Tema 2 - Etica-Definición y Rasgos Esenciales

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Ética: definición y rasgos esenciales

1. Introducción. ¿Por qué necesitamos la ética?


Lo primero que debemos empezar a preguntarnos, incluso antes de qué
significa la palabra ética, es si ese hecho, o esa disciplina que llamamos
ética tiene algún sentido. O por decirlo de forma más concreta: ¿tiene
sentido que hablemos de esto?
Si ha respondido mentalmente a esta pregunta, seguramente Ud. habrá
elaborado sin demasiado esfuerzo una lista de razones de por qué
necesitamos la ética: para convivir en paz, para que no nos hagan daño,
para que los fuertes no abusen de los débiles, para garantizar la
supervivencia de la especie, etc.
O quizá Ud. sea de los que considera que la ética no es necesaria, que
es un invento para limitar la libertad de las personas, que es una
estrategia de los poderosos para tener sometidas a las personas; y que
lo que realmente necesitamos es un buen sistema legal con un buen
sistema judicial y nada más. Bueno, al final de esta lección veremos la
diferencia entre Derecho y ética y espero convencerle que eso no es así.
La gran respuesta que podemos dar para justificar la necesidad de la
ética, es que: ¡¡la necesitamos para vivir y convivir!!
La ética tiene que ver con la capacidad humana de dirigir nuestra
libertad: ¿Qué quiere decir esto? Pues algo tan sencillo como que el ser
humano está obligado a ser libre. Mientras que en los animales la carga
genética determina casi totalmente su comportamiento, en el ser
humano no ocurre lo mismo. Nosotros somos libres incluso para dejar
de comer y morir de hambre (¡esto es increíble!). Esa libertad para dirigir
nuestra conducta nos obliga a decidir permanentemente, y esas
elecciones las hacemos en base a muchos factores; pero sin lugar el
esencial es el impacto que tiene nuestra libertad en la vida de otras
personas.
Todas las culturas que se conocen han tenido algún sistema o
mecanismo de control y de limitación de la libertad de las personas. En
algunos casos se trata de mecanismos ideológicos, mágicos, religiosos;
en otros de mecanismos más materiales como normas, ejércitos etc. Es
decir, que allí donde se ha formado un grupo humano se han dado
determinadas procesos o mecanismos para organizar la convivencia y
eso ha exigido orientar la conducta de los miembros del grupo.
En este sentido hay que entender que la ética es una capacidad
intrínseca del ser humano (igual que el lenguaje o la capacidad de
imaginar), no es algo artificial o superfluo. Nuestra capacidad de juzgar
lo que nos parece bien o mal está ahí y no la podemos ignorar; por eso
no tiene sentido hablar de “amoralidad”, ni nadie puede estar “más allá
del bien o el mal”. Es decir, cada hecho o situación en la que entra en
juego nuestra capacidad de decisión y afecta a la vida de otras personas
exige una evaluación moral a la que ni debemos ni podemos renunciar.
Por ser un poco más concreto vamos a enumerar algunas razones de
peso para tener en cuenta las cuestiones éticas en nuestra vida:
* Es una facultad humana inevitable. La capacidad de pensar sobre lo
que hacemos en clave de bueno y malo, es algo inevitable en el
ser humano y que si no lo hiciera estaría renunciando a una parte
importante de su ser como persona. Esa capacidad humana es tan
vital como la capacidad de hablar o de moverse; y si no la
desarrolláramos no estaríamos a la altura de nuestra humanidad.
* Facilita nuestra convivencia. Las normas, valores o criterios morales
nos orientan en nuestra relación con otras personas y justifican
nuestras expectativas de comportamiento.
* Evita conflictos. En los grupos humanos en que hay una visión de
justicia compartida, y unos valores comunes se evitan los
conflictos, y cuando surgen se resuelven de forma más eficiente y
pacífica.
* Mayor eficiencia En las organizaciones y grupos humanos en los
que las personas comparten unos valores y respetan las normas
comunes se gastan menos recursos en la coordinación (flujo de
información, mecanismos de control, mecanismos de garantía, y
mecanismos de sanción).
* Menos corrupción. La conciencia ética y de comportamiento justo
evitan las acciones de aprovechamiento de las ventajas impropias
y genera un comportamiento de lealtad hacia la comunidad y el
bien común.
* Mayor satisfacción personal. Una de las situaciones que más
“desmoraliza” a las personas es sentirse tratada de forma injusta y
saberse partícipe de una injusticia. Aún cuando hay personas que
se sienten bien en organizaciones totalitarias y mafiosas, la
mayoría de las personas se sienten más feliz en organizaciones y
colectivos donde predominan valores éticos.
* Mayor confianza. Normalmente no somos conscientes de la
cantidad de acciones que realizamos cotidianamente y que
suponen una base de confianza sólida: cuando damos la tarjeta de
crédito en un restaurante, cuando tomamos un taxi, cuando
preguntamos algo por la calle, cuando damos dinero para una
ONG, cuando enviamos una consulta a la secretaría
de la Universidad, etc. En muchos países y en otras épocas esas
acciones serían impensables y comportarían un riesgo enorme.
Una sociedad y una organización en el que predominan unos
valores y normas compartidas ofrece más garantías para las
expectativas de las personas. Es decir, tenemos más seguridad de
que la gente va a hacer aquello que se espera de ella; y eso facilita
mucho nuestra vida.
Estas son sólo algunas de las razones para el desarrollo de las cuestiones
éticas en nuestra sociedad y en las instituciones que vivimos. Ahora ha
llegado el momento de que definamos con propiedad que es la ética y
a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de ética, de valores
morales, de normas justas, etc.

