Poder Aereo Era Guerra Total-121-180
Poder Aereo Era Guerra Total-121-180
Poder Aereo Era Guerra Total-121-180
La disuasión también tuvo que ser secundada con una política diplomática
creíble que acentuara la buena voluntad de los "elementos disuasorios" para uti-
lizar su arma aérea en caso de necesidad. Aunque Alemania tenía claramente
una política exterior agresiva y estaba al parecer dispuesta a utilizar la fuerza, los
Aliados Occidentales no se describían de la misma manera. La política de apa-
ciguamiento socavó totalmente el efecto disuasivo que la flota de bombarderos
de la RAF pudo haber tenido. La buena voluntad repetida de los Británicos para
llegar a un arreglo a pesar de la agresión alemana demostró dos cosas: prime-
ro, que estaban poco dispuestos a utilizar su fuerza de bombarderos porque es-
taban temerosos de ir a la guerra, o en segundo lugar, que no creían que su
flota de bombarderos era eficaz como arma de guerra y por lo tanto no podría
arriesgarse a llamar una fanfarronada de Hitler. En cualquier caso, estaba com-
prometido el efecto disuasivo del bombardeo estratégico. La teoría de la disua-
sión había venido adelantándose a la capacidad tecnológica, y esta última no
pudo alcanzarla hasta la era nuclear. Sin embargo, el efecto disuasivo del po-
der aéreo desempeñó un papel significativo en la formación de políticas estra-
tégicas y aéreas nacionales en la era del rearme.
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Munich sobresale como el ejemplo más obvio del poder aéreo, o más deli-
beradamente del miedo al poder aéreo, influenciando la política exterior. El
rearme aliado estaba apenas en marcha antes de 1938, mientras que la per-
cepción del poder aéreo alemán era de miedo e intimidación. Cualesquiera
que fueran las realidades de la fuerza aérea alemana, o de hecho las verdade-
ras capacidades de bombardeo aéreo a fines de los años 30, el evidente
desamparo de los Británicos y franceses frente a un “golpe de gracia” de la
Luftwaffe socavaron la determinación de Chamberlain y de Daladier de man-
tenerse firmes. Los Jefes de EM británicos y el Jefe de EM General francés de
la Fuerza Aérea discutían que una guerra aérea en 1938 sería desastrosa.
Necesitaban más tiempo para encargarse de las cifras más grandes de aviones
requeridos que la revolución tecnológica había vuelto obsoletas grandes partes
de las flotas aéreas del mundo. La fuerza aérea francesa consideraba que 80
por ciento de sus 1.350 aviones era inadecuado para una guerra moderna en
1938, mientras que la RAF tenía solamente 100 Hawker Hurricanes y 3 Su-
permarine Spitfires para hacer frente a la amenaza aérea alemana, una fuerza
consideraba totalmente inadecuada. Sería incorrecto argumentar que la per-
cepción de inferioridad del poder aéreo fue el factor decisivo en la adopción
del apaciguamiento en Munich, pero fue ciertamente un factor contribuyente.
Como reportó el embajador del presidente Roosevelt en París después de Mu-
nich, "si uno tiene bastantes aeroplanos no tiene que ir a Berchtesgaden."
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franceses consideraban la batalla terrestre la parte más crucial de su estrategia
nacional y a pesar de los esfuerzos de Armee de l'Airs de ampliar el pensamien-
to del poder aéreo, el rearme aéreo limitado que ocurrió fue todavía plasmado
e influenciado en gran parte por las nociones de apoyo al ejército. La URSS, téc-
nicamente la fuerza aérea más grande del mundo durante los años 30, también
colocó la mayoría de sus recursos en apoyo del ejército, aunque ocurrieron tam-
bién trivialidades con el bombardeo de largo alcance. Los EE.UU., aún más ais-
lados que Gran Bretaña, pudieron concentrar sus recursos de poder aéreo en el
bombardeo de largo alcance y en el poder aéreo aeronaval, mientras que el po-
der aéreo japonés fue subordinado directamente a las demandas del ejército y la
marina. Esencialmente, está claro que realizarse las alternativas del rearme aé-
reo, y mientras los aviadores alrededor del mundo veían el potencial en muchos
aspectos del poder aéreo, tuvieron que establecerse grados de valor en las res-
pectivas formas de fuerza aérea. Combinar una comprensión de la doctrina y la
capacidad del poder aéreo y adaptarla a los requisitos nacionales fue el primer
paso en el camino al rearme, aunque, por supuesto, no produjo siempre fuerzas
aéreas eficaces. La rivalidad entre las fuerzas armadas fue una causa de la in-
versión sesgada, al igual que la adhesión servil al dogma, y tales influencias dis-
torsionadotas interfirieron a menudo con lo que pudo haberse considerado la
trayectoria correcta del desarrollo aéreo.
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do hinchada para propósitos de disuasión mediante la construcción permanen-
te de aviones totalmente inadecuados a las operaciones en la línea de fuego.
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se en sus fuerzas. Reconocieron que su propia fuerza militar inicial era débil
comparada con la de Alemania, pero también creían que el estado nazi era
económicamente vulnerable y podría ser socavado mediante un bloqueo como
lo había sido en 1914-18. El planeamiento estratégico Anglo-Francés convoca-
ba a una guerra defensiva, construyendo una muralla detrás de la cual los alia-
dos podrían capitalizar su superioridad económica y derrotar a Alemania en
una guerra de largo recorrido. El ejército francés y la línea Maginot ocuparían la
Wehrmacht, mientras que la RAF mantendría a la Luftwaffe fuera de las is-
las británicas.
Puede verse que el énfasis en la política británica del poder aéreo se ha-
bía cambado hacia la defensa aérea, considerada ahora factible gracias al radar
de alerta temprana, los cazas monoplanos de alta velocidad y una defensa civil
debidamente organizada. Inskip y el gobierno británico rechazaron las afirma-
ciones de la RAF que no había una defensa viable al bombardeo aéreo, pero
absolutamente aparte del hecho de que Gran Bretaña ya no podía permitirse
continuar la carrera de armas aéreas con Alemania, el cambio a la defensa aé-
rea encajaba con más naturalidad en la política exterior británica.
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Aunque los franceses siguieron principios estratégicos similares, de de-
fensa y preparación para una guerra económica de larga distancia, sus tentati-
vas de adecuar la política aérea para resolver tales necesidades fallaron. De
una posición de superioridad a comienzos de los años 20, el poder aéreo fran-
cés cayó espectacularmente y al estallar la guerra estaba equipado mayor-
mente con cantidades inadecuadas de diseños obsoletos. Esencialmente la in-
dustria aeronáutica francesa, sin la sólida dirección de la clase dirigente militar y
política, y obstaculizada por un planeamiento y procesos de adquisiciones con-
siderados malos, no rectificados por las tentativas de reestructuración y reor-
ganización en 1936 y 1937, no pudo absolutamente hacer frente a las deman-
das de fines de los años 30 (véase el Capítulo Cuatro). Igual que los británicos,
los franceses cambiaron el énfasis de su programa de rearme aéreo hacia de-
fensa con cazas a fines de los años 30 con el advenimiento del llamado Plan
V. En discusiones con los británicos en 1938, se consideró que la moderniza-
ción de Armee de l'Air debería enfrentar a la Luftwaffe mientras que la RAF
debería ocuparse de la amenaza procedente de la Regia Aeronautica italiana,
ilustrando la fe que los franceses pusieron en la capacidad y competencia de
su industria aeronáutica. Sin embargo, a diferencia de los Británicos, no pudie-
ron desarrollar nuevos diseños en cantidad suficientemente rápida para hacer
frente a la Luftwaffe en 1940. El Armee de l'Air y la industria aeronáutica
francesa necesitaban más tiempo que Hitler para tenerlos.
La pobre dirección total y central del rearme aéreo fue un factor importante
en la frustración a largo plazo de la Luftwaffe, con la dirección de Herman
Goering de significación particular. Su puesto como hombre de confianza de
Hitler fue inicialmente de valor para el poder aéreo alemán, asegurando recur-
sos adecuados pero, a largo plazo, los defectos de Goering se tornaron eviden-
tes y finalmente ruinosos. Él estaba mayormente preocupado con las cifras y,
como los Británicos, se embrolló en crear una gran fuerza de aviones de prime-
ra línea para añadir a su propio prestigio personal y al de Alemania. No hizo
caso de las súplicas para una mayor inversión en abastecimientos, piezas de
repuesto y apoyo logístico, dejando el Luftwaffe en un estado arriesgado una
vez que la guerra comenzó.
