F. Engels - Carlos Marx

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1

Editorial Aurora
Caracas, 2023

Revisión y edición
Carlos Aquino G.

Diagramación
Alejandro Díaz M.

Diseño
Tomás Peraza A.

https://editorialaurora.home.blog
https://issuu.com/editorialaurora

2
CONTENIDO

3
Presentación

A l cumplirse 205 años desde que el 5 de mayo


de 1818 naciera Carlos Marx, es revitalizador
leer y analizar pasajes de su vida y valoraciones
sobre su obra en palabras del más cercano amigo,
colaborador y compañero de luchas que por cua-
tro décadas fue Federico Engelsi.
Quien aspire a asumir la doctrina del comu-
nismo científico y a emular las virtudes de Marx,
debe empezar por entender que no era infalible y
mucho menos un profeta, y que el marxismo no
es un catecismo ni puede recitarse o aplicarse
dogmáticamente.
Marx, además de los trascendentales descu-
brimientos científicos, los extraordinarios estu-
dios filosóficos, políticos, económico-sociales e
históricos, y la infinidad de guías que legó al mo-
vimiento obrero –y que conservan plena vigen-
cia–, se caracterizó en su vida por una sólida
coherencia entre lo que pensaba, lo que decía y lo
que hacía, lo cual era y es muy inusual entre el
hombre común y más todavía en investigadores
y activistas políticos.
En el artículo que ponemos a disposición del
lector, escrito por Engels a mediados de junio de
1877 –poco menos de seis años antes de la muerte

i
«Para apreciar justamente las ideas de Marx, es indispensable conocer las obras de
su más íntimo correligionario y colaborador, Federico Engels. Es imposible com-
prender el marxismo ni exponerlo de un modo completo sin tener en cuenta todas
las obras de Engels.», V.I. Lenin, Obras completas, t. 26, Editorial Progreso, Moscú,
1984, p. 95.
4
de Marx–, destacan varios de estos rasgos distin-
tivos del «genio de Tréveris».
La traducción al españolii la tomamos del ter-
cer volumen de las Obras escogidas en tres tomos
de Marx y Engels (Editorial Progreso, Moscú,
1974).
Finalmente, llamamos la atención sobre algu-
nos detalles formales que se verán a lo largo del
texto. En primer lugar, las cursivas y los parénte-
sis pertenecen al original, mientras que los cor-
chetes denotan adiciones y supresiones hechas
para esta publicación. En segundo lugar, se con-
servaron todas las notas al pie de página de la edi-
ción de Editorial Progreso, y las incorporadas por
nosotros están identificadas como notas de la
Editorial (N. de la Edit.). En tercer lugar, agrega-
mos intertítulos para facilitar la lectura y estudio
del material.

Editorial Aurora
Mayo de 2023.

ii
De su publicación en alemán en el almanaque Volks-Kalender (Brunswick, 1878).
5
C arlos Marx, el hombre que dio por vez pri-
mera una base científica al socialismo, y por
tanto a todo el movimiento obrero de nuestros
días, nació en Tréveris, en 18181. Comenzó a estu-
diar jurisprudencia en Bonn y en Berlín, pero
pronto se entregó exclusivamente al estudio de la
historia y de la filosofía, y se disponía, en 1842, a
habilitarse como profesor de filosofía, cuando el
movimiento político producido después de la
muerte de Federico Guillermo III2 orientó su vida
por otro camino. Los caudillos de la burguesía li-
beral renana, los Camphausen, Hansemann, etc.,
habían fundado en Colonia, con su cooperación,
la Rheinische Zeitung3; y en el otoño de 1842,
Marx, cuya crítica de los debates de la Dieta pro-
vincial renana había producido enorme sensa-
ción, fue colocado a la cabeza del periódico. La
Rheinische Zeitung publicábase, naturalmente,

1
El 5 de mayo. Tréveris (Trier, en alemán), para entonces pertenecía a la provincia
renana (llamada así por el río Rin que la atravesaba), en el extremo occidental
del reino de Prusia (N. de la Edit.)
2
En alemán: Friedrich Wilhelm III (1770-1840). Rey de Prusia desde 1797 hasta su
muerte. Al fallecer lo sucedió su hijo (Federico Guillermo IV) y sobrevino un pe-
ríodo de esperanzas liberales que sería contrarrestado en los años siguientes (N.
de la Edit.)
3
Rheinische Zeitung für Politik, Handel und Gewerbe («Periódico del Rin para cues-
tiones de política, comercio e industria»): diario que se publicó en Colonia del 1
de enero de 1842 al 31 de marzo de 1843. En abril de 1842, Marx comenzó a cola-
borar en él, y en octubre del mismo año pasó a ser uno de sus redactores; Engels
colaboraba también en el periódico.
6
bajo la censura, pero ésta no podía con ella4. El pe-
riódico sacaba adelante casi siempre los artículos
que le interesaba publicar: se empezaba echán-
dole al censor cebo sin importancia para que lo
tachase, hasta que, o cedía por sí mismo, o se veía
obligado a ceder bajo la amenaza de que al día si-
guiente no saldría el periódico. Con diez periódi-
cos que hubieran tenido la misma valentía que la
Rheinische Zeitung y cuyos editores se hubiesen
gastado unos cientos de táleros más en composi-
ción se habría hecho imposible la censura en Ale-
mania ya en 1843. Pero los propietarios de los pe-
riódicos alemanes eran filisteos mezquinos y
miedosos, y la Rheinische Zeitung batallaba sola.
Gastaba a un censor tras otro, hasta que, por úl-
timo, se la sometió a doble censura, debiendo pa-
sar, después de la primera, por otra nueva y defi-
nitiva revisión del Regierungspräsident5. Mas
tampoco esto bastaba. A comienzos de 1843, el
gobierno declaró que no se podía con este perió-
dico, y lo prohibió sin más explicaciones.
Marx, que entretanto se había casado con la
hermana de von Westphalen, el que más tarde
había de ser ministro de la reacción, se trasladó a
París, donde editó con A. Ruge6 los Deutsch-