2. Definición de ética y sus rasgos esenciales


La palabra ética, como tantas palabras con raíz griega ( ethos) y con
más de 20 siglos de historia tiene diversos y plurales significados. Para
intentar clarificar un poco esta palabra vamos a presentar tres
extendidos y diferentes sentidos de este concepto, aún teniendo claro
que no agotamos con ello toda su riqueza semántica.
* La ética se define como una actividad y área de juicio. En este sentido,
sería la disciplina o el campo de estudio que se ocupa de indagar por
los valores morales, de resolver los casos morales, y de justificar los
juicios morales. (En este sentido la ética de las organizaciones sería la
disciplina o actividad que persigue discernir los valores morales que
deben guiar el ejercicio profesional, resolviendo los casos
problemáticos y justificando los juicios morales concerniente a los
gestores).
* La ética también se define por oposición a los problemas no éticos, es
decir que lo ético se refiere a unas cuestiones específicas no
contempladas en otros ámbitos como pueda ser el derecho, la
política o el arte.
* Y finalmente – y quizá sea éste el sentido más extendido – se entiende
por ética el conjunto de creencias, actitudes y hábitos que declara o
ejercita una persona o un grupo de personas. Este sentido de ética
tiene un carácter descriptivo que se centra en explicar cómo se
comportan determinadas personas o grupos a la hora de resolver los
problemas morales.

