2022 08 Juego y Crianza PDF

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Desarrollo de contenidos
Juego y Crianza - Área de Capacitación y Contenidos - Programa Nacional Primeros
Años (SENAF)

Diseño
Área de Diseño y Comunicación - Programa Nacional Primeros Años (SENAF)

Revisión
Área de Comunicación - Jefatura de Gabinete de Asesores/as (SENAF)

Agosto 2022

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Autoridades nacionales

Presidente de la Nación
Alberto Fernández

Vicepresidenta de la Nación
Cristina Fernández de Kirchner

Ministro de Desarrollo Social de la Nación


Juan Zabaleta

Secretario Nacional de Niñez,


Adolescencia y Familia
Gabriel Lerner

Subsecretario de Derechos para Niños,


Niñas y Adolescentes
Mariano Luongo

Coordinadora del Programa Nacional


Primeros Años
Diana Olguín

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Índice
Introducción

1. El juego en los primeros años .........................................................9


2. Fundamentación .......................................................................... 9
3. El lugar de las personas adultas. Las familias ........................... 10
4. El juego y la construcción de la subjetividad ............................. 10
5. ¿De qué hablamos cuando hablamos de juego? ........................ 11
6. Abrir la puerta para ir a jugar: compartir el juego ....................... 12
7. El juego transforma .................................................................. 13
8. ¿Jugar? ¿Aprender? .................................................................. 14
9. ¿Juego de niñas? ¿Juego de niños? .......................................... 14
10. Los juegos en la crianza ......................................................... 15
11. ¡A jugar! El juego en las distintas edades ................................ 18
12. ¿Dónde se juega? Espacios lúdicos comunitarios como lugares
de promoción de derechos ............................................................. 21

13. Equipamiento de espacios comunitarios con juegos y juguetes.


Criterios de selección ................................................................... 22

14. Un final que es un comienzo ...................................................... 23

15. Bibliografía .............................................................................. 25


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Introducción

Desde el Programa Nacional Primeros Años de la Subsecretaría de Derechos


para la Niñez, Adolescencia y Familia, dependiente de la Secretaría Nacional
de Niñez, Adolescencia y Familia se desarrollan una serie de documentos
conceptuales que dan marco teórico al desarrollo infantil integral como así
también a las acciones de acompañamiento a las familias en sus prácticas de
crianza.

Estas publicaciones trazan perspectivas desde una mirada con enfoque de


derechos, géneros e interculturalidad recuperando los aprendizajes colectivos
y la experiencia comunitaria transitada a lo largo de la implementación
del Programa a partir del año 2006. Han sido elaborados por cada área de
contenido con el propósito de ampliar miradas en relación a la primera infancia
y enriquecer estrategias de abordaje a nivel territorial.

Desde Primeros Años se acompaña a familias en situación de vulnerabilidad


social, con niñas y niños de 0 a 4 años y personas gestantes bajo la modalidad
de abordaje comunitario y familiar y espacios grupales de sostén; además de
brindar actividades de capacitación para las facilitadoras y los facilitadores de
cada municipio.

El objetivo principal con esta serie de documentos es generar material de


apoyo para las y los agentes territoriales a fin de acercar información de
interés y de reflexión a la comunidad, en pos de garantizar el desarrollo integral
de las niñas y los niños, y el efectivo ejercicio de sus derechos y el de las
mujeres embarazadas y personas gestantes.

Esperamos que esta propuesta nos permita repensar prácticas, promover


nuevas reflexiones y abrir preguntas que acompañen la construcción colectiva
de saberes en los diversos espacios de capacitación y promoción de derechos,
así como en el ámbito familiar.

Finalmente, el área de Juego brinda en este documento un marco conceptual y


herramientas con relación al juego, a los lenguajes expresivos y a los espacios
y actividades lúdicas en los primeros años. Además de difundir la importancia
del juego, del arte y el disfrute compartido, y su potencial para generar,
modificar y enriquecer el vínculo de las personas adultas con las y los bebés,
las niñas y los niños, a fin de recuperar el valor social del juego como un fin en
sí mismo.

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1. El juego en los primeros años
Desde el inicio del Programa Nacional Primeros Años se trabaja sobre el derecho al juego. En
este sentido, es fundamental pensar, construir y compartir los conceptos y herramientas que
despliega y desde qué lugar se piensa el juego.

Esta mirada no es absoluta ni excluyente, es una visión que promueve el disfrute, la


imaginación, la creatividad, la espontaneidad y el valor del juego en sí mismo, sin metas o
finalidades extrínsecas.

2. Fundamentación

Las y los bebés, las niñas y los niños: sujetos de derecho

Quiero tiempo, pero tiempo no apurado


tiempo de jugar que es el mejor.
Por favor, me lo da suelto y no
enjaulado adentro de un despertador

María Elena Walsh

El juego es un derecho de todas y todos. La apuesta entonces, para fortalecer el sistema de


protección integral de derechos, es habilitar oportunidades y espacios para que el derecho al
juego y los bienes culturales se despliegue, se promueva y se garantice.

La República Argentina, en su última Convención Constituyente de 1994, incorporó los


tratados internacionales a su Constitución a través del artículo 75. Uno de los tratados que
estableció con carácter mandatorio para el Estado fue la Convención sobre los Derechos del
Niño, allí, en su artículo 31 establece:

1.“Los Estados Parte reconocen el derecho del niño al descanso, al esparcimiento, al juego y a
las actividades recreativas apropiadas a su edad y a participar libremente en la vida cultural y
en las artes”;

2.“los Estados Parte respetarán y promoverán el derecho del niño a participar plenamente de
la vida cultural y artística y estimularán la creación de oportunidades adecuadas, en condición
de igualdad, para que participen de la vida cultural y artística”.

