sensible desplazamiento demográfico hacia los centros donde se instalan esas fábricas.
Y, en consecuencia, las migraciones aumentarán la población de los centros urbanos,
con consecuencias sociales importantes para la clase obrera en su conjunto: las
enfermedades y el hacinamiento acompañarán su cotidianeidad transformando a las
ciudades en ámbitos de contraste extremo entre el esplendor de los que poseen el capital
y la miseria del trabajador y su familia.
El capitalismo industrial en sus diferentes momentos contribuyó a cimentar el
poder político y las fuerzas militares de las naciones que llegaron primero a una
economía basada sobre la industria y que no titubearon en imponer la supremacía de su
tecnología en la guerra. Estas naciones se transformaron en las grandes potencias de los
siglos XIX y XX (Inglaterra, Francia, Alemania y un poco más tarde los Estados Unidos
de Norteamérica).
En las últimas décadas del siglo XIX se produjo en Europa una disminución de la
tasa de ganancia en todas las ramas de la actividad económica, como consecuencia de la
falta de salida suficiente para absorber los productos industriales y los capitales
acumulados; esta crisis condujo a una reestructuración profunda del sistema capitalista.
Desde el punto de vista económico, lo fundamental del proceso es el reemplazo de la
libre competencia por los monopolios, que trajo aparejado el fenómeno del
Antropología – Unidad 1
La realidad colonial que las potencias occidentales legitiman a partir del Congreso
de Berlín de 1885, posibilitará a la Antropología -hacia principios del siglo XX- a abrir
un nuevo campo de conocimiento: la descripción de culturas desconocidas para
Occidente, al “encontrar” su objeto de estudio en las llamadas sociedades “primitivas” 6.
6
A pesar que, la gran mayoría de los trabajos antropológicos eran llevados a cabo en las
regiones colonizadas, algunos antropólogos realizaron investigaciones en la misma Gran
Bretaña en la década de 1890, en comunidades inglesas e irlandesas con el propósito de estudiar
las consecuencias políticas y sociales de la industrialización y urbanización (Gledhill 2000).
Antropología – Unidad 1
La descolonización y la Antropología
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Se puede ver el detalle de estos debates en el capítulo sobre Movimientos Teóricos Posteriores.
Antropología – Unidad 1
Si en las primeras etapas del desarrollo del sistema capitalista los estados europeos
eran los actores principales de la expansión conquistadora, en las últimas décadas los
grandes grupos económicos financieros han ocupado ese lugar. La década del 60 se
puede considerar como una etapa transicional dentro de este sistema social en el que se
establecen nuevas maneras de dominar el mundo (Jameson 1999:18). Algunos de los
fenómenos sociales que la identifican son el neocolonialismo, la expansión de las
empresas multinacionales, el desarrollo fabuloso de redes de información electrónica.
Los cambios políticos y tecnológicos de estos años conducirán a la etapa actual del 20
proceso histórico, al que Frederic Jameson denomina capitalismo tardío, y que se
caracteriza particularmente por el poder hegemónico del capitalismo financiero y del
proceso de globalización.
La globalización (etapa actual de la expansión capitalista iniciada en los siglos XV
y XVI) representa el mundo entendido como un todo, un sistema único, con una
organización mundial a cargo de algunos estados capitalistas poderosos, que se
acrecentó en 1989 con la caída del muro de Berlín, que representó metafóricamente el
fracaso del socialismo soviético. En la actualidad el proceso de globalización es
liderado por los Estados Unidos, tanto en el terreno económico-financiero cuanto en el
militar y comunicacional.
Como hemos señalado el fenómeno de la mundialización no es nuevo y sus raíces
históricas son profundas. Aún así, debemos destacar algunos rasgos de la globalización
que le otorgan originalidad. Primero, el monopolio de la revolución tecnológica en sus
dos vertientes: la informática y la genética, que parecen permitir un ahorro de la fuerza
de trabajo y de las instalaciones requeridas en la etapa anterior del capitalismo. Por otra
parte, los avances tecnológicos en los medios de comunicación y el transporte nos han
hecho tomar conciencia de la globalidad: es posible estar observando a través de un
televisor o en una pantalla conectada a Internet, en el mismo momento que sucede,
desde la participación de nuestro equipo en el Mundial de Fútbol hasta la imagen
aterradora de un avión de línea lleno de pasajeros que choca y destruye los edificios más
emblemáticos de un país del Norte. Estas innovaciones tecnológicas tienen una
influencia extraordinaria en la mundialización de la cultura dominante: computadoras,
conexiones satelitales facilitan la comunicación a escala planetaria, dejando la
trasmisión de la información en manos de algunas pocas cadenas televisivas globales.
Segundo, el control de los flujos financieros que regulan la economía mundial, el
actual flujo de ganancias y transferencias de capital hacia los países centrales en
beneficio del segmento que domina el capital globalizado (transnacional) supera
ampliamente el reducido flujo de capitales hacia los países periféricos (Amin 2003).
Tercero, la extraterritorialidad de los centros de producción de significados y valores
están liberados de los espacios locales y se manifiesta en la americanización del mundo,
irradiada desde la cultura hegemónica. Cuarto, la creciente urbanización como
consecuencia económica y social del sistema capitalista. Y, quinto, la tendencia a la
profundización de la desigualdad en la distribución de las riquezas.