4
El primer censor de la Rheinische Zeitung fue el consejero de policía Dolleschall,
el mismo que en cierta ocasión había tachado en la Kölnische Zeitung* el anuncio
de la traducción de la Divina Comedia, de Dante, por Philalethes (el que más tarde
había de ser rey Juan de Sajonia), con esta observación: «Con las cosas divinas no
se deben hacer comedias». [F. Engels]
*Kölnische Zeitung («Periódico de Colonia»): diario alemán que se publicó con ese
nombre desde 1802 en Colonia: en el período de la revolución de 1848-1849 y la
reacción que le sucedió reflejaba la política de traición y cobardía de la burguesía
liberal prusiana; en el último tercio del siglo XIX estuvo ligado al partido nacio-
nal-liberal.
5
En Prusia, representante del poder central en la provincia.
6
Arnold Ruge (1802-1880): publicista alemán, joven hegeliano, radical burgués; →
7
Französische Jahrbücher7, en los que inauguró la
serie de sus escritos socialistas, con una Crítica de
la filosofía hegeliana del Derecho. Después, en co-
laboración con F. Engels, publicó La Sagrada Fa-
milia. Contra Bruno Bauer y consortes, crítica sa-
tírica de una de las últimas formas en las que se
había extraviado el idealismo filosófico alemán
de la época.

El estudio de la Economía política y de la his-


toria de la gran Revolución francesa todavía le
dejaba a Marx tiempo para atacar de vez en
cuando al Gobierno prusiano; éste se vengó, con-
siguiendo del ministerio Guizot8, en la prima-
vera9 de 1845 –y parece que el mediador fue el se-
ñor Alejandro de Humboldt–, que se le expulsase
de Francia10. Marx trasladó su residencia a Bruse-
las, donde, en 1847, publicó en lengua francesa la
Miseria de la Filosofía, crítica de la Filosofía de la

→ diputado a la Asamblea Nacional de Fráncfort en 1848, perteneció al ala iz-


quierda; en los años cincuenta, uno de los líderes de la emigración pequeñobur-
guesa alemana en Inglaterra, después de 1866, nacional-liberal (N. de la Edit.)
7
Deutsch-Französische Jahrbücher («Anales franco-alemanes»): se publicaba en Pa-
rís, en alemán, bajo la redacción de C. Marx y A. Ruge. No salió más que el primer
fascículo (doble) en febrero de 1844. En él se publicaron las obras de Carlos Marx:
Contribución al problema hebreo y Contribución a la crítica de la filosofía del Dere-
cho de Hegel. Introducción, así como las de Federico Engels: Esbozos para la crítica
de la Economía Política y Situación de Inglaterra. […] Estas obras marcaban el paso
definitivo de Marx y de Engels del democratismo revolucionario al materialismo
y al comunismo. La causa principal del cese de la publicación del anuario residía
en las divergencias en cuestiones de principio entre Marx y el radical burgués
Ruge.
8
Francisco Pedro Guillermo Guizot (1787-1874): historiador y estadista burgués
francés; después de 1840 hasta 1843 dirigió, de hecho, la política interior y exte-
rior de Francia (N. de la Edit.)
9
En Francia es de mediados de marzo a mediados de junio (N. de la Edit.)
10
El Gobierno francés dispuso la expulsión de Marx de Francia el 16 de enero de
1845 bajo la presión del Gobierno de Prusia.
8
Miseria, de Proudhon11, y, en 1848, su Discurso so-
bre el libre cambio. Al mismo tiempo encontró
ocasión de fundar en Bruselas una Asociación de
obreros alemanes12, con lo que entró en el terreno
de la agitación práctica. Esta adquirió todavía
mayor importancia para él al ingresar en 1847,
en unión de sus amigos políticos, en la Liga de los
Comunistas, liga secreta, que llevaba ya largos
años de existencia. Toda la estructura de esta or-
ganización se transformó radicalmente; la que
hasta entonces había sido una sociedad más o
menos conspirativa, se convirtió en una simple
organización de propaganda comunista –secreta
tan sólo porque las circunstancias lo exigían–, y
fue la primera organización del Partido Socialde-
mócrata Alemán. La Liga existía dondequiera que
hubiese asociaciones de obreros alemanes; en
casi todas estas asociaciones, en Inglaterra, en
Bélgica, en Francia y en Suiza, y en muchas aso-
ciaciones de Alemania, los miembros dirigentes
eran afiliados a la Liga, y la participación de ésta
en el naciente movimiento obrero alemán era
muy considerable. Además, nuestra Liga fue la
primera que destacó, y lo demostró en la práctica,
el carácter internacional de todo el movimiento