Estos principios y obligaciones son retomados luego de más de diez años por la Ley N°26.061
de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Dicha Ley incorpora
el derecho al juego en su artículo 20: “Derecho al deporte y juego creativo. Los Organismos
del Estado con la activa participación de la sociedad, deben establecer programas que
garanticen el derecho de todas las niñas, niños y adolescentes a la recreación, esparcimiento,
juegos recreativos y deportes, debiendo asegurar programas específicos para aquellos con
capacidades especiales”.

Estos derechos y obligaciones a las cuales se compromete el Estado Argentino necesitan de


políticas públicas que desplieguen acciones concretas para poder garantizarlos.
El Programa Primeros Años, creado en el 2005 cuando se elaboró la Ley, asumió este derecho

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como uno de los ejes fundamentales para promover en la primera infancia, retomando la
concepción de las niñas y los niños como sujetos de derecho, y como una construcción
política y cultural continua. En este sentido, el Programa se ha propuesto avanzar en intervenciones
comunitarias tendientes a garantizarlo y protegerlo en el marco del paradigma de la protección integral.

3. El lugar de las personas adultas. Las familias


Las y los bebés, las niñas y los niños más pequeños para ejercer muchos de sus derechos
dependen de las personas adultas referentes de su crianza o de los miembros de la
comunidad. En ninguna otra fase de la vida el ser humano se desarrolla tan intensamente y al
mismo tiempo requiere tanto de la presencia de las personas adultas.

Las y los bebés, las niñas y los niños se constituyen como sujetos en relación con las miradas,
palabras, caricias y juegos que les proponen y ofrecen los miembros de su espacio familiar
y comunitario. Las personas adultas son quienes acercan la cultura y les habilitan espacios
para jugar y aprender, son el sostén y cimiento para la constitución de su subjetividad.
También son mediadoras, por eso, que estén presentes y sostengan una relación asimétrica
con las niñas y los niños cuyo psiquismo está en constitución es sumamente importante. Esta
asimetría, que no debe ser confundida con omnipotencia o autoritarismo, es una condición
para que la niñez esté amparada y protegida. En un contexto cada vez más complejo y
dinámico, donde la persona adulta puede encontrarse en situaciones de vulnerabilidad, la
posibilidad de perder esa asimetría es muy grande. (Zelmanovich, 2003). Para fortalecerlos el
Programa ofrece espacios de contención y acompañamiento que les posibilite construir lazos
con otras personas adultas, bebés, niñas y niños para que puedan compartir experiencias,
incertidumbres y preocupaciones. Espacios donde las familias puedan disfrutar de la alegría
del juego y de los lenguajes expresivos: canciones, cuentos, historias, bailes compartidos, que
den cuenta de la diversidad cultural de la que forman parte en su comunidad.

4. El juego y la construcción de la subjetividad


“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a
descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los
altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron
por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la
mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y
tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando,
pidió a su padre:
— ¡Ayúdame a mirar!”

Eduardo Galeano

La realidad se nos presenta compleja, incierta, con variados obstáculos, es función de la


persona adulta graduarla, regularla, para que las más pequeñas y los más pequeños puedan
conocerla, asimilarla y apropiarse de ella desde sus posibilidades. Es a través del juego y
del arte que las personas adultas les pueden brindar recursos simbólicos para que esto sea
posible. A su vez es condición para que la niña y el niño se ancle en el mundo, se apropie de la
realidad, pero en un territorio sin riesgo. Para que pueda construir su subjetividad, establecer
lazos sociales e incorporarse a la cultura.

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El juego tiene lazos profundos con el arte y los lenguajes expresivos, le permite a las niñas
y a los niños crear un universo ficcional, un mundo propio. Los cuentos, la música, el teatro,
los juegos corporales, las actividades plásticas pueden generar espacios con nuevas pautas
para ir más allá de lo real y entrar en el territorio del “como si”. Es por ello, que el Programa
se propone acompañar a que bebés, niñas, niños y personas adultas referentes para que se
apropien de los distintos lenguajes expresivos a fin de recorrer y disfrutar esos caminos en el
ámbito familiar y el comunitario.

“Para que el juego sea juego (…) hay un punto en que se cortan amarras, se abandona
el muelle y se entra en el territorio siempre inquietante del propio imaginario. Se entra
a buscar algo que nunca jamás se encuentra pero que, por eso mismo, se debe seguir
buscando. Siempre hay riesgo. Y extrañeza”.

Graciela Montes

5. ¿De qué hablamos cuando hablamos de juego?


Entendemos al juego como una actividad fundante, necesaria y propia del ser humano. Es
condición indispensable para la socialización, ya que al jugar, las y los bebés, las niñas y niños
incorporan normas, valores y costumbres propios del contexto en el que viven y juegan. El
jugar promueve la pertenencia y el desarrollo de la identidad, tanto individual como colectiva.

El juego es una expresión social y cultural que se transmite y se recrea entre


generaciones. Muchos de los juegos que hoy se practican los jugaron nuestras
abuelas y abuelos: jugar a la pelota, a la casita, a las bolitas, remontar un barrilete,
las escondidas y los juegos de persecución entre otros. Éstos y muchos juegos más
son compartidos entre las personas adultas, las niñas y los niños, y forman parte del
acervo cultural de cada pueblo y comunidad. Así se ponen en circulación recursos
simbólicos transmitidos de generación en generación.

A través de los juegos se comparten y se construyen diferentes sentidos. Los juegos están
vinculados a la historia de cada quien, a las experiencias transitadas durante la infancia y a la
significación que le dio el medio social donde cada uno se desarrolló.

