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* HISTORIA DEL MOVIMIENTO

PSICOANAUTICO LATINOAMERICANO

O. Fidias R. Cesio

Introducción

Cuando recibí la invitación de Dieter Eicke a colaborar en esta


obra ,) acepté complacido. Era una oportunidad de investigar en la
"infancia" y desarrollo de la ciencia psicoanalítica en esta parte de
la Tierra, y de contribuir así al mejor conocimiento y comprensión de sus
manifestaciones presentes. Tenía experiencia en las dificultades que
encontraría en la realización de la tarea. En 1962 escribí una historia
de la Asociación Psicoanalítica Argentina, que publiqué en 1967, y
cuando me comprometí a escribir esta historia sabía de la magnitud
del trabajo que me esperaba. Con el objeto de reunir el material nece-
sario me puse en comunicación con la mayoría de los analistas de
América latina que tuvieron un papel protagónico en el desarrollo del
movimiento. Fue así como recibí la generosa colaboración de muchos
de ellos, que enseguida paso a nombrar, a los que debemos en gran
parte esta contribución: de San Pablo, Durval Marcondes y Adelheid
Koch; de Río de Janeiro, Mario Pacheco de Almeida Prado, Danilo
Perestrello, Fabio Leite Lobo y Luiz Guimaraes Dahlheim; de Puerto
Alegre, Cyro Martins; de Montevideo, Willy Baranger y Héctor Garba-
rino; de Santiago de Chile, Carlos Whiting D' Andurrain; de México,

Publicado con el titulo "Psycho-Analyse in Sudarnerika" en la enciclopedia Die


Psychologie Des 20. Jenrnunoens, por la Kindler Verlag. Zurich. 1976. con cuya
autorización reproducimos el original castellano.
"" Dirección: Avda. del Libertador 2698, 3° A, (1425) Capital Federal, R. Argentina.
696 Fidias R. Cesio

José Luis González; de Caracas, Juan Antonio Olivares, Hugo Domín-


guez y Guillermo Teruel; de Lima, Saúl Peña y Carlos Alberto Seguín;
de Buenos Aires, Angel Garma, Arnaldo Rascovsky, Celes Cárcamo,
Enrique Pichon-Riviére, María Langer, Luis Rascovsky y numerosos
colegas con los que por razones locales estoy en estrecho contacto. A
este material agregué las informaciones aparecidas en la Rev. de psico-
análisis (Buenos Aires); la Revista Brasileira de Psicaná/ise; la Re-
vista Uruguaya de Psicoanálisis; Cuadernos de Psicoanálisis de México
y The Internafional Journal of Psychoanalysis, de Londres; y el prove-
niente de las contribuciones sobre el tema: Ramón Parres y Santiago
Ramírez, "Historia del movimiento psicoanalítico en México", Cuadernos
de Psicoanálisis, México, 1966, 2; Luiz da Almeida Prado Galváo, "Notas
para a história da Psicanálise em Sao Paulo", Revista Brasileira de
Psicanálise, 1967, 1, 46/66; Fidias R. Cesio, "Historia de la Asocia-
ción Psicoanalítica Argentina", en Historia, enseñanza y ejercicio legal
del psicoanálisis, Bibliográfica Omega, Buenos Aires, 1967; el de Angel
Garma: "Hacia el primer congreso latinoamericano", Rev. de psicoaná-
lisis, XIII, 4, 1956; Arnaldo Rascovsky y León Grinberg, "Pasado, pre-
sente y futuro de COPAL", Rev. de psicoanálisis, XXIX, 4, 1972.
De esta manera pude reunir una información confiable acerca de
los fundamentos y lineamientos generales del desarrollo del movimiento
psicoanalítico en Latinoamérica. El acento está puesto en los acon-
tecimientos básicos, tanto en lo general como en lo local. La síntesis
en la que está expuesto el material y la necesidad del mayor equilibrio
posible en cuanto al papel que le cupo a cada participante en esta
historia limita en oportunidades la extensión de la información. Pido
a los "autores" de esta historia comprensión para las faltas o los errores
que, pese a mi esfuerzo, puedan encontrarse en este trabajo.

Los orígenes

Con las corrientes cultu rales más importantes, el psicoanál isis


llegó a América latina desde Europa. Tal como nos lo dice Freud en
Historia del movimiento psicoanalitico, en Buenos Aires, ya en 1910,
un médico chileno, G. Greve, en un congreso internacional de medicina
defendió las ideas de Freud acerca de la sexualidad infantil y los
resultados del tratamiento psicoanalítico en las obsesiones. En 1915,
en Lima, Honorio Delgado descubre a Freud y propaga su pensamiento.
En 1923, comienza a publicarse la traducción de la obra de Freud al
castellano, lo que multiplica su influencia en los centros intelectuales
de América latina promoviendo una inquietud que pronto se transformó
en un definido movimiento psicoanalítico.
Historia del movimiento psicoanalítico latinoamericano 697

Según las informaciones en mi poder el primer psicoanalista que


llega a América latina con una formación realizada en un centro espe-
cializado es Allende Navarro, quien hizo sus estudios psicoanalíticos
en Suiza y regresó a Santiago de Chile en 1925. Allí se ocupó de for-
mar analistas, contándose entre éstos Abdon Cifuentes, Ramón Clarés
y Manuel Francisco Beca Soto.
Por esos mismos años -comienzos de la década del '20-, en San
Pablo, Durval Marcondes descubre el psicoanálisis y, entusiasmado, se
suscribe al International Journal of Psychoanalysis. Su convicción y su
entusiasmo lo llevaron a aplicar el psicoanálisis a la clínica así como
a diversas manifestaciones culturales. En 1926, una contribución suya
recibió de Freud palabras de estímulo que lo alentaban a continuar con
su trabajo psicoanal ítico. Su dedicación logró el 24 de octubre de 1927
la creación en San Pablo de la Sociedade Brasileira de Psicanálise.
Franco de Rocha, quien en sus clases como profesor de psiquiatría lo
introdujo en el pensamiento de Freud, fue presidente de la sociedad,
y Marcondes secretario. Un año después, en 1928, Marcondes promo-
vió la creación de una filial en Río de Janeiro. Como resultado de esta
actividad psicoanalítica, en ese mismo año, 1928, apareció la primera
publicación psicoanalítica en Latinoamérica, la Revista Brasileira de
Psicanálise. El 30 de julio de 1929 la Sociedade Brasileira de Psica-
nálise fue reconocida por la A.P.1. (Asociación Psicoanalítica Interna-
cional) en el XI Congreso Psicoanalítico Internacional que tuvo lugar en
Oxford. La falta de formación psicoanalítica de sus miembros deter-
minó que la sociedad no pudiera desarrollarse y pronto se desintegró.
De la revista sólo apareció un número. Durval Marcondes comprendió
que el movimiento que había iniciado necesitaba para desarrollarse el
apoyo de profesionales formados en centros calificados para ello, ca-
paces de transmitir su experiencia. Por eso, durante la década del '30,
además de su incansable e intensa actividad de difusión del psicoaná-
lisis por medio de conferencias, artículos y cursos, procuró atraer a
San Pablo a psicoanalistas miembros de la A.P.1.
A comienzos de esta misma década, la del '30, en Buenos Aires se
manifestaba una creciente inquietud psicoanalítica, que se extendió
por los círculos intelectuales y científicos. Una de sus manifestaciones
la encontramos en la invitación que en 1933 un grupo de escritores
argentinos, con Xavier Bóveda a la cabeza, hace a Freud para que
se radique en la Argentina, dado el clima antijudío que le tocaba padecer
en Europa central. Freud declina la oferta y contesta: ..... Ieo y entiendo
el hermoso idioma en que Ud. escribe sus versos, pero no me tengo
confianza para escribir en él" o. Recordemos que Freud, adolescente,
funda con su amigo Fliess, una especie de sociedad secreta, la