Estos extendidos y comunes sentidos de la palabra ética no son falsos,


pero sí incompletos por su falta de precisión. Sin pretender cerrar una
discusión con una larga historia, nosotros proponemos una definición
de lo qué entendemos por ética. Una definición claramente
argumentada y defendida por una larga tradición de pensadores y
pensadoras, que en nuestro país está brillantemente representada por
Adela Cortina.
Para A. Cortina la ética es: “un tipo de saber de los que pretende
orientar la acción humana en un sentido racional; es decir pretende
que obremos racionalmente (....). La ética es esencialmente un saber
para actuar de modo racional (...) en el conjunto de la vida” (Cortina,
1994: 18).
Esta definición requiere una profundización y una explicación, puesto
que la primera duda que nos asalta es, pero ¿qué es actuar de modo
racional?
Hay dos modos fundamentales de orientar racionalmente la acción:
* Aprender a tomar decisiones prudentes. Aquí obrar
racionalmente se refiere a la capacidad de tomar “decisiones
prudentes”; significa saber deliberar bien antes de tomar una
decisión con objeto de realizar la elección más adecuada y
actuar según lo elegido. Este tipo de saber racional tiene su
origen en la Grecia del siglo V a.C. y su más claro exponente es
Aristóteles. Para él la ética tenía que ver con lo que se entendía
por forjarse un buen carácter. Frente al “pathos” o
temperamento que no podemos cambiar, está el “ethos” o
carácter que se basa en el hábito de ir haciendo buenas
elecciones a lo largo de la vida para conseguir la Felicidad.
* Aprender a tomar decisiones moralmente justas. Éste es otro
estilo de saber ético. Aquí no se trata de buscar el máximo de
la felicidad, puesto que vivimos en un mundo plural donde
cada uno tiene su propia idea de la felicidad; aquí
“simplemente” se trata de responder a la pregunta de ¿cómo
tomar decisiones moralmente justas? A esta cuestión se dedica
la ética en tanto que filosofía moral, cuyas tareas
fundamentales son: 1- aclarar qué es lo moral, 2 - fundamentar
la moral, y 3 - aplicar a los distintos ámbitos de la vida social
los resultados de las dos primeras, que es lo que hoy se viene
llamando ética aplicada (aquí es donde entra la ética
profesional y de las organizaciones).
Tras esta primera distinción, y volviendo a la definición que nos propone
Cortina, podemos extraer una serie de rasgos que tienen una
importancia enorme para nuestro desarrollo de la ética en nuestra vida
personal y profesional. Los rasgos más importantes son:
* “Es un saber”. Esto significa que es una disciplina que tiene sus
autores y obras de referencia, así como su método de trabajo
propio. No nos atrevemos a decir que sea una ciencia (¡otros
autores sí lo hacen!... y quizá tengan razón) pero sí un saber
riguroso y fundamentado. De aquí se deben extraer dos
conclusiones: 1. Hablar de ética con propiedad requiere estudio y
conocimiento, no vale decir cualquier cosa; y 2, como todo saber,
se puede aprender y se puede enseñar.
* “Para actuar”. Frente a lo que algunas personas afirman, la ética o
filosofía moral no es algo “muy teórico”, sino que es esencialmente
práctico. La ética (o filosofía práctica) no nos describe el mundo,
no nos dice cómo son las cosas o las relaciones, sino cómo deben
ser. Y de esta afirmación también podemos extraer tres
importantes conclusiones: 1. El que las cosas no sean como deben,
no deslegitima lo que debería ser. Me explico; el que existan
personas que hagan daño por diversión (que siempre hayan
existido y probablemente siempre existirán) no resta fuerza al
imperativo: “no se debe hacer daño por diversión a las personas”.
2. El que mucha gente realice una acción inmoral no la hace moral;
o lo que es lo mismo, la afirmación “es que todo el mundo lo hace”
no es una excusa válida. 3. La estadística tiene poco que ver con la
ética. Es lo mismo que acabamos de decir en el punto anterior; en
cuestiones éticas no se trata de cuánta gente lo hace o lo deja de
hacer; opina o deja de opinar.
* “De un modo racional”. Hace un momento hemos afirmado que la
ética nos dice “cómo deben ser” las relaciones y las acciones de
las personas. Ahora la cuestión es en qué se fundamenta ese
deber; es decir, de dónde sacamos los criterios para decir lo que
se debe y no se debe hacer. A lo largo de la historia, y aún hoy en
día, se han presentado diversas fuentes de los criterios morales: la
tradición, la religión, la ideología, etc. Desde nuestra concepción
de ética, de origen ilustrado, se afirma que la fuente de los criterios
morales deben buscarse en el uso propio de la razón. Es decir,
pensando en serio y con rigor, podemos descubrir criterios y
argumentos para orientar nuestras decisiones. También de esta
afirmación se pueden extraer dos conclusiones muy importantes:
1. En cuestiones éticas “no todo vale” y no “cualquier argumento,
idea u opinión es correcta”. Tiene que pasar el examen de la razón.
Es decir, quítese de la cabeza esa idea tan extendida de que en
cuestiones éticas “toda opinión merece respeto”. No, la opinión:
“los negros son personas de categoría inferior”, no merece ningún
respeto (otra cosa es el respeto hacia la persona que emite esa
afirmación). 2. La ética es subjetiva. ¡¡¡Falso!!! La ética
es intersubjetiva; es decir, no es algo que sea objetivo y externo
a la persona, pero tampoco es cierto que “cada uno tenga su
ética”, sino que nuestros criterios y opiniones morales las
aprendemos en un contexto y en relación con otras personas, y
aún cuando llegamos a interiorizarlas y a asumirlas como propias,
no son “nuestras solo”. Esto también significa que la ética no es
“relativa”; que no da igual cualquier cosa, sino que hay criterios
racionales y argumentos para dilucidar qué modo de actuación es
más correcto que otro.
* “En el conjunto de nuestra vida”. Y finalmente, debemos asumir que
la reflexión ética no es sólo válida en algunos ámbitos de nuestra
vida y en situaciones especiales. Desde luego hay momentos en
que se nos hace más presente, cuando tenemos que tomar una
decisión difícil, o nos enfrentamos ante un conflicto, pero
realmente la dimensión ética está presente en nuestras decisiones
más cotidianas. Y en todos los ámbitos, no sólo en el personal;
sino también en nuestra dimensión pública (política y cívica), y en
nuestra dimensión laboral y profesional.