Para que el juego sea juego:


tiene que ser placentero, voluntario y espontáneo;
no puede ser obligatorio, se elige jugar o no jugar;
no tiene metas o finalidades extrínsecas;
implica la participación activa por parte de quienes juegan y ofrece cierto
nivel de incertidumbre;
en el juego, el papel del error tiene un sentido distinto que en la vida real. Se
puede probar sin temor a las consecuencias, a la equivocación.

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El juego es un lenguaje universal que permite atravesar las barreras idiomáticas e ideológicas,
facilitando la integración sin importar la religión, etnia, lengua, lugar de nacimiento o las
capacidades.

6. Abrir la puerta para ir a jugar: compartir el juego


En general cuando se habla de juego, se suele pensar solamente en las niñeces, pero hay que
considerar como actores fundamentales en el juego tanto a las y los bebés, las niñas y los
niños, como a las madres, los padres, familiares y referentes afectivos. Se propone entonces
que las personas adultas significativas se reencuentren con el juego y puedan disfrutar y
sostener las escenas lúdicas con ellas y ellos.

En muchas oportunidades las personas adultas piensan que jugar es una pérdida de tiempo
esta creencia que está muy establecida en algunas culturas. Por eso es relevante conversar
sobre el tema para intercambiar ideas y revisar estas convicciones.

Donald Winnicott (1993), pediatra y psicoanalista inglés, conceptualizó la idea de un espacio


potencial o transicional entre la mamá (o quien cumpla su función) y la o el bebé, donde será
posible la instalación del juego. Afirma que el jugar sucede en un espacio transicional, en un
“entre”. Este espacio no pertenece ni a la niña o al niño, ni a la persona adulta, ni al adentro ni
al afuera, ni al juguete, ni a la fantasía, ni a la realidad. Allí se produce un vínculo, y éste a su
vez, va construyendo diversos modos de pensar, sentir y hacer el mundo. Se experimentan
entonces encuentros que tienen la particularidad de producirse en una zona intermedia:
no están ni en las personas, ni en los juguetes, ni en los espacios, sino en las relaciones
novedosas que se construyen entre ellos. Presenta también al juego como algo universal que
supone salud en tanto facilita el crecimiento.

Cuando las personas adultas significativas juegan con las y los bebés, con las niñas
y con los niños, generando y fortaleciendo sus vínculos, están interviniendo en la construcción
de su subjetividad. Son ellas las que introducen al bebé, a la niña y al niño en el mundo del
juego y la ficción. Les abren la puerta para ir a jugar.

Las más pequeñas y los más pequeños realizan diferentes acciones, y es la persona adulta
quien les da significado convirtiéndolas en los primeros rudimentos lúdicos. Por ejemplo:
cuando el bebé toma la sabanita y la coloca sobre su rostro, dando pie al juego del “cucú”, es
la persona adulta la que le devuelve ese gesto diciéndole: “Cucú, ¿dónde está el nene?”. En ese
momento empezó el juego.

Daniel Calmels (2007), psicomotricista, escritor, poeta y ensayista argentino, explica que
siendo el juego algo de la cotidianeidad se lo percibe como natural, pero en realidad es la
persona adulta quien habilita y le da significado de juego.

El mismo autor, en referencia a los juegos corporales, sostiene que para que los intercambios
entre las personas adultas, las niñas y los niños se conviertan en juego es necesario un
acuerdo tónico-emocional, que podrá ser implícito o explícito. Hay que ser muy cuidadosos
para que verdaderamente se trate de un acuerdo y no de un sometimiento, lo que constituiría
un falso juego.

En el falso juego las más pequeñas y los más pequeños participan para satisfacer el deseo
de las personas adultas, y toleran o se someten a sus maniobras. Es fundamental entonces
la mirada y la palabra atenta de las personas adultas, para que observen y comprendan el

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mundo de las más pequeñas y los más pequeños. Construir confianza es clave.

Para que niñas y niños puedan moverse en libertad, necesitan personas adultas que
les habiliten, que estén presentes con miradas respetuosas, que no se anticipen a sus
movimientos, que les den tiempo. Que puedan poner en palabras las acciones que realizan las
niñas y los niños, y que ofrezcan alternativas y propuestas que puedan enriquecer su juego.

7. El juego transforma
Según Ricardo Rodulfo (2008), doctor en psicología, psicoanalista, especializado en niñez
y adolescencia, en el jugar siempre se produce una diferencia, nunca deja las cosas como
están. Jugando, las niñas y los niños, se transforman no solo en relación a su cuerpo sino
también en su relación con la realidad.

En el año 1908, Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, en su texto “El creador literario y el
fantaseo” sostiene que un niño al jugar crea su propio mundo insertando las cosas con las
que se encuentra en éste, en un orden que es nuevo y que le resulta satisfactorio. Además,
en su libro “Más allá del principio de placer” sostendrá que, mientras el niño juega, tramita
las experiencias que le resultan traumáticas, inaugurando así la posibilidad elaborativa del
psiquismo.

La niña o el niño aliviana con el juego lo que le cuesta tramitar del mundo real. Cuando
juega, conoce y se apropia de la realidad. El juego es un lugar donde todo es posible, donde
“se puede hacer de cuenta que”, un “como sí “donde las niñas y los niños pueden controlar
aspectos de la realidad, que en otras instancias no les es posible. Cuando juegan, pueden
hacer cosas que en otros ámbitos están prohibidas. Es una actividad de fundamental
importancia a lo largo de toda la vida y universal a todas las culturas. Jugando se
comprometen: ponen de manifiesto sus sentimientos y emociones, imaginan, inventan, crean,
conocen y actúan explorando con todos sus sentidos.