o Numhauser, J., en Freud, S., Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1972-5
(9 vols.), 1, p. xxx.
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"Academia Española", en la que utilizan como lenguaje críptico, para


que los demás no los entiendan, el castellano, y que, en sus comen-
tarios sobre la traducción de su obra al castellano por Luis López-
Ballesteros, dice: "Siendo yo un joven estudiante, el deseo de leer
al inmortal Don Quijote en el original cervantino me llevó a aprender
sin maestros fa bella lengua castellana". La inquietud psicoanalítica
también se manifestó en los medios médicos de Buenos Aires. Celes
Cárcamo descubre la obra de Freud e introduce el psicoanálisis en su
práctica clinica. En 1936, convencido de la necesidad de una formación
especializada para capacitarse y desarrollar así su interés por el ejer-
cicio del psicoanálisis, se trasladó a Europa para realizar su formación
en el Instituto Psicoanalítico de París. También en esta década -la del
'30- Arnaldo Rascovsky y Enrique Pichon-Riviére descubren a Freud
y lo estudian y difunden con entusiasmo. Arnaldo Rascovsky pronto se
rodeó de estudiantes y médicos a quienes hizo partícipes de sus ideas
psicoanalíticas. Entre éstos se encontraban Matilde Rascovsky, Luisa
Gambier ", Simón Wencelblat, Teodoro Schlossberg, Flora Scolni, Ferra-
ri Hardoy, Alberto Tagliaferro, etc. También durante esos años Enrique
Pichon-Riviére desarrolló una intensa actividad psicoanalítica en el me-
dio psiquiátrico y en un grupo de estudios y difusión del psicoanálisis
que constituyó con Arminda Aberastury y Federico Aberastury.
En 1938 Arnaldo Rascovsky y Enrique Pichon-Riviére se vincularon
y establecieron una estrecha colaboración científica, con lo que se
configuró un activo movimiento dedicado entusiastamente al cultivo del
psicoanálisis.

Organizaciones locales

Mientras tanto Durval Marcondes, con el objeto de crear las con-


diciones necesarias para el desarrollo del movimiento psicoanalítico
en San Pablo, estableció contactos con los responsables del movimien-
to internacional, en particular con Max Eitingon, A. Brill y Ernest Jones,
Este último se puso en comunicación con Adelheid Koch, analista de
Berlin, a quien sabía dispuesta a emigrar a Brasil como consecuencia
del clima insoportable creado por los nazis. Adelheid Koch se había
formado en el Instituto Psicoanalítico de Berlín. Su analista didáctico
fue atto Fenichel y sus analistas de control Salomé Kempner y Teresa
Benedek. En noviembre de 1935, tras la presentación del trabajo "Aná-
lisis de la resistencia en una neurosis narcisista" pasó a ser miembro
de la Sociedad Psicoanalítica de Berlín. En noviembre de 1936 A. Koch
llegó a San Pablo, donde encontró un medio acogedor y hospi-
talario. En julio de 1937, auspiciado por Durval Marcondes, quien le
dio todo el apoyo necesario, se constituyó un centro de formación psi-
coanalitica. En ese mismo año, 1937, comienzan sus análisis con

, Posteriormente Luisa Gambier de Alvarez de Toledo.


Historia del movimiento psicoanalítíco latinoamericano 699

A. Koch: Durval Marcondes, Virginia Bicudo, Flavio Dias y Darcy de


Uchoa, y poco después Frank Philips, Ligia Amaral, Henrique Mendes y
otros. Para este grupo A. Koch desempeñó los papeles de analista
didáctica, de profesora de teoría y técnica, y de supervisora.
El 4 de junio de 1938 llegó a Buenos Aires Angel Garma, psicoana-
lista formado en el Instituto de Berlín. Había hecho su análisis didác-
tico con Theodor Reik y sus controles con Otto Fenichel, Karen Horney
y Sandor Radó, y se había graduado como miembro de la Asocia-
ción Psicoanalítica Alemana el 13 de octubre de 1931 con la presen-
tación de su trabajo "La realidad y el Ello en la esquizofrenia". En ese
mismo año -1931- volvió a Madrid y allí desarrolló un movimiento
psicoanalítico que quedó deshecho por la guerra civil española de 1936.
Durante los años que trabajó en Madrid presentó numerosas contribu-
ciones psicoanalíticas. En 1936 emigró a Francia, donde continuó per-
feccionándose en psicoanálisis, y en 1938, cuando era inminente el
estallido de la segunda guerra mundial, emigró a Buenos Aires, ciudad
a la que se sentía intensamente ligado pues en ella habían residido sus
padres, habían nacido dos de sus hermanos y residía una hermana. En
Buenos Aires, encontró una gran ciudad, cosmopolita, cuyos habitan-
tes, en su mayor parte inmigrantes europeos o descendientes de éstos,
de una o dos generaciones, desarraigados de su ámbito tradicional,
necesitados de nuevos valores materiales y espirituales, creaban un ám-
bito propicio para el desarrollo de su talento científico y social. En el
mismo año en que llegó a Buenos Aires, Garma se conectó con Ar-
naldo Rascovsky y con En rique Pichon-Riviére. En setiembre de 1939,
terminada su formación psicoanalitica en París, vuelve a Buenos Aires
Celes Cárcamo -había hecho su análisis didáctico con Polschiff y
sus controles con R. L6wenstein y Charles Odier- y se une al grupo
formado por Garma, Rascovsky y Pichon-Riviére. Ese mismo año
-1939- A. Rascovsky y Simón Wencelblat comenzaron su análisis
con Garma. Unos meses después, en 1940, lo hizo E. Pichon-Riviére,
y en 1942, Arminda Aberastury. Con Cárcamo iniciaron su análisis
didáctico Luisa Gambier en 1940 y Luis Rascovsky en 1942.
María Langer había realizado su formación en el Instituto de Psi-
coanálisis de Viena. Su analista didáctico fue R. Sterba y su analista
de control J. Lampl de Groot. En 1937, cuando la situación política de
Austria era insoportable, emigró al Uruguay. Cinco años después, en
mayo de 1942, pasó a Buenos Aires, donde completó sus controles con
Cárcamo.
En diciembre de 1942 se fundó la Asociación Psicoanalítica Ar-
gentina y el Instituto de Psicoanálisis. Los miembros fundadores fueron
A. Garma, C. Cárcamo, A. Rascovsky, E. Pichon-Riviére, M. Langer y
G. Ferrari Hardoy. En diciembre de 1942 E. Jones confirió a la Asocia-
ción Psicoanalítica Argentina el reconocimiento de la A.P.1. Para di-
700 Fidias R. Cesio