Tabla 1: resumen de los rasgos de la ética.

Fuente: elaboración propia

Diferencia entre ética y moral


Moral y ética son dos palabras que se refieren al mismo fenómeno
pero tienen una etimología distinta. Mientras que ética viene de la
palabra griega ethos, cuya traducción correcta sería “carácter”; la
palabra moral deriva de la palabra latina Mos/moris, que significaría
costumbre. En el fondo es el mismo fenómeno que responde a la
pregunta: ¿cómo se deberían comportar las personas?
Aparentemente la diferencia fundamental es que el carácter es
individual mientras que la costumbre es algo de la comunidad; pero
esta distinción no es tal, puesto que el concepto de persona en Grecia
era inseparable de la comunidad.
A nuestro juicio un matiz importante que se podría distinguir es el
presentado por J. L. López Aranguren. Según esta interpretación,
por moral se entiende el conjunto de prácticas, hábitos y
costumbres que se dan en una sociedad determinada. La
fundamental diferencia con la ética es que no tienen el carácter
reflexivo de ésta, es decir que se entiende la ética como la reflexión
teórica (filosófica) acerca de lo moral.
La ética, o filosofía moral, lo que hace es preguntarse y justificar
las prácticas morales de una sociedad. Por ejemplo, la práctica de
que las mujeres lleven velo es una práctica moral, y la ética lo que
hace es cuestionarse los criterios de esa práctica, reflexionar sobre
ellos y ver los principios que subyacen a esa práctica.
J. López Aranguren establecía la distinción entre moral vivida, que
son las prácticas, los hábitos, los valores de una sociedad
determinada, y la moral pensada que es la que reflexiona sobre esa
vida. Para entendernos, es la misma distinción que podríamos
establecer entre la lengua que hablamos cada uno y la filología o los
lingüistas que se encargan de estudiar el origen, la evolución y la
corrección del lenguaje.
En cualquier caso conviene advertir que esta distinción no es
compartida por todo el mundo y que hay otros autores que plantean
otra distinción. En el contexto de este curso no vamos a centrarnos en
este tipo de discusión, sino que vamos a utilizar como sinónimos ética
y moral. Es decir cuando digamos que algo no es ético, estaremos
diciendo que es inmoral o injusto.