Jugar les permite acercarse a los primeros conocimientos del medio social y natural. Se
incorporan al mundo, a los roles que tendrán, que les asignarán o construirán, en su ámbito
familiar y comunitario. Desarrollan aptitudes físicas, verbales, intelectuales. Transitan
experiencias que los van constituyendo como sujetos. El juego es una actividad socializadora
que facilita el acercamiento a otras y otros, permitiéndoles construir, modificar y consolidar
vínculos.

Jugando se pueden acercar a lo nuevo sin temor. El juego alivia tensiones y les permite
elaborar situaciones que les producen miedo e incertidumbre. Además de posibilitarles
incorporar alternativas y desplegar habilidades para dominar o atenuar estas situaciones.
Mientras juegan las niñas y los niños dicen cosas que aún no pueden expresar con las
palabras. El juego es su lenguaje.

Una escucha y mirada atenta, posibilitará conocer mucho de lo que les está pasando, conocer
qué situaciones las y los preocupan o angustian, saber de su mundo, gustos, deseos y
conflictos.

Si una niña o un niño no juega, puede ser una señal de que algo no está del todo bien en su
desarrollo. La capacidad de jugar es muy importante, por eso la ausencia del juego es una
evidencia de que algo está pasando.

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“Jugar no es meramente utilizar juguetes, es sobre todo poder
inventar y construir, poder armar una ficción”

Luis Fara

8. ¿Jugar? ¿Aprender?
El juego en los primeros años también está estrechamente vinculado con la construcción
del conocimiento ya que las niñas y los niños investigan y conocen a través del mismo. En
muchas ocasiones es utilizado por las personas adultas como una herramienta o un recurso
en el ámbito familiar y escolar. La relevancia que se le otorga al juego aplicado a diversos fines
a veces le resta trascendencia a que jueguen por el placer de jugar, es decir, sin un “interés
productivo”.

En este sentido, desde el Programa se plantean propuestas para enriquecer el mundo de las
más pequeñas y los más pequeños y sus familias, que les permitan conocer y apropiarse
de su entorno poniendo especial cuidado en que el juego no se convierta en un método de
enseñanza ya que se estaría perdiendo la espontaneidad.

9. ¿Juegos de niñas? ¿Juegos de niños?


La manera como pensamos el juego, los materiales lúdicos y juegos que ofrecemos, y los
juguetes que seleccionamos, no son elecciones ingenuas pues determinan qué se espera de
las niñas y de los niños, condicionando sus preferencias y restringiendo sus posibilidades.

Si bien la sociedad y los mandatos han ido modificándose, aun persisten expresiones
y experiencias en relación con el juego y el género que continúan naturalizadas. La
incorporación de golpes y empujones en los juegos de los varones está permitida y muchas
veces alentada, en cambio las niñas suelen ser más sancionadas cuando estas acciones
forman parte de sus juegos. La habilitación por parte del adulto a mostrarse sensible
es diferente para las mujeres y los varones, en general a estos se les restringe más esa
posibilidad. Lo mismo ocurre con respecto a la posibilidad de pintarse, disfrazarse o
expresarse corporalmente.

En la sociedad aun está instalado que existen dos géneros mujer-varón, asociados a
determinadas características: niños fuertes, agresivos, poco emotivos; y niñas tranquilas,
sensibles y suaves. Estas asociaciones se convierten en estereotipos y mandatos sociales
que influyen en la construcción de subjetividades y roles desde la primera infancia.
Estereotipos y mandatos que refuerzan y normalizan la idea de que la mujer debe dedicarse a
cuestiones hogareñas o de servicio y el hombre a desplegar acciones vinculadas al ejercicio
de la autoridad y el poder; marcando el camino de cada uno de ellos o ellas en una única
dirección sin otra posible.

En este sentido, es un desafío generar espacios para interrogarnos y replantear relaciones de


géneros en las infancias, promoviendo la igualdad de oportunidades entre niñas y niños para
su desarrollo integral.

Desde el Programa Primeros Años se propone a quienes tengan la responsabilidad de


coordinar los espacios lúdicos o compartan con las familias experiencias de juego, que

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estén atentos a estas representaciones para reflexionar sobre ellas y problematizarlas. En
este sentido, es importante que las propuestas lúdicas permitan que los roles de las niñas y
los niños se dinamicen para que puedan tener una amplia y rica gama de posibilidades sin
reforzar los estereotipos de género.

Bajo esta perspectiva es que se propone pensar el juego de una manera no binaria, libre de
conceptos predeterminados, capaz de generar un espacio donde las infancias puedan ir
construyendo su propia subjetividad sin mandatos.

Al respecto, Graciela Morgade, doctora en educación, investigadora y especialista en


educación sexual con enfoque de género y derechos humanos, sostiene: “También los
juguetes distan mucho de ser instrumentos neutros desde el punto de vista social en general
y del género en particular. Es evidente que los juguetes representan el sistema social que
divide al mundo en modelos de hombres y mujeres…Si bien podemos dudar que estos
estímulos incidan en forma directa sobre el psiquismo de chicos y chicas, tampoco se puede
ignorar esta fuente permanente de información para la constitución de las relaciones de
género”. (2011)

De allí que sea de vital importancia para el desarrollo de su vida ofrecer a las infancias
diversidad de juguetes, libros, música y propuestas que les inviten a explorar nuevos roles y
situaciones, facilitando la expresión de todas sus emociones y sentimientos: ternura, rabia,
alegría, tristeza, miedo, valentía, curiosidad, duda.

10. Los juegos de crianza


Este apartado está basado en los juegos que investigó Daniel Calmels (2007) en su libro
“Juegos de Crianza. El juego corporal en los primeros años de vida” y se acompaña y articula
con algunas propuestas para jugar en familia.