ciembre de 1943 los miembros fundadores, excepto Ferrari Hardoy que


emigró a Norteamérica, alcanzaron la categoría de miembros titulares
y didactas de la nueva Asociación. Angel Garma fue su presidente;
Cárcamo, secretario, y A. Rascovsky, director de publicaciones. Desde
un comienzo, sus pioneros dieron a la Asociación Psicoanalítica Argen-
tina una organización, un empuje y una trascendencia extraordinarios.
Rascovsky, por su parte, dio a la labor editorial un desarrollo tal que
la constituyó en uno de los pilares de la difusión del psicoanálisis en
América latina. Creó la Rev. de psicoanálisis, la que publicó artículos
originales, y, vertidas al español, las contribuciones básicas a la teoría
psicoanalitica. Simultáneamente creó la Biblioteca de Psicoanálisis, que
realizó una importantísima tarea de difusión de la bibliografía inter-
nacional y de la producción local. La Fundación Francisco Muñoz,
organización filantrópica para la difusión y propulsión del estudio del
psicoanálisis, proveyó los fondos necesarios. Además, por ese enton-
ces, Ludovico Rosenthal tradujo al español, en una versión impecable,
los trabajos de Freud que aún no estaban en castellano. De esta ma-
nera, en pocos años la literatura psicoanalítica fundamental estuvo al
alcance del público latinoamericano. Es de destacar que el portugués
y el castellano están tan emparentados que los hablantes de uno en-
tienden fácilmente el otro.
En 1945 al grupo de pioneros ya mencionado se le sumó Luis Ras-
covsky. Durante cerca de diez años este grupo se dedicó de lleno a
la formación de analistas, muchos de ellos provenientes de otras ciu-
dades de Latinoamérica.
Desde su creación, en 1942, la Asociación Psicoanalítica Argen-
tina constituyó un centro de atracción para muchos latinoamericanos
que deseaban realizar una formación psicoanalítica. En 1943 Mário
Martins, de Porto Alegre, se enteró de la existencia del movimiento
psicoanalítico en Buenos Aires al llegar a sus manos el primer número
de la Rev. de psicoanálisis. Entusiasmado por la perspectiva de reali-
zar una formación psicoanalítica, se puso en comunicación con Garma,
al que solicitó un análisis didáctico. Su esposa, Zaira de Bittencourt,
también decidió hacer una formación psicoanalitica y solicitó el aná-
lisis didáctico a Cárcamo. Abandonando una posición profesional y
social destacada, venciendo las dificultades de viajar en época de gue-
rra, ambos se trasladaron a Buenos Aires. Desde Montevideo, Valentín
Pérez Pastorini también en 1943 se trasladó a Buenos Aires para
hacer su formación psicoanalítica con Garma, y, desde Río de Janeiro
llegó a Buenos Aires Alcyon Baer Bahía e hizo su análisis con Garma
y su formación psicoanalítica en el Instituto Psicoanalítico de la Aso-
ciación Psicoanalítica Argentina. A estos primeros profesionales que
llegaron a Buenos Aires para hacer su formación psicoanalítica pronto
se sumaron muchos más, tal como lo describimos más adelante.
Historia del movimiento psicoanalítíco latinoamericano 701

Primeros pasos en la organización del movimiento

La crisis europea que precedió a la segunda guerra mundial y la


guerra misma tuvieron una notable influencia en el desarrollo del mo-
vimiento psicoanalítico. Analistas formados en prestigiosos centros eu-
ropeos emigraron y se radicaron en América latina. (Ya mencionamos a
Adelheid Koch en San Pablo y a A. Garma en Buenos Aires.) Por otra
parte so produjo un notable aislamiento entre esta parte del mundo y
el resto, creando así la necesidad de que el movimiento psicoanalítico
encontrara dentro de los límites de América latina los medios para de-
sarrollarse. Buenos Aires y San Pablo, las ciudades de mayor población
y las más cosmopolitas, fueron los centros más destacados de este
moví miento. También se estableció un activo intercambio que sentó las
bases de lo que más adelante sería una bien estructurada organización
latinoamericana.
En 1944, en Buenos Aires, se realizó una reunión extraordinaria de
la Sociedad Argentina de Neurología y Psiquiatría a la que concurrió
una numerosa delegación brasileña. El contacto de los componentes
de esta delegación con los psicoanalistas argentinos significó un for-
midable estimulo. Como corolario, en 1945, diversas organizaciones
invitaron a A. Rascovsky, en esa época presidente de la Asociación
Psicoanalítica Argentina, a San Pablo y Río de Janeiro para dictar
conferencias y desarrollar actividades científicas. Entre las confe-
rencias que dictó en Río de Janeiro, la que pronunció en el Centro
de Estudios Juliano Moreira tuvo una significativa trascendencia; entre
los miembros de esa sociedad estaban Walderedo 1. de Oliveira y Danilo
Perestrello, quienes más adelante desempeñaron un papel relevante en
el desenvolvimiento del movimiento psicoanalítico en Rio de Janeiro.
Ya durante ese año Danilo Perestrello, orientado por Garma, inició una
correspondencia con analistas europeos con el objeto de invitarlos a
establecerse en Río de Janeiro para realizar la formación psicoanalítica
del grupo. George Geró y Daniel Lagache manifestaron interés, pero
no fue posible, de todos modos, concretar su radicación en Río de
Janeiro.
En 1946 se organízó en Río de Janeiro el I Congreso Interameri-
cano de Medicina. Concurrieron todos los psicoanalistas de la Asocia-
ción Psicoanalítica Argentina con trabajos sobre temas de medicina
psicosornática, psicoanalistas de San Pablo y médicos de otros países
interesados en el psicoanálisis. Fue tal el interés provocado por el
enfoque psicoanalítico de diversos temas psiquiátricos y de medicina
general, que, con gran éxito, se efectuó un congreso psicoanalítico
paralelo. Podemos decir que esta oportunidad marca el comienzo de la
organización de un movimiento psicoanalítico latinoamericano, en el que
702 Fídías R. Cesio

se tomaron las primeras decisiones sobre formación psicoanalítica, pues


uno de los objetivos de la presencia de los analistas era el interés
por apoyar el movimiento psicoanalítico de Río de Janeiro. Fue así
como, reunidos los psiquiatras del grupo de estudios Juliano Moreira
con los analistas de San Pablo y de Buenos Aires, llegaron a la conclu-
sión de que, para concretar la formación de un grupo psicoanalítico en
Río de Janeiro, lo mejor era que los interesados se trasladaran a Buenos
Aires para realizar allí la formación, y, una vez concluida, regresaran
a Río de Janeiro y promovieran allí el desarrollo del movimiento psi-
coanalítico. En ese mismo año, 1946, partieron para Buenos Aires,
Marialzira Perestrello y Danilo Perestrello, y, en los comienzos de 194,'
Walderedo 1. de Oliveira.
Mientras tanto, en otros centros de América latina tenían lugar
acontecimientos psicoanalíticos. En 1943 Ignacio Matte-Blanco regresa
a Santiago de Chile después de haber realizado su formación psi coa-
nalítica en la British Psychoanalytical Society. Su analista fue Walter
Schmideberg y sus supervisores Mellita Schmideberq, Hellen Sheen-
Dare y James Strachey. Con el apoyo de Allende-Navarro -que, como
antes dije, trabaja psicoanalíticamente en Santiago de Chile desde
1925-, se dedica a formar psicoanalistas y difundir el psicoanálisis.
En 1946, el grupo que se había reunido alrededor de estos pioneros
funda el Centro de Estudios Psicoanalíticos. Participaron en él Fer-
nando Allende-Navarro, Ignacio Matte-Blanco, Arturo Prat Echaurren,
María Rívera González, Adelaida Segovia Martín y Carlos Whiting
D'Andurrain.

