Clase 9
Clase 9
Clase 9
PROPÓSITO
INTRODUCCIÓN
DESARROLLO DE LA LECCIÓN
Esto es fatal porque Dios ya no tiene otros medios de expiación en reserva para el
beneficio de aquellos que deciden deliberadamente rechazar a Cristo. Dios ya proveyó
todo el medio necesario para la salvación; ya no hay un tercer camino hacia el cielo.
Al haber invalidado el antiguo sistema levítico, Dios nos ha dado en su Hijo una
salvación tan grande y mejor. Ahora nosotros estamos completos en Él (Colosenses
2:10).
Tanto el sistema levítico y las otras religiones del mundo son descartadas. Todas las
formas de ofrendas ritualistas o sacramentos y prácticas, aunque se llamen cristianas no
tienen ningún valor. No hay nada que pueda sustituir el sacrificio de Cristo. Aquellos
que confían en sacramentos como medios para alcanzar la salvación, tienen en poco la
sangre de Cristo.
En los egipcios hubo un clamor en todo hogar que menospreció la sangre. Así todo
aquel que menosprecia la eficacia de la sangre de Cristo, lamentablemente tendrá que
sufrir los terribles juicios de Dios. “Irremisiblemente” (vs. 28), tiene que morir sin
ningún remedio (Deuteronomio 17:1-7). Esto era para los que abandonaban la ley de
Moisés, ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios
y tenga por inmunda la sangre del Pacto en la cual fue santificado y ofenda al Espíritu
de gracia?” Esto es apostatar de Cristo. La palabra griega “aphistemi” “cuando se usa
intransitivamente, significa mantenerse apartado. Significa el abandono y rechazo de
la fe” (II Tesalonicenses 2:3 (W. E. Vine – 129).
Uno nunca espera llegar a la apostasía, ni cree que está entrando a esa triste y terrible
enfermedad mortal del cristiano. La apostasía se apodera gradualmente de alguien que
empieza apostatar en un punto ya sea doctrinal o en la práctica. Parece que el trabajo
del apóstata es reducir el evangelio, hasta que no quede nada. En otros casos el apóstata
acomoda el evangelio a su conveniencia de tal manera que se pierde el testimonio puro.
Ya no existe diferencia entre un mundano y un cristiano.
Este problema mortal que ha entrado en la iglesia, es necesario estudiarlo con mucha
atención. Hay hermanos que son muy celosos de la iglesia, pero pueden estar en peligro
de ser apóstata porque muchas veces no viven lo que enseñan.
En este punto nos hemos descuidado mucho. Hemos olvidado la parte práctica.
Como iglesia necesitamos un avivamiento. En nuestra iglesia se ha perdido el interés
por estudiar la Biblia y memorizarla. Tampoco estudiamos cuidadosamente la doctrina.
Debido al desconocimiento de la doctrina, muchos de nuestros hermanos fácilmente
han caído en doctrinas erróneas.
La invitación ahora es recordar aquellos mejores días. Aquellos tiempos en que por
dar testimonio de Cristo, se hallaron severamente atacados por enemigos demoniacos
y humanos. Este versículo 32 se refiere a aquellos tiempos cuando “sostuvisteis un
fuerte y doloroso combate” por causa de mantenerse firmes en la fe. El combate no
sólo fue sufrir la prueba, sino que la sufrieron pacientemente y salieron victoriosos, y,
además, fueron solidarios con los demás (vs. 33). El escritor les escribe así a los
hermanos hebreos por que esta era la realidad de ellos. Pero eso no debía ser motivo
de desánimo y apostatar, sino que con gozo debían esperar con paciencia. El escritor
dice: “sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos”
(vs. 34. Véase también Mateo 6:19-20).
Cuando nuestro único tesoro está sólo en el presente, nuestra fe en el futuro es débil.
De esa manera no podemos regocijarnos porque hay una discordancia entre la realidad
y nuestra fe. Tenemos que pedirle al Señor que nos permita armonizar nuestra vida
cotidiana con la fe que tenemos en Jesucristo.
“Porque aún un poco y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (vs. 37). Esta
aplicación armoniza con el verso 25, y el versículo 38: “Mas el justo vivirá por fe; y si
retrocediere, no agradará a mi alma” (vs. 38).
La vida santa, es vida de fe. Por fe andamos, no por vista” (II Corintios 5:7). La fe
cree en la realidad de lo invisible. Esta es la clase de fe que hace posible la comunión
con el Espíritu Santo.
El escritor después de haber escrito tan claro y tajante, los anima ahora diciéndoles:
“Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe
para preservación del alma” (vs. 39). Nos quiere decir que no debemos ser hipócritas,
que estemos solamente fingiendo (por conveniencia) una vida espiritual que no
tenemos. Tampoco somos cobardes que vamos a abandonar las filas del evangelio
especialmente cuando vemos que “aquel gran día se acerca”.
Sólo los que tienen fe, es decir, los verdaderos creyentes serán finalmente salvos.
Evidentemente, según este pasaje, no se puede ser un apóstata y un creyente al mismo
tiempo.