Los juegos de crianza son los juegos corporales que comparten las personas adultas con
bebés, niñas y niños pequeños. Se transmiten de generación en generación, están inscriptos
en el cuerpo de la persona adulta, se actualizan en el contacto con la niña y el niño y surgen
por una necesidad de comunicarse.

Se llaman juegos corporales ya que se dan en referencia o refieren al cuerpo y a sus


manifestaciones: la mirada, los gestos, la voz, la actitud corporal, el rostro. Los sonidos y
las palabras suelen acompañarlos. Algunos juegos corporales, desde muy temprana edad,
ofrecen un tiempo y un espacio para que se desplieguen ciertos miedos básicos y en el
mismo jugar los medios para elaborarlos.

Los miedos básicos y los tipos de juegos que permiten elaborarlos:

Temor a la pérdida de la referencia táctil: juegos de sostén.

Temor a la referencia visual: juegos de ocultamiento.

Temor a la pérdida de un refugio confiable: juegos de persecución.

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Juegos de sostén
Se definen por los movimientos que las personas adultas les ofrecen a las niñas y
los niños pequeños. Durante estos juegos se producen reducciones o interrupciones breves
del sostén hay una separación sin perder el contacto corporal. La persona adulta mece, gira,
eleva, hace caer, sube y baja al bebé, a la niña o al niño. Algunos de los juegos de sostén en
nuestra cultura son el caballito, la hamaca, el avioncito, la babucha.

Mecer
Mecerlos de diferentes formas ofreciéndoles variaciones en la velocidad y el ritmo.
Se pueden proponer juegos acompañados por canciones, músicas y ritmos que acompañen
estos movimientos. También se pueden inventar juegos con mecimientos donde las niñas y
los niños ya no estén en brazos de las personas adultas, sino que puedan jugar con balanceos
estando parados, en el suelo o apoyados sobre superficies blandas y con movimiento. De los
juegos de sostén, el de mecer es el que tiene la mayor cantidad de contactos corporales.

Girar
Se toma a la niña o al niño desde el tronco y se lo hace girar. En los adultos la danza
posibilita los giros y les permite reencontrarse con estas primeras sensaciones. Se pueden
proponer a las familias con sus bebés, niñas y niños giros a upa, estando sentados o de pie o
participando de rondas.

Elevación y descenso. Caer


Es un vuelo continuado y figurado que transmite por un lado cierto riesgo, pero a la vez
la firmeza del adulto que lo sostiene. Es un juego, una ficción donde no se interrumpe el
contacto del cuerpo del adulto con la niña o niño. Caídas sostenidas y deslizamientos donde
el adulto eleva a la niña o niño para luego hacerlo descender. Cuando ya se mantiene solo,
el adulto lo puede poner en una superficie elevada y acuerda un lanzamiento sostenido. ¡A la
una, a las dos, a las tres!

Subir y bajar
Subir y bajar con sostén y apoyo. Sobre el empeine, las rodillas, los muslos. Canciones de
caballos que trotan y galopan, burritos que suben y bajan montañas, podrán ser nuestro telón
de fondo en estas actividades. La persona adulta canta una canción o dice una rima y la
acompaña con movimientos de sus piernas.

Trepar
Esta acción implica cambios de altura y de apoyo. Las niñas y los niños se pueden trepar para
ascender, para quedarse colgados o para lanzarse. Estos juegos se practican primero en el
cuerpo de las personas adultas, y luego se trasladan a las trepadoras, a los árboles o a otras
superficies elevadas.

Juegos de ocultamiento
En los juegos de ocultamiento se esconden una o varias personas u objetos y otras tienen que
descubrirlas. Siguiendo el recorrido de Daniel Calmels, podemos partir de los más simples: la
sabanita, el cucú; hasta los más complejos: la escondida o el gallito ciego.

En estos primeros juegos de ocultamiento se elabora la angustia frente a la pérdida de la


referencia visual. El rostro se tapa y luego aparece. Ocultarse y esconderse es diferente, en

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los juegos de ocultamiento cada uno sabe dónde está el otro. El que se esconde (en el juego
tradicional de las escondidas) no quiere que lo encuentren, el que se oculta sí.

En el ocultamiento del cucú o la sabanita, el tiempo de taparse tiene que ser brevísimo y en
presencia del otro, para que el bebé pueda sobrellevar la tensión que le produce la pérdida
transitoria de la referencia visual y le resulte placentero.

En estos juegos, con bebés chiquitos y chiquitas, solo se oculta el rostro, es un ocultamiento
parcial. A medida que las y los bebés, niñas y niños van dominando este formato de juego
tendrán acciones más activas, por ejemplo: ser ellos los que destapen el rostro de la persona
adulta que juega.

Los juegos de ocultamiento derivan en los primeros juegos de escondidas. En el ámbito


familiar o en los encuentros de juego compartido, se pueden proponer diferentes escondites
para que las personas adultas se oculten junto con las niñas y niños, y sean buscados por
otra persona adulta o por los coordinadores del juego, o bien que se escondan las niñas y los
niños y que sean las personas adultas quienes tengan que encontrarlos.

Recuerden que siempre que sean las personas adultas quienes se oculten, los tiempos en
los que no estén a la vista, tienen que ser muy cortos y tienen que dejar indicios concretos
de dónde se ocultaron para poder acceder a ellas sencillamente. Crear espacios donde
esconderse puede ser una actividad muy interesante para las más pequeñas y los más
pequeños. Estas propuestas tienen que realizarse siempre observando a las niñas y a los
niños, atendiendo a sus sensaciones y generando acuerdos tónico-emocionales con las
personas adultas.