El movimiento latinoamericano se integra en el internacional

En 1945 terminó la segunda guerra mundial con el consiguiente


restablecimiento de las relaciones internacionales. Volvieron a reali-
zarse los congresos internacionales de psicoanálisis, el último de los
cuales se había desarrollado en 1938. En 1949 tuvo lugar el primero
después de la guerra: el XVI Congreso Internacional de Psicoanálisis,
en Zurich, En esta oportunidad fue confirmado el reconocimiento otor-
gado a la Asociación Psicoanalítica Argentina en 1942 y aceptada. la
afiliación de la Asociación Psicoanalítica Chilena, pasando ambas aso-
ciaciones a formar parte, como sociedades componentes, de la A.P.I.
El grupo fundador de la Asociación Psicoanalítica Chilena fue el que
constituyó el Centro de Estudios Psicoanaliticos que acabamos de
describir. G. Greve y A. Cifuentes fueron designados miembros heno-
rarios de la nueva asociación.
Durante esos años en Río de Janeiro sucedían episodios signifi-
cativos. En julio de 1947 Domicio Arruda Camara escribe a E. Jones
-presidente, a la sazón, de la Asociación Psicoanalítica Internacional-
Historia del movimiento psicoanalitico latinoamericano 703

solicitándole que gestione la radicación de un analista en Río de


Janeiro para realizar la formación psicoanalítica de un grupo, el que
se había constituido ese mismo año bajo la denominación de Instituto
Brasileiro de Psicanálise. Como respuesta a la solicitud de Arruda
Camara y por la gestión de E. Jones, Mark Burke -quien hizo su aná-
lisis didáctico con James Strachey y fue miembro de la Sociedad Psi-
coanalítica Británica en 1934- resuelve radicarse en Río de Janeiro
y comienzan su análisis y su formación psicoanalítica con él hasta ter-
minarla: Mário Pacheco de Almeida Prado, Pedro de Figueiredo Ferreira,
Joáo Cortes de Barros, Luiz Werneck, Manoel Thomaz Moreira Lyra y
Edgard Guirnaráes de Almeida.
A fines de 1948, también por gestión de Jones, llega a Río de Janeiro
Werner Kemper -quien hizo su análisis didáctico con Carl Müller-
Braunschweig y fue miembro de la Sociedad Psicoanalítica Alemana en
1933- y, al año siguiente emprende el análisis y la formación psi co-
analítica de un grupo entre quienes estaban Fabio Leite Lobo, Inés
Besouchet, Joáo Marátelli, Noemy da Silveira Rudolfer, Inaura Vaz Car-
neiro Leao, Zenaira Aranha y Gerson Borsoi. En ese mismo año, 1949,
terminada su formación psicoanalítica en Buenos Aires, Maria'zira Pe-
restrello y Danilo Perestrello vuelven a Río de Janeiro. Al año siguiente
vuelve Alcyon Baer Bahia yen 1951 Walderedo Ismael de Oliveira, am-
bos con su formación terminada. Se crea así un grupo psicoanalítico
constituido por Burke, Kemper y quienes estaban en formación con ellos,
y los analistas que acababan de volver desde Buenos Aires.
También en la década del '40 en Puerto Alegre se desarrollaba
otro centro psicoanalítico. Mário Martins y Zaira de Bittencourt de
Martins, que en 1944 habían viajado a Buenos Aires para realizar su
formación psicoanalítica, en 1947, al concluirla, volvieron a Puerto Ale-
gre y comenzaron la tarea de formar un grupo psicoanalítico, dedicán-
dose Zaira sobre todo al desarrollo del análisis de niños. Entre los
primeros participantes de ese grupo estaban Paulo Guedes y David
Zimmermann. En 1949 terminada su formación vuelve José Lemmertz
y colabora durante algunos años con M. Martins.
En Montevideo, durante la misma década del '40, se establecen las
bases del movimiento psicoanalítico. En 1946 vuelve desde Buenos
Aires, ya formado analíticamente, Valentín Pérez Pastorini, e inicia la
formación de un grupo, en el que se destacan Rodolfo Agorio y Gilberto
Koolhaas. En 1949 Laura Achard y Marta Lacava se trasladan a Buenos
Aires para analizarse con Enrique Pichon-Riviére y con Arminda Abe-
rastu ry respectivamente.
En Bogotá, en 1948, regresa Arturo Lizarazo Bohórquez, quien había
realizado su formación en Santiago de Chile, y en 1950, José Francisco
Socarrás, quien la había realizado en París.
En México D.F., en la cátedra de neurología y psíquiatría a cargo
del Prof. Dr. Raúl González Enríquez, y por íniciativa de José Luis
704 Fidias R. Cesio

González, a partir de 1943, se constituyó un grupo psicoanalítico for-


mado por José Luis González, Santiago Ramírez y Ramón Parres, al
que pronto se agregaron Jaime Tomás, Avelino González, José Remus,
Carlos Ibarra y Rafael Barajas. Al finalizar la década del '40, J. L. Gon-
zález y Ramírez, y poco después A. González, J. Remus, J. Tomás y G.
Quevedo se trasladaron a Buenos Aires para realizar allí su formación
psicoanalítica. C. Corona Ibarra y Ramón Parres partieron para EE.UU.,
donde realizaron su formación, el primero con Franz Alexander y el
segundo en la Universidad de Columbia. En la década siguiente la
mayor parte de los analistas mexicanos que estaban en el extranjero
retornaron para constituir la Asociación Psicoanalitica Mexicana. El pro-
fesor González Enríquez, después de algunos años de colaboración con
el grupo inicial, se apartó de éste, hacia fines de la década del '40, y
organizó un grupo psicoanalítico que contrató a Erich Fromm para
formar a sus componentes.
Para fines de la década del '40 encontramos que están echadas las
bases del futuro desarrollo psicoanalítico en Latinoamérica. Para ese
entonces había analistas formados según standars internacionales en
Buenos Aires, en Santiago, en San Pablo, en Río de Janeiro, en Porto
A!egre, en Montevideo y en Bogotá.
A Buenos Aires, sede de la Asociación Psicoanalítica Argentina, le
cupo un papel destacado como centro formativo. En ella se formaron
los pioneros del movimiento de Puerto Aleqre y Montevideo y algunos
de los más significativos de Río de Janeiro, y, además, llegaron a
Buenos Aires e iniciaron su formación la mayoría de los pioneros del
movimiento psicoanalítico mexicano.