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Los defectos de Goering se aliviaron en parte a mediados de los años
treinta por la astuta administración de Erhard Milch, Secretario de Estado en el
Ministerio de Aeronáutica. Milch, un organizador capaz y bien conectado, por no
decir cáustico, pudo mantener la producción aeronáutica alemana aproxima-
damente sobre el objetivo hasta que emergieron los grandes esquemas de ex-
pansión de fines de los 30. Por esa época, sin embargo, fue dejado de lado
por el nombramiento de Ernst Udet por Goering como director técnico de la
Luftwaffe. Udet era un personaje pintoresco y dinámico, pero su aporte destruc-
tivo sirvió simplemente para fragmentar el control y dirección en la adquisición
de los aviones. Su fascinación con el bombardeo en picada condujo al rediseño
de los Junkers Ju 88 que aumentaron su peso de siete a doce toneladas, resul-
tando en una disminución de la velocidad de 500 kmh a 300 kmh, y retrasando
la producción por un año.
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La crisis en la VVS, como con el resto del medio militar soviético, ocurrió
como resultado de las purgas de fines de los años 30, un proceso en que los
oficiales y líderes de la VVS sufrieron desproporcionadamente. Alksnis, coman-
dante de la VVS desde 1931, junto con Khripin, su segundo, fueron eliminados
en 1937 y junto con ellos muchos otros destacados aviadores. Alrededor del 75
por ciento de los antiguos oficiales de la VVS fueron víctimas de las purgas.
Además, la industria aeronáutica también sufrió, con las organizaciones de in-
vestigación y las oficinas del diseño también bajo vigilancia.
El poder aéreo italiano adulado para engañar durante los años 30, y mien-
tras la Regia Aeronautica (RA) dogmatizaba sobre estrategia y ganaba aplau-
sos por su capacidad técnica, finalmente llegó a casi un desastre en las cam-
pañas de 1940-43. Los problemas habían comenzado a emerger en la RA en
los años 30 por varias razones. La primera, como otras dictaduras de la dere-
cha, el líder, en este caso Mussolini, tomó un interés activo e inútil en los asun-
tos militares. Il Duce procuró mantener el control de las tres fuerzas armadas
pero por supuesto no pudo mantener una dirección eficaz en el manejo de la
política italiana de defensa. Por otra parte, sus ideas contradictorias de una co-
munidad basada en la tradición rural hacían duro contraste con sus ambiciosos
planes extranjeros de conquista, que por supuesto requerían una moderna y
próspera economía industrial. En segundo lugar, la industria aeronáutica italiana
sufrió gravemente en la recesión económica de comienzos de los años 30 y la
respuesta de la economía fascista se tornó introspectiva y aislada. Esto simple-
mente llevó a quedarse detrás del resto de las principales potencias aéreas del
mundo mientras la década avanzaba y, al estallar la guerra, los motores italianos
en particular estaban detrás de sus principales adversarios. En tercer lugar, las
lecciones de la guerra civil española pasaron inadvertido por la RA. Mientras que
los alemanes y los soviéticos aprendieron mucho, los italianos estaban protegidos
contra sus propias incompetencias por la eficacia y know-how alemán y por los
defectos de las tripulaciones aéreas a las que enfrentaban. Así, el hecho de que
estaban enfrentados a aviones técnicamente superiores no se filtró a través de
los escalones superiores de las fuerzas armadas italianas.
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Por lo tanto, cuando la DSSE quiso adquirir los Caproni RE2000, F5 y los
aviones Ca165 en 1938, la DGCA no les hizo caso y pidió Macchi Castoldi MC
200 y modelos G50 y CR42. Todos los últimos tipos fueron considerados inade-
cuados y obsoletos durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando la guerra llegó
a Italia en 1940, la Fuerza Aérea Italiana estaba totalmente sin preparación, equi-
pada como lo estaba con armas anticuadas y sin una doctrina central total de
operaciones. Notablemente, incluso los cazas monoplanos más recientes que se
estaban incluyendo eran inferiores a los de sus opositores.
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Aunque EE.UU. fue el último de los beligerantes principales de la Segun-
da Guerra Mundial en intervenir en la guerra, ya habían sido puestas las bases
del rápido crecimiento en la producción de aviones que hizo parecer pequeña
la producción de todas las otras naciones después de 1940. La base industrial
masiva, y lo más importante su uso de la innovación tecnológica de crear una
economía sofisticada y obediente dieron a la industria aeronáutica de los
EE.UU. una ventaja importante sobre sus contemporáneos y fue la piedra angu-
lar de la superioridad del poder aéreo aliado durante la Segunda Guerra Mun-
dial. A medida que la situación del mundo se deterioraba desde mediados de
los treinta adelante, la administración comenzó una serie de programas del
rearme para alentar la defensa de los EE.UU. Las instituciones de Investigación
establecidas para guiar y administrar la ciencia de la aviación cambiaron el én-
fasis de su trabajo a la investigación y desarrollo militar aplicados.
Los planes masivos para la ampliación del poder aéreo de los EE.UU. toda-
vía estaban en gran medida fuera de la capacidad de la industria aeronáutica de
los EE.UU., ciertamente en tiempo de paz, pero después de Pearl Harbor la ca-
pacidad de la economía de los EE.UU., y su enfoque moderno, sofisticado hacia
la producción en masa pagó dividendos.
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Conclusiones
Entre 1918 y 1939 el papel del poder aéreo en los asuntos mundiales se
amplió considerablemente, influyendo igualmente las estrategias nacionales y las
políticas exteriores, especialmente en los años 30. Los años 20 fueron testigos
de las bases permanentes de la fuerza aérea, a pesar de la desmovilización
masiva después de la Gran Guerra. Las raíces del poder aéreo fueron estableci-
das por políticas cuidadosamente consideradas de los institutos armados e
igualmente por la aparición de la aviación civil. Este mercado no militar fue la
fuerza detrás del adelanto tecnológico durante los años 20 y comienzo de los 30
en la medida que las fuerzas militares, en Occidente por lo menos, soportaron
los llamados "años la langosta". Mucho de lo dio forma al desarrollo aeronáutico
a mediados de los años treinta remontándose al desarrollo de la aviación civil en
los años precedentes. En los años 30, al surgir amenazadoramente la guerra
otra vez, fue marcada la importancia del poder aéreo para el pensamiento estra-
tégico, y en ocasiones, la percepción de la capacidad técnica condujo la políti-
ca en ciertas direcciones. La "sombra del bombardero" era una influencia impor-
tante en la formulación de la política estatal, particularmente en Gran Bretaña y
en un grado menor en Alemania, pero también en gran parte del mundo indus-
trializado. En Munich, las deficiencias en la fortaleza del poder aéreo desempe-
ñaron un papel importante para dar forma a las políticas británicas y francesas.
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Capítulo Seis
A pesar de todo esto, para ser completamente efectivo, el poder aéreo te-
nía que integrarse en una estrategia total para el proceso de la guerra que invo-
lucraba a los otros institutos armados y una combinación de rutas hacia la vic-
toria. Las potencias beligerantes vincularon la estrategia y el poder aéreo con
grados variables de éxito en diversos puntos en la guerra. Por ejemplo, la
Luftwâfe iba a la cabeza en los primeros años de la guerra siendo un compo-
nente vital, posiblemente definitorio la blitzkrieg. En la medida que Alemania dis-
frutó de éxitos escalonados entre 1939 y 1941, así el elevado perfil del poder
aéreo en la precipitación de tales victorias en parte condujo a los aliados a
desarrollar las fuerzas aéreas en tal superioridad abrumadora que, a partir de la
primavera de 1944, gozaron de la supremacía aérea en una escala previamente
sin precedentes. Contradictoriamente, la Luftwaffe, a pesar de su pionerismo
evidente, se desintegró a medida que avanzaba la guerra, siendo la primera baja
de la guerra de desgaste en la cual Hitler condujo su estado. Las raíces del fra-
caso alemán y los éxitos aliados y soviéticos en la guerra aérea pueden en par-
te remontarse a los años de preguerra cuando se originaron las bases de la ex-
pansión masiva posterior de las industrias aeronáuticas. La producción y el desa-
rrollo aeronáutico eran un microcosmos de la guerra en su totalidad. Los alema-
nes, en un estado superior de preparación militar de primera línea en 1939, hicie-
ron que sus ventajas hablaran, barriendo a las potencias inferiores con ofensivas
atrevidas y riesgosas contra las cuales el rearme y los británicos y franceses
mal preparados no pudieron reaccionar con suficiente rapidez.
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Sin embargo, aquellos que sobrevivieron por ejemplo Gran Bretaña y la
URSS, y aquellos fuera del alcance de la agresión alemana directa, como los
EE.UU., pudieron reunir sus fuerzas económicas superiores y pasar a la ofensi-
va. Mientras Alemania se mostró inicialmente poco dispuesta y posteriormente
incapaz de ampliar sus fuerzas aéreas suficientemente, sus opositores, con pro-
gramas de ampliación y reequipamiento aéreo a largo plazo ya en curso, surgie-
ron ante el estado nazi y su fortaleza del poder aéreo que disminuía y perdía
sangre. Enfrentado con una serie de ofensivas aéreas punitivas, sobre Alemania
misma, sobre el Atlántico, y finalmente en apoyo de las fuerzas terrestres masi-
vas que desde finales de 1942 adelante comenzaron el avance inexorable sobre
el estado nazi, la fuerza y poder alemanes fueron aplastados.