Creo que es el momento de nuestro estudio de Hebreos para que revisemos nuestra
vida espiritual y recordemos de dónde hemos caído, que nos arrepintamos y hagamos
las primeras obras –acciones- (Apocalipsis 2:5).
LAS CREDENCIALES DE LA FE
PROPÓSITO
INTRODUCCIÓN
El escritor en este capítulo va a demostrar que todos los que han triunfado en la vida
espiritual ha sido porque fueron hombres y mujeres de fe; y por ellos tenemos una rica
herencia espiritual.
DESARROLLO DE LA LECCIÓN
La palabra certeza (“hypostasis”, en griego) significa “un ser puesto debajo de”. En
este caso significa la confianza en que nuestras esperanzas son válidas, y es la base para
que se realicen. Si perdemos la fe, nuestra esperanza nunca se realizará.
La fe se relaciona también con el orden invisible de la realidad. La palabra
convicción (“elengchos”, en griego) significa prueba. Aquí se utiliza como persuasión
total y completa, a tal grado que no necesita de más pruebas (de probarlo, argumentar,
demostrar). Con el ojo de la fe vemos cosas que no podemos ver con el ojo físico
humano. La fe significa estar convencido de las cosas que no podemos ver físicamente.
Para ayudar en este concepto tan importante, podemos decir que fe es la disposición
del hombre en recibir el regalo de la justicia de Dios y la acción salvadora de Jesucristo.
En este sentido la fe no es únicamente un conocimiento mental. La fe exige lealtad,
obediencia en todos los aspectos de la ley de Dios.
Los judíos habían negado la fe al mal interpretar la ley de Dios, y usarla para
autojustificarse. Parecían ser estrictos en observar la ley, pero en realidad sólo era una
apariencia, ya que con sus acciones negaban la fe.
“Por la fe alcanzaron buen testimonio los antiguos” (vs. 2). Ellos pudieron alcanzar
el conocimiento de la creación divina. Ellos creyeron que lo visible salió de lo invisible.
Abel alcanzó buen testimonio de que era justo. Esto fue una aceptación de sus
ofrendas por parte de Dios.
Enoc también tuvo testimonio de haber agradado a Dios con su vida. Por eso Dios
lo llevó para que no viera muerte.
3. AGRADA A DIOS (Hebreos 11:6)
La iniciativa es divina, pero las obras son de los que creen en esa iniciativa. Noé
preparó el arca por que Dios se lo mandó; él creyó que vendría un diluvio por que Dios
se lo dijo, y procedió a obrar por fe. Preparó el arca para salvar a su familia. Por eso
la fe no es tener una información de una manera pasiva.
Abraham sabía que tenía que esperar con paciencia la promesa de Dios. Esa es una
cualidad de la fe.
Morir en la fe, es diferente a morir por la fe. Morir por la fe, es morir siendo mártir.
Mientras que morir en la fe es creer en Dios hasta el último momento de nuestra vida.
A los patriarcas les habían sido dadas las promesas, pero no habían recibido el
cumplimiento; sin embargo, ellos murieron en la fe.
En los versículos 13-14, notamos que la confesión de fe, incluye varios elementos:
a. Una posesión de la visón –mirándolo de lejos. Ellos sabían que lo que esperaban
recibir estaba en el futuro.
Los santos del Antiguo Testamento no miraban hacia atrás. Estaban muy
interesados en el futuro. Anhelaban vivir en una eternidad celestial (vs. 16).
a. La fe es probada.
1) Cuando los sacrificios exigidos parecen irrazonables.
2) Cuando los misterios de la providencia divina parecen no resolverse.
3) Cuando las promesas de Dios parecen irrealizables.
Los prepara para el futuro. Esto se ve en Isaac que por fe bendijo a Jacob y a Esaú
respecto a cosas venideras (vs. 20). Se ve también en Jacob, quien bendijo a cada uno
de los hijos de José, estando en su lecho de muerte. Ellos creyeron en las promesas de
Dios que podía bendecir a sus hijos y familiares.
Como la madre de Moisés tenía fe, se dedicó con sacrificio para cumplir con su tarea
de instruir a su hijo; ella sabía que tenía que prepararlo para que más tarde tuviera la
capacidad de decidir a favor de Dios, a pesar de las ofertas que se le pudieran presentar.
Moisés decidió a favor del pueblo de Dios. Por la fe Moisés pudo distinguir lo pasajero
de lo eterno.
“Por fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey” (27). Cuando Moisés fue joven,
también fue fuerte para hacer la elección básica y definitiva, pero necesitaba la
maduración del desierto y la zarza ardiendo para preparase mejor. El secreto de su
firmeza fue estar viendo siempre a lo invisible.
Todos estos santos de Dios, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no
recibieron algunos beneficios que nosotros sí recibimos. Dios proveyó cosas mejores
para nosotros, para que no fueran perfeccionados aparte de nosotros (vs. 40). Esta cosa
mejor, no puede referirse al cielo, porque ellos lo compartieron con nosotros sobre la
misma base.
El tiempo del Espíritu Santo no sólo nos permite llegar a esta salvación sino nos
ayuda a lograrla.