También se pueden realizar juegos donde se oculten juguetes, primero ante la vista de las
niñas y los niños, y a partir de los 2 años sin que ellos vean, pero en escondites simples,
dejando algún indicio y en espacios bien limitados.

Juegos de persecución
En los juegos de persecución hay un perseguidor, un perseguido y un refugio. Si la persona
adulta es el perseguidor tiene que ser alguien confiable para la niña o el niño, alguien conocido
que le garantice que lo que ocurre es una ficción.

En los primeros juegos de persecución, el refugio es el cuerpo de la persona adulta. La


o el bebé, la niña o el niño está en brazos de alguien de confianza y una tercera persona
intenta atraparlo, diciendo, por ejemplo, ¡Mirá que te agarro! El refugio (persona adulta que
sostiene) tiene que ser seguro ya que la o el bebé casi no puede realizar acciones para evitar
al perseguidor. Cuando ya la niña o niño puede desplazarse solo, va a resolver la situación
escapando por sí mismo y buscando un refugio en algún lugar o en otra persona adulta. Más
adelante estos juegos se ubicarán en el terreno de la ficción, entonces el perseguidor será el
lobo o el oso dormilón y también se podrán intercambiar los roles.

La distancia corporal es clave en estos juegos, y la persona adulta tendrá que adaptarse y
lentificar su paso para que haya más distancia y el juego se desarrolle. En esta línea de juegos
vendrán las manchas y los juegos de pelota, por ejemplo: el quemado.

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Es importante:

estar siempre atentos al tono muscular, sobre todo de las y los bebés, y
observar si les gusta la propuesta y el tipo de contacto que les ofrecemos;

evitar movimientos bruscos;

acompañarlos a que prueben nuevas acciones y desafíos y a que vayan


reconociendo sus posibilidades, limitaciones, peligros y los efectos de sus
pasos;

proponer y no forzar.

11. ¡A jugar! El juego en las distintas edades1


Y los bebés, ¿juegan? ¿A qué juegan?
Las y los bebés comienzan explorando su propio cuerpo. Observan y descubren sus manos y
los objetos, los exploran y ejercen sobre ellos diversas acciones: los chupan, sacuden, golpean
y arrojan. También comienzan a desplazarse y prueban diferentes posturas, descubren
casualmente un movimiento, un sonido, un efecto que les resultó placentero. Es entonces que
repiten esa acción para prolongar esa sensación. La persona adulta al significarla como juego
la introduce en esta categoría.

Los primeros juegos de las y los bebés están relacionados con acciones sensitivas, táctiles,
auditivas y de prensión: tocar, mirar, agarrar, escuchar. Podemos ofrecerles distintos objetos
para jugar: móviles, mordillos, peluches, pañuelos de colores, objetos livianos y de diferentes
texturas, pero es el propio cuerpo de las y los bebés el juguete favorito y la persona adulta se
convierte en el mejor compañero de juego.

Se recomienda apoyar a las y los bebés de espaldas sobre alguna manta suave, de esta
forma van realizando movimientos libremente, mueven sus manos, sus pies, se dan vuelta,
se balancean, reptan, van descubriendo las posibilidades de su propio cuerpo. Es importante
que siempre esté una persona adulta cerca observándolos y acompañándolos en sus
exploraciones. Ofrecerles propuestas de juegos corporales a bebés es una muy buena opción,
también cantarles, acariciarlos, jugar con canciones, imitar gestos, bailar con distintas
músicas, imitar sonidos de animales y del entorno.

Los juegos de ocultamiento se convierten en sus predilectos como el “cucú, acá está”, el tapar
objetos con un pañuelo y luego descubrirlos son algunas propuestas que disfrutan mucho.

Cuando comienzan a gatear les encanta ir tras los objetos rodantes, si estos son sonoros,
mejor (sonajeros rodantes y pelotas musicales, entre otros). En esta etapa también se les
pueden ofrecer elementos apilables (aunque todavía no puedan apilarlos) para que los
volteen y que la persona adulta los pueda volver a apilar. Les agrada golpear e imprimir su

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Las edades referidas en el siguiente ítem son aproximadas. Es importante considerar que cada niño y cada niña tendrá sus propios tiempos y
ritmos.

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propio ritmo a los objetos: tambores, cacerolas, tapas de ollas acompañadas de cucharas de
madera, son una buena opción. Se puede armar un espacio con almohadones y ofrecerles
distintos objetos atractivos, coloridos, sin puntas o filos para que exploren.

Es importante hablarles mientras juegan, preguntarles sobre sus descubrimientos,


proponerles nuevas actividades e incentivarlos a que investiguen, acompañarlos en sus
juegos, ofreciéndoles caricias, sonrisas, miradas y música.

A partir del año


Empezar a caminar es un hito muy importante para las niñas y los niños, este hecho les
abre una nueva mirada sobre el mundo y la posibilidad de alcanzar los objetos que desean
o dirigirse por sus propios medios a lugares antes inimaginables. Es así, que el espacio
mismo se constituye en fuente de juego, de exploración, descubrimiento, desafío y nuevas
posibilidades. Su actividad es intensa, exploran el espacio que tienen a su disposición para
buscar y encontrar, sacar y poner, treparse o deslizarse. Pueden arrastrar objetos, trasvasar
líquidos, embocar con la mano y poner un objeto sobre otros y derribarlos.

El hecho fundamental es que se pueden desplazar de manera autónoma, practicar las formas
básicas de locomoción y acercarse a los objetos para explorarlos. Se les presentan entonces,
nuevas oportunidades para descubrir el mundo que los rodea, desde otra posición.