Lejos de ser la punta de lanza específica de los panzers, menos del 15 por
ciento de la Luftwaffe estaba diseñado como una fuerza de apoyo cercano para
el ejército en 1939, y el nivel de importancia dado al bombardeo aéreo de ciuda-
des, aún en un sentido operacional, fue ilustrado por planes para el bombardeo
pesado de Varsovia durante la campaña polaca de septiembre de 1939, planes
solamente abandonados debido a un tiempo inclemente. Sin embargo, la Luftwaf-
fe llevó a cabo una campaña general de apoyo aéreo mayormente indirecto, pe-
ro también apoyo aéreo cercano y directo del ejército con éxito considerable,
aunque todavía había mucho que aprender.
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Tal era el nivel de la improvisación en el apoyo a la Luftwaffe de la Wehr-
macht que surgieron una serie de problemas de coordinación, enlace y comuni-
cación que tuvieron que ser solucionados a medida que la campaña polaca avan-
zaba y fue testamento de la eficacia de los militares alemanes que tales interfe-
rencias fueron negociadas con relativa facilidad. En parte, este éxito se debió al
trabajo del Mayor General Wolfram Freiherr von Richthofen, veterano entre de la
Guerra Civil Española, en establecer líneas de comunicación entre las unidades
terrestres y las fuerzas aéreas. Durante gran parte de la guerra, Fliegerkorps VIII
de Richthofen actuó como la fuerza primaria de apoyo aéreo cercano y se en-
contró movido de sector a sector según lo requerido. Sin embargo, los tiempos
de respuesta entre las llamadas de apoyo aéreo cercano y el ataque aéreo to-
davía se mantenían en algunas horas.
Las etapas iniciales de la campaña aérea estuvieron marcadas por los es-
fuerzos de la Luftwaffe para ganar la superioridad aérea sobre los polacos, se
consideraron esenciales en el planeamiento de preguerra. La Fuerza Aérea Pola-
ca pudo reunir solamente unos 800 aviones, de los cuales apenas 463 eran del
tipo primera línea, para hacer frente a los cerca de 2.000 aviones de la Luftwaf-
fe. Por otra parte, los aviones alemanes eran predominantemente modernos
mientras que los tipos polacos eran obsoletos, ilustrado mejor por la posible dis-
paridad entre los PZL P-IIc y los cazas de superioridad aérea Messerschmitt
Bf109 (más de 100 mph de diferencia en velocidades máximas). Sin embargo,
contrariamente a la creencia popular (alimentada por las afirmaciones de los
mismos alemanes) la Fuerza Aérea Polaca no fue destruida en tierra durante las
incursiones alemanas bombardeo iniciales y siguieron peleando hasta que fue
arrojada de los cielos por los cazas alemanes superiores y el fuego antiaéreo ins-
talado en tierra sumamente efectivo. El 17 de septiembre, más de dos semanas
en la guerra, habiendo perdido más del 75 por ciento de su fuerza de primera lí-
nea, la fuerza aérea polaca se retiró a Rumania cediendo la supremacía aérea
total a la Luftwaffe. De esta manera, la fuerza aérea polaca nunca pudo interpo-
nerse de una manera seria en los esfuerzos de las fuerzas terrestres alemanas,
mientras que la Luftwaffe pudo conducir operaciones sumamente eficaces de
apoyo al ejército durante toda la campaña, virtualmente a voluntad. La importan-
cia de mantener la capacidad de combatir la superioridad aérea ya se había de-
mostrado. Una vez que el enemigo tuvo rienda libre en el aire demostró ser una
desventaja perjudicial para las fuerzas terrestres amigas.
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Sin embargo, fueron en las campañas en los Países Bajos y Francia en
mayo y junio de 1940, que vieron la derrota de las mayores fuerzas terrestres
aliadas por los militares alemanes, que los aliados llegaron a entender el verda-
dero valor de la Luftwaffe en ofensivas de apoyo terrestre. En 1940 la Luftwaf-
fe era el arma principal que los alemanes poseían que era numéricamente mayor
que las fuerzas opositoras. En fuerzas terrestres la Wehrmacht excedía conside-
rablemente en número, y tuvo que ser eficazmente operacional. Las flaquezas y
suerte aliadas que ocasionaron el derrumbamiento de Occidente en seis sema-
nas, una hazaña que había evadido al ejército alemán imperial durante cuatro
años. La Luftwaffe tenía 1.300 bombarderos, 380 aviones de bombardeo en pi-
cado y 1.210 cazas desplegados en apoyo de Operation Fall Gelb ( Case Yellow,
nombre en clave para la invasión del Occidente) mientras que los aliados reunie-
ron unos 1.151 cazas y 1.045 bombarderos y aviones de ataque terrestre.
Sin embargo, las deficiencias se profundizaron más de lo que las cifras in-
dican. Primero, las fuerzas aéreas aliadas eran heterogéneas y carecían del con-
trol y dirección centralizados, en marcado contraste con la Luftwaffe. Aparte de
los pocos Hurricanes y Spitfires británicos y un número muy pequeño de tipos
Fokker holandeses, los aviones de la Luftwaffe eran técnicamente superiores
a cualquiera de los aviones en el inventario aliado, y particularmente en ata-
ques de bombardeo sobre las fuerzas alemanas que la RAF y el Armee de l'Air
tuvieron que sufrir. Sin embargo, el factor más importante en la derrota aliada
francesa radicaba en la doctrina del empleo de los recursos disponibles. La
Luftwaffe fue utilizada para apoyar la dirección de la campaña de una manera
generalmente coordinada, juntando los aviones para crear la superioridad aérea
donde se requiera y barriendo los cielos de las fuerzas aéreas aliadas más am-
pliamente dispersas.
Quizás el acto que ilustró lo mejor posible el papel que el poder aéreo jugó
en la blitzkrieg vino con el avance audaz a través del Meuse que decidió el re-
sultado de la campaña. Aquí, una cortina de cazas cubrió el cruce de los avio-
nes de reconocimiento, y los bombarderos alemanes de apoyo aéreo cercano,
señaladamente Junkers Ju 87 "Stuka", mantuvieron a los defensores franceses
bajo bombardeo constante. Los intentos aliados de atacar la brecha inesperada
en sus defensas no llegaron a nada y las pesadas pérdidas sufridas, a pesar del
desvío simultáneo de los esfuerzos principales de la Luftwaffe a la eliminación de
la resistencia holandesa.
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En esta breve campaña aérea norteña la conclusión de la resistencia holan-
desa, en gran parte como resultado del bombardeo de Rotterdam, indicaba el
efecto psicológico que pudo tener el bombardeo aéreo. Los ejércitos aliados
fueron lanzados al caos y al desorden, un estado sostenido por el dominio del
poder aéreo alemán que constantemente interrumpía y acosaba a las unidades
británicas y francesas en retirada. En junio la campaña había terminado, los fran-
ceses eliminados y los Británicos habían retrocedido detrás del Canal de la Man-
cha.
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Desdichadamente, la Luftwaffe se enfrentó a varios problemas significati-
vos en una escala que todavía no se había encontrado y discutiblemente la ca-
rencia de un propósito de gran dedicación tuvo en parte que ser su cancela-
ción.
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Discutiblemente, el problema estratégico fundamental que enfrentó la
Luftwaffe fue el de hacer que los cazas de la RAF vengan y peleen. Aún si la
campaña se hubiera inclinado más a favor de la Luftwaffe, no había nada que
impidiera a la RAF retirar sus cazas al norte, fuera del alcance de la Luftwaffe,
y conservar sus recursos para contrarrestar el intento de invasión de Alemania.
Con fuerzas navales y de invasión alemanas difíciles de conseguir, arriesgar los
aterrizajes con la amenaza de los cazas de la RAF que blindaban a la Marina
Real contra la Luftwaffe como si atacar a la flota alemana fuera probablemente
una jugada demasiado riesgosa, aún para Hitler. El problema de obligar a una
fuerza aérea enemiga a salir y luchar y exponerse así al desgaste fue enfrentado
por los aliados en 1942 y 1943. Hasta los bombarderos de EE.UU. obligaron a la
Luftwaffe y la hicieron pelear por el control del espacio aéreo sobre Alemania, no
había ninguna manera real de inhabilitar al poder aéreo alemán en una prolonga-
da lucha de desgaste "impuesta." En 1943 los aliados tenían la capacidad y los
recursos para abordar la situación; en 1940 la Luftwaffe no. Finalmente, la
Luftwaffe simplemente no fue capaz de abordar el problema de Gran Bretaña en
1940 y las pérdidas infligidas por la RAF en los tiempos cruciales de la batalla
fueron suficientes para romper los nervios de Goering y Kesselring, quienes es-
taban muy bien enterados de la verdadera incapacidad de su fuerza aérea para
soportar tanto dolor.