11
Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865): publicista, economista y sociólogo francés,
ideólogo de la pequeña burguesía; uno de los fundadores del anarquismo (N. de
la Edit.)
12
La Asociación de Obreros Alemanes en Bruselas fue fundada por Marx y Engels a
fines de agosto de 1847, con el fin de educar políticamente a los obreros alema-
nes residentes en Bélgica y propagar entre ellos las ideas del comunismo cientí-
fico. Bajo la dirección de Marx, Engels y sus compañeros, la Asociación se convir-
tió en un centro legal de unión de los proletarios revolucionarios alemanes en
Bélgica. Los mejores elementos de la Asociación integraban la Organización de
Bruselas de la Liga de los Comunistas. Las actividades de la Asociación de Obre-
ros Alemanes en Bruselas se suspendieron poco después de la revolución de fe-
brero de 1848 en Francia, debido a las detenciones y la expulsión de sus compo-
nentes por la policía belga.
9
obrero; contaba entre sus miembros a ingleses,
belgas, húngaros, polacos, etc., y organizaba,
principalmente en Londres, asambleas obreras
internacionales.
La transformación de la Liga se efectuó en dos
congresos celebrados en 1847, el segundo de los
cuales acordó la redacción y publicación de los
principios del partido, en un manifiesto que ha-
bían de redactar Marx y Engels. Así surgió el Ma-
nifiesto del Partido Comunista13 que apareció por
vez primera en 1848, poco antes de la revolución
de Febrero, y que después ha sido traducido a casi
todos los idiomas europeos.
La Deutsche-Brüsseler-Zeitung14, en la que
Marx colaboraba y en la que se ponían al desnudo
implacablemente las bienaventuranzas policía-
cas de la patria, movió nuevamente al Gobierno
prusiano a maquinar para conseguir la expulsión
de Marx, pero en vano. Mas, cuando la revolución
de Febrero provocó también en Bruselas movi-
mientos populares y parecía ser inminente en
Bélgica una revolución, el Gobierno belga detuvo
a Marx sin contemplaciones y lo expulsó. Entre-
tanto, el gobierno provisional de Francia, por me-
diación de Flocon15, le había invitado a reinte-
grarse a París, invitación que aceptó.

13
Véase: C. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista, Editorial Aurora,
Caracas, 2023 (N. de la Edit.)
14
Deutsche-Brüsseler-Zeitung («Periódico Alemán de Bruselas»): periódico fundado
por los emigrados políticos alemanes en Bruselas; se publicó desde enero de 1847
hasta febrero de 1848. A partir de septiembre de 1847, Marx y Engels colaboraban
permanentemente en él y ejercían una influencia directa en su orientación. Bajo
la dirección de Marx y Engels, se hizo órgano de la Liga de los Comunistas.
15
Ferdinand Flocon (1800-1866): publicista y político francés, demócrata peque-
ñoburgués, uno de los redactores del periódico Réforme, miembro del Gobierno
Provisional en 1848 (N. de la Edit.)
10
En París, se enfrentó ante todo con el barullo
creado entre los alemanes allí residentes, por el
plan de organizar a los obreros alemanes de Fran-
cia en legiones armadas, para introducir con
ellas en Alemania la revolución y la república. De
una parte, era Alemania la que tenía que hacer
por sí misma la revolución, y de otra parte, toda
legión revolucionaria extranjera que se formase
en Francia nacía delatada, por los Lamartines del
gobierno provisional16, al gobierno que se quería
derribar, como ocurrió en Bélgica y en Baden.
Después de la revolución de marzo, Marx se
trasladó a Colonia y fundó allí la Neue Rheinische
Zeitung, que vivió desde el 1 de junio de 1848
hasta el 19 de mayo de 184917. Fue el único perió-
dico que defendió, dentro del movimiento demo-
crático de la época, la posición del proletariado,
cosa que hizo ya, en efecto, al apoyar sin reservas
a los insurrectos de junio de 1848 en París18, lo
que le valió la deserción de casi todos los accio-
nistas. En vano la Kreuz-Zeitung19 señalaba el
«Chimborazo de insolencia»20 con que la Neue
Rheinische Zeitung atacaba todo lo sagrado, desde
el rey y el regente del imperio hasta los gendar-

16
Alphonse de Lamartine (1790-1869): poeta, historiador y político francés; minis-
tro de Negocios Extranjeros y, de hecho, del Gobierno Provisional en 1848, enca-
bezando una corriente liberal enfrentada a los reformadores (N. de la Edit.)
17
Véase: F. Engels, Marx y la Nueva Gaceta Renana, Editorial Aurora, Caracas, 2023
(N. de la Edit.)
18
Insurrección de junio: heroica insurrección de los obreros de París el 23-26 de ju-
nio de 1848, aplastada con excepcional crueldad por la burguesía francesa. Fue
la primera gran guerra civil entre el proletariado y la burguesía.
19
Kreuz-Zeitung («Periódico de la Cruz»): nombre con que se conocía (por llevar en
el título una cruz, emblema de las milicias, el landwehr) el diario alemán Neue
Preussische Zeitung («Nuevo Periódico Prusiano»); se publicó en Berlín desde ju-
nio de 1848 hasta 1939; fue órgano de la camarilla contrarrevolucionaria de la
corte y de los junkers [aristócratas terratenientes] prusianos.
20
Chimborazo: uno de los picos más altos de América del Sur.
11
mes, y esto en una fortaleza prusiana, que tenía
entonces 8.000 hombres de guarnición: en vano
clamaba el coro de filisteos liberales renanos,
vuelto de pronto reaccionario, en vano se suspen-
dió el estado de sitio decretado en Colonia, en el
otoño21 de 1848; en vano el Ministerio de Justicia
del imperio denunciaba desde Fráncfort al fiscal
de Colonia artículo tras artículo, para que se
abriese proceso judicial; el periódico seguía re-
dactándose e imprimiéndose tranquilamente, a
la vista de la Dirección General de Seguridad, y su
difusión y su fama crecían con la violencia de los
ataques contra el gobierno y la burguesía. Al pro-
ducirse, en noviembre de 1848, el golpe de Estado
de Prusia, la Neue Rheinische Zeitung incitaba al
pueblo, en la cabecera de cada número, para que
se negase a pagar los impuestos y contestase a la
violencia con la violencia. Llevado ante el Jurado,
en la primavera22 de 1849, por esto y por otro ar-
tículo, el periódico salió absuelto las dos veces23.
Por fin, al ser aplastadas las insurrecciones de
mayo de 1849, en Dresde y la provincia del Rin24,
y al iniciarse la campaña prusiana contra la insu-
rrección de Baden-Palatinado, mediante la con-

