Dialnet PoliticasDeEmpleoYEnfoqueDeGenero 6234944 PDF
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ABSTRACT
* Este artículo forma parte del proyecto de investigación «Un derecho del trabajo para la recu-
peración: competitividad empresarial y cohesión social» (DER2015-64676-C2-2-P). Está inspirado
en la ponencia que bajo el mismo título se impartió en el curso de verano Nuevos retos en materia de
igualdad laboral tras diez años de aprobación de la LOI de la Universidad Pública de Navarra y diri-
gido por la profesora Elisa Sierra.
■ The economic crisis has relativized the position of women in the labour market.
The Great Recession has mainly affected highly masculinized sectors in our country,
increasing the number of male unemployed people relatively whether they are com-
parted to female unemployment. The result is a sort of «eclipsing effect», in which
the attention delivered to women has weakened. The recovery is showing problems of
women relating to their integration into the labour market are still there.
The main target of this research is to show what the position of women in the
Spanish labour market is nowadays and what kind of tools are provided by the Eco-
nomics and, especially, by the Law in order to handle with the particular problems
which characterizes female unemployment.
Keywords: unemployment, employment, gender, employment policies, active employ-
ment policies.
SUMARIO
Gráfico 1
Tasa de desempleo según sexo
Gráfico 2
Evolución de la tasa de desempleo según sexo
Gráfico 3
Tasa de desempleo de larga duración según sexo
Hombres
Mujeres
Del análisis anterior se impone que el desempleo sigue siendo un grave pro-
blema en nuestro país y que la especial atención que tradicionalmente se ha dis-
pensado a las mujeres como colectivo con especiales dificultades de acceso al
trabajo sigue teniendo toda su lógica1,2por más que la crisis haya trastocado su
posición relativa en relación a otros colectivos. Pero, ¿qué puede hacerse al res-
pecto?
Curiosamente las dos herramientas principales con que cuenta el Estado
para hacer frente al fenómeno del desempleo, la política económica y la regula-
ción a través del Derecho, casan perfectamente con los dos ejes principales que,
1 Tal y como establece el art. 30 de la RDLeg. 3/2015, de 23 de octubre, por el que se aprueba
el texto refundido de la Ley de Empleo (BOE 24-10-2015, núm. 255) (en adelante Ley de Empleo).
desde la Economía, se han puesto sobre la mesa para explicar el fenómeno del
paro. Ahora bien, el papel y la relevancia de cada una de ellas no es ni mucho
menos equivalente.
De una parte, la tesis ortodoxa o clásica basa la explicación del paro y, por
tanto, su solución, en el funcionamiento mercado de trabajo y, en particular, en
sus rigideces o, si se prefiere, en sus ineficiencias. Así, las reformas estructurales
y, en concreto, del mercado laboral, ocupan un lugar central en sus teorías ex-
plicativas y en sus propuestas de mejora. Por consiguiente, desde este punto de
vista, todos los esfuerzos han de ponerse en la regulación laboral, lo que conlleva
una cierta supeditación del Derecho del trabajo a los objetivos de empleo, defor-
mando los fines últimos que está llamado a cumplir y perdiendo el sentido de
ordenación que hace de sus distintas piezas un sistema coherente (Casas, 2012:
1-11)2. En el ámbito de la Seguridad Social, las prestaciones por desempleo pro-
ducirían un efecto desincentivador en la búsqueda de empleo y contribuirían a
elevar el salario de reserva (y, de ahí, los costes salariales), de lo que se deriva que
el principal papel de las políticas activas debe ser el control y la sanción, limi-
tando la estancia en el desempleo subsidiado y evitando abusos3.
De otra, las posturas más heterodoxas ponen el acento, no sólo, aunque sí de
forma preferente, en los problemas estructurales de la economía, como el com-
portamiento de la demanda agregada, del gasto y la inversión públicos o priva-
dos o relacionados con la estructura productiva (Fina y Toharia, 1987)4. Desde
esta perspectiva las reformas la regulación del mercado de trabajo son «un com-
plemento útil —pero nunca sustitutivo— de las políticas macroeconómicas que
aseguran una demanda efectiva adecuada», pues «quienes esperen que las políti-
cas estructurales del mercado de trabajo hagan mella apreciable en el paro actual
caminan en el vacío» (Tobin, 1986: 356)5. Aquí el Derecho social juega un pa-
pel relevante y necesario para el funcionamiento del mercado de trabajo como
institución social (Solow, 1992), de tal forma que coadyuva a la creación de em-
pleo, pero ni mucho menos es la principal herramienta para alcanzar tal meta6.
2 Véase Casas Baamonde, 2012. El objetivo es alcanzar un «Derecho flexible del trabajo», some-
súltese también este trabajo para un análisis de la relación entre política macroeconómica y empleo
en el marco de las crisis del petróleo de finales de los 70.