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Además, en la cúspide de Operation Typhoom, la tentativa de capturar
Moscú en el otoño e invierno de 1941, la Segunda Flota Aérea del Mariscal de
Campo Kesselring fue enviada al Teatro Mediterráneo para ayudar la aflicción
de la Regia Aeronautica, particularmente en el Norte de África adonde las tro-
pas y equipo blindado alemanes habían sido despachados recientemente bajo
el auspicio de Erwin Rommel.
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La Luftwaffe fue claramente exitosa en llevar a cabo este rol ampliado,
pero su equipo no era el ideal o no había sido diseñado para tales operaciones.
Los biplanos Ju 87 Stukas y Henschel Hs 123 fueron los únicos aviones de apo-
yo cercano específico y, aunque posteriormente fueron reforzados por la modi-
ficación de los Bf 109s y FW 190s en caza-bombarderos de roles múltiples, el
único avión de ataque terrestre diseñado intencionalmente introducido por la
Luftwaffe durante la guerra fue el Henschel Hs 129 y éste demostró ser una pro-
funda decepción. El resultado lógico de tener que desplegar más recursos en
apoyo del ejército fue la asignación de bombarderos medianos bimotores como
los Heinkel He 111s, Junkers Ju 88s y el Dornier Do 17 que rápidamente se tor-
naron obsoletos para tales funciones, funciones para las que estaban claramen-
te mal preparados.
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Con un entrenamiento y desarrollo técnico más razonados, en parte como
resultado de la experiencia española, y debido a la gran cantidad de campañas
en que la Luftwaffe estuvo involucrada durante la era1939-41, siguió la superio-
ridad aérea táctica alemana, y era forzosa que los aliados la alcanzaran.
Sin embargo, debe recordarse también que las fuerzas aéreas formadas
contra la Luftwaffe raramente ofrecieron una seria oposición. Generalmente, eran
tecnológicamente inferiores, o en el proceso de absorber una nueva generación
de aviones. Las fuerzas aéreas francesas y soviéticas fueron atrapadas en el
medio de importantes programas de reequipamiento. Dentro de la RAF sola-
mente los cazas estuvieron en la tecnología aérea de punta mientras que sus
bombarderos estaban obsoletos, haciendo insostenibles las operaciones de apo-
yo aéreo cercano. Además, las doctrinas de las fuerzas aéreas que se enfrenta-
ron estaban también en un estado de flujo. El Armee de l'Air francés fue desple-
gado en concierto con la estrategia nacional, basada en la defensa lineal estáti-
ca, parecida a la primera guerra mundial. Esto permitió a la Luftwaffe concen-
trar sus recursos donde necesitaba y vio empantanarse y destruirse a las uni-
dades aéreas francesas locales. La VVS había cambiado su pensamiento a
una política disciplinada de apoyo al ejército, pero las purgas y caos resultan-
te de fines de los años 30 y comienzos de los 40 dejaron a la Fuerza Aérea
Roja casi impotente en el momento de la Operación Barbarossa. Aún más,
aparte de la VVS, todas las fuerzas aéreas atacadas por la Luftwaffe fueron
numéricamente más débiles así como en gran parte técnicamente inferiores.
El blitzkrieg aéreo, más que nada, demostró ese ensanchamiento del golfo
entre las potencias aéreas de primera línea y otros estados menos equipados
y avanzados. Países como Alemania, Francia, Gran Bretaña y la URSS pudie-
ron, en teoría por lo menos, producir fuerzas aéreas de primera clase en gran-
des números pero otros estados a los cuales Alemania cortó sus dientes milita-
res no estaban en la misma liga. Polonia, Dinamarca, Noruega, los Países Ba-
jos, Bélgica, Yugoslavia y Grecia simplemente no tuvieron la habilidad o capa-
cidad económica, o ambas, para ofrecer una seria resistencia aérea a una fuer-
za aérea bien equipada y ampliamente preparada como la Luftwaffe. La prueba
verdadera de la efectividad bélica inicial de la Luftwaffe vino durante la campaña
francesa, cuando la capacidad técnica, práctica y operacional dio a la fuerza
aérea alemana su más grande victoria. Sin embargo, sus limitaciones como una
potencia aérea importante quedaron demostradas sobre las Islas Británicas, su
primera campaña contra una fuerza aérea igualmente competente y sobre la in-
mensidad de la URSS, y cuando los límites físicos de una fuerza aérea de am-
plia base carente de apoyo arraigado fueron satisfechos, alcanzados y no colma-
ron las expectativas.
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Poder aeronaval
El papel del poder aéreo en la guerra marítima entre 1939 y 1945 parece
ser de poco significado en comparación con la guerra sobre la Europa misma.
Sin embargo, la batalla del Atlántico fue una de las campañas esenciales
del teatro europeo. En dos ocasiones la flota de alemanes amenazó cerrar las
vías de navegación marítima hacia y fuera de las Islas Británicas, primero en
1940/41 y posteriormente en 1942/43. La primera crisis vino en el segundo in-
vierno de la guerra cuando solo las fuerzas de protección comercial de la Man-
comunidad tuvieron que hacer lo posible por mantener abiertas las rutas
transatlánticas dada la resuelta ofensiva submarina que casi obligó a Gran Bre-
taña a salir de la guerra. Una vez que los alemanes tuvieran acceso a los puer-
tos franceses del Atlántico a partir del verano de 1940 adelante pudieron operar
más allá hacia el Atlántico y extender las fuerzas de protección comercial a casi
un punto límite.
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El hecho que la derrota en el Atlántico de hecho habría significado derrota
en la guerra de manera general curiosamente evadió las mentes de aquellos
que no veían ningún valor en el redespliegue de una pequeña fracción de las
fuerzas aéreas aliadas para mantener a raya la amenaza de los submarinos.
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La importancia del poder aéreo en derrotar la amenaza de submarinos re-
posó principalmente en el simple efecto disuasivo de las patrullas, pero a partir de
1942 adelante la capacidad ofensiva del Comando Costero de la RAF creció es-
pectacularmente. El uso de técnicas de investigación de operaciones y la incorpo-
ración de nuevas tecnologías ayudó a inclinar la balanza decididamente en favor
de los aliados. La flota submarina alemana se opuso con radar y avances de de-
tección por radar propios, pero reflejando la guerra en su totalidad, en 1943 decli-
nó su capacidad para ir al paso de los saltos de los aliados en la tecnología del
poder aéreo. El Comando Costero dio cuenta de la destrucción de más submari-
nos que cualquier otro Instituto Armado en los últimos tres años de la guerra. Los
alemanes presionaron aún más los límites de diseño de los submarinos y el nue-
vo modelo Tipo XXI amenazaba negar la ventaja aérea de los aliados. Sin em-
bargo, el daño ya se había hecho y la guerra se acercaba a su fin con un poder
aéreo que contribuyó significativamente a la victoria en la batalla del Atlántico.
Fue evidente una vez que era esencial la movilización de las comunidades cientí-
ficas e industriales para la guerra moderna.
La superioridad cada vez mayor del poder aéreo sobre la navegación marí-
tima de superficie también quedó demostrada durante la guerra en Europa, prin-
cipalmente por los alemanes. Mientras que los Británicos confiaron mucho en su
marina de superficie para dar protección a las operaciones transportadas, los
alemanes, carentes de un arma naval importante propia, se vieron obligados a
usar los aviones para combatir la supremacía de la Marina Real (RN's). La Mari-
na Real, carente de un efectivo poder aéreo instalado en portaaviones, demostró
ser extremadamente vulnerable a un ataque aéreo instalado en tierra según lo
demostrado durante la debacle de Noruega de 1940, en la defensa y evacuación
de Creta en 1941 y a la altura de Malaya cuando el Príncipe de Gales y el Re-
pulse fueron hundidos en Diciembre del mismo año. La necesidad de una protec-
ción contra ataques aéreos para la Marina Real en 1940 si fueran convocados a
romper una fuerza de invasión alemana parece por lo tanto ser aún más vital.
Las escasas fuerzas aéreas basadas en portaaviones de la Marina Real desem-
peñaron un papel esporádico en el teatro europeo, inhabilitando a la Marina Ita-
liana en Taranto, causando la destrucción del acorazado alemán, Bismarck, en
1941 y en ofrecer una protección contra ataques aéreos a los convoyes, aunque
ésta llegó a ser prohibitivamente costosa cuando fue desplegada dentro del al-
cance de las fuerzas aéreas enemigas.
