Las Tres Pasiones de Jesús. Libro de Cielo

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Enero 22, 1913

Las tres Pasiones de Jesús.


Estaba pensando en la Pasión de mi siempre
amable Jesús, especialmente en lo que sufrió en
el huerto, entonces me he encontrado toda
sumergida en Jesús y Él me ha dicho:
“Hija mía, mi primera Pasión fue el amor,
porque el hombre al pecar, el primer paso que
da en el mal es la falta de amor, por lo tanto,
faltando el amor se precipita en la culpa. Por eso
el Amor, para rehacerse en Mí de esta falta de
amor de las criaturas me hizo sufrir más que
todos, casi me trituró, más que bajo una prensa,
me dio tantas muertes por cuantas criaturas
reciben la vida.
El segundo paso que sucede en la culpa es
defraudar la gloria de Dios, y el Padre, para
rehacerse de la gloria quitada por las
criaturas me hizo sufrir la Pasión del pecado,
esto es, que cada culpa me daba una pasión
especial; si la Pasión fue una, el pecado en
cambio me dio tantas pasiones por cuantas
culpas se cometerán hasta el fin del mundo, y
así se rehizo la gloria del Padre.
El tercer efecto que produce la culpa es la
debilidad en el hombre, y por eso quise sufrir
la Pasión por manos de los judíos, esta es mi
tercera Pasión, para rehacer al hombre de la
fuerza perdida.
Así que con la Pasión del amor se rehizo y se
puso en justo nivel el Amor, con la Pasión del
pecado se rehizo y se puso a nivel la gloria del
Padre, con la Pasión de los judíos se puso a
nivel y se rehizo la fuerza de las criaturas.
Todo esto lo sufrí en el huerto, fue tal y tanto el
sufrimiento, las muertes que sufrí, los espasmos
atroces, que habría muerto de verdad si la
Voluntad del Padre hubiera llegado a que Yo
muriera.”
Después continué meditando cuando mi amable
Jesús fue arrojado por los enemigos al torrente
cedrón. El bendito Jesús se hacía ver en un
aspecto que movía a piedad, todo bañado con
aquellas aguas negras y me ha dicho:
“Hija mía, al crear el alma la vestí de un
manto de luz y de belleza; el pecado quita este
manto de luz y de belleza y la cubre con un
manto de tinieblas y de fealdad, volviéndola
repugnante y nauseante, y Yo para quitar este
manto tan nauseabundo que el pecado pone al
alma, permití que los judíos me arrojaran en este
torrente, donde quedé como recubierto dentro y
fuera de Mí, porque estas aguas pútridas me
entraron hasta en las orejas, en las narices, en la
boca, tanto, que los judíos tenían asco de
tocarme. ¡Ah, cuánto me costó el amor de las
criaturas, hasta volverme nauseabundo a Mí
mismo!”
Libro de Cielo. Enero 22, 1913 Vol. 11
“Hágase Tu Voluntad En la Tierra Como En El
Cielo”

“¡Ah, cuánto me cuesta el hombre! Pero el hombre


ingrato no se ocupa de Mí y no busca comprender
cuánto lo he amado y cuánto he sufrido por él,
tanto que ni siquiera ha llegado a comprender todo
lo que sufrí en la Pasión que me dieron las
criaturas, y si no comprenden lo menos, ¿cómo
pueden comprender lo más de lo que he sufrido por
ellos?”
Mayo 8, 1919 Volumen 12

Ahora, el alma a cada pensamiento de mi Pasión, a


cada compadecimiento, a cada reparación, etc., que
hace, no hace otra cosa que tomar luz de mi
Humanidad y embellecerse a mi semejanza, así que
un pensamiento de más de mi Pasión, será una luz
de más que le llevará un gozo eterno.” Abril 23,
1916 Vol. 11

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