6 Resulta curioso observar cómo la confrontación entre dos tipos de recetas económicas y de
empleo para luchar contra el paro que se produjo en la última «gran» crisis económica hasta la ac-
tual, se ha repetido casi cuarenta años después, con idéntico resultado en cuanto a la vía elegida. No
obstante, algunos de aquellos problemas estructurales siguen hoy sin resolver y, en particular, los que
tienen que ver con el relevo de los sectores de la construcción e industriales en declive por otras acti-
vidades generadoras de un mayor valor añadido. En el mismo sentido, aunque centrándose exclusiva-
mente, como ya hemos señalado, en las políticas de empleo en sentido amplio Valdés (1982).
rigidas a mejorar las posibilidades de acceso al empleo, por cuenta ajena o propia, de
las personas desempleadas, al mantenimiento del empleo y a la promoción profesio-
nal de las personas ocupadas y al fomento del espíritu empresarial y de la economía
social » (art. 36 Ley de Empleo).
Estas últimas han gozado de una notable influencia, especialmente en Eu-
ropa, en los últimos tiempos (Usabiaga, 2007: 191). Vivimos desde hace déca-
das una tendencia indiscutible favorable a la «activación» de las políticas de em-
pleo, aun cuando su efectividad no es ni mucho menos clara y cuando no ha
sido hasta épocas relativamente recientes, al menos en nuestro país, cuando se ha
procedido a implantar una cultura de la evaluación de éstas y otras políticas pú-
blicas. De la definición legal transcrita puede deducirse que las políticas activas
abarcan todo un abanico de acciones que comprenden las medidas de fomento
del empleo, que mejoran las posibilidades de acceso al mercado de trabajo; de
mantenimiento del empleo, ya que adaptan la formación de los trabajadores, re-
cualificándoles; de autoempleo, mediante la conculcación del espíritu empresa-
rial y el apoyo a las distintas modalidades empresariales agrupadas bajo el con-
cepto de «economía social»; o de mediación o intermediación, realizada por los
servicios públicos de empleo u otros agentes, entre otras. Esta amplia amalgama
de políticas y medidas ha sido objeto de numerosos intentos de sistematización
y clasificación, tanto desde el lado de la Economía7, como del Derecho8.
Sobre esta base, en las páginas que siguen, procederemos a abordar, muy
brevemente, el modo en que estas diversas herramientas admiten, en su caso,
una modulación de género, esto es, en qué medida en su fin último de lucha
contra el paro se adapta a las especiales dificultades de las mujeres a la hora de
encontrar un puesto de trabajo. Este análisis se abordará de forma muy sucinta,
dadas las limitaciones de espacio y conectadas con el origen de este trabajo.
7 Sirva como ejemplo la aportada por Boeri y Van Ours (2008: 255-56) También puede resul-
tar útil las creadas por Eurostat y OCDE, que distinguen entre formación, incentivos al empleo, em-
pleos protegidos y subvencionados, creación directa de empleo e incentivos al autoempleo (European
Commission y Eurostat, 2013: 13).
8 Una clasificación muy exhaustiva es la planteada por Molina (2005: 281-87) La autora en-
globa, como se puede comprobar, dentro de las políticas de fomento del empleo, las de carácter ins-
titucional, que se caracterizarían por reservar parte de los puestos de trabajo que se crean a colectivos
con especiales dificultades de acceso al empleo. Dada su menor importancia cuantitativamente ha-
blando y su naturaleza híbrida, pues no se trata tanto de crear empleos como de reservar parte de los
que se crean a estos grupos, quedarán al margen de este trabajo.
Gráfico 4
Tasa de crecimiento del PIB y empleo en España
Gráfico 5
Tasa de crecimiento del PIB de la UE y EEUU
9 Criticando las «austeridades» de uno y otro lado del Atlántico, aunque destacando sus dife-
EEUU.
11 Por cierto, nótese que aquí nos estamos refiriendo a la parte de condiciones de trabajo estric-
tamente. Los convenios colectivos y los plantes de igualdad contienen también cláusulas de empleo
que, normalmente, no delimitan bien entre la regulación de condiciones de trabajo y las cláusulas de
empleo propiamente dichas (Guamán , 2016: 925-53). Serían ejemplos de estas últimas, la reserva de
puestos de trabajo a favor de las mujeres, reglas de preferencia en el acceso, etc. Este tipo de cláusulas
formarían parte de las políticas instrumentales o políticas de empleo en sentido estricto. Al apartado
dedicado a su estudio nos remitimos.