- 138 -
Discutiblemente la única área donde las naciones europeas no apreciaron
el valor del poder aéreo fue en la guerra comercial. Para los Británicos esta fue
una falla fundamental. Como estado insular sumamente dependiente las comu-
nicaciones marítimas y vínculos comerciales, la necesidad estratégica de la pro-
tección contra ataques aéreos de tales rutas era imprescindible, y era una ne-
cesidad que había sido demostrada en la 1ra. Guerra Mundial. Sin embargo, di-
cha falla fue repetida con énfasis por los japoneses, y también los alemanes,
por lo general, no reconocieron verdaderamente el potencial de la guerra co-
mercial, así pues el pequeño número de submarinos disponibles al estallar la
guerra.
Las demandas del poder aéreo sobre las economías aeronáuticas y sus
industrias auxiliares durante la Segunda Guerra Mundial fueron enormes. Si
bien la repercusión directa del poder aéreo sobre la conducción de la guerra
contribuyó enormemente a la creación de lo qué ahora se llama vagamente
"guerra total", la repercusión secundaria de la revolución del poder aéreo, en
las economías e industrias aeronáuticas, también causaron el desarrollo de un
nuevo tipo de guerra. Como se ha indicado, el poder aéreo era mucho más cos-
toso tanto para desarrollar como mantener una fuerza militar efectiva. Su costo
unitario en investigación, diseño y entrenamiento de personal sobrepasó aún el
uso más costoso de los recursos en el Ejército o la Marina. Aún más, el costo
de mantener operativa una fuerza aérea en condiciones de tiempo de guerra cre-
ció enormemente como los índices de despilfarro y desgaste, así como la acele-
ración de la obsolescencia, amenazaba devorar los recursos disponibles de la
industria aeronáutica. Ya a fines de los años 30 el índice de progreso tecnológico
en el diseño y tecnología de aviones se había adelantado espectacularmente,
aumentando las demandas en la industria y aún más en la base científica de un
estado. Mucho más que en la Gran Guerra, los avances tecnológicos y la inven-
ción impusieron la efectividad del poder aéreo, fue esencial para el éxito la capa-
cidad de la industria aeronáutica de un estado para marchar a la par con la
tecnología del enemigo o aún sobrepasarla.
Las piedras angulares del éxito fueron esencialmente dos. Primero, un esta-
do tenía que ser capaz de maximizar su capacidad productiva para mantener y
ampliar su potencial de poder aéreo. Era evidente que las fuerzas aéreas efica-
ces eran decisivas para la guerra moderna y era esencial la capacidad de la in-
dustria para proporcionar los aviones y equipo que se requerían. En esta guerra
industrial, los aliados debían ser considerablemente más acertados que sus opo-
sitores del eje. Las raíces de la declinación de la Luftwaffe como una fuerza
combatiente importante a partir de 1941 adelante puede en parte remontarse a
los fracasos e ineficacias de la industria aeronáutica alemana en mantener su
ventaja desarrollada durante los años previos y de comienzos de la guerra. En
parte esta declinación estuvo vinculada al segundo eje del éxito del poder aéreo:
la capacidad para aprovechar e integrar todo lo que la ciencia, tecnología y pro-
ducción en masa tenían que ofrecer. Una vez más en este campo los aliados tu-
vieron que dar un salto delante de las potencias del eje mientras avanzaba la
guerra.
- 139 -
Aunque los alemanes pudieron diseñar nuevos aviones y desarrollar tecno-
logías de punta, no pudieron palpablemente producirlas en masa, resultando en
una creciente inferioridad de aviones de la Luftwaffe no solamente en términos de
números sino también en niveles de capacidad técnica.
Por ejemplo, el Messerschmitt Bf109 fue la columna vertebral del arma ale-
mana de cazas durante la Segunda Guerra Mundial y, de hecho, en 1939-40 era
igual al Spitfire, el diseño aliado principal. Sin embargo, en forma notable se
desarrollaron diseños de aviones de caza aliados a medida que la guerra avan-
zaba, resultando en novedosos tipos superiores como el Tempest, Thunderbolt,
Mustang y Lightning, que estuvieron disponibles en cantidades enormes. De los
reemplazos de la Luftwaffe solamente el Focke-Wulf FW190 fue introducido con
una extensa repercusión, aunque por supuesto fue superado en número masivo,
y posteriormente diseños de jet como el Messerschmitt Me 262 fueron obstaculi-
zados por problemas de producción, especificaciones ambiciosas e intromisión
política.
El esquema imaginario fue un ejemplo particular por medio del cual una
compañía de otro sector de la industria comenzaría a producir aviones copiando
las prácticas y las técnicas de la producción de un fabricante de aviones exito-
so. Esto permitiría elevar la producción, sin que cada nueva compañía tuviera
que soportar un proceso largo y arduo de adquisición, y se concentrara en el
desarrollo técnico con las firmas experimentadas.
- 141 -
La buena voluntad de aceptar el status quo fue en parte causada por las
tentativas de Goering de demostrar a Hitler que estaba haciendo lo máximo y
que se estaba exprimiendo a la industria aeronáutica alemana, y en parte cau-
sada por la subestimación de la permanente producción británica de aviones.
No había planes importantes para una expansión realista en la industria aero-
náutica alemana hasta el período de mediados de la guerra, y para entonces
fue demasiado tarde. Claramente, las potencias del eje no igualaron los requisi-
tos estratégicos con las demandas económicas y al ni siquiera tratar de alcan-
zar los altos objetivos de producción hasta 1942 indudablemente obstaculizaron
sus esfuerzos.
- 142 -
Mientras los aliados uniformados alrededor de varios pequeños diseños de
aviones de suficiente capacidad militar, el proceso alemán de adquisición dio lu-
gar al desarrollo de 86 modelos, disipando fatalmente el esfuerzo y la capacidad
técnica. En esto, el papel de Ernst Udet fue particularmente importante, tan
propenso como era a la manipulación de los impacientes fabricantes de aviones.
Los resultados de su incompetencia llegaron a ser más claros cuando Erhard
Milch regresó a un lugar de importancia en 1941, después del suicidio de Udet.
Milch efectivamente fue obligado a abandonar la siguiente generación de aviones
que estaba desarrollando la Luftwaffe porque no estarían en servicio algún tiem-
po, y la producción de aviones para la línea de frente se requería desesperada-
mente en forma inmediata. Por lo tanto su decisión de dotar al soldado de la
Luftwâffe con diseños modificados pero envejecidos para cubrir la brecha en la
producción a corto plazo. Finalmente el juego de Milch fracasó pero no hay mu-
cho que pudiese haberse hecho a finales de 1941.
- 143 -
La segunda piedra angular del éxito aliado estuvo en el campo la ciencia y
la tecnología, un área en la cual el Eje se castró lenta pero seguramente a medi-
da que la guerra avanzaba. La integración la tecnología y ciencia en la guerra
aérea fue decisiva porque, más que cualquier otra arma, los aviones requerían
protección contra la obsolescencia para seguir siendo viables. Los aliados movi-
lizaron otra vez sus comunidades científicas con un efecto considerable, de he-
cho a un nivel que los alemanes no pudieron igualar. La tecnología fue crucial en
áreas como radar, navegación y bombardeo en particular, pero en la mayoría de
los aspectos de la guerra aérea fue crucial la necesidad de aprovechar los pro-
gresos científicos. Los Británicos fueron eficaces en lograr lo máximo de una
base científica más débil, ayudados por la ayuda entusiasta de Churchill (a tra-
vés de profesor Lindemann) y de hecho la RAF misma, que reconoció la natura-
leza vital de la investigación científica y el desarrollo. En particular, la RAF desa-
rrolló unidades de investigación de operaciones en cada comando y éstas forma-
ron la ofensiva de bombardeo estratégico y la Batalla del Atlántico notablemente.
Los EE.UU. empezaron con una base mucho más fuerte, pero de muchas mane-
ras siguieron el patrón británico. Como en Gran Bretaña, se entendió claramente
la naturaleza vital de mantener "una tecnología de punta" y utilizarla en un con-
texto militar.
- 144 -
En contraste con los alemanes, los aliados adoptaron un enfoque particu-
larmente pragmático hacia la investigación, poniendo énfasis en la investigación
aplicada antes que la investigación pura. El aprovechamiento de la innovación
científica en un contexto militar funcional fue la clave en Occidente, mientras
que la tradición de Alemania de la investigación pura e invención requería mucho
tiempo y limitaba la rápida aplicación en el medio militar. El contraste en éstos
dos enfoques resultó en una superioridad aliada corto-a-mediano plazo, en las
tecnologías de jet y cohete, las ventajas las tuvieron los alemanes, aunque pro-
bablemente habrían sido superfluas dadas las insuficiencias de sus técnicas de la
producción en masa.
