Objetiv o
Objetiv o
Objetiv o
Esto, aunque pueda parecer lo contrario, es realmente positivo para mejorar el transporte
público ya que permite al usuario prescindir del uso de un vehículo privado al tener acceso
a diferentes medios de transporte en función de necesidad o preferencia.
Para que esto sea posible, los gestores de transporte público se enfrentan al reto de
facilitar la integración entre los diferentes medios de transporte tanto públicos como
compartidos. En la ciudad de Madrid, por ejemplo, la empresa pública que gestiona los
autobuses de la ciudad ha creado más, una aplicación móvil que integra los diferentes
servicios de movilidad de la ciudad, potenciando su uso frente al auto privado.
Datos abiertos.
La gestión de los datos en movilidad es uno de los grandes retos a los que deberán
enfrentarse las ciudades en un futuro cercano. En este sentido, todo apunta a que
compartir los datos del transporte público de forma abierta (aunque anónima, por
supuesto) es beneficioso para todos ya que esto permitirá a terceros desarrollar
aplicaciones y servicios de movilidad que harán la vida más cómoda a los usuarios como
Moovit o Transitscreen.
Adiós al efectivo.
Uno de los retos que deben superar las empresas de transporte público es el de ser
capaces de prescindir del efectivo en los accesos al transporte público. Esta forma de pago
ralentiza los trayectos y es pesado e incómodo andar con efectivo para pagar el bus o el
metro. Sin embargo, ya se está potenciando el pago por contact less, o incluso a través del
smartphone.
Movilidad como servicio.
En el futuro, la movilidad dejará de estar tan relacionada con la propiedad (tener auto,
moto o bicicleta propios) sino más bien por el pago por uso. Los expertos indican que en el
futuro los ciudadanos pagarán por el transporte en función de su uso pudiendo contar con
tarifas planas para moverse en diferentes medios de transporte. Algo similar a la cómo
funciona Netflix o Spotify, pagamos por el servicio en lugar de poseer películas o discos de
música.
Vehículos menos contaminantes.
Es cierto que moverse en transporte público es menos contaminante que hacerlo en un
auto privado, aunque aún hay que seguir mejorando en este aspecto. Es fundamental que
las empresas de transporte público vayan poco a poco sustituyendo los vehículos más
antiguos (y más contaminantes) por otros más nuevos con motores más eficientes (no hay
que olvidar que un motor diésel de 10 años de antiguedad contamina mucho más que el
mismo motor nuevo) ya sean de propulsión eléctrica, de gas natural o incluso híbridos. En
muchas ciudades de América Latina la edad media del parque automotor es demasiado
elevado, superando incluso los 20 años de antiguedad en algunos casos. Esto no solo en la
contaminación, sino también en la seguridad de los pasajeros.