Gráfico 6
Índice de protección legislativa del empleo (despidos individuales y colectivos)
12 El informe fue elaborado por la OCDE por encargo del Gobierno.
13 Disposición adicional primera de la Ley 12/2001, de 9 de julio, de medidas urgentes de re-
forma del mercado de trabajo para el incremento del empleo y la mejora de su calidad (BOE de 10
de julio de 2001, núm. 164) […] «2. El contrato podrá concertarse con trabajadores incluidos en uno de
los grupos siguientes:
a) Trabajadores desempleados inscritos en la oficina de empleo en quienes concurra alguna de las si-
guientes condiciones: jóvenes desde dieciséis hasta treinta años de edad, ambos inclusive, mujeres desem-
pleadas cuando se contraten para prestar servicios en profesiones u ocupaciones con menor índice de em-
pleo femenino, mayores de cuarenta y cinco años de edad, parados que lleven, al menos, seis meses inscritos
ininterrumpidamente como demandantes de empleo, minusválidos».
Pero también puede argumentarse que la reforma del despido puede incidir
en mayor medida en unos colectivos en relación a otros. Esto, ocurre, por ejem-
plo, en relación al SMI y su supuesta incidencia en el empleo juvenil14. Desde
este prisma, hablaríamos de una incidencia indirecta de las reformas laborales.
En este sentido, la institución reformada que más ha podido estar influyendo en
el empleo femenino es el trabajo a tiempo parcial15.
Precisamente el Gráfico 7 muestra la orientación seguida por el trabajo a
tiempo parcial en nuestro país en la última década. Como puede comprobarse,
si bien la tendencia es creciente a lo largo de todo el período, existe un repunte
moderado a partir de 2012, que parece frenarse con la recuperación o, incluso,
descender ligeramente. En concreto, la tasa de parcialidad de las mujeres se
ha incrementado desde el 22,1% hasta el 25,5% para luego descender hasta el
24,1%. Sin embargo, la evolución para los hombres es mucho más intensa, pues
se ha pasado del 3,9% al 6,6%. Dicho con otras palabras, el principal avance
del tiempo parcial en nuestro país en los últimos años se ha producido para los
hombres en mayor medida que para las mujeres. Así, mientras que en el primer
caso prácticamente se duplica la tasa (92%), en el segundo ha crecido un 5%.
Gráfico 7
Tiempo parcial según sexo (% trabajadores y trabajadores a tiempo parcial)
Gráfico 8
Gasto en políticas activas y pasivas (% PIB)
16 Nos estamos refiriendo fundamentalmente a la Ley 3/2012, de 6 de julio, de medidas urgen-
tes para la reforma del mercado laboral (BOE 07-07-2014, n.º 162); al RDL 20/2012, de 13 de ju-
lio, de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad (BOE
14-07.2012, n.º 168); y a la Ley 1/2014, de 28 de febrero, para la protección de los trabajadores a
tiempo parcial y otras medidas urgentes en el orden económico y social (BOE 01-03-2014, n.º 52).
con las activas. España se encuentra situada en el primer cuadrante, lo que im-
plica que uno de los países que gasta más que la media en políticas pasivas de
empleo y activas, aunque con notables diferencias entre ambas. En concreto,
la Unión Europea gastó de media en políticas de empleo 1,81% de su PIB, del
cual el 0,45% se destinó a políticas activas, el 1,16% a pasivas, mientras que el
0,20% a cubrir el funcionamiento de los servicios de empleo. Estos mismos da-
tos para España supusieron el 3,31%, el 0,41%, el 2,81% y 0,08% respectiva-
mente. Nótese el escaso esfuerzo presupuestario que España destina a los ser-
vicios públicos de empleo, lo que en buena medida afecta a su eficacia como
agentes de empleo y determina que en los últimos años los distintos gobiernos
hayan apostado por la colaboración público-privada para poder llegar a esa gran
masa de parados surgida tras la crisis económica. En concreto, antes de la crisis
económica la tasa de intermediación laboral se situó en torno al 17% (una me-
dia del 16% de cuota de mercado y del 18% si nos referimos a la tasa de registro
respectivamente) (Alujas, 2007: 34)17, lo que sin lugar a dudas tiene que ver con
el escaso impulso que se ha venido dando a su actividad.
Por consiguiente, de la situación actual reflejada por los datos se desprende
que el gasto en políticas de empleo viene dado en buena medida por la especial
coyuntura que atravesamos y el fuerte crecimiento del desempleo. El Gráfico 9
nos permite profundizar en lo que está ocurriendo con la otra parte, las políticas
activas. En él se muestra la posición de cada uno de los países de la UE función
del gasto en políticas activas de empleo por desempleado. Como puede compro-
barse, el ránking lo encabeza Dinamarca, que gasta de media por desempleado
8.258,16 euros por desempleado, cerca de 6.800 euros más que la media euro-
pea. Nuestro país, sin embargo, ocupa un lugar muy rezagado respecto del con-
junto de la Unión, con un gasto de 823,59 euros por desempleado, aproximada-
mente la mitad que la media comunitaria. En este sentido, nuestra posición sería
similar a la Lituania (867,85 euros), Italia (934,07), Croacia (556,09 euros), o
Eslovenia (512,79 euros).