El movimiento psicoanalítico latinoamericano entre 1950 y 1960

El psicoanálisis se había establecido sólidamente en Latinoamérica,


sostenido por profesionales entusiastas que volcaron todas sus energías
y saber en esta tarea de pioneros. Los centros de mayor desarrollo
cultural de América latina ofrecían un terreno propicio para el progreso
del movimiento psicoanalítico.
Algunos movimientos ya establecidos como eran el de Santiaqo
y el de San Pablo continuaron con su desarrollo. La Sociedade Bra-
sileira de Psicanálise de Sao Paulo, que había sido reconocida por la
A.P.1. en 1945, es aceptada como sociedad componente en 1951 en el
Congreso Internacional de Amsterdam. Los miembros fundadores fue-
ron: Alcántara Amaral, Virginia Bicudo, Flavio Dias, Gertrude Hollwarth,
Adelheid Koch, Durval Marcondes, Isaias Melshon, Henrique Mendes,
Theon Spanudis, Darcy Uchoa y Mario Yahn. Otros movimientos más
recientes experimentaron importantes conmociones, en particular el
movimiento de Río de Janeiro. En 1951 W. Kemper y quienes se ana-
Historia de! movimiento psicoanalitíco latinoamericano 705

lizaban con él se separan del resto y crean el Centro de Estudios de


Río de Janeiro, bajo el patrocinio de la Sociedade de Psicanálise
de Sao Paulo, la que acepta a los estudiantes del Centro como pertene-
cientes a su instituto. En 1953 el Centro de Estudios Psicoanaliticos
de Río de Janeiro es reconocido por la A.P.1. Fueron sus miembros:
Werner Kemper, Fabio Leite Lobo, Inés Besouchet, Inaura Vaz Car-
neiro Leao, Zenaira Aranha, Gerson Borsoi, Luiz Guimaraes Oahlheim y
Katrin I<emper. Dos años después -1955- la A.P.1. aceptó al grupo
como sociedad componente bajo la denominación de Sociedade Psi-
canalítica do Rio de Janeiro.
Los restantes componentes del grupo de Río de Janeiro, es decir,
los analizados por Mark Burke (Mario Pacheco de Almeida Prado, Pedro
de Figueiredo Ferreira, J03.0 Cortes de Barros, Luis Werneck, Manoel
Thomaz Moreira Lyra y Edgard Guirnaráes de Almeida), los analistas
formados en Buenos Aires (Marialzira Perestrello, Oanilo Perestrello,
Alcyon Baer Bahía y Walderedo Ismael de Oliveira) y en 1955 Decio
Soares de Souza, formado en Londres, y Henrique Mendes, quien com-
pletó su formación también en Londres, patrocinados por la Sociedade
Brasileira de Psicanálise de Sao Paulo, en cuyo instituto supervisan
sus estudiantes, constituyen el Grupo de Estudios da Sociedade Bra-
sileira da Psicanálise da Sao Paulo no Rio de Janeiro, el que es reco-
nocido por la A.P.1. en 1957. Para ese entonces se agregaron a este
grupo Inaura Carneiro Leáo y Zenaira Aranha. En 1959, en el XXI Con-
greso Internacional de Psicoanálisis en Copen ague, el Grupo de Estudios
es aceptado como sociedad componente bajo la denominación de So-
ciedade Brasileira da Psicanálise do Rio de Janeiro.
Entre los años 1950 y 1960 Buenos Aires se constituyó en el centro
de una intensísima actividad psicoanalitica y en el Instituto de la Aso-
ciación Psicoanalitica Argentina se formaron numerosos profesionales
de América latina. A los pioneros ya mencionados más arriba (Garma,
Cárcamo, A. Rascovsky, E. Pichon-Riviére, M. Langer y L. Rascovsky),
sobre quienes recayó el peso de la actividad didáctica durante el ori-
mer decenio de vida de la Asociación Psicoanalítica Argentina, se les
agregaron en esta actividad formativa, durante la década del '50 Enrique
Racker (fallecido en 1961), quien con sus investigaciones sobre la
técnica psicoanalítica, en particular sobre la contratransferencia, ejer-
ció una notable influencia en el movimiento latinoamericano; Arminda
Aberastury (fallecida en 1972), quien introdujo el psicoanálisis de niños
en América latina y lo difundió por medio de sus publicaciones y acción
personal; Luisa Gambier de Alvarez de Toledo, David Liberman, León
Grinberg, Mauricio Abadi, Elisabeth G. de Garma, Fidias R. Cesío, Ge-
nevieve T. de Racker '" (fallecida en 1972), Jorge Mom y Emilio Rodrigué.
En 1953 Añgel Garma realizó una de sus iniciativas fundamentales:
el simposio anual. Durante muchos años estos encuentros, además de

" Posteriormente Genevieve T. de Rodrigué.


706 Fidias R. Cesio

la Importancia que tuvieron en el desarrollo de la Asociación Psicoana-


lítica Argentina, tuvieron un significado latinoamericano, pues a ellos
concurrian analistas de otros países.
Otra de las iniciativas de Garma: en 1956 tuvo lugar en Buenos
Aires el Primer Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis. La reali-
zación de este congreso, que estuvo a cargo de la Asociación Psico-
analítica Argentina por medio de un comité dirigido por Garma, dio
forma a una organización psicoanalítica latinoamericana, que se per-
feccionó a medida que el intercambio entre los diversos países fue
intensificándose, intercambio en el que tuvieron un papel preponde-
rante los Congresos Latinoamericanos que se realizaron cada dos años.
El Consejo Coordinador de las Organizaciones Psicoanalíticas de
América Latina fue el emergente. Sobre su desarrollo hablaremos más
adelante.
En esta década vuelven a la ciudad de México con su formación
psicoanalítica terminada los analistas que en la década anterior habían
ido a diversos institutos de América latina y América del Norte. En 1955
en el XIX Congreso Internacional de Psicoanálisis realizado en Ginebra,
patrocinado por la Asociación Psicoanalítica Argentina, fue reconocido
el Grupo Mexicano de Estudios Psicoanalíticos. Estaba constituido por
los psicoanalistas Rafael Barajas Castro, José Luis González, Ramón
Parres, Santiago Ramírez y José Remus Araico, y por los candidatos
Carlos Corona Ibarra, Fernando Cesarman, Francisco González Pineda,
Luis Feder y Estela G. de Remus. Dos años después, en el XX Congreso
Psicoanalítico Internacional que tuvo lugar en París, el Grupo Mexicano
fue aceptado como sociedad componente bajo la denominación de Aso-
ciación Psicoanalítica Mexicana. Sus miembros fundadores fueron: José
Luis González, Rafael Barajas Castro, Avelino González, Ramón Parres,
Santiago Ramírez, José Remus Araico y Jaime Tomas.
En Montevideo, el grupo que había iniciado Valentín Pérez Pas-
torini adquirió un progresivo desarrollo, contando al comienzo de esta
década entre sus componentes más activos a Rodolfo Agorio, a Gil-
berta Koolhaas, y a Laura Achard y Marta Lacava, las que en 1951
vuelven desde Buenos Aires, donde habían realizado su formación psi-
coanalítica. Laura Achard hizo su análisis didáctico con Enrique Pichon-
Riviére y Marta Lacava con Arminda Aberastury.
Durante los primeros años del desarrollo del movimiento psicoana-
lítico de Montevideo, E. Pichon-Riviére y Arminda Aberastury desempe-
ñaron un papel fundamental. Por sus gestiones, Willy Baranger y
Madeleine Baranger, de la Asociación Psicoanalítica Argentina, se radi-
caron en Montevideo en diciembre de 1954, con el objeto de contribui r
en la formación del grupo psicoanalítico ya constituido alrededor de
Rodolfo Agorio y Gilberto Koolhaas. En 1955 todos los miembros ini ..
clan su análisis con W. Baranger. En la enseñanza, colaboraron regu-
Histori« del movimiento psicoanalítico latinoamericano 707