21
En Alemania es de mediados de septiembre a mediados de diciembre (N. de la
Edit.)
22
De mediados de marzo a mediados de junio (N. de la Edit.)
23
«En 1849 Marx publicó en Colonia Dos procesos políticos (dos discursos de Marx
ante el jurado, que lo absolvió, para defenderse de los cargos de haber violado la ley
de prensa y haber incitado a la resistencia armada contra el Gobierno. […])», V.I.
Lenin, Obras completas, t. 26, Editorial Progreso, Moscú, 1984, p. 86 (N. de la Edit.)
24
Se trata de la insurrección armada en Dresde del 3 al 8 de mayo y de las insurrec-
ciones en Alemania del Sur y del Oeste de mayo a julio de 1849 en defensa de la
Constitución imperial aprobada por la Asamblea Nacional de Fráncfort el 28 de
marzo de 1849, pero rechazada por varios Estados alemanes. Las insurrecciones
tenían carácter aislado y espontáneo y fueron aplastadas hacia mediados de ju-
lio de 1849.
12
centración y movilización de grandes contingen-
tes de tropas, el gobierno se creyó lo bastante
fuerte para suprimir por la violencia la Neue Rhe-
inische Zeitung. El último número –impreso en
rojo– apareció el 19 de mayo.
Marx se trasladó nuevamente a París, pero po-
cas semanas después de la manifestación del 13
de junio de 184925 el Gobierno francés lo colocó
ante la alternativa de trasladar su residencia a la
Bretaña o salir de Francia. Optó por esto último y
se fue a Londres, donde ha vivido desde entonces
sin interrupción.

La tentativa de seguir publicando la Neue Rhe-


inische Zeitung en forma de revista (en Ham-
burgo, en 1850)26, hubo de ser abandonada algún
tiempo después, ante la violencia creciente de la
reacción. Inmediatamente después del golpe de
Estado de diciembre de 1851 en Francia, Marx pu-
blicó El 18 Brumario de Luis Bonaparte (Boston,
1852; segunda edición, Hamburgo, 1869, poco an-
tes de la guerra). En 1853, escribió las Revelacio-
nes sobre el proceso de los comunistas en Colonia
(obra impresa primeramente en Basilea, más
tarde en Boston y reeditada recientemente en
Leipzig).

25
El 13 de junio de 1849, en París, el partido pequeñoburgués La Montaña organizó
una manifestación pacífica de protesta contra el envío de tropas francesas para
aplastar la revolución en Italia. La manifestación fue disuelta por las tropas. Mu-
chos líderes de La Montaña fueron arrestados y deportados o tuvieron que emi-
grar de Francia.
26
Neue Rheinische Zeitung, Politisch-ökonomische Revue («Nuevo Periódico del Rin.
Revista político-económica»): revista, órgano teórico de la Liga de los Comunis-
tas, fundada por Marx y Engels. Se publicó desde diciembre de 1849 hasta no-
viembre de 1850; salieron seis números.
13
Después de la condena de los miembros de la
Liga de los Comunistas en Colonia27, Marx se re-
tiró de la agitación política y se consagró, de una
parte, por espacio de diez años, a estudiar a fondo
los ricos tesoros que encerraba la biblioteca del
Museo Británico en materia de Economía polí-
tica, y de otra parte, a colaborar en New-York Tri-
bune28; periódico que, hasta que estalló la guerra
norteamericana de Secesión29, no sólo publicó las
correspondencias firmadas por él, sino también
numerosos artículos editoriales sobre temas eu-
ropeos y asiáticos salidos de su pluma. Sus ata-
ques contra lord Palmerston30, basados en minu-
ciosos estudios de documentos oficiales ingleses,
fueron editados en Londres como folletos de agi-
tación.
Como primer fruto de sus largos años de estu-
dios económicos apareció en 1859 la Contribución
a la crítica de la Economía política. Primer cua-
derno (Berlín, Duncker.) Esta obra contiene la pri-
mera exposición sistemática de la teoría del valor
de Marx, incluyendo la teoría del dinero. Durante

27
Se trata del proceso organizado en Colonia (del 4 de octubre al 12 de noviembre
de 1852) con fines provocativos por el Gobierno de Prusia contra 11 miembros de
la Liga de los Comunistas. Acusados de crimen de alta traición sobre la base de
documentos falsos y perjurios, siete fueron condenados a reclusión en la forta-
leza por plazos de 3 a 6 años.
28
New-York Daily Tribune («Tribuna diaria de Nueva York»): diario progresista bur-
gués que se publicó de 1841 a 1924. Marx y Engels colaboraron en él desde agosto
de 1851 hasta marzo de 1862.
29
La guerra civil de Norteamérica (1861-1865) se llevó a cabo entre los estados in-
dustriales del Norte de EEUU y los sublevados estados esclavistas del Sur, que
querían conservar la esclavitud y resolvieron en 1861 separarse de los estados
del Norte. La guerra fue resultado de la lucha de dos sistemas: el de la esclavitud
y el del trabajo asalariado.
30
Henry John Temple (1784-1865): vizconde de Palmerston; estadista inglés; mi-
nistro de Negocios Extranjeros (1830-1834, 1835-1841 y 1846-1851), ministro del
Interior (1852-1855) y primer ministro (1855-1858 y 1859-1865) (N. de la Edit.)
14
la guerra italiana31, Marx combatió desde las co-
lumnas de Das Volk32, periódico alemán que se
publicaba en Londres, el bonapartismo, que por
entonces se teñía de liberal y se las daba de liber-
tador de las nacionalidades oprimidas, y la polí-
tica prusiana de la época, que, bajo el manto de la
neutralidad, procuraba pescar en río revuelto. A
propósito de esto, hubo de atacar también al se-
ñor Karl Vogt33, que por entonces hacía agitación
en pro de la neutralidad de Alemania, más aún,
de la simpatía de Alemania, por encargo del prín-
cipe Napoleón (Plon-Plon) y a sueldo de Luis Na-
poleón [Napoleón III]. Como Vogt acumulase con-
tra él las calumnias más infames, infundadas a
sabiendas, Marx le contestó en El señor Vogt (Lon-
dres, 1860), donde se desenmascara a Vogt y a los
demás señores de la banda bonapartista de
seudo-demócratas, demostrando con pruebas de
carácter externo e interno que Vogt estaba sobor-
nado por el imperio decembrino. A los diez años
justos, se tuvo la confirmación de esto; en la lista
de las gentes a sueldo del bonapartismo, descu-
bierta en las Tullerías en 187034 y publicada por el