Es importante ofrecerles, dentro del hogar, espacios seguros, libres de peligros para que
puedan caminar y desplazarse de diferentes maneras. Su interés se centra en sí misma o sí
mismo, su cuerpo, sus acciones y el espacio circundante. Es por eso que su juego es más
bien solitario. Les cuesta compartir juguetes.

A partir de la adquisición de la marcha, a las niñas y los niños les gusta jugar con juguetes y
objetos en donde puedan afirmarse y deslizarse; carritos o cajones con ruedas son buenos
para hacerlo. A medida que van reafirmándose en esta conquista, disfrutan de todos los
juguetes de arrastre.

A partir de los 18 meses


Alrededor del año y medio se puede observar un cambio importante en los intereses y
actividades. La manipulación de objetos en el espacio se vuelve muy activa, el interés se dirige
hacia las otras y los otros, la comprensión y expresión verbal se enriquece. A las niñas y los
niños les gusta comunicarse verbalmente, comienzan a jugar en forma simbólica utilizando
diferentes elementos para expresarse, imitan gestos, bailan.

La motricidad gruesa y fina se desarrollan intensamente, se afirman con seguridad en su eje


postural y es en esta edad donde manifiestan sus primeros intentos de independencia de la
persona adulta. Tienen un fuerte interés por el conocimiento de su propio cuerpo, por el de los
demás y por los contactos personales y los vínculos afectivos con sus pares.

A partir de los 2 años


El juego del “como sí”, es decir el juego simbólico, se despliega. Jean Piaget (1982)
epistemólogo y biólogo suizo, reconocido por sus aportes al estudio de la infancia y por su teoría

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constructivista del desarrollo de la inteligencia, sostiene que éste es el juego por excelencia de
las niñas y los niños a partir de esta edad.

En estos juegos, donde tienen la posibilidad de representar y recrear situaciones y objetos


que no están presentes, las niñas y los niños encuentran un refugio frente a la demanda de
adaptación al mundo que reciben de las personas adultas. Transforman los elementos y les dan
otra función, construyendo escenas. Por ejemplo, pueden convertir un palo en un caballo, un
almohadón en un bebé, o un aro en una nave espacial. Desarrollan la fantasía, entran al mundo
de la ficción, al “como sí” y, a partir de esta posibilidad pueden realizar actividades que en su vida
cotidiana aún no tienen habilitadas.

Comienzan a jugar situaciones que les suceden a ellos transfiriéndoselas a sus juguetes
predilectos (osos de peluche, bebés, muñecos y muñecas): les dan de comer, los duermen, los
bañan, les tararean alguna nana que su mamá, papá o abuelo les cantan para dormirlos. Más
adelante vendrá el “dale que era” con escenas lúdicas cada vez más complejas y elaboradas.
Ese “dale que era” como propuesta, como invitación a entrar al mundo de la ficción: “Dale que yo
era la o el bebé”, “dale que yo era el bombero”.

Flesler (2011), psicoanalista argentina, sostiene que no se suele tener en cuenta la seriedad de
esta actividad diciendo que es “solo un juego”, acentuando de alguna forma la distinción entre
lo real y lo ficticio. Pero afirma que cuando la niña o el niño juegan si bien saben que es un juego
creen en él. Tanto es así que se ponen contentas y contentos, se entristecen, se preocupan, se
emocionan.

Respecto del juego simbólico, Freud (1920) considera que las niñas y los niños a través del
juego realizan activamente lo que vivieron pasivamente y de esta forma dominan la situación
y la elaboran. Un ejemplo de esto sería el juego del doctor: toman un muñeco, le asignan el
rol de paciente y le aplican una vacuna. Experiencias que son displacenteras en la vida real se
transforman en placenteras.

Las niñas y los niños a través del juego simbólico intentan satisfacer sus deseos mediante la
ficción, transformando la realidad; buscan revivir y resolver sus conflictos, miedos e inquietudes.

En otras palabras, el juego permite mediante la fantasía, la imaginación y la creatividad


representar y dominar situaciones de la realidad externa, incluso si la misma resulta penosa o
angustiante.

Otra de las características del juego de las niñas y los niños de esta edad es que pueden
compartir un mismo espacio, pero cada cual está en su propio juego. En general no se
relacionan mucho entre sí, pero les gusta estar con otros y otras, aunque centrados o centradas
en su propia acción. Durante el juego se dan solo intercambios esporádicos alentados por
alguna persona adulta presente. A este tipo de juego se lo llama “en paralelo”. En este período
también pueden permanecer un poco más de tiempo en una misma actividad.

Otros juegos interesantes son los que se pueden generar en el ámbito del hogar, las tareas
sencillas que se les propongan les fascinarán: cortar un pedacito de masa con cuchillo de
plástico, revolver para preparar una torta, son experiencias muy enriquecedoras. Jugar a
disfrazarse con ropa de las personas adultas también es una muy buena propuesta y para los
momentos tranquilos, armar rompecabezas, encastrar, construir con cubos, cortar papeles con
los dedos, trasvasar líquidos, dibujar y pintar.

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A partir de los 3
Los juegos son un poco más elaborados y duran más tiempo. A las niñas y a los niños les
gusta cada vez más jugar con sus pares. El otro u otra es parte del juego y aunque el tiempo de
interacción es breve se pueden agrupar niñas y niños durante ratos cortos y organizar pequeños
juegos. La palabra acompaña sus actividades, no sólo pueden nombrar a sus compañeras
y compañeros de juego, sino evocar mediante la palabra objetos y personas que no están
presentes físicamente.