larmente analistas de Buenos Aires, sobre todo E. Pichon-Rlviére,


Arminda Aberastury, Luisa G. Alvarez de Toledo, Emilio ROdrigué y Jorge
Mom. Este último participó en el desarrollo del grupo de una manera
constante e intensa hasta 1965. El grupo inicial creó, en 1956, la Aso-
ciación Psicoanalítica del Uruguay. Fueron sus miembros fundadores:
Willy Baranger, Madeleine Baranger, Rodolfo Agorio, Gilberto Koolhaas,
Juan Pereira Anavitarte, Laura Achard, Fortunato Martínez, Juan Rey,
Héctor Garbarino, Mercedes F. de Garbarino, Marta Lacava y Miguel
Sesser. En ese mismo año apareció la Revista Uruguaya de Psicoaná-
lisis, la que continúa publicándose ininterrumpidamente hasta el pre-
sente. En 1957, con el patrocinio de la Asociación Psicoanalítica
Argentina, en el Congreso Internacional de París, el Grupo Uruguayo
es reconocido por la Asociación Psicoanalítica Internacional como
Grupo de Estudios. En 1961, en el Congreso Psicoanalítico Internacional
de Edimburgo, la Asociación Psicoanalítica Uruguaya es aceptada como
sociedad componente.
A Bogotá, en 1948, regresa desde Chile, donde había hecho su
formación psicoanalítica, Arturo Lizarazo Bohórquez; en 1950, como
miembro de la Sociedad Psicoanalítica de París lo hace José Francisco
Socarrás, y, en 1951, también con su formación psicoanal ítica hecha
en París, regresa Hernán Quijada. Una vez reunidos en Bogotá crearon
un movimiento psicoanalitico que dio lugar a la formación del Grupo
de Estudios de Colombia. Sus fundadores fueron: Arturo Lizarazo Bo-
hórquez, José Francisco Socarrás, Hernán Quijada, Gustavo Angel
Vil legas, Tufik Meluk y Hermann Saavedra. En 1958 regresan desde
Buenos Aires, donde realizaron la formación psicoanalítica, Carlos Pla-
ta-Mujica y Guillermo Arcila. En ese mismo año Hernán Quijada
emigra a Venezuela y se radica en Caracas. Para fines de la década
el grupo estaba constituido por los antedichos, a los que se habían
agregado Guillermo Ballesteros, Libardo Castaño, Joaquín Gutiérrez,
Guillermo Sánchez-Medina, Josefina de Castaño, Inga de Villareal y
Luis Yamín.
Al grupo de Puerto Alegre, formado en la década anterior por
Mário Martins, Zaira de Bittencourt de Martins, Paulo Guedes, David
Zimmermann y Rodolfo Pinto Ribeiro, se agrega en 1953 Celestino
Prunes, quien había realizado su formación en Río de Janeiro en el
grupo que dirigía Kemper, y en 1955 Cyro Martins, quien regresó de
Buenos Aires, donde había concluido su formación psicoanalítica.
En 1951, regresa a Caracas el analista venezolano Guillermo Teruel,
miembro de la British Psychoanalytical Society. En 1947 había viajado
a Londres para realizar su formación psicoanalítica. En Caracas desa-
rrolla una activa tarea psicoanalítica. En 1957, Ignacio Matte-Blanco,
miembro de la Asociación Psicoanalítica Chilena, se radicó en Caracas.
Se reunieron entonces Teruel, Matte-Blanco y Hirch -un psicoanalista
formado en la Sociedad Psicoanalítica Italiana radicado en Caracas
706 Fídías R. Cesío

dc;sde la década ailteriot'- para formar un grupo de estudios psi co-


analiticos. E! proyecto quedó interrumpido por la partida de Matte-
Blanco, unos meses después, 'j, más adelante, en 1960, la de Teruel,
quien volvió a Londres para perfeccionarse.

El movimiento psicoanalítico latinoamericano entre 1960 y 1974

Usando una expresión actualmente muy difundida podemos decir


que durante este lapso se produce en Latinoamérica una "explosión"
psicoanalítica, sobre todo en los centros donde ya el psicoanálisis había
logrado una extensión considerable.
En Buenos Aires es donde este fenómeno es más notable. Entre
sus jóvenes universitarios, entre sus intelectuales, Freud es uno de los
autores más comentados. Los ambientes médicos y psicológicos reco-
nocen el valor del psicoanálisis, y muchos de estos profesionales lo
estudian y lo practican. En Buenos Aires y en otras ciudades de la
Arqentina (Mar del Plata, Rosario, Córdoba, Mendoza, Tucumán) nacen
movimientos psicoanalíticos que con el apoyo de miembros de la Aso··
ciación Psicoanalítica Argentina se expanden rápidamente. Horacio
Etchegoyen, miembro de la Asociación Paicoanalitica Argentina, en 195:'
se radicó en Mendoza y se puso a la tarea de formar un grupo psico-
analítico. En 1963, Bernardo Arensburg, analista chileno, se radica en
Mendoza y colabora con Etchegoyen. A partir de 1965 miembros de la
Asociación Psícoanaiítica Argentina -así corno lo hicieron en las otras
ciudades mencionadas- viajan regularmente desde Buenos Aires para
efectuar controles y dictar seminarios. En ese mismo año, 1965, Etche-
goyen y Arensburg se alejan de Mendoza. En 1966, contratada por el
grupo, se radica en esa ciudad Clara Baringoltz, miembro de la Asocia-
ción Psicoanalítica Argentina, y continúa con la tarea formativa de sus
predecesores. En 1972 se funda la Sociedad Psicoanal ítica de Mendoza,
la que es reconocida por la Asociación Psicoanalítica Argentina. Cuatro
de sus componentes son aceptados como miembros de la Asociación
Fsicoanalítica Argentina. En 1973 en el XXVIII Congreso Internacional
de Psicoanálisis de París, patrocinada por la Asociación Psicoanalítica
Argentina, la Sociedad Psicoanalítica de Mendoza es reconocida como
Grupo de Estudios por la A.P.1.
La "explosión" psicoanalítica de estos últimos años conmovió
la unidad de las estructuras institucionales psicoanalíticas latino-
americanas, dando lugar a escisiones y a la aparición de nuevas
agrupaciones. En Buenos Aires estas alternativas alcanzaron una ma-
nifestación dramática cuando en el curso de dos años, 1971 y 1972,
renunciaron unos 30 miembros de la Asociación Psicoanalítica Argen-
tina y unos 20 candidatos del Instituto. Algunos de los renunciantes
Historia del movimiento psicoanalitico latinoamericano 709