31
La guerra italiana: guerra de Francia y Piamonte contra Austria, desencadenada
por Napoleón III so falso pretexto de liberación de Italia. Lo que quería Napoleón
III, en realidad, era conquistar nuevos territorios y consolidar el régimen bona-
partista en Francia. Sin embargo, asustado por la gran envergadura del movi-
miento de liberación nacional en Italia y empeñado en mantener el fracciona-
miento político de ésta, Napoleón III concertó una paz separada con Austria.
Francia se quedó con Saboya y Niza. Lombardía pasó a pertenecer a Cerdeña, y
Venecia siguió bajo la dominación de Austria.
32
Das Volk («El pueblo»): semanario que se publicó en alemán en Londres desde el
7 de mayo hasta el 20 de agosto de 1859, con la más activa participación de Marx,
el cual fue, en realidad, su redactor a partir de principios de julio.
33
Karl Vogt (1817-1895): naturalista alemán, materialista vulgar, demócrata pe-
queñoburgués; participante de la revolución de 1848-1849 en Alemania; en los
años 50-60, en la emigración, agente secreto de Luis Bonaparte (N. de la Edit.)
34
Trátase del Palacio de las Tullerías, de París, residencia de Napoleón III durante
el Segundo Imperio.
15
gobierno de septiembre35, aparecía en la letra «V»
esta partida: «Vogt: le fueron entregados, en
agosto de 1859… 40.000 francos».
Por fin, en 1867, vio la luz en Hamburgo el
tomo primero de El Capital, Crítica de la Economía
política, la obra principal de Marx, en la que se ex-
ponen las bases de sus ideas económico-socialis-
tas y los rasgos fundamentales de su crítica de la
sociedad existente, del modo de producción capi-
talista y de sus consecuencias36. La segunda edi-
ción de esta obra que hace época se publicó en
1872; el autor se ocupa actualmente de la prepa-
ración del segundo tomo37.
Entretanto, el movimiento obrero de diversos
países de Europa había vuelto a fortalecerse en
tal medida, que Marx pudo pensar en poner en
práctica un deseo acariciado desde hacía largo
tiempo: fundar una asociación obrera que abar-
case los países más adelantados de Europa y
América y que había de personificar, por decirlo
así, el carácter internacional del movimiento so-
cialista tanto ante los propios obreros como ante
los burgueses y los gobiernos, para animar y for-
talecer al proletariado y para atemorizar a sus
enemigos. Dio ocasión para exponer la idea, que

35
El 4 de septiembre de 1870 se produjo un alzamiento revolucionario de las masas
populares que condujo al derrocamiento del régimen del Segundo Imperio, a la
proclamación de la República y a la formación del Gobierno Provisional, en el
que entraron monárquicos, además de republicanos moderados. Este Gobierno,
encabezado por [Louis Jules] Trochu, gobernador militar de París, y [Adolphe]
Thiers, su auténtico inspirador, tomó el camino de la traición nacional y la com-
ponenda alevosa con el enemigo exterior.
36
Véase: V.I. Lenin, Las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo, Edi-
torial Aurora, Caracas, 2022, pp. 9-11 (N. de la Edit.)
37
A la muerte de Marx (14 de marzo de 1883) el segundo y tercer tomo de El Capital
quedaron inconclusos, por lo que Engels, quien conocía bien los estudios y las
concepciones de Marx, asumió la preparación para la imprenta y la publicación
de éstos en 1885 y 1894, respectivamente (N. de la Edit.)
16
fue acogida con entusiasmo, un mitin popular
celebrado en el Saint Martin’s Hall de Londres, el
28 de septiembre de 1864, a favor de Polonia, que
volvía a ser aplastada por Rusia. Quedó fundada
así la Asociación Internacional de los Trabajado-
res38. En la Asamblea se eligió un Consejo General
provisional, con residencia en Londres. El alma
de este Consejo General, como de los que le si-
guieron hasta el Congreso de La Haya39, fue Marx.
Él redactó casi todos los documentos lanzados
por el Consejo General de la Internacional, desde
el Manifiesto Inaugural de 1864, hasta el mani-
fiesto sobre la guerra civil de Francia en 187140.
Exponer la actuación de Marx en la Internacio-
nal, equivaldría a escribir la historia de esta
misma Asociación que, por lo demás, vive todavía
en el recuerdo de los obreros de Europa.
La caída de la Comuna de París colocó a la In-
ternacional en una situación imposible. Viose
empujada al primer plano de la historia europea,
en un momento en que por todas partes tenía
cortada la posibilidad de una acción práctica y
eficaz. Los acontecimientos que la erigían en sép-