Les gusta correr, trepar, transportar y empujar objetos. Participar de pequeñas rondas y juegos
de persecución. Inventan nuevos juegos y comienzan a respetar algunas reglas, el juego
simbólico evoluciona y se complejiza. Transforman cualquier objeto en lo que necesitan para
armar el suyo, y pueden crear escenarios lúdicos muy variados y ricos, donde los personajes
van cambiando a medida que el juego se desarrolla.

Entre los 4 y 5 años


Comienzan los juegos con reglas y son las propias niñas y niños quienes las generan: caminar
sin pisar las líneas que unen las baldosas de su cuadra, saltar en un pie hasta cierto lugar.

Gradualmente, van superando su egocentrismo (la centración en sí mismas o sí mismos) y esto


les permite comenzar a poder ponerse en el lugar de la otra o el otro y alcanzar otros puntos de
vista. Es entonces que pueden participar en juegos grupales que se organizan siguiendo reglas
que ellas y ellos no han creado (reglas que se imponen desde afuera): manchas, juegos de
persecución, juegos de mesa sencillos -dominós, loterías-.

A su vez, desde muy pequeñas y pequeños disfrutan de películas, de obras de teatro, de títeres y
de imágenes. También de observar los paisajes y sonidos de la naturaleza: un río, las hormigas
transportando hojitas hasta su hormiguero, los sonidos de los pájaros. Les gusta imitar sonidos
e inventar historias con los animales como protagonistas.

12. ¿Dónde se juega? Espacios lúdicos comunitarios


como lugares de promoción de derechos
“Jugar es apropiarse de un territorio y convertirlo en campo de juego”

Graciela Scheines

El Programa Primeros Años propicia oportunidades frecuentes de juego a través de espacios


lúdicos comunitarios y en el contexto familiar. Para animarse a jugar, una niña o un niño
necesita sentirse seguro y tener confianza en quienes los cuidan y en sus posibilidades. Es
importante crear ambientes seguros y agradables para que puedan explorar y jugar libremente.

¿Dónde tienen lugar estos espacios comunitarios de juego? En las salas de salud, jardines de
infantes, hospitales, plazas, espacios al aire libre, Centros Integradores Comunitarios, Centros
de Desarrollo Infantil, Centros de Referencia del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación,
comedores y merenderos, clubes de barrio y otras instituciones. Algunos de estos espacios
son fijos y otros itinerantes.

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Los encuentros de juego comunitarios son dispositivos que ofrecen la posibilidad del ejercicio
del derecho a jugar de las y los bebés, niñas, niños y sus familias. Se trata de espacios que
además de sus funciones específicas son utilizados para realizar actividades y propuestas
lúdicas.

13. Equipamiento de espacios comunitarios con juegos y


juguetes. Criterios de selección

El equipamiento con juguetes en las zonas de crianza y en los espacios de sostén y


acompañamiento facilita contextos ricos en experiencias tanto para las y los bebés,
niñas y niños como para las personas adultas que acompañan, generando encuentros
intergeneracionales significativos, así como también favoreciendo el acceso a bienes
culturales (juguetes y libros).

Los juguetes no garantizan el derecho al juego, pero lo favorecen y facilitan.

Criterios de selección:

Adecuación a la edad de las y los bebés, niñas y niños pequeños,


destinatarios de los mismos, siempre bajo la mirada atenta de las personas
adultas responsables que acompañan.

Características, condiciones de seguridad y resistencia: confeccionados


con materiales no tóxicos, de colores sólidos, con ausencia de aristas y
bordes cortantes. Respecto del tamaño, es importante que no puedan ser
ingeridos ni inhalados, así como también que las piezas que los componen
no puedan aflojarse.

Novedad: promuevan la curiosidad, el interés por investigar y brinden


nuevas y creativas experiencias lúdicas.

Diseño y estética del material: posean riqueza visual, táctil y auditiva,


variedad de texturas y contrastes, por fuera de los estereotipos del mercado
y promuevan experiencias sensibles para las y los bebés, niñas, niños, y
personas adultas que acompañan el juego.

Potencialidad: que impliquen el desarrollo de actividades perceptivas,


motoras, sociales, de comunicación e intelectuales, favoreciendo la
creatividad, la imaginación, el juego colectivo y cooperativo.

Versatilidad: requieran de diferentes modos de acción y movimientos por


parte de las y los bebés, niñas y niños, y posibiliten una exploración creativa
y la asignación de nuevas y diversas significaciones.

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14. Un final que es un comienzo
Cuando una niña o un niño juegan, crean algo que hasta entonces no existía, ponen en juego
algo único, personal y espontáneo.

Decálogo de la niñez
Cuando un niño se tira, no quiere decir que se caiga.

Cuando una niña choca, no quiere decir que empuja.

Cuando un niño golpea, no quiere decir que lastime.

Si una niña se mueve, no quiere decir que sea activa.

Cuando un niño se muestra activo, no quiere decir que sea interactivo.

Cuando una niña hace silencio, no quiere decir que se calle.

Cuando un niño sueña, no está distraído.

Cuando una niña se inmoviliza, no quiere decir que esté quieta.

Cuando un niño está sólo, no quiere decir que está aislado.

Cuando una niña se esconde, pide una mirada suave.

Cuando un niño consiente, no quiere decir que acuerde.

Cuando una niña ríe, no quiere decir que está contenta.

Cuando un niño se asombra, no quiere decir que está asustado.

Cuando una niña pregunta, no quiere decir que no sepa.

Cuando un niño transgrede, no quiere decir que se equivoca.

Cuando una niña se equivoca, no es un acto de ignorancia.

Cuando el tiempo concluye, no quiere decir que el niño termine.

Y cuando un niñe dice que no, quiere decir que dice que no.

Calmels, (2020)

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