habían gravitado notablemente en el desarrollo del movimiento psi-


coanalítico, como M. Lanqer y E. Rodrigué.
En Caracas, tal como decimos más arriba, durante esta década se
desarrolló el movimiento psicoanalítico que Teruel había iniciado diez
años antes. En 1962, por iniciativa de Hernán Quijada se reúnen con
él Fernando Acuña y Antonio García (formados en la Asociación
Psicoanalítica Chilena), José Hirch, William Hobaica (formado en la
Asociación Psicoanalítica Francesa), Rafael Araujo, Manuel Kizer (for-
mado en la Asociación Psicoanalítica Argentina) y Guillermo Teruel,
quien, tras su formación en Inglaterra, había estado trabajando psicoana-
liticamente en Caracas desde 1951. Se constituyó así el Grupo de
Estudios Psicoanalíticos de Venezuela. Julio Aray, Hugo Domínguez y
Juan Olivares -en formación en la Asociación Psicoanalítica Argen-
tina- y Antonio Briceño -en formación en la Asociación Psicoanalítica
Mexicana- fueron considerados, junto con los precedentes, miembros
fundadores del grupo. En 1963 se une al grupo César Ottalagano. En
1965 en el Congreso Internacional de Psicoanálisis de Amsterdam el
Grupo de Estudios Psicoanalíticos Venezolano, patrocinado por un co-
mité formado por analistas de Buenos Aires, México y Río de Janeiro,
es reconocido por la A.P.1. Ese mismo año regresan a Caracas, Teruel,
Briceño y Olivares. Nicolás Cupello y Hans Voss, que estaban haciendo
su formación en Londres y Buenos Aires respectivamente, se agregan
como miembros del grupo. En 1966 regresa Julio Aray y un año después
Hugo Domínguez.
En el Congreso Internacional de Roma, en 1969, el Grupo de Estu-
dios venezolano es aceptado provisionalmente por la A.P.1. Dos años
después, en el Congreso de Viena, la Asociación Venezolana de Psi-
coanálisis es aceptada como sociedad componente de la A.P.1.
Durante este decenio, en rJlontevideo, el movimiento psicoanalítico
prosiquió con su desarrollo. En 1961, en el Congreso Internacional de
Edimburgo, la Asociación Psicoanalítica Uruguaya fue aceptada como
sociedad componente. En 1965, Willy Baranger y Madeleíne Baranger,
después de 10 años de trabajo formativo, en que fueron la columna
vertebral del movimiento psicoanalítico de Montevideo, vuelven a Bue-
nos Aires. Quedan a cargo de las actividades didácticas Rodolfo Aqorio,
Laura Achard de Demaría, Héctor Garbarino, Mercedes F. de Garbarino
y Marta Nieto.
En 1961, el Grupo de Estudios de Colombia, que se formara en
1956, es aceptado como sociedad componente con la denominación
de Sociedad Colombiana de Psicoanálisis, en el XXII Congreso Interna-
cional de Edimburgo. Ese mismo año Mauro Torres vuelve desde
México, donde había realizado su formación. En 1962 Arturo Lizarazo
Bohórquez se separa de la Sociedad y crea la Asociación Colombiana
de PSicoanálisis. Al año siguiente se separa de la Sociedad José Fran-
cisco Socarrás y en 1968 lo hace Mauro Torres. Para ese entonces el
710 Fidias R. Cesio

movimiento psicoanalítico se había extendido tanto en el número de


sus miembros como en las ciudades que cubría. En Manizales se radicó
Guillermo Arcila-Arango, y en Cali, Osear Espinosa, miembros ambos
de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis.
El Grupo de Estudios de Puerto Alegre patrocinado por la Socie-
dade Psicanalítica do Rio de Janeiro, fue reconocido por la A.P.I. en
1961, en el Congreso Internacional de Edimburgo, y en el Congreso de
Estocolmo, en 1963, fue aceptado como sociedad componente bajo la
denominación de Sociedade Psicanalítica de Porto Alegre.
En San Pablo, en 1967 tuvo lugar un acontecimiento: la reaparición
de la Revista Brasileira de Psicanálise, aquella publicación cuyo primer
número se publicara en 1928.
En Brasilia se está desarrollando un Grupo de Estudios psicoana-
líticos patrocinado por la Sociedade Brasileira de Psicanálise de Sao
Paulo. Miembros de esta sociedad viajan regularmente a esa ciudad
para realizar la formación de los componentes del grupo.
Otro acontecimiento que tuvo lugar en Brasil en estos años fue
la creación de las Jornadas Brasileiras de Psicanálise, eventos cientí-
ficos en los que se reúnen todas las sociedades psicoanalíticas de
Brasil. A partir de entonces esta sociedad organizó los Congresos
Brasileiros de Psicanálise, los que, a partir de 1971, fueron anuales.
En México el movimiento psicoanalítico continuó creciendo. Un
suceso significativo fue, en 1965, la aparición de los Cuadernos de
Psicoanálisis, una revista que se sumó a la intensa actividad editorial
que venía desarrollando la Asociación Psicoanalítica Mexicana. Como
en los demás países de Latinoamérica, el movimiento psicoanalítico se
extendió a otras ciudades. Están radicados: en Guadalajara, Corona
Ibarra y Crisanto Sánchez, y en Monterrey, Ricardo Díaz Conty y Eduar-
do Riojas. En 1972 algunos miembros de la Asociación Psicoanalítica
Mexicana, entre los que se contaban S. Ramírez, Avelino González y
A. Namnum, la abandonaron para constituir una nueva sociedad.
Durante estos años en Lima cobra forma definida el movimiento psi-
coanalitico que Honorio Delgado en la década del '20 había estimulado
y al que, más tarde, Carlos A. Seguín, a partir de 1941, diera forma
a través de la difusión que realizara entre los médicos que lo rodeaban
en el Hospital Obrero de Lima, y, desde 1964, en la facultad de
medicina.
Algunos de los médicos que trabajaban cerca de Seguín en el
Hospital Obrero, viajaron a Londres para hacer su formación psico-
anal ítica en la British Psychoanalytical Society. En 1964 lo hicieron Saúl
Peña y C. Crisanto y en 1966 Max Hernández. En 1969, ya terminada
su formación -se analizó con P. Heimann y controló con A. Limentani,
Ch. Rycrott, D. Winnicott y otros- vuelve Saúl Peña a Lima e inicia el
desarrollo de un grupo psicoanalítico. En 1970 se crea la Escuela
Peruana de Psicoanálisis, dirigida por S. Peña, en cuyo desarrollo
Historia del movimiento psicoanalítíco latinoamericano 711

participan destacadamente, de vuelta ya en Lima con su formación


psicoanalítica terminada, a partir de 1973 Carlos Crisanto y desde 1974
Max Hernández. Además de los nombrados, formaron parte de la Es-
cuela: A. Colmenares, F. Sava, J. Velasco, J. Heresi, A. Péndola, F.
Cantoni, F. Maestre, P. Morales, M. Gheiler, P. Grieve, S. Mishkir, G.
Delgado y R. Fort.
En 1972 Heresi viaja a Caracas y Grieve a Londres para realizar
su formación en los institutos psicoanalíticos respectivos, y, en 1974
Péndola llega a Buenos Aires, con el mismo objeto.
En 1974 el
grupo peruano es incluido en el Consejo Coordinado!"
de las Organizaciones Psicoanalíticas de América Latina en el X Con-
greso Latinoamericano de Psicoanálisis de Río de Janeiro.