3. Ética, Religión y Derecho. Ámbitos complementarios pero


diferentes
Es conveniente distinguir entre moral, derecho y religión, dado que estas
tres disciplinas se ocupan de valores y prescripciones, a veces
semejantes, e intentan decirnos (cada cual a su modo) lo que
deberíamos hacer.
La ética o moral implica autoobligación, y tiene por objeto regular la
libertad interna, o la libertad de la voluntad, es decir nos dirige hacia lo
que debemos querer (esto es, que sólo son consideradas morales
aquellas normas que aceptaríamos en conciencia, con independencia de
que sean impuesta por una agencia externa. ¡Cuidado!, esto no significa
que toda decisión tomada de acuerdo a la propia conciencia sea ética.
La conciencia personal está formada por diversas ideas valores y
creencias que no siempre responde a la exigencia de pretensión
universalista propia de la ética. Esta conciencia personal se va formando
a lo largo de la vida de un individuo, por lo tanto tiene gran influencia
de su entorno cultural y social, lo que significa que no siempre está
determinada por principios éticos positivos. (“Hay conciencias
personales muy poco éticas”).
El Derecho pretende regular la libertad externa y es exigible a los
ciudadanos que viven en un determinado Estado y están obligados por
el pacto político. El Derecho es un conjunto de leyes que han sido
promulgadas de forma legítima, en un lugar y un tiempo
determinado, según los procedimientos estipulados en ella. Es un error
bastante frecuente identificar la ética con el derecho. Concretamente en
el ámbito de la empresa y en el ámbito profesional se suele confundir
demasiado a menudo el ser ético con el cumplir la legalidad. La ética se
diferencia fundamentalmente del derecho en que no se dirige a una
obligación externa sino interna, se dirige a una autoobligación; y que el
romper esa autoobligación no lleva aparejada una sanción exterior.
La Religión también nos propone modos de actuación y dicta pautas de
comportamiento para los fieles de esa religión. Si acepto un mandato
porque reconozco en él una voluntad divina, entonces tiene un sentido
religioso y sólo puede exigírsele a una comunidad de creyentes. La
religión ofrece ideales de vida buena, y las normas que deben de
cumplirse para alcanzar esos fines. El fundamento de esos preceptos se
encuentra en la fe y en la verdad revelada que los fieles consideran
absoluta.
En el siguiente cuadro pueden ver un resumen de los puntos
fundamentales en los que difieren estos tres tipos de saberes
prescriptivos, pero conviene advertir que en muchas ocasiones, ante
determinados fenómenos como la corrupción o la violencia, las
recomendaciones de actuación del derecho, la religión y la ética suelen
coincidir.

Tabla 2: Comparación entre Ética, Derecho y Religión

Fuente: Elaboración propia adaptado de Cortina, 1994.