- 145 -
La industria aeronáutica, obligada a reubicarse por el ejército alemán que
avanzaba, se reestableció rápidamente al este de los Urales. Mucha actualiza-
ción y reorganización se había emprendido desde la debacle de la guerra de
invierno contra Finlandia y la naturaleza de la economía soviética, que acentua-
ba el planeamiento central, ayudó considerablemente la expansión de la indus-
tria aeronáutica. La estandarización alrededor de ciertos diseños aeronáuticos
robustos y confiables simplificó los asuntos de producción, aunque se introduje-
ron modelos más avanzados desde mediados de la guerra adelante. A pesar del
caos y las privaciones causadas por la invasión alemana, la producción aero-
náutica soviética aumentó espectacularmente a partir de fines de 1941, de
1.630 por mes en 1941 a 2.907 en 1943. La llegada de aviones mediante prés-
tamo y arriendo de los EE.UU. ayudaron a la recuperación soviética, pero a
menudo esto se exagera, porque la mayor parte de las 14.000 entregas vino
mucho después en la guerra, y llegó solamente a un 12 por ciento de los avio-
nes de combate soviéticos usados en la guerra.
Sin embargo, el aumento en cantidad fue igualado por una progresión cua-
litativa simultánea. Las oficinas del diseño se ampliaron perceptiblemente du-
rante los meses antes y después del 22 de junio de de 1941, incorporando nue-
vos diseñadores como Yakovlev, Lavochkin e Ilyushin para agregarse a los Tu-
polev y Polikarpov establecidos desde hacía tiempo. Los cazas anticuados I-16
fueron reemplazados por las nuevas variantes de cazas Yakovlev y Lavochkin.
- 146 -
En parte esto también se debió a la doctrina de vincular a la VVS a opera-
ciones de apoyo aéreo cercano solamente, y así ésto evitó que se desarrollara
una estrategia aérea más concertada. La VVS fue utilizada para apoyar las
ofensivas terrestres agregando su peso a la potencia de fuego masiva y con-
centrada que el Ejército Rojo pudo dirigir contra la Wehrmacht en 1943. Los
cazas de la VVS fueron desplegados sobre todo para lograr la superioridad aé-
rea local sobre el campo de batalla y evitar que la Luftwaffe intervenga con al-
gún resultado. Esto fue ciertamente acertado, pero limitado en objetivo y la
Luftwaffe discutiblemente pudo sobrevivir en el Frente Oriental de una manera
que la RAF y la USAAF nunca se lo permitieron en Occidente. Es notable que
los recursos aéreos alemanes que disminuían fueran desplegados en el Frente
Oriental a partir de fines del verano de 1944 porque pudieron sobrevivir y tener
cierto efecto allí, mientras que en Occidente serían aniquilados.
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La RAF, con sus antecedentes más independientes, podía sostener que el
poder aéreo debería usarse en una escala mucho más amplia que la adoptada
por la VVS, con el resultado que las operaciones de apoyo aeroterrestre se in-
tegraron en una estrategia más amplia del poder aéreo, que incluyó el bombar-
deo estratégico y, a partir de 1943, una campaña general de supremacía aérea
a través de Europa.
En estos días iniciales, los aliados utilizaron los Hurricane y los Curtiss
P-40 de EE.UU.,o Tomahawk como fue conocido en la RAF, como caza-
bombarderos de rol múltiple. El caza-bombardero en la Segunda Guerra Mun-
dial de hecho fue iniciado por la Luftwaffe, pero el Comando de Cazas de la
RAF consideró a los Hurricanes y Spitfires equipados con bombas como un
medio de provocar a la Luftwaffe entrar en combate aéreo sobre Francia. Esta
estrategia produjo solamente resultados limitados, pero el caza-bombardero,
que tuvo que dominar las operaciones de apoyo terrestre durante el resto de la
guerra, fue sin embargo un avance lógico de la campaña de superioridad aé-
rea sobre Europa.
- 148 -
Con una batalla frenética por la superioridad aérea durante gran parte del
período 1942-3 las ventajas del caza-bombardero de doble uso fueron eviden-
tes. Los aviones de ataque terrestre dedicados fueron menos exitosos, siendo
vulnerables al fuego antiaéreo pesado y a los cazas enemigos que hasta 1944
siguieron siendo una amenaza seria. De muchas maneras, el éxito del Shturmo-
vik en el Frente Oriental se opuso a la tendencia, pero sobrevivió porque la
densidad de las defensas de cubierta y fuego antiaéreo de los cazas nunca fue
bastante alta. Es difícil imaginar a los aviones de la VVS sobrevivir durante mu-
cho tiempo en el teatro occidental.
La batalla del Paso Kasserine en Túnez en 1943 fue una operación defi-
ciente de parte del Ejército norteamericano y sus fuerzas aéreas acompañan-
tes. Cada “minifuerza aérea” norteamericana fue distribuida al nivel de cuerpo
(demasiado bajo) y así no pudo, y ocasionalmente estaba poco dispuesta, a
coordinar el esfuerzo para ganar la superioridad aérea, permitiendo a la
Luftwaffe dominar.
- 149 -
Los problemas más significativos referentes a comunicaciones, identifica-
ción de las fuerzas amigas y enlace aire-tierra, y se buscaron remedios para
ellos. Los jeeps equipados con radio ayudaron a la rápida comunicación entre
los ataques aéreos las fuerzas terrestres, y los aviones observadores ligeros
adoptados para dirección de la artillería, un retroceso a la Gran Guerra. Poste-
riormente estos aviones fueron utilizados para controlar y dirigir el apoyo cer-
cano directo y los ataques de interdicción aérea sobre el campo de batalla.
- 150 -
Desde D-menos-46 se inició una campaña concertada de destrucción de
puentes para romper las rutas sobre el Loira y el Sena, y mediante D-menos-21
los esfuerzos estuvieron disponibles para la reducción de las fuerzas de la
Luftwaffe y las bases aéreas en la Francia norteña. Las tropas aerotransportadas
cubrieron los flancos de los aterrizajes de Operación Overlord , los cazas barrie-
ron los cielos de la resistencia de la Luftwaffe y los bombarderos apuntaron a los
puntos resistentes a lo largo de la costa de Normandía.
El poder aéreo fue la clave para solucionar estos problemas militares y polí-
ticos básicos. La superioridad aplastante de los aliados en el aire fue sin duda un
factor clave en el éxito de la campaña de Normandía. Las fuerzas alemanas fue-
ron obstaculizadas y atacadas durante la batalla y la ofensiva contra el apoyo
logístico de la Wehrmacht y de las tropas SS fue enormemente exitosa. En ge-
neral, los aliados ganaron la campaña mediante un proceso de fuerte desgaste,
que fue infligido a menudo por los aviones aliados sobre las unidades alemanas
mientras avanzaban hacia el frente de batalla y cuando trataban de contraatacar.
La exitosa historia del poder aéreo de apoyo terrestre fue otra vez el caza-
bombardero que demostró ser el arma aérea más potente, sobrepasando fácil-
mente el efecto de las incursiones de bombarderos medianos y pesados, aun-
que más tarde, y a veces, éstos fueron desplegados provechosamente. Los ca-
za-bombarderos aliados, de los cuales el Hawker Typhoon de la RAF y el Re-
public Thunderbolt P-47 de USAAF eran los ejemplos principales, fueron la per-
dición de la vida del ejército alemán desde Normandía adelante. Tales aviones
volaron libremente, atacaron con poca advertencia y generalmente eran tan rá-
pidos que las baterías AA tuvieron problemas en derribarlos. La imagen del ca-
za-bombardero como potente antitanque es, sin embargo, medio mito.
- 151 -
El Typhoon logró especialmente una reputación de “amenazar” el blindaje
alemán, una reputación que ayudó a aliviar algunos de los miedos de las fuerzas
terrestres aliadas, que eran aventajadas sobresalientemente por los tanques
alemanes. De hecho, aunque los Typhoons que disparaban cohetes contra las
tropas móviles en general, eran en gran parte ineficaces en la destrucción de
tanques. El lugar más seguro en el campo de batalla durante un ataque de
Typhoons estaba dentro de un tanque porque ellos solamente ofrecían suficien-
te protección contra cualquier cosa aparte de ataque directo y los cohetes eran
notoriamente inexactos. Sin embargo, los tripulantes de los tanques alemanes no
siempre percibieron que este fuera el caso y a menudo abandonaban sus tan-
ques en la primera muestra de ataque aéreo. De nuevo, las tropas terrestres ex-
puestas al ataque aéreo demostraron potencias limitadas de resistencia, y a este
respecto los ejércitos de la Segunda Guerra Mundial siguieron a sus precursores
del conflicto 1914-18. Sin embargo, los caza-bombarderos fueron sumamente
exitosos, porque inhabilitaron los blindajes alemanes: destruyendo primero su
apoyo logístico, y en segundo lugar socavando la moral. El número de tanques
alemanes indemnes pero abandonados encontrados por las fuerzas aliadas que
avanzaban fue testamento de la carencia del combustible y de resolución frente a
un asalto aéreo sin oposición.