38
Conocida también como la Primera Internacional. Se disolvió en 1876 (N. de la
Edit.)
39
El Congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores, de La Haya, se ce-
lebró del 2 al 7 de septiembre de 1872, con la asistencia de 65 delegados de 15
organizaciones nacionales. Dirigían las labores del Congreso Marx y Engels. En
él se dio cima a la lucha de largos años de Marx y Engels y sus compañeros contra
toda clase de sectarismo pequeñoburgués en el movimiento obrero. La actuación
escisionista de los anarquistas fue condenada, y sus líderes expulsados de la In-
ternacional. Los acuerdos del Congreso de La Haya colocaron los cimientos para
la futura fundación de partidos políticos de la clase obrera con existencia propia
en los distintos países.
40
«una de las más importantes obras del comunismo científico, en la que, sobre la
base de la experiencia de la Comuna de París, se desarrollan las principales tesis de
la doctrina marxista sobre la lucha de clases, el Estado, la revolución y la dictadura
del proletariado.», nota 118 en C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en tres tomos,
t. 2, Editorial Progreso, Moscú, 1976, p. 478 (N. de la Edit.)
17
tima gran potencia le impedían, al mismo tiem-
po, movilizar y poner en acción sus fuerzas com-
bativas, so pena de llevar a una derrota infalible
al movimiento obrero y de contenerlo por varios
decenios. Además, por todas partes pugnaban
por colocarse en primera fila elementos que in-
tentaban explotar, para fines de vanidad o de am-
bición personal, la fama, que tan súbitamente
había crecido, de la Asociación, sin comprender
la verdadera situación de la Internacional o sin
preocuparse de ella. Había que tomar una deci-
sión heroica, y fue, como siempre, Marx quien la
tomó y la hizo prosperar en el Congreso de La
Haya. En un acuerdo solemne, la Internacional se
desentendió de toda responsabilidad por los ma-
nejos de los bakuninistas, que eran el eje de aque-
llos elementos insensatos y poco limpios; luego,
ante la imposibilidad de cumplir también, frente
a la reacción general, las exigencias redobladas
que a ella se le planteaban y de mantener en pie
su plena actividad, más que por medio de una se-
rie de sacrificios, que necesariamente habrían
desangrado el movimiento obrero, la Internacio-
nal se retiró provisionalmente de la escena, tras-
ladando a Norteamérica el Consejo General. Los
acontecimientos posteriores han venido a de-
mostrar cuán acertado fue este acuerdo, tantas
veces criticado por entonces y después. De una
parte, quedaron cortadas de raíz, y siguieron cor-
tadas en adelante, las posibilidades de organizar
en nombre de la Internacional vanas intentonas,
y de otra parte, las constantes y estrechas relacio-

18
nes entre los partidos obreros socialistas de los
distintos países demostraban que la conciencia
de la identidad de intereses y de la solidaridad del
proletariado de todos los países, despertada por
la Internacional, llega a imponerse aun sin el en-
lace de una asociación internacional formal que,
por el momento, se había convertido en traba.
Después del Congreso de La Haya, Marx volvió
a encontrar, por fin, tiempo y sosiego para reanu-
dar sus trabajos teóricos, y es de esperar que en
un período de tiempo no muy largo pueda dar a
la imprenta el segundo tomo de El Capital41.

De los muchos e importantes descubrimientos


con que Marx ha inscrito su nombre en la historia
de la ciencia, sólo dos podemos destacar aquí42.
El primero es la revolución que ha llevado a
cabo en toda la concepción de la historia univer-
sal. Hasta aquí, toda la concepción de la historia
descansaba en el supuesto de que las últimas cau-
sas de todas las transformaciones históricas ha-
bían de buscarse en los cambios que se operan en
las ideas de los hombres, y de que de todos los
cambios, los más importantes, los que regían
toda la historia, eran los políticos. No se pregun-
taban de dónde les vienen a los hombres las ideas
ni cuáles son las causas motrices de los cambios
políticos. Sólo en la escuela moderna de los histo-

41
Marx fallecería cinco años y nueve meses después de que Engels escribiera estas
líneas, sin haber culminado la obra. Véase la nota 37 (N. de la Edit.)
42
Véase: F. Engels, Discurso ante la tumba de Marx, Editorial Aurora, Caracas, 2023,
pp. 4-5 (N. de la Edit.)
19
riadores franceses, y en parte también de los in-
gleses, se había impuesto la convicción de que,
por lo menos desde la Edad Media, la causa motriz
de la historia europea era la lucha de la burguesía
en desarrollo contra la nobleza feudal por el po-
der social y político. Pues bien, Marx demostró
que toda la historia de la humanidad, hasta hoy,
es una historia de luchas de clases, que todas las
luchas políticas, tan variadas y complejas, sólo gi-
ran en torno al poder social y político de unas u
otras clases sociales; por parte de las clases viejas,
para conservar el poder, y por parte de las ascen-
dentes clases nuevas, para conquistarlo. Ahora
bien, ¿qué es lo que hace nacer y existir a estas
clases? Las condiciones materiales, tangibles, en
que la sociedad de una época dada produce y
cambia lo necesario para su sustento. La domina-
ción feudal de la Edad Media descansaba en la
economía cerrada de las pequeñas comunidades
campesinas, que cubrían por sí mismas casi to-
das sus necesidades, sin acudir apenas al cambio,
a las que la nobleza belicosa defendía contra el
exterior y daba cohesión nacional o, por lo me-
nos, política. Al surgir las ciudades y con ellas
una industria artesana independiente y un trá-
fico comercial, primero interior y luego interna-
cional, se desarrolló la burguesía urbana, y con-
quistó, luchando contra la nobleza, todavía en la
Edad Media, su incorporación al orden feudal,
como estamento también privilegiado. Pero, con
el descubrimiento de los territorios no europeos,
desde mediados del siglo XV, la burguesía obtuvo