Dado que estamos hablando de organizaciones que están fuertemente
reguladas y de Responsabilidad Social Corporativa conviene detenernos
un poco más en la relaciones entre derecho y ética. Sobre todo para
criticar esa afirmación tan extendida de que: “con una buena regulación
sobra la ética”. El Derecho o la regulación jurídica tienen una serie de
limitaciones intrínsecas que hacen necesaria acudir a la ética para
encontrar criterios de actuación y de juicio en determinadas situaciones.
• Carácter impositivo y sancionador. El derecho tiene un carácter
de imposición y de obligación externa sobre la conducta de las
personas. Y la estrategia fundamental para dirigir la conducta de
las personas es la sanción o amenaza de sanción.
• No genera adhesión ni transforma las conciencias. En
consonancia con el carácter impositivo y sancionador, conviene
advertir que el Derecho no se dirige a la voluntad de las personas
sino a las conductas observables, y que por lo general las personas
no se sienten especialmente entusiasmadas en cumplir la ley. Es
decir, la regulación puede conseguir que yo no aparque mal, pero
no que yo no “quiera” aparcar mal; lo que significa que cuando no
me vean no me importará aparcar mal.
• Instrumento de poder nacional o de grupos de interés. El
Derecho va asociado a la capacidad de imposición. El poder de
imponer una legislación puede ser legítimo o no. Esto es, puede
ser fruto de unos procesos democráticos, transparentes e
imparciales; pero también puede ser que sean resultado de la
presión de unos grupos minoritarios poderosos o incluso de unas
mayorías manipuladas. Ejemplo: el régimen del Aparheit en
Sudáfrica
• El Derecho puede ser una gran injusticia. Cuando el orden legal
no está inspirado en valores éticos universalizables, sino en
intereses particulares (individuales o de grupo) puede llegar a ser
una gran injusticia. Ejemplo: el sistema legal Nacionalsocialista.
• Estandariza mucho y no responde al particularismo ni al
dinamismo de la vida concreta. El Derecho ofrece criterios de
actuación ante una situación estándar, es decir, tiene que
generalizar y referirse a situaciones tipo; pero el problema es
cuando las situaciones y los factores cambian tan rápido como hoy
en día. O cuando la ciencia avanza a tal velocidad que la ley “no
llega”. Ejemplo: la regulación de la investigación genética.
• Incoherencia entre sistemas legales de diversos países. El hecho
de que el sistema legal dependa de la organización política hace
que diversos países tengan regulación diferente ante una misma
situación. Por suerte, cada vez hay más regulación internacional y
más convergencia entre los sistemas legales, pero todavía falta
mucho. Ejemplo: la regulación sobre el trabajo infantil en diversos
países.
El Derecho es necesario y un buen sistema legal es fundamental para
una convivencia pacífica y para el progreso de la sociedad, pero no
conviene olvidar que con cumplir las leyes no basta.

4. Características de una ética a la altura de nuestros tiempos

La falta de una idea clara de lo qué es lo que significa la ética nos ha


llevado a una confusión con el Derecho y la Religión , tal y como hemos
presentado anteriormente; pero también se ha extendido una
interpretación maximalista del concepto de ética que hace casi
imposible atribuir el adjetivo ético a casi ninguna persona o acción.
Si les pido que piensen en alguna persona a la que podríamos calificar
de ética, seguramente les va a costar bastante y habrán venido a su
cabeza nombres como Madre Teresa de Calcuta, Martin Luther King,
Nelson Mandela, etc.
La realidad es que cotidianamente se tiene un concepto de ética “tan
estrecho” que sólo a algunos héroes morales los podríamos calificar de
éticos. Los rasgos esenciales de esta visión es que la ética es una cuestión
personal, en la que alguien tiene unas convicciones muy sólidas y que
las lleva hasta las últimas consecuencias; además no gana nada con ello,
es altruismo y generosidad pura. Éste es un concepto tan exigente que
es prácticamente imposible para la mayoría de la gente. Esta manera de
entender la ética de forma tan restrictiva es la responsable de que se vea
con escepticismo la unión entre ética y organizaciones, ética y empresa
o ética y profesiones.
A nuestro juicio esta visión tan restrictiva – que supone que la ética es
algo puramente individual, que es una cuestión de convicciones y que
es desinteresada – se debe ampliar y completar con una visión de la ética
de las instituciones, de la ética como el ejercicio de la responsabilidad
convencida y de la ética no sólo como desinterés sino como implicación
en el interés común.
· La ética personal- individual. Tradicionalmente se ha creído que
la ética sólo, y únicamente puede ser individual y por tanto la
moralidad en las organizaciones se reduce a las actividades de las
personas que la componen. Esto a nuestro juicio no es así, las
organizaciones son instituciones estructuradas y con una cultura
específica cuya realidad va más allá de la suma de los individuos. Hay,
y se debe potenciar, una ética de las instituciones; puesto que las
instituciones tienen unos fines que les son propios y unos
procedimientos (estructura, planificación, recursos, etc.), y se van
forjando un carácter en su actuar diario. Igual que son entidades
jurídicas, también son entidades morales, e igual que tienen una
cultura tienen una moral. A las organizaciones se le pueden
atribuir responsabilidades y decisiones, y por tanto son morales. Es
decir, la ética personal debe ser mediada y completada con la ética
de las instituciones.
· Ética de la convicción. Normalmente se entiende por ética, una
ética de corte kantiano que afirma que hay actos que se pueden
juzgar como intrínsecamente buenos o como intrínsecamente malos.
Esto es una interpretación que tiene su origen en I. Kant y que suele
ignorar las consecuencias de las acciones. Frente a esta concepción
de bueno y malo absoluto, nosotros abogamos por una ética de la
responsabilidad convencida. Esto es, debemos tener en cuenta las
consecuencias de nuestras acciones, pero sin caer en el puro
pragmatismo y el oportunismo. Hay un punto en el que tengo que
decir de aquí no paso, esto es incuestionable; pero a su vez atender
a las consecuencias es una exigencia irrenunciable. En ocasiones las
más nobles convicciones ocasionan grandes males; o como dice el
refranero español: “de buenas intenciones están los cementerios
llenos”.
· La ética del desinterés. También tradicionalmente se ha
entendido la ética como una cuestión del altruismo y de desinterés;
parece que cuando alguien hace una cosa buena que le reporta
beneficios ya no es buena. Esto es un error, es obvio que hay actos
“superéticos”, (los llamados actos supererogatorios realizados por
personas admirables) pero que no se les puede exigir a todos; el ser
humano no es así. Lo que sí se les puede exigir a todos es que
intenten compaginar su interés particular con el interés general. Por
lo tanto no se trata del desinterés, sino del interés común. Se trata
fundamentalmente de intentar que coincidan lo justo y lo
conveniente.
Una ética de estas características sí que es aplicable a las organizaciones,
a la empresa, a la economía, a la ingeniería y a cualquier otra profesión;
sin embargo esa interpretación clásica y corta de miras divide el mundo
en santos y demonios bloqueando toda iniciativa de mejora moral.
Nuestra propuesta es pasar de un modelo A a un modelo B