- 152 -
El apoyo aerotáctico de las operaciones terrestres en la Segunda Guerra
Mundial evolucionó en una doctrina completamente madura en las fuerzas aéreas
aliadas occidentales antes de 1944. La RAF del y el USAAF siguieron líneas simi-
lares de apoyo operacional en el campo de batalla a aquel iniciado por la
Luftwaffe, estando la diferencia significativa en los recursos empleados y la apli-
cación de la tecnología e industria para resolver las necesidades de las fuerzas
armadas.
La clave para este éxito del poder aéreo fue la destrucción de la Luftwaffe
desde mediados de 1943 adelante, pues sin supremacía aérea las fuerzas aé-
reas tácticas aliadas habrían tenido que empeñarse en costosas batallas de su-
perioridad aérea.
Esto habría socavado seriamente el apoyo aéreo para las operaciones te-
rrestres y habría comprometido posiblemente las campañas de la Operation
Overlord. La capacidad de una fuerza aérea simplemente para disputar la supe-
rioridad aérea en momentos críticos fue fundamental para el papel que el poder
aéreo podría desempeñar en las operaciones terrestres.
- 153 -
Negando períodos prolongados de superioridad aérea al enemigo y mante-
niendo una presencia sobre el campo de batalla redujeron grandemente la efica-
cia del apoyo aéreo al ejército. Fue esta incapacidad de la Luftwaffe de plan-
tear alguna clase de amenaza a las fuerzas aliadas a medida que barrían Fran-
cia de un extremo a otro que socavó los considerables esfuerzos del ejército
alemán.
- 154 -
Sin embargo, a medida que se desarrolló la Segunda Guerra Mundial, el
bombardeo estratégico se convirtió en un aspecto crucial de la estrategia nacio-
nal británica a raíz de la caída de Francia. Mientras la guerra se desarrolló a lo
largo de líneas tradicionales, el apoyo de la administración Chamberlain para el
bombardeo de las ciudades alemanas fue en el mejor de los casos tibio y a me-
nudo abiertamente hostil. La llegada de Churchill y la eyección del ejército britá-
nico del continente cambió todo. La posición estratégica de Gran Bretaña era tal
que cualquier tentativa de volver a invadir el continente Europeo en un futuro
previsible, contra el ejército alemán, tuvo que ser eliminada: la confrontación di-
recta no era una opción. Gran Bretaña simplemente no tenía los recursos o capa-
cidad para derrotar a la Wehrmacht en una batalla abierta. Sin embargo, Chur-
chill consideraba la continuación de la guerra, en cualquier forma, como esencial.
La alternativa era equivalente a la capitulación.
- 155 -
La gente británica tenía que saber y se le tenía que demostrar que las
fuerzas armadas estaban todavía luchando y que la población alemana sufría
también.
- 156 -
Así, el lugar del bombardeo estratégico en la estrategia aliada se tornó
menos claro después de 1941 y no fue hasta mediados de 1943 que se integró
completamente la ofensiva combinada de bombardeo en una gran estrategia,
cuando, además de la meta más general de inhabilitar la economía alemana, la
destrucción de la Luftwaffe y sus industrias acompañantes fueron citadas como
prioridad principal.
Por otra parte, a medida que aumentaban las pérdidas en la noche a ma-
nos de los cazas alemanes cada vez más sofisticados, con hundimientos de bar-
cos mercantes en el Atlántico ante submarinos por falta de montaje de aviones
tipo bombardero de largo alcance y con las demandas crecientes por más recur-
sos aéreos en apoyo de la campaña mediterránea, la base entera de la ofensiva
de bombardeo parecía estar a punto de colapsar.
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La campaña fue salvada por tres factores. Primero, en febrero de 1942 el
EM Aéreo cambió la premisa de la ofensiva de destruir blancos industriales parti-
culares a una basada en una estrategia de los ataques de área generales contra
ciudades. Se esperaba que esto obstaculizaría la economía alemana desalojan-
do, desmoralizando y matando a los trabajadores en el trabajo y en sus hogares.
La filosofía de Trenchard fue por lo tanto, en parte, resucitada por la circunstancia
apremiante. La nueva estrategia de la RAF fue apoyada por el influyente conseje-
ro científico de Churchill, el Profesor Lindemann (posteriormente Lord Cherwell).
- 158 -
Ambas ofensivas de bombardeo mejoraban lentamente y la curva que
aprendizaje de las fuerzas norteamericanas era mucho más empinada que la de
sus contrapartes británicas, pero para el final de 1942 poco se había alcanzado
que pudiera decirse que influyó notoriamente en el curso de la guerra, hasta in-
cluyendo la tan publicitada incursión de 1.000 bombarderos sobre Colonia.
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Esto demostró el gran adelanto en la ofensiva combinada de bombarderos y
debió tener consecuencias importantes más allá del bombardeo directo de la
misma Alemania. La doctrina de la USAAF había estado basada en la noción
que el bombardero siempre pasaría. En todo caso, se discutía, los cazas simple-
mente no tenían la autonomía que les permitiera escoltar bombarderos sobre
cualquier gran distancia. Las tentativas de crear cazas de largo alcance habían
siempre fracasado totalmente, resultando en cazas bimotores, pesados de baja
performance, como el Bf 110 de la Luftwaffe,un diseño absolutamente incapaz de
hacer frente a los cazas monomotores de alta performance. Sin embargo, era
evidente para el General “Hap” Arnold (Comandante en Jefe, USAAF) a media-
dos de 1943 que la única forma en que se podría neutralizar la fuerza de cazas
de la Luftwaffe sería enviando cazas escolta norteamericanos para librar la bata-
lla alrededor de las formaciones de bombarderos a medida que viajaban hacia y
desde sus blancos. La clave sería encontrar un caza que pudiese volar hacia
Berlín y regresar.
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Con cazas norteamericanos que llegaban en números siempre crecientes
y que comenzaban a sacar de los cielos a la Luftwaffe, empezaron a darse
cuenta que el dominio del espacio aéreo alemán se estaba perdiendo. Albert
Speer señalaba que Goering había afirmado siempre que los cazas aliados
nunca podrían llegar a Alemania. Cuando lo hicieron, era evidente que la guerra
se había perdido. Mientras los índices de pérdidas se elevaban, comenzó a
aparecer como insuperable el creciente problema de reemplazar a los pilotos,
aún más que sus aviones. Entre Enero y Mayo 1944 la Luftwaffe perdió el equi-
valente de toda su fuerza de pilotos de caza, lo que significaba que los reem-
plazos solamente podían mantenerse con pérdidas. Así, ninguna ampliación
del arma de cazas podría ocurrir en el mismo momento que las fuerzas aéreas
aliadas ocupaban aún más y en grandes números el espacio aéreo alemán.
Mientras Milch y Speer hacían esfuerzos excepcionales para aumentar la pro-
ducción aeronáutica, que consistía mayormente en cazas monomotores, poco
podía hacerse para evitar la hemorragia de tripulaciones entrenadas de la Luftwaf-
fe. El entrenamiento de pilotos fue seriamente golpeado por las incursiones de
bombardeo sobre la producción petrolífera y en 1944 los pilotos alemanes tenía
menos de la mitad de tiempo de vuelo antes de ser lanzados al combate que
sus contrapartes americanas y británicas.
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En los meses que precedieron a los aterrizajes en Normandía la Luftwâfe
sufrió pérdidas penosas en su arma de cazas, perdiendo unos 3,278 aviones resul-
tando en una declinación de 78 por ciento en fuerza. La batalla por la supremacía
aérea en Europa había sido ganada y las fuerzas aéreas aliadas pudieron, una
vez que satisfacieron sus compromisos del Día D, escoger y elegir sus blancos
sobre Alemania a voluntad. Para los alemanes, vino la derrota rápida, no como
resultado de los eventos de 1944, sino en parte debido a no aumentar los progra-
mas de producción y entrenamiento en 1940-42. La naturaleza crucial del desgaste
e industria por las campañas aéreas en la guerra total no fue mejor ilustrada que
la batalla por la supremacía aérea sobre Europa en 1944, y la inversión en la am-
pliación a largo plazo del poder aéreo hecha por los aliados algunos años antes
pagó enormes dividendos.
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En esa época, aunque se opuso al principio de la política, a regaña-
dientes la llevó a cabo, contrariamente a la opinión popular que él no hizo
caso de órdenes directas de arriba. La investigación reciente ha demostrado
que el Comando de Bombarderos de la RAF pudo haber contribuido un poco
más de lo que realmente hizo en el invierno de 1944-5 a la ofensiva petrole-
ra.