Si damos un paso más y vamos al detalle de ese gasto, esto es, concretamos
en qué tipo de políticas activas estamos gastando ese dinero, podemos ver que
el resultado es muy claro. Los siguientes dos gráficos pueden ayudarnos en este
sentido. En ambos casos se muestra la distribución porcentual del gasto en po-
líticas activas de empleo. Sin embargo, mientras que en el primero se representa
la evolución experimentada desde 2006 a 2015, en el segundo se comparan el
primer y último año del período seleccionado.
Pues bien, de su análisis podemos extraer dos conclusiones importantes. De
una parte, podemos ver que existe un predominio absoluto de un tipo particu-
lar de política activa de empleo que son los incentivos a la contratación, que han
Gráfico 9
Gasto en políticas activas por desempleado
Fuente: elaboración propia a partir de Eurostat. Año 2015, salvo UE* 2011, UK* 2010, MT* 2014.
Gráfico 10
Evolución del gasto en políticas activas de empleo por tipo (en %)
Fuente: elaboración propia a partir de Eurostat. Se excluye el gasto en mantenimiento del empleo.
sido a lo largo de todo el período la partida más importante. De otra, ese domi-
nio se ha visto debilitado por la crisis económica, pues de suponer más de la mi-
tad del gasto en políticas activas de empleo, han pasado a representar tan sólo el
26% del total. No obstante, aun con esta bajada espectacular, siguen siendo la
partida más importante en cuanto a gasto, seguidas por los servicios de empleo
(23%) y la formación (19%).
Gráfico 11
Gasto en políticas activas de empleo en 2006 y 2015
Fuente: elaboración propia a partir de Eurostat. Se excluye el gasto en mantenimiento del empleo.
18 Como vemos, la paulatina reducción del peso de los incentivos se inicia antes de la crisis eco-
nómica, al constatarse que los incentivos a la contratación adolecían de lo que se conoce técnica-
mente como «peso muerto», esto es, no contribuyen a generar empleo, sino que, todo lo más, permi-
ten canalizar o focalizar el empleo que se iba a crear de todas formas hacia colectivos con especiales
dificultades de acceso al trabajo. A este cambio de tendencia contribuyó decisivamente el informe
Toharia (dir) et al. (2008). Posteriormente, la crisis económica ha añadido un elemento acelerador
más, cual es la necesidad de reducir el gasto público. Así, el RDL 20/2012, de 13 de julio, de medi-
das para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad (BOE de 14 de
julio de 2012, núm. 168) procedió a hacer «tabula rasa» en el sistema de incentivos. No obstante, a
partir de ese momento, ya se atisbaba el incremento posterior que reflejan los datos. Para más deta-
lles, véase Pérez del Prado (2012: 157-200) Para un análisis más actual de este asunto, véase Grau
(2017: 39-59).
19 http://www.santamarialareal.org/noticias/el-programa-empleo-mujer-castilla-y-leon-facilita-
la-integracion-laboral-de-mujeres-en-riesgo-de
20 http://www.juntadeandalucia.es/institutodelamujer/index.php/empleo-y-empresas/
universem-universidades-y-empleo-de-mujeres
21 En realidad, el programa es mucho más amplio, pues son colectivos a los que va dirigido: las
mujeres en edad laboral y trabajadoras, afiliadas al sindicato o no; la representación sindical de las
trabajadoras y trabajadores; los trabajadores, el empresariado extremeño y toda la ciudadanía extre-
meña.
22 https://ciudadano.gobex.es/web/igualdad/empleo-y-empresas
23 https://www.navarra.es/home_es/Actualidad/Sala+de+prensa/Noticias/2016/09/20/Plan+
Emleo+Navarra+2016+2019+borrador.htm
24 En ese sentido, el objetivo que se plantea es una reducción de un 20% de la desigualdad exis-
tente en la tasa de empleo de las mujeres, de los jóvenes, de las personas con discapacidad, minorías
étnicas y personas de origen extranjero que residen en nuestra comunidad.
25 Véase, dentro del Plan, el programa de incentivación de la contratación de colectivos específi-
E695-448A-8B5F-A5270A439034/359183/BORRADORPLANDEEMPLEOv20160919total.pdf
27 http://femp.femp.es/files/566-1148-archivo/Manual_BP_pac_empleo_mujer.pdf
28 Así lo recuerda el art. 43 de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva
48100442012013) cuando establece que «[…] En este sentido y como primera medida adoptará el
compromiso respecto a la política de contrataciones, de que al menos 1/5 de los contratos de trabajo
se celebrarán con mujeres». Pueden encontrarse algunos adicionales en Serrano (2010: 198).
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