PECADO
PECADO
PECADO
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verdaderamente cometidos por este alguien, y la base del juicio,
siendo además demostración de que el hombre es esclavo del
pecado. Un cristiano es alguien cuya conciencia ha sido purificada
para siempre por el/un sacrificio por los pecados; el Espíritu de Dios
lo ha hecho consciente del valor de aquella/una ofrenda, y por ello
sus pecados, habiendo sido llevados por Cristo en la cruz, nunca
volverán a ser puestos a su cuenta por parte de Dios; si peca, Dios
tratará con él en santa gracia, sobre el terreno de la propiciación de
Cristo, de manera que sea conducido a confesar el pecado o
pecados, y tener el gozo del perdón. «Pecado», como principio que
involucra la alienación de todas las cosas en cuanto a Dios desde la
caída del hombre, y visto especialmente en la naturaleza
pecaminosa del hombre, ha quedado judicialmente quitado de
delante de Dios en la cruz de Cristo. Dios ha condenado el pecado
en la carne en el sacrificio de Cristo (Ro. 8:3), y en consecuencia el
Espíritu es dado al creyente. El Señor Jesús es proclamado como «el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (no «los
pecados», como en ocasiones se cita). Él purificará los cielos y la
tierra de pecado, y como resultado habrá nuevos cielos y nueva
tierra, en los que morará la justicia. Aunque Cristo gustó la muerte
por todos, no se le presenta como llevando los «pecados» de todos:
Su muerte, por lo que respecta a «los pecados», queda precisada
con las palabras «de muchos», «nuestros pecados», etc.
(f) Jesús fue «hecho pecado» por nosotros (2 Co. 5:21). Una
expresión así nos rebasa; significa que Cristo no sólo tomó sobre sí
en la cruz todos los pecados del mundo, como nuestro Sustituto (Lv.
16:21; Is. 53:5-6, 8, 10; 1 Jn. 2:1), sino que además vino a ser, a los
ojos de Dios, como la expresión misma del pecado ante Dios, hecho
maldición por nosotros (Gá. 3:13).
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(MI. 7:18). Ya no existen más delante de Él (Jer. 50:20). La
misericordia de Dios demanda toda nuestra alabanza.