Sin embargo, la controversia que ha eclipsado todas las otras con res-
pecto a la ofensiva de bombarderos en la Segunda Guerra Mundial en Euro-
pa fue la que rodea la incursión de Dresden de Febrero de 1945. El bombar-
deo de fuego de la ciudad por la RAF y la USAAF en que decenas de mi-
les, quizás como 100.000, perecieron en una tormenta de fuego parecida a
la aniquiló Hamburgo en 1943 y posteriormente devastaría Tokio, causó una
tormenta de protesta entonces y ha continuado siendo así desde entonces.
Cualquiera que sea la justificación para el bombardeo de área en la guerra
hasta ahora, la destrucción de una ciudad con pocas plantas industriales, lle-
na de refugiados que huían, en un momento en que la guerra estaba casi
terminada, parecía un poco más una que matanza sin sentido. Se han ofreci-
do muchos argumentos, incluyendo: que la incursión fue una advertencia pa-
ra demostrar a los soviéticos la fortaleza del poder aéreo aliado; o que Harris
estaba decidido a probar que el bombardeo de zona habría podido ganar la
guerra; o que la tecnología militar estaba disponible así que tuvo que ser uti-
lizada para justificar la inversión.
Por otra parte, la selección de blancos en el sector oriental fue asumida por
Harris. El simplemente ordenó atacarlos cuando fuera posible. Vale también la
pena señalar que en Enero y Febrero de 1945, la guerra todavía era ferozmente
disputada por las fuerzas armadas alemanas. Aunque el resultado final pudo no
haber parecido estar en duda, el costo de acabar la guerra era todavía alto.
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Las 1.000.000 bajas sufridas por el Ejército Rojo en su ofensiva de in-
vierno/primavera para capturar Berlín, y los aliados occidentales habían recha-
zado recientemente el ataque alemán en las Ardenas que se conocería como la
Batalla del Bulge. Además, todos los aliados se preocupaban cada vez más por
la falta de reemplazo de tropas que llegaban a sus unidades en la línea de fren-
te. Los índices de pérdidas siguieron siendo excesivamente altos en la medida
que los alemanes seguían oponiéndose con determinación. Simplemente, había
un deseo comprensible de terminar la guerra lo más rápidamente posible para
salvar vidas aliadas.
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- 165 -
Tabla 6.5 – Tonelaje de bombas aliadas lanzado sobre Europa, 1940-45
- 166 -
mente el peso de investigación moderna y la opinión parecen respaldar que se
hizo un daño considerable a la economía de guerra alemana, obstaculizando la
producción de varias formas y contribuyendo a la victoria aliada. Sin embargo, es
también el caso que la esperanza que el poder aéreo solamente causaría la de-
rrota de Alemania fue inalcanzable. El poder aéreo trabajó solamente cuando se
integró en una estrategia total para la prosecución de la guerra.
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El tercer impacto de la ofensiva aérea estratégica fue la destrucción de la
Luftwaffe, ya mencionado. Los críticos de la ofensiva de bombardeo invariable-
mente ignoran esta contribución crucial a la victoria. Sin la amenaza de la ofensi-
va estratégica, la Luftwaffe habría estado casi sin duda disponible para evitar
que las fuerzas aéreas aliadas influyan en la guerra terrestre en el noroeste de
Europa en el grado que lo hicieron. En vista de las marcadas deficiencias de los
ejércitos aliados cuando se ocuparon de la Wehrmacht y la SS en tierra, la ca-
rencia de dicha supremacía aérea bien podría haber sido catastrófica.
Vinculado a este debate, se discute a menudo que los aliados habrían po-
dido utilizar sus recursos de poder aéreo en otras maneras más eficaces. La de-
rrota de los submarinos por ejemplo, se habría podido alcanzar mucho antes de
lo que ocurrió, si los bombarderos de largo alcance se hubiesen desviado a ta-
les operaciones a principios de 1942. Esto es ciertamente verdad, pero los nú-
meros requeridos para cerrar la brecha aérea en la mitad eran minúsculos, y
había una miopía testaruda que permitió que la brecha aérea permaneciera
abierta hasta la primavera de 1943. Además, aunque el Atlántico se habría po-
dido asegurar un año antes, esto habría tenido poco efecto en el resultado de
la guerra. De todos modos los EE.UU. tenían poco que enviar a Europa hasta
1943, momento en el que se había sido ganada la campaña atlántica.
Sin embargo otro argumento es que se podría haber causado daño signifi-
cativo a la economía alemana mediante rápidas incursiones de precisión con
gran cantidad de bombarderos precisos más pequeños, como el Mosquito. Esto
es defectuoso en dos puntos. Primero, simplemente no es lógico suponer que
los alemanes pudieran o no montar una defensa eficaz contra tal ataque de la
misma manera que bloquearon a los bombarderos cuatrimotores durante tanto
tiempo. En segundo lugar, estas tácticas de bombardeo nunca habrían inhabili-
tado la fuerza de cazas de la Luftwaffe y como se ha discutido, ésta fue una
de las contribuciones más significativas a la victoria aliada.
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Sin embargo, la discusión está tan envuelto en temas éticos y morales
que la realidad ha sido nublada por la indignación de posguerra, en particular
sobre el bombardeo de Dresden, de Tokio y por supuesto de los bombardeos
atómicos del Japón. Aisladas las muertes de medio millón de civiles alemanes
como resultado del bombardeo aéreo en la Segunda Guerra Mundial cuando la
guerra tuvo que ser ganada por las fuerzas terrestres Aliadas de todos modos
parece obsceno. A pesar de eso, cuando se considera la guerra en su totalidad
y se aprecian las consecuencias más amplias de la ofensiva de bombarderos,
las justificaciones ofrecidas para las acciones de la RAF y la USAAF en ayudar
a la victoria aliada y derrotar al régimen nazi son comprensibles. En términos
estratégicos, es irrefutable la necesidad y el valor de la ofensiva de bombardeo
combinada para la victoria aliada.
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Conclusiones
La segunda guerra mundial fue indudablemente el punto elevado de la su-
puesta "guerra total". Más que cualquier otro conflicto, las demandas hechas a
los recursos de una nación - industriales, científicos y de hecho morales - 1939
y 1945 fueron inmensas. La escala escarpada de la guerra en principio parece
ser la causa de su totalidad, con 40 millones de personas muertas, naciones
enteras devastadas y el final del orden europeo son algunas de las ilustracio-
nes. Sin embargo, además del tamaño del conflicto, la Segunda Guerra Mundial
fue total debido a la naturaleza de la lucha, y quizás el único cambio más impor-
tante fue causado por la llegada de la era del poder aéreo. La guerra brutal y
sanguinaria ha sido conocida desde hace tiempo, pero la profundidad y reper-
cusión de la guerra aérea fue más allá al centro de la sociedad occidental de
una manera física y psicológica.
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Con todo él escribía para una era en que la guerra nunca podría ser verda-
deramente total en el sentido industrial moderno y, notablemente, en una edad en
que la guerra era de dos dimensiones. La "creación del Apocalipsis" había cam-
biado la guerra de una manera irrevocable y a tal grado que, cuando los aliados
comenzaron la tarea de reconstruir Alemania y fueron testigos de primera mano
del poder que poseyeron con sus extensas flotas estratégicas de bombardeo, la
era de la guerra total comenzó a pasar a la historia.
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Capítulo Siete
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“Incendiando el Japón” del General Curtis LeMay atestiguaba el abandono
de cualquier náusea que la USAAF pueda haber tenido con respecto al bombar-
deo indiscriminado de civiles. La destrucción y arrasamiento sistemático de ciu-
dades japonesas fue en una escala sin precedentes y, por supuesto, culminó con
los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945. Si la tota-
lidad de guerra fue llevada a casa a las poblaciones civiles eso fue durante la
ofensiva de bombardero estratégico contra el Japón, quizá aún más porque Ja-
pón jamás tuvo ninguna defensa efectiva contra dicho asalto.
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El poder aéreo y el Lejano Oriente, 1937-41
El Japón marcó el ritmo del poder aéreo asiático desde los primeros días
del vuelo y las armas aéreas del ejército y la marina eran fuerzas considerables
en la era de la expansión japonesa en los años 30. El Japón había tratado de
crear su propia industria aeronáutica para abandonar la dependencia en las po-
tencias occidentales y, por los años 30, las fuerzas aéreas del ejército y la ma-
rina estaban operando diseños oriundos calificados. En 1931, sin ninguna opo-
sición aérea nativa seria las fuerzas aéreas japonesas pudieron rápidamente
establecer la superioridad aérea sobre las fuerzas aéreas chinas, tal como fue,
en la invasión de Manchuria. A raíz de este éxito, el Japón comenzó una expan-
sión importante y el programa de re-equipamiento de sus fuerzas aéreas y,
cuando estalló la guerra con China justo en 1937, el ejército y las unidades ae-
ronavales estaban relativamente bien preparados.
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