Figura 1: Dos modelos de entender la ética

Fuente: Elaboración propia

Resumen
En este tema hemos presentado el concepto de ética y sus implicaciones.
Empezamos cuestionándonos y dando respuestas a la pregunta de si es
necesaria la ética. Aportamos diversas respuestas tanto a nivel
pragmático (lo que nos conviene) como a nivel filosófico. Y concluimos
que, más que ser conveniente o necesaria, la ética es esencial para la
vida humana y está siempre presente.
En el segundo apartado nos centramos en presentar el concepto de ética
y sus implicaciones. Lamentablemente el hecho de la que la mayoría de
la gente no se tome en serio las cuestiones éticas y haga afirmaciones
como: “cada uno tiene su ética”, “la ética no se puede aprender”, “la ética
es pura teoría”, etc. es fruto del desconocimiento. El concepto de ética
bien entendido significa una reivindicación de la razón, de la posibilidad
de aprender y de guiar nuestra conducta de un modo correcto.
En el siguiente apartado hemos presentado una distinción fundamental
y que lamentablemente en muchas ocasiones se ha ignorado. La
diferencia entre Ética, Derecho y Religión se basan, más que en la
diferencia de prescripciones, en la fuente de legitimación de esas
prescripciones. Cada una tiene su espacio y ni conviene contraponerlas
ni identificarlas.
Y finalmente hemos apuntado los rasgos de una ética o filosofía práctica
a la altura de nuestros tiempos. Entender la ética como una cuestión
puramente personal, de convicciones y de desinterés es un error muy
grave porque hace casi imposible actuar éticamente. Hay que completar
esta visión tan cerrada con una reflexión seria sobre la ética de las
instituciones en las que actuamos casi permanentemente; tenemos que
tener en cuenta las consecuencias de nuestras acciones y ser conscientes
de que con las buenas intenciones o convicciones no vale, hay que
hacerse cargo y ser responsable de las consecuencias de la realización
de esas convicciones; y finalmente tenemos que ser conscientes que las
acciones éticas también son interesadas, no puramente desinteresadas,
ni egoístamente interesadas, sino orientadas por el interés común.

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