Consejo Coordinador de las Organizaciones Psicoanalíticas


de América Latina (COPAL)

Podemos hablar de un movimiento psicoanalítico latinoamericano


organizado a partir de 1946, cuando como hemos dicho, tuvo lugar el
primer encuentro psicoanalítico latinoamericano en Río de Janeiro. El
intercambio entre los centros psicoanalíticos de esta región fue cre-
ciendo, y, convencidos de su necesidad, los pioneros del movimiento
latinoamericano decidieron realizar un congreso latinoamericano en
1952, en Buenos Aires. Estando los preparativos bien adelantados apa-
recieron circunstancias que hicieron imposible su ejecución. En julio
de 1954 tuvo lugar una reunión de analistas en San Pablo; se reno-
varon las gestiones para la realización de un congreso latinoamericano
en Buenos Aires y se llegó a un acuerdo para realizarlo en 1956. A la
Asociación Psicoanalítica Argentina le correspondió su organización.
Angel Garma, un ferviente propulsor de esta iniciativa, presidió el co-
mité organizador y se aplicó a esa tarea con el entusiasmo y la capa-
cidad que lo caracterizan. La cuidadosa organización de este Primer
Congreso Psicoanalítico Latinoamericano configuró, al mismo tiempo,
la organización básica del movimiento psicoanalítico de Latinoamérica.
Participaron analistas de centros en los que por esos años había movi-
mientos psicoanalíticos activos: Santiago de Chile, San Pablo, Buenos
Aires, Río de Janeiro, Montevideo y La Habana. Se determinó que
cada dos años tendría lugar un congreso semejante y que se harían
cargo de su organización, sucesivamente, las diversas sociedades la-
tinoamericanas. Los primeros congresos estuvieron a cargo de las
sociedades con más años de desarrollo: Buenos Aires, San Pablo y
Santiago de Chile.
El Segundo Congreso Psicoanalítico Latinoamericano tuvo lugar en
San Pablo, en 1958, patrocinado por la Sociedade Brasíleira de Psi ca-
nálise, y el Comité organizador estuvo presidido por el pionero del
712 Fidias R. Cesio

psicoanálisis y luchador infatigable por su difusión y desarrollo, Durval


Marcondes.
El Tercer Congreso se desarrolló en Santiago de Chile, en 1960,
bajo la responsabilidad de la Asociación Psicoanalítica Chilena. El
presidente del comité orqanizador fue otro de los pioneros del movi-
miento latinoamericano, Ignacio Matte-Blanco. En!a reunión adminis-
trativa se tomó una decisión trascendente: la creación del Consejo
Coordinador de las Organizaciones Psicoanalílicas de América latina,
el que transitoriamente quedó integrado por representantes de cada
sociedad o grupo presentes en dicha oportunidad. Estos fueron: por
Bogotá, Carlos Plata-Mujica; por México, Avelino González; por Mon-
tevideo, Willy Baranger; por Puerto Alegre, Cyro Martins; por Río de
Janeiro (Sociedade Brasileira do Rio de Janeiro) Walderedo Ismael
de Oliveira y (Sociedade Psicanalítica do Rio de Janeiro) Fabio leite
Lobo; por San Pablo, Darcy de Mendonca Uchoa; por Santiago, Carlos
Whiting D'Andurrain; por Buenos Aires, Arnaldo Rascovsky.
Como ideas básicas para estudiar y organizar se propusieron las
siquientss: --Representación y consulta para la defensa y sostenimiento
de los intereses comunes ante la Asociación Psicoanalítica Internacio-
nal; -Posibilidades de la publicación de una revista u órgano de ex-
presión común editado en español y/o portugués; -Organización de
un plan de estudios psicoanalíticos común para todos los institutos lati-
noamericanos; -Colaboración colectiva para la eficacia de dicha for-
mación; -Intercambio científico y didáctico entre las organizaciones
constitutivas; -Estimulación del crecimiento de las organizaciones psi-
coanalíticas e incentivación de nuevos grupos; -Reglamentación
estatutaria y funcional de COPAl (Comité Coordinador de las Organiza-
ciones Psicoanalíticas de América latina).
Después de la creación de COPAl en el 111Congreso latinoame-
ricano en Chile, en 1962 tuvo lugar el IV Congreso Psicoanalítico La-o
tinoamericano en Río de Janeiro; en 1964, el V en México; en 1966,
el VI en Montevideo; en 1968, el VII en Bogotá: en 1970, el VIII en
Puerto Alegre; en 1972 el IX en Caracas, y en 1974 el X en Río de
Janeiro.
En 1965 se creó el Consejo Didáctico de COPAl, el que se ocupó
de establecer los standars mínimos para la formación en los institutos
que agrupa. También creó un programa de intercambio científico y
de visitas entre analistas de los diversos institutos. Además organizó,
a partir del año 1966, pre-congresos didácticos, previos a cada
congreso latinoamericano, siguiendo el modelo de los congresos
internacionales.
COPAL, por su carácter regional, estableció activos vínculos con
Europa y Norteamérica. la manifestación más destacada de estos
vínculos fue la creación de los Congresos Panamericanos de Psicoaná-
lisis en los cuales se reúnen psicoanalistas de todas las Américas. El
Historia del movimiento psicoanalítico latínoamericano 713

primero tuvo lugar en 1964 en México; el segundo en 1966 en Buenos


Aires y el tercero en 1969 en Nueva York.
COPAl cumplió con los propósitos que animaron su creación. Su
constitución significó la unión de todas las agrupaciones psicoanaliticas
de Latinoamérica. Aquellas que aún no formaban parte de la Asociación
Psicoanalítica Internacional encontraron así un apoyo que respaldara
su evolución. Por medio de COPAl el movimiento psicoanalítico latino-
americano pasó a ser un importante componente de la A.P.I., al punto
que cuando ésta constituyó el comité patrocinador del Grupo de Es-
tudios de Caracas, lo hizo a través de COPAl, con analistas de Buenos
Aires, México y Río de Janeiro. En 1963 un representante de latino-
américa pasó a formar parte del Comité Ejecutivo de la A.P.\. como
secretario asociado. En 1965 fueron dos los representantes latinoame-
ricanos en el Comíté Ejecutivo, un vicepresidente y un secretario
asociado, cargos que desde entonces pasaron a ser permanentes. De
esta manera Latinoamérica pasó a constituirse en organización regional
(las otras dos son la europea y la norteamericana).

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