20
una zona comercial mucho más extensa, y, por
tanto, un nuevo acicate para su industria. La in-
dustria artesana fue desplazada en las ramas
más importantes por la manufactura de tipo ya
fabril, y ésta, a su vez, por la gran industria, que
habían hecho posible los inventos del siglo pa-
sado [siglo XVIII], principalmente la máquina de
vapor, y que a su vez repercutió sobre el comer-
cio, desalojando, en los países atrasados, al anti-
guo trabajo manual y creando, en los más adelan-
tados, los modernos medios de comunicación, los
barcos de vapor, los ferrocarriles, el telégrafo
eléctrico. De este modo, la burguesía iba concen-
trando en sus manos, cada vez más, la riqueza so-
cial y el poder social, aunque tardó bastante en
conquistar el poder político, que estaba en manos
de la nobleza y de la monarquía, apoyada en
aquélla. Pero al llegar a cierta fase –en Francia,
desde la gran Revolución–, conquistó también
éste y se convirtió, a su vez, en clase dominante
frente al proletariado y a los pequeños campesi-
nos. Situándose en este punto de vista –siempre
y cuando que se conozca suficientemente la si-
tuación económica de la sociedad en cada época;
conocimientos de que, ciertamente, carecen en
absoluto nuestros historiadores profesionales–,
se explican del modo más sencillo todos los fenó-
menos históricos, y asimismo se explican con la
mayor sencillez los conceptos y las ideas de cada
período histórico, partiendo de las condiciones
económicas de vida y de las relaciones sociales y
políticas de ese período, condicionadas a su vez

21
por aquéllas. Por primera vez se erigía la historia
sobre su verdadera base; el hecho palpable, pero
totalmente desapercibido hasta entonces, de que
el hombre necesita en primer término comer, be-
ber, tener un techo y vestirse, y por tanto, traba-
jar, antes de poder luchar por el mando, hacer po-
lítica, religión, filosofía, etc.; este hecho palpable,
pasaba a ocupar, por fin, el lugar histórico que
por derecho le correspondía.
Para la idea socialista, esta nueva concepción
de la historia tenía una importancia culminante.
Demostraba que toda la historia, hasta hoy, se ha
movido en antagonismos y luchas de clases, que
ha habido siempre clases dominantes y domina-
das, explotadoras y explotadas, y que la gran ma-
yoría de los hombres ha estado siempre conde-
nada a trabajar mucho y disfrutar poco. ¿Por
qué? Sencillamente, porque en todas las fases an-
teriores del desenvolvimiento de la humanidad,
la producción se hallaba todavía en un estado tan
incipiente, que el desarrollo histórico sólo podía
discurrir en esta forma antagónica y el progreso
histórico estaba, en líneas generales, en manos
de una pequeña minoría privilegiada, mientras
la gran masa se hallaba condenada a producir,
trabajando, su mísero sustento y a acrecentar
cada vez más la riqueza de los privilegiados. Pero,
esta misma concepción de la historia, que explica
de un modo tan natural y racional el régimen de
dominación de clase vigente hasta nuestros días,
que de otro modo sólo podía explicarse por la
maldad de los hombres, lleva también a la convic-

22
ción de que con las fuerzas productivas, tan gi-
gantescamente acrecentadas, de los tiempos mo-
dernos, desaparece, por lo menos en los países
más adelantados, hasta el último pretexto para la
división de los hombres en dominantes y domi-
nados, explotadores y explotados; de que la gran
burguesía dominante ha cumplido ya su misión
histórica, de que ya no es capaz de dirigir la socie-
dad y se ha convertido incluso en un obstáculo
para el desarrollo de la producción, como lo de-
muestran las crisis comerciales, y sobre todo el
último gran crac43 y la depresión de la industria
en todos los países; de que la dirección histórica
ha pasado a manos del proletariado, una clase
que, por toda su situación dentro de la sociedad,
sólo puede emanciparse acabando en absoluto
con toda dominación de clase, todo avasalla-
miento y toda explotación; y de que las fuerzas
productivas de la sociedad, que crecen hasta es-
capársele de las manos a la burguesía, sólo están
esperando a que tome posesión de ellas el prole-
tariado asociado, para crear un estado de cosas
que permita a cada miembro de la sociedad par-
ticipar no sólo en la producción, sino también en
la distribución y en la administración de las ri-
quezas sociales, y que, mediante la dirección pla-
nificada de toda la producción, acreciente de tal
modo las fuerzas productivas de la sociedad y su
rendimiento, que se asegure a cada cual, en pro-
porciones cada vez mayores, la satisfacción de to-