Pero esta imagen de un mundo globalizado, de una “aldea global”, debe
completarse con la imagen invertida de los “otros”, los locales, los sectores o los
conjuntos sociales de los propios países poderosos y de las sociedades dependientes y
más empobrecidas. En otras palabras, al mismo tiempo que se pone en marcha un
proceso de dimensiones planetarias en los negocios, las finanzas, el comercio y en el
Antropología – Unidad 1
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La Antropología y la globalización
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En el año 2001, solamente Europa tenía 19 millones de inmigrantes, 3 millones de ellos,
ilegales.
9
Ver en el capítulo Movimientos teóricos posteriores “los diablos del capitalismo”.
Antropología – Unidad 1
todas ellas asociadas a importantes rituales relacionados con creencias heredadas del
período pre-colonial” (Pires Do Rio Caldeira 1989).
Este desandar por la historia del colonialismo nos enseñó cómo la Antropología se
configura como disciplina a partir de “encontrar” su objeto de estudio en el otro 20
cultural. El aporte de nuestra disciplina y en particular como producto de su praxis (el
estudio empírico en unidades de observación discretas), es el descubrimiento de la
otredad cultural, al recortar inicialmente de la realidad social el espacio de los grupos
étnicos y socioculturales no europeos y de los pueblos campesinos. Estos grupos que, a
lo largo del proceso de descolonización, formarán parte de los pueblos del Tercer
Mundo y recientemente, constituyen el mundo de lo “local”.
El carácter histórico de esta categorización se ha manifestado en los sucesivos
imperios coloniales y además lo veremos reflejado en las escuelas teóricas más
importantes de la Antropología (el evolucionismo, el funcionalismo, el estructural-
funcionalismo británico, el particularismo histórico de la antropología clásica, entre
otras) y en los enfoques de los movimientos teóricos posteriores, a partir de la
descolonización.
Como señalamos al comienzo de este capítulo, la situación colonial creó al
salvaje, al primitivo, al indio, con una imagen invertida a la del europeo. Desde esa
perspectiva, el salvaje “confirmará” la superioridad de la civilización y así el europeo
estigmatizará a los otros como portadores de características inferiores, justificándose a
sí mismo. Estos discursos ideológicos son posibles porque en las relaciones de
dominación se intentan licuar las diferencias en una mirada etnocéntrica, simplificadora
y esencializada (sin cambios, inalterable, cristalizada) de los otros.
En el siglo XIX y desde el evolucionismo, primer paradigma científico de la
Antropología, los otros culturales, los salvajes, son caracterizados como los primitivos,
en una escala de progreso unilineal en donde el punto de llegada es la civilización
occidental. Son representantes de las primeras etapas de la evolución cultural en una
línea de desarrollo tecnológico10. En este momento hace su irrupción la ideología
racista, justificadora de la explotación y la desigualdad a que se somete a los otros.
En las primeras décadas del siglo XX, en el momento en que la Antropología se
consolida como ciencia, los “pueblos primitivos” comienzan a ser percibidos como
“diversos”, “diferentes” a las culturas occidentales. Son observados y caracterizados
como comunidades homogéneas en su estilo particular de vida y a sus miembros se los
concibe como inmersos en redes de armonía y estabilidad 11. Son buenos ejemplos de
esta interpretación los estudios realizados desde las teorías funcionalista y del
particularismo histórico.
Esta representación de las otras culturas conducirá a exagerar la otredad o a
encerrarla en una pura diferencia, sin tomar en cuenta la situación de dominio colonial a
10
Ver evolucionismo.
11
Ver funcionalismo, particularismo histórico y estructural-funcionalismo.
Antropología – Unidad 1
la que están siendo sometidas. En este momento, van a permanecer ocultas las
relaciones de poder y conflicto, que se diluirán en una perspectiva relativista, de
aceptación de las diferencias y negación de la desigualdad. Un ejemplo clásico de esta
perspectiva es la política de defensa del apartheid sudafricano: se justificaba la
discriminación en aras de mantener la diversidad de culturas negras africanas frente a la
cultura blanca europea.
Otro enfoque sobre la diversidad, cercano al anterior y a la Antropología, y
también presente en algunas corrientes filosóficas actuales, consiste en percibir al otro 20
desde el discurso de la tolerancia, que se expresa en estos términos: “tienen derecho a
vivir así”, “están acostumbrados”, “es cultural”. Esta perspectiva relativiza todos los
valores y creencias. Como defensa de la tolerancia, implica la aceptación de la
diversidad en términos de igualdad pero, paradójicamente, también lleva a la aceptación
de realidades sociales opresivas e injustas, despojando a los sujetos (entre ellos a los
científicos) de toda responsabilidad ética frente a esos otros.
La Antropología puede estudiar diferentes problemáticas relacionadas con
instituciones como la familia, las prácticas educativas, políticas, religiosas, los grupos
étnicos, los migrantes urbanos recientes, las realidades barriales, las relaciones de
género, los rituales, e interpretar las diferencias en términos de diversidad cultural. Ha
peleado esforzadamente “para demostrar que la diferencia cultural no recoge lo exótico
y lo extravagante de otras culturas, sino aquello que las distingue culturalmente, sin
dejar de lado las semejanzas de la vida cultural de las sociedades” (Moore 1996:22).
Pero, una vez admitida y aceptada la diversidad cultural, este punto de vista resulta
insuficiente. La interpretación de los fenómenos sociales requiere contextualizar esas
diferencias en los procesos históricos de dominación, explotación y exclusión. Y, aún
más, en las realidades sociales concretas donde se producen. Es importante comprender,
explicar y denunciar cuándo la noción de diversidad oculta las relaciones de poder y
desigualdad presentes en las sociedades.
Antropología – Unidad 1