43
Trátase de la crisis económica mundial de 1873. En Alemania, la crisis comenzó
con una «grandiosa bancarrota» en mayo de 1873, preludio de la crisis que duró
hasta fines de los años setenta.
23
das sus necesidades razonables.
El segundo descubrimiento importante de
Marx consiste en haber puesto definitivamente
en claro la relación entre el capital y el trabajo; en
otros términos, en haber demostrado cómo se
opera, dentro de la sociedad actual, con el modo
de producción capitalista, la explotación del
obrero por el capitalista. Desde que la Economía
política sentó la tesis de que el trabajo es la fuente
de toda riqueza y de todo valor, era inevitable
esta pregunta: ¿cómo se concilia esto con el he-
cho de que el obrero no perciba la suma total de
valor creada por su trabajo, sino que tenga que
ceder una parte de ella al capitalista? Tanto los
economistas burgueses como los socialistas se es-
forzaban por dar a esta pregunta una contesta-
ción científica sólida; pero en vano, hasta que por
fin apareció Marx con la solución. Esta solución
es la siguiente: El actual modo de producción ca-
pitalista tiene como premisa la existencia de dos
clases sociales: de una parte, los capitalistas, que
se hallan en posesión de los medios de produc-
ción y de sustento, y de otra parte, los proletarios,
que, excluidos de esta posesión, sólo tienen una
mercancía que vender: su fuerza de trabajo, mer-
cancía que, por tanto, no tienen más remedio que
vender, para entrar en posesión de los medios de
sustento más indispensables. Pero el valor de una
mercancía se determina por la cantidad de tra-
bajo socialmente necesario invertido en su pro-
ducción, y también, por tanto en su reproduc-
ción; por consiguiente, el valor de la fuerza de

24
trabajo de un hombre medio durante un día, un
mes, un año, se determina por la cantidad de tra-
bajo plasmada en la cantidad de medios de vida
necesarios para el sustento de esta fuerza de tra-
bajo durante un día, un mes o un año. Suponga-
mos que los medios de vida para un día exigen
seis horas de trabajo para su producción o, lo que
es lo mismo, que el trabajo contenido en ellos re-
presenta una cantidad de trabajo de seis horas;
en este caso, el valor de la fuerza de trabajo du-
rante un día se expresará en una suma de dinero
en la que se plasmen también seis horas de tra-
bajo. Supongamos, además, que el capitalista
para quien trabaja nuestro obrero le paga esta
suma, es decir, el valor íntegro de su fuerza de
trabajo. Ahora bien; si el obrero trabaja seis horas
del día para el capitalista, habrá reembolsado a
éste íntegramente su desembolso: seis horas de
trabajo por seis horas de trabajo. Claro está que
de este modo no quedaría nada para el capita-
lista; por eso éste concibe la cosa de un modo
completamente distinto. Yo, dice él, no he com-
prado la fuerza de trabajo de este obrero por seis
horas, sino por un día completo. Consiguiente-
mente, hace que el obrero trabaje, según las cir-
cunstancias, 8, 10, 12, 14 y más horas, de tal modo
que el producto de la séptima, de la octava y si-
guientes horas es el producto de un trabajo no re-
tribuido, que, por el momento, se embolsa el ca-
pitalista. Por donde el obrero al servicio del capi-
talista no se limita a reponer el valor de su fuerza
de trabajo, que se le paga, sino que, además crea

25
una plusvalía que, por el momento, se apropia el
capitalista y que luego se reparte con arreglo a
determinadas leyes económicas entre toda la
clase capitalista. Esta plusvalía forma el fondo
básico del que emanan la renta del suelo, la ga-
nancia, la acumulación de capital; en una pala-
bra, todas las riquezas consumidas o acumuladas
por las clases que no trabajan. De este modo, se
comprobó que el enriquecimiento de los actuales
capitalistas consiste en la apropiación del trabajo
ajeno no retribuido, ni más ni menos que el de los
esclavistas o el de los señores feudales, que explo-
taban el trabajo de los siervos, y que todas estas
formas de explotación sólo se diferencian por el
distinto modo de apropiarse el trabajo no pagado.
Y con esto, se quitaba la base de todas esas retóri-
cas hipócritas de las clases poseedoras de que
bajo el orden social vigente reinan el derecho y la
justicia, la igualdad de derechos y deberes y la ar-
monía general de intereses. Y la sociedad bur-
guesa actual se desenmascaraba, no menos que
las que la antecedieron, como un establecimiento
grandioso montado para la explotación de la in-
mensa mayoría del pueblo por una minoría insig-
nificante y cada vez más reducida.
Estos dos importantes hechos sirven de base al
socialismo moderno, al socialismo científico. En
el segundo tomo de El Capital se desarrollan estos
y otros descubrimientos científicos no menos
importantes relativos al sistema social capita-
lista, con lo cual se revolucionan también los as-
pectos de la Economía política que no se habían

26
tocado todavía en el primer tomo. Lo que hay que
desear es que Marx pueda entregarlo pronto a la
imprenta44.

* * *

44
Véase la nota 41. En el prólogo de Engels, escrito el 5 de mayo de 1885 para la
primera edición, señaló: «No fue tarea llevadera preparar para la publicación el
segundo libro de El Capital […]. El gran número de redacciones existentes, en su
mayor parte fragmentarias, dificultaba la labor. […] Aunque el grueso del material
se hallaba definitivamente elaborado en lo tocante al fondo, por lo general, no lo
estaba en cuanto al lenguaje, que era aquel en que Marx solía preparar sus borra-
dores […]» (Siglo XXI Editores, México DF, 1976, p. 3) (N. de la Edit.)
27
Apéndice

Certificado de nacimiento de Marx, en el que fue registrado como Carl


(con C, no con la K que él mismo asumiera en alemán y en todas sus obras)
y sin segundo nombre (aunque en algunas ocasiones utilizó el de su padre,
Heinrich; de ahí que el propio Engels lo registrara en una biografía pós-
tuma –«Marx, Heinrich Karl», en Handwörterbuch der Staatswissenschaf-
ten [«Diccionario de Ciencias Políticas»], Vierter Band [«vol. 4»], Verlag
von Gustav Fischer, Jena, 1892, pp.1130-1133–).

28
La Editorial Aurora valora altamente
su opinión acerca del contenido, diseño
y diagramación de la presente publicación.
Igualmente, agradece cualquier otra sugerencia